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LITERATURA

Cosmovisión Humorística
EL HUMOR Y LA LITERATURA

En español, la palabra humor procede del latín humor, humoris, que significa “líquido, humedad”. Ésta, a su vez, está
adaptada del vocablo griego χυμός .
La medicina griega se basaba en las teorías de de los cuatro humores o líquidos dominantes en el cuerpo (doctrinas de
Hipócrates y Galeno). Estos líquidos eran sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. Consideraban que la salud se basaba
en el balance de estos líquidos, y que cuando esto ocurría, entonces el sujeto estaba de “buen humor”. Estas creencias
fueron mantenidas por los romanos y también perduraron durante la Edad Media.
Es, por estas teorías, que en nuestra lengua han sobrevivido ciertos conceptos, por ejemplo, humor negro: cuando
predominaba la bilis negra, se pensaba que producía pesimismo y tristeza. Por esto llamamos humor negro al hecho
de reírnos o bromear sobre las desgracias.
“Melancólico” procede del griego mélanos (negro) y kholé (bilis), el que padecía tal cosa era un melankholikós.
Su equivalente en latín era atrabilis. Atra era negra y de ahí “atrabiliario”.
Igualmente se creía que al predominar la bilis roja, se estaba irascible, iracundo, colérico.
El humor flemático eran los mocos, que si se acumulaban en un lugar determinado producían inflamación. De ahí
“flemón”. Además, se asociaba con el comportamiento tranquilo, impasible y así cuando alguien posee estos atributos
se le llama “flemático”.
De la hipertrofia del sentido de “buen humor”, se han derivado los conceptos “humor” o “humorismo”.
La risa
Entender el origen, los componentes y los mecanismos de ese enigmático fenómeno que denominamos risa ha sido
algo que ha inquietado desde siempre a los hombres. Las teorías sobre la risa (biologicistas y evolucionistas o del
instinto, de la superioridad, de la incongruencia, de la sorpresa, de la liberación o alivio a la tensión psicoanalítica...)
se amontonan en los libros de ciencia.

Al igual que la literatura, la risa parece ser una controlada y gratificante liberación momentánea de las restricciones y
coerciones que diariamente nos son impuestas. Regresión -no patológica en cuanto controlada- a formas infantiles de
pensar y actuar que nos propone algo así: «Lo importante es pasar el rato. Vamos a permitirnos, juntos y de una
manera socialmente admitida, huir de lo convencional. Excepcionalmente, valen la obscenidad, la agresividad o el
absurdo». La participación en la ilusión cómica permite liberar los deseos reprimidos del inconsciente y reducir la
ansiedad. La risa liberadora es, por tanto, un fin en sí misma (sospechemos de quien trate de justificarla. Creo que fue
Jorge Guillén quien dijo: «No se puede jugar y juzgar al mismo tiempo»).

La risa cumple unos fines de gran utilidad para la especie humana. En primer lugar, suministra un cauce indirecto,
socialmente aceptado, para la exteriorización de la agresividad y la sexualidad (Freud: El chiste y sus relaciones con el
inconsciente, 1905). En su función social -se ríe siempre en grupo-, la risa sirve para reducir tensiones y conflictos y, a
la vez, para reafirmar normas y jerarquías. El grupo ridiculiza tanto a los que las desobedecen como a los que se
esclavizan a ellas. La risa se acerca al sermón, al tirón de orejas, a la regañina cuando de lo que se trata es de
recomendar al excéntrico la vuelta al redil (Henri Bergson: La risa, 1899). El grupo se reafirma por la risa atacando a
víctimas propiciatorias, a chivos expiatorios (miembros de grupos minoritarios o de otras razas, locos...) y se defiende
por ella, asimismo, de sus miedos: el poder, la enfermedad, la guerra, el hambre, el dolor, el ridículo, la pobreza, la
muerte. El llamado humor negro o la autoirrisión forman parte de este sistema de defensa. La literatura de signo
ingenioso muestra cómo la momentánea liberación de las cadenas de la lógica, después de la superación de alguna
pequeña dificultad lingüística, puede también proporcionar placer, dando lugar a una risa de tono más bien intelectual.

Ante el peligro siempre presente de tomar en broma lo que es en serio y viceversa, la crítica literaria suele evitar la
discusión sobre los problemas teóricos que acarrea la literatura cómica. Quizás por eso todavía está por aplicar al
terreno de lo literario buen número de investigaciones sobre la risa efectuadas en los campos antropológico,
psicológico o sociológico.

Frente al tradicional enfoque ahistórico, idealista, pensamos que la risa ha de ser estudiada en el marco de la historia
cultural y de las mentalidades. Cada siglo se ríe de los anteriores; cada grupo, de los otros; cada clase social, de las
demás; media humanidad, de la otra media. Por ello la risa es privilegiado documento que nos habla de la visión del
mundo de cada grupo y cada época.

Para delimitar lo Cómico como universal de representación literaria, para hallar la Gramática de lo Cómico, habremos
de unir al estudio detenido de la risa a lo largo de la Historia las aportaciones de la Crítica Literaria y de la Teoría de la
Literatura. Habrá que evitar la aplicación mecánica de criterios tan poco fiables como el geográfico (risa andaluza,
catalana, gallega, castellana...) o el nacionalista (risa española, inglesa, italiana...). Se deberá también huir, en la
medida de lo posible, de definiciones formales, reduccionistas y empobrecedoras, ajenas a cualquier consideración
histórica.

La Historia deberá darnos explicaciones globales sobre cuestiones aún insuficientemente exploradas: la cambiante
relación dentro del jerarquizado sistema literario entre los géneros serios y los no serios; la razón de que dichos
géneros, normalmente marginales, sean sistemáticamente despojados de cualquier prestigio por la institución
literaria; la subordinación jerárquica dentro de los mismos géneros cómicos en cada época; la necesidad que han
tenido los escritores cómicos de defender sus obras, de justificar sus heterodoxos atrevimientos literarios,
arropándolos desde la Edad Media en la utilidad moral o didáctica y más recientemente en la utilidad política y social;
las etapas en las que predominó una concepción de la literatura como deleite y juego o bien como enseñanza y
moralización; la distinción entre la risa rural y la urbana; las relaciones entre risa y clase social, etc.
El texto cómico
Entenderemos por texto cómico, muy a grandes rasgos, aquel que persigue provocar la risa o suscitar la sonrisa,
produciendo en este último caso una comicidad atenuada, mezclada con sentimientos de simpatía, ternura, etc.

Para su análisis, que exigirá replantear muchos problemas tradicionalmente mal resueltos, habrá que superar el nivel
de la palabra, la locución, el modismo fraseológico o la oración, para alcanzar el nivel textual, labor en la que colaboran
hoy, junto a las distintas tendencias de la lingüística formalista, la Lingüística del Texto o la Pragmática.

El texto cómico exige constante capacidad de innovación, de originalidad para provocar la sorpresa. En la literatura
cómica cada autor es una isla, un individualista que nunca crea escuela, que carece de seguidores, al no valer para la
risa fórmulas ni recetas. Cuando lo cómico busca convertirse en género pierde su encanto, su frescura. Carlos Bousoño
ha destacado cómo la literatura burlesca se anticipa, a veces en muchos siglos, en el descubrimiento de
procedimientos novedosos, a la literatura seria.

Esta clase de textos ha de conjugar asimismo dos técnicas complementarias: el énfasis, que implica procedimientos de
selección, exageración y simplificación y, en las formas superiores de la risa, la economía (inteligentes insinuaciones o
alusiones oblicuas que eviten el ataque frontal).

En el texto cómico el tono surge normalmente de un marcado contraste entre lo que se cuenta y el cómo se cuenta.
Lo ideal para la risa es una momentánea anestesia del corazón (Bergson), es decir, la ausencia de implicación emocional
en el lector, la falta de compasión hacia la víctima del ataque ridiculizante (cuando alguien sufre una caída,la risa surge
espontánea en los espectadores, siempre que estos no dejen intervenir a la compasión). El personaje cómico ha de
estar lleno de raras manías y ridiculeces, ante las que el lector pueda sentirse superior («Soy mejor que él, no tengo
sus defectos»). El fin del texto cómico es lograr la máxima distanciación evitando a cada instante la identificación del
lector, pues si se conoce demasiado a un personaje cabe simpatizar con él («Soy como él»), ya que nadie se ríe de
aquello que admira. Don Quijote hacía llorar de risa a sus contemporáneos porque era un sujeto extraño, estrafalario
y chocante con el cual no cabía identificación posible.

En general, la risa suele surgir a través de: personajes inverosímiles, muy tipificados y nada psicologizados; el narrador
omnisciente, que observa a sus criaturas con malicia y frialdad, desde fuera, como si fuesen marionetas; la suma de
incongruencias (visuales, conceptuales o lingüísticas); lo superficial frente a lo profundo (la crítica acusa a menudo al
texto cómico de falta de profundidad, cuando es algo casi consustancial al mismo); el dinamismo frente a laparsimonia;
la levedad frente a lo pesado; lo intelectual frente a lo emotivo...

En El acto de creación (1964) Arthur Koestler usaba, para acercarse a la esencia de lo cómico -llave para él de todo el
proceso creativo-, el concepto de bisociación. Toda la Lógica o la Gramática de lo cómico consiste, según este autor,
en el choque entre dos códigos de reglas o contextos asociativos mutuamente excluyentes de modo tal que hemos de
percibir la situación al mismo tiempo en dos marcos de referencia incompatibles entre sí, contrastantes, imponiéndose
en un contexto algo que pertenece a otro. Lo cómico juega a hacer chocar el sentido y el sinsentido; lo lógico y lo
ilógico; lo exagerado y lo normal; lo que se dice y lo que no se dice; la lógica profesional y el sentido común; el sentido
literal y el sentido metafórico; los hechos y las palabras; los hechos y el tono en que son contados... Es decir, cualquier
par de matrices entrelazadas entre sí y con una gota de agresividad o malicia en la mezcla.

La lectura de un texto cómico es, pues, un excelente ejercicio mental: la atención ha de estar a la vez en dos códigos,
sistemas o universos significativos. Frente al pensamiento disciplinado, el pensamiento creativo opera siempre en más
de un nivel simultáneamente. Koestler empareja lo Cómico con el Arte o la Ciencia: una caricatura, una metáfora o
una investigación científica buscan analogías inéditas, son actividades combinatorias que contactan zonas de
conocimientos y experiencias previamente separadas, juegan a ensayar híbridos, a explorar fronteras, a hacer entrar
en colisión dos universos para observar qué es lo que ocurre.
Lo cómico y sus variantes
En la historia del sistema literario la comicidad suele traducirse lingüísticamente en una lista abierta de categorías
estéticas, que tienen en cuenta tanto lo representado como el modo de representación: la parodia, la sátira, la ironía,
el humor, lo tragicómico, lo bufonesco, lo gracioso, lo grotesco... Asociadas a ciertos juegos comunicativos, a ciertas
actitudes y técnicas literarias, tales categorías intentan matizar los muy variados tipos de risa o sonrisa posibles. Para
saber de qué hablamos realmente cuando las utilizamos, repasemos a continuación algunas de las más usuales,
teniendo en cuenta lo difícil que es hallarlas en los textos en estado puro y lo que de peligroso tiene cualquier
simplificación pedagógica:

La ironía no consiste en dar a entender algo mediante la expresión de lo contrario, pues no parece razonable decir lo
contrario de lo que se quiere decir y con el riesgo de no ser entendidos. Es, en cambio, un juego comunicativo por el
que se da a entender que no se dice lo que se dice. Se expresa algo más, que puede ser diferente o contrastante. La
ironía logra el distanciamiento del lector frente al texto, le hace sentir su doblez, le obliga a mirar críticamente lo que
allí se dice y ha de ser sustituido por otro sentido distinto. Su uso sólo es posible tras un previo pacto de complicidad,
un guiño de inteligencia, entre autor y lector. A veces sólo al finalizar la lectura nos damos cuenta de que el escritor
ironizaba, lo que nos obliga a una relectura, ya con plena complicidad en el juego de trastocar e infringir normas y
códigos lingüístico literarios y sociales institucionalizados, frente a los que el ironista lleva a cabo su ataque-defensa.
La ironía es una excelente gimnasia sobre el lenguaje y su eficiencia, sobre los usos a que someten al lenguaje sus
usuarios. Suele ser una risa de tipo reformista, que enfrenta críticamente las ideas del autor a las personas, las cosas
y las costumbres, para mostrar cómo lo real dista ridículamente de lo ideal. Si en la lengua hablada la ironía es
fácilmente reconocible, no sucede así en la escrita. Son algunas de sus marcas: sobreentendidos, presuposiciones que
parecen ignorarse, connotaciones de un término que no van con la atmósfera del marco textual en que aparece, juegos
entre el sentido literal y el figurado, etc.

La parodia es una imitación burlesca -no sin fuertes dosis de admiración por el texto parodiado en algunos pastiches
que exige una alta destreza estilística y un alto grado de conciencia de la noción de género literario (ya los formalistas
rusos señalaron cómo los géneros literarios evolucionan por parodias sucesivas), recalca lo artificial de las
convenciones del género manipulado y acostumbra a bromear con sus procedimientos literarios desgastados tras una
manida reiteración. La risa surge en la parodia de la constante confrontación por parte del lector entre el texto
parodiante y el parodiado. Comicidad por contraste, todo lo degrada: lo noble es vuelto vulgar; el respeto, irreverencia;
lo serio, burla; la dignidad del héroe es rebajada al señalarse su sujeción a las necesidades fisiológicas corporales
comunes al resto de los mortales. En la literatura española tenemos abundantes textos paródicos. Cervantes parodia
en el Quijote, sobre todo en sus primeros compases, las novelas de caballerías. Graciosa parodia del teatro modernista
en verso es La venganza de don Mendo, de Pedro Muñoz Seca, y de los dramas románticos del siglo XIX, Angelina o el
honor de un brigadier, de Enrique Jardiel Poncela.

La sátira está en el límite duro de la ironía (alguien la ha llamado ironía militante). Aunque cercana a la invectiva y el
ataque personal, en su afán por reformar los usos y las costumbres sociales suele decir el pecado y silenciar al pecador.
De lema ridentem dicere verum, decir la verdad riendo, la sátira supone una rígida postura moral, que divide al mundo
en buenos y malos. En España se escribieron pocas sátiras según el modelo clásico, el horaciano. Desde el
Renacimiento el espíritu de este género literario creado por los romanos buscó nuevo cauce en multitud de formas:
sonetos burlescos o morales, epigramas, etc.

El sarcasmo aparece cuando quien escribe cree que el lector no va a ser su cómplice desde el principio, por lo que
tratará de persuadirlo exagerando los rasgos del asunto abordado. Se hace sarcasmo cuando se supone que no va a
ser captada la simple ironía. Se abusa de lo cáustico y lo mordaz, de la burla grotesca.

Lo lúdico -sinónimo de juguetón, travieso o festivo- es aquello que invita al regocijo y acostumbra a usar abundantes
juegos de palabras además del absurdo y el sinsentido.
Lo grotesco aplica un principio de deformación consistente en la mezcla de géneros y estilos y supone un equilibrio
inestable entre lo risible y lo trágico. En un intento por reflejar la condición humana en todas sus contradictorias
manifestaciones, lo tragicómico, género también mixto, une la risa y el llanto. En la literatura europea, el primer
ejemplo importante de esta mezcla, tan del gusto del hombre moderno, es La Celestina de Fernando de Rojas.

El humor es una modalidad de la literatura cómica relativamente joven, pues su uso literario sólo se generaliza en
Europa a mediados del siglo XVIII, tras dejar de ser un exclusivo arte inglés. El humor, hijo del ingenio barroco y la
sentimentalidad burguesa, es simbolizado a menudo en una sonrisa melancólica y llena de comprensión hacia las
debilidades humanas. La risa se vuelve civilizada, se aburguesa, se ennoblece con un fondo filosófico y moral y convive
con los buenos sentimientos: la ternura, la simpatía cordial, la tolerancia.

Según Robert Escarpit, el humor funcionaría así en el interior de un grupo social concreto: primero, en la fase
intelectual, irónica, ingeniosa, el humorista infringe o suspende provisionalmente una o varias evidencias sociales
(hábitos mentales, preceptos morales, normas de convivencia social), que se transmiten a través del lenguaje, creando
en ese grupo tal violación de sus reglas, desasosiego, tensión nerviosa o angustia. A continuación, en la fase de
«rebrote humorístico», en una pirueta de color afectivo, el humorista tranquiliza al grupo recomponiendo el equilibrio
roto, exorciza su angustia por medio de una complicidad fraternal hombre a hombre, le devuelve la seguridad, la
confianza y la fe. El humor es, pues, antes que algo de naturaleza intelectual, asunto del corazón. El escritor humorista
no mira a sus personajes ni en picado, desde arriba, viéndolos como muñecos, ni en contrapicado, desde abajo,
viéndolos como héroes. Se coloca, en cambio, a la altura de su corazón, altura desde la cual puede fácilmente ponerse
en el lugar de los otros y cambiar continuamente de punto de vista, de perspectiva.

Hoy suele usarse humor como sinónimo de comicidad. A veces hallamos ambas palabras juntas, al mismo nivel,
sirviendo entonces comicidad para la risa chistosa, burda o grosera, la de las personas no demasiado cultivadas, y
humor para la risa de las clases educadas, según su uso tradicional. Por presión desde abajo, las palabras humor o
humorista están ampliando su tradicional significación, siendo usadas, además, sin ningún tipo de matización de índole
clasista.

Recursos Humorísticos
- La ridiculización: la exageración desmedida de características físicas, de carácter, situaciones, vicios,
costumbres, defectos, y bondades sociales.

- Lo inadecuado al contexto, lo incorrecto, lo que va contra el sentido común, lo fuera de lugar o tiempo.

- El equívoco, situaciones confusas, desencuentros, desengaños.

- Lo absurdo, lo ilógico, lo que no parece tener ningún sentido o relación con nada conocido.

- Lo obvio, aquello que todos saben, lo que no hace falta decir y sólo se sugiere.

- El doble sentido o polisemia, la palabra o término con más de un significado según la situación.

- El juego de palabras, la rima.

- El juego con el sonido y la pronunciación de las palabras. Consiste en alterar el modo habitual de pronunciar
una palabra o frase con sentido humorístico.

- La repetición, insistir con una frase palabra o situación, un gesto, una actitud o una acción natural y habitual de
las personas se repite una y otra vez, llega un momento en que pierde su humanidad y se vuelve mecánica, se
automatiza.

- Lo sorpresivo, lo inesperado, lo impensado, lo que descoloca al otro.


- La ironía: es una figura retórica que supone siempre una inversión del significado. Es una oposición
entre el sentido literal y el derivado. Por ejemplo cuando exclamamos “¡Qué hermoso te quedó el pelo!”,
simulando que nos gusta el rarísimo corte que se hizo un amigo, dando a entender lo contrario, por el tono
de voz, la mirada, los gestos o cualquier otra señal. Que una frase se interprete de manera irónica depende
de la situación y de los participantes.

- La paradoja: situación en la que sucede todo lo contrario de lo que “debería suceder”.

- El extrañamiento: el ver las cosas, las costumbres, las personas siempre de la misma manera hace que
nuestrapercepción se automatice. Para evitar esta automatización, para provocar una percepción nueva se
utiliza la mirada del extrañamiento, es decir, ver las cosas como si fuera por primera vez, es una percepción
renovada.

- La complicidad con el lector o espectador.

- El empleo de personajes estereotipados, que son un patrón o modelo de cualidades o de conducta que
lo hacencómico. Son producto de ideas, prejuicios, actitudes, creencias y opiniones preconcebidas, impuestas
por el medio social y cultural, y que se aplican de forma general a todas las personas pertenecientes a una
categoría, nacionalidad, etnia, edad, sexo, orientación sexual, procedencia geográfica, entre otros. Hay
estereotipos de género (hombre- mujer), etáreos (niños, adolescentes, adultos, mayores, etc.), étnicos,
nacionales, etc.

TEXTOS LITERATURA DE HUMOR

Instrucciones para subir una escalera (Julio Cortázar)

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en
ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso
a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente
variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la
horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos
peldaños, formados como se ve por dos elementos,se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior,
principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas
o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud
naturalconsiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida, aunque no tanto
que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y
regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha
abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón.
Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente
de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a
la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el
pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la
coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil laexplicación. Cuídese
especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse
con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que
no se moverá hasta el momento del descenso.
La buena noticia (Leo Masliah)

Leticio vivía desde hacía diez años con su mujer, a la que amaba con la misma intensidad que el primer día y,
quizás, todavía más, y con su suegra, a la que detestaba también con la misma intensidad con la que la había
venido detestando todos esos años, o incluso más.

La única razón por la que no la echaba de la casa o no tomaba una medida más drástica, como hervirla en
aceite, o notirarla por el balcón cuando pasara el camión de la basura, era el amor que sentía por su mujer,
para quien albergar consigo a su pobre madre enferma constituía un deber ineludible.

Además, como el matrimonio, a pesar de haberlo deseado con fervor, no había podido tener hijos, que, por
otra parteno trabajaba, dedicaba todo su tiempo a cuidar de su madre. Pero un día, las cosas amagaron a
cambiar radicalmente:Leticio llegó a su casa, luego de una ardua jornada de trabajo, y su mujer lo recibió
diciéndole que tenía para darle dosnoticias, una buena y una mala. -Voy a empezar por la mala, dijo. Leticio,
esta tarde murió mamá.

Leticio corrió al dormitorio de la vieja y vio que, efectivamente, había quedado dura. Entonces, corrió a poner
un discode rock pesado, y se puso a bailar frenéticamente gritando: -¡Qué bueno! Si esa es la mala noticia,
cómo será la buena.
-La buena, le dijo su mujer, es que voy a ser mamá.

Leticio volvió a saltar de alegría. Hacía diez años que venía deseando tener un niño que alegrara el hogar, y
ahora, sinla vieja que escorchara todo el día ese hogar iba a convertirse en un verdadero paraíso.

Pues bien, al día siguiente, después del entierro de su suegra, Leticio se fue a trabajar, y, cuando salió, antes
de volvera su casa, fue a comprar ropa de bebé, para levantar el ánimo de su esposa. Pero, cuando llegó a su
casa y se dirigió al dormitorio, donde creyó que encontraría a su mujer, encontró que la que estaba
esperándolo era la vieja, su suegra. Y estaba viva.

El pegó un grito de horror. Entonces la vieja le dijo: Leticio, ¿qué te pasa? ¿No me reconocés? Soy yo, tu
esposa. Yo tedije, ¿no te acordás? Te dije que iba a ser mamá, y no pensé que sucedería tan pronto… pero
sucedió, Leticio. ¡Soy mamá!

La bolsa de basura (Leo Masliah)

Rodríguez iba saliendo de su casa para ir a trabajar, pero volvió para buscar una bolsa plástica llena de basura,
que tenía preparada desde la víspera para una ocasión así, es decir, una ocasión en la que él, camino hacia
alguna parte, tuviera que pasar por donde estaba el tacho de basura que se alimentaba de las bolsas de basura
producida y envasadaen cada uno de los apartamentos del edificio.

El plan era sencillo y Rodríguez se iba acercando al tacho de basura sin pensar demasiado en nada relacionado
con eso, pensando sí más bien en otras cosas relacionadas con otras cosas. Pero cuando se encontraba a
menos de siete metros del tacho, Rodríguez detectó la proximidad de un agente perturbador, un elemento
desestabilizador de la posible calma que acompañaba el automático, necesario, lógico, humano, social,
comprensible, perfectamente justificado, habitual, cívico acto de tirar la basura. Era un individuo que,
arrodillado junto al tacho, extraía de allí restosde alimentos, los cuales clasificaba y separaba en distintas
bolsas que traía consigo, según el contenido proteínico, el tenor graso o el nivel de adición vitamínica que
tuvieran; pero el individuo no daba la impresión de ayudarse, en la detección de las gradaciones específicas
alcanzadas por cada uno de estos parámetros, con ningún tipo de instrumental técnico, excepción hecha de
una protuberancia que él llevaba incorporada al rostro y que le servía para medir con precisión asombrosa el
índice de putrefacción operante en cada residuo alimentario, ya que entre dos mitades de cáscara de naranja
aparentemente iguales, el individuo descartaba una y se quedaba con la otra, y no era, como se dice
vulgarmente, porque estuviere en condiciones de tirar manteca al techo. En efecto, su nivel de ingresosno
parecía ser muy alto, a juzgar por unas pequeñas roturas visibles en un costado de su toga de arpillera.

Rodríguez empezó a vacilar. Luego siguió haciéndolo.

No sabía si ignorar al individuo y depositar la bolsa en el interior del tacho, o ignorar al individuo para dejar
la bolsa aunos metros de él, o tomar otras actitudes cuya descripción se verá momentáneamente demorada
por el análisis de aquellas otras ya mencionadas.

La primera de éstas, es decir, de aquéllas, a saber, ignorar al individuo y tirar la bolsa en el tacho, era casi
imposible de llevar a la práctica, porque la posición de la cabeza y las manos del perturbacionista era tal que
obligaba a Rodríguez,en caso de decidirse a tirar la bolsa en el tacho, a decir “con permiso”. Esta opción
implicaba no ignorar al individuo yconsiderar el acto de depositar la bolsa como una entrega, era como decirle
“tomá”, y eso requería reconocer previamente en el objeto alguna cualidad capaz de valorizarlo como
obsequio.

Dejar la bolsa a una distancia prudencial del tacho implicaba también, quisiéralo o no Rodríguez, reconocer
el origen humano de la perturbación, y localizarlo en la persona del espécimen que revisaba la basura, ya
que, de haberse tratado de un perro o una rata, Rodríguez no habría tenido inconvenientes en tirar la bolsa
en el tacho dejando por cuenta del animal la tarea de defenderse del impacto, y siendo en este caso dicho
impacto únicamente de tipo físico, y no también emocional, social o como quisiera llamarse a las
connotaciones extrafísicas que puede haber en la actitudde regalarle a alguien una bolsa con basura. La única
forma de dejar la bolsa a pocos metros del tacho y al mismo tiempo ignorar efectivamente la presencia del
foco problematizador era concretar una súbita mudanza al edificio de al lado, cuyo tacho de basura estaba
en ese momento libre de incursiones extractivas (aunque no por mucho tiempo, ya que en cuatro o cinco
tachos más adelante y con próximo asiento en los tachos sucesivamente más cercanos habíaotro qué sé yo).
Esa mudanza súbita sólo podía producirse si llegaban a confluir allí en ese momento una serie de factores,
como el que Rodríguez no fuera miope y pudiera ver en la pizarra del quiosco de enfrente si su número de
lotería había salido favorecido. Dándose una solución afirmativa a esto, Rodríguez, en la euforia del triunfo,
habría podido cruzar a cobrar portando un tácito perdón por la distracción consistente en no desprenderse
todavía de la
bolsa de basura. Al volver a su vereda, con el dinero en una mano y la bolsa en la otra, debía pasar el
propietario de alguno de los apartamentos vacíos del edificio vecino al suyo, y Rodríguez podría entonces
decirle “tome este dinero, le compro el apartamento; supongo que ahora puedo hacer uso del tacho de
basura correspondiente a ese edificio”. Pero la miopía de Rodríguez invalidaba todo esto aun cuando su
número de lotería hubiese resultado premiado y el dueño del apartamento vecino vacío estuviese llegando
desde la otra cuadra.

No era posible entonces ignorar la presencia del individuo, había que tenerla en cuenta. Desde este punto
de vista, dejar la bolsa en el tacho era una descortesía, estando como estaba Rodríguez en conocimiento de
que el otro iba a tomarla y revisarla de todas maneras. Pero dársela en las manos no dejaba de constituir para
él una ofensa, atendiendoal contenido repugnante de la bolsa. En cuanto a si para el otro ese acto podía
resultar ofensivo o no, era algo difícil de prever. Más allá de sus intenciones de apropiarse la bolsa, el
individuo podía contar con una dosis de orgullo que superara con creces en intensidad a la que se necesitaba
para realizar el esfuerzo de levantar una bolsa no muy pesadaque alguien le deja a uno al lado, o el de desatar
un nudo más o menos provisorio que alguien hizo en la boca de una bolsa de nailon. Otra posibilidad era
dejarla en el tacho, pero abierta, dando a entender que no se ignoraban las intenciones del sujeto en cuanto
a revisar la bolsa. Pero todos estos pensamientos pasaron con mucha rapidez por la mente de Rodríguez.
Vencido por la ambigüedad contenida en el acto de darle a alguien algo que es una porquería, siendo que
este alguien tiene de todas formas mucho interés en recibirla, Rodríguez empezó a pensar en otro tipo de
salidas.

Pensó, por ejemplo, en darle al individuo, no la bolsa de basura, sino una limosna. Sin embargo, el análisis de
esta posibilidad le reveló que esto no habría de librarlo del dilema de qué hacer con la bolsa. Sea cual fuere la
magnitud dela limosna, era evidente que nunca bastaría para consolidar en el otro una posición económica
suficientemente holgada como para abandonar el hábito de hurgar en los tachos de basura. Entonces el
individuo aceptaría quizá la limosna, pero metería inmediatamente después las manos en la bolsa. En cuanto
a decirle “tome, le doy esto con la condición de que no revise la bolsa”, no parecía esto contener mayor
cantidad de urbanidad que dejar la bolsa ahí nomás y retirarse del lugar sin decir ni siquiera “bolsa va”.

Rodríguez empezó a retroceder. Mientras lo hacía siguió examinando otras posibles maneras de deshacerse de
la bolsasin entrar en actitudes que hirieran sus principios.

Consideró el no dejar la bolsa en el tacho, sino sólo su contenido, vaciándolo en las manos del individuo.
También consideró el dejar la bolsa cerrada y decirle “mire, le dejo esto, y sé que lo va a abrir; no me gusta
la idea pero sé quees lo único que usté puede hacer para vivir; yo quisiera ayudarlo, pero no puedo por
razones salariales, etc.”. Luego pensó en vaciar la bolsa en el tacho del edificio vecino, pero volver luego y
tirar la bolsa vacía en el otro tacho, mostrando su necesidad de evitar entregarle basura al otro, pero
mostrando al mismo tiempo también que no era suintención hacerle un desaire ni fingir que no lo había visto
ni que lo había visto pero que no quería roces con él.

Ninguna de estas opciones satisfizo a Rodríguez. Siguió retorciendo hasta entrar de nuevo en el edificio. Subió
las escaleras también retrocediendo, y sacando la llave de su apartamento consiguió, luego de unos minutos
de esfuerzo,abrir la cerradura permaneciendo él de espaldas a la puerta. Así entró al apartamento, y siguió
retrocediendo hasta que se topó con la ventana, que estaba abierta. Supo detenerse en ese momento, y
permaneció allí quieto como un muñeco a cuerda detenido en su marcha por algún obstáculo, siempre de
espaldas a la ventana, con la bolsa de basuraen la mano. Y así pasó un rato, hasta que de pronto Rodríguez oyó
que desde abajo el tipo le gritaba “che, loco, aunquesea tirámela por la ventana”.

Edipo, inventor del complejo de… (César Bruto - Carlos Warnes)

Cuando siento que alguien se queja porque gana poco sueldo y aumentan los presios, o porque se queda
sin trabajoy lo van a desalojar, enseguida se me ocurre consolarlo, disiendole:
-Mientras no le pase lo que le paso a edipO, puede considerarse dichoso.
Y enseguida le cuento la siguiente historia, tal cual la conto un autor antiguo llamado sofocleS...
Al naser, edipO vino al mundO con una curiosa trajedia griega ordenada por los dioseS: tenia que matar a su padre y
casarse con su madre. ¿Que te parese? Durante muchos anios, el muchacho vibio con un matrimonio de
otro paix,creyendo que era hijo de ellos, pero cuando supo que tenia que matar a su padre resolvio
escaparse para no cometer el crimen... !Es desir, fue a parar presisamente a su patria, ques adonde
vibian sus padres lejitimos!
Cuando iba por el camino se peleo con un caballerO y le ronpio mortalmente la cabesa; despues siguio lo
mas canpante y llego a lantigua siudá de tebaS, siudá questaba dominada por la efinjE, o sea un mostruO
con alas de pajaro, cara y pechos de mugeR y el resto de leoN... (Esas eran bestias y no las que se ven
haora!) Resulta que la efinjE proponia asertijos y adivinansas, y el que no asertaba moria, y cuando el
edipO se aserco para intervenir en aquella audision de preguntas y respuestas, la efinjE le pregunto: "¿Cual
es el bicho que camina primero con 4 patas,despues con 2 patas y a la final en 3 patas?" Entonses el edipO
penso durante 30 segundos, y despues contesto:
-Ese bicho es el honbre, que cuando es chico camina
en 4patas, despues anda en 2, y cuando es viejo usa
baston, o
sea la tersera pata... Al ser derrotada, la efinjE se murio de rabia y el edipO gano el premio ofresido al
ganador: !casarse con la reina, que habia enviudado resientemente! ¿Se dan cuenta como se viene
preparando el bodrio?
Se caso el edipO, tuvo 4 hijos (2 machitos y 2 chancletas), y todo anduvo tranquilo y felis hasta que un dia
se descubrio la trajedia: !edipO sentero de quel caballero que mato en el camino era su padre, que la reina
viuda era sumadre y que el venia a ser padre y hermano de sus hijos al mismo tienpo! Entonses, la reina
tanbien sufrio una conmosion violenta y se haorco en el palasiO; el edipO se pincho anbos ojos y salio a
pedir limosna; los hijos se pelearon por el trono bacantE; las 2 hijas fueron desgrasiadas hasta desir basta, y
la cosa termino con la muerte de todos, no quedando ni uno solo de la familia edipO para creser y
multiplicarse como corresponde...
!Esas son desgrasias para lamentar, y no el conplejo de andarse quejando porque sube la carne, sube el
pan, sube laleche y suben los hueboS! !Mientras uno no mate al padre ni se case con su vieja, puede desir
que todo marcha sobre rieles, y viba la pepA!

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Fontanarrosa en el Congreso de la "Lengua"

El escritor y humorista argentino destacó además las “condiciones terapéuticas” de estos términos y pidió que los “cuidemos porque
los vamos a necesitar”.

El escritor y humorista gráfico Roberto Fontanarrosa dio hoy el toque de color al III Congreso Internacional de la Lengua Española, al
reclamar “una amnistía” para "las malas palabras" y pedir que "cuidemos de ellas, integrémoslas al lenguaje, porque las vamos a
necesitar".

"Atendamos las condiciones terapéuticas de las malas palabras, que sirven para descargarse. Pido una amnistía para ellas, vivamos
una Navidad sin malas palabras, y cuidemos de ellas, porque las vamos a necesitar", concluyó.

"Este es un ámbito más que apropiado para plantearse porqué son malas palabras. ¿Le pegan a las otras palabras? ¿Son de mala
calidad y cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿Quién las define como malas palabras?", se preguntó el rosarino durante la
mesa redonda sobre "Español internacional e internacionalización del español", que se celebró en el Teatro El Círculo.

"Tal vez –afirmó el escritor- sean como esos villanos que al principio eran buenos pero la sociedad los hizo malos. Tal vez, al
marginarlas las convertimos en malas. En alguna época se les decía palabrotas, lo cual no deja de ser un reconocimiento. Las malas
palabras reflejan una expresividad y una fuerza que difícilmente las haga intrascendentes”.

"No es que haga defensa incondicional y quijotesca de las malas palabras. Algunas me gustan. Mi vieja no decía muchas malas
palabras. Mi viejo en cambio era lo que se llamaba un mal hablado.

También se le llamaba 'bocasucia'. Ironizando, recordó que durante su niñez "en ningún momento se impuso eso de 'eso no se dice,
eso no se hace, eso no se toca'".

Subrayó que "a veces criticamos a los jóvenes porque usan un vocabulario bastante estrecho, me preocuparía que no tuvieran
capacidad de expresión y de grafismo al hablar: 'acá le salio un coso' algo que lleva a uno a decir 'qué cosa, cómo se expresan los
chicos".

Para justificar su cuidada improvisación, Fontanarrosa bromeó: “He escrito algo, pero no me alcanzó para que la memoria me
dictara que tenía que traer los lentes". Y expresó: "No sé quién define lo que es vulgar y lo que no es vulgar. Pienso que las malas
palabras brindan otros matices. Hay palabras de las denominadas malas palabras que son irreemplazables, por sonoridad, por fuerza
y por contextura física. No es lo mismo decir que una persona ‘es tonta o sonsa’ que ‘es un pelotudo’”.

Sobre esta palabra, el humorista y escritor se explayó: “El secreto de la palabra pelotudo podría referirse a un utilero de fútbol. El
secreto y la fuerza está en la letra ‘t’". Celebrado por las risas aprobadoras del público, dijo que "hay una palabra maravillosa que en
otros países está exenta de culpa que es 'carajo'. Tengo entendido que era el lugar donde se colocaba el vigía en lo alto de los
mástiles. Amigos mexicanos con los cuales estuve cenando anoche me explicaban que las islas Carajo están en el Océano Indico”.
Acá se llega al eufemismo de decir 'caracho'".

Fontanarrosa advirtió por otra parte "la triste función de los puntos suspensivos" para reemplazar términos soeces. "Merecería otra
discusión en el Congreso de la Lengua.

Hay otra palabra irremplazable que es 'mierda', y el secreto de su contextura física está en la erre. Los cubanos dicen 'mielda'. Ese es
otro de los grandes problemas que ha tenido la revolución cubana, que es la imposibilidad de manifestar fuerza expresiva".

"Atendamos estas condiciones terapéuticas de las malas palabras, que sirven para descargarse. Pido una amnistía para ellas,
vivamos una Navidad sin malas palabras, y cuidemos de ellas, porque las vamos a necesitar", concluyó.

(Nota extraída del diario Clarín - internet, 19 de noviembre de 2004)

Ulpidio Vega (Roberto Fontanarrosa)


Ulpidio Vega, te nombro. Y de la apagada sombra de tu nombre rescato tu paso tardo por el empedrado
desprolijo deSaladillo y la cierta fama de guapo sin doblez que te persiguió sumisa, como la silenciosa y tenaz
fidelidad de un perro.Quien te vio alguna vez por el Bajo, no te olvida. De callada mesura, sombrío el porte,
mezquinabas palabras como si fueran monedas caras. Negros los ojos, en la negrura misma que sobre la
frente escasa te tiraba encima el ala apenascurva de tu sombrero gris, tan conocido.
Ulpidio Vega, te nombro. Y de tu nombre exhala un aliento a kerosén barato, a bizcochito, a queso de rallar
y vino tinto.
Aroma de almacén, de cambalache, que tuvo tu pobre viejo laburante por calle San Martín, casi en Tablada.
Aroma a jabón pinche, a mate amargo, el mismo aquél que te alcanzaba la mano cordial de doña Cata, tu
pobre vieja, que se cansó de mirar por la ventana.
Ulpidio Vega, te nombro. Y se santiguan las cuatro esquinas bravas de Ayolas y Convención, las que salieron
tantas veces escrachadas en letra de molde cuando algún fiambre aparecía tirado en esa encrucijada.

Rezan de apuro las jovatas de memoria larga al recordar tu estampa de figura fina, el caminar pesado, un
gesto dedisgusto en la cara aindiada y el cuerpo erguido por la faca que atrás, en la cintura, te entablillaba.
Por trabajar en el Swift te habían llamado "El Matarife de Saladillo".
¡Qué te iba a impresionar a vos la sangre, Ulpidio Vega! Si día a día degollabas animales y la cuchilla te era tan
naturalcomo un anillo, como un zarzo sencillo en el meñique.
Pero eran dos los Vega, Juan y Ulpidio. "El Vega chico" le decían al otro que también trabajó en el frigorífico.
Y por si fuera escaso el desmesurado coraje de Ulpidio en la pelea, el "Vega Chico" era también de púa veloz,
y sin entrañas.
De negro los dos, siempre, aun de mañana.
Pero, como suele suceder en estas cosas, Ulpidio se metió con una mina que se levantó una noche de Carnaval
en el Club Atlético Olegario Víctor Andrade. La mina era una reventada que hacía copas en el Panamerican
Dancing, frentea Sunchales, y que ya le había borrado el estampadito floreado a las sábanas del Amenábar,
de tanto frote. Pero una hembra que pasaba y dejaba el aire como embalsamado de perfume dulzón, y
enardecido. Rosa se llamaba, y era justicia.
Ulpidio Vega, te nombro. Y no me equivoco. Como se equivocó esa noche fatal la mina aquella cuando por
llamarte "Ulpidio", "Juan" te dijo.
¡Qué oscura mano de destino cabrón los puso frente a frente, Ulpidio Vega!
¡Vos y tu hermano, inseparables siempre, enfrentados por el cariño falaz de una perdida!
Tiempo estuvieron mordiéndose las ganas de agarrarse. De mirarse profundo, y sin palabras. De medirse con
odio. Y de no hablarse. Todo el barrio sabía del bolonqui que rechinaba en los dientes de los Vega. Pero
cuando más de una vez saltó la bronca, y la faca apareció brillando en ambas diestras, algo los amuraba al
suelo y les clavaba la bronca a la vereda. Algo, que allá en la casa, desde chicos les acariciara la frente, les
planchara los lompa y les dejara los botinesbien brillosos cuando se iban de milonga a Central Córdoba. Algo.
La vieja.
"Si no te mato" se lo dijo bien clarito Ulpidio a Juan "sólo es por ella". "Si no te enfrío" le contestaba Juan,
que no eralerdo "es por la vieja".
Y así andaban los dos, encajetados, sin poder ni dormir, más que hechos bolsa. Y encima la reventada de la
Rosa les metía la cizaña de su labia, de sus promesas vanas, de sus mañas.
Y no se pudo más. Aquella noche Ulpidio y Juan llegaron puntualmente hasta el campito. Era un potrero de
pura tierray matorrales que los mocosos usaban para jugar al fulbo. Pero esa noche había luna. Y no era juego.
Ulpidio peló una faca que tenía este largo. ¡Uy Dio, cómo brillaba la plata de la luna sobre el filo helado
del acero!Y Juan, Juan peló también tremenda púa que, de verla nomás, te entraba miedo.
"¡Venite!"
"¡Vení vos!" se supo después que se dijeron. Y fue cuando llegó doña Cata hasta el campito, de pálido rostro,
ojos sufridos, de manos apretadas y pañuelo negro. Nunca se supo quién le pasó el dato. Tal vez, fue esa
mágica intuición de madre la que la llevó hasta allí en ese momento.
No se oyó de su boca, una palabra. Y tampoco en sus ojos lágrimas se vieron. Pero eso sí, sus manos agrietadas
de lavar ropa ajena en el invierno, dibujaron en el aire asustado de la noche, un gesto: se agachó, se sacó una
zapatilla ylo demás, frate mío, ni te cuento.
A Juancito lo fajó hasta en el cogote, le deformó la sabiola a chancletazos, y le sacudió tantos palos por el
lomo que lodejó mormoso al pobrecito. Contaban los vecinos que lo oyeron, que tirado en el suelo, Juan
rogaba y a la vieja pedíaperdón a gritos.

A Ulpidio, de las crenchas lo cazó la vieja aquella, y le arruinó la jeta a chancletazos porque le pegó media
hora, de corrido.
Propuesta de relectura y escritura:
1. Averiguar a qué se denomina guapo, compadrito o malevo. ¿A qué ámbito remite el lenguaje de los
personajes? Será muy importante investigar sobre el origen de algunos términos para poder contextualizar
el relato.
2. ¿A partir de qué indicios podemos sospechar que la historia es humorística?
3. Como lectores, el final del cuento nos sorprende, ¿De qué recursos se vale el autor para generar ese
impacto hacia el final? Desarrolla una explicación y añade ejemplos.
4. ¿Qué tipo de Narrador está presente en el cuento? Explica y coloca un ejemplo del texto.
5. Describe la causa del conflicto al que se enfrenta Ulpidio Vega. ¿Quiénes intervienen en esta disputa? ¿Por
qué tratan de evitarla?
6. Selecciona los adjetivos que sirven para describir a Ulpidio Vega: malevo -resuelto-guapo-carpintero-
pendenciero- débil-bravucón-fanfarrón-temeroso-trabajador-criminal-decidido- valiente-pendenciero-
cobarde-machista-audaz-asustadizo-herico-arriesgado-osado-cobarde-mujeriego-competidor-seductor-
considerado-desafiante-arrogante-
(Atención: trabajen con el diccionario para disipar dudas) Luego, seleccionen algunos ejemplos del cuento para justificar
la elección de los adjetivos.
7. El autor, Fontanarrosa tiene una forma particular para escribir y en sus relatos conviven: el humor, la tragedia y,
lo serio. Elaboren idea para explicar de qué modo se presentan esos momentos y de que recursos se vale.

Propuesta de trabajo.
*Leer y escuchar el cuento “La intrusa” de Jorge Luis Borges (1899–1986)
*Al finalizar la lectura se encuentra la consigna.
https://www.youtube.com/watch?v=RWer9y_mDog&t=58s&ab_channel=Milcuentos-

La intrusa (Jorge Luis Borges)


Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nelson, en el velorio de
Cristián,el mayor, que falleció de muerte natural, hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de
Morón. Lo cierto esque alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y
mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a contármela en Turdera,
donde había acontecido. La segunda versión, algo más prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las
pequeñas variaciones y divergencias que son del caso. La escribo ahora porque en ella se cifra, si no me
engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. Lo haré con probidad, pero ya preveo
que cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún pormenor.

En Turdera los llamaban los Nilsen. El párroco me dijo que su predecesor recordaba, no sin sorpresa, haber
visto en lacasa de esa gente una gastada Biblia de tapas negras, con caracteres góticos; en las últimas páginas
entrevió nombresy fechas manuscritas. Era el único libro que había en la casa. La azarosa crónica de los
Nilsen, perdida como todo se perderá. El caserón, que ya no existe, era de ladrillo sin revocar; desde el zaguán
se divisaban un patio de baldosa colorada y otro de tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; los Nilsen
defendían su soledad. En las habitaciones desmanteladas dormían en catres; sus lujos eran el caballo, el
apero, la daga de hojas corta, el atuendo rumboso de los sábados y el alcohol pendenciero. Sé que eran altos,
de melena rojiza. Dinamarca o Irlanda, de las que nunca oiríanhablar, andaban por la sangre de esos dos
criollos. El barrio los temía a los Colorados; no es imposible que debieran alguna muerte. Hombro a hombro
pelearon una vez a la policía. Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el que no llevó la
peor parte, lo cual, según los entendidos, es mucho. Fueron troperos, cuarteadores, cuatreros y alguna vez
tahúres. Tenían fama de avaros, salvo cuando la bebida y el juego los volvían generosos. De susdeudos nada
se sabe y ni de dónde vinieron. Eran dueños de una carreta y una yunta de bueyes.

Físicamente diferían del compadraje que dio su apodo forajido a la Costa Brava. Esto, y lo que ignoramos,
ayuda a comprender lo unidos que fueron. Malquistarse con uno era contar con dos enemigos.

Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta entonces de zaguán o de casa mala.
No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián llevó a vivir con él a Juliana Burgos. Es verdad que ganaba así
una sirvienta, pero no es menos cierto que la colmó de horrendas baratijas y que la lucía en las fiestas. En las
pobres fiestas de conventillo, donde la quebrada y el corte estaban prohibidos y donde se bailaba, todavía,
con mucha luz. Juliana era de tez morena y de ojos rasgados; bastaba que alguien la mirara, para que se
sonriera. En un barrio modesto, donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida.

Eduardo los acompañaba al principio. Después emprendió un viaje a Arrecifes por no sé qué negocio; a su
vuelta llevóa la casa una muchacha, que había levantado por el camino, y a los pocos días la echó. Se hizo
más hosco; se emborrachaba solo en el almacén y no se daba con nadie. Estaba enamorado de la mujer de
Cristián. El barrio, que tal vez lo supo antes que él, previó con alevosa alegría la rivalidad latente de los
hermanos.

Una noche, al volver tarde de la esquina, Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al palenque En el patio, el
mayor estaba esperándolo con sus mejores pilchas. La mujer iba y venía con el mate en la mano. Cristián le
dijo a Eduardo:

-Yo me voy a una farra en lo de Farías. Ahí la tenés a la Juliana; si la querés, usala.

El tono era entre mandón y cordial. Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; no sabía qué hacer. Cristián se
levantó, se despidió de Eduardo, no de Juliana, que era una cosa, montó a caballo y se fue al trote, sin apuro.

Desde aquella noche la compartieron. Nadie sabrá los pormenores de esa sórdida unión, que ultrajaba las
decencias del arrabal. El arreglo anduvo bien por unas semanas, pero no podía durar. Entre ellos, los hermanos
no pronunciabanel nombre de Juliana, ni siquiera para llamarla, pero buscaban, y encontraban razones para
no estar de acuerdo. Discutían la venta de unos cueros, pero lo que discutían era otra cosa. Cristián solía alzar
la voz y Eduardo callaba. Sinsaberlo, estaban celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía,
que una mujer pudiera importarle, más allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban enamorados. Esto,
de algún modo, los humillaba.

Una tarde, en la plaza de Lomas, Eduardo se cruzó con Juan Iberra, que lo felicitó por ese primor que se había
agenciado. Fue entonces, creo, que Eduardo lo injurió. Nadie, delante de él, iba a hacer burla de Cristián.

La mujer atendía a los dos con sumisión bestial; pero no podía ocultar alguna preferencia por el menor, que
no habíarechazado la participación, pero que no la había dispuesto.

Un día, le mandaron a la Juliana que sacara dos sillas al primer patio y que no apareciera por ahí, porque
tenían que hablar. Ella esperaba un diálogo largo y se acostó a dormir la siesta, pero al rato la recordaron. Le
hicieron llenar una bolsa con todo lo que tenía, sin olvidar el rosario de vidrio y la crucecita que le había
dejado su madre. Sin explicarle nada la subieron a la carreta y emprendieron un silencioso y tedioso viaje.
Había llovido; los caminos estaban muy pesados y serían las once de la noche cuando llegaron a Morón. Ahí
la vendieron a la patrona del prostíbulo. El trato ya estaba hecho; Cristián cobró la suma y la dividió después
con el otro.

En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la mañana (que también era una rutina) de aquel
monstruoso amor,quisieron reanudar su antigua vida de hombres entre hombres. Volvieron a las trucadas,
al reñidero, a las juergas casuales. Acaso, alguna vez, se creyeron salvados, pero solían incurrir, cada cual por
su lado, en injustificadas o harto justificadas ausencias. Poco antes de fin de año el menor dijo que tenía que
hacer en la Capital. Cristián se fue a Morón; en el palenque de la casa que sabemos reconoció al overo de
Eduardo. Entró; adentro estaba el otro, esperando turno.Parece que Cristián le dijo:

-De seguir así, los vamos a cansar a los pingos. Más vale que la tengamos a mano.

Habló con la patrona, sacó unas monedas del tirador y se la llevaron. La Juliana iba con Cristián; Eduardo
espoleó al overo para no verlos.

Volvieron a lo que ya se ha dicho. La infame solución había fracasado; los dos habían cedido a la tentación de
hacer trampa. Caín andaba por ahí, pero el cariño entre los Nilsen era muy grande -¡quién sabe qué rigores y
qué peligros habían compartido!- y prefirieron desahogar su exasperación con ajenos. Con un desconocido,
con los perros, con la Juliana, que habían traído la discordia.

El mes de marzo estaba por concluir y el calor no cejaba. Un domingo (los domingos la gente suele recogerse
temprano) Eduardo, que volvía del almacén, vio que Cristián uncía los bueyes. Cristián le dijo:

-Vení, tenemos que dejar unos cueros en lo del Pardo; ya los cargué; aprovechemos la fresca.

El comercio del Pardo quedaba, creo, más al Sur; tomaron por el Camino de las Tropas; después, por un
desvío. El campo iba agrandándose con la noche.

Orillaron un pajonal; Cristián tiró el cigarro que había encendido y dijo sin apuro:

-A trabajar, hermano. Después nos ayudarán los caranchos. Hoy la maté. Que se quede aquí con sus pilchas,
ya no hará más perjuicios.

Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro círculo: la mujer tristemente sacrificada y la obligación de
olvidarla.
Propuesta de relectura y escritura.
1. ¿Cómo tienen conocimiento el narrador de la historia de los Nilsen? ¿A qué se deberá la imprecisión de los
apellidos?
2. Califica con tres adjetivos propios los rasgos del carácter de ambos personajes.
3. Extrae una cita, ejemplo donde se deje en claro que la narración no tiene pretensiones de verdad sino
estéticas.
4. Describe los cambios que tienen lugar en la vida de los personajes cuando aparece en escena Juliana.
5. Explica en breve oraciones los distintos acontecimientos que tienen lugar hasta desembocar en la tragedia
final.
6. Con datos extraídos de los relatos completa el siguiente cuadro

“Ulpidio Vega”, Fontanarrosa “La intrusa”, Borges

Personajes

Lugar donde transcurren los hechos narrados

Introducción breve de la historia

Conflicto narrativo o nudo

Desenlace o resolución del conflicto

Describir el papel de la mujer

Diccionario del diablo (fragmento)

Aire: Sustancia nutritiva con la que la generosa Filosofía: Camino de muchos ramales que conducen de
providencia engorda a los pobres. ninguna parte a la nada.
Amor: Insanía temporal, curable mediante el Gato: Elemento blando e indestructible que nos da la
matrimonio. naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas
Ambidextro: Sujeto capaz de robar con igual habilidad andan mal.
de un bolsilloA derecho o de uno izquierdo. Historiador: Chismoso de envergadura.
Año: Período de 365 desengaños. Risa: Convulsión interna que provoca una distorsión de
Bella Donna: En italiano mujer hermosa; en inglés, los rasgos faciales y se acompaña con ruidos
veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad inarticulados. Es contagiosa y, aunque intermitente,
esencial de ambos idiomas. incurable.
Cínico: Ser miserable cuya defectuosa vista le hace ver Santo: Pecador fallecido, revisado y editado.
las cosas como son y no como debieran ser. Sobre: Ataúd de un documento; camisón de una carta
Diplomacia: Arte de mentir en nombre del país. de amor.
Egoísta: Persona de mal gusto que se interesa más por Solo: En mala compañía.
si mismo que por mí.
Tenedor: Instrumento usado principalmente para llevarse animales muertos a la boca.

de Ambrose Bierce

La palabra "Mierda" de Roberto Fontanarrosa


El uso de la palabra MIERDA es una cuestión de educación, ya que nadie puede negar que la usamos para múltiples
circunstancias relacionadas con muchísimas cosas, por ejemplo:
* Ubicación geográfica: "Andate a la mierda"
* Actitud de resentimiento: "No me regaló una mierda"
* Adjetivo calificativo: "Sos una mierda"
* Sensación gustativa: "Esto tiene gusto a mierda"
* Momento de escepticismo: "No te creo ni mierda"
* Acto de impotencia: "No anda esta mierda"
* Deseo de venganza: "Lo voy a hacer mierda"
* Deseo de ánimo: "Apurate con esa mierda"
* Accidente: "Se hizo mierda"
* Situación de desorden: "Todo está hecho una mierda"
* Efecto visual: "No se ve una mierda"
* Rechazo despectivo: "Qué se cree la mierda esa"
* Sensación olfativa: "Huele a mierda"
* Situación alquimista: "Todo lo que toca se vuelve
* Deseo de despedirnos: "Váyanse a la mierda" mierda"

* Especulación de conocimiento: "¿Qué mierda es eso?" ¿Cómo nos arreglaríamos sin esta palabra?

* Momento de sorpresa: "¡A la mierda!"


de Roberto Fontanarrosa

Esplicasiones de una Señora que sescapa con otro" de César Bruto

Negro:
te pido por fabor de que no tomés a mal que yo agarre mis prendas de vestir y me vaya del cotorro, ni que pensés de mí
con lijeresa, aplicándome tal o cual metáfora dibna de mejor suerte… ¡Te juro que me voy para tu bien, negrO, y que
algún día vas a comprender todo el tremendo sacrificio que hago para que triunfés con tu concomitansia de poetA y de
conpositor de música, todo lo cual hoy andás bastante flojo y sin poder encontrar un tema para un gran tango que te
haga venir popular y honbre de plata! No te vayás a pensar de que te dejo porque a tu lado reina una pobresa
insuperable, y que si una sigue vibiendo acá a la larga se acostrumbraría a comer el reboque de la paré… ¡queesperansa!
Me voy, negrO, para ver si al encontrarte solo, triste y abandonado, sin nada más que la guitarra y el perrito companiero
que por mi ausensia no comería, te sentás a escribir un presioso tango, en el cual me tratés de todo, diciéndome que soy
una ingrata malbada, una percanta trasionera o lo que a vos te guste, que no me voy a ofender por eso.
Todavía, si querés más datos para tu composisión, te comunico que al escaparme del bulíN me voy con un cabaliero que
conosí el otro día en el sentrO, el cual se me asercó cuando yo estaba mirando una vidriera, y me dijo: “Usté merecería
un tapado de bisontE y un coliar de brillantes, sinpática…”, a lo cual yo le contesté: “¿Le parese?...” y como una palabra
saca la otra y las 2 laban la cara, a la final quedamos que yo me iría a vibir con él, que me tratará como una reinA, y hasta
prometió de comprarme una licuadora para que yo pueda haser jugo en mis horas de ósio… ¿Te das cuenta qué cambio?
¡Adiós negrO, no mechés la culpa de nada y pensá que todo lo hago para que triunfés con una cansión en contra mía…
¡Ha, y apurate que te van a desalojar antes del 30!
Se despide de vos, tu tierna conpaniera quescapás de haser cualquier cosa parayudarte, Camila (haora gladiS”).

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