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“El relajo” de Jorge Portilla, en Anatomía del mexicano, Roger Bartra, 2002.
“El relajo” es un ensayo titulado por el intelectual, filósofo, mexicano Jorge Portilla. En
este ensayo el autor expone un análisis al comportamiento del mexicano. Se habla del
humor que lo caracteriza y la falta de adhesión a sus valores, así como la explicación al
terror que tiene a su propia excelencia y cómo, el relajo, impide la manifestación de sus
circunstancias vividas. El relajo es un refugio para el mexicano; esta forma tan descarada
de expresarse de su propia experiencia en la vida y cómo, tras ello, esconde sus temores y
las capacidades que le caracterizan. El autor habla del relajo como un verbo, una forma de
expresión compleja que no lleva a ningún lado y establece una evasión a la realidad vivida,
una forma de evitar la seriedad en las situaciones realmente importantes. Se trata de una
evidenciada.
Para Portilla, el sentido del relajo significa suspender la seriedad y esto lleva a otro
punto explicativo: la negación de los valores y esto, a su vez, aniquila la liberación del
mexicano, ya que los propios valores brindan un sentido de libertad que muy
profundo de sus miedos e ideas hacia sí mismo; a través de la risa encuentra un sentido
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efímero y vacío que carece completamente de sentido. En la Jornada Semanal, 2003,
Agustín Sánchez habla de que “Es innegable que en México se cultivan formas de humor
típicas del relajo y en nuestro país han florecido lenguajes humorísticos colectivos tales
como la cantinfleada y el albur, dos idiomas relajientos”. En este sentido, el filósofo francés
y citando a Cecilia Sotres, en este fragmento de El nombre de la rosa, Humberto Eco habla
Por otro lado, el análisis psicoanalítico del chiste, según Freud, “consiste en proteger de la
crítica las conexiones verbales e ideológicas productoras del placer” una forma de aliviar el
displacer que provoca el juicio ante situaciones serias. Freud, también comenta que “Lo
desenmascaramiento produce placer y alivio”. La única forma que encuentra para escapar
luz; la persona es capaz de utilizar sus armas sin necesidad de ponerse en peligro ante la
contundencia del enemigo. Evidentemente, lo que se evita escuchar es algo que duele y,
mediante el inesperado ataque del chiste, se evade el dolor que la persona conoce, pero se
niega a ver.
Las temáticas abordadas en el ensayo dejan muy en claro una inseguridad profunda
del mexicano ante su falsa identidad y, por otro lado, la falta de capacidad para lidiar con
aquello que concierne a su evolución. El autor es muy claro con los puntos tocados a lo
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largo de su obra y deja a la vista la forma carente del mexicano llevando la vida cotidiana;
partiendo de una idea acerca de su actitud ante situaciones que ponen en tela de juicio sus
cómo aborda la principal problemática de estas actitudes que llevan a la persona a una
compromiso y el desinterés por el progreso, así como lo polémico del rechazo que hay por
parte del sujeto ante la realidad de lo que sucederá y cómo esto intensifica su necesidad por
evasión ante el compromiso. El autor plantea una fenomenología completa y clara que
aquello que lleva al individuo ante las diferentes situaciones vividas; también explica el
déficit de atención a las conversaciones sobre temas que conllevan una implicación más
profunda y que debe tomarse con la seriedad que se merece. Si bien, no es necesariamente
problema central que está enraizado al falso entendimiento del yo. Partiendo de la premisa
que expone Portilla, un mexicano ríe en sus penas y ríe aún más en sus desgracias, dejando
el dolor, la incertidumbre y empatía. Esto lleva una serie de datos que implican la
confrontar todo aquello que por años se ha dado por no visto con un hueco y silencio que
retumba en la risa, el folclor, los colores y el olvido. Finalmente, es un reflejo de las calles
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ahogadas en sangre y hollín entre los chistes del grito glorioso en una fiesta patria, en el
dolor silencioso que se esconde detrás de la puerta, de los cantos sonoros y bellos, en el
olvido que se pudre entre los vientos, del camino de un muerto en la flor de cempasúchil, a
la astilla clavada en el pecho, por el silencio, por el chiste, por solucionar todo con la
Referencias:
Sotres, C. (2009). Me duele cuando me río: el humor visto por una cabaretera. Karpa 2.2.
Recuperado de https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/34258588/ceci.pdf?
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