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¿Qué es la osteología cultural?

La osteología es una rama de la antropología física que tiene como base de estudio los restos
esqueléticos, sobre todo, de poblaciones antiguas, provenientes de sitios arqueológicos. La
osteología se encarga del estudio de los huesos, órganos blanquecidos duros y transparentes cuyo
conjunto constituye el esqueleto; la armazón del cuerpo humano, formado por 206 huesos que
sirven de sostén y protección. Los restos óseos son fundamentales en el estudio de las culturas
antiguas; igual lo son en el esclarecimiento de casos actuales, pues ayudan a determinar, de
manera certera, la identificación de personas, con fines terapéuticos, de conservación y
restablecimiento de la salud. En fechas más recientes, la osteología ha sido también un gran
aporte para las ciencias forenses, pues todo lo que se ha aprendido y la experiencia adquirida en
el estudio de los restos esqueléticos antiguos, ahora se revierte en casos de identificación personal
en el ámbito forense.
Investigación Antropológica.
Cuando se trata de restos óseos antiguos, el proceso de identificación consiste en proporcionar
información sobre su sexo, edad a la muerte, estatura y complexión física, y la probable filiación
biológica, característica que aunque hoy en día ha sido más precisa a partir del análisis del ADN,
entre las poblaciones históricas que no tienen ningún descendiente vivo, se realiza a partir de la
identificación por parte del análisis morfoscópico de algunos rasgos visibles en el cráneo y en el
esqueleto poscraneal, cuando el estado de conservación lo permite.
El Imperativo cultural.
El cuerpo es una realidad en si misma, de eso no hay ningún tipo de duda. El cuerpo es una
realidad física, pero lo que percibimos del cuerpos ya depende de los mecanismos de la
construcción simbólica. Por eso hay diferentes maneras de entenderlo. El cuerpo cobra sentido
con la mirada cultural de cada persona. No nos tiene que extrañar que a lo largo de la historia y a
travez de diferentes sociedades no se haya entendido el cuerpo de la misma manera, la cual se
pone especialmente en manifiesto por las modificaciones corporales.
Las diferentes manifestaciones de la presentación social del cuerpo se mueven en el imperativo
cultural que constriñe al máximo de posibilidades, de elección personal por una parte y la opcional
la otra. La presentación social del cuerpo tiene que ver con todo lo que queremos comunicar, por
el simple hecho de hacerlo figurar en un espacio de interacción social cara a cara, entendiendo
este tipo de interacción como la influencia reciproca de un individuo sobre las acciones de otro
cuando los dos se encuentra en presencia física inmediata.
Ejemplos en la historia.
La práctica de deformar intencionalmente la cabeza durante la infancia tuvo una gran difusión
entre los antiguos pobladores de Mesoámerica y se localiza prácticamente en todo el continente
Americano (Dembo e Imbelloni 1938: 329-337, Von Winning 1968: 53-58). Esta costumbre
consiste en comprimir la cabeza de los niños recién nacidos, aprovechando su plasticidad,
aplicando dos planos compresores, uno anterior y otro posterior, sostenidos de una manera
sencilla o complicada, vendando la cabeza con bandas bien ajustadas o empleando gorros o cofia.
Los estudios sobre deformaciones generalmente describen y clasifican las variedades cefálicas
tomando como base la propuesta taxonómica del antropólogo argentino J. Imbelloni (Dembo e
Imbelloni 1938), que establece tipos según el instrumental empleado para producir las diferentes
formas cefálicas, distinguiendo dos grupos: tabulares y anulares. El primero resulta de una
compresión fronto-occipital mediante el uso de tablillas o cunas deformatorias; el segundo se
debe a la acción de bandas, correas elásticas o cofias que comprimen la cabeza circularmente.
Entre los tabulares se presentan variantes de acuerdo con la posición del plano de presión
posterior, las más conocidas son las tabulares erectas y las tabulares oblicuas.

Otro ejemplo es la práctica de vendar apretadamente los pies de niñas chinas, en familias de alto
rango. Esta práctica estuvo vigente durante al menos 20 siglos. El proceso de vendaje empezaba
cuando las niñas tenían entre 4 y 6 años, y era realizado por la madre. Los pies eran puestos a
remojar en agua con algunas hierbas, para eliminar todos los restos de piel muerta, y las uñas se
cortaban tanto como era posible. Después de un masaje, los 4 dedos más pequeños se rompían.
Luego, los pies se vendaban con seda o algodón empapado en líquido, apretando los dedos contra
el talón. Cada dos días se retiraba el vendaje y se volvía a realizar, pero las vendas cada vez se
ponían más apretadas. El proceso duraba dos años. Para entonces, los pies medían solo unos 10
cm. Se puede uno imaginar lo doloroso de todo esto. Durante los siguientes 10 años, los pies
también seguían vendados, aunque la frecuencia con que se apretaban era menor. Esta práctica
fue común hasta que se prohibió oficialmente en 1911. Las mujeres con los pies deformados de
esta manera apenas podían caminar. Las infecciones eran comunes. La verdad es que, más que
belleza, probablemente lo que se conseguía con esto era controlar a la mujer, ya que no podía
llegar muy lejos andando, y apenas podía mantener el equilibrio.

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