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monografías

LOS DELITOS DE OMISIÓN:


FUNDAMENTO
DE LOS DEBERES
DE GARANTÍA

JUAN ANTONIO LASCURAÍN SÁNCHEZ

o de Vitoria.

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CIVITAS
A THOMSON COMPANY
monografías
JUAN ANTONIO LASCURAÍN SÁNCHEZ

LOS DELITOS DE OMISIÓN:


FUNDAMENTO
DE LOS DEBERES
DE GARANTÍA
La imposición de penas a alguien por lo que omite y no por
lo que hace suscita cierta desazón, máxime en los casos en
los que la pena es tan severa como la que merece la
generación culpable de un resultado lesivo. La justificación
de esta responsabilidad por omisión, la clave para la
asignación de resultados a omisiones, se hace residir
habitualmente en la infracción de deberes especiales de
conjuración del nesgo, con lo que la cuestión de la
legitimidad de la responsabilidad penal severa por omisión
acaba recalando en la cuestión de la legitimidad de la
imposición de tales deberes.

A partir de pautas democráticas de legitimación, esta obra


busca la asignación justificada de los deberes de garantía,
en primer lugar; en el ejercicio de la autonomía personal.
Somos garantes de la inocuidad de los riesgos que generan
nuestras cosas y nuestros comportamientos, y también
de los riesgos cuyo control asumimos libremente de quien
originariamente los garantizaba. Además, la necesaria
preservación de la autonomía de quienes no pueden
protegerse exigirá la asignación de nuevos deberes d^
garantía al Estado, como forma de diseminación equit <3ií>fívteca 'J
de esta carga, y a los padres de los menores de edad
deber anudado a sus esenciales tareas generales de c
y de formación.

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C.M-08000I66I

ISBN: 84-470-1911-X
CONSEJO EDITORIAL JUAN ANTONIO LASCURAÍN SÁNCHEZ
MANUEL ALONSO OLEA
LUIS DÍEZ-PICAZO
EDUARDO GARCÍA DE ENTERRÍA
JESÚS GONZÁLEZ PÉREZ
AURELIO MENÉNDEZ
GONZALO RODRÍGUEZ MOURULLO

LOS DELITOS
DE OMISIÓN:
FUNDAMENTO
DE LOS DEBERES
DE GARANTÍA

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i
Primera edición, 2002

CIVITAS
PATROCINA LA REVISIÓN
DEL LÉXICO JURÍDICO DEL
D I C C I O N A R I O D E LA
11 u |n REALACADEMIA
No ññññHnnH'jn ESPAÑOLA
EEfiHffiMlnl

Para Beatriz y para Silvia

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su


tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier
medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros
métodos, ni su préstamo, alquiler o cualquiera otra forma de cesión de uso del
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Copyright © 2002, by Juan Antonio Lascuraín Sánchez


Civitas Ediciones, S. L.
Bárbara de Braganza, 10. 28004 Madrid (España)
ISBN: 84-470-1911-X
Depósito legal: M. 50.985-2002
Compuesto en Producciones Gráficas Ferven, S. L.
Printed in Spain - Impreso en España
por Gráficas Rogar, S. A. Navalcarnero (Madrid)
ÍNDICE

Abreviaturas 11
I. Introducción: la atribución penal de resultados a omi-
siones 15
II. El debate doctrinal en torno a las fuentes de los debe-
res de garantía 25
III. El fundamento de los deberes de garantía: el ejercicio
de la propia autonomía y la preservación de la auto-
nomía ajena 53
IV. Deberes de garantía derivados del ejercicio de la pro-
pia autonomía 83
IV1. EL MANTENIMIENTO DE FUENTES DE RIESGO EN EL
ÁMBITO PROPIO 83

A) Fundamento y límites 83
B) La titularidad de un local como fuente de ga-
rantía 85
IV2. LA INJERENCIA 91

A) Fundamento y límites 91
B) La conducta justificada como fuente de ga-
rantía 97
C) La comercialización de productos como fuen-
te de garantía 99
D) La participación delicitiva como fuente de
garantía 105
E) La desprotección de otro como fuente de ga-
rantía 110
IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTEC- ¿Z,
CIÓN O DE UN DEBER DE GARANTÍA DELEGADOS . . . # 1 1 4

A) Fundamento y límites ITÍ

L
10 ÍNDICE

B) Requisitos: delegación y asunción libres, se-


lección adecuada del delegado, dotación de ABREVIATURAS UTILIZADAS
dominio 120
C) No requisitos: formalidad y expresividad de
la delegación 125
V. Deberes de garantía fundamentados en la preserva-
ción autonomía ajena 133
VI. LOS DEBERES DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS . . . . 133 AA.VV autores varios.
Y 2. LOS DEBERES PATERNOFILIALES 140 ADPCP Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales.
ap. apartado.
VI. Conclusiones 147 art. artículo.
BGH Bundesgerichtshof (Tribunal Supremo Federal alemán).
VII. Todavía: el artículo 11 del Código Penal 161 BOE Boletín Oficial del Estado.
Bibliografía 165 CE Constitución Española.
cfr. confer.
CP Código Penal.
CPC Cuadernos de Política Criminal.
dir. director.
ed. edición/editor.
f. D. fundamento de Derecho.
f.j. fundamento jurídico.
GA Goltdammer s Archivfür Strafrecht.
JA Juristische Arbeitsblátter.
JuS Juristische Schulung.
JZ Juristenzeitung.
n. nota.
NJW Neue Juristische Wochenschrift.
n. m. número marginal.
NStZ Neue Zeitschrift für Strafrecht.
núm. número.
op. cit. opere citato (obra citada).
P- página.
RDPC Revista de Derecho Penal y Criminología.
SAP Sentencia de la Audiencia Provincial.
SJP Sentencia del Juzgado de lo Penal.
s. siguiente.
STS Sentencia del Tribunal Supremo.
STC Sentencia del Tribunal Constitucional.
STS Sentencia del Tribunal Supremo.
t. tomo.
V. véase.
vol. volumen.
ZStW Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft.
LOS DELITOS DE OMISIÓN: FUNDAMENTO
DE LOS DEBERES DE GARANTÍA
I. INTRODUCCIÓN: LA ATRIBUCIÓN PENAL
DE RESULTADOS A OMISIONES i

1. A) El día 17 de julio de 1996 un grupo de niños se ba-


ñaba alegremente en la piscina del campamento al que habían
acudido para pasar quince de sus días de vacaciones. Como nin-
guno de los diez niños que se encontraban en la piscina sabía na-
dar, el monitor que estaba a su cargo y que se bañaba con ellos
se situó en el límite del cambio de profundidad de la piscina para
evitar que los niños avanzaran hacia la zona donde no hacían pie.
No se percató, sin embargo, hasta pasados tres minutos del suce-
so, de que en la zona de menor profundidad una niña se había
desvanecido. Su auxilio posterior y el de la socorrista de la pis-
cina no pudieron salvar la vida de la pequeña.
Llevado el suceso a los tribunales para dilucidar las posibles
responsabilidades penales, la Audiencia Provincial de Guadalaja-
ra 2 condenó al monitor por la autoría de una falta de homicidio y
absolvió a la socorrista, sobre la que pesaba la misma acusación.
B) El día 18 de mayo de 1993 tres amigos acudieron a una
discoteca de Barcelona, donde se encontraron a una conocida de
uno de ellos, llamado Alessandro. Tras realizar allí unas consu-
miciones, decidieron los cuatro ir a otro local. Al encontrarlo ce-
rrado optaron por subir al piso de Alessandro, muy cercano al lu-
gar donde se encontraban. Allí tomaron algunas bebidas
alcohólicas. En un momento dado se quedaron solos el dueño del
piso y la chica, e iniciaron un escarceo amoroso que les condujo
a quedarse ambos en ropa interior. Al rato aparecieron desnudos

1
El presente libro se enmarca en el proyecto de investigación «Estudio de
Derecho comparado sobre la imputación jurídico-penal en estructuras organiza-
tivas complejas, en especial en el ámbito empresarial». Este proyecto, dirigido
por el Prof. Dr. Jorge Barreiro (Universidad Autónoma de Madrid), está finan-
ciado por el Centro de Estudios de América Latina (Universidad Autónoma de
Madrid-Santander Central Hispano).
2
Sentencia 48/1997, de 16 de diciembre.

i
16 I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES 17

los otros dos individuos y le pidieron a la chica que mantuviera pó activamente en ningún acto de tráfico de dichas sustancias,
relaciones sexuales con ellos. Al negarse ésta y ante la pasividad pero era titular de un bar en el que otros realizaban dicho tráfico.
de Alessandro, uno de los dos amigos de éste la agredió sexual-
mente con la ayuda del otro. D) Aún un último supuesto de punición de una omisión. El
a la sazón alcalde de Noia participó en una manifestación que
La Sección Décima de la Audiencia Provincial de Barcelona3 partía de su municipio y que, llegado a otro, ocasionó diversos al-
condenó a Alessandro por un delito de omisión del deber de im- tercados. En la condena por el delito de desórdenes públicos
pedir la comisión de ciertos delitos y le absolvió del delito de (art. 246 del Código Penal anterior) no sólo figuraban las perso-
agresión sexual por omisión del que también estaba acusado 4. nas acusadas de participar activamente en los daños producidos,
Distinto sino jurídico tuvo un individuo llamado Vicente, sino también el mencionado Alcalde, por su autoría omisiva de
quien junto con un amigo condujo a una mujer a un paraje soli- los mismos 7.
tario para recuperar unas joyas supuestamente sustraídas que se 2. Dice Manuel CRUZ que los comportamientos omisivos se
encontraban en posesión de la mujer ilegalmente detenida. El presentan hoy como el ejemplo primordial de la acción en un
obligado traslado se realizó en el coche de Vicente, conducido mundo en el que los hombres se deben confrontar de modo cre-
por él mismo. Recuperadas las joyas, el amigo de Vicente deci- ciente a lo «ya configurado, normado, programado en su desa-
dió agredir sexualmente a su víctima en el vehículo en el que se
encontraban, e invitó a Vicente a participar en la agresión. Vi- rrollo, merced a la eficacia de instancias globales que operan en
cente, marchándose del coche, dijo que no quería saber nada de escenarios fuera del control de cualesquiera agentes particula-
lo que su amigo hiciera al respecto. res» 8. Pese a ello, no parece haber cambiado nuestra percepción
habitual acerca del destino «activo» de la imputación de resulta-
El Tribunal Supremo 5 confirmó la sentencia de instancia que dos, que sólo por excepción y con reparos termina siendo una
atribuía a Vicente una posición de garantía respecto a la libertad conducta omisiva. Así, en términos ya penales, frente a lo que su-
sexual de la detenida y le implicaba como cómplice omisivo en cede en los casos que acabo de resumir con las condenas por
el delito de violación. comportamientos activos —los agresores sexuales del segundo
apartado, los traficantes del tercero o los alborotadores del cuar-
C) En contra del parecer del Ministerio Fiscal, la sentencia
del Tribunal Supremo 106/1996 6 confirmó la condena de Kha- to—, la punición de los comportamientos omisivos sigue depa-
lid J. por un delito de tráfico de drogas. El condenado no partici- rando una cierta extrañeza que mueve inmediatamente a la refle-
xión acerca de su justicia. El análisis jurídico-penal de estos
casos suscita la duda de si es justo que se sancione de igual modo
3 Sentencia 73/1996, de 3 de junio. a los que se limitaron a no evitar la lesión de un bien jurídico que
4
Este supuesto tiene algunas similitudes con el resuelto por la STS 31.1.86, a los que la causaron activamente, o de si es justo que se castigue
comentada por LUZÓN PEÑA en La participación por omisión en la jurispru-
dencia reciente del TS, en «Estudios Penales», Barcelona (PPU), 1991, pp. 225 dichas omisiones tanto como el comportamiento activo de auto-
y ss. En este caso se dilucidaba la responsabilidad de un individuo que, junto ría o de participación de los mismos sujetos en la lesión de los
con otros dos, uno de ellos menor, recogió a una chica que hacía autostop y que correspondientes bienes. Con una mirada diferente a la que nos
era pariente suya. Posteriormente observa cómo los otros dos violan a la chica,
cosa que él también intenta, y cómo el menor la mata. provoca la sanción de las acciones, tendemos enseguida a formu-
5
Sentencia 645/1993, de 24 de marzo. larnos las preguntas esenciales relativas a cuál es la razón de esta
6
De 10 de febrero. Esta sentencia fue anulada en lo que se refería precisa-
mente a la condena de Khalid. El Tribunal Constitucional entendió que no ha-
bía quedado probado su conocimiento del tráfico de drogas realizado en su lo- i STS 1045/1995, de 27 de octubre.
8
cal, por lo que estimó que la condena vulneraba su derecho a la presunción de Conviene cambiar de figuras. Sobre acción y responsabilidad, en «Isego-
inocencia (STC 171/2000). ría», núm. 17, 1997, p. 77.
18 I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES
I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES 19
punición, si la misma está recogida en el Código Penal, si en
cualquier caso debería estarlo. pues el general del castigo de las omisiones, sino el más concre-
to de la sanción penal especialmente severa de las omisiones:
Las líneas que siguen pretenden ocuparse de estas preguntas; aquélla que se produce en función de un determinado resultado
tratan de dar o de quitar razón a la punición severa de ciertas con- acaecido y que se asigna de un modo equivalente a la que tiene { *•'
ductas omisivas y con ello de fundamentar y limitar la responsa- como base una acción causante de dicho resultado a través de un \
bilidad penal, no por lo que se hace, sino por lo que no se hace. comportamiento irregular que se concreta en el mismo. Se trata /
Tratan pues de justificar, de legitimar, de fundamentar determi- así del estudio de la imputación penal objetiva de un resultado a
nadas normas penales existentes o posibles 9, y de quitar razón a un comportamiento que consistió en no evitarlo. ¿Cuándo y por <
otras, acotando así un ámbito de actuación normativa justificado, qué debemos atribuir a una persona un deber especial de actua-
legítimo, fundamentado. ción a cuya infracción ligamos —si se dan además los requisitos
En cuanto a su objeto (normas que atribuyen resultados a de causalidad y de concreción en el resultado del riesgo no con-
omisiones), tradicional en la doctrina penal, esta tarea de análisis jurado— la lesión del bien jurídico no preservado? ¿Por qué nos
es triplemente restrictiva en comparación con la clásica discusión parece indudable, por ejemplo, que cometen un homicidio la ma-
de la filosofía moral relativa a la existencia de deberes positivos: dre o el padre que dejan morir de inanición a su hijo de pocos
se trata de la existencia y de la conveniencia de deberes jurídicos, meses —tanto como si lo asfixian con una almohada—? n , ¿es
de deberes jurídico-penales y de deberes jurídico-penales espe- extensiva dicha razón para la compañera sentimental del padre
ciales, equivalentes a los deberes negativos vinculados a un re- que así procede 12 o para el vecino que conoce la situación del
sultado lesivo 10. El objeto principal del presente trabajo no es bebé y nada hace por remediarla? Por poner un segundo ejemplo,
tan tradicional en la materia como el primero: ante el niño que
9
perece ahogado en la playa, ¿debe tipificarse como homicidio la
El término «fundamento» que se utiliza en el título equivale así en su sig- conducta pasiva de sus padres, o la de sus tíos que acompañaban
nificado a justificación o legitimación. Si no se ha preferido estos dos vocables
para rotular este trabajo es porque el primero (justificación) suele quedar aso- a sus padres, o la del socorrista, o la del bañista que jugando a la
ciado en nuestra materia a las conductas y no a las normas, y porque el segun- pelota con el niño provocó que éste nadara hacia donde no hacía
do (legitimación), quizás más adecuado en cuanto más expresivo, tiende a re- pie, o la del resto de los bañistas que contemplaron impasibles el
mitirnos a la filosofía política y a la justificación global de los sistemas de suceso?
organización jurídica y política. Dice ELÍAS DÍAZ que «legitimar es justificar,
tratar de justificar y —hablando de cuestiones políticas— tratar de dar razón de 3. La problemática enunciada de asignación de resultados
la fuerza (en este caso de la que está detrás del Derecho y del Estado) por me-
dio de la fuerza de la razón, de su valor —presunto o real— alegando y pro- negativos a omisiones y por ello de equiparación de éstas a las
bando, pues, las posibles razones de la razón» {De la maldad estatal y de la so- acciones que son también el destino de tal asignación es bien co-
beranía popular, Madrid, Debate, 1984, p. 21). De lo que aquí se trata es de
legitimar en el sentido de dar razones de la fuerza estatal que expresan ciertas 1
normas penales que se estiman convenientes. ' Para GRACIA MARTÍN, en cambio, es «escandaloso» y fruto de una con-
10 cepción que se encuentra «en el umbral del disparate» el que se califique como
Como afirma G. JAKOBS, «en primer lugar, se trata de saber con qué am-
plitud se encuentra el Estado legitimado para estatuir mandatos que favorezcan homicidio la conducta del padre que dolosamente omite «zambullirse en la pis-
el bienestar de otro o la utilidad común, por ejemplo, obligar a alguien bajo pena cina para rescatar y sacar del agua a su hijo que se está ahogando» [Los delitos
—aunque ésta no sea igual a la de la comisión— a denunciar un delito que co- de comisión por omisión (Una exposición crítica de ella doctrina dominante),
noce o a ayudar en caso de necesidad; se trata pues de los límites del poder le- en AA.VV, «Modernas tendencias en la ciencia del Derecho Penal y en la Cri-
gítimo del Estado. En segundo término (...) hay que decidir cuándo exacta- minología», Madrid, UNED, 2002, p. 470]. Para este autor no es fácilmente
mente una omisión, siendo contraria al deber y debiendo ser punible, ha de aceptable la diferencia punitiva gigantesca con respecto al omitente no garante
tratarse como una acción; esta cuestión es denominada habitualmente (...) la y «disparatado» que tal comportamiento se califique y pene igual que si el pa-
cuestión de la equivalencia de la omisión con la comisión» {La imputación pe- dre hubiera matado al niño «sumergiendo con sus propias manos su cabeza en
nal de la acción y de la omisión, en «ADPCP», 1996, III, pp. 839 y ss.). el agua hasta su ahogamiento» (p. 472).
12
Supuesto de la STS 1538/2000, de 9 de octubre.
20 I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES 21

nocida en el Derecho Penal 13 , por ser tradicional objeto de refle- 4. La trascendencia del empeño enunciado de política cri-
xión de sus estudiosos y de resolución por los tribunales. Suele minal alcanza también al ser del Derecho Penal. Este fenómeno
encuadrarse en los equívocamente rotulados 14 delitos impropios habitual de instrumentalidad de las apreciaciones normativas o
de omisión o delitos de comisión por omisión 15 y suele centrar- prescriptivas para las descriptivas, que se deriva del margen de
se en la cuestión de la atribución de posiciones o de deberes de interpretación que ofrecen las normas existentes, adquiere una
garantía. Al deber especial positivo al que me he referido se le intensidad peculiar en esta materia. La razón estriba, como se
denomina deber de garantía y su existencia y su quiebra se con- adivinará, en la amplitud del margen interpretativo en los deli-
figuran como el requisito nuclear de la imputación de un resulta- tos de omisión y resultado que se valen de la irremediablemente
do a una omisión causante del mismo 16. ambigua cláusula de imputación —y de establecimiento de debe-
res de garantía— del artículo 11 del Código Penal. Como no está
El objeto de este trabajo es pues el del fundamento y los lí- claro cuándo se castiga legalmente la omisión de un modo equi-
mites de los deberes de garantía. Desde el plano del deber ser, valente a la comisión, nuestras apreciaciones prescriptivas acer-
desde una perspectiva de política criminal, pretendo esbozar al- ca de cuándo debería castigarse resultarán determinantes para
guna respuesta a la cuestión acerca de cuándo y por qué deben proceder a la labor interpretativa de la regulación existente.
atribuirse los especiales deberes positivos a los que nos venimos
refiriendo, deberes penalmente reforzados y equivalentes en la La amplitud de la cláusula legal es probablemente tan des-
intensidad coactiva que los garantiza a los deberes negativos re- concertante como, en cierta medida, inevitable. La indetermina-
lativos a un mismo bien jurídico. Se trata con ello, como puede ción de las posiciones de garantía genera una inseguridad que pa-
verse, de una cuestión relativa a la justificación de la creación de rece más difícil de combatir desde reglas legales abstractas que
determinados tipos penales. desde una jurisprudencia coherente anclada en un sustrato axio-
lógico consistente 17. A ese empeño, que se refiere pues tanto a
13
lo que el Derecho Penal dice como a lo que debería decir, es al
Constituyendo el objeto de una discusión poco fructífera que dura ya más que me gustaría contribuir con las siguientes reflexiones.
de un siglo (vid. GIMBERNAT ORDEIG, El delito de omisión impropia, en
«RDPC»,4, 1999, p. 525). 5. La penosa existencia de acontecimientos lesivos en nues-
14
Vid. al respecto SILVA SÁNCHEZ, El delito de omisión. Concepto y siste- tra sociedad nos lleva a preguntarnos no sólo si podríamos y de-
ma, Barcelona (Bosch), 1986, p. 318.
15
Que serían impropios o de comisión porque en realidad serían delitos de beríamos evitarlos con la imposición de penas a los que los ge-
acción o comisión. Vid. H. H. JESCHECK y Th. WEIGEND, Lehrbuch des Stra- neran. El mismo interrogante surge respecto a quienes no los
frechts. Allgemeiner Teil, Berlín (Duncker & Humblot), 1996 (5.a ed.), p. 605 evitan. Si en su máxima expresión aquella responsabilidad penal
(§ 58, III. 1); G. FREUND, Strafrecht. Allgemeiner Teil, Berlín-Heidelberg-Nueva parte de la asignación del resultado no deseado al comporta-
York (Springer), 1998, p. 181 (§ 6, n. m. 12). «Falsos delitos de omisión» los de-
nominaba A. MERKEL (Derecho Penal, I, Madrid, La España Moderna, 1906, miento que lo generó, la cuestión por la asignación de la respon-
p. 58). sabilidad equivalente a un omitente comportará la de la atribu-
16
Debo subrayar que para la imputación objetiva del resultado a un com- ción del resultado a su inactividad. Si se trata así de justificar no
portamiento omisivo no es suficiente con la quiebra del deber de garantía [vid. sólo la pena por omisión, sino de justificar que la pena sea la
la crítica a la afirmación de tal suficiencia de GRACIA MARTÍN, Los delitos de
comisión por omisión..., cit, pp. 435 y ss., 470]. En paralelo a la imputación ob-
jetiva del resultado a los comportamientos activos se requerirá la posibilidad de 17
Afirma en esta misma línea ROMEO CASABONA que «la Ley penal (...) no
una acción salvadora en el omitente y que sea el curso de riesgo indebidamente ofrece ni puede ofrecer satisfactoriamente al menos un catálogo completo de po-
no contenido el que se concrete en el resultado. Debo subrayar asimismo el con- siciones de garante, por la propia "naturaleza de las cosas", y es al intérprete de
tenido estricto que atribuyo a los deberes de garantía: no se trata de cualesquie- la ley (al Juez, en último término) a quien corresponde encontrarlo» (Los deli-
ra deberes de actuación, sino sólo de algunos de ellos especialmente cualifica- tos de comisión por omisión: delimitación, insuficiencias y perspectiva políti-
dos. Cuándo se produce tal cualificación es a lo que trata de responder este co-criminal, en ÁA.VV, «Política criminal y reforma penal. Homenaje a la me-
trabajo. moria del Prof. Dr. D. Juan del Rosal», Madrid, Edersa, 1993, p. 929).
I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES 23
22 I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES

misma que imponemos a las conductas a las que achacamos re- determinado punto de partida político criminal, que genérica-
sultados lesivos, se tratará con ello de imputar resultados a omi- mente podríamos calificar en castellano mejor de democrático
siones. que de liberal, con los valores esenciales de la libertad y de la
igualdad —de la autonomía igual de las personas—, trato de
Existe acuerdo en que el nervio de tal imputación está en la apuntar algunas ideas para el diseño de un mapa de posiciones de
infracción de un deber especial de actuación (deber de garantía), garantía que aspira a ser coherente 21 y restrictivo 22. Soy cons-
equivalente por lo tanto en su trascendencia a los deberes gene- ciente de que sus especificaciones —que la agresión defensiva
rales de omisión (deberes de cuidado) que fundamentan la atri- no origina una posición de garantía; que cabría atribuir por omi-
bución de resultados a acciones. Pero mientras que respecto a es- sión a un policía el delito que no impida; que el productor que in-
tos, generales, la pregunta por la selección legítima del trodujo regularmente un producto en el mercado y que sólo pos-
destinatario no existe y la respuesta por la razón de la existencia teriormente sabe de su peligrosidad no responde por la lesión
del deber nos parece obvia, las preguntas anudadas de quiénes acaecida a pesar de su silencio, por poner tres ejemplos— reque-
son garantes y por qué lo son reciben respuestas intensamente rirían en cada caso reflexiones monográficas a las que ahora no
debatidas en las obras doctrinales y en las resoluciones judicia- ha lugar y que aportarán sin duda nuevas perspectivas y, proba-
les, y merecedoras hasta el momento de sólo un limitado y pre- blemente, de mi parte, no pocas rectificaciones. Si con estas lí-
cario grado de consenso. neas sin embargo logro generar ánimos e ideas para tales estudios
o ánimos e ideas para replantear los ya existentes, habré conse-
A dichas preguntas, a dicho debate, se dedican las páginas de guido ya más de lo que pretendo.
este libro. ¿Quiénes tienen un deber especial de actuación (deber
de garantía) por estar en una determinada posición (posición de 6. En el capítulo que sigue a este introductorio (II) me dis-
garantía) en relación con un curso de riesgo o con el bien jurídi- pongo a realizar un apretado resumen de las principales ideas que
co al que el mismo se dirige? ¿Por qué? ha aportado la doctrina para fundamentar las posiciones de ga-
rantía. Vayan por anticipadas mis disculpas a los autores citados
No se me oculta que, como advierte JAKOBS, el tema que por la inevitable simplificación de sus tesis. El capítulo III trata-
abordo, «la determinación del garante», es «una de las tareas más rá de encontrar dicho fundamento en el valor igual de la autono-
difíciles de la dogmática de la parte general» 18, y que para tran- mía personal. Esta idea conducirá a la atribución de posiciones
sitar por el mismo no hay apenas tierra firme, pues, ahora en pa- de garantía a quien mantenga fuentes de riesgo en el propio ám-
labras de GIMBERNAT, «lo único seguro en los delitos impropios bito, a quien se injiera en la autonomía ajena y a quien asuma una
de omisión es que no hay nada seguro» 19. Con este panorama a facultad de autoprotección de otro o un deber de garantía que
la vista sólo me anima la modestia de mis aspiraciones 20. Con un otro le delegue (epígrafe IV). Queda para el apartado siguiente
(V) la espinosa cuestión de si hay también fundamento para de-
18
Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación,
Madrid (Marcial Pons), 1995, p. 968, § 29, n. m. 26. 21
No se busca un único criterio material de asignación, sino la coherencia
19
La omisión impropia en la dogmática penal alemana. Una exposición (en material de la asignación. Afirman COBO DEL ROSAL y VIVES ANTÓN, que «no
«ADPCP», 1997, p. 7). Y ello, a pesar de que, como señala QUINTERO OLIVARES, resulta posible un criterio material genérico que fije los criterios aplicativos vá-
«el debate de los penalistas amantes de la perfección del sistema dogmático ha lidos para todas y cada una de las distintas tipicidades» {Derecho Penal. Parte
alcanzado las más altas cotas» {Manual de Derecho Penal. Parte general, en co- general, Valencia, Tirant lo Blanch, 1999, 5.a ed., pp. 391 y ss.).
laboración con Morales Prats y Prats Canut, Pamplona, Aranzadi, 2002, 3.a ed., 22
Como afirma ROMEO CASABONA, «la posición de garante, como proble-
p. 368). ma situado (...) en el tipo de los delitos de comisión por omisión (...), continúa
20
Y la idea que expresa TORÍO LÓPEZ de que «no hay que resignarse porque siendo el punto de escape hacia la expansión de la punición de estos delitos, y,
sea dogmáticamente difícil definir las posiciones de garante, sino inversamente, en consecuencia, uno de los más necesitados de delimitación» (en Los delitos de
porque esto es indiscutiblemente difícil no cabe la resignación» {Límites políti- comisión por omisión..., cit., p. 928).
co-criminales del delito de comisión por omisión, en «ADPCP», 1984, p. 703).
24 I. LA ATRIBUCIÓN PENAL DE RESULTADOS A OMISIONES

beres de garantía estatales y paternofiliales. Tras el apartado obli-


gado de conclusiones (VI), espero aún retener la atención de los II. EL DEBATE DOCTRINAL EN TORNO
lectores con un breve epílogo dedicado a la interpretación del ar- A LAS FUENTES DE LOS DEBERES DE GARANTÍA
tículo 11 del Código Penal (VII).

1. La pregunta acerca de la atribución de posiciones de ga-


rantía, la de qué razones prácticas, o éticas, o de justicia, hacen
que a ciertos omitentes les castiguemos muy severamente por su
omisión y a otros omitentes, que han hecho lo mismo —que han
dejado de hacer lo mismo—, no les castiguemos en absoluto o les
castiguemos por un delito menor de omisión de socorro, consti-
tuye un viejo problema de la dogmática jurídico-penal y de la po-
lítica criminal. Particularmente en la doctrina alemana son mu-
chos los trabajos que han intentado aportar un método adecuado
y una solución razonable a esta cuestión 23. Un detallado resu-
men crítico de los mismos puede encontrarse en las obras de
Bernd SCHÜNEMANN, Grund und Grenzen der unechten Unter-
lassungsdelikte (1971) 24, de HUERTA TOCILDO, Problemas funda-
mentales de los delitos de omisión (1987) 25 y de GIMBERNAT OR-
DEIG, La omisión impropia en la dogmática penal alemana. Una
exposición (2000) 26.
En lo que sigue me limitaré a trazar un resumen del resumen
que sirva para orientar las siguientes reflexiones del trabajo. La
exposición siguiente lo es, pues, de trazo grueso: pretende tan
sólo consignar algunas de las principales líneas de reflexión en
esta materia; renuncia de antemano a todo intento de describir
sus matices y desarrollos.
2. La doctrina más tradicional, y nuestro reciente Código
Penal (art. 11), señalan que las fuentes de posiciones de garan-

23
La bibliografía al respecto es inabarcable, como afirman G. FREUND (Er-
folgsdelikt und Unterlassen, Colonia, Berlín, Bonn y Munich, Cari Heymanns,
1992, p. 3, n. 18), G. JAKOBS {Derecho Penal..., cit, p. 970, § 29, n. 53), y GIM-
BERNAT ORDEIG (El delito de omisión..., cit., p. 525).
24
Gotinga (Orto Schwartz).
25
Madrid (Ministerio de Justicia).
26
En «ADPCP», 1997, pp. 13 y ss.
II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 27
26 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES

tía son la ley, el contrato y el actuar precedente 21. Ejemplo de la ne por contenido cualesquiera deberes legales, pues de ella re-
primera sería el deber de protección de los padres hacia sus hijos sultaría la absurda catalogación de todo deber legal como deber
menores de edad de los artículos 110 y 154 del Código Civil. especial en el sentido de penalmente reforzado y especialmente
Ejemplo de lo segundo sería el del socorrista y el del monitor del reforzado dentro del ámbito penal31. Y los mismos defectos, in-
primero de los supuestos con los que se iniciaba este trabajo, o el cluido el de su eventual estrechez en casos de deberes análogos a
del guía alpino que se obliga a velar por la seguridad de los ex- los legales o a los contractuales 32, aún intensificados, concurren
cursionistas respecto a los peligros que se derivan de las caracte- en la consideración del contrato, sin más, como fuente de debe-
rísticas del terreno. Ejemplo de lo tercero sería el deber de quien res de garantía. Las leyes, pues, nos obligan a muchas cosas y nos
ha cocinado en el bosque o de quien ha quemado rastrojos en el obligamos de múltiples modos a través de los contratos, sin que
mismo respecto de la evitación de que el fuego encendido provo- el puro cauce formal o el puro compromiso legal o contractual,
que un incendio 28. del tipo que sea, constituyan por sí mismas razón de fondo sufi-
ciente para hacer de esos deberes unos deberes penalmente re-
La insuficiencia de esta tesis es hoy unánimemente reconoci- forzados y, dentro de ello, severamente reforzados —hasta el
da 29. Por su formalidad y por su amplitud, en relación con las punto de hacer responder al sujeto por el resultado que la obser-
dos primeras fuentes. Naturalmente que la ley puede ser fuente vancia de su deber hubiera evitado—33. Ni la lógica jurídica del
de atribución de deberes de garantía. Es más, si nos tomamos en deber de garante como deber especial ni una elemental toma de
serio el principio de legalidad y su importante rigidez en materia consideración del principio de proporcionalidad en materia penal
penal, sólo la ley penal puede proclamar tales deberes en cuanto —de intervención mínima, si se prefiere 34—, permiten pues se-
deberes penalmente reforzados 30. Sin embargo nuestra pregunta guir manteniendo la rudimentaria tesis tradicional relativa a las
es previa y se refiere a qué hechos o situaciones debe recoger la fuentes de posiciones de garantía35.
ley penal como generadores de deberes de garantía. Y aquí la res-
puesta sí que resulta claramente injustificada e insuficiente si tie- Si la tradicional clasificación apuntada carece de funcionali-
dad como teoría de atribución de posiciones de garantía y limita
27
Vid. al respecto GIMBERNAT ORDEIG, La omisión impropia..., cit., pp. 13
yss- 31
Vid. MORALES PRATS, en «Manual de Derecho Penal. Parte general», de
28
Así se considera en el supuesto enjuiciado por la sentencia de la Audien- QUINTERO OLIVARES, cit., p. 378.
cia Provincial de León (Sección Primera) 36/1999, de 16 de febrero. Esta cons- 32
Vid. BACIGALUPO ZAPATER, comentario al artículo 11, en AA.VV (dir.
trucción no parecía sin embargo necesaria, a la vista de que en realidad se tra- Conde-Pumpido Ferreiro), «Código Penal. Doctrina y jurisprudencia», I, Ma-
taba de un comportamiento activo imprudente, infractor por lo tanto, no de un drid (Trivium), 1997, p. 426.
deber de garantía, sino de un deber de cuidado: los acusados, «tras prender fue- 33
Vid. al respecto G. JAKOBS, La imputación penal..., cit., pp. 843 y ss.:
go en uno de los asadores allí existentes, antes de marcharse arrojaron en las in- «Que exista una ley que obligue a una ayuda activa no quiere decir ni que esa
mediaciones del asador tizones encendidos (...) por lo que a partir de los tizo- ley sea legítima, ni tampoco que la importancia del deber sea evidente».
nes que prendieron el pasto se desarrolló efectivamente un incendio» 34
Sobre las ventajas de la primera denominación, vid. mi artículo La pro-
(antecedente de hecho primero), porcionalidad de la norma penal, en «Cuadernos de Derecho Público», 5, 1998,
29
Vid., por ejemplo, G. JAKOBS, Derecho Penal..., cit., pp. 968 y ss. (§ 29, pp. 175 y ss.
n. m. 26); también en La imputación penal..., cit., pp. 843 y ss.; J. VOGEL, Norm 35
Tan grave además como su exceso es su defecto, al restringir la asunción
und Pflicht bei den unechten Unterlassungsdelikten, Berlín (Duncker & Hum- relevante de un deber a su formalidad contractual. Vid. al respecto, BACIGALUPO
blot), 1993, pp. 338 y ss. Su recepción en el Código Penal «tiene un marcado ZAPATER, comentario..., cit., pp. 425 y ss.; E MANTOVANI, La obligación de ga-
sabor a rancio», en palabras de HUERTA TOCILDO {Principales novedades de los rantía reconstruida a la luz de los principios de legalidad, de solidaridad, de li-
delitos de omisión en el Código Penal de 1995, Valencia, Tirant lo Blanch, 1997, bertad y de responsabilidad personal, en AA.VV, «Modernas tendencias en la
p. 32). En sentido similar se manifiestan GIMBERNAT ORDEIG (prólogo a la se- ciencia del Derecho Penal y en la Criminología», Madrid (UNED), 2002, p. 485;
gunda edición, Código Penal, Madrid, Tecnos, 1996, 2.a, p. 15) y MIR PUIG {De- CEREZO MIR, Curso de Derecho Penal español. Parte general, III, Madrid, Tec-
recho Penal. Parte general, Barcelona, Reppertor, 2002, 6.a, p. 312, n. m. 36). nos, 2001, p. 266.
30
Insiste en ello TORIO LÓPEZ, op. cit., p. 703.
28 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 29

su utilidad, en palabras de JAKOBS, a la nemotécnica36, algo si- de ellos que asuman la evitación activa de los peligros que ame-
milar cabe señalar de la conocida teoría de Armin KAUFMANN re- nacen» 38.
lativa a la división de las posiciones de garantía en dos grupos:
las que generan deberes de protección de determinados bienes El deber que surge de estas relaciones se caracteriza no sólo
jurídicos (Obhutsgarantestellungen) y las que generan deberes por la especificidad de su origen, sino también por su contenido
de control de ciertas fuentes de peligro (Überwachungsgarantes- peculiar. Carga a los obligados con una responsabilidad muy es-
pecial que va más allá de la que comporta el disfrute de un dere-
tellungen). Su propia formulación indica que se trata en realidad
cho. «Allí donde la vida conduce a las personas a una estrecha
de una teoría descriptiva y clasificadora de los contenidos de los comunidad, allí porta cada uno en la medida de sus fuerzas y ca-
deberes de garantía pero no una teoría normativa acerca de cuán- pacidades la responsabilidad por el destino de los otros». Con
do deben establecerse éstos 37 . todo ello se pone también de manifiesto la diferencia esencial en-
3. Un primer grupo de autores señala que la clave para la tre los delitos propios e impropios de omisión, pues en los pri-
atribución de posiciones de garantía reside en la idea de «proxi- meros la responsabilidad carece de la citada cualificación 39.
midad social» al bien jurídico, expresada también como «rela- ANDROULAKIS utiliza parámetros similares para elaborar su
ción social estrecha». Esta línea de entendimiento de la cuestión tesis relativa a la adscripción de posiciones de garantía. Desde
es la seguida por VOGT y ANDROULAKIS. una perspectiva altamente abstracta, propone que lo esencial para
A) VOGT considera como fuentes del deber de garantía «el atribuir una posición de garantía —para concebir una omisión
matrimonio, la familia, la procedencia próxima de sangre, la co- como impropia— radica en que el sujeto esté «previamente jun-
munidad doméstica y otras comunidades estrechas de vida, la to al bien jurídico», junto a la línea causal peligrosa para el bien
profesión y las relaciones económicas de confianza». Se trata en jurídico, y en que se genere así una vinculación mutua entre su-
todos los casos de «situaciones de una especial compenetración jeto y titular del bien. Esa situación no es, sin embargo, pura-
social», de «relaciones de solidaridad que configuran en alguien mente física. El padre está junto al hijo menor de edad, pero no
una especial fidelidad frente a otros»: de relaciones sociales es- lo está el tío o el vecino o el funcionario, que eventualmente pue-
pecialmente estrechas. Bajo este concepto no se expresa tan sólo den estarlo de igual modo en un sentido físico. Se trata de una si-
«la relación de especialidad entre la relación concreta y la rela- tuación previa en un sentido social y solidario. No se trata de un
ción global, sino también el hecho fáctico de que el vínculo so- mero Da-Sein («estar ahí») sino de un Daneben-Sein («estar jun-
cial que une a unos individuos con todos los demás se estrecha to a»), que puede ser total, o concreto —aquí caben, en opinión
con más fuerza en estas relaciones especiales (...). Su inviolabi- del autor, los supuestos de injerencia 40—, o mediato, o limitado
lidad y el curso incólume de sus funciones son de inigualable a un espacio. Esta cercanía genera la impropiedad de la omisión
mayor importancia que el mantenimiento del orden en el proce- —genera posiciones de garantía—, pero sólo supondrá responsa-
so social universal. Porque esto es así, no basta con que sus bilidad penal por el resultado —sólo la omisión impropia gene-
miembros omitan comportamientos dañosos, sino que se exige rará delitos de omisión impropia— cuando así lo indique «el cli-
ma social imperante. De ese clima depende también la
importancia con que deban sopesarse en cada ocasión los mo-
36 Derecho Penal..., cit., p. 969 (§ 29, n. m. 27).
37
En este sentido, HUERTA TOCILDO, Problemas fundamentales..., cit.,
38
p. 83; G. JAKOBS, Derecho Penal..., cit., p. 969 (§ 29, n. m. 27); J. VOGEL, Norm Das Pflichtproblem der kommisiven Unterlassung, en«ZStW», 63, 1951,
und Pflicht..., cit., p. 340 y ss.; FEIJÓO SÁNCHEZ, Homicidio y lesiones impru- p. 399.
39
dentes: requisitos y límites materiales, Madrid, Edijus, 1999, p. 62; SILVA SÁN- Op. cit., p. 400.
40
CHEZ, comentario al artículo 11, en AA.VV. (dir. Cobo del Rosal), «Comenta- Studien zur Problematik der unechten Unterlassungsdelikte, Munich
rios al Código Penal», I, Madrid (Edersa), 1999, pp. 470 y ss. (Beck), 1963, pp. 215, 222.
30 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES
II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 31
mentos objetivos de valoración (grado de parentesco, situación
de monopolio, etc.)» 41. mira, en realidad, no es la proximidad social el presupuesto de la
asignación de un deber jurídico especial, sino más bien su conte-
B) La idea esencial de estas tesis puede expresarse del nido o consecuencia. Lo que queremos con la atribución de las
modo siguiente: garante es aquel a quien la sociedad, las rela- posiciones de garantía es aproximar unas personas a otras para
ciones sociales, han situado como específicamente próximo, que las primeras preserven o protejan a las segundas 43, y busca-
como estrechamente próximo, al bien jurídico o al titular del mos para ello pautas que puedan justificar la asignación coactiva
bien jurídico. Esto, que se revela muy claro en las relaciones pa- de tal tarea, sin que, como veremos, parezca suficiente su mera
ternofiliales, al menos en las de los padres respecto a sus hijos utilidad para la vida comunitaria 44.
menores de edad, cae sin embargo en la más absoluta de las ne-
bulosas en los demás supuestos. ¿Mantienen por ejemplo los 4. Cabe conformar un segundo grupo de teorías en torno a
cónyuges una proximidad fundante de posiciones de garantía? la idea de «dependencia». El dato esencial para la atribución de
posiciones de garantía partiría, según esta concepción, del bien
¿Basta acaso la mera amistad? ¿Responde en el ejemplo inicial
jurídico: de su debilidad frente a agresiones externas y de la de-
de la playa el amigo antes que el socorrista en cuanto más próxi- pendencia de su indemnidad de personas distintas de su titular,
mo socialmente? ¿Qué tipo de actuar peligroso precedente colo- a quienes por ello mismo se les atribuye un deber de protección.
ca al agente en tal situación de proximidad con el bien amenaza-
do? 42. A) Así, WOLFF considera que una omisión «produce» («be-
wirkt») un resultado cuando una persona depende originariamen-
La crítica más inmediata que suscita esta tesis es, pues, la de te de otra para la obtención de algo necesario y no caprichoso
su vaguedad. Pero no es la única ni quizás la principal: no sólo para su vida, y cuando ésta toma una decisión libre de no colmar
no sabemos lo que es la proximidad social; tampoco sabemos la necesidad ajena, de modo que, a diferencia de lo que sucede en
por qué la proximidad social, concebida al menos en su acepción las omisiones propias, se puede considerar que con su comporta-
más común de vinculación personal, justifica una responsabili- miento conduce las condiciones vitales del dependiente hacia
dad penal por omisión. Esta debilidad en la legitimación que pre- peor 45. Esta dependencia es un fenómeno excepcional, pues en
tende la tesis que analizamos se hace patente si se piensa en la principio el ordenamiento considera que los individuos son inde-
posible inclusión en el concepto de las proximidades casuales y pendientes: cada uno depende de sí mismo; nadie tiene la autori-
en la posible exclusión, so pena de forzar semánticamente los zación o el deber de inmiscuirse en asuntos ajenos. Existe sin
conceptos utilizados, de todo supuesto de actuación peligrosa
precedente para los bienes de los socialmente lejanos. Si bien se 43
De hecho BACIGALUPO ZAPATER señala que «la posición de garante se
puede caracterizar materialmente por una especial cercanía entre el omitente y
41
Op. ul. cit., p. 223. el bien jurídico afectado. La caracterización de esta cercanía se manifiesta cuan-
42
«El entero peso del método de VOGT descansa sobre el comparativo "más do el omitente tiene deberes que le imponen cuidar que los peligros que se de-
estrecha". Puesto que las medidas para la graduación correspondiente faltan, no rivan de la propia organización respecto de los bienes jurídicos que el derecho
parece posible una consecución de este criterio rector. Cuándo algo es más es- protege, o bien, cuando esos deberes le son impuestos por la posición que ocu-
trecho, cuándo un poco menos, depende, por lo visto, de una medida valorativa pa dentro de un marco institucional determinado» (he añadido la cursiva; Prin-
trascendente sobre la que se debería conseguir unanimidad. El concepto de "re- cipios de Derecho Penal, Parte general, Madrid, Akal, 1998, 5.a ed., p. 405; co-
lación social más estrecha" es por ello, en cuanto criterio de equiparación má- mentario..., cit., p. 432).
44
ximo, mucho menos practicable de lo que VOGT suponía, y, consecuentemente, Vid. esta justificación utilitarista en A. VOGT, op. cit., p. 399.
45
no sólo metodológicamente dificultoso, sino también incompatible con el prin- Kausalitat von Tun und Unterlassen, Heidelberg (Winter), 1965, pp. 37
cipio de nulla poena» (B. SCHÜNEMANN, Grund und Grenzen..., cit., p. 158; en y ss., 44. La perspectiva adoptada por este autor a partir de la idea de produc-
sentido crítico similar, HUERTA TOCILDO, Problemas fundamentales..., cit., ción (Bewirken) por omisión hace que se catalogue su método de «neocausal»
p. 79). (cfr. B. SCHÜNEMANN, Grund und Grenzen..., cit., pp. 93 y ss.; HUERTA TOCILDO,
Problemas fundamentales..., cit., pp. 89 y ss.).
II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 33
32 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES

Dicho con un ejemplo: aunque el saldo final aparente de bienes


embargo cierto número de casos en los que se fundamenta una
sea positivo, ¿es legítimo extirpar coactivamente un riñon al que
relación originaria de dependencia sobre un defecto de la perso-
tiene dos para que sobreviva el que está perdiendo el único que
na, ya sea dé tipo natural o en relación con la conformación de
tiene? Dicho con uno de los ejemplos clásicos mencionados,
su propia vida, lo que le conduce a delegar determinadas tareas
¿nos parece bien que en el ejemplo del niño que se ahoga en el
en otros y a fundamentar consecuentemente una relación de con-
mar respondan por igual como garantes todos los bañistas que sa-
fianza 46.
ben nadar y que queden así igualados en su grado de responsabi-
WELP, por su parte, en una aportación recientemente reivin- lidad penal a los padres o al socorrista?
dicada por VOGEL 47, coincide en buena parte con la conclusión
anterior. A su juicio, las características comunes de los delitos Un análisis detenido del criterio de dependencia revela, pues,
comisivos y de los omisivos impropios son dos: el patrimonio de su coincidencia con el criterio puro del dominio visto desde la
determinación del autor, que hace que el resultado pueda ser en- perspectiva de la víctima, con su consiguiente carga de desmesu-
tendido como obra suya 48, y una correlativa lesionabilidad de la ra, sin que las pautas de selección de las relaciones de dependen-
víctima, que hace a ésta dependiente de la no realización de acti- cia propuestas por sus defensores, conscientes de tal debilidad,
vidades ajenas lesivas de su bien 49. parezcan convincentes. Por una parte, la calificación de origina-
ria de la dependencia, esgrimida por WOLFF como criterio de res-
La principal crítica al modelo de la dependencia como crite- tricción, parece estrechar demasiado los cauces de atribución si
rio rector para la asignación de deberes especiales de actuación equivale a original, a motivada por algún defecto no adquirido de
reside en su injustificada amplitud. Aunque pueda ser efectivo la víctima potencial, pues deja fuera a la injerencia de las fuentes
para la protección de bienes jurídicos, no parece justo el que se de posiciones de garantía; si «originaria» equivale, en cambio, a
le atribuya a alguien un deber especialmente reforzado de actua- previa a la lesión, no reduce en absoluto el elenco de posiciones
ción —reforzado hasta el punto de que se atribuye a su quiebra de garantía. El empeoramiento de la situación como consecuen-
el resultado no evitado de lesión de un bien jurídico— por el cia de la omisión, en segundo lugar, es inválido en cuanto crite-
mero hecho de que dicho resultado hubiera podido ser evitado rio ontológico, pues por definición lo que hace todo comporta-
por el sujeto: por el mero hecho de que la lesión «dependiera» en miento omisivo es, como mucho, no mejorarla; si se refiere a la
tal sentido de él. La dependencia de la víctima no es más que el disminución de las expectativas de salvación de la víctima, dicha
correlato del dominio del resultado del autor, y este dominio sólo disminución va a depender de la confianza de ésta o de terceros
procura una insuficiente justificación utilitarista de la asigna- en que se emprenda la conducta salvadora, lo que a su vez va li-
ción de deberes jurídicos especiales. Del mismo modo que la gado fundamentalmente a la imposición de un deber de actua-
pena no queda sólo justificada por su utilidad —¿penaríamos a ción 50. Cuándo se da éste, es precisamente lo que aquí nos pre-
las madres de los terroristas si ello se mostrara útil para prevenir guntamos y a lo que el criterio de dependencia pretende
el terrorismo?—, la limitación de la autonomía ajena que supone responder. Es cierto pues que, en cierto modo, el socorrista in-
la asignación de un deber de garante no parece dejar compensa-
da su inicial ilegitimidad —con origen en tal limitación— por el 50
solo hecho de que redunde en beneficio de la autonomía ajena. El propio E. A. WOLFF hace una vaga referencia al ordenamiento legal en
general {op. cit, pp. 38; 40, n. 18) y al derecho consuetudinario (p. 42, n. 22).
Como afirma BAYÓN MOHÍNO, «no se tiene deber de actuar porque la abstención
46 provoque un daño, sino que la abstención provoca un daño si se tenía el deber
Op. cit, pp. 39 y ss. de actuar» (Los deberes positivos generales y la determinación de sus límites,
47
Op. cit., pp. 359 y ss. en «Doxa», 3, 1986, p. 38). Es más, «es evidente que la definición de la omi-
48
Vorangegangenes Tun ais Grundlage einer Handlungsaquivalenz der Un- sión no puede hacerse sino por referencia a una "acción esperada"» (COBO DEL
terlassung, Berlín (Duncker & Humblot), 1968, pp. 173, 189 y ss., 221 y ss. ROSAL y VIVES ANTÓN, Derecho Penal. Parte general, cit., p. 387).
49
Op. cit., pp. 174, 178 y ss., 215 y ss.
34 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 35

clina las cosas hacia peor respecto a lo esperado porque los de- a) El problema en torno al cual se sitúan las preocupacio-
más precisamente esperaban su actuación y porque por ello han nes iniciales del autor es el de las condiciones bajo las cuales
relajado otras medidas de protección. La cuestión sigue siendo la «puede la omisión de una acción fundamentar la punibilidad se-
del porqué de dicha confianza y la de si la misma la despierta el gún un tipo en cuyo tenor literal no se menciona expresamente la
famoso nadador profesional que se encuentra en la playa o el ba- omisión como forma de comportamiento delictiva»; en definiti-
ñista con justificada fama de abnegado altruista. Tampoco, final- va, «la problemática de la equiparación» 53. Tal equiparación de-
mente, en tercer lugar, parece convincente la restricción en fun- pende de las especiales características del comportamiento que
ción de la dependencia absoluta o de una sola persona, pues, fundamentan la punibilidad en cada tipo delictivo que pretenda
como ha señalado GÓMEZ BENÍTEZ, haría gravitar la calificación cobijar tanto conductas omisivas como comisivas 54. Para indagar
del hecho sobre factores aleatorios que nada tienen que ver con este fundamento de la responsabilidad debe partirse de los deli-
el omitente 51. ¿Se convierte en garante el bañista por ser el úni- tos activos. La analogía con el delito comisivo es el único méto-
co que está en la playa cuando el niño se ahoga?, ¿deja de serlo do que puede garantizar las exigencias de seguridad jurídica. En
el socorrista por el hecho de que haya otros bañistas?, ¿deja de primer lugar, porque en los delitos impropios de omisión se trata
serlo el socorrista por el hecho de que estén los padres y a la vez precisamente de castigar la omisión a partir de tipos penales cuyo
los padres por el hecho de que esté el socorrista? ¿Deja de ser ga- tenor literal describe, en principio, comportamientos activos
rante el conductor imprudente que abandona a su víctima dolo- («matar», «lesionar», etc.) 55 , y, en segundo lugar, porque parece
samente en una situación de tráfico normal?
más fácil discernir en los delitos activos cuál es la valoración que
B) La versión más acabada del criterio de dependencia, conduce a la imputación 56.
aunque vista desde el prisma del autor, la ha ofrecido SCHÜNE-
MANN y su teoría acerca del dominio sobre el fundamento del re-
A primera vista parecería que lo determinante en los delitos
sultado 52. activos es la relación de causalidad que une acción y resultado.
Quedarse ahí, sin embargo, sería muy poco fructífero, según
SCHÜNEMANN, pues en relación con este factor nada tendrían en
51
Propone este autor los dos ejemplos siguientes: el conductor imprudente
que abandona a su víctima dolosamente en una carretera de tráfico normal; el
médico de urgencias que no atiende en su domicilio a la parturienta por impo- MANN y J. WOLTER), «Omisión e imputación objetiva en Derecho Penal», Ma-
sibilidad legal de abandono del hospital, sin que tampoco le ofrezca a la vícti- drid (Univ. Complutense), 1994, pp. 21 y ss. Una exposición más detallada la
ma potencial ninguna de las otras alternativas de salvación que él por su cargo presenta HUERTA TOCILDO en Problemas fundamentales..., cit., pp. 118 y ss. Es-
conoce (supuesto estimado por nuestro Tribunal Supremo como de omisión del timo que la traducción de la formulación de su tesis («dominio sobre el funda-
deber de socorro en la sentencia de 19.12.81). En ambos casos la exigencia de mento del resultado») es más fiel a la original («die Herrschaft über den Grund
una dependencia absoluta llevaría a la conclusión de la inexistencia de una po- des Erfolges») que la del «dominio sobre la causa del resultado», pues, como el
sición de garante y por lo tanto de un delito de comisión por omisión, lo que des- propio autor indica, la cuestión de «que algo sea el fundamento de un resultado
de el punto de vista político-criminal no parece adecuado {Teoría jurídica del no es (...) de ningún modo idéntico a la cuestión causal» {Grund und Grenzen...,
delito. Derecho Penal. Parte general, Madrid —Civitas—, 1984, pp. 598 y ss.). cit., p. 241). De hecho SCHÜNEMANN reserva el término «causa» («Ursache»)
Con el mismo criterio, desde la perspectiva inversa, habría que calificar como para uno de los objetos de dicho dominio (pp. 241, 359) puesto que el otro es
homicidio en comisión por omisión el comportamiento de quien se encuentra a precisamente la ausencia de una condición que hubiera evitado la concreción del
una persona desamparada y en peligro grave, y omite socorrerla. peligro: «el fundamento del resultado puede de ahí llegar a encontrarse tanto en
52
Vid. Grund und Grenzen..., cit, pp. 217 y ss.; también, Unternehmens- una estación del curso causal mismo como en el especial desamparo de la víc-
kriminalitat und Strafrecht, Colonia, Berlín, Bonn y Munich (Cari Heymanns), tima» (p. 241).
53
1979, pp. 88 y ss. Vid. también el análisis que de su teoría hace R. D. HERZBERG Grund und Grenzen..., cit., p. 1.
54
en «Die Unterlassung im Strafrecht und das Garantenprinzip», Berlín-Nueva Op. ul. cit., pp. 232 y ss.
55
York (Walter de Gruyter), 1972, pp. 189 y ss. En castellano encontramos un re- Zur Kritik der Ingerenz-Garantenstellung, en «GA», 1974, p. 238; tam-
sumen propio de sus tesis en Sobre el estado actual de la dogmática de los de- bién en op. ul. cit., p. 232.
56
litos de omisión en Alemania, en AA.VV (ed. por E. GIMBERNAT, B. SCHÜNE- Op. ul. cit., p. 229.
36 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES
II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 37

común los delitos activos y los omisivos, en los que, a su juicio, que no son sino la otra cara de las teorías del dominio. Del sim-
no es constatable relación de causalidad alguna entre omisión y ple poder no deriva sin más el deber. Ni ello es así en la percep-
resultado. De ahí que haya que dar un paso más en la abstracción ción ética común ni lo es en la jurídica que, sin ir más lejos, di-
y referirse a la imputación del resultado a la persona, que en- ferencia siempre intensamente entre los delitos de omisión de
cuentra sus sustrato material en la relación entre el cuerpo (el au- socorro y los delitos de imputación de un resultado a un com-
tor) y la acción (el movimiento corporal); en la relación entre los portamiento omisivo. Y queda en todo caso por justificar por qué
centros personales de control y el movimiento que ha causado el
resultado. Y ahí la relación fundamental es la del control sobre el el que puede, debe; por qué es valioso atribuir los resultados no
cuerpo, la del dominio sobre la causa del resultado. Imputamos evitados a todos los que pudieron evitarlos; qué tipo de sociedad
el resultado al autor porque dominaba su cuerpo, que es el fun- genera tan amplia y severa protección; qué consecuencias tiene
damento del resultado. Hagamos entonces lo mismo en la omi- para la preservación de la autonomía de las personas; qué valor,
sión: castiguemos al omitente cuando ostente un dominio tal so- amén del de la pura utilidad para la indemnidad de bienes jurídi-
bre la causa del resultado lesivo. El «ámbito de dominio» cos, fundamenta el que debamos responder de las lesiones que no
(«Herrschaftsbereich») constituye así la orientación material que evitamos del mismo modo que las que producimos; qué conse-
se superpone a las dos modalidades básicas de comportamiento cuencias tendría la indefinición de roles que generaría su gene-
y que por lo tanto puede servir como guía para la determinación ralización para la protección que aparentemente se multiplica;
de las conductas omisivas incriminadas 57. qué consecuencias tendría un tal «café para todos» en la desva-
loración de las omisiones.
Este dominio puede ser, en la concepción de SCHÜNEMANN,
de dos tipos. El primero es el dominio sobre una causa esencial Es cierto que el propio SCHÜNEMANN, a pesar del modo en el
del resultado, que se producirá en quien domina cosas u ocupa- que formula su tesis, huye de un concepto puramente ontológico
ciones peligrosas o personas irresponsables peligrosas (el niño y señala la existencia de un resto normativo que ha de comple-
que tira cosas por la terraza, por ejemplo). El segundo dominio tarse a través de un acto valorativo 59. Así, el problema lo termi-
lo es sobre el desamparo de la víctima, y tendría su origen en un na resolviendo al margen de pautas que tengan en realidad rela-
desamparo existencial (los niños respecto a los padres), en la li- ción con el dominio. En un trabajo más reciente expresa que
bre aceptación de la función de amparo (quien recoge a un bebé,
por ejemplo) o en un acto de confianza del titular del bien (an- 59
cianos que ingresan en un asilo) 58 . Aunque señala expresamente que su concepto de dominio es un concep-
to «altamente desnormativizado» {Grund und Grenzen..., cit., p. 241). Este «res-
b) La brillante construcción de SCHÜNEMANN no puede evi- to normativo» se hace patente cuando SCHÜNEMANN discrimina entre los diver-
sos tipos de dominio: ya para diferenciar la asunción del dominio de protección
tar la crítica esencial que merecen las teorías de la dependencia, que provoca un deber de garante del simple cumplimiento personal de los de-
beres derivados del delito de omisión del deber de socorro —la característica re-
57 levante del primero sería el «cambio de estructura del desamparo» («Veránde-
Op. ul. cit., pp. 234 y ss. rung des Hilflosigkeitsstruktur»)— (p. 351); ya para determinar, en general,
58
Cfr. Grund und Grenzen..., cit., pp. 241 y ss.; Unternehmenskriminalitat cuándo existe un dominio de garante sobre el desamparo de la víctima —cuan-
und Strafrecht, Colonia-Berlín-Bonn-Múnich (Cari Heymanns), 1979, p. 88. do existe un desamparo existencial, cuando se funda en una intervención propia,
Esta bipartición dota, según SCHÜNEMANN {op. ul. cit., pp. 88 y ss.), de conteni- cuando se funda en un acto de confianza ajeno— (pp. 342, 349). Ejemplo claro
do material a los dos tipos básicos de posiciones de garante propuestos por AR- de dicha discriminación de dominios es su afirmación de que «el deber moral
MIN KAUFMANN {Die Dogmatik der Unterlassunsdelikte, Gotinga, O. Schwartz, de ayudar a los que están en peligro de muerte en todas las situaciones vitales
1959, pp. 283 y ss.) y ampliamente aceptados por la doctrina (cfr., por ejemplo, no puede fundamentar en todo caso una equivalencia con la comisión; es nece-
W. STREE, en A. SCHÓNKE-H. SCHRÓDER, «Strafgesetzbuch. Kommentar», Mu- sario un dominio fundado sobre un acto de disposición, que se encontrará en ge-
nich, Beck, 2001, 26.a ed., § 13, nn. mm. 9 y ss., pp. 211 y ss.): las derivadas de neral sólo dentro del hogar común y de la común conducción vital» (p. 356). So-
una responsabilidad por determinadas fuentes de peligro y las que implican es- bre la insuficiencia de la simple posibilidad de evitación, vid. las afirmaciones
peciales deberes de protección para determinados bienes jurídicos. de SCHÜNEMANN en Zur Kritik..., cit., pp. 235, 236 y ss.
38 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 39

«como este dominio no se debe confundir con la mera posibili- Las valiosas aportaciones de SCHÜNEMANN y de GRACIA
dad de evitación (...), se debe perfeccionar aquellas constelacio- MARTÍN encuentran su flanco más débil en la utilización del con-
nes para la concreción del concepto de dominio, en las cuales no cepto de dominio para designar lo que tan sólo constituyen de-
ya un actuar positivo transmite el dominio del suceso, sino en los terminadas relaciones de dominio 67 , cuya selección, además,
que tal dominio se encuentra preestablecido, ya que la fuente o el poco o nada tiene que ver con la intensidad o el tipo de dominio,
objeto del suceso lesivo ya se encuentran controlados con ante- sino con una valoración de su ejercicio. Cuáles sean las raíces
rioridad y, por ello, tanto el transcurso del suceso dentro del ám- axiológicas de esa valoración es lo que en realidad nos queda por
bito controlado por el autor por omisión como todo lo que tiene conocer en la teoría analizada. El concepto de dominio, o de do-
lugar dentro de ese ámbito tiene que ser calificado de obra de su minio social, o de aumento del peligro a través de la propia omi-
voluntad». Frente al dominio del hecho en sentido estricto propio sión, no transmite la razón por la que alguien queda obligado y
de los delitos de comisión comunes, se puede identificar el do- sujeto a responsabilidad penal; razón que a mi juicio no puede
minio de autoría propio de los delitos especiales y de los de- consistir en dominar algo, sino en una idea que está detrás de
litos impropios de omisión «como el control sobre un ámbito so- ese dominio o de ciertos dominios y que consiste, formúlese aho-
cial» 60. ra como se quiera, en el ejercicio de la autoorganización, o en el
ejercicio de la libertad, o en el ejercicio de la autonomía perso-
c) A una conclusión similar llega GRACIA MARTÍN a partir nal 68.
de su teoría del dominio social61. A su juicio, «una gran mayoría
de elementos especiales de autoría describen a sujetos —a cier- El sugerente intento de precisión de GRACIA MARTÍN deja por
tas clases de sujetos— caracterizados por ejercer una función que especificar el criterio fronterizo entre las funciones sociales rele-
vantes y las que no lo son, sin que arrojen suficiente luz sobre el
implica el dominio del ámbito de protección de la norma (domi- problema ni el criterio de la accesibilidad del bien jurídico, que
nio social)» 62. La relación de dominio social significa que «el supone un regreso al criterio de eficacia, ni el criterio del mono-
bien jurídico protegido se halla en una determinada estructura so- polio de la función. Este último resulta insuficiente si se concibe
cial controlada por ciertas "clases" de individuos y queda bajo la materialmente, pues no parece que todo monopolio de la función
dependencia de éstos» 63 . El primer rasgo de la relación de do- haya de llevar a una responsabilidad especial, ni que la ausencia
minio social está constituido por la accesibilidad del sujeto al del mismo exonere automáticamente de esta responsabilidad. La
bien jurídico 64 , en virtud, y éste es el segundo rasgo, de un «sta- automática atribución a un sujeto de una responsabilidad especial
tus que define su posición social, económica o jurídica»; en vir- por el simple hecho de que sea el único que pueda ejercer una de-
terminada función produce la misma insatisfacción que la que
tud, finalmente, desde el punto de vista material, del ejercicio de provocaba dicha atribución por la única razón de que el sujeto era
una función 65 «cuyo ejercicio es monopolio de una clase de su- el único que podía impedir la lesión del bien jurídico con un com-
jetos» 66 . portamiento concreto. Tampoco llega a consecuencias jurídicas
laudables el mencionado criterio si implica que la posibilidad del
60
Sobre el estado..., cit, pp. 22 y ss.
ejercicio de la función de varios individuos puede enervar la res-
61
El actuar en lugar de otro en Derecho Penal, I, Zaragoza, Universidad, ponsabilidad de todos ellos. El criterio material del monopolio
1985, pp. 349, 371 (n. 229). También MIR PUIG, que fundamenta parcialmente necesitará, por una parte, una mayor precisión del término que le
las posiciones de garantía en la idea de dependencia, huye de su identificación define; por otra, si se mantiene, requerirá el complemento de al-
con la «genérica "posibilidad de salvación"» y la asimila al «control personal» gún otro criterio para una adecuada discriminación de las ftmcio-
(op. cit., p. 307, n. m. 38).
62 Op. ul. cit., p . 3 5 7 .
67
" Op. ul. cit., p . 3 5 9 . Como destaca HERZBERG (Die Unterlassung..., cit., pp. 193 y ss.).
64 68
Op. ul. cit., pp. 361 y ss. Para CEREZO MIR constituye incluso el criterio material común de las po-
65
Op. ul. cit., p. 365. siciones de garantía (Derecho Penal. Parte general. Lecciones 26-40, Madrid,
66 Op. ul. cit., p . 3 6 8 . UNED, 2000 —2. a ed.—, pp. 227 y ss.).
40 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 41

nes que se ejercen en dicho régimen: necesitaremos de una nue- su raíz, queda por descubrir en la inteligente exposición de
va reflexión para la determinación de qué hechos o formalidades HUERTA TOCILDO.
convierten en relevante el monopolio.
D) De discutible inserción es este apartado es la tesis de
C) HUERTA TOCILDO ha intentado superar las debilidades de MIR PUIG. En el doble sustento del fundamento que propone para
los criterios expuestos a través de su acumulación. «Proximidad las posiciones de garantía figura, sí, la idea de dependencia 70,
social y dependencia del titular del bien jurídico amenazado de la pero unida a «la creación o aumento, en un momento anterior, de
conducta salvadora de quien "está cerca de él" constituyen (...) un peligro atribuible a su autor», que tendrá lugar «tanto por ori-
los dos criterios (...) necesarios para que ex ante les venga atri- ginar la fuente de peligro (...), como por crear en los demás ex-
buido a determinadas personas un rol específico —y distinto al pectativas de confianza que les llevan a correr riesgos que de otro
que se atribuye al resto de los ciudadanos— de protección de los modo no asumirían (...) o a no socorrer a quien está en peligro
bienes jurídicos vida e integridad frente a todos o a determinados por creer que ya se le atenderá (...). Y a su vez, dicha creación de
peligros que pudieren afectarles». El primero de ellos realiza una peligro puede proceder tanto de una actuación anterior como de
primera delimitación de los ciudadanos que se hallan en mejores una determinada posición familiar o social que genere ciertas ex-
condiciones de prestar un auxilio eficaz: por una proximidad ori- pectativas sociales de dependencia o control» 71.
ginaria al titular del bien jurídico en peligro, por una proximidad En esta tan razonable orientación se aprecia sin embargo
voluntaria sustitutiva de la primera, por una proximidad provoca- poca radicalidad en la búsqueda de un fundamento a las posicio-
dora de la confianza de dicho titular ante el acometimiento de nes de garantía basadas en la idea de injerencia —¿por qué la
una práctica arriesgada, o porque su especial capacitación le obli- creación de peligro justifica la obligación posterior de su con-
gue a controlar una fuente de peligro. «Esta mejor situación ex trol?— y alguna debilidad en el que sustenta las demás. El énfa-
ante», sin embargo, «no sería por sí sola suficiente para funda- sis en la expectativa social de actuación parece insuficiente en sí
mentar la imputación de tales daños a quien (...) no los hubiera —¿es garante siempre el buen samaritano?— y revelador de cier-
evitado pudiendo hacerlo», puesto que en determinados supues- ta circularidad, pues es la expectativa la que en la mayor parte de
tos no existirá el elemento de garantía, dado que los titulares de los casos sigue al deber, y no a la inversa.
los bienes jurídicos en cuestión no dependen para su salvación de
la conducta de aquéllos. Por ejemplo: «mientras que la vida y la 5. A) Cierto parentesco con la tesis que acabamos de es-
salud del hijo de corta edad dependen absolutamente de la con- bozar tiene la de GIMBERNAT ORDEIG 72. Lo tiene en cuanto que
ducta de los padres o tutores (...), la vida o salud de los padres no vincula la imputación de un resultado a un comportamiento omi-
depende, en cambio, de las actuaciones de los hijos, salvo en ra- sivo cuando éste «desestabiliza un foco de peligro» 73. «Si los fo-
ras hipótesis» 69.
70
La suma de ambas pautas no conduce, sin embargo, en mi Que requiere que «la existencia o indemnidad del bien jurídico cuyo pe-
ligro se ha creado quede efectivamente en manos del omitente», sin que baste la
opinión, a una resta de sus inconvenientes. La proximidad y la «genérica posibilidad de salvación» {op. cit., p. 307, n. m. 38).
dependencia no parecen sino formulaciones del insuficiente cri- 71
Op. cit., p. 313, nn. mm. 38 y s.
72
terio de eficacia. Desde un punto de vista ontológico, la víctima Vid. Causalidad, omisión e imprudencia, en «ADPCP», 1994, pp. 37
dependerá de todo aquél que por su proximidad posea el dominio y ss.; El delito de omisión..., cit., pp. 539 y ss.; comentario al artículo 11, en
AA.VV. (dir. Cobo del Rosal), «Comentarios al Código Penal», I, Madrid (Eder-
sobre algún fundamento del resultado. Qué proximidad o qué de- sa), 1999, pp. 423 y ss.
pendencia resultan entonces relevantes es algo que, al menos en 73
LUZÓN PEÑA entiende que de lo que se trata en la tesis de GIMBERNAT OR-
DEIG es de que ciertas omisiones crean, desencadenan o aumentan el peligro de
69
lesión {La participación por omisión en la jurisprudencia reciente del TS, en
Problemas fundamentales..., cit., pp. 170 y ss. «Estudios penales», cit., pp. 238 y ss.).
42 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 43

eos de peligro sólo están autorizados en tanto en cuanto se man- te expresión de las condiciones de imputación de un resultado a
tienen sin sobrepasar un determinado índice y el legislador ha un comportamiento omisivo ya doctrinal y jurisprudencialmente
previsto medidas de precaución para evitar ese rebasamiento, en- asentadas. Su aspecto más original y más discutible es el de la re-
tonces funcionalmente existe una equivalencia entre la desesta- nuncia tanto a una relación de causalidad hipotética entre la ac-
bilización del nivel de lo permitido porque una acción incide en ción omitida y el resultado, como a una relación de reducción de
el foco de peligro elevándolo por encima de lo jurídicamente to- riesgo, y su sustitución por la constatación de una desestabiliza-
lerado (adelantamiento incorrecto, por ejemplo, en la circulación ción omisiva del foco de riesgo causante del resultado 75. Más
de vehículos) y cuando esa desestabilización se produce a conse- allá, y orillado el requisito de la causalidad o, si se prefiere, cua-
cuencia de una omisión, porque, en contra de lo normativamente sicausalidad, su idea esencial puede reconducirse a la fórmula de
previsto, no se aplica la medida de precaución que haría posible imputación de un resultado a un comportamiento omisivo con-
mantener el foco dentro de lo jurídicamente tolerado (no frenar sistente en la indebida no contención de un curso de riesgo que
el autobús ante un semáforo en rojo, arrollando así y matando a se concreta en dicho resultado —en paralelo a la conocida fór-
un motorista que estaba parado frente a un paso de peatones)». mula de imputación a comportamientos activos consistente en la
Así, la equivalencia entre acción y omisión existe «cuando un generación de un curso de riesgo no permitido que se concreta en
(hasta entonces permitido) foco de peligro causa un resultado tí- el resultado—. El problema está en qué significa «indebido» en
pico, bien porque traspasa los límites del riesgo permitido a con- este contexto y a ello es a lo que intenta responder la teoría de las
secuencia de una acción del autor, bien porque el obligado a posiciones de garantía, seleccionando los deberes de acción equi-
adoptarla omite llevar a cabo una medida de precaución que ha- valentes a los de abstención de creación de peligros relevantes
bría mantenido al foco de peligro dentro del marco de lo jurídi- para el resultado.
camente tolerado, o lo habría reconducido a ese marco cuando el
foco lo hubiera desbordado ya a consecuencia de la acción de un La aportación de GIMBERNAT no desarrolla apenas este pun-
tercero o de una causa material (...). De lo expuesto se sigue una to, que es el objeto de este trabajo. No especifica a quiénes debe
drástica reducción, frente a la doctrina dominante, del ámbito de considerárseles encargados de vigilar un foco de peligro —ga-
los delitos dolosos de omisión impropia, en cuanto que quedan rantes— más allá de los datos de que el encargo debe ser poste-
al margen de éstos y sólo pueden ser sancionados, en su caso, rior al nacimiento del foco 76, y de que debe ser específico 77 y de
como una omisión propia, todos aquellos supuestos en los que el carácter normativo 78. Este requisito, que él mismo estima insu-
omitente no está al cuidado de una fuente de peligro, producién- ficiente 79, no cerraría en ningún caso la cuestión de en qué su-
dose el resultado por una amenaza súbita para un determinado puestos puede justificadamente el ordenamiento asignar tales en-
bien jurídico cuya lesión no era previsible, por lo que nadie esta- cargos, y añadiría una razón a la exclusión como fuente legítima
ba previamente encargado de vigilar un ex ante inexistente foco de posiciones de garantía de una injerencia que ya parece margi-
de peligro» 74. nada por la exigencia de que el encargo específico deba ser pos-
terior a la existencia de la fuente de peligro.
La formulación de GIMBERNAT ORDEIG de los requisitos de La preexistencia del foco impediría, a juicio de GIMBERNAT,
equivalencia de la omisión con la acción constituye una sugeren- catalogar como garante al que no auxilia al familiar que sufre un

74 75
Comentario al artículo 11, cit, pp. 429, 431, 433 (las cursivas corres- Comentario..., cit., pp. 420 y ss.
76
ponden al original). Aunque finalmente no renuncia a la expresión «garante» Comentario..., cit., pp. 433 y ss.
77
{vid., por ejemplo, en Causalidad..., p. 55) GIMBERNAT ORDEIG elude en lo po- Comentario..., cit., p. 436.
78
sible su utilización {op. ul. cit., p. 54), refiriendo tal significado por medio del Comentario..., cit., p. 429.
79
«encargado de una fuente de peligro» {vid., por ejemplo, comentario..., cit., En general {comentario..., cit., p. 417) y, por ejemplo, respecto a los de-
p. 439). beres de asistencia de los cónyuges {op. ul. cit., p. 435).
44 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 45

infarto, pues éste no puede ser calificado como «un foco de peli- A) Simplificando ahora la elaborada aportación de SILVA
gro andante» 80. Sí que lo sería sin embargo un padre o una ma- SÁNCHEZ
87
, cabe entender que sitúa la equiparación de la omi-
dre respecto a sus hijos menores 81, sin que quede muy claro por sión a la comisión en el dominio (control) sobre el riesgo típico.
qué el niño que sufre una repentina meningitis 82 es un foco de Las conductas de riesgo prohibidas no son sólo las «de creación
peligro y no lo es un adulto en idénticas circunstancias —que pa- por medio de un movimiento corporal (de causalidad eficiente)
rece sin embargo que tendrá que serlo respecto de su médico de
de ese riesgo (comisión activa)», sino también las de «asunción
urgencias—. Que la falta de auxilio pueda y deba ser calificada
de distinto modo en los tres supuestos tendrá que deberse enton- del compromiso material de actuar a modo de barrera de conten-
ces a alguna razón distinta: a si hay encargo o no, como admite ción de determinados riesgos que amenazan una esfera jurídica
posteriormente el propio GIMBERNAT 83, y no a si preexiste o no ajena, unida a la vulneración del compromiso adquirido» 88. En
un foco de peligro. ambos tipos de conducta «se produce una efectiva injerencia en
la esfera de organización ajena que justifica la imputación del re-
sultado lesivo» 89.
B) Converge con la tesis de GIMBERNAT, y también con la
idea de WOLFF de «conducción hacia peor», la de LUZÓN PEÑA La tesis del encargo, análoga a la de la asunción, puede verse
relativa a que lo decisivo para la existencia de una comisión por ya en la conclusión de BACIGALUPO ZAPATER en su monografía re-
omisión es que la propia omisión, desde un punto de vista social, lativa a Los delitos impropios de omisión, de 1971: «Autor de un
normativo, no naturalístico, cree o incremente de modo decisivo delito impropio de omisión solamente puede serlo quien es ga-
y determinante el riesgo de lesión del bien jurídico. «Ello sucede
cuando la posición del sujeto determina que no haya peligro o 87
En El delito de omisión..., cit.; La responsabilidad del médico por omi-
que, dada su función social absolutamente normal o habitual o sión, en «La Ley», 1987-1, pp. 955 y ss.; Causación de la propia muerte y res-
específica para eso, si hay un cierto peligro abstracto (o incluso ponsabilidad penal de terceros, en «ADPCP», 1987, pp. 451 y ss.; Problemas
del tipo de omisión del deber de socorro, en «ADPCP», 1988, pp. 561 y ss.; As-
concreto), socialmente y normativamente se considere ese peli- pectos de la comisión por omisión: fundamento y formas de intervención, en
gro como perfectamente controlado, o incluso conjurado o prác- «CPC», 1989, pp. 367 y ss.; Muerte violenta del recluso en un centro peniten-
ticamente inexistente mientras —y sólo con que— el sujeto cum- ciario, en «ADPCP», 1991, pp. 561 y ss.; Política criminal y reforma legislati-
va en la comisión por omisión, en AA.VV, «Política criminal y reforma penal.
pla su función normal o específica» 84. Homenaje a la memoria del Prof. Del Rosal», Madrid (Edersa), 1993, pp. 1.069
y ss.; Comisión y omisión: criterios de distinción, en AA.VV, «La comisión por
6. La influencia de la tesis de GIMBERNAT es notoria en las omisión», Madrid (CGPJ), 1995, pp. 11 y ss.; Apuntes sobre el contexto histó-
propuestas de SILVA SÁNCHEZ 85 y de GRACIA MARTÍN 86 . rico-dogmático del artículo 11 del Código Penal, en «La Ley», núm. 4.144, 15
de octubre de 1996, pp. 1 y ss.; Entre la omisión de socorro y la comisión por
omisión. Las estructuras de los artículos 195.3 y 196 del Código penal, en
80
Comentario..., cit, pp. 433 y ss. AA.VV, «Problemas específicos de la aplicación del Código Penal», Madrid
81
Comentario..., cit., p. 435. (CGPJ), 1999, pp. 153 y ss.; comentario..., cit., pp. 441 y ss.; Zur Dreiteilung
82
Comentario..., cit., p. 435. der Unterlassungsdelikte, en AA.VV, «Festschrift für Claus Roxin zum 70. Ge-
83
Comentario..., cit., p. 436. burtstag am 15.Mai 2001», Berlín-Nueva York (Walter de Gruyter), 2001,
84
La participación..., cit. (en «Estudios penales», cit.), pp. 235 y ss. Tam- pp. 641 y ss.
88
bién en Injerencia, comisión por omisión y omisión de socorro, en «Derecho Pe- Comentario..., cit., p. 455.
nal de la Circulación», Barcelona (PPU), 1990 (2.a), pp. 167 y ss. Se adhiere a 89
Comentario..., cit., p. 464. Se adhieren a la concepción de SILVA, PAS-
esta tesis, DÍAZ Y GARCÍA-CONLLEDO, Omisión de impedir delitos no constituti- TRANA I ICART, Infracciones de los deberes de intervención del funcionario de
va de participación por omisión. ¿Un caso de dolo alternativo?, en «Poder Ju- prisiones y artículo 11, en «Poder Judicial», núm. 50. 1998, p. 221; REBOLLO
dicial», 1991, núm. 24, p. 209. VARGAS, Algunas reflexiones sobre los delitos de comisión por omisión en el
85
Como el propio SILVA SÁNCHEZ advierte (comentario..., cit., p. 442, n. 1). Código Penal español, en AA.VV. —coord. Quintero Olivares y Morales
86
Como el propio GRACIA MARTÍN advierte {Los delitos de comisión por Prats—, «El nuevo Derecho Penal español. Estudios penales en memoria del
omisión..., cit., p. 413, n. 9). Profesor José Manuel Valle Muñiz», Pamplona (Aranzadi), 2001, p. 669 y s.
46 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 47

rante frente al ordenamiento jurídico de la no producción del re- zones les atribuimos el control de ciertos peligros, lo quieran o
sultado. Esta posición consiste en la estrecha relación del autor no. Esas razones son las que buscamos de cara a su legitimación.
con el bien jurídico (...). En consecuencia, el objeto de la teoría
de la posición de garante es la especificación de las relaciones es- B) No es fácil sintetizar y ubicar la tesis de GRACIA MAR-
trechas que deben existir entre autor y bien jurídico para que una TÍN acerca del fundamento de las posiciones de garantía debido
infracción de un determinado deber de acción caiga en el ámbito al cambio de parámetros —¿sólo de terminología?— que propo-
de un delito de comisión. Para la posición de garante no importa ne decididamente en su último trabajo en torno al problema de la
la fuente del deber de evitar un resultado, sino la mayor o menor punición de las omisiones 93. La posición de garantía sería un
estrechez en que el autor se encuentre con el bien jurídico. Para elemento especial de autoría de los delitos omisivos o comisivos
ello deberán determinarse las pautas de naturaleza axiológica que que no fundamenta por sí mismo el injusto específico de los de-
permitan la equivalencia de acción y no acción a los efectos de litos de comisión por omisión. A partir del modelo de los delitos
un tipo concreto» 90. La vinculación entre el bien jurídico y el su-
jeto será de la intensidad necesaria cuando «el sujeto esté encar- comisivos de resultado, que serían los que fundamentan el injus-
gado de la protección o custodia del bien jurídico que aparece le- to específico del tipo en el que se integran los delitos de comi-
sionado o amenazado de lesión» 91. sión por omisión 94, tal injusto sólo se daría en los delitos de omi-
sión cuando «el omitente sea un sujeto que de un modo
Las posiciones de especial responsabilidad que fundamentan totalmente voluntario y libre haya incorporado el proceso causal
la equiparación de la omisión a la comisión activa 92 hallarían así que se desarrolla en dirección a la producción del resultado a su
su fuente en la idea de asunción del control de un riesgo. Las di- esfera de dominio social 95 y que este dominio se actualice luego
ficultades de acuerdo con este fundamento, tan ligado al ejerci- específicamente en la situación concreta en que el sujeto omite
cio de la autonomía personal, no provienen entonces de su for- realizar una acción determinada de neutralización de la causa de-
mulación en sí (la asunción genera deberes de garantía) sino de terminante del resultado» % . A juicio del autor todo ello compor-
su exclusividad (sólo la asunción genera deberes de garantía). Tal ta, por un lado, que la responsabilidad por omisión no puede «en-
generalización sólo es posible, creo, por la confusión del funda- contrar su fundamento en una posición previa o anterior a la
mento del deber con su consecuencia. En casos como los de los
deberes paternofiliales, o los deberes de control que surgen de la 93
Me refiero a Los delitos de comisión por omisión (Una exposición de la
injerencia, o los deberes que surgen del dominio sobre un animal doctrina dominante), cit. En otros trabajos previos había anticipado ya su enfo-
peligroso, no cabe afirmar en rigor que los agentes asumen, to- que de esta cuestión: El actuar en lugar de otro..., cit., pp. 349 y ss.; Comenta-
rio al articulo 138, en AA.VV (coord. Diez Ripollés y Gracia Martín), «Co-
man para sí libremente el control del riesgo —como sí lo hace mentarios al Código Penal. Parte especial», I, Valencia (Tirant lo Blanch), 1997,
por ejemplo el socorrista de una piscina o el encargado de segu- pp. 75 y ss.; La comisión por omisión en el Derecho español, en AA.VV, «La
ridad de un empresa—, sino más bien que por determinadas ra- comisión por omisión», Madrid (CGPJ), 1994, pp. 55 y ss.
94
Vid. Los delitos de comisión por omisión, cit., p. 449. «Este es el verda-
dero ámbito de la comisión por omisión: omisiones (típicas) a las que se impu-
90 ta un resultado porque la relación entre aquéllas y éste tiene idéntico funda-
Delitos impropios de omisión, Buenos Aires, (Pannedille), 1970, pp. 170
y ss. mento e igual (des)valor que los que corresponderían a la producción de ese
91
Op. ul. cit., p. 119. MUÑOZ CONDE y GARCÍA ARAN se refieren también a mismo resultado mediante una acción» (p. 423).
95
la idea de «especial vinculación con el bien jurídico protegido» como funda- Sobre este concepto en este autor, vid. supra II.4.B.C.
96
mentación inicial de las posiciones de garantía (en «Derecho Penal. Parte gene- Vid. Los delitos de comisión por omisión, cit., pp. 411 y ss. Dominio so-
ral», Valencia, Tirant lo Blanch, 2000, 4.a ed., p. 277). cial sería así, en este contexto, «el conjunto de condiciones, acotadas por el tipo
92 de lo injusto, que fundamentan una relación específica de dependencia del bien
También este autor tiende a eludir la tradicional terminología de posicio-
nes de garantía para calificar bien las posiciones de especial responsabilidad, jurídico con respecto a un sujeto o a una clase de sujetos, y que son determi-
bien, más allá, las que fundamentan la equiparación. Para esta diferenciación, nantes de la posibilidad de actualización del dominio del hecho típico» (p. 412,
vid. la nota 269 (p. 340) de El delito de omisión... (cit.). n.3).
48 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 49

situación en la que surge el deber de actuar» 97, y, por otro, y ello valor en el que la imposición del deber encuentra su legitimación.
lo subraya con especial énfasis, que la omisión de un garante, aun Desde tal punto de vista no encuentro diferencia valorativa —en
referida a un resultado, es algo diferente y menos grave que la co- el injusto, pues, del comportamiento— entre el socorrista que
misión por omisión 98, y que por lo tanto su equiparación a ésta omite el auxilio al niño que se ahoga y el que lo hace tras su ama-
y a los delitos comisivos altera la debida proporcionalidad entre go de rescate; entre el cónyuge que ha asumido tácitamente la de-
pena e injusto " . manda de auxilio médico para su cónyuge enfermo de corazón y
Las dificultades de clasificación de la original teoría de GRA- que no la realiza, y el que no dispensa el medicamento prescrito
CIA MARTÍN entre las teorías acerca de la fundamentación de los por el médico para evitar el ataque al corazón; o entre el alpinis-
deberes de garantía provienen de su rechazo a la categoría de la ta que asume el socorro de su compañero antes de la excursión y
posición de garantía como uno de los elementos de la fundamen- luego lo omite, y el que ya se ha hecho cargo de alimentar a su
tación de la comisión por omisión. La dificultad no es tanta, ni la compañero herido y luego omite alimentarle, por mencionar al-
originalidad es tanta, si se traducen sus opiniones al modo más gunos ejemplos de diferencia entre omisión de garante y auténti-
usual de empleo de las categorías y se califica como garante, o ca comisión por omisión mencionados por GRACIA MARTÍN 103.
como garante específico 10°, al sujeto que asume libre y volunta- 7. La tesis más sólida e incisiva acerca del fundamento y de
riamente el dominio sobre la causa determinante del resultado y
que conforma así el fundamento esencial de la equiparación en- los límites de las posiciones de garantía proviene de JAKOBS 104.
tre comisión y omisión en la tesis de GRACIA MARTÍN. Converge Antes de comenzar su exposición sucinta, debe advertirse que
entonces ésta con la ya referida de SILVA SÁNCHEZ y comparte para JAKOBS constituye un aspecto secundario el que la gente ac-
con ella sus muchas virtudes y su cierta insuficiencia 101.
103
Vid. La comisión por omisión, cit., p. 90 y s.
A ella ha de añadirse, creo, la que supone el énfasis en la re- 104
Derecho Penal..., cit., pp. 968 y ss. (§ 29, nn. mm. 26 y ss.); La impu-
lación cronológica entre la concreta situación de peligro y la tación penal..., cit., pp. 835 y ss.; La competencia por organización en el deli-
asunción del mismo a su esfera de dominio 102 y que es el fruto to omisivo, en «Estudios de Derecho Penal», Madrid (Civitas-UAM), 1997,
de un injustificado mimetismo formal con los delitos de comi- pp. 348 y ss.; La omisión: estado de la cuestión, en A A . W , «Sobre el estado
de la teoría del delito», Madrid (Civitas), 2000, pp. 131 y ss.; Teoría y praxis de
sión. Lo finalmente trascendente no es que el sujeto haya au- la injerencia, en G. JAKOBS y M. CANCIO, «Conferencias sobre temas penales»,
mentado el peligro para el bien jurídico con la asunción efectiva Buenos Aires (Rubinzal-Culzoni), 2000, pp. 49 y ss. C. ROXIN califica la apor-
del control del curso de riesgo y con la creación de una condición tación *de JAKOBS de «bastante plausible» {Autoría y dominio del hecho en De-
para la relajación de otros mecanismos de defensa del bien. Lo recho Penal, Madrid, Marcial Pons, 2000, trad. de la 7.a ed., p. 751). Severa-
mente crítico con la tesis de JAKOBS es GRACIA MARTÍN, quien cataloga a la
trascendente es, en tal caso y en otros, que el riesgo sea el fruto misma como exponente de una «tópica exasperante y caótica» (Los delitos de
del ejercicio de nuestra autonomía personal, de nuestra libertad, comisión por omisión, cit., p. 428). El que el número de posiciones de garantía
relatadas por JAKOBS supere la treintena no es a mi juicio indicio de un pensa-
miento asistemático, sino de la profundización de una directriz en la problemá-
97
Vid. Los delitos de comisión por omisión, cit, p. 436. También en La co- tica social a la que pretende orientar.
misión por omisión..., cit., p. 89. VOGEL asume expresamente las tesis de JAKOBS y pretende anclarlas en un
98
Vid. Los delitos de comisión por omisión, cit., pp. 417,441,448 y s., 470, concepto clásico de legitimación, con una argumentación a partir de principios
473, 477 y ss. jurídicos, y no sólo en una base sistémico-funcionalista (Norm und Pflicht...,
99
Vid. Los delitos de comisión por omisión, cit., pp. 451, 454 y ss. cit., pp. 358 y ss.). Sigue también el esquema de posiciones de garantía,
100
Expresión que utiliza GRACIA MARTÍN en La comisión por omisión..., U. KINDHÁUSER (Strafrecht. Allgemeiner Teil, Baden-Baden, Nomos, 2000,
cit., pp. 86 y ss. pp. 226 y ss.). También, BACIGALUPO ZAPATER, comentario al artículo 11, cit.,
io' Vid. supra II.6.A. pp. 432 y ss.; Principios..., cit., pp. 404 y ss.; PERDOMO TORRES, La problemá-
102
Compartida por GIMBERNAT ORDEIG, comentario al artículo 11, cit., tica de la posición de garante en los delitos de comisión por omisión, Bogotá
pp. 437 y ss. (Universidad Externado), 2001, pp. 82 y ss.
50 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES 51

túe u omita de cara a la imputación penal. La separación de acción mantener el ámbito de organización en una situación inocua
y omisión constituye una razón técnica de segundo orden relativa (...). Junto a la prohibición "no dañes", aparece pues un manda-
a cómo tiene el sujeto que organizarse para cumplir con los debe- to (...): "elimina peligros que surjan de tu ámbito de organiza-
res positivos y negativos que se le asignan ,05. Dichos deberes tie- ción"» 107.
nen un fundamento último común, que es el «mantenimiento de
los elementos irrenunciables de la configuración social» y que se Estos deberes derivados de la propia capacidad de organiza-
divide en dos: las competencias de autoorganización de cada per- ción son, en primer lugar, deberes de aseguramiento respecto a
sona y las competencias institucionales 106. los peligros y actividades que surgen del propio ámbito de orga-
nización y respecto a los efectos potenciales de un comporta-
A) Los deberes de garante del primer grupo son deberes en
virtud de responsabilidad por organización. Si en los delitos co- miento propio ya concluido (deberes por injerencia) 108. También
misivos se afirma que la primera fuente de imputación radica en son deberes de garantía con el mismo fundamento, en segundo
que el autor ha extendido, a través de su dominio causal, su ám- lugar, los deberes de salvación que tienen por contenido la inhi-
bito de organización sin consideración a otras personas y a cos- bición de cursos causales peligrosos que ya han salido del ámbi-
ta de ellas, en los delitos omisivos cabe la imputación del mismo to de organización 109. El tercer grupo de deberes que acompaña
modo cuando el titular de un ámbito de organización permite a la atribución de facultades de autoorganización sería el forma-
que el mismo se extienda en detrimento de un ámbito de organi- do por los que tienen su origen en la asunción de deberes de ase-
zación de otro. La razón de esta imputación hay que encontrarla guramiento o de salvación que genere el abandono de otras me-
en ambos casos en la idea de responsabilidad como sinalagma didas de protección n o .
de la libertad. «La exclusiva facultad de disposición de la per-
sona libre sobre su propio cuerpo (...) obliga como sinalagma al B) Junto con la institución de la responsabilidad por el
deber de cuidar de la inocuidad del mismo, pues sin merma de ejercicio de la libertad, la sociedad se conforma, se identifica, a
la libertad de esa persona nadie podría asumir de otra manera través de otras instituciones que no están dirigidas a las relacio-
este cuidado. La unión del arbitrio de uno con el arbitrio del otro nes negativas o de exclusión y respeto entre las personas, sino a
según una ley general de libertad se produce bajo la condición modelar una porción de mundo en común. Estas instituciones ge-
de que las personas se manejen libres con su cuerpo. (...) El do- neran también deberes equivalentes a los infringidos mediante
minio exclusivo de la persona libre sobre su propio cuerpo no es comisión cuando tienen la misma importancia básica para la
de todas formas la única circunstancia por la que pueden haber existencia de la sociedad que la libertad de organización y la res-
mandatos dentro de la "obligación originaria". En una sociedad ponsabilidad por las consecuencias. Entrarían aquí en considera-
de propietarios libres y de titulares de derechos, las personas ción los deberes estatales de velar por la seguridad interior y ex-
conforman, también más allá del cuerpo, ámbitos de organiza- terior y por la sujeción a la ley a la Administración, la asistencia
ción propios, cuya administración les es concedida únicamente fundamental en un Estado de prestaciones, y la protección del
con exclusión de los demás. Tales ámbitos de organización in- medio ambiente en el Estado de una sociedad saturada por la téc-
cluyen objetos materiales, v. gr. un terreno, una casa, un auto- nica " i . Dentro del grupo de deberes de garante en virtud de res-
móvil, o también el uso de derechos, por ejemplo el derecho de
desplazarse en automóvil por la vía pública en el marco del uso 107
Derecho Penal..., cit, p. 970 (§ 29, n. m. 28); La imputación penal...,
común. En sinalagma por esta libertad existe el nuevo deber de cit., pp. 850 y ss.; La omisión; estado de la cuestión, cit., pp. 131 y ss.
108
Derecho Penal..., cit., pp. 972 y ss. (§ 29, nn. mm. 29 y ss.).
109
105
Derecho Penal..., cit., pp. 981 y ss. (§ 29, nn. mm. 38 y ss.).
La imputación penal..., cit., p. 874. 110
Derecho Penal..., cit., pp. 987 y ss. (§ 29, nn. mm. 46 y ss.).
106 111
La imputación penal..., cit., pp. 862 y ss. La imputación..., cit., pp. 863 y ss. :
52 II. DEBATE DOCTRINAL EN TORNO A LAS FUENTES DE LOS DEBERES

ponsabilidad institucional se incardinarían asimismo los deriva- III.


EL FUNDAMENTO DE LOS DEBERES
dos de la relación paternofilial 112 y sus sustitutos, y la confian- DE GARANTÍA: EL EJERCICIO
za especial en la constancia de un determinado rol 113. DE LA PROPIA AUTONOMÍA
Y LA PRESERVACIÓN DE LA AUTONOMÍA AJENA

1. Cuando adscribimos ciertas posiciones de garantía a


ciertos sujetos lo que hacemos es asignarles unas obligaciones
especiales penalmente reforzadas y severamente reforzadas 114.
Si se dice, por ejemplo, como dice un sector de la doctrina ,15 ,
que el cónyuge, por el hecho de serlo, se constituye en garante de
los bienes esenciales de su pareja, lo que se está afirmando es
que adquiere ciertas obligaciones de socorro mutuo cuya quiebra
está penalmente sancionada; tanto como la generación activa del
resultado no impedido.
Si bien se repara, una operación de este tipo no es más que
una operación de tipificación consistente en establecer transver-
salmente el ámbito de ciertos tipos de resultado ya existentes 116.
Debe llamarse la atención también de la opción terminológica
asumida. Frente a otras posibles, optamos por reservar el térmi-
no «garante» para designar, no a los jurídicamente obligados a
actuar en defensa de un bien, sino sólo a los que lo están de un
modo especialmente intenso: tanto, que la obligación está penal-
mente reforzada; tanto, que el refuerzo es equivalente al de las
obligaciones negativas relativas a un resultado.
Como en toda operación de tipificación, la pregunta que debe
hacerse el agente no es la de cómo son las cosas, sino la de cómo

1,4
Con lo que se «exacerba» jurídicamente la «espera» de su cumplimien-
to (vid. COBO DEL ROSAL y VIVES ANTÓN, Derecho Penal. Parte general, cit.,
p. 390), pues el ordenamiento pone a cargo del obligado la subsistencia del bien
tutelado (p. 395).
"5 Vid. infraW.3.C.2.
" 6 Sobre la catalogación de las normas que establecen delitos de comisión
112 Derecho Penal..., cit., pp. 995 y ss. (§ 29, nn.mm. 59 y ss.). por omisión como normas penales en blanco, vid. recientemente CUADRADO
"3 Derecho Penal..., cit., pp. 999 y ss. (§ 29, nn.mm. 67 y ss.); La imputa Ruiz, La comisión por omisión como problema dogmático, en «ADPCP», 1997,
ción..., cit, pp. 865 y ss. pp. 406 y ss.
54 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 55

deberían ser: la de si a partir de ciertos valores, a partir de cier- abstención en relación con ciertos bienes nos parece obvia 118.
tos criterios políticos referidos a lo criminal, es conveniente in- Ordenamos firmemente (penalmente) al sujeto que no dañe por-
criminar ciertas conductas de ciertas personas y en qué medida que él es la fuente de peligro para el bien; con más profundidad
es conveniente hacerlo. La reflexión habitual previa a un proce- y precisión: porque la lesión del bien depende del uso que él haga
so de tipificación presupone ya ciertos preceptos relativos a la de su autonomía, de su libertad, y porque consideramos adecua-
justificación y a la exculpación genérica de las conductas y se de- do —y forma parte de los principios morales arraigados en las
tiene en cuestiones tales como el valor del bien que se pretende sociedades democráticas— el que se prohiba utilizar la libertad
proteger, la necesidad de que la protección sea precisamente pe- propia cuando este ejercicio se haga a costa de la libertad ajena.
nal y no otra de menor intensidad coactiva, la clase y la medida
de pena que resultan adecuadas para prevenir el comportamiento Este hecho no debería ocultar algo que sin embargo emerge
que se describe, el círculo de comportamientos objetivos que por con todo esplendor en los delitos de omisión y resultado (de atri-
su intolerabilidad es necesario incriminar, si se opta por describir bución de un resultado a una omisión), cual es el que, como con
sólo los dolosos o se amplía el tipo a los imprudentes. brillantez han expuesto FREUND y MOLINA FERNÁNDEZ, para la
legitimación de una norma de comportamiento penalmente re-
En este proceso hay una cuestión cuya respuesta tiende a dar- forzada —y en general para la de una norma de comportamiento
se por supuesta, que es la de la especificación de las conductas jurídicamente vinculante— no es suficiente con la afirmación de
en función de su autor. Se considera habitualmente que sujeto ac- su utilidad para un bien legítimo, sino que habrá que justificar
tivo es todo el que pueda realizar la conducta y que es precisa- también por qué se dirige la misma precisamente a su destinata-
mente esa posibilidad la que decanta que los tipos sean comunes, rio y se recorta así su libertad 119. Para la fundamentación de la
la mayoría, o especiales, como por ejemplo la prevaricación. Di- responsabilidad jurídica deben tomarse en cuenta criterios de uti-
cho en los términos que antes utilizaba: si todo proceso de tipifi- lidad y criterios de distribución 120. Volviendo a un ejemplo clá-
cación es un proceso de asignación de deberes o de refuerzo de
los mismos, la cuestión de la atribución del deber suele resolver- 118
se en los delitos comisivos de resultado de un modo general con Así, FREUND, Strafrecht..., cit., p. 35 (§ 2, n. m. 19). Al hilo de esta re-
flexión, debe recordarse, frente a la opinión de SÁNCHEZ-VERA {Intervención
una asignación inicial del deber a todos los ciudadanos. Sólo en omisiva, posición de garante y prohibición de sobrevaloración del aporte, en
ciertos delitos se hace una excepción a esta regla en función, bien «ADPCP», 1995, p. 211), que los delitos de comisión por omisión son siempre
normalmente de que la indemnidad de un determinado bien de- delitos especiales, también cuando su fundamento está en el control del propio
penda exclusivamente de un determinado grupo de sujetos, bien ámbito de organización. Que cualquiera pueda llegar a ser sujeto activo no sig-
nifica que de hecho lo sea: lo propio de los delitos especiales es que sólo reali-
de que la comisión del hecho adquiera un especial desvalor en zan la conducta típica ciertos sujetos y no otros cuyo comportamiento es el mis-
función del sujeto que lo realice —debido, por ejemplo, al abuso mo. Sobre los delitos de comisión por omisión como delitos especiales, vid.
del ejercicio de una libertad especial— 117. HUERTA TOCILDO, Problemas fundamentales..., cit., pp. 68 y ss.
119
La legitimación de la norma de comportamiento se sustenta, según
Esta manera de actuar resulta bastante razonable a la vista de FREUND, sobre «dos columnas»: su utilidad en la protección de bienes jurídicos
que en los delitos comisivos de resultado la razón por la que el y la especial responsabilidad del destinatario de la norma en relación con el cur-
so de riesgo amenazante para el bien jurídico. Estos son los dos argumentos ra-
legislador penal asigna a un sujeto ciertos deberes negativos o de cionales que se pueden oponer al destinatario de una norma de comportamien-
to penalmente reforzada para justificar el recorte de libertad que la misma
117 supone (Strafrecht..., cit., pp. 31 y ss., § 2, n. m. 10 y ss.).
En relación por ejemplo con la razón por la que sólo el empresario y sus 120
MOLINA FERNÁNDEZ, Presupuestos de la responsabilidad jurídica (Aná-
delegados responden penalmente por la generación de situaciones de grave pe- lisis de la relación entre libertad y responsabilidad), en «Anuario de la Facul-
ligro ex artículos 316 y 317 CP, y no otros trabajadores, vid. LASCURAÍN SÁN- tad de Derecho de la UAM», 4, 2000, pp. 69 y ss. Señala este autor que la res-
CHEZ, La protección penal de la seguridad e higiene en el trabajo, Madrid (Ci- ponsabilidad jurídica, «como cualquier otra medida que entrañe privación de
vitas), 1994, pp. 283 y ss. derechos, requiere justificación en dos sentidos: desde la perspectiva de su uti-
56 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 57

sico ya mencionado, no atribuimos a los bañistas una posición de 2. Como señalaba en el apartado anterior, la tarea empren-
garantía sobre la vida de los otros bañistas por la sola razón de dida de adscripción de posiciones de garantía es una tarea de ti-
que ello es útil para la preservación de la vida, ni se justifica en- pificación. Cuando hablamos del fundamento de las posiciones
tonces la calificación de homicidio para la conducta del bañista de garantía nos estamos refiriendo con otras palabras al criterio
que omite la salvación del niño que se ahoga por el mero hecho de política criminal que debe regir dicha adscripción. Dicho cri-
de que la conducta omitida hubiera evitado la muerte. terio es el que pretendo esbozar ahora.
La labor de tipificación, la labor de determinación de las con- La política criminal, que es bastante menos de lo que dice ser
ductas penalmente prohibidas —la labor de creación y asigna- —es política del. Derecho Penal—, viene constituida originaria-
ción de deberes de conducta penalmente reforzados—, lo sigue mente por un conjunto de valores, que son los que informan del
siendo en puridad aunque el operador jurídico no sea el legisla-
dor sino el juez. En la medida en la que el legislador no precise cuándo, del cómo y del para qué del Derecho Penal. El criterio
el tipo penal, y nunca lo hará completamente, será el juez el que político criminal que aquí se propone pretende ser un criterio de-
continúe el proceso de normación que requiere la aplicación nor- mocrático de política criminal. La justificación que se busca la
mativa. Este proceso no sólo se da cuando se establece el signifi- aportan los valores propios de un criterio democrático de legiti-
cado de un término típico o cuando se pondera el interés prepon- mación. Dicho criterio parte de una determinada concepción de
derante en un estado de necesidad, sino también cuando ante la la personalidad moral integrada fundamentalmente por las no-
ausencia de una regla legal explícita se establecen los requisitos ciones de libertad e igualdad: cada persona es libre —autónoma,
de asignación de un resultado (material o no) a un comporta- soberana, capaz de autoorganizarse— e igual en dicha libertad a
miento. Si legal o jurisprudencialmente se establece, por ejem-
plo, que un resultado sólo es imputable a un comportamiento las demás personas 122. Por ello las decisiones que afectan a la or-
omisivo cuando su agente hubiera podido evitar el resultado, y ganización social se toman entre todos y por ello quedan al mar-
cuando además el mismo estuviera emplazado para tal evitación gen de dichas decisiones —son inviolables— los fundamentos de
de un modo equivalente en intensidad al modo al que está em- la libertad y de la igualdad 123. Consecuente con el valor de la au-
plazado a su no producción, y cuando además es el riesgo inde- tonomía de las personas y con una noción material de la igualdad
bidamente no conjurado el que se concreta en el resultado, podrá surge también, como propio del Estado democrático en cuanto
suceder que sea el legislador el que delimite tales emplazamien- Estado social, el principio de la solidaridad intersubjetiva que
tos o que delegue tal tarea a la elaboración jurisprudencial. Natu- postula el esfuerzo colectivo para el desarrollo de la autonomía
ralmente no es valorativamente irrelevante el que haga una cosa
u otra. Ni tampoco es irrelevante que en cada una de estas tareas
normativas se opere con unos criterios u otros 121. 122
Sobre la autonomía personal como presupuesto ineludible de la propia
discusión moral, vid. C. S. NIÑO, La autonomía constitucional, en AA.VV, «La
autonomía personal», Madrid (Centro de Estudios Constitucionales), 1992,
lidad práctica debe explicarse cómo es que un ordenamiento que tiene por fi- pp. 33 y ss. Sobre la relación entre libertad y democracia afirma BOBBIO que si
nalidad la preservación de bienes jurídicos, puede imponer consecuencias que la democracia es valiosa es porque la autonomía es valiosa («el valor positivo de
consistan materialmente en lesionarlos; y desde la óptica de su distribución debe la democracia es deducido del valor positivo que suele atribuirse a la libertad
explicarse por qué el efecto beneficioso final que espera obtenerse con la im- como autonomía»: ¿Qué socialismo?, Barcelona, Plaza & Janes, 1986, p. 131).
posición de consecuencias se hace precisamente a costa del responsable jurídi- «Si la democracia es una forma de gobierno justa», añade KELSEN, «lo es en
co, y no de otros» (p. 71). cuanto significa libertad, y libertad quiere decir tolerancia» (¿Qué es la justi-
121 cia?, México, Fontamara, 1992, p. 82).
En este contexto se revela como una falsa disyuntiva la de si el artícu-
123
lo 11 tiene un carácter «declarativo» o «constitutivo» (vid. para la polémica al Sobre las manifestaciones negativa (ámbito libre de interferencia) y po-
respecto, GRACIA MARTÍN, LOS delitos de comisión por omisión, cit., pp. 451 sitiva (participación en el establecimiento de normas) y sobre el contrato social
y ss.). Lo que hace el legislador con el artículo 11 es regular —y con ello optar como paradigma de la interacción entre ambas, vid. ALCACER GUIRAO (Los fines
entre varias posibilidades—, una relación de imputación, cosa que si no tendría del Derecho penal. Una aproximación desde la filosofía política, en «ADPCP»,
que hacer el juez de un modo no necesariamente coincidente. 1998 —2001—, pp. 473 y ss.).
58 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 59

personal de aquellos miembros de la sociedad que están en peo- na. Con ello, el juicio de legitimidad consiste así, en principio, en
res condiciones para su ejercicio. un juicio de ponderación de libertades que se resuelve en térmi-
nos de ganancia de libertad. Dicho ahora con un ejemplo extremo
3. Trasladado este punto de partida político a la legitima- y provocador: frente a la víctima que invoca su libertad sexual y
ción de las obligaciones jurídicas en general, que por definición su decisión autónoma de no mantener relaciones sexuales con su
interfieren coactivamente en la autonomía del individuo, en su agresor, el violador siempre podrá alegar que su estrategia vital
capacidad para elegir y materializar planes de vida 124, la mis- pasa por la promiscuidad sexual y, en concreto, por el manteni-
ma sólo se obtendrá, por de pronto, cuando los deberes impues- miento de relaciones sexuales con su víctima. Prohibimos sin em-
tos deparen una preservación de la autonomía ajena superior a bargo las violaciones porque ello depara un resultado global en
la autonomía que se sacrifica con la imposición de la obligación términos de autonomía superior a la alternativa de permitirlas 128.
misma 125. Repárese en la trascendencia bifronte de este princi-
pio: por una parte, se legitima la restricción de la autonomía de En este modo cuantitativo de resolver el conflicto, si no se ma-
unos para la preservación en mayor medida de la autonomía de tiza profundamente, se atisba sin embargo cierta contradicción
otros 126; por otra parte, carecen de justificación las obligaciones con el valor de la dignidad de la persona y de la intangibilidad de
que se dirigen a mejorar la propia autonomía del obligado 127. alguno de sus bienes esenciales. Intuimos que la libertad sexual,
entendida como la libertad para entablar contactos sexuales, es in-
El principio de autonomía como principio de moral intersub- negociable, también cuando en el negocio están las aspiraciones
jetiva comporta la propia restricción de la autonomía. Como nos sexuales de otro —que a su vez no entendemos como un núcleo
parece valioso concedernos el mayor margen posible de autono- innegociable de su libertad o autonomía en lo sexual-—. Intuimos
mía y concedérnoslo a todos, esta pauta comportará la restricción que existen una serie de elementos de la autonomía de la persona
de la autonomía para la preservación de la mayor autonomía aje- que por su valor intrínseco son siempre de mayor valor que otros
que no forman parte de ese núcleo 129. Explicado en otros térmi-
124
nos, no se trata siempre de que cada uno pueda hacer lo que le pa-
Sobre el concepto de autonomía personal, vid. C. S. NIÑO, La autonomía rezca y de que en caso de conflicto de estrategias hagamos una
constitucional, cit., pp. 33 y ss.; La constitución de la democracia deliberativa,
Barcelona (Gedisa), 1997, pp. 75 y ss. Formulado en forma de principio, éste ponderación en términos de autonomía, sino más bien de la con-
establecería «que la libre elección y materialización de ideales de excelencia figuración de un mundo libre en general para el agente, pero li-
personal o de concepciones de lo bueno es intrínsecamente valiosa y, por tanto, mitado por el respeto a la mayor autonomía de los otros y, en par-
debe ser promovida y no interferida por otros individuos» (C. S. NIÑO, La deri- ticular, de un modo radical, por los espacios o esferas de libertad
vación de los principios de responsabilidad penal de los fundamentos de los de- ajena constituidos por los presupuestos esenciales de su autono-
rechos humanos, en «Doctrina Penal», 45, 1989, p. 30).
125
«Los coasociados, conscientes de que una libertad ilimitada implicaría a mía 130.
largo plazo la pérdida general de libertad y seguridad, tenderían a una razonable
limitación de la propia libertad en aras de establecer los márgenes de libertad
128
que han de ser respetados para que pueda desarrollarse la libertad de todos» Desde la perspectiva del principio de autonomía de la persona, la impo-
(ALCACER GUIRAO, op. cit., p. 512). sición de ciertas pautas intersubjetivas de conducta se justifica cuantitativamen-
126
Sobre los posibles modos de medir la autonomía y sobre las diferencias te: «esa imposición estará justificada si ella redunda en que más gente goce de
que para ello comporta el entender la autonomía como capacidad de optar entre más autonomía que la autonomía de que gozarían ciertos individuos si no se les
diferentes planes de vida o como capacidad de satisfacer el que se haya optado, impusiera coercitivamente los standars intersubjetivos en cuestión» (C. S. NIÑO,
vid. BAYÓN MOHÍNO, op. cit., pp. 51 y ss. La derivación..., cit., p. 31; vid. también las reflexiones del mismo autor en La
127
Como afirma C. S. NIÑO, «imponer coactivamente o por algún otro me- constitución..., cit., p. 76).
129
dio de presión un ideal de vida o de excelencia personal implica una pérdida Vid. MOLINA FERNÁNDEZ, Presupuestos..., cit., p.77.
130
neta en la autonomía de esos u otros individuos, sin que esa pérdida se vea com- Para R. HARZER, «con el delito la posición independiente de los afecta-
pensada por un aumento en la autonomía de esos u otros individuos» {La deri- dos queda destruida. (...) La relación jurídica del delito es una relación de in-
vación..., cit., p. 31). dependencia anulada» (La independencia y su significación para la teoría de la
60 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 61

Junto con el principio de la autonomía personal, que com- con los presupuestos y las dimensiones de la autonomía de las
porta su respeto y su maximización como pautas de moral de so- personas, resultará probable que la obligación negativa salga ai-
cial y de política jurídica, y en conexión con él, debe situarse así rosa del juicio de proporcionalidad que constituye el primero de
el principio de dignidad de la persona. Su contenido es el de la los eslabones de su justificación: será más la autonomía preser-
radical inviolabilidad de los presupuestos esenciales de la auto- vada que la sacrificada.
nomía personal, que tiene su traducción constitucional en el con- El segundo de los eslabones tiende además a darse por su-
tenido esencial de los derechos fundamentales 131. Este principio puesto. Nos referíamos antes a que la legitimación de una obli-
tiene una doble trascendencia en materia de imposición de obli- gación requiere no sólo la legitimación de su contenido en tér-
gaciones jurídicas: justifica por una parte la imposición de debe- minos de autonomía, sino también la justificación de que la
res destinados a la preservación de dichos presupuestos —caso obligación se dirija precisamente al obligado. Pues bien: en las
anterior de las agresiones sexuales—; veda por otra que el propio obligaciones negativas o de abstención nos parece obvio que el
contenido de la obligación constituya un daño a los mismos destinatario de la obligación sea la persona autónoma. Por un
—deslegitima por ejemplo el que se obligue a quienes tienen dos lado, porque de él depende sólo o principalmente la preservación
ríñones a donar uno a quien sólo tiene uno y está en trance de de la autonomía ajena que se quiere proveer 133, por lo que es más
perderlo—132. funcional dirigirle a él la obligación que no a un tercero, al que
4. La justificación de las obligaciones tiende a parecemos hipotéticamente podríamos obligar a que evitara las lesiones de
nítida cuando de lo que se trata es de impedir la expansión acti- otro. Esta razón prioritariamente utilitarista —que consiste en úl-
va de la autonomía de un sujeto a costa de la autonomía de otro. tima instancia, en la terminología de SCHÜNEMANN, en que el
Por una parte, desde el punto de vista puramente utilitarista de la obligado «domina el fundamento del resultado», que es su propia
libertad, porque las obligaciones negativas, de abstención, son actividad corporal—, aunque aquí pueda resultar a priori sor-
mucho menos coactivas que las positivas o de acción. En térmi- prendente, es insuficiente. Como ya se señaló anteriormente al
nos generales se coarta mucho menos la libertad de alguien repasar las tesis del dominio y de la dependencia como ideas rec-
cuando se le impide hacer algo y se le permite realizar cualquier toras de la adscripción de fuentes de garantía 134, el mero poder
otra alternativa de conducta, que cuando se le obliga a hacer algo no legitima el deber. La justificación cuantitativa de la obligación
y se le impide hacer cualquier otra cosa. Si a ello le sumamos el no suple la distributiva.
generalizado prejuicio de la justicia del status quo en relación La razón axiológica que está detrás de la selección del obli-
gado radica precisamente en la propia atribución general e igual
pena, en AA.VV, «La insostenible situación del Derecho Penal», Granada, Co- de autonomía. Si partimos del beneficio general de la libertad
mares, 2000, p. 38). —y no por ejemplo de la concesión de libertad a uno o varios
i3i Vid. al respecto la fundamental STC 11/1982 y especialmente su f. j . 8.
Vid. las reflexiones de MEDINA GUERRERO en su monografía La vinculación ne-
gativa del legislador a los derechos fundamentales (Madrid, McGraw Hill, 133 Como explica G. JAKOBS, «en una sociedad de libertades, y, más aún, en
1996, pp. 145 y ss.). una sociedad que además hace posibles contactos en alto grado anónimos, es
132 C.S. NIÑO define con amplísimos contornos el principio de inviolabili- decir, en una sociedad que pone a cargo de los ciudadanos la configuración del
dad de la persona como excluyeme de «la justificabilidad moral básica de cur- comportamiento a elegir, con tal de que ese comportamiento no tenga conse-
sos de acción que implican compensaciones interpersonales, proscribiendo la cuencias lesivas, la libertad decentral de elección debe verse correspondida, en
posibilidad de legitimar el daño que se le causa a un individuo sobre la base del cuanto sinalagma, por la responsabilidad por las consecuencias de la elección.
beneficio mayor que otro obtiene». De hecho, posteriormente lo matiza en el Sin este sinalagma entre libertad de comportamiento y responsabilidad por las
sentido de que la inviolabilidad sólo queda dañada cuando se menoscaba la au- consecuencias sería imposible organizar al menos los contactos anónimos, lo
tonomía de una persona para situarle en una situación de menor autonomía re- que significa que no habría sociedad» {Teoría y praxis..., cit., p. 52).
lativa que el beneficiado por su restricción (La derivación..., cit, pp. 33 y ss.). '34 Vid. supra II.4.
62 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 63
frente a los demás no autónomos— resultará que la propia di- nos atribuimos las ventajas del ejercicio de dicha libertad, nos co-
rectriz comportará su autorrestricción para el respeto de la li- rresponderá también asumir las restricciones de la misma y las
bertad de los demás iguales. El beneficio de la libertad, como consecuencias negativas de su ejercicio. Si el daño a la esfera aje-
contenido de una pauta jurídica general, comporta su limitación na por extensión de la propia exige reparación, no parece que la
a quien disfruta de la misma. Resulta así que «la autonomía de misma pueda cargarse a un tercero sin que el mismo devenga le-
cada individuo depende, al menos en parte, de la de los demás, gitimado a gozar también de las ventajas de la libertad y por lo
y es algo que uno debe parcialmente a los demás, en el sentido tanto a privarnos con ello de nuestra autonomía; si, volviendo
de que la posee gracias a las limitaciones en la autonomía de los ahora a una razón de utilidad, el daño ha sido el fruto del ejerci-
demás» 135. Resulta también que el derecho igual de «toda per- cio de la libertad de alguien y quiere evitarse el mismo pro futu-
sona a un régimen plenamente suficiente de libertades básicas ro, no parece que quepa otra salida desde la racionalidad preven-
iguales» depende de «que sea compatible con un régimen simi- tiva que castigar al agente libre 139.
lar de libertades para todos» 136.
La autonomía personal, en fin, en palabras de BALDÓ LAVI-
La responsabilidad, que es el consecuente de la obligación, es LLA «no sólo significa autodeterminación del individuo en su
pues el sinalagma de la libertad. Supone un agente moral con «uri propio ámbito. No sólo significa "libertad de organización", sino
ámbito de libertad enmarcado por lo imposible y lo necesa- también, "responsabilidad por organización". Entiéndase ello en
rio» 137. Presupuesta la racionalidad de la obligación en términos el sentido de respeto por toda autonomía ajena igualmente legíti-
de preservación de la autonomía ajena, el destinatario de la res- ma —aspecto positivo— o en el sentido de responsabilidad por
tricción debe ser el agente autónomo, y no otro que hipotética- la falta de este respeto —aspecto negativo—. Ello se traduce en
mente debiera controlarlo, no sólo porque es la mejor manera de que todo individuo tiene reconocida una amplia "competencia"
protección del bien que se quiere proteger, sino también porque primaria para organizar libremente su propio ámbito, a condición
es él quien disfruta de las ventajas de la libertad. Como señala de que con ello no cuestione la competencia ajena igualmente le-
JAKOBS, «¿a quién iba a incumbir la evitación de daños sino al gítima. Respeto que, en pocas palabras, podría expresarse por
único autorizado para llevar a cabo la organización, es decir, al medio del ya clásico alterum non laedere» 14°.
propietario o titular?» ,38 . Si somos libres para organizamos y 5. Tanto en lo que se refiere al contenido de la obligación
como a la selección de su destinatario, la legitimación de las obli-
135
C. S. NIÑO, Ética y derechos humanos, Barcelona (Ariel), 1989, p. 343. gaciones es diferente y más compleja cuando las mismas son po-
Vid. también al respecto del mismo autor, La derivación..., cit., pp. 30 y ss.
136
Según el primero de los conocidos principios de justicia de J. RAWLS
(Sobre las libertades, Barcelona, Paidós, 1990, p. 33). tar dispuesto a responder de las consecuencias que deriven de esta organización.
137
GARZÓN VALDÉS, El enunciado de responsabilidad, Doxa, 19, 1996, Si así lo hiciese, se trataría de una clara protestatio facto contraria».
139
p. 261. Como afirma MOLINA FERNÁNDEZ, «habitualmente distinguimos entre Y la libertad se presume en la actuación: «esta actuación supone ya la
hechos que suceden y hechos que hacemos que sucedan. Lo primero es el cam- extensión de su ámbito de organización (...) y de esa extensión no puede ser dis-
po del azar, lo segundo del merecimiento» (Presupuestos..., cit., p. 78). tanciado el actuante, porque ni puede ser atribuida a la casualidad, ni a un ám-
138 G . JAKOBS, Teoría y praxis..., cit., p . 5 3 . Vid. t a m b i é n S Á N C H E Z - V E R A , bito de organización ajeno, ni especialmente, al de la propia víctima» (SÁNCHEZ-
Intervención omisiva..., cit., pp. 193 y ss.; Estudio sobre los deberes positivos, VERA, Intervención omisiva..., cit., p. 229).
140
el mandato y la figura del consenso en Derecho Penal, en «Cuadernos de Polí- Estado de necesidad y legítima defensa, Barcelona (J. M. Bosch), 1994,
tica Criminal», núm. 68, 1999, p. 350: «Quien organiza, puesto que hace uso de pp. 47 y ss. Para BALDÓ, «de la idea regulativa de autonomía individual pueden
la libertad de organizar, consiente de forma tácita en asumir las consecuencias extraerse "analíticamente", cuando menos, tres principios operativos de segun-
de su organización; se trata de un consenso latente que reside en su propia or- do nivel que concretan su contenido material (...). A saber: a) el principio de au-
ganización (acciones y omisiones), un consenso con la institución negativa del todefinición de intereses propios; b) el principio de responsabilidad por el pro-
neminem laedere, en definitiva, con las bases mismas del Estado de Derecho. pio comportamiento organizador; y c) el principio de asunción personal de
Nadie puede alegar de forma convincente que desea organizar y, a la vez, no es- riesgos no imputables a esferas organizativas ajenas» (pp. 48 y ss.).
64 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 65
sitivas. Recuérdese que se trata aquí, en principio, expresado más haga prima facie legítimo el deber que deja al obligado en peor
gráficamente que con precisión, no de evitar que el agente no al- situación que al beneficiado pero que depara una mejora global
tere el status quo injiriéndose activamente en la autonomía ajena, del nivel social de autonomía (piénsese en la extracción de san-
sino de imponerle que lo altere activamente en un momento dado gre que salva varias vidas pero que por su cuantía provoca la
con un comportamiento dirigido a preservar la autonomía de muerte del donante), y en la que pueden no estar en juego otros
otro, o a acrecentarla o, quizás, indirectamente, a través de un be- presupuestos esenciales de la dignidad de la persona pero sí la
neficio colectivo, a mejorar los presupuestos objetivos del ejerci- individualidad de la misma 143.
cio de su propia libertad 141.
Desborda de modo palmario el objetivo de este trabajo el
A) Desde el primer punto de vista (legitimación de la obli- ahondar en el contenido posible y en los límites las obligaciones
gación por su contenido) es obvio que la misma justificación uti- positivas. Baste por ahora con apuntar que estas obligaciones de
litarista de la libertad que concurría en las obligaciones negati- cesión de autonomía sin justificación en el respeto de la auto-
vas puede concurrir cuando de lo que se trata es de obligar a nomía ajena, sino con base en el crecimiento de la misma, pare-
alguien a que haga algo que complemente o mejore la autonomía cen encontrar la justificación democrática de su contenido y sus
de otro en medida superior a la autonomía del obligado sacrifi- correlativos límites en su propio balance positivo de proporcio-
cada por la propia obligación. Debe sin embargo precisarse, nalidad en términos de libertad: desde luego en la inviolabilidad
como rasgo diferencial de uno y otro análisis, que el resultado del sustento de la propia autonomía —sustento éste discutible en
positivo de la ponderación ha de superar el dato de la mayor in- su definición y en sus límites, y que puede hacerse coincidir con
tensidad coactiva de las obligaciones positivas, máxime cuando el denominado contenido esencial de los derechos fundamenta-
se trate de obligaciones de hacer y no de obligaciones de dar 142. les 144—; además, en que resulte estrictamente necesario para
Además, frente a la excepcional configuración de una obligación
negativa que pueda dañar el núcleo duro de la autonomía del 143
obligado, no es difícil pensar en obligaciones positivas que ten- El denominado holismo o consecuencialismo extremo admite la legiti-
midad de las obligaciones por el solo balance positivo en términos de autono-
gan por contenido la cesión de algunos de los presupuestos esen- mía, con abstracción de quién gana y quién pierde libertad como consecuencia
ciales de la autonomía personal, de la dignidad de la persona. Es, de la obligación; con independencia, pues, de la individualidad humana (vid.
en fin, en las obligaciones positivas donde se hace patente el ries- C. S. NIÑO, La derivación..., cit., p. 34). Frente a él debe apreciarse que el prin-
go de una medición del nivel global de la autonomía que pres- cipio de solidaridad intersubjetiva presenta límites derivados, de un lado, de la
propia idea de autonomía personal, pues, como afirmaba C. S. NIÑO, su extre-
cinda absolutamente de su distribución individual, de modo que mo supone no dejar al individuo más plan de vida que el del buen samaritano
(Etica..., cit., 208; vid. también, BAYÓN MOHÍNO, op. cit., pp. 48 y ss.); de otra
parte, puede colisionar con la idea de dignidad humana más allá del de la inter-
141
Señala MERKEL que el Estado no sólo exige «que nosotros no lesione- dicción de la obligación de prestación de sus presupuestos esenciales. Como
mos ni pongamos en peligro los intereses que se hallan bajo su proyección», afirma MOLINA FERNÁNDEZ, «el reconocimiento de nuestra individualidad se
sino que «exige también de nosotros que fomentemos positivamente, por multi- traduce en una concepción de la justicia que reconoce límites valorativos a la
tud de acciones y modos de obrar, aquellos intereses» (op. cit., p. 56). consecución del bienestar general cuando ello entraña el sacrificio no compen-
142 sado de individuos singulares» (Presupuestos..., cit., p. 76). La autonomía y la
Muy recientemente lo ha expresado el Tribunal Constitucional: «debe-
mos hacer notar que los mandatos de actuación, cuyo incumplimiento da lugar dignidad parecen situar el límite de las obligaciones ex principio de solidaridad
a los delitos omisivos (...), restringen la libertad en mayor medida que las prohi- en la idea de que el obligado no puede quedar en peor situación que el benefi-
biciones de actuación, cuya infracción genera delitos de acción» (STC ciado por la prestación.
144
154/2002, f.j. 12). Sobre los requisitos elementales de la autonomía personal, vid. BAYÓN
Vid. al respecto, CEREZO MIR, Curso..., cit., p. 269; F. MANTOVANI, La obli- MOHÍNO, op. cit., p. 52: «Para poder decir de alguien que tiene capacidad de op-
gación de garantía..., cit., p. 483. Como afirma SÁNCHEZ-VERA, «cumplir con tar entre planes de vida alternativos deben concurrir al menos tres requisitos ele-
un mandato cuesta más tiempo y energía que cumplir con una prohibición» (Es- mentales: debe disponer de la máxima información (y la forma de adquirirla es
tudio sobre los deberes positivos..., cit., p. 360). a través de la educación); su libertad de elección no debe verse interferida (lo
66 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA
UÍ. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 67
preservar la autonomía ajena; y, en fin, en que el cumplimiento
de las mismas no deje al obligado en peor situación que al be- Ante esta generalizada impresión, para obviar las dificultades
neficiado por las mismas. Piénsese al respecto en lo indiscutible de selección del obligado y para generar una —al menos aparen-
que nos resulta la legitimidad de la recaudación progresiva de temente— mayor protección de la autonomía, surge la tentación
tributos, en las objeciones que despierta un servicio personal y de configurar los deberes positivos como deberes generales, de
modo que se configure como obligado a toda persona que pueda
desigual —sólo para los varones— de defensa militar, en el po- realizar la prestación requerida. Este criterio presenta, sin em-
sible rechazo que suscitaría la donación obligada de sangre, o en bargo, en cuanto criterio general, algunos inconvenientes reseña-
la intolerabilidad de la misma medida en relación con órganos bles. Desde un punto de vista cuantitativo, de cara a la justifica-
de personas vivas. ción del mandato por el balance positivo que depara en términos
B) Si distinto es el presupuesto de legitimación del conte- de autonomía, debe reseñarse que tal imposición generalizada, al
nido de obligaciones positivas y negativas, más diferente aún se menos cuando se trate de prestaciones personales, supone un cos-
presenta la justificación del destinatario en unas y otras. Mientras te relevante para el nivel global de autonomía por la multiplica-
que en las negativas, como señalábamos en el número anterior, el ción que supone de deberes jurídicos. Por otra parte, desde la
destinatario nos parece obvio (piénsese en la prohibición de ma- perspectiva de distribución de la obligación, su aparente eficacia
tar), en las positivas (piénsese en el mandato de salvar al que se y su aparente igualitarismo no puede ocultar la perplejidad que
causa el que todos queden vinculados por igual a la protección o
ahoga) la primera pregunta del obligado suele ser precisamente la al complemento de ciertos bienes a pesar de que su posición sea
de «¿por qué yo y no otro?». Mientras que en las primeras la jus- muy diferente en relación con la razón por la que ha surgido tal
tificación se da por supuesta, en las segundas parece siempre necesidad o a los beneficios de que se subvenga a la misma. Es
pendiente de argumentación 145. cierto que esta desigualdad se puede remediar complementando
los deberes jurídicos generales con deberes jurídicos especiales
que exige la garantía efectiva de un catálogo de libertades lo más amplio posi- más severos. Pero, por un lado, seguimos teniendo entonces el
ble); y —casi da vergüenza decirlo— debe seguir vivo (sus necesidades de nu- inicial problema de selección del destinatario. Y por otro sigue
trición y sanidad deben estar razonablemente cubiertas)». pendiente la cuestión de cuál es la razón axiológica de fondo por
145
Determinante en esta diferenciación se presenta, por de pronto, el débil la que más allá de criterios de utilidad la obligación debe recaer
carácter indiciario que tiene el criterio del dominio en las obligaciones positi-
vas. Si en las obligaciones negativas el daño de la autonomía ajena pasa exclu- sobre todos los ciudadanos. No se da aquí, como sí se da en las
siva o fundamentalmente por el incumplimiento del obligado de su deber de abs- obligaciones negativas, una justificación derivada del beneficio
tención (de que dispare, por ejemplo), en las obligaciones positivas la lesión del previo del ejercicio de la libertad, por lo que sólo parece venir a
bien jurídico depende de que el obligado incumpla su deber de prestación y de colación el principio de solidaridad intersubjetiva para legitimar
que además nadie, obligado o no, realice la misma (de que ni el obligado ni na- estos mandatos. Esta afirmación no es en realidad más que una
die socorra al herido). R. TRAMELL subraya al respecto el hecho de que mientras
la violación de un deber negativo comporta lógicamente un mal, la de un deber forma de decir que los mismos no tienen una justificación de do-
positivo general deja siempre abierta la posibilidad de que algún otro lo cumpla ble vía (cuantitativa y distributiva 146), sino sólo una justificación
{Saving Ufe and taking Ufe, en «Journal of Philosophy», vol. 72, 1975, p. 135).
Esta argumentación se ha dirigido en ocasiones a negar toda posibilidad de
equivalencia valorativa entre acciones lesivas y omisiones de impedir la lesión. TON, comentario al artículo 11, en AA.VV. —dir. COBO DEL ROSAL—, «Co-
Se alega al respecto en ocasiones, bien que la omisión no es causa del resultado mentarios al Código Penal», I, Madrid, Edersa, 1999, p. 511)—, bien que la ac-
—tesis por cierto claramente mayoritaria entre los penalistas {vid., por todos, ción es más causa del resultado (T. HONDERICH, Violencefor Equality, Londres,
GIMBERNAT ORDEIG, Causalidad, omisión e imprudencia, cit., pp. 11 y ss.; re- Penguin Books, 1980, p. 67). Sobre la eficacia causal de las omisiones, vid.
cientemente en su comentario al artículo 11, cit., p. 427; GRACIA MARTÍN, LOS GARZÓN VALDÉS, Los deberes positivos generales y su fundamentación, en
delitos de comisión por omisión, cit., p. 437; en contra RODRÍGUEZ MOURULLO, «Doxa», núm. 3, 1986, p. 27; LAPORTA SAN MIGUEL, Algunos problemas de los
La omisión de socorro en el Código Penal, Madrid, Tecnos, 1966, pp. 48 y ss.; deberes positivos generales, en «Doxa», núm. 3, 1986, pp. 55 y ss.
146
Derecho Penal. Parte general, Madrid, Civitas, 1978, pp. 395 y ss.; VIVES AN- Por seguir la afortunada denominación que sugiere MOLINA FERNÁNDEZ
{Presupuestos..., cit., pp. 69 y ss.).
68 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 69

«coja», sólo cuantitativa o utilitarista, como la que atribuyen ga de un modo tan severo que se asimila a la de quien genera ac-
147
FREUND y MOLINA FERNÁNDEZ 148 a los delitos de omisión del tivamente la lesión del bien jurídico.
deber de socorro.
A) La intensidad coactiva de este tipo de deberes positivos
Las dificultades señaladas para la legitimación de las obliga- llama en primer lugar a la reflexión acerca de la cautela de su im-
ciones positivas no parecen difíciles de salvar para ciertas obli- posición en relación con la entidad del bien jurídico protegido,
gaciones de dar no penales. Pero son bien serias para las obliga- del ámbito de autonomía que se quiere complementar o preser-
ciones penales de hacer, como es la de prestación de socorro. De var. La constitución de tales deberes, de tales tipos penales, po-
hecho es esta debilidad de legitimación, y la consecuente necesi- drá no siempre merecer la pena, a la vista de la intensidad de in-
dad de que resulte nítidamente positivo el balance de utilidad, las tervención penal que suponen. De ahí que deba huirse de cierto
que fuerzan, por ejemplo, a restringir la obligación a los supues- tipo de cláusulas generales y desecharse la tentación de entender
tos en que su cumplimiento no acarree riesgo alguno en el obli- que todo delito comisivo debe tener, por la mismas razones que
gado o en un tercero 149. justifican su existencia, un correlativo delito omisivo 15°.

6. No nos desviemos sin embargo del objeto de este traba- B) Además de ello, deben afinarse las razones que justifi-
jo, que no es el de la justificación de las obligaciones positivas, can la selección del destinatario. No parece que puedan ser muy
diferentes estas razones de las que laten en la asignación de de-
sino sólo el de algunas de ellas caracterizadas por su severo re- beres negativos y que están constituidas por la propia atribución
fuerzo penal. Se trata de deberes personales de acción, a cuya in- previa de autonomía, de modo que la restricción que supone la
fracción no sólo se anuda una sanción, no sólo se anuda, más obligación no es sino el correlato del beneficio del ejercicio de
allá, una sanción penal, sino que se atribuye —si se dan otros re- una libertad de la que gozan todos los ciudadanos. Así, la severa
quisitos de imputación— el resultado evitado, de tal modo que la restricción que supone la asignación de deberes especiales posi-
sanción asignada es la misma que se prevé para la lesión atribui- tivos fuertemente reforzados en el ámbito penal sólo puede en-
da a la infracción de un deber negativo. Salta a la vista que la pe- tenderse como coste del disfrute previo de un ámbito de autono-
culiaridad de estos deberes de cara a su legitimación radica en mía; como condición que garantiza dicho ámbito para sí y para
su especial intensidad coactiva, en la severa limitación que su- otras personas.
ponen para la autonomía del destinatario: porque son deberes
positivos, más coactivos que los negativos en cuanto limitan más Ambos tipos de justificaciones son necesarios para la legiti-
las posibilidades de comportamiento; porque son deberes perso- mación de un deber especial. Se requiere un argumento cuantita-
tivo, relativo al ámbito de autonomía que se preserva o se com-
nales y no meramente de contribución económica; porque son plementa frente al que sacrifica la propia obligación, y un
deberes penales; y porque son deberes cuya infracción se casti- argumento distributivo, que justifique la selección del obligado.
147
Strafrecht..., cit., p. 34 (§ 2, n. m. 17). 150
Vid.. HUERTA TOCILDO, Problemas fundamentales..., cit., pp. 165 y ss.;
148 Presupuestos..., cit., p. 83. Principales novedades..., cit., p. 50. CEREZO MIR considera que «debería haber-
149
Tan trascendente para la justificación de los deberes positivos generales se adoptado el criterio de la excepcionalidad del castigo de las conductas de co-
es la trivialidad del contenido de la obligación, que en ocasiones se incluye in- misión por omisión» (Derecho Penal. Parte general..., cit., p. 227; Curso..., cit.,
cluso en su propia definición. Así, GARZÓN VALDÉS define los deberes positivos pp. 262 y ss.). El nuevo Código Penal colombiano restringe la punibilidad de la
generales como «aquellos cuyo contenido es una acción de asistencia al próji- comisión por omisión a «las conductas punibles delictuales que atenten contra
mo que requiere un sacrificio trivial y cuya existencia no depende de la identi- la vida e integridad personal, la libertad individual, y la libertad y formación se-
dad del obligado no de la del (o de los) destinatario(s) y tampoco es el resulta- xuales» (art. 25.2). SÁNCHEZ-VERA considera en cambio que no es «razonable
do de algún tipo de relación contractual previa» (Los deberes positivos..., cit., limitar la comisión omisiva a la protección de un número restringido de bienes
p. 17). jurídicos» (Intervención omisiva..., cit., p. 211).
III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA
70 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 71
puestos por el orden jurídico para la obtención de utilidades,
Es tan intenso en estos casos el carácter coactivo del deber, que como el carácter fragmentario que le impone al Derecho penal
debe sumar a su favor no sólo el ámbito concreto de autonomía semejante entendimiento de los bienes jurídicos, así como tam-
que preserva (la vida de un trabajador, por ejemplo), sino tam- bién la racionalización de la distribución de bienes, costes y per-
bién el ejercicio de la libertad que posibilita (la libertad de em- juicios de acuerdo con las concepciones sociales.
presa, por ejemplo) 151 . (...) Pues así como el no padecer lesiones que provengan ar-
La búsqueda que ahora me ocupa de criterios de justificación bitrariamente de la activación de una fuerza humana voluntaria
de deberes positivos de intensidad equivalente a los deberes ne- puede ser objeto de una pretensión absoluta a la abstención de
gativos la daría por inútil GRACIA MARTÍN, para quien «el desva- todos de actuar en esa dirección, el no padecer menoscabos que
lor de la no evitación de un resultado no puede parangonarse con provengan de la vinculación existencia! al acontecer natural o a
el de la producción del mismo mediante una acción (...). ¿Signi- la dinámica normal y funcional de la propia organización social,
fica socialmente lo mismo y, por tanto, hay que atribuir el mismo es decir: la evitación de tales menoscabos, no puede ser ya obje-
desvalor a la no evitación de un resultado y a su producción me- to de una pretensión absoluta, sino sólo de una relativa, cuya re-
diante una acción? ¿Podemos los seres humanos agrupados en alización está condicionada en cada situación por las posibilida-
una sociedad confiar y pretender en igual medida que los bienes des de disposición de una multitud de factores y no puede
(jurídicos) que nos adjudica el orden jurídico no sean arbitraria- garantizarse en ningún caso de un modo seguro (...). De este
mente lesionados por los demás y que se evite su lesión ante las modo se puede formular el siguiente principio axiológico: la evi-
amenazas que conlleva para los mismos su mera existencia y su tación de lo que naturalmente tiene que suceder de modo nece-
aprovechamiento en un medio físico-natural y en uno organizado sario sólo puede ser socialmente una aspiración subsidiaria con
con arreglo a patrones culturales? ¿Debe proteger el Derecho, por respecto a la de no producir lo que naturalmente no tiene que su-
ello, los bienes jurídicos para evitar su lesión en igual medida ceder de modo necesario, y, en consecuencia, el no evitar un re-
frente a las agresiones a los mismos que procedan de los seres hu- sultado no puede parangonarse en desvalor con el producirlo ac-
manos y frente a las amenazas procedentes de cualquier otra tivamente» 152.
fuente, incluida la propia actividad humana que origina peligros, La argumentación de GRACIA MARTÍN para sostener su atrevi-
pero no de un modo planificado en dirección a la lesión de los da conclusión principal —«el desvalor de la no evitación de un
bienes jurídicos? La respuesta a semejantes interrogantes es, ob- resultado no puede parangonarse con el de la producción del mis-
viamente, negativa. mo mediante una acción»— es más prolija de lo que aquí se ex-
(...) La no evitación de un resultado no puede alcanzar nunca presa. Basten sin embargo los trazos anteriores para comunicar la
el grado de desvalor del hecho de producirlo mediante una ac- difícil sostenibilidad de una tesis tan heterodoxa —y tan próxima
ción. Que esto es así lo demuestra tanto el hecho de que los bie- a postulados liberales clásicos— que pugna con la propia posi-
nes jurídicos tienen que ser entendidos como instrumentos dis- ción del autor relativa a la existencia de «auténticos» supuestos
de comisión por omisión 153. No hace falta recordar, por lo de-
151
más, que el sentir social —piénsese el caso prototípico de la omi-
Debe precisarse que la atribución de deberes de acción penal y severa- sión de la madre de anudar el cordón umbilical—, una longeva
mente reforzados —que la atribución de resultados a una omisión en sentido jurisprudencia española y de otros ordenamientos, la práctica to-
propio— no requiere la misma fundamentación que los deberes de omisión pe-
nal severa y penalmente reforzados —que la atribución de resultados a una ac-
ción— sino una fundamentación suficiente en términos de libertad e igualdad 152
Los delitos de comisión por omisión..., cit., pp. 457, 459, 467 y ss.
en el sentido del texto. La equiparación de ambos modos de comportamiento es 153
Vid. supra II.6.B. «En definitiva y resumiendo: Sólo si un sujeto posee
en este sentido «meramente axiológica», por utilizar la expresión que utiliza la capacidad de acción de dominio de la causa fundamental del resultado y, ade-
GRACIA MARTÍN para definir este criterio como insuficiente (Los delitos de co- más, asume mediante un acto personal ese dominio de un modo efectivo se si-
misión por omisión, cit., pp. 451, 453). La comisión por omisión no requiere túa en la posición específica de garantía del tipo de comisión por omisión y po-
que la relación entre omisión y resultado tenga «idéntico fundamento» e «igual drá ser su omisión idéntica a la realización del tipo mediante una acción
(des)valor que los que corresponderían a la producción de ese mismo resultado positiva» (La comisión por omisión..., cit., p. 101).
mediante una acción» (op. ul cit., p. 423), sino únicamente esto último.
72 111. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 73

talidad de la doctrina española y extranjera, y nuestro Código Pe- sucede tenía que suceder, o bien entendemos, de modo convenci-
nal, admiten la existencia de omisiones de un desvalor equiva- do o de modo convencional, que el hombre puede alterar volun-
lente a las acciones que producen resultados lesivos. Como afir- tariamente el curso de los acontecimientos. Si esto es así tal alte-
ma SILVA SÁNCHEZ, «en ningún momento de la Historia se ha ración podía haber provenido tanto de que el médico que operó
dudado de la existencia de omisiones equivalentes en cuanto al no hubiera actuado como actuó como de que el médico o un ter-
merecimiento de pena, por ejemplo, al homicidio activo; pero cero no se hubieran comportado pasivamente como lo hicieron
también a otros delitos comisivos» 154. ante el ataque de peritonitis.
Cuestión distinta a la de la equivalencia en el desvalor de al- Y si lo que se quiere decir con el «tenía que suceder» es que
gunas omisiones con las acciones a las que atribuimos resultados «se esperaba que sucediera» —se esperaba que el médico opera-
lesivos es, por supuesto, la de que, por razones que derivan en úl- ra bien, pero no que un médico o un tercero auxiliaran a quien pa-
tima instancia de los valores de libertad e igualdad, no deba ge- dece el ataque de peritonitis—, tal expectativa social tiene que
neralizarse un sistema de atribución de deberes positivos similar ver, amén de con las pautas morales generalizadas, con las pau-
al generalizado de deberes de abstención. Pero que ello sea así en tas de conducta asentadas por el Derecho y con la fuerza con la
nada empece a que puedan existir algunas omisiones de algunos que éste las asiente. De este modo no es la expectativa la que de-
sujetos a las que podamos atribuir legítimamente tanto desvalor marca el deber, sino el deber el que demarca la expectativa.
como a las acciones que lesionan los bienes jurídicos fundamen-
tales 155. Tal desvalor provendrá, como se intenta sostener en esta
obra, del balance de libertad que depara la omisión frente a su al- 7. Para la justificación de estos deberes positivos especia-
ternativa y de la relación que une al riesgo no conjurado con el les viene a colación, pues, en primer lugar, en paralelo a lo que
omitente, y que tiene que ver con el ejercicio de su autonomía sucede en los delitos comisivos, el control de nuestro ámbito de
personal. autonomía. Si somos libres para actuar y para dominar un de-
Como puede observarse y como impone la lógica, el que una terminado entorno de personas no autónomas, animales y cosas,
omisión sea equivalente en desvalor a una acción depende de cri- y si esa libertad constituye una pauta social de comportamiento,
terios axiológicos: de cómo desvaloremos una y otra y de qué va- su restricción lógica para el mantenimiento de la pauta abstrac-
lores utilicemos para ello. Esta proceso aparece condicionado ta tendrá por contenido el control de dicho entorno para que no
pero no determinado por la realidad, pues si bien es cierto que en dañe la mayor autonomía ajena y, en todo caso, los presupuestos
él habremos de atender a la realidad de lo valorado, también lo es esenciales de la autonomía ajena.
que dicha realidad no podrá aportarnos per se dato definitivo al-
guno para la comparación axiológica. Tales datos sólo proceden Se trata, como puede verse, del principio tradicional del ne-
del juicio de valor y de sus presupuestos axiológicos. Así, no pa- minem laedere, de respeto a la libertad ajena, de respeto a la au-
rece asumible el que la imprudencia médica que determina la tonomía ajena en el desarrollo de la propia 157. Como señalába-
muerte del paciente en el quirófano sea más grave que la fatal au- mos anteriormente, el corolario esencial de la combinación de
sencia de auxilio a quien tiene un ataque de peritonitis —por se-
los principios de libertad e igualdad es el de que nuestra libertad
guir un ejemplo de GRACIA MARTÍN 156— porque lo primero «no
tenía que suceder» y lo segundo «naturalmente tenía que suce-
cer». No es asumible porque, o bien entendemos que todo lo que 157
Así, BACIGALUPO ZAPATER, Principios..., cit., p. 406; FEIJÓO SÁNCHEZ,
Homicidio y lesiones..., cit., p. 44, quien afirma que «todo el que crea un ries-
154
go tiene que ocuparse de ese riesgo para que no perjudique a nadie», cosa que
155
El delito de omisión..., cit., p. 360. constituye «la tradicional idea de la injerencia como criterio objetivo de impu-
En pregunta de VIVES ANTÓN, «¿por qué no va a poder un sustrato con- tación». Dice A. MERKEL que «tiene esa obligación fundamento suficiente en la
ductual definido negativamente (en nuestro caso, como omisión de un deber de misma conducta activa de las correspondientes personas, por cuanto esta con-
garantía) comportar un significado de acción positivo (v. gr, matar o lesionar?)» ducta, sin aquel complemento, trae como resultado lesiones á los intereses pro-
(comentario...,
156
cit., p. 512). tegidos por el Derecho y á las prohibiciones relativas á estas lesiones» (op. cit.,
Op. ul. cit., p. 467. p. 162).
III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 75
74 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA

Así pues, resultará que podemos legítimamente imponer de-


debe limitarse para el respeto de la libertad ajena. Si nuestro pun- beres especiales positivos dirigidos al control de la propia esfera
to de partida es el del valor de la autonomía moral como capaci- de libertad y a la protección consecuente de la ajena. A partir de
dad del individuo para elegir los comportamientos que estime esta conclusión proceden dos subrayados. El primero es el de que
más valiosos y para materializarlos, y si a partir del valor de la el norte de la restricción está en la preservación de la autonomía
igualdad y del reconocimiento de la autonomía moral a todas las de otro, pero no en la propia, cosa que constituiría un perfeccio-
personas elevamos este valor a pauta de moralidad social, la mis- nismo intolerable en un sistema democráticamente legitimado.
ma comportará su restricción para el respeto a la autonomía aje-
na 158. Es el segundo dato que pretendo subrayar el de que se responde
por el control de la autonomía propia y no por la ajena. En para-
Esta exigencia de respeto no se articula sólo a través de de- lelismo con los principios de proporcionalidad (utilidad) y cul-
beres negativos de no intromisión en el ámbito ajeno de organi- pabilidad que legitiman la pena, la imposición de obligaciones
zación, en la esfera de libertad ajena, sino también en mandatos jurídicas se legitima por su utilidad para la preservación de la au-
relativos al control de nuestro ámbito de dominio para evitar la tonomía ajena y por su referencia al ejercicio de la propia liber-
interferencia en el ajeno 159. Dicho con otras palabras: el princi- tad.
pio de coexistencia de esferas de libertad conduce a la imposi-
ción de deberes de cuidado y de deberes de garantía, frecuente- A esto último no se opone el que alguien pueda tener que res-
mente entremezclados. Para no atropellar al peatón que cruza el ponder del descontrol de la esfera ajena cuyo dominio ha asumi-
paso de cebra no sólo se nos prohibe acelerar, sino que se nos or- do por delegación de su titular y por asunción propia, pues en ese
dena frenar para detener la aceleración que poseía el vehículo. caso, como después se verá con detalle 161, el ámbito deja de ser
ajeno y pasa a ser también asunto del delegado asumente. Es pre-
Esta descomposición en deberes positivos y negativos del cisamente del propio postulado de la autonomía del que se deri-
mandato general de respeto a la esfera de libertad ajena y a sus
presupuestos posee singular importancia en la moderna sociedad sionan una norma prohibitiva de causación del resultado (no un mandato), y en
postindustrial, en la que el individuo no sólo actúa, se organiza, verdad, la misma norma prohibitiva de la parte especial que los delitos de orga-
ejercita su libertad, a través de actos corporales propios, sino que nización o dominio comisivos» (Estudio sobre los deberes positivos..., cit.,
posee propiedades que pueden devenir peligrosas (el techo que se pp. 370 y ss.). Razones de adecuación con el uso habitual y técnico del lengua-
je y de funcionalidad para la construcción o la explicación del sistema jurídico
derrumba, el perro que se escapa), pone en marcha mecanismos aconsejan seguir refiriendo las categorías de norma de mandato y norma de
automatizados (el museo cierra automáticamente sus puertas a prohibición al contenido del concreto comportamiento impuesto, de actuación o
una hora predeterminada; el aspersor se pone en marcha automá- de abstención —cosa que se deducirá de la combinación del verbo empleado
ticamente cuando se transportaba por el jardín el valioso cuadro), (prohibir, ordenar, etc.) y el tipo de conducta referido (matar o no matar, por
ejemplo)— y no a la finalidad de la norma respecto a la situación de la que par-
o imparte instrucciones a personas sin margen relevante de auto- te (que la esfera de dominio de un sujeto no altere negativamente la de otro o
nomía (el encargado da órdenes precisas a los trabajadores),60. que lo haga positivamente). Así, en palabras de C. S. NIÑO, «cuando la norma
se da para que algo deba hacerse, la norma es de obligación. En el caso de que
la norma se formule para que algo no deba hacerse, la norma es prohibitiva» (In-
158
Vid. C. S. NIÑO, La derivación..., cit., pp. 30 y ss. troducción al análisis del Derecho, Barcelona, Ariel, 1983, p. 72). Es por ello
159
Como afirma SÁNCHEZ-VERA «en ambos casos se trata (...) de un único por lo que, como ha destacado SILVA SÁNCHEZ, lo que supone la comisión por
fundamento de la responsabilidad: de un deber de evitar los daños a esferas ju- omisión derivada de un tipo legal que describe asimismo la realización comisiva
rídicas ajenas, que puedan surgir de la organización que cada ciudadano hace de es la derivación de tal tipo de las correspondientes normas preceptiva y prohi-
su propio ámbito» (Intervención omisiva..., cit., p. 192). bitiva (El delito de omisión..., cit., pp. 366 y ss.). Sobre la relación entre omi-
160
El hecho de que la razón última de la norma de mandato sea la evitación sión y norma de mandato, vid. también HUERTA TOCILDO, Problemas fundamen-
de la intromisión del destinatario de la misma en la esfera de autonomía ajena tales..., cit., pp. 307 y ss.
161
no troca su naturaleza en norma de prohibición, como sostiene SÁNCHEZ-VERA: Vid. infra IV3.
«los delitos de organización o dominio, aunque sean cometidos por omisión, le-
III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 77
76
va también la posibilidad de que el individuo asuma competen- La posible legitimidad de una obligación tal aparece mucho
cias de organización ajenas delegadas por su titular, comenzando más difusa que la de las obligaciones a las que me refería en el
por las relativas a su propia protección o al control de los riesgos apartado anterior. No desde luego desde el punto de vista de la li-
que emanan de su ámbito de dominio 162. Esa protección o ese bertad que se preserva o complementa frente a la libertad que se
control pasan entonces a ser (también) asunto suyo, pues así lo sacrifica con la obligación, ponderación que resulta similar en su
han decidido libremente delegante y delegado. La libre asunción esquema, sino a partir del dato de que la asignación de la obliga-
de las funciones que delega su titular es también así fuente de ción carece de la referencia en el previo ejercicio de la libertad
deberes positivos especiales con legitimación en la idea de auto- del obligado 165.
nomía ,63.
a) Un primer planteamiento posible sería el de entender
8. En el apartado anterior legitimábamos la imposición de que todos los que pueden, deben —que todos los bañistas que
deberes positivos especiales en la idea del respeto a la autono- contemplan al niño que se ahoga responden, que responden igual
mía ajena en el ejercicio de la propia. Más delicada se muestra que el padre o que el socorrista, y que responden tanto como si
la cuestión de si con los valores elegidos de autonomía e igual- ellos hubieran ahogado activamente al niño—; esto es, el de con-
dad para vertebrar una política criminal determinada es posible vertir el deber especial en deber general. Esta posición, amén de
justificar la imposición de deberes especiales penalmente refor- aparentemente igualitaria, parecería muy útil para la protección
zados para mejorar o suplir la autonomía ajena cuando el riesgo general de la autonomía, pues configura un mundo de salvadores
que la amenaza o su desprotección nada tiene que ver con el («garantes sin fronteras»), de rescatadores, de conjuradores de
ejercicio de la autonomía del obligado ¿Cabe obligar a alguien
a proteger, a salvar, al que no puede protegerse, del mismo peligros, que aparentemente depararía grandes réditos para el ni-
modo severo en el que se le obliga a no dañarle, cuando el ries- vel general de autonomía.
go que le acecha es ajeno a ese alguien y cuando también lo es Esta última justificación, que afecta al primero de los dos es-
su desprotección? ,64. labones de la legitimación de las obligaciones jurídicas —se pre-
serva más autonomía de la que se sacrifica—, debe ser ya pues-
162
Normalmente el individuo asumirá este tipo de obligaciones que restrin- ta en cuarentena. Desde la perspectiva de la autonomía
gen su autonomía a cambio de bienes o servicios que la expanden. En cualquier sacrificada y la preservada, ha de acentuarse que una directriz ju-
caso es preciso matizar las dos siguientes cosas: la asunción libre es ya valiosa rídica tal configuraría un mundo de autonomías personales fuer-
en cuanto ejercicio de la autonomía, con independencia de que se trate o no de
una asunción lucrativa; el valor abstracto de la autonomía no se contradice con temente constreñidas. Dado que se trata de obligaciones perso-
que su ejercicio consista precisamente en circunscribirla o en alienarla. Como nales de hacer severamente coactivas por la pena que amenaza su
afirma J. RAWLS respecto a las libertades básicas, el que sean «inalienables no
excluye la posibilidad de que incluso en una sociedad bien ordenada algunos
ciudadanos puedan querer circunscribir o alienar una o más de sus libertades bá- (...). Pues el peligro que amenaza al sujeto necesitado no procede de la esfera
sicas», por ejemplo, prometiendo el voto a un determinado partido o sujetando organizativa del sujeto llamado a la salvaguarda ajena. Ello obliga, en primer lu-
su conciencia a una autoridad religiosa {Sobre las libertades, cit, pp. 116 y ss.). gar, a fundar la responsabilidad en otras buenas razones —ya deriven del prin-
163 cipio de solidaridad intersubjetiva o de otros principios axiológicos— y, en se-
A pesar de que exige para su constitución «un comportamiento "prece-
dente" de asunción voluntaria de una función específica de amparo de un con- gundo lugar, a exigir que éstas posean —si es que ello es posible— el mismo
creto interés "ajeno"», BALDÓ funda en razones de solidaridad intersubjetiva los peso axiológico que las que fundamentan la responsabilidad por injerencia pro-
deberes especiales de amparo activo de intereses del sujeto necesitado frente a pia —activa u omisiva—» {op. cit., p. 59).
165
fuentes de peligro ajenas —deberes de salvaguarda ajena— {op. cit., pp. 57 Corremos el riesgo de ilegitimidad que comporta el trocar un Derecho
y s s -)- Penal que reprime el mal en un Derecho Penal que persigue el bien, por seguir
164
Como afirma BALDÓ, «ya es más dudoso que esta responsabilidad esté la expresión que utiliza equívocamente F. MANTOVANI para referirse, respectiva-
fundada en una equivalencia material y estructural en el plano normativo con mente, al «Derecho Penal de la acción» y al «Derecho Penal de la omisión» {op.
una "determinada" comisión activa que realiza un determinado precepto penal cit, p. 484).
78 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA
m. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 79
infracción, la sociedad resultante sería una sociedad de indivi-
duos reducidos relevantemente en su autonomía, agobiados por b) Las anteriores reflexiones conducen a negar la justifica-
ción de una asignación general de posiciones de garantía a todo
la multitud de obligaciones importantes que recaen sobre ellos y aquel que pueda preservar la autonomía de quien no puede pre-
en alerta permanente para no infringirlas 166. Repárese en que, servarla. Peor aún que la anterior sería sin embargo la alterna-
frente a las ya discutibles obligaciones que supone el tipo común tiva de negar todo deber especial de protección que no se derive
de omisión de socorro a las que antes hacía referencia, el así obli- del ejercicio previo de la libertad. Allá cada uno con sus proble-
gado respondería por el resultado acaecido y que lo haría aunque mas y con el grado de autonomía que le deparen sus méritos o el
su omisión se debiera a la existencia de cierto riesgo propio. Re- azar: en cualquier caso no existe legitimidad para forzar jurídica-
sultaría además que tal solución acarrearía los inconvenientes mente la autonomía de los individuos con severas obligaciones
propios de la punición igual para comportamientos de desvalor de actuación de cara a la mejora de la autonomía ajena si no hay
muy diferente —se penaría igual ahogar al niño que no salvarle; una determinada relación entre el obligado y la debilidad de la
impedir el hurto en la empresa que hurtar— 167. autonomía que se quiere preservar.
Pero el verdadero talón de Aquiles de una generalización tal Esta alternativa, incluso si se reserva al ámbito de actuación
de las obligaciones, que dejarían por ello de ser especiales, es su penal, se revela como difícilmente soportable. Por una parte, por-
falta de justificación axiológica en el ejercicio previo de la auto- que presupone un ámbito de autonomía correlativo al mereci-
nomía. Con ello, por cierto, resultaría que esta solución aparen- miento de su titular, de modo que carecería de justificación la
temente igualitaria no lo sería tal con una visión mínimamente resta de autonomía del que se ha esforzado más en ampliarla a fa-
profunda, pues obligaría igual a personas que tienen un distinto vor del que nada ha hecho por preservar la suya. Por otra parte,
grado de implicación en el peligro que se quiere abortar —igual porque condena a la falta de protección suficiente a quien exis-
al bañista que al padre del niño o que al socorrista— 168, amén de tencial o coyunturalmente no puede protegerse.
que podría generar problemas de coordinación en la salva-
ción 169. c) La solución pasa, creo, por proveer de una protección,
no de todos y cada uno, sino colectiva, allí donde la misma se re-
166
vele necesaria o conveniente para la preservación de la autono-
Como argumento en contra de la estipulación de deberes generales po- mía o de sus presupuestos. Esta protección se encauza a través
sitivos se ha alegado que mientras que la lista de acciones que podemos realizar del Estado (en general: de las instituciones públicas) a través de
es siempre finita, las omisiones, que no requieren tiempo, son infinitas. De este
modo cabría pensar que podemos vivir sin realizar acciones prohibidas, pero no la contribución económica, que no personal, de todos los ciuda-
sin omitir lo debido si lo debido se generaliza (sobre este argumento, vid. GAR- danos, con lo que es menor el sacrificio de su autonomía para
ZÓN VALDÉS, LOS deberes positivos..., cit., pp. 19, 27).
167
proveer la ajena. El Estado a su vez delegará en personas que
Como afirma C. S. NIÑO, «la idea de que una omisión es, salvo casos es- asumirán deberes de garantía a través del mecanismo de la asun-
peciales, menos mala desde el punto de vista moral que una acción positiva que
tiene exactamente las mismas consecuencias nocivas parece gozar de una acep- ción.
tación prácticamente universal» {Ética..., cit., p. 318).
168
Como afirma GÓMEZ BENÍTEZ, «la exigencia de que el omitente tenga un Creo que la asignación de deberes de garantía al Estado no
deber de garante, como condición para que su omisión realice la acción típica encuentra objeciones severas desde la perspectiva de la propor-
en los delitos de resultado, sólo puede explicarse por el mayor desvalor que su cionalidad del sacrificio del obligado, ampliamente diseminado
omisión tiene para el colectivo social en relación a la de aquel que no tiene ese y traducido en una contribución material. Y, a partir del sacrifi-
deber específico. Es decir, que sólo la desvaloración social de la omisión del ga-
rante se equipara a la del que realiza activamente el tipo penal» (op. cit., p. 589). cio equitativo que suponen de la autonomía de los ciudadanos,
169
En general, sobre la duplicación de esfuerzos que comportan los debe-
res generales positivos, vid. C. WELLMAN, Welfare Rights, Totowa (Rowman Lit-
tlefield), 1982, p. 160. Sobre la necesidad de coordinación de los esfuerzos para el cumplimiento de los deberes positivos generales, vid. GARZÓN VALDÉS, LOS
deberes positivos..., cit., p. 22.
80 III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA III. FUNDAMENTO DE LOS DEBERES DE GARANTÍA 81

tampoco parece que se levanten barreras importantes desde el Sólo en el caso de los menores de edad, supuesto eventual-
punto de vista de la justificación axiológica del destinatario, mente extensible a otros casos de incapacidad personal, emerge
como lo demuestra la moderna consolidación del Estado social. la duda de si debe estimarse que esa labor sólo la pueden reali-
Se trata así, siguiendo ahora la terminología propuesta por zar adecuadamente ciertas personas —los padres—, y si eso es
RAWLS, de un modelo de cooperación razonable, en cuanto que así aun cuando no asuman dicha tarea libremente. En cualquier
su reparto es equitativo, y racional, en cuanto que supone global- caso, en este ámbito pierde el Derecho Penal buena parte de su
mente ventajas para todos los participantes 170. soberanía adscriptiva y aparece vinculado por las instituciones
protectoras de Derecho Civil, que son así las que deben some-
9. Los principios anteriores nos conducen a los siguientes terse a análisis de legitimación.
apuntes relativos a la adecuada adscripción penal de posiciones
de garantía. Estos apuntes son los que pretendo desarrollar en el
resto del trabajo.
a) El ejercicio activo de la propia autonomía origina posi-
ciones de garantía en relación a los objetos y animales que se en-
cuentran en nuestro ámbito de organización y respecto a las per-
sonas que actúan en el mismo a nuestras órdenes, sin margen
relevante de autonomía. Asimismo somos garantes de la inocuidad
de nuestros propios comportamientos peligrosos. También, final-
mente por lo que respecta a este primer fundamento, podemos
constituirnos libremente en garantes a través de la asunción del
correspondiente deber por parte de quien era titular del mismo.
De este principio de respeto a la autonomía de la persona y
de anudación a la misma de responsabilidad se infiere que no
existen deberes de garantía en relación con el control del com-
portamiento autónomo de otros ni para la preservación del gra-
do propio de autonomía.
b) Las necesidades de protección de las personas no autó-
nomas y el acometimiento de una protección racional colectiva
deben ser distribuidos equitativamente entre todos, con un sacri-
ficio igual de la autonomía de cada uno. Es por ello una tarea
que corresponde en principio sólo al Estado —rectius: a las ins-
tituciones públicas—, que luego obviamente la delega en perso-
nas físicas —y que en tal sentido podemos denominar genérica-
mente como funcionarios— que la asumen libremente. Las
dimensiones de esa tarea constituyen una decisión política co-
lectiva relativa a costes y beneficios.

170
J. RAWLS, Sobre las libertades, cit., p. 43.
IV. DEBERES DE GARANTÍA DERIVADOS
DEL EJERCICIO DE LA PROPIA AUTONOMÍA

En función de su fuente de legitimación, y siguiendo una cla-


sificación que se va imponiendo desde la decisiva aportación de
JAKOBS, tenemos, pues, un primer gran grupo de deberes de ga-
rantía que encuentran justificación en el ejercicio de la autono-
mía del sujeto y en la restricción que para el mismo comporta la
atribución general de autonomía. El sujeto es libre para hacer y
poseer, pero debe velar por que su modo de vida no interfiera en
las opciones de vida de los otros. Somos así garantes de la in-
demnidad de los bienes respecto a los peligros que emanen de
nuestro ámbito de organización: de nuestras cosas y de nuestros
animales, de las personas que por la razón que fuere actúan para
nosotros sin margen relevante de autonomía, de nuestros propios
comportamientos.

IV. 1. El mantenimiento de fuentes


de riesgo en el ámbito propio

A) FUNDAMENTO Y LÍMITES

1. Tan obvio es que somos garantes de que las tejas del te-
jado de nuestra vieja casa no caigan sobre un transeúnte 171, de
que nuestro perro no muerda al cartero 172, o de que nuestro hijo

171
ALASTUEY DOBÓN recoge algunas sentencias del Tribunal Supremo rela-
tivas a la omisión de contener peligros derivados de propiedades peligrosas {De-
litos de comisión por omisión en la jurisprudencia del Tribunal Supremo, en
«ADPCP», 1992, pp. 974 y ss., pp. 1015 y ss.).
172
La SJP Palma de Mallorca núm. 419/2000, de 19 de enero, condenó por
homicidio imprudente al dueño de un perro que se escapó cuando lo paseaba su
hijo menor de edad y que mató a un niño. Vid. la relación de supuestos de la ju-
risprudencia del Tribunal Supremo que aporta ALASTUEY DOBÓN relativos a la
omisión de custodia de animales (op. cit., pp. 1002 y ss.).
84 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV1. MANTENIMIENTO DE FUENTES DE RIESGO EN EL ÁMBITO PROPIO 85

de tres años no arroje la plancha por la ventana hacia la cabeza B) LA TITULARIDAD DE UN LOCAL COMO FUENTE DE GARANTÍA
de los que toman un refresco en la terraza de abajo, como que no
lo somos respecto de la utilización que otros hagan de nuestras 1. Aparentemente a medio camino de los supuestos de uti-
cosas tras habernos desposeído de ellas. La explicación resulta lización peligrosa por un tercero de un elemento ilícitamente ex-
obvia a partir del propio punto de partida, pues el peligro no se traído del ámbito ajeno de dominio (caso del que golpea a otro
deriva ya de lo que se encuentra en nuestro ámbito de organiza- con la teja del tejado ajeno) y de los supuestos de descontrol del
ción, sino de un objeto que ya no pertenece al mismo. Así, no so- dominio que se expande (caso del perro que muerde al cartero)
mos garantes respecto de la utilización agresiva que haga un ter- podría situarse la controvertida cuestión de si el dueño de un lo-
cero de la teja arrancada por él de nuestro tejado ni respecto a la cal (un bar, un domicilio) es garante de que en el mismo no se co-
salvación de la víctima golpeada con ella en la cabeza y con una metan delitos.
abundante hemorragia.
Digo «aparentemente» porque en realidad se trata de un su-
Si en los primeros ejemplos resulta evidente que, dicho me- puesto similar al primero de los citados en cuanto a la generación
tafóricamente, el ámbito de dominio del sujeto se expande peli- de posiciones de garantía. No se trata aquí de cursos de peligro
grosamente hacia otro (la teja, el perro, el niño) y que por ello que emanen del entorno dominado por el titular, como sucede
le corresponde controlarlo para evitar la lesión de la autonomía paradigmáticamente con el caso del perro o con el de la pistola,
ajena, en el segundo ejemplo parece claro que la expansión no- sino de que un elemento inocuo del mismo es convertido en peli-
civa la realiza un tercero utilizando ilícitamente la propiedad del groso por un tercero, que es el que organiza, el que ejerce su li-
sujeto, y que el peligro no es expresión del ejercicio de la liber- bertad, y el que a partir de ello tiene el deber de omitir (ser cui-
tad de éste, sino que se hace, sí, con sus medios, pero muy a su dadoso), o el de hacer (garantizar que no se produzca el
pesar. resultado), o ambos a la vez, en relación con el resultado que se
2. No otra solución que la de los primeros supuestos mere- estima disvalioso. La tolerancia del titular del dominio utilizado
ce la de aquéllos que consisten en que el sujeto tiene en su ám- puede catalogarse, en su caso, de colaboración en la obra de
bito una fuente de peligro que en el uso normal de las relaciones otro, si cabe atribuir a dicho comportamiento un sentido objeti-
sociales sitúa al alcance de otros sin advertir del riesgo y sin que vo de favorecimiento del delito 173, cosa que a priori podría pa-
dicho riesgo sea reconocible. Esto nos parece obvio en el cono- recer difícil en conductas generalmente adecuadas tales como
cido ejemplo de quien deja un arma cargada al alcance de un permitir la entrada y permanencia de alguien en un estableci-
niño, pero no lo es menos cuando lo que sucede es que un adul- miento público 174. Otra solución llevaría al absurdo de conside-
to, una persona plenamente autónoma, pero en el caso concreto rar que es partícipe el que cede activamente un local para la co-
tan desinformada como el niño del supuesto anterior, recibe un misión de un delito, pero que es autor si lo que hace es proceder
fuerte calambrazo cuando va a encender la luz del baño en casa a la facilitación pasiva del mismo.
de un amigo o cuando utiliza el coche sin frenos que éste le ha
dejado. Que aquí no sea la montaña la que va a Mahoma, sino La toma anterior de posición corrige la grosera tacha de la alter-
Mahoma el que va a la montaña no puede ocultar que lo que en nativa, consistente en hacer garantes (autores) a unos de los com-
todo caso ha acaecido es un daño proviniente de un ámbito de portamientos delictivos de otros plenamente autónomos, con
dominio no controlado por su titular.
173
Vid. al respecto FEIJÓO SÁNCHEZ, Limites de la participación criminal,
Granada, Comares, 1999, pp. 60 y ss.
174
Pues «no se le puede reprochar a una persona que realice una conducta
socialmente adecuada, y que, posteriormente, ésta se vea transformada por un
tercero en una conducta delictiva» (FEIJÓO SÁNCHEZ, Limites..., cit., p. 10).
86 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
IV1. MANTENIMIENTO DE FUENTES DE RIESGO EN EL ÁMBITO PROPIO 87
quiebra del principio de responsabilidad personal. Las conse-
cuencias extensivas a las que lleva esta concepción son, además, mo 177. Esta línea jurisprudencial debe analizarse desde la pers-
inaceptables. Piénsese en la frecuencia con la que un local es un pectiva múltiple de los diversos problemas que intenta resolver.
elemento decisivo del delito, que busca habitualmente la clan- Está por un lado la cuestión ya aludida —y respondida con una
destinidad; repárese con ello en que esta teoría convierte en ga- negación— de si el dueño de local es garante, en su sentido pro-
rante al titular de un espacio cerrado respecto a ciertos delitos pio, que sitúa esta categoría como requisito de atribución de re-
que en él cometan su familia, sus empleados, sus amigos, sus vi- sultados a título de autor. Subyace también el problema de si de-
sitas. Como señala JAKOBS, «nadie es garante, como titular de un nominamos garantes a los obligados a controlar su ámbito de
local, de que las personas que se encuentran dentro no se inflijan dominio para que el mismo no favorezca que otros cometan deli-
daños entre sí, pues las personas libres conservan su propio ám- tos: de si la participación omisiva cuenta entre sus requisitos la
bito de organización también en locales ajenos» 175. posición de garantía 178 y si esta posición es la misma a la que nos
referimos cuando hablamos de la imputación a título de autor. Y
2. La titularidad del local donde se realiza el delito de otro está asimismo, en tercer lugar, la cuestión del criticable «café para
—donde otro realiza «su» delito— sólo puede tener un significa- todos» de la tipificación de los delitos de tráfico de drogas, en los
do de participación —activa u omisiva— en el mismo. Para el que cualquier tipo de participación se eleva a la categoría de au-
análisis de que dicha participación se ha producido habrán de uti- toría por mor de la expansiva técnica de incriminación 179.
lizarse la pautas propias de dicho tipo de imputación; singular-
mente, en cuanto comportamiento omisivo, que se trate de una >77 STS 106/1996, de 10 de febrero (f. D. 6). También, SSTS 868/1998, de
contribución al hecho y no de una simple falta de entorpeci- 24 de junio (ff. D. 3 y 4); 1290/1998, de 22 de enero de 1999 (f. D. 3); 1533/1998,
miento del mismo, y para ello, en lo que respecta a los casos más de 11 de diciembre (f. D. único); 1877/2000, de 7 de diciembre (f. D. 1).
178
frecuentes y debatidos de locales abiertos al público, habrá que Cosa que afirma nuestra jurisprudencia según «la doctrina científica ca-
atender tanto al criterio de presunción de regularidad de las con- lificable como mayoritaria y más autorizada» (STS 1014/1997, de 9 de julio,
f. D. 9; también, SSTS 2242/1994, de 26 de diciembre, f. D. 2; 1480/1999, de
ductas generalmente adecuadas como al expreso deber jurídico 13 de octubre, f. D. 2). Que el garante sea partícipe y no autor dependerá de que
que se impone a los titulares de dichos locales de impedir deter- no quepa afirmar que su actuación hubiera evitado el resultado y sí que lo hu-
minados delitos o infracciones administrativas relativas al consu- biera dificultado: de que «la omisión del deber de actuar del garante sólo haya
mo y tráfico de drogas 176. contribuido, en una causalidad hipotética, a facilitar o favorecer la causación de
un resultado propio de un delito de acción o comisión» (STS 18/1998, de 12 de
enero; f. D. 4). «Comisión por omisión en grado de autoría existirá cuando pue-
Nuestro Tribunal Supremo sostiene que siempre que el local da formularse un juicio de certeza, o de probabilidad rayana en la certeza, sobre
«constituya un factor decisivo para la ejecución del delito o para la eficacia que habría tenido la acción omitida para la evitación del resultado.
asegurar el resultado del hecho» es autor del delito de tráfico de Comisión por omisión en grado de complicidad existirá, por su parte, cuando el
drogas el dueño del local que tolera que se realice en el mis- mismo juicio asegure que la acción omitida habría dificultado de forma sensi-
ble la producción del resultado, lo que equivaldría a decir que la omisión ha fa-
cilitado la producción del resultado en una medida que se puede estimar apre-
175
Derecho Penal..., cit, p. 980, § 29, n. m. 37. En el mismo sentido, ciable» (STS 1538/2000, f. D. 2). Repárese en la confusión de planos que esta
B. SCHÜNEMANN, Grund und Grenzen..., cit., pp. 360 y ss.; R. D. HERZBERG, Un- tesis supone: entre el de la relevancia penal de la omisión, que presupone efica-
terlassung..., cit., pp. 332 y ss.; W. STREE, comentario al § 13, cit., n. m. 54, cia salvadora de la acción omitida, y el de la valoración de su contribución al re-
p. 225; BACIGALUPO ZAPATER, Principios..., cit., p. 406; comentario..., cit., sultado.
p. 434; MIR PUIG, op. cit., p. 321, n. m. 70. En una fase anterior de nuestra jurisprudencia se detectaba cierta reticencia
176
El artículo 23.h) de la Ley Orgánica 1/1992, de Seguridad Ciudadana, a asociar la posición de garantía con la imputación a título de autor y a la vez,
tipifica como infracción muy grave «(l)a tolerancia del consumo ilegal o el trá- complementariamente, cierta inclinación a considerar dicha posición como pro-
fico de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas en locales o pia de la participación (vid. al respecto LUZÓN PEÑA, La participación por omi-
establecimientos públicos o la falta de diligencia en orden a impedirlos por par- sión..., cit. —en «Estudios...», cit.—, pp. 231 y ss.; DÍAZ Y GARCÍA-CONLLEDO,
te de los propietarios, administradores o encargados de los mismos». Omisión de impedir delitos..., cit., p. 207).
179
«Sin descartar la posibilidad teórica de que en materia de tráfico de dro-
88 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV1. MANTENIMIENTO DE FUENTES DE RIESGO EN EL ÁMBITO PROPIO 89

Siguiendo a ROXIN cabe señalar que son garantes los que es- te una acción que estaba dispuesto a llevar a cabo al margen de
tán emplazados a evitar el resultado, de modo que si existe tal de- toda comisión delictiva y que habría impedido o dificultado ob-
ber y el delito es realizable por omisión, la imputación a que dan jetivamente la comisión del hecho. Por el contrario queda impu-
pie estos requisitos lo es a título de autor y no a título de partíci- ne quien omite, aun sabiendo de la comisión del delito, una ac-
pe. La participación por omisión queda para los garantes que no ción que impediría o dificultaría el resultado, acción que de todos
impiden la comisión de delitos cuya autoría por omisión no está modos no habría llevado a cabo. Formulándolo brevemente:
tipificada (delitos de propia mano, delitos de infracción de un de- quien para posibilitar un delito abandona la resolución de actuar
ber personalísimo, delitos de apropiación) y para los no garantes ya adoptada, incurre en participación; quien no hace el esfuerzo
que contribuyen omisivamente al hecho 18°. Al calibrar esta con- de decidirse a contrarrestar un delito, queda impune» 181.
tribución debe prestarse atención para no identificarla con el En el marco de esta reflexión deben incardinarse los supues-
simple no dificultar el hecho delictivo. A tal efecto, «la inactivi- tos de inactividad con las conductas delictivas que se realizan en
dad aparece como facilitación y favorecimiento positivo de un el espacio privado propio o en el establecimiento público que se
hecho cuando el sujeto, en consideración al delito planeado, omi- administra. Respecto a los primeros no debe olvidarse que el do-
micilio propio, en el sentido constitucional del término, es un es-
gas existan formas alternativas de participación distintas de la autoría, la es-
pacio de soberanía individual imprescindible para la preserva-
tructura y naturaleza del tipo penal hace que los supuestos desviados de la par- ción de la intimidad y, con ello, para una vida digna. Esta
ticipación directa tengan un carácter excepcional, ya que no podemos olvidar caracterización de la morada —dicho ahora en términos pena-
que nos encontramos ante un delito de mera actividad que se consuma inicial- les— y la regulación constitucional y penal consecuente hacen
mente por la mera posesión o tenencia de la droga con finalidad de difusión y que tengamos que presumir que la presencia ajena en el «territo-
venta a terceros. Ello hace que todos los que aparecen presentes en el momento
en que se produce la transacción y que conocen y alientan o no impiden la di- rio» privado de alguien sólo es posible con su tolerancia, porque
fusión, se presenten inicialmente como partícipes a título de autor» (STS él lo ceda. Esto hace que dicha tolerancia pueda ser calificada
868/1998, f. D. 4).
180
como contribución activa u omisiva al delito cuando la presencia
Autoría y dominio..., cit., pp. 516 y ss. SILVA SÁNCHEZ afirma que «la ajena tiene entre sus objetivos previsibles la comisión de un deli-
participación de un sujeto en comisión por omisión» cuando la «identidad es-
tructural» se establece con el tipo de partícipe. «Esto se producirá cuando el to, cosa que se dará en los supuestos de habitualidad de tal co-
compromiso efectivo del sujeto en cuanto a actuar a modo de barrera de con- misión en tal espacio 182.
tención del riesgo se refiere, no al riesgo que de modo directo e inmediato se
realiza en el resultado, sino a otros que contribuyen a que el mismo se realice Un razonamiento no excesivamente distante del anterior
(...). El primer supuesto en que tal cosa sucede es aquél en que al omitente le puede darse en el caso de los titulares de los establecimientos
faltan los elementos subjetivos de autoría que requiere el hecho principal, o éste públicos en los que se trafica con drogas. La cesión del espacio
es de mera actividad, de propia mano, de medios determinados, de apropiación,
etc. (...). Ello ocurre también cuando el compromiso efectivo asumido se refie- para la comisión del delito, cuando ésta sea previsible, no se
re a actuar como barrera de contención del riesgo de un sujeto que en el caso constata aquí, obviamente, a partir del estricto derecho de admi-
concreto obra también como partícipe, sea inductor, cómplice o cooperador ne- sión y presencia que posee el titular de un domicilio como par-
cesario» (Aspectos de la comisión..., cit., pp. 389 y ss.; también en Artículo 11, te de un derecho fundamental, sino de la expresa obligación ju-
cit., pp. 485 y ss.). Para LUZÓN PEÑA «la no evitación o no obstaculización del
delito sólo constituirá cooperación, necesaria o no (complicidad), al delito si le rídica que se impone a los titulares de los establecimientos
ayuda o facilita la realización del tipo al autor, y ello no tiene nada que ver con públicos de impedir tal utilización. Con independencia del jui-
que el omitente sea o no garante. (...) Puede haber circunstancias en las que la
pasividad o, en cualquier caso (aunque sea realizando otra actividad), la omisión 181
de una actividad de impedir un delito favorezca, haga más fácil la comisión de C. ROXIN, Autoría y dominio..., cit, p. 527.
182
éste por el autor, y en tal caso será algo más que omisión propia (de impedir de- En la STS 1877/2000, de 7 de diciembre, se afirma tajantemente que el
litos) y constituirá cooperación mediante omisión» (La participación..., cit. «permitir que otro utilice la propia vivienda para cometer un delito es, en todo
—en «Estudios...», cit.—, pp. 244 y ss.). caso, una forma de favorecimiento» (f. D. 1).
90 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
IV2. LA INJERENCIA 91
ció político que pueda merecer esta especie de delegación espe-
cífica de labores de policía, es lo cierto que la obligación de de- lito de utilización de menores para la elaboración de material
nuncia del hecho o de expulsión del local hacen que su ausencia pornográfico: ¿no hace acaso el dueño del domicilio en el que se
realizan las películas con su conocimiento algo más que no evi-
pueda verse precisamente como la omisión de una resolución de tar del delito ajeno?
actuar —siquiera ex lege— ya adoptada. Visto con otro prisma:
estamos ante una decisión del legislador orgánico que determi- La valoración político criminal es diferente en relación con
na que los actos de consumo y tráfico de drogas en un local los delitos de tráfico de drogas en establecimientos públicos. La
abierto al público no son algo ajeno al titular de éste: que éste reflexión precedente se ha realizado a partir de una base norma-
contribuye a los mismos en la medida en que no trate de impe- tiva que no considero adecuada. Me parece discutible el especí-
dirlos. La reflexión anterior no conduce a convertir una infrac- fico deber que se asigna a los administradores de establecimien-
ción administrativa en un delito —en la participación en un de- tos públicos; me parece sorprendente que el mismo se refiera
lito—, en contra de la voluntad del legislador, a la vista de que sólo a una clase de delitos, no caracterizados por ser los más gra-
el precepto analizado de la Ley Orgánica de Seguridad Ciuda- ves. Mucho peor que la anterior es la dura, indiferenciada y anti-
dana [art. 23.h)] sigue teniendo un ámbito propio, relativo a la liberal política penal en materia de drogas. Eso es, sin embargo,
tolerancia con infracciones administrativas —consumo de dro- harina de un costal en el que ahora no me es posible entrar.
gas— y a la participación imprudente en delitos, ya que la con-
ducta incluye la mera falta de diligencia.
Con todos estos ingredientes cabe discrepar sólo parcialmen- IV.2. La injerencia
te de la doctrina del Tribunal Supremo 183. No hay fundamento
material para decir que el titular del local es garante. Sí que exis- A) FUNDAMENTO Y LÍMITES
ten argumentos, a la luz de lo expuesto y de la brillante solución
propuesta por ROXIN, que hacen que podamos catalogar el com- 1. El debate sobre el fundamento y los límites del deber de
portamiento omisivo del titular del domicilio respecto a cuales- garantía se vuelve mucho más agrio y encontrado cuando se re-
quiera delitos cometidos en el mismo y el del dueño del local res- fiere, no a la expansión de nuestro ámbito de organización ge-
pecto al tráfico de drogas desarrollado en su establecimiento nerada por nuestras cosas, sino a la expansión que generamos
como contribuciones omisivas punibles y no como una simple nosotros mismos con nuestro comportamiento. En materia de
falta de entorpecimiento del delito de otros. delimitación de la responsabilidad penal severa por omisión uno
de los puntos más controvertidos es el de si nuestro actuar peli-
Lo primero constituye además una solución adecuada desde groso nos puede convertir en garantes de la inocuidad del mis-
el prisma de política criminal, consistente con el derecho funda- mo 184 y el de, si esto es así, en qué supuestos surge tal obliga-
mental a la inviolabilidad de domicilio. Baste para apreciarlo el ción. Para algunos autores sólo surge un deber de garantía del
huir del ejemplo del delito de tráfico de drogas, cuya discutible actuar precedente antijurídico 185; para otros basta con que la ac-
dureza y existencia pervierte el razonamiento, y pensar en un de-
184
Cosa que niegan, por ejemplo, B. SCHÜNEMANN {Grund und Grenzen...,
183
Sobre la prueba de la participación omisiva, vid. la interesante STC cit. pp. 316 y ss.; Zur Kritik..., cit, pp. 231 y ss.), HUERTA TOCILDO {Principa-
171/2000 y el comentario crítico a la misma de ZUGALDÍA ESPINAR, Presunción les novedades..., cit., p. 177) y GRACIA MARTÍN {La comisión por omisión..., cit.,
de inocencia y subsunción (Un lamentable malentendido de la STC de p. 93).
185
26.6.2000), en «Actualidad Jurídica Aranzadi», 450, 3 de agosto de 2000. So- Así, H. J. RUDOLPHI, Die Gleichstellungsproblematik der unechten Un-
bre la prueba de la omisión, vid. el artículo que con tal título publicó PÉREZ DEL terlassungsdelikte und der Gedanke der Ingerenz, Gotinga (Scwartz), 1966,
VALLE en «Actualidad Jurídica Aranzadi», 457, 19 de octubre de 2000. pp. 157 y ss., 163 y ss. (también en comentario al § 13, cit., n. m. 39 y ss.,
pp. 44/2 y s.); W. GALLAS, Studien zum Unterlassungsdelikt, Heidelberg (Decker
92 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV.2. LA INJERENCIA 93
186
tividad del sujeto suponga el desarrollo de un riesgo , o de un una sociedad de seres igualmente autónomos no comportan de-
riesgo especial, como lo es por ejemplo la caza o la producción beres absolutos de cuidado y de control, cosa que eliminaría pre-
de ciertos bienes 187. cisamente la autonomía del sujeto. Debe subrayarse así, en pri-
mer lugar, que el sujeto no debe quedar penal y severamente
2. A partir del fundamento de las obligaciones que antes se obligado al control de cualesquiera cursos de riesgos que se de-
ha esbozado creo que las respuestas a las preguntas fundamenta- riven de la conducta propia, con independencia de la voluntad del
les enunciadas acerca de si podemos ser garantes por nuestra in- sujeto respecto a los mismos y con independencia también de su
jerencia en los ámbito ajenos y de cuándo se produce esta obli- conciencia al respecto. Cuando se responda, cuando surja la obli-
gación son las de «sí» y «siempre que dicha injerencia suponga gación especial, en segundo lugar, ello no debe comportar un de-
un ejercicio normal de la libertad del sujeto». La atribución ge- ber absoluto de control del riesgo. Ni se trata en todo caso de que
neral e igual de autonomía comporta una restricción de la misma el sujeto se abstenga de toda acción peligrosa, ni se trata de que
destinada precisamente a posibilitarla en tales condiciones de ge- controle toda acción peligrosa que provenga de sí o de su ámbi-
neralidad e igualdad. Esta restricción no se articula únicamente a to de dominio hasta hacerla absolutamente inocua. La economía
través de prohibiciones de injerencia activa en la libertad ajena, de la autonomía exigirá en algunos casos mandatos y prohibicio-
sino que lo hace también a través de mandatos de control de nes absolutas, cuando exista la certidumbre de un resultado noci-
nuestro propio ámbito de organización, incluido nuestro propio vo derivado de la iniciación o del descontrol de un curso de ries-
comportamiento. Porque somos libres, se nos exige que seamos go. Lo que sucederá normalmente, sin embargo, es que, a partir
cuidadosos en el uso de esa libertad y que garanticemos además de un contexto de incertidumbre de las consecuencias de los pro-
que la misma será inocua para la libertad ajena. pios comportamientos y a partir de las ventajas de.las conductas
Naturalmente que las posiciones de cuidado y de garantía que o de los procesos arriesgados, lo que el ordenamiento va a pedir
es que se maneje cuidadosamente el propio comportamiento y
se derivan de nuestra propia condición de seres autónomos en
que eventualmente se emprendan nuevos comportamientos que
contrarresten la peligrosidad de los iniciales. Porque somos libres
& Müller), 1989, pp. 86 y ss.; H. H. JESCHECK y Th. WEIGEND, op. cit., p. 625; se nos exige que seamos cuidadosos en el uso de la misma y que
W. STREE, comentario al § 13, cit., n. m. 35, p. 218; CEREZO MIR, Derecho Pe- garanticemos su inocuidad.
nal..., cit., p. 228, n. 28; Curso..., cit., p. 264.
Supuestos de posiciones de garantía por actuar precedente antijurídico son
los de las SSTS de 21 de diciembre de 1977, 25 de abril de 1988, 8 de julio de Volviendo a la primera de las limitaciones de la generación
1991 y 13 de julio de 1991. Vid. también la relación de sentencias que aporta de deberes, debe subrayarse, en sintonía con el presupuesto tan-
ALASTUEY DOBÓN relativas a vehículos abandonados en la calzada sin señaliza- tas veces mencionado de que la obligación surge de la libertad,
ción {op. cit., p. 1008). que el deber de garantía respecto al control del propio comporta-
186
Así, G. FREUND, Derpraktische Fall-Strafrecht: Ein Kneipenbummel mit
Folgen, en «Jus», 1990, p. 216; R. MAURACH, K. H. GÓSSEL y H. ZIPF, Stra- miento y de sus consecuencias sólo surge en la medida en que
frecht. Allgemeiner Teil, vol. 2, Heidelberg (C. F. Müller), 1989 (7.a ed.), § 46, quepa catalogar al mismo como fruto del normal ejercicio de la
nn. mm. 98 y ss.; pp. 205 y ss. autonomía personal. Esto no sucederá paradigmáticamente en los
Vid. la relación de supuestos jurisprudenciales que elabora ALASTUEY DO- supuestos clásicos de ausencia de acción penal (fuerza irresisti-
BÓN relativos a apertura de zanjas en la vía pública sin cierre ni advertencia pos-
teriores {op. cit., pp. 1006 y ss.). ble, estados de plena inconsciencia, movimientos reflejos), pero
187
Así, fundamentalmente, JAKOBS, Teoría y praxis..., cit., pp. 79 y ss. Tam- tampoco en los de falta de exigibilidad (por miedo insuperable,
bién, BACIGALUPO ZAPATER, Principios..., cit., p. 407; comentario..., cit., p. 435. por ejemplo). Tampoco surgen deberes de garantía por injerencia
Un resumen de las diversas posturas en torno a la problemática de la injerencia cuando el sujeto no es consciente del carácter peligroso de su
como fuente de posiciones de garantía puede encontrarse en SANZ-DÍEZ DE UL-
ZURRUN LLUCH. La comisión por omisión en el Código Penal de 1995, en «La comportamiento. Esto es así porque sólo el conocimiento posibi-
Ley», 1989-1, pp. 1751 y ss. lita la libertad, y sólo la libertad posibilita el deber. La asignación
IV2. LA INJERENCIA 95
94 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
su conducta sea peligrosa para otros y que ello engendraría un
del deber de garantía exige así una relación subjetiva del agente deber de control de la inocuidad de la misma cuya inobservancia
respecto al curso de riesgo que desata análoga a la que supone el hará que se le impute el resultado. Sin embargo, como la propia
dolo (natural) respecto a los elementos del tipo 188: voluntad de expresión de la tortuosa fórmula anterior refleja, esto parece ir
actuación a sabiendas de que su conducta puede acarrear males muy lejos en la asignación de responsabilidad penal, acercando
para otros 189. ésta a la responsabilidad objetiva. Al referir la imprudencia, no al
Quienes sostienen que sólo el comportamiento previo antiju- resultado de la quiebra del deber, sino a la existencia del deber
rídico genera deberes de garantía por injerencia reprocharán cier- mismo, es extraordinariamente tenue la relación que une el re-
ta amplitud al planteamiento anterior, que se conforma con la sultado con la autonomía del sujeto, cosa que, por cierto, también
conciencia del peligro con independencia de su ilicitud. Desde podrá suceder respecto a otras fuentes del deber de garantía,
otra perspectiva puede también atribuírsele cierta cicatería, pues como el mantenimiento de fuentes de riesgo en el propio ámbito
cabe sostener que carece de coherencia la exclusión del deber o la asunción, cuyos presupuestos no sean conocidos o queridos
cuando el sujeto pudo saber y debió saber que su conducta era por el sujeto. La opción criticada depara además un modelo de
peligrosa (imprudencia respecto al curso de riesgo) 190. Al fin y sociedad poco eficaz en términos de facilitación del libre ejerci-
al cabo consideramos de manera indiscutida en la teoría jurídica cio de la autonomía, pues provoca un temor generalizado a que
del delito que las conductas imprudentes son manifestaciones de sin conocimiento directo, sino sólo debido, dicho ejercicio pueda
la libertad del sujeto y que pueden con ello generar responsabili- generar severos deberes penales. Dejaremos de hacer ciertas co-
dad. sas —dejaremos de ser libres— por miedo a que las mismas pue-
dan ser arriesgadas para otros sin que seamos conscientes de ello
Esta última premisa es evidentemente correcta. Castigamos y a que en última instancia se nos atribuya en sede penal un re-
en las conductas imprudentes lo que en ellas hay de dolo (de ejer- sultado que ni siquiera habíamos previsto en su génesis.
cicio de la libertad) 191: reprochamos al sujeto que decidiera po- Todo lo anterior tiende a justificar la idea que antes avanzá-
ner en peligro a otros sabiendo que lo hacía o, si se entiende jus- bamos, relativa a que somos garantes de la inocuidad de nuestros
tificada la imprudencia inconsciente, que se decidiera arriesgarse comportamientos peligrosos sólo en la medida en que seamos
a poner en peligro a otros sabiendo que tal riesgo inicial concu- conscientes de tal peligro, y que dicha posición no generará de-
rría. Si esto es así de cara a la asignación de responsabilidad pe- beres de control absolutos, sino deberes de control cuya medida
nal, ¿por qué no conformarse con la imprudencia respecto al cur- tendrá que ver, al igual que sucede con la del deber de cuidado,
so de riesgo para la asignación de deberes de garantía por con la utilidad social del riesgo, que no es otra cosa que el valor
injerencia? del propio comportamiento en términos de autonomía personal y
Esta hipótesis tendría desde luego apoyos desde el punto de colectiva.
vista de la libertad. El sujeto sabe que existe la posibilidad de que Así pues, conforme al fundamento explicitado de que respon-
demos por el uso de nuestra autonomía y que quedamos empla-
188
Para este matiz (para la no utilización directa del término «dolo»), vid. zados a evitar los daños que procedan de tal uso, debe apreciar-
GRACIA MARTÍN (La comisión..., cit., p. 62, n. 29), SILVA SÁNCHEZ (comenta- se una posición de garantía en quien desarrolle cualquier
rio...,, cit., p. 479), CEREZO MIR (Curso..., cit., p. 264, n. 47). actividad que suponga un riesgo para otros cuando sea cons-
189
En sentido muy cercano, SILVA SÁNCHEZ [comentario.,., cit., p. 479: «el ciente de tal hecho. Al igual que tenemos un deber negativo de
único actuar precedente que puede dar lugar a responsabilidad en virtud del ar-
tículo 11 es el actuar precedente que implique un acto de organización volunta- cuidado en relación con los riesgos que desencadenamos, osten-
rio (o intencionado)]. tamos por las mismas razones de indemnidad de los bienes de los
190
191
Así, CEREZO MIR (Curso..., cit., p. 264 y ss.). otros un deber positivo de garantía. Por poner el ejemplo más ha-
Vid. LASCURAÍN SÁNCHEZ, La proporcionalidad..., cit., p. 187.
96 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV2. LA INJERENCIA 97

bitual en la materia, cuando conducimos un coche estamos em- deber de garante de hacer lo posible para evitar su muerte cuando
plazados tanto a guiarlo cuidadosamente como a garantizar su yace ya en el suelo con una fuerte hemorragia. Cabe cuestionarse
control. también, en segundo lugar, si no debemos convertir a todo partí-
cipe en autor omisivo si no evita el delito al que ha coadyuvado.
Cuestión distinta es, como señalaba anteriormente, la del Cada vez con mayor trascendencia en nuestra moderna sociedad
tipo de deber que emana de nuestra posición en función del sig- postindustrial se debate, en tercer lugar, la cuestión catalogada
nificado del riesgo. Quien conduce un coche tiene una serie de como de «responsabilidad por el producto» y, en concreto, si dicha
deberes de garante de aseguramiento, de control del peligro. Si responsabilidad es penal y de garantía cuando el que situó el pro-
los observa y no obstante se produce un accidente, el sujeto, que ducto en el mercado según las pautas de cuidado y de garantía del
ya ha observado su deber de garante respecto del riesgo que momento conoce con posterioridad que el producto es peligroso
emanaba del uso de su autonomía, no está emplazado como ga- para sus consumidores o usuarios. Un cuarto y último círculo de
rante a salvar al accidentado, pues dicho nuevo riesgo se debe- supuestos de resolución discutida es el constituido por acciones o
rá al azar o al ejercicio de la autonomía de la víctima o de un promesas de salvación desistidas, en los que cabe dudar de su ca-
tercero 192. rácter injerente y, con ello, generador de posiciones de garantía.
Evidentemente es diferente la situación si el conductor in-
cumple su deber de aseguramiento, pues aquí resulta evidente B) LA CONDUCTA JUSTIFICADA COMO FUENTE DE GARANTÍA
que el nuevo riesgo es también asunto suyo, fruto del incorrecto
ejercicio de su libertad. Responderá por ello por homicidio omi- 1. El que actúa en legítima defensa 193 o en una situación
sivo doloso o imprudente si fue consciente del peligro y de la de necesidad 194 que no ha provocado imprudentemente 195 actúa
muerte que se avecinaba o debió serlo y no obstante no llevó al
accidentado al hospital o, en general, no le socorrió de la mane- 193
Así, H. OTTO, Vorangegangenes Tun ais Grundlage strafrechtlicher Haf-
ra más eficaz posible dadas las circunstancias del caso. tung, en «NJW», 1974, pp. 528 y ss.; M. MAIWALD, Grundlagensprobleme der
Unterlassungsdelikte, en «Jus», 1981, pp. 482 y ss.; GÓMEZ BENÍTEZ, op. cit.,
3. Como suma de lo anterior cabe señalar que el dato fun- p. 594; J. VOGEL, Norm undPflicht..., cit., p. 200; FREUND, Erfolfsdelikt..., cit.,
damental para la generación del deber de garantía ex injerencia pp. 285 y ss.; G. JAKOBS, Derecho Penal..., cit., p. 985 (§ 29, n. m. 43); K. SE-
no es el de la licitud del comportamiento sino el de la concien- ELMANN, en AA.VV (coord. por U. Neumann, I. Puppe y W. Schild), «Nomos
Kommentar zum Strafgesetzbuch», Baden-Baden, 1997, § 13, n. m. 52, p. 27;
cia del peligro, y que el dato fundamental para determinar el MIR PUIG, op. cit., p. 314, n. m. 63; BACIGALUPO ZAPATER, Principios..., cit.,
contenido del deber de garantía no es el de la conciencia de la p. 408; K. LACKNER y K. KÜHL, Strafgesetzbuch mit Erláuterungen, Munich
ilicitud sino el de la licitud del curso de riesgo desencadenado (Beck), 1999 (23.a ed.), 13, nn. mm. 11, 13, pp. 97 y s., 99; G. STRATENWERTH,
por su agente. Strafrecht. Allgemeiner Teil. Die Straftat, Colonia-Berlín-Bonn-Múnich (Cari
Heymanns), 2000 (4.a ed.), § 13, n. m. 31, p. 380; J. WESSELS y W. BEULKE, Stra-
Son muchos los interrogantes en torno a los límites de la inje- frecht. Allgemeiner Teil. Die Straftat und ihr Aufnahme, Heidelberg (F. Müller),
2000 (30.a ed.), nn. mm. 726 y s.
rencia como fuente de deberes de garantía. Cabe preguntarse, por En contra, A. VOGT, op. cit, p. 403; J. WELP, op. cit., p. 273; R. D. HERZ-
ejemplo, si las acciones justificadas constituyen un actuar peli- BERG, Die Unterlassung..., cit., p. 297; R. MAURACH, K. H. GÓSSEL y H. ZIPF,
groso precedente de los que origina deberes de garantía; si, por op. cit., p. 206.
ejemplo, quien ha apuñalado a otro en legítima defensa tiene el 194 E n contra, G . J A K O B S , Derecho Penal..., cit., p . 9 8 5 ( § 2 9 , n . m . 4 3 ) ; S E -
ELMANN, op. cit., § 1 3 , n . m . 118, p p . 4 9 y ss.; H . J. R U D O L P H I , c o m e n t a r i o al
§13, en AA.VV. (con Eckhard Horn, Erich Samson, H. L. Günther); «Systema-
192
Lo mismo sucede, por cierto, cuando la situación de riesgo producida tischer Kommentar zum Strafgesetzbuch. I. Allgemeiner Teil», Berlín-Neuwied
tras un comportamiento antijurídico del sujeto se hubiera producido igual si di- (Luchterland), 2000 (32.a entrega), § 13, 40 a, p. 44/5.
195
cho sujeto hubiera observado sus deberes de cuidado y de garantía. Vid. al res- Ni, obviamente, dolosamente. Pero si hay dolo, lo que no hay es estado
pecto U. KINDHÁUSER, op. cit., pp. 231 y s., § 21.25. de necesidad.
98 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
IV2. LA INJERENCIA 99
obligado por las circunstancias. No es por ello garante respecto
al peligro que ha desencadenado su actuación, porque ésta no es compelido por razones de defensa personal o por razones éticas
el fruto del normal ejercicio de su autonomía, sino de una auto- de solidaridad a elegir entre dos males a partir de una situación
nomía compelida por la necesidad de defensa propia o de salva- que le es ajena y que no tiene nada que ver con el ejercicio pre-
ción propia o ajena 1%. Así, no se atisba razón suficiente por la vio de su libertad. Si su decisión de evitar un mal mayor com-
que en el ejemplo anterior la víctima de una agresión ilegítima porta un necesario mal menor y, a partir de él, un riesgo rema-
que deja en peligro a su agresor como consecuencia de una reac- nente de un nuevo mal, mal puede decirse que este nuevo curso
ción defensiva necesaria deba responder más —y no incluso me- de peligro se debe al ejercicio normal de su autonomía personal
nos, como nos sugiere la intuición, pero por razones de culpabi- y que genera para él un deber positivo significativamente supe-
lidad— de la no contención de ese peligro que el transeúnte que rior al de quien, por ejemplo, contempla pasivamente la escena
asiste a la escena. tras incumplir previamente el deber de socorro que emanaba de
la propia situación de necesidad. Piénsese en el clásico ejemplo
2. Algunos autores han querido encontrar dicha razón, para de quien en el curso de un incendio arroja a un niño por la ven-
los supuestos del estado de necesidad, en los criterios del ejerci- tana del edificio que arde para así salvarle la vida y que después
cio de la facultad o del beneficio. Así, se dice, si se faculta a al- no le socorre cuando yace herido en el suelo. Su situación no
guien para generar un peligro, deberá asignársele correlativa- puede ser peor del que en la misma situación sólo se preocupó de
mente el deber de conjurar el riesgo remanente cuando haya salvarse a sí mismo.
decaído la situación autorizante 197. Así, se sostiene también, en
segundo lugar, atribuyendo ahora la posición de garantía a un ter- Tampoco me parece suficientemente justificativa la idea del
cer sujeto, distinto del interviniente y de la víctima, que es asun- beneficio. Una cosa es que la generación de peligro nos favorez-
to del beneficiado por la intervención en situación de necesidad ca más que la no generación y otra muy distinta q[ue dicho peli-
la conjura de los peligros remanentes que depare la misma 198. gro se deba al ejercicio de nuestra libertad, que es el criterio de-
terminante. No creo por ello que exista un deber jurídico
No creo sin embargo que ninguno de los dos argumentos sea reforzado de auxilio (un deber de garante) en el peatón esquiva-
convincente. El que, en primer lugar, la situación de necesidad do por el motorista y que yace herido en el suelo por tal manio-
otorgue al interviniente una facultad de salvaguarda propia o aje- bra, no debida al comportamiento previo irregular de ninguno de
na que comporte la generación de riesgos para otros no puede los intervinientes. Y lo mismo sucede si el resultado de la peli-
ocultar los hechos de que, de un lado, dicha facultad podrá ser grosa maniobra es la lesión de un tercero.
una obligación jurídica en virtud de un deber de socorro penal-
mente reforzado 199, y de que, de otro lado, aun cuando no sea
C) LA COMERCIALIZACIÓN DE PRODUCTOS
ésta la situación, el sujeto interviniente se va a ver en todo caso
COMO FUENTE DE GARANTÍA

196
Así, MIR PUIG, op. cit., p. 319, n. m. 63; SILVA SÁNCHEZ, comentario..., 1. Reflexión aparte, por su parentesco con la problemática
cit., pp. 480 y ss. También, BALDÓ LAVILLA, op. cit., pp. 190, 327 y ss.: «a pe- de la responsabilidad penal por el producto, merecen los supues-
sar de que el sujeto necesitado ha ocasionado el peligro que se cierne sobre ta- tos de comportamiento justificado por el ejercicio legítimo de un
les sujetos, no es preferentemente competente por el mismo (...). Y no lo es, derecho que generan un riesgo añadido y cuya contención poste-
porque no infringe el principio de responsabilidad por el propio comportamien-
to organizador, originando riesgos para terceros» (p. 190; también en la p. 328). rior en nada limita ya tal ejercicio. Piénsese, para salir de la abs-
197
U. KINDHÁUSER, op. cit., pp. 229 y s., § 21.24. tracción, en el supuesto prototípico de dicha causa de justifica-
198
199
G. JAKOBS, Derecho Penal..., cit., p. 985 (§ 29, n. m. 44 a). ción 200 del informador veraz que daña el honor ajeno con una
Sobre la coordinación de facultades y deberes de salvaguarda, vid. ex-
haustivamente BALDÓ LAVILLA, op. cit., pp. 199 y ss.
200
Así, MESTRE DELGADO, La eximente de ejercicio legítimo de un derecho
100 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV.2. LA INJERENCIA 101
información que resulta falsa a posteriori. El riesgo de lesionar formaría parte de su deber de garante como informador, como
el honor ajeno, entendido como honor merecido, no le obliga en persona que ejerce su libertad peligrosamente para otros, la de
todo caso a contener su información o a retirarla, sino sólo a rea- «retirar» su información cuando le constara que la misma es fal-
lizar determinadas comprobaciones respecto a la realidad de lo sa y que puede generar nuevos daños a la persona a la que se re-
que transmite. Lo que legitima el derecho en estos casos es pre- fiere. Del mismo modo que debe controlar su información, e im-
cisamente cierta falta de control del comportamiento propio pe- pedir su publicación, cuando, ya redactada, le consta su falsedad,
ligroso o lesivo de bienes ajenos, pues se estima que es más va- pues forma parte de su deber de cuidado y de garantía el evitar
lioso el ejercicio de la libertad peligrosa o lesiva que la tal daño seguro a la autonomía ajena, que por lo tanto ya no está
preservación del bien agredido o puesto en peligro. Por ello pue- justificado por el ejercicio de su libertad, debería evitar también
de resultar que, a pesar de que el informador ejerció legítima- nuevos daños derivados del ejercicio de la misma e injustifica-
mente su derecho, a pesar de su actuar diligente, las cosas no dos, sin que tenga mucho sentido el oponer a tal deber el que en
sean como parecen y lesione el honor de otro. No cabrá sancio- su momento, el de la publicación, había actuado correctamente.
narle, so pena de vulnerar con esta sanción su libertad de infor- Como sucedería con los supuestos de responsabilidad por el pro-
mación, aunque, a mi juicio, sí cabrá obligarle a que indemnice ducto, a los que luego me referiré —y la información puede ser
al lesionado en su honor 201. también un producto que se introduce en el mercado y que pue-
Pero no es lo anterior lo que realmente nos interesa, como no de ser peligrosa para los bienes ajenos—, el deber del introduc-
lo era respecto a la legítima defensa la cuestión de si el que se de- tor no se constreñiría al momento de la introducción, sino que se
fiende está emplazado a controlar su propia defensa. De lo que extendería a la comunicación de la nueva información, pues el
se trata es de que pueda quedar un peligro remanente y posterior nuevo peligro no sólo tiene relación con el ejercicio de su liber-
al ejercicio del derecho, como sucedía en el caso del agresor que tad, sino que también la tiene el que sea él el conocedor de la nue-
quedaba gravemente lesionado tras la defensa legítima del agre- va información. La directriz jurídica no se limitaría, pues, a se-
dido. Piénsese en el supuesto de que llegue a conocimiento del ñalar «puedes introducir productos peligrosos en el mercado si
informador que su información veraz ya publicada era objetiva- adoptas determinadas cautelas previas», sino que añadiría «y si
mente falsa y que, como tenía por contenido la comisión de un te comprometes a advertir con posterioridad a los consumidores
delito, el lesionado en su honor ha sido detenido a resultas de la y usuarios de los nuevos peligros de los que tengas conocimien-
misma. La pregunta es si el informador tiene un deber de garan- to». Si nadie dudaría de que si, una vez fabricado el producto, el
te respecto de la libertad del detenido o si, en cambio, caso de no productor conoce repentinamente su peligrosidad para el consu-
desvelar su nueva información, responderá sólo, a lo sumo 202, midor, no debe introducirlo en el mercado, o no debe hacerlo sin
por omisión del deber de socorro. la advertencia correspondiente, ¿cambia tanto la situación por-
que tal información le llegue una hora más tarde, cuando ya han
Existen dos razones que podrían hacernos pensar que nuestro salido los camiones de reparto?
informador está en posición de garantía. Es la primera la de que
Todo lo anterior mostraría, y me refiero ya a la segunda de
y las causas supralegales de justificación penal, Madrid, Edisofer, 2001, las razones anunciadas que buscan justificar la posición de ga-
pp. 181 y ss. rantía, que debe distinguirse entre supuestos en los que el cum-
201
Cosa que niega el Tribunal Constitucional. Vid. la crítica al respecto de plimiento de los deberes de cuidado y de garantía garantizan
PANTALEÓN PRIETO, La Constitución, el honor y unos abrigos, en «La Ley», prácticamente la ausencia de lesión, de modo que si la lesión se
4033, de 10 de mayo de 1996, p. 3.
202
Sí se entiende que no se da el riesgo propio al que se refiere el artícu- produce cabe pensar en que se debe al azar o al ejercicio de la au-
lo 195 CP por la posible indemnización a la que puede verse obligado si presta tonomía de la víctima o de un tercero, y los supuestos en los que
el amparo debido. la adecuación jurídica del comportamiento supone empero una
IV2. LA INJERENCIA 103
102 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
del productor que vaya más allá de la adecuada introducción en
lesión o un riesgo no irrelevante de lesión, siquiera inferior a la el mercado. Por una parte, como correlato del disfrute de una li-
lesión que supondría la obligación de abstención del comporta- bertad especial204; por otra, sobre todo, porque a la vista de la
miento. En estos casos, como sucede con el ejemplo propuesto complejidad del proceso de elaboración y de las características
de la libertad de información que pone en peligro el honor ajeno, del producto puede entenderse que, hasta cierto punto, en lo que
cabría concebir un deber suplementario de contención del daño se refiere a la información, parte del producto está aún en la es-
producido cuando éste no sea una consecuencia necesaria de la fera del productor, que debe cuidarlo y suministrarlo —que debe
libertad que se ejerce. profundizar, dentro de los límites de lo razonable, en la indaga-
2. Como ya anunciaba, la reflexión anterior nos conduce de ción del producto, y, caso de que haya riesgos en su utilización o
lleno a la problemática de la responsabilidad penal por el pro- consumo, comunicarlo a los consumidores y usuarios.
ducto 203. La réplica esencial que cabe realizar a la configuración Puede intuirse ya que en la adscripción de este nuevo conte-
de un deber de garantía del productor respecto a riesgos conoci- nido al deber del productor laten, junto a razones axiológicas, ra-
dos con posterioridad a su correcta introducción en el mercado es zones de utilidad. Si la información necesaria reside fundamen-
la siguiente: si el productor cumplió con sus deberes de cuidado talmente en el productor y raramente en el destinatario del
y de garantía en la actividad productiva, si ejercitó su actividad producto, mal puede usar éste su propia autonomía para autopro-
con las debidas cautelas de inocuidad de su conducta y de in- tegerse 205. Existen, en fin, razones de justicia y de utilidad en la
demnidad de la libertad ajena, ¿por qué el riesgo que aparece distribución de los deberes para atribuir al productor de un pro-
después debe asumirlo él para conjurarlo y no, como parecería lo ducto peligroso un deber posterior a la introducción del mismo
natural, la persona que adquirió libremente el producto y que lo en el mercado 206, deber moderado en su contenido en cuanto a
tiene, y lo disfruta, y lo domina en su ámbito de autonomía? la obtención de información adicional acerca de la peligrosidad
del producto, pero absoluto en cuanto a la comunicación de la
A) Como puede observarse, estamos en realidad ante una misma al destinatario del mismo.
cuestión relativa al contenido de los deberes de garantía y, con
ello, a la delimitación de competencias de salvaguarda entre B) ¿Debe configurarse tal deber como un deber de garan-
quien genera un riesgo con su actuación y quien puede quedar tía? Expuestos los argumentos que dotarían de una cierta cober-
afectado por el mismo. Es cierto que normalmente el deber de tura justificativa a la respuesta afirmativa —en esencia: que ello
quien genera un riesgo en el ejercicio de su libertad termina sería útil desde la perspectiva de la libertad; que se trata de un
cuando el mismo sale de su esfera con la inocuidad propia de la riesgo generado y en parte aún controlado por el productor—,
observancia de los correspondientes deberes de cuidado y de ga- hago lo propio con los que decantan mi opinión por la negación.
rantía, de modo que la indemnidad de la autonomía ajena es ya
asunto de su titular. También es cierto, sin embargo, que existen 204
Destacan este argumento B. D. MEIER, Verbrauerschutz durch Stra-
riesgos especiales —piénsese en la manipulación de ciertos pro- frecht? Überlegungen zur strafrechtlichen Produkthaftung nach der «Leders-
ductos químicos—, caracterizados, de un lado, por la compleji- pray»-Entscheidung des BGH, en «NJW», 1992, p. 3196; G. JAKOBS, Derecho
dad de sus propios efectos, y de otro, por una especial utilidad so- Penal..., cit., § 29, n. m. 42, pp. 985 y ss.; también en Teoría y praxis de la in-
cial cuya preservación requiere que las medidas de control sean jerencia, cit., p. 74.
205
Destacan este argumento, L. KUHLEN, Strafhaftung bei unterlassenem
hasta cierto punto limitadas y que tras las mismas pueda quedar Rückruf gesundheitsgejahrdender Produkte, en «NStZ», 1990, pp. 568 y 569;
un riesgo remanente. En estos casos parece justificarse un deber W. BEULKE y G. BACHMANN, Die «Lederspray-Entscheidung»-BGHSt 37, 106,
en«Jus», 1992, p. 740.
206
A favor de esta posición se han manifestado L. KUHLEN, op. cit., pp. 568
203
Vid. la clara y exhaustiva exposición de la discusión en Alemania, fun- y ss.; G. FREUND, Esfolgsdelikt..., cit., p. 215; K. SEELMANN, op. cit., § 13,
damentalmente en tomo al caso Lederspray, de GIMBERNAT ORDEIG, La omisión n. m. 125, pp. 51 y ss.
impropia..., cit., pp. 48 y ss.
104 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
IV2. LA INJERENCIA 105
El primer reparo lo es de utilidad. La sociedad está muy inte-
resada en que se produzcan cierto tipo de productos a pesar de su iniciar una actividad que sabe peligrosa para otros y a partir de
potencial peligrosidad. Los medicamentos son quizás el mejor ello queda obligado a conocer y a controlar los riesgos conocidos
exponente de ello. Si sometemos estas actividades a severos y de su actividad. Pero si no puede devenir en garante si él desco-
permanentes deberes de investigación y aviso estaremos desalen- nocía que lo que hacía era arriesgado, mucho menos lo hará si no
tando seriamente —severa y permanentemente— una actividad se sabía que su actividad era peligrosa o se desconocía una di-
dirigida precisamente a aumentar y enriquecer la libertad 207. Re- mensión peligrosa de su actividad.
párese en que la introducción de un producto en el mercado no 3. Resulta evidente que todo lo anterior requiere una refle-
sólo supondría el sometimiento obvio a ciertas medidas de cui- xión más madura. Creo sin embargo que podría generalizarse la
dado y garantía, sino a una permanente reflexión e indagación directriz de que quien pone correctamente un producto peligroso
sobre los efectos del producto, para así poder conjurar, a través en el mercado no responde como autor omisivo del resultado por
del aviso al usuario o al consumidor o a través de la retirada del los riesgos que posteriormente conoce. Su situación será la de un
producto, el riesgo de una lesión. Repárese también en que la omitente común de socorro. Esto es aplicable también al ejemplo
amenaza penal habría de dirigirse por imperativos de eficacia no del periodista que comenzó guiándonos hasta esta problemática
sólo al productor que conoce el riesgo y que dolosa o impruden- de la responsabilidad penal por el producto regular que luego re-
temente nada hace por evitar que se transforme en lesión, sino sulta defectuoso.
también al productor que dolosa o imprudentemente en relación
con el resultado nada hace por conocer dichos riesgos. ¿Queda-
rían además este tipo de industrias peligrosas o sus titulares em- D) LA PARTICIPACIÓN DELICITIVA COMO FUENTE DE GARANTÍA
plazados de por vida a continuar la actividad para así sostener la
actividad investigadora instrumental para el amparo frente a fu- 1. El tercer asunto relacionado con la injerencia sobre el
turos riesgos? 208. que deseo hacer alguna reflexión a partir de los principios indi-
cados es el de la existencia de deberes de control de los cursos de
El segundo reparo es de distribución de la responsabilidad. riesgo que desatan otras personas en nuestro propio ámbito o con
Es verdad que el riesgo procedería finalmente de la actividad del nuestra colaboración. El punto de partida de análisis del estable-
productor. Se ha subrayado también, sin embargo, que dicho ac- cimiento de deberes positivos es el ya subrayado de que su fuen-
tividad ha de ser libre y que este adjetivo viene condicionado por te se encuentra en el ejercicio del sujeto de su autonomía. En
el conocimiento del riesgo. Se es garante por injerencia cuando contra de la propia asignación de autonomía se nos impone el
se sabe que se ha desencadenado un curso de riesgo, y si bien es control de la misma para garantizar el ejercicio general e igual de
cierto que el conocimiento actual del injérente no delimita las di- la autonomía. Dicho control se le impone al propio sujeto, y no a
mensiones concretas de su futuro deber, que puede ser quebrado otro, por la misma razón por la que se asigna a cada sujeto los
por imprudencia —sabe que conducir es peligroso pero ignora beneficios del ejercicio de su libertad.
que en un determinado punto no puede superar una velocidad de- El principio obviamente no se queda ahí, sino que arrastra
terminada—, también lo es que el mismo no parece que pueda ir otro, que no es exactamente su correlativo negativo. No sólo se
más allá de lo que es generalmente conocido en el momento de nos puede obligar a partir del ejercicio de nuestra libertad y en
la injerencia. El sujeto puede resultar (penalmente) obligado por relación con ella, sino que no se nos puede asignar obligaciones
para el control de la autonomía ajena. El conocido y asentado
207
En sentido similar, B. SCHÜNEMANN (Cuestiones básicas de dogmática principio de responsabilidad por los hechos propios y de falta de
jurídico-penal y de política criminal acerca de la criminalidad de empresa, en responsabilidad por los ajenos tiene su estadio previo en el esta-
«ADPCP», 1988, II, p. 539). dio previo a la responsabilidad, que es el de la asignación de de-
208
En sentido similar, B. SCHÜNEMANN (op. ul. cit., p. 539).
beres.
IV2. LA INJERENCIA 107
106 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
Así parece opinar un sector de la doctrina, dominante en Ale-
2. El postulado de la falta de responsabilidad por los he- mania según ROXIN 209, que entiende, en palabras de GALLAS, que
chos de otro, de la ausencia de deberes para controlar a otro, no «junto al autor que despliega el dominio del hecho en el delito
se opone a la existencia de deberes de garantía en relación con doloso de comisión, a todo garante que no impida el resultado no
los cursos de riesgo que desatan otros cuando operan deforma le queda sino el papel de cómplice» 210. Esta tesis, anclada fun-
no autónoma en nuestro ámbito de organización. Nadie pone en damentalmente en una concepción que liga la autoría al dominio
duda que respondemos de los peligros que desaten otras personas del hecho y en cierta comprensión del mismo, desmonta injusti-
que, por la razón legal o contractual que fuere, actúan en nuestro ficadamente buena parte de la construcción dogmática de los de-
ámbito y según nuestras instrucciones. Somos nosotros los que litos de omisión y resultado, es contraintuitiva en lo que respec-
actuamos a través de ellas, y esta facultad para configurar nues- ta a la idea de la autoría como figura central del suceso concreto
tro mundo a través de otros comporta también la asunción de las de la acción, y lleva a consecuencias inadecuadas.
desventajas que pueda tener su ejercicio, y entre ellas la titulari-
dad de un deber de garantía respecto de los cursos de riesgo que Así, no se entiende bien por qué no ha de responder el ga-
desate tal colaborador no autónomo. Si ordenamos al empleado a rante que puede evitar el resultado guiado por un tercero cuando
nuestro servicio que deje suelto al perro en el jardín, estamos em- a ese dominio liga, como presupuesto de su posición, el dato de
plazados a garantizar que el perro no muerda al cartero. que tiene un deber trascendente al respecto, tanto como el deber
negativo del autor activo respecto a la generación del resultado.
No otra cosa sucede con las personas no autónomas que, por Así, si la lesión del bien jurídico depende en esencia de un curso
la razón que fuere, están a nuestro cargo. Se nos faculta para or- agresivo y de la ausencia de defensa del titular del bien, no re-
ganizar su vida, pero se nos emplaza a garantizar que no genera- sulta convincente que se devalúe este último factor cuando de-
rán peligros no permitidos para otros y que estos peligros no se pende de un tercero y no de la víctima. Así, en fin, por seguir el
concretarán en lesiones de la autonomía ajena. El ejemplo para- ejemplo de ROXIN, resultará que es partícipe de homicidio el ga-
digmático es el de los padres con respecto a los hijos menores a rante que no impide que A dispare a B, y en cambio es autor el
su cargo. Como garantes deben evitar que el niño de tres años jue-
gue con el encendedor junto a las cortinas del consultorio del pe- mismo garante que no salva a B de morir ahogado tras haber sido
diatra y deben apagar el incipiente fuego que el niño ha iniciado. intencionadamente empujado al agua por A 211.

3. Una excepción doctrinalmente discutida a la asignación 4. Donde no existe excepción a la idea de que nadie es ga-
de deberes de garante en relación con el control de los compor- rante respecto al control de los actos autónomos de otro es en
tamientos de otro que ejerce su autonomía con plena competen- materia de participación 212. No se trata aquí de que el deber de
cia es la de los denominados garantes de protección. El guarda-
espaldas debe evitar como garante la lesión del ministro; la 209
Autoría y dominio..., cit., pp. 749, 753.
210
madre debe impedir la agresión sexual de un tercero hacia su Strajbares Unterlassen im Fall einer Selbsttótung, en «JZ», 1960, p. 687.
hijo. Si el resultado lesivo para la integridad física o para la li- En sentido similar, MIR PUIG, op. cit., pp. 321 y s., n. m. 73. Nuestro Tribunal Su-
bertad sexual se produce con la pasividad de unos garantes que premo ha calificado sin embargo de autora a la madre que no impide las lesio-
nes o los malos tratos del padre a la hija común (SSTS 481/1997, de 15 de abril,
podían haberlo impedido, resultará entonces que afirmaremos f. D. 7; 1161/2000, de 26 de junio, ff. D. 2 y 3; 22 de enero de 2002; f. D. 2). Se
que tenían un deber de evitar el comportamiento lesivo de terce- desvía de esta línea jurisprudencial la SAP Barcelona (Sec. 2.a) 156/1998, de 20
ros que actúan libremente, y que al no haberlo observado —si la de febrero, que tras afirmar la posición de garante de una madre que no impide
conducta típica no presenta elementos que comporten un desva- los malos tratos de su compañero hacia la hija de ella, la absuelve por no consi-
lor inexistente en la omisión— responderán como autores a pe- derar su comportamiento como equivalente a la causación activa de aquéllos
(f. D. 3).
sar de la existencia de otra imputación aparentemente preferente 211
Autoría y dominio..., cit., p. 538.
a título de autor por comisión dolosa. ¿Estaremos haciendo res- 212
Vid. en contra SILVA SÁNCHEZ, El delito de omisión..., cit., p. 246. En el
ponder a unos por lo que hacen los otros?
108 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV2. LA INJERENCIA 109

garante de protección resista a la intervención dolosa de un ter- objetos de valor y le abandonaron. La víctima falleció días des-
cero y lo incluya en su contenido, sino de que n o surge el deber pués en el hospital, como consecuencia de la agresión.
de garante de control respecto a los c o m p o r t a m i e n t o s dolosos de La calificación de complicidad se sustentó en la posición de
tercero en los se participa. La idea que se sigue m a n t e n i e n d o es garantía de los acusados, por su actuar peligroso precedente:
la de que se nos pueden asignar deberes especiales por los ries- «Habiendo realizado actos de intimidación en una persona, ob-
gos propios, pero no por los riesgos ajenos a los que contribuyen servan que por otro de los intervinientes se desarrolla una con-
ducta dirigida a acabar con la vida del previamente intimidado y
mis riesgos: la participación no genera deberes de garantía de se abstienen de actuar en el sentido generado con la norma, posi-
control del c o m p o r t a m i e n t o del autor 2 1 3 . bilitando que esa iniciación contribuya (...) a la realización del
resultado que pudieron y debieron tratar de evitar» (f. D. 2).
Este punto de vista tiene su anclaje axiológico en el principio
ya expuesto relativo a que sólo el ejercicio propio de la autono- A mi juicio la atribución inicial de la posición de garantía de
los acusados es correcta. No se trata aquí solamente de que hayan
mía puede generar deberes de garantía. D i c h o ahora con otra ter-
contribuido al riesgo desarrollado por el autor, sino que han con-
minología, en la asignación de los deberes especiales positivos tribuido directamente, sin mediación de la autonomía de un ter-
reforzados de los que tratamos n o cabe regresar a u n m o m e n t o cero, a la indefensión de la víctima 215 , como veremos en el pun-
anterior al de quien a s u m e c o m o propio un determinado curso de to siguiente. Cuestión distinta es la de que incumplieran su deber,
riesgo. Si la participación lo es porque es intervención en el he- bien porque no pudieran contener al coautor del robo, por lo ines-
cho de otro y si son los h e c h o s propios los que legitiman la asig- perado de su agresión 216 , bien porque el auxilio posterior a la
nación de deberes de garantía, va de suyo que la participación n o agresión se revelara ya inútil. Cuestión distinta es también la de
que, si eran garantes e incumplieron su deber de garantía, deba
genera deberes de garantía o sólo lo hace en lo que tiene de h e -
imputárseles el resultado no impedido a título de autor 217 .
cho propio: sólo respecto al curso de riesgo que se dirige en ayu-
da del que va a e m p r e n d e r el a u t o r 2 1 4 .
Lo expuesto desde la perspectiva de los principios converge
La STS 1480/1999, de 13 de octubre, ratificó la condena en esencia con el brillante desarrollo dogmático que realiza S Á N -
como cómplices de homicidio de dos sujetos que acompañaban a
un tercero con la finalidad de robar a la víctima mediante vio- 215
Tal como sucede en el tercero de los casos de la introducción {vid. su-
lencia o intimidación. En el transcurso del atraco el tercero dio un pra 1.1 .B), en relación con un acusado llamado Vicente, y al que volveré en las
fuerte puñetazo a la víctima en la cara y, cuando se encontraba en conclusiones {vid. infra VI.6.B).
216
el suelo, un pisotón en la cabeza. Los tres le despojaron de sus Como sucedió en la STS 1701/1994, de 4 de octubre, en relación con un
robo realizado por uno de los coautores de una violación.
217
Tiene gran interés en este ámbito el supuesto resuelto por la STS de 26
sentido del texto H. J. RUDOLPHI, Die Gleichstellungsproblematik..., cit., 1966, de junio de 1990. Un ganadero al que le han desaparecido unas ovejas ordena a
p. 146; R. D. HERZBERG, Straffreie Beteiligung am Suizid und gerechtfertige Tó- dos conocidos que detengan y traigan a su presencia a un sospechoso. En una
tung aufVerlangen, en «Juristenzeitung», 1988, p. 183. cochera del ganadero y en presencia de éste le rocían con gasolina y le prenden
213
La STS 847/1996, de 27 de noviembre, niega que el coautor de un robo fuego, con lo que terminan con su vida. El Tribunal Supremo ratifica la conde-
con violencia o intimidación sea garante de la vida de la víctima respecto a la na del ganadero por homicidio por omisión y justifica con dos razones su posi-
actuación de su compañero por la imposibilidad de evitar el homicidio: «dado ción de garantía: «haber creado el peligro que desencadena la acción, y haberse
lo súbito de la acción es muy difícil, por no decir imposible, que Isidoro pudie- desarrollado ésta en su propio domicilio, a su presencia y con proporción de me-
ra haber actuado con la rapidez suficiente en evitación de la muerte, por lo que dios a los otros coautores» (f. D. 10).
no puede aceptarse que tuviera la cualidad de "garante", al no ser dueño de la Aunque aquí todo indica que la responsabilidad del ganadero es activa, y así
situación, ni poder influir mínimamente en ella» (f. D. 3). lo admite la propia sentencia, la responsabilidad pasiva sólo podría tener su fun-
214
De ahí que no se constituya en garante el que expende bebidas alcohóli- damento por injerencia si se considera que el acusado es coautor de la deten-
cas al que posteriormente conduce un automóvil. En contra, BACIGALUPO ZAPA- ción. La facilitación de medios, activa u omisiva, no justificaría una posición de
TER, Principios..., cit., p. 406. garantía sino una responsabilidad a título de partícipe.
110 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
IV2. LA INJERENCIA 111
CHEZ-VERA a partir de la idea de la prohibición de sobrevalora-
ción de la aportación: «el aporte realizado por el partícipe no se 2. La generación de un deber de garantía derivado del pro-
debe sobrevalorar en virtud de una omisión posterior, de forma pio ejercicio de la autonomía personal por desprotección por par-
que el partícipe se convierta en autor omisivo, y ello a pesar de te de la víctima o de terceros potencialmente obligados o dis-
la existencia en su persona de una posición de garantía según el puestos a auxiliarla puede deberse a un acto inicial del sujeto con
pensamiento de la injerencia (...)• El motivo por el cual el aporte un significado objetivo de protección y al que quepa razonable-
del partícipe —y, en general, del interviniente— no se sobreva- mente conectar la inhibición de medidas alternativas de amparo
lora con base en estas posteriores omisiones, responde a la forma del bien 221. Esto podrá suceder cuando un sujeto haya asumido
en que el garante quebranta su posición, a cuál sea el acto de or- por delegación una competencia de protección, aunque aquí el
ganización mediante el que se desconoce la posisición de garan- obligado por injerencia ya lo era por delegación 222. Esto podrá
tía y, por tanto, en razón a qué comportamiento el interviniente suceder también, sin duda, cuando el sujeto haya iniciado ya un
queda unido (incumbencia) al suceso (...). El interviniente queda curso de salvación del bien en peligro —el bañista nada hacia el
siempre vinculado al suceso, y siempre según el aporte realiza- niño que se ahoga— o se haya comprometido creíblemente al
do; las posteriores omisiones no lo convierten en autor del acon- mismo —el médico afirma por teléfono que parte urgentemente
tecimiento. El quantum de la intervención (es decir, si se trata de hacia el domicilio del enfermo—223. En estos casos podemos
autoría o de alguna de las distintas formas de participación) sólo atribuir una posición de garantía al sujeto porque en el ejercicio
puede variar cuando los posteriores comportamientos (acciones u de su libertad ha configurado la situación de un cierto modo y
omisiones) constituyan una nueva extensión del ámbito de orga- ese modo es en algún aspecto más peligroso para el bien.
nización» 218.
Tampoco es diferente en sus efectos la asunción ficticia de un
deber de garantía. Quien en una empresa, tras haber engañado al
E) LA DESPROTECCIÓN DE OTRO COMO FUENTE DE GARANTÍA delegante, asume por delegación un deber de seguridad sin ser
capaz de desempeñarlo, puede convertirse en garante por inje-
1. La generación de desprotección propia o ajena es un ac- rencia si, como será lo normal, su aceptación provoca la inhibi-
tuar peligroso precedente; es un acto de injerencia. Como ha ción de medidas alternativas de protección y de control. Su deber
destacado singularmente SCHÜNEMANN en relación con la gene- obviamente no puede ser el de controlar los riesgos, imposible
ración de posiciones de garantía, la lesión de un bien depende para él, sino el de informar al delegante de su incapacidad 224.
tanto de la existencia de cursos de riesgo que se dirijan hacia él
como de la inexistencia de medidas de control del riesgo o de
protección del bien 219. La generación de peligro para un bien si se lleva el mal hasta la víctima, la víctima hasta el mal o se le impide a la víc-
puede producirse tanto con la dirección de cursos de riesgo hacia tima que salga de la zona de influencia del mal» (Homicidio y lesiones impru-
él como con la eliminación de los mecanismos de control de ries- dentes..., cit, p. 41).
221
Así, en lo fundamental, W. STREE, Garantenstellung kraft Übernahme,
gos o de protección de la víctima 220. en AA.VV (F. Geerds y W. Naucke), «Beitráge zur gesamten Strafrechtwissens-
chaft. Festschrift für Hellmuth Mayer», Berlín (Duncker & Humblot), 1966,
218
pp. 145 y ss.; J. BAUMANN, U. WEBER y W. MITSCH, Strafrecht. Allgemeiner Teil.
Intervención omisiva..., cit., pp. 230, 234 y ss. «En casos de injerencia Lehrbuch, Bielefeld (Giesenkins), 1995 (10.a ed.), § 15, nn. mm. 62 y s., pp. 268
con autor único no es necesario hablar de prohibición de sobrevaloración del y ss.; K. KÜHL, Strafrecht. Allgemeiner Teil, Munich (F. Vahlen), 1997, § 18,
aporte, pues un aporte de autoría no puede ser sobrevalorado» (p. 263). n. m. 76, p. 624.
Repárese en que, frente a lo que propone este autor, en el texto se niega ya 222
Vid. infra IV.3.
la atribución de una posición de garantía al partícipe respecto del comporta- 223
En estos supuestos de «asunción espontánea unilateral de tareas de tute-
miento del autor. la» niega F. MANTOVANI que surja un deber de garantía con argumentos forma-
219
Grund und Grenzen..., cit. pp. 241 y ss. les de falta de la concurrencia de la figura civil de la negotiorum gestio (op. cit.,
220
Como afirma FEIJÓO SÁNCHEZ, «es indiferente, a efectos de imputación, p. 496).
224
Vid. mi artículo Fundamento y límites del deber de garantía del empre-
112 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV2. LA INJERENCIA 113

El efecto de generación objetivamente imputable de la situa- el correspondiente deber personal por delegación y asunción no
ción de mayor peligro no se produce, sin embargo, con la mera corresponderá a todo funcionario penitenciario, sino precisamen-
detentación de un deber general de socorro, so pena de convertir te al que asuma la específica función de que se trate 227 .
toda infracción del mismo en una infracción del deber de garan-
Mutatis mutandis, lo mismo sucede con los soldados y, en ge-
te. Piénsese en el usual ejemplo del niño que se ahoga en el mar:
neral, en las situaciones descritas, con los miembros del ejército,
todo bañista devendría en garante porque por su deber general de aunque su incorporación al mismo haya sido voluntaria 228 .
socorro motivaría la inhibición de los demás bañistas.
El deber de garantía es pues el correlato de la disminución de
Tampoco constituye una injerencia en la esfera de organiza- autonomía a la que se somete al preso. Con ella se procura man-
ción ajena la trayectoria vital de alguien conocido por su gene- tener el contenido de la pena de prisión en los límites de la pri-
rosidad y altruismo en el auxilio del otro. Ni se da aquí un con- vación de libertad ambulatoria, evitando su ilegítima e inconsti-
creto comportamiento al que poder anudar razonablemente la tucional expansión hacia el peligro grave para la vida, la
desprotección de la víctima potencial, ni podemos asignar debe- integridad física o la salud. No encuentra justificación sin em-
res en función del ejercicio pretérito de la autonomía, lo que en bargo que aquel deber se vuelva contra el preso y limite precisa-
mente los derechos que acabo de citar.
contra de ésta sería tanto como convertir a los ciudadanos en es-
clavos de su pasado 225 . Este comentario viene al hilo de la famosa STC 121/1990 229,
en la que el Tribunal Constitucional denegó el amparo a varios
3. La privación de las posibilidades de autodefensa del in- presos del GRAPO en huelga de hambre para conseguir su reu-
dividuo es una fuente de posiciones de garantía para el Estado. nificación en un centro penitenciario. La resolución judicial que
combatían obligaba a su alimentación forzosa por vía parenteral.
Este hecho sucede cuando el Estado, en el ejercicio de sus legíti- Formaba parte de la ratio decidendi de la sentencia el argumento
mas funciones, somete a los ciudadanos a una situación de priva- relativo a que la relación de especial sujeción del recluido a la
ción o de restricción de libertad. Así, el Estado, o la entidad pú- Administración origina en ésta un esencial deber de velar por la
blica correspondiente, ha de suplir los mecanismos de vida, integridad y salud de aquel, «valores que vienen constitu-
autodefensa de los que priva a los internos en un centro peniten- cionalmente consagrados y permiten, en determinadas situacio-
ciario; de ahí que, como consecuencia de su deber de garantía, nes, imponer limitaciones a los derechos fundamentales de inter-
nos que se colocan en peligro de muerte a consecuencia de una
haya de facilitar alimentación y asistencia médica a los presos y huelga de hambre reivindicativa, que podrían resultar contrarias
haya de preservarlos de las agresiones de compañeros y funcio- a esos derechos si se tratara de ciudadanos libres o incluso inter-
narios 226 . Naturalmente que, como ha destacado SILVA SÁNCHEZ, nos que se encuentren en situaciones distintas» (f. j . 7).

sario, en AA.VV, «Hacia un Derecho Penal europeo. Jomadas en honor del cuando el peligro provenga de comportamientos de terceros, al control de las
Prof. Klaus Tiedemann», Madrid (Boletín Oficial del Estado), 1995, p. 221. agresiones dolosas, pues respecto a los hechos imprudentes y a los accidentales
225
En contra, G. JAKOBS, para quien en estos casos «se trata de una con- «la situación es idéntica en el interno que en la persona en libertad» (p. 382). En
fianza cualificada en la constancia de esquemas de comportamiento, es decir, de la doctrina alemana se han manifestado a favor de la posición de garantía de los
la responsabilidad en virtud de incumbencia institucional» {Derecho penal..., funcionarios de prisiones respecto a la evitación de los delitos de los internos,
cit., p. 987, § 29, n. m. 46). G. FREUND, Erfolgsdelikt..., cit., pp. 256 y ss.; H. J. RUDOLPHI, comentario al
Vid. infra IV3.C.2. § 13, cit., n. m. 54.c); K. SEELMANN, op. cit., § 13, n. m. 129.
226 227
En el mismo sentido, PASTRANA I ICART, Infracciones de los deberes..., Aspectos de la comisión por omisión..., cit., pp. 378 y ss. A partir de ello
cit., pp. 224 y ss.; FEIJÓO SÁNCHEZ, Homicidio y lesiones..., cit., p. 55. SILVA cabe discrepar, por cierto, de su afirmación de que el médico penitenciario que
SÁNCHEZ señala con razón que, a partir del carácter de «institución total» de la rehusa tratar a un interno no responde por el resultado (pp. 384 y ss.).
228
prisión los deberes de protección se extienden también a la libertad, a la liber- Cabe pensar sin embargo en pactos voluntarios válidos en contra en re-
tad sexual, al patrimonio y a la limitada intimidad del interno {Aspectos de la lación con ciertas actividades arriesgadas de preparación o de intervención.
comisión por omisión..., cit., p. 380). Con razón limita también estos deberes, 22
9 También SSTC 137/1990, 11/1991 y 67/1991.
IV.3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 115
114 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
supone tomar en serio la delegación y considerar que la tarea
Aun comprendiendo la profunda dificultad ética que com- encomendada forma también parte ya de la actividad autónoma
portaba el otorgamiento del amparo, considero que asistía la ra- del asumente, que quedará obligado a su inocuidad frente a la
zón a los votos particulares de los magistrados RODRÍGUEZ-PINE- autonomía de terceros o del propio delegante. Así, junto con el
RO y LEGUINA VILLA, cuando afirman, respectivamente, que «la
mantenimiento de fuentes de riesgo en el propio ámbito y junto a
obligación de la Administración Penitenciaria de velar por la vida
y la salud de los internos no puede ser entendida como justifica- la injerencia, es la asunción libre de una competencia de protec-
tiva del establecimiento de un límite adicional a los derechos fun- ción de la propia persona que la otorga o de un deber de garan-
damentales del penado, el cual, en relación a su vida y salud y tía libremente delegados la tercera fuente de posiciones de ga-
como enfermo, goza de los mismos derechos y libertades que rantía derivadas del ejercicio de la autonomía personal.
cualquier otro ciudadano, y por ello ha de reconocérsele el mis-
mo grado de voluntariedad en relación con la asistencia médica y Cuando alguien otorga a otro la facultad de organizar par-
sanitaria», y que «ninguna relación de supremacía especial — cialmente sus propios asuntos, puede referir su^concesión, en lo
tampoco la penitenciaria— puede justificar una coacción como que aquí importa, a su propia protección o a la protección de
la que ahora se denuncia (...); ningún valor justificativo tiene, se- otros que tenga encoméj¿da¿á~en forma de control de los riesgos
gún creo, (...) el deber que la Administración penitenciaria de ve- que genere su ámbito o en forma dé protección de determinados
lar por la salud y la integridad física de los internos». Resulta bienes jurídicos. Eljímbj^d£jwújm^ puede
cuando menos sorprendente que la categoría jurídica de la rela- consistir así en una competencia de autoprotección —caso del
ción de especial sujeción, elaborada doctrinalmente para explicar guardaespaldas— o en un d^ber~de garantía^que, a su vez, si-
ciertas relaciones normativas, cobre vida y contenido propio y
guiendo ahora la clásica distinción de Armin KAUFMANN, puede
sirva para imponerse a la propia Constitución (art. 25.2).
ser de amparo de otro —el padre entrega al hijo menor al cany
guro— o de control de un fuente de riesgo propia —el^emgresa-
Qa-contrata un jefe de seguridad vara su empresa— 23*. ^
IV.3. La asunción de una facultad de autoprotección
o de un deber de garantía delegados El primer tipo de delegación, el referido a la protección del
delegante, no debe extrañar. El principio efe autonomía de la per-
sona supone, como ya se ha señalado, la facultad del individuo
A) FUNDAMENTO Y LÍMITES para definir sus propios intereses y para materializarlos, y la au-
sencia de interferencias en ese proceso de definición y de reali-
1. Podría pensarse que el tan reiterado postulado de que el zación personal, que constituye en sí un valor independiente de
ejercicio de la autonomía sólo puede generar deberes para su su concreto contenido. Esta facultad valiosa del individuo com-
agente impide el que puedan asignarse deberes de garantía por la porta también la de seIec^iwia£j^rjamz^r_los.niecanismos de
organización de los asuntos de otro cuando se actúa por delega- salvaguarda de los interesesjelegidos.'Es en principio aj»unjg_ de
ción de éste. Si así se hiciera scfírraáa en la deducción. Si bien cad£_uncTel de su propia protección. Solo si la autoprotección
se piensa, y se hace con los puntos de partida axiológicos que se comporta heterolesión, se arroga el Estado la competencia, mo-
proponen, lo gus-sucede es <\"<* e1 titlüar H p 1 á™bítr> ^n r,iipstifri_ nopolizando así la violencia —salvo, como es sabido, en supues-
ha_decidio>) lih(^mej^e_£ojrifWjina fljarteWe la organización del
m i a ^ o a otra persona, que, a su vez, erfel ejercicio de jsu_^íuto) 231
Vid. la extensa relación que aporta ALASTUEY DOBÓN de supuestos omi-
Yícénih h*>asumido dicha organización, que pasa así a ser tam- sivos abordados desde antaño por el Tribunal Supremo relativos a omisiones de
íto^uyo 230 . Tomar aquí en serio la autonomía personal guardabarreras; de encargados de líneas eléctricas; de arquitectos, aparejadores
y encargados de obra; y de médicos y enfermeras (op. cit., pp. 990 y ss., 1013
y ss.).
230 Vid. JAKOBS, Derecho Penal..., cit., p. 988, § 29, n. m. 46.
116 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV.3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 117

tos en que su intervención no es posible o no es ya eficaz y se conduciría en ámbitos tan importantes como la delincuencia de
hace necesaria la defensa agresiva del individuo para la salva- empresa y las ventajas que ya comporta la delegación como ali-
guarda de su autonomía y del nivel global de autonomía—. Tam- geración del contenido de un deber.
bién puede suceder que, como añadido a las facultades persona-
les de salvaguarda, la colectividad —el Estado— decida asumir En efecto, como de lo que se tratajea«£§ftjidad es de transmi-
competencias de protección —frente a un incendio, por ejemplo. tir un deber de control sobre un ámblfo de riejgo que correspon-
de al delegante y del que éste sigue disirutando y beneficiándo-
2. Resulta obvio afirmar que el efecto principal de la dele- se como propio. ío que se pToduce entre delegante y delegado es
gacigxi-esla generacijóri^n. M.AeJggadQ^^umjM lo que SCHÜNEMANN denomina <<^ütyjlaxid|^ flg Ig custodia» 233.
rantíáyela que emana un del^f^de^rantía Es obvio puesto Resultará entonces que no le pueden ser ajenos los efectos noci- *>'
qW-rirécísámente Tiernos recalado en la delegación en nuestra vos que su ámbito de dominio pueda producir. Cuestión distintax rf
búsqueda de fuentes de posiciones de garantía. El^contenido de es la de que pueda prescindir de la carga del control inmediato de \ ^ ¿
la posjcj^coincide, como-jesulta tamhién fívidfínte, con el con- la fuente de peligro delegada y que pueda sustituirla por un de- l \ c.°'
tenédmete la posición delegada; el contenido del deber está cons- ber de supervisión del delegado y por un deber de intervención si I <^y
tituido por la competencia de autoprotección delegada o por el el delegado no cumple adecuadamente con su deber. Es en esta / ,y; ^
deber de heteroprotección delegado 232. transformación de su deber en donde reside para él la ventaja de' \¿f>Q
Tan trascendente como este efecto dej&aezarinn de un nue- la delegación 234.
vo deBer es, eñj^cas^m^jquesed^^un (jeber. el efecto Surge aquí el problema de la medida de ese deber de super-
áTTrarBmrm^cloítiiel originario deber deldeleswite. Que_¿ó^su visión o vigilancia. Es obvio, en un extremo, que no puede ser de
de^arjaricipn. La afirmación de este segundo efecto esencial de la una exigencia tal que convierta la delegación en un dominio me-
delegación puede sorprender. Cabe pensar que si una persona de- diato, que anule así la ventaja intrínseca de multiplicación de este
lega libremente su deber de garantía en otra persona que lo asu- método y que ahogue las necesidades expansivas de la actividad
me libremente, sólo ésta queda obligada ya por el deber transmi- en determinados ámbitos sociales, como sucede significativa- ^ \ ^
tido; que es precisamente el efecto liberador lo que busca el mente en la empresa 235. Es también evidente, en el otro extremo, "^ ^
delegante; y que lo contrario, una duplicación de deberes, elimi- que su nivel no puede ser tan bajo que desvanezca en la práctica
na la ventaja de multiplicación y coordinación de tareas propia la posición de" garantía del delegante. La precisión de este deber
del mecanismo de la delegación. de vigilancia habrá de fijarse en atención al tino ^e, actividad va
Esta visión de las cosas peca de cierta superficialidad. P l e - las^racterístic^s^rier^nales del delegado. Cuanto mayor'sea éT~
gar una tarea (io)es trasmitirla sin más como si de una compra-
- A venta se tratara! TJúTéñ delega en su mayordomo el cuidado y el 233
Cuestiones básicas..., cit., pp. 536 y ss.
control de~su"perro doberman, no puede despreocuparse total- 234
Así, en esencia, respecto a los funcionarios de prisiones, PASTRANA I
mente de los peligros que pueda generar, cosa que sí sucedería si ICART, Infracciones de los deberes..., cit., p. 225.
235
se lo hubiera vendido al mayordomo. TJj¿fiam^pte|^|rjQa el A. SCHUTZBACH afirma que una exigencia desmedida implica que cada
trabajador tenga tras de sí un vigilante, lo que no casaría con el carácter liberal
naedp en el que debe preocuparse. La hipótesis de la exoneración del ordenamiento (Die strafrechtliche Verantwortungjiir Betriebsunfalle, Berlín,
no solo olvida que el ámbito delegado sigue siendo un ámbito del E. Schmidt, 1983, pp. 131 y ss.). Vid. también, en sentido similar, R. D. HERZ-
delegante, sino también la desprotección a la que tal mecanismo BERG, Rechtliche Verantwortung nach Arbeitsunfallen, en «Der Betrieb», 1981,
p. 693; C. P. SCHMIDT, Die strafrechtliche Verantwortlichkeit Betriebsangehóri-
gerfiir Arbeitsunfálle, Bochum (Brockmeyer), 1986, p. 93; JORGE BARREIRO, La
232
Por ello no genera un deber de garantía la delegación de un deber gene- imprudencia punible en la actividad médico-quirúrgica, Madrid (Tecnos), 1990,
ral de socorro. En contra, JAKOBS, Derecho Penal..., cit., p. 788, § 29, n. m. 47. p. 155.
118 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 1 19
rijgsgo que se pretende controlar y más difícil sucontrol, más in-
tensa habrá de ser la supervisión del delegantejLa cualificación tección de la norma de garantía vulnerada. Y cierto es que esto es
y la experiencia del delegado y la duración de la vigencia de una lo que sucederá normalmente en los casos de comportamientos
concreta delegación juegan, por contra, a favor de una mayor antijurídicos dolosos o imprudentes del delegado que, aun con
confianza del que delega, que podrá relajar así su actividad de vi- empleo de los medios delegados,(ríchtengan que ver con la fun-
gilancT'a^ó. ción que se delega, o que sí responaan genéricamente a esta fun-
ción pero se realicen en exclusivo interés del agente, que se apro-
El establecimiento de este deber de vigilancia como ancilar vecha así del margen de autonomía que le otorga la delegación y
de un deber de corrección del ejercicio de la delegación provoca del carácter forzosamente parcial de la actividad de vigilancia del
el regreso de la pregunta acerca de si no estamos configurando delegado 237.
deberes en virtud del comportamiento de otro, de si no nos con-
duce esto a que unos respondan por otros. Aunque su argumentación adolece de cierta oscuridad en al-
guno de sus puntos, la Sala Segunda del Tribunal Supremo llega
Creo que la respuesta debe ser, de nuevo, negativa. La res- a consecuencias materiales correctas en lo que se refiere a los
_ponsabÍlidad lo es, como se ha argumentado, poijojjieligmijque procesos de delegación en el conocido caso de la venta masiva de
genera el propio áinbito_de organización y.qnfída moduladafínsu aceite de colza desnaturalizado (STS de 23 de abril de 1992). Así,
contenido poFéTpropio hecho de la^ikisgación, que na.es sino por una parte, es cierto que se afirma en la sentencia que no «tie-
iTft?nrspprje^ rer^arto del i o n t r p l propio del d e - ne importancia que en la sociedad anónima de la que se trate la
berjngjjjmio. De hecn^reñono impide que el deledajrtfepueda administración esté dividida en ámbitos diversificados cuya com-
responder incluso por peligros dolosamente descontrolados por petencia corresponda a distintos administradores»; «quev_cjda.
uno de ellos es responsable del control de todos los peligros, nor-
el delegado, puesto que el ánimojy el conocimiento del delggado male's o no, que sean consecuencia deja actividad de la socie-
no es el.datiuie^isjyorjaiar20DesarTa contribución del delegante dad»; que «los alcances deTaetJéT"óTe garantía aepenaén de laXey
áTTesuítado, sino la i^rraccicyde su deber de garañtiajvjlTcone-^É^ que los impone y no de la voluntad de aceptarlos limitadamente
rxión con el resultado uierto es, no obstante, que, supuesto el pri- de aquel al que tales deberes incumben»; y que «cada adminis-
mero, la conexión podrá fallar si falla la eficacia potencial de la trador resulta obligado a hacer lc^qujje^geiúpasible y £xigMe se-
actividad debida del delegante; en estos casos no será el riesgo gún las circunstancias para lograr que el producto peligroso, in-
indebidamente no controlado el que se realiza en el resultado, troducido antijurídicamente en el mercado, sea retirado de la
como lo demuestra la hipótesis del comportamiento alternativo circulación o, en todo caso, para que no sea introducido en él».
adecuado a Derecho, ni uno de los que forma parte del fin de pro- Así, por otra parte, a pesar de que la lectura de estos fragmentos
podría conducir a un cierto entendimiento objetivista de la res-
ponsabilidad de los administradores y a la irrelevancia de toda
236
En sentido similar, W. GALLAS, Die strafrechtliche Verantwortlichkeit actuación delegatoria, es lo cierto también que la responsabilidad
der am Bau Beteilgten, Heidelberg (Recht und Wirtschaft), 1963, pp. 34, 38; penal en cuestión se afirma sobre la base de que ej($dministrá(£)r
G. GRASSO, // reato omissivo impropio, Milán (Giuffré), 1983, pp. 439 y ss.;
A. SCHUTZBACH, op. cit., p. 131; ARROYO ZAPATERO, Manual de Derecho Penal
del Trabajo, Barcelona-Madrid (Praxis), 1988, pp. 85 y ss. 237
Al respecto, en relación con los delitos de empresa, vid. mi artículo Fun-
Frente a la opinión de F. MANTOVANI (op. cit., p. 489), no creo que haya in- damento y límites..., cit., pp. 222 y ss. En relación con ese mismo ámbito con-
conveniente en asignar una posición de garantía al mero vigilante, ya que el de- sidera G. JAKOBS que existe únicamente un deber genérico de socorro del em-
ber de vigilancia del delegante puede ser a su vez delegado (por cierto: enton- presario cuando los trabajadores utilizan las instalaciones de la empresa para sus
ces el delegante tendrá que vigilar al delegado vigilante). Otra opinión quiebra propios asuntos (Derecho Penal..., cit., pp. 977 y ss., 29/36). B. SCHÜNEMANN
el esquema de responsabilidad, ofreciendo una salida fácil a la impunidad del destaca que el dominio que sustenta el deber de garante del empresario supone
delegante (y, lo que realmente importa, a la desprotección de bienes), que po- en todo caso que el subordinado se deje motivar realmente por las medidas de
dría hacer desaparecer su deber confiándoselo a otro que no devendría en ga- autoridad empresarial, de modo que su deber no puede implicar otras medidas
rante. de dirección que las específicas de la empresa: el superior nunca es responsable
por un hecho excesivo de su subordinado (Cuestiones básicas..., cit., p. 540).
IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 121
120 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
para el cumplimiento del deber 239 .T)elegación libre, asunción li-
«tuvo qofiocirniento del envío de aceite desnaturalizado al mer-
bre, Selección adecuada y d o t a c i ó n de dominio aparecen así
cado de consumo alimentario» y de que «a partir de ese momen-
to debió hacer todo lo que estaba a su alcance según sus faculta- como requisitos de este mecanismo de generación de deberes de
des jurídicas como administrador, sea parairnpeftr la repetición garantía.
del hecho o, en su caso, para hacgrj;gtjrar del mercado el aceite 2. Si una persona autónoma opta por protegerse o por cum-
que hubiera sido desviado por su hermano» (f. D. 32).
plir con un deber de garantía del que es titular a través de la dele-
También resulta correcta la afirmación de la responsabilidad gación en otra persona autónoma de la correspondiente compe-
de dos de los tres socios de una de la sociedades implicadas por tencia o del deber en cuestión, habrá de procedej^eqmo primera
incumplimiento de su deber de vigilancia del tercero (f. D. 46) y exigencia de operatividad de la misma, a una a^ecuafla selección
la absolución, por falta de posición de garantía, de un comer-
deLdfikgado 240 . Evidentemente es libre para elegir mal, para rea-
ciante que mediaba entre las empresas aceiteras (f. D. 53).
lizar una selección disfuncional, para designar a quien no puede
En otro supuesto bien diferente, el de la STS 1648/1999, de desplegar la protección exigida. Pero {joVs libre para elegir las
22 de noviembre, referente a un inspector de policía que percibe r.nnggp.iipnri3{{ j]]r|Hir.aa-dA. en g l ^ r i ó n g T <»n (A á r p H t " d" fo RU-
cómo subordinados suyos agreden a un detenido, no es que «no
pueda estimarse una delegación de responsabilidades, que en toprotecciórf él süjétóéTige a un guardaespaldas invidente, resul-
modo alguno resulta acreditada y que sería incompatible con las tará que su intento de delegación nq generará ningún deber en
funciones que le eran propias por el cargo que en ese momento quienjio puede observarlo y que las competencias de autoprotec-
ejercía» (f. D. 1), sino que el acusado, que sí lo hace con el de vi- r.\ón^^H^ZJi^V Ji-"^?7ri", g ÍYflmfifHE '"^gl —y» como vere-
gilancia, no^bserya el deber de intervención que constituye el mos, en parte, en el Estado (mejor: en las instituciones públicas).
contenido de su deber dej^antejxa§ {¡TEilegaición238.
Ma^or_bagC£ndencia tiene la selección, inoperante cuando lo —(£)
que se quiere delegar es un d^^exdeJ^^ojjio^^cjSiPpues como
B) REQUISITOS: DELEGACIÓN Y ASUNCIÓN GBRE§¿ resulta obvio lo que está ahora„en-iue^gp_es la indemnidad de ter-
1
SELECCIÓN ADF.n'iAnA nhi"nFiffft*T)0.TWACTÓN pF, DOMÍNTO ceros. Aquí, de nuevo, ya sea debida a una ^électíiosa"selección
atrTBuible al delegante, ya se produzca a pesar de que éste ha
1. La génesis de este deber de garantía requiere esencial- adoptado las medidas de diligencia que le eran objetivamente exi-
mente ej^eje^cicio coordingdo-jje dos jiferas de autonomía: un gióles, la JPraparHí^ *H ^ ^ g ^ f í flpraliya el mppanigmn rjfíja
dekeaHtg Iftn-e y un asuín£^e^re^ que, por la razón que fuere, delegación, al faltar ya un requisito que condiciona la traslación
tienen a bien el organizar asi sus vidas. Además, se trate de de- deTdeber: su cumplimiento formal no impide su carencia material
legación de competencias de salvaguarda propia o de delegación por ausenciade uno de^ujjpresíipüestos Iftgi^Qs De ahí que el de-
de deberes, en los que hay implicación de terceros, la delegación legante no cumpla ni empiece a cumplir por delegación su deber
no será efectiva, y no generará su efecto propio de generación de de garantía, que permanece con su contenido originario 241 . Si
un nuevo obligado —ni el de transformación del deber del ini-
cialmente obligado, al que luego me r e f e r i r é ^ ^ / la cesión no se 239
produce en quien aparece como cap^¡^j¿SÁg)rollarla y^w^su En este sentido, F. MANTOVANI, op. cit., p. 492.
240
En este sentido, F. MANTOVANI, op. cit, p. 492.
caso, si no va acompañada de la entrega IteThecesario 241
W. FRISCH observa que la delegación de tareas a personas que no están
en situación de ejecutarlas sin riesgo por razones de salud, o de capacidad, o por
238 su carácter plenamente negligente, supone ya la creación de un riesgo desapro-
Sobre la posición de garantía de los guardias civiles respecto a los dete- bado («Grundprobleme der strafrechtlichen Verantwortlichkeit von Unterneh-
nidos bajo su custodia, vid. STS 1865/2000, de 5 de diciembre. La SAP Barce- mens-organen», ponencia presentada en el «Seminario hispano-alemán sobre
lona (Sec. 3.a) de 30 de marzo de 2001 condena a un policía local por su pasi- responsabilidad penal de órganos de empresas y personas jurídicas» —dir. por
vidad ante el comportamiento de su compañero de detener arbitrariamente a un LUZÓN PEÑA y MIR PUIG—, Madrid, 24 al 26 de marzo de 1993, pp. 7, 18).
ciudadano.
122 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 123
posterioimente, por ignorar las dimensiones de su deber, no inter-
viene inmediatamente, mediatamente o a trajas de una nueva de- empresa, en la figura del empresario, ¿JLflDse delegan inicial y su- Á
legación, habrán de aplicarse las reglas del ^rrcjr para calibrar su
responsabilidad. ~" r.ión Hel n^ce.ajujftrifoinin para elcumplimiento del deber, ton-
que comporta, poTtfe pronto, poder de-influencia material y de ** '
El planteamiento anterior puede conducir a la perplejidad si dirección personal. Aquel poder podrá comprender instrumental, Y
supone, a falta de delegación y de la consiguiente generación de capacidad financiera o facnlraHeft dfí paralj^aHón He, ]¡* actividad *" J
deber en el delegado, la automática exoneración del delegado peligrosa; las competencias de dirección implican la igroarticipn- *
asumente, aun cuando éste sea consciente, o pueda serlo, de su de directrices y, en su caso, la posibilidad de establecer nuevas
propia incapacidad. La aceptación de la posición de garantía su- delegaciones>Dominio significa también información: eJLdelega-
pone, sin embargo, un actuar precedente peligroso que origina un do debe recjbip la fojgnación^e información. n^c.esarias para ob-
deber de garantía para su agente 242. servar la función_que de él se pretende y que se referirán a los
3. La delegación ^ i l g ^°plifígQ su^efectos.dejgnjgración procesos de riesgo que puedan surgir en el ámbito delegado y a
dejmjTueyojieber y, en su cascvjde transformación |del conteni- los medios para su control 245. Repárese en que, como ha subra-
daiiel4efeefcegginarÍQ del deJggarjte_Cüando su cjjj^plíg^iento re- yado recientemente MANTOVANI, la Hntaciónjpjjryninin n o sólo
sultajLj?riozLjpQSÍb\e. No sólo no puede haber responsabilidad condiciona la generación de la nueva posición de garantía, sino
<^ frente a un deber que no puede ser observado por su destinatario, que demarca su momento, que(no\ coincide así con el del mero
acuerdo de voluntades246. ^^^^
i sino que, previamente, por la misma lógica derivada del valor de
/ la dignidad de la persona, jio_puede darse la generación de un de- Se advertía con anterioridad que la denegación de dominio
^ersin^osipM^^^^^^^^2^ deja la aceptación inoperante y la delegación en intento, y, consi-
guientemente, paraliza la creación de una nueva posición de ga-
La reflexión anterior tiene una incidencia especial en el ám- rantía y la transformación del deber original de garantía 247. De
bito de las organizaciones jerarquizadas y complejas, y, signifi- ahí que cuando, como esfrecuenteen el ámbito empresarial, se
cativamente, en el ámbito de la empresa 244. Los diversos debe- produzcan varias delegaciones de ámbitos diversos pei?&*simultá-
res de garantía que recaen originariamente en la cúspide de la neas y de una misma fuente, deba el delegante cj^rdiñaflas de
modo que no queden lagunas de dominio, si no quiere que su
242
ejercicio le corresponda a él pW"vtá""rñéaíata o inmediata. Una
Vid. supra IV.2.E.2. A similar solución llega GRACIA MARTÍN, para quien distribución descuidada puede dar lugar así a que el empresario
el sujeto que infringe el deber objetivo de cuidado asumiendo el ejercicio de una
función para la que no está capacitado entra en una relación de dominio con el
245
bien jurídico. «Si en su actuación no dolosa lesiona el bien jurídico habrá incu- En este sentido, F. MANTOVANI, op. cit., p. 492.
24
rrido en la llamada "culpa por asunción"» (El actuar en lugar de otro en Dere- 6 Op. cit., p. 494.
cho Penal, II, Zaragoza, Universidad, 1986, p. 222). Al respecto vid. la intere- 247
Como afirma FEIJÓO SÁNCHEZ, «todo dominio de riesgos que no es efec-
sante STS de 8 de julio de 1991, que resuelve un supuesto en el que el acusado tivamente delegado continúa siendo imputable al que crea el riesgo» (Homici-
asume el cuidado de una anciana enferma haciéndose pasar por médico. dio y lesiones..., cit., pp. 47 y ss.). Sólo podrá fundamentarse una responsabili-
243
Vid. ampliamente, MOLINA FERNÁNDEZ, Antijuridicidad penal y sistema dad penal del que se pretende delegado sobre la base de un actuar precedente
del delito, Barcelona (J. M. Bosch), 2001, pp. 553 y ss. (especialmente, 603 peligroso si su cualificación técnica y el ejercicio de las funciones para las que
ys.). carece del suficiente dominio de garantía motivan la iniciación ajena de com-
244
Vid. mi artículo Fundamento y límites..., cit, pp. 218 y ss.; SILVA SÁN- portamientos peligrosos, en la razonable creencia de que aquél ejerce su rol sin
CHEZ, Responsabilidad penal de las empresas y de sus órganos en el Derecho mutilaciones. Naturalmente este efecto sólo se produce por el hecho de que ex-
español, en AA.VV —coord. SILVA SÁNCHEZ—, «Fundamentos de un sistema ternamente el sujeto asume, no un deber cualquiera de actuación, sino un deber
europeo de Derecho Penal. Libro homenaje a Claus ROXIN», Barcelona (J. M. de garantía. De otro modo el incumplimiento de cualquier deber —piénsese en
Bosch), 1995, p. 372, n. 50; MARTÍNEZ-BUJÁN PÉREZ, Derecho Penal económi- el deber de socorro— convertiría al infractor en garante en cuanto generador de
co. Parte general, Valencia (Tirant lo Blanch), 1998, pp. 208 y ss. la renuncia de otros a medios alternativos de protección. Al respecto vid. su-
pra IV2.E.2.
124 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 125

—y en general, el delegante— vulnere su deber de garantía por C) No REQUISITOS: FORMALIDAD Y EXPRESIVIDAD


error sobre su contenido. DE LA DELEGACIÓN
Cuando un empresario o uno de sus directivos encomienda
una determinada tarea a un subordinado y le transmite el domi- 1. De los requisitos de la delegación como fuente de posi-
nio máteríát ypersonal necesario para la misma, "puecíe reservar- ciones de garantía y de transformación de los deberes derivados
se, sin embargo, para sí las funciones de seguridad y ef cíomínio de la posición originaria, pasamos a los no requisitos.(M)Q for-
necesario para las mjgmas o delegaraquéllas y trans,ni^ir ésje a malidad de la delegación y de la aceptaciónTy^su expresividad
unlércéFoTXá "denegación o Ta revocación de la función de ga- condicionan el mecanismo de la delegación. Tx¡mm)co lo hará la
rañtTSTsin embargo, pueden ser ilícitas sin una correlativa dene- desprotección del delegante —en general, del afectado—, por el
gación o revocación de la tarea productiva encomendada cuando
la coincidencia de dominio de garantía y dominio de producción curso de riesgo cuyo control se delega.
implican una unidad intrínseca de las funciones de garantía y de 2. Insistía con anterioridad en que el factor fundante de la
producción. Piénsese on supuestos de delegación global del do-
minio de la empresa con la única excepción de la reserva de cier- generación del nuevo deber de garantía por delegación y acepta-
tas funciones de seguridad, o de impartición de una orden expre- ción es la librej^iuatarK^-el ejercicio de la autonomía— de de-
sa de realización de una prestación sin las garantías de seguridad legante y aceptante. (Cómd s e j ^ t n r m e n t e el acuerdo, si se for-
anejas a la misma. La reserva de funcioaejLde seguridad consti- maliza o cómo se formalice es irrelevañte 2M). Hay nuevo deber
tuye jiquí el conterrid^d^ ya de garantía si hay a^u^rdo^e^yoluntade^^y, como hemos visto,
una vulneración del deber, de, garantía, del delegaiite y que no es / capacidad y dominio erTeTdelegado—fCuestión distinta es que
vinculante para el delegado, que lo es por recibir el dominio ne- la falta de expresividad 2 5 1 o de formalidad pueda conducir a
cesario y por aceptar la función productiva principal, a la que el
ordenamiento anuda la función de garantía 248. Cuesliójuliferen- errores en los participantes en el acuerdo o que pueda dificultar
te será la £ojisi_dejación d^jgjje„£l^ujbjorjdjnado que vulnera su de- la prueba posterior relativa a que hubo delegación.
ber objetivo de seguridad lo hace impulsado por un estado de ne- La delegación y aceptación implícitas adquieren gran impor-
cesidad, condicionado por una situación de miejdojjgsjmejable o
erTTa cj^encia^ránea. e invencibiejjg que no se encontraba en tancia en los supuestos tradicionales de estrechas comunidades
una posición de garantía 24^. " de vida 252 o de comunidades de riesgo, en los que no es difícil
encontrar pactos implícitos de socorro en caso de peligro, bien
de protección mutua, bien de protección unidireccional del más
capacitado hacia los demás 253 . Piénsese para lo primero en la

250
Así, BACIGALUPO ZAPATER, «que se refiere al requisito como «acuerdo
natural de voluntades» (Principios..., cit., p. 408). Así, en parte, MIR PUIG, que
248 señala que «lo decisivo seguirá siendo una asunción voluntaria delriesgoque
Con razón distingue R. D. HERZBERG entre dos situaciones diferentes:
a) la orden antijurídica que supone únicamente una restricción del dominio del aumente
251
éste» (op. cit., p. 316, n. m. 51).
delegado, que, como tal, permanece en su posición; b) la orden que «congela» Un caso de aceptación expresa de una posición de garantía es el de los
el dominio del delegado y que tiene como fin facilitar la realización de la tarea contadores-partidores y el de los albaceas respecto de la adecuada asignación de
contra las normas de seguridad. En la primera mantiene el delegado su dominio la herencia, narrado, en un supuesto de estafa, por la SAP Murcia (Sec. 4.a)
y su deber de seguridad, y debe, por ello, desatender la orden antijurídica, que 57/1999,
252
de 14 de junio.
como tal es ineficaz. En la segunda, la desposesión del dominio implica la libe- Como señala MIR PUIG, en los supuestos de «estrecha vinculación fami-
ración del delegado de su posición de garantía (Die Unterlassung..., cit., pp. 235 liar» lo decisivo es que «concurra una efectiva dependencia absoluta de una per-
y ss.). sona253respecto de otra asumida por parte de ésta» (op. cit., p. 310, n. m. 47).
249 Con lo que, en contra de lo que opina G. ARZT, la mera comunidad so-
No atribuible a una falta de transmisión de información del delegante, en
cuyo caso, al no trasladarse el dominio necesario, no se origina un nuevo deber brevenida y generada por una desgracia —por ejemplo, los supervivientes de un
de garantía. naufragio— no genera posiciones de garantía (Zur Garantenstellung beim
IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 127
126 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA
dencia tiene el tema de la existencia de delegaciones de compe-
pareja de ancianos que conviven bajo el mismo techo en el en- tencias de autoprotección en el seno del matrimonio 258. El pun-
tendido de que cualquier problema de salud de alguno de ellos to de partida es la afirmación de la existencia de dicha delega-
provocará la llamada de auxilio médico del otro, cosa que oca- ción, pues es el propio Código Civil el que dota de tal contenido
siona además que no adopten otras medidas adicionales de pro- al contrato entre los cónyuges 259. Cuestión distinta es la de que
tección, tales como la contratación de servicio doméstico perma- se dé en su caso el tipo de situación para la que se delega la com-
nente 254, la adopción de sistemas de comunicación telefónica de petencia, discriminación para la que podrá tener un alto valor in-
urgencia, o su traslado a una residencia o a casa de alguno de sus
hijos 255. Piénsese para lo segundo en el acuerdo de realizar una diciario el de la relajación de mecanismos alternativos de protec-
larga travesía a nado en el mar entre el experto socorrista y na- ción 260. Cuestión diferente también es la de que, vigente
dador de fondo y quien lo intenta por primera vez. formalmente el contrato, haya un acuerdo tácitojle suspender tal
delegación, como sucederá en los supuestos de separaciones de
Salvo las de los padres hacia sus hijos menores de edad, so- hecho o en los supuestos de «matrimonio quebrado»^*. Por po-
bre las que habrá oportunidad de reflexionar posteriormente 256,
las posiciones de garantía en el ámbito familiar no proceden de
de riesgo creada al haber asumido personal y exclusivamente el cuidado de su
la «vinculación natural», tópico axiológicamente insuficiente, madre, incapaz de valerse por sí misma, excluyendo cualquier tipo de atención
sino en su caso de la asunción de funciones de protección, que externa (art. 11.2.a del Código Penal)».
normalmente no es ni formal ni expresa 257. Singular trascen- MUÑOZ CONDE y GARCÍA ARAN defienden que la vinculación natural es la
fuente de deberes de garantía en este supuesto y en otros del ámbito familiar o
análogos (op. cit., pp. 280 y ss.). Frente a ello, tiene razón FEIJÓO SÁNCHEZ cuan-
unechten Unterlassungsdelikt, en «JA», 1980, p. 713). En el sentido del texto, do afirma que «las relaciones familiares sin más no fundamentan una posición
vid. MIR PUIG, op. cit., pp. 316, n. m. 49; FEIJÓO SÁNCHEZ, Homicidio y lesio- de garante ni, por tanto, especiales deberes de cuidado» {Homicidio y lesio-
nes..., cit., pp. 52 y ss. nes..., cit., p. 57).
254 258
La SAP Lérida (Sec. 1.a) 414/1999, de 29 de julio, narra un supuesto de Niegan que el mero vínculo matrimonial genere deberes: B. SCHÜNE-
omisión de auxilio a unos ancianos por parte de una persona contratada para MANN, Grund und Grenzen..., cit., pp. 355 y ss.; JAKOBS, La imputación penal...,
ello. cit., p. 865, n. 76; H. J. RUDOLPHI, comentario al § 13, cit., n. m. 50, p. 44/11.
255 259
Para afirmar una delegación de protección no es necesario que el dele- El artículo 67 del Código Civil establece que «el marido y la mujer de-
gado constituya «el único medio de subsistencia» del delegante, y que éste de- ben (...) ayudarse mutuamente»; el artículo 68 dice que «los cónyuges están
penda de aquél «para todo», como parece entender la SAP Valencia (Sec. 5.a) obligados a (...) socorrerse mutuamente».
77/1996, de 12 de marzo, en un caso de abandono de dos hermanos a un terce- Afirma expresamente la posición de garantía del cónyuge la STS 161/1995,
ro, que padecía de sida en fase terminal. Uno de los dos hermanos vivía con la de 10 de febrero. La STS 1186/1999, de 19 de julio, antepone como fuente del
víctima. Cuestión distinta, que afecta a un requisito de la imputación objetiva de deber de garantía el actuar peligroso precedente a la asunción de protección pro-
la muerte distinto al de la posición de garantía, es la de que el abandono hubie- pia del matrimonio en un supuesto en el que el marido golpea fuertemente a su
ra influido en el momento de la muerte, cosa que niega la sentencia. esposa en diversas partes del cuerpo, hasta que cae al suelo, y omite después
™ Vid. infra V2. todo auxilio durante varias horas; su auxilio posterior no evita el fallecimiento.
257 260
Es interesante al respecto la STS 520/1997, de 17 de abril. En ella se ca- Esto es patente en el caso del cónyuge imposibilitado para valerse por sí
lifica el comportamiento omisivo de una mujer y de su compañero en relación mismo (vid. HUERTA TOCILDO, Principales novedades..., cit., p. 36).
261
con los cuidados esenciales del padre de la primera, que convivía con ellos por- Expresión que utiliza SÁNCHEZ-VERA. Con un punto de partida diferen-
que ambos lo habían trasladado a su domicilio desde la residencia en la que vi- te —el deber de garantía surge de la institución— es similar la solución final a
vía. La ausencia de cuidados determinó la muerte del padre. La sentencia cali- la que llega este autor. A su juicio, la institución matrimonial impone deberes de
fica de garantes a ambos acusados (f. D. 2). En la STS 1286/1997, de 27 de socorro a los cónyuges, a lo que no empece el que el vínculo pueda disolverse
octubre, la desatención es de un hijo adulto hacia su madre enferma y anciana. prácticamente a voluntad de los cónyuges (Deberes de socorro en virtud de la
En el fundamento 5 se alude al conocimiento del recurrente de su posición de unión matrimonial. A su vez: sobre al agravante de parentesco del artículo 23
garantía, que tendría dos fuentes: «tanto su obligación legal de prestar a su ma- del Código Penal, en «AP», 1999, núm. 11, p. 222). Esta posición de garante de-
dre el indispensable sustento y asistencia médica (art. 11.1.° del Código Penal, cae con la separación legal y con la separación de hecho anterior al peligro co-
en relación con los arts. 142 y 143 del Código Civil), dado el desvalimiento ab- rrespondiente, aunque perviva la institución matrimonial (pp. 225 y ss.), pues
soluto en el que se encontraba y la convivencia entre ambos, como la situación
128 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 129

ner un ejemplo extremo: no es garante de la vida de su cónyuge creo que el delito de agresión sexual, al menos el del tipo básico,
la persona que se encuentra en la playa, que observa impasible no sea realizable por omisión, como no es sólo realizable por
cómo alguien se ahoga y que reconoce en él a su aún cónyuge, quien desarrolla el contacto sexual (piénsese en quien obliga a
al que tras separarse de hecho no veía desde hace diez años. otras dos personas a mantener relaciones sexuales entre sí). Lo
Creo que es la comprensión descrita de los deberes matrimonia- que aquí sucede es que estamos ante un supuesto prototípico en
les de auxilio mutuo ex delegación-aceptación la que explica el que una omisión ayuda a la comisión de un delito. Tal como ex-
convincentemente el porqué de la inexistencia de deberes a pe- pone con brillantez la propia fundamentación de la sentencia, el
acceso carnal del padre hacia su hija en el contexto doméstico se
sar de la subsistencia del matrimonio en ciertos casos, empeño vio facilitado por la actitud permisiva e incluso complaciente de
en el que fracasan nítidamente tanto la concepción de estos de- su compañera, que incluso se prestaba a alternarlo con su propio
beres como deberes institucionales, como la que entiende estos contacto sexual con su compañero.
deberes como deberes derivados de la confianza especial. El
propio presupuesto de la primera impide explicar que no pervi-
La posible faltgjde_e^rj^Myidad^ de formalidad del meca-
van los deberes si pervive la institución. El problema de la se-
nismo delegacióñ^aceptación no comporta el que genere Jeberes^
gunda concepción es su propia insustancialidad: ¿por qué pue-
de^gam^a^ujifmQmeno bien distinto, como lo es el de l<£tri&rcñ
de generar deberes en unos la simple confianza de otros en que
colnfiañzai en ^V^JJ^ actuará, por ejemplo por su justificada
los mismos existen?
faffuT'de «¿u^isa^^itano». Es evidente que no hay aquí ni de-*
En este ámbito de delegaciones tácitas en el ámbito domésti- legación maclptación, y que por ello no cabe reconducir estos
co tiene especial interés el supuesto y la argumentación de la STS supuestos a la fuente de posiciones de garantía que estamos
1538/2000, de 9 de octubre, que termina condenando por com- abordando. Tampoco se produce aquí, como ya vimos 262 , inje-
plicidad, como garante, a una mujer por su pasividad ante los rencia alguna del presunto altruista. Repárese en que no se trata
abusos sexuales de su compañero hacia una hija de él de seis años aquí ni de la interrupción de un curso salvador ya iniciado, ni de
de edad. El Tribunal Supremo considera, de un lado, con una ela-
borada argumentación, que es garante de la niña en cuanto guar- la quiebra de una promesa de salvación, ni de la asunción previa
dadora de hecho; de otro lado estima que su omisión no determi- de una posición de garantía, situaciones todas ellas potencial-
nó, sino que sólo facilitó, el delito de su compañero. mente inhibitorias de otros mecanismos de autodefensa o de he-
terodefensa y con posibilidad por ello de constituirse en un ac-
Creo que es posible llegar a la misma conclusión (participa-
ción por omisión) desde premisas más adecuadas, menos forza- tuar peligroso precedente. Se trata de una situación muy otra. Se
das. No creo, por de pronto, que la acusada fuera garante por de- trata simplemente de que los demás parecen investir al sujeto en
legación, a la vista de que los hechos se produjeron, obvio es garante sinrazón alguna material para ello, pues nada tiene que
decirlo, en presencia del garante (el padre), que obvio de nuevo ver éTpeíigro o su control con el ejercicio de su autonomía. Pen-
es decirlo, no delegó nada, sino que, bien al contrario, retuvo sus sar lo contrario supondría sostener que para el ejercicio presen-
competencias para abusar de ellas. Creo además que si hubiera te de nuestra autonomía no somos libres, sino esclavos de nues-
sido garante debería haber sido calificada como autora, pues no tro pasado.

decae la confianza especial en el el socorro del cónyuge (p. 230), cosa que tam-
3. En la fuente de deberes de garantía constituida por el me- i ^ A
bién sucederá en casos de grave deterioro de la relación matrimonial (p. 231). canismo delegación-aceptación no resulta necesario parael man-ÍO*' j
Sostienen también la inexistencia de deberes de garantía en supuestos de dete- tenimiento-éel ^eber el que el delegante se desproteja o deje del
rioro matrimonial o de separación de hecho, H. J. RUDOLPHI, comentario al § 13, proteger a otros como consecuencia de la delegación 263 . Lo que
cit., n. m. 50, p. 44/11; M. KÓHLER, Strafrecht. Allgemeiner Teil, Berlín, Heidel-
berg y Nueva York (Springer), 1997, p. 217. Exige ambas condiciones, R. BÁR-
WINKEL, Zur Struktur del Garantieverháltnisse bei den unechten Unterlassungs- 262
Vid. supra IV2.E.2.
delikten, Berlín (Duncker & Humblot), 1968, p. 137. 263
Que sí constituirá un indicio de que la delegación se ha producido.
130 IV. DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA IV3. LA ASUNCIÓN DE UNA FACULTAD DE AUTOPROTECCIÓN 131

pasará aquí es que si no se desprotege o no deja de proteger a tivamente realizada el sentido del intento de un comportamiento
otros, no habrá resultado por el propio ejercicio de las compe- delictivo omisivo: el carácter de omisión ejecutiva desde la pers-
tencias y de las facultades del delegante, con lo que la omisión pectiva de un determinado tipo penal. Podría pensarse, por de
del delegado quedará a lo sumo en tentativa si ha supuesto una pronto, que no cabe la tentativa omisiva inacabada, pues mientras
elevación relevante del riesgo 264 . el sujeto está a tiempo de cumplir con su deber de garantía no se
puede decir que incumple éste y, una vez cumplido ese plazo, en-
En los delitos de comisión la fase de tentativa inacabada co- traremos lógicamente en fase de tentativa acabada.
mienza con la realización de actos de ejecución exteriores y ter-
mina con la finalización de los mismos, de modo que la salvación Este razonamiento implica, sin embargo, una concepción de
del bien puede producirse con el simple desistimiento del sujeto la tentativa, del deber de garantía y de su cumplimiento, que, tras-
activo. Finalizados los actos de ejecución entra el iter criminis en ladada analógicamente al ámbito de la comisión y del deber de
fase de tentativa acabada: el sujeto activo ha realizado todos los cuidado, conduciría también a la negación de la tentativa comisi-
actos que deberían dar lugar a la Jesión BeFobjeto del bien jurí- va inacabada y al correlativo vaciamiento del artículo 16 del Có-
dicorpenal. Su evitación por parte del agente~requiere un com- digo Penal: podría pensarse, asimismo, que, mientras que el su-
portamiento activo de iniciación de un nuevo curso causal de fun- jeto está atiempo de cumplir consu deber de cuidado, no
cionalidad opuesta al inicialmente puesto en marcha por él incumple esFe y que, sobrepasada la"frontera de finalización de la
mismo. En los delitos de omisión y resultado, para los que la doc- ejecución, se penetra en el ámbito de la tentativa acabada. El pro-
trina ampliamente mayoritaria defiende la posibilidad de tentati- blema se encuentra, pues, en determinar, al igual que en la tenta-
va 265, se han de realizar consideraciones equivalentes a las ante- tiva comisiva, cuándo esjamos ante un comportamiento que reve-
riores, pues su descripción parte del mismo artículo 16 del la pof su proximidad y peligro^id^^naM¿oiitatad inequívoca de
Código Penal. La diferente estructura de estos tipos delictivos consumac1órrde1"delíto, ó, si se quiere, un comienzo de incum-
obliga, sin embargo, a alguna reflexión añadida en relación con plimiento del deber de garantía 266. En los tipos omisivos natjá
el momento del comienzo de la tentativa y con la forma del de- que prestar especial atención a la constatación del mohiento delaJ
sistimiento simple y del desistimiento activo. posibilidad y de la obligatoriedad de la intervención salvadora,/
del agente. Toda omisión ejecutiva presupondrá una elevación de
El comienzo de la fase de tentativa, según el citado artículo, este riesgo a un grado relevante, ya que, si en un momento preci-
acontece cuando «el sujeto da principio a la ejecución del delito
directamente por hechos exteriores». El problema, de nuevo, ra- so esto no sucede así porque no aumente el peligro con el paso de
dica en determinar cuándo podemos atribuir a una conducta efec- un cierto lapso de tiempo, atribuiremos el carácter ejecutivo a la
previa no intervención en el momento de la citada elevación.JSi
dicha_atribución aj¿arecjej^a^jrjor la inexistencia dej)qsibiji-
264
Para F. MANTOVANI, «la obligación de garantía puede ser definida como d a d ^ d e proximidad* habremos de ím^faFéTIcaractér ejecutivo
la obligación jurídica, que gravita sobre específicas categorías predeterminadas de la omisión al momento posterior en el que el riesgo se eleva,
de sujetos previamente revestidos de los adecuados poderes jurídicos, de impe- pues desde un punto de vista normativo es irrelevante en estos ca-
dir resultados que ofenden bienes ajenos, confiados a su tutela por la incapaci- sos el momento de la intervención mientras el curso peligroso
dad de los titulares para protegerlos adecuadamente» (op. cit., p. 488). En rela- permanezca estable en un nivel insuficiente para la estimación de
ción con esta definición debe subrayarse, amén de la insuficiencia del criterio
de la delegación para fundamentar todas las posiciones de garantía (vid. su- que estamos ante una tentativa: la demora en la actuación no
pra II.6), lo siguiente: que lo definitivo desde la perspectiva de la libertad no es aporta el requerido desvalor añadido de peligrosidad 267.
que el delegante «confíe», sino que el delegado «asuma»; que si no es esencial
que se genere desprotección a raíz de la asunción, como apunto en el texto, mu-
cho menos lo es que haya una desprotección natural previa. 266
265
Cuando, como afirma K. TIEDEMANN, «el autor ha objetivizado sufi-
Cfr., por ejemplo, RODRÍGUEZ MOURULLO, Comentario al artículo 3, en cientemente su decisión de no retorno» (Wirtschaftsstrajrecht und Wirtschafts-
CÓRDOBA RODA y RODRÍGUEZ MOURULLO, «Comentarios al Código Penal», Bar- kriminalitat. Allgemeiner Teil, Reinbeck —Rowohlt—, 1976, p. 226).
celona (Ariel), 1972, pp. 131, 142 y ss.; MALO CAMACHO, Tentativa del delito, 267
G. STRATENWERTH considera que «la tentativa comienza cuando la de-
México (UNAM), 1971, 20; MIR PUIG, adiciones al «Tratado de Derecho Pe- mora en la intervención acrecienta el peligro (real o supuesto por el autor) res-
nal», de H. H. Jescheck, Barcelona (Bosch), 1981, p. 884. pecto del bien jurídico» (op. cit., p. 400, § 14, n. m. 4). En sentido similar: Oc-
132 IV DEBERES DERIVADOS DE LA PROPIA AUTONOMÍA

El desistimiento en la tentativa inacabada por omisión consis- V. DEBERES DE GARANTÍA FUNDAMENTADOS


te, al contrario que en los delitos de comisión y resultado, en un EN LA PRESERVACIÓN AUTONOMÍA AJENA
comportamiento activo 268. La fase de tentativa acabada abarca
desde el momento en el que el garante dejó de tener la posibilidad
de una actuación ordinaria en cumplimiento de su deber hasta el
de producción del resultado descrito en el tipo, con lo que el de-
sistimiento activo se reduce al recurso a medidas extraordinarias.
Expresado en otros términos: si el sujeto puede evitar todavía el
evento desvalorado con el ejercicio normal de las funciones de la
posición de garantía de la que es titular, no ha terminado aún de V.l. Los deberes de las instituciones públicas
ejecutar el delito; si ya no puede hacerlo, si sólo puede hacer efec-
tivo su arrepentimiento a través de recursos excepcionales, nos en- 1. La concreta extracción de posiciones de garantía que se
contraremos ante una omisión ejecutiva terminada. Tanto en la ha esbozado en el apartado anterior resulta sin duda discutible en
forma comisiva como en la omisiva supone la tentativa inacabada
un menor grado de peligro y de proximidad al resultado que la muchos de sus aspectos. Considero que no lo es tanto en su pun-
tentativa acabada; en ambos casos, además, supondrá el desisti- to de partida, centrado en la idea de la responsabilidad por el
miento activo una mayor aportación de energía por parte del suje- ejercicio de la autonomía personal. Los especiales deberes pena-
to normativo que el desistimiento simple 269. les positivos que hemos extraído aspiran a justificarse a través de
dos vías cumulativas: se imponen, en primer lugar, porque su im-
Cuestión diferente es la ya tratada en el ámbito de la injeren- posición es útil a los valores fundamentales de la libertad y de la
cia relativa a que la promesa de salvación, la asunción ficticia de igualdad, al disfrute general de la autonomía personal; se impo-
una posición de garantía o el curso de salvación ya iniciado ge- nen, en segundo lugar, porque su imposición a ciertos destinata-
neran un deber de garantía si ocasionan la inhibición de medidas rios, y no a otros, y no a todos, es justa en el sentido de que cons-
alternativas de autoprotección o heteroprotección: si suponen un tituye el precio proporcionado del propio ejercicio de la
actuar peligroso precedente 270. De ahí, por cierto, que la propia autonomía. Dicho en términos quizás más sencillos: la imposi-
asunción por delegación pueda generar deberes de garantía por ción de deberes de garantía es valiosa porque genera más liber-
dos diferentes razones: por el ejercicio de la autonomía de dele- tad que la que sacrifica y porque la libertad que restringe en for-
gante y delegado, y por el actuar peligroso precedente de éste si ma de la imposición de control de riesgos se hace precisamente
su aceptación genera desprotección. a quien disfruta voluntariamente de las ventajas de dichos ries-
gos. De ahí que seamos garantes básicamente de losriesgosque
generan nuestras cosas y nuestros comportamientos.
TAVIO DE TOLEDO Y UBIETO y HUERTA TOCILDO {Derecho Penal. Parte general.
Teoría jurídica del delito, Madrid, Castellanos, 1986, 2.a ed., p. 589); H. H. JES-
CHECK Y TH. WEIGEND (que añade «o aquel otro en que el curso casual escapa Más allá de las situaciones descritas en el apartado anterior,
de las manos al autor», op. cit., p. 638) y A. ESER (SCHÓNKE-SCHRÓDER, Straf- con su fuerte anclaje utilitarista y axiológico, todo se pone un
gesetzbuch. Kommentar, Munich, Beck, 2001, 26.a ed., § 22, n. m. 50 y s., poco más cuesta arriba de cara a la justificación de la imposición
pp. 408 y ss.).
268 de otros deberes positivos 271. Tenemos, por de pronto, una fuer-
Cfr., por ejemplo, RODRÍGUEZ MOURULLO, Comentario al artículo 3, en
«Comentarios...», cit., p. 131; J. WOLTER, Objektive undpersonóle Zurechnung te necesidad de protección de bienes que no pueden ser protegi-
von Verhalten, Gefahr und Verletzung in einem funktionalen Straftatsystem, dos por sus titulares por su reducida capacidad para organizar su
Berlín (Duncker & Humblot), 1987, p. 315; OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO y autoprotección y que están amenazados por riesgos que no son
HUERTA TOCILDO, Derecho Penal..., cit., p. 589; H. H. JESCHECK Y TH. WEIGEND,
op. cit., p. 638.
269 271
Para todo lo anterior, vid. mi libro La protección penal..., cit., pp. 86 y ss. En el mismo sentido, FEIJÓO SÁNCHEZ, Homicidio y lesiones..., cit.,
2
™ Vid. supra IV.2.E. pp. 47 y ss.
134 V DEBERES FUNDAMENTADOS EN LA PRESERVACIÓN AUTONOMÍA AJENA V1. LOS DEBERES DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS 13 5

atribuibles a otras personas imputables. Piénsese en el claro que configura pueden resultar bastante disuasorios desde la pro-
ejemplo de los peligros que desencadena un niño o un enfermo pia perspectiva de los valores de igualdad y de libertad que he-
mental para su propia vida o para su salud. Existen también ries- mos situado en el frontispicio de nuestra reflexión. Piénsese que
gos que, por su magnitud, no son razonablemente controlables en los casos que en su caso se determinen —¿el niño que se aho-
por la víctima potencial de los mismos o, en general, por un solo ga?, ¿el incendio que no se apaga?, ¿el robo que no se evita?—
individuo. Piénsese en un incendio o en una inundación graves. respondemos igual por lo que hacemos que por lo que no evita-
En general, deseamos que nuestros bienes esenciales queden mos, y que respondemos igual todos, el atracador del banco que
fuertemente protegidos, y así, por poner algunos ejemplos, no el cliente que porta una pistola, el bañista que sestea que el padre
nos conformamos con la función preventiva de las penas, sino negligente. Piénsese en que multiplicamos nuestros deberes no
que deseamos además que pueda haber alguien obligado a inter- de cualquier modo, no con un pequeño tributo más, sino con
ponerse entre delincuente y víctima, aspiramos a que toda perso- múltiples y severas obligaciones penales de hacer. Piénsese, en
na con problemas de salud pueda ser atendida por un médico con fin, que al fuerte embate a la autonomía personal que supone tal
independencia de su capacidad concreta para contratarlo, y po- multiplicación de deberes y al tratamiento materialmente desi-
demos desear también, por poner un último ejemplo, que en toda gual que comporta un reparto uniforme de los mismos, habría
playa o piscina, o al menos en las públicas, o al menos en las de que sumar los problemas de coordinación en la salvación que ge-
ciertas dimensiones, haya siempre un socorrista. nerarían tantos garantes y, paradójicamente, la desprotección que
podrían terminar acarreando.
En todos los casos anteriores apreciamos que hay riesgos que
deberían ser controlados y personas que deberían ser protegidas. 3. Si tiene que haber protectores cualificados y si no pare-
También apreciamos que la mejor manera de hacerlo no es sim- ce ni adecuado ni justo que todos lo seamos, cabe pensar en acu-
plemente encomendarse a la autoprotección y al cumplimiento dir a una tercera vía, que es la constituida por la contribución par-
de los deberes de cuidado y de garantía de heteroprotección de- cial de todos. Allí donde se considere necesario, allí donde se
rivados del uso de la libertad que genera el riesgo. Apreciamos estime rentable en términos de autonomía el sacrificio común
con ello que sería muy útil el encomendar a ciertas personas ca- que ello supone —a través, en principio, de contribuciones eco-
pacitadas el control de esos riesgos y hacerlo con una intensidad nómicas—, será legítimo constituirnos todos parcialmente en ga-
tal que les hagamos responder del incumplimiento de su deber rantes a través de convertir en garante a las instituciones públicas
del mismo modo que si activamente ocasionaran el daño que se que nos representan —por simplificar ahora, al Estado— 272. Pe-
trata de evitar. culiar de estos deberes de garantía es su, aunque suficiente, débil
Ante esta necesidad de protección y ante la idea de subvenir- legitimación (A) y la necesidad de que su cumplimiento se reali-
la adecuadamente con la imposición de deberes de garantía, sur- ce mediante delegación (B).
ge entonces la pregunta de a quién le asignamos tan severos de- A) La atribución al Estado de ciertas posiciones de garan-
beres y por qué tipo de razones. tía se justificaría así porque es útil y porque, si no distributiva-
2. Si afirmamos que deberían existir tales deberes —todos mente justa, sí cabe al menos afirmar que no es distributivamen-
o algunos de los enunciados— y si no encontramos razones de te injusta. Este matiz deja traslucir cierta debilidad en la
peso para asignar tan pesada carga a unos sí y a otros no, la pri- legitimación, al menos en comparación con la de las posiciones
mera tentación es la de convertir estos deberes en deberes gene-
rales. Lo mejor así sería que todos fuéramos garantes. 272
Esta misma idea la sugiere FEIJÓO SÁNCHEZ cuando afirma que «el Es-
tado tiene deberes especiales con los ciudadanos, ya que el ordenamiento jurí-
¿Lo mejor? Apuntábamos ya anteriormente que una reflexión dico delega en aquél gran cantidad de competencias que se convierten en com-
en frío de esta alternativa y una prospección del tipo de sociedad petencias exclusivas del Estado» (Homicidioy lesiones..., cit., p. 53).
136 V DEBERES FUNDAMENTADOS EN LA PRESERVACIÓN AUTONOMÍA AJENA V. 1. LOS DEBERES DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS 137

de garantía correspondientes a la primera fuente (el propio ejer- nal: que en él se trata de dilucidar, a partir de ciertos presupues-
cicio de la autonomía del obligado). Frente al doble peso de la tos axiológicos, los propios de un criterio democrático de legi-
utilidad en la constitución del deber y la justicia en su distribu- timación, qué deberes de garantía deberían constituirse, qué de-
ción, en la generación de los deberes estatales de protección sólo beres sería bueno que se constituyeran. A partir de este
presenta la misma solidez el primero de los componentes de la le- planteamiento, las propuestas que hasta ahora se han ido esbo-
gitimación, lo que debe llamar a la cautela en su imposición. zando afirman que se debe imponer deberes de garantía de con-
trol del propio ámbito de organización y que, en principio, y sal-
B) El Estado cumple sus deberes a través de delegaciones vo lo que depare esta indagación en relación con otros deberes
en personas, que son los «funcionarios» en sentido lato, las per-
sonas que realizan sus funciones. Si estos deberes son deberes de reclamados fundamentalmente por razones de protección, no se
garantía son deberes más gravosos, que requerirán una compen- debe imponer otros deberes de garantía. Cuando se hace una re-
sación mayor al delegado y un mayor esfuerzo por parte de todos flexión de política criminal de este tipo y se pretende anclar en
para el sostenimiento por parte del Estado de la correspondiente un criterio democrático de legitimación, lo que se dice es que la
posición de garantía. De ahí que no sólo el atribuir más o menos desviación del modelo propuesto supone, ajuicio del que lo pro-
funciones al Estado —más o menos deberes—, sino también su pone, una merma en la cualidad democrática del Estado y, en
calificación como esenciales para la evitación del resultado —su concreto de su ordenamiento penal.
consideración como deberes de garantía—, constituye una deci- Desde esta perspectiva, para la respuesta que se busca, cabe
sión política en la que debe sopesarse lo que se gana y lo que se afirmar, por de pronto que, desde el punto de vista del Estado de-
pierde con arreglo a valores. mocrático, edificado sobre las ideas de la libertad de las perso-
4. La pregunta ahora es, obviamente, la relativa a de qué nas y de su igualdad, y de un concepto de su dignidad que pasa
bienes y respecto a qué procesos debería constituirse al Estado en en esencia por la atribución de ambas cualidades, se revela como
garante. Debe advertirse en este punto que se trata de la asigna- necesaria la protección de quienes carecen de capacidades de
ción de deberes específicos de garantía de protección de ciertos autoprotección. Más allá de la idea del Estado democrático y de-
bienes esenciales frente a determinados riesgos y que ellos no rivada ya de la propia idea del Estado viene a colación la fun-
constituyen todos los deberes de garantía del Estado. Hemos vis- ción de defensa de la colectividad frente a los ataques externos,
to ya que el Estado puede devenir en garante por su propio actuar la función de protección de los ciudadanos frente a los ataques
peligroso precedente, como sucede paradigmáticamente en rela- de otros conciudadanos, y la protección de los ciudadanos y de
ción con la asistencia médica de los presos 273. El Estado es tam- la sociedadfrente a los daños graves que proceden de la natura-
bién garante respecto al cumplimiento de algunas de sus funcio- leza.
nes que por su relevancia se refuerzan penalmente, cuya quiebra Este rápido esbozo relativo a las funciones necesarias del Es-
es posible mediante omisión y a cuya quiebra cabe anudar un re- tado como Estado y como Estado democrático nada dice aún
sultado lesivo. Piénsese al respecto en el ejemplo paradigmático acerca de que la realización de las mismas haya de asegurarse
de la malversación de caudales públicos, cuya comisión por omi- precisamente a través del contundente método de la correspon-
sión es objeto de expresa regulación en nuestro Código Penal diente atribución deposiciones de garantía, que comporta, como
(art. 432). sabemos, la imputación a su titular de los resultados lesivos que
Para la respuesta a la pregunta que antes se planteaba es pre- depare el incumplimiento de las funciones. Existen, sin embargo,
ciso recordar que la vocación de este trabajo es la políticocrimi- buenos argumentos para ello.
Que la protección colectiva del que no puede protegerse debe
273 Vid. supra IV.2.E. generar un deber de garantía, se infiere de la trascendencia que
138 V DEBERES FUNDAMENTADOS EN LA PRESERVACIÓN AUTONOMÍA AJENA V1. LOS DEBERES DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS 139

tiene la autoprotección y del hecho de que su delegación por par- ciones, de una discusión política acerca del tamaño del Estado
te de personas que pueden ejercerla genere deberes de garantía social.
en el delegado. No se trata de proteger de cualquier modo la au-
tonomía, o los presupuestos de la autonomía, de quien total o Por mucho que la atribución de una posición de garantía al
parcialmente no puede ejercitarla, sino de protegerla de un modo Estado sea lo más habitual y lo más razonable, a la vista de lo que
equivalente a la autoprotección de quien sí puede desempeñar está en juego, esto mismo es lo que parece pasar con los deberes
tal función. Si quien es garante de sí mismo y se desprotege, car- de prevención y de salvamento en relación con las catástrofes na-
ga personalmente con las consecuencias de su desprotección, y si turales o, en general, con peligros de gran magnitud, por su gra-
a quien asume la protección de otro y no cumple con su función, vedad y por el número de personas implicadas como víctimas po-
tenciales. E igual reflexión merecen otras funciones del Estado
le hacemos responder del resultado no impedido, una protección
de asistencia colectiva. Que constituyan funciones de garantía o
igual de los que no pueden asumirla exige esa misma garantía del no, constituye una decisión social colectiva acerca de la ganancia
cumplimiento de la función: exige que la obligada heteroprotec- y pérdida de autonomía de cada alternativa, que tiene que ver, in-
ción genere deberes de garantía. sisto, no tanto con el carácter democrático del Estado, como con
No otra cosa pasa con los deberes estatales relativos a, por su tamaño social 276. Que, en fin, el bombero 277, el médico de un
emplear ahora una denominación clásica, la seguridad interior hospital público o el socorrista de la playa, sean garantes por de-
y exterior del Estado. La razón estriba ahora, creo, en el propio legación del Estado constituye una decisión contingente en un
monopolio del Estado de la violencia 274. Allí donde el Estado li- Estado democrático. Y ello, insisto, por razonable que parezca la
mita la autonomía del individuo para su autodefensa, limitando, afirmación de tales posiciones de garantía a la vista de los bienes
por ejemplo, la posesión y el uso de armas y las posibilidades de en juego 278.
autodefensa agresiva, allí debe compensar esa limitación con la
asunción plena y equivalente de las funciones de defensa impe- 276
Tiene alguna cercanía con esta idea la reflexión de G. JAKOBS acerca de
didas 275. Con ello se quiere decir también que, como deber de la dificultad de abstraer los deberes estatales en comparación con la que pre-
garantía, no se trata de un deber necesario para la legitimación sentaba la de deducir deberes a partir de la competencia por organización, posi-
del Estado como democrático ni tampoco de un deber implícito ble a partir de la abstracción del conjunto de todas las concepciones sociales li-
berales (La imputación penal..., cit., p. 863).
en la propia constitución del Estado, sino, en un nivel secundario 277
Afirma su posición de garantía, por ejemplo, G. FREUND, Esfolgsde-
de discusión acerca de la justificación del Estado y de sus fun- likt..., cit, p. 295.
278
Al hilo de la reflexión anterior debe acentuarse el diferente origen últi-
mo que puede tener la posición de garantía de un médico. Puede ser garante por
274
Razón insuficiente para G. JAKOBS: «el Estado tiene el cometido de cui- asunción de la competencia que le delega el enfermo o quien según el ordena-
dar de la seguridad interior y exterior, y en verdad, no sólo a causa de la orga- miento pueda sustituir su voluntad, o puede ser delegado del Estado (o de la ins-
nización de un monopolio de la coacción, por así decirlo, a modo de sinalagma, titución pública competente) en relación con una prestación sanitaria que la so-
sino en virtud de la autodefinición del Estado» (La imputación penal..., cit., ciedad ha considerado esencial y por ello especialmente reforzada en el ámbito
p. 864). penal. Esta diferencia podrá tener alguna trascendencia en la medida en que
275
Niegan la posición de garantía de los funcionarios de policía para la pro- pueda arrastrar alguna diferencia en la regulación del consentimiento del pa-
tección de los bienes amenazados por conductas delictivas de terceros: B. SCHÜ- ciente. Para BACIGALUPO ZAPATER es la especial relación de confianza la que
NEMANN, Die Unterlassungsdelikte und die strafrechtliche Verantwortlichkeitfür como fuente del deber de garante «tiene singular importancia en relación a la
Unterlassungen, en «ZStW», 96 (1984), pp. 310 y ss.; O. RANFT, Rechtspre- actividad médica. En efecto, la posición de garante del médico no proviene de
chungsbericht zu den Unterlassungsdelikten, en «JZ», 1987, pp. 914 y ss.; la Ley ni del acto anterior y, en muchos casos tampoco puede tener su funda-
H. J. RUDOLPHI, comentario al § 13, cit., n. m. 36, pp. 44 y ss. mento en un contrato, dado que en muchos casos el paciente menor de edad no
La STS 576/1997, de 25 de abril, afirma la posición de garantía de un guar- podrá prestar su consentimiento válidamente y quienes lo prestan por él carecen
dia de seguridad de un casino en relación con el robo de las monedas de las má- de mandato, Sería verdaderamente absurdo que cuando más lo necesita, menor
quinas recreativas del mismo (f. D. 2). sean las obligaciones del médico» (en comentario..., cit., p. 438).
140 V. DEBERES FUNDAMENTADOS EN LA PRESERVACIÓN AUTONOMÍA AJENA V2. LOS DEBERES PATERNOFILIALES 141

V.2. Los deberes paternofiliales ción, no cuadra con la realidad, y que el que sí lo hace, que es el
de la protección óptima, es bastante débil en cuanto a la legiti-
1. A partir de la reflexión anterior parece que más allá de mación de la distribución del deber 283.
los deberes de garantía derivados del uso de la autonomía per- 2. La primera solución sería desde luego muy sólida. Como
sonal no hay campo de legitimación para nuevos deberes salvo sucede paradigmáticamente con la adopción y con el acogimien-
por la peculiar vía distributiva que supone el Estado. Sin em- to familiar, los padres serían garantes porque en el ejercicio de su
bargo, la posición de garantía de los padres respecto a la in- libertad asumirían tal posición y los deberes anexos a ella. Dicha
demnidad de los principales bienes de sus hijos constituye una asunción sería una asunción implícita en el mero hecho de la pro-
afirmación indiscutida 279. Suele incluso presentarse como la po- creación, pues todo el mundo sabe que cuando tiene hijos le asis-
sición paradigmática de garantía280. Cabe así imputar el resulta- ten ciertos derechos y carga con ciertas obligaciones. Conse-
do lesivo a la madre que deja morir de inanición a su hijo, al pa- cuencia de ello sería, o debería ser, la posibilidad de renunciar a
dre que permite la lesión ajena de su hija, al padre que observa la patria potestad, y en general a los deberes y derechos deriva-
impasible como su hijo se bebe el detergente del lavavajillas, a la dos de la paternidad y maternidad, de tal moda que la colectivi-
madre que permite que la humedad deteriore el valioso cuadro de dad —el Estado— asignara los deberes correspondientes a otras
su hijo 281 . personas que sí quisieran asumirlos o, en su defecto, a institucio-
Mucho menos claro que la posición de garantía está el fun- nes constituidas a tal efecto.
damento de la misma 282, cuestión que trasciende de la mera cu- Esta solución no se corresponde ni con la realidad ni con el
riosidad especulativa y que se torna relevante tanto para calibrar ordenamiento jurídico español. No lo hace con la realidad si pre-
la dimensión de los deberes que emanan de dicha posición como supone que la procreación es siempre voluntaria. Muchos padres
para reflexionar sobre su exportación a otras figuras análogas. Si y madres han tenido hijos sin quererlo. No en balde se ha acuña-
descartamos que la «vinculación natural» ofrezca per se una ra- do como usual la expresión «embarazo no deseado». No es acor-
zón axiológica para la fündamentación de los deberes de garan- de con nuestro ordenamiento, en segundo lugar, porque ni los de-
tía, el problema reside en que el fundamento más fuerte, la asun- beres de protección hacia los hijos derivados de la paternidad y
de la maternidad son renunciables, ni lo es la patria potestad.
279
Expresamente, ROMEO CASABONA [¿Límites de la posición de garante de
los padres respecto al hijo menor? (La negativa de los padres, por motivos re- Así, en efecto, la patria potestad comporta para su titular el
ligiosos, a una transfusión de sangre vital para el hijo menor), en «RDPC», deber de velar por los hijos, tenerlos en su compañía, alimentar-
núm. 2 (1998), p. 327]. Así se presenta también en la jurisprudencia. La STS los, educarlos y procurarles una formación integral (art. 154).
998/1995, de 6 de octubre, afirma que «los deberes de protección y cuidado que Además, el artículo 110 de nuestro Código Civil señala que «(e)l
tiene respecto de su hija derivan aquí no sólo de la propia naturaleza biológica
que la maternidad representa, deber moral, sino también de las exigencias lega- padre y la madre, aunque no ostenten la patria potestad, están
les que la normativa establece, deber legal ínsito en el artículo 154» (f. D. 7; obligados a velar por los hijos menores y a prestarles alimen-
también en la STS 1161/2000, de 26 de junio, f. D. 2). Vid. también STS tos», y el artículo 111, que establece los casos de exclusión de la
481/1997, de 15 de abril; f. D. 7. patria potestad, se preocupa de advertir que en tales supuestos
280
Así, G. JAKOBS, Derecho Penal..., cit., p. 995, § 29, n. m. 59.
281
Tomo este último ejemplo de G. JAKOBS, Derecho Penal..., cit., p. 995, «quedarán siempre a salvo las obligaciones de velar por los hi-
§ 29, n. m. 59. Vid. en general la longeva jurisprudencia al respecto, obviamen- jos y prestarles alimento» (párrafo 4.°) 284 .
te con los diversos enfoques dogmáticos propios de cada época, en ALASTUEY
DOBÓN, op. cit., pp. 1004 y ss.
282 283
Reseña SÁNCHEZ-VERA (Estudio sobre los deberes positivos..., cit., Esta es la idea que sugiere FEIJÓO SÁNCHEZ (Homicidioy lesiones..., cit.,
pp. 351 y ss.) que para SCHOPENHAUER el deber de los padres para con los hijos p. 52).
284
constituye la única obligación que no es asumida por medio de un acuerdo. «La expresión "velar" comprende la dispensación de toda clase de cui-
142 V DEBERES FUNDAMENTADOS EN LA PRESERVACIÓN AUTONOMÍA AJENA V2. LOS DEBERES PATERNOFILIALES 143

Así pues el deber de vela de los padres hacia los hijos deriva, procedente en caso de estricta necesidad. Como señala desde la
no de la patria potestad, sino ya de la propia relación paternofi- doctrina civilista la monografista CASTILLO MARTÍNEZ, «conse-
lial 285. En cualquier caso, los artículos que regulan la extinción cuencia de que el fundamental principio informador de la patria
de la patria potestad no contemplan como causa de la misma la potestad no es otro que el beneficio de los hijos es la peculiar na-
voluntad de su titular, sino que anudan dicha extinción al acaeci- turaleza de orden público que revisten las normas sobre esta ma-
miento de ciertas circunstancias objetivas o, además, a una deci- teria, cuyo contenido no puede ser objeto de pactos privados di-
sión judicial 286. Y lo mismo sucede con la solicitud de los padres rigidos a modificarlas, con la consiguiente imposibilidad para los
de entregar en guarda a su hijo a una institución, sólo posible padres de renuncia a la misma» 287.
«por circunstancias graves» y previa información de la institu-
3. Son, pues, sólidas razones de utilidad las que justifican
ción «de las responsabilidades que siguen manteniendo respecto primordialmente la atribución a los padres, y no a otras perso-
del hijo» (art. 172.2 CC). nas, de una posición de garantía de protección de sus hijos. Con-
La fundamentación que analizamos (la asunción), en fin, sideramos que se trata de un deber ligado a una función más ge-
puede ser muy sólida en la justificación de la asignación del de- neral para cuyo correcto desempeño sólo son idóneos los padres
ber, pero es muy débil en su utilidad. No parece que podamos del menor 288.
conformarnos con asignar los deberes a aquellos padres y madres Así las cosas, asoma desde luego la relativa debilidad de la
que quieran asumirlos. En realidad está arraigada en nuestras fundamentación. Asignamos unos deberes altamente gravosos y
convicciones más profundas y goza de fuertes apoyos científicos penalmente reforzados a personas que pueden no desear cum-
la idea de que junto con otra serie de funciones de formación, plirlos, que en general pueden no querer sumergirse en la institu-
cuidado y educación, las anexas de protección deben ser desem- ción de la patria potestad y que incluso nunca quisieron tener hi-
peñadas por los padres, y que una solución alternativa sólo es jos. Esta endeblez en la distribución del deber queda empero
paliada por la extraordinaria utilidad de una prestación difícil-
dados, materiales y morales» (DÍEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN y GULLÓN BA- mente fungible y por algunos datos que apoyan innegablemente
LLESTEROS, Sistema de Derecho Civil, IV, Madrid, Tecnos, 2001, 8.a ed., p. 265). la asignación, tales como que la propia existencia del hijo no es
285
El artículo 39.3 de la Constitución refiere a «los padres» el deber de ajena a la conducta previa de los padres, que la paternidad y la
«prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o fuera del matrimo-
nio, durante su minoría de edad y en los demás casos en que legalmente proce- maternidad comportan también una serie de ventajas y de dere-
da». Sobre la distinción entre la relación patemo-filial y la patria potestad, vid. chos, y que en la inmensa mayoría de los casos los padres asu-
DÍEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN y GULLÓN BALLESTEROS, op. cit., pp. 260 y ss.
286
men gustosos los deberes de protección de sus hijos.
La patria potestad se extingue por la muerte de los padres o del hijo, por
la emancipación, por la adopción o por incumplimiento de los deberes inheren- Con una columna 289 (la de la utilidad del deber) mucho más
tes a la misma, declarado en sentencia (arts. 169 y 170 del Código Civil). La sólida que la otra (la de su distribución) se sostiene así la asigna-
emancipación la pueden conceder los que ejercen la patria potestad, pero ello re-
quiere que el menor tenga más de dieciséis años y que la consienta (arts. 314 y ción de posiciones de garantía a los padres por el mero hecho de
317 CC). serlo. Queda aún la duda que suscita este segundo inciso. La de
La doctrina ha destacado que la irrenunciabilidad, la intransmisibilidad y la si son garantes los padres o son sólo garantes los padres titulares
imprescriptibilidad son caracteres de la patria potestad (vid. CASTÁN VÁZQUEZ,
La patria potestad, Madrid, Edersa, 1960, pp. 37 y ss.; LÓPEZ PÉREZ, La patria 287
potestad: voluntad del titular, Valladolid, Universidad, 1982, passim; FUENTE Op. cit, p. 27.
288
NORIEGA, La patria potestad compartida en el Código Civil español, Madrid, Tiene razón SÁNCHEZ-VERA cuando afirma que «el indiscutible deber no
Montecorvo, 1986, pp. 193 y ss.; CASTILLO MARTÍNEZ, La privación de la pa- sólo moral, sino también jurídico, de los padres frente a los hijos, plantea una
tria potestad, Valencia, Editorial Práctica del Derecho, 2000, pp. 27 y ss., 53 y cierta tensión en el sistema» (Estudio sobre los deberes positivos..., cit., p. 355).
289
s., 151 y s.; DÍEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN y GULLÓN BALLESTEROS, op. cit., Por seguir la metáfora de G. FREUND, Strafrecht..., cit., pp. 31 y ss., § 2,
p. 261). n. m. 10 y ss.
144 V DEBERES FUNDAMENTADOS EN LA PRESERVACIÓN AUTONOMÍA AJENA V.2. LOS DEBERES PATERNOFILIALES 145

de la patria potestad. Como sucede con otras de las afirmaciones son los civilmente obligados a convivir con ellos, a protegerles, a
de este trabajo, que tiene una pretensión meramente introducto- educarles y a procurarles sustento?
ria, no ha lugar a una mayor profundización al respecto, sólo po- También es cierto que el legislador penal podría discriminar
sible con un trabajo monográfico. Baste ahora con apuntar que la entre los distintos obligados civiles a la protección para, a la vis-
intuición inicial de restringir la posición a quien realmente go- ta de la mayor o menor solidez de la legitimación de dichas obli-
bierna y guía la autonomía de los hijos, que es el titular de la pa- gaciones, convertirlas o no en obligaciones penales de garantía.
tria potestad, viene desmentida por la regulación civil, según he- Lo que sucede es que si actúa así se arriesga a una protección in-
mos visto, con su clara y razonable intención de convertir la tolerablemente desigual. Si como fruto de una valoración global
exclusión y la privación de la patria potestad en una sanción y, en se considera que debe protegerse a quien por ciertas limitaciones
cualquier caso, nunca en un premio. Repárese en todo caso en el naturales no puede hacerlo y que dicha protección debe ser una
diferente contenido que forzosamente tendrán los deberes de ga- protección penalmente reforzada cuando están en juego los bie-
rantía de quien comparte con su hijo su mundo y quien no lo nes esenciales del menor o del incapaz, al Derecho Penal no le va
hace. a quedar más remedio que estimar que son deberes de garantía
todos los deberes de protección de aquella índole que asigna el
4. La última reflexión trae a colación la cuestión de la de- Derecho Civil.
pendencia del Derecho Penal del Derecho Civil, y en general del
resto del ordenamiento jurídico para la asignación de posiciones Esto es lo que sucede significativamente con los tutores. En
de garantía. nuestro ordenamiento civil la tutela no es una institución a la que
uno se sume voluntariamente como titular con supervisión judi-
En línea de principio cabe señalar que el legislador es en cial, sino que es un cargo que asigna el juez en función de cier-
principio independiente para la asignación de deberes de garan- tos criterios legales —fundamentalmente el parentesco—
tía. El legislador penal, desde la perspectiva específica que im- (art. 234 CC) y que sólo admite renuncia si su ejercicio resulta
pone su función, puede crear o reforzar aquellos deberes cuyo para el encargado «excesivamente gravoso», «por razones de
cumplimiento considere indispensable para el mantenimiento edad, enfermedad, ocupaciones personales o profesionales, por
esencial de la convivencia. Esto no quita para que deba ser cohe- falta de vínculos de cualquier clase entre tutor y tutelado o por
rente consigo mismo como legislador penal y en general como cualquier otra causa» (art. 251 CC). La debilidad de la justifica-
legislador, y que haya de tener en cuenta que en ciertos casos la ción de este deber ha de discutirse en sede civil. Repárese en que
esta asignación es mucho más endeble que la derivada de la pa-
eficacia de la imposición de un deber de garantía depende sus- tria potestad tanto en lo que respecta a la utilidad como a la dis-
tancialmente de que venga precedida de la atribución jurídica tribución, pues ni aquí parece tan importante que el tutor sea el
previa de ciertas funciones. que indica la ley y no otro, ni es tan intensa obviamente la rela-
Así, en la materia que ahora nos ocupa, relativa a la protec- ción que vincula a tutor y tutelado. Sin embargo, una vez asigna-
ción de quienes por no poder desarrollar plenamente su autono- da la protección civil del menor o del incapaz a una persona, que
mía no pueden autoprotegerse, el Derecho Penal hará bien en la asumirá más o menos voluntariamente y que será más o me-
asignar deberes de garantía a aquellas personas que tienen la fun- nos cercana al tutelado, una mínima uniformidad en la protec-
ción penal de sus bienes más importantes obligará a considerar
ción jurídica de complementar o desarrollar dicha autonomía, so dicha obligación como deber de garantía.
pena de imponer unos deberes extraordinariamente limitados en
su contenido e incapaces de procurar la indemnidad que se pre-
tende. ¿Tiene así sentido el encomendar la protección de los me-
nores a personas distintas a los titulares de la patria potestad, que
VI. CONCLUSIONES

1. La atribución de deberes de garantía es la atribución de


deberes jurídicos positivos penalmente reforzados y, más allá,
dentro del ámbito penal, severamente reforzados, hasta el punto
de que se atribuye a su quiebra el resultado no evitado y se san-
ciona ésta de igual forma que la del deber negativo de no produ-
cirlo. Constituye así una labor de tipificación que como tal bus-
ca su justificación en el criterio de política criminal que se estime
como idóneo.
2. En la búsqueda de un fundamento para la asignación de
deberes de garantía la doctrina ha ensayado distintas soluciones.
A) La más tradicional y formal es la compuesta por la tría-
da «ley, contrato y actuar peligroso precedente», carente hoy de
adhesiones doctrinales pero sorprendentemente asumida por
nuestro nuevo Código Penal. Una cosa es que ex principio de le-
galidad sólo la ley penal pueda generar deberes de garantía y otra
muy distinta e inasumible es que todo deber legal o contractual
se eleve a deber de garantía.
B) Los criterios de proximidad social, en segundo lugar,
son tan vagos como insuficientes. No sólo no sabemos lo que es
la proximidad social; tampoco sabemos por qué la proximidad
social, concebida al menos en su acepción más común de vincu-
lación personal, justifica una responsabilidad penal por omisión.
C) Las ideas de dependencia y de dominio, por su parte,
sólo procuran una insuficiente justificación utilitarista de la asig-
nación de deberes jurídicos especiales. La razón del «debe» no
puede estar sólo en el «puede», sino, en un Estado de libertades,
en la línea patrocinada por JAKOBS, en una idea que está detrás de
ese dominio o de ciertos dominios y que consiste, formúlese
como se quiera, en el ejercicio de la autoorganización, o en el
ejercicio de la libertad, o en el ejercicio de la autonomía personal.
148 VI. CONCLUSIONES VI. CONCLUSIONES 149

D) El solo criterio de la asunción es correcto pero insufi- tario de la restricción debe ser el agente autónomo, y no otro que
ciente. No explica convincentemente, por ejemplo, los deberes de hipotéticamente debiera controlarlo, no sólo porque es la mejor
garantía de los padres o de los injerentes. manera de protección del bien que se quiere proteger, sino tam-
bién porque es él quien disfruta de las ventajas de la libertad. La
3. La indagación para la asignación de deberes de garantía asignación de deberes de garantía sólo puede entenderse como
no busca cualquier razón, cualquier fundamento, sino una legiti- coste del disfrute previo de un ámbito de autonomía; como con-
mación democrática: una justificación a partir de los valores fun- dición que garantiza dicho ámbito para sí y para otras personas.
damentales de libertad y de igualdad, a partir del valor de la au-
tonomía personal y del valor igual de la autonomía de todas las 4. Para la justificación de los deberes de garantía viene a
personas. Por su propio punto de partida, esta justificación resul- colación, pues, en primer lugar, en paralelo a lo que sucede en los
ta insuficiente si es sólo utilitarista —si se detiene en su utilidad delitos comisivos, el control de nuestro ámbito de autonomía. Si
desde aquella perspectiva axiológica—; ha de reparar también en somos libres para actuar y para dominar un determinado entorno
la distribución del deber. No se trata sólo de justificar que la de personas no autónomas, animales y cosas, y si esa libertad
creación del deber es más útil que su ausencia, sino también de constituye un pauta social de comportamiento, su restricción ló-
justificar por qué se asigna precisamente el deber al obligado y gica para el mantenimiento de la pauta abstracta tendrá por con-
no a otros. tenido el control de dicho entorno para que no dañe la mayor au-
tonomía ajena y, en todo caso, los presupuestos esenciales de la
A) Como por definición las obligaciones jurídicas intefie- autonomía ajena. De lo anterior debe subrayarse que el norte de
ren coactivamente en la autonomía del individuo, en su capaci- la restricción está en la preservación de la autonomía de otro,
dad para elegir y materializar planes de vida, el primer escalón de pero no en la propia, y que se responde por el control de la auto-
legitimación sólo se obtendrá cuando los deberes impuestos de- nomía propia y no por la ajena.
paren una preservación de la autonomía ajena superior a la auto-
nomía que se sacrifica con la imposición de la obligación misma. A) En relación con el mantenimiento de fuentes de riesgo
Este balance resultará siempre favorable para el platillo de la ba- en el ámbito propio debe señalarse, en primer lugar, que no hay
lanza que contenga presupuestos esenciales de la autonomía per- posición de garantía respecto de la utilización que otros hagan de
sonal, que, en cuanto pilares y manifestación de la dignidad de la nuestras cosas tras habernos desposeído de ellas, pues resulta ob-
persona, son intangibles. vio que el peligro no deriva ya de lo que se encuentra en nuestro
ámbito de organización.
Para la imposición de deberes de garantía este juicio de pon-
deración deberá tomar en cuenta que se trata de deberes positivos No sucede lo mismo respecto a las fuentes de riesgo que el
—más coactivos que los negativos en cuanto limitan más las po- sujeto posee en su ámbito y que en el uso normal de las relacio-
sibilidades de comportamiento—, deberes personales y no mera- nes sociales sitúa al alcance de otros sin advertir del riesgo y sin
mente de contribución económica, deberes penales, y deberes que dicho riesgo sea reconocible.
cuya infracción se castiga de un modo tan severo que se asimila
a la de quien genera activamente la lesión del bien jurídico. La titularidad del local donde se realiza el delito de otro sólo
puede tener un significado de participación —activa u omisiva—
B) La necesidad de justificar el destinatario de la obliga- en el mismo. No se trata aquí de cursos de peligro que emanen
ción jurídica, soterrada en los deberes negativos, resulta eviden- del entorno dominado por el titular, sino de que un elemento ino-
te en los deberes positivos. Se ha de justificar por qué el destina- cuo del mismo es convertido en peligroso por un tercero. Para
tario de la obligación —y por lo tanto de la restricción de la afirmar la participación omisiva, que no la simple falta de oposi-
autonomía— es el que es y no es otro. En un Estado democráti- ción al hecho delictivo, es necesario que el sujeto abandone una
co esta razón está asociada al ejercicio de la libertad. El destina- resolución de actuar ya adoptada. A partir de su discutible obli-
VI. CONCLUSIONES 151
150 VI. CONCLUSIONES

severos y permanentes deberes de investigación que desalenta-


gación legal de denuncia, tal abandono puede verse en el titular rían actividades productivas importantes para la libertad de los
de un local que tolera el tráfico de drogas en el mismo. ciudadanos; asigna deberes de actuación penales en función de
B) No sólo somos garantes de la expansión que genera riesgos desconocidos en el momento del comportamiento que los
nuestro ámbito de organización, sino también de la expansión origina.
que generamos nosotros mismos con nuestro comportamiento. c) En la línea del principio de responsabilidad por el ejerci-
Conforme al fundamento explicitado de que respondemos por el cio de la autonomía —propia, va de suyo— debe consignarse el
uso de nuestra autonomía y de que quedamos emplazados a evi- postulado de que no se nos puede asignar obligaciones para el
tar los daños que procedan de tal uso, debe apreciarse una posi- control de la autonomía ajena. El conocido y asentado principio
ción de garantía en quien desarrolle cualquier actividad que su- de responsabilidad por los hechos propios y de falta de respon-
ponga un riesgo para otros siempre que sea consciente de tal sabilidad por los ajenos tiene su estadio previo en el estadio pre-
riesgo. Cuestión distinta es la del tipo de deber que emana de vio a la responsabilidad, que es el de la asignación de deberes.
nuestra posición en función del significado del riesgo. Por poner Obvio es decir que este postulado no se opone a la existencia de
el ejemplo más habitual en la materia, quien conduce un coche deberes de garantía en relación con los cursos de riesgo que de-
tiene una serie de deberes de garante de aseguramiento, de con- satan otros al operar de forma no autónoma en nuestro ámbito de
trol del peligro. Si los observa y no obstante se produce un acci- organización, pues en realidad somos nosotros los que operamos
dente, el sujeto, que ya ha observado su deber de garantía res- a través de ellos. Sí que contempla sin embargo una excepción
pecto del riesgo que emanaba del uso de su autonomía, no está con los denominados garantes de protección, cuya pasividad ante
emplazado como garante a salvar al accidentado, pues dicho nue- el acto lesivo de un tercero debe acarrear responsabilidad penal a
vo riesgo se deberá al azar o al ejercicio de la autonomía de la título de autor: se trataría de la falta de una protección decisiva
víctima o de un tercero. Así, el dato fundamental para la genera- que el garante habría asumido como propia.
ción del deber de garantía ex injerencia no es el de la licitud del
comportamiento sino el de la conciencia del peligro; el dato fun- Donde no existe excepción a la idea de que nadie es garante
damental para determinar el contenido del deber de garantía no respecto al control de los actos autónomos de otro es en materia
es el de la conciencia de la ilicitud sino el de la licitud del curso de participación: se nos pueden asignar deberes especiales por
de riesgo desencadenado por su agente. los riesgos propios, pero no por los riesgos ajenos a los que con-
tribuyen mis riesgos.
a) El que actúa en legítima defensa o en una situación de
necesidad actúa obligado por las circunstancias. No es por ello d) La generación de desprotección propia o ajena es un ac-
garante respecto al peligro que ha desencadenado su actuación, tuar peligroso precedente; es un acto de injerencia. Esto sucede
porque ésta no es el fruto del normal ejercicio de su autonomía, significativamente con algunas actuaciones estatales de privación
sino de una autonomía compelida por la necesidad de defensa de las posibilidades de autodefensa del individuo (con la pena de
propia o de salvación propia o ajena. prisión, por ejemplo).

b) Quien pone correctamente un producto peligroso en el Dicha desprotección puede deberse a un acto inicial del suje-
mercado no responde como autor omisivo del resultado por los to con un significado objetivo de protección y al que quepa ra-
riesgos que posteriormente conoce. Su situación será la de un zonablemente conectar la inhibición de medidas alternativas de
amparo del bien. Esto sucederá cuando el sujeto haya iniciado ya
omitente común de socorro. La postura contraria, fundamentada un curso de salvación del bien en peligro, o se haya comprome-
en el ejercicio de una libertad previa especial y en un especial do- tido creíblemente al mismo, o haya asumido ficticiamente un de-
minio sobre la información relativa al producto peligroso, plan- ber de garantía. No generará un deber de garantía sin embargo la
tea problemas de eficacia y de justicia: supone la imposición de
152 VI. CONCLUSIONES
ví. CONCLUSIONES 153
mera trayectoria vital de alguien conocido por su generosidad en
el auxilio ajeno: somos responsables del ejercicio de nuestra li- pacitado hacia los demás. No constituye sin embargo un pacto
bertad, pero no esclavos de nuestro pasado. implícito de auxilio la mera confianza en que otro actuará —por
ejemplo por su justificada fama de buen samaritano—. En el
C) Junto con el mantenimiento de fuentes de riesgo en el seno del matrimonio el punto de partida es la afirmación de la
propio ámbito y junto a la injerencia, es la asunción libre de una existencia de dicha delegación, pues es el propio Código Civil el
competencia de protección de la propia persona que la otorga o que dota de tal contenido al contrato entre los cónyuges, aunque,
de un deber de garantía libremente delegados la tercera fuente de vigente formalmente el contrato, pueda darse un acuerdo tácito
posiciones de garantía derivadas del ejercicio de la autonomía de suspender tal delegación, como sucederá en los supuestos de
personal. Tomar en serio la autonomía personal supone tomar en separaciones de hecho o de matrimonios rotos.
serio la delegación y considerar que la tarea encomendada forma
también parte ya de la actividad autónoma del asumente, que 5. La imposición de deberes de garantía es valiosa porque
quedará obligado a su inocuidad para la autonomía de terceros o genera más libertad que la que sacrifica y porque la libertad que
del propio delegante. Dicha tarea puede consistir en la protección restringe en forma de la imposición de control de riesgos se hace
del delegante —delegación de competencias de autoprotección— precisamente a quien disfruta voluntariamente de las ventajas de
o en la protección de otros —delegación de un deber de garantía, dichos riesgos. De ahí que seamos garantes básicamente de los
que, a su vez, siguiendo ahora la clásica distinción de Armin riesgos que generan nuestras cosas y nuestros comportamientos.
KAUFMANN, puede ser de amparo de otro o de control de una
fuente de riesgo. El catálogo de posiciones diseñado con tal justificación es in-
suficiente porque, por de pronto, no dispensa protección a quien
La delegación genera un deber de garantía en el delegado y, no puede dispensársela a sí mismo ni provee del control de ries-
cuando lo es de un deber de garantía, transforma, que no elimi- gos que por su magnitud exceden las capacidades de defensa de
na, el deber originario del delegante, que pasa ahora a ser de su-
pervisión y, en su caso, de intervención, bien correctora de la ac- un solo individuo. No cubre, pues, las necesidades individuales y
tuación del delegado, bien promotora de la misma. sociales de protección de una sociedad informada por los valores
de la igualdad y de la autonomía personal.
Para que se produzca el mecanismo generador y transforma-
dor de la delegación se requiere esencialmente el ejercicio coor- Ante el problema de asignar los deberes que provean esta ne-
dinado de dos esferas de autonomía: un delegante libre y un asu- cesidad básica de protección no parece aceptable el salvarlo con
mente libre que, por la razón que fuere, tienen a bien organizar una atribución general de los mismos, que constreñiría fuerte-
así sus vidas. Además se requiere capacidad en el delegado y do- mente la autonomía de las personas de un modo injustificada-
tación del necesario dominio para el ejercicio de la tarea delega- mente uniforme. Si tiene que haber protectores cualificados y si
da. No son requisitos de la efectividad de la delegación ni la for- no parece ni adecuado ni justo que todos lo seamos, cabe pensar
malidad ni la expresividad del pacto, ni la generación de en acudir a una tercera vía, que es la constituida por la contribu-
desprotección del potencialmente afectado por el curso de riesgo ción parcial de todos. Allí donde se considere necesario, allí don-
cuyo control se delega. de se estime rentable en términos de autonomía el sacrificio co-
mún que ello supone —a través, en principio, de contribuciones
La delegación y aceptación implícitas adquieren gran impor- económicas—, será legítimo constituirnos todos parcialmente en
tancia en los supuestos tradicionales de estrechas comunidades garantes a través de convertir en garante a las instituciones pú-
de vida o de comunidades de riesgo, en los que no es difícil en- blicas que nos representan. Se tratará así de deberes de legitima-
contrar pactos implícitos de socorro en caso de peligro, bien de ción más débil y, forzosamente, de cumplimiento mediante dele-
protección mutua, bien de protección unidireccional del más ca-
gación.
VI. CONCLUSIONES 155
154 VI. CONCLUSIONES

padres, no cuadra con la realidad fáctica ni jurídica: ni la pater-


A) En general, desde el punto de vista del Estado democrá- nidad es siempre voluntaria ni son renunciables los deberes que
tico, edificado sobre las ideas de la libertad de las personas y de emanan de la misma. El fundamento real es, por su parte, axio-
su igualdad, y de un concepto de su dignidad que pasa en esen- lógicamente débil: asignamos estos deberes de garantía a los pa-
cia por la atribución de ambas cualidades, se revela como nece- dres por una razón predominantemente utilitarista, porque consi-
saria la protección de quienes carecen de capacidades de auto- deramos que se trata de un deber ligado a una función más
protección. Más allá de la idea del Estado democrático y derivada general para cuyo correcto desempeño sólo son idóneos los pa-
ya de la propia idea del Estado viene a colación la función de de- dres del menor.
fensa de la colectividad frente a los ataques externos, la función
de protección de los ciudadanos frente a los ataques de otros con- Más débil aún es la asignación del correspondiente deber de
ciudadanos, y la protección de los ciudadanos y de la sociedad garantía a los tutores. Sin embargo, una vez asignada la protec-
frente a los daños graves que proceden de la naturaleza. ción civil del menor o del incapaz a una persona, que la asumirá
Estos deberes del Estado democrático deben constituirse más o menos voluntariamente y que será más o menos cercana al
como deberes de garantía al menos en dos grupos de supuestos. tutelado, una mínima uniformidad en la protección penal de sus
En primer lugar, en el caso de los deberes de protección a quien bienes más importantes obligará a considerar dicha obligación
no tiene capacidad de protegerse, porque no se trata de proteger como deber de garantía.
de cualquier modo su autonomía o los presupuestos de su auto- 6. Hasta aquí las conclusiones de este trabajo. A partir de
nomía, sino de protegerla de un modo equivalente a la autopro- unos postulados altamente abstractos se ha pretendido apuntar
tección de quien sí puede desempeñar tal función. En segundo lu- algunas soluciones jurídicas justas para determinados grupos de
gar, en los casos en los que el Estado limite la autonomía del problemas sociales concretos, pues, en frase afortunada de LE-
individuo para su autodefensa, limitando, por ejemplo, la pose- GAZ Y LACAMBRA, la Ciencia del Derecho o sirve a la vida o no
sión y el uso de armas y las posibilidades de autodefensa agresi- sirve para nada 290. Muestra de la utilidad que se pretende con las
va, pues debe compensar esa limitación con la asunción plena y reflexiones anteriores puede serlo su aplicación a los supuestos
equivalente de las funciones de defensa impedidas. que las precedían.
En los demás supuestos, incluidos los de prevención y salva- A) En el supuesto de la niña que murió ahogada puede cau-
mento en relación con catástrofes naturales, y los de asistencia sar cierta extrañeza el que se condenara a uno de los garantes (el
colectiva, la constitución de deberes de garantía, por razonable monitor) y se absolviera a la otra (la socorrista), pues ni cabe
que pueda parecer en ciertos supuestos desde los valores de par- apreciar una aquí inadmisible delegación de la segunda en el pri-
tida (libertad, igualdad), no es tanto una exigencia del Estado de- mero, ni cabe entender que sólo la omisión del primero fue la de-
mocrático como una decisión colectiva acerca de las dimensiones terminante del resultado. El resultado fue la concreción de un
del Estado social. riesgo que ambos garantes estaban igualmente emplazados a
B) A partir de las reflexiones anteriores parece que más allá conjurar. Frente a su valoración del comportamiento del monitor,
de los deberes de garantía derivados del uso de la autonomía per- la Audiencia consideró que la socorrista observó su deber, pues
sonal no hay campo de legitimación para nuevos deberes salvo se encontraba —al igual por cierto que el otro acusado— en su
por la peculiar vía distributiva que supone el Estado. Sin embar- puesto de socorro junto a la piscina, vigilando a todos los bañis-
go, la posición de garantía de los padres respecto a la indemni- tas y a las demás personas que estaban en el recinto.
dad de los principales bienes de sus hijos constituye una afirma-
ción tan indiscutida como dudoso es su fundamento. La razón 2W Filosofía del Derecho, Barcelona (Bosch), 1975 (4.a), p. 58.
más fuerte, que sería la de la asunción voluntaria por parte de los
156 VI. CONCLUSIONES VI. CONCLUSIONES 157

Para la sentencia 48/1997 de la Audiencia Provincial de Gua- Así lo entendió la Sentencia de la Audiencia Provincial de
dalajara, de 16 de diciembre, mientras que resulta indiscutible la Barcelona (Sección 10.a) 73/1996, de 3 de junio, que no conside-
posición de garante del monitor —«porque asumiendo de hecho ra que Alessandro fuera garante de la libertad sexual de la vícti-
y por propia iniciativa el cuidado del grupo de menores que no ma, condenándole sólo por el delito de omisión de impedir de-
sabía nadar, sobre él pesaba el deber de garantizar la seguridad de terminados delitos: «no fue él quien creó la situación de peligro,
aquéllos» (f. D. 2)— y la quiebra del deber consecuente, niega por el mero hecho de invitar a Aránzazu a subir a su domicilio,
ésta respecto a la socorrista, pues «no puede entenderse que so- pues entre ésta y el acusado no existía relación de amistad o de
bre ella pesara la obligación de imponer el uso de sistemas de se- conocimiento de entidad suficiente para determinar en Aránzazu
guridad respecto de los menores, encontrándose éstos bajo el una confianza superior a la que podría tener respecto de otro u
otros individuos, incluidos los que acompañaban al acusado, po-
cuidado de los monitores (...), y desconociéndose por la acusada sición de garante que tampoco nace del mero hecho de haberse
qué niños no sabían nadar. Además, dentro de sus funciones se desarrollado la agresión en su propio domicilio» (f. D. 2).
encontraba no sólo la vigilancia de los bañistas sino también de
todas aquellas personas que se encontraban en el recinto de la
piscina; resultando probado que en el momento de acontecer los La solución ha de ser diferente para el caso de Vicente, en el
hechos enjuiciados, se hallaba en el puesto de socorro que le co- siguiente de los supuestos que proponía, pues es relevante el dato
rrespondía, y que cuando fue alertada procedió inmediatamente a diferencial de que el delito se cometa en el curso de una priva-
acudir al lugar donde se requería su presencia, cruzando para ello ción de libertad infligida por el acusado. El mismo es garante por
a nado los metros que le separaban, ayudando a extraer el cuerpo injerencia porque ha generado una desprotección relevante de la
de Jennifer y realizando sobre el mismo las oportunas tareas de víctima, que por su causa ve limitada sus posibilidades de auto-
reanimación» (f. D. 3). protección —una medida obvia de defensa de la libertad sexual
es la de no acudir con determinadas personas a determinados si-
B) Alessandro no es garante por injerencia porque el riesgo tios—. Repárese en la similitud estructural del supuesto y el que
para la indemnidad sexual de la víctima procede plenamente de hace garante al Estado de determinados bienes de sus presos.
Creo que esta posición conduce a la afirmación de su autoría
otro, que es el que se entromete en la autonomía de la víctima.
omisiva en la agresión sexual, a la equivalencia valorativa de su
Tampoco es garante por los peligros que haya desencadenado su
comportamiento con el correspondiente comisivo, que a mi jui-
ámbito de dominio, pues una casa no es un factor de riesgo para cio no se concibe en nuestro Código Penal como realizable sólo
la libertad sexual de sus ocasionales ocupantes. Cabe aún pensar «de propia mano».
en que sea aún un partícipe por omisión, pero ni es un garante en
un delito de imposible comisión por omisión —ni es garante ni La STS 645/1993, de 24 de marzo, ratifica la condena de Vi-
creo que nuestro vigente Código Penal configure la agresión se- cente como cómplice de un delito de violación, al considerarle
xual como delito de propia mano—, ni omite una resolución ya garante por la situación de peligro que había creado: «el recu-
rrente se había colocado por su actuación en la dinámica comisi-
adoptada para facilitar la comisión de un delito. Creo en fin que va en posición de garante, en tanto que fue quien materialmente
no contribuye al delito, sino que no lo impide, y considero por condujo al autor material de la acción y a la después víctima en
ello que el tribunal sentenciador acertó al responsabilizarle sólo su propio vehículo por él conducido "hasta un paraje solitario,
por un delito de mera omisión 291 . descampado e intransitable"» (f. D. 5) 292.

291 292
Similar es la solución que sugiere LUZÓN PEÑA para el supuesto de la No es muy distinta estructuralmente la situación que aborda la STS
STS 31.1.86 (v. n. 3), advirtiendo de la posibilidad de participación omisiva del 1701/1994, de 4 de octubre, en la que el coautor de una violación comete un de-
acusado si su presencia supuso un auxilio moral para los autores (La participa- lito de robo «de una manera instantánea e inopinada». No es que el coautor no
ción..., cit. —en «Estudios...», cit.—, pp. 247 y ss.). fuera garante, sino que, dado como sucedieron los acontecimientos, no in-
158 VI. CONCLUSIONES
VI. CONCLUSIONES 159
C) Como se ha afirmado en el texto, Khalid es garante, por bito dominado por el acusado se convierte o puede ser converti-
ejemplo, de que el techo de su local no se desplome sobre los do en un medio para la más fácil ejecución del hecho punible.
clientes que en él se encuentran, pero no es garante de que en el Ello es lo que ocurre en el presente caso, en el que el bar, de ti-
mismo no se produzca un delito de tráfico de drogas por la sen- tularidad del procesado y de otro coacusado, se constituyó en un
cilla razón de que dicho delito no es consecuente con un riesgo lugar que permitía asegurar un lugar de encuentro, disimulado en
que emane del local. Que otro lo utilice para cometer un delito una actividad pública y lícita, utilizado para difundir drogas
puede significar que su titular esté participando en el delito. Esto prohibidas».
sucederá si el acusado cedió activamente el local para la realiza- La STC 171/2000 anuló la condena de Khalid como conse-
ción de actos de tráfico o si conocía que los actos de tráfico se cuencia del otorgamiento del amparo que solicitaba por vulnera-
iban a realizar o se estaban realizando y los toleró —en el senti- ción de su derecho a la presunción de inocencia. Considera el Tri-
do de no proceder a la expulsión de los traficantes o a su denun- bunal Constitucional que «de los hechos acreditados no se
cia, maneras ambas de evitar la utilización delictiva de su local—. concluye unívocamente que el recurrente conociera las activida-
Recuérdese que el carácter contributivo de esta omisión viene des delictivas concretas que se dice venían realizándose en su bar.
indicado por la obligación jurídica de «no tolerancia» o de «im- En segundo lugar, tampoco resulta acreditada la existencia misma
pedimento» del tráfico de drogas del artículo 23.h) de la Ley Or- del tráfico en éste, que simplemente se presume» (f. j . 4) 294.
gánica de Seguridad Ciudadana 293 .
D) Considero que existen dos buenas razones para no atribuir
La STS 106/1996, de 10 de febrero, ratificó la condena de al alcalde los desórdenes públicos originados por algunos partici-
Khalid como autor de un delito contra la salud pública. Su fun- pantes en la manifestación en la que también él participaba y que
damento sexto señala que «no existe un apoyo indiciario (...) que se desarrollaba fuera de su municipio. La primera es que, aun sien-
permita concluir que el recurrente participaba activamente del
tráfico de drogas. Sin embargo, no cabe duda sobre su titularidad do hipotéticamente garante en cuanto autoridad, resulta difícil pen-
del bar "Alaska" y de la utilización de éste por parte de numero- sar en que incumpliera su deber, pues el deber de garantía de im-
sas personas vinculadas al tráfico de drogas. Los actos de tole- pedir la comisión de delitos por parte de ciertas autoridades se
rancia de parte de quien es titular de un bar respecto de las acti- cumple a través de la delegación o el mandato a la policía, cuerpo
vidades de personas que realizan actos típicos del artículo 344 especializado para ello y dotado de medios violentos para tal de-
CP importan, al menos una participación omisiva en el delito, sempeño. Lo anterior apunta a que en realidad su competencia
dado que el dominio sobre el ámbito cerrado con acceso público —su deber de garantía— está espacialmente delimitada. ¿Está
es una circunstancia idónea para fundamentar su posición de ga- acaso el alcalde emplazado como garante a evitar los delitos del
rante en relación a la comisión de delitos de carácter grave que paisano que se encuentra en su viaje de vacaciones a La Habana?
puedan ser cometidos en dicho ámbito. Ciertamente la posición
de garante no se debe extender al mantenimiento del orden y de La STS 1045/1995, de 27 de octubre, desestimó el recurso
la vigencia de las normas en cualquier ámbito cerrado que esté del alcalde, puesto que su «posición de garante respecto del or-
bajo el dominio del omitente. Pero, por el contrario, la posición
de garante surgirá en los supuestos en los que el ámbito de do- 294
minio constituye un factor decisivo para la ejecución del delito o En contra de la opinión de ZUGALDÍA ESPINAR {Presunción de inocencia
para asegurar el resultado del hecho. Dicho en otras palabras: la y subsunción..., cit.), no puede sino alabarse el nítido razonamiento del Tribu-
posición de garante debe afirmarse en estos casos cuando el ám- nal Constitucional, que no cuestiona —no le corresponde— que pueda partici-
parse en un delito mediante una omisión, pero sí que se haya probado el hecho
en el que se sustenta tal subsunción, cual es el de que el acusado «conocía» que
cumplió su deber. Tampoco fue partícipe activo, pues «nada existe en los hechos en su local se traficaba con drogas. Este dato no se infiere del hecho de que co-
probados que demuestre que la apropiación del dinero (...) formó parte de la de- nociera a algunos clientes, clientes que traficaban con drogas. No consta que el
cisión común al hecho» (f. D. 2). acusado conociera este último dato, que también sería insuficiente para la con-
293 Vid. IV1.B.2. clusión fáctica a la que se llega, pues del hecho que trafiquen con drogas no se
concluye el que lo hicieran en su local.
160 VI. CONCLUSIONES

den público no puede ser puesta en duda (...). Por otra parte es VIL TODAVÍA: EL ARTÍCULO 11
claro que la posición de garante no depende de que los hechos ha- DEL CÓDIGO PENAL
yan tenido lugar en la demarcación de su municipio, toda vez que
en el presente caso el Alcalde llegó al lugar de los mismos acom-
pañando una manifestación que se inició en la jurisdicción del
Municipio (...)• Consecuentemente el Alcalde estaba obligado a
impedir los hechos que ocurrieron en su presencia» (f. D. 15).

1. Queda aún la cuestión de si el catálogo de posiciones de


garantía que a mi juicio debe ser es el que es en nuestro Código
Penal: si puede interpretarse que el artículo 11, sobre el que tan-
to y tan bien se ha escrito, recoge los deberes de garante y sólo
los deberes de garante que en las líneas anteriores he tratado de
justificar como idóneos en una política criminal democrática 295.
2. El texto del artículo 11 se resiste a una fácil compren-
sión 296. Por un lado, no deja claro si las infracciones de los «de-
beres jurídicos especiales» es el requisito que equipara la impu-
tación de un resultado a un comportamiento omisivo a la
imputación de un resultado a un comportamiento activo, o si es
simplemente un requisito para proceder a tal equivalencia 297.
Por otro lado expone una breve relación de posiciones de garan-
tía sin precisar si se trata de una relación cerrada o de una rela-
ción ejemplificativa 298. Sorprende finalmente que exija a los
deberes de garantía un origen jurídico y que a continuación, no

295
Sobre los antecedentes de esta cláusula, vid. SILVA SÁNCHEZ, Apuntes so-
bre el contexto histórico-dogmático..., cit., pp. 1 y ss.; HUERTA TOCILDO, Prin-
cipales novedades..., cit., pp. 31 y ss.
296 p U es, como señala, BACIGALUPO ZAPATER, su técnica es «sumamente de-
ficiente» (en su Comentario..., cit., p. 429).
297
Vid. al respecto HUERTA TOCILDO {Principales novedades..., cit., p. 34),
SILVA SÁNCHEZ {Artículo 11, cit., pp. 462 y ss.), VIVES ANTÓN {Artículo 11, cit.,
p. 527), SANZ-DÍEZ DE ULZURRUN LLUCH, op. cit., p. 1.750; quienes se decantan
por una interpretación en el segundo sentido.
298
En el primer sentido, RODRÍGUEZ MOURULLO {comentario al artículo 11,
en AA.VV. —-dir. Rodríguez Mourullo—, «Comentarios al Código Penal», Ma-
drid, Civitas, 1997, p. 59), HUERTA TOCILDO {Principales novedades..., cit.,
pp. 34 y ss.), PASTRANA I ICART {Infracciones de los deberes..., cit., p. 221),
SANZ-DÍEZ DE ULZURRUN LLUCH {op. cit., p. 1.750), CEREZO MIR {Curso..., cit.,
p. 266); en el segundo, LÓPEZ GARRIDO y GARCÍA ARAN {El Código Penal de
1995 y la voluntad del legislador, Madrid, 1996, p. 48).
162 VII. EL ARTÍCULO 11 DEL CÓDIGO PENAL
VII. EL ARTÍCULO 11 DEL CÓDIGO PENAL 163

obstante, incluya entre los mismos los derivados del actuar peli- Debería entenderse además, en segundo lugar, y creo que no
groso precedente, que de modo evidente carecen de tal pedigrí. se opone a ello la semántica, que los supuestos de dominio de
una fuente de riesgo son supuestos de injerencia, de «creación de
3. Como ha puesto singularmente de relieve ALEXY, las pre- una ocasión de riesgo para el bien jurídico protegido». Con ello
tensiones del intérprete han de serlo de juridicidad y de justicia o se llegaría a la legalidad del catálogo óptimo de posiciones de ga-
corrección. A la bondad de la propuesta de posiciones de garan- rantía. El artículo 11 expresaría así que las fuentes de los debe-
tía expuestas en las páginas anteriores de este libro he dedicado res de garantía son el mantenimiento de fuentes de riesgo en el
ya muchas líneas en la esperanza de que resulten convincentes. ámbito propio, la injerencia, la asunción de facultades de auto-
Lo que pretendo ahora, con mucha mayor brevedad, es sostener protección o de deberes de garantía delegados, el Estado y las re-
su legalidad. laciones paternofiliales. Y expresaría algo tan importante como
esto: que sólo las mencionadas son fuentes de deberes de ga-
Creo posible entender que lo que a mi juicio debería ser con- rantía.
forme a una política criminal democrática es posible que sea a
partir de una razonable interpretación del artículo 11, incluso si
la misma parte de que el mismo contiene una enumeración taxa-
tiva de los deberes de garantía. Dicho en otros términos: que cabe
sostener que el artículo 11 dice lo que, según lo expuesto en el
trabajo, debería decir.
Para ello debería entenderse que, tal como señalan los adjeti-
vos «especial» y «específico» aplicados a los deberes origina-
rios, la exigencia de equivalencia entre acción y omisión es un
filtro para las obligaciones contractuales y legales de actuación
que sólo superan los deberes contractuales libremente asumidos
tras delegación de un garante de sí mismo o de un tercero y los
deberes legales de protección de los padres respecto a los hijos
menores de edad. Solo tales deberes, insisto, serán deberes «es-
peciales» y «específicos» en el sentido del artículo 11. Este en-
tendimiento debería complementarse con una amplia compren-
sión de los deberes contractuales como cualesquiera deberes que
surgen del acuerdo de voluntades, en el sentido patrocinado por
2
BACIGALUPO ZAPATER ". En todo caso, si no se estimara este
modo de entender el contrato como posible o convincente, podría
apreciarse la presencia en el artículo 11 de las asunciones infor-
males de tareas de control o de protección, pues son catalogables
como supuestos de injerencia 30°.

299
Comentario..., cit., pp. 435 y ss. También, VIVES ANTÓN (Artículo 11,
cit., p. 529). De acuerdo sólo de legeferenda HUERTA TOCILDO (Principales no-
vedades..., cit., p. 37).
300
Vid. supra IV.2.E.2. Vid. también al respecto SILVA SÁNCHEZ, Artículo 11,
cit., pp. 462 y ss.
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