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Corrine R. Stoewsand
Prólogo: Pablo Gagliesi
Traducción: Sebastian Paul
Colaboración: Julia Teitelbaum
Stoewsand, Corrine R.
Comunicación compasiva : cómo remediar las
relaciones difíciles / Corrine R. Stoewsand. - 1a
ed. - La Plata : EDULP, 2021.
Libro digital, EPUB
Comunicación compasiva
Cómo remediar las relaciones difíciles
CORRINE R. STOEWSAND
Esto no es una obra de ficción. A pesar de ello, algunos de los nombres y las
características personales de los individuos involucrados en esta obra han sido
modificados para preservar sus identidades.
Cualquier parecido con la realidad es enteramente por casualidad y no
intencionado.
EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA (EDULP) 47 N.º 380 / La Plata
B1900AJP / Buenos Aires, Argentina +54 221 427 3992 / 427 4898
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AGRADECIMIENTOS
Cubierta
Portada
Créditos
Agradecimientos
Prefacio
1. Introducción
Respuestas inválidas
Mente emocional
Celos
Envidia
“La ola”
“Manipulación”
4. Presencia
La práctica formal
5. Aceptación
Autoaceptación
Cultivar aceptación
6. Empatía
La ciencia de la empatía
Interpretaciones empáticas
Cultivando la empatía
7. Compasión
Cultivando la compasión
8. Sabiduría
Dialécticas y paradojas
Descentrarse
Entender la sabiduría
Cultivar la sabiduría
9. Respeto
Dignidad
Mente de principiante
El respeto no “fragiliza”
Confrontación y “prevalidación”
Cultivando el respeto
10. Autovalidación
Actos de autocompasión
Pablo Gagliesi
Con mi amiga y colega Corrine nos conocimos hace muchos
años en un Entrenamiento Intensivo en DBT. Ella
colaboraba en un grupo de familiares de personas con
Trastorno Límite de la Personalidad en Nueva York y yo era
un psiquiatra desorientado en el tratamiento de esos
consultantes en Buenos Aires. El viento amontona, con
suerte, a veces, seleccionando las personas por sus valores.
Corrine decidió probar suerte con nosotros en Buenos
Aires y formar parte de nuestro equipo de DBT. El tango
hizo lo suyo y ella se fue quedando.
Desde entonces hemos trabajado juntos en diversos
proyectos. Mindfulness no era un concepto común en
América Latina todavía y ella se abocó a la diseminación
durante varios años, actividad en la que sigue muy
comprometida.
La terapia dialéctico conductual (DBT) es una
psicoterapia que fue creada para trabajar con consultantes
severamente perturbados. En la implementación de una
terapia conductual estándar, los investigadores se
encontraban sistemáticamente con dificultades clínicas que
hacían que los consultantes saliesen desesperanzados y los
terapeutas confundidos. Las preguntas eran varias: ¿Cómo
ayudar a estas personas que sufren tanto, evitar que salgan
despedidos de los tratamientos habituales?, ¿cómo
ayudarlos a cambiar y a acercarlos a una vida que merezca
ser vivida? La historia de los consultantes era una historia
de desencuentros con los otros, de una necesidad
imperiosa de conexión y, dialécticamente, de un profundo
miedo aprendido a ser lastimados, como sus propias
historias lo justifican. La pregunta sobre cómo conectarse
eludiendo ese miedo era un desafío.
Marsha Linehan, la investigadora que desarrolló DBT,
observó que algunas intervenciones usadas en las sesiones
habilitaban esta conexión y, tras ella, a veces, el cambio.
Los consultantes abandonaban menos las terapias, se
sentían más comprendidos y menos solos en lugar que
recién llegados intergalácticos. Era una forma de intervenir
en las sesiones que no tenía nombre aún en el repertorio de
un terapeuta conductual.
Dicha intervención se denominó genéricamente
Validación. Validación se trata de dos movimientos, el
primero de adoptar un principio que dice que lo que siente
el otro, lo que piensa, lo que hace tiene sentido siempre,
aún si yo no lo encuentro. Y en un segundo gesto, implica el
acto motor, visible o público que hace llegar al otro u otra
esa validación.
Parece un movimiento sencillo y natural, pero puedo
asegurar que no es así. Naturalmente no transmitimos esto,
por el contrario, estamos más atentos a veces a la asimetría
que a la simetría, a la anomalía que a la regularidad, a lo
que falta que a lo que hay, al defecto que a la virtud.
Pero si bien no es simple ni natural, puedo asegurar que
es una habilidad aprendible, hasta convertirla en simple y
natural.
Este libro trata de acercar y cultivar esta particular
forma de comunicarnos, central en DBT, y llevarla a otros
modelos de intervención, no solo en psicoterapias, sino en
la vida cotidiana que ocurre fuera de los consultorios.
Nunca me deja de sorprender el poder de la validación.
Hace muy poco una persona había perdido el amor de su
vida y sentía iba a enloquecer de dolor. Las crisis de
angustia, llanto incontrolable, la falta de energía y el
desasosiego se alternaban. Todas las personas le decían
que ella debía ser fuerte, o que nadie enloquece por
tristeza, o que solo se trataba de depresión. Mientras
hablaba me di cuenta de que, si perdía a la persona que
amo, posiblemente también temería perder la cabeza.
Simplemente dije que a mí me pasaría lo mismo en voz alta,
inmediatamente la consultante me tomó las manos, su
llanto ahogado se apaciguó y me miró a los ojos por
primera vez en la entrevista.
Durante muchos años, haber aprendido validación me
permitió acercarme a los consultantes que más sufren y, en
la vida personal, resolver problemas de relaciones que
creía que no tenían remedio.
Corrine trabaja desde hace muchos años con familiares y
allegados de personas con intensa desregulación emocional
y esta experiencia la ha convertido en una excelente
entrenadora en validación. Sus estudios y práctica de
Mindfulness y Compasión le permitieron ir un poco más
allá y reflexionar sobre la Validación no solo en las
psicoterapias, sino como una valiosa herramienta que
puede cambiar el curso de una relación afectiva y sanar a
las personas.
PREFACIO
PREFACIO
— THUPTEN JINPA
— ROGER FISHER
Demasiados niños viven con la sensación de
que no son aceptados por lo que son, que, de
alguna manera, no “están a la altura”.
¿Cuántos padres se enfocan en que su hijo es
“demasiado esto” o “demasiado esto otro” o
“no lo suficiente en aquello”? La
desaprobación de los padres puede
avergonzarlos, humillarlos o inhibirlos... con
tal de lograr que obedezcan; pero, ¿a qué
costo para el niño y para el adulto en el que
se convierte ese niño?
— MYLA KABAT-ZINN
Respuestas inválidas
4. Invalidación
Mente emocional
Desprecio (desvalorización,
menosprecio)
Celos
Envidia
“La ola”
Miedo
Enojo
Vergüenza
“Manipulación”
La práctica formal
Escuchamos.
No interrumpimos.
Observamos al otro con nuestros ojos y oídos.
Hablamos lenta, clara y sinceramente, sin juzgar.
Permanecemos atentos y abiertos a nuestra propia
experiencia.
6. La práctica formal.
— TARA BRACH
Autoaceptación
De pie – Afloja tus hombros y flexiona tus codos para que las
palmas de tus manos apunten hacia arriba. Permite que tus
manos se abran, tus dedos se relajen y se puedan separar
levemente.
Cultivar aceptación
1. Construir confianza
2. Encontrar la libertad
3. Autoaceptación
Practicamos aceptar nuestros propios miedos,
enojos, desilusiones, etc. sin responder a ellos de
forma impulsiva o intentar escaparnos de los
mismos.
Observamos los elevados estándares que nos
ponemos a nosotros mismos y practicamos el dejar
de compararnos y aferrarnos a ellos.
— JOHN STEINBECK
La ciencia de la empatía
•••
Validando con resonancia emocional
Interpretaciones empáticas
Todos hacemos interpretaciones acerca de nosotros
mismos, los demás y el mundo alrededor nuestro. Es sabio
ser conscientes de nuestras interpretaciones e intentar que
estas sean lo más empáticas posibles. Lograr primero la
estabilidad emocional es esencial para esto. Podemos
revisar si nuestras interpretaciones del comportamiento de
otra persona son empáticas preguntándonos lo siguiente:
¿de conocerla, sería probable que esta persona esté de
acuerdo con esta interpretación? Las dificultades para
interpretar las acciones y las intenciones de los demás se
vuelven mayores cuando estamos en mente emocional. La
precisión en interpretar los comportamientos de los demás
mejora cuando estamos tranquilos y centrados, así como
también cuando podemos hacerlas a corazón abierto y
desde la empatía.
Cultivando la empatía:
— JANICE MARTURANO
Cultivando la compasión
Práctica 1. Autocompasión.
Cierra tus ojos y lleva tu mente hacia algún error que hayas
hecho y por el cual te sientas mal, o hacia alguna actividad
con la que hayas tenido dificultades, o hacia alguna situación
en la que sentiste enojo o desilusión contigo mismo, quizá
por tener problemas para aprender alguna habilidad que te
propusiste.
Toma nota de si existe alguna tendencia a criticarte,
desvalorizar tus esfuerzos o a hacer foco únicamente en lo
que no hayas logrado en vez de lo que sí.
Entendiendo y cultivando la
compasión
1. Definiendo la compasión
2. Sistemas de autoprotección
1. Cultivando la compasión
3. Decir “no” de forma compasiva
¿Cómo hacemos para salir del círculo vicioso? El primer
paso es reconocer que estamos experimentando una
emoción, o quizá que estamos en “mente emocional”. Sin la
habilidad de notar nuestras experiencias internas en el
aquí y ahora, será muy difícil que podamos responder
desde mente sabia.
Si una emoción surge a partir de un problema o una
situación que podemos arreglar, pues... ¡deberíamos
arreglarla! Pero quizá puede que no tenga solución en este
momento. O quizá nuestras emociones sean demasiado
intensas para la situación dada, estén desajustadas o
simplemente no sean efectivas. Puede que tengamos que
distraernos cuando la emoción está en su extremo. Pero si
podemos observar, aceptar e incluso darle la bienvenida a
una emoción que está ya presente (incluso si esta no fue
invitada), ese será entonces el primer paso en el camino
hacia la sabiduría.
Desde la práctica de la consciencia plena o mindfulness,
entendemos que reconocer cuándo estamos en un estado
de mente emocional es el primer paso. Luego, podemos
intentar traer nuestra atención a la respiración y dejar ir la
tensión con cada exhalación, dejar ir los pensamientos
negativos y atender al acto de respirar una y otra vez. Poco
a poco, esto puede ayudarnos a evitar que las emociones
tomen el control y a largo plazo probablemente esto nos
ayudará a cultivar una mente sabia e integrada.
Aristóteles también vinculaba la mente integrada con la
“sabiduría práctica”. La sabiduría práctica surge cuando la
razón, el deseo, el sentimiento y el comportamiento se
entretejen y forman el “promedio dorado”. Esto no es
necesariamente una respuesta callada y centrada; el
promedio dorado se refiere a la combinación más
apropiada y efectiva en una determinada situación o
circunstancia. El desborde de enojo o alegría, la suave
compasión o incluso la violencia física (por ejemplo, como
autodefensa ante un inminente riesgo de vida) pueden
resultar ser la respuesta más sabia y correcta en alguna
situación en particular.
Práctica 1. La pausa dorada
Volvamos al ejemplo de Lisa, la mamá de Marcos. A pesar
del éxito en su carrera, Lisa muchas veces pareciera salir
de su casa y olvidar llevar consigo su mente sabia. Muchas
veces, ella se siente cansada y esto ayuda a que se irrite
fácilmente con su hijo por verlo sentado con la
computadora. Mentalmente ella comienza a criticarlo y
sentirse poco valorada como madre; incluso hay momentos
en que se siente avergonzada o culpable de su rol como
madre sin siquiera ser muy consciente de ello. Ella es
incapaz de poder validar, aunque sea algo de su hijo. Lo
máximo que ella puede lograr cuando está en este estado
es evitar a Marcos. Teniendo esto en cuenta, no resulta
sorprendente escuchar que ellos experimentan muchos
conflictos en su relación.
Imaginemos ahora que pasaría si, en cambio, Lisa
comenzara a tomarse un tiempo para sí misma antes de
llegar a casa cada día. En ese rato, tal vez podría intentar
soltar los problemas de su trabajo y hacer un cambio de
foco mental para apreciar el momento presente y sus
experiencias internas. Quizá ella podría comenzar por
permitirse notar las tensiones de su cuerpo y relajarse un
poco, tal vez profundizando de manera consciente las
exhalaciones de su respiración. Incuso, tal vez Lisa podría
preguntarse: “¿qué es lo que estoy necesitando en este
momento?” y dedicarse un momento a atenderse de forma
amable para relajarse y sentirse más en eje.
Antes de entrar a su hogar, donde probablemente se
encontrará con su hijo como todos los días, el siguiente
paso podría ser intentar soltar el control sobre sus
expectativas y conectarse con la intención de estar
presente, tratando de ser paciente y a la vez efectiva en las
interacciones con su hijo. En una de esas, ese podría ser el
puntapié inicial para que la relación entre ellos pueda
tomar un rumbo distinto al habitual y una oportunidad para
que Lisa pueda conectar con su hijo desde otro lugar.
Dialécticas y paradojas
Descentrarse
•••
La sola presunción de que existen circunstancias que
pueden ser explicadas y que tienen sentido para explicar
cualquier pensamiento, sentimiento o comportamiento
puede resultar validante (y autovalidante, también). Esta
presunción nos puede ayudar a experimentar o tolerar una
vivencia dolorosa con mayor facilidad y sin ser arrastrados
hacia una emoción secundaria. Esto no significa que todos
los comportamientos resulten ser efectivos, pero entender
mejor las circunstancias y las causas puede ser de mucha
ayuda si lo que queremos es validar lo que sí es válido.
•••
Entender la sabiduría
1. Integración mental
2. Inquisición mental
Cultivar la sabiduría
1. Dialécticas y paradojas
2. Aceptar y cuestionar
2. Descentrarse
3. Ecuanimidad
— PEMA CHÖDRON
Haz una pausa para recordar a una persona que esté “por
debajo” de ti en alguna jerarquía social particular, alguien
a quien consideres menos talentoso, menos experimentado,
menos honesto, menos capaz o menos sano. Puede que esta
persona sea más joven, o tal vez un niño o una persona
anciana frágil. Puede ser alguien que observes con
dificultades para mantener su trabajo o lograr un buen
desempeño en la escuela. Puede que sea alguien que solo
tiende a provocarte irritación o pensamientos críticos
acerca de ella. Puede que incluso esta persona haya hecho
algo que tuvo consecuencias negativas para ti.
Por lo general, todos solemos pensar: “yo trato a todos
por igual”. Si este es nuestro caso, es muy importante que
podamos cuestionar a fondo esta creencia. Puede ser muy
útil hacer el ejercicio de indagar con mayor profundidad
acerca de nuestras visiones sobre los demás para ver si
acaso surge en nuestra mente la idea de que, por ejemplo,
alguna persona que conocemos “debería” esforzarse más,
ser más amable o bien comportarse distinto a como lo hace
habitualmente.
Puede ser de mucha utilidad traer a la mente al menos
una persona hacia la que tengamos este tipo de
sentimientos o percepciones mientras leemos este capítulo,
de manera que podamos materializar aún más los
conceptos que veremos ahora. En ese sentido,
intentaremos encontrar formas para conocer mejor
nuestras creencias y sentimientos acerca de esa persona.
Parte de este trabajo será también observar si existen
prejuicios y suposiciones en nosotros acerca de los
distintos estados, jerarquías y los diferentes niveles de
respeto que existen en nuestra mente para así poder
cuestionarlos profundamente.
Dignidad
El respeto no “fragiliza”
Es importante que no tratemos a los demás como frágiles o
incompetentes, de lo contrario no estaremos actuando a
través del respeto. Nos proponemos no omitir ni dejar de
comunicar aquella información que pueda ser necesario
transmitir al otro. Asumimos que los demás son capaces de
ser testigos de las cosas, tal cual son. No escondemos la
verdad, ni exageramos, así como tampoco damos a
entender que nuestros juicios de valor son la verdad
absoluta. Permitimos que la realidad sea tal cual es y
describimos nuestra perspectiva de la realidad a los demás,
incluso si esto no es lo que el otro está deseando escuchar.
Una vez, un joven abogado que trabajaba en un pequeño
estudio jurídico, lanzó una queja entre dientes por tener
que hacer el trabajo administrativo él mismo. Un abogado
de mayor jerarquía en el estudio le respondió, “Sí, así es la
cosa. Lamentablemente, la vida es 90 por ciento trabajo
administrativo”.
En otra ocasión, el fundador de una compañía de diseño
tuvo que ver de qué forma manejarse con su socio, quien se
había acercado gritando “¡Voy a vender mis acciones y
cerrar este negocio si no lo hacemos a mi manera!”. El
fundador respondió, “Ok, Ricardo, si eso es lo que quieres
hacer, tienes todo el derecho de hacerlo”. Ricardo
respondió, bajando su tono de voz, “estate seguro de que lo
voy a hacer”. Luego de eso, Ricardo se mantuvo en silencio
por un rato y se calmó aún más. Luego de unos minutos
más, el fundador dijo, “Ok, sabes que no estamos de
acuerdo en este punto... ¿cómo podemos hacer para que
esto funcione?”. De pronto, su socio comenzó a mostrarse
más dispuesto a dialogar, en vez de lanzar amenazas y
ultimátums. Desde el respeto asumimos que, como ocurre
con nosotros mismos, los demás tienen la autoridad sobre
sus propias necesidades y deseos. Es cierto que todos
podemos tener momentos de incertidumbre, pero partimos
de la presunción de que los demás son perfectamente
capaces de saber lo que es mejor para ellos –incluso si han
cometido errores en el pasado–.
Marcia tenía una tía internada en un hogar debido a que
padecía demencia senil leve y depresión. La visitaba un par
de veces al mes. Esto era una responsabilidad que
compartía con sus hermanos, pero a ellos no les gustaba ir
a visitar a su tía ya que muchas veces en estos encuentros,
su tía terminaba llorando. Por lo general, Marcia cerraba
estas visitas logrando que ella sonría de alguna forma, tal
vez tomando una selfie de las dos juntas. ¿Qué es lo que
hacía la diferencia? Lo que Marcia resaltaba era lo mucho
que le importaba tratar a su tía con total y completo
respeto. Por ejemplo, una vez su tía le había dicho que se
iba conseguir un trabajo. Marcia se permitió entrar en esa
charla, sin juzgar, tan solo escuchar y atender la necesidad
que su tía quería comunicar. “¿En serio?” le respondió
Marcia levantando las cejas con una sonrisa y con un tono
de curiosidad en su voz. “¿Qué clase de trabajo estás
pensando buscar?”. “No lo sé”, contestó su tía con tristeza.
“Bueno, quizá yo puedo ayudarte a pensar ideas y
opciones”. Marcia abrió su cartera y sacó un lápiz y un
anotador con hojas. “¿Cuáles son algunas de las cosas que
podrías hacer?”. Su tía pensó un minuto y luego respondió,
“Sé limpiar, pasar la aspiradora… también puedo ocuparme
de los gatos. Me encantan los gatos… Puedo barrer
también...”. Estuvieron un buen rato juntas pensando
distintas ideas, mientras Marcia seguía haciendo preguntas
y tomando notas acerca de lo que su tía decía. Cuando
Marcia tuvo que irse, su tía le dijo, “bueno, ahora me siento
demasiado cansada como para buscar un trabajo, mejor lo
vemos otro día”. Marcia le dio a su tía un gran abrazo y la
dejó sonriendo. Por dentro, Marcia no pudo dejar de pensar
que probablemente su tía no volvería a trabajar, pero tenía
en claro que lo que ella necesitaba en ese momento era
alguien que pueda escucharla y reflejarle que sus deseos
eran válidos, algo que tal vez su tía no estaba recibiendo a
menudo de otras personas.
Validar a una persona mayor y demostrarle respeto es
una de las formas de validación más amables que podemos
ofrecer. Todo lo que va, vuelve. De hecho, se ha
desarrollado una “terapia basada en la validación” para
trabajar con personas con demencia y problemas de
memoria por lo efectivo que puede ser ofrecerle a una
persona mayor con limitaciones propias de la edad
dedicación y respeto en uno de los puntos de la vida donde
más lo necesita.
Confrontación y “prevalidación”
Para poder ser respetuosos y validantes en nuestras
interacciones con el otro, lo que queremos lograr es
responder de la mejor forma que nos sea posible y al mismo
tiempo hacerlo desde un lugar que transmita al otro el
respeto por ser un igual. Ahora bien, supongamos que ese
otro es una persona cercana a nosotros y que sabemos por
nuestra experiencia que es muy sensible emocionalmente.
¿Cómo podemos ser genuinos con esta persona, sabiendo
que tal vez algo de lo que digamos pueda desencadenarle
emociones dolorosas y que esto origine un conflicto en
nuestra relación?
Ante cualquier interacción con otra persona debemos
primeramente ser honestos, pero al mismo tiempo poder
decir nuestra verdad de una forma que sea respetuosa
hacia el otro. Esto podría ser algo así como confrontar al
otro de forma honesta y respetuosa. Por ejemplo, podemos
decirle respetuosamente a alguien que no compartimos su
punto de vista. Esto puede significar decirle que no a un
pedido suyo o a darle una opinión cuando nos la pide. A
veces, confrontar con respeto puede ser decir algo como
esto: “Yo creo que a lo mejor no vas a querer escuchar esta
información, pero también creo que eres lo suficientemente
fuerte como para poder recibirla”.
A pesar de ello, a veces puede resultar más suave para el
otro si lo que le ofrecemos es lo que yo describo
“prevalidación”. Esto puede ser verdaderamente útil si lo
que esperamos es una interpretación negativa del otro a lo
que diremos a continuación, o tal vez incluso una reacción
emocional intensa. La “prevalidación” tiene que ver con
predecir cuál será la respuesta emocional del otro antes de
que verdaderamente este otro la experimente. De igual
forma que lo hacemos cuando validamos una emoción
existente, la prevalidación también debe ser presentada
como una hipótesis o una posibilidad.
•••
Cultivando el respeto
1. Por la dignidad
Podemos cultivar el respeto al entrar en la
experiencia del autorrespeto, en mente y cuerpo.
La dignidad es también una postura y la actitud de
un profundo respeto por uno mismo y por los
demás.
3. El respeto no “fragiliza”
— BYRON KATIE
Actos de autocompasión
Compasión interior
Nuestros sentimientos y emociones nos dan información
acerca de nuestras necesidades. El notar nuestro impulso a
responder o actuar de determinada forma nos puede decir
mucho acerca de lo que podemos estar necesitando.1 A
veces no nos damos cuenta de nuestras necesidades y
puede que sea necesario hacer una pausa y escucharnos
profundamente para tener un mejor panorama.
Carina había sido invitada a una reunión con un grupo
pequeño de emprendedores. Algunos de ellos eran
competidores directos suyos. El objetivo de la reunión era
lograr algún tipo de asociación de intercambio. Carina hizo
lo mejor que pudo para ser cooperativa con el resto e
intentó pensar sugerencias para ofrecerles y generar entre
todos un apoyo que sea recíproco. A pesar de ello, notó que
luego del evento se quedó con un nudo en el estómago.
También, reconoció que se había quedado rumiando acerca
de algunos comentarios que los demás habían hecho que no
le habían caído bien. El nivel de irritación y pensamientos
críticos en su mente fue escalando a lo largo de los
siguientes dos días. En un momento, Carina decidió que tal
vez sería mejor tomarse un momento para parar y escuchar
en silencio lo que su crítico interno tenía para decir acerca
de ella. Se propuso también validarse a sí misma con
autocompasión. Al principio, solo podía ver los
pensamientos críticos acerca de los demás que emanaban
de su interior –estos pensamientos habían estado
repitiéndose una y otra vez, volviéndose cada vez más
fuertes–. A continuación, hizo el ejercicio de llevar su
mente de vuelta a esa reunión y recordar lo que había
sentido en ese momento.
1. Humanidad compartida
2. Dialéctica
3. Antecedentes y consecuencias
transaccionales
1. Presencia
2. Aceptación
3. Empatía
4. Compasión
5. Sabiduría
Soltar o dejar ir.
Nuestras experiencias no son tan únicas como a
veces creemos que son.
Ver las cosas desde una perspectiva dialéctica.
Reconocer cómo los antecedentes y las
consecuencias están relacionados, es decir, son
transaccionales. En una relación, jamás “todo es mi
culpa” (ni “toda la culpa es del otro”).
6. Autorrespeto
1 Para más sobre esto, repasa las necesidades y los deseos universales en el
capítulo 6, “Empatía”.
2 Carl Rogers, On Becoming a Person: A Therapist’s View of Psychotherapy
(New York: Houghton Mifflin Company, 1961).
Cubierta