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La Risa

En estos breves minutos voy a analizar las distintas concepciones respecto del rol de la risa,
particularmente, de la comedia política. Cuando refiero al rol de la risa, no pretendo esgrimir un
análisis de la evolución meramente conceptual del significado de la palabra <<risa>>, tampoco
pretendo un estudio complejo y elaborado del origen biológico de la misma, aunque advierto que
precede a nuestra propia especie y les debe el reconocimiento a nuestros predecesores en la
cadena evolutiva, a los simios que Burgos ubicaba tan lejano a los ángeles en su discusión con
Guillermo de Baskerville. Y aunque es interesante y complejo el estudio de la risa a un nivel
sociológico me limitare puntualmente a observar, a la luz de las perspectivas de diversos filósofos,
si la comedia (política) sirve para resaltar las injusticias del orden establecido o termina
banalizando los vicios que pretende denunciar.

“La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos también el diablo
parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable. Cuando ríe… el aldeano se siente amo porque ha
invertido las relaciones de dominación… la risa sería el nuevo arte capaz de aniquilar el miedo” (En
nombre de la Rosa).

Es innegable que el miedo es un factor de dominación. Puede ser aplicado hacia el interior
(dominación propiamente dicha) o de manera indirecta (el otro, el tercero, un enemigo externo
que amenaza nuestra manera de vivir). En este último caso el miedo sirve como componente
aglutinante en el interior de la sociedad, es evidente que el mayor factor común entre los tan
diversos estados que componen Estados Unidos es, a mi parecer, la amenaza constante de un
enemigo externo que amenaza su estilo de vida.

Por contraposición, la felicidad (constantemente aparejada a la risa) o sensación de felicidad


puede suponer un mecanismo destinado a mantener un determinado orden. Es lógico que una
mejor manera de dominar que obligar a las personas a actuar de determinada manera es hacer
que no sientan la necesidad de actuar de esa manera en primer lugar. Esta es la visión de “Un
mundo Feliz” o “A Brave New World” (o incluso Fahrenheit 451) en contraposición al futuro
distópico orwelliano visible en “1984”.

En el medio, la risa. (Pausa antes de entrar en el tema central)

(Breve resumen de la historia de la risa)

No hay ejemplar conocida de Poética II de Aristóteles, presumiblemente desaparecido en la edad


media. Lo que sí es conocido, es que Aristóteles parecía distar, respecto de su consideración de la
risa, de lo que Umberto Eco le atribuía en la película.

La risa no implica para Aristóteles un indicio, ni siquiera implica una relación con la alegría, con el
sentirse bien, (como se usaría de ejemplo al explicarse los signos lingüísticos universales de
Ockham). Para Aristóteles la comedia implica representar a los hombres peores de lo que
realmente son, solo la tragedia y la epopeya eran respetables. En los sucesivos discursos iría
atenuando su postura, al principio asimilable a Platón, para reconocer entre la risa injuriosa, y la
risa adecuada o, en palabras de Verena Alberti, la risa de acogida (me rio con…) y la risa de
exclusión (me rio de…). Admitía también la risa cuando tenia por sujeto a la persona carente de
virtud, es decir, a quien carecía de ética por no ajustarse a parámetros o proyectos ideales de
bondad, justicia, verdad y belleza.

Platón, al menos a priori, adoptaba una postura negativa respecto de la risa que por su rigurosidad
parecería ser un extracto de un discurso de Burgos, personaje de la novela de Umberto Eco.

Consideraba a la risa como la actitud de una persona carente de todo autoconocimiento que cree
ser más virtuosa o sabia de lo que realmente es. La risa implica un pensamiento malicioso que se
concentra en el vicio ajeno entendiéndose la malicia como (y cito), “un dolor en el alma”.

Más tarde Platón se tornaría menos riguroso adoptando una postura que reconoce la risa
perniciosa y la virtuosa.

Contrario al Filebo (donde la risa aparece relacionada a la envidia, a una deformidad o a una
sensación de superioridad), existirían algunos filósofos partidarios de la comedia, y de la risa en
general. Por un lado, Demócrito, conocido como el filósofo que ríe, a quien se atribuye frases
como “la risa torna sabio” y a quien se caracterizaba por reír muy a menudo; o Aristófanes,
conocido por ser exponente de la comedia griega en donde realizaba críticas, por lo general de
índole social. A modo anecdótico en una de sus comedias uno de los protagonistas mostraba al
otro el dedo medio a modo de insulto.

(religión)

Ya en la edad media y con el cristianismo (o catolicismo dependiendo el territorio), se comienza a


imponer una ideología al pueblo, propugnada por la iglesia como intérprete de la palabra santa,
basada en una obligación de trabajo, esfuerzo, sacrificio terrenal, a ser recompensado en el
paraíso. Una suerte de dignificación del sufrimiento al cual se dotaba de un sentido, de una
justificación fundado siempre en el recordatorio del sufrimiento de Jesús al momento de su
crucifixión.

En todo texto religioso se condenaría, aun tácitamente, la risa, premiando el esfuerzo solemne, el
sacrificio (no compatible con la risa aparentemente). No importa el texto siempre subyace esta
idea, sea el “Rerum Novarum” la primera carta papal que refiere a asuntos terrenales (un principio
de enunciación de los derechos del trabajador y una defensa de la propiedad privada); sea el
Antiguo Testamento (por ejemplo, cuando dice “El tonto se ríe a carcajadas; el sabio, cuando
mucho, sonríe suavemente”) (o cuando San Alberto Hurtado dice “Hay dos lugares para el
descanso: el cementerio y el cielo”).

Efrén de Siria, quien escribió en contra de las risas de los monjes; la solemnidad de la Regla de San
Benito fundada en la obediencia, el silencio, la humildad, la seriedad y el trabajo agrícola, artesano
y culturar y otras tantas exposiciones en contra de la risa, o en favor de un ideal de seriedad o
sacrificio, demarcaría y sería demarcado por una forma de concebir la vida de las personas en una
época de retraso cultural, científico y tecnológico contrario al iluminismo que imperaría en el
renacentismo, quien procede a dicha época.

Ya en el siglo XVII y XVIII el interés por la comedia se acentúa en toda Europa. Moliere publicaría
sus comedias. La utilidad y el análisis moral de la risa quedan relegadas.
La función principal de la comedia siempre va a estar apuntada a la risa, objeto de esta exposición.
No obstante, lo que cabe analizar es el rol que cumple subsidiariamente.

Detractores y promotores de la risa coinciden, aunque vagamente, en un aspecto, a ser, que la risa
parte de una realidad distinta o, más precisamente, de una irrealidad. La risa surge de la
contradicción, sea fáctica (entre un hecho esperado y el hecho que sucede), o teórica (juego de
palabras, la risa culpable cuando versa sobre un tema que no objetivamente no da lugar a chiste,
etc)

Los detractores tienen como fundamento común que la risa sigue una lógica propia, ajena a la
realidad, que desvía la atención de quien ríe. La seriedad es la norma mientras que la risa es
excepción. Y no solo excepción, sino que directamente es, en palabra de los detractores, ajenas a
la realidad.

Peter Berger sostenía que la realidad cómica era subversiva o potencialmente subversiva, al
menos. Si se permitía que emerja con toda su fuerza, decía, podía llegar a “contaminar con su
lógica extraña las preocupaciones serias de la vida cotidiana”.

Kant y Schopenhauer referían a la risa (aun con connotación negativa) al resultado de una tensa
expectativa que queda reducida a la nada o a la incongruencia repentinamente percibida entre un
concepto y el objeto real que por él es pensado.

Hegel habla de la comedia como un mundo carente de sustancia y finalidad, una suerte de “escape
de la realidad” de la mente humana, donde las acciones y resultados pueden realizarse con
ligereza. Distingue entre lo ridículo (cualquier cosa que haga reír) y lo cómico (asimilable a las
conceptualizaciones de Kant y Schopenhauer). En este último sentido distinguia varios tipos de
incongruencia entre el esfuerzo y el resultado, entre la capacidad y la ambición y entre las
decisiones y los accidentes externos; lo cómico surge de la contradicción entre el mundo real,
«pesado», y el mundo al que aspira el espíritu humano, «ingrávido».

Reflexión

Personalmente a la comedia y a la risa en general, se le aplica el mismo principio que a todo, “nihil
nimis” (nada en exceso) (lema grabado en templo de Apolo, en Delfos).

La comedia puede banalizar el tema que tiene por objeto. Puede reducir un tema serio al punto de
desconocer su relevancia o subestimar su impacto. La comedia puede atentar contra la dignidad
de una persona cuando es reducido a objeto de burlas. Puede ser, también, una forma de “escapar
de la realidad” de la persona que tras una larga jornada de trabajo, lejos de recurrir a un libro
considerado de culto, o a informarse de los acontecimientos recientes de política, economía o
sociales, opta por ver un capítulo de una sitcom repleta de humor absurdo (esos “chistes fáciles” o
los que recurren al humor físico como, por ejemplo, la violencia ejercida entre sus personajes, al
más fiel estilo de los tres chiflados, (con el respeto que le tengo)).

Sin embargo, en lo personal, voy a destacar otro aspecto de la risa y, más específicamente, de la
comedia como generadora de la risa orientada a un tema particular propuesto por quien la crea.

Coincido con los detractores en que la risa supone un cierto paralelismo con la realidad, sin
embargo, no lo llevo al punto de considerar la comedia como totalmente ajena a la misma.
Si coincido plenamente en la comedia como contradicción, contradicción entre un ideal y una
realidad, lo esperado, y lo que sucede. Es en este antagonismo, esta comparación espontanea, de
la cual se genera la risa, de la cual puede extraerse un provecho enorme.

Supongamos una comedia política, de los chistes, primero seguramente vendrá la risa, pero
después, tal vez en el momento, tal vez al finalizar la comedia, o incluso un tiempo después, es
posible que se suscite un análisis, deje una suerte de moraleja. Marcada la contradicción entre el
ser y el deber ser, el receptor, posterior a reírse puede pensar “pensar que me río de esto, pero
debería ser así” o “la verdad las cosas eran así”.

La comedia, siempre cargada de ironía, ciertamente retuerce la realidad, pero en esa labor
intelectual del receptor, casi inconsciente, de traer la situación al plano de la realidad propiamente
dicha, es donde surge la moraleja a la que refiero. En resumen, del ironizar con la realidad, de
distorsionarla burdamente, es que la comedia es capaz de revelar mejor que la visión
convencional, directa, algunas verdades ocultas, esto último, en palabra de Berger.

La comedia política parte de una perfección (ideales políticos, económicos y sociales) y los
contrapone a las circunstancias fácticas o a los valores vigentes.

Para cerrar, esta dualidad que planteo respecto de la función risa, (Arma contra el orden
establecido o el pan y circo del que el status quo hace uso) no cabe más que valerse de las
palabras que Umberto Eco depararía en su novela para Burgos

Es la distracción del campesino, la licencia del borracho. Incluso la Iglesia, en su sabiduría, ha


permitido el momento de la fiesta, del carnaval, de la feria, esa polución diurna que permite
descargar los humores y evita que se ceda a otros deseos y a otras ambiciones... Pero de esta
manera la risa sigue siendo algo inferior, amparo de los simples, misterio vaciado de sacralidad
para la plebe. Ya lo decía el apóstol: en vez de arder, casaos. En vez de rebelaros contra el orden
querido por Dios, reíd y divertíos con vuestras inmundas parodias del orden... al final de la comida,
después de haber vaciado las jarras y botellas. […] pero aquí, aquí […]se invierte la función de la
risa, se la eleva a arte, se le abren las puertas del mundo de los doctos, se la convierte en objeto
de filosofía, y pérfida

En sentido contrario a la utilidad que propongo, pero compartiendo argumentos, es que se dice
que “El humor y la política tienen en común el uso de la retórica, en ambos se tiene que utilizar la
palabra, las metáforas, la ironía, para defender una postura concreta, defender un argumento, o
hacer reír. La retórica se define según el filósofo Aristóteles como “la facultad de observar, en cada
situación, cuáles son los medios disponibles para la persuasión”. Esta persuasión verbal es, tanto
para el político como para el humorista, la manera de encontrar soluciones creativas a situaciones
o públicos que se resisten a aceptar una premisa concreta.”

La risa crea vínculos o refuerza los existentes, los sociólogos y otros científicos consideran que,
proporcionalmente, la risa, más que una reacción espontánea, es una señal de entendimiento con
otra persona. En nada contradice a mi exposición.
Lasso de la Vega "en el desarrollo de la acción cómica este clima fantástico puede conseguirse de
dos diferentes maneras: una es la que consiste en un salto desde la situación real a la utópica, de
la cual la realidad viene a ser su contrafigura (...) Otra es la que se logra mediante una reductio ad
absurdum, alargando horizontalmente o engrosando la defectuosidad de la realidad con el
desquiciamiento y exageración grotesca extrema". El absurdo ya resulta imposible, a mi parecer,
“traerlo” al plano de la realidad, imposibilita la comparación, distrae, se vuelve un chiste del
chiste, un chiste per sé carente de todo análisis. . La utopía censura con ironía, el absurdo divierte
con resentimiento.

Lo que realmente importa, es que, al menos por un momento, la comedía lleva a esa reflexión,
catarsis en palabras de Lasso de la Vega, en la que se le permite (y se lo incentiva) al espectador, al
disfrute aun por un breve momento, de una realidad distinta.

Eduardo Rinesi comparaba la política con la comedia y con la tragedia griega: La tragedia y la
comedia, se yuxtaponen durante el Renacimiento inglés, y especialmente en la obra, magnífica, de
Shakespeare, y a esa mezcla solemos llamarla drama. El drama es sumamente útil para pensar la
política porque la política, como la vida misma, mezcla siempre estos dos elementos, estos modos
de plantearse la relación entre los hombres y las fuerzas del mundo: la subordinación o la
impotencia y la decisión de, como dice Hamlet, tomar las armas contra las adversidades y tratar de
derrotarlas.

Por ultimo, quería mostrar la ironía y la comedía para resaltar vicios de aquello que tiene por
objeto. En este caso, el discurso final de la película “El dictador”.
Imagínense que Estados Unidos fuera una dictadura. El 1% de la población podría acaparar
toda la riqueza del país. Enriquecerían más a sus amigos ricos bajándoles los impuestos y
rescatándolos cuando corren riesgos y fracasan. Podrían ignorar las necesidades médicas y
educativas de los pobres. 

Sus medios parecerían libres pero realmente los controlaría una persona y su familia. Podrían
intervenir los teléfonos, torturar a reos extranjeros. Podrían arreglar las elecciones. Podrían
mentir sobre por qué van a la guerra. Podrían llenar sus cárceles con un solo grupo racial y
nadie se quejaría. Podrían usar los medios para espantar al pueblo y hacer que apoye
políticas contra sus intereses. Sé que esto es difícil de imaginar para los americanos pero por
favor, inténtenlo. 

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