Está en la página 1de 113

1

2
ÍNDICE

Pag.

FICHA DE CÁTEDRA: “Presentación Henri Ey” 5

EY, HENRI, BERNARD, P., BRISSET, CH., “Tratado de Psiquiatría”


Enfermedades Mentales Crónicas
El Desequilibrio Psíquico 9/10

EY, HENRI, BERNARD, P., BRISSET, CH.: “Tratado de Psiquiatría”


Las Neurosis 33

EY, HENRI, BERNARD, P., BRISSET, CH.: “Tratado de Psiquiatría”


Neurosis de Angustia 46

EY, HENRI, BERNARD, P., BRISSET,CH.: “Tratado de Psiquiatría”


Neurosis Fóbicas 54

EY, HENRI, BERNARD, P., BRISSET, CH., “Tratado de Psiquiatría”


La Histeria 60

EY, HENRI, BERNARD, P., BRISSET, CH., “Tratado de Psiquiatría”


Neurosis Obsesiva 71

DSM-5, Introducción, Uso del Manual, Clasificación. 81

3
4
5
6
7
8
J

SECCIÓN II

ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS

V amos ahora a revisar la patología mental croruca, es decir aquellas Estas enf er-
enfermedades mentales que, por su organización permanente, aunque no medades
siempre irreversible, constituyen formas patológicas de la existencia. Sus mentales
caracteres comunes son: l.º constituir trastornos mentales durables, estables crónicas no
y, a veces, progresivos; 2. 0 modificar más o menos profundamente el sistema son incura-
de la personalidad. bles.
Según su grado de gravedad, estas enfermedades engloban las formas de
desequilibrio psíquico, las neurosis, las psicosis delirantes crónicas y esquizo-
frénicas y las demencias. En la descripción clínica de estas enfermedades
mentales crónicas, los síntomas de desestructuración de la conciencia no se Constituyen
observan casi, si no es a título de episodios o bien en las formas graves formas de
(disociación esquizofrénica y demencia) ; por el contrario, lo que caracteriza organización
esencialmente su sintomatología es el hecho de que su semiología típica de la perso-
adquiere sus elementos de lo que hemos descrito como semiología de la nalidad mor-
personalidad (pág. 118). ' bosa.
En tanto que en las crisis y psicosis agudas que acabamos de describir,
la estructura negativa, constituida por trastornos de la conciencia, era fun-
damental y la influencia de los procesos cerebrales manifiesta (manía, melan-
colía, confusión, epi}epsia, etc.), aquí prevalece el aspecto positivo, dando a
veces la impresión de ser el único en intervenir, sobre todo en las formas
menores (neurosis). Por ello es obligado dar una mayor importancia en las
descripciones clínicas al psicoanálisis y a la fenomenología (al menos en lo
que se refiere a los ~héles superiores, neurosis, delirios, esquizofrenia). En
efecto, una neurosis, Úna paranoia o una esquizofrenia no pueden describirse
más que en y por el juego del sistema relacional de la personalidad con su
mundo y, especialmente, en sus reláciones dinámicas con el inconsciente.

9
LOS DESEQUILIBRADOS PERVERSOS

No nos oruparemos de todas estas variedades de «de~equilibrios psicopá-


ticos» (véase sobre este punto los estudios de E. Dupré (1912} sob~e La.r
comtitucione.r p.ricopática.r,- los de Kurt Schneider sobre La.r/er~onal~dad_e.r
p.ricopática.r, o bien el libro de J. Borel sobre El de.requrl1brio p.r1qu1co
(1947]). Por nuestra parte, nos contentaremos con exp_one_r lo esencial ~e
los problemas clínicos planteados po~ los perver.ro.r con.rt1tuc10nale.r, los .ru¡e-
CAPíTULO PRIMERO to.r afecto.r de perver.rión .rexual y los toxicómano.r.

EL DESEQUILIBRIO PSÍQUICO I. LOS PERVERSOS CONSTITUCIONALES


(MORAL INSANITY)
(PERSONALIDADES PSICOPATICAS. PERVERSIDAD._
PERVERSIONES SEXUALES. TOXICOMANlAS) Se trata de «inválido.r morale.r» (Mairet) que no tienen ningún .rentido E.rte tipo de
moral y cuya conducta ·.rubver.riva e.rtá con.rtantemente dominada por la.r de.requilibrio
tendencia.r perver.ra.r y la malignidad. con.rtituye el
Este grupo de sujetos se aproxima a los neuróticos, de los_ que hab~are- centro del
füte grupo En primer lugar vamos a considerar las anomalía.r caracterológica.r de la grupo.
comprende ·mos más adelante, en el sentido de presentar rasgos de neuro.ru _del ca:acter
per.ronalidad, que, con freruencia, plantean considerables problemas, tanto
la.r «Y:aracte- mal estructurado ( ruyos mecanismos de defensa se muestran msufiaentes
desde el punto de vista medicolegal como desde el punto de -vista de la
ropatíaJ» o para retener las pulsiones). Muestran también cie~a. afinidad_ co? las _Per-
asistencia, Se habla de «Desequilibrio psíquico» como se hablaba hace
«per.ronali- 1 versiones, pero con un sello de partirular impuls1V1dad antts~oal. Fmal-
dade.r p.rico- cien años de «Degeneración mental». Ello es debido a que se trata de
mente, señalemos que, entre ellos, existe con bastante fre~enoa un~ pro-
pática.r» ... formas caracteriales psicopáticas, de caracteropatía.r, _que dan _lugar a con-
porción elevada de desarmonías o de alteraciones de las funaones somabcas,.
ductas más o menos antisociales, sin que la alteración psíquica sea muy pro-
glandulares y nerviosas.
nunciada. Este contraste entre los graves trastornos de la conducta y la menor
cuantía de los otros trastornos es responsable de la mayoría de las difirultades
A. HISTORIA
_ que entrañan -estos casos.·· ·
El término de per.ronalidad p.ricopática es lo bastante general como para
El concepto de anomalía caracterológica de la personalidad procede his- Difícil dife-
englobar casos tan diferentes como las anomalías graves del carácter y de la
tóricamente de la noción de trastorno moral innato («locura moral»), al renciación de
voluntad de los fanáticos, de los inestables, de los mitómanos, etc. El deno-
rual se ha buscado un substrato teórico. Fue Pinel quien, ,en 1809, inició esta e.rta no.ción.
minador común reconocido por la literatura psiquiátrica contemporánea es
posición psiquiátrica, al describir una forma ~e «m~a sin de~rio». Esq~irol
su anti.rociabilidad y su impul.rividad. Es por ello que, con este nombre, se
hizo de ella la «monomanía instintiva» o «impulsiva». La misma corriente
... caracteri- designan a sujetos que presentan una anomalía de su personalidad, trastor-
zadai- por .ru nos afectivos y caracteriales diversos y una propensión a las copductas antiso- de ideas inspiró a Morel («lorura de los degenerados»), mientras que e_n
inadaptación ciales. Los criterios de «normalidad» con relación a los ruales definimos a Inglaterra se describía la <<Moral Insanity» (Pritchard, 1835) y en Alemama
a la.r di.rci- estos «anormales» resultan de un compromiso entre apreciaciones estadísticas los «MoraÜsche Kránkheiten». _
plina.r .rocia- Una reacción contra esta concepción nosográfica condujo a Falret y Grie-
(sujetos aberrantes, excéntricos), apreciaciones de eficiencia (inadaptados,
1e.r o mora- singer a negar la existencia de la «lorura mor~», a pesar ~e lo ~al: con las
le.r. desadaptados, deficientes) y apreciaciones éticas (perversos, inmorales) o
teorías constitucionalistas, ilustradas en Franoa por las mvestigaao?es de
jurídicas (predelincµentes, delinruentes, criminales). Conforme a la actitud
Magnan (189 3) sobre los degenerados y los desequilibrados, se volvió a la
médica corriente, admitiremos esta posición de compromiso y abordaremos
misma noción; los estudios de Dupré, de Achille-Delmas y de Fleury'. e~c.,
el estudio de estos sujetos, sin perder de vista los problemas que plantean
en la práctica medicosocial y criminológica. tuvieron, en los comienzos del siglo, una gran resonancia por sus descnpoo-

10
LOS DESEQUILIBRADOS PERVERSOS
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
- queño obstáculo engendra un irresistible desencadenamiento· de la acoon.
nes de las constituciones psicopáticas (temperamentos y caracteres congénita
, Kraepeli n creó el término, actualme nte Ésta se «dispara» de golpe, sin reflexión, sin mesura y sin consideración por
mente anormale s). En Alemania 1
sus consecuencias.
consagrado, de «personalidad psicopática» ; no obstante, los estudios más
conocidos son los de Kurt Schneider. Ahora bien, continúa la discusión 2) EL NÚCLEO CARACTERIAL DEL PERVERSO IMPULS!VO. Estos rasgos
entre los partidari os de una concepción de la anomalía de la personalidad, de carácter han sido descritos por Régis y los clásicos en tres términos:
considerada como innata o de origen somático, y aquellos que le atribuyen amoralidad, inafectividad, inadaptabilidad. P. Mile C "38) describió el «nú-
un origen «reactivo» o social. El término «desequilibrio», empleado corrien- cleo perverso» en el niño en términos válidos para el adulto, cuando dijo
temente en Francia, procede de los estudios de inspiración cons,titucionalista que el niño perverso es indiferente, inintimidable e ineducable. Agrupare-,
(Genil-Perrin, 1926), puesto que centra la atención en un defecto en ·1a mos estos rasgos de carácter con los nombres de rebeldía y de mal,ignidad.
organización o integración de la personalidad. En los países anglosajones, a) Rebeldía. El sujeto actúa de golpe, «a su arbitrio» y con obstina- E{
1
círculo vi-
,
ha existido recientemente un gran interés por estos problemas (Maughs cioso de la
1

ción. Parece insensible al amor, a la amistad, al respeto, a su propio dolor 0 ,

1841; Curran, 1944; Clackley, 1944; Penrose, 1947; Ben Karpman, 1948; los otros. Desde muy temprana edad, se comporta como un rebelde agresivida ~,
al de
Darling y Landall, 195 2 ; etc.). La escuela psicoanalítica describe por lo las punicione s.', d~, la pum-
que ignora las órdenes y los consejos y resiste con frialdad
general a estos sujetos como afectos de graves «neurosis de carácter» o de Caprichoso, colérico, terco, violento, astuto, vindicativo, es excluido rápida- crq_n Y de_ la
«neurosis impulsivas». · . . escue1a, trab aJo
"ales (f ami.1ia, . ) y pasa ª·. mas agresrva
b Id':
d
_mente por 1os 1versos grupos soo 1
vivir al margen de la sociedad, solo o, lo que es más frecuente , integrado en · re e ª·
B. ESTUDIO CLÍNICO DE LA PERSONALIDAD bandas organizadas para el robo o la rebeldía.
DEL PSICÓPATA PERVERSO b) Malignidad. Se trata del placer de obrar mal y de hacer el mal.
:
La agresividad es pérfida o destructiva. Dicha agresividad entraña juegos
Los clínicos están de acuerdo acerca de algunos elementos semiológicos crueles, brutalidades, astucias o la ejecución a veces refinada de acciones ca-
fundamentales: la ausencia de déficit intelectual, de angustia o de delirio; racterizadas por la malignidad o el escándalo. Si no bastaran los hechos, su
la ausencia o la debilidad de las reacciones ante los imperativos sociales «mitomanía perversa>> inventa extraordinarias historias de hazañas persona-
generalmente recibidos, la insensibilidad a los medios de educación o de les o venenosas calumnias. Tormento doméstico, el niño perverso acaba por
la Únpulsividad.
La iinpulsivi- represión sociales, la inestabilidad afectiva y, sobre todo, convertirse en un delincuente, un «bl.ouson noir» o un «vagabundo», un ha-
dad perversa. Estos rasgos del comportamiento son «crónicos», pues forman parte del bitual de las prisiones o un ser destinado a los asilos.
carácter mismo del individuo ; pero, a veces, se manifiestan a través de crisis Una vez adultos, se les encuentra en las «bandas» o «gangs» que van
más o menos largas en el curso de las cuales se observa un recrudecimiento
n de las carreras y el mercado negro a la estafa, al chantaje, al comercio de
paroxísti~o de las reacciones caracteriales patológicas. Para la descripció
de estos desequili brados,. a los que a me- drogas o a la prostitución. Otros avatares pueden hacer que se vean impli-
tomaremos como prototipo a uno
cados en atentados, ya sea como instrumentos de la acción o com9 una afir-
nudo se denomina perversos o amorales constitucionales.
mación «política» de su posición antisocial, a través del nihilismo o la
1) LA TENSIÓN AGRESIVA. LA IMPULSIVIDAD. Tensión agresiva e im- anarquía. También puede ocurrir que traicionen a todos, pasando de la «ban-
pulsividad (rencor, resentimiento, irritabilidad, etc.) son los rasgos esencia- da» a la policía y comportándose como agentes dobles o triples, que sabo-
les de este comportamiento. El sujeto. se comporta como «un mal sujeto» rean, pot.: )Iledio ~ la traición, el triunfo del «quien pierde gana» y las
indisciplinado. Según los psicoanalistas, busca una satisfacción de tipo. pre- satisfacciones de una malignidad cínica o hipócrita.
s 'F rastornos
genital, sin ninguna inquietud de sociabilidad: refleja, pues, las reaccione
resultar de la conjunció n 3) DEsE~UILIBRIO HOLOTÍMICO. El estudio dei tono emocional mt~es- profundos
agresivas más primitivas. Su impulsividad parece
. tra la existencia de raS"gos variables, aunque siempre patológicos. Unas veces del ·equili-
en un solo movimiento de dos fuerzas generalmente separadas: la demanda
agresivid ad que resulta de su frustració n. Esta agresivid ad se. se trata _de una exaltación permanente (tono colérico, irritabilidad, suscepti- brio · instinti-
instintiva y la
bilidad, reacciones violentas). Otras, el comportamiento explosivo de la im- ~oaf ectivo.
J convierte ella misma en una implacable y constante exigencia. El más pe-

11
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LOS DESEQUILIBRADOS PERVERSOS

pulsividad, tal como la hemos descrito, se asemeja a la epileptoidia. En mentales entre 470 perversos antisociales - porcentaje obtenido también
ocasiones se observa una hiperemotividad desordenada, con teatralismo y por Delmont (1938) - . Pero lo más sorprendente es el contraste entre el
mitomanía (tipo, sobre todo, femenino de la perversidad). Finalmente, pue- desarrollo intelectual y el comportamiento antisocial. Por otra parte, la apre-
de observarse también un fondo ciclotímico o una organización esquizoide, ciación del nivel intelectual resulta difícil a causa de los rasgos neuróticos,
fría y cínica, de la afectividad. Como puede verse por esta enumeración, di- del oposicionismo, la malignidad y, finalmente, por los rasgos prepsicóticos
chos caracteres nos remiten a los tipos prepsicóticos: esquizoidia, hipomanía, que alteran o enmascaran la eficiencia intelectual.
epileptoidia, paranoia, etc. Esta inestabilidad y este polimorfismo responden 6) CORRELACIONES SOMÁTICAS. La teoría de la «degeneración» se apo- Convergen-
a lo anárquico de las respuestas a las demandas pulsionales. Atribuyendo a yaba sobre un cierto número de «estigmas» corporales, a los que Lombroso cia de facto-
estos sujetos graves «trastornos del carácter» se expresa la misma, idea. Y es confirió un valor etiológico absoluto. En la actualidad no se admite una tal res genéticos
que, en estos casos, parece como si el comportamiento emocional estuviera simplificación, a pesar de lo cual no deben olvidarse ciertos hechos: y neurobio-
«fundido al temperamento», directamente ·-y sin control. El perverso conoce lógicos.
a veces el miedo, pero poco o nada la angustia, que introduciría una especie a) Herencia. A pesar de la considerable importancia ,de los factores
de juego entre las pulsiones de su vida afectiva y sus actos, juego que, pre- ambientales, se ha observado siempre el carácter familiar, o hereditario, de
estos trastornos caracterológicos. Recordemos el caso de la familia estudiada
dsamente, no existe en su caso. De ahí el carácter absoluto, de «todo o
nada», de su comportamiento. por Jukes (1915); de 2094 miembros estudiados, 300 habían sido asistidos
psiquiátricamente, 600 eran débiles, 308 prostitutas y 140 criminales, entre
4) LAS PERVERSIONES INSTINTIVAS. Estos psicópatas tienen una vida los cuales 7 homicidas.. Recordemos también la opinión de Heuyer (1912)
sexual anormal que implica tal o cual perversión (homosexualidad, sadismo, (37 % de los casos de herencia similar) y el trabajo de Lange (1926) quien,
masoquismo, fetichismo, etc.) y, sobre todo, sus tendencias perversas pre- entre 7 parejas de gemelos homocigotos, encontró una concordancia de tras-
sentan una gran facilidad para convertirse en actos. El crimen y la sexualidad tornos psicopáticos en cinco parejas. El trabajo más conocido es el de
tegresiva revelan, en el análisis de este Yo perverso, su profunda uni- Dubitscher (1936), sobre 450 casos. Como la mayoría de los genetistas que
dad (1 ) . Entre estas perversiones es, ,naturalmente, el sadismo el que ocupa se. han ocupado del problema (Panze, 1939), Dubitscher concluye que la
el primer lugar; debe destacarse también el papel de las toxicomanías, espe- herencia desempeña un gran papel en esta «degeneración» y este desequili-
cialmente del alcoholismo, medio de satisfacción directa a la vez que medio brio psicopático.
de transformar la realidad en nebulosa ficción. El tóxico consagra el vicio y b) Secuelas de encefalitis. .La epidemia de encefalitis de 1920 aportó,
lo fortifica, así como el vicio exige el tóxico que lo prolonga. Tal es el famo- tanto en este dominio como en otros, preciosas observaciones acerca de enfer-
so círculo «vicioso», que resume las profundas relaciones entre la apetencia medades mentales postencefalíticas (G. Robin, Heuyer, Thiele, etc.). Si a
toxicománica y la perversidad. Efeétos vertiginosos del vacío de la existencia, este dato se agregan los demás factores de lesiones encefalopáticas se obtiene
la depravación y la degradación toxicománicas satisfacen las exigencias deses- una proporción no despreciable de casos, en los cuales una afectación cere-
peradas de un frenético sadomasoquismo. Como se ha dicho, es una especie bral lesiona! puede ser considerada como un factor determinante de la perso-
de «suicidio permanente». · nalidad psicopática (Delmont, 1938: entre 100 perversos internados, 19 ha-
5) ·.. NIVEL INTELECTUAL. En las observaciones realizadas, no e:x:iste bían presentado una encefalitis infantil y 9 una encefalitis epidémica).
ninguna convergencia significativa en lo que concierne al nivel intelectual de c) Síndromes neuroendocrinos. Estos hechqs han conducido a .ciertos
las personalidades psicopáticas. No obstante, todas las estadísticas hacen cons- .autores a buscar correlaciones entre la perversid¡¡.d y ciertos trastornos del
tar la existencia de un contingente de oligofrénicos entre los perversos. Así, tono y del movimiento (W allon). De este modo, se ha llegado a la noción
J. H. Williams, en su monografía (1919), destacó un 30 % de débiles de modificaciones funcionales neuropsíquicas, a las que se incorporan los
factores somáticos de la patología de la emotividad (la debilidad motriz de
( 1) En la obra de Jean Oenet (~specialmente en el Journal du voleur, Oallimard, ed., pági- Dupré) y las observaciones acerca de trastornos psiconeuroendocrinos y
nas 92 y 93) y en el estudio realizado por J .-P, Sartre (Saint Genet, Gallimard, ed.) se encon•
trar,i la m,is bella ilustración de esta unidad de la delincuencia y de la perversión sexual. . de malformaciones o defectos del desarrollo psicomotor.

12
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS PERVERSIDAD NORMAL_ Y PATOLÓGICA

psiquiátrico o en la prisión), por así decirlo, no tiene historia. Parece, in- La conducta moral adulta no puede aparecer más que a un nivel superior de in-
cluso, que algunas veces, al avanzar en edad, su «inmadurez» psíquica acaba tegración, en forma de una adaptación del comportamiento a la vida social, por medio
por corregirse, en el caso de que las medidas represivas intempestivas o su_ de la formación caracteriológica de una ética personal. tlsta implica actitudes raciona-
les y una satisfactoria afectividad (toleran5ia de las frustraciones inevitables, acepta-
propia perseverancia no impidan esta evolución relativamente favorable. Aho- ción de los límites de la búsqueda de placer). Contrariamente, excluye la falsa cul-
ra bien, debemos reconocer que la mayoría de· las veces estas disposiciones pabilidad de los fantasmas primitivos. Supone un aprendizaje de la tolerancia a lh
caracterológicas persisten inmodificables, y desalientan todos los esfuerzos frustracion¡s necesarias, en una adecuada educación. Conduce a la responsabilidail,
medicosociales. la cual consiste en la aceptación de las consecuencias de todos los actos, y puede d¡u
lugar a valores ideales, concretos y no abstractos, a un ideal de sí consciente y probl.e-
mático, y no a un Super-Yo, cuyo origen inconsciente conduce siempre a una proyec-
ción de los valores de contención absoluta.
C, RESUMEN DE LOS PROBLEMAS PSICOPATOLÓGICOS Es con relación a esta evolución, que integra los valores morales en la estructura .. ; Su ma/for-
del carácter, como se introduce o irrumpe el drama de las conductas antisodales: y 114adó¡i ...
El estudio patológico de estas «personalidades psicopátic~s», de estas caractéro- especialmente su aspecto medicolegal, el de la responsabilidad penal de los psicópatas.
1

patías o de estas formas de «desequilibrio psíquico» puede aclararse 'por lo que he- Como hemos visto, existen anomalías claramente patológicas. Se trata, enton~es,
mos expuesto ya en los Elementos de psicolog;a acerca del desarrollo psíquico. Se de una malformación, de una disgenesia que no permite a las conductas morales des-
. trata, en efecto, de malformaciones, de disgenesias que no son comprensibles má"s prenderse de las primeras experiencias de interdicción y la.s rechaza en bloque: es ;el
que si se admite que la formación del carácter tiene una historia o, lo que es lo caso más_ simple. desde el punto de vista de la responsabilidad, pues, en estos casos,
mismo, que el carácter implica una estructura jerarquizada (Max Scheler, Klages, etc.). nos hallamos en presencia de un perverso amoral constitucional, de una especie de no debe ser
Los estudios de E. Mounier se _han efectuado -en este sentido. También en este sen- monstruo sin fe ni ley, inintimidable por la punición y fatalmente recid1vante. · rl!)nfundida con
tido, las capas estratificadas del carácter han sido objeto de profundos análisis por En el extremo opuesto, existen sujetos cuyo comportamiento antisocial es vol~n- ¡¿, voluntad del
parte de los autores de lengua alemana: Gnmther (1922), Kahn (1927), J. E. Schulz tariamente subversivo, resultado de una elección deliberada y lúcida. Sería desconocer al.
(1928), Homburger (1929), Tramer (1931) y Braun (1935). Naturálmente, cuando y desvalorizar la existencia misma del acto voluntario, negarle la posibilidad de hacer
los psicoanalistas__hablan de .fijación y de regresión en la formación del carácter, se emerger del sistema pulsional, en función de influencias y de representaciones col~c-
colocan en este mismo· punto de vista. Tal es el movimiento general de las ·ideas tivas, de hábitos e inclinaciones sabiamente mantenidas, los principios perversos de
en este dominio. Constituye, sin duda, una reacción contra las concepciones estáticas determinación y de orientación de la conducta. Los ejemplos de los grandes déspotas
y propiamente constitucionalistas de comienzos del siglo (Archille-Delmas, Maurice de o de todas las agrupaciones representativas de la subversión social (de los «roues»
Fleury, etc.). del siglo xvm a los surrealistas (1]) son suficientes para ilustrar esta libre incorpo-
El problema Aquí, y a propósito de la personalidad psicopática perversa e impulsiva que he- ración a la antimoralidad.
de lo normal mos tomado como prototipo para la descripción, nos limitaremos a exponer ·sumaria- Entre estos dos polos, el de la determinación oscura y primitiva y el de la con-
y de lo pato- mente por qué la estructura agresiva antisocial perversa (y criminal podemos agre- ducta· deliberada, se sitúan la mayoría de los sujetos cuya personalidad psicopática
lógico en la gar, para dejar bien sentado que este capítulo de la Psiquiatría es sobre todo un constituye el objeto de este capítulo, siendo su exacta colocación dentro de esta esca-
amoralidad. capítulo de criminología) debe considerarse como un accidente evolutivo del desarro- la, que va del perverso normal al patológico, lo que constituye la tarea del peri~aje
llo de la conciencia moral en el curso de la formación del carácter, pu·esto que, en medicolegal, particularmente difícil siempre en este terreno.
efe.eta, la conciencia moral representa el fondo mismo del carácter de cada uno de
nosotros. Y es que el carácter, como ya hemos señalado, no es solamente «dado» sino
también «tomado» (Henri Ey). Es decir, se construye por la integración de las 'ten- INDICE BIBLIOGRÁFICO
dencias basales y de todas las infraestructuras de la personalidad, en un sistema per-
sonal y estable que realiza el equilibrio y la autonomía de- las reacciones del indivi- DUPRÉ. - Les perversions instinctives. Congres des aliéni!les. Turín, 1912.
duo. Una tal constitución caracterológica supone en su .evolución normal el paso de AcHILLE-DELMAS y BoLL. -La personnalité humaine. Flammarion, 1922. ,
un automatismo pulsional arcaico a una organización voluntaria del Yo. SCHNEIDER (Kurt). -,-Die psychopathische Personlichkeiten, 19-23. Trad. fr., P. U., F.,
La formación La moral, o si se quiere el control ético, .no es, pues, de ninguna manera un ins- 1955. .
del ser moral. tinto en su origen (tesis constitucionalista). Deriva de la elaboración y de. la inte-
gración de los comportamientos . primitivos. A un nivel inferior de integración, las
(') «Jamás he buscado otra cosa que el· escándalo y lo he buscado por sí mismo ... 'I'.odo
interdicciones de origen externo se hacen internas (mecanismo de la proyección). El en el mundo, dada, la bUerra, la pintura, las mujeres, mis amigos, el crimen; Edith Cajvell,
niño no necesita ya que se le prohíba un gesto, es él mismo quien automáticamente Rimbaud, la niña cortada en pedazos, el marqués de Sade, Jacques Vache, el ejército (yo irtcito
se lo · prohíbe. Este nivel es el de la culpabilidad arcaica, de la pre-moral (Hesnard, a los jóvenes: que deserten en masa), París durante la guerra de Bartolomé, que tiene un 'falo
1949). La instancia que entonces se manifiesta es el Super-Yo. de los psicoanalistas, en su mano; el ignorante Pasteur, el mediocre Banville, Renan el masturbador, los general.es ...
y, por ejemplo, el Sacramento de la comunión y el hecho de no llevar tirantes, todo esto no
temible reservorio de autoagresividad, fuente de masoquismo moral. ha sido para mí sino ocasión de_ escándalo» (Aragon, El libertinaje). j .

13
PERVERSIONES SEXUALES 369
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
todos. Por otra parte, la tesis de Freud, según la cual la perversión es"~!~\
BoREL o.).-Le déséquilibrie psychique, P. u.F., 1947.
tivo de la neurosis destaca el hecho de que, como veremos, el neurofico edifi- · )
EY (Henri). - Estudio n.º 13: Perversité et perversions. Etudes Psychiatriques, t. II,
1950. ca sus smtomas en contra de sus satisfacciones pregenitales, en tanto que el
CATALANO NOBILI y CERQUELETTI. -Le personalite psichopatiche. Roma, 1953. perverso se entrega a ellas: Insistiremos sobre este importante punto. Poste-
MAYER-GROSS, SLATER y RoTH. - Psychopathic personality and neurotic reactions. riormente a Freud, la escuela psicoanalítica ha discutido el origen de las
Clínica/ psychiatry, pág. 91 a 186, 1955.
TRILLAT. - Les déséquilibrés. Personnalités et constitutions psychopathiques .. Ency- perversiones, consideradas por Mélaine Klein como medios ~e defensa d~ri-
clopédie méd,-chir., 1955, 37 310. gidos contra una angustia primitiva y no como una pura y simple ,regresión
MÁLE (P.).-La psychothérapie de l'adolescent. 1 vol., 257 págs. París, Ed. P. U. F., a un nivel arcaico de conductas. Esto equivale a decir - sea cual fuere la teo-
1964. ría - que la perversión sexual no es un fenómeno heterogéneo a la natu-
raleza del hombre normal ni un simple fenómentJ de «perversión instintiva».
Constituye más exactamente una modalidad de la existencia (Boss) que una
- II. LAS PERVERSIONES SEXUALES
simple aberración· del instinto.
Con el nombre de perversiones sexuales, se describen comportamientos
sexuales regresivos que sustituyen, con predilección y a veces en forma exclu .. B. PRINCIPALES PERVERSIONES
siva, las condiciones normales del orgasmo o a las conductas relacionadas
con él. Sucede que la perversión sexual vicia no tan sólo el comportamiento En oposición a los comportamientos mé.s globalmente perversos, las pe~-
o las relaciones sexuales, sino que, de acuerdo con la aberración del deseo versiones sexuales representan perversiones «parciales», ya que están consti-
sexual, entraña también notables alteraciones en el orden del carácter de la tuidas por formas sustitutivas o simbólicas de «preferencias» o «inclinacio-
personalidad y de la vida social. Puede incluso ocurrir que estos tra;tornos nes» sistemáticas. P,ueden clasificarse del siguiente modo: -·
. sean los únicos clínicamente aparentes.
l.º Deformación de la imagen de la pareja. Se trata de anomalías de Clasificación.
la elección objetal: autoerotismo (onanismo), pedofilia, gerontofilia, incesto,
A. HISTORIA homosexualidad, zoofilia, fetichismo, etc.
2. Deformación del acto sexual. La erotización sustitutiva puede re-
Las perver- El carácter sexual de las «perversiones» es evidente en la mayoría de ellas, caer ·sobre el placer y el dolor ( sadomasoquismo), la mirada («voyeurismo»,
siones tra- y menos evidente para otras que, sin embargo, están relacionadas con las exhibicionismo), las funciones digestivas ( coprofilia), las funciones urinarias
ducen la anteriores. Los observadores preanalíticos (Krafft-Ebing, Havelock Ellis) lo (ondinismo), etc.
fijación a reconocieron ya así. Pero, a causa de no haber aprehendido la universalidad Actividades de un orden aparentemente muy diferente, como el. placer
placeres de conductas que repiten y fijan los episodios de la sexualidad infantil, las del fuego (piromanía), determinadas dellncuencias, estafa o el juego, han
primitivos ... atribuyeron a anomalías constitucionales (Dupré), a verdaderas «enfermeda- sido descritas más arriba y deben ser recordadas aquí, porque se trata de
des del instinto sexual», a una especie de teratología instintiva. perversiones sexuales por erotización de una acti:7id_ad sustitutiva:
El descubrimiento de la sexualidad infantil permitió a Freud profundizar Nos limitaremos a revisar brevemente las pnnopales pervers10nes, aque-
en el condicionamiento psicosocial de las perversiones, considerándolas ( de llas que, en la clínica psiquiátrica, psicoanalítica o·medicolegal, se presentan
igual manera que a las neutosis) como conductas infantiles anacrónicas, fi- con más frecuencia. Y nos limitaremos, así mismo, a indicar para cada una
jadas en forma de hábitos inveteradosen el adulto. En este sentido, forman de ellas el tipo· de interpretación analítica que constituye la perspectiva, en la
parte de la historia del desarrollo humano, persistiendo en el adulto normal cual son consideradas actualmente en su dinamismo inconsciente.
... contra los
vestigios de las mismas, incluidos en la sexualidad como componentes de su 1) HOMOSEXUALIDAD. Para respetar el plan de este capítulo, no debe-
cuales luchan satisfacción, especialmente en los preliminares del acto sexual ( conductas que ríamos tratar aquí más que de_ la homosexualidad-pen·ersión, es decir de las
los neuróti- preparan o preceden al orgasmo como fin natural del coito). A este respecto prácticas homosexuales toleradas por el Yo, a las cuales el sujeto se aban-
cos (Freud). puede decirse, por tanto, que las perversiones son inmanentes o virtuales de
24. - EV

14
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS PERVERSIONES SEXUALES

La homo- dona conscientemente, verdadera «desviación» de la búsqueda erótica sus- de una manera particularmente pura en el delirio paranoico (véase Freud,
sexualidad cepti'ble de satisfacción. Pero la importancia. del síndrome merece un desa- caso del presidente Schreber, y la tesis ínaugural de J. Lacan).
merece un rrollo que desborda el cuadro de las perversiones strictu sensu. Esto será La homosexualidad latente no es forzosamente patógena. Puede también
desarrollo por otra parte la ocasión para mostrar con un ejemplo las relaciones de las ser sublimada, lo que es su destino «normal», y esta sublimación se convierte
r¡ue desbor- perversiones sexuales con las otras conductas patológicas (neurosis, psicosis), en el resorte de actividades sociales o artísticas. Es sabido que Freud ha es-
da el cuadr? con los problemas socioculturales, finalmente con el dinamismo inconsciente tudiado la homosexualidad latente en Leonardo de Vinci. Los casos literarios
de este capr- ·
tufo. (problema de la homosexualidad latente). de sublimación generalmente incompleta son numerosos. Un ejemplo de crea-
l.º Descripción de los hechos. La homosexualidad como conducta o ciones literarias de un tipo de homosexualidad latente es el Vautrin de Bal-
Es multifor- tendencia manifiesta. Se han descrito muy numerosas formas clínicas de la zac (véase el libro de M. Eck, 1966).
me ... homosexualidad: según el objeto erótico, según la primacía y la intensidad. 3. 0 Los factores culturales de la homosexualidad. Decir que la homo- Relaciones
·de la tendencia, según la evolución, la edad de aparitión, las asociaciones. La sexualidad tropieza con defensas inconscientes muy poderosas es decir tam- con t/os da-
t,os sociocul-
homosexualidad es un término (por otra parte criticado por algunos que bién que depende por una parte de hechos sociales y culturales forzosamente
tíltralrs,
preferirían, entre ellos Ferenczi, el término de homoerotismo) que se aplica implicados en la estructuración de la personalidad. De hecho nada es más
a unos hechos tan diversos como la pederastia activa, los juegos sexuales de variable que las actitudes del grupo social con respecto a la tendencia ho-
la adolescencia, el transexualismo (búsqueda del cambio dé sexo), el trans- mosexual. En determinados grupos la tolerancia a su respecto es completa
vestismo, etc. Puede ser bien o mal tolerada, puede estar ligada a otras per- ( comunidades siberianas e indias), a veces incluso ha podido ser exaltada
versiones (fetichismo en particular), o a rasgos psicóticos. Retengamos como («el amor griego»), mientras que lo más frecuente es que sea condenada
las más interesantes las distinciones estructurales: entre la homosexualidad por el grupo, pero con infinitas variaciones en el tiempo y en d espacio.
vivida y consentida (posición perversa) y la tendencia consciente y reprobada Kardiner ha podído afirmar que la variación económica observada entre las
por el Y o (posición neur.{>tica) ; entre las homosexualidades masculina y poblaciones Tanala y Betsileo de Madagascar (paso del cultivo seco del arroz
femenina, entre la homosexualidad episódica de la adolescencia y la inver- al cultivo de riego) había engendrado en el grupo social consecuencias psi-
sión absoluta, integral de todos los rasgos de la personalidad. cológicas múltiples, entre ellas la aparición de la homosexualidad manifiesta.
2. 0 La.homosexualidad latente. Al lado de todas estas formas mani- Por otra parte es muy conocido que la cautividad, por ejemplo, favorece el
... y con fre-
cuencia la- fiestas, en las que el sujeto es consciente de su tendencia a la inversión, hay desarrollo de prácticas homosexuales. Y si se reflexiona en la homosexuali-
tente. que dejar un lugar aparte para la homosexualidad latente, a. causa de su dad latente, se observa que ésta constituye uno de los factores de cohesión
importancia como resorte psicológico y psicopatológico. En este campo que más poderosos para los grupos sociales: justamente porque es una energía
estamos estudiando, ha sido el psicoanálisis el que nos lo ha enseñado todo. sexual inconsciente, y éJ este título no plantea problema perceptible para el
Y a que ha puesto en evidencia. el papel de la posición homosexual latente ,grupo, mientras que la unanimidad del grupo «tal vez no tiene enemigo más
(en cada uno de nosotros) como generadora de un determinado número de peligroso que el apetito sexual» (EssERTIER). Se ve que los resortes psico-
rasgos neuróticos o psicóticos. Naturalmente, no es en tanto que tendencia sociales de la homosexualidad afectan a los problemas fundamentales de la
latente pura y simple como desempeña un papel la homosexualidad. Lo hace estructuració~ de la persona y del equilibrio del grupo social en cuyo seno
en tanto que tendencia inconsciente reprimida por el Y o y conscientemente se opera la estructuración individual.
desaprobada. La intensidad de esta «defensa» contra la percepción de la ten- 4. 0 Teorías de la homosexualidad. La teoría debe comprender el con-
dencia latente crea la energía patógena. En las neurosis, los «mecanismos» junto de hechos que acaban de ser descritos rápidamente. Por esta razón a
de esta defensa contribuyen a alimentar las, respuestas al problema de ia Freud le agradaba, en 1905, mostrar la inaderuación de las teorías que rei-
castración. En las psicosis, la homosexualidad latente constituye uno de naban en su tiempo: teoría de la degeneración, teoría de la congenitalidad,
los mecanismos fundamentales de la génesis de determinados delirios. Se la teoría de la bisexualidad de Kraft Ebing, que más tarde se convertirá en la
encuentra en la esquizofrenia, pero sobre todo ha sido puesta en evidencia teoría de la intersexualidad de Marañón. El psicoanálisis ha propuesto
una teoría general a la que, desde hace 60 años, ninguna otra ha podido 1

15
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS PERVERSIONES SEXUALES

sustituir: la homosexualidad es una desviación adquirida de la pulsión sexual, estos dos tipos, pero un aspecto característico es la coherencia rel;tiva de la perso-
que expresa un fracaso de la apariencia edipiana y una regresión a pulsio- nalidad, dividida entre una parte bien adaptada y una parte débil. Se ha podido ha-
blar de una «escisión del Yo» ..
n:s y fantas~as pregenitales. La razón de este fracaso y el tipo de las posi-
oones regresivas han de buscarse en una multitud de factores, de los cuales Homosexualidad femenina. En la mujer, los mecanismos profundos de ·
algunos son constitucionales ( existen variaciones en los caracteres físicos de la homosexualidad son menos bien conocidos que en el hombre, porque,
masculinidad-feminidad) ; otros accidentales (papel de las largas enferme- observa Nacht, es raro que una homosexual pida ser analizada. Trabajos
dades en la infancia, seducciones precoces); otros pertenecen a la estructura franceses recientes (1964-1965) de S. McDougall evidencian el rechazo de
familiar y a los rasgos de la personalidad de los padres (papel de la educa- la imagen del padre, odioso, peligroso y objeto de desagrado; de ello resul-
ción esfin~:riana, lugar resp_ectivo de la madre y del padre en la familia, tipo tan ideas persecutorias con respecto a los hombres. Por el contrario, la madre
de educaoon, papel de los hermanos y hermanas). Es decir que el estudio de es idealizada, no puede aparecer ninguna rivalidad con ella. Pero esta madre
un~ ho:11osexualidad es t~ c?mplejo y _t:n largo como el de no importa adulada es vivida como rígida, rechazando los valores del cuerpo, finalmente
que car~~er, y que su pronostico es tambien generalmente imposible de fijar rechazante. De estas imágenes de los padres resulta una tendencia a la de-
por antmpado. presión de la cual la relación homosexual trata de librar al sujeto. Pero esta
. En cuanto a los mecanismos profundos que las curas psicoanalíticas prac- relación misma participa de la imposibilidad de una identificación maternal,
ticadas en homosexuales manifiestos perQliten descubrir, podemos sacar de paso necesario para la feminidad. De suerte que el juego de las identifica-
ellas algunas nociones. En prime_r lugar, la posición de la homosexualidad ciones se va a proseguir sin éxito, en los fantasmas de relación madre-niña
masculina (la más conocida por ser la más frecuentemente tratada) es dife- o padre-niña que, dice el autor, «sellan la castración».
rente de la homosexualidad femenina. Las posibilidades de preservar unaparte del Yo de ser objetada por este
Homosexualidad masculina. · Dice Pasche (1965) que «es_ el conjunto proceso son comunes a la homosexualidad masculina y femenina, y es super-
de l~s _conducta~ que expresan una relación femenina hacia el padre». El re- fluo -recordar que son compatibles con realizaciones profesionales, artísticas
o sociales con éxito. Debíamos recordar estos hechos dado que hemos deci-
sentimi~nto ~ªºª. ~l padre desempeña un papel capital en la imposibilidad
de una identificaoon paternal. Las imágenes de los padres siguen siendo des- dido hablar de la homosexualidad en este capítulo, al que desborda con
vaídas y de ello resultan dificultades particulares al homqsexual para la mucho, como ya hemos dicho.
elaboración de sus valores ideales (Super-Yo e Ideal del Yo). La sobrevalo- 2) FETICHISMO. Se trata de la inclinación erótica hacia «cosas» inani- Carácter
ración del falo constituye la respuesta que el sujeto da a su angustia de cas- macias o hacia partes corporales de los otros. La mayoría de los fetiches tí- simbólico del
tración, con una búsqueda constante de la potencia viril en otro, envidiada y picos son símbolos fálicos (botas, lápices, etc.), si bien el comportamiento «fetiche».
con celos de ella cuando no ha podido apropiársela. El papel tan conocido fetichista puede estar dirigido hacia los excrementos, la orina, o a otros ob-
de la identifica_ci~n con una madre «fálica» no es constante. Lo que parece jetos cualesquiera, que adquieren un valor importante a causa de su origen
actualmente mas importante es que la madre, cualquiera ~ue sea su tipo, no o su poder evocador (cabellos, vestidos, etc.). «Con frecuencia el olor es un
reconoce la autoridad ( el falo) del padre. factor decisivo>> (Fénichel). Según Pasche y Renard, estas erotizaciones co-
rresponden a una triple fijación: oral, recuerdo de los objetos que el lactante
Los tipos que describirá el psicoanalista dependerán de la posición que el sujeto y el niño llevan a la boca y chupetean en el momento de dormirse; anal,
ha encontrado para su economía interior, ante estos diversos problemas: unas veces
recuerdo del interés pregenital por los excrementos; finalmente, el objeto
e~ la_ ~astrac_ió_n la que aparece ~~- primera fila, en una homosexualidad de tipo narci:
s1cofalico,_ :11v1da como una po_s1c1on de prestancia, una defensa (una revancha) contra f antasmático puede simbolizar el pene atribuido por el niño a su mad~e
la castrac1on. Es «el _amor gnego», en el que la pareja elegida es un sustituto un (biberón, zapatos de mujer, etc). En la mayoría de los casos es posible de-
amor en espejo, los valores masculinos son sobrevalorados, la pasividad comp,leta- mostrar la existencia de significaciones complejas pertenecientes a varias de
ment~ desaprobada. Otr~ :eces ~l _aspec~o sadom~sóquico de la relación de tipo anal estas fijaciones. Esta perversión se presenta sobre todo en el hombre.
~s ev1d~nte, con una pas1v1dad v1v1da, bien conscientemente (posición perversa), bien
mconsc1entemente y de manera ambivalente y dolorosa (posición neurótica). Los
homosexuales masculinos participan_ muy frecuentemente de una combinación de

16
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS PERVERSIONES SEXUALES

La erotiza- 3) EXHIBICIONISMO. Esta perversión consiste en la necesidad incoer- bras obscenas) o el interés pot la pornografía constituyen conductas sustitu-
ción de la cible de obtener un equivalente del orgasmo, a través de la exhibición de los tivas de placeres dependientes de objetos más vergonzosos y censurados: El
mirada de ó~g~~os .genitales., P_ráctic~ente, s~lo exi~te en el hombre. La perversión ex- interés del hombre por la micción femenina puede también combinarse con
los otros ... h1b1c~o~,1sta patolo?1ca (vea~e Henn Ey, Etude, n. 0 12) se caracteriza por su ~ la coprofilia, sirviendo el conjunto para negar la diferencia de· los -sexos a
repet1C1on estereotipada e mcoercible. La más típica de estas conductas ha través de un retorno a los placeres del período de su indiferenciación primi-
sido muy bien descrita por Lasegue (1877), quien insistió sobre los siguientes tiva (fantasmas de la cloaca).
ca~acteres: e~~ibición de la _v~;g~ ~n estado de flaccidez, siempre en las 6) SADISMO. La erotización del dolor infligido a otro resulta de di- Sadismo.
mismas cond1c1ones de expos1c10n, sm masturbación ni «aventurados deseos versas posibilidades, que pueden asociarse. La base fundamental se encuen- ·
lascivos». Se trata de un caso típico de regresión a una pulsión parcial (los tra en la fijación a la experiencia esfinteriana primitiva, que es a la vez una
juegos visuales), la exhibición patológica del pene posee un carácter fantas- experiencia de destrucción de los objetos excretados (agresión) y una expe-
mático. Dicha exhibición es, por ejemplo, un medio de tranquilizarse contra riencia social de sumisión a la autoridad y de rebelión contra ella; experien-
el temor inconsciente de la castración. («Tranquilízame en cuanto a la exis- cias que pueden ser vivenciadas como amenazas de destrucción (punición),
tencia de mi pene, reaccionando a su visión.» «Tranquilízame al mostrarme que dan lugar a una intensa reacción agresiva. A esta capa arcaica se
el miedo que te inspira mi pene, así yo no necesitaré seguir sintiendo miedo.» superponen los fantasmas de la agresión oral. La regresión a estos niveles
«Os muestro lo que .querría que vosotros me mostrarais.» Tales son las fór- se produce en caso de fuertes erotizaciones anteriores y, especialmente, cuan-
mulas que propone Fénichel para describir la dinámica inconsciente de tran- do las excitaciones sexuales reactivan el miedo a la _castración.
quilización del exhibicionista.) De este complejo con variables componentes resulta una gama de com-
En la mujer, el exhibicionismo se desplaza de los órganos genitales a toda portamientos que van desde el crimen sádico al simple comportamiento sim-
1~ superficie corporal. Sí bien algunas de sus conductas representan exhibi- bólico (gestos crueles y violentos, prácticas eróticas de crueldad: flagelacio-
aones en el s_entido común del tér?1i~o, no son propiamente perversiones, nes, encadenamjento, azotes, mordiscos, etc.).
pues no constituyen el placer por s1 mismas: son tan sólo medios de seduc-
ción encaminados a obtenerlo. 7) MASOQUISMO. Los casos de verdadero masoquismo, es decir de
aquellos sujetos que gozan en el dolor (algolagnia), son considerados como
... y de la 4) «VOYEURISMO» o ESCOPTOFILIA. Esta perversión consiste también raros por los psicoanalistas. Parecen mucho más frecuentes los casos en los
suya propia. en una pa_rticular erotización de la vista .. Así pues, se trata de una perversión que la pena y el placer son provocados al mismo tiempo, o con escaso Ínter-
muy prox1ma a la precedente y, como ella, realiza una anacrónica valoración valo de separación, a través de comportamientos espeáficos; el ejemplo típico
de la p~l~~ón parcial ligada a los juegos visuales. El «voyeur» está fijado a viene proporcionado por el caso del niño que busca ser azotado o castigado,
la repet1C1on de «escenas» que le han permitido dominar el temor a la cas- que se las ingenia para obtener una pena que le procura el placer secundario
traci?n, por :11edio de la sus:i~ción . del acto por la visión. A esta primera de la compasión. Fénichel describe cuatro mecanismos posibles en la búsque-
puls1ón pama~ se. agr~~an s1gnificac1on~s sadomasoquistas secundarias, que da voluptuosa del dolor y la pena: l.º El sufrimiento puede ser concebido
c?mpletan la s1g01ficaaon de este acto (mverso a la exhibición), el cual con- como el tributo del prohibido pero deseado placer sexual. 2. 0 El sufrimiento Masoquismo.
s'.ste, en las formas más _típicas, en mirar ocultándose y en penetrar en el espa- puede aparecer como un sacrificio previo al placer previsto. 3 ° El sufri-
oo cerrado de las relaoones privadas, hasta participar en ellas clandestina y miento puede neutralizar la angustia ligada al placer, en él terreno de lo
vergonzosamente. . imaginario. 4. 0 El sufrimiento puede ser buscado como medio_ de obtener
Perversiones ~) PERVERSI~NE~, ANALES. La _coprofilia. En este caso la perversión protección.
anales. consiste en la erotizaoon de las funciones excretoras, propias o de los demás: La amalgama de este comportamiento con el del sadismo resulta de la
El nivel y el tipo de la regresión son aquí los mismos que estudiaremos en ambivalencia en la fase pregenital entre el deseo de destrucción del Objeto
el obsesivo, quien, como veremos, lucha contra realizaciones y fantasmas y el deseo de sumisión total al mismo, _lo cual es otra manera de incorpo-
escatológicos. El interés por los excrementos puede combinarse con la es- rárselo. Los niveles de fijación y de regresión de estos dos sistemas pulsio-
coptofilia, con el sadismo y el exhibicionismo. La cop,;olalia ( emisión de pala-

17
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS PERVERSIONES SEXUALES

nales son los mismos, y por ello la alternancia de los comportamientos Por otra, se trata de un ser ligado a las formas primitivas de sus pulsiones (placeres
sádico y masoquista es muy frecuente. y prohibiciones de la fase pregenital, o primeras relaciones de Objeto, y complejos de
la fase edipiana · o fase de la elección objeta!). A este respecto, veamos lo que nos
Existen comportamientos masoquistas extremos que conducen a la su- dice la escuela de Freud acerca del origen de las perversiones y sus relaciones con
misión total ( 1 ) . En un comportamiento de este género, el sÚjeto parece la neurosis.
buscar una auténtica fusión con el Objeto, como si formara parte del cuerpo - En lo que concierne a la génesis de las perversiones, el psicoanálisis insiste Fijación J re-
de este Objeto. En este caso, la regresión es pues más profunda aún que en el sobre la fijación a ciertas formas de conducta y de relaciones objetales. En el estadio gresión a los
placeres
tipo habitual de masoquismo. pregenital del desarrollo, estas conductas constituyen experiencias primarias de pla-
arcaicos.
Los grandes comportamientos masoquistas de ascetismo o de autodes- cer, a las que el sujeto tiende a regresar en ocasión de los conflictos de la fase edi-
pian_a. La regresión pura y simple es la tesis de Freud y de los psicoanalistas, tales
trucción (mutilaciones) son muy semejantes. Para el masoquista se trata de
como Pasche y Renard en Francia. Para Melanie Klein y su escuela, existen ya desde
conseguir, bajo lá presión de un Super-Yo excepcionalmente severo, el con- la fase pregenital experiencias de defensa contra la angustia provocada po_r la prohi-
tacto con «el Objeto» del cual desea ser «objeto». Se trata, en suma, de bición de placeres primarios, con una lucha, ya entonces, entre el Yo primitivo y el
comportamientos dirigidos contra sí mismo para destruir el «objeto malo» Super-Yo; lucha generadora de ambivalencia en lo que atañe a los primeros sistemas
incorporado (según los psicoanalistas es el mismo mecanismo que el del sui- pulsionales. Sea como quiera, de estas dificultades vividas en el desarrollo libidinal,
resulta una serie de situaciones fantasmáticas en las que la libido se satisface a tra-
cidio en el melancólico). Mediante este procedimiento, el sujeto intenta la vés de simbólicos sistemas de equilibrio o de compromiso. Se trata de imágenes ate-
conciliación con la parte de sí mismo que es vivenciada como víctima del morizadoras o seductoras del padre, de la madre, del pene paterno, de los propios
destructivo Super-Yo. De _este modo, se descubre el sentido del placer ante órganos sexuales. Las peripecias de esta prehistoria de las pulsiones, de sus imágenes
el sufrimiento. Los comportamientos masoquistas pueden ser entendidos y de su carga libidinal positiva o negativa, confieren una particular vulnerabilidad al
desarrollo ulterior. A este respecto, las perversiones representan una suerte· de place-
como lo son los sacrificios en las religiones, es decir como medios de obtener res prohibidos o primitivos, cuya exigencia es casi absoluta. Pero los psicoanali-stas
el perdón y conseguir el contacto con el objeto omnipotente en una verdade- continúan insistiendo sobre la regresión, .es decir sobre la fuerza que hace retroceder
ra idolatría. al sujeto hacia los sistemas primitivos de satisfacción.- Esto supone lo mismo que decir
que la fijación representa la elección primaria, la elección de la perversión, mien-
tras que la regresión es la fuerza que «retropulsa» al individuo hacia sus primeras
experiencias, a partir del fracaso de una experiencia nueva no integrada, la del propio
C. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS PSICOPATOLÓGICOS sexo. La idea clara que se desprende de estas teorías es, pues, la de que la perversión
es un fenómeno anacrónico, cuyo_ dinamismo desplaza o desvía la sexualidad .
. En forma sucinta, acabamos de presentar la fisonomía, más analítica que clínica, - En lo que se refiere a las relaciones entre neurosis y perversión, se desprende La pen.wsión
de las perversiones para ilustrar en qué sentido se orienta el estudio de estas desvia- de numerosos trabajos otra idea fundamental. Es la que ya fue emitida por Freud: es 1111a p11lsió11
ciones del instinto sexual desde hace 30 ó 40 años. Sin duda, hubiera sido posible la neurosis es el reverso de la perversión. Es decir, que en la neurosis, como veremos, que asa de ser
enriquecer y también discutir cada una de estas interpretaciones. En todo caso el todos los síntomas se forman contra el sistema pulsional activo, que no es aceptado rechazada nor-
análisis de la personalidad del perverso (Boss,. 1947) recoge las grandes obras Íite- por el Yo, en tanto que en la perversión la conducta arcaica es asumida y deseada por
malmente.
rarias, médicas y filosóficas antiguas y modernas (Sade, .-Restif de la Bretonne, Krafft: el Yo. El perverso tolera su perversión. El neurótico interpone entre ella y él un
Ebing, Havelock Ellis, Genet, Sartre, etc.) para mostrar que la «perversión sexual» complicado juego de defensa. Ahora bien, por más claro que sea este esquema, nece-
es Ün aspecto fundamental de toda la humanidad. La escuela psicoanalítica, por medio
sariamente se complica, ya que la perversión en tanto que «pulsión parcial» obtiene su
de su método de exploración del inconsciente, ha precisado tan sólo que la infancia
fuerza en una especie de aislamiento que la separa del Yo. En efecto, éste siempre se
no debe ser considerada ni como una angélica inocencia ni como una monstruosidad muestra más o menos ambivalente con respecto a la perversión, a la vez asumida y
sino como una inmaduraciqp que contiene todas las virtualidades de perversiones. ' deseada por él, pero también vivenciada como una fuerza exterior a él mismo. Por
Por Jo tanto, es concebible que aquello que los autores antiguos habían descrito
ello los clínicos observan que la neurosis y la perversión jamás son «puras», es decir
oportunamente, aunque recurriendo a los conceptos de «degeneración» o de «disge-
perfectamente aisladas una _de otra en una personalidad. Como vemos, en definitiva,
nesia», se integre a las nociones de fijación y de regresión a tipos infantiles de sensi- es la propia organización del Yo la que (como en la neurosis) es patológica. Pero, en
bilidad y de imaginación. En efecto, por una parte, el perverso patológico es un ser tanto que el Yo neurótico es un Yo que no consigue asegurar la unidad de su persona
«~alfo~mado»,. y a ,esta malform~ción se dedican los estudios sobre la morfología, Ja a través de los conflictos que comprometen su imagen, el Yo perverso es un Yo que
etiolog1a, la b_10Jog1a, la herenoa y los antecedentes psicopatológicos del perverso.
alcanza su unidad, aunque tan sólo a condición de encontrar una salida libre - una
válvula - a sus pulsiones.
(') Un ejemplo en la literatura contemporánea viene dado por la Historia de O.

18
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS TOXICÓMAN!)S 379
ALLEN (C.) - Les déviations sexuelles. Ed. Payot, París, 1963.
D. TRATAMIENTO EcK (M.). -Sodome. Ess<Ji sur l'homosexualité. Ed. A Fayard, París, 1966.
HENRY (G. W.). -Society and the Sex Variant. Ed. Paper Collier, Nueva York, 1965.
MARMOR (J.). -Sexual inversión. Ed. Cloth Basic Books, Nueva York, 1965.
Los problemas del tratamiento psicoterápico están dominados por una NACHT (S.). - Le masochisme. 3.ª edición, Ed. Payot, París, 1965.
rnestión. Dado que es raro, como acabamos de decir, que la perversión no G!ESE (H.) y von GEBSAITEL. - Psychopathologie der Sexualitat. Ed Emke, 1962.
esté asociada a rasgos neuróticos, ¿cuál es la carga neurótica del comporta- PASCHE (F.). - Note sur les perversions. Rev. Franr. de Psychanalyse, 1955, XIX.
RENARD (M.). -Troubles du comportement sexuel. M-C., Psychiatrie, 1955. ·
miento considerado? El pronóstico, en efecto, depende en gran parte de la KlNSEY (A.) y colabs.-Le comportement sexuel de l'homme (trad. fr.), ed. Le Pavois,
Indicación inquietud sentida por- el sujeto. Si, como la definición de perversión «pura» París, 1948. Le comportement sexuel de la femme (trad. fr.), 1954.
de la · psico- lo preve, está satisfecho con su témica de placer, es poco probable que
terapia en los acepte un tratamiento, incluso bajo la presión de su ambiente. Por tanto,
casos próxi- 'ante una solicitud de tratamiento, una fase previa consistirá en valorar la III. TOXICóMANOS Y TOXICOMANíAS ::,¡
mos ª las determinación del paciente y en apreciar el lugar que ocupa la perversión
neurosis. dentro· de la economía del Yo. Pues existen organizaciones perversas que Lo que define el desequilibrio instintivoafectivo de estos psicópatas es la
protegen una personalidad frágil,· prepsicótica. En tales sujetos, el trata- apetencia toxicomaníaca, pues su toxicomanía es, por así decir, tan sólo •11-
miento debe consistir en una psicoterapia del tipo de las utilizadas en los cundaria a esta profunda anomalía de su sistema pulsional.
psicóticos. · . . La apetencia toxicomaníaca constituye una perversión que satisface su Las «toxico-
En los otros casos, en los que· neurosis y perversión coexisten en un mis- oecesidad (búsqueda del placer, evitación del sufrimiento) por medio de una m,anías»
mo sujeto, y que vienen a solicitar un tratamiento en virtud de la inquietud absorción habitual y espeáfica de un tóxico (droga). Un profundo estudio constituyen
neurótica, merece ser emprendido un psicoanálisis. Ahora bien, no: siempre del problema comportaría, evidentemente, el estudio de los diversos «tóxi- otra forma
se alcanza un resultado óptimo, que sería el de permitir al sujeto superar el cos» y de sus propiedades psíquicas y neuropsicológicas. Más adelante estu- de perver-
nivel de las satisfacciones progenitales para llegar a un nivel genital. Puede sión.
diaremos ampliamente la toxicomanía más extendida en Francia: el al-
ocurrir que el sujeto se libere de sus rasgos neuróticos y tienda a conservar
coholismo. Aquí nos limitaremos a exponer en forma suscinta las otras
su perversión, de tal manera que esta actitud bloquee completamente el aná-
toxicomanías, ~es las medidas represivas tomadas en relación a los tóxicos
lisis a causa de las satisfacciones encontradas por el sujeto en la relación
han conducido a reducir considerablemente el número de toxicómanos.
analítica misma. Según Fénichel y Pasche, para hacer posible el análisis del
No obstante, el problema psicopatológico de la conducta toxicománica
perverso es conveniente modificar la témica clásica, imponiendo al mismo
debe ser conocido por todó médico: numerosas toxicomanías son «creacio-
la renuncia de su perversión durante toda la duración del tratamiento.
nes médicas» en las que la responsabilidad del médico se encuentra. a veces
Si en este párrafo n.o hemos hablado más que de psicoterapia, ello se comprometida, y, por otra parte, una vez instituidas, las toxicomanías plan-
debe a que todos los tratamientos biológicos (terapéutica hormonal, castra- tean ptoblemas prácticos con frecuencia difíciles, ante los cuales el médico
ción, etc.)' son, por lo general, absolutamente ilusorios. práctico, el psiquiatra y la sociedad deben definir su actitud terapéutica y
profiláctica.
Como insistiremos en el capítulo dedicado al alcoholismo, la patología
INDICE BIBLIOGRÁFICO del toxicómano se define menos por ,los efectos del tóxico que por la actitud
hacia el tóxico, es decir por la perversión del deseo y la dependencia en re-
KRAFFT-EBING. - Psychopathia sexualiJ (trad. fr.), 1931. Nueva edición, 1958.
EL LIS (Havelock). - ltudes de psychologie sexuelle, Mercure de France, 1934, lación con la droga. Si bien para entrar dentro de la categoría de los tóxicos
FREUD (S.). -Trois e11ais sur la théode de la sexualité, 1905. Trad. fr., N.R.F., 1923. capaces de producir «paraísos artificiales», la droga debe poseer ciertas pro-
NACHT (S.). -Pathologie de la víe amoureuse, Denoel, París, 1937. piedades fisiológicas, una definición estrictamente fisiológica de estos «tóxi-
·Boss (M.).-Sínn und Gehalt der sexuellen Perversíonen. ~erna, 1947.
c~s~> es superflua, si no es imposible. En el _libro_ ,de 1:-ewin; ~os paraisos arti- ~
EY (Henri).-Estudio n.º 13. ltudes Psychiatríques, II, Desclée, ed., 1950.
FÉNICHEL (O.). -Théorie psychanalytíque des nfrroses (trad. fr.), P.U.F., 1953. fmales (1928), puede encontrarse una clas1ficaóon s1stemabca. ---

19
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS TOXICÓMANOS

ejemplo, el caso de un enfermo que «bajo la amenaza» de una anuria, por


A. ESTUDIO CLÍNICO DEL TOXICÓMANO TÍPICO: otra parte «verificada» por sondaje, obtenía de sus médicos inyecciones intra-
EL MORFINÓMANO venosas de Dolosal desde hacía varios años.
El examen físico permite reconocer los signos de la imp·regnación morfí-
Como prototipo para la descripción de una toxicomanía tomaremos la nica, que serán descritos más adelante, y descubrir las señales de inyecciones
morfinomanía, tal como se observa en los países occidentales. o de abscesos. Con frecuencia existen signos de desnutrición, pues el apetito
está muy reducido. A nivel de la piel y de las faneras deben buscarse tras-
Una ocasron 1) INICIO Y CONDICIONES DE LA MORFINOMANÍA. El inicio de la toxico-
tornos tróficos (uñas frágiles, piel seca). Finalmente debe repararse en la
desencadena manía es, con bastante frecuencia; «médico». Por ejemplo, una larga enfer-
ansiedad-del sujeto, así como en las variaciones de su humor: eufórico si ha
la predispo- medad dolorosa ( crisis repetidas de cólicos hepáticos y nefríticos, neoplasias),
sición toxico• obtenido su dosis, se muestra agitado e irritable si la espera.
períodos postoperatorios complicados, aparatos para corrección de fracturas
fílica. difíciles de soportar, etc., conducen al médico o al cirujano a prescribir el 3) EFECTOS FISIOLÓGICOS DEL MORFINISMO. Se admite que la morfina Los efectos
«clorhidrato» nocturno. Ahora bien, la mayoría de las veces esta «situación» actúa sobre todo el córtex, aumentando la inhibición que ejerce sobre el tá- fisiológicos
no constituye más que un factor desencadenante de una disposición neuró- lamo y el hipotálamo y disminuyendo así la reactividad emocional y dolo- de la droga ...
tica subyacente. El hecho de entregarse al tóxico se inscribe, en efecto, por rosa. Todas las sensaciones están disminuidas (salvo el prurito, que frecuen-
lo general, en el curso del desarrollo de una conducta perversa: imitación del temente está aumentado). Con frecuencia, la «cenestesia» es agradable, y las
«snob» o del ocioso (papel de proselitismo de ciertos toxicómanos); búsque- funciones psíquicas superiores están poco alteradas o su actividad es sentida
da de sedación en el ansioso y en el hipocondríaco; o medio de liberación como deliciosamente exaltada.
y de subversión en el psicópata perverso. Y es que es en el origen de la ne- La morfina es 11agomimética (miosis, bradicardia, aumento de las secre-
cesidad y del placer toxicofílico dónde se encuentra la raíz afectiva profunda ciones salivales y bronquiales, depresión del centro respiratorio, tendencia
de la perversión. · a las náuseas, constipación por efectos antiperistálticos). El morfinismo cró-
nico comporta, pues, todos estos síi-it"omas con una atenuación progresiva de
ia apetencia morfínica, como toda toxicomanía, _nos remite al nivel de una algunos de entre ellos, ya que, con la duración de la intoxicación, interviene
regresión al estadio oral; en efecto, todas las posibilidades de placer se retrotrién a el fenómeno de la habituación.
este nivel de gratificaciones primitivas. Contrariamente, la sexualidad es pobre. El Ésta corresponde á una cada vez mayor tolerancia a la droga, de tal ma-
cuerpo no es ipás que un instrumento de recepción de_ los placeres sustitutivos de los
de la boca. No es por azar como la mayoría de las conductas sustitutivas son con- nera que, para obtener efectos comparables, se hacen necesarias dosis cada
ductas orales (bombones, cigarrillos, medicamentos anodii:ios, tendencia a la bebida, vez mayores. Es difícil distinguir este efecto fisiológico del de la dependencia
etcétera). Recordemos también, en este lugar, la doctrina psicoanalítica de las o estado de necesidad en el cual el toxicómano reclama imperiosamente la
perversiones: una fiiación intensa al nivel infantil de la oralidad permite, por la 1·e- morfina, pues la necesidad es t~bién una angustia, y, ante este enfermo,
gt'esión ocasional o buscada de la edad adulta, evadirse de las dificultades de la
existencia. La ley del placer recobra sus derechos sobre los principios de la realidad
angustiado, es difícil discernir el «verdadero» dolor de su simulacro o de su
y de la moralidad. temor.
Esta habituación es en todo caso generadora de una elevación de las
2) CIRCUNSTANCIAS DEL EXAMEN Y HÁl3ITO DEL TOXICÓMANO. Algunas dosis por «anticipación», puesto que el toxicómano desea prevenir anticipa-
veces el toxicómano puede dirigirse directamente al psiquiatra para ser desin- damente la angustia debida a la insuficiencia del tóxico; en estas condiciones
toxicado en virtud de las molestas dosis alcanzadas, o bien simplemente por- aproxima las tomas y eleva su cantidad de tal manera que las dosis se hacen
Diagnóstico que es perseguido por la policía y quiere protegerse mediante una manifes- • tan variables rnmo la propia habituación. Tal sujeto se contenta con una
del compor- tación de buena voluntad. El médico general puede encontrar al toxicómano dosis mínima cotidiana, otros tienden a aumentarla y fuerzan las cantidades
tamiento en el curso de su búsqueda de tóxico, invocando pretextos «médicos» : dolo- o eligen vías de introducción masivas (venosas). Tal sujeto trabaja y lleva
toxicómano. res atroces, viscerales o traumáticos, insomnio rebelde, etc. A veces, auténticos una vida activa y brillante; tal otro permanece confinado en la cama.
síndromes psicosomáticos pueden forzar la voluntad del médico. Así, por

20
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS TOXICÓMANOS

... y sus efec- 4) EFECTOS PSICOPATOLÓGICOS. Ya sea para escapar a un dolor de más próximo al polo neurótico ( en el que la tendencia compulsiva manifiesta
tos púcoló- origen somático o de origen moral, el morfinómano busca en la droga una la lucha angustiosa contra «el vicio»). En este último caso, el sujeto lucha y
gicos. modificación apaciguadora de los sentimientos vitales. La morfina confiere juega a la vez con la culpabilidad neuróti!'.a y el martirio que mantiene a
una tónalidad agradable a ~sus experiencias perceptivas, tímicas y cenestésicas través de su toxicomanía. Es importante hacer esta distinción, pues el sujeto
y a sus relaciones con el mundo. Pero se trata de una modificación superficial, compulsivo es un posible candidato a una psicoterapia, en tanto que el
suficiente para abolir la angustia, pero insuficiente para abolir la actividad perverso-impulsivo se muestra rebelde y refractario.
y el funcionamiento de adaptación a la realidad. De ello deriva, como aca- 6) EVOLUCIÓN. En esta evolución deben distinguirse dos fases o, si se
bamos de ver, la noción de «la dosis» que conoce cada morfinómano y que quiere, dos grados:
varía hasta el infinito, según el grado del afán perverso y de la adaptación
social aún posible. El morfinómano reciente (sobre todo si es del tipo neurótico-compulsivo)
Las modificaciones de· la vivencia, de la experiencia sensible y afectiva es susceptible de una desintoxicación, con alguna posibilidad de éxito. Estas
son consideradas por los psicoanalistas como una regresión narcisista; por la posibilidades consisten en la iniciación de una psicoterapia y la posible li-
que el sujeto busca y obtiene una disminución de la tensión que engendran. quidación de las conductas neuróticas. Ahora bien, por lo general, después
el dolor y la angustia (sensaciones dolorosas, culpabilidad, expectación ansio- de una fase más o menos larga de lucha, con períodos de intoxicación y pe-
sa, remordimientos, preocupaciones familiares, profesionales o sociales). En ríodos de abstinencia, la barrera neurótica queda suprimida y el sujeto al-
efecto, la morfina modifica favorablemente la vivencia dolorosa de la realidad can?a el estadio de toxicómano inveterado. '
o de lo imaginario,' y la sustituye por una satisfactoria vivencia de poder El· morfinómano inveterado o del tipo perverso no se desintoxica más
personal y de fantasías hedónicas. De este modo el morfinómano se otorga que por un interés momentáneo. Puede decirse que, prácticamente, es incu-
una especie de luna de miel sin otro acompañante que el tóxico. Si bien la rable. Citemos aquí la experiencia de unó de lós más_ competentes centros
actividad se mantiene, no obstante está sometida a la exigencia de las satis- mundiales en materia de toxicomanía, el hospital de Lexington (EE. UU.):
facciones toxicofílicas: la saciedad inmediata. De ahí una orientación aso-
cial en las relaciones y en el carácter. Los otros son desvalorizados, las re- Al hospital federal de lexington, reservado a los toxicómanos, son enviados los
sujetos condenados por los tribunales por delitos relativos a la toxicomanía. Asimismo,
laciones se convierten en piezas intercambiables de un universo utilitario,
pueden entrar voluntariamente enfermos para someterse a una desintoxicación.
organizado en procedimientos destinados a alcanzar su fin. Es el mundo del
perverso tal como lo hemos descrito más arriba y en el que es fácil descu- Pesc_or (1938) resume así el destino de 1.0 36 pensionistas:
brir,. según el momento y los individuos, los rasgos caracteriales sadoma-
soquistas o los del narcisismo primario. La agresividad es secundaria a la Preponderancia masculina. Edad media: 38 años. Condenas por tráfico de drogas.
Por lo general, nada destacable hasta los 18 años. La mayoría de las veces servicial y
fru~tr~ción:, aquél~a ~e desencaden~ en formf impulsiva o larvada, según que sin hijos, el sujeto ha mostrado una satisfactoria adaptación social hasta la intoxicación.
la satlsfacoon este distante o sea mcompleta. Desencadenado ( o si se quiere Es tolerante con todas las formas de perversión. Usa varias drogas, pero la morfina es
encadenado), el toxicómano es capaz de barrer todos los obstáculos para su preferida. El psicólogo le aprecia una edad mental alrededor de los 13 años; el
alcanzar la droga o su aspiración del momento. Tr~nsforma, como se ha psiquíatra lo sitúa entre las personalidades psicopáticas. Admite la desintoxicación
dicho (Logre), su luna de miel en luna de hiel. cuando los inconvenientes de la droga superan a sus ventajas (por ejemplo, si se ve
obligado a pasar su vida en prisión o en el hospital). Solicita ser remitido a parientes
Una distin- 5) · TIPOS CLÍNICOS. Ciertos tipos de morfinómanos dependen de aso- responsables y no toma en consideración el reemprender un trabajo permanente.
ción muy im- ciaciones caracteriales o biotipológicas y así se describe el toxicómano ciclo-
portante: tímico, esquizoide, ansioso, etc. La distinción entre los toxicómanos im- La evolución se extiende durante decenas de años. Pueden sobrevenir
toxicómanos complicaciones psiquiátricas (estados depresivos, delirios) o generales ( ca-
pulsivos y compulsivos (obsesivos) responde a una exigencia clínica más
impulsivos y quexia:), pero generalmente. el sujeto fallece a causa de una enfermedad
toxicómanos interesante, ya que permite oponer el toxicómano-tipo ( correspondiente a la
descripción dada más arriba, próximo al polo perverso y en el que la impul- intercurrente ante la cual se defiende mal: infección, accidente vascular, etc.
compulsivos. El suicidio es frecuente.
sividad consiste en la necesidad de satisfacción inmediata) al toxicómano

21
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS TOXICÓMANOS

3) CÁÑAMO INDIO o HAXIX (kif en África del Norte y marihuana


B. LAS DIVERSAS DROGAS Y SU USO TOXICOMANÍACO en América Central). La intoxicación aguda ha sido objeto en el siglo XIX
de las descripciones científicas de Moreaú ( de Tours) y de las•descripciones
Es muy difícil clasificar los «tóxicos». literarias de Baudelaire, de Théophile Gautier, etc. Consiste en una embria-
Los expertos de la O.M. S. han propuesto distinguir (1952): guez especial que A. Porot describió en cuatro fases: 1.0 excitación con diso-
ClaJijicació11
de loJ tóxicoJ. - las drogas nocÍt'aJ al individuo y a la sociedad, las cuales, a una cierta posolo- ciación ligera de la conciencia; 2. 0 confusión con fenómenos alucinatorios;
gía, producen siempre toxicomanía. Se trata los tóxicoJ mayoreJ de Porot (1945): opio posibilidad de actos agresivos; 3.º éxtasis con estado de beatitud; 4. 0 final-
y sus derivados o sucedáneos, cáñamo indio, cocaína; mente, sueño. ·La intoxicación crónica, conocida en los países 'del Medio
- las drogas que no crean una necesidad imperiosa, pero que son buscadas por Oriente y de la América Central, se observa sobre todo entre las clases po-
ciertos individuos. En este caso la reacción psíquica domina sobre la reacción farmaco-
lógica. Dentro de esta categoría se incluyen los tóxicos menores (Porot) : barbitúricos, bres dé la población, y los cuadros de decader:icia y de caquexia se deben a
cloral, tabaco, café, etc.; · la droga más bien de una manera indirecta que directa. Los «consuelos» del
- entre las dos, pueden situarse las drogas que participan de factores psíquicos haxix permiten al sujeto -tolerar o acentuar una desnutrición crónica. El
y farmacológicos: hipnóticoJ, amf etaminaJ, etc. extremo desfallecimiento psíqaico de la intoxicación crónica puede manifes-
tarse a través de un cuadro «esquizofreniforme», debido a la combinación
1) OPIO Y DERIVADOS. El opio se consume por la boca: opio prepa-
de de_sinterés, inafectividad y onirismo.
rado (pipas o píldoras); restos (residuo de las pipas); láudano, elixir pare-
górico; o en inyecciones: morfina, heroína, codeína, Eubina (Eucodal, Nar- 4) CoCA y COCAÍNA, Los indígenas de América del Sur (coqueros de Cocaína.
genol). Las cantidades utilizadas son muy variadas. Los fumadores de 10 los Andes) comen hojas de coca. En los países occidentales, la cocaína
a 15 pipas por día toman poca morfina (0,25 g de opio bruto poi pipa, con se utiliza por vía nasal. Es la gran toxicomanía de los «civilizados» del
un contenido de morfina variable, generalmente inferior al 10 %)- Por el «mundillo» o ambientes de estetas y prostitución ( consúltese el libro de
contrario, los grandes toxicómanos alcanzan dosis considerables, 1 g y más . H. W. Maier, 19.28). Cada toma es, por lo general, de 5 a 30 cg. La can-
de heroína, a veces en inyecciones endovenosas de 0,10 g, 0,20 g y más. Debe tidad diaria varía de 1 a 6 g. Este método engendra accidentes locales:
señalarse la frecuencia de las intoxicaciones por los opiáceos en las profesio- coriza, rinitis atrófica, perforación del tabique nasal. Los efectos buscados
nes médicas y paramédicas. Entre 50 morfinómanos tratados por Booij (1955), son la embriaguez cocaínica descrita por Maier en tres fases: l.ª, euforia,
había 20 médicos, 10 mujeres de médicos, 10 enfermeras, 1 farmacéutico, alrededor de una hora; 2.ª, confusión, alucinationes visuales constituidas
1 veterinario y 2 ingenieros químicos. por coloreados puntos microscópicos en movimiento; alucinaciones táctiles,
sensación de pinchazos de agujas sobre todo en la punta de los dedos; alu-
2) SUCEDÁNEOS DE LA MORFINA. Citemos el grupo de la petidina (Do-
cinaciones auditivas con temas de culpabilidad y de persecución (véanse las
lantina, Dolosal, Demerol), etc., el grupo de la metadona (Butalgyl, Eptado-
bellas descripciones de G. de Clérambault); 3.ª, finalmente, fase de somno-
ne, Evadol, etc.) y el grupo de la f enadona. La reciente introducción del
lencia. La intoxicación crónica da lugar a graves trastornos de la conducta,
nuevo analgésico R. 875 (Palfium) plantea de nuevo el problema de los
que se hace agresiva y antisocial. En el curso de estas toxicomanías, se obser-
potentes analgésicos como objetos de toxicomanía. La experiencia debe ha-
van con bastante frecuencia perversiones sexuales (homosexuali~ad, etc.), en
cernos prudentes frente a toda afirmación de inocuidad con respecto a la
las cuales es muy difícil determinar si son la causa o el efecto del tóxico.
toxicomanía, si se piensa que todos los derivados y sucedáneos de la mor-
fina (en total más de un centenar) han sido presentados sucesivamente como 5) OTRAS DROGAS.. Señalemos en primer lugar los barbitúricos (tesis
.el producto perfecto que no engendra toxicomanía. Tal fue la suerte de la de Le Guillant, 1930). Su uso puede ser un sustitutivo de los tóxicos mayo-
heroína y del Dolosal, que se convirtieron después en las más potentes dro- res, citados precedentemente. El barbiturismo crónico comporta la utilización
gas toxicomaníacas. La experiencia de los psiquiatras lleva a considerar que de dosis próximas a las dosis tóxicas. Al igual que con el haxix y la co-
todo producto capaz de producir efectos analgésicos masivos es ipso facto caína, y contrariam.ente a la morfina, los signos psiquiátricos se manifiestan
susceptible de interesar al toxicómano. No se trata de una simple cuestión a través de comportamientos agresivos, groseros, violentos. La doi;is «útil»
química, sino de un problema de reacción al dolor y a la angustia. coloca siempre al enfermo cerca de los accidentes de la intoxicación aguda. La
25. - EY

22
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS TOXICÓMM!OS

embriaguez barbitúrica se asemeja a la del alcohol o a la fase de excitación ciones difíciles de dilucidar, ciertos trastornos debidos a respuestas fisioló-
de la P. G. Citemos también el cloral [G. de Clérambault (1910) describió gicas directas (necesidad) y un importante contingente de trastornos debidos
magníficamente la embriaguez por el cloral, que comporta alucinaciones vi 0 a la angustia y al chantaje. En la práctica, si se pone al enfermo en condi- ·
suales y táctiles], cuya intoxicación crónica conduce a estados de excitación, ciones tales que le sea evitada la angustia de la supresión, prácticamente no
de confusión o de delirio. Los bromuros dan lugar a intoxicaciones que re- existen trastornos graves. Después de un examen médico general y, si es
cuerdan los signos del alcoholismo crónico y el éter, el cual es utilizado más necesaria, una corrección ·de los trastornos nutritivos o· fisiológicos más
por vía respiratoria que por ingestión. importantes, el mejor método consiste en practicar una cura de sueño de
Los tóxicos Debemos insistir acerca de las aminas psicotónicas (benzedrina, Ortedri- algunos días, aunque proc.urando un sueño bastante profundo. En su defecto,
de los «jó- .na, pervitina, Maxitón, etc.). Estos ¡;roductos han sido utilizados en el curso la supresión del tóxico puede ser auxiliada por medio de pequeñas dosis de
venes». de los últimos años, ya sea por antiguos toxicómanos, a título de sustituto insulina (20 U. a 50 U.) o algunos electroshocks.
o de asociación, ya sea por jóvenes que en un principio buscan en estas dro-
gas la posibilidad de esfuerzos físicos o intelectuales·más prolongados y más 3) PSICOTERAPIA. Ahora bien la parte difícil de una desintoxicación
fáciles. · no es el obtener la supresión, sino el hacer tolerar por el sujeto una expe-
La ley común a todas las intoxicaciones se aplica también a estos produc- riencia donde se encuentra en la obligación de afrontar los dolores o la
tos: aumento progresivo de las dosis, vías de introducción masiva. Bajo el angustia que ha querido evitar recurriendo al tóxico. Éste es,. a la vez, el ries-
efecto de las considerables dosis que llegan a ser empleadas por ciertos suje- go y el interés de la empresa psicoterápica. Si, tras la conducta perversa, exis-
tos, se desarrollan el insomnio, la agitación psicomotriz, la confusión, el oni- · ten conflictos neuróticos, esta psicoterapia podrá abordarlos, y puede abri- El verdadero
rismo, a veces convulsiones, al mismo tiempo que se altera el estado general: garse la esperanza de aliviar realmente al enfermo proporcionándole la pronóstico es
adelgazamiento, anorexia, taquicardia. forma de sustituir la falsa solución que había encontrado por una conducta más el de la
mejor adaptada a su situación vital. Pero, en la mayoría de los casos, incluso perversión
6) PoLITOXICOMANÍA. La más frecuente es la asociación entre una de
si la toxicomanía fue engendrada por condiciones neuróticas,. la forma de que el de la
las drogas anteriormente e5tudiadas y el alcohol. Destaquemos también el intoxicación.
respuesta que el sujeto ha encontrado con el uso de los tóxicos ha desarro-
uso, a veces considerable, hecho por todos los toxicómanos, de tóxicos meno-
llado en él intensas fijaciones regresivas, y los esfuerzos que una psicoterapia
res como son el tabaco, el té y el café, destinados tanto a satisfacer las ne-
le· pide están más allá de sus medios. Después de una cierta duración de la
cesidades orales como a combatir por medio de sus efectos la inquietud o
intoxicación, el toxicómano por lo general es un recidivista casi fatal.
las molestias producidas por los otros tóxicos.
Por ello el problema de las toxicomanías exige medidas sociales.
En diversos países se ha organizado y reforzado el control de las drogas
C. TRATAMIENTO DE LOS TOXICÓMANOS que constituyen el objeto más frecuente de las toxicomanías (opio, coca,
haxix). En Francia, la prescripción de los medicamentos del cuadro B
La cura. 1) PRINCIPIOS GENERALES. La cura de desintoxicación no se empren- fue reglamentada por la administración pública en 19 de noviembre de 1948.
derá jamás a domicilio. Requiere una hospitalización que debe ser de larga En el plano internacional, la lucha contra los estupefacientes y las toxicoma-
duración (jamás inferior a dos meses) y comporta reglas estrictas de aisla- nías de todo género ha sido y es objeto de estudios y de proyectos por una
. miento y vigilancia (control de las visitas y del equipaje, etc.). Comisión de la O. M. S.

2) SUPRESIÓN. La cura de desintoxicación en sí misma no debe con-


sistir en la disminución muy lenta de la droga, método sistemáticamente
reclamado por el toxicómano, sino una supresión rápida en unos días.
¿Existen trastornos importantes debidos a la supresión? Es ésta una cuestión DUPOUY (R.).-Les opioman11s, ed. Alean, París, 1912.
LEWJN (L.). -Les Paradis artificiels (tra. fr.), ed. Payot, París, 1928.
sujeta a controversia. La «falta», que da lugar a toda una serie de signos
MAIER (H. W.).-La cocalne (trad. fr.), ed. Payot, París, 1928.
sujetivos y objetivos, es una experiencia en la que se mezclan, en propor- POROT (A.). -Les toxicomane.r. Colección Que Sais-ie? P. U. F., 1953.

23
LA ALCOHOLOMANÍA
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
sus primeras publicaciones (1942) no emplea ya este término en su _obra
DURAND (Ch.). -Toxicomanies. Encyclopédie méd.-chir., Psychiatrie, 1955, 37 380,
de 1960. En suma, la diversidad de las posiciones y de las concepaones
A-20 a 30.
O. M. S. - Comité d' Experts des drogues engendmnt les toxicomanies. RappÓrt nú- respecto al problema élel alcoholismo o de la alcoholomanía es tal que no
mero 229, 1962. •permite aún dar una definición que pueda satisfacer todos los puntos de
DosT (O. P.). -Die Psycholog1e der Notst1cht. Ed. Vlg Kriminalistik, Hamburgo, vista. También, según se tienda a examinar más particularmente: a) la con-
1963. ducta patol6 gica o b) el efecto del alcohol sobre el organismo; se considerará
KoLB (L.). - Drug addiction. Ed. Thomas, Springfield, 1962.
RETTERSTOL (N.) y SUND (A.). -Drug addiction and habituation. Ed. Munks gaard,
en el primer caso la toxicomanía y la organización neurótica que la sustenta
Copenhague, 1965. y en el segundo el síndrome tóxico (intoxicación alcohólica) o psicosis alco-
h6licas.
En los dos casos existen trastornos ligados a la absorción de alcohol, pero
IV. LA ALCOHOLOMANíA sería muy arbitrario separ"ar completamente los dos síndromes porque existe
a la vez paso del uno al otro y superposición de lós dos grupos nosográficos.
El alcoholis- Se admite ahora que la alcoholización del individuo, denominador co- Podemos admitir, pues, que el aspecto psiquiátrico del alcoholismo inter-
mo es ante mún de todas las formas psiquiátricas del alcoholismo, debe ser considerada viene cuando el uso de las bebidas alcohólicas es susceptible de causar un
todo una ante todo como una conducta. De suerte que el problema psiquiátrico del «daño cualquiera al individuo o a la sociedad, o a los dos» Oellinek). Pero,
conducta pa- alcoholismo no se reduce a los múltiples efectos del alcohol sobre el cerebro, una vez más, las complicaciones patológicas del uso habitual o intermitente
tol6gica ... o las otras vísceras, sino que exige primero que sean examinadas la motiva- del alcohol no bastan para clasificar los aspectos clínicos del alcoholismo y
ci6n patol6gica que empuja a determinados individuos a beber en exceso (la se ha de estudiar el comportamiento del organismo y la personalidad con
apetencia de los tóxicos); la variabilidad de la tolerancia individual: la respecto al alcohol. Por otra parte, el estudio del terreno particular sobre el
adquisici6n de una dependencia del alcohólico con respecto a los tóxicos, etc. que evolucionan muy frecuentemente las psicosi~ ·y las neurosis alc_~hólicas
Este problema es por consiguiente extremadamente complejo y será necesario se ha impuesto· siempre a los psiquíatras para qmenes la «degenerac1on» era
evitar considerar a las psicosis alcohólicas, que estudiaremos en la Cuarta a fin de siglo a la vez causa y efecto del alcoholismo (Magnan). Desde hace
Parte -de esta obra, consagrada a los procesos orgánicos generadores de una cuarentena de años se insiste sobre la predisposición neurótica i. esta
trastornos mentales, como simples intoxicaciones, como si el tóxico, obrando toxicomanía. «Frecuentemente, dice Fouquet (1955), la ingestión de alcohol
solamente por su acción espeáfica sobre el sistema nervioso, pudiera dar toinada a la manera de una droga no representa más que un síndrome de la
cuenta de toda la psicopatología alcohólica. organización neurótica.» Por esta razón nosotros comenzaremos el estudio
Siendo, pues, el alcoholismo considerado como una conducta, ésta es del alcoholismo psiquiátrico por la alcoholomanía, y lo c_ompletaremos me-
generalmente designada con la denominación de alcoholomanía (P. Perrin). diante el estudio de las psicosis alcoh6licas clásicas que tienen más natural-
Sin embargo, todos los autores no están de acuerdo en considerar la conducta mente su lugar ep la Cuarta Parte de esta obra (pág. 755).
de alcoholización cómo una toxicomanía propiamente dicha, y esto en ra-
... que se zón de diferencias que oponen la alcoholomanía a la tox'icomanía tal cual ha
aproxima a sido definida por el Comité de la O.M. S.: 1. 0 invencible deseo o necesidad
A. HISTORIA Y POSICIÓN DEL PROBLEMA DEL ALCOHOLISMO
las toxicoma- de continuar consumiendo una droga y procurársela por todos los medios;
nías sin con- 2. 0 tendencia a aumentar las dosis; 3.º dependencia de orden psíquico y
a Un recuerdo de las grandes líneas del movimiento de las ideas sobre la
fundirse
veces físico con respecto a los efectos de- la droga. Por el contrario, en la patología mental del alcoholismo nos ayudará a comprende: el e~tado actual
completa-
mente con toxicomanía alcohólica: 1.0 falta la tendencia a aurrmitar la dosis absorbida de este problema que debe ser separado de numerosas cons1deraaones extra-
ellas. que es reemplazada, en los viejos bebedores, por uná reducción de la consu- médicas que tienden a deformarlo.
mición; 2. 0 por una intolerancia que se opone a la tolerancia del verdadero El estudio del alcoholismo no comienza verdaderamente más que a me-
toxicómano; 3. 0 finalmente, los trastornos de desadaptación son mucho diados del siglo XIX. Magnus Huss (1852) fue el primero que denunció el
menos importantes, incluso inconstantes, en los alcohólicos. Jellinek mismo, alcohol como factor de degeneración. Después, los trabajos de la ·escuela
tras haber empleado la palabra de «adicción», es decir «toxicomanía» en

24
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA ALCOHOLOMANÍA 391

útJ concep- francesa: Magnan (1874), Lasegue (1881), Legrain (1889), Garnier (1890),
ciones y tra- Mignot (1905), etc., nos han dado descripciones y una clasificación de todas B. ETIOLOGÍA
bajos anti- las formas mentales agudas, subagudas y crónicas del alcoholismo. En los
guos. países de lengua alemana, a comienzos de siglo, Kraepelin, Heilbronner, Las causas del alcoholismo son numerosas, complejas y profundas. Ten- ~
Bonhoeffer, A. Forel, E. Bleuler, etc., prosiguieron el mismo trabajo de cla- dremos que limitarnos a pasarles revista. Sin embargo, su conocimiento es
sificación clínica y de estudio sociológico. indispensable para apreciar la amplitud del problema y poder ejercer útil-
Sin embargo, esta misma época (fin del siglo XIX) vio aparecer toda una . mente una acción terapéutica sobre el plano individual y combatir la plaga
literatura pseudocientífica que oscureció los problemas etiológicos y patogé- en el plano social.
nicos por consideraciones moralizantes y apasionadas, ligadas estrechamente
a la teoría reinante sobre la degeneración: el alcoholismo es un vicio, atri- l. LA APETENCIA
buto de degenerados, que conduce a la locura ...
, Orientación En el período contemporáneo, como nosotros decimos, el interés de las La historia de la humanidad nos muestra el gusto constante y general del Valor hedó-
psicosocial investigaciones se ha orientado hacia investigaciones psicológicas sistemá- hombre por el alcohol (Lewin, 1928). Desde siempre las bebidas alcohólicas nico y pres-
de los traba- ticas de la personalidad profunda del enfermo, de su cónyuge, de su familia han tenido preferencia sobre las otras (leche y agua especialmente) por su tigio mítico
jos moder- del alcohol.
y de su medio social. Estos estudios psicopatológicos y sociopatológicos se efecto tónico y euforizante, el alivio que ellas aportan a la angustia y para-
nos. lelamente la . liberación de lo reprimido (valor «dionisíaco» del alcohol).
han beneficiado esencialmente de los progresos realizados por los métodos
psicoanalíticos, sociológicos y también de la antropología cultural. Estas }fa sido así cómo el hombre se ha ingeniado para preparar las preciosas
investigaciones, muy numerosas, han sido más importantes en los países bebidas destinadas a exaltarse a sí mismo.
. anglosajones, donde la proporción de manifestaciones francamente neuró- Históricamente, también el alcohol va estrechamente asociado a los ritos
ticas parece más frecuente que entre nosotros: Citemos en especial los tra- religiosos de las comunidades primitivas, y se puede comprobar su transmisión
bajos considerables de los equipos del Y ale Center of Alcohol Studies (1 ) hasta nuestros días por su participación tradicional en nuestros pequeños
cuyo principal animador ha sido E.M. Jellinek. rito~ privados (ceremonias familiares y públicas, vinos de honor, brindis, etc.).
Los trabajos Paralelamente a las investigaciones precedentes, el período contemporá- En el estado actual de nuestras costumbres es innegable que el acto de «be-
biológicos. neo ha visto desarrollarse las investigacioQes biológicas, especialmente las ber juntos» crea una solidaridad entre los hombres, y no es excesivo decir
desviaciones muy complejas del metabolismo, los trastornos carenciales y que no hay muchas fiestas que se realicen sin beber.
Junto a la «satisfacción oral» que procura y los valores a veces simbólicos Prejuicios
las perturbaciones funcionales en el curso de las diversas manifestaciones
de su uso, vulgarmente se atribuyen al alcohol propiedades fisiológicas «dina- populares.
psíquicas del alcoholismo. Otras investigaciones ¡araclínicas (electroencefalo-
grafía, pneumoencefalografía) constituyen vías de investigación que ya nos mógenas» que lo hacen recomendable en nombre de la salud. Y así es cómo
han aportado elementos susceptibles de ayudarnos a comprender las mani- «el alcohol daría fuerza y virilidad de lo que se debe uno enorgullecer»;
festaciones psiquiátricas del alcoholismo crónico. . el vino y el alcohol «calientan» y «levantan el ánimo», y es bien difícil
Todas estas perspectivas de investigaciones clínicas o bioquímicas, psico- hacer admitir que el vino no sea inq.ispensable para un obrero que realiza
patológicas individuales o colectivas, esquematizan bastante bien las múltiples trabajos de fuerza.
direcciones de investigaciones complementarias que deben aportar cada día En nuestro país es imposible no hacer desempeñar un papel considerable
al psiquíatra los elementos necesarios para una mayor precisión en la deli- a. las diversas formas de solicitaciones apremiantes de que el bebedor . es
mitación, · la comprensión y la terapéutica de los. múltiples aspectos de la objeto: abundancia de las ventas de bebidas, volumen y multiplicidad publi-
psicopátología de los alcohólicos. citaria en favor de las bebidas alcohólicas; baratura relativa del precio del
alcohol, etc., todos estos elementos están sostenidos por intereses económicos
considerables (producción, transportes, distribución de vinos, alcoholes, aguar 0
dientes, aperitivos, etc.).
1
( ) El «Center of Alcohol Studies» está actualmente instalado en la Universidad de Rutgers
(New Brunswick, Nueva Jersey). . · ·

25
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA ALCOHOLOMANÍA

El inventario de estos factores psicosociales debe aún comprender esta , El estudio de pequeños grupos (grupos primarios) de alcohólicos ha Papel social
especie de presión social que pesa sobre el individuo y que le empuja a . e / mostrado de una parte la importancia primordial y determinante de la pre- del lugar de
beber, podría decirse, para no ser excomulgado del grupo (especialmente en ¡L sión del grupo (pareja familiar, grupo del cabaret, grupo «de la botella», reunión.
el lugar de su trabajo o en el trayecto). Naturalmente, la acción de esta club, etc.) en la sociogénesis del alcoholismo. Estudiando estos, grupos res-
alcoholización «conformista» tendrá tantas más probabilidades de éxito cuan- tringidos, Madeddu piensa que es fácil poner en evidencia en los partici-
do encuentre individuos más sugestionables y pasivos. pantes no sólo su necesidad elemental de dependencia, el carácter ambiva-
lente de su demanda de ayuda y su necesidad de comunicación, sino también
el estudiar las relaciones entre el papel asumido por el alcohólico en el
2. FACTORES SOCIOCULTURALES DEL ALCOHOLISMO grupo de bebedores y el papel asumido en la familia. Pero tal vez sea el grupo
de la «taberna» el que ha permitido con más facilidad evidenciar los con-
Aparte de los factores «sodales» de que acabamos de hablar, verdaderos ceptos dinámicos relacionales de movimientos, de valencia, de vector, de
lugares comunes de la propaganda antialcohólica, debemos decir unas pala- cohesión, de fuerza de atracción y de repulsión con los índices de la bús-
bras de la sociogénesis y de fa dinámica relacional de la enfermedad alcohó- queda de la situación afectiva, la búsqueda de la ~eguridad del papel,, ~e la
lica vista en su ámbito social y cultural. afirmación de sí mismo y del sentido de pertenenoa al grupo de alcohohcos:
El alcoholis- La evidencia de los factores socioculturales en el alcoholismo está demos- fa taberna o el bar asume para mucho alcohólicos la función de su casa, el
mo es una trada por la variación de la proporción de alcoholómanos según los grupos centro de seguridad, por el ritmo y el horario de entradas y salidas del café,
enfermedad 'profesionales, los grupos sociales, las civilizaciones y según el sexo.
la acogida del cliente por él dueño o la camarera, el sitio habitual, la es~ruc-
social tanto En los grupos profesionales es común distinguir los empleos que predis-
como indivi- ponen al individuo a un consumo. excesivo .de alcohol: trabajos de fuerza, tura de un grupo desprovisto de toda fuerza apremiante de adaptación, la
dual. búsqueda de un sustituto de la atmósfera familiar o de una comunidad que
faenas al aire libre de las profesfones agrícolas, alcoholismo de la propi- . deja de ser percibida como hostil ( con frecuencia residuo de una experiencia
na (1 ) , actividad política, trabajos en relación con la producción y distribu- , . .
[J_nfantil}, etc.
ción de bebidas alcohólicas y las profesiones que imponen una separación o En resumen, si para engendrar la alcoholomama es necesana una orgam-
un desplazamiento periódico o frecuente (marinos, viajantes de comercio, zación neurótica de la personalidad prealcohólica, ésta necesitará para su
camioneros, etc.) ; pero el hombre alcoholómano potencial muestra una pre- desarrollo el concurso de determinados factores socioculturales. Pero la inter-
ferencia particular por estas últimas profesiones que le permiten satisfacer penetración de las dos series de factores es tal que en el curso de toda inves-
un deseo de cambio y de huida de su realidad. tigación etiológica se tiene la impresión de ir continuamente de la una a
Parece también que puede desempeñar un papel en el hábito alcoholo- la otra.
maníaco ulterio¡ una relación estrecha con otros alcoholómanos, sobre todo
en el primer período de la vida, cuando los mecanismos de imitación incons- 3. TOLERANCIA, ACOSTUMBRAMIENTO Y DEPENDENCIA
ciente y de identificación son más fáciles. Así se encuentra con frecuencia un
padre alcohólico en casa del alcoholómano. Este mecanismo se convierte Las reacciones del sujeto al alcohol (tolerancia, acostumbramiento, depen-
entonces en uno de los factores del «heredoalcoholismo» clásico. dencia) dominan toda la etiología de la conducta de alcoholización.
Pero debe atribuirse un papel muy importante a los «standards cultura- La tolerancia puede ser definida como la relación que existe entre la La toleran-
les» referentes al acto de beber (acto de beber no importa en qué momento concentración de alcohol en el organismo y el grado clínico de intoxicación, cia.
y no importa en qué lugar) y la actitud social respecto al bebedor y más la embriaguez, por ejemplo. La tolerancia varía con la edad, el sexo y otros
particularmente al estado de embriaguez, pudiendo ésta ser objeto de una factores que estu:diaremos más adelante (predisposiciones hereditarias, hábitos
tolerancia variable, a veces excesiva, otras veces de una reprobación rigurosa alimentarios, vida, estado orgánico y psíquico, antigüedad de la intoxicación,
( como en el caso del alcoholismo femenino). etcétera). ·
Para que el alcohólico busque una satisfacción en beber y se habitúe El acostmn-
(') Es .de notar que la propina en francés se denomina «pourboir», o sea «para beben>. -
N. del T. debe tener de antemano un mínimo de tolerancia que le ponga al amparo bramiento.

26
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA ALCOHOLOMANÍA

de los grandes trastornos organovegetativos ( digestivos, hepáticos, nerviosos) Esta necesidad de a~sorber bebidas alcohólicas según maneras de beber
y como consecuencia una forma de acostumbramiento que haga del alcohol diferentes, pero que en todos los casos expresan una pérdida de libertad del
una especie de alimento suplementario que se ha convertido en necesario sujeto con respecto al alcohol, aproxima la mayor parte de las formas clínicas
para su metabolismo perturbado. Partiendo de esta idea, es como varios de la enfermedad akohólica en psiquiatría a una toxicomanía: la alcoholo 0

autores (Lecocq, 1947; J. J. A. Smith, 1949) han admitido que los trastor- manía de P. Perrin o las variedades «adictivas>> de los anglosajones.
nos humorales del alcoholismo pueden condicionar a su vez el hábito alcohó- Esquematicemos las nociones precedentes. Hay que dejar aparte las for-
lico. Pero es importante también observar que la intÓlerancia al alcohol mas de alcoholismo netamente secundarias a psicosis (sintomáticas de un
puede manifestarse con.dosis muy débiles, incluso ínfimas, y ocasionar enton- estado maniacodepresivo, de una esquizofrenia, etc., por ejemplo). Igual-.
ces un síntoma particular que es, no ya la embriaguez, sino el deseo de beber mente hay que eliminar a los consumidores de bebidas alcohólicas que se
de nuevo. pueden llamar normales, que existen en número importante en nuestro país
La depen- Cualquiera que sea el grado de tolerancia con respecto al alcohol, el su- y que no experimentan ninguna dificultad para detenerse tras haber tomado
dencia con jeto puede sufrir más o menos rápidamente una vc:rdadera dependencia con una cantidad razonable de bebidas alcohólicas, siendo el mecanismo de esta
,-especto al respecto a los tóxicos. Habitualmente esta dependencia se instala lentamente, detención automático, espontáneamente sin reflexión del sujeto .. Se pueden
alcohol ... con frecuencia varios años después del comienzo de la alcoholización. En el también eliminar los sujetos que no son enfermos, o aún no lo están, cons-
transcurso de este período se observa generalmente un aumento progresivo tituido por el grupo de bebedores excesivos (P. Perrin). Todos estos sujetos
de las dosis, en función de la tolerancia. Después, el consumo permanece ha- no conciernen al médico, puesto que no presentan ningún trastorno patoló-
bitualmente estable durante mucho tiempo mientras que se instala un modo gico ni pertenecen a ninguno de los grupos que nosotros querríamos, ahora,
de existencia patológica que describiremos más adelante. exponer esquemáticamente para terminar este párrafo :
Es preciso hacer notar que el grado de tolerancia, muy variable de un 1.0 La dependencia puede ser primaria (Reyss-Brion), datando de las
sujeto a otro al principio, como acabamos de ver, puede disminuir de una primeras experiencias de alcoholización, con una consumición frecuentemente
forma apreciable en el curso de la evolución de la intoxicación. Así es cómo solitaria, poco importante y con frecuencia intermitente. En estos sujetos
el enfermo observa en sí mismo que la reducción de las dosis no entraña existe una organización neurótica profunda y primitiva de la cual el alcoho-
siempre un mejoramiento de los trastornos. lismo no es más que «un síntoma de emergencia>>.·
... puede Esta dependencia con respecto al alcohol puede traducirse de varios mo-
tt"aducirse dos. En primer lugar por una imposibilidad de abstenerse de consumir bebi- 2.º La dependencia más frecuentemente encontrada, al menos en nues-
por una das alcohólicas, aunque no sea más que un solo día. En esta fase de la tro país, es semndaria, aparece mucho más tardíamente y sobreviene tras un
imposibili- intoxicación alcohólica, el alcohólico privado de alcohol siente los signos largo pasado de alcoholización. La organización neurótica subyacente es más
dad perma- físicos y psíquicos de un estado de necesidad: sed, sequedad de boca, tem- superficial que en el caso precedente. La dependencia es tardía, secundaria y
nenti de tendría un carácter más biológico, n9 siendo más que secundariamente como
blores, ansiedad, irritabilidad, pituita matinal, etc., que constituyen 1¾ll ver-
abstenerse el sujeto adopta «el modo de existencia regresivo del alcohólico».
de alcohol ... dadero síndrome de desintoxicación atenuado.
Este estado de dependencia
constituye una verdadera pérdida de libertad con respecto al afrohol, que
se reconoce como el criterio esencial de la enfermedad alcohólica.
... prro tam- En la segunda forma de dependencia, o pérdida de la libertad con respecto 4. BIOTIPOLOGÍA
bién por al alcohol, la conducta alcohólica se caracteriza por el hecho de que, des-
una impo- pués de haber tomado el primer vaso, el sujeto es absolutamente incapaz de Podría decirse del biotipo de los alcohólicos lo que hemos dicho de su
sibilidad resistir a la tentación de tomar otros, y esto hasta que haya caído en la personalidad. Sin embargo, muchos autores (Kretschmer, Binswanger, Poh-
episódica embriaguez. En esta forma de alcoholismo, especie gamma de Jellinek lish) tienden a ligar al tipo pícnico la mayoría de los alcohólicos crónicos,
de abste- mientras que los alcohólicos delirantes presentarían con más frecuencia una
(opuesta a la precedente que el mismo autor llama defta), los excesos adquie-
nerse de tipología longilínea displásica (Ernst, 1933).
alcohol. ren la forma de episodios de exceso de bebida, entre los que el sujeto es
capaz de permanecer completamente abstemio.

27
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
LA ALCOHOLOMANÍA

Terl'eno me- Ya hemos visto que ciertos autores admitían que la necesidad de alcohol
cuadro de las esquizofrenias y su ciclo hereditario. Los trabajos de Brouss_eau
tabólico y estllb.a bajo la dependencia de ciertas perturbaciones metabólicas. Una de las
hormonal. (1941), de Deshaies (1941), de Amark (1951), etc., por el contrario, han
pri~eras hipótesis ha invocado un mecanismo alérgico (Manoiloff, 1914;
mostrado la insuficiencia de la teoría hereditaria.
Loiseleur, 1948) ; pero los trabajos eJ\.-perimentales más recientes no confir-
En efecto, es imposible, en la apreciación de la descendencia de los alco-
m~n este p~to_ de vista (Robins_on y Voegtlin, 1952). La teoría geneto-
hólicos, no tener en cuenta las perturbaciones familiares casi constantes en
trofica de Williams (1947) explica la apetencia alcohólica por un déficit ·
las que los niños han sido educados (barraquismo, miseria, muerte prematura
metabólico premórbido en relación con factores hereditarios y del medio.
de los padres o su carencia educativa).
Nu~erosos trabaj?s, sobre todo ~ericanos, han intentado precisar el papel
En conclusión, si conviene admitir la importancia del alcohol como factor
pos~~le de las glandulas endocrinas en una predisposición al alcoholismo,
degenerativo, sigue siendo difícil decir en qué proporciones es un efecto o
habiendola achacado sobre todo a un hipofuncionamiento de la corteza su-
una causa de esta degeneración. En todo caso el alcoholismo parece el efecto
prarrenal. J. J. Smith (1949) há pensado que este hipofuncionamiento era de una multiplicidad de factores genéticos, biológicos, afectivos y sociales
secundario a una alteración de los centros hipotalámicos. Pero otros nume-
incompatibles con ideas a veces demasiado simplificadas sobre su papel pató-
rosos trabajos (cuya bibliografía se encontrará hasta 1949 en la revisión
geno (J. Borel, 1958).
general de ~oldfarb y Berman) muestran la dificultad de atribuir un papel
Trabajos de a las alteraciones suprarrenales que también podrían ser secundarias a la
Masserman intoxicació~. Citemos, finalmente, la concepción biodinámica de J. H. Mas-
C. FORMAS DE COMIENZO E INSTALACIÓN
robre el serman, quien; con K. S. Yum (1946), puso en evidencia el desarrollo de
condiciona- DE LA ADQUISICIÓN DE LA TOXICOMANÍA ALCOHÓLICA
la apetencia del alcohol en los gatos neurotizados experimentalmente y colo-
miento. cados en condiciones artificiales de elección de alimento alcoholizado.
Estos roo.dos .de comienzo son comunes, con frecuencia son llamadas
cansas por el bebeclor o sus familiares; pueden aparecer efectivamente como
factores facilitadores, pero, como ya hemos dicho y volveremos a repetir más
5. HERENCIA
adelante, desempeñan el papel de revelador de una personalidad prealcohó-
lica ya más o menos perturbada. El condicionamiento debido al medio resulta
¿Cuáles son las correlaciones entré el alcoholismo de un individuo y la
del acostumbramiento profesional, de conflictos conyugales, con mucha fre-
psicopatología de su grupo familiar?
cuencia ligados en este caso a la personalidad de los dos elementos de la
Los autores antiguos, Morel (1857), Magnan (1784), Legrain (1899),
pareja y a su tipo de relación, a otras situaciones conflictuales, materiales,
qu~, encontra~an aquí una e:celente ilustración de la doctrina de la degene-
profesionales, etc. Recordemos también la mitología del alcoholtotem con
raaon, han sido muy afirmativos: el alcohólico posee en su ascendencia taras
su papel valorizador, virilizador, reconstituyente, etc.
hereditarias, que él lega aumentadas a su descendenci¡¡.: «Los degenerados
~ean bebedores y los bebedores crean degenerados, árculo vicioso que man-
tiene el alcohol.» En los años que siguieron, hasta alrededor de 1930, los
D. EVOLUCIÓN Y TRASTORNOS SECUNDARIOS AL ALCOHOLISMO.
auto~es (Forel, 1:00; Kroon, _1924; Perch, 1926; Bergondi, 1930) quisie- EL SÍNDROME DE IMPREGNACIÓN ALCOHÓLICA CRÓNICA
ron mcluso preasar el mecamsmo de la transmisión hereditaria según las
leyes de Mendel. ·
El alcoholis- Examinemos en primer lugar el caso, el más frecuente, del alcohólico
Pero desp~és del trabajo fundamental de Brugger (1935), la teoría del
mo tomo fac- que se presenta a la consulta con la intención más o menos firme de sufrir
hered_oalcoholi,s~o es cada vez menos admitida. Ahora se admite que, si los
tor degenera- una cura de desintoxicación.
tivo o efecto es~~ios estadishcos muest~~n que en las familias de alcohólicos hay más En la mayor parte de los casos, el bebedor ha venido «a hacerse desintoxi-
de las taras psicopatas_ que en_ la poblac10n general, esto demuestra que se puede asimilar car» porque él se ve forzado por las presiones del medio familiar (amenaza
heredopato- el alcoholismo mismo a una forma constitucional de «psicopatía». Recorde- de separación del cónyuge) o del medio profesional (amenaza de despido o
l6gicas (?). mos que para E. Bleuler los trastornos mentales del alcoholismo entran en el de postergación en el empleo). Más raramente el bebedor decide hacerse

28
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA ALCOHQLOMANÍA 399

curar, porque sufre trastornos funcionales diversos, o porque se da cuenta de deseos, a manifestar su arrepentimiento y· a comprometerse en buenos pro·
la amenaza de una decadencia progresiva. Éstos son los tipos de alcohólico pósitos, mediante «juramentos de borracho»... ·
más frecuentemente encontrados en nuestro país. . ~ La aparición de un comportamiento celoso es clásica. Se asocia a una Con frecuen-
baja de la potencia sexual y a una inseguridad con respecto al cónyuge. cia el alco-
Trastornos de la afectividad y trastornos del carácter parecen reposar holismo
l. EL HABITUS. finalmente sobre un fondo de ansiedad que ·se expresa desde la mañana responde a
tttia ansiedad
(polo matinal de la angustia) con el estado de necesidad del despertar
profttnda.
En general se trata de un hombre que ha sobrepasado la cuarentena y (humor depresivo y agresivo, aumento del temblor, etc.). Se apaciguará por
cuya impregnación etílica se remonta a muchos años un tiempo tras la primera ingestión de alcohol. Pero reaparecerá en las
Retrato del La cara es evocadora: congestiva,. tumefacta, la tez está coloreada y amo- angustias y sudores que sobrevienen a la caída de la tarde (polo vesperal de
alcohólico. ratada a la vez. Las conjuntivas están inyectadas, subictéricas y lacrimosas. la angustia) o, incluso más frecuentemente, por la noche en la fase hipnagó-
El alie1:1to tiene un olor aromático especial. La expresión mímica podrá tra- gica o en .el curso de los insomnios, de despertares bruscos en que el sujeto
ducir obnubilación o un estado de excitación psíquica. La palabra es poco · está cubierto de sudor, y sobre todo en el curso de pesadillas aterradoras e
segura, precipitada, a veces enrevesada y balbuceante y se observa inmediata- inquietantes, plenas de bestias amenazadoras y repetidoras de las preocupa-
mente el temblor, la tremulación peribucal, una transpiración fácil. ciones o gestos profesionales.
---
___...

2. Los TRASTORNOS PSÍQUICOS 3. Los TRASTORNOS FÍSICOS

El hábito alcohólico, la alcoholomanía, se encuentra ya constituido. Apa- Es importante buscar estos trastornos para la confirmación del diagnós-
recen re;gresiones de la personalidad que revelan un desequilibrio anterior- tico y la puesta en marcha del tratamiento. Sobre todo hay que explorar el
mente compensado. Las primeras manifestaciones psíquicas se traduce_n por aparato digestivo, el sistema nervioso y el aparato cardiovascular.
modificaciones del carácter: hiperemotividad, irritabilidad, impulsividad con El enfermo manifiesta siempre signos de gastritis. Ésta se caracteriza por Los estigmas
cóleras frecuentes, celos, inestabilidad del humor con fases de depresión pre- una sed viva, pérdida del apetito, lengua saburra!. Cuando se levanta, el / ísicos.
dominantes. enfermo es acometido por las náuseas y, en medio de sacudidas violentas de
Los trastornos intelectuales aparecen a su vez. Se observa de un modo tos, arroja las pituitas matinales viscosas o biliosas. Dublineau (1950) ha
general un descenso del rendimiento, trastornos de la atención, una cierta señalado la frecuencia de úlceras gastrointestinales, y Martimor y colabo-
obtusión en los procesos intelectuales, y un déficit mnésico más o menos radores (1956) la de gastrectomías en los bebedores que presentan trastornos
importante, reducción de la eficiencia profesional, absentismo y, de una mentales. Los trastornos intestinales, sobre todo en forma de diarreas féti-
manera general, regresión del comportamiento y de la relación social. Sin das, son frecuentes. El hígado sobrepasa las falsas costillas, es liso regular,
embargo, las funciones intelectuales y la capacidad de juicio del intoxicado sensible a la presión. A estos signos se añaden con frecuencia una pesadez
crónico pueden permanecer durante largo tiempo intactas y muy vivas. espontánea en el hipocondrio derecho y líÓmitos biliosos que traducen una
Es en el orden de la afectividad donde los trastornos son más claros : hepatitis grasa. En un estadio ulterior se observan síntomas de una cirrosis
refuerzo de las tendencias egoístas con disminución del sentido moral y de hipertrófica Y sobre todo atrófica con· asátis o sin ella. En razón del papel
las responsabilidades. El alcohólico crónico se muestra. dé una despreocu- probablemente capital de la insuficiencia hepática en las manifestaciones
pación y de una indiferencia ánicas con respecto a su familia, protestando cerebrales del alcoholismo crónico, es indispensable pedir un examen fon~
siempre por otra parte de su falta de autoridad en la casa y el desprecio de cional hepático que mostrará: la caída de protrombina y de los otros factores
que es objeto, sobre todo por parte de sus hijos. La regresjón de su afectivi- de la coagulación sanguínea, la del colesterol esterificado, la baja de la
dad o su falta de integración se traducen también por un sentimentalismo albúmina sérica, las perturbaciones de las pruebas de floculación (MacLagan,
llorón característico. Siempre está dispuesto a hacer alarde de sus buenos Hanger, etc.), las alteraciones del metabolismo glúcido y de las proteínas.

29
LA ALCOHOLOMANÍA 401
400 ENFER..~EDADES MENTALES CRÓNICAS

Los trastornos nerviosos característicos de la intoxicación etílica son en 3) Síndromb biológico del alcoholismo crónico. El alcohólico tiene Síndrome
y
primer lugar el temblor pequeño, rápido, igual, de las manos y de la lengua. siempre un metabolismo desviado. Las perturbaciones más frecuentes - por humoral
poco importante del coles- trastornos
Se buscarán en seguida los signos de polineuritis: calambres musculares, otra parte sin especificidad - son una elevación
metabólicos.
sobre todo en las pantorrillas, sacudidas motrices nocturnas, hormigueo de las terol sanguíneo, y un débil descenso de la reserva alcalinit en el 40 % de
extremidades, dolores a la presión de las masas musculares atrofia muscular los casos (Feldman). Lei:;:oq (1951) ha aportado precisión al estudio de estas
abolición de los reflejos aquíleos. Los reflejos rotulianos so~ más bien vivos: perturbaciones biológicas distinguiendo dos fases. La una de alcoholismo sin
su desaparición sólo sobreviene en el estadio avanz'ado. La neuritis óptica alteración visceral con caída de la reserva alcalina, elevación del colesterol,
es frecuente. descenso de la urea, hiperprotidemia moderada y elevación de la adeninemia.
Se observarán signos de insuficiencia cardíaca progresiva (miocardia), La otra, de alcoholismo descompensado con elevación progresiva de· la re-
condicionada también por la avitaminosis B1 y los signos de hipertensión serva alcalina, de la tasa de urea, caída de la adeainemia, una hiperpiruvice-
arterial, en relación con el fondo ansioso de estos desequilibrados de la emo- mia asociada a los signos de insuficiencia hepática y a las carencias vitamí-
tividad que son los alcohólicos frecuentemente. nicas.·
Existen perturbaciones .?ndocrinas cuyos rasgos más característicos serían,
para J. J. Smith (1950), una deficiencia hipofisaria y un hipogenitalismo.
4. EXÁMENES PARACLÍNICOS Se admite generalmente por los datos experimentales y las observaciones
clínicas y terapéuticas que en los alcohólicos crónicos existen importantes
Encefalo- 1) La encefalografía por vía lumbar. En los alcohólicos cromcos avitaminosis, especialmente una carencia de vitamina B1 (tiamina) que de-
grafía. muestra dos tipos de lesiones cerebrales: de una parte dilatación ventricular sempeñaría un papel esencial en los accidentes nerviosos del alcoholismo. Es
esencialmente observable al nivel de los ventrículos laterales, de otra parte razonable pensar que existe una carencia de otras vitaminas del grupo B en
una atrofia de tipo subcortical predominante, sobre todo marcada en la razón de su comunidad de origen (Alajouanine, Castaigne y Fournier, 1956),
región cerebral anterior. La confrontación clínica y radiológica mostraría A ello se asociaría también una carencia de ácido ascórbico. Finalmente, se
que no existe relación formal entre el grado de atrofia y el de las manifes- encuentran también en todos los alcohólicos crónicos carencias energéticas
taciones clínicas (Lafon y colabs., 1956). Pero la atrofia es un elemento de globales o electivas en razón de los trastornos digestivos y del deseqpilibrio
mal pronóstico y, sin duda, una mala condición para el establecimiento de alimentario.
una cura (Peron y Gayno, 1956). El líquido cefalorraquídeo de los alcohólicos crónicos ha dado lugar a
numerosos estudios (Courtois). El resultado más constante es la elevación
E. E. G. 2) Las modificaciones electroencefalográficas. ¿Qué información pue- de la tasa de albumínorraquia (tasa de prótidos totales). Sin embargo, inclu-
de suministrar al clínico el E. E. G. de un al_cohólico? Faure y Bannel (1951) so con una tasa de prótidos totales normal (menos de 0,25 g por litro), la
atribuyen un papel importante a la ansiedad de base y admiten una actividad electr~foresis d~I líquido cefalorraquídeo muestra una disminución relativa
más lenta en los más intoxicados. Para Courjon y Perrin (1952) no existe de las globulinas en relación con la naturaleza degenerativa de las lesiones · ·
anomalía característica fuera del microvoltaje y el descenso del umbral foto- encefálicas del alcoholismo crónico (Lafon, Monnier y Minvielle, 1956). Las
cardiazólico. Para Little y McAvoy (1952), la ausencia del alfa traduciría otras dosificaciones son generalmente normales.
una predisposición cerebral anterior favorable a la aparición del alcoholismo.
Por el contrario, para Lereboullet, Pluvinage, Delarue y Prudent (1956), no EVOLUCIÓN J)EL ALCOHOLISMO CRÓNICO. Este alcoholismo crónico evo-
les parece que correspondan modificaciones especiales de trazados a las ma- lucionaba antes de una ·sola forma hacia los accidentes confusooníricos, el
nifestaciones neuróticas o psicóticas,. ya que éstas aparecen como reversibles delirimn tremens, o los estados crónicos de deterioráción que veremos más
por la influencia de la cura de desintoxicación. Para J. Delay y J. Verdeaux adelante. Pero en la actualidad, las deterioraciones psíquicas y físicas son
y P. Chanoit (1957), el papel de la impregnación alcohólica crónica sobre evitadas con bastante frecuencia o muy retardadas por los tratamientos rela-
la electrogénesis no se muestra más que al considerar un número muy grande tivamente precoces y con frecuencia sucesivos, debidos especialmente a las
de casos que autorizan la clasificación en grupos de frecuencias significativos. facilidades de las curas d~ desintoxicación, a la reducción de la tolerancia
26.-E\'

30
(
402 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA ALCOHOLOMANÍA

del cónyuge, a la organiza_ción sist~m~~ic~ de las consultas externas de hospi- modos esta forma de alcoholismo está relacionada con un estado neurótico
tales generales o de_ hospit~les ps1q~1~tncos, a las organizaciones de cura
y no específico que puede hacer aparecer los rasgos de una estructura ansiosa,
de postcura de los d'.sp~nsanos de h1g1ene mental en el ámbito del sector (1). obsesiva o perversa. Este último rasgo posee con frecuencia un carácter poli- 1 (

Se produce por cons1g111ente para el alcoholismo crónico una evolución entre- morfo y se acompaña de otras toxicomanías.
cortada de _re~ision,es_ y recidivas como se puede por otra parte observar EL ALCOHOLISMO DE LA MUJER. El alcoholismo de la mujer ocupa un El al coholis-
en toda ps1cos1s cronica actualmente tratada por las quimioterapias. Esta lugar aparte, porque, si bien encontramos en él ciertos caracteres psicopato
- mo femenino
a_Iternación de re~isione~ y recaídas, como veremos en el capítulo terapéu- lógicos comunes al alcoholismo del hombre, se distingue de éste por los constituye lo
tico, no es negativa en s1 cuando se produce bajo la vigilancia y el control determin an el status de la mujer en nuestra más frecuen-
- factores socioculturales que temente una
La evolución psicoterápico de un equipo medicosocial suficientemente formado, suficiente sociedad. El alcoholismo de la mujer no se refiere a la tradicional mitología forma clínica
el
aclttal es / o ~ente numeroso y activo; pero, cuandp faltan estas condiciones, se corre masculina del papel del alcohol (papel dionisíaco, virilizante, etc.). La tole- especial.
más fremen- las
nes~o de term!nar en una ~itua~i?n sin salida. En efecto, la repetición de rancia del grupo social y los juicios de valores de éste testimonian mucho
temenle rma detenora oon progresiv a y profunda de las relacione s
reca1das entrana una
serie de t'e- «enfermo » está menos indulgencia para la mujer ( en razón del carácter más antiestético de
caídas entre- conyugales y profesionales. En el hospital psiquiátrico, el su degradación moral y del alcance que tiene para su función maternal). Así
cortadas de con fre~e~,cia en una situación falsa, puesto que, en su opinión, y también se trata de un alcoholismo más secreto, controlado por el sentimiento ·muy
remisiones en la opm1on del personal enfermero, no es un enfermo, se convierte rápi- primitivo del pudor y que engendra culpabilidad. Es un alcoholismo con fre-
más o menos d~mente, e_n un «buen trabajador» que con frecuencia puede, por este hecho, cuencia solitario.
as
/arias. v10lar faolmente las consignas de abstinencia que deberían ser observad El alcoholismo de la mujer sobreviene a menudo sobre una organización
La estmctura
a lo largo de t~~a su cura. Finalmen te, como hace observar J. Rousseau
que la conducta de alcoholiza ción no es más que un ,ie11rótica de
neurótica de base de la
(1965), el alcohol1Co establece con el equipo cuidador el tipo de la relación elemento entre otros. Se trata menos de una· neurosis estructurada, obsesiva, este alcoho-
lismo ...
crónica, es decir no avanzando más hacia una reintegración social e incluso fóbica, histérica, etc., que de la compensación de una conducta de fracaso,
regre~ando_~acia u~a~ for~as de relación cada vez más dependientes. <<Tiene de una decepción, de una soledad, de una situación de abandono, de un
la_ satisfacoon de v1~ir períodos más o menos largos en el hospital psiquiá- rechazo de la dependencia conyugal y de una cierta afirmación de virilidad.
~nco, dond_e es considerado como normal en un medio anormal, sin poder De todos modos el alcoholismo en la mujer expresa una conducta sintomá-
mt~ntar remtroducirse en _un ~edio normal en el que, muy rápidame nte, tica de un desequilibrio, de una neurosis latente o patente, mucho más
sena un anormal, y esta s1tuaoon de crónico le concede a la vez un status frecuentemente que en el hombre
infantil (con respecto al ambiente médico) y un status de adulto ( con res- Por esta razón la alcoholización es frecuentemente discontinua. Deshaies
pect~ a los en~erm~s») (ídib.). La ruptura de este equilibrio precario esta- distingue una forma imprdsiva en la que la pulsión entraña la satisfacció
n
bl~odo e~, el mt~r'.or del hospital psiquiátrico por la perspectiva de una inmediata sin lucha, sin conflictos de instancias de la personali dad. Se trata
remte~rac1on familia~, o la ruptura de un equilibrio no menos precario de una conducta alcohólica «perversa» en el sentido psiquiátrico. La forma
contra1do en el extenor por la perspectiva de una reintegración al hospital, compµlsiva, caracterizada por la ansiedad, la lucha, la culpabilidad; el
con-
-
puede en~endrar una reac~ión de suicidio. A pesar de los rasgos frecuente flicto entre las instancias de la personali dad es de un pronóstic o mejor que
m~nte ~v1dent~s . de una inmadure z anterior y de la organizac ión de una
la forma impulsiva . Éstas son, por otra. parte, las dos formas encontrad as en
ex1st~nc1a neurotica secundaria de tipo regresivo, especialmente por su depen-
las otras toxicomanías. Se puede encontrar formas mixtas en las que alternan
dencia con respecto al alcohol, estos sujetos son aún considerados con fre- _
las fases impulsivas y compulsivas.
cuencia como afectos de un alcoholismo no neurótico, socialmen te condicio-
Nachin (1962) describe la sociogénesis del alcoholismo de las mujeres
nado. Corresponden a los alcoholómanos secundarios de Perrin a los alcohó-
que han aprendido una profesión que ellas no han podido continuar practi-
licos delta de Jellinek, a las alcoholitis y alcoholosis de Fouq~et. De todos
cando tras su matrimonio y que, por este hecho, consideran su vida conyugal
o maternal como un fracaso o un semifracaso. Se trata de mujeres insatisfe-
de la asistencia psiquiátrica
<1) V~ase en la parte correspondi ente la organizació n sectorial
en Francia. -N. del T.
· · chas en trance de rebeldía, que no pueden resignarse, y en conflicto entre el

31
404 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA ALCOHOLOMANÍA 405

papel tradicional y los nuevos papeles de la mujer. El rechazo de una situa- Se puede encontrar como punto de partida un choque emotivo. Entonces
ción juzgada insoportable y el rechazo a resignarse a ella se vuelven a aparece la necesidad y no el deseo de beber. Se trata de una necesidad impe-
encontrar en el período menopáusico y en la situación existencial de la pre- riosa, absolúta, irresistible, que ahuyenta de la conciencia. prácticamente cual-
senescencia y pueden igualmente hacer aparecer una conducta de alcoholiza- quier otra representación. Toda tentativa de resistencia parece vana.
ción a esta edad. · Al comienzo de la crisis propiamente dicha, el enfermo huye del lugar
La evolución del alcoholismo de la mujer presenta igualmente ciertas en que se encuentra y se precipita en un local de bebidas. Tras el primer vaso
características. El alcoholismo degrada más rápidamente y más profundamente el enfermo es incapaz de detenerse. Bebe sin freno hasta una embriaguez
a la mujer en su status y sus papeles femeninos y maternales que al hombre amnésica.
en su status y papeles masculinos y paternales. La reacción social de intole- Con frecuencia el acceso se acompaña de automatismo ambulatorio en el
rancia y de rechazo es más yiva y más precoz contra la mujer alcohólica que curso del cual el individuo puede comportarse de un modo bastante extraño,
contra el hombre. totalmente en contraste con su personalidad normal: fugas, pensamientos y
La alcoholomanía secundaria a una larga impregnación crónica, tal como fantasmas criminales, comportamiento sexual .anormal, acciones delictivas o
la hemos descrito en el hombre y que exige de 10 a 20 años de impregnación, criminales e incluso suicidio. Existe una pérdida completa de control: «Yo
se observa mucho menos frecuentemente en la mujer. Es entonces un alcoho- no quiero beber y, sin embargo, tengo que beber.» Pero habitualmente, ter-
lismo debido al medio, a la imitación, al medio profesional, a la influencia minado el acceso, el enfermo, completamente obnubilado, es encontrado en
del cónyuge. Por el contrario, el alcoholismo secundario que expresa una con- cualquier refugio, tras haber bebido y andado errante durante varios días.
ducta neurótica subyacente (alcoholómanos de Perrin y alcoholosis o somal- Entonces experimenta remordimientos, disgusto, y tras la salida de su
coholosis de Fouquet) (1 );mucho más frecuente en la mujer, se descompensa confusión y de su torpor presenta un estado de matiz melancólico más
rápidamente, en menos de 5 años. · · o menos pronunciado.
La fragilidad de la mujer con respecto a la intoxicación alcohólica crónica Entre los accesos, el sujeto puede permanecer y permanece con frecuencia
es un hecho igualmente a observar que tiene por consecuencia la frecuencia. totalmente abstemio.
de las cirrosis que evolucionan con más rapidez, de las polineuritis, de los Esta forma de alcoholismo intermitente tiene causas muy mal conocidas.
síndromes de Korsakof, etc. Se trata de un alcoholismo pseudoperiódico, del que los autores anglosajones
... hace la Es clásico admitir también que el tratamiento es más compfejo, más largo, han descrito varias especies: el alcoholismo épsilon Oellinek, el alcoholismo
psicoterapia y más decepcionante en la mujer. Sin embargo, ciertos autores piensan que explosivo, el alcoholismo del fin de semana, la fiesta drinking y -más
particular- una estructura neurótica evidente subyacente podría hacer la curación más particularmente el hang over (Karpman, 1957). La descripción que de
mente im- accesible y en general más estable. La mujer alcohólica aceptaría con más él hace este autor se caracteriza por un estado físico y psíquico que
portante. ~acilidad la tutela psicoterápica. sobreviene como consecuencia del uso abusivo del alcohol en los sujetos
neuróticos: sed extrema, sudores, temblores, sentimientos de inseguridad,
La dipsoma- LAS CONDUCTAS ALCOHÓLICAS INTERMITENTES Y PARO~ÍSTICAS. La dip-
de culpabilidad, etc. El autor admite que no sólo los alcohólicos pueden
nía o alcoho- somanía. La historia de la dipsomanía ha sido hecha por Perelman (En-
lismo paro- céphale, 1919, pág. 518); a partir de esta fecha las numerosas concepciones tener hang otier sin uso del alcohol, sino también que los neuróticos no
xístico. alcohólicos pueden presentar este síndrome.
del alcoholismo no han hecho más que desplazar el síndrome dipsomaníaco
en las diferentes clasificaciones. ·
PSICOPATOLOGÍA DE LA ALCOHOLOMANÍA. En su comportamiento, el alcohólico ex- El ttlcoholismo
La dipsomanía se manifiesta por accesos paroxísticos intermitentes, perió- perimenta la necesidad de beber, pero esta necesidad corresponde a otra necesidad real como conducta
dicos, raramente regulares, precedidos de signos premonitorios durante unos que no puede ser comprendida más que si se admite que la conducta alcohólica es una de «ornlidttd».
días o unas semanas: lasitud, tristeza, disgusto de vivir, insomnio, inapeten- regresión a un estadio del desarrollo de la personalidad, el estadio oral (véase pág. 17).
cia, excitación sexual, etc. En esta fase de la estructuración del individuo, la absorción de los alimentos y la
actividad libidinal no son funciones separadas y se fusionan en una misma satisfacción:
«la incorporación del objeto». Pero esta incorporación del objeto está igu.almente
( 1) «Somalcooloses» de Fouquet. -N. del T. fusionada a una función de la que sólo se separará más tarde, la relación con el otro.

32
406 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS

o si se quiere la función de identificación. Recordemos que la identificación se com-


pone de la incorporación en sí de cualquier cosa de otro y de la puesta de sí en otro.
Esta «identificación primaria» ha sido considerada por Freud (1922) como la forma
más primitiva de la relación con otro. Así, en este estidio de la oralidad, la relación
del sujeto con el otro es una dependencia de la satisfacción o del sufrimiento que
procura «la madre que alimenta». Precisemos aún que la permanencia fantasmática de CAPíTULO II
la madre nodriza está asegurada por el proceso de la introyección. La buena estruc-
turación de la personalidad del sujeto es función de las cualidades de la imagen del
objeto· introyectado y de las cualidades de la pulsión oral a la vez placer de absorber
y deseo de destruir un objeto nunca bastante disponible. LAS NEUROS IS
En el alcoholómano la organización instintiva está fijada en el estadio oral, dicho
de otro modo, el objeto significativo, madre, cónyuge, o incluso la sociedad, se siente (LA PERSONALIDAD NEURóTICA)
como indispensable en una función de nutrición. Observemos.de paso que el cónyuge
del alcohólico, a veces de más edad que él, puede encontrar en el niño dependiente que
él buscaba a quien hay que alimentar. Como acabamos de decir, los objetos significa-
tivos pueden ser muy variables y el sujeto puede investir cualquier objeto, que asume DEFINICióN
una función nutricia equivalente: medio social, medio profesional, por ejemplo; es
decir que todo objeto es investido como función y no como sujeto con sus necesidades Las neurosis son enfermedades de la personalidad Qanet) caracterizadas
propias. Una relación así inmadura con otro es evidentemente muy precaria. por conflictos intrapsíquicos que inhiben las conductas sociales.
En una palabra, el alcohol representa para el alcohólico, por la satisfacción que
aporta, el objeto ideal cuya absorción es sinónima de desaparición de la tensión interna, Producen más bien una perturbación del equilibrio interior del neurótico Enfermeda-
que es la consecuencia de la vivencia de ser abandonado por el otro, el cónyuge, por que una alteración de su sistema de la realidad. A este respecto, dichas reac- des menores
ejemplo, o más generalmente el objeto significativo. ciones neuropáticas constitúyen las formas de enfermedades mentales crónicas de la organi-
Lo que nos Tales son las necesidades profundas que sacia el alcohólico al beber. En la euforia zación de la
wndrice a lá de la embriaguez, él realiza, sin las limitaciones del mundo real y de una forma fan-
«menores», es decir desestructura menos profundamente que las psicosis
personali-
posición toxi- tásmica, los deseos y los sueños de un mundo interior narcisista y arcaico, y vive el (Delirios crónicos y Esquizofrenia) el sistema del Y o en sus relaciones con dad ...
comaníaca. el sueiio de un poder absoluto en el que puede sin angustia aniquilar al otro, vivido la Realidad.
como fuente de conflicto. ·
Muchas otras consideraciones se podrían extraer de esta teoría de la regresión. La fisonomía clínica de las neurosis viene caracterizada:
Especialmente el componente agresivo incluido en todo comportamiento toxicomanía- a) Por síntomas neuróticos. Son los trastornos de conducta, de senti- ... cuyos sín-
co (destrucción· del objeto que provoca la frustración) da cuenta de las fases depresivas tomas simbo-
y de culpabilidad del alcohólico.
mientos o de ideas que manifiestan una defensa contra la angustia y que
lizan los
Más simplemente y para resumir, se puede decir que el alcohólico es un sujeto constituyen, en relación con este conflicto interno, un compromiso del que el
conflictos in-
que ha rechazado esta etapa - o regresado a esta etapa - esencial del desarrollo de sujeto obtiene, desde su posición neurótica, un cierto provecho (beneficios conscientes y
la personalidad, el destete,· en el sentido en que esta etapa significa pase¡ de la vida secundarios de la neurosis). las defensas
dependiente, tanto en el plano nutritivo como afectivo, a la vida autónoma del adulto
llegado a su madurez. b) Por el carácter neurótico del Yo. Éste, a través de la identificación contra la
consigo mismo, no puede encontrar buenas relaciones con el prójimo ni un angustia.
El tratamiento de la alcoholomanía será estudiado con el de las psicosis equilibrio interior satisfactorio.
alcohólicas (véase pág. 791), en razón de la habitual comunidad de actitudes
Tal es ·la definición un poco complicada que se puede dar actualmen_te
terapéuticas que exigen los dos aspectos, tan frecuentemente unbricados, del •
de las neurosis en general, después de todas las vicisitudes históricas por las
alcoholismo crónico. Igualmente se reseñará una bibliografía común al final
· que ha pasado este concepto.
del capítulo sobre las psicosis alcohólicas.
Puede verse que implica tres ideas esenciales : enfermedad mental «me-
nor>>, en comparación con las psicosis - preponderancia de trastornos subje-
INDICE BIBLIOGRÁFICO
tivos; - armazón de procedimientos defensivos, más o menos artificiales e
(Véanse págs. 784 y 785) inconscientes, contra la angustia.

33
408 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS 409

Por lo que respecta a la diferencia entre neurosis y psicosis, es preciso mas. Sus síntomas, él los hace, él los fabrica, y es esto lo que confiere a la
retroceder un poco en la historia d_e las ideas. neurosis esta estructura artificial que desorienta a los médicos que no poseen
Se distinguen El término de neurosis, que es muy antiguo (Cullen, siglo XVIII), tomó experiencia de dichos enfermos o que no saben discernirlos entre el cortejo
de las psico- eh medicina, en un principio, el sentido de enfermedad funcional «sine ma- de sus pacientes.
sis por el ni- teria» (Oppenheim, Erb, Babinski) en relación a la enfermedad orgánica;
z,el más ele- después, el de trastorno psicógeno (psicogénesis, sociogénesis), por oposición
vado de sus a la serie de trastornos dichos so matóge nos (trastornos orgánicos de la pato- l. ESTUDIO CLíNICO DE LAS CONDUCTAS
trastoi·nos NEURóTICAS
logía lesiona!). Así, la neurosis como afección psicógena, ha sido y es toda-
funcionales.
vía a menudo opuesta (bajo el nombre de psiconeurosis) a las psicosis como
afecciones orgánicas. Resulta muy difícil, en esta descripción de las «neurosis en gener_al», La práctica
Pero nadie puede considerar seriamente la psiquiatría, incluso en las separar claramente el plano de la clínica corriente y el plano de las interpre- psicoanalíti-
neurosis, en términos de causalidad psicológica excluyendo la causalidad taciones analíticas, ya que estos dos planos se interfieren constantemente ca ha enri-
en la comprensión semiológica. Ante todo, debemos describir al neurótico en quecido la
orgánica. También las diversas corrientes dinámicas de la psiquiatría tienden
su fisionomía y según la faceta que nos presente, es decir haciendo una clínica de las
a acercar, sin confundirlas, sin embargo, estas dos grandes formas patológicas neurosis.
(las psicosis y las neurosis), entre las_ ruales pueden establecerse numerosos · suerte de inventario de las conductas y de los síntomas que forman la semio-
puentes, como más adelante veremos. 'Es más real y más claro decir que en logía de las neurosis.
las psicosis los trastornos negativos o deficitarios, la debilidad del Yo, la
regresión de la actividad psíquica, son importantes hasta el punto de consti-
A. _ LAS ANOMALÍAS DE LA ACTIVIDAD SEXUAL
tuir lo· esencial del ruadro clínico, y que el «psiquismo restante» se organiza
a un nivel inferior; mientras que en las neurosis los trastornos negátivos Los trastornos de la sexualidad son constantes en los neuróticos. Junto Constancia
están menos marcados, la regresión es menos profunda y el psiquismo res- a las alteraciones que los llevan a consultar al médico, es necesario subrayar de los tras-
tante se organiza a un nivel más elevado, próximo al normal. Todo esto las anomalías latentes de la realización sexual, a menudo desconocidas por tornos de la
justifica el mantenimiento de la distinción entre neurosis y psicosis sin el propio sujeto, incluso hasta convertirlas en un comportamiento compen- vida sexual.
llevarla a un punto muerto. sador (donjuanismo). La práctica psicoanalítica ha revelado la importancia
Se caracteri- El segundo aspecto fundamental de la clínica de las neurosis consiste _real de las inhibiciones sexuales. Describiremos tres de estos aspectos neuró-
zan por el en que estas formas de existencia patológica son vividas como un malestar ticos de la sexualidad: la masturbación, la impotencia y la frigidez.
carácter arti- interior desbordante de angustia. Por lo menos, así sucede mientras las «técni-
ficial de las cas» inconscientes de defensa contra la angustia, que constituyen el trasfondo 1.0 La masturbación no puede ser considerada como patológica más que Autoerotis-
defensas sim- de los síntomas, no han conseguido plenamente su efecto; lo rual es relativa- cuando es preferida a la satisfacción sexual. Ligada siempre a fantasmas, mo.
bólicas que constituye un ejemplo de una actividad fantasmática sustituyendo a la con-
mente raro. Sin embargo, como veremos a lo largo de este capítulo y en los
i11co11sciente- ducta de realidad. Es signo de neurosis y no generatriz de neurosis, según
mente em- siguientes, a veces, la neurosis consigue tan eficazmente neutralizar la angus-
tia, convirtiéndola en un accidente somático tranquilizador (por ejemplo, en un prejuicio todavía demasiado extendido. Por otra parte, su ausencia puede
plean.
la histeria) o invirtiendo su sentido en un sistema de castigo merecido o tomar el mismo valor, ya que un adulto sin tendencia a la satisfacción
conjurado (obsesión), que el conflicto interior no vuelve a aparecer. Sin em- sexual, incluso masturbatoria, indica así un temor partirularmente masivo de
bargo, no por eso deja éste de seguir existiendo, constituyendo el núcleo las pulsiones sexuales. Digamos a este respecto, y de un modo más general,
mismo de la neurosis. que la abstinencia sistemática constituye más a menudo un signo de neurosis
En cuanto a las superestructuras, artificios y medios de defensa del neu- que de virtud.
rótico, debemos una aportación considerable en su conocimiento a la clínica 2. 0 La impotencia puede manifestarse de muchas maneras. Total (falta impotencia.
psicoanalítica y a la práctica psicoterápica modernas. El neurótico no puede de erección), es rara. Más frecuentemente se manifiesta por .períodos y de
continuar siendo descrito como un portador, por así decir, pasivo de sínto- manera incompleta. Hace falta añadir los trastornos de la eyarulación (pre-

34
410 ENFERMEDADE S MENTALES CRÓNICAS LAS NEURO~IS 411

-coz, .retardada, ausente) y la impotencia orgasmática (defecto de sensac1on como corrientemente se dice, «mal carácter». Los problemas de agresividad ... mani-
voluptuosa) frecuente y a menudo ignorada por el sujeto. Todos estos tras- ocupan el primer rango en el estudio clínico del neurótico. Las dificultades fiesta ...
tornos manifiestan, en el seno de comportamientos neuróticos variados, el que encuentra en sus satisfacciones libidinales, a las que nos hemos referido
temor a la castración, la culpabilidad de la experiencia genital. Su verdadera hace poco, dan cuenta de esta tendencia a las conductas agresivas compli-
estructura y, por consecuencia, su pronóstico y su tratamiento no pueden reve- cadas y disimuladas, ya que tiene miedo de su propia violencia al igual que
larse más que en el análisis de la conducta neurótica que los sostiene. tiene miedo de su propio deseo. A menudo, la agresividad permanece incons-
ciente, así como el deseo; está inhibida, como este último, y se manifiesta
Frigidez. 3.º La frigidez en la mujer es comparable a la impotencia del hombre,
fácilmente por medio de conductas de ironía, sarcasmos, terquedad, enfurru-
pero su frecuencia es infinitamente mayor. Se define por la ausencia de sen-
ñamiento, o bien queda implicada en conductas de indiferencia, de astenia,
sación voluptuosa en la relación sexual. Es a veces total; a veces parcial
de ociosidad, de indecisión o en actos frustrados. El aforismo psicoanalítico
( equivaliendo el éxdusivo placer ditoridiano a una impotencia orgástica).
según el cual «la frustración engendra la agresividad» permite comprender
Su intensidad es variable : el placer puede ser débil o· estar ausente; puede
la profunda relación existente entre el movimiento libidinal y su inverso:
se.r intenso en las caricias preliminares y cesar bruscamente en el momento
del coito completo. libido y agresividad aparecen, en efecto, como ios dos movimientos elemen-
tales de la vida instintivoafectiva. Con frecuencia frustrado eri su complicada
La frigidez puede combinarse con trastornos de la musculatura pelviana,
búsqueda libidinal, el neurótico se encuentra siempre en estado de inminente
como ocurre en el vaginismo. La frecuencia de la frigidez parcial o total de
agresividad. Pero las inconscientes conductas agresivas del neurótico se en-
la mujer ha llevado a los psicoanalistas a pensar que existen especiales difi-
cuentran a su vez implicadas en el infinito dédalo de sus complejidades y
cultades que se oponen al libre desenvolvimiento de la sexualidad femenina.
Ciertamente, los conflictos edipianos permanecen en el centro de esta. inhi- de sus paradojas.
La agresividad no puede ser vivida como tal sin angustia, y los procedí- ... o latente y
bición y el complejo. de castración imaginario de· 1a mujer (reivindicación
mientos de la neurosis tenderán_ a desplazarla (por ejemplo, del hermano a simbólica.
fálica) desempeña en ella el papel atribuido en el hombre al temor de la
los hombres de su edad; de la madre a todas las mujeres); a invertirla (se
castración. Pero hay otros dos tipos de consideraciones que deben ser tenidos
en cuenta: sentirá miedo en vez de agresividad); a volverla contra uno mismo (autopu-
nición en lugar de heteroagresividad), etc. El estudio de los «mecanismos de
Ante todo, los factores constitucionales del tipo de sensibilidad. Común-
mente se distinguen mujeres de tipo vaginal, ditoridiano o mixto. Tales elec- defensa del Yo» nos familiarizará con los procederes típicos de la técnica o
ciones libidinales ¿son verdaderamente constitucionales (María Bonaparte, táctica neuróticas.
La agresividad retenida en el inconsciente se combina con la inhibición
1951) o bien los hechos que distinguen están ellos mismos implicados en la
historia del desarrollo? de la sexualidad en múltiples trabas neuróticas de la acción: indecisión, inca-
pacid¡id, torpeza, tendencia a los contratiempos y a los «actos frustrados» ;
No discutiremos este punto, pero es incontestable que, en la evolución
psicosexu;l de la mujer, deben intervenir los hechos cultural,es y social,es. En miedo de mandar, de satisfacer una ambición, de ganar dinero; o incluso
nuestro tipo de sociedad, la mujer parece verse obligada a superar dificultades miedo de salir, de ir al cine, de andar, de escribir, etc. La libido y su contra-·
peculiares para llegar a aceptar la totalidad de su condición (H. Deutsch, río se ven afectadas por el mismo tabú inhibidor, y esta prohibición de la
trad. franc., 1949). Estas dificultades vienen a insertarse en la trama consti- descarga pulsional hace que subsista un sentimiento de malestar y de angus-
tutiv¡i de la neurosis y, particularmente, en la inhibición del placer sexuaL tia, que confiere a la vida del neurótico su particular gusto por el fracaso.

B. LAS MANIFESTACIO NES INCONSCIENTES DE LA AGRESIVIDAD c. ·Los TRASTORNOS DEL SUEÑO

Af!.resívidad El neurótico es un ser que tiene «dificultad para vivir»: este aspecto Aparecen con gran frecuencia. La dificultad puede referirse a la conci- Insomnio ...
caracterial ... del comportamiento del neurótico es, sin duda, el más sorprendente para liación del sueño, que necesita un abandono a la pasividad contra el que el
los que le rodean. Su humor es inestable, intolerante, contradictorio ; tiene, sujeto lucha activamente. Puede referirse .a la continuidad del sueño, por

35
412 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NE~ROSIS

... y fobia al una acentuación de la presión de las pulsiones reprimidas que se vuelve inso- - La diferencia entre fatiga y depresión reside sobre todo en la pérdida de estima
sueño. ( portable para el durmiente. Puede percatarse de esto por la calidad de los de uno mismo que caracteriza a esta última. En ocasión de un fracaso, de un abaºndo-
no, de un aumento de problemas, a veces de un éxito, se introduce este sentimiento. de
sueños o de las pesadillas del enfermo. Held (1957) ha insistido sobre el desvalorizacion y de desaliento, que defineoa la depresión neurótica. Pero, en el neuró-
miedo al sueño como agente frecuente de insomnios. La neurosis de angus- tico, contrariamente a lo que ocurre en el melancólico, la desvalorización permanece
tia, que comporta trastornos del sueño más frecuentes y más intensos que las moderada, busca y exige el aseguramiento, la tranquilidad. Hay muchas maneras de
neurosis constituidas, origina este miedo de una manera casi directa: el sujeto decir «no valgo nada, soy un fracasado». El neurótiéo lo dice más bien para que se le
tiene miedo de soñar en la situación reprimida. diga lo contrario.
- Cuando la fatiga neurótica constituye el síntoma prevalente, se habla de neu- N e11rastenia.
rastmia. Este término. creado por un médico americano, George Beard, en 1869, ha
conocido un gran éxito, precisamente porque aporta a los estados de fatiga crónica un
D. LA ASTENIA NEURÓTICA
marco cómodo ,y un intento de justificación orgánica. El término ha sido de tal modo
utilizado hacia el final del siglo XIX, que ha acabado por ser aplicado a todos los
Junto con los trastornos de la sexualidad, de la agresividad y del sueño, estados depresivos. Tiende a ser abandonado por el hecho de esta extensión abusiva
los estados de fatiga constituyen un fondo común a todos los estados neuró- del concepto. Puede ser conservado {Montassut) para describir lo~ estado_s más grav~s
de fatiga neurótica, es decir los que sobrevienen a raíz de una sene de «stress» emoti-
ticos. Ya que la fatiga es el más corriente de los síntomas que expresan
vos, implicando respuestas psicofisiológicas de agotamiento, según la perspectiva de los
inconscientemente la lucha contra los instintos sexuales o agresivos. trabajos de Selye.
- No puede disociarse, en muchos enfermos, la fatiga neurótica de la neu~osis Hipocondría.
Es distinta de LAs DIVERSAS FORMAS DE FATIGA y su DIAGNÓSTICO. La fatiga consiste en un es- hi¡1ocondrí,1u, en la cual la perpetua preocupación por la salud da lugar a una continua
los estados tado psicosornático de agotamiento, lasitud y desaliento. Toda fatiga durable comporta
_de astenia búsqueda de dolores y de sensaciones anorrn~les, en algunas o todas las partes del
esta conjunción de factores somáticos y psicológicos. Estar fatigado es a la vez experi- cuerpo. La mayoría de los neurópatas conocen esa mezcla de fatiga general y de bús-
orgánica.
mentar una incapacidad y abandonarse a ella. Importa apreciar la parte respectiva de
queda inquieta de una localización, por medio de la cual expresan su an~ustia ª?_te
las dos series de· factores, que no se excluyen más que en su límite.
los «misterios del cuerpo» a la vez que intentan librarse de ella por la mculpacmn
precisa de un órgano. Es aquí donde debe situarse, por consecuencia, el síntoma des-
El examen de los elementos orgánicos consiste en considerar las fatigas debidas a crito por los autores anglosajones corno overconcem u·ith health (preocupación abu-
perturbaciones somáticas locales, en evolución o residuales. En la obra de P. Bugard siva por la salud), que constituye a menudo el mínimo de angustia que queda «des-
(Ed. Masson, 1960), puede encontrarse un excelente estudio sobre la «fisiopatología cubierta» en el neurótico, incluso en el que está mejor «defendido».
de la fatiga».
Es preciso realizar una exploración de los diversos aparatos cuyo mal funciona-
miento pueda ser responsable de la fatiga. Nos limitaremos a recordar las formas sola-
padas de enfermedades en las que el médico piensa en primer lugar al encontrarse E. LOS «ESTIGMAS» O TRASTORNOS FUNCIONALES NEURÓTICOS
ante una fatiga inexplicable: tuberculosis incipiens, lesión cardíaca inadvertida, co-
mienzo de afección endocrina (corno la diabetes, el Basedow o la inrnficiencia su- En todos los tiempos, los clínicos han relacionado,, con el estado neuró-
prarrenal), la miastenia de Erb-Goldflam, etc. Tan sólo después de la eliminación
tico, trastornos del desanollo psicomotor tales como la enuresiJ, la tartamu-
de estos casos puede ser considerado el diagnóstico de fatiga neurótica. En realidad,
la mayoría de los estados que acaban de ser citados tienen un aspecto psicosornático, dez, los tics.
y la búsqueda de signos característicos nos mostrará, a menudo, correlaciones «fun-
cionales» entre la neurosis y perturbaciones fisiológicas menores. Las discusiones sobre 1) LA ENURESIS. Es muy rara en el neurótico adulto, pero a menudo
·conceptos vagos tales corno la pretuberculosis, la insuficiencia hepática, el adissonisrno, ha persistido en él· durante mucho tiempo con tendencia al sonambulismo
la tetania latente, etc., se refieren a estas correlaciones. y a las angustias nocturas.
Co111¡,011e11te En cuanto a la veniente psicológica, la fatiga neurótica comporta . elementos co-
depresivo. munes: desproporción con las causas alegadas, fracaso del reposo, contexto de ansie- 2) LI}. TARTAMUDEZ debe inscribirse en la serie de trastornos del apren-
dad. Es la resultante de las tensiones de los conflictos o, mejor, un refugio contra dizaje del lenguaje. Sabemos que éste requiere factores somáticos y factores
estos conflictos. Puede ser también el revestimiento de una depresión. Hace falta, por psicosociales. Se pueden encontrar los más completos ~studios sobre la ta~-
lo tanto, analizar los diversos elementos que la componen. Deberá distinguirse la fati-
ga del histérico, brusca y susceptible de oscilaciones, de la del oLsesivo, a menudo tamudez en la monografía de E. Pichon y S. Borel-Ma.Isonny (1937), publi-
expresión única de su angustia y de su lucha agotadora. cada en español por Toray-Masson, S. A., y en los trabajos de Diatkine y

36
_ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS 415
114

Importancia de Ajuriaguerra (1951). Las correlaciones entre la tartamudez, el tempera- de defectos de integración de las funciones nerviosas en el neurótico. Especial-
de ciertos mento y la herencia, discretos desórdenes en los procesos de integración sen- mente, éste se presenta a menudo con esa falta de flexibilidad muscular que
trastornos soriomotriz, alteraciones de la dominancia cerebral, trastornos de la dinámica Reich ha relacionado con la «coraza» caracteriológica.
evolutivos de respiratoria, y los resultados de ciertos tests psicomotores, han demostrado las
las f 1mciones relaciones que unen este síntoma a un estado de disfunción nerviosa más
psicomotrices II. LOS «MECANISMOS DE DEFENSA» NEURóTICOS
global. Hay que evitar el reducir a un factor único un trastorno que sola-
( tartamudez, Procedimien-
mente puede ser comprendido (y tratado) por métodos de observación tan Esta CORAZA NEURÓTICA está arraigada en ·el carácter neurótico. Pero
wrdería,
variados. Es necesario, en presencia de una tartamudez, hacer un estudio ant~s de estudiar éste veamos, pues, cuáles son los resortes, los mecanismos tos incons-
tics, etc.). cientes de
total de la personalidad. Por esto es por lo que ciertos tratamientos de tipo inconscientes que forman esta especie de protección ilusoria.
neutraliza-
ortofónico y articulado resultan inadecu~dos, si el componente neurótico es La concepción clínica moderna de las neurosis, repitámoslo, ya no con- ción de la
preponderante. Deben, a lo sumo, servir de apoyo o vehículo a una psicote- sidera que los síntomas de estas formas patológicas de existencia surjan ex angustia.
rapia que _tienda a ser sistemática y cuidadosamente escogida. abrupto o ex nihilo. Tiende, al contrario, a considerarlas como un aspecto
La tartamudez no puede ser separada de los demás trastornos del len- de la complicación neurótica de la personalidad.
guaje: balbuceo, trastornos de la articulación (silabeo, ceceo, etc.), que son Por lo que debemos ahora describir los «mecanismos de defensa» subya-
el resultado de una cierta fragilidad somática asociada a un cie1Jo retraso centes a las conductas y estigmas neuróticos.
afectivo. Las dificultades, a veces duraderas de la escritura, de la lectura, de · «Todos los fenómenos neuróticos», escribe Fénichel, «se basan en una
la ortografía, del cálculo ( dislexias, disortografías, etc.) comportan los mis- insuficiencia del aparato normal de control. Se les puede comprender como
mos problemas. descargas involuntarias de urgencia _que ocupan el lugar de las descargas
normales. Lá insuficiencia del aparato de control puede producirse de dos
3) Los TICS. Han sido estudiados, hace ya mucho tiempo, por Meige
maneras: ya sea por el aumento del aflujo de estímulos (el aparato psíquico
y Feindel (1902) y más recientemente por Rouart (1947) y Lebovici (1952).
está invadido por demasiadas excitaciones en la unidad de tiempo y es inca-
Entre estas «caricaturas de actos naturales» (Charcot) podemos citar el chu-
paz de dominarlas) y estas situaciones son llamadas "traumáticas", ya sea
peteo del pulgar, la onicofagia, los enroscamientos del pelo. Los tics poseen
porque antiguos bloqueos o disminuciones de las descargas hayan establecido
un contenido expresivo, una significación, que puede ser hallada mediarite
en el organismo una barrera contra las tensiones, de modo que las tensiones
análisis y observación psicológica. No podrá establecerse un tratamiento sin
normales actúan ahora como si fueran traumáticas.» Más sencillamente se
realizar un balance psicomotor, que implique el estudio del desarrollo motor
puede decir que la primera serie de hechos (aumento de los estímulos que
( «síndrome de debilidad motriz>> de Dupré) y el estudio del desarrollo psi-
se convierten en incontrolables) corresponden de un modo bastante general
coafectivo. Lebovicí llegó a las conclusiones siguientes: ciertos tics raros
a la angustia y que la segunda serie de hechos (bloqueo de las descargas)
son _secuelas de encef¡uopatías y no pertenecen por tanto a las neurosis; los
corresponde más bien_ a los síntomas neuróticos y a sus mecanismos de defen-
tics pa~ajeros (niños de 6 a 7 años) son frecuentes y poco graves; en el adulto
sa, más o menos elaborados y complejos: son los modos de funcionamiento
casi sólo s.e dan los tics crónicos que acompañan a un estado neurótico carac-
de esta complicación defensiva los que constituyen los mecanismos de defensa
terizado, ya sea de estructura histérica, ya de estructura obsesiva.
del Y o o mecanismos neuróticos. Todos tienen como finalidad el disminuir
Estos «estigmas» neuróticos, estos trastornos funcionales, tienen el interés la tensión interior experimentada como angustia o culpabilidad, evitando el
de recordarnos que la estructuración del Yo no puede ser disoéiada de los reconocerla y manteniéndola fuera_ del campo de la conciencia. Es preciso
demás elementos de maduración del sistema nervioso. El término de «trastor- comprender que estos medios de prntección son esencialmente inconscientes.
nos psicomotores» nos indica que el aprendizaje de los compo.rtamientos Anna Freud ha consagrado un librito al estudio de estos mecanismos de
motores más diferenciados, la palabra y el gesto, está naturalmente ligado a defensa. Vamos a resumirlos aquí, principalmente según el psicoanálisis
las funciones de descarga instintivoafectiva que la palabra y el gesto deben clásico (1 ) .
canalizar y expresar · progresivamente. Junto a la palabra y los gestos, la
actitud y la marcha constituyen también expresiones a veces muy significativas ( 1) Nos hemos inspirado también en Fénichel (1953) y en M. Bouvet (1957).

37 1
416 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS

Ciertamente, las defensas inconscientes desempeñan un papel en la vida zamiento puede, tener lugar en el tiempo, como en el caso del hombre de los Sustitución
cotidiana (Freud) de cada uno de nosotros (lapsos, olvidos, etc.) o en nues- lobos, de Freud, que no llora a la muerte de su hermana pero que estalla del objeto de
tros rasgos de carácter; pero estas «defensas» ocasionales en los sujetos nor- en sollozos ante la tumba de Puschkin, o bien en el espacio como se ve la angustia.
males, se convierten para el Yo neurótico en la ley misma de su organización. generalmente en las fobias (miedo de la calle, de las alturas, de los anima-
V amos a enumerar los principales procedimientos inconscientes de les, etc.). La proyección es un caso particular de este mecanismo.
defensa.
4) EL AISLAMIENTO consiste en separar una imagen o una idea de su Fragmenta-
Represión de 1) LA REPRESIÓN consiste en rechazar fuera de la conciencia una situa- contexto temporal, espacial o emocional. Un ejemplo, típico en nuestra ción de la si-
las p,tlsiones. ción o una parte de la situación, sin que este rechazo «liquide» la situación, cultura y puesto de relieve por Freud, se realiza por la separación• del amor- tuación an-
la cual conserva una fuerza actuante. La represión es susceptible de variacio- emoción, tierno, y del amor-satisfacción, erótico. Este mecanismo es constan- siógena.
nes muy amplias en su forma y en su papel. Puede traducirse por un vacío, te, por ejemplo, en el pensamiento del obsesivp, que introduce separaciones
una «mente en blanco», como en los olvidos sistemáticos, ya por falsos sagradas o mágicas entre los objetos, las situaciones y las personas, para
recuerdos, ya por la utilización de un material sustitutivo (recuerdos-panta- hacerlas soportables.
llas). La vuelta de lo 1·eprimido, su tendencia a manifestarse, demuestran la 5) LA INTROYECCIÓN indica el movimiento por el cual el sujeto hace Incorpora-
permanencia de la situación de origen (ejemplo: los lapsos). La represión, penetrar en el interior de sí mismo un objeto (es decir una persona) amado ción imagi-
como luego veremos, representa un papel esencial en la histeria, donde u odiado. Deriva (en el tiempo) de los mecanismos más primitivos dé la naria del
puede extenderse a partes enteras de la vida. Se considerarán afines a la incorporación, procedimiento masivo de asimilación del Objeto materno, que «objeto»
represión mecanismos psicológicos tales como la denegación que constituye deseado o te-
es engullido y desaparece en el sujeto. Ia táctica de defensa consiste aquí,
sin duda su forma más. primitiva, o la recusación (ejemplo: la denegación mido.
por lo tanto, ·en la destrucción imaginaria del Objeto y en el refuerzo del
de la amputación en los miembros fantasmas, la rernsación de la enfermedad sujeto por el Objeto incorporado, según el modo de la oralidad del lactante,
o de la muerte por medio del mantenimiento de los objetos del muerto o· que se encuentra ·como comportamiento mágico en el canibalismo totémico.
por conductas mágicas que. perpetúan su presencia). Según la escuela psicoanalista, la introyección del mal objeto tiene un papel
2) LA REGRESIÓN consiste en un retorno del comportamiento hacia un esencial en las depresiones y en las tendencias al suicidio.
antiguo modo de satisfacción. Toda regresión supone una previa fijación 6) LA ANULACIÓN consiste en hacer lo contrario ( con frecuencia en ima- Conductas
a esta modalidad arcaica. Entre las dos fases de este mismo mecanismo -existe ginación) del acto o del pensamiento precedentes. Por ejemplo, repetir con conjurativas.
una relación de reciprocidad. Si el niño ha sido gratificado de una manera la mano izquierda lo que ha sido realizado con la derecha. Las conductas de
importante, durante un estudio correspondiente a un cierto grado de su orga- expiación, las compulsiones de repetición o de simetría (neurosis obsesiva)
nización, le cuesta abandonarlo para hacer el aprendizaje del estadio ulterior. tienen su origen en este mecanismo. Hace falta considerar también la trans-
Retorno ·a las De ahi las fijaciones que tienen un papel capital en las perversiones y en las formación en su contrario, que es un modo de anulación realizada una vez
satisfacciones neurosis. La regresión, o posición regresiva, constituye una situación de base, por todas. El afecto inaceptable es desaprobado y reemplazado por su contra-
libidinales una manera de experiencia privilegiada cuya exigencia es casi absoluta por rio: la aversión reemplaza al deseo; el interés, el amor o la piedad reempla-
primitivas. parte del Yo neurótico. El psicoanálisis distingue las regresiones objeta/es, zan al rechazo, al odio o a la crueldad. El carácter masoquista· utiliza a me-
que son retornos a antiguos «Objetos» de satisfacción (como en la histeria), nudo este modo de defensa.
y las regresiones libidinales (vetdaderas regresiónes de la personalidad a un
modelo de conducta que se había dejado atrás, como es el caso de la conducta 7) LAS <<FORMACIONES REACTIVAS» son conductas manifiestamente in- Inversión
del obsesivo típico). versas de los efectos latentes. Por ejemplo, la «formación reactiva» de la de las ten-
tendencia a la suciedad sería una limpieza excesiva; la del deseo de destruir dencias in-
3) EL DESPLAZAMIENTO es el mecanismo por el cual una emoción es · el Objeto odiado transformará este deseo en amor tiránico y captativo. Se conscientes.
transferida de su objeto actual, interior y concreto (mi deseo, mi pena, mi
miedo) a un objeto exterior cargado de significación imaginaria. El despla-
27.-EY

38
418 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS 419

trata aquí de un procedimiento de disfraz neurótico, de un arte neurótico


de invertir tendencias y situaciones, que debe ser bien conocido para llegar a III. /LAS CARACTERíSTICAS DEL YO NEURóTICO
//
comprender las neurosis.
El Yo neurótico se caracteriza por la lucha que se Ímpone contra sus
ldentifica- 8) LA IDENTIFICACIÓN reside en la apropiaoon, más o menos incons-
pulsiones, por los mecanismos de defensa que forman los síntomas de la
ción a otro. ciente, del papel representado por «el otro». Este mecanismo es fundamental;
neurosis o los rasgos de carácter neuróticos.
es uno de los factores de toda educación (identificación con los personajes
Se trata, ya lo hemos señalado - y contrariamente a un contrasentido El Yo neuró-
parentales, los maestros, los mayores), y además, es el eje alrededor del cual,
que se comete a menudo - no de un Yo fuerte, sino de un Y o débil, obli- tico se de-
ya lo hemos visto, se construye la persona. Desde el punto de vista patoló-
gado a defenderse contra un terrible peligro interior, imaginario e incons- fiende contra
lógico, la identificación imaginaria (identificación con un enfermo en la
ciente, a fin de transformar por la misma neurosis y sus síntomas ( debería el peligro
histeria, identificación con un agresor o un_ adversario en la perversión interior...
decirse sus símbolos), el drama de su ser incompleto en existencia sopor-
sadicomasoquista) es el procedimiento por excelencia del Yo neurótico.
table.
( Carácter nor- -Habitualmente, los psicoanalistas c!escriben entre los «mecanismos de defensa del Tal es, en efecto, el neurótico: un enfermo cuya enfermedad compensa
mal de la «su- Yo», un medio que conviene colocar aparte: la -sublimación. Describiéndolo entre las parcialmente sus propios tormentos; de ahí el valor «hedónico» y los bene-
blimación»). tácticas de defensa del Yo, el psicoanálisis quiere indicar que se trata de procedimien- ficios secundarios de los síntomas. (Se llama así la utilización por parte del
tos que la Persona emplea para desviar la energía sexual o agresiva de su finalidad
inmediata y encauzarla hacia un sistema de valores ideales. Pero hay una gran dife-
neurótico de la nueva situación creada por los síntomas, como una segunda
rencia entre los procedimientos que acaban de ser estudiados y este último. Lo que se línea de defensas neuróticas.)
denomina con el término un poco peyorativo o desvalorizante de s11blimaáó11 agrupa Sin querer insistir aquí sobre este punto capital, repitamos simplemente
las defensas «que tienen éxito»; es decir los medios por los que el Yo consigue una que esta mala estructuración del Y o se debe a una radical distorsión (llámese
verdadera descarga de la energía· pulsional gracias a una mutación o a un .cambio de
congénita, prehistórica u original) del sistema de valores de identificación y ... _y de su
finalidad. Mientras que los mecanismos neuróticos no pueden descargar la tensión
del organismo,· sino q;_,e, por el contrario, llegan solamente a enmascararle, a rehusar del ideal que, en relación a los demás, tiene el Yo como autor, y no sólo conflicto in-
el tomar conciencia (lo que da cuenta de la angustia y de la esterilidad neurótica), la como actor, de su personaje. ¡Es fácil suponer dónde nos conduciría un tal trapsíquico.
sublimación permitirá convertir en direcciones aceptables en la realidad una parte de análisis! Caería fuera del propósito de este Tratado. Pero lo poco que
la energía desarrollada por la estimulación de la necesidad instintiva. La sublimación
es, por lo tanto, «una represión satisfactoria» (Freud) que permite el reajuste social
acabamos de decir (o lo que hemos dicho ya, págs. 122-124) debe permitir
y el desarrollo personal. En este sentido se aparta del marco de la neurosis, ya que comprender en qué dirección pueden y han sido conducidos los análisis
permite al sujeto salirse de ella. La sublimación asegura la organización del Yo moral fenomenológicos de la persona neurótica (Binswanger, Kuhn, Mitscherlich,
y normal. etcétera).
Por el contrario, debemos insistir aquí sobre algunos aspectos clínicos
Como puede verse, todos estos procedimientos son algo análogos a las
y psicoanalíticos del carácter neurótico y algunos aspectos biosomáticos d~l
formas de disfrazar el <<contenido latente» por medio del «contenido mani-
neurótico.
fiesto» en el sueño. Pero existe una gran diferencia entre el sueño y la exis- 1-
tencia, entre la conciencia onírica y la personalidad del neurótico. Esta dife- 1) CARÁCTER NEURÓTICO Y NEUROSIS DE CARÁCTER. Los hechos que
rencia, precisamente, está constituida por el hecho de que los mecanismos de vamos a mencionar primeramente son conocidos desde hace mucho tiempo
defensa toman de la actividad vigil (se dice a veces de la fuerza del Yo) por todos los clínicos. Se trata del desequilibrio instintivoaf:ectivo que cons-
todos sus recursos para complicar sistemáticamente la estrategia del Yo tituye d fondo del carácter. Designadó" como un trastorno de la emotividad
neurótico. Lacan y su escuela (Léclaire, Perrier, etc.) han indicado muy bien por Mórel, como trastorno -de la impulsividad por Magnan, como un estado
que el lenguaje y la palabra permiten precisamente este juego de escondite, constitucional (Dupré, A. Delmas) donde se mezclan las diversas constitu-
este recurso al hermetismo, a la metáfora y al embrollo verbal como instru- ciones primitivas ( ciclotimia, epileptoidia, mitomanía, carácter paranoico, es-
mentos de denegación que caracterizan, en último análisis, el personaje neu- quizoidia, etc.), este desequilibrio traduce, en sus formas ca:racteriales di-
rótico y su máscara. versas, la depresión, la angustia y el malestar de los sujetos marcados así

39
LAS NEUROSIS 421
420 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS

con el «sello neuropático». En la descripción de Janet, principalmente, dente, pueden conducir a una limpieza meticulosa, a un orden rígido, a la
El carácter
neurótico pueden encontrarse muchos detalles sobre est.e aspecto de debilidad de la parsimonia, al asco y al miedo ante la suciedad y sus imágenes (véase más
constituye . organización del Yo. adelante, a propósito de la neurosis obsesiva, pág. 482).
una verdade- He aquí como la escuela psicoanalítica (1 ) describe los diversos tipos de d) El carácter «sadomasoquista» refleja la estructura de la organiza- ...«sadoma-
ra «neurosis carácter neurótico o de neurosis de carácter (tomando la neurosis por lo que ción somatofísica del estadio anal. Es con frecuencia ambivalente (doble soquista».
del carácter».
ella es: una forma patológica del carácter). componente sádico y masoquista). Los neuróticos de este tipo son a la vez
Según la es-
cuela psicoa-
Para ello, la escuela freudiana ha creado una a manera de caracterología crueles, formalistas y duros, por una parte, y buscan el fracaso, la sumisión
nalítica, la psicoanalítica. Opone los caracteres pregenitales al «carácter genital». M. Bou- y el envilecimiento por la otra. Más raramente existen tipos netamente dife-
organización vet (1957) considera que esta c_aracterología es la mejor fundada con respecto renciados en el sentido de caracteres sádicos ( agresivo y dominador), o de
caracteria! a la clínica psicoanalítica, y así describe a los pregenitales como «Yo débil, caracteres masoquistas (pasivo y timorato).
puede hacer- estrechamente 'dependiente de sus objetos», e insiste principalmente en la En cuanto al carácter «genital», se opone a los precedentes por la esta-
se por fija- violencia y ausencia de medida de los afectos y de las emociones, en el amor bilidad y equilibrio del Y o, por la capacidad . de matizar los sentimientos.
ción ... posesivo y destructor de los Objetos, que no son realmente más que «obje- Puede· ser justamente considerado como no neurótico.
tos», en el mantenimiento de un cierto sentido de la Realidad, pero a costa Se encontrarán, a propósito del estudio particular de cada neurosis, las ✓
de una defensa mutilante. También insiste sobre el carácter tiránico y simbó- referencias correspondientes a estos tipos de fijación o de regresión arcaicas:,.A~
lico de los afectos en el neurótico. Desde el punto de vista «genético»,
2) Los ASPECTOS BIOSOMÁTICOS DEL NEURÓTICO. En lo que concierne Las condicio-
teniendo en cuenta la fijación a los estadios libidinales, pueden describirse un
a las neurosis, los métodos de estudios biológicos (por medio de observación nes biosomá-
cierto número de tipos de caracteres neuróticos.
externa) están retrasados en relación con la clínica y la caracterología analí- ticas de la
... narcisista ... a) El carácter «narcisista» c:onstituye la forma sustitutiva y supervi-
tica. Por lo menos, leyendo los trabajos antiguos y recientes sobre este tema, neurosis.
viente del autoerotismo primitivo. Se caracteriza, por una conducta de afirma-
se comprueba que el progreso de los conocimientos clínicos es lo que ha
ción, impulsiva, la búsqueda a cualquier precio del éxito y del prestigio, la
permitido la orientación correcta de las investigaciones objetivas y no lo
imposibilidad de tolerar los fracasos o las críticas. La sexualidad se caracteriza
contrario. Así, por ejemplo, los estudios experimentales hechos en animales
por la búsqueda del amor en espejo, de ahí las tendencias homosexuales.
no pueden interpretarse sin las hipótesis psicoanalíticas (Masserman, Hebb,
Pueden encontrarse elementos .de este tipo en los caracteres llamados «para-
noicos». Liddell, Maier, Mowrer). De igual manera, las observaciones etnológicas,
sociológicas, neurofisiológicas, exigen serios conocimientos de los problemas
... «oral», p) El carácter «oral» se desarrolla a partir de las primeras experiencias clínicos.
correspondientes a la zona erógena oral, la boca: avidez, deseo de satisfacción Como quiera que sea, he aquí las direcciones de investigación obje-
inmediata, pero también pasividad y dependencia. Hemos señalado ya estos tiva en que están comprometidos los métodos destinados a precisar un cierto
rasgos en la perversión toxicomaníaca. Se encuentran también en los histéri- número de factores etiopatogénicos.
cos y en numerosos deprimidos.
a) Herencia. La herencia neuropática admitida por la psiquiatría clá- Taras heredi-
... «anal», c) Et. carácter «anal» se refiere a las primeras experiencias de expulsión sica, y recogida por Freud como un hecho o un límite necesario para su tarias.
o de retención .en respuesta a las demandas y exigencias del ambiente. A la,
construcción teórica ( «el muro de la biología»), será expuesta más adelante
fijación de la actitud de rebélión corresponde un comportruniento de sucie-
(pág. 616). Nos contentaremos aquí ccin citar, por ejempio, los estudios de
dad, de desorden, de despilfarro y de irresponsabilidad. Una educación
Hirsch sobre los. delincuentes enuréticos (46 %· de padres enuréticos contra
demasiado rigurosa, o la formación reactiva contra el comportamiento prece-
un 20 % en el grupo de control), los de Mac Innes, de Brown, de Cohen,
etcétera, sobre el factor hereditario de la neurosis de angustia (según ellos
( 1) H. Sauguet ha propuesto reservar el término de neurosis de carácter a las formas más
graves de desequilibrio instintivoafectivo, cercanas a los trastornos descritos en el capítulo pre . . existiría un verdadero factor hereditario de predisposición a la angustia pa-
cedente. Los «caracteres neuróticos»,. por el contrario, constituirían la transición con las perso- tológica). El factor genotípico parece ser más determinante en los trastornos
nalidades normales.

40
422 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS

menores, tales como la tartamudez y la enuresis, que en los otros trastornos en manos de Eysenck, a una serie de medidas precisas reali:adas sobre una
(sobre 200 gemelos tartamudos, Nelson ha encontrado que, salvo alguna densa población. Si a estas observaciones experimentales se anaden las obser-
excepción, todos los gemelos idénticos eran tartamudos). Eysenck, midiendo vaciones clásicas de los clínicos (tono muscular débil, posturas defectuosas,
el componente neurótico general, ha encontrado una concordancia de 90 % dispepsia, temblor, parestesia, trastornos del sueño, etc:, todos ellos signos
en los gemelos idénticos, contra 50 % en los gemelos fraternos. Los hechos. que se encuentran en los extenso~ e~~dios clínicos, ~e Slater, 1945, p~r
más significativos conciernen a gemelos idénticos educados en condiciones ejemplo), se llega a un «retrato fis1olog1co» del neurotlco que pone en evi-
y medios diferentes. Pero existen pocos estudios de este tipo (upa docena de dencia una cierta insuficiencia energética general.
casos, según Cattell). Reproducimos aquí lo que dice este autor a tal res- Ciertos autores admiten, además, rasgos tetanoides, un débil contenido
pecto. de calcio en la sangre, una especial disposición de los capila~es de_ l~ piel
«Estos estudios muestran que, en los gemelos idénticos, lo que resulta (Saemsels), una particular sensibilidad al frío («vasoneuropatla penf:r_1ca>>
más susceptible de variaciones según las diferencias .del medio, son los de Osborne y Cohen). Otros trabajos (Cattell) señalan que los. neuroticos,
rasgos siguientes: a) el grado de dominancia, timidez, brutalidad, aptitud al hacer un esfuerzo mental, sufren modificaciones vasculares más importantes
para mandar, etc.; b) el carácter concienzudo, la disposición al sentimiento que los normales, en la pletismografía, por :je~plo. Se~ª- podido ~tablecer
de culpabilidad, de responsabilidad, de seriedad; c) el deseo de impresionar, Eysenck), además, correlaciones entre va~1ac~ones ~u1m1cas ( col~esterasa
la modestia, la vergüenza; d) el grado de resignación o de rebelión, y en un elevada) y rasgos como alegría, energía, md1feren~1a. En el. capitulo que
grado menor, el control de sí mismo.» hemos dedicado a la electroencefalografía, hemos citado los hechos obser-
Recientemente, Henry Ey y E. Henric (Évolution Psychiatrique, 1959, vados a este respecto en los «neuróticos» o en los «~sicópatas» (pág. 180~ •
número 2), han vuelto a considerar esta cuestión. Pueden encontrarse en este Recordemos asimismo los trabajos electroencefalograficos sobre el estud10
trabajo las principales referencias bibliográficas y la exposición de opiniones clínico del <<condicionamiento» de los comportamientos espeáficos y de los
diversas. Estudiando un grupo de 52 neuróticos y sus familias, han demos- fenómenos fisiológicos elementales y también las relaciones entre 1~ actividad
trado que los casos de enfermedades mentales son por lo menos cuatro veces eléctrica del cerebro, la homeostasis y las variaciones del medio externo
más frecuentes entre los parientes de los neuróticos que en la población
(Colloque de Marseille, 1957, y Dongier, Évolution Psychiatrique, 1958,
media, y que el porcentaje de casos mórbidos es incluso mayor en los cola-
terales que viven fuera del hogar familiar, lo que demuestra la importancia número 1).
del factor genotípico. e) Estudio psicométrico del neurótico. De nuevo recurriremos .ª
Eysenck para apreciar el problema_ de los rasgo~ generales _de la ~ersonah-
El «tempera- b) El estudio de los factores morbofisiológicos. Utilizando el método
dad neurótica en relación a la psicología operacional. Un aerto numero de
mento ner- factorial, se ha estudiado de nuevo la cuestión de los rasgos «de tempera-
vioso». {La i;asgos señalados por Eysenck son reconocidos como válidos por otros auto-
mento» o «de constitución». El trabajo de Eysenck (1) (1950) permite con-
personalidad res (Webb, Cattell). Retengamos el hecho de que se puede definir p_or tests Criterios psi-
cluir que, si no existe un biotipo predisponente a la neurosis, por el contrario,
neurótica de objetivos un factor nmrótico general que comporta: 1~ ese~;ª ,fl':11~ez de cométricos.
se halla en los neuróticos, con frecuencia significativa, un cierto número de
Eysenck.) las asociaciones ; la débil perseverancia en los tests de «s1tuac10n mmiatura»
rasgos fisiológicos. Citemos: la mediocre adaptación senso'rial (estudio de la
y de resistencia; la tendencia a fluctuaciones de actitudes (infidelidad en los
visión nocturna), la correlación entre la ansiedad y la elevación de la coli-
tests repetidos a intervalos); una gran proporción de errores en los tests
nesterasa sanguínea, la mala resistencia a un esfuerzo standard (medido por
motores o de atención; un ritmo personal lento; una mala performance en.
el aumento del consumo de· oxígeno, la aceleración prolongada del pulso y
el aumento de de¡ivados lácticos), la mayor fatiga a lo largo de un apren- los· tests de laberinto · sugestibilidad en el test del balanceo postura!. Por el
dizaje cualquiera, la ataxia estática (medida de las oscilaciones del cuerpo contrario, la tendencia a la perseveración (rigidez) no está indicada por
en la prueba de Romberg), etc. Todas estas investigaciones han dado lugar, Eysenck. .· · . , .
Ante las láminas del Rorschach, pueden md1carse como rasgos neurotl-
cos generales las respuestas que apuntan ansiedad (respuestas-simeu:ía, _núme-
( 1) El capítulo IIT del libro de Eysenck (Les dimensions de la personnalité) implica una
revisión muy completa de la literatura anglosajona y el resultado de sus ·propias investigaciones. ro elevado de formas animales o anatómicas), las respuestas que md1can el

41
424 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS 425

deseo de no abandonarse, de controlar estrictamente las pruebas (estas res- Están en evidente relación con las situaciones y las emociones presentes o
puestas «defensivas» pueden ·conducir a una gran productividad o a una pasadas. Se manifiestan en sujetos desequilibrados (inhibidos y en estado
pobreza anormal, hasta el rechazo de una lámina, o la débil proporción• de de inmadurez o de retraso afectivo). Están también en evidente relación
respuestas vulgares). Citemos aún la mala organización de las respuestas con los complejos o fantasmas inconscientes (trastornos de la sexualidad,
(pocas respuestas globales, muchas «formas», muchos detalles, a veces, pe- fijación y regresión a los estadios primitivos del desarrollo libidinal).
queños).
- El diagnóstico diferencial tropieza con dos grandes dificultades, según·
se trate del límite superior o inferior de las formas clínicas que componen
IV. CLASIFICACIÓN DE LAS NEUROSIS
el grupo de las Neurosis. .
El límite superior linda con los comportamientos y caracteres normales, Neurosis y
En suma, este capítulo· de la psicopatología de la personalidad, que en-
y, especialmente, en ciertas formas menores (los caracteres neuróticos) el rariacionH
globa la generalidad de las manifestaciones del Yo neurótico, permite prever normales del
problema del diagnóstico resulta singularmente arduo. Puede decirse, inclu-
que es difícil separar de su tronco común las diversas clases de formas clíni- equilibrio
so, que es imposible resolverlos en los casos límites.• Se procurará poner en
cas de estas neurosis. En efecto, en la práctica, la clasificación de las clases psíquico.
evidencia la fijeza, la tendencia repetitiva, estereotipada y constantemente
que componen dicho género queda a menudo frustrada por las numerosas
dispuesta a reaccionar -por los mecanismos neuróticos que hemos enumerado.
formas intermedias o formas mixtas. Se describe generalmente una forma
En los casos de neurosis bien estructuradas, el diagnóstico es mucho más
básica: la neurosis de angustia, donde los mecanismos de defensa son relati-
fácil, pero es preciso convenir que éstas son más raras. Por otra _parte, las
vamente simples y la angustia, por consecuencia, más directa, menos neutra-
neurosis pueden ser distinguidas de las personalidades psicopáticas de
lizada y compensada ..
las «Neurosis de carácter», que ya han sido objeto del capítulo precedente.
Se describen a continuación tres neurosis fuertemente «estructuradas»:
Este diagnóstico se basa esencialmente en la ausencia de síntomas neuróticos
la neurosis fóbica (histeria de angustia), donde la angustia está comprome-
y de mecanismos de defensa, en la medida misma en que la impulsividad y
tida en un sistema ideoafectivo simbólico (agorafobia, fobia de los cuchillos,
la perversión constituyen rasgos de carácter aceptados por el sujeto, sin que
etcétera) ; la neurosis histérica (histeria de conversión), donde la angustia
él reaccione con angustia, y sin poner en marcha los procedimientos de neu-
se neutraliza por su enmascaramiento en expresiones psicosomáticas artificia-
tralización de la angustia que constituyen las modificaciones neuróticas.
les; y la neurosis obsesiva, en la cual la angustia es reemplazada por un sis-
El límite inferior linda con las Psicosis y veremos, principalmente estu-
tema de actos prohibidos o de pensamientos mágicos forzados.
diando las relaciones de ls1s neurosis de angustia con la melancolía o las de
En este orden, expondremos los estudios clínicos de las Neurosis en los
las neurosis histéricas y obsesivas con la Esquizofrenia, que el diagnóstico
capítulos siguientes:
es a veces muy difícil. En favor de la Neurosis se tendrá en cuenta un hecho Neurosis y
I) Neurosis indiferenciada: neurosis de angustia. capital, y es la posibilidad que tiene el neurótico, bajo la máscara de su neu- psicosis.
II) Neurosis grandemente diferenciadas: neurosis fóbica, neurosis his- rosis de entrar en contacto con los demás, en un mundo común y real. En
térica, neurosis obsesiva. efect~, a pesar de las extravagancias de su conducta, a pesar de su técnica
de lo imaginario y del simulacro, el neurótico permanece adaptado o de
acuerdo con la realidad. No ocurre lo mismo con los psicóticos cuyas expe-
V. DIAGNóSTICO
riencias y cuyo mundo resultan profundamente alte_rados por el delirio. Ha-
cer el diagnóstico de neurosis y eliminar el de psicosis es, por lo tanto, afir-
- El diagnóstico positivo de las Neurosis se establece por el análisis
mar que los trastornos son relativamente superficiales, plásticos y reversibles.
semiológico del cual acabamos de exponer lo esencial.
Prácticamente, los síntomas neuróticos serán reconocidos como tales por
los caracteres siguientes: manifiestan un malestar interior y a menudo una
gran angustia, más o menos disimul_ada. Dan al observador la impresión de
un artificio, de una complicación y de una práctica activamente buscada.

42
LAS NEUROSIS 427
426 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
(
una angustia crónica y comportamiento s depresivos, regresivos o psicosomáticos. Debe
retenerse de entre los tra~ajos de la escuela de Pavlov, que el umbral de excitabilidad
VI. RESUMEN I)E LOS PROBLEMAS PSICOPATOLóGICOS y de reactividad emocionales y el juego de facilitaciones e inhibiciones corticales
deben ser tenidos en cuenta en la patología cerebral funcional de las neurosis. El
No podemos pensar en hacer aquí, aún en forma de resumen, una exposición de estudio experimental de los condicionamient os y descondicionami entos permite la
los problemas psicopatológicos planteados por las neurosis. Este problema se relacio- producción de fragmentos de comportamiento s neuróticos o psicosomáticcis (J. Caín).
na, en efecto, con el del desarrollo de la personalidad, el del inconsciente,. el de las Si el término de «neurosis experimentales» dado por Pavlov a estos comporta-
relaciones entre lo físico y Jo moral (véase, a este respecto, nuestro primer capítulo mientos ha suscitado críticas - ya que no puede compararse un verdadero estilo de
sobre la Psicología, y Jo que hemos dicho en la Semiología de las anomalías de la vida como una neurosis humana con respuestas aisladas obtenida~ por el experimen-
construcción de la Persona (pág. 122}). Se relaciona también_con el de la acción del tador-, debe reconocerse que el método de Pavlov abre una vía hacia el conocí,
medio social sobre la formación del Yo y las deformaciones patológicas (véase nuestro miento de los procedimientos de integración de las condiciones ofrecidas por el
capítulo sobre la acción patógena del medio). La importancia que ha tomado en la medio. La escuela anglosajona de psicología experimental ha reemprendido e inter-
vida moderna el problema de las neurosis (cuyo cuadro, de por sí bastante amplio, ha pretado de nuevo, conforme a los conocimientos actuales, las experiencias de estilo
sido extendido en ciertas escuelas o ciertos países más allá de toda medida), las deli- pavloviano (Liddell, Gant, Masserman, Hebb, Hunt y Slossberg, Maier, Mowrer, etc.).
cadas cuestiones planteadas por las relaciones entre las neurosis y la creación a·rtística, Citemos, a título de ejemplo, la experiencia de Mowrer (1940); se enseña a un grupo
la naturaleza y la realidad de los trastornos neuróticos «reactivos» en las situaciones de ratas a evitar un peligro (situación dolorosa) adquiriendo el hábito A. Otro grupo
consecutivas a accidentes o a heridas de guerra; los innumerables aspectos culturales se mezcla entonces al primero y a ambos se les enseña a evitar el mismo peligro
y sociales de la patología neurótica sólo pueden ser mencionados aquí. Nos contenta- adquiriendo el hábito B. A continuación el hábito B es recompensado de modo irre-
remos con insistir sobre cuatro puntos: l.º, la teoría sociogenética de las neurosis; gular: un castigo sustituye de vez en cuando a la recompensa. En estas circunstancias,
2.º, la teoría pavloviana de las neurosis por condicionamiento; 3.º, la teoría de Janet; el primer grupo vuelve al hábito A (citado por Cattell).
4.º, la teoría psicoanalítica. Mowrer ha podido observar igualmente ·un fenómeno que evoca la «formación La neurosiJ
reactiva» de los psicoanalistas, es decir la respuesta a una tendencia por medio del considerada
La 11euro1i1 1) TEORÍA SOCIOGENÉTICA. En tanto que es un trastorno del desarrollo, la neu- comportamiento inverso. Hebb (1947) ha obtenido en el chimpancé fobias, hiperemo-
como el . ef ec-
rosis puede ser considerada como resultante de la presión social. Desde este punto de to de 1111 «co11-
considerada tividad, trastornos sexuales y tendencia a la segregación. Otros autores han puesto en diciona,;,ie11-
como un ef ec- vista existen numerosos estudios de sociología y de antropología cultural que se pro- evidencia en distintos animales mecanismos neuróticos, «fragmentos de neurosis» e
to de la pre• ponen mostrar cómo la personalidad individual se encuentra o demasiado comprimida, to».
inadaptaciones, que permiten un estudio experimental.
sión 1ocial. o demasiado aislada, o demasiado abandonada para que pueda desenvolverse normal Parece ser que el estudio crítico de tales observaciones permite extraer algunas
y armoniosamente. Cada medio cultural tiende, en efecto, a modelar un cierto tipo de ideas sobre las condiciones de desencadenamie nto de los comportamiento s que recuer-
hombre, cuyas características serán más o menos bien soportadas por los individuos. dan las neurosis humanas: se trata de situaciones en las que los estímulos proporcio-
Ciertos sociólogos han llegado a pensar, por el estudio de grupos culturales, que las nados al animal no Je permiten la descarga motriz apropiada, lo que puede produ-
reacciones neuróticas provienen de las condiciones socioculturales (económicas, fami- cirse en dos series de casos; si los estímulos son mal reconocidos o si la descarga
liares, conyugales, etc.). Entonces se centra la atención, según se usen términos de apropiada es contrariada. Por ejemplo, en las experiencias de tipo pavloviano, se
psicología behaviorista, reflexológica o psicoanalítica, sobre la sumación de inhibi- puede apreciar bien las condiciones para un «conflicto mental»: a) en las discrimi-
ciones, la importancia de las relaciones edípicas del Super-Yo, de la agresividad, etc. naciones demasiado finas entre dos estímulos (caso de los elipses con los focos aproxi-
(Kardiner, Watson, Huschker, Needler, Margaret Mead, Karen Horney). No insisti- mados); b) en las experiencias donde las respuestas son irregulares (experiencia de
remos más sobre la acción neurotizante del medio, ya que un capíhtlo especial de este Mowrer citada anteriormente); c) en las experiencias donde los estímulos· son dema-
Trat"ado está dedicado al pápel patógeno del _medio (véase pág: 925); se encontra- siado débiles; d) si la descarga motriz es contrariada; como ocurre cuando se prolonga
rán allí los hechos esenciales y la discusión de su valor patógeno. Retengamos, de demasiado el tiempo de respuesta; se puede decir también que la respuesta motriz
entre estos estudios, que es imposible .comprender y curar una neurosis si no se es más simple para el animal {la huida) le resulta prohibida por las condiciones de vida
capaz de conocer y de modificar los lazos que unen al neurótico con su estructura y la cautividad. En suma, para la producción de reacciones neuróticas experimentales
socio cu! tura!. se precisa «la ambigüedad de las señales» (estímulos) y, sin duda,. una inaptitud·
cognoscitiva para descargar la tendencia» (Cattell). ·
2) TEORÍA DE PAVLOV. NEUROSIS EXPERIMENTALES. La doctrina de Pavlov SO·
Otro problema importante es ei de saber si ciertos conflictos inducen mecanismos
bre la neurosis constituye un· aspecto particular de las teorías. sociogenéticas. Pavlov,
neuróticos específicos. Liddell (1947) ha intentado responder a esta cuestión. Ha
en efecto, ha subrayado la importancia del condicionamiento neurótico, es decir de
comprobado la intervención de factor.es cronológicos: así, por ejemplo, si la señal se
las respuestas dadas por el animal condicionado cuando se encuentra colocado en
anticipa en mucho a la prueba conflictiva, el animal tiene tendencia más bien a res-
situaciones experimentales que le desorientan (sumación y repetición de estímulos,
puestas de tipo neurótico; si la señal antecede en poco a la prueba, tenderá más bien
desplazamientos y complicaciones de las estimulaciones diferenciales, respuestas irre-
a presentar conductas de inmovilidad y retraimiento. Esta dirección experimental está
gulares a los condicionamientos adquiridos, etc.). El animal se vuelve irritable y
aun poco explorada.
ansioso y, si las situaciones patógenas artificiales duran o son renovadas, se establece

43
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS

sistemática de la reviviscencia de recuerdos infantiles), Je habían convencido de Ja mente la angustia del conflicto interior.. Así, los síntomas neuróticos aseguran al. Yn ... />or donde
cierta protección, una relativa tranquilidad. Si el sujeto adopta y conserva hacia sus se esublece 1111
existencia de una vida psíquica inconsciente, presentida desde el siglo xvm por di-
equilibrio que
versos filósofos. Si la torna de conciencia, la reviviscencia emocional de ciértos recuer- conductas neuróticas una adhesión, que las liga al carácter y les confiere una fuerza hace soporta-
dos posee una virtud terapéutica (abreacción, catarsis), es porque fuerzas organizadas de repetición indefinida. es porque él encuentra cierta satisfacción: por una parte 'la ble el conflicto
por debajo del nivel de la conciencia encuentran en estas experiencias el medio de descarga instintiva se transforma en conductas simbólicas que la hacen aceptable entre las /Jlll-
librarse, de llegar a su fin. Estas fuerzas son necesidades instintivas, que la estructu- ( valor hedónico de los síntomas).: por la otra, los síntomas aportan en sí ciertos siones )' m re-
ración progresiva de la vida psíquica ha reprimido (papel de la censura, mecanismo beneficios sernndarios, permitiendo al sujeto escapar d_e necesidades o responsabili- />resióu.
de represión). La reviviscencia emocional de conflictos antiguos (anteriores al domi- dades, recibir gratificaciones o esperarlas. A través de las paradojas. y de las compli-
nio del lenguaje), por los cuales se ha organizado el inconsciente más profundo, caciones de la neurosis se encuentra de nuevo el principio del placer que encierra
permite a una parte de las fuerzas en jaque liberarse, expansionarse'en una satisfacción a la neurosis en sí misma.
sustitutiva. De ahí el valor <<simbólico» de los síntomas, de las fobias, de los trastor- Estos procedimientos de defensa, este enmascaramiento simbólico de los conflictos
nos funcionales histéricos, de las ideas o impulsiones obsesivas. entre las fuerzas inconscientes no agotan, por lo general, toda la energía pulsional
La neurosis no Así apareció a los ojos de Freud, en el comienzo de sus investigaciones, la catarsis insatisfecha. Cuando el sujeto no ha podido elaborar conductas de protección, o cuan-
se reduce a de Breuer, y sobre esta intuición de comienzo construyó su teoría de las tres instan- do estas conductas son «imperfectas» la angustia aparece. U na forma de neurosis
un estado de cias, según la cual la neurosis constituye una forma de adaptación del Y O a Jas (neurosis de angustia) corresponde a la posición de los sujetos que no han constituido
debilidad una defensa por medio de conductas o síntomas, y en los cuales la angustia se
psicológica; exigencias pulsionales de una parte (el Ello), y a las socioculturales de otra (el Super-
es una mani- Yo). Así, los síntomas neuróticos representan el contenido manifiesto (se dice también encuentra, por así decir, a descubierto. El papel de la angustia, en todos los casos, es
festación de la lo Significante), la apariencia, la emergencia, la superficie del Yo, de un conflicto el de alerta,· al organismo sobre los peligros internos que corre, por ejemplo, cuando
fuerza de las energético inconsciente; verdadero contenido latente de la neurosis (se dice también una pulsión instintiva no puede encontrar una descarga adecuada. Incluso en la neu-
pulsiones y de lo Significado), que debe ser descifrado. Esta hipótesis posee una virtud, que Ja rosis mejor estructurada, la angustia forma parte de la existencia aún cuando sólo sea
rus conflic- teoría de Janet, demasiado _intelectualjsta, no tiene: la de alcanzar el dinamismo a título de acompañamiento con sordina, en el fondo del cuadro, mostrando una per-
ios ... constitutivo de la neurosis en las capas inconscientes de la vida psíquica. Si ¡ anet vio turbación en el equilibrio energético del sujeto.
claramente lo que falta al neurótico (la parte negativa de la neurosis), Freud pe,-mite
penetrar en lo que el neurótico expresa, en el contenido y en la estrnt'tura de la A los ojos de los psicoanalistas, la neurosis aparece, por lo tanto, como
neurosis ( la P.arte positiva de esta forma mórbida).
una mala estructuración del Yo, el cual no es capaz de ejercer su papel
2.º) Papel de la vida infantil y anacronismo de las conductas neuróticas. EJ normal de filtro y de control entre las exigencias pulsionales (las necesidades
inconsciente expresa y con_tinúa la prehistoria del individuo en una gran medida. biológicas) y las exigencias sociales (adaptación a la vida práctica, edificación
Este segundo descubrimiento de Fre.ud da cuenta del contenido positivo de la neuro- de una moral personal). El neurótico se encuentra fracasado en los dos
sis: la tendencia a satisfacciones arcaicas. Para comprenderlo, es preciso referirse a frentes: en el del instinto, cuya descarga está. entorpecida, y en el de la vida
las nociones de fijación y de regresión que han sido definidas en páginas anteriores
... es una re- social, donde su participación es restringida y dolorosa.
y de las que se encontrarán ejemplos más adelante. Los estadios sucesivos de la sexua-
gresión a esta-
lidad infantil (pág. 17) son las etapas del desarrollo de la vida del niño, experiencias Numerosos puntos menos importantes de la teoría psicoanalítica de las
dios p,·imitivos
de la libido ... de maduración del sistema nervioso en sus estructuras y en sus controles, y a Ja vez neurosis no pueden ser abordados aquí. Así, la discusión sobre la génesis
del desarrollo del psiquismo naciente en sus experiencias y sus relaciones primitivas: de la agresividad, las relaciones entre lá neurosis y las élá.boraciones cultu-
estadio 'oral (plac¡;r de la succión o de la incorporación); estadio esfinteriano (placer rales o los sistemas de valores. Sin embargo, no parece que lo esencial, para
de la retención y de la emisión); estadio fálico (placer genital primitivo). Esto~ pe-
ríodos nucleares de la experiencia son difíciles de franquear, imponen al niño Ja
el médico, resida en los aspectos energéticos de la teoría sobre los que hemos
renuncia a un placer para la conquista de un dominio progresivo del cuerpo y para centrado esta exposición (el «punto de vista económico» de Freud).
la adaptación al universo percibido. En las neurosis, el psicoanálisis observa constan-
temente la persistencia de necesidades arcaicas contra las cuales el neurótico lucha por
procedimientos típicos de defensa. * * *
... que desenca- 3.º) Los · mecanismos de defensa contra la angustia neurótica. Remitimos de La comprensión moderna de la neurosis permite buscar las convergencias
dena un siste-
ma de seguri-
nuevo ~ páginas .anteriores ~ara su definición. El sentido de estos procedimientos y entre los diversos puntos de vista teóricos. Si la visión de Janet y la de
dad y de su finalidad consisten en evitar el reconocimiento de. la necesidad de satisfacciones Freud se han mostrado como notables instrumentos de análisis clínico, uti-
infa~~iles. La «defensa c;lel Yo». consiste en mantener la ignorancia acerca de Ja signi-
defensas in- lizables directamente por los médicos - sobre todo, la teoría psicoanalítica
wnscientes ... ~c~c1on _de la~ conductas ne~r?tteas. Gracias a respuestas daboradas en conductas repe-
titivas s1rnbóhcas, el Yo facilita a las pulsiones una salida incompleta, y evita parcial- fundada, como se sabe, en numerosos análisis terapéuticos- , estas teorías

44
428 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LAS NEUROSIS 429

El mayor inconveniente de las teorías sociológicas y pavlovianas en la interpreta- aún-. son trastornos de las diversas funciones del organismo caracterizados por la
ción de las neurosis es el de descuidar el aspecto individual, histórico, del comporta- detención del desarrollo sin deterioro d·e la función m_isma» (Les Névrose;, .1909,
miento, acentuando exclusivamente las condiciones exteriores de su desarrollo. Se página 386)
corre el riesgo, entonces, d!: concluir que la neurosis es una especie de reacción natu- El carácter patológico de estos trastornos aparece, subrayémoslo de nuevo, en su
ral a las dificultades exteriores, y de escotomizar su naturaleza patológica. Es a esto <(Organogfoesis», ya que las neurosis son, ante todo, enfermedades del organismo,
precisamente a lo que intentan responder las teorías de Janet y de Freud. detenido· en su evolución vital. Sin duda sólo muy raramente destruyen la vida del
sujeto, pero es indudable que la disminuyen. Esto es evidente si se considera, por
La teoría de 3) LA TEORÍA DE }ANET. Esta teoría, elaborada pacientemente por el gran psico- ejemplo, la familia neuropática (Ch. Féré), que, a través de la neurosis, avanza hacia
las regre1ione1 patólogo francés en voluminosas y memorables obras, insiste precisamente sobre el la degeneración y la desaparición. La herencia, el exceso de trabajo, el agotamiento y
fundonales de déficit funcional de la energía neuropsíquica (tensión psicológica) en las neurosis. las emociones· son las causas de este debilitamiento de la vitalidad. Es tan sólo bajo la
P. Janet. Todos los análisis de P. Janet ponen en evidencia el ,carácter automático e inferior de acción de estas alteraciones fisiológicas generales, y, en ese momento tan sólo, subraya
los fenómenos neuróticos en relación a las funciones de adaptación a la realidad. De Janet. cuando se manifiestan los trastornos psicológicos.
ahí la importancia que ha dado a la fatiga y al agotamiento (psicastenia) al derroche El primer aspecto de esta disminución energética es una neurosis poco grave, el
de energía (actos desordenados y agitaciones psíquicas) y a la liberación psicomotriz de nerviosi.rmo (lo que estudiaremos con el nombre de neurosis de angustia) caracteri-
conductas primitivas (automatismo psicológico) en el cuadro clínico y en la patogenia zado por el predominio de reacciones emotivas. Las emociones son, en efecto, «ope-
de las neurosis. Esta concepción de la neurosis, como una caída de nivel del edificio· raciones» inferiores que reemplazan a las «operaciones» superiores, que se han hecho
funcional, merece retenerse especialmente, ya que permite establecer el puente entre difíciles o imposibles.
el sentido psicológico de los síntomas y su condición orgánica. Este aspecto deficita- Cuando la enfermedad se desarrolla, afecta con predilección ciertos sistemas fun-
rio o negativo es menos aparente en esta forma de enfermedad mental que en la cionales. En la p1ica1te11ia o neurosis obsesiva, la depresión acompañada de agitación
mayoría de las otras, pero no por eso deja de existir, y el gran mérito de Janet psíquirn atañe a la voluntad, a la atención, y a la función de realidad. En la histeria,
consiste en haberlo demostrado por medio de sus minuciosos análisis. Le debemos, la insuficiencia funcional se manifiesta en la percepción personal y en la construcción
por consecuencia, una concepción de las enfermedades de la personalidad que se de la personalidad. En lo que se refiere a estas dos neurosis bien estructuradas, Janet
sitúa dentro de la perspectiva médica habitual: la de las condiciones fisiopatológirns admite, en la primera, un descenso de la tensión psicológica y, en la ·segunda, una
de la enfermedad.· reducción del campo de la conciencia. Así considera las obsesiones, y más general-
Para Janet, en efecto, las neurosis son enfermedades de la evolución de las fun- mente Iá psicastenia, como un descenso de la tensión psicológica, que conlleva una
ciones psicológicas (deambulación, lenguaje, percepción, conductas sociales, creencias regresión de 'las funcio.nes de adaptación ¡i lo real hacia formas anárquicas del com-
y sentimientos). Estas funciones constituren conjuntos o sistemas curas partes están portamiento ideomotor (ideas obsesivas, agitación psíquica y psicomotriz, etc.). Por
superpuestas jerárquicamente. La función, en estos trastornos neuropáticos, jamás es · otra parte, considera la hiJteria como una regresión de las funciones voluntarias y
destruida enteramente; está tan sólo afectada por lo general en sus aspectos supe- adaptadas hacia formas inferiores de automatsimo psicológico (ideas fijas, fenómenos
riores más difíciles, más socializados, aquellos que exigen más aprendizaje de control de sugestión, hipnosis, etc ..).
y de adaptación a la realidad y al presente. Es sobre los aspectos superiores de las La riqueza ·de las descripciones clínicas de Janet sobrepasa en mucho la sequedad,
funciones, sobre su adaptación a las circunstancias presentes, donde actúan las neuro- un tanto formalista, de su teoría. Lo que es cierto es que él mismo ha extraído de sus
sis. Dicho de otro modo, la neurosis es una enfermedad de la personalidad en tanto concepciones técnicas psicoterápicas, que Léonard Schwartz, neurólogo de Basilea, ha
que ésta se halla compuesta de funciones superiores en evolución. Es ·precisamente codificado perfectamente en su libro Les névro;es et la psychologie dynamique de
en las diversas etapas de la evolución de la personalidad cuando las neurosis apare- P. Ja11et (trad. fr. P. U. F., 1955).
cen, como si expresaran las dificultades que el individuo encuentra al pasar· a un
estadio ulterior de su desarrollo. Así, se manifiestan o agravan en la pubertad, en el 4). LA TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS. No la expondremos aquí en Teoría de las
momento del matrimonio,· en la muerte de los padres, después de todos los cambios d~taHe, ya que el lector ha encontrado y encontrará constantemente en este Tratado fuerzas i11co11s-
de carrera o de posición, es decir en el momento en que la evolución individual y referencias a esta teoría, particularmente en los capítulos siguientes. Resulta, sin em- cientes patóge-
social se hace más difícil. Este aspecto de accidente evolutivo de la neurosis aparece, bargo, indispensable situar la teoría psicoanalítica de las neurosis en relación con nas de Fre11d.
i'ncluso, cuando ésta se prolonga. Todo ocurre entonces como si el individuo perma- las teorías precedentes. Nos contentaremos con subrayar brevemente el papel que
neciera fijado a este estadio de su evolución sin poder ir ·más lejos. Janet resume su Freud atribuye, en la génesis de las neurosis, al inmnsciente, a la vida infantil y a
teoría de las neurosis consideradas como trastornos o detenciones en la evolución de los medios de defensa del Yo contra la angustia nacida de las pulsiones y sus conflic-
las funciones así: «Las neurosis son enfermedádes que afectan a las diversas funcio- tos. El objetivo de la teoría psicoanalítica es penetrar, por así decir, en el interior de
nes del organismo, caracterizadas por una alteración de los aspectos superiores de estas los síntomas neuróticos, a fin de conocer su significación.
funciones, detenidas en su evolución, en su adaptación al momento presente, al mundo
exterior y al individuo, y por la ausencia de deterioración en las partes más antiguas I.º Papel del inconsciente y simbolismo de lo1 síntomas neuróticos. Los prime-
de estas mismas funciones, que pueden aún ejercerse muy bien de una manera abs- ros estudios de Freud sobre la vida psíquica (su conocimiento de la hipnosis, la obser-
tracta, independientemente de las circunstancias presentes. En resumen -_precisa vación, hecha con Breuer, de histéricos cuyos síntomas desaparecían con la utilización

45
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS

tienen, además, el mérito de permitir a los biólogos y a los sociólogos plan-


tear correctamente las cuestiones fundamentales de sus investigaciones sobre
el tema. Persisten, en efecto, dos zonas oscuras en la teoría de las neurosis:
una concierne a sus bases biofisiológicas. Sobre este punto, fisiólogos, zoólo-
gos y experimentadores deben completar nuestras informaciones. Hemos
esbozado en este capítulo el marco de tales investigaciones. El estudio de las
motivaciones, forma moderna de las investigaciones .sobre los instintos, re-
viste una particular importancia (véase pág. 684). Otra concierne a las rela-
ciones entre los complejos instintivoafectivos y los hechos socioculturales. CAPíTULO III
Aquí son los etnólogos y los sociólogos los que deben profundizar nuestros
conocimientos sobre los factores neurotizantes de las instituciones sociales.
Cada uno de los puntos de vista, que han conducido a estas diversas formu- NEUROSIS DE ANGUSTIA
laciones teóricas, se manifiesta, pues, necesario para el progreso de los cono-
cimientos sobre las neurosis. (ESTADO DE ANSIEDAD CRóNICA O CONSTITUCIONAL .
. LA PERSONALIDAD ANSIOSA)

INDICE BIBLIOGRÁFICO

]ANET (P.). -Les névroses. Flarnrnarion, 1909. Se entienden bajo este nombre (Freud, 1895) los comportamientos neu-
FREUD (S.). -Introduction a la Psychana/yse, 3.ª parte (trad. fr.). Payot, 1922. róticos, en los que los síntomas neuróticos más destacados están constituidos
FREUD (S.). - Cinq psychana/yses (trad. fr.). Denoel, 1935. Es rma neu-
por las ma11if estaciones de una angustia permanente. Ésta aparece como de-
FREUD (S.). - La négation. Revue franraise de Psychana/yse, 19 34.
terminada por el desequilibrio hormononeurovegetativo. Freud llamaba a rosis caracte-
FREUD (S.). - Inhibition, symptome et angoisse (trad. fr.). P. U. F., 1951.
FREUD (A.). -Le Moi et les mécanismes de déjense (trad. fr.). P. U. F., 1949. éste tipo de neurosis las neurosis actuales: entendiendo por ello el que es- rizada por un
NUNBERG. -De la névrose en généra/ sur les bases psychanalytiques (trad. fr.). fondo perma-
taban inmediataménte unidas a un substrato orgánico activo.
P. U. F., 1956. nente y crisis
En relación a los estados agudos de angustia ya estudiados (1 ), estas
ÜDIER (C.).-L'homme ese/ave de son infériorité. La phobie d'abandon. Ed. Dela- de angustia.
chaux, París, 1947.
conductas están compuestas por todos lps síntomas de una ansiedad carac-
ÜDIER (C.). -L'homme ese/ave de son infériorité. Ed. Delachaux, París, 1950. terizada desde el punto de vista fisiopatológico por un «terreno ansioso»
LACAN. - Fonction et charnp de la parole et du langage en Psychanalyse. La Psycha- ( distonía neuroYegetativa, síndromes funcionales diversos, espasmos, tras-
na/yse, n.º 1, 1956. · tornos cenestopáticos, etc.) y, desde el punto de vista psicopatológico, por
FÉNICHEL. -La théorie psychanalytique des névroses (trad. fr.). 2 vols. P. U. F.,
un perpetuo estado de alerta y de miedo.
1952.
HoRNEY .(K.). - La personna/ité névrotique de notre temps (trad. fr.). L' Arche, 1953. En relación a la neurosis en general se comportan como estados genera-
ROUART Q.). - Généralités sur les névroses. Encyc/opédie méd.-chir., Psychiatrie, dores, «nebulosas con poder de organización» (Gendrot y Racamier, 1955),
1955, 37 300 A-30. perpetuamente en movi~iento, susceptibles de cambios, pero sin abocar por
CAIN O.). - Les névroses expérimentales. Ed. Desclée de Brouwer; París, 1959. lo general a esas formaciones de defensa típicas que entran en la organiza-
BERGLER (Ed.). -,-La névrose de base. Ed. Payot; París, 1963.
.FRANKL (V. E.), von GEBSATTEL y colabs.-Handbuch der Neurosen/ehre und Psy-
ción de las neurosis más estructuradas y que estudiaremos más adelante .
chotherapie. 5 volúmenes. Ed. Urban, Munich, 1961-1962. Todo estado neurótico, bien revista la forma neta y definida de la his-
EYSENCK (H. J.) y RACHMAN (S.). -The causes and cures of Neurosis. Ed. Rout- teria de conYersión o bien la de la neurosis obsesiva, implica este fondo
ledge, Londres, 1965. de angustia. La neurosis de angustia constituye, por lo tanto, como una es-
LÓPEZ-!BOR Q. J.). -Las neurosis. Ed. Gredos, Madrid, 1966.
pecie de tronco común de la organización neurótica en marcha hacia conduc-
CoSNIER O.). - Les névroses expérimentales de la psycho/ogie anima/e a /a patholo-
gie humaine. Ed. du Seuil, París, 1966. tas neuróticas más estables y más estructuradas (Freud).

( 1) Páginas 213 a 221.

:!.8. -EY

46
ENFERMEDADES MENTALES -CRÓNICAS
NEUROSIS DE ANGUSTIA

e) Los SÍNTOMAS NEUROMUSCULARES. Son: las crisis de temblores, de


I. DESCRIPCióN CLíNICA fibrilaciones faciales, particularmente palpebrales, y las crisis dolorosas pseu-
doreumáticas.
La neurosis de angustia comporta crisis sobre un fondo constitucronal
de inestabilidad emocional. f) Los SÍNTOMAS SENSITIVOSENSORIALES - y CUTÁNEOS. Están consti-
tuidos por las hiperestesias y las diversas parestesias, las crisis de prurito, de
horripilación o de sudores profusos; los dolores lancinantes; los zumbidos
A. LAS CRISIS DE ANGUSTIA de oídos; las sensaciones de moscas volantes o de visión nublada; las cefa-
leas, o, en fin, las crisis vertiginosas que constituyen el tipo de la «ansiedad
La semiolo- Cuando la crisis es importante, tiene lugar el cuádro del acceso de an- locomotriz», primer esbozo de las agorafobias, o por lo menos de la astasia-
gía de la an- gustia agudo o- crisis emocional mayor, tal como ha sido ya descrito (véase abasia neurótica.
gustia es un página 214). Pero aquí se trata más corrientemente de crisis menos comple-
2) Los ELEMENTOS PSÍQUICOS de la crisis han dado lugar a múltiples es- El síndrome
catálogo tas, cuyo cuadro clínico se _descompone en elementos somáticos y psíquicos
tudios (citemos Hartenberg, 1902; Devaux y Logre, 1917; de Fleury, 1925; psíq11ico de
completo de con gran prevalencia de la angustia física. - ·
los trastor- - - P. Janet, 1926; Steckel, trad. fr., 1930; J. Boutonier, 1945; Henri Ey, 1950, la ang11stia.
nos llamados 1. )
0
Los ELEMENTOS SOMÁTICOS DE LA CRISIS. _Generalmente son etc.) que distinguen el miedo de lá. angustia o que muestran el parentesco
«funciona- puestos en primer plano por el enfermo. Tomaremo~ este análisis del estu- entre la angustia y el vértigo. Retengamos tres aspectos fundamentales de
les» o «~eu- dio de Gendrot y Racamier (1955), --- - este estado afectivo:
rovegetat1, -
vo!>>. a) SÍNTOMAS RESPIRATORIOS. Ante todo -la_ disn_ea, que puede ser_ de - Peyoración imaginaria de la existencia. La angustia crea y mantiene
todos los tipos y de todos los grados (va desde la respiración bloqueada o una serie de sentimientos paralizadores y pesimistas. Es vivida como una
suspirosa a la crisis asmatiforme y; para ciertos autores, hasta la verdadera pesadilla obsesionante, es decir es «irreal»; al sujeto le parece que provie-
crisis de asma alérgico [Gendrot, 1953)); se observan también accesos de ne de un drama interior, de un conflicto inconsciente del que percibe la
tos, hipo, bostezo, crisis disfónicas o incluso afónicas. _ exigencia y el carácter artificial.
- La espera de un peligro. Inquietud, aprensión, perplejidad, duda,
b) _. Los SÍNTOMAS CARDIOVASCUL~ S. Son las crisis, a veces doloro- desaliento, temor, miedo o terror, miedo del pasado (lamentaciones, remordi-
sas, de palpitaciones, de taquicardia (o incluso arritmia); los dolores precor- mientos), del presente (duda), del futuro (amenaza, presentimientos); to-
diales descritos como quemaduras, hinchazones, punzadas, constricciones dos los efectos del miedo culminan en la «pantofobia».
irradiadas hacia zonas diversas y evocadoras del angor p~ctoris; las_ crisis
vas~constrictivas o congestivas (tánto generalizadas, como localizadas en la - El desorden. La rebelión del sujeto ante este peligro vago o inmi-
cara, en lós mieµ:ibros, en los dedos), acompañados generalmente de pa- nente conduce a una desorganización de su capacidad de ordenar sus pers-
restesias. pectivas. El ansioso no sólo se encuentra amenazado, sino que experimenta,
~n relación al peligro, una oscura solicitud, una atracción cruel. En el análisis
c) Los SÍNTOMAS DIGESTIVOS. Son la constricción faríngea y el «bolo de la gran angustia aparece como un estribillo la palabra fascinación, evo-
esofágico>>, Jos· espasmos iástricos o intestinales, acompañados de dolores cadora de la ambivalencia de la situación vivida como· amenazadora y como
lancinantes o constrictivos; las crisis de náuseas, de vómitos ó de diarrea, el_ amenaza deseada. La ambigüedad de la condición humana se resume, en el
tenesmó o los pujos anorreciales, el ptialismo o la sequeda,ide boca, el ham- momento de la crisis de angustia, en un encaramiento inmediato de las nece-
bre o la sed paroxísticas,. etc. sidades y de las posibilidades de resistencia, y hay que volverse hacia el
d) · Los SÍNTOMAS URINARIOS. Son las crisis de estranguria (que es, vértigo cuando se quiere llegar a comprender este aspecto fundamental de
según Claude y Lévy Valensi el «tartamudeo» o «balbgceo» de la vejiga), el la angustia. El ansioso, por su vértigo, se encuentra apresado, desposeído
tenesmo vesical, la poliuria, la polaquiuria. " . . de si.Is facultades de análisis y de control. No puede ni quiere ser convencido.
• _ . i ~ c..U¡_,.e.Q__ T No hace marcha atrás en relación a la terrible situación que le fascina.
cvrz_, ~ WA1' X.,,_,-C,,'I.A'-"f:.,'I C0'l1 J'.-e,¿Víc7~

47
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS DE ANGUSTIA

b) La inestabilidad, la subagitación y la irritabilidad. El sujeto no


B. EL ESTADO PERMANENTE DE ANSIEDAD permanece quieto ni un instante. Hiperemotivo, reacciona a todos los estímu-
los, por excesi\'os signos de emoción: lo que en el sujeto normal desencadena
Cuando la angustia se establece como un estado crónico, las perturba- manifestaciones de emoción habituales - reír, llorar, temblar, enrojecer,
ciones que acabamos de ver sufren modificaciones debido a su duración. cerrar los puños, etc. --:-, en el ansioso se convierte en agitación, alteraciones
Dichas modificaciones constituyen el substrato «actual» de la angustia neuró- vasomotoras, espasmos viscerales, cólera patológica, repetidos cambios de
tica o timopática (López Ibor). humor, etc. Las reacciones son demasiado violentas y ocurren a tiempo y a
destiempo. Una consecuencia de todos estos trastornos será la fatiga y el ago-
La angustia 1) LAS ALTERACIONES PSÍQUICAS. Están disminuidas, en relación a
tamiento, con sus dos polos, matinal y vespertino.
como ley de las de las crisis de angustia. Pe~o su sentido sigue siendo el mismo; la espera
la existencia. del peligro, la perspectiva peyorativa de los acontecimientos y del porvenir, c) Los trastomos funcionales. Son muy frecuentes: alteraciones hepa-
el trastorno del ser, los sentimientos de inquietud, son vividos simplemente todigestivas, colitis, trastornos urinarios, espasmos, cenestopatías cefálicas o
en un grado menor. La experiencia del miedo se convierte en vocabulario de toracoabdominales, etc. Hace falta añadir los trastornos graves de la sexuali-
la perplejidad: «¿qué pensar?, ¿qué hacer,, ¿qué creer? ¿He estropeado mi dad: el deseo sexual está disminuido o suprimido.
vida? Jamás obtengo éxito en nada. Me siento incapaz, inútil, impotente, 3) EL EXAMEN FÍSICO Y LAS INVESTIGACIONES PARACLÍNICAS, Permi-
me rebelo y después me desaliento». La temática ansiosa es la de la inferio- ten poner en evidencia los múltiples estigmas fisiológicos de estos desórdenes.
ridad, mala suerte, debilidad, temor lancinante. Si el aspecto del enfermo Raramente se reúnen en el mismo enfermo y son susceptibles de reemplazarse
es el de la aflicción, se trata, en primer lugar, de una debilidad o de un el uno al otro a lo largo de la evolución ·
temor que constituyen una vuelta a la situación de dependencia infantil, una
regresión hacia las primeras emociones sentidas ante el mundo exterior. El a) Hipertonía muscular e hiperref!exia. Los músculos están crispados, Trastornos
Yo, incapaz de responder a las excitaciones del ambiente, se descarga global- siéndoles imposible una completa relajación. El pequeño temblor, rápido y paratónicos.
mente por medio de un comportamiento de petición de ayuda, a la vez con- variable, debe ser relacionado a esta tensión permanente. Los reflejos son
fiante y agresivo, dependiente y exigente, siguiendo un modo de reaccionar vivos· (tendinosos, cutáneos, osteoperiósticos). Se ha discutido sobre el valor
verdaderamente infantil. Está presto para cualquier cosa en perpetua alerta. teórico del signo de Chvostek en el adulto, es decir sobre su valor como
signo de tetania por hipocalcemia. Pero es un hecho el que se le puede con-
Síndromes 2) Los TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS. a) Trastornos del sueño. Difi- siderar como uno de los pequeños estigmas dé la ansiedad.
psicosomáti- cultad en conciliar el sueño (por rumiación mental o mentismo) o fragilidad
cos asocia- b) Et examen cardiovascu!ar. Muestra menos signos de lo que espe- Eretismo
del sueño ( despertares frecuentes, pesadillas). El hecho de despertarse a las
dos. ran los enfermos, tan a menudo preocupados por las palpitaciones y los cardiovascu-
3 de la madrugada, hora del polo matinal de la angustia, constituye uno
extrasístoles. Incluso si el E. C. G. es normal, es frecuente observar la exis- lar.
de los síntomas más frecuentes. Más raramente el sueño es excesivo : Doce o
tencia de un pulso rápido y débil, una T. A. baja, un índice oscilométrico
más horas sin que proporcione reposo o apaciguamiento.
pequeño. También puede ocurrir que se observen los signos E. C. G. que
El papel del sueño· en relación con la angustia se conoce desde siempre.
los cardiólogos vinculan con la «astenia neurocirculatoria», a veces acompa-
Restablece la capacidad de responder a los estímulos y a los stress del esta-
ñados de signos de «sufrimiento miocárdico». El estudio de los capilares ha
do vigil. Queda por hacer el estudio fisiológico de este proceso de restaura-
mostrado frecuentes perturbaciones en diversos sentidos. Existe una cierta
ción. Pero, desde el punto de vista psicológico, los sueños parecen desempeñar
predisposición a los accidentes de la circulación central (tendencias lipotími-
un papel de eliminación de ~os aspectos dolorosos de los estímulos percibí-·
cas) o .periféricos (acrocianosis, enfermedad de Raynaud, por ejemplo).
dos por el paciente. De ahí, el aforismo de Freud: «Los ensueños protegen
el sueño.» El ansioso no puede dominar los estímulos del sueño, tiene mie- c) Et examen del aparato respiratorio. Muestra una insuficiencia res- Trastomos
do de abandonar su vigilancia: «sueña con pesadillas», se despierta, tiene piratoria (disminución de la capacidad) al mismo -tiempo que un aumento respiratorios.
miedo de dormir (Held). del índice de ventilación. Por su respiración rápida y superficial, el enfermo

48
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS DE ANGUSTIA

inicia una a manera de hiperpnea que va a repercutir en su metabolismo guerra, puede aturdirle menos que otro acontecimiento sin ninguna grave-
celular (alcalosis). dad, como por ejemplo, una simple mudanza. Los «traumatismos» son a la
d) Las funciones. vegetativas y hormonales. Son el objeto de pertur- vez muy. fáciles de provocar y muy variables en sus efectos para cada per-
Distonra
rkurovege- baciones, a menudo finas, a veces bastas, siempre variables en el tiempo, sona, y, según el grado de evolución del Yo, dependen del momento de la
tativa. reversibles y paradójicas, indisociables del estado psicológico que las condi- existencia y el ambiente social. _--:;::-
ciona; éste ha sido el resultado de las investigaciones hechas sobre el tono Estos sujetos han sido llamados, según los matices de su angustia, neuras-
vagosimpático (Targowla, Santenoise, Tinel, Danielopolu, etc.), sobre la al- ténicos, deprimidos constitucionales, pequeños ansiosos, cenestópatas.
calosis y la acidosis sanguíneas, sobre la tasa de calcio, de la glicemia, sobre El término de depresión constitucional propuesto por Montassut, plantea ... y en el
las reacciones a la adrenalina, a la atropina, sobre los niveles de hormonas el problema de una «consti~ción» particular. En efecto, es frecuente encon- tempera-
sexuales. trar en la familia de estos enfermos tina «herencia neuroartrítica» y en su mento
tipología una calidad grácil de las formas, una apariencia de fragilidad, que
Anomalías e) La electroencefalografía. Aporta a veces en este balance de ele-
el examen corrobora revelando una hipotensión arterial, una resistencia débil
en el mentos, otro interesante: la presencia de un ritmo alfa irregular, de bajo vol-
a las infecciones y a las pruebas de esfuerzo. Son los candidatos a las «into-
E. E. G. taje y rápido.
lerancias» de todos tipos: alimenticias, medicamentosas, caracteriales. Su
adaptación está siempre estrechamente condicionada. Aquí, de nuevo se en-
CONSTITUCIÓN ANSIOSA
cuentra la medicina psicosomática con sus trastornos habituales: alergia, co-
litis espasmódica, migraña, asma, tuberculosis tórpida. La noción de terreno
La neurosis de angustia se presenta, pues, en forma de cns1s, más o
planteada por Dupré ( constitución híperemotiva) o por Montassut ( depre-
menos brutales, que inciden en una personalidad alterada en su desarrollo
sión. constitucional), plantea en realidad, aquí como en otrós lugares, la
caracterial y en su infraestructura neurovegetativa. ·
discusión etiológica mayor: la de la dinámica del desarrollo del carácter y
Se trata de La ansiedad crónica se organiza a semejanza de una neurosis caracteroló-
una organi- gica, de la que está cercana (como ha resultado evidente, por el orden que de la persona en las condiciones ofrecidas_ por el medio y, especialmente,
zación en sus relaciones con el otro.
seguimos en este Tratado). Constituye una posición sistemática ante la exis-
neurótica tencia, como una constitución basada sobre la angustia. Visto desde el exte-
enraizada
rior, en efecto, el sujeto, desde la infancia ha manifestado una tendencia a
en la biogra- D. EVOLUCIÓN. COMPLICACIONES
fía ... la inquietud, a las posiciones de repliegue, y ha pedido sin cesar protección.
La madre, la hermana mayor, los profesores, los amigos, los jefes, etc., se
.Las crisis, los grandes recrudecimientos de ansiedad dan ritmo a la vida
convierten en los soportes necesarios para su seguridad. Matrimonio, amis-
de estos sujetos. Las crisis se repiten o duran tanto más cuanto más desfavo- Intermiten-
tades, profesión, están dominados por el deseo perpetuo de apoyo y de amor.
Pero, en contrapartida, los fracasos, las tristezas, las enfermedades, la meno- rables son las condiciones de existencia, incorrecta la terapéutica y, sobre cias. Paro-
todo, cuanto más tiránicas son las exigencias afectivas profundas. xismos.
pausia, la jubilación, la vejez, serán otras tantas pruebas y llamadas a sus
. Si la solución no puede encontrarse ni espontáneamente ni con la ayuda Fases de ten-
«crisis». Su vida entera· está instalada en la ansiedad. Desde el interior, a lo sión ansiosa.
largo de una psicoterapia, por ejemplo, puede verse bien como estas perso- psicoterápica, la «nebulosa» de origen tiende a organizar estructuras neuró-
nalidades, que no han podido jamas constituir un Yo verdaderamente inde- ticas más estables, a encontrar falsas soluciones neuróticas (fobia, histeria,
pendiente, se comportan ante los «traumatismos» (fracasos, decepciones, obsesión).
muertes, etc.) de su existencia. Puede decirse que, verdaderamente, el En efecto, son estas eventualidade¿ las que constituyen las mayores com- Posibilidad
ansioso los «espera», no sólo considerándolos pruebas terribles, sino también plicaciones a temer. del paso a
como pruebas suplementarias de su permanente aflicción. Además, el acon- una neurosis
a) Puede ser una neurosis fóbica (histeria de angustia), en la cual el
más estruc-
tecimiento no toma sentido más que en relación a su sistema de reacciones sujeto desplaza y condensa su angustia sobre un objeto (agorafobia, claustro- turada.
propias (carácter). Un acontecimiento importante, como por ejemplo la fobia).

49
440 ENFEfu.\IBDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS DE ANGUSTIA 441
b) Pueden ser síntomas hipocondríacos (véase pág. 413, en los cuales c) De la conduela terapéutica, Digamos de nuevo aquí que conductas
el sujeto descarga la tensión ansiosa por medio de la «inculpación» de un médicas inadaptadas pueden ser responsables de una prolongación y de una
órgano, o de varios acusados sucesivamente, bien de una manera vaga ( es cronicidad de la neurosis de angustia.
mi hígado/ es mi colon), bien de una afección precisa, y terrible ( cáncer,
~ :ucemia, etc.).

... a a,~iden- e) Las complicaciones _más frecuentes, junto con las fobias, son los FACTORES ETIOPATOGÉNICOS
les psicoso- desarreglos psicosomáticos. El ansioso se convierte en un ulceroso o en un
máticos, A, LOS ACONCETIMIENTOS Y LAS PERIPECIAS
asmático, y geneL:lmente la angustia refluye, como si los síntomas viscerales
DEL DESARROLLO LIBIDINAL
drenaran, desde entonces en adelante, las descargas no dominadas. A este
respecto, puede oponerse la conducta de la determinación psicosomática a En la descripción histórica (1893) de la neurosis de angustia por Freud,
muy largo circuito, lo que logra apagar la angustia al precio de una «neurosis el factor etiológico «actual» estaba representado por la interrupción del cur-
de órgano» ( 1 ) bien caracterizada, a la conducta de descarga actual en corto- so normal de la actividad sexual ( coi tus interruptus). Ateniéndose a este
circuito que manifiesta la angustia sobre el teclado de expresiones emociona- criterio, había opuesto las neurosis actuales (neurastenia y n_eurosis de angus-
les que hemos enumerado más arriba. tia) debidas a trastornos energéticos actuales, a las neurosis de transfert (or-
... a compli- d) Finalmente, a veces pueden producirse crisis depresivas y propia- ganizadas por complejos inconscientes infantiles).
caciones psi- mente melancólicas, que muestran en el plano de la clínica el profundo De esta visión primera quedan aún aspectos clínicos incontestables: la
cóticas. parentesco entre las psicosis ciclotímicas y estos estados de angustia vital importancia de los trastornos de la función sexual, principalmente, y la fuer-
(López Ibor). te carga de agresividad en reacción contra las situaciones «stressantes».
1) SEXUALIDAD. a) El papel de un insuficiente desahogo de la acti- Factores de
E, EL PRONÓSTICO
vidad sexual es un factor etiológico capital.. Freud y Steckel han insistidola represión
mucho sobre ello. Todas las excitaciones genitales, que no terminan en una libidinosa )'
Depende en definitiva: complejo de
satisfacción orgástica son generatrices de angustia.
a) De la fuerza del Yo, como dicen los psicoanalistas, es decir de la culpabili-
b) Pero, aparte de la interrupción concreta y actual de la satisfacción dad ...
estructura de la personalidad. Pero esto viene a decir que la neurosis de
genital, cada vez se atribuye este papel con mayor frecuencia a todos los
angustia es una forma de organización caracterial, y por consecuencia, siste- temores neuróticos de la sexualidad ( en tanto que deseo fundamental del
matizada del Yo. Éste se encuentra como «polarizado» en el sentido de la ser), ya sea que conduzcan a una continencia por excesiva sujeción moral,
angustia y, por él, mantiene ~na fuerte cohesión de la personalidad. La fuerza ya sea que engendren satisfacciones aberrantes (masturbación, perversiones,
de esta organización constituye la debilidad del ansioso, su impotencia para etcétera). Lo que caracteriza a estas situaciones y lo que les confiere una
reaccionar de otro modo, pero también constituye un factor relativamente fuerza patógena es la culpabilidad más o menos consciente en relación al
favorable de protección contra otras anomalías más profundamente neuró- deseo.
ticas.
· b) . De la situación objetiva desfavorable y de las posibilidades de· mo- Un caso particular de esta culpabilidad, que puede servirnos de ejemplo para su
comprensión, es conocido con el nombre de «pánico homosexual». Consiste en la pues-
dificarla. El sujeto se halla en un callejón sin salida. Sin duda, este atolladero
ta al descubierto de la homosexualidad latente en un sujeto, qué reprime fuertemente
no es tal más que a sus ojos. Pero puede estar en relación con circunstancias esta tendencia. El hecho puede producirse, por ejemplo, en el ejército o en una
reales (ciertas situaciones familiares o sociales penosas y difíciles) y en este colectividad de estudiantes, cuando la promiscuidad o las relaciones de autoridad
ca,so la adaptación puede ser tanto más precaria. ponen en peligro las defensas habitualmente suficientes contra la homosexualidad.
Muy a menudo, el sujeto se lanza entonces a un frenesí heterosexual destinado a
disfrazar la homosexualidad latente. Si esta nueva defensa fracasa, entra en crisis de
( 1) Sexta parte, pág. 983. angustia. frecuentemente con tendencias asesinas n suicidas.

50
442 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS DE ANGUSTIA

•.. y de la 2) AGRESIVIDAD. La angustia que provoca la represión del deseo o el Como ésta supone. una infraestructura instintivoafectiva basal, y por así El «círculo
repre.IÍÓn de paro de su satisfacción puede ser debida también a la represión de la agre- decir constitucional, se ha relacionado este hecho a la importancia de los vicioso» de
las p11lsío11es sividad. factores «degenerativos» hereditarios, para formar un factor etiopatogénico las predispo-
sadomaso- de primer orden: el factor genotípico (véase pág. 713). ~ siciones y de
q11istas. a) El homólogo del coitus intermptus es la «cólera reprimida» (meca- las situacio-
Sin embargo, esta incontestable herencia neuropsíquica está a menudo
nismo invocado por F. Alexander en la génesis de la hipertensión psicoso- nes ansióge-
enmascarada - o acaso sustituida - por la importancia de los condiciona- nas.
mática, por ejemplo).
mientos ansiógenos de la prehistoria infantil del individuo. En este sentido,
b) El homólogo de la sexualidad culpabilizada es la agresividad culpa- los enviciamientos originales de las relaciones objetales, en el sentido del
·bilizada: el sujeto no puede tolerar su propio sentimiento de odio. Como miedo o de la angustia (Mélanie Klein), pueden constituir también una pre-
en el primer caso, la culpabilidad y la tensión ansiógena pueden ser desen- disposición a la neurosis de angustia.
cadenadas por situaciones de agresividad simbólicas o fantasmáticas: así Pero ahora salimos del estudio objetivo de los hechos para entrar en el
ocurre en las angustias desencadenadas o entretenidas por el éxito en un exa- campo de las hipótesis, de las que vamos a hablar en el corto párrafo que
men, el logro de un proyecto o la satisfacción de una ambición. consagraremos a la psicopatología.
Las situacio- 3) PAPEL DE LAS SITUACIONES l'RUSTRANTES DE ABANDONO Y DE SEPA-
nes origina- RACIÓN. Muchos de los acontecimientos que son invocados por los enfer-
1·ias de fms- mos como el origen de sus neurosis de angustia no desempeñan manifiesta- III. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS PSICOPATOLóGICOS
tración y de mente más que un papel ocasional. Sin embargo, no hay que apresurarse en
abandono. Los problemas psicopatológicos planteados por la neurosis de angustia gravitan Angustia de /a
rechazarlas como fantasías. Cuando ha sido posible. mantener con el enfer- condición hu-
naturalmente, en primer lugar, alrededor de la anguúia normal. En efecto, la ansiedad
mo un largo contacto, el suficiente para conocerfos principales acontecimien- · no es en sí un fenómeno patológico. La angustia es una de las características de la mana normal.
tos de su vida, a menudo se puede uno percatar de que los conmemorativos condición humana. El miedo se encuentra en todos los animales, ya que tiene como
que da de su angustia son ~na repetición de antiguas situaciones traumá- objeto la amenaza del mundo exterior. La angustia, en tanto que es reacción contra
ticas de separación. Así, las pérdidas de amor, de protección, los duelos, los una amenaza interna, el miedo de sí mismo, es específica del hombre; es la angustia
de su libertad (Kierkegaard). Además, se ha presentado siempre como el fondo mis-
·cambios de situación social, de casa, la desaprobación de una persona que- mo del problema de la existencia, en todas las fases del desarrollo psíquico del hom-
rida o de un medio ambiente que le interesa, la soledad, el rechazo, todas bre, o, más exactamente, ella se constituye desde el momento en que los «Objetos»
estas__,SÍtuaciones vitales pueden ser sentidas como «pérdidas de valor» graves, (las otras personas) son incorporados, por así decir, a la existencia del sujeto como
irreparables. Ch. Odier ha estudiado especialmente estas situaciones ( neuro- elementos de su constitución psíquica. Hemos visto, en relación a esto, que los prime-
ros conflictos entre el deseo y su Objeto se operaban en una atmósfera _de angustia
sis de abandono). Ellas remiten a antiguas experiencias de separaciones pe- primitiva (Mélanie Klein), y que la formación de la Persona se instituye como un
nosas: destete, abandono, largas ausencias de los padres. Cada situación de proceso de identificación que implica la angustia de la elección objeta!. Más tarde,
abandono o de separación es mal soportada, hasta el día en que la acumula- cuando el Yo está organizado normalmente, todos los problemas afectivos, morales
ción de hechos, o un hecho más significativo que los demás, desencadena el y sociales de su existencia tienen una base de angustia a nivel de sus relaciones con
la realidad. ·
estado de angustia. Carácter de /a
Pero la neurosis de angustia, o, si se quiere, la angustia patológica, es diferente
de esta angustia normal en varios puntos fundamentales. 1.0 Es anacrónica en el sen- anguuia pato-
tido de que hace revivir situaciones pasadas y dejadas atrás. 2._0 Es fantasmática en el lógica.
B. LOS FACTORES DE PREDISPOSIÓN sentido de que está engendrada no por la situación real del Yo en su mundo· real,
sino por la representación imaginaria de un conflicto inconsciente. 3. 0 Es «estereotipa-
Y a hemos dicho que la neurosis de angustia se da clínicamente como da» o repetitiva, es decir está enraizada en el carácter mismo del individuo.
Sin embargo, la neurosis de angustia, incluso si proviene de una malformación Diversas · teos
una neurosis de carácter o una constitución ansiosa; es decir que estos enfer- constitucional de la estructura del Yo que no puede franquear la última etapa de su rías sobre la
mos parecen estar abocados a la angustia por la misma organización de su desarrollo normal, no es puramente genotípica. En efecto, la manifestación de esta anguuia pato-
personalidad. «disposición» o predisposición depende de la primera amalgama entre el ser y su· lógica.

51
444 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS DE ANGUSTIA

medio. Sobre este punto han insistido la escuela psicoanalítica y especialmente Mé- Sin que sea siempre oportuno para los enfermos el analizar tales s~tua-
lanie Klein. ciones, a menudo es posible modificar los hechos, desde el exterior, por inter-
En todo caso, es irreductible a sus síntomas físicos, considerados a veces no ya
como su expresión, sino como su CJusa. En este sentido, toda la teoría mecanicista venciones calculadas. La experiencia muestra cuán útil y fecunda resulta esta
de la génesis de la angustia por la cenestesia, por la excitación o por el disf mzciona- comprensión de las condiciones psicológicas de la angustia.
míento de los centros tímicos, bulbares talámicos o diencefálicos (Brissaud, P. Bon- Debe estudiarse siempre la posibilidad de aprovechar la situación de
nier, R. Grinker, etc.) es inaceptable. angustia para lanzarse a una terapéutica de reforma del Yo, es decir a una
T~mpoco se puede reducir la neurosis de angustia, con sus crisis y sus depresio-
nes neuróticas, a una depresión «endógena» de tipo melancólico. Pero las relaciones
psicoterapia. Ciertos sujetos, que han luchado durante años contra el abor-
entre esta constitución ansiosa y el círculo timopático (López Ibor) maniacodepresivo daje psicológico de sus problemas, podrán esclarecerlos en ocasión de un
no cesan de ser discutidas en general y en casos clínicos particulares. La neurosis de acceso de_ angustia. Es raro, sin embargo, que una psicoterapia profunda o
angustia constituye, sin emba,rgo, una forma de existencia que, a pesar. de sus paren- un psicoanálisis puedan ser empezados en el curso· de una de estas «crisis».
tescos con la depresión melancólica, se distingue por su sintomatología misma y por Por el contrario, en el momento en que la crisis haya calmado (por los me-
su organización en el sistema caracterial del Yo.
No es menos cierto que la neurosis de angustia, en tanto que forma regresiva o dios de los que hablaremos ahora), la indicación de una psicoterapia será
malformación del Yo, suelda, por así decir, el individuo a sentimientos «vitales» considerada atentamente. Como el método psicoanalítico riguroso no está
a una angustia primitiva, que tampoco son reductibles a un simple ,011dii-fon.:1miento siempre indicado ni resulta siempre eficaz en las «neurosis actuales», puede
por las situaciones (Pavlov, Masserman, Gant, y todos los autores que han trabajado instituirse una psicoterapia que se le acerque.
en neurosis experimentales).
Dicho de otro modo, ocurre con esta neurosis como con todas las demás. No pue-
de ser considerada más que como una disgenesia del desarrollo, un defecto de orga-
nización de la personalidad del ansioso, que convierte la angustia en la ley de su B. TERAPÉUTICA SEDANTE
existencia.
Es por esto por Jo que, como vamos a ver, si· bien las terapéuticas físicas pueden Por esto, durante un tiempo previo, casi constante, deberá combinarse La tera~é11ti-
aliviar la expresión emocional de la angustia y la experiencia dolorosa de los senti-
mientos que la forman, apenas pueden deshacer el lazo que encadena el neurótico a una actitud tranquilizadora con medios medicamentosos. Todos los sedantes ca medica-
su deseo de sufrir y de mantener perpetuamente su ansiedad. sirven entonces de soporte psicológiéo (vehiculizan la presencia tranquiliza- mentosa.
dora del médico) y de correctivo fisiológico. Lo que explica la extensa gama
de productos utilizables (véanse págs. 1067 a 1080).
IV. TRATAMIENTO Los opiáceos deben conservar el primer puesto que vienen ocupando
desde la antigüedad, en esta lucha medicamentosa contra la angustia. El opio,
El tratamiento de la neurosis de angustia siempre comporta una combi-
sus derivados o sus sustitutos sintéticos son a menudo irreemplazables, pero
nación de medios de orden psicológico y fisiológico.
conviene reservar su empleo para la crisis de angustia, y no utilizarlos en la Tranquili-
ansiedad crónica, a causa del peligro de toxicomanía. Los tranquilizantes, zantes.
A, PSICOTERAPIA entre los cuales el tipo más activo es el meprobamato, serán muy útiles en Clorproma-
la ansiedad crónica o en las crisis poco graves. Los neurolépticos más poten-
·zina.
Es necesario estudiar la situación de la angustia y hacer un diagnóstico tes ( clorpromazina y levomepromazina) también podrán proporcionar la
-sobre el valor etiológico de los factores que la condicionan. base de análogas curas, con dosis débiles o medianas (50 mg a 10 mg de clor-
El estado El plan · terapéutico, ante una angustia cercana del «polo reaccional», promazina, 50 mg a 100 mg de Sinogan).
permanente no será el mismo que ante la ansiedad crónica que aquí hemos considerado . En casos más graves, será preciso instituir curas que exigen que el enfer-
de angustia tan sólo como formando el cuadro clínico de la neurosis de angustia. mo esté encamado. La terapéutica heroica de la gran crisis de _neurosis de
debe ser ana-
lizado y com• Ocurre a menudo que la neurosis de angustia está ligada a dificultades angustia es la all"a de sueño: No siempre es necesario que sea muy larga. Uno
prendido pa- actuales de orden sexual ( coi tus interruptus), sadismo o masoquismo incons- de nosotros (Brisset) ha publicado resultados espectaculares obtenidos por Cura de s11e-.
ra ser apaci- ciente ( de uno de los cónyuges, o de los dos), o aun a dificultades sociopro- curas breves, de 3 a 5 días. La cura de sueño realiza una terapéutica a la vez ño. Relaja-
guado. fesionales debidas a la represión de una agresividad inconsciente. fisiológica y psicológica de la neurosis de angustia, por hacerse cargo del ción.

52
446 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS DE ANGUSTIA 447

sujeto, 'por el abandono de éste a la pasividad buscada, y por el aconteci- EY (H.). -L'anxiété morbide. Estudio n.º 15, 1950.
LóPEZ lB0R (J. P.). - La Angustia vital. Madrid, 1950.
miento vital que constituye y que será aprovechado en el despertar para una
GENDR0T y RACAMIER. -Encyclopédie méd.-chir., Psychiatrie, 1955, 37 350.
psicoterapia de reintegración. Las curas de somnolencia, de relajación, de Got,DSTEIN (M. J.) y PALMER (J. O.). -The ex¡,erience of a11siety. Oxford Univ.
descanso, obtienen resultados análogos por medios análogos (véase pá- Press, 1963.
gina 1043).
En ciertas crisis de angustia, muy cercanas al polo reaccional, será inte- II. PSICOANÁLISIS
re_sante tratarlas como a las «neurosis de guerra», por medio de ah-reacciones
con la ayuda del narcoanálisis. FREUD (S.).-lnt,-oduction a la psycha11alyse (trad. fr.), 1921.
Es necesario saber que en ciertos casos las curas neurolépticas o las de FREUD (S.). -No11velles co11férences sur la psychanalyse (trad. fr.). Ed. Gallimard,
1936.
sueñ.o tienen el inconveniente de reavi".ar la angustia en vez de calmarla. Se FREUD (S.). - Inhibitio11, symptóme et an-goisse (trad. fr.). P. U. F., 1951.
trata aquí de una consecuencia del abandono a la pasividad que se_ propor- STECKEL (\X'.). -Les états d'angoisse nerve11se (trad. fr.). Ed. Payot, 1930.
Recurso pru- ciona al enfermo cuyo cuadro clínico a veces se acerca al de la melancolía. OoIER (Ch.). -L'angoisse et la pensée magique. Neuchatel, 1947.
dente a los En efecto, el sujeto puede abandonarse totalmente y regresar al nivel de nar- HESNARD (H.). -L'univers morbide de la falJle. París, P. U. F., 1949.
electroshocks Symposium sur les États dépressifs. lvolution Psychiatriq11e, 1955.
cisismo primitivo en el que pide que se hagan cargo de él por completo. Estas
poco indica- complicaciones del tratamiento no son, generalmente, graves. Podrá recurrirse
dos en este
en este caso al electroshock. Bastan entonces algunas sesiones. La conducta
caso. lmi-
de la sismoterapia en el curso de una neurosis de angustia es diferente de la
pramina.
que se pone en marcha en la melancolía. Ocurre a menudo, en efecto, que
el enfermo la teme, la tolera mal; y, en particular, soporta mal los inconve-
nientes, menores pero reales, del método ( dismnesia, agujetas, experiencias
de despers.onalización al despertar).
Es preciso seguir de cerca las reacciones del enfermo y detener los shocks
en cuanto se ha obtenido el beneficio. También pueden ser utilizadas en estos
casos pequeñas dosis de imipramina.
Señalemos el interés a la vez fisioterápico y psicoterápico de las curas ter-
males en ciertos balnearios especializados (véase pág. 1116).

INDICE BIBLIOGRÁFICO

l. CLÍNICA Y PSICOPATOLOGÍA

HARTENBERG. - La névrose d' angoisse. París, 1902.


HECKEL (F.). - La névrose d'angoisse (trad. fr.), 1917.
DEVAUX y LOGRE. - Les anxieux. París, 1917.
FLEURY (M. de).-L'angoisse humaine. París, 1925.
JANET (P.).-De l'angoisse a l'extase. París, 1926.
BOYEN. -L'anxiété, 1934.
CLAUDE y LÉVY-VALENSI.-Les états anxieux. París, 1937.
BOUTONIER (J.). -L' angoisse. París, P. U. F., 1945.
BITTER (W.). - Die Angstneurose, 1948.
HocH y LUBIN. -Anxiety. Nueva York, 1950.

53
NEUROSIS FÓBICA 449

los psiquiatras 9ásicos tienen la costumbre de confundir, por Freud, quien Esta neurosis
se percató de las relaciones existentes entre esta forma de trastornos y otra fóbica ha si-
neurosis bien estructurada: la histeria. Por ello, en la literatura psicoanalí- do designada
tica, la neurosis fóbica es llamada indiferentemente con este nombre o con por Freud
como «histe•
el de histeria de angustia. Nos ha parecido útil, más en este capítulo que
CAPíTULO IV ria de angus-
en otros, apoyar nuestra descripción por medio de algunos ejemplos clínicos: tias».
ellos permitirán percibir mejor ciertos hechos que no están aceptados por
completo por todos los psiquiatras. ·
NEUROSIS FÓBICA
I. ESTUDIO CLINICO DE 1:AS FOBIAS
Sistematiza- Está caracterizada por la sistematización de la angustia sobre personas,
ción y des- cosas, situaciones o actos, q11e se convierten en el objeto de un terror parali- En primer lugar, más que repetir con nombres griegos (véase Pitres y
plazamiento zador. Con la neurosis de angustia hemos descrito una forma neurótica ver- Régis, pág. 38), las infinitas formas de fobias, vamos a describir la neurosis
de la angus- daderamente mal «formada», ya que la angustia difusa traduce simplemente fóbica bajo su aspecto «manifiesto», estudiando primero la situación fóbica
tia sobre 1111 la tensión interior, que resulta de una imposibilidad de descargar la energía y después las conductas ligadas a ella.
objeto o 1111a
pulsional. Por ello se la llama «flotante» y hemos podido compararla a una
sit11ació11 ...
nebulosa. «Nombrar» este sufrimiento vago, indefinido (miedo de la enfer-
medad), mejor aún, «localizarlo», situarlo en el espacio periférico (miedo · A •. LAS SITUACIONES FÓBICAS
de los pomos de las puertas), es, por medio de un gesto mágico pero eficaz,
sacarlo de sí, librarse de él: este «mecanismo de defensa» es el desplaza- La fobia, en· tanto _que manifestación esencial de neurosis, apenas puede Los «tabrís»
... y «lucha miento, y el síntoma así constituido es una fobia (la fobia de tocar). En tanto definirse por un fenómeno aislado: el objeto fóbico y el terror que engendra fóbicos.
contrafó- que síntoma, la fobia es un medio específico intenso, cuyo estímulo es pro- en el sujeto. La clínica de esta neurosis más bien nos muestra situaciones
bica». yectado al exterior para disminuir la angustia. Exige del fóbico - le permi- patógenas, donde al simbolismo del obj.eto de la fobia se mezcla un comple-
te - reacciones adecuadas, medidas de lucha «contrafóbica», es decir una jo afectivo particular del sujeto. Estas «situaciones» se reducen a un número
actividad de descarga. Un tal fenómeno es bastante trivial y puede encon- pequeño de temas y de conductas tabús.
trarse ya sea en los límites de las experiencias _normales (ejemplo: el vértigo),
sea más o menos neto en diversos estados neuróticos (hay siempre «elementos 1) Los TEMAS FÓBICOS. El tema más frecuente se refiere a la fobia_ Mi~do al es-
fóbicos» en la neurosis de angustia, y pueden encontrarse en la histeria, en del espacio. Se manifiesta en el miedo de salir o angustia de las calles: en el paCto.
la neurosis obsesiva), ya sea incluso en la depresión melancólica, en ciertos miedo a los espacios descubiertos (agorafobia); en el miedo a los espacios
delirios sistematizados, hipocondríacos, etc. cerrados (claustrofobia). Es más difícil formularlo cuando la angustia apa-
Existe una forma de neurosis típica en la que la fobia representa el sín- rece en condiciones más restringidas, más «especializadas».
toma prevalente. La conducta neurótica no se limita a la expresión de una
Un enfermo viene a quejarse de una fobia a las aglomeraciones o congestiones
angustia específica, sino que se complica con medios de defensa y contracá-
de personas o de cosas. No puede, dice él, tolerar las luces rojas de los semáforos,
texis (sustitutivos de las pulsiones reprimidas). Estos síntomas y estos medios las esperas en una fila. Se hace condúcir por otro. Ha estudiado complicados iti-
de defensa constituyen la estructura complicada de esta neurosis, que tiende a nerarios para evitar las aglomeraciones. A pesar de esto, si le ocurre salir solo, corre
reemplazar la angustia de un peligro interno por el miedo de un peligro el riesgo _en la primera aglomeración que se encuentre, de ser pr~sa de una crisis de
angustia tal que debe volver a su casa en taxi, dejando abandonado su coche. Al
externo. Esta complicación depende, como decía Freud, de la transforma-
analizar este síntoma, se cbserva que la angustia estalla ante la idea de estar solo
ción de los complejos y los mecanismos inconscientes en los síntomas de la en el coche cuando el sujeto se aleja de su casa. Las aglomeraciones no tienen más
neurosis. La neurosis fóbica fue separada de la neurosis obsesiva, con la que que un papel ;ecundario. La angustia no se produce si el paro tiene lugar ·al volver
29. -EY

54
450 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEURO.SIS. J:'ÓBICA 451
a su casa. Entonces puede atravesar solo todo París. Por el contrario. se ha producido Resultaría enojoso y casi imposible enumerar todas las situaciones .fó- Todas las fo•
muchas veces en plena ruta libre, cuando abandona París. El papel del acornp~ante
bicas, tan diversas e incomprensibles a la vez, cuando se las describe, como bias son
es el de conjurar la angustia de la salida. Se trata, ·por lo tanto, de una ,mg11s1t.i de
/as calles con evitación y búsqueda de apoyo. Sin embargo, el miedo de las aglome- hacemos ahora, desde el exterior - por el contrario, tan parecidas. cuando «ali bis» (1 ) •
raciones no es una simple racionalización: expresa el miedo de la propi,t agresividad se las estudia desde el interior-, tal como ellas son vividas por el enfermo,
(«tiraría cañonazos allí»). Efectivamente, en cie:ta_ ocasión, el p_aciente ch?có r arras- en un análisis psicológico. Cada una aparece como una fantasía nueva, como
tró un coche que le molestaba: después de este mc1dente, aparecieron los smtomas.
una invención personal, mientras que la posición neurótica es siempre la
misma: desplazar la angustia con un pretexto. Por ello, los signos parecen
Miedo al En la mayor parte de las fobias del adulto, la angustia es desencadenada
muy diversos, y es preciso que lo sean, para desorientar al sujeto y hacerlo
contacto. por el espacio en condiciones donde se mezclan en proporciones diYersas es-
soportar, por medio de ese tejemaneje, la situación de angustia real.
tos tres temores fóbicos esenciales. Citemos, como variedades en este Yasto
conjunto, el gran i·értigo fóbico (ejemplos: miedo de .fas montañas, de los
ascensores, de los pisos); el miedo a la oscuridad, concebida ésta como un
B. LAS CONDUCTAS FÓBICAS
espacio amenazador; el miedo de los medios de transporte (ejemplo: mie-
do del tren, fobia que sufría Freud); el miedo de la 1m1ched11111bre, una de Consisten en recurrir a estratagemas para conjurar la angustia.
cuyas variantes es el «trae» (1 ), miedo de hablar o de aparecer en público. ·
Otra categoría de fobia se refiere esencialmente al medio social ( el espa- a) LAS CONDUCTAS DE EVITACIÓN. Si los objetos fóbicos se perciben
cio «antropológico» de los fenomenólogos); es decir son las relaciones indi- en el campo de la situación, el enfermo está en camino de tener una gran
viduales o colectivas con el prójimo las que constituyen el objeto de una crisis de angustia con todas sus manifestaciones psicológicas y fisiológicas.
angustia pavorosa. La fobia al enrojecimiento (eritrófobia), la fobia d con- Ásiq¡ismo, se comporta de manera que evita encontrar el objeto tabú, lo
tacto humano, a mirar a tal persona; a hablar a un agente de policía, etc. que conduce a conductas de fuga muy diversas, según la forma y la inten-
· Pero también pueden persistir en el adulto fobias que son consideradas sidad de la angustia subyacente. Ciertos sujetos se encierran en sus casas Evitar el
como restos directos de experiencias infantiles. J. Mallet (195 5) describe: para evitar la calle o el encuentro terrorífico. Otros se limitan a hacer trayec- objeto.
Miedo· a loJ - restos de fobias de la primera infancia que conciernen a los grandes tos definidos: una sola línea de autobús, o excluyen un medio de transporte
animales. animales, conocidos por el niño por experiencia directa o de oídas ( caballo, o ciertos barrios, o ciertos quehaceres. Otros huyen <<adelante» en una preo-
perro, lobo, león, etc.). Estos animales son imaginados en actitudes amena- cupación siempre renovada.
zadoras de devoración, de persecución. El célebre caso de Freud ( el peq1teiío
Hans) constituye un ejemplo típico de fobia al caballo; Una enferma no podía hacer las camas por temor de encontrar chinches. Aquella
excelente ama de casa, madre de familia, vivía con el pánico de perder a la mujer
- restos de fobias de la segunda infancia, que conciernen a Jos animales
de la limpieza, con lo cual todas las camas de la familia quedarían sin hacer. Ello la
pequeños (ratones, insectos), cuya amenaza, sentida como un atentado a la condujo a una doble evitación que la reducía a la esclavitud.
integridad corporal, conileva una horrible repulsión. Otra enferma vive una rica sintomatología de neurosis de las calles: no puede
tolerar el separarse de un cierto trayecto. Pero dice, <<yo no puedo partir, ni levan-
Notemos, por último, la particular importancia de la visión en la situa- tarme, ni cambia~ de lugar, fácilmente». Todos estos cambios de posición desenca-
ción fóbica: todos los síntomas están en relación con situaciones ,·isuales. denan una angustia. La evitación, en su caso, consiste en una actividad que ella misma
Veremos al histérico explorar el espacio e~ busca de un peligro mal defi- califica de «relleno», en hacer cualquier cosa para no pensar: «Intento vivir lo más
nido. Aquí, el peligro está más específicamente definido: la calle, ~l coche rápidamente posible pára que esto pase.»
cerrado, la escalera, el caballo o la chinche, son buscados, descubiertos, a
b) LAS CONDUCTAS DE TRANQUILIZACIÓN. A la situación fóbica corres- Conductas
veces «sospechados» y casi «alucinados», para justificar la e,·itación y tran-
ponde en este caso una conducta de tranquilización. Lo más frecuente es la de seguridad.
quilizarse.
(') Alibí es un galicismo usado para designar el término coartada, pero en el texto indica
(') Popularmente, miedo. - N, del T. más bien pretexto, o excusa. -N. del T.

55
NEUROSIS FÓBICA
452 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS

presencia de un personaje, a veces escogido, a veces anó~i~?: se trata s?bre A. EL CONSTANTE ESTADO DE ALERTA
todo de no estar solo. También a menudo es una hab1taoon o un ob¡eto,
evocadores de la protección, los que cumplen esta función aseguradora. · Veremos que en el histérico existe una «política de la percepción» (Par~ El peligro.
cheminey), que consiste en una actividad de prospección y de descubrimiento
Una enferma busca lo que ella llama «sus refugios,>: casa, despacho, restaurante,
de los peligros fantasmáticos presupuestos en el ambiente que le rodea. El
sala de fiestas, autobús, no importa el lugar .con tal de que pueda entrar y escapar
de la calle. estado de alerta fóbico es comparable, pero es en cierto sentido más especia-
«En cuanto me siento, estoy en paz. En cuanto veo un refugio, el miedo se esfu- lizado, más electivo : el fóbico se alarma ante todo lo que surge de sí mismo,
ma: ya no tengo frío, ni calor, ni palpitaciones, en tanto que, un minuto antes, me del claroscuro del mundo interior (tendencias, apetencias del instinto). Este
sentía en pleno pánico, las piernas paralizadas, sudando.» .
miedo de la oscuridad subjetiva es tanto más vivo cuanto que el sujeto lo
Una fóbica explicaba sus relaciones con el mundo del tacto de este modo: Existen
objetos inquietantes; son aquellos que poseen una superficie· rugosa, áspera, desigual
aumenta aún de manera inconsciente por la represión típica de las demandas
o fría: lanas de punto rugoso, terciopelos, telas rudas, caucho, materia plástica, mien- instintivas. El fóbico manifiesta horror ante estas situaciones mal definidas
tras que aquellos que tienen una superficie suave y lisa son tranquilizantes: lanas y. mal percibidas, en las que presiente la cercanía de un peligro interno. Pero
finas, pieles finas, telas ligeras, etc. es de la oscuridad exterior de lo que tiene miedo, y de ningún modo de si
mismo. Su pensamiento, su mundo interior le parecen, por el contrario, sev-
Laughlin (1955) ha intentado individualizar con el .nombre de «sote- cillos y límpidos. Tiende a proyectar fuera de sí el drama que vive, y va
ría» una variedad de neurosis caracterizada por esta búsqueda de seguridad. hasta una verdadera negación del mundo imaginario, del que es, sin embar-
Es la inversa de la fobia, ya que está dirigida hacia los <<objetos que tran- go, prisionero. Se defiende contra sus pulsiones, negándolas. Quiere tener el
quilizan». Pero estos extremos ( objeto temid.o y objeto buscado) se tocan, y aire frío y seguro; lo logra algunas veces, pero tan sólo en parte, ya que su
ambos hechos nos permiten ver de qué manera la conducta fóbica está liga- «quién vive» perpetuo no cesa .de traicionar su desequilibrio interior.
da, por imperceptibles transiciones, a las conductas supersticiosas, que son Una particular manifestación de estos estados consiste en la dificultad
pequeños fragmentos de fobias, o mecanismos contrafóbicos (evitación del del fóbico para soportar la situación del tratamiento analítico. A menudo el
número 13, de ciertos lugares, de ciertas palabras maléficas, inversamente enfermo no puede tenderse completamente en el diván del analista. El hecho
búsqueda de ciertos lugares, objetos o palabras cargadas de un valor conju- de saber que su médico está detrás de él y el hecho de exponerse a una
ratorio : tocar madera, trébol de cuatro hojas, etc.). libre exposición de su contenido mental son vividos ·con pánico.

II. EL CARÁCTER FóBICO B. LA ACTITUD DE HUIDA

Al igual que en la neurosis histérica y en la obsesiva, se. ha descrito un Puede traducirse de dos maneras opuestas: una de ellas es la actitud pa-
«carácter fóbico», es decir rasgos de comportamiento que pueden constituir siva; la otra, negación de la pasividad, constituye un comportamiento de
el armazón caracterial del neurótico fóbico, portador de los síntomas estu- desafío.
diados más arriba, pero que también pueden encontrarse sin síntomas, a La actitud pasiva conduce a exposiciones de inhibición que pueden ser La huida ...
título de «neurosis latente» o de «carácter neurótico». Este carácter es menos parciales (ciertas inhibiciones sexuales, timidez con el otro_ sexo, indecisión),
conocido que los caracteres histérico y obsesivo de que hablaremos más ade- o totales (rechazo del contacto con los otros, en general).
lante. Incluso es discutido. por .ciertos autores. Es por lo que lo detallaremos
sirviéndonos de algunos ejemplos. V amos a describir dos de sus aspectos Un chico de 25 años, afecto de fobia de las calles, se ha aislado desde hace varios
fundamentales. años en unas actividades muy reducidas: lecturas, radio, algunas discusiones violentas
con · su padre. No halla interés en hacer otra cosa. No deja su habitación. Se siente
desprovisto ·de todo deseo. Dice: «¿Por qué quiere que trabaje o salga? No me atrae
nada.» ·

56
454 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS FÓBICA 455

El estudio de esta disposición no ha mostrado que sea psicótica, sino que expresa Hay que añadir, finalmente, que la vida sexual del fóbico está siempre Tabú sexual.
intensas inhibiciones de orden fóbico. alterada en el sentido de una intensa inhibición. Cuando el deseo sexual es
sentido como un peligro de destrucción, la angustia que esto provoca evita
... J SIi Muy a menudo, la actitud es la inversa de esta pasividad. Pero esta in- el acercamiento.
táctica. versión expresa, en el fondo, el mismo temor ante las realidades de la vida.
Es una «huida hacia delante». Se expresa por el carácter «altivo» (Mallet) III. EVOLUCióN
y por un comportamiento de desafío.
A. EVOLUCIÓN HABITUAL
Un sujeto joven, de origen social modesto, ha logrado en unos años una serie de
. méritos profesionales que· 1e han llevado del rango de pequeño empleado al de direc- La eclosión de los síntomas manifiestos de la neurosis fóbica se produce Lt neurosis
tor de su empresa. Nada se le resiste. Tiene la costumbre de acometer lo que sea más
difícil. Este rasgo de carácter, que le ha sostenido en su carrera, se revela al análisis
sobre un fondo caracterial conforme a la descripción precedente o sobre el fóbica
de la neurosis de angustia. Es raro el no· encontrar en el pasado de los enfer- puede estabi-
como una defensa de orden fóbico. La vida de este hombre es una sucesión de desa-
fíos. Sin embargo, una explosión de fobias clásicas, que aparecen en el momento en mos, un período bastante largo de fobias de la infancia. Los terrores noctur- /izarse ...
que ha triunfado en todos sus objetivos, le lleva al consultorio. Ya no puede seguir nos (que normalmente cesan más o menos a los dos años) han durado muchos
huyendo hacia delante. ·
años, y después han sido relevados por fobias de animales. A continuación,
el carácter fóbico ha podido señalarse por la brillante fachada de los compor-
Un caso particular de esta «huida hacia delante» consiste en el comporta-
tamientos de desafío, hasta que, en ocasión de un aumento pulsional o de
miento de superocupaciones, que en ciertos sujetos constituye un verdadero
una modificación de las defensas, se rompe el frágil equilibrio del sistema
rasgo de carácter. No pueden permanecer desocupados un minuto. Un frene-
caracteriaL También ocurre a menudo que los síntoma_s de la angustia, inclu-
sí de actividad les lanza sin descanso de un asunto a otro. Y, como es impo-
so au_nque sean muy molestos, .permanezcan camuflados a los ojos de los
sible que estas actividades forzadas sean siempre. actividades reales, conducen
demás durante mucho tiempo. El sujeto, en efecto, emplea mil astucias para
a ocupaciones desprovistas de sentido aparente ( escucha ininterrumpida de la
ocultar sus miedos y sus medios para tranquilizarse. Pero, después de meses
radio, salidas interminables sin poder resignarse a regresar). Muy a menudo
y a veces años de esta lucha, no es raro verlo hundirse en una crisis depresiva.
es la lectura la que alimenta esta aparente superactividad: el sujeto se com-
Ocurre también que la extensión progresiva de la fobia inicial, restringiendo
porta entonces como un «glotón óptico», se lanza hacia el más mínimo im-
progresivamente las salidas a un trayecto, después a una calle, después al-
preso, poco importa lo que contiene; hace falta leer, leer más, a fin de no
rededor de una manzana de casas, confina finalmente al fóbico a la habitación
«perder» un minuto, es decir de no arriesgar el «perderse» en pensar solo.
y es entonces, en el curso de un episodio de angustia, de «fatiga» más in-
Otro aspecto de esta toma de partido por la evasión y el escape es el
tensa, o ante la agravación de los síntomas, cuando el sujeto se decide a
miedo al compromiso, la necesidad de reservarse una «puerta de salida»,
consultar al médico.
tendencia gue se vive simbólicamente en la daustrófobia.
Puede ocurrir que la neurosis se estabilice, incluso con síntomas• molestos,
Una enferma, después de ·haber pasado su juventud en medio de un comporta-
si las conductas de evitación y de tranquilización son suficientemente eficaces,
miento de desafío típico destinado a negar su condición femenina, se enamora de un y si el juego de las pulsiones y de las defensas realiza un equilibrio, aunque
hombre, y, en un nuevo desafío, se enfrenta con el medio social que la rodea, vivien- • sea precario. Entonces, los sujetos se comportan hacia sus objetos fobógenos
do clandestinamente con él. Ella es capaz entonces de realizaciones sexuales. Una vez como los niños en sus juegos: tienen miedo, pero les gusta tenerlo.
fvi:: ~l ho~bre es libre, se casa con él: las relaciones sexuales se· convierten rápidamente en
1mpos1bles y no tarda en aparecer en ella un comportamiento de fobia a las calles.
En el análisis, la situación del matrimonio se revela como un compromiso homólogo B. COMPLICACIONES
de una «claustrofobia», ya que no se puede dejarlo y tomarlo siguiendo el capricho
de unas horas. La enferma llega a una posición ambigua que se expresa así: «Nece-
Pero las conductas fóbicas pueden ser aún más complicadas. Bouvet (1956)
sito a mi marido, ya que no puedo salir sola, pero no puedo soportarlo en el momen-
to en que veo que va a aprovecharse de la situación.» ha insistido sobre la oposición existente entre la neurosis fóbica simple, que
hemos descrito principalmente y la neurosis fóbica grave, próxima a las

57
456 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS FÓBICA 457

... o descom• conductas obsesivas que estudiaremos más adelante. Es en estas formas gra- buena indicación para el psicoanálisis, en cambio, los casos· en los que se
pensarse. v~s donde se _revela según dicho autor la intervención de importantes fija- discierne una estructura obsesiva bien caracterizada son menos favorables.
oon~s pregemtales. Entonces no hay tan sólo regresión a objetos de satis- Esta estructura obsesiva se manifiesta clínicamente por la ritualización, por el
facoones arcaicas, síno también regresión a modalidades globales de antigua pensamiento mágico y compulsivo, etc., que estudiaremos más adelante.
conducta. Generalmente, el fóbico es más ansioso y más accesible ; el obsesivo, por
el contrario, más complicado y más sistemático en sus defensas. En suma,
IV. DIAGNóSTICO la neurosis obsesiva está más «estructurada» y por consecuencia es más esta•
ble, como si el obsesivo se encontrara verdaderamente atrincherado detrás·
Un delicado problema de diagnóstico se plantea con las fobias <<sinto- de las inexpugnables fortificaciones de su neurosis. En los tiempos en los que
máticas» de otras neurosis o de psicosis. Se trata, especialmente, de distinguir no se planteaba el problema terapéutico, los clásicos confundían estos dos
la neurosis fóbica de los aspectos fóbicos de la neurosis de angustia, de la
tipos de neurosis, ya que a menudo se entrelazan en la clínica. Pero su diag-
histeria, de la neurosis obsesiva, y de la melancolía.
nóstico, por muy delicado que sea, repitámoslo, es muy importante.

A. NEUROSIS DE ANGUSTIA
D. MELANCOLÍA
_En est_a neurosis, ya lo hemos dicho, es frecuente que aparezcan una 0
vanas fobias: son ensayos de defensa contra la angustia, y no obtienen éxito. Esto nos conduce a considerar otro punto de diagnóstico y de pronó_stico lmportancia
Se aprecia entonces el carácter pasajero de la fijación a un objeto fobógeno. aún de mayor interés: el de las fobias sintomáticas de la melancolía. Sucede, pronóstica
~l sujeto ensaya así varia~ fijaciones. No obstante, si encuentra una que con- en efecto, que en ciertas formas menores o monosintomáticas de la melan- del diagnós-
siga sacarle de su angustia «flotante», se instala en ella, y se constituye la tico diferen•
colía, la depresión melancólica se manifiesta por un cuadro clínico de fobia, y
neurosis fóbica. Entonces, una fijación frecuente será la nosofobia o temor cial con la
justamente de fobia tal como la que acabamos de hablar (temor al suicidio, melancolía.
a las enfermedades. A veces el diagnóstico diferencial entre neurosis de an-
temor a matar a sus sijos).
gustia y neurosis fóbica es dudoso, ya que se trata de una forma intermediaria
La fobia se presenta entonces como una experiencia delirante de auto-
que constituye una especie de neurosis hipocondríaca: miedo de la enfer-
acusación y basta para permitir el diagnóstico. Pero aún puede tenerse en
medad de «actualidad», de la que se habla, de la más grave, como el cáncer, 1
cuenta, como en favor de una fobia sintomática de la melancolía, la ausencia
la leucemia, la angina de pecho, etc.
de antecedentes neuróticos, lo súbito de la aparición del síntoma y el carácter
más sencillo e intenso de la angustia fóbica (véase sobre este punto por
B. HISTERIA
ejemplo: Vurpas et Corman, Ann. Méd.-psychol., 1935).
En un comportamiento histérico, pueden aparecer también transitoria-
mente fobias como defensas suplementarias. Así un histérico, al ser trastor-
nado por una pulsión agresiva o sexual que surge inopinadamente aumen- V. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS PSICOPATOLóGICOS
tando sus problemas habituales, podrá desarrollar una fobia a la nueva
Aparte las relaciones entre las fobias y la psicastenia (P. Janet), o la melancolía,
· situación (miedo de tal sitio, de tal encuentro, etc.). la mayor parte de los autores clásicos (Pitres y Régis) .consideran que esta sistemati-
zación de la angustia no plantea ningún problema particular (fuera de los de sus
C. NEUROSIS OBSESIVA relaciones con -las obsesiones o con la melancolía). Tan sólo la escuela psicoanalítica
(y especialmente Freud) ha insistido sobre la particular estructura de esta neurosis
(histeria de angustia). Naturalmente, nos hemos ya inspirado mucho en este punto de
Este diagnóstico resulta a menudo difícil, pero es de una gran impor• vista al realizar la redacción de este capítulo, pero podemos añadir algunas conside-
tancia, ya que guía en grari parte la indicación psicoterápica. Si bien, en raciones que tendrán la ventaja para el lector de colocar ante sus ojos un estilo de
efecto, la neurosis fóbica tal como la acabamos de descrÍbir constituye una análisis que está muy extendido en la teoría contemporánea de las neurosis.

58
458 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS FÓBICA 459

La fobia no puede ser separada radicalmente de los síntomas de la neurosis his- animales el nmo afronta un conflicto intrapsíquico y la fobia surge como un rechazo
térica. Es, en cierta manera, una variedad de histeria. En efecto, lo mismo que la de la experiencia, como irn medio de· poder desembarazarse de una parte de trabajo
histeria, la fobia desplaza la angustia y la neutraliza recurriendo a técnicas neuróticas útil para la estructuración progresiva del psiquismo (lanzando sobre un objeto exterior
idénticas. repugnante el origen de la experiencia por él soportada).· Se puede apreciar ·que
Las fobias )' Vamos a resumir, en relación a esto, el trabajo de J. Mallet (1955) sobre la géne- aquí el síntoma tiene un sentido, una función de rechazo. Su carácter paradójica-
los terrorn sis de las fobias. Se trata de mostrar cómo las técnicas del neurótico fóbico reprodu- mente tranquilizador (beneficio secundario) constituye el núcleo patológico de la
11oct11mos de cen los procedimientos de defensa contra el miedo y contra la culpabilidad utilizados fobia.
la infancia ... por el niño. Si abordamos ahora las fobias· del adulto, encontramos el mismo mecanismo de . .. contienen en
Los primeros comportamientos de miedo aparecen muy pronto; prefigurados en desplazamiento, con la posibilidad de defensas contrafóbicas dirigidas contra sustitu- potencia las
el temor al extraño (alrededor de la edad de 8 meses), aparecen bajo la forma de tivos de la situación reprimida. Al desplazarse en la angustia fóbica de salir o de en- fobias del
terrores nocturnos, en el niño normal hacia los 18-20 meses. Este síntoma trivial contrar un caballo, o un lobo, etc., el síntoma neurótico permite la lucha contra una ne11rótico.
consiste en una pesadilla terrorífica, tras la cual el niño se despierta y se niega a angustia sustitutiva de la angustia profunda. Esta angustia subyacente tiene claramente
volverse a dormir si no es tranquilizado por alguien de q11ienes le rodean, que ge- el valor de sensaciones internas desaprobadas, ya que se trata de pulsiones sexuales,
neralmente es la madre. Las pesadillas infantiles han podido ser estudiadas, en par- de pulsiones agresivas, o aun de ciertas otras pulsiones ai:caicas, descritas con el nom-
ticular por Louise Despert, quien ha mostrado la frecuencia en las pesadillas de las bre de «instintos parciales», muy particulares en la fobia: merecen que digamos al-
alusiones a grandes animales devoradores (leones, perros, etc.). Por lo tanto, se trata gunas palabras sobre ellas.
de la forma primitiva y onírica de una fobia, con elección de un objeto (el león), Se trata de experiencias de dominio progresivo de las percepciones. El nmo se
evitación (el despertar) y apoyo (la madre). La interpretación a que se adhieren los hace dueño de las percepciones (visuales, motrices, equilibrio, cutaneomucosas, audi-
autores que han estudiado estos hechos es la de una angustia ligada a las primeras tivas, propioceptivas) por la repetición de pequeños fragmentos de experiencias que
percepciones, por parte del niño, de sus actividades orgánicas, que pueden ser tole- él mismo va a organizar en sus juegos. Así va a aprender a no temer. El juego de
radas en el estado de vigilia gracias a la actividad visual y a la motriz, pero que esconder un objeto y después hacerle aparecer es un ejercicio de habilidad ocular.
resulta intolerable en el sueño (probablemente durante las fases marginales del sueño, El aprendizaje de la marcha combina un ejercicio de coordinación motriz con un ejer-
cuando éste es o se hace ligero). La experiencia que se vive en ese mómento, cuando cicio de equi)ibrio. Cada una de estas experiencias es repetida por el niño a causa
las necesidades y los estímulos corporales son sentidos oscuramente• y no pueden ser de los placeres que obtiene de su progresiva maestría: este placer es el origen de lo
descargados por medio de actividades sensoriomotrices, no puede dominarse; desen- que la escuela psicoanalítica llama las «pulsiones parciales», que desempeñan el papel
cadena una angustia con un estado emotivo a veces objetivamente observable (sudo- determinante en ia génesis de las fobias. Naturalmente, cada niño establece en su
res, salivación, a veces micción y defecación). Es un terror nocturno que aparece, historia lazos personales entre ciertas acciones que son propias de su experiencia
pues, no ya como una reacción verdaderamente patológica, sino como una respuesta individual y placere.s específicos. Las fobias van a movilizar estos lazos, antiguamente
normal a una experiencia insuperable. No será superada más que progresivamente útiles, cuando las experiencias del adulto no son ya dominables. Constituyen un ejem-
y gracias a la repetición de la secuencia «pesadilla-tranquilización». Reparemos en el plo de regresión hacia objetos parciales anacrónicos, gracias a fijaciones sobre «peda-
hecho capital de que el peligro advertido de orden interno (el de una dislocacjón, zos» de experiencia. La misma fijación es debida a la valorización de la situación
el de una aprensión ante la muerte) es proyectado al exterior, en forma de animal por los padres o a tal y tal cualidad, propia de esta primera experiencia del juego
amenazador. La fobia a los grandes animales no es más que la permanencia - fre- fóbico infantil. Es posible, en efecto, ligar ciertas fobias a ciertas fijaciones Iibidinales
cuente en el niño de 2 a 5 años, rara en el adulto - de esta respuesta simbólica a un o a ciertas regresiones parciales. Todas las que se relacionan con el vértigo serían,
miedo infantil. pues, debidas a los bloqueos arcaicos de las sensaciones laberínticas. Las fobias de las
El miedo a los sitios .oscúros (fobia a la oscuridad) se encuentra a la misma edad miradas evidentemente relacionadas con las tendencias al voyeurismo o al exhibicio-
y parece corresponder a las necesidades de defensa visual, pero esta vez en el estado nismo parecen estar ligadas a la integración de las experiencias visuales en la esfera
de vigilia.
instintiva.
La fobia a los pequeños animales aparece generalmente más tarde, hacia los
De este modo, la teoría psicoanalítica de las fobias se establece sobre el análisis
4 años, y parece responder a una fase de organización de la experiencia de los con-
de la integración y de la desintegración de las experiencias constitutivas de las rela- ·
tactos cutaneomucosos. Estos contactos son a la vez deseados (ya que desencadenan
ciones que nos unen, sea por una invencible atracción, sea por una violenta repulsión
placer) y rechazados (ya que suponen un abandono pasivo al objeto del que depende
a los ob)etos, siendo éstos ·símbolos de nuestros sentimientos.
el placer). La experiencia es menos de angustia que de asco, lo que indica una cierta
Este análisis, que tiende a hacer de la fobia una vuelta a una cierta pulsión par-
interiorización del peligro sentido y la organización de un Super-Yo (instancia pre-
cial, evidentemente debe ser corregido y completado, como veremos más adelante a
moral o primitiva que representa la primitiva relación con el grupo parental). Por
propósito de las obsesiones, por ·una concepción más global de la misma noción de
lo tanto, aquí nos encontramos, contrariamente a la experiencia del terror nocturno,
en presencia de una situación conflictual interna, de una reacción neurótica. La expe- regresión.
riencia del terror nocturno evitaba una tensión demasiado fuerte y permitía volver a
tomar una experiencia interrumpida hasta solventarla. Pero en la fobia a los pequeños

59
460 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS

VI. TERAPÉUTICA

Si hemos insistido un poco ampliamente sobre la teoría psicoanalítica


de la fobia, es sobre todo en razón de su importancia práctica.
El tratamiento de la neurosis fóbica es en; efecto el psicoanálisis clásico,
CAPffULO V
por el cual está perfectamente indicada, ya q\le implica una transferencia
generalmente fácil. Indiquemos que una actitud activa es necesaria en un
Indicación
excelente
momento dado de la cura para llevar al fóbico 'a afrontar sus temores, que
serán analizados. El pronóstico es bueno.
LA HISTERIA
para un psi- Si la neurosis es complicada, cargada de rasgos obsesivos, la indicación
coanálisis. del psicoanálisis es aún valedera, pero el _pronóstico será más reservado. DEFINICIÓN
Por muy claramente indicada que esté la cura psicoanalítica en la neuro-
sis fóbica, resulta evidente que por razones prácticas no siempre puede re-
La histeria es una neurosis caracterizada por la hiperexpresividad somá- Los síntomas
cur~irse a ell~,, y más frecuent~mente. estas neurosis son cur_adas en el plano
tica de las ideas, de las imágenes y de los afectos inconscientes. Sus síntomas constituyen
de la resoluCion de la angustia y en el de la terapéutica de urgencia por fenómenos
constituyen las manifestaciones psicomotrices, sensoriales o vegetativas de de <<conver-
medios más sencillos..
esta «conversión somática». Por ello desde Freud se llama a esta ne-,.irosis sión», en el
Cuando el estado fóbico toma las proporciones de una crisis de angustia
· aguda, de un verdadero pánico, generalmente se practica en sanatorio o en histeria de conversión. plano somá-
Pero el histérico debe ser definido aún en relación a la estructura de su tico, de con-
un servicio especializado una cura de sueño, perfusiones de neurolépticos,
persona, caracterizada por la psicoplasticidad, la sugestibilidad y la forma- flictos in-
y bastante a menudo se somete al paciente a una sismoterapia ( algunos elec-
ción imaginaria de su.personaje. conscientes.
troshocks, alrededor de 5 ó 6) .
Efi&acia de Cuando la neurosis fóbica está soldada, por así decir, a una neurosis de Así son necesarios dos elementos pira definir la histeria:
las terapéuti- angustia, a una constitución ansiosa, se utilizan los medios que hemos indi- - la fuerza inconsciente de la realización plástica de las imágenes sobre
cas sintomá- cado en el capítulo de Neurosis de angustia. Están en re-
el plano corporal ( conve~sión somática) ;
ticas. Frecuentemente, en efecto, la administración de neurolépticos, de tran- lación con la
- la estructura inconsciente e imaginaria del personaje del histérico. estructura
quilizantes y de sedantes, la regularización del sueño y del equilibrio neuro-
vegetativo, calman el estado de angustia, incluso si se instauran para una «imagina-
Se comprende que sea precisamente a propósito de esta neurosis cuando ria», de la
«cura radical» de la neurosis fóbica.
han sido más discutidos los problemas' relativos a la realidad, a la importan- persona his-
cia y a la organización del Inconsciente. térica.
INDICE BIBLIOGRÁFICO

PITRES y RÉGIS, -Les obsessions et les impulsions. París, Ed. Doin, 1902.
JANET (P.).-Les obsessions et la psy,hasthénie. 2 volúmenes, París, E. Alean, 1901 HISTORIA
FREUD (S.). -Obsession et phobies. Revue neurologique, 1895.
FREUD (S.). -Le petit Hans, 1909. Esta neurosis merece un breve estudio histórico. Sus principales signos
FREUD (S.).-L'inhibition, symptóme et angoiue (trad. fr.). París, Ed. P. U. F.,
1951.
a
son conocidos desde la antigüedad y se extiende toda una tradición de en-
FÉNfCHEL. -La Théorie psy,hanalytique des névroses (trad. fr.). 2 volúmenes, París, fermedades sine materia, que han motivado las más vivas discusiones en los
Ed. P. U. F., 1953. médicos de todas las épocas; pero es tan sólo después de Freud cuando
MALLET (J.). - Contribution a l'étude des phobies. Rev. fr. de Psy,hanalyse, 1956, podemos aprehender los contenidos esenciales de esta «patología del simu-
n. 0 2, y artículo Névrose phobique, En,y.lopédie méd.-,hir., Psychiatrie, 1955.
lacro».

60
462 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA HISTERIA

La historia de las neurosis se ha confundido durante mucho tiempo con medio de una «ah-reacción» emocional (se dice aún catarsis o liberación de
la de la histeria. Pero antiguamente se englobaba con su nombre, no tan lo reprimido), por la evócación de sus recuerdos, concibió la idea d~ la rep:e•
sólo una parte de lo que nosotros reconocemos como síntomas neuróticos (1 ) , sión, de su origen sexual, y de la importancia de la transf erenc1a afectiva
sino también trastornos ligados ahora a la patología lesiona! o a psicosis en la terapéutica. La histeria entraba de este modo en la ·nueva fase de estu-
(enfermedad de Parkinson, epilepsia, catatonía, etc.). Es así como, en 1682, dios, que han permitido captar su contenido.
Thomas Willis reunía con el nombre de histeria, que remonta a Hipócrates,
la mitad de las enfermedades crónicas. l. ESTIJDIO CLíNICO DE LOS SíNTOMAS HISTÉRICOS
Charcot y En Francia, la evolución de las ideas, desde Charcot a Babinski, ilustra
Babinski.· las vicisitudes sufridas por la noción de histeria. Charcot había estudiado la Esta primera parte de la descripción clínica se propone simplemente
histeria por los métodos ordinarios de observación médica y llegaba· a minu- enumerar los fenómenos histéricos, realizar un inventario sin preocuparse
ciosas descripciones sintomáticas, de las que no debe cteerse que se hallen demasiado de las discusiones y querellas de las diversas escuelas que tienden
_totalmente caducas. Babinski, sorprendido ante ciertas lagunas del método ya a negar, ya a recusar, ya a aumentar tal o cual síntoma. Vamos a referir-
de observación, quiso someterlas a un control riguroso. Como genial neuró- nos aquí a un tipo de experiencia clínica media para describir el conjunto
logo que era, consiguió delimitar con precisión el campo de la histeria (los - por otra parte muy variado - de la sintomatología que Sydenham ya de-
fenómenos «pitiáticos» que pueden ser reproducidos por la sugestión) del signaba como «proteiforme». .
de la neurología lesiona!. A partir _de Babinski, sabemos lo que no es la Puede considerarse una ordenación en tres grupos de los síntomas multi-
histeria: una enfermedad localizable, susceptible de una definición anatomo- formes de la histeria: l. 0 Los paroxismos: las crisis neuropáticas. 2. 0 Las
dínica y de una descripción por acumulación de signos. Pero Babinski fra- . manifestaciones duraderas por inhibición de las funciones psicomotrices ~el
casó en su tentativa de definir la histeria: los términos de autosugestiQn y sistema nervioso. 3.º Los trastornos viscerales o tisulares: «trastornos funoo-
de pitiatismo no pueden tener sentido más que si se explica lo que es la sU- nales», descritos a veces en la histeria.
gestión o la persuasión, lo que implica el estudio concreto y analítico de la
personalidad del histérico. De tal manera qrie, a partir de Babinski, la histe-
ria ha corrido el riesgo de ser .considerada fuera de toda realidad, como una A. PAROXISMOS, CRISIS, MANIFESTACIONES AGUDAS

simple simulación (Boissea~).


Todos estos accidentes histéricos se centran en la crisis histérica, rara en
A la histeria, convertida en lo que no existe para la neurología, le falta-
su forma completa («a lo Charcot»), pero que es necesario describir, ya que
ba, si~ embargo, penetrar en el interior de la «realidad» que es para el psi-
las otras manifestaciones paroxísticas son fragmentos o derivados, que pue-
quiatra.
den ser observados cotidianamente.
f anet y Es esto lo que intentó hacer Pierre Janet en la Salpetriere al estudiar las
Freud. relacÍon'.es de l¡¡. histeria, de la hipnosis y del automatismo psicológico. En 1) Los GRANDES ATAQUES DE HISTERIA. Marcan una época en la his- El «gran
la misma época Freud tuvo la primera intuición que debía conducirle al psi- toria de esta neurosis: La gran crisis a «lo Charcot» comprendía cinco pe- ataque» de
coanálisis. ríodos. los tiempos
de Charco!.
Partió de la idea de que los síntomas se originaban y tomaban su sentido l.º Pródromos (aura histérica): dolores ováricos, palpitaciones, bolo.
eh_ el· inconsciente de los_ enfermos. Estudiando con Breuer (1895) a ~a histérico sentido en el cuello, trastornos visuales. Estos pródromos desembo-
enferma, a la que este último curaba periódicamente de sus síntomas por caban en la pérdida de conocimiento con caída no brutal.
2. 0 Período epileptoide: fase tónica, con paro respiratorio e inmovili-
(') He aquí al histérico, descrito por un médico del siglo xvm:
Sombra del hombre y de entre los vivos borrado.'-- Tonto por naturaleza, y sabio por de- zación tetánica de todo el cuerpo; convulsiones clónicas, comenzando por
bilidad. - Enfermo, sano, fastidioso, fastidiado. - Yo río sin alegría y lloro sin tristeza. pequeñas sacudidas y pot muecas, hasta terminar en grandes sacudidas gene-
_ Pomm~ (de Montpellier). ralizadas; después resolución en una completa calma, pero breve, con es-
(Tratado de las afecciones vaporosgs de los dos sexos, o enfermedades nerviosas, vulgarmmle
llamadas males nerviosos.) Imprenta real, 1782. tertor.

61
464 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA HISTERIA 465

3.º Período de contorsiones («clownismo»). Comenzaban entonces mo- (Baruk, Marchapd y Ajuriaguerra) o neurofisiólogos han reanudado este
vimientos variados, acompañados de gritos, semejando «una lucha contra· estudio y han mostrado que ciertos aspectos paroxísticos o intercríticos de la
un ser imaginario» (Richer, 1885). epilepsia no podían ser separados radicalmente de las manifestaciones his-
téricas. Por muy discutido que sea aún este problema es evidente que res-
4. 0 Período de trance o de actitudes pasionales, en el cual la enferma
ponde a ciertos hechos.
imitaba escenas violentas o eróticas. Se encuentra entonces en pleno sueño,
viviendo sus imaginaciones (generalmente se reanuda el mismo tema en cada d) Crisis tetaniformes. Estas dos series de trastornos mantienen tam- ... y la pato-
crisis: idea fiia de los antiguos autores). bién relaciones entre ellos. Consisten en la capacidad convulsiva común a los logía
5.º Período terminal o verbal en el curso del cual la enferma, en medio dos estados, desencadenada tanto por la emoción como por la hiperpnea, general.
de «visiones alucinatorias», de contracturas residuales, volvía más ~ menos hasta tal punto que ya no se sabe si la 'hiperpnea actúa por su valor emocio-
rápidamente a la conciencia, pronunciando palabras· inspiradas en el tema nal o la emoción· por sus factores hormonales. (Ajuriaguerra, 1951). Los
delirante vivido anteriormente en pantomima. trabajos de H. P. Klotz se refieren a este parentesco.
El total duraba de un cuarto de hora a varias horas (estado de mal his- - El interés que tienen estas formas clínicas de la crisis histérica es el
0

térico por reanudación de todo el desarrollo de la crisis). de mostrarnos las fronteras de la histeria y las de ciertos síndromes que, por
su misma contigüidad, pueden enseñarnos algo sobre los substratos orgánicos
Las «crisis 2) FORMAS MENORES. Si bien ya apenas se observa esta crisis' «como
de nervios» de la histeria. Así, las crisis sincopafes nos remiten a una cierta debilidad
en los tiempos heroicos de Charcot», en cambio, se observan crisis degrada-
o neuropá- neurocirculatoria; las relaciones de la histeria con los trastornos extrapira-
das o camufladas, que tienen el mismo valor: son las crisis de nervios, en las
ticas ... midales (Van Bogaert) o con la epilepsia ·nos muestran que, sin tratarse de
que la agitación, la burda similitud con la epilepsia, el carácter expresivo
hallar una identidad de estructura lesiona!, lo que sería absurdo, puede su-
de la descarga emocional, la sedación consecutiva al brote erótico o agresivo,
ponerse la existencia de «vías comunes» (Ajuriaguerra) a la histeria y a
conservan todos los rasgos esenciales de la crisis descrita por los clásicos. Son
ciertas a(ecciones cerebrales; por último, la similitud con la tetania nos abre
frecuentes, sobre todo, en los seres rudos o de fuerte expresividad étnica,
un camino hacia los desequilibrios humorales. Inversamente, estas formas clí-
como, por ejemplo, las poblaciones mediterráneas, de África o de América.
nicas nos muestran que, en síndromes neurológicos o generales bien defini-
Existen crisis atípicas más difíciles de diagnosticar:
dos, las incidencias psicosociales pueden-desempeñar un importante papel, ya
a) La crisis sincopal. El sujet9 «se siente mal», palidece, expresa que desencadenan síntomas.
en unos segundos su angustia y se desploma. Los signos al examen son los
3) Los ESTADOS CREPUSCULARES y LOS ESTADOS «SEGUNDOS» ( 1 ). Reu- Los «esta-
de la vagotonía extrema: pulso lento y débil, baja tensión. El corazón perma-
niremos aquí: los episodios crepusculares propiamente dichos, los estados dos crepus-
nece normal en el E. C. G. El desvanecimiento dura algunos minutos y va culares» y
«segundos», el sonambulismo y las fugas histéricas.
seguido de una fase de fatiga sin amnesia del episodio crítico. Existen todos sus «ideas
los intermedios entre el simple vahído y el verdadero síncope. El estado ;repuscular histérico consiste en una debilitación de la concien- fiias».
cia vigil de comienzo y terminación bruscos, que puede ir de la simple
.. : su re/a-. b) La crisis con sintomatología de tipo extrapiramidal. Agruparemos
obnubilación al estupor, y que comporta una experiencia semiconsciente de Los «esta~
ción con la con este título manifestaciones motrices que pueden ser consideradas como
patología despersonalización y de extrañeza generalmente centrada sobre una «idea dos seg11n-
equivalentes menores de la gran crisis: acceso de hipo, de bostezos, de estor- fija» (P. Janet). · don>
nerviosa ... nudos; crisis de risa o de lloro incoercibles; temblores, sacudidas muscula-
Una forma particular de estos estados es el síndrome de Ganser: respues- histéricos.
res, tics o grandes movimientos de tipo toreico.
tas «de lado» ( 2 ) , actos «de lado», asociados a analgesias. Se trata de un
c) La histéroepilepsia. Existen' formas de paso entre las dos afeccio-
nes. Los autores clásicos o antiguos (Gowers, Tissot, Bratz, Féré, etc.) han (1) Son estados de alteración de conciencia; para algunos estados crepusculares y estados
estudiado bien estos casos de «epilepsia afectiva» o de crisis neuropáticas en segundos son idénticos y, ·para otros, son diferenciables. En el texto, el autor diferenc~a ambos
tipos de trastornos en forma perfectamente clara. -N. del T.
probados epilépticos. Más recientemente, y en variadas perspectivas, clínicos (') Pararrespuestas. - N. del T.

0 30. -EY

62
LA HISTERIA 467
466 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS·

desconocimiento sistemático de la realidad ambiental. El enfermo no tiene sin maletas». En el caso de Mary Reynolds (Weir Mitchell), la enferma,
en cuenta el ambiente que le rodea, sus actos y sus palabras se dirigen a una después de una serie de crisis y de un ·sueño de 20 horas, había permanecido
situación «marginal», es decir soñada. durante seis semanas «como. un ser que acabase de venir al mundo». Poste~
En tales estados se habla de conciencia «hipnoide» o de reducción del riormente, después de un nuevo sueño cataléptico, volvió a recordarlo todo.
campo de la conciencia en los histéricos (P. Janet). Se trata~ en efecto, de Esta reversibilidad, las paradojas de evocación, de recaída, los elementos de
un estado de hipnosis de la conciencia. El enfermo vive una experiencia sugestión, son característicos. Las personalidades múltiples ( de las que hemos
de semilucidez que se parece a ciertas crisis catatónicas y catalépticas (Ba- hablado más arriba) constituyen un caso particular de amnesia, evolucionando
ruk). Pero permanece al borde de este camino vertiginoso. La prueba es que en ciclos periódicos, con sistematización de recuerdos que son propios a una
a veces se lanza con una complacencia consciente. Se ha hecho notar la fre- u otra de las personalidades alternantes. Pero volveremos a tratar del com-
cuencia de los «síndromes de Ganser» en la patología de las prisiones, donde portamiento del histérico en relación a sus recuerdos, ya que se trata de un
el sujeto puede estimar que le interesa desconocer ciertas realidades. rasgo esencial de su personalidad.
- Otros estados crepusculares, llamados también ESTADOS SEGUNDOS, 5) Los ATAQUES CATALÉPTICOS. Es el «sueño histérico» término aiti- Estados
nos muestran la producción onírica bajo la forma habitual de los sueños, cable, puesto que este estado no comporta todos los signos clínicos ni eléc- catalépticos.
con una rica producción de imágenes, sobre todo visuales. Son estados de tricos del sueño. Como en los otros síntomas de la histeria, la catalepsia sólo
trance, fragmentos aislados, y más o menos desarrollados de la gran crisis. realiza una imagen del estado fisiológico correspondiente.
En cuanto a los estados segundos de personalidades «m1íltiples», se tra- El sujeto está inerte, con los ojos cerrados o abiertos, pero sin la tríada
ta de hechos excepcionales pero célebres, en los cuales la tendencia a reem- característica del sueño (miosis~ estrabismo divergente por el predominio del
plazar la experiencia real por una experiencia soñada - que acabamos de tono del gran oblicuo, contracción activa del orbicular de los párpados). El
vet - se ¡µnplifica y se extiende al máximo, hasta el punto de hacer alternar tono muscular es variable, tanto más en cuanto que parálisis o contracturas
una segunda personalidad (la del sueño histérico) con la personalidad pri- pueden asociarse a la_ catalepsia. Pueden observarse anestesias y a veces sacu-
me;a (la detestado normal). Los casos de Janet Quliette), de Morton Prince didas musculares. Este estado no es completamente inconsciente ni amnésico.
(Miss Beauchamp), de Azarri (Félida), tienen un interés histórico.
Puede durar algunas horas o algunos días. Caso de ser duradero, se observa
- Hay que aproximar a estos estados crepusculares el sonambulismo un enlentecimiento de las funciones vegetativas con hipotermia, hip0tensión,
histérico, que no difiere de ellos más que por su aparición en medio del disminución a veces extrema del metabolismo. Se evoca irresistiblemente a
sueño. la hipnosis y al faquirismo, ante este estado que realiza, hasta el máximo
En fin, es clásico describir, en estos estados de semiconsdencia, las fugas, extremo posible, la sintomatología de los sueños hipnóticos de la gran
ya que el histérico, durante estos estados crepusculares o hipnoides, puede neurosis.
errar como fascinado por la sugestión de sus imágenes. Por otra parte, estas
fugas poseen el mismo valor clínico que las amnesias, de las que vamos a B. LOS SÍNDROMES FUNCIONALES DURADEROS
hablar ahora.
4) LAS AMNESIAS PAROXÍSTICAS, Los estados que acabamos de descri- Son generalmen te inhibiciones funcionales que pueden referirse a todos
bir comportan por lo general trastornos de la memoria más o menos profun- los aspectos de la vida de relación.
dos o paradójicos, pero la amnesia también puede presentarse como el único 1) LAS PARÁLISIS. P. Janet las ha clasificado en parálisis sistemáticas
síntoma que, posteriormente, permite suponer la existencia de un estado y parálisis localizadas.
crepuscular.
Amnesias. Lo que caracteriza a la crisis de amnesia histérica es su carácter siste- - Las parálisis funcionales son parálisis de un mov1m1ento o de un
mático (véase pág. 101). Lo más frecuente es la amnesia lacunar, con- grupo de movimientos coordinados por una misma significación funcional. Las paráli-
sistente en el olvido de un acontecimiento penoso, de una situación (guerra, El tipo lo constituye la astasia-abasia (parálisis de la marcha y de la posición sis «funcio-
boda). A veces, la amnesia es general y el histérico es como un «viafero ortostática, quedando la posibilidad de realizar movimientos activos, aparte nales».
J~t./toJ:-eh:./Vnl,t¡¿ := lrh:zie-< o!.eAn/'J-é-/2.aZuA?::ZJ
63
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA HISTERIA 469
468

la deambulación). Es, dice Ljungberg (1957), la manifestación histérica más La ceguera histérica es, sin duda, la más notable de estas manifestaciones,
frecuente (50 %)- Apuntemos aún la frecuencia de la afonía (pérdida de la y a veces resulta difícil de diagnosticar por medios objetivos. Por el contrario,
voz alta, conservación del cuchicheo), etc. Por otra parj:e, son posibles todas puede estarse seguro de que se trata de histeria, ante otros dos síntomas
las combinaciones entre las diversas funciones abolidas o alteradas. oculares que han sido descritos entre los «estigmatizados»: la reducción
concéntrica del campo visual y la dip!~ía-~~nocul ar (P. Janet).
- Las parálisis localizadas son parálisis de un miembro. No siguen las
leyes de la organización anatómica, sino el esquema de los conocimientos
del vulgo. C. LAS MANIFESTACIONES VISCERALES
Estas parálisis no se acoqipañan de los trastornos de los reflejos o del
tono, que car~cterizan a las parálisis determinadas por la alteración de la vfa Se habrá notado que las manifestaciones precedentes afectan los instru- Expresión
piramidal o de los centros motores de la médula (Babinski). Por el contrario, mentos de la vida de relación (funciones del sistema cerebrospinal). La exis- vegetativa
son caprichosas, paradójicas, y dan la impresión, a la observación minuciosa tencia de manifestaciones «vegetativas» en la histeria fue objeto de polémicas del incons-
del clínico, de depender más de una posición, de una intencionalidad, de una en tiempos de Charcot y de Babinski, bien sobre la realidad de los hechos, ciente.
inhibición emocional o de una sugestión, que de trastornos «reales». A este bien sobre su interpretación: simulación, deáan unos; consecuencias fun-
respecto, es típica la asociación de trastornos _sensitivos o sensoriales que no cionales de las crisis o de las inhibiciones, decían otros.
encuadran en la realidad de la organización anatomofisiológica. Hoy día la discusión está fuera de lugar: la «realidad» de los trastornos
viscerales histéricos está admitida, y las «explicaciones» por la simulación,
Las contrae- 2) LAS CONTRACTURAS Y LOS ESPASMOS. También constituyen una es-
los efectos de las crisis o el¡pitiatis~han perdido mucho crédito. En efecto,
tttras. pecie de parálisis activas cuya sistematización es paradójica y variable, según
no parece difícil el admitirque1a· vida inconsciente pueda actuar sobre los
la influencia de los factores psicológicos.
fenómenos vitales (yoga) y, por consecuencia, pueda expresarse por medio
Así se observan contracturas de los miembros y del cuello (tortícolis),
de desarreglos viscerales; toda la medicina psicosomática gravita sobre esta
pero sobre todo del tronco (plegadura del tronco o camptocormía, falso
hipótesis. Pero es precisamente del lado de la medicina psicosomática de
mal de Pott). También son frecuentes ciertas manifestaciones tónicas o espas-
donde surge una dificultad: la de delimitar las reacciones viscerales, que
módicas (hipo, vómitos, espasmos oculofaciales, etc.).
pertenecen a la histeria de conversión, de aquellas que deben ser consideradas
Las aneste- 3) LAS ANESTESIAS. Asimismo realizan una especie de esquemas fun- como «verdaderos» síndromes psicosomáticos: nos explicaremos más ade-
sias. cionales imaginarios que excluyen de las percepciones táctiles, dolorosas, lante sobre este punto (pág. 1005). De cualquier forma he aquí las principa-
térmicas, etc., ciertos segmentos corporales que han sido «recortados» por les manifestaciones histeroorgánicas. Son: los espasmos, las algias y los tras-
la fantasía (anestesia en manguito interesando las dos manos, los dos mjem- · tornos tróficos.
bros inferiores, toda la cara, en distribución alterna, etc.). Estas formas
de trastornos de la sensibilidad, su topografía, las modalidades cualitativas de Los ESPASMOS. Los más frecuentes son digestivos: imposibilidad de tragar, náu-
sus alteraciones, no obedecen a las leyes de inervación, de conducción y siste- seas, vómitos (principalmente los vómitos del embarazo). El famoso «bolo» histérico,
sentido en el cuello o en el epigastrio, paréce ser asimilable a un espasmo esofágico.
matización de las vías de la sensibilidad. A veces se encuentran casos de Ciertos espasmos cólicos, ciertas constipaciones, pueden revelar en el ¡málisis su na-
anestesia total interesando todos los territorios cutáneos y todas las modali- turaleza histérica.
dades sensitivas e incluso s~nsoriales (faquirismo). Podrían observarse tam- Pero existen otros espasmos: sobre todo urinarios (retención) y genitales (vaginis-
bién fenómenos totalmente .raros e inexplicables 'como la aloquiria (sensi- mo, dispareunia), etc. El asma depende de una interpretación compleja; parece legí-
timo incluir una cierta carga histérica que se vuelve muy importante en los estados
bilidad transferida de un lado al otro del cuerpo), algias sinestésicas ( dolores de mal asmáticos.
provocados ante la vista de un objeto, etc.).
LAs ALGIAS, Si bien es inútil intentar esquematizarlas, es importante insistir so• 1 •

Trastornos 4) Los TRASTORNOS SENSORIALES. Son las alteraciones de una función bre su frecuencia entre los trastornos funcionales de que se quejan los enfermos. !

sensoriales. sensorial o de una parte de esta función ( ceguera, sordera, anosmia, etc.). Todas las localizaciones y todos los tipos de dolor pueden ser sintomátkos de la

64
T✓tnf1.A7w::::. rrrvvu~i;e1/u,~~ e& k!,a. '!ftv_.,¿¿.a._ if
-dv .uu ~ / m k o · .

LA HI.STERIA 471
470 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS

histeria. Muy a menudo, su naturaleza será sospechada, apenas presentado el enfermo,


por el aire dramático que confiere a la expresión del síntoma. Un dolor que no sea II. EL CARÁCTER HISTÉRICO Y LA PERSONA
explicable por correlaciones locales debe hacer ·pensar en la histeria. DEL HISTÉRICO
Los TRASTORNOS TRÓFICOS Y GENERALES. Ya la catalepsia nos ha mostrado cier-
tas anomalías vegetativas. Cuando es duradera, la reducción de los intercambios, a Las manifestaciones histéricas, a las que acabarnos de pasar revista, emer- Los síntomas
veces extremos, manifiesta un cierto enlentecirniento de los procesos metabólicos, cuya gen a la superficie del cuerpo y se hacen patentes en las conductas expresivas histéricos
rareza no excluye su realidad. Mucho más comunes son las reducciones, a veces ex- del histérico. Pero queda por considerar ahora la estructura de la personali- son produ-
tremas, del hambre (anorexia mental), de la sed, de las excreciones (oliguria, cons- cidos por la
tipación).
dad histérica, que contiene virtualmente, en forma latente, estas manifesta-
ciones. Es importante señalar a este respecto que, si bien el carácter histérico personalidad
Han sido observados efectos del mismo orden, pero localízados en diversos sec-
tores del sistema neurovegetativo periférico: con el nombre de trastornos fisiopáti- es el subsuelo habitual de estos síntomas, rebasa por todos los lados la neu- patológica
cos (1 ), Babinski y Frornent han descrito trastornos vasornotores y tróficos que apa- del his-
rosis de conversión, ya que alcanza por una parte al sujeto normal (tendencia
recen en el curso de ciertas parálisis histéricas; los tegumentos están engrosados, térico.
fríos, cianóticos, las oscilaciones arteriales reducidas, la pilosidad, generalmente
a «hacer comedia», a «hacer o sentir como si ...»), y por otra a otras formas
desarrollada. Los músculos atrofiados y un cierto grado de edema subcutáneo pueden neuróticas (fobias, etc.) ; e incluso a ciertas psicosis ( especialmente formas
dar lugar a deformaciones que se toman por alteraciones articulares. Incluso el hueso esquizoneuróticas de la esquizofrenia).
puede estar afecto por los trastornos tróficos (osteoporosis difusas). Estos trastornos El «carácter», la «mentalidad», la «persona» del histérico .han sorpren-
han sido observados sobre todo durante la guerra de 1914-1918. En nuestros días
se ven principalmente a raíz de un accidente de trabajo o de circil'llación. Su evolu- dido siempre a los clínicos, quienes no pueden llegar a separar las manifes-
ción es paralela a la de la parálisis .. taciones histéricas de la organización neurótica de la personalidad de estos
Pueden incluirse en el mismo grupo de hechos ciertos. trastornos paroxísticos con- enfermos.
siderados corno formando parte de la «patología de la emoción», ciertas ,,-isis de Así es como siempre se ha insistido sobre tres aspectos fundamentales del
u,-1ica,.ia o de edema de Quincke, ciertos espasmos vasculares. La realidad de ciertos
«carácter» histérico: a) la sugestibilidad; b) la mitomanía; c) las alteracio-
trastornos tales corno hemorragias localizadas o la fiebre no ha sido admitida por
todos los autores, a falta de observaciones indiscutibles. Es. el famoso problema de nes sexuales.
los estigmatizados. Para la mayoría de autores, contemporáneos, estos hechos entrarían
en el marco de los edemas y de los trastornos vasomotores histéricos.
a) Sugestibilidad. El histérico, bien porque sea sensible a la_ sugestión, Psicoplasti-
y particularmente a la hipnosis, bien porque se autosugestione, se presenta cidad.
Todos estos trastornos generales, tróficos o vasomotores deben ser con- como un individuo «plástico». Es decir· que es influenciable e inconsistente,
siderados, cuando existen, como signos de gravedad de la neurosis. ya que su persona no consigue fijarse en la autenticidad de una identidad
A guisa de primeras conclusiones sobre este inventario de síntomas, pode- personal firmemente establecida.
mos subrayar que el contenido manifiesto de la histeria constituye un b) Mitomanía. El histérico, p,or sus comedias, sus mentiras y sus fa. Mitomanía.
exageración patológica de ciertos modos normales de expresión. A cual bulaciones, no cesa de falsificar sus relaciones con los demás. Se ofrece siempre
quiera de nosotros el miedo «le quita la voz º. le paraliza las piernas»; 1 como un espectáculo, ya que su existencia es a sus propios ojos una serie
atención concentrada nos vuelve «insensibles al dolor», o ante dertas per- discontinua de escenas y de aventuras imaginarias.
cepciones, «olvidamos» ciertas realidades que nos molestan; la alegría, el
miedo a la cólera «nos hacen» bailar, gritar, enrojecer o palidecer, cerrar los c) Alteraciones sexuales. Es lo que da nombre a esta neurosis. Natu- lnsatisfac-
puños; el asco n~s produce náuseas, etc. Son manifestaciones no verbales de ralmente, histérico no significa «erótico» o «hipergenital», ya que los histé- ción sexual.
la emoción. El histérico habla este <<lenguaje de los órganos» con una especial ricos no son ninfómanas o excitado~ sexuales. Significa simplemente que su
elocuencia. Vive las metáforas en vez de hablarlas, y es esto lo esencial del sexualidad está profundamente alterada. En efecto, en este campo más que
fenómeno de conversión somática. en los otros, las expresiones emocionales y pasionales tienen algo teatral,
excesivo, que contrasta con fuertes inhibiciones sexuales. Así el «donjuanis-
( 1) Para Babinski y Froment, estos fenómenos son externos a la histeria, Hablan de «espi- mo» masculino o el «mesalinismo» femenino de los histéricos ocultan siem-
nas· irritativas» y se han esforzado en incriminar causas ocasionales para·· explicar estos trastornos pre la impotencia, la frigidez o perversiones.
que, en su opinión. no podían ser histéricos, puesto que eran «reales».

65
472 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA .HISTERIA

Podemos completar estos rasgos clásicos del retrato del histérico con un «beneficios secundarios» de su neurosis por una especie de erotización de la
cierto número de análisis de su personalidad que debemos, en gran parte, imaginación. Ésta se convierte en una verdadera técnica de satisfacción libi-
a la escuela psicoanalítica. Acentuaremos: a) la inconsistencia de la identi- dinal. Es particularmente en el mundo percibido, donde el histérico altera
ficación y de la unidad de la persona; b) las tendencias a la represión de los la realictad concreta (política de la percepción, decía Parcheminey); el histé-
acontecimientos reales en la trama de la existencia; e) las tendencias a la rico no puede ver las cosas como son. El histérico reemplaza el imposible
falsificación de las experiencias. orgasmo por los goces del juego y del simulacro, y así ocurre que el desen-
A) LA INCONSISTENCIA DE LA PERSONA. El Yo del histérico es un Yo freno más o menos simbólico de la imaginación sexual constituye una parte
El papel
oculta a la que no ha conseguido organizarse conforme a una identificación de su propia integrante de esta teatralidad de la existencia histérica (Racamier), en la que·
persona. persona. Ciertamente a cada uno de nosotros le cuesta fijar su identificación el neurótico desempeña su papel como un actor. A menudo la vida del histéri-
al personaje que desea ser, y siempre existe - lo hemos notado en los Ele- co halla su marco «natural» entre los bastidores• de teatro, en el mundo de los
mentos de Psicología - una cierta diferencia entre lo que queremos ser y lo artistas del cine, en el ambiente de estetas, en los talleres de pintores o de
que somos. En este sentido p.irecemos ser de otra manera de lo que somos. alta costura. Así el histérico acaba en cierta manera por vivir «realmente» su
Pero en el histérico la máscara del personaje oculta completamente a la per- mundo artificial.
sona. Veremos más adelante que este defecto de identificación al ideal de sí
mismo proviene de un conflicto infantil en la fase edípica. Todo el conjunto
de la persona del histérico refleja esta «falsedad» y su sistema de organiza- III. EVOLUCióN. COivi.PLICACIONES. PRONóSTICO
ción se desarrolla construyendo un falso personaje que vive una falsa exis-
tencia. La neurosis histérica, a pesar de sus manifestaciones paroxísticas, es Organiza-
como toda neurosis una forma de anomalía de la personalidad que consti- ción crónica ·
Necesidad B) LA REPRESIÓN AMNÉSICA DE LOS ACONTECIMIENTOS REALES. Las tuye una afección crónica. Sin duda la neurosis permanece durante más de la neu-
de reprimir «represiones», las degeneraciones, los desconocimientos, en el curso de la tiempo latente que manifiesta en el curso cie la existencia. Pero tiene una rosis ... ,
lo real. vida, hacen desaparecer los recuerdos reales (amnesias, ilusión de la memoria) particular tendencia a expresarse por una floración de síntomas diversos ( cri-
para sustituirlos ya sea por lagunas, ya por mentiras. Todo en su conducta sis, estados crepusculares, amnesias, síndromes funcionales variados), en pero con
y en su actitud testifica este deseo de sustituir el principio de la realidad por manifesta-
primer lugar a una cierta edad (adolescencia, pubertad, después en la edad ciones pa-
el del placer y de la fantasía. A este respecto el histérico es como el niño crítica) y a continuación tendencia a renovarse en ocasión de ciertas situacio- roxísticas y
que no consigue constituir la trama de su existencia, el orden cronológico nes patógenas ( einociones, exaltación colectiva, matrimonio, maternidad, acci- episódicas.
de sus recuerdos. Los olvidos, los falsos recuerdos, los recuerdos «panta- dentes, etc.).
lla>> (1 ), constituyen según Freud una de las características esenciales de la La evolución de las manifestaciones neuropáticas es generalmente de
insinceridad inconsciente del histérico. Así la neurosis aparece como una corta duración, pero algunas de ellas pueden ser largas (anorexia, parálisis,
neurosis de deseo, deseo de gustar, deseo de exhibirse, deseo de seducir, contracturas, anestesias, etc.). En general, dice Ljungberg ( estadística de
deseo de ofrecerse como un espectáculo. Estos deseos guían todas las con- 381 casos, observados de 1931 a 1945), en el 62 % de los casos los acciden-
ductas de represión, separando o negando los acontecimientos de la historia tes se recuperan en menos de un año.
personal, al mismo tiempo que las exigencias profundas de las pulsiones La misma neurosis evoluciona poi brotes y tiende a menudo a estabili-
libidinales. zarse en forma menor cuando el sujeto ha podido adquirir, a pesar de sus
defensas, una madurez mayor o una neutralización de su angustia. Sin em-
Placeres C) LA FALSIFICACIÓN DE LA EXISTENCIA. El histérico no sólo vive en
del simu- bargo; lo más frecuente es que la «política de la enfermedad» se instale bajo
un mundo ficticio por efecto de la represión de todo lo que debería constituir
lacro. la forma de una cristalización fija de los síntomas principales o de los rasgos
la trama auténtica de su vida de relación, sino que además no cesa de obtener
de carácter. Así los beneficios secundarios de la neurosis unen al neurótico
(') Souvenirs-écrans: Puede comprenderse fácilmente el sentido de recu~rdo encubridor. -
a su ~eur.osis y le llevan a reducir al ambiente que le rodea a la esclavitud
N. del T. de sus• caprichos.

66
474 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA HISTERIA 475

Histeria y A veces, sin embargo - aunque raramente-, la neurosis histérica -:<lleva neuróticas» de la esqúizofrenia, o «pseudoneurosis» esquizofrénicas. Pero,
evolución mal camino» y éste es especialmente el caso de los histéricos que se disocian frente a la histeria, con su: mentalidad y con sus accidentes característicos,
· esquizofré- y que caen en la disgregación esquizofrénica (Claude). En estos casos se tra- la esquizofrenia permanece, por su organización autística, bastante diferente
nica. ta generalmente de delirios de influencia, de delirios de <<mediums» o de en cuanto a su estructura y a su evolución. En favor de la histeria se consi-
posesión, con experiencias delirantes de despersonalización y síndrome derarán las tendencias mitomaníacas, la sugestibilidad, la teatralidad del com-
de· automatismo mental. portamiento; el carácter superficial y variable de los síntomas. En favor de
Ocurre también que crisis de «depresión neurótica» se dan en los his- la esquizofrenia, las tendencias esquizoides, la importancia del delirio, la
téricos y. toman el aspecto de verdaderas melancolías. Esta eventualidad es introversión, el· desarrollo del autismo, los trastornos del pensamiento y
rara, pero la incertidumbre del diagnóstico de ciertas depresiones de la la disociación progresiva.
menopausia o de la involución es acaso responsable del hecho de que el 4) DIAGNÓSTICO DE LAS CRISIS HISTÉRICAS. Naturalmente, es entre y también ,, /
clínico no observe más a menudo las relaciones existentes a esta edad entre afec-
la crisis epiléptica y la crisis. histérica donde el clínico puede dudar. Si bien otras
estas dos formas de depresión. de la crisis epiléptica y sus ciones or-
es posible oponer a «grosso inodo» la brevedad gánicas.
síntomas fundamentales (fases típicas, sueño terminal, incontinencia, mor-
DIAGNóSTI CO dedura de la lengua, inconsciencia y amnesia totales), al carácter teatral de
IV
la crisis histérica (actitudes pasionales, desencadenamiento emocional y reac-
tivo, larga duración, falta de inconsciencia total durante la crisis, etc.), exis-
Sólo examinaremos aquí algunos de los problemas que plantea el diag-
ten, sin embargo, y tal como hemos apuntado, casos de histeroepilepsia (tanto
nóstico de histeria.
desde el punto de v.ista clínico como eléctrico) que exigen observaciones
Dificultades 1) DIAGNÓSTICO POSITIVO. Se analizarán cuidadosamente los trastor- minuciosas.
del diag- nos funcionales sensoriomotores, sensoriales, etc., para poner en evidencia 5) DIAGNÓSTICO DE LAS MANIFESTACIONES HISTÉRICAS Y DE LOS SÍN-
nóstico ... su naturaleza paradójica o su valor de expresión intencional inconsciente. El DROMES ORGÁNICOS. Por sus fenómenos de conversión, la histeria es esen-
análisis del carácter histérico es determinante. Prácticamente se concederá
cialmente patomímica y simuladora de todos Q de casi todos los aspectos
una gran importancia a la exaltación imaginativa, a las tendencias miméticas,
de la patología. He aquí por qué Babinski se había interesado en trazar una
a la hiperexpresividad y a la aptitud para recibir sugestiones de modo par-
línea de demarcación simple y rigurosa entre el campo de la histeria, carac-,
ticular la hipnosis.
terizado por el pitiatismo, es decir. por el hecho de que todos sus síntomas
... en rela- 2) DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL CON LAS OTRAS NEUROSIS. No ofrece, podían ser reproducidos por la sugestión y el campo de la patología orgá-
ción a otras en general, grandes dificultades. Sin embargo, la neurosis fóbica (justamente nica, ... caracterizado por la imposibilidad de reproducir los síntomas por
enfermeda- llamada histeria de angustia) está muy cerca de la ne)Jrosis histérica. La im- sugéstión:: Esta «regla de oro» es práctica ciertamente, y es preciso confor-
des marse a ella para no perderse en demasiadas sutilezas. Pero no es menos
portancia de la angustia, la sistematización y la repetición de los mismos
mentales ...
síntomas, siempre en forma del miedo obsesivo, permit~n por lo general cierto que una vez más es el análisis de la mentalidad histérica, de la estruc-
hacer el diagnóstico. tura histérica, lo que resulta decisivo a este respecto.
De las numerosas discusiones en las que se oponen por una parte los
3) DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL CON LAS PSICOSIS, Es sobre todo en las psiquiatras y por la otra los médicos generales y neurólogos. en tal o cual caso
psicosis esquizofrénicas donde el diagnóstico diferencial (y si se quiere el pro- particular (parálisis, algias, trastornos sensoriales, trastornos digestivos, uri-
nóstico) resulta a veces particularmente difícil. Es comprensible, ya que narios, etc.), debe concluirse que no es suficiente que las investigaciones
Claude proponía incluir la histeria y la esquizofrenia en el grupo de las clínicas y paraclínicas sean negativas para afirmar que se trata de histeria, y
Esquizosis ( 1 ), y puesto que cada vez se describen nuevas formas «esquizo- que, inversamente, tampoco es suficiente para eliminar el diagnóstico de
histeria el comprobar que los trastornos, cuyo análisis semiológico revelaba'
Las Esquizosis de Claude comprendían la esquizoidia, la esquizomanía y la esquizofre-
( 1)
nia. - N. del T. _, su naturaleza histérica, también tienen una causa orgánica.

67
476 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA HISTERIA 477

Este proble- 6) DIAGNÓSTICO ETIOLÓGICO. EL PROBLEMA DE LAS HISTERIAS SINTO- nados a trastornos primitivos.ll Se ve claramente lo que no es histeria. Pero falta
ma del diag- MÁTICAS DE AFECCIONES NERVIOSAS. Como acabamos de subrayar en la últi- comprender lo que ella es. ¿Qué es este «estado psíquico», esta «actitud espe'ciab>?
nóstico es No puede llegarse al fondo del problema más que si uno se representa, en ocasión
ma reflexión, la histeria es una forma patológica que no podría ser definida de la histeria, lo que es una neurosis. Ya que la neurosis - lo hemos indicado ante-
en realidad ~or la absoluta :<no-organicidad». Así es que no puede ser negado pura y riormente - es una anomalía, una regresión o un defecto de desarrollo, que depende
el fondo del simplemente lo bien fundado de este problema diagnóstico. de una desorganización de la personalidad, la cual a su vez depende de factores etio-
problema patogénicos que .la condicionan.
psicopatoló- Se plantea especialmente a propósito de ciertos síndromes funcionales
Así esta lucha entre «psiquiatras» y «organicistas» debe resolverse. Si bien los
gico. psicosomático s (asma, migraña, alteraciones neurovegetativas, etc.); pero es
síntomas histéricos no dependen directamente de lesiones orgánicas, no por eso la
sobre todo, a propósito de los síndromes extrapiramidales (mesodiencefá- histeria deja de ser una neurosis que depende de las condiciones biológicas, heredi-
licos), observados como secuelas de la encefalitis epidémica, cuando la cues- tarias, constitucionales y neurofisiológicas de la organización de la persona; pero
tión de sus analogías o de sus diferencias con los fenómenos histéricos necesariamente también constituye una modalidad de existencia patológica cuyos sín-
(T~nel,_ Baruk, :~~-), ha si~o planteada., L~s hiperquinesias expresivas, las tomas están formados por la expresión de las fuerzas psíquicas inconscientes. Es or-
gánica en su condición y psíquica en su mecanismo y" _en su sintomatología. Es, si se
qu1nesias paradoJlcas, los smtomas cataleptlcos,. los estados de automatosis quiere, como todas las enfermedades mentales: orgánica en segundó grado.
de Zingerle, las crisis oculógiras, los tics de Salaam, etc., no pueden por
LA HISTERIA y LA PATOLOGÍA DE LA IMAGINACIÓN. Todos los observadores han Concepción de
menos de plantear el diagnóstico de histeria (Van Bogaert, 1935). General- Dupré. Pato-
insistido sobre la importancia de la imaginación en el carácter (mitomanía) y las ma-
mente, para descartarlo se funda en el carácter no neurótico de la personali- logía de la
nifestaciones histéricas. Y a se trate de los trabajos de Dupré, de A. Delmas, de imaginación.
dad del enfermo que presenta estos síndromes histeroides, incluso cuando Logre o de los de Klages, por ejemplo, la histeria siempre ha sido reducida a la
estos enfermos sean, como alguna vez sucede, sensibles a la sugestión y a los facultad psiéoplástica o mitoplástica de realizar la" imagen. Es en este sentido en
factores psíquicos y emocionales. el que Logre ha escrito. a propósito de los histéricos que su divisa es: «Toda la ima-
gen; nada más que la imagen.» Pero, aunque se trata de un rasgo clínico evidente y
fundamental, debe ser interpretado si se quiere profundizar en la naturaleza de los
fenómenos histéricos bajo su aspecto «patomímico» (Dieulafoy).
V. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS PSICOPATOL óGICOS
LA HISTERIA, LAS MANlFESTACIONES•HlSTÉRICAS COLECTIVAS Y LOS PROBLEMAS DE Histeria e
LA HIPNOSIS. La psicopatología de la histeria no puede ser considerada sin tener hipnosis.
Concepción ¿AFECCIÓN ORGÁNICA o PSÍQUlCA? LA CONCÉPCiÓN DE BABINSKI. En ningún otro
en cuenta ciertos aspectos de la psicología humana. La función de expresión, sufi-
de Babinski. ) capítulo de la psiquiatría han sido más vivas las discusiones sobre lo físico y lo mo- cientemente plástica para permitir la mentira y la comedia por una parte, y las mani-
, · o l o orgamco.• · En ef ecto, el histérico es un neurótico cura sintornato-
• ra l , l o ps1qu1co
El -pitiatism_ o._1
festaciones de histeria colectiva (danzas rituales de posesión, epidemia de ataques
lo~ía _es tan expresiva e intencional que parece ser, corno se dice a veces, «puramente histéricos, convulsivos de Saint-Médard u otros) por la otra, indican claramente que
ps1qu1ca». Sobre este punto Parecen concordar los neurólogos organicistas intransi- la neurosis histérica pulsa el teclado humano de las expresiones psicosornáticas.
?ent~s y. ~os psicoanalistas psico~~nista~ impe~itentes. Pero los unos hablan de pura
Pero el histérico no es tan sólo un hombre que puede presentar ocasionalmente o
1rnagmac1on y los otros de afectividad mconsc1ente, lo que no es la misma cosa. Este
dualismo debe ser sobrepasado. en ciertas circunstancias manifestaciones histéricas, como tampoco el epiléptico es tan
sólo un hombre que hace una crisis de epilepsia bajo la influencia del electroshock.
Babinski, lo hemos visto ya en el estudio histórico, se ha convertido en el ·cam:i
El aparato histérico «inconsciente» de que hablaba Bernheim constituye uha virtua-
peón, entre nosotros, ~-~ª ccmcc:pción de la histeria que la separa radicalmente de 1
lidad específica, es decir común a la especie humana.
la pato!()g_Íll nerviosa, c¡ue la acerca a la sugestión hipnótica y c¡ue considera los f~nó- \
El histérico en efecto es hipnotizable, más que ningún otro hombre (en condi-
~en.2.L.hi§t!~if~S~()111:o_c:l _efecto __ d~lJfJ!t{'f'Ür,¡_c)esj.ecir_de la l'ersuasión,51:! co~cep- ·
ciones médicas o de psicología de las masas). Tiene una «especial aptitud para la
c1ón del p1tiatisrno (1901-1909) se apoya en UIJ. profundo análisis de lo que separa
sugestión y para la hipnosis», como se decía en los tiempos de las discusiones ho-
a las parálisis, a las crisis o a los trastornos orgánicos del sistema nervioso de los
méricas entre la escuela de la Salpetriere y la de Nancy. De tal manera que, efecti-
trastorn~s que pu~den_ ser reproducidos por sugestión. De tal manera que, ~ara él,
vamente, el estudio de la hipnosis y el de la. histeria se barajan histórica y clíni-
la esencia de la h1stena es la autosugestión. He aquí _cual es su definición de histeria
(Soc. de Neurología, 1901): «La histeria es un estado psíquico que hace al sujeto camente.
capaz de autosugestionarse. Se manifiesta principalmente por trastornos primitivos y El problema consiste, pues, en preguntarse cuál es la naturaleza y la estructura
accesoriamente por trastornos secundarios. Lo que caracteriza a los trastornos prirni- de la neurosis histérica en tanto que ella tiene precisamente esta aptitud especial. Es
ti_vos es ~ue es posible reproducirlos por sugestión con una exactitud rigurosa en el verdadero problema que está bien lejos de ser resuelto. Sin embargo, podemos
ciertos suJetos, y hacerlos desaparecer .bajo la influencia exclusiva de la persuasión. indicar cómo ha sido considerado por Pierre Janet y por Freud.
Lo que caracteriza a los trastornos secundarios es que están estrechamente subordi-

68
7

478 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA HISTERIA 479

Teoría de LA j:ONCEPCIÓN DE PIERRE }ANET. Según Pierre Janet, es la estructura de la tinuidad y de los artificios de esta mala estructuración del Yo, convierte la existencia
Pierre Janet. conciencia del histérico la que está fundamentalmente alterada. Al igual que en Ja hip. en una verdadera comedia; se abandona a la fuerza de sus fantasmas y sigue hasta
nosis, existe concentración y reducción del campo de la conciencia sobre la idea su- agotar la plasticidad de las imágenes en sus fragmentos dispersos.
gerida. Análogamente el histérico posee ·una aptitud p.,ira vivir intensamente las
imágenes y para hipnotizarse por ellas. 'Así desarrolla hasta su realización plástica
y motora, la idea fija, que constituye el síntoma fundamental de la histeria. Esta idea VI. TRATAMIENTO
fija es una manifestación del automatismo psicológico, es decir de todas las fuerzas
inconscientes que son liberadas a causa de la debilidad de la conciencia. Los senti- Los psicoanalistas tienen la costumbre de decir al mismo tiempo que Psicoaná-
mientos, las creencias, los deseos, los recuerdos, las representaciones mentales, t~man
entonces una intensidad particular y los síntomas histéricos (pará'.lisis, amnesias, dóbie el histérico es un mal candidato para el análisis y que el análisis es la única lisis.
personalidad, etc.) configuran o cristalizan estos fenómenos de emancipación automá- terapéutica capaz de curarle. Esta paradoja expresa las dificultades de la
tica. Los estudios de P. Janet se han referido principalmente a este aspecto de la elección de una psicoterapia. Resulta claro que, si se quiere ayudar al enfermo
desorganización, de la desintegración del Yo, tal como pueden ser realizadas por a salir de un tipo de relaciones vitales infantiles profundamente estructura-
medio de la hipnosis u observadas en las crisis y en las manifestaciones histéricas.
das en la personalidad, una psicoterapia es insuficiente. Sólo un psicoanálisis
Esta concepción ha sido más o menos la misma que la de Soilier (disociación histéri-
ca) por la misma época, y que la de Claude un póco más tarde (Esquizosis). permite la toma de conciencia necesaria. Será el tratamiento de elección,
reservado a los sujetos aún jóvenes, inteligentes y deseosos de salvar el
Concepción LA CONCEPCIÓN DE FREUD. En un principio con Breuer, y después estableciendo
de Freud. núcleo afectivo de sus trastornos. Pero a menudo ocurre que a los sujetos
la famosa teoría del inconsciente patógeno, Freud fue más lejos. Mostró que la fuerza
de los fenómenos histéricos provenía de la represión, en el inconsciente, de los senti- no les interesa salir de una conducta que los molesta poco y de la que obtie-
mientos, deseos y temores que expresan.- En primer lugar·, Freud ha establecido su nen beneficios secu~darios «interesantes»; la dramatización de la existencia
famosa teoría de la histeria basada eri la represión de los recuerdos. Había observado les permite jugar tanto con la conmiseración como con la amenaza para obte-
en efecto: l.º, que en el curso de lá crisis surgían antiguos recuerdos (infamiles), ner gratificaciones, y esto les ba:sta. · ·
que estaban separados de la organización consciente de la memoria (inconscientes) diversas conduc- Psicoterapia
Cuando un psicoanálisis resulta imposible, se estudiarán
y reprimidos por la «censura» en razón de su carácter intolerable (reprimidos). 2.º, que
las otras manifestaciones histéricas se comprendían si se las consideraba como expre- tas psicoterápicas. Algunas sólo se· dirigen al plano más superficial: el de la de suges-
siones simbólicas (disfrazadas) de los sentimientos en relación con los recuerdos desaparición de los síntomas de conversión. Es bastante fácil utilizar el carác- tión.
reprimidos. De tal manera que, esencialmente, Freud ligaba la histeri.\ a una exce- ter plástico de los síntomas para obtener su desaparición, acentuando la re-
siva represión de un acontecimiei;ito o de una escena (Urszene) constituida por Jo
general por un traumatismo sexual infantil. Pero, posteriormente, la teoría se amplió
presión de las pulsiones : el miedo, el dolor o la influencia directa d~l
con el recurso a la idea de regresión. Para la escuela psicoanalítica contemporánea terapeuta movilizan las posiciones del sujeto por medio de una transferencia
(a excepción de ciertos autores tales como Bouvet, que disciernen, en la histeria, una que puede ser, en cierta manera, directamente impuesta.
regresión a estadios pregenitales}, la neurosis histérica está caracterizada desde el Numerosas técnicas pueden ser utilizadas con análoga finalidad: hipno-
punto de vista de su estructura inconsciente, por la fijación y la regresió~- a la fase sis, narcoanálisis, curas de sueño, seguidas de una psicoterapia. Todos estos
edipiana o genital. La histeria es una neurosis «edípica». La característica angustia
de esta fase del desarrollo libidinal (la elección objeta!), es d_ecir la angusti~ de la tratamientos tienen en común: la limitación de sus ambiciones a una mejora
culpabilidad sexual, de la castración, de los complejos incestuosos, es Jo que cons- de la conducta; la necesidad de procurar al enfermo una puerta de salida
tituye la fuerza inconsciente contra la cual el histérico se defiende por medio· de la honrosa; el inconveniente de sustituir la dependencia habitual del enfermo
conversión al plano somático del confücto inconsciente (véase _ei caso Dora). por una dependencia hacia el terapeuta. No hay que detractados; a menudo
son las únicas conductas terapéuticas posibles. En efecto, muchos histéricos
* * * no pueden salir de su actitud de fondo. La irreprimible angustia ante la rea-
Así P. Janet y Freud no están tan lejos el uno del otro como sus defensores han lidad, la verdadera debilidad de la personalidad, la organización de una vida
proclamado. Ambos han profundizado en los dos aspectos complementarios (negativo construida sobre la neurosis e imposible de modificar, constituyen entonces
y positivo) de la neurosis histérica. En efecto, ésta depende a la vez de una disge- obstáculos a menudo infranqueables por una mayor ambición terapéutica.
nesia de la organización psíquica y del empuje ·de las fuerzas inconscientes. La im- En este marco se inscriben los procedimientos fisioterápicos, como el Fisioterapia
potencia del · histérico. que él compensa en su imaginación desbordante atañe a la
identificación o a la unidad de la persona. lll ya no puede conseguir o no ha conse-
«torpedeo» con ayuda de la corriente farádica, es decir los tratamientos de de suges-
guido jamás componer una auténtica imagen de sí mismo, y, en medio de la discon- «sugestión activa». · tión.

69
480 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS LA HISTERIA 481

Conductas situadas entre lo máximo posible (un psicoanálisis) y lo míni- LEMPERIERE (T.~, PERSE (J.) y ENRIQUEZ (M.). - Sympt6mes hystériques et person-
mo (la simple desaparición de los síntomas) constituyen psicoterapias de nalité hystérique (Étude clinique et psychométrique), Comunicación al Congres de
Psychiatrie et de Neurologie de Langue Fran~aise, Lausana, 1965. Masson et
todo género, adaptadas a las condiciones del sujeto según su medio. A me-
Cie, edit.
nudo es útil, al iniciar una psicoterapia, el aislar al enfermo en un ambiente ScHNEIDER (P. B.) y colabs. - Contribution a l'étude de l'hystérie (Aper~u biblio-
normal: el de un servicio abierto, por ejemplo. Se podrá entonces utilizar graphique et esquisse de l'étude clinique d'une population d'hystériq~es). Comu-
no sólo la acción psicoterápica directa más o menos profunda, sino también nicación al Congres de Psychiatrie et de Neurologie de Langue Fran~a1se, Lau.sana,
la del medio. Los beneficios secundarios serán desvalorizados, los incidentes 1965. Masson et Cie, edit.
de la vida cotidiana colocados en su escala normal. El psicoterapeuta, que
será con preferencia independiente de la organización social de readaptación,
explorará y analizará de paso las actitudes y los incidentes. Las modalidades
de estas tentativas son infinitamente variadas y deben ajustarse a cada caso.

INDICE BIBLIOGRÁFICO

BRACHET. -Traité de l'Hystérie, 1847.


BRIQUET. -Traité de l'Hystérie, 1859.
RICHER. -ilude clinique: «La grande hystérie», 1889.
CHARC0T, -Lefons du Mardi, Delahaye et Lecrosnier, ed., París, 1889.
PITRES. - Lefons cliniques mr l'Hystérie, 1891.
BABINSKI. - Véase el artículo de 1908 en el Bulletin de la Société des Internes des
Hopitaux de Paris y el de 1909 en la Semaine.J\iédicale y (E.uvres.
CLAUDE. - Définition et nature de l'Hystérie. Con gres des Aliénistes. Génova-Lausa-
na, 1907.
Disomion a la Société de Neurologie, 1907 (en Revue Neurologique).
]ANET (P.).-Les névroses. Flammarion, 1908.
FREUD (S.).-El caso Dora. En Cinq psychanalyses (trad. fr.), 1935.
LOGRE. - État mental des hystériques. En Traité de SERGENT, 1924.
KLAGES. -Príncipes de caractérologie (trad. fr.), 1930.
LCEWENSTEIN y PARCHEMINEY. - Conception psychanalytique de l'hystérie. Encépha-
le, 1933. ,
VAN BoGAERT. - Informe. Con gres des aliénistes et neurologistes de Bruxelles, Mas-
son et Cie, ed., París, 1935.
PARCHEMINEY. - Divers articles sur la conception psychanalytique de l'hystérie.
Revue franfaise de Psychanalyse, 1935. 2volution Psychiatrique, 1932 y 1940.
Encéphale, 1954.
BARUK (H.). -Informe. Congres de.Bruxelles, 1935.
DIDE (M.). - L' hystérie el l' évolution humaine. Flammarion, 1935.
Discussion a la Société Médico-Psychologique, 1937. Ann. méd.-psych., 1937.
EY (H.).-L'hystérie. Gazette des Hopitaux, 1937.
FÉNICHEL. - La théorie psychanalytique des névroses (trad. fr.). Presses Universi-
taires, 1953.
MALLET. -Article Encyclopédie méd.-chir., Psychiatrie, tomo II, 1955.
LJUNGBERG (L.).-L'hystérie: étude clinique, pronostique el génétique. Suplemento
n.º 112 de las Acta Psych.-Neurol. Scandinavica, 1957.

31. - EY

70
NE:l:JROSIS _OBSESIVA

La fuerza de esta infraestructura inconsciente es lo que constituye el


dinamismo propio del pensamiento·compulsivo que molesta y traba al sujeto
y contra la que él lucha. De ahí el ¡rácter simbólico de las obsesion~s que
representan, en el plano de lo imaginario, las exigencias de un sistema
pulsional o libidinal anacrónico ( complejos arcaicos contemporáneos de las
CAPíTUL O VI primeras relaciones objetales).

LA NEUROSIS OBSESIVA -1, - LOS SíNTOMA S

Conforme al esquem! utilizado ya en las fobias y en la histeria, describi-


Carácter La neurosis obsesiva se define por el carácter forzado (compulsit·o) de remos en primer lugar los síntomas tal como aparecen en eJ qiadro clínico.
forzado de los sentimientos, de las ideas o de las conductas, qué se imponen al sujeto y Pueden ser agrupados en cuatro apartados:
las ideas y que le llevan a una lucha inextinguible, sin que, no obstante, él mismo deje 1. 0 ; El ·sujeto es invadido por ideas obsesivas que se le cimponen · a pesar
de los actos de considerar irrisorio este parasitismo incoercible. de él: es el pensamiento compulsivo. ·
«compulsi-
De aquí los caracteres clásicos de las obsesiones: incoercibilidad, automa- 2. 0 Experimenta una tendencia a los actos ~gresivos, impulsivos, par-
vos» ....
tismo, lucha y conciencia de la enf erme(/.ad. ticularmente temidos o no desead.Ps: es la actividad_ compulsiva. ;
Pero la neurosis obsesiva debe definirse también por la estructura propia 3: 0
Se siente forzado á realizar actos repetitivos de carácter simbólico:
de la persona del• obseso, enteramente sometida a las obligaciones, que le son los ritos del pensamiento mágico.
prohíben ser él mismo.
4. 0 Esta lucha agotadora es a la vez el efecto y la causa de una astenia
, . .,
La neurosis obsesiva se saracteriza clínicamente: psíquica ( psicastenia).
El conjunto de estos síntomas merece el nombre clasico de obses1on, ya
l.º Por la emergencia de fenómenos obsesivos (obsesiones de limpieza, que el mismo enfermo se sitia a sí mismo con sus propias defensas.
de lo infinito, de culpabilidad, de verificación, etc.) que se refieren a tal o
cual idea, representación o ~ituación, convertida en preocupación exclusiva.
... contra los 2.º Por los medios de defensa del obsesivo contra su propia obsesión, A.
1
EL PENSAMIENTO COMPULSIVO ( ) , LA IDEA OBSESIVA
cuales el ob- medios que a su vez se convierten en obsesivos ( esta expresión «medios de
sesivo erige d~fensa>> es empleada por los psiquíatras clásicos en un sentido distinto del La intrusión, en el campo de la conciencia, de un pensamiento no deseado,
1tna verda- de <<mecanismos de defensa» de los psicoanalistas; se refiere no a los meca- insistente, repetido, reconocido por el sujeto como suyo y, sin.embarg?, repu-
dera defen- nismos inconscientes, sino a los trucos y estratagemas que usa consciente-
sa estra- diado por molesto u odioso, es un fenómeno perfectament_e, conocido ?ºr
mente el obesivo para luchar contra su obsesión). todo el mundo, en especial en. determinados estados de tensi?n o de fatiga.
tégica ...
3.º Por una clase de trastornos intelectuales y afectivos ( duda, abulia, Así, los pensamientos «obsesivos» que todos podemos sentir nos da~ un
perplejida d, sentimiento de irrealidad, de extrañeza o de artificio) que cons- resumen del pensamiento. compulsivo, pero la intensid~d de é_ste, sus exigen o
tituyen los estigmas psicasténicos (Janet) del obsesivo. cías exclusivas y su permanencia, transforman esta diferencia ·de grado en
una verdadera diferenci~ ·de naturaleza, ya que la obsesión no es entonces un
Desde Freud, la escuela psicoanalítica ha profundizado el estudio de esta solo fenómeno aislado inoportuno o espontáneo, sino que traduce un desqui-
... expresan-
el deseo pro- forma compulsiva de las neurosis, poniendo en evidencia .en estos casos: ciamiento clel equilibrio instintivoafectivo de la vida psíquica.
l.º, una regresión de los sistemas pulsionales al estadio sadicoanal; 2. , las
0

fundo de 0 , los imperati-


excesivas defensas del Yo contra las pulsiones instintivas ; 3. (1) De compeliere, compulsum, forzar a alguien a declarar, a comunicarse.
Es un término
martiri-
zarse. vos inconscientes del Super-Yo. del latín jurídico.

71
484 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS OBSESIVA 485

El pensa- El pensamiento intruso varía infinitamente según los sujetos. Sin embar- en la misma lucha suspensiva y paralizadora. Pero, sobre el fondo de esterili-
miento go, en un mismo enfermo, en un período dado, no se diversifica más que dad y de abulia, aparecen las obsesiones-impulsiones, verdadera hambre de
parásito. dentro de un árculo restringido, vérdadero tema obsesivo. Puede tratarse de acciones contenidas.
una imagen: una lama piadosa y reservada ve los órganos genitales de los El enfermo· se queja, en efecto, de «no poder contenerse» más que con Los ·actos
hombres a través de sus trajes, especialmente si se trata de sacerdotes o si gran esfuerzo, para no dejarse llevar por una acción que no puede cometer: contenidos
la joven madre tiene miedo de matar a su hijo, el cura tiene miedo de decir con gran
está en la Iglesia. Puede tratarse de ideas: dudas, votos, temores, deseos,
dificultad.
prohibiciones, preceptos, etc. A veces es un problema, y J~et ha descrito groserías desde lo alto del púlpito. Es aquí donde conviene ligar estas
las interminables interrogaciones de ciertos obsesivos: su oscilación intelec- «fobias de impulsiones» (miedo de tirarse por la ventana o debajo del
tual., las manías de presagio, las manías de perfección, de la verificación y tren, fobia de los cuchillos, de los alfileres, etc.), a lo que hemos estudiado
del más allá (ir siempre más lejos en lo infinito de estas búsquedas) y las a propósito de la neurosis fóbica. ·
manías de simetría, las manías de interrogación ( ¿qué pasará si...?), etc. Bien sea un acto ridículo, odioso, grotesco, sacrílego o criminal, es
Los escrúpulos constituyen una variedad frecuente de estas «ideas» (ar- siempre un acto cargado de agresividad contra el sujeto o contra los demás,
diente búsqueda de moralidad, de reparación, de purificación). También y es porque no se debe hacer por lo que el obsesivo se siente en la obliga-
puede tratarse de palabras o de cifras, que es preciso repetir en serie, un ción de realizarlo.
número de veces determinado, sin omisiones ni errores, lo que conduce a Por otra parte, el paso al acto temido es excepcional. Sin embargo, puede
estaí: con la serie durante horas ( aritmomanía), etc. ocurrir que sea realizado sólo a título de esbozo casi simbólico, cuando la
ia tendencia a Ja repetición es inseparable de esta intrusión parasitaria. oposición a la tendencia impulsiva facilita un gesto frenado de amenaza: se
Cada uno de los rasgos obsesivos se presenta en largas series como una mani- levanta el brazo, se masculla un insulto. Un grado más, y la obsequiosa
pulación ideoverbal con «idas y vueltas» incesantes, desencadenada por un sumisión del obsesivo se invierte de golpe en una descarga impulsiva, con
mínimo incidente, un recuerdo o un gesto anodinos. A menudo, el sujeto no un torrente de insultos, amenazas grandilocuentes. A veces, el acto se realiza
se libra de esta inagotable repetición de palabras, de imágenes o de ideas y el obsesivo queda aliviado. Ciertas cleptomanías constituyen «paso al
más que por una obligación intercurrente. De lo contrario, la serie se agota acto» de naturaleza obsesiva; lo mismo ocurre con ciertas exhibiciones
lentamente, como a disgusto, con repeticiones esporádicas. (exhibicionismo tipo Lasegue). Mucho más raros son los crímenes o suici-
Esta modalidad compulsiva del pensamiento traduce la lucha del sujeto dios del obsesivo. Sea lo que sea, observemos que lo más frecuente es que
contra la intrusión. El obsesivo sufre a causa de su síntoma y generalmente estas tendencias permanezcan «compulsivas», es decir que se circunscriben
se le ve concentrado, absorto, ansioso durante la crisis compulsiva. Pero su al campo de la lucha ambigua de las tendencias, cuyos sistemas antagonistas
oposición es ambigua, ya que él tiene conciencia de su propia responsabilidad se agotan y se anulan en circuito cerrado. El obsesivo persigue la quimera,
en cuanto al carácter forzado, pero artificial, de sus observaciones. No lo o, si se prefiere, el fantasma de dar y de retener a la vez. Él no «empuja>>
atribuye a una intervención externa, como haría un alucinado, sino que lo su acto: lo «compulsa» en la 'sucesión rápida y rítmica de movimientos
vive como el conflicto de sus propias tendencias. De este conflicto obtiene una opuestos, que traducen la incapacidad de resolver su propia contradicción.
cierta satisfacción oscura que; como veremos, responde al deseo de martiri-
zarse, de forzarse y de «contenerse». Rechaza lo que le atrae, pero se aban-
dona a lo que teme: tal es el «juego»· compulsivo. C. LOS RITOS OBSESIVOS. EL PENSAMIENTO MÁGICO DEL OBSESIVO

Ante su problema insoluble, el obsesivo encuentra una solución de «com-


B. LA ACTIVIDAD COMPULSIVA. LA OBSESIÓN-IMPULSIÓN promiso» que constituye el sentido de su neurosis. Establece una especial
forma de relación mágica con el mundo. El universo que le presenta tales
Esta indefinida manipulación de virtualidad, de ambigüedades, de esque- contradicciones es hostil; y, puesto que no puede vencerlo, va a conjurarlo.
mas y de abstracciones, conduce a encontrar todos los tipos de dificultades A los maleficios, opondrá procedimientos mágicos, ritos misteriosos, trucos
en la decis_ión y en la acción. Ésta es contenida, como el pensamiento, irrisorios e imperiosos, que ligan todas las conductas obsesivas en torno a

72
NEUROSIS OBSESIVA 487
486 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
1) LOCURA DE LA DUDA. . Ha estado siempre asociada - tal ·como se presenta. Al!funas o b-
una unidad profunda, la de la mistificación de sí mismo. Cuando el ritual en clínica- con lo que se ha llamado el delirio del tacto (Legrand du Saulle). Estos s;s~ones
es complicado, constituye un verdadero ceremonial, una especie de liturgia obsesivos son incapaces de tocar los pomos de las puertas; viven con el terror de los ttptcas.
en la que los actos se ordenan en relación a los valores y alos tabús,· en una microbios; se entregan a complicados lavados. Les falta la certidumbre de la lim_-
pieza, o, por lo· menos'. la tranquilizadora creencia en una limpieza_ relati~amen!e sufi-
serie de obligaciones, de prohibiciones y de reglamentaciones sagradas.
ciente. La incertiduipbre y el temor dan lugar entonces a operac10nes mtermmables
y vanas en las que se volatiliza toda esperanza, todo deseo de pensar y de actuar o
El ritual «Cuando entro en mi habitación para acostarme, empiezo por compro- de ser de otro modo que culpable o amenazado.
con juratorio. bar los cuadros y las imágenes piadosas de las paredes, los cuento y los miro
2) OBSESIÓN-IMPULSIÓN DE ACTOS CRIMINALES (suicidio, homicidio, atentados a la
varias veces. Después debo dejar mi reloj en la chimenea, el dinero sobre la
moral, incendios, etc.). Representa una especie de tragicomedia de acciones criminales
cómoda, las cerillas en el aparador .. En lo que se refiere al reloj, es preciso deseadas y temidas a la vez. Los tormentos del castigo merecido· ante la sola posibilidad
fijarse bien en que la púa de la hebilla de la correa no se dirija hacia el de la falta son vividos- como una punicióri anticipada, como un remordimiento preli-
Crucifijo ni hacia la estatua de la Virgen. Probablemente todo esto proviene minar, y tanto más dol9roso en cuanto que carece de objeto. Puede ocurrir que el
de los votos que hacía antes (si no hago tal cosa de tal manera, ocurrirá sujeto pase a reálizar la acción para aliviar su conciencia paradójicamente, cargándose
así con un pecado ya consumado a sus ojos. De ahí el carácter de descanso que con-
una desgracia a mi madre). Pero esto se ha estabilizado, se ha convertido
lleva la ejecución del gesto criminal.
en una costumbre. No tengo miedo más que de viaje, hasta que he encon-
trado lo que corresponde a la chimenea, a la cómoda, a la estantería ... » 3) ÜNOMATOMANÍA. Entre las acciones irrisorias y vanas, la onomatomanía se
inscribe plenamente como estéril cogitación: las indefinidas series. de números y de
El ejemplo de los grandes obsesivos nos da a veces una visión carica- cálculos constituyen un objeto privilegiado, para la técnica de sabotaje de la acción
por el pensamiento mágico. El obsesivo halla en las operaciones aritméticas un
turesca de este ritual obsesivo, ya que en su casa el día consiste en una serie vehículo cómodo para el circuito indefinido de su angustia. Cuenta, suma, divide y
ininterrumpida de ritos grotescos, que envuelven y complican los contactos multiplica hasta el infinito, es decir fragmenta hasta la nada todas las posibles formas
sociales, las comidas, la defecación, el vestirse, etc. de sus actos en el tiempo y en el espacio.
Si semejante exceso de céremonial es relativamente raro (y por otra par-
te, a veces difícil de precisar, puesto que el enfermo esconde comporta-
mientos de los que se avergüenza), se puede afirmar que la ritualiz(1ción D. EL FONDO PSICASTÉNICO
de la vida es el punto final ,de la actividad obsesiva. Como decía el enfermo
que acaba de ser citado, «la conducta hall!1 una estabilidad». El vacío for- Ha sido admirablemente descrito por Janet, quien habla al efecto de
malismo de la conjuración reemplaza o alivia, sin dejar de mantenerla, la una baja de la tensión psicológica. Lás agitaciones psicomotrices (tics, actos
coacción interna. El obsesivo tiende. a alinearse en el rito para escapar de estereotipados, gestos conjurativos, etc.), las agitaciones ideoverbales (rumia-
lo que aún le queda de libertad en el conflicto compulsivo. ciones, mentismo, letanías, jaculatorias, etc.); constituyen un aspecto funda-
Tal enfermo no puede vivir sin tener un pedazo de jabón en su bol- mental de este desorden en la vida psíquica del obsesivo, enteramente so-
sillo y debe tocarlo a cada instante para purificarse. Tal otro debe calcular metido a actividades de bajo nivel (automatismo psicológico). .
la raíz cuadrada del número d:e baldosas del piso para poder franquearlas. En el plano de la afectividad, el obsesivo está consagrado igualmente
Éste no puede levantarse más que cuando ha extraído todos los recuerdos a sentimientos depresivos que son testimonio de su debilidad psíquica (es-
de su primera conversación con el médico. La actividad que aún resulta po- crúpulos, dudas, sentimientos de influencia, de irrealidad, de extrañeza,
sible está ritualizada por completo; el trabajo, las distracciones, se convier- fatiga, confusión, lasitud). Frecuentemente, es el «sentimiento de realidad»
ten en conductas .rígidas, en tiránicas reglamentaciones a las que el obsesivo lo que está alterado en los obsesivos, en la medida en que son incapaces de
se somete con cierta alegría de no set libre, de ser esclavo de su implacable elevar sus acciones dentro de la jera-rquía de las funciones de realidad. Las
mecanismo interior. acciones de elevado nivel son imposibles (adaptación social, ejecución de
actos difíciles, eficacia y precisión en las conductas) y sólo les quedan como
Algunos de estos comportamientos obsesivos merecen_ ser señalados como espe- posibles las acciones vacías o incoordinadas. La ausencia de decisión, de
cialmente frecuentes o típicos. resolución voluntaria, la falta de confianza y_ de atención, la incapacidad
1
.\

73
488 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS OBSESIVA 489

de experimentar un sentimiento exacto en relación con la situación presente, Pierre Janet había puesto en evidencia el carácter psicasténi~o, como fondo
la retrogradación hacia el _pasado y hacia lo imaginario, constituyen las ca- constitucional del obsesivo.
racterísticas principales de estos síntomas psicasténicos que ponen de mani- Así es como todos los clásicos han contribuido a formar la fisonomía
fiesto la debilidad psicológica del obsesivo. del carácter obsesivo. Sus rasgos esenciales son:
l.º La tendencia a los escrúpulos, a la abulia y a la duda. 2. 0 La ten-
dencia a las crisis morales de conciencia ( especialmente en la infancia y en
II. EL CARÁCTER Y LA PERSONA DEL OBSESIVO
la adolescencia, en los momentos de la primera comunión y en la pubertad).
3.º La timidez y la inhibición en los contactos sociales. 4. 0 La tendencia a la-
El obsesivo, La neurosis obsesiva tiene por condición y como infraestructura una
de_ potencial introspección y al autoanálisis de la vida interior. 5. 0 Los trastornos de
forma patológica de organización del Yo. Se ha insistido (como veremos
psíquico la sexualidad (apragmatismo, impotencia, frigidez). 6. 0 Los estigmas psico-
más adelante) ya sobre la debilidad en las operaciones de la síntesis psíqui-
débil está motores (tartamudez, tics, síndrome de debilidad motora de Dupré).
ca (P. Janet) de estos neuróticos abúlicos, fatigados y desorientados; ya
dedicado a sobre las fuerzas inconscientes y represivas del Super-Yo inconsciente En efecto, es desde la más temprana edad cuando el obsesivo manifiesta
las fuerzas sus temores, sus tormentos éticos y su apuro en la vida social, la escuela o su
(Freud), de estos desdichados que se martirizan con un cierto goce. Tam-
de sus pul-
bién describiremos los estigmas psicasténicos del obsesivo, por una parte, y, familia. Enrojece fácilmente, se molesta y reacciona vivamente con cólera,
siones sado-
masoquistas. por otra, los rasgos del carácter sadicoanal del obsesivo. Pero estas dos pers- con lágrimas o con un nerviosismo mohíno.
pectivas van a recortarse en el análisis estructural de su persona. Ésta, en Debe considerarse otro hecho que ha sido observado siempi:e por los
efecto, no consigue constituirse como tal más que a través de una abusiva clínicos: es la manía del orden y de la meticulosidad. Son sujetos que sien-
sumisión a una constricción ideal y abstracta que hace del hombre obsesivo ten una necesidad de reglamentar todo, de contarlo todo y de someterse a
el dueño absoluto de su propia esclavitud. Él no puede ser «él 'mismo», imperativos o a prohibiciones rigurosas; son estrictos y avaros.
pues está preso en el imperativo categórico de una ley ideal que le reduce a
no ser nada.
Recordemos además que, al igual que los otros caracteres neuróticos, B. EL CARÁCTER SADICOANAL DEL OBSESIVO
los rasgos de carácter de la neurosis obsesiva pueden darse en forma a me-
nudo atenuada, con ausencia de los síntomas antes descritos; el clínico se Son precisamente estos últimos rasgos de carácter los que han sido pues-
encuentra entonces ante un obsesivo en potencia, reducido al carácter pre- tos en el primer plano del análisis de la personalidad obsesiva por Freud y
neurótico. su escuela. Ésta, en efecto, ha basado la caracterología del obsesivo especial-
mente en su sordidez y en su tendencia a «retener». Cremas que puede ser ... represen-
A, LOS «ESTIGMAS PSICASTÉNICOS» interesante el exponer aquí la teoría psicoanalítica de la formación del carác- tan un siste-
ter en el obsesivo, carácter definido esencialmente como sadicoanal (Abraham ma de p;ohis
bición contra
Como han apreciado antiguos autores (Morel, Magnan, Pi tres y Régis), y Janes). Se piense lo que se quiera de este psicoanálisis de la formación del
las pulsiones
la neurosis obsesiva se desarrolla sobre anomalías del carácter o como se carácter obsesivo, ello ciertamente nos permite profundizar en las relacio- rádico-anales.
deda · en la época de dichos autores, sobre un «estado degenerativo» de la nes existentes entre el carácter y esta neurosis. Por ello no dudaremos en
Los rasgos . personalidad psicofísica. Se insistía particularmente en la hiperemotividad dar un cierto desarrollo a la exposición de estas relaciones .
del carác- (Dupré). Más tarde, se ha puesto el acento sobre la constitución y la bioti- El estudio psicoanalítico del carácter, en esta -neurosis, pone de mani-
ter del obse- pología del obsesivo, quien, con la escuela de Kretschmer, puede ser consi- fiesto un mecanismo _de defensa particularmente importante: la «formación
sivo ... reactiva>> de rasgos de carácter que constituyen una especie de oposición \
derado como un esquizoide en el amplio sentido del término. En el capítulo 1

sobre generalidades de las neurosis hemos indicado algunos aspectos desta- sistemática a las pulsiones inconscientes. /·""
_cados por las escuelas americanas (Cattell) e inglesa (Eysenck) de psicología
factorial, como correlaciones somáticas de la tendencia obsesiva. A su vez

74
NEUROSIS OBSESIVA 491
490 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
·y un poco ar-
Ciertamente, esta esquematización demasiado sistemática
la letra, pero permit e compr ender que
LAS CUATRO PROCEDENCIAS DE LOS RASGOS DE CARÁCT
ER tificial no debe ser tomada al pie dé
o' está arraiga do, tanto en uno como ·en otro; o en la.
EN LA NEUROSIS OBSESIVA, SEGÚN LA ESCUE)'..A el carácter del obsesiv
se mezcla n y donde
PSICOANALÍTICA <<combinación» de estos «complejos sudicoanales» donde
del erotism o y del sadism o anal.
están en antagonismo los elementos
repitámoslo - no
Este esquema - un poco simple o incluso simplista,
obtener del niño que éste re- carácte r del obsesivo
La educación del comportamiento esfinteriano intenta
materias a su gusto. El fracaso pretende otra cosa que mostrar que los rasgos del
.nuncie a la satisfacción de retener y abandonar las pueden tomar la forma de aparentes contrad iccione s. Al. igual que el pen-
de dos hechos: el exceso de
de esta disciplina esfinteriana resulta de la combinación compu lsivos, los rasgos del carácte r expres an la ambi-
inclinac ión al placer y la rebelión contra las consignas de limpieza samiento o el acto
ones; pero la unidad
güedad de las conductas, la. ambivalencia de las situaci
en la regresi ón sadicoa nal. -._
profun da de todas las c;:onductas reside
Formaciones secundarias
Sea el que fuere el tipo de carácte r obsesiv o, se encont rarán, en diversas ji
Rasgos directos (lucha contra las tendencias al cia
esquem a: la tenden
(tendencias al placer) placer) proporciones, los cuatro puntos cardinales de nuestro
de superlimpieza y la
a la suciedad, recubierta por su formación reactiva
CARÁCT ER SADICOANAL CARÁCTER OBSESIVO

tendencia a la retención de .objetos, recubierta por


el comportamiento de
r sadicoanal.
prodigalidad. Examinaremos estos cuatro rasgos del carácte
el ero-
Rasgos de c'!"rácter del erotismo Rasgos de carácter contra
anal tismo anal
nados con la El placer
FIJACIÓ N EXCESI· a) EL EROTISMO ANAL. Los rasgos caracteriales relacio
fundam entales . La dificultad original ...
VA AL PLACER EX· Dificultades de abandonar los Tendencias a los regalos. retención anal, según los psicoanalistas, son - 1

CREMENTICI0°. objetos. ·obstinación. Terquedad. deman das da lugar a conduc tas, hábitos
de abandonar los objetos ante las 1
Coleccionismo. Angustia ante la Resignación. Sumisión. como la obstina ción, el colecci onismo , la angust ia ante
separación. Prodigalidad. Temeridad. o estereotipias tales
la separación. ·
1 Rasgos de carácter contra las ten- La obstina ción no falta nunca, ya que ella da lugar a la vez a la incli-
RasgoJ del carácter sadicoanal idad, pasiva (la fuerza
REACCIÓ N EXCESI·
I dencias sádicas nación a los objetos y a una manifestación de agresiv
Pued_e revesti r varias ,forma s: autoritarismo en el
VA A LA PROHIB I• de la inercia) pero eficaz.
CIÓN DE LOS PLA· Superlimpieza. Educación. Obse- sujeto adopte uha posició n de fuerza, o reivindicación y ayu- ... sus susti-
Suciedad. Rechazo. Injurias es- caso de que el
CERES EXCREMEN• catológicas. Crueldad contra los quiosidad. Bondad. Preocupación debilid ad. La terque dad es un tutivos ...
por la justicia. Defensa de los da a la «justicia», en el caso de posición de
TICIOS. débiles. Lucha contra toda auto- autorid ad, sin agresió n aparen te. La demostración
ridad (ironlas, sarcasmos). débiles. Respeto de toda auto- medio de luchar contra la
ridad. o (ironía , sarcasm o) es otro medio de luchar , en la que_se hace
de lo absurd
burla de la autoridad con sus mismos argume ntos, etc.'
de manifiesto por
La inclinación coleccionista hacia los objetos se pone
simbólico en el s», que pueden ser utilizados en sus
En conjunto, el comportamiento afectivo del sujeto es la acumulación: colecciones, «manía
tes, las conduc tas arcaicas s de títulos, grados , ordena ciop.es ) o termin ar en pe-
sentido de que mantiene, bajo disfraces aparen carreras (acumulacione
las cosas da también ·
del período sadicoanal. De esta regresión pueden resulta r, teórica mente, queñas «manías» pintorescas. Esta especial relación con
las clasific aciones , por la perfección
cuatro combinaciones (véase cuadro ): gusto por el orden y la simetría, por
o en la redacci ón, por ejemp lo), por la manipula-
del detalle (en el dibujo
a) satisfacción regresiva (erotismo anal); ción indefinida de los objetos. Pero sobre todo confier
e al dinero un valor
cción); e a la vez la
b) su contrario (formación reactiva opuesta a esta satisfa simbólico que hallamos en todos los casos: el dinero permit
la limpiez a (agresi vidad sádica ); la: autorid ad. Puede perder se. Repres enta lo que
c) rebelión contra el adiestramiento en acumulación, la tranquilidad,
avarici a aparece , por
d) su contrario (formación reactiva opuesta a esta agresiv idad). hay de bello y lo que se podría adquirir. El rasgo de

75
492 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS OBSESIVA

lo tanto, frecuentemente, pero el juego de la formación reactiva interviene d) LA FORMACIÓN REACTIVA CONTRA LA AGRESIVIDAD: METICULOSIDAD
para mezclar a menudo los rasgos de avaricia a los de prodigalidad: tal Y ESCRÚPULOS COMPENSADORES, Resulta especialmente frecuente, ya. que
sujeto, que mide mezquinamente el dinero que da a su ~ujer para la casa, el Super-Yo reprime con fuerza las tendencias sádicas, Por ello, éstas se
lo dará generosamente para la colecta del cura, o se arruinará para satisfacer encuentran muy a menudo disimuladas, son esporádicas o están esbozadas, ... y su con-
su pasión de coleccionista. mientras que, por el contrario, veremos en primer lugar lo inverso de estos trario.
La angustia ante la separación puede revelarse en la avaricia, en el temor rasgos: la superlimpieza, la sumisión, el conformismo. La superlimpieza,
a perder un objeto,· o bien en el miedo a los viajes, en el temor de tomar evidentemente responsable de los ritos de lavados estudiados entre los sín-
decisiones, de una nueva ruta, de un cambio cualquiera («conservadurismo», tomas manifiestos, confiere al carácter rasgos de meticulosidad, de respeto
sectarismo) . escrupuloso de las reglas.
Obediencia y sumisión, conformismo y «buenos modales» dan lugar a
... y su con- b) FORMACIÓN REACTIVA CONTRA EL EROTISMO ANAL: LA PRODIGALI- rasgos de puntualidad, de método, de rigidez moral. El amor a la verdad
trario. DAD COMPENSADORA. Siguiendo el juego de las formaciones reactivas, invir- puede ser llevado al más riguroso extremo, la severidad contra sí mismo
tamos todos estos rasgos de erotismo anal. La lucha contra la tendencia puede ir hasta el ascetismo absurdo. Los placeres de la casuística se parecen
hacia la retención dará unos rasgos que a menudo van a mezclarse con los a los de la manipulación de objetos. La minucia del escrupuloso recuerda
precedentes en forma de una inversión momentánea de la í).ctitud. Se asiste los lavados compulsivos. Insistamos de núevo en el hecho de que estos
entonces a comportamientos de prodigalidad a veces explosivos; se tira el rasgos están siempre mezclados con otros: la «supermoralidad» podrá
dinero por las ventanas. A fin de no abandonar su puesto, su casa, o un coexistir con pequeñas indecorosidades, hurtos· simbólicos, que alimentarán
privilegio simbólico, el sujeto puede gastar toda su fortuna. Los regalos grandes conflictos morales entre la gratificación por el robo, prueba de fuer-
representan una desposesión simbólica. De igual manera, ·1a temeridad za y la desaprobación moral, castigo de la agresividad.
puede suc;:eder de golpe al temor a las novedades.
- Además de estos rasgos principales puede señalarse aún el comporta-
La agresivi- c) LA AGRESIVIDAD SADICOANAL. Los rasgos de la rebelión contra el
dad origi- miento en relación al tiempo. La p-untualidad puede coexistir con retrasos,
adiestramiento son la suciedad y la agresión, componentes del sadismo fan-
nal ... o bien el sujeto puede experimentar .placeres específicos al realizar una serie
tasmático del obsesivo.
de acciones al mismo tiempo. Se trata de elaboraciones de las conductas de
Raramente se descubre la suciedad a primera vista. Sin embargo, el es- defecación a una cierta hora y de los placeres que el niño obtenía durante
tado de las uñas o el de la lencería puede contrastar con la meticulosidad ese tiempo. - Freud ha observado igualmente; como rasgo de la neurosis,
... sus susti- de ciertos lavados. Del mismo modo un vocabulario grosero puede emerger la precocidad y acaso incluso la manía del desarrollo intelectual. - Por últi-
tutivos ... inopinadamente de entre un lenguaje habitualmente vigilado. Pero a veces mo, mencionaremos el aspecto exterior del sujeto: la contención de las emo-
conductas embarulladas, una escritura desordenada, manifiestan con exacti- ciones, la preocupación de la corrección, resultando un aire rígido, circuns-
tud, a través de prácticas.estereotipadas que datan de la infancia, la «reanu- pecto, afectado. Constituye una verdadera «coraza» de protección (Reich).
dación» del juego de rebelión contra la educación esfinteriana. Son equiva- La careta de hielo, la «flema», la altivez, la falta de soltura en los gestos,
lentes de juegos fecales. son otros tantos medios de defensa. La rigidez puede combinarse con acti-
El sadismo fantasmático puede transformarse en «voluntad de poder», tudes de huida y con esbozos de rebelión, confiriendo entonces al porte
en busca de las posiciones y de los medios de autoridad y de prestigio, en unos rasgos de torpeza, de áspera brusquedad, que alternan con una timidez
intolerancia, rigidez, ferocidad, en juegos de ingenio cáusticos, que disfra- de niño. Estas ambigüedades se expresan perfectamente con la frase: «Tie-
zan la agresividad con bromas. Pero también se encarna en fantasmas ne un aire forzado.» En toda su actitud, el sujeto parece querer interponer
sexuales. La sexualidad se vive como una lucha cruel. Asimismo, puede una armadura entre el mundo exterior y su persona: la cara, el paso, la
conducir a desórdenes psicomotores, como ciertos tics o tartamudeos, o a rigidez, los vestidos, constituyen medios para mantener «a distancia» al even-
expresarse a través de accesos de cólera impulsiva. tual observador. ·

76
NEUROSIS OBSESIVA 495
494 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS
d pro- - diagnós-
1) ·EN RELACIÓN A LAS PSICOSIS ESQUIZOFRÉNICAS. La dificulta
al manejar concepto s a veces faltos. tico dif eren-
EVOLU CióN. PRONó STICO viene de los obstáculos que se encuentran
_111. obsesiva cial con cier-
de precisión, como los que por una parte se aplican a la neurosis
que caracteri zan tas formas
La neurosis obsesiva se constituye progresivamente, y con frecuenc
ia (pensamiento compulsivo, ritos, pensam iento mágico) y los esquizoneu-
La neurosis cata-
obsesiva es la en la época de la pubertad o en el moment o en que se plantean importan tes la esquizofrenia ( delirio de influencia, alucinaciones, comportamiento róticas.
histeria, el
más fija y problemas de la existencia. Como en la mayoría de las neurosis, cuando
el tónico, autismo). Pero sobre todo se tendrá en cuenta, como en la
a pesar
la más es- sujeto se encuentra enfrentado con los problemas fundamentales del
amor carácter propio de la estructura de la persona del obsesivo, quien,
de su neurosis , no cesa de estar en
tructurada y de coexistencia con los demás, es cuando él desencaélena inconsci
ente- de las manifestaciones tragicocómicas
de las neu- demás y cuyo sistema de realidad permane ce intacto, a
mente su sistema de prohibic iones obsesiva s. relación con los
rosis. la pesar de ciertas apariencias.
La evolución gener.al se hace de un¡i. manera progresiva. Sin duda, en
de obsesione s>> o accesos depresi- En - diagnós-
clínica se observan con frecuenc ia <<crisis
ntes 2) EN RELACIÓN A LAS FORMAS SINTOMÁTICAS DE LAS OBSESIONES.
vos de forma ansiosa, pero no se trata más que de episodios continge efecto, puede ocurrir que el síndrom e obsesivo (sobre todo en su variedad tico diferen-
que reflejan la permanente organización de la neurosis . tartamud ez, en el niño) plantee espinoso s problem as cial con cier-
psicomotriz con tics,
El final de la existencia de los obsesivos está caracterizado por una espe- el caso de tos <<fenó-
en relación con los síndromes neurológicos. Éste es especialmente
cie de estereotipia automática de los rituales: el tema obsesivo se
fija y se tis letárgica s, síndrom e de aut~ma- menos obse-
ación de la los síndromes mesodiencefálicos ( encefali sivos».
repite con monotonía. En los casos más favorabl es, Ja neutraliz forzados,
ante el tosis del tronco cerebral) con su sintomatología de movimientos
angustia por medio de una profund a satisfacc ión sadomas oquista ia, tics de Salaam,
sólo obte- de paraquinesias y de impulsiones ideoverbales ( coprolal
fracaso y el martirio , conduce a una paradóji ca tranquil idad tan
orgapi- etcétera) .
. nida gracias al precio de ceremoniales simbólicos, de una especie de Un cuidadoso análisis clínico permite en general distingu ir de la
neuro-
de la existenci a. En los casos más desfa- s nerviosas
zación bu!ocrática y formalista sis obsesiva estos síndrom es de desinteg ración de las funcione
la angustia del obsesivo se hace cada vez más lancinan te. Toda
vorables, basales.
y el martirio que sufre y
acción, e incluso toda sedación, se hace imposible
que se inflige el obsesivo se convierte en trágico.
a
También ornrre, en los obsesivos de la adolescencia y de la tempran V. RESUMEN DE LOS PROBLEMAS PSICOP ATOLó GICOS
del Y o contra la angustia ,
edad, que los mecanismos neuróticos de defensa
ceden, y el obsesivo evolucio na hacia el delirio de la esquizof renia. obsesiva ha intere-
El estudio clínico profundiz ado de la estructur a de la neurosis
a los autores clásicos, cuyas opinione s resumirem os antes que las de los
sado mucho
psicoanalistas. ,
IV. DIAGN óSTICO A. TEORÍAS MECANICISTAS. Según ciertas escuelas clásicas, las
obsesiones deben La id ea obsesi-
autóctona s» (W ernicke), como automatis mos ideo moto- va asimilada a
ser considera das como «ideas u11 cuerpo ex-
que automati smo psicomot or
Entre todas las neurosis, la neurosis obsesiva de estructura, como la res mecánicos (Cléramb ault), análogas a los fenómeno s de
Diagnóstico traño.
y teorías asienta so-
ofrece menos dificultades para el diagnós- de los síndrome s extrapira midales. El -postulad o de estos análisis
generalmente acabamos de describir, es la que bre el carácter «parásito » de los fenómeno s, que son vividos
por el sujeto como
,
fácil. tico. Pero, si el diagnóstico .resulta generalmente fácil, puede, sin embargo hechos que se producen a p_esar de él y fuera .de él mismo (teoría
mecanicista de las
de extrañez a, la forma aluci- a efectos de «con-
convertirse en arduo cuando los. sentimientos obsesione s). Otros (Pavlov, Masserm an) ligan la neurosis obsesiva
cada (estímulo s) provocan
natoria o pseudoalucinatoria de las obsesiones permanentes, los rituales dicionamientos» patológicos. Ciertas concomitancias externas
carácter obsesivo, como
vez más simbólicos, parecen acercarse más al delirio crónico y a las psicosis reacciones a las que la fijación y la repetició n confieren un
del condicion amiento) .
toda puede observarse en el curso de neurosis experime ntales (Teoría
esquizofrénicas que a una neurosis, entre l~s cuales, en efecto, existen Pero estas concepciones demasiad o simples chocan evidentem ente
con la misma na-
suerte de formas intermed ias. simple, como han de-
turaleza de la obsesión, que no es precisam ente un fenómeno
Dos puntos Los dos grandes problemas de diagnóstico y de pronó.stico se plantean mostrado de modo admirabl e los famosos análisis de von Gebsatte
l sobre las modali-
dades existencia les de la persona y del mundo del obsesivo.
delicados: en dos casos :

77
496 ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS OBSESIVA

Como hemos visto, el pensamiento compulsivo estriba en la obligación de pensar «La deformaciqn sádica de la vida sexual será siempre más visible que la deforma-
y de sentir, a pesar de uno mismo, de darse miedo, de someter toda la existencia a ción anal. Para ciertos obsesivos, las relaciones sexuales tienen la significación de un
una continua sujeción mágica («Me siento forzado a actuar contra mí mismo. Si no combate en el que el vencedor castra a la víctima; el no ser la víctima puede constituir
hago esto, desencadeno aquello. Debo hacer una infinidad de cosas absurdas antes todo el interés sexu:¡,l del paciente masculino de este tipo; mientras que otros pacientes
de lograr realizar un acto útil», etc.), pueden experimentar el anhelo intenso de ver y de tocar órganos genitales masculinos:
Un análisis estructural de la persona del obsesivo y de su mundo de duda, una en esta apetencia está contenido el deseo disimulado de destruírlos» (Fénichel).
penetración en las relaciones imaginarias que paralizan estas conductas, conduce b) Papel de los complejos edípicos. Se puede preguntar qué papel desempeñan
necesariamente a refutar las explicaciones de tipo mecanicista o sociopsicológico, ya en esta neurosis los elementos edípicos, puesto que es evidente que la regresión no en-
que éstas insisten sobre la estructura dinámica de la desorganización del ser psíquico traña la desaparición de las experiencias de un nivel más evolucionado. La prueba está
del obsesivo. en la presencia en· el obsesivo de todo un material fálico y edípico: temÓres de castra-
ción, preocupación permanente por la masturbación (ésta explica, en gran parte, los
B. CoNCEPCIONES DINAMISTAS, La psicopatología dinámica de la neurosis obse- ritos de lavados). ia comparación hecha por Freud y citada más arriba nos permitirá
siva ha seguido dos direcciones: la de Janet y la de Freud. comprender que la regresión se produce a partir· del fracaso del desarrollo en los
Teol'Ía de la 1) Teoría de Janet. Para Janet, lo fundamental es el trastorno negativo. Es la estadios fálico y edípico. El movimiento regresivo, en un verdadero reflujo, lleva a
estructura ne- debilidad psicológica lo que impide al obsesivo (llamado por esta razón psicasténico) estas posiciones hasta el nivel inferior. Por ello, las preocupaciones subsistentes con-
gativa J de la cernientes a la genitalidad van a ser vividas bajo la forma sadicoanal (vida sexual
llegar a un nivel de «funciones de realidad» suficientemente elevado, Incapaz de
debilidad del
adaptarse a la realidad, malgasta su energía en una agitación mental y psicomotriz fantasmática de cruel posesión y de amenazas de crueldad).
Yo (]anet) ...
estéril. Janet ha visto bien que toda la actividad mental del obsesivo se encuentra c) Papel de la fijación y diferencias entre neurosis obsesiva y perversión. ,.Pero
comprometida: él no puede ejecutar más que actos rudimentarios, repeticiones, 0 a su vez el nivel de satisfacción sadicoanal es mal tolerado por el Yo. El papel de la
trasposiciones de otros actos bien ordenados, así como tampoco puede pensar por sí fijación (a través de una excesiva valoración del período de la educación esfinteriana)
mismo, reducido a «rumiar» o a «razonar» sin fin. Éstos son actos y pensamientos estriba en fijar la regresión a su nivel.
insuficientes, ya que el nivel superior del pensamiento y de la acción se compone de Si esta regresión fuera bien tolerada, se trataría de una perversión (sadismo, co-
actos voluntarios, de pensamientos eficaces, capaces de transformar el medio, lo cual profilia). La «no-tolerancia» de estas satisfacciones explica:la construcción de defensas
justamente le está impedido al obsesivo a causa de la debilidad dé su tensión psico- específicas contra ellas: aquí, se emplean múltiples procedimientos: el aislamiento, la
lógica. anulación y la formación reactiva constituyen los mecanismos más frecuentes en la neu-
... y de la es- 2) Teoría psicoanalítica. Para Freud -mucho más dirigido hacia el asperto rosis obsesiva.
tructura positi- positivo de los trastornos - lo que da fuerza a los sistemas obsesivos no es la debi- d) Papel del super-Y o. El peligro del cual las defensas neuróticas intentan Las exigencias
va de las fuer- lidad de la tensión psicológica, sino la presión de las pulsiones inconscientes. proteger al obsesivo es sentido por él coqio procedente de su «moral». Es una moral del Super-Yo
zas del In-
Así es precipitado y sumido en conductas simbólicas y rituales verdaderos «tabús» caricaturesca, hecha de prohibiciones y de amenazas, que son resultado de la presión
consciente
(Fre11d). que constituyen los síntomas de la neurosis. Vamos a dedicarno; un poco a esta psi~ del medio «introyectado», es decir pasado al interior del sujeto, en parte consciente,
copatología psicoanalítica de la neurosis obsesiva, ya que se trata desde los análisis en parte inconsciente. El «super-Yo», que constituye un aspecto y un momento del
de Freud (el hombre de las ratas, el hombre de los lobos) de uno de los aspectos desarrollo en relación a las sujeciones sociales, persiste en el obsesivo de una manera
fundamentales del pensamiento freudiano. poderosa y brutal. .La presencia de esta forma de sujeción resulta directamente percep-
La psicodiná- tible, en ciertos sujetos, a través de sus síntomas que expresan amenazas, castigos. Pero
a) Fijación y regresión. Freud compara el proceso de la maduración a la mar-
mica fre11dia11a cha de un ejército: el desarrollo impone crisis que son comparables a los «sitios» está siempre ·contenida en la compulsión, que manifiesta, en último análisis, una ten-
de la regresión que debe realizar este ejército. Tan sólo las tropas que no estén ocupadas en asegurar tación y su rechazo ante la amenaza del Super-Yo. Imágenes, pensamientos, actos,
sadicoanal: dudas, se redúcen siempre a este prototipo. Tal es la «lucha en dos frentes» del ob-
el terreno podrán proseguir su ruta hacia el objetivo final. En caso de derrota, refluyen
sesivo.
hacia las posiciones anteriores. Esta comparación indica el papel de las fijaciones en
la preparación de la regresión, tanto más fácil cuanto más fuertes hayan sido las e) Origen de la ambivalencia del obsesivo. Esta lucha conlleva, en relación a
fijaciones. los problemas que se plantea el sujeto, una actitud que recuerda y que repite la actitud
La regresión, que se define como una «vuelta» del comportamiento a un estadio del oiño, en relación a una sujeción- mal tolerada. El niño se inclina arite la fuerza,
de organización anterior, se observa en la neurosis obsesiva por la constante. presen- pero intenta «desquitarse» por medio de un procedimiento de defensa que tiende a
cia en los pacientes de tendencias sadicoanales muy fuertes, de las que hemos mostrado anular su sumisión. Así procede el obsesivo con sus actos ambiguos y sus posiciones
anteriormente algunos ejemplos. Todos los obsesivos tienen rituales escatológicos ambivalentes. Quiere castigarse por adelantado para autorizarse después un comporta-
secretos (Freud) revelados en el análisis, y cuidadosamente disimulados fuera de él. miento prohibido. O bien se obstina en llevar hasta el extremo el mantenimiento de
Su sexualidad se muestra en el análisis falsamente genitalizada: por ejemplo, puede una norma para demostrar su_ absurdidad. La actitud hacia los padres, los superiores,
que sólo sea experimentada a la «manera anal», como una suciedad o como una la autoridad, etc., estará llena de tales conductas contradictorias, que, m¡.turalmente,
cuestión de propiedad, o como un intercambio monetario (fantasmas de' prostitución). será.n traspuestas a los médicos y especialmente al analista.
32. - EV

78
ENFERMEDADES MENTALES CRÓNICAS NEUROSIS. OBSESIVA· 499
f) Compromiso entre las pulsiones inconscientes y las contrapulsiones represivas. Las contraindicaciones del psicoanálisis clásico son, en primer lugar, ... pero a ve-
Todos los rasgos de la neurosis y del carácter del obsesivo aparecen como compro- .
misos entre las pulsiones reprimidas y las prohibiciones introyectadas como falsas aquellos casos en que se observa la existencia de una forma grave, abierta ces con muy
posiciones de moralidad (Super-Yo). Así ocurre con ciertas «satisfacciones sin placer»; hacia la esquizofrenia. Ninguna quimioterapia actual ejerce verdadero efec- preciados
por ejemplo, con actividades sexuales absolutamente desprovistas de placer y a veces to sobre la neurosis obsesiva propiamente dicha, a menos que los síntomas coadyuvan-
incluso vividas como castigos. Naturalmente, encontramos aquí el origen de ciertas de ésta oculten - lo que no es excepcional-:- bien una estructura depresiva tes.
frigideces. Los rituales en apariencia más absurdos se revelan en el análisis como
neurótica, bien una estructura depresiva melancólica (Guyotat, 1965). En
complicadas elaboraciones, con puesta en marcha de mecanismos de defensa super-
puestos, teniendo relación finalmente con ciertos «juegos prohibidos»: masturbaciones, estos casos pueden asociarse, con resultados no despreciables, los tranquili-
a las que a menudo hace alusión el lavado compulsivo; juegos fecales, a los que van zantes con los .antidepresivos. Entre los primeros se puede prescribir el clor-
ligadas las conductas concernientes al tiempo y al dinero; juegos sádicos, a los que diacepóxido (Librium), el diacepam (Valium) o el procalmadiol (Ecuanil);
siguen sentimientos de culpabilidad y que conducen a ritos de expiación, de punición, entre los antidepresivos citemos sobre todo los derivados tricíclicos, la imi-
de absolución, de redención entrecortados por fobias de impulsión, etc.
pramina (Tofranil) y la trimeprimina (Surmontil).
Evidentemente, es por medio de una concepción más total, más sintética, de estas
teorías diversas, como convendría tomar el sentido de la totalidad de la existencia del• - Los episodios depresivos intercurrentes pueden justificar curas medi-
obsesivo, e intentar la fenome'noiogía de su existencia neurótica. En la descripción . camentosas o algunos electroshocks, que no tienen otra finalidad que la de
de von Gebsattel se encontrará una visión global del mundo existencial del obsesivo: salvar un episodio agudo, pasado el cual se volverá a plantear el verdadero
contaminación, descomposición y muerte, son las fuerzas hostiles que descomponen y problema terapéutico de la neurosis.
disuelven todas las formas (Gestalt) dei universo. El mundo exterior está vacío de
sustancia, los objetos son irreales, la existencia· del sujeto es un combate perpetuo con-
Las formas graves, por complicación progresiva de la neurosis y que
tra las amenazas terroríficas de un universo impuro y corrompido. El obsesivo lucha conducen al cuadro de la mecanización completa de la vida psíquica, plan-
sín descanso contra el mundo mágico que se le impone a través de los seres y de las tean el problema de una lobotomía, cuyos resultados no son siempre cons-
cosas. Contra su terror, realiza una actividad de «contramedidas» que siempre tiene tantes.
que repetir y completar. Sin embargo, conoce la absurdidad de su ficción y de su
lucha, se avergüenza y se esconde de ello. Malogra su vida con completa lucidez.
INDICE BIBLIOGRÁFICO

BoREL y CÉNAC. - L'obsession. Revue franfaise de Psychanalyse, 19 32.


VI. TRATAMIENTO BOUVET (M.).-Le Moi·dans la névrose obsessionnelle. Relations d'objet et méca-
nismes de défense. Revue franfaise de Psychanalyse, 1953, 1-2.
Dificultades Fuera de algunas contraindicaciones bastante precisas, el tratamiento de FAvEz-BoUTONIER (J.) y LANTER (R.).-Encyclopédie méd.-chir., Psychiatrie, 1955,
37 370 A-20. .
extremas del la neurosis obsesiva es el psicoanálisis. Pero este tratamiento resulta aquí FÉNICHEL. -La théorie psychanalytique des névroses (trad. fr.). P. U. F.
tratamiento... particularmente largo y difícil. La transferencia, en el obsesivo, está pren- FREUD. -Totem et Tabou (trad. fr.). París, edit. Payot, 1932.
dida en la ambivalencia de todas sus relaciones. La obstinación del paciente, FREUD. - L'homme aux rats. L'homme ·aux loups. Revue franfaise de Psychanalyse,
su tendencia a racionalizar y a discutir cada punto, sus exacerbadas defensas 1932 y cinco psicoanálisis. París, P. U. F.
GuYOTAT (J.). - Possibilités, limites et utilité des traitements non analytiques dans
contra toda emoción, constituyen obstáculos para el juego de las asociacio- les obsessions et les phobies. La Revue du Praticien, 1965, XV, 7, págs. 843-850.
nes libres, ya que el análisis debe alcanzar naturalmente el nivel de las JANET (P.). - Les obsessions et la psychasthénie. 2 volúmenes, París, ed. Alean,
estructuras pregenitales, lo que lo hace largo y multiplica las «asechanzas». 1908.
También puede ocurrir que los beneficios secundarios (valorizaciones narci- · PITRES y RÉGIS. - Les obsessions et les impulsions. París, ed. Doin, 1902.
sísticas extraídas por el enfermo de su «bondad», de su admiración por sus VoN GEBSATTEL (E.). -Die Welt der Zwangskranker. Monatschrift für Psychiatrie
und Neurologie, 1938 (trad. en inglés). Existence de Rolls May, E. Angel y
propias «virtudes») sean tales que el análisis no pueda continuarse. Sin H. Ellenberger. Nueva York, Basic Books, edit., 1958, 170-187.
embargo, fuera de esta terapéutica, ninguna otra es eficaz. Incluso si los
... esencial- beneficios de un psicoanálisis no son más que parciales, consistentes, por
111ente psico- ejemplo, en un «ablandamiento» de las posiciones neuróticas, resultan aún
terápico ... interesantes ante la carencia de otros procedimientos.

79
80
7UDGXFFLyQ\UHYLVLyQFLHQWtILFDHIHFWXDGDSRUHO&,%(56$0
(TXLSRGHWUDGXFFLyQGHODHGLFLyQHVSDxROD
&RRUGLQDGRUHVGHODWUDGXFFLyQ 7UDGXFWRUHV
'U&HOVR$UDQJR/ySH] 'UD$OH[DQGUD%DJQH\/LIDQWH
-HIHGH6HUYLFLRGH3VLTXLDWUtD (VSHFLDOLVWDHQ3VLTXLDWUtD
+RVSLWDO*UDO8QLYHUVLWDULR*UHJRULR0DUDxyQ +RVSLWDO8QLYHUVLWDULRGH2FWXEUH
3URIHVRU7LWXODUGH3VLTXLDWUtD ,QVWLWXWRGH,QYHVWLJDFLyQL
8QLYHUVLGDG&RPSOXWHQVHGH0DGULG 3URIHVRU$VRFLDGR
'LUHFWRUFLHQWtILFRGHO&,%(56$0 8QLYHUVLGDG&RPSOXWHQVHGH0DGULG

MANUAL DIAGNÓSTICO
&HQWURGH,QYHVWLJDFLyQ%LRPpGLFD(Q5HG ,QYHVWLJDGRUDGHO&,%(56$0
GH6DOXG0HQWDO 
'UD,QPDFXODGD%DH]D3HUWHJD]
'U-RVp/XLV$\XVR0DWHRV +RVSLWDO&OLQLF%DUFHORQD

Y ESTADÍSTICO
&DWHGUiWLFRGH3VLTXLDWUtD &RQVXOWRUGHO6HUYLFLRGH3VLTXLDWUtD
8QLYHUVLGDG$XWyQRPDGH0DGULG \3VLFRORJtDLQIDQWRMXYHQLO
&RRUGLQDGRUGHODV8QLGDGHVGH6DOXG0HQWDO ,QYHVWLJDGRUDGHO,',%$36\GHO&,%(56$0
+RVSLWDO8QLYHUVLWDULR/D3ULQFHVD
'UD7HUHVD%REHV%DVFDUiQ

DE LOS TRASTORNOS MENTALES


,QYHVWLJDGRUGHO&,%(56$0
,QYHVWLJDGRUDGHO&,%(56$0
'U(GXDUG9LHWD3DVFXDO
3URIHVRU7LWXODU'SWRGH3VLTXLDWUtD 'UD3LODU/ySH]*DUFtD
\3VLFRELRORJtDFOtQLFD 3URIHVRU&RQWUDWDGR'RFWRU
8QLYHUVLGDGGH%DUFHORQD 'HSDUWDPHQWRGH3VLTXLDWUtD
5ta. EDICIÓN -HIHGH6HUYLFLRGH3VLTXLDWUtD\3VLFRORJtD )DFXOWDGGH0HGLFLQD
+RVSLWDO&OLQLF%DUFHORQD 8QLYHUVLGDG$XWyQRPDGH0DGULG
,QYHVWLJDGRUGHO,',%$36 ,QVWLWXW'
,QYHVWLJDFLRQV ,QYHVWLJDGRUDGHO&,%(56$0
%LRPpGLTXHV$XJXVW3LL6XQ\HU \GHO&,%(56$0 'UD3DXOD6XiUH]3LQLOOD

DSM-5®
+RVSLWDO8QLYHUVLWDULR0DUTXpVGH9DOGHFLOOD
6HUYLFLRGH3VLTXLDWUtD6DQWDQGHU
,QYHVWLJDGRUDGHO&,%(56$0\GHO,',9$/
,QVWLWXWRGH,QYHVWLJDFLyQ0DUTXpVGH9DOGHFLOOD 

&RPLWpGHO&,%(56$0UHVSRQVDEOHGHODUHYLVLyQFLHQWtILFD
GHODHGLFLyQHVSDxRODDFDUJRGHORVGRFWRUHV
&RRUGLQDGRUHV-RVp/XtV$\XVR(GXDUG9LHWD&HOVR$UDQJR
&RPLWpFLHQWtILFRLQWHJUDGRSRU&HOVR$UDQJR/ySH])UDQFHVF$UWLJDV3pUH]-RVp/XLV$\XVR0DWHRV0LJXHO
%HUQDUGR$UUR\R-RVHILQD&DVWUR)RUQLHOHV-XOLR%REHV*DUFtD-RUJH$&HUYLOOD%DOOHVWHURV0DQXHO'HVFR
0HQpQGH]/RXUGHV)DxDQiV6DXUD$QD*RQ]iOH]3LQWR$UULOODJD-RVHS0DULD+DUR$EDG-XDQ&DUORV/H]D
&HUUR$QWRQLR/RER6DWXp3HWHU-0FNHQQD-RVp-DYLHU0HDQD0DUWtQH]-RVp0DQXHO0HQFKyQ0DJULxD
-XDQ$QWRQLR0LFy6HJXUD7RPiV3DORPR$OYDUH]ÈQJHO$UPDQGR3D]RV&DUUR9tFWRU3pUH]6ROD-HUyQLPR
6DL]5XL]-XOLR6DQM~DQ$ULDV5DIDHO7DEDUHV6HLVGHGRV(GXDUG9LHWD3DVFXDO\%HQHGLFWR&UHVSR)DFRUUR

/RVHGLWRUHVKDQKHFKRWRGRVORVHVIXHU]RVSDUDORFDOL]DUDORVSRVHHGRUHVGHOFRS\ULJKWGHOPDWHULDOIXHQWHXWLOL]DGR6L
LQDGYHUWLGDPHQWHKXELHUDQRPLWLGRDOJXQRFRQJXVWRKDUiQORVDUUHJORVQHFHVDULRVHQODSULPHUDRSRUWXQLGDGTXHVHOHV
SUHVHQWHSDUDWDOILQ
*UDFLDVSRUFRPSUDUHORULJLQDO(VWHOLEURHVSURGXFWRGHOHVIXHU]RGHSURIHVLRQDOHVFRPRXVWHGRGHVXVSURIHVRUHVVLXVWHG
HVHVWXGLDQWH7HQJDHQFXHQWDTXHIRWRFRSLDUORHVXQDIDOWDGHUHVSHWRKDFLDHOORV\XQURERGHVXVGHUHFKRVLQWHOHFWXDOHV
/DVFLHQFLDVGHODVDOXGHVWiQHQSHUPDQHQWHFDPELR$PHGLGDTXHODVQXHYDVLQYHVWLJDFLRQHV\ODH[SHULHQFLDFOtQLFD
DPSOLDQQXHVWURFRQRFLPLHQWRVHUHTXLHUHQPRGLILFDFLRQHVHQODVPRGDOLGDGHVWHUDSpXWLFDV\HQORVWUDWDPLHQWRVIDUPDFR
OyJLFRV/RVDXWRUHVGHHVWDREUDKDQYHULILFDGRWRGDODLQIRUPDFLyQFRQIXHQWHVFRQILDEOHVSDUDDVHJXUDUVHGHTXHpVWDVHD
FRPSOHWD\DFRUGHFRQORVHVWiQGDUHVDFHSWDGRVHQHOPRPHQWRGHODSXEOLFDFLyQ6LQHPEDUJRHQYLVWDGHODSRVLELOLGDGGH
XQHUURUKXPDQRRGHFDPELRVHQODVFLHQFLDVGHODVDOXGQLORVDXWRUHVQLODHGLWRULDORFXDOTXLHURWUDSHUVRQDLPSOLFDGDHQ
ODSUHSDUDFLyQRODSXEOLFDFLyQGHHVWHWUDEDMRJDUDQWL]DQTXHODWRWDOLGDGGHODLQIRUPDFLyQDTXtFRQWHQLGDVHDH[DFWDRFRP
SOHWD\QRVHUHVSRQVDELOL]DQSRUHUURUHVXRPLVLRQHVRSRUORVUHVXOWDGRVREWHQLGRVGHOXVRGHHVWDLQIRUPDFLyQ6HDFRQVHMD
DORVOHFWRUHVFRQILUPDUODFRQRWUDVIXHQWHV3RUHMHPSOR\HQSDUWLFXODUVHUHFRPLHQGDDORVOHFWRUHVUHYLVDUHOSURVSHFWRGH
FDGDIiUPDFRTXHSODQHDQDGPLQLVWUDUSDUDFHUFLRUDUVHGHTXHODLQIRUPDFLyQFRQWHQLGDHQHVWHOLEURVHDFRUUHFWD\TXHQR
VHKD\DQSURGXFLGRFDPELRVHQODVGRVLVVXJHULGDVRHQODVFRQWUDLQGLFDFLRQHVSDUDVXDGPLQLVWUDFLyQ(VWDUHFRPHQGDFLyQ
FREUDHVSHFLDOLPSRUWDQFLDFRQUHODFLyQDIiUPDFRVQXHYRVRGHXVRLQIUHFXHQWH
/D$PHULFDQ3V\FKLDWULF$VVRFLDWLRQQRKDSDUWLFLSDGRHQODWUDGXFFLyQGHOLQJOpVDOHVSDxROGHHVWDREUD\QRHVUHVSRQVDEOH
GHORVSRVLEOHVHUURUHVRPLVLRQHVRIDOORVTXHSXHGDQHQFRQWUDUVHHQODPLVPD
7KH$PHULFDQ3V\FKLDWULF$VVRFLDWLRQSOD\HGQRUROHLQWKHWUDQVODWLRQRIWKLVSXEOLFDWLRQIURP(QJOLVKWRWKH6SDQLVKODQJXDJHDQGLV
QRWUHVSRQVLEOHIRUDQ\HUURUVRPLVVLRQVRURWKHUSRVVLEOHGHIHFWVLQWKHWUDQVODWLRQRIWKHSXEOLFDWLRQ
YL ËQGLFH

7UDVWRUQRVGLVUXSWLYRVGHOFRQWUROGHORVLPSXOVRV
\GHODFRQGXFWD  
ËQGLFH 7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQVXVWDQFLDV\WUDVWRUQRVDGLFWLYRV 
7UDVWRUQRVQHXURFRJQLWLYRV
7UDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG 
7UDVWRUQRVSDUDItOLFRV 

&ODVLILFDFLyQGHO'60 [LL 2WURVWUDVWRUQRVPHQWDOHV 

3UHIDFLR[OY 7UDVWRUQRVPRWRUHVLQGXFLGRVSRUPHGLFDPHQWRV\RWURVHIHFWRV
DGYHUVRVGHORVPHGLFDPHQWRV  
2WURVSUREOHPDVTXHSXHGHQVHUREMHWRGHDWHQFLyQFOtQLFD  
6HFFLyQ
&RQFHSWRVEiVLFRVGHO'60
6HFFLyQ,,,
,QWURGXFFLyQ  
0HGLGDV\PRGHORVHPHUJHQWHV
8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO 
0HGLGDVGHHYDOXDFLyQ  
'HFODUDFLyQFDXWHODUSDUDHOHPSOHRIRUHQVHGHO'60 
)RUPXODFLyQFXOWXUDO 
0RGHORDOWHUQDWLYRGHO'60SDUDORVWUDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG  
6HFFLyQ,,
$IHFFLRQHVTXHQHFHVLWDQPiVHVWXGLR  
&ULWHULRV\FyGLJRVGLDJQyVWLFRV
7UDVWRUQRVGHOQHXURGHVDUUROOR 
$SpQGLFH
(VSHFWURGHODHVTXL]RIUHQLD\RWURVWUDVWRUQRVSVLFyWLFRV 
&DPELRVPiVGHVWDFDGRVGHO'60,9DO'60
7UDVWRUQRELSRODU\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRV *ORVDULRGHWpUPLQRVWpFQLFRV 
7UDVWRUQRVGHSUHVLYRV   *ORVDULRGHFRQFHSWRVFXOWXUDOHVGHPDOHVWDU
7UDVWRUQRVGHDQVLHGDG   ÌQGLFHDOIDEpWLFRGHGLDJQyVWLFRV\FyGLJRVGHO'60
7UDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYR\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRV   &,(0&\&,(0&  

7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQWUDXPDV\IDFWRUHVGHHVWUpV   ÌQGLFHQXPpULFRGHGLDJQyVWLFRV\FyGLJRVGHO'60


&,(0&   
7UDVWRUQRVGLVRFLDWLYRV  
ÌQGLFHQXPpULFRGHGLDJQyVWLFRV\FyGLJRVGHO'60
7UDVWRUQRVGHVtQWRPDVVRPiWLFRV\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRV  &,(0&   
7UDVWRUQRVGHODFRQGXFWDDOLPHQWDULD\GHODLQJHVWDGHDOLPHQWRV  $VHVRUHV\RWURVFRODERUDGRUHVGHO'60  
7UDVWRUQRVGHODH[FUHFLyQ  
ÌQGLFHDQDOtWLFR 
7UDVWRUQRVGHOVXHxRYLJLOLD  
'LVIXQFLRQHVVH[XDOHV  

'LVIRULDGHJpQHUR  


h

[LY &ODVLILFDFLyQGHO'60

 )  7UDVWRUQRGHODFRPXQLFDFLyQVRFLDO SUDJPiWLFR   

 )  7UDVWRUQRGHODFRPXQLFDFLyQQRHVSHFLILFDGR  

&ODVLILFDFLyQ 7UDVWRUQRGHOHVSHFWURDXWLVWD  
 )  7UDVWRUQRGHOHVSHFWURDXWLVWD  
GHO'60 (VSHFLILFDU VL$VRFLDGRDXQDDIHFFLyQPpGLFDRJHQpWLFDRDXQIDFWRUDPELHQWDO
FRQRFLGRV$VRFLDGRDRWURWUDVWRUQRGHOQHXURGHVDUUROORPHQWDORGHOFRPSRU
WDPLHQWR
$QWHVGHOQRPEUHGHFDGDWUDVWRUQRVHLQGLFDHOFyGLJR&,(0&VHJXLGRGHOFyGLJR&,(0& (VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDOGHORV&ULWHULRV$\GHORV&ULWHULRV%1HFHVLWD
HQWUHSDUpQWHVLV/DVOLQHDVHQEODQFRLQGLFDQTXHHOFyGLJR&,(0&R&,(0&QRHVDSOLFDEOH D\XGDPX\QRWDEOH1HFHVLWDD\XGDQRWDEOH1HFHVLWDD\XGD
(QDOJXQRVWUDVWRUQRVHOFyGLJRVHSXHGHLQGLFDU~QLFDPHQWHGHDFXHUGRFRQHOVXEWLSRRHOHVSHFL
(VSHFLILFDU VL&RQRVLQGLVFDSDFLGDGLQWHOHFWXDODFRPSDxDQWH&RQRVLQGHWHULRUR
ILFDGRU
/RVFyGLJRV&,(0&VHXWLOL]DUiQDHIHFWRVGHFRGLILFDFLyQHQ(VWDGRV8QLGRVKDVWDHOGH GHOOHQJXDMHDFRPSDxDQWH&RQFDWDWRQtD XWLOL]DUHOFyGLJRDGLFLRQDO
VHSWLHPEUHGH\ORVFyGLJRV&,(0&VHXWLOL]DUiQDSDUWLUGHOGHRFWXEUHGH >)@ 
'HVSXpVGHOWtWXORGHOFDStWXOR\GHOQRPEUHGHOWUDVWRUQRVHLQFOX\HHQWUHSDUpQWHVLVHOQ~PHUR
GHSiJLQDGHOWH[WRRFULWHULRVFRUUHVSRQGLHQWHV 7UDVWRUQRSRUGpILFLWGHDWHQFLyQKLSHUDFWLYLGDG  
1RWDSDUDWRGRVORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVGHELGRVDRWUDDIHFFLyQPpGLFD(OQRPEUHGHODRWUD
DIHFFLyQPpGLFDVHLQGLFDHQHOQRPEUHGHOWUDVWRUQRPHQWDOGHELGRD>ODDIHFFLyQPpGLFD@(OFyGLJR BBB BBB 7UDVWRUQRSRUGpILFLWGHDWHQFLyQKLSHUDFWLYLGDG  
\HOQRPEUHGHODRWUDDIHFFLyQPpGLFDVHLQGLFDUiQHQSULPHUOXJDULQPHGLDWDPHQWHDQWHVGHOWUDV (VSHFLILFDU VL
WRUQRPHQWDOGHELGRDODDIHFFLyQPpGLFD  )  3UHVHQWDFLyQFRPELQDGD
 )  3UHVHQWDFLyQSUHGRPLQDQWHFRQIDOWDGHDWHQFLyQ

7UDVWRUQRVGHOQHXURGHVDUUROOR    )  3UHVHQWDFLyQSUHGRPLQDQWHKLSHUDFWLYDLPSXOVLYD


(VSHFLILFDU VL(QUHPLVLyQSDUFLDO
'LVFDSDFLGDGLQWHOHFWXDO   (VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH

 )  2WURWUDVWRUQRSRUGpILFLWGHDWHQFLyQKLSHUDFWLYLGDGHVSHFLILFDGR  


BBB BBB 'LVFDSDFLGDGLQWHOHFWXDO WUDVWRUQRGHOGHVDUUROORLQWHOHFWXDO   
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO  )  7UDVWRUQRSRUGpILFLWGHDWHQFLyQKLSHUDFWLYLGDGQRHVSHFLILFDGR  

 )   /HYH 7UDVWRUQRHVSHFtILFRGHODSUHQGL]DMH  


 )   0RGHUDGR BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRHVSHFLILFRGHODSUHQGL]DMH 
(VSHFLILFDU VL
 )   *UDYH 
 )  &RQGLILFXOWDGHVHQODOHFWXUD HVSHFLILFDUVLFRQSUHFLVLyQHQODOHFWXUDGH
 )   3URIXQGR SDODEUDVYHORFLGDGRIOXLGH]GHODOHFWXUDFRPSUHQVLyQGHODOHFWXUD 

 )  5HWUDVRJOREDOGHOGHVDUUROOR    )  &RQGLILFXOWDGHQODH[SUHVLyQHVFULWD HVSHFLILFDUVLFRQFRUUHFFLyQRUWRJUi


ILFDFRUUHFFLyQJUDPDWLFDO\GHODSXQWXDFLyQFODULGDGXRUJDQL]DFLyQ
 )  'LVFDSDFLGDGLQWHOHFWXDO WUDVWRUQRGHOGHVDUUROORLQWHOHFWXDO QRHVSHFLILFD GHODH[SUHVLyQHVFULWD 
GD  
 )  &RQGLILFXOWDGPDWHPiWLFD HVSHFLILFDUVLFRQVHQWLGRGHORVQ~PHURVPHPR
7UDVWRUQRVGHODFRPXQLFDFLyQ   UL]DFLyQGHRSHUDFLRQHVDULWPpWLFDVFiOFXORFRUUHFWRRIOXLGRUD]RQD
PLHQWRPDWHPiWLFRFRUUHFWR 
 )  7UDVWRUQRGHOOHQJXDMH   (VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH

 )  7UDVWRUQRIRQROyJLFR  


7UDVWRUQRVPRWRUHV  
 )  7UDVWRUQRGHIOXLGH]GHLQLFLRHQODLQIDQFLD WDUWDPXGHR   
 )  7UDVWRUQRGHOGHVDUUROORGHODFRRUGLQDFLyQ  
1RWD/RVFDVRVGHLQLFLRPiVWDUGtRVHGLDJQRVWLFDQFRPR ) WUDVWRUQR  )  7UDVWRUQRGHPRYLPLHQWRVHVWHUHRWLSDGRV  
GHODIOXLGH]GHLQLFLRHQHODGXOWR (VSHFLILFDU VL&RQFRPSRUWDPLHQWRDXWROHVLYR6LQFRPSRUWDPLHQWRDXWROHVLYR
[YL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 ;9

BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRHVTXL]RDIHFWLYRV  


(VSHFLILFDUVL$VRFLDGRDXQDDIHFFLyQPpGLFDRJHQpWLFDDXQWUDVWRUQRGHOQHXUR
(VSHFLILFDUVL
GHVDUUROORRDXQIDFWRUDPELHQWDOFRQRFLGRV
 )  7LSRELSRODU
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH
 )  7LSRGHSUHVLYR
7UDVWRUQRVGHWLFV
BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRSVLFyWLFRLQGXFLGRSRUVXVWDQFLDVPHGLFDPHQWRV  
 )  7UDVWRUQRGH*ILOHVOD7RXUHWWH  
1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHVSDUDORV
 )  7UDVWRUQRGHWLFVPRWRUHVRYRFDOHVSHUVLVWHQWH FUyQLFR    FyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,(0&
(VSHFLILFDUVL6yORFRQWLFVPRWRUHV6yORFRQWLFVYRFDOHV (VSHFLILFDUVL&RQLQLFLRGXUDQWHODLQWR[LFDFLyQ&RQLQLFLRGXUDQWHODDEVWLQHQFLD
 )  7UDVWRUQRGHWLFVWUDQVLWRULR   BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRSVLFyWLFRGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
(VSHFLILFDUVL
 )  2WURWUDVWRUQRGHWLFVHVSHFLILFDGR  
 )  &RQGHOLULRV
 )  7UDVWRUQRGHWLFVQRHVSHFLILFDGR    )  &RQDOXFLQDFLRQHV
2WURVWUDVWRUQRVGHOQHXURGHVDUUROOR  
 )  &DWDWRQtDDVRFLDGDDRWURWUDVWRUQRPHQWDO HVSHFLILFDGRUGH
FDWDWRQLD   
 )  2WURWUDVWRUQRGHOQHXURGHVDUUROORHVSHFLILFDGR  
 )  7UDVWRUQRFDWDWyQLFRGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
 )  7UDVWRUQRGHOQHXURGHVDUUROORQRHVSHFLILFDGR  
 )  &DWDWRQtDQRHVSHFLILFDGD  
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU 5 RWURVVtQWRPDVTXHDIHFWDQDORV
(VSHFWURGHODHVTXL]RIUHQLD VLVWHPDVQHUYLRVR\PXVFXORHVTXHOpWLFR
\RWURVWUDVWRUQRVSVLFyWLFRV    )  2WURWUDVWRUQRGHOHVSHFWURGHODHVTXL]RIUHQLDHVSHFLILFDGR\RWURWUDVWRUQR
SVLFyWLFR  
/RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVVHDSOLFDQDOHVSHFWURGHODHVTXL]RIUHQLD\RWURVWUDVWRUQRVSVLFyWLFRV
 )  7UDVWRUQRGHOHVSHFWURGHODHVTXL]RIUHQLDQRHVSHFLILFDGR\RWURWUDVWRUQR
HQORVFDVRVLQGLFDGRV
SVLFyWLFR  
D(VSHFLILFDU VL/RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVGHOFXUVRVyORVHXWLOL]DUiQGHVSXpVGHXQDxRGHGXUD
FLyQGHOWUDVWRUQR3ULPHUHSLVRGLRDFWXDOPHQWHHQHSLVRGLRDJXGR3ULPHUHSLVRGLRDFWXDOPHQWH
HQUHPLVLyQSDUFLDO3ULPHUHSLVRGLRDFWXDOPHQWHHQUHPLVLyQWRWDO(SLVRGLRVP~OWLSOHVDFWXDO
PHQWHHQHSLVRGLRDJXGR(SLVRGLRVP~OWLSOHVDFWXDOPHQWHHQUHPLVLyQSDUFLDO(SLVRGLRVP~OWL 7UDVWRUQRELSRODU\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRV  
SOHVDFWXDOPHQWHHQUHPLVLyQWRWDO&RQWLQXR1RHVSHFLILFDGR
E(VSHFLILFDUVL&RQFDWDWRQtD XWLOL]DUHOFyGLJRDGLFLRQDO>)@  /RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVVHDSOLFDQDORVWUDVWRUQRVELSRODU\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRVHQORVFDVRV
F(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDOGHORVGHOLULRVDOXFLQDFLRQHVKDEODGHVRUJDQL]DGDFRQGXFWDSVLFRPR LQGLFDGRV
WRUDDQyPDODVtQWRPDVQHJDWLYRVGHWHULRURFRJQLWLYRGHSUHVLyQ\VtQWRPDVPDQtDFRV D(VSHFLILFDU&RQDQVLHGDG HVSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDOOHYHPRGHUDGRPRGHUDGRJUDYHJUDYH 
&RQFDUDFWHUtVWLFDVPL[WDV&RQFLFORVUiSLGRV&RQFDUDFWHUtVWLFDVPHODQFyOLFDV&RQFDUDFWHUtVWLFDV
 )  7UDVWRUQRHVTXL]RWtSLFR GHODSHUVRQDOLGDG   
DWtSLFDV&RQFDUDFWHUtVWLFDVSVLFyWLFDVFRQJUXHQWHVFRQHOHVWDGRGHiQLPR&RQFDUDFWHUtVWLFDVSVL
 )  7UDVWRUQRGHOLUDQWHD‡F   FyWLFDVQRFRQJUXHQWHVFRQHOHVWDGRGHiQLPR&RQFDWDWRQtD XWLOL]DUHOFyGLJRDGLFLRQDO
(VSHFLILFDUVL7LSRHURWRPDQtDFR7LSRGHJUDQGH]D7LSRFHORWtSLFR7LSRSHUVHFX >)@ &RQLQLFLRGXUDQWHHOSHULSDUWR&RQSDWUyQHVWDFLRQDO
WRULR7LSRVRPiWLFR7LSRPL[WR7LSRQRHVSHFLILFDGR
BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRELSRODUOD  
(VSHFLILFDU VL&RQFRQWHQLGRH[WUDYDJDQWH
(SLVRGLRPDQtDFRDFWXDORPiVUHFLHQWH
 )  7UDVWRUQRSVLFyWLFREUHYH

F    )  /HYH


(VSHFLILFDUVL&RQIDFWRU HV GHHVWUpVQRWDEOH V 6LQIDFWRU HV GHHVWUpVQRWDEOH V 
 )  0RGHUDGR
&RQLQLFLRSRVSDUWR
 )  *UDYH
 )  7UDVWRUQRHVTXL]RIUHQLIRUPHE‡F    )  &RQFDUDFWHUtVWLFDVSVLFyWLFDV
(VSHFLILFDU VL&RQFDUDFWHUtVWLFDVGHEXHQSURQyVWLFR6LQFDUDFWHUtVWLFDVGHEXHQ  )  (QUHPLVLyQSDUFLDO
SURQyVWLFR  )  (QUHPLVLyQWRWDO
 )  (VTXL]RIUHQLDD‡ F    )  1RHVSHFLILFDGR
[YLLL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [YLL

WHVFRQHOHVWDGRGHiQLPR&RQFDWDWRQtD XWLOL]DUHOFyGLJRDGLFLRQDO>)@ &RQLQLFLRHQ


 )  (SLVRGLRKLSRPDQtDFRDFWXDORPiVUHFLHQWH
HOSHULSDUWR&RQSDWUyQHVWDFLRQDO
 )  (QUHPLVLyQSDUFLDO
 )  (QUHPLVLyQWRWDO  )  7UDVWRUQRGHGHVUHJXODFLyQGLVUXSWLYDGHOHVWDGRGHiQLPR  
 )  1RHVSHFLILFDGR
BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRGHGHSUHVLyQPD\RUD  
(SLVRGLRGHSUHVLYRDFWXDORPiVUHFLHQWH
BBBBB BBBBB
 (SLVRGLR~QLFR
 )  /HYH
 )  /HYH
 )  0RGHUDGR
 )  *UDYH  )  0RGHUDGR
 )  &RQFDUDFWHUtVWLFDVSVLFyWLFDV  )  *UDYH
 )  (QUHPLVLyQSDUFLDO  )  &RQFDUDFWHUtVWLFDVSVLFyWLFDV
 )  (QUHPLVLyQWRWDO  )  (QUHPLVLyQSDUFLDO
 )  1RHVSHFLILFDGR  )  (QUHPLVLyQWRWDO
 )  (SLVRGLRQRHVSHFLILFDGRDFWXDORPiVUHFLHQWH  )  1RHVSHFLILFDGR
 )  7UDVWRUQRELSRODU,,D   BBBBB BBBBB (SLVRGLRUHFXUUHQWH
(VSHFLILFDU HOHSLVRGLRDFWXDORPiVUHFLHQWH+LSRPDQtDFR'HSUHVLYR  )  /HYH
(VSHFLILFDU HOFXUVRVLQRVHFXPSOHQDFWXDOPHQWHWRGRVORVFULWHULRVSDUDXQ  )  0RGHUDGR
HSLVRGLRGHOHVWDGRGHiQLPR(QUHPLVLyQSDUFLDO(QUHPLVLyQWRWDO  )  *UDYH
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGVLVHFXPSOHQDFWXDOPHQWHWRGRVORVFULWHULRVSDUDXQ  )  &RQFDUDFWHUtVWLFDVSVLFyWLFDV
HSLVRGLRGHOHVWDGRGHiQLPR/HYH0RGHUDGR*UDYH
 )  (QUHPLVLyQSDUFLDO
 )  7UDVWRUQRFLFORWtPLFR  
 )  (QUHPLVLyQWRWDO
(VSHFLILFDU VL&RQDQVLHGDG
 )  1RHVSHFLILFDGR
7UDVWRUQRELSRODU\WUDVWRUQRUHODFLRQDGRLQGXFLGRSRUVXVWDQFLDV
PHGLFDPHQWRV    )  7UDVWRUQRGHSUHVLYRSHUVLVWHQWH GLVWLPLD D  
(VSHFLILFDUVL(QUHPLVLyQSDUFLDO(QUHPLVLyQWRWDO
1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHV
(VSHFLILFDUVL,QLFLRWHPSUDQR,QLFLRWDUGtR
SDUDORVFyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,(
(VSHFLILFDUVL&RQVtQGURPHGLVWtPLFRSXUR&RQHSLVRGLRGHGHSUHVLyQPD\RUSHU
0&
(VSHFLILFDU VL&RQLQLFLRGXUDQWHODLQWR[LFDFLyQ&RQLQLFLRGXUDQWHOD
VLVWHQWH&RQHSLVRGLRVLQWHUPLWHQWHVGHGHSUHVLyQPD\RUFRQHSLVRGLRDFWXDO
DEVWLQHQFLD &RQHSLVRGLRVLQWHUPLWHQWHVGHGHSUHVLyQPD\RUVLQHSLVRGLRDFWXDO
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH
 BBBB 7UDVWRUQRELSRODU\WUDVWRUQRUHODFLRQDGRGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
 1  7UDVWRUQRGLVIyULFRSUHPHQVWUXDO  
(VSHFLILFDU VL
)  &RQFDUDFWHUtVWLFDVPDQtDFDV BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRGHSUHVLYRLQGXFLGRSRUVXVWDQFLDPHGLFDPHQWR  
)  &RQHSLVRGLRGHWLSRPDQtDFRRKLSRPDQtDFR 1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHVSDUDORV
)  &RQFDUDFWHUtVWLFDVPL[WDV FyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,(0&
(VSHFLILFDU VL&RQLQLFLRGXUDQWHODLQWR[LFDFLyQ&RQLQLFLRGXUDQWHODDEVWLQHQFLD
 )  2WURWUDVWRUQRELSRODU\WUDVWRUQRUHODFLRQDGRHVSHFLILFDGR  
 BBBBB 7UDVWRUQRGHSUHVLYRGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
 )  7UDVWRUQRELSRODU\WUDVWRUQRUHODFLRQDGRQRHVSHFLILFDGR   (VSHFLILFDUVL
)  &RQFDUDFWHUtVWLFDVGHSUHVLYDV
)  &RQHSLVRGLRGHOWLSRGHGHSUHVLyQPD\RU
7UDVWRUQRVGHSUHVLYRV   )  &RQFDUDFWHUtVWLFDVPL[WDV
 )  2WURWUDVWRUQRGHSUHVLYRHVSHFLILFDGR  
/RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVVHDSOLFDQDORVWUDVWRUQRVGHSUHVLYRVHQORVFDVRVLQGLFDGRV
D(VSHFLILFDU &RQDQVLHGDG HVSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDOOHYHPRGHUDGRPRGHUDGRJUDYHJUDYH   )  2WURWUDVWRUQRGHSUHVLYRQRHVSHFLILFDGR  
&RQFDUDFWHUtVWLFDVPL[WDV&RQFDUDFWHUtVWLFDVPHODQFyOLFDV&RQFDUDFWHUtVWLFDVDWtSLFDV&RQFDUDF
WHUtVWLFDVSVLFyWLFDVFRQJUXHQWHVFRQHOHVWDGRGHiQLPR&RQFDUDFWHUtVWLFDVSVLFyWLFDVQRFRQJUXHQ
[[ &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [L[
 )  7UDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYRV  
(VSHFLILFDUVL5HODFLRQDGRFRQWLFV
7UDVWRUQRVGHDQVLHGDG  
 )  7UDVWRUQRGLVPyUILFRFRUSRUDOD  
 )  7UDVWRUQRGHDQVLHGDGSRUVHSDUDFLyQ   (VSHFLILFDUVL&RQGLVPRUILDPXVFXODU
 )  7UDVWRUQRGHDFXPXODFLyQ
  
 )  0XWLVPRVHOHFWLYR  
(VSHFLILFDUVL&RQDGTXLVLFLyQH[FHVLYD
 BBBBB  )RELDHVSHFtILFD    )  7ULFRWLORPDQtD WUDVWRUQRGHDUUDQFDUVHHOFDEHOOR   
(VSHFLILFDUVL
 /  7UDVWRUQRGHH[FRULDFLyQ UDVFDUVHODSLHO   
)  $QLPDO
BBBBB BBBB 7UDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYR\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRVLQGXFLGRV
)  (QWRUQRQDWXUDO SRUVXVWDQFLDVPHGLFDPHQWRV  
BBBBBB 6DQJUHLQ\HFFLyQKHULGD 1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHVSDUDORV
)  0LHGRDODVDQJUH FyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,(0&
)  0LHGRDODVLQ\HFFLRQHV\WUDQVIXVLRQHV (VSHFLILFDUVL&RQLQLFLRGXUDQWHODLQWR[LFDFLyQ&RQLQLFLRGXUDQWHOD
)  0LHGRDRWUDDWHQFLyQPpGLFD DEVWLQHQFLD&RQLQLFLRGHVSXpVGHOFRQVXPRGHPHGLFDPHQWRV
)  0LHGRDXQDOHVLyQ  )  7UDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYR\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRVGHELGRVDRWUD
)  6LWXDFLRQDO DIHFFLyQPpGLFD  
)  2WUD (VSHFLILFDUVL&RQVtQWRPDVGHOWLSRWUDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYR&RQ
SUHRFXSDFLyQSRUHODVSHFWR&RQVtQWRPDVGHDFXPXODFLyQ&RQVtQWRPDVGH
 )  7UDVWRUQRGHDQVLHGDGVRFLDO IRELDVRFLDO    DUUDQFDUVHHOSHOR&RQVtQWRPDVGHUDVFDUVHODSLHO
(VSHFLILFDUVL6yORDFWXDFLyQ
 )  2WURVWUDVWRUQRVREVHVLYRFRPSXOVLYRV\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRV
 )  7UDVWRUQRGHSiQLFR   HVSHFLILFDGRV  
BBBBB BBBBB (VSHFLILFDGRUGHDWDTXHGHSiQLFR    )  7UDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYR\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRVQRHVSHFLILFDGRV  
 )  $JRUDIRELD  
 )  7UDVWRUQRGHDQVLHGDGJHQHUDOL]DGD  
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQWUDXPDV
\IDFWRUHVGHHVWUpV  
BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRGHDQVLHGDGLQGXFLGRSRUVXVWDQFLDVPHGLFDPHQWRV  
1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHVSD  )  7UDVWRUQRGHDSHJRUHDFWLYR  
UDORVFyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,( (VSHFLILFDUVL3HUVLVWHQWH
0& (VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO*UDYH
(VSHFLILFDUVL&RQLQLFLRGXUDQWHODLQWR[LFDFLyQ&RQLQLFLRGXUDQWHODDEVWLQHQ
 )  7UDVWRUQRGHUHODFLyQVRFLDOGHVLQKLELGR  
FLD&RQLQLFLRGHVSXpVGHOFRQVXPRGHPHGLFDPHQWRV
(VSHFLILFDUVL3HUVLVWHQWH
 )  7UDVWRUQRGHDQVLHGDGGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO*UDYH
 )  2WURWUDVWRUQRGHDQVLHGDGHVSHFLILFDGR  
 )  2WURWUDVWRUQRGHDQVLHGDGQRHVSHFLILFDGR    )  7UDVWRUQRGHHVWUpVSRVWUDXPiWLFR LQFOX\HHOWUDVWRUQRGHHVWUpVSRVWUDXPiWLFR
HQQLxRVPHQRUHVGHDxRV  
(VSHFLILFDUVL&RQVtQWRPDVGLVRFLDWLYRV
(VSHFLILFDUVL&RQH[SUHVLyQUHWDUGDGD
7UDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYR\WUDVWRUQRV  )  7UDVWRUQRGHHVWUpVDJXGR  
UHODFLRQDGRV   BBBBBB BBBB 7UDVWRUQRVGHDGDSWDFLyQ  
(VSHFLILFDUVL
/RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVVHDSOLFDQDORVWUDVWRUQRVREVHVLYRFRPSXOVLYRV\WUDVWRUQRVUHODFLRQD  )  &RQHVWDGRGHiQLPRGHSULPLGR
GRVHQORVFDVRVLQGLFDGRV  )  &RQDQVLpGDG

(VSHFLILFDUVL&RQLQWURVSHFFLyQEXHQDRDFHSWDEOH&RQSRFDLQWURVSHFFLyQ&RQDXVHQFLDGHLQWURVSHF  )  &RQDQVLHGDGPL[WD\HVWDGRGHiQLPRGHSULPLGR


FLyQFRQFUHHQFLDVGHOLUDQWHV  )  &RQDOWHUDFLyUGHODFRQGXFWD
[[LL
 &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [[L

 )  )DFWRUHVSVLFROyJLFRVTXHLQIOX\HQHQRWUDVDIHFFLRQHVPpGLFDV  


 )  &RQDOWHUDFLyQPL[WDGHODVHPRFLRQHV\ODFRQGXFWD
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH([WUHPR
 )  6LQHVSHFLILFDU
(VSHFLILFDU VL$JXGR3HUVLVWHQWH&UyQLFR  )  7UDVWRUQRIDFWLFLR LQFOX\HWUDVWRUQRIDFWLFLRDSOLFDGRDXQRPLVPRWUDVWRUQR
IDFWLFLRDSOLFDGRDRWUR   
 )  2WURWUDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQWUDXPDV\IDFWRUHVGHHVWUpVHVSHFLILFDGR  
(VSHFLILFDU(SLVRGLR~QLFR(SLVRGLRVUHFXUUHQWHV
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQWUDXPDV\IDFWRUHVGHHVWUpVQRHVSHFLILFDGR  
 )  2WURWUDVWRUQRGHVtQWRPDVVRPiWLFRV\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRVHVSHFLILFDGRV  
 )  7UDVWRUQRGHVtQWRPDVVRPiWLFRV\WUDVWRUQRVUHODFLRQDGRVQRHVSHFLILFDGRV  

7UDVWRUQRVGLVRFLDWLYRV  
7UDVWRUQRVGHODFRQGXFWDDOLPHQWDULD\GHODLQJHVWD
 )  7UDVWRUQRGHLGHQWLGDGGLVRFLDWLYR   GHDOLPHQWRV  
 )  $PQHVLDGLVRFLDWLYD   /RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVVHDSOLFDQDORVWUDVWRUQRVGHODFRQGXFWDDOLPHQWDULD\GHODLQJHVWDGH
(VSHFLILFDU VL
DOLPHQWRVHQORVFDVRVLQGLFDGRV
 )  &RQIXJDGLVRFLDWLYD D(VSHFLILFDUVL(QUHPLVLyQ
 )  7UDVWRUQRGHGHVSHUVRQDOL]DFLyQGHVUHDOL]DFLyQ   E(VSHFLILFDUVL(QUHPLVLyQSDUFLDO(QUHPLVLyQWRWDO
F(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH([WUHPR
 )  2WURWUDVWRUQRGLVRFLDWLYRHVSHFLILFDGR  
 BBBB  3LFD  
 )  7UDVWRUQRGLVRFLDWLYRQRHVSHFLILFDGR  
)  (QQLxRV
)  (QDGXOWRV
 )  7UDVWRUQRGHUXPLDFLyQD  
7UDVWRUQRVGHVtQWRPDVVRPiWLFRV\WUDVWRUQRV
UHODFLRQDGRV    )  7UDVWRUQRGHHYLWDFLyQUHVWULFFLyQGHODLQJHVWDGHDOLPHQWRV  

 BBB $QRUH[LDQHUYLRVD

  
 )  7UDVWRUQRGHVtQWRPDVVRPiWLFRV   (VSHFLILFDUVL
(VSHFLILFDU VL&RQSUHGRPLQLRGHGRORU
)  7LSRUHVWULFWLYR
(VSHFLILFDU VL3HUVLVWHQWH
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH
)  7LSRFRQDWUDFRQHVSXUJDV

 )  7UDVWRUQRGHDQVLHGDGSRUHQIHUPHGDG    )  %XOLPLDQHUYLRVDE &  


(VSHFLILFDU VL7LSRFRQVROLFLWXGGHDVLVWHQFLD7LSRFRQHYLWDFLyQGHDVLVWHQFLD  )  7UDVWRUQRGHDWUDFRQHVE F  
 BBBBB 7UDVWRUQRGHFRQYHUVLyQ WUDVWRUQRGHVtQWRPDVQHXUROyJLFRVIXQFLRQDOHV     )  2WURWUDVWRUQRGHODFRQGXFWDDOLPHQWDULDRGHODLQJHVWDGHDOLPHQWRV
(VSHFLILFDU HOWLSRGHVtQWRPD HVSHFLILFDGR  
)  &RQGHELOLGDGRSDUiOLVLV
 )  7UDVWRUQRGHODFRQGXFWDDOLPHQWDULDRGHODLQJHVWDGHDOLPHQWRV
)  &RQPRYLPLHQWRDQyPDOR QRHVSHFLILFDGR  
)  &RQVtQWRPDVGHODGHJOXFLyQ
)  &RQVtQWRPDVGHOKDEOD
7UDVWRUQRVGHODH[FUHFLyQ  
)  &RQDWDTXHVRFRQYXOVLRQHV
)  &RQDQHVWHVLDRSpUGLGDVHQVLWLYD  )  (QXUHVLV  
)  &RQVtQWRPDVHQVLWLYRHVSHFLDO (VSHFLILFDUVL6yORQRFWXUQD6yORGLXUQD1RFWXUQD\GLXUQD
)  &RQVtQWRPDVPL[WRV  )  (QFRSUHVLV  
(VSHFLILFDUVL&RQHVWUHxLPLHQWRHLQFRQWLQHQFLDSRUGHVERUGDPLHQWR6LQ
(VSHFLILFDU VL(SLVRGLRDJXGR3HUVLVWHQWH
HVWUHxLPLHQWRHLQFRQWLQHQFLDSRUGHVERUGDPLHQWR
(VSHFLILFDU VL&RQIDFWRUGHHVWUpVSVLFROyJLFR HVSHFLILFDUHOIDFWRUGHHVWUpV 
6LQIDFWRUGHHVWUpVSVLFROyJLFR 2WURWUDVWRUQRGHODH[FUHFLyQHVSHFLILFDGR  
[[LY &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [[LLL
 *  +LSRYHQWLODFLyQFRQFXUUHQWHUHODFLRQDGDFRQHOVXHxR
 1  &RQVtQWRPDVXULQDULRV
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO
 5  &RQVtQWRPDVIHFDOHV
BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRVGHOULWPRFLUFDGLDQRGHVXHxRYLJLOLDV  
BBBBB BBBBB  7UDVWRUQRGHODH[FUHFLyQQRHVSHFLILFDGR   (VSHFLILFDUVL
 5  &RQVtQWRPDVXULQDULRV
 *  7LSRGHIDVHGHVXHxRUHWUDVDGD  
 5  &RQVtQWRPDVIHFDOHV (VSHFLILFDUVL)DPLOLDU6XSHUSRVLFLyQDXQWLSRGHVXHxRYLJLOLDQRDMXVWDGR
DODVKRUDV
7UDVWRUQRVGHOVXHxRYLJLOLD    *  7LSRGHIDVHVGHVXHxRDYDQ]DGDV  
(VSHFLILFDUVL)DPLOLDU
/RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVVHDSOLFDQDORVWUDVWRUQRVGHOVXHxRYLJLOLDHQORVFDVRVLQGLFDGRV
 *  7LSRGHVXHxRYLJLOLDLUUHJXODU  

(VSHFLILFDUVL(SLVyGLFR3HUVLVWHQWH5HFXUUHQWH

(VSHFLILFDUVL$JXGR6XEDJXGR3HUVLVWHQWH  *  7LSRGHVXHxRYLJLOLDQRDMXVWDGRDODVKRUDV  

(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH  *  7LSRDVRFLDGRDWXUQRVODERUDOHV  


 *  7LSRQRHVSHFLILFDGR
 )  7UDVWRUQRGHLQVRPQLR
  
(VSHFLILFDUVL&RQWUDVWRUQRPHQWDOFRQFXUUHQWHQRUHODFLRQDGRFRQHOVXHxR&RQ 3DUDVRPQLDV  
RWUDDIHFFLyQPpGLFDFRQFXUUHQWH&RQRWURWUDVWRUQRGHOVXHxR
BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRVGHOGHVSHUWDUGHOVXHxRQR5(0  
 )  7UDVWRUQRSRUKLSHUVRPQLDEH   (VSHFLILFDUVL
(VSHFLILFDUVL&RQWUDVWRUQRPHQWDO&RQDIHFFLyQPpGLFD&RQRWURWUDVWRUQR  )  7LSRFRQVRQDPEXOLVPR
GHOVXHxR (VSHFLILFDUVL&RQLQJHVWLyQGHDOLPHQWRVUHODFLRQDGDFRQHOVXHxR&RQ
BBBBB BBBBB 1DUFROHSVLDH   FRPSRUWDPLHQWRVH[XDOUHODFLRQDGRFRQHOVXHxR VH[VRPQLD 
(VSHFLILFDUVL  )  7LSRFRQWHUURUHVQRFWXUQRV
 *  1DUFROHSVLDVLQFDWDSOHMtDSHURFRQGHILFLHQFLDGHKLSRFUHWLQD  )  7UDVWRUQRGHSHVDGLOODV
   
 *  1DUFROHSVLDFRQFDWDSOHMtDSHURVLQGHILFLHQFLDGHKLSRFUHWLQD (VSHFLILFDUVL'XUDQWHHOLQLFLRGHOVXHxR
(VSHFLILFDUVL&RQWUDVWRUQRDVRFLDGRQRUHODFLRQDGRFRQHOVXHxR
 *  $WD[LDFHUHEHORVDDXWRVyPLFDGRPLQDQWHVRUGHUD\QDUFROHSVLD &RQRWUDDIHFFLyQPpGLFDDVRFLDGD&RQRWURWUDVWRUQRGHOVXHxR
 *  1DUFROHSVLDDXWRVyPLFDGRPLQDQWHREHVLGDG\GLDEHWHVGHWLSR DVRFLDGR
 *  1DUFROHSVLDVHFXQGDULDDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  *  7UDVWRUQRGHOFRPSRUWDPLHQWRGHOVXHxR5(0  
7UDVWRUQRVGHOVXHxRUHODFLRQDGRVFRQODUHVSLUDFLyQ    *  6tQGURPHGHODVSLHUQDVLQTXLHWDV  
 * $SQHDHKLSRSQHDREVWUXFWLYDGHOVXHxRH  
BBBBB BBBBB 7UDVWRUQRGHOVXHxRLQGXFLGRSRUVXVWDQFLDVPHGLFDPHQWRV  
BBBBB BBBBB $SQHDFHQWUDOGHOVXHxR   1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHV
(VSHFLILFDUVL SDUDORVFyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&
 *  $SQHDFHQWUDOGHOVXHxRLGLRSiWLFD \&,(0&
(VSHFLILFDUVL7LSRFRQLQVRPQLR7LSRFRQVRPQROHQFLDGLXUQD7LSRFRQ
 5  5HVSLUDFLyQGH&KH\QH6WRNHV
SDUDVRPQLD7LSRPL[WR
 *  $SQHDFHQWUDOGHOVXHxRFRQFRQVXPRFRQFXUUHQWHGHRSLiFHRV (VSHFLILFDUVL&RQLQLFLRGXUDQWHODLQWR[LFDFLyQ&RQLQLFLRGXUDQWHODUHWLUDGD
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDUHOWUDVWRUQRSRUFRQVXPRGHRSLiFHRV DEVWLQHQFLD
VLHVWiSUHVHQWH
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO  *  2WURWUDVWRUQRGHLQVRPQLRHVSHFLILFDGR  

BBBBB BBBBB  +LSRYHQWLODFLyQUHODFLRQDGDFRQHOVXHxR    * 7UDVWRUQRGHLQVRPQLRQRHVSHFLILFDGR  


(VSHFLILFDUVL  *  2WURWUDVWRUQRGHKLSHUVRPQLDHVSHFLILFDGR  
 *  +LSRYHQWLODFLyQLGLRSiWLFD
 * 7UDVWRUQRGHKLSHUVRPQLDQRHVSHFLILFDGR  
 *  +LSRYHQWLODFLyQDOYHRODUFHQWUDOFRQJpQLWD
[[YL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [[Y

 *  2WURWUDVWRUQRGHOVXHxRYLJLOLDHVSHFLILFDGR  


7UDVWRUQRVGLVUXSWLYRVGHOFRQWUROGHORVLPSXOVRV
 *  7UDVWRUQRGHOVXHxRYLJLOLDQRHVSHFLILFDGR   \GHODFRQGXFWD  

 )  7UDVWRUQRQHJDWLYLVWDGHVDILDQWH  


'LVIXQFLRQHVVH[XDOHV   (VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH
 )  7UDVWRUQRH[SORVLYRLQWHUPLWHQWH  
/RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHVVHDSOLFDQDODVGLVIXQFLRQHVVH[XDOHVHQORVFDVRVLQGLFDGRV
D(VSHFLILFDUVL'HSRUYLGD$GTXLULGR BBBBB BBBBB  7UDVWRUQRGHODFRQGXFWD  
E(VSHFLILFDUVL*HQHUDOL]DGR6LWXDFLRQDO (VSHFLILFDUVL
F(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH  )  7LSRGHLQLFLRLQIDQWLO
 )  7LSRGHLQLFLRDGROHVFHQWH
 )  (\DFXODFLyQUHWDUGDGDVEF  
 )  7LSRGHLQLFLRQRHVSHFLILFDGR
 )  7UDVWRUQRHUpFWLOD E
F   (VSHFLILFDUVL&RQHPRFLRQHVSURVRFLDOHVOLPLWDGDV
 )  7UDVWRUQRRUJiVPLFRIHPHQLQRD E
F   (VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH

(VSHFLILFDU VL1XQFDH[SHULPHQWyXQRUJDVPRHQQLQJXQDVLWXDFLyQ  )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGDQWLVRFLDO  

 )   
7UDVWRUQRGHOLQWHUpVH[FLWDFLyQVH[XDOIHPHQLQRD E F    )  3LURPDQtD  

 ) 

7UDVWRUQRGHGRORUJpQLWRSpOYLFRSHQHWUDFLyQD F    )  &OHSWRPDQtD  

 )  7UDVWRUQRGHGHVHRVH[XDOKLSRDFWLYRHQHOYDUyQD E


    )  2WURWUDVWRUQRGLVUXSWLYRGHOFRQWUROGHORVLPSXOVRV\GHODFRQGXFWD
HVSHFLILFDGR  
 )  (\DFXODFLyQSUHPDWXUD SUHFR] DF  
 )  7UDVWRUQRGLVUXSWLYRGHOFRQWUROGHORVLPSXOVRV\GHODFRQGXFWD
BBBBB BBBBB 'LVIXQFLyQVH[XDOLQGXFLGDSRUVXVWDQFLDVPHGLFDPHQWRV   QRHVSHFLILFDGR  
1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHVSDUD
ORVFyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,(0& 7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQVXVWDQFLDV
(VSHFLILFDUVL&RQLQLFLRGXUDQWHODLQWR[LFDFLyQ&RQLQLFLRGXUDQWHOD \WUDVWRUQRVDGLFWLYRV  
DEVWLQHQFLD&RQLQLFLRGHVSXpVGHWRPDUHOPHGLFDPHQWR
 )  2WUDGLVIXQFLyQVH[XDOHVSHFLILFDGD   /RVVLJXLHQWHVHVSHFLILFDGRUHV\ODQRWDVHDSOLFDQDORVWUDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQVXVWDQFLDV\WUDVWRU
QRVDGLFWLYRVHQORVFDVRVLQGLFDGRV
 )  'LVIXQFLyQVH[XDOQRHVSHFLILFDGD  
D(VSHFtILFDUVL(QUHPLVLyQLQLFLDO(QUHPLVLyQFRQWLQXDGD
E(VSHFLILFDUVL(QXQHQWRUQRFRQWURODGR

(VSHFLILFDUVL&RQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ
'LVIRULDGHJpQHUR   G(OFyGLJR&,(0&LQGLFDODSUHVHQFLDFRQFXUUHQWHGHXQWUDVWRUQRGHXVRGHVXVWDQFLDVPRGHUDGR
RJUDYHTXHGHEHHVWDUSUHVHQWHDILQGHDSOLFDUHOFyGLJRSDUDDEVWLQHQFLDGHVXVWDQFLDV
'LVIRULDGHJpQHUR  
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQVXVWDQFLDV  
 )  'LVIRULDGHJpQHURHQQLxRV
(VSHFLILFDU VL&RQXQWUDVWRUQRGHGHVDUUROORVH[XDO 7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQHODOFRKRO  
 )  'LVIRULDGHJpQHURHQDGROHVFHQWHV\DGXOWRV 7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHDOFRKRO  
(VSHFLILFDU VL&RQXQWUDVWRUQRGHGHVDUUROORVH[XDO (VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO
(VSHFLILFDUVL3RVWUDQVLFLyQ
 )  /HYH
1RWD&RGLILFDUHOWUDVWRUQRGHGHVDUUROORVH[XDOVLHVWiSUHVHQWHDGHPiVGHOD
GLVIRULDGHJpQHUR  )  0RGHUDGR
 )  *UDYH
 )  2WUDGLVIRULDGHJpQHURHVSHFLILFDGD  
 BBBB  ,QWR[LFDFLyQSRUDOFRKRO  
 )  'LVIRULDGHJpQHURQRHVSHFLILFDGD  
[[YLLL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [[YLL

 )  *UDYH


)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH 7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHRWURVDOXFLQyJHQRVD E  
(VSHFLILFDUHODOXFLQyJHQRHQSDUWLFXODU
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO
G
 BBBBB  $EVWLQHQFLDGHDOFRKRO  
 )  /HYH
)  6LQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ  )  0RGHUDGR
)  &RQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ  )  *UDYH
BBBBB BBBBB 2WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRUHODOFRKRO    BBBB   ,QWR[LFDFLyQSRUIHQFLFOLGLQD  
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQHODOFRKROQRHVSHFLILFDGR   )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQODFDIHtQD  
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
 )  ,QWR[LFDFLyQSRUFDIHtQD  
 BBBB ,QWR[LFDFLyQSRURWURVDOXFLQyJHQRV  
 )  $EVWLQHQFLDGHFDIHtQD  
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
BBBBB BBBBB 2WURWUDVWRUQRLQGXFLGRSRUODFDIHtQD   )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQODFDIHtQDQRHVSHFLILFDGR   )  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR

7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQHOFDQQDELV    )  7UDVWRUQRSHUFHSWLYRSHUVLVWHQWHSRUDOXFLQyJHQRV  

E

BBBBB BBBBB  7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHFDQQDELVD  ‡ BBBB   2WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRUIHQFLFOLGLQD  
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO 7UDVWRUQRVLQGXFLGRVSRURWURVDOXFLQyJHQRV  
 )  /HYH  )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQODIHQFLFOLGLQDQRHVSHFLILFDGR  
 )  0RGHUDGR
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQORVDOXFLQyJHQRVQRHVSHFLILFDGR  
 )  *UDYH
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQORVLQKDODQWHV  
 BBBB  ,QWR[LFDFLyQSRUFDQQDELV  

6LQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ BBBB 7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHLQKDODQWHVD E  


(VSHFLILFDUHOLQKDODQWHHQSDUWLFXODU
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR  )  /HYH
&RQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ  )  0RGHUDGR
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH  )  *UDYH
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
 BBBB ,QWR[LFDFLyQSRULQKDODQWHV  
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
 )  $EVWLQHQFLDGHFDQQDELVG   )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
2WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRUHOFDQQDELV   )  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQHOFDQQDELVQRHVSHFLILFDGR   2WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRULQKDODQWHV  
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQLQKDODQWHVQRHVSHFLILFDGR  
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQORVDOXFLQyJHQRV  
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQORVRSLiFHRV  
7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHIHQFLFOLGLQD  
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO 7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHRSLiFHRVD  
 )  /HYH (VSHFFDUVL(QWHUDSLDGHPDQWHQLPLHQWR(QXQHQWRUQRFRQWURODGR
(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO
 )  0RGHUDGR
[[[ &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [[L[

 )  /HYH BBBBBB BBBBBBBB  /HYH


 )  6XVWDQFLDDQIHWDPtQLFD
 )  0RGHUDGR
 )  &RFDtQD
 )  *UDYH
 )  2WURHVWLPXODQWHRXQHVWLPXODQWHQRHVSHFLILFDGR
 BBBB  ,QWR[LFDFLyQSRURSLiFHRV   BBB  0RGHUDGR
6LQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ  )  6XVWDQFLDDQIHWDPtQLFD
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH  )  &RFDtQD
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH  )  2WURHVWLPXODQWHRXQHVWLPXODQWHQRHVSHFLILFDGR
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
BBBB BBBB  *UDYH
&RQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ  )  6XVWDQFLDDQIHWDPtQLFD
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
 )  &RFDtQD
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
 )  2WURHVWLPXODQWHRXQHVWLPXODQWHQRHVSHFLILFDGR
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
 BBBB  ,QWR[LFDFLyQSRUHVWLPXODQWHV  
 )  $EVWLQHQFLDGHRSLiFHRVG   (VSHFLILFDU ODVXVWDQFLDHVSHFtILFR

2WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRURSLiFHRV    BBBB $QIHWDPLQDXRWURHVWLPXODQWH6LQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ


)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQRSLiFHRVQRHVSHFLILFDGR   )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQVHGDQWHVKLSQyWLFRVRDQVLROtWLFRV   )  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR

BBBB BBBB  7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHVHGDQWHVKLSQyWLFRVRDQVLROtWLFRVDE    BBBB³BB  &RFDtQD6LQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ


(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
 )  /HYH )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
 )  0RGHUDGR )  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
 )  *UDYH  BBBB  $QIHWDPLQDXRWURHVWLPXODQWH&RQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ
 BBBBBB  )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
,QWR[LFDFLyQSRUVHGDQWHVKLSQyWLFRVRDQVLROtWLFRV  
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
 BBBBBBB  &RFDtQD&RQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH
 BBBB  $EVWLQHQFLDGHVHGDQWHVKLSQyWLFRVRDQVLROtWLFRVFG   )  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH
)  6LQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ )  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
)  &RQDOWHUDFLRQHVGHODSHUFHSFLyQ
 BB $EVWLQHQFLDGHHVWLPXODQWHVG  
(VSHFLILFDU ODVXVWDQFLDHVSHFtILFDTXHSURYRFDHOVtQGURPHGHDEVWLQHQFLD
)  $QIHWDPLQDXRWURHVWLPXODQWH
BBBBB BBBBB  2WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRUORVVHGDQWHVKLSQyWLFRVRDQVLROtWLFRV  
)  &RFDtQD
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQORVVHGDQWHVKLSQyWLFRVRDQVLROtWLFRVQR BBBB 2 WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRUHVWLPXODQWHV  
HVSHFLILFDGR    BBBB  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQHVWLPXODQWHV

7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQORVHVWLPXODQWHV   QRHVSHFLILFDGR  

7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHHVWLPXODQWHVD‡
   )  $QIHWDPLQDXRWURHVWLPXODQWH
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO )  &RFDtQD
[[[L [[[LL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60

7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQHOWDEDFR    BBBB  'HOLULXPLQGXFLGRSRUPHGLFDPHQWRVD


 )  'HOLULXPGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD
BBBBB BBBB 7 UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHWDEDFR
  
 )  'HOLULXPGHELGRDHWLRORJtDVP~OWLSOHV
(VSHFLILFDU VL(QWHUDSLDGHPDQWHQLPLHQWR(QXQHQWRUQRFRQWURODGR
(VSHFLILFDUVL$JXGR3HUVLVWHQWH
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO
(VSHFLILFDUVL1LYHOGHDFWLYLGDG+LSHUDFWLYR+LSRDFWLYR0L[WR
 =  /HYH
 5  2WURGHOLULXPHVSHFLILFDGR  
 ) 0RGHUDGR
 ) *UDYH  5  'HOLULXPQRHVSHFLILFDGR  
 )  $EVWLQHQFLDGHWDEDFRV   7UDVWRUQRVQHXURFRJQLWLYRVPD\RUHV\OHYHV  
(VSHFLILFDUVLGHELGRD(QIHUPHGDGGH$O]KHLPHU'HJHQHUDFLyQGHOOyEXORIURQWRWHPSRUDO(QIHUPH
2WURVWUDVWRUQRVLQGXFLGRVSRUHOWDEDFR   GDGSRUFXHUSRVGH/HZ\(QIHUPHGDGYDVFXODU7UDXPDWLVPRFHUHEUDO&RQVXPRGHVXVWDQFLDVR
PHGLFDPHQWRV,QIHFFLyQSRU9,+(QIHUPHGDGSRUSULRQHV(QIHUPHGDGGH3DUNLQVRQ(QIHUPH
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQHOWDEDFRQRHVSHFLILFDGR   GDGGH+XQWLQJWRQ2WUDDIHFFLyQPpGLFD(WLRORJtDVP~OWLSOHV1RHVSHFLILFDGR

(VSHFLILFDU6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR&RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR3DUDXQSRVLEOH
7UDVWRUQRVUHODFLRQDGRVFRQRWUDVVXVWDQFLDV RVXVWDQFLDVGHVFRQRFLGDV    WUDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RU\SDUDXQWUDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHODDOWHUDFLyQGHOFRPSRU
7UDVWRUQRSRUFRQVXPRGHRWUDVVXVWDQFLDV RVXVWDQFLDVGHVFRQRFLGDV DE   WDPLHQWRQRVHSXHGHFRGLILFDUSHURDXQDVtVHGHEHUtDLQGLFDUSRUHVFULWR
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO E(VSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH(VWHHVSHFLILFDGRUVHDSOLFDVyORDWUDVWRUQRV
 )  /HYH QHXURFRJQLWLYRVPD\RUHV LQFOXLGRVSUREDEOHV\SRVLEOHV 
1RWD&RPRVHLQGLFDSDUDFDGDVXEWLSRVHQHFHVLWDXQFyGLJRPpGLFRDGLFLRQDOSDUDWUDVWRUQRVQHX
 )  0RGHUDGR
URFRJQLWLYRVPD\RUHVLQFOXLGRVORVGHELGRVDHWLRORJtDVPpGLFDVSUREDEOHV\SRVLEOHV/DHWLRORJtD
 )  *UDYH PpGLFDVHGHEHUtDFRGLILFDUHQSULPHUOXJDUDQWHVGHOFyGLJRSDUDHOWUDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RU
 BBBBBB
 ,QWR[LFDFLyQSRURWUDVVXVWDQFLDV RVXVWDQFLDVGHVFRQRFLGDV    3DUDWUDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHQRVHXWLOL]DUiXQFyGLJRPpGLFRDGLFLRQDO
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPROHYH 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDODHQIHUPHGDG
)  &RQWUDVWRUQRSRUFRQVXPRPRGHUDGRRJUDYH GH$O]KHLPHU  
)  6LQWUDVWRUQRSRUFRQVXPR
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUSUREDEOHGHELGRDODHQIHUPHGDG
 )  $EVWLQHQFLDGHRWUDVVXVWDQFLDV RVXVWDQFLDVGHVFRQRFLGDV
   GH$O]KHLPHUE
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * HQIHUPHGDGGH$O]KHLPHU
7UDVWRUQRVLQGXFLGRVSRURWUDVVXVWDQFLDV RVXVWDQFLDVGHVFRQRFLGDV   
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  7UDVWRUQRUHODFLRQDGRFRQRWUDVVXVWDQFLDV RVXVWDQFLDVGHVFRQRFLGDV QR  )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
HVSHFLILFDGR  
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDODHQIHUPHGDGGH$O]KHLPHUSRVLEOHE
7UDVWRUQRVQRUHODFLRQDGRVFRQVXVWDQFLDV   1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * ODHQIHUPHGDGGH$O]KHLPHU
 )  -XHJRSDWROyJLFR
    )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
(VSHFLILFDUVL(SLVyGLFR3HUVLVWHQWH
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
(VSHFLILFDU ODJUDYHGDGDFWXDO/HYH0RGHUDGR*UDYH
 * 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDODHQIHUPHGDGGH$O]KHLPHUD

7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRIURQWRWHPSRUDOPD\RUROHYH  
7UDVWRUQRVQHXURFRJQLWLYRV  
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUSUREDEOHGHELGRDODGHJHQHUDFLyQGHOOyEXOR
'HOLULXP   IURQWRWHPSRUDOE

1RWD9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQWHVSDUD 1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * HQIHUPHGDG
FyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,(0& IURQWRWHPSRUDO
(VSHFLILFDUVL  )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
'HOLULXPSRULQWR[LFDFLyQSRUVXVWDQFLDV
  )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
BBBB  'HOLULXPSRUDEVWLQHQFLDGHVXVWDQFLDV

[[[LY &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHLQGXFLGRSRUVXVWDQFLDVPHGLFDPHQWRV  
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDXQDGHJHQHUDFLyQGHOOyEXOR
1RWD1LQJ~QFyGLJRPpGLFRDGLFLRQDO9pDQVHORVFULWHULRV\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWURFRUUHVSRQGLHQ
IURQWRWHPSRUDOSRVLEOH
WHVSDUDFyGLJRVHVSHFtILFRVGHVXVWDQFLDV\ODFRGLILFDFLyQ&,(0&\&,(0&
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * ODHQIHUPHGDGIURQWRWHPSRUDO
(VSHFLILFDU VL3HUVLVWHQWH
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDLQIHFFLyQSRU9,+  
 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDLQIHFFLyQSRU9,+E
 *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDXQDGHJHQHUDFLyQGHOOyEXOR
IURQWRWHPSRUDOD 1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU % ODLQIHFFLyQSRU9,+
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHFRQFXHUSRVGH/HZ\  
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
BBBB   7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUSUREDEOHFRQFXHUSRVGH/HZ\
 * 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDLQIHFFLyQSRU9,+D
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * ODHQIHUPHGDGSRUFXHUSRVGH/HZ\
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDHQIHUPHGDGSRUSULRQHV  
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR BBBB BBBBB  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDHQIHUPHGDGSRUSULRQHVE
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUFRQFXHUSRVGH/HZ\SRVLEOH 1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU $ HQIHUPHGDGSRUSULRQHV
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * ODHQIHUPHGDGFRQFXHUSRVGH/HZ\  )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR  )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR  * 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDHQIHUPHGDGSRUSULRQHVD
 *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHFRQFXHUSRVGH/HZ\D
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDODHQIHUPHGDG
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRYDVFXODUPD\RUROHYH   GH3DUNLQVRQ  

7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRYDVFXODUPD\RUSUREDEOH 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUSUREDEOHPHQWHGHELGRDODHQIHUPHGDGGH
1RWD1LQJ~QFyGLJRPpGLFRDGLFLRQDOSDUDHQIHUPHGDGYDVFXODU 3DUNLQVRQE
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR 1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * HQIHUPHGDGGH3DUNLQVRQ
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR  )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUSUREDEOHPHQWHGHELGRDXQDHQIHUPHGDG  )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
YDVFXODU 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUSRVLEOHPHQWHGHELGRDODHQIHUPHGDGGH
1RWD1LQJ~QFyGLJRPpGLFRDGLFLRQDOSDUDHQIHUPHGDGYDVFXODU 3DUNLQVRQE
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR 1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * HQIHUPHGDGGH3DUNLQVRQ
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR  )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRYDVFXODUOHYHQ  )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR

7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDXQWUDXPDWLVPRFHUHEUDO    *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDODHQIHUPHGDGGH3DUNLQVRQD

7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDXQWUDXPDWLVPRFHUHEUDO 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDODHQIHUPHGDG
1RWD3DUDOD&,(0&FRGLILFDUHQSULPHUOXJDU HOHIHFWRWDUGtRGHXQD GH+XQWLQJWRQ  
OHVLyQLQWUDFUDQHDOVLQIUDFWXUDGHFUiQHR3DUDOD&,(0&FRGLILFDUHQSULPHU 7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDODHQIHUPHGDGGH+XQWLQJWRQE
OXJDU;6WUDXPDWLVPRFHUHEUDOGLIXVRFRQSpUGLGDGHFRQVFLHQFLDGHGXUD 1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDU * HQIHUPHGDGGH+XQWLQJWRQ
FLyQVLQHVSHFLILFDUVHFXHOD
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDODHQIHUPHGDGGH+XQWLQJWRQD
 *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDXQWUDXPDWLVPRFHUHEUDOD
[[[YL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 ;;;9

 )  2WURWUDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGHVSHFLILFDGR  


7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGQRHVSHFLILFDGR  
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDUODRWUDDIHFFLyQPpGLFD
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
7UDVWRUQRVSDUDItOLFRV  
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD (OVLJXLHQWHHVSHFLILFDGRUVHDSOLFDDORVWUDVWRUQRVSDUDItOLFRVHQORVFDVRVLQGLFDGRV

(VSHFLILFDU VL(QXQHQWRUQRFRQWURODGR(QUHPLVLyQWRWDO
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUROHYHGHELGRDHWLRORJtDV
P~OWLSOHV    )  7UDVWRUQRGHYR\HXULVPRD  
 )  7UDVWRUQRGHH[KLELFLRQLVPR
  
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDHWLRORJtDVP~OWLSOHV
(VSHFLILFDU VL6H[XDOPHQWHH[FLWDGRSRUH[SRVLFLyQGHORVJHQLWDOHVDQLxRV
1RWD&RGLILFDUHQSULPHUOXJDUWRGDVODVDIHFFLRQHVPpGLFDVFDXVDQWHV H[FHSWR
HQIHUPHGDGYDVFXODU  SUHS~EHUHV6H[XDOPHQWHH[FLWDGRSRUH[SRVLFLyQGHORVJHQLWDOHVDLQGLYLGXRV
 )  &RQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR ItVLFDPHQWHPDGXURV6H[XDOPHQWHH[FLWDGRSRUH[SRVLFLyQGHORVJHQLWDOHVD
QLxRVSUHS~EHUHV\DLQGLYLGXRVItVLFDPHQWHPDGXURV
 )  6LQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR
 )  7UDVWRUQRGHIURWWHXULVPRD  
 *  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYROHYHGHELGRDHWLRORJtDVP~OWLSOHV

 )  7UDVWRUQRGHPDVRTXLVPRVH[XDO
  
7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRQRHVSHFLILFDGR   (VSHFLILFDU VL&RQDVIL!GRILOLD

 5  7UDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRQRHVSHFLILFDGR


  )  7UDVWRUQRGHVDGLVPRVH[XDO
  
 )  7UDVWRUQRGHSHGRILOLD  
(VSHFLILFDU VL7LSRH[FOXVLYR7LSRQRH[FOXVLYR
7UDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG   (VSHFLILFDU VL$WUDFFLyQVH[XDOSRUHOVH[RPDVFXOLQR$WUDFFLyQVH[XDOSRUHOVH[R
IHPHQLQR$WUDFFLyQVH[XDOSRUDPERVVH[RV
7UDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG*UXSR$ (VSHFLILFDU VL/LPLWDGRDOLQFHVWR

 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGSDUDQRLGH    )  7UDVWRUQRGHIHWLFKLVPR


  
(VSHFLILFDU3DUWH V GHOFXHUSR2EMHWR V LQDQLPDGR V 2WUR
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGHVTXt]RLGH  
 )  7UDVWRUQRGHWUDYHVWLVPRD  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGHVTXL]RWtSLFD   (VSHFLILFDU VL&RQIHWLFKLVPR&RQDXWRJLQRILOLD
7UDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG*UXSR%  )  2WURWUDVWRUQRSDUDItOLFRHVSHFLILFDGR  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGDQWLVRFLDO    )  7UDVWRUQRSDUDItOLFRQRHVSHFLILFDGR  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGOtPLWH  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGKLVWULyQLFD  
2WURVWUDVWRUQRVPHQWDOHV  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGQDUFLVLVWD  
7UDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG*UXSR&  )  2WURWUDVWRUQRPHQWDOHVSHFLILFDGRGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGHYLWDWLYD    )  7UDVWRUQRPHQWDOQRHVSHFLILFDGRGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGGHSHQGLHQWH    )  2WURWUDVWRUQRPHQWDOHVSHFLILFDGR  
 )  7UDVWRUQRGHODSHUVRQDOLGDGREVHVLYRFRPSXOVLYD    )  7UDVWRUQRPHQWDOQRHVSHFLILFDGR  
2WURVWUDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG
 )  &DPELRGHODSHUVRQDOLGDGGHELGRDRWUDDIHFFLyQPpGLFD  
(VSHFLILFDU VL7LSROiELO7LSRGHVLQKLELGR7LSRDJUHVLYR7LSRDSiWLFR7LSR
SDUDQRLGH2WURWLSR7LSRFRPELQDGR7LSRQRHVSHFLILFDGR
[[[YLLL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [[[YLL

0DOWUDWR\QHJOLJHQFLD  
7UDVWRUQRVPRWRUHVLQGXFLGRVSRUPHGLFDPHQWRV 0DOWUDWRLQIDQWLO\SUREOHPDVGHQHJOLJHQFLD  
\RWURVHIHFWRVDGYHUVRVGHORVPHGLFDPHQWRV  
0DOWUDWRItVLFRLQIDQWLO  

 *  3DUNLQVRQLVPRLQGXFLGRSRUQHXUROpSWLFRV   0DOWUDWRItVLFRLQIDQWLOFRQILUPDGR  


 * 3DUNLQVRQLVPRLQGXFLGRSRURWURVPHGLFDPHQWRV    7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
 *  6tQGURPHQHXUROpSWLFRPDOLJQR    7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
 * 'LVWRQtDDJXGDLQGXFLGDSRUPHGLFDPHQWRV   0DOWUDWRItVLFRLQIDQWLOVRVSHFKDGR  
 * $FDWLVLDDJXGDLQGXFLGDSRUPHGLFDPHQWRV    7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
 *  'LVFLQHVLDWDUGtD  
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
 *  'LVWRQtDWDUGtD  
 *  $FDWLVLDWDUGtD   2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQHOPDOWUDWRItVLFRLQIDQWLO  
 *  7HPEORUSRVWXUDOLQGXFLGRSRUPHGLFDPHQWRV   9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHPDOWUDWRLQIDQWLOSRUSDUWHGHORVSDGUHV
 * 2WURWUDVWRUQRPRWRULQGXFLGRSRUPHGLFDPHQWRV   9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHPDOWUDWRLQIDQWLOQRSDUHQWDO
BBBBB BBBBB  6tQGURPHGHVXVSHQVLyQGHDQWLGHSUHVLYRV   9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHPDOWUDWRItVLFRLQIDQWLO
 7$  +DOOD]JRLQLFLDO
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHPDOWUDWRLQIDQWLOSDUHQWDO
 7'  +DOOD]JRXOWHULRU
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHPDOWUDWRLQIDQWLOQRSDUHQWDO
 76  6HFXHODV
BBBB BBBBBBB  2WURHIHFWRDGYHUVRGHPHGLFDPHQWRV   $EXVRVH[XDOLQIDQWLO  
 7$  +DOOD]JRLQLFLDO $EXVRVH[XDOLQIDQWLOFRQILUPDGR  
 7'  +DOOD]JRXOWHULRU  7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
 76  6HFXHODV  7;'  +DOOD]JRXOWHULRU

$EXVRVH[XDOLQIDQWLOVRVSHFKDGR  

2WURVSUREOHPDVTXHSXHGHQVHUREMHWR  7;$  +DOOD]JRLQLFLDO


GHDWHQFLyQFOtQLFD    7;'  +DOOD]JRXOWHULRU

3UREOHPDVGHUHODFLyQ   2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQHODEXVRVH[XDOLQIDQWLO  


3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQODHGXFDFLyQIDPLOLDU   9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHDEXVRVH[XDOLQIDQWLOSRUSDUWHGHORV
SDGUHV
9 =  3UREOHPDGHUHODFLyQHQWUHSDGUHVHKLMRV  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHDEXVRVH[XDOLQIDQWLOQRSDUHQWDO
9 =  3UREOHPDGHUHODFLyQFRQORVKHUPDQRV  
9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHDEXVRVH[XDOLQIDQWLO
9 =  (GXFDFLyQOHMRVGHORVSDGUHV  
9 =  1LxRDIHFWDGRSRUXQDUHODFLyQSDUHQWDOFRQIOLFWLYD   9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHDEXVRVH[XDOLQIDQWLOSDUHQWDO

9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHDEXVRVH[XDOLQIDQWLOQRSDUHQWDO


2WURVSUREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQHOJUXSRGHDSR\RSULPDULR  
9 =  5HODFLyQFRQIOLFWLYDFRQHOFyQ\XJHRODSDUHMD   1HJOLJHQFLDLQIDQWLO  

9 =  5XSWXUDIDPLOLDUSRUVHSDUDFLyQRGLYRUFLR   1HJOLJHQFLDLQIDQWLOFRQILUPDGD  


 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
9 =  1LYHOHOHYDGRGHHPRFLyQH[SUHVDGDHQODIDPLOLD  
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
9 =  'XHORQRFRPSOLFDGR  
[O &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [[[L[

9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHYLROHQFLDItVLFDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHROD


1HJOLJHQFLDLQIDQWLOVRVSHFKDGD  
SDUHMD
 7;$ +DOOD]JRLQLFLDO
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHYLROHQFLDItVLFDKDFLDHOFyQ\XJHROD
 7;' +DOOD]JRXOWHULRU SDUHMD
2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQODQHJOLJHQFLDLQIDQWLO  
9LROHQFLDVH[XDOSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHQHJOLJHQFLDLQIDQWLOSDUHQWDO
9LROHQFLDVH[XDOSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDFRQILUPDGD  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHQHJOLJHQFLDLQIDQWLOQRSDUHQWDO
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHQHJOLJHQFLDLQIDQWLO
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHQHJOLJHQFLDLQIDQWLOSDUHQWDO
9LROHQFLDVH[XDOSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDVRVSHFKDGD  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHQHJOLJHQFLDLQIDQWLOQRSDUHQWDO
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
0DOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLO    7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
0DOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLOFRQILUPDGR   2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQODYLROHQFLDVH[XDOSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
 7;$ +DOOD]JRLQLFLDO 9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHYLROHQFLDVH[XDOSRUSDUWHGHO
 7;' +DOOD]JRXOWHULRU FyQ\XJHRODSDUHMD
0DOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLOVRVSHFKDGR   9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHYLROHQFLDVH[XDOSRUSDUWHGHOFyQ\XJH
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO R ODSDUHMD
 7;' +DOOD]JRXOWHULRU 9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHYLROHQFLDVH[XDOSRUSDUWHGHOFyQ\XJH
FyQ\XJHRODSDUHMD
2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQHOPDOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLO  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHPDOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLOSRU 1HJOLJHQFLDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
SDUWHGHORVSDGUHV 1HJOLJHQFLDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDFRQILUPDGD  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHPDOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLOQR
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
SDUHQWDO
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHPDOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLO
1HJOLJHQFLDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDVRVSHFKDGD  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHPDOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLOSDUHQWDO
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHPDOWUDWRSVLFROyJLFRLQIDQWLOQR
SDUHQWDO  7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQODQHJOLJHQFLDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
0DOWUDWRGHODGXOWR\SUREOHPDVGHQHJOLJHQFLD  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHQHJOLJHQFLDSRUSDUWHGHOFyQ\XJH
9LROHQFLDItVLFDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD   R ODSDUHMD
9LROHQFLDItVLFDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDFRQILUPDGD   9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHQHJOLJHQFLDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHROD
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO SDUHMD
 7;' +DOOD]JRXOWHULRU 9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHQHJOLJHQFLDSRUSDUWHGHOFyQ\XJH
R ODSDUHMD
9LROHQFLDItVLFDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDVRVSHFKDGD  
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO 0DOWUDWRSVLFROyJLFRSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
 7;' +DOOD]JRXOWHULRU 0DOWUDWRSVLFROyJLFRSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDFRQILUPDGR  

2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQODYLROHQFLDItVLFDSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD    7;$  +DOOD]JRLQLFLDO


9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHYLROHQFLDItVLFDSRUSDUWHGHO  7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
FyQ\XJHRODSDUHMD
[OLL &ODVLILFDFLyQGHO'60
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [OL

0DOWUDWRSVLFROyJLFRSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMDVRVSHFKDGR   3UREOHPDVHGXFDWLYRV\ODERUDOHV  

 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO 3UREOHPDVHGXFDWLYRV  


 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
9 =  3UREOHPDDFDGpPLFRRHGXFDWLYR  
2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQHOPDOWUDWRSVLFROyJLFRSRUSDUWHGHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
3UREOHPDVODERUDOHV  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHPDOWUDWRSVLFROyJLFRSRUSDUWHGHO
FyQ\XJHRODSDUHMD 9 =  3UREOHPDUHODFLRQDGRFRQHOHVWDGRDFWXDOGHGHVSOLHJXHPLOLWDU  
9 =  +LVWRULDSHUVRQDO DQWHFHGHQWHV GHPDOWUDWRSVLFROyJLFRSRUSDUWHGHO 9 =  2WURSUREOHPDUHODFLRQDGRFRQHOHPSOHR  
FyQ\XJHRODSDUHMD
3UREOHPDVGHYLYLHQGD\HFRQyPLFRV  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHPDOWUDWRSVLFROyJLFRSRUSDUWHGHO
FyQ\XJHRODSDUHMD 3UREOHPDVGHYLYLHQGD  

9 =  3HUVRQDVVLQKRJDU  


0DOWUDWRGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
0DOWUDWRItVLFRGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJHRODSDUHMDFRQILUPDGR   9 =  $ORMDPLHQWRLQDGHFXDGR  
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO 9 =  'LVFRUGLDFRQXQYHFLQRLQTXLOLQRRDUUHQGDGRU  
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
9 =  3UREOHPDUHODFLRQDGRFRQODYLGDHQXQDUHVLGHQFLDLQVWLWXFLRQDO  
0DOWUDWRItVLFRGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJHRODSDUHMDVRVSHFKDGR  
3UREOHPDVHFRQyPLFRV  
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
9 =  )DOWDGHDOLPHQWRVDGHFXDGRVRGHDJXDSRWDEOH  
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU
9 =  3REUH]DH[WUHPD  
$EXVRVH[XDOGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJHRODSDUHMDFRQILUPDGR  
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO 9 =  ,QJUHVRVEDMRV  

 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU 9 =  6HJXURVRFLDORDVLVWHQFLDS~EOLFDLQVXILFLHQWH  


$EXVRVH[XDOGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJHRODSDUHMDVRVSHFKDGR   9 =  3UREOHPDGHYLYLHQGDRHFRQyPLFRQRHVSHFLILFDGR  
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO 2WURVSUREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQHOHQWRUQRVRFLDO  
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU 9 =  3UREOHPDGHIDVHGHODYLGD  
0DOWUDWRSVLFROyJLFRGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJHRODSDUHMDFRQILUPD 9 =  3UREOHPDUHODFLRQDGRFRQYLYLUVROR  
GR  
9 =  'LILFXOWDGGHDFXOWXUDFLyQ  
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU 9 =  ([FOXVLyQRUHFKD]RVRFLDO  

0DOWUDWRSVLFROyJLFRGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJHRODSDUHMDVRVSH 9 =  %ODQFR SHUFLELGR GHGLVFULPLQDFLyQDGYHUVDRSHUVHFXFLyQ  


FKDGR   9 =  3UREOHPDUHODFLRQDGRFRQHOHQWRUQRVRFLDOQRHVSHFLILFDGR  
 7;$  +DOOD]JRLQLFLDO
3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQGHOLQFXHQFLDRLQWHUDFFLyQ
 7;'  +DOOD]JRXOWHULRU FRQHOVLVWHPDOHJDO  
2WUDVFLUFXQVWDQFLDVUHODFLRQDGDVFRQHOPDOWUDWRRDEXVRGHODGXOWRSRUSDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWD 9 =  9tFWLPDGHGHOLQFXHQFLD  
GHOFyQ\XJHRODSDUHMD  
9 =  6HQWHQFLDFLYLORSHQDOVLQHQFDUFHODPLHQWR  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDODYtFWLPDGHPDOWUDWRRDEXVRGHODGXOWRSRU
SDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJH 9 =  (QFDUFHODPLHQWRXRWUDUHFOXVLyQ  
9 =  9LVLWDGHVDOXGPHQWDOSDUDHODXWRUGHPDOWUDWRRDEXVRGHODGXOWRSRU 9 =  3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQODH[FDUFHODFLyQ  
SDUWHGHXQDSHUVRQDGLVWLQWDGHOFyQ\XJH
9 =  3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQRWUDVFLUFXQVWDQFLDVOHJDOHV  
&ODVLILFDFLyQGHO'60 [OLLL

2WURVHQFXHQWURVFRQORVVHUYLFLRVVDQLWDULRVSDUDDVHVRUDPLHQWR
\FRQVHMRPpGLFR  
9 =  $VHVRUDPLHQWRVH[XDO  
9 =  2WURDVHVRUDPLHQWRRFRQVXOWD  
3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQRWUDVFLUFXQVWDQFLDVSVLFRVRFLDOHV
SHUVRQDOHVRDPELHQWDOHV  
9 =  3UREOHPDUHOLJLRVRRHVSLULWXDO  
9 =  3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQHPEDUD]RQRGHVHDGR  
9 =  3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQPXOWLSDULGDG  
9 =  'LVFRUGLDFRQHOSURYHHGRUGHVHUYLFLRVVRFLDOHVLQFOXLGRSHULWRJHVWRU
GHFDVRVRDVLVWHQWHVRFLDO  
9 =  9tFWLPDGHWHUURULVPRRWRUWXUD  

9 =  ([SRVLFLyQDFDWiVWURIHJXHUUDXRWUDVKRVWLOLGDGHV  

9 =  2WURSUREOHPDUHODFLRQDGRFRQFLUFXQVWDQFLDVSVLFRVRFLDOHV  


9 =  3UREOHPDQRHVSHFLILFDGRUHODFLRQDGRFRQFLUFXQVWDQFLDVSVLFRVRFLDOHV
QRHVSHFLILFDGDV  
2WUDVFLUFXQVWDQFLDVGHODKLVWRULDSHUVRQDO  
9 =  2WUDKLVWRULDSHUVRQDOGHWUDXPDSVLFROyJLFR  

9 =  +LVWRULDSHUVRQDOGHDXWROHVLyQ  


9 =  +LVWRULDSHUVRQDOGHGHVSOLHJXHPLOLWDU  
9 =  2WURVIDFWRUHVGHULHVJRSHUVRQDO  
9 =  3UREOHPDUHODFLRQDGRFRQHOHVWLORGHYLGD  
9 = &RPSRUWDPLHQWRDQWLVRFLDOGHODGXOWR  

9 = &RPSRUWDPLHQWRDQWLVRFLDOLQIDQWLORDGROHVFHQWH  

3UREOHPDVUHODFLRQDGRVFRQHODFFHVRDODDVLVWHQFLDPpGLFD
\RWUDDVLVWHQFLDVDQLWDULD  

9 =  1RGLVSRQLELOLGDGRDFFHVRDFHQWURVGHDVLVWHQFLDVDQLWDULD  


9 =  1RGLVSRQLELOLGDGRDFFHVRDRWURVFHQWURVGHD\XGD  

,QFXPSOLPLHQWRGHWUDWDPLHQWRPpGLFR  

9 =  ,QFXPSOLPLHQWRGHWUDWDPLHQWRPpGLFR  


 (  6REUHSHVRXREHVLGDG  
9 =  6LPXODFLyQ  
9 =  9DJDEXQGHRDVRFLDGRDXQWUDVWRUQRPHQWDO  
9 5  )XQFLRQDPLHQWRLQWHOHFWXDOOtPLWH  
[OYL 3UHIDFLR

‡ 5HSUHVHQWDFLyQGHDVSHFWRVGHOGHVDUUROORUHODFLRQDGRVFRQHOGLDJQyVWLFR(OFDPELRHQODRUJD
QL]DFLyQGHORVFDStWXORVUHIOHMDPHMRUORVDVSHFWRVGHOGHVDUUROORVLWXiQGRVHORVWUDVWRUQRVTXHVH
GLDJQRVWLFDQFRQPiVIUHFXHQFLDHQQLxRV SHMORVWUDVWRUQRVGHOQHXURGHVDUUROOR DOFRPLHQ]R

3UHIDFLR
GHOPDQXDO\ORVWUDVWRUQRVPiVDSOLFDEOHVDORVDGXOWRVPD\RUHV SHMORVWUDVWRUQRVQHXURFRJ
QLWLYRV DOILQDOGHOPLVPR$GHPiVGHQWURGHOWH[WRORVHStJUDIHVGHGLFDGRVDOGHVDUUROOR\DO
FXUVRGHVFULEHQFyPRSXHGHYDULDUODSUHVHQWDFLyQGHOWUDVWRUQRDORODUJRGHODYLGD7DPELpQVH
LQFOX\HQHQHOWH[WRORVIDFWRUHVUHODFLRQDGRVFRQODHGDGTXHVRQHVSHFtILFRVGHFDGDWUDVWRUQR
SHMODVGLIHUHQWHVSUHVHQWDFLRQHVVLQWRPiWLFDV\SUHYDOHQFLDVHQGHWHUPLQDGRVJUXSRVGHHGDG 
(O0DQXDO'LDJQyVWLFR \(VWDGtVWLFRGHORV7UDVWRUQRV0HQWDOHV '60 GHOD$VRFLDFLyQ$PHUL 3DUDGDUOHVPD\RUpQIDVLVHVWRVIDFWRUHVUHODFLRQDGRVFRQODHGDGVHKDQDxDGLGRDORVFULWHULRV
GLDJQyVWLFRVFXDQGRSURFHGH SHMHQHOFRQMXQWRGHFULWHULRVGHOWUDVWRUQRGHLQVRPQLR\HO
FDQDGH3VLTXLDWUtDHVXQDFODVLILFDFLyQGHWUDVWRUQRVPHQWDOHVFRQFULWHULRVDVRFLDGRVTXHVHGLVHxy
WUDVWRUQRGHHVWUpVSRVWUDXPiWLFRDOJXQRVFULWHULRVHVSHFtILFRVGHVFULEHQODSUHVHQWDFLyQGHORV
SDUDIDFLOLWDUXQGLDJQyVWLFRPiVILDEOHGHHVWRVWUDVWRUQRV&RQODVHGLFLRQHVVXFHVLYDVHQORV~OWLPRV
VtQWRPDVHQORVQLxRV 'HODPLVPDPDQHUDORVDVSHFWRVUHODFLRQDGRVFRQHOJpQHUR\ODFXOWXUD
DxRVVHKDFRQYHUWLGRHQXQDUHIHUHQFLDKDELWXDOSDUDODSUiFWLFDFOtQLFDHQHOFDPSRGHODVDOXG VHKDQLQWHJUDGRHQORVWUDVWRUQRVFRUUHVSRQGLHQWHV
PHQWDO<DTXHQRHVSRVLEOHXQDGHVFULSFLyQFRPSOHWDGHORVSURFHVRVSDWROyJLFRVVXE\DFHQWHVHQOD ‡ ,QWHJUDFLyQGHORVKDOOD]JRVFLHQWtILFRVPiVUHFLHQWHVGHODLQYHVWLJDFLyQJHQpWLFD\GHWpFQLFDV
PD\RUSDUWHGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVHVLPSRUWDQWHGHVWDFDUTXHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVDFWXDOHV GHQHXURLPDJHQ/DLQYHVWLJDFLyQUHFLHQWHHQODVQHXURFLHQFLDV\ODVQXHYDVDVRFLDFLRQHVJHQpWL
VRQODPHMRUGHVFULSFLyQTXHH[LVWHVREUHFyPRVHSUHVHQWDQORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV\FyPRSXHGHQ FDVHQWUHGLVWLQWRVJUXSRVGLDJQyVWLFRVKDQHVWDGRSUHVHQWHVHQODHVWUXFWXUDUHYLVDGDGHORVFDSt
ORVFOtQLFRVUHFRQRFHUORV(O'60SUHWHQGHVHUYLUGHJXtDSUiFWLFDIXQFLRQDO\IOH[LEOHSDUDRUJDQL]DU WXORV(QHOWH[WRVHUHVDOWDQORVIDFWRUHVGHULHVJRJHQpWLFRV\ILVLROyJLFRVORVLQGLFDGRUHVSURQyV
ODLQIRUPDFLyQTXHSXHGDD\XGDUHQHOGLDJQyVWLFRSUHFLVR\HOWUDWDPLHQWRGHORVWUDVWRUQRVPHQWD WLFRV\DOJXQRVSUHVXQWRVPDUFDGRUHVGLDJQyVWLFRV(VWDHVWUXFWXUDQXHYDGHEHUtDPHMRUDUOD
OHV(VXQLQVWUXPHQWRSDUDORVFOtQLFRVXQDIXHQWHHGXFDWLYDIXQGDPHQWDOSDUDORVHVWXGLDQWHV\XQD FDSDFLGDGGHORVFOtQLFRVSDUDLGHQWLILFDUGLDJQyVWLFRVHQXQHVSHFWURGHWUDVWRUQRVEDVDGRHQXQD
UHIHUHQFLDSDUDORVLQYHVWLJDGRUHVHQHVWHFDPSR QHXURFLUFXLWHUtDXQDYXOQHUDELOLGDGJHQpWLFD\XQDH[SRVLFLyQDPELHQWDOFRPXQHV
$XQTXHHVWDHGLFLyQGHO'60VHGLVHxyHQSULPHUOXJDU\DQWHWRGRFRPRJXtD~WLOSDUDODSUiFWLFD ‡ &RQVROLGDFLyQGHOWUDVWRUQRDXWLVWDGHOWUDVWRUQRGH$VSHUJHU\GHOWUDVWRUQRJHQHUDOL]DGRGHOGHVD
FOtQLFDDOVHUXQDQRPHQFODWXUDRILFLDOSXHGHVHUDSOLFDEOHHQXQDJUDQYDULHGDGGHFRQWH[WRV(O'60 UUROORGHQWURGHOWUDVWRUQRGHOHVSHFWURDXWLVWD/RVVtQWRPDVGHHVWRVWUDVWRUQRVUHSUHVHQWDQXQ~QLFR
ORKDQXWLOL]DGRFOtQLFRVHLQYHVWLJDGRUHVGHRULHQWDFLRQHVGLIHUHQWHV ELROyJLFDSVLFRGLQiPLFDFRJ FRQWLQXRGHDOWHUDFLRQHVGHOHYHVDJUDYHVHQORVGRVGRPLQLRVGHFRPXQLFDFLyQVRFLDO\GHFRQGXFWDV
QLWLYDFRQGXFWXDOLQWHUSHUVRQDOIDPLOLDUVLVWpPLFD TXHSURFXUDQXWLOL]DUXQOHQJXDMHFRP~QSDUD RLQWHUHVHVUHVWULQJLGRV\UHSHWLGRVPiVTXHWUDVWRUQRVGLIHUHQWHV6HKDUHDOL]DGRHVWHFDPELRSDUD
FRPXQLFDUODVFDUDFWHUtVWLFDVIXQGDPHQWDOHVGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVGHVXVSDFLHQWHV/DLQIRUPD PHMRUDUODVHQVLELOLGDG\HVSHFLILFLGDGGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVGHOWUDVWRUQRGHOHVSHFWURDXWLVWD\
FLyQHVYDOLRVDSDUDWRGRVORVSURIHVLRQDOHVUHODFLRQDGRVFRQORVGLVWLQWRVDVSHFWRVGHODDWHQFLyQGH SDUDLGHQWLILFDUGLDQDVWHUDSpXWLFDVPiVHVSHFtILFDVHQODVDOWHUDFLRQHV\DGHWHFWDGDV
VDOXGPHQWDOFRPRSVLTXLDWUDVRWURVPpGLFRVSVLFyORJRVWUDEDMDGRUHVVRFLDOHVHQIHUPHURVFRQVH ‡ &ODVLILFDFLyQSHUIHFFLRQDGDGHORVWUDVWRUQRVELSRODUHV\GHSUHVLYRV/RVWUDVWRUQRVELSRODUHV\
MHURVHVSHFLDOLVWDVIRUHQVHV\OHJDOHVWHUDSHXWDVRFXSDFLRQDOHV\UHKDELOLWDGRUHV\RWURVSURIHVLRQD GHSUHVLYRVVRQORVGLDJQRVWLFDGRVFRQPiVIUHFXHQFLDHQSVLTXLDWUtD3RUWDQWRHUDLPSRUWDQWH
OHVGHODVDOXG/RVFULWHULRVVRQFRQFLVRV\H[SOtFLWRV\SUHWHQGHQIDFLOLWDUXQDHYDOXDFLyQREMHWLYDGH SHUIHFFLRQDUODSUHVHQWDFLyQGHHVWRVWUDVWRUQRVSDUDPHMRUDUVXXVRWDQWRFOtQLFRFRPRGRFHQWH
ODSUHVHQWDFLyQGHORVVtQWRPDVHQORVGLIHUHQWHViPELWRVFOtQLFRV³XQLGDGHVGHKRVSLWDOL]DFLyQFRQ (QOXJDUGHVHSDUDUODGHILQLFLyQGHORVHSLVRGLRVPDQtDFRVKLSRPDQtDFRV\GHGHSUHVLyQPD\RU
VXOWDVDPEXODWRULDVKRVSLWDOL]DFLyQSDUFLDOLQWHUFRQVXOWDVFOtQLFDVSUiFWLFDSULYDGD\DWHQFLyQSUL GHODGHILQLFLyQGHWUDVWRUQRELSRODU,GHWUDVWRUQRELSRODU,,\GHWUDVWRUQRGHSUHVLYRPD\RU
PDULD³\HQORVHVWXGLRVHSLGHPLROyJLFRVGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVHQODSREODFLyQJHQHUDO(O'60 FRPRVXFHGtDHQODHGLFLyQDQWHULRUKHPRVLQFOXLGRWRGRVORVFRPSRQHQWHVHQORVFULWHULRVUHVSHF
HVDGHPiVXQDKHUUDPLHQWDSDUDODUHFRJLGD\ODFRPXQLFDFLyQGHHVWDGtVWLFDVSUHFLVDVGHVDOXG WLYRVGHFDGDWUDVWRUQR(VWHHQIRTXHIDFLOLWDUiHOGLDJQyVWLFR\HOWUDWDPLHQWRGHHVWRVLPSRUWDQWHV
S~EOLFDVREUHODVWDVDVGHPRUELOLGDG\PRUWDOLGDGGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV)LQDOPHQWHORVFULWH FXDGURV'HLJXDOPDQHUDODVQRWDVH[SOLFDWLYDVSDUDGLIHUHQFLDUHOGXHORGHOWUDVWRUQRGHSUHVLYR
ULRV\HOWH[WRFRUUHVSRQGLHQWHVLUYHQGHPDQXDODORVHVWXGLDQWHVTXHVHLQLFLDQHQVXSURIHVLyQ\TXH PD\RUFRQVWLWX\HQXQDJXtDFOtQLFDPiVFRPSOHWDTXHODDQWHULRUTXHVyORFRQWDEDFRQXQVLPSOH
QHFHVLWDQXQPpWRGRHVWUXFWXUDGRSDUDHQWHQGHU\GLDJQRVWLFDUORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV\DORVSUR FULWHULRGHH[FOXVLyQGHOGXHOR/RVHVSHFLILFDGRUHVQXHYRVFRQDQVLHGDG\FRQUDVJRVPL[WRV
IHVLRQDOHVH[SHUWRVTXHVHHQFXHQWUDQSRUSULPHUDYH]FRQWUDVWRUQRVUDURV$IRUWXQDGDPHQWHWRGRV VHGHVFULEHQDKRUDSRUFRPSOHWRHQHOWH[WRTXHH[SOLFDODVYDULDFLRQHVGHHVSHFLILFDGRUHVTXH
HVWRVXVRVVRQPXWXDPHQWHFRPSDWLEOHV DFRPSDxDDORVFULWHULRVGHHVWRVWUDVWRUQRV
7RGDVHVWDVQHFHVLGDGHVHLQWHUHVHVGLYHUVRVVHWXYLHURQHQFXHQWDDOSODQLILFDUHO'60/DFOD
‡ 5HHVWUXFWXUDFLyQGHORVWUDVWRUQRVSRUFRQVXPRGHVXVWDQFLDVSRUPRWLYRVGHFRKHUHQFLD\
VLILFDFLyQGHHQIHUPHGDGHVHVWiFRRUGLQDGDFRQOD&ODVLILFDFLyQ,QWHUQDFLRQDOGH(QIHUPHGDGHV &,( GH
FODULGDG/DVFDWHJRUtDVGHDEXVRGHVXVWDQFLDV\GHSHQGHQFLDGHVXVWDQFLDVVHKDQHOLPLQDGR\
OD2UJDQL]DFLyQ0XQGLDOGHOD6DOXGHOVLVWHPDGHFRGLILFDFLyQRILFLDOTXHVHXWLOL]DHQ(VWDGRV8QL
VHKDQVXVWLWXLGRSRUXQDFDWHJRUtDJOREDOQXHYDGHWUDVWRUQRVSRUFRQVXPRGHVXVWDQFLDV TXH
GRVGHIRUPDTXHORVFULWHULRVGHO'60GHILQHQWUDVWRUQRVTXHVHLGHQWLILFDQFRQORVQRPEUHV\
GDQGRHOWUDVWRUQRHVSHFtILFRGHILQLGRSRUHOXVRHVSHFtILFRGHXQDVXVWDQFLDFRQFUHWD /DGHSHQ
FyGLJRVGLDJQyVWLFRVGHOD&7((QHO'60WDQWRORVFyGLJRVGHOD&,(0&FRPRORVGHOD&,(
GHQFLDVHKDFRQIXQGLGRFRQIDFLOLGDGFRQHOWpUPLQRDGLFFLyQFXDQGRGHKHFKRODWROHUDQFLD
0& ODDGRSFLyQGHHVWD~OWLPDHVWiSURJUDPDGDSDUDRFWXEUHGH VHDxDGHQDORVWUDVWRUQRV
\ODDEVWLQHQFLDTXHGHILQtDQSUHYLDPHQWHODGHSHQGHQFLDVRQUHVSXHVWDVPX\QRUPDOHVDODV
LPSRUWDQWHVHQODFODVLILFDFLyQ
PHGLFDFLRQHVTXHDIHFWDQDOVLVWHPDQHUYLRVRFHQWUDO\QRLQGLFDQQHFHVDULDPHQWHODSUHVHQFLDGH
$XQTXHHO'60FRQWLQ~DVLHQGRXQDFODVLILFDFLyQFDWHJyULFDGHORVGLVWLQWRVWUDVWRUQRVUHFRQR
XQDDGLFFLyQ$OUHYLVDU\FODULILFDUHVWRVFULWHULRVHQHO'60HVSHUDPRVPHMRUDUDOJXQRVPDO
FHPRVTXHODVGROHQFLDVPHQWDOHVQRVLHPSUHHQFDMDQWRWDOPHQWHGHQWURGHORVOtPLWHVGHGHWHUPLQDGR
WUDVWRUQR$OJXQRVGRPLQLRVGHVtQWRPDVFRPRODGHSUHVLyQ\ODDQVLHGDGDSDUHFHQHQP~OWLSOHV HQWHQGLGRVJHQHUDOL]DGRVVREUHHVWRVDVSHFWRV
FDWHJRUtDVGLDJQyVWLFDV\SRGUtDQUHIOHMDUXQDYXOQHUDELOLGDGFRP~QTXHVXE\DFHUtDHQXQPD\RU ‡ 0HMRUDGHODHVSHFLILFLGDGGHORVWUDVWRUQRVQHXURFRJQLWLYRVPD\RU\OHYH'DGDODH[SORVLyQGH
JUXSRGHWUDVWRUQRV&RPRUHFRQRFLPLHQWRGHHVWDUHDOLGDGORVWUDVWRUQRVTXHVHLQFOX\HQHQHO ODVQHXURFLHQFLDVODQHXURSDWRORJtD\ODVQHXURLPiJHQHVHQORV~OWLPRVDxRVHUDQHFHVDULR
'60VHKDQUHRUGHQDGRFRQXQDHVWUXFWXUDRUJDQL]DWLYDUHYLVDGDFRQHOILQGHHVWLPXODUQXHYDV WUDQVPLWLUHOHVWDGRDFWXDOGHODFXHVWLyQHQHOGLDJQyVWLFRGHFLHUWRVWLSRVGHWUDVWRUQRVOODPDGRV
SUHYLDPHQWHGHPHQFLDVRHQIHUPHGDGHVRUJiQLFDVFHUHEUDOHV/RVPDUFDGRUHVELROyJLFRVGHORV
SHUVSHFWLYDVFOtQLFDV(VWDHVWUXFWXUDQXHYDVHFRUUHVSRQGHFRQODRUJDQL]DFLyQGHORVWUDVWRUQRVTXH
WUDVWRUQRVFHUHEUDOHVYDVFXODU\WUDXPiWLFRLGHQWLILFDGRVFRQWpFQLFDVGHQHXURLPDJHQ\ORV
HPSOHDUiOD&,(FX\DSXEOLFDFLyQHVWiSUHYLVWDSDUD6HKDQLQWURGXFLGRRWUDVPHMRUDVSDUD
IDFLOLWDUVXXVRHQGLVWLQWRVFRQWH[WRV KDOOD]JRVHVSHFtILFRVGHODJHQpWLFDPROHFXODUHQODVYDULDQWHVUDUDVGHODHQIHUPHGDGGH$O]KHL

[OY
[OYLL [OYLLL 3UHIDFLR
3UHIDFLR
WRUHVGHO&RPLWpFLHQWtILFRGHUHYLVLyQ-RKQ60F,QW\UH0'\-RHO<DJHU0'FRGLUHFWRUHVGHO
PHU\HQODHQIHUPHGDGGH+XQWLQJWRQKDQKHFKRDYDQ]DUHQRUPHPHQWHHOGLDJQyVWLFRFOtQLFR
&RPLWpFOtQLFR\GHVDOXGS~EOLFD\*OHQQ0DUWLQ0'GLUHFWRUGHOSURFHVRGHUHYLVLyQGHOD$VDP
VHSDUiQGRVHDKRUDHVWRV\RWURVWUDVWRUQRVHQVXEWLSRVHVSHFtILFRV
EOHDGHOD$3$$JUDGHFHPRVHVSHFLDOPHQWHD+HOHQD&.UDHPHU3K'VXH[SHUWRDVHVRUDPLHQWR
‡ 7UDQVLFLyQHQODFRQFHSWXDOL]DFLyQGHORVWUDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG$XQTXHHQHGLFLRQHV HVWDGtVWLFRD0LFKDHO%)LUVW0'VXYDOLRVDFRQWULEXFLyQDODFRGLILFDFLyQ\UHYLVLyQGHORVFULWHULRV
DQWHULRUHVVHLGHQWLILFDURQORVEHQHILFLRVGHXQHQIRTXHPiVGLPHQVLRQDOHQORVWUDVWRUQRVGHOD \D3DXO6$SSHOEDXP0'VXVFRPHQWDULRVVREUHORVDVSHFWRVIRUHQVHV0DULD1:DUG0(G
SHUVRQDOLGDGODWUDQVLFLyQGHVGHXQVLVWHPDGLDJQyVWLFRFDWHJyULFRGHWUDVWRUQRVLQGLYLGXDOHVD 5+,7&&63WDPELpQKDD\XGDGRDYHULILFDUODFRGLILFDFLyQGHOD&,((OJUXSR6XPPLWFRPSXHVWR
XQREDVDGRHQODGLVWULEXFLyQUHODWLYDGHORVUDVJRVGHSHUVRQDOLGDGQRVHKDDFHSWDGRDPSOLD SRUHVWRVFRQVHMHURVORVGLUHFWRUHVGHWRGRVORVJUXSRVGHUHYLVLyQORVGLUHFWRUHVGHOJUXSRGHWUDEDMR
PHQWH(QHO'60ORVWUDVWRUQRVFDWHJyULFRVGHODSHUVRQDOLGDGSUiFWLFDPHQWHQRVHKDQPRGL \ORVGLUHFWLYRVGHOD$3$GLULJLGRVSRU'LOLS9-HVWH0'KDQDSRUWDGRVXOLGHUD]JR\YLVLyQSDUD
ILFDGRUHVSHFWRDODHGLFLyQDQWHULRU6LQHPEDUJRVHKDSURSXHVWRXQPRGHORKtEULGRDOWHUQD DOFDQ]DUDFXHUGRV\FRQVHQVRV(VWHQLYHOGHFRPSURPLVRKDFRQWULEXLGRDOHTXLOLEULR\ODREMHWLYLGDG
WLYRHQOD6HFFLyQ,,,SDUDJXLDUODLQYHVWLJDFLyQIXWXUDTXHVHSDUDODHYDOXDFLyQGHOIXQFLRQDPLHQWR TXHFUHHPRVTXHVRQGLVWLQWLYRVGHO'604XHUHPRVUHFRQRFHUHVSHFLDOPHQWHDOH[FHOHQWHSHUVRQDO
LQWHUSHUVRQDO\ODH[SUHVLyQGHORVUDVJRVSDWROyJLFRVGHODSHUVRQDOLGDGHQVHLVWUDVWRUQRVHVSH GHOD'LYLVLyQGHLQYHVWLJDFLyQGHOD$3$ LGHQWLILFDGRVHQHOJUXSRGHWUDEDMRGHO'60\HQORV
FtILFRV7DPELpQVHSURSRQHXQSHUILOPiVGLPHQVLRQDOGHODH[SUHVLyQGHORVUDVJRVGHSHUVRQD JUXSRVGHWUDEDMRHQXPHUDGRVDOFRPLHQ]RGHHVWHPDQXDO TXHKDQFRODERUDGRGHQRGDGDPHQWHFRQ
OLGDGHVGHFLUXQSODQWHDPLHQWRHQIRFDGRKDFLDFDGDXQRGHHOORV HOJUXSRGHWUDEDMRGHO'60\FRQORVJUXSRVGHWUDEDMRDVHVRUHV\UHYLVRUHVSDUDVROXFLRQDUSUR
‡ 6HFFLyQ,,,QXHYRVWUDVWRUQRV\FDUDFWHUtVWLFDV6HKDDxDGLGRXQDQXHYDVHFFLyQ 6HFFLyQ,,,  EOHPDVVHUYLUGHSXHQWHHQWUHORVJUXSRVGLULJLU\JHVWLRQDUORVHVWXGLRVGHFDPSRWDQWRDFDGpPLFRV
SDUDUHVDOWDUORVWUDVWRUQRVTXHUHTXLHUHQPiVHVWXGLR\QRHVWiQOREDVWDQWHGHILQLGRVFRPRSDUD FRPRFOtQLFRV\GHMDUFRQVWDQFLDGHODVGHFLVLRQHVWRPDGDVHQHVWHLPSRUWDQWHSURFHVR(QSDUWLFXODU
IRUPDUSDUWHGHODFODVLILFDFLyQRILFLDOGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVHQHOXVRFOtQLFRKDELWXDO7DP DJUDGHFHPRVHODSR\R\ODJXtDGH-DPHV+6FXOO\-U0''LUHFWRUPpGLFR\'LUHFWRUHMHFXWLYRGH
ELpQVHKDQLQFRUSRUDGRPHGLGDVGLPHQVLRQDOHVGHODJUDYHGDGGHORVVtQWRPDVHQGRPLQLRV OD$3$DORODUJRGHORVDxRV\ORVHVIXHU]RVTXHKDGHGLFDGRDOSURFHVRGHGHVDUUROOR)LQDOPHQWH
VLQWRPiWLFRVSDUDSRGHUPHGLUVXVGLVWLQWRVQLYHOHVGHJUDYHGDGHQWRGRVORVJUXSRVGLDJQyVWLFRV DJUDGHFHPRVDOSHUVRQDOHGLWRULDO\GHSURGXFFLyQGHOD$PHULFDQ3V\FKLDWULF3XEOLVKLQJ HVSHFtIL
$VLPLVPRVHKDLQFOXLGRHO&XHVWLRQDULRSDUDODHYDOXDFLyQGHODGLVFDSDFLGDGGHOD2UJDQL]DFLyQ FDPHQWHD5HEHFFD5LQHKDUWHGLWRUD-RKQ0F'XIILHGLUHFWRUHGLWRULDO$QQ(QJHGLWRUVpQLRU*UHJ
0XQGLDOGHOD6DOXG :+2'$6 XQPpWRGRKDELWXDOSDUDHYDOXDUORVQLYHOHVGHGLVFDSDFLGDG .XQ\MHIHGHUHGDFFLyQ\7DPP\&RUGRYDGLUHFWRUGHGLVHxRJUiILFR VXJXtDSDUDUHXQLUORWRGR\
JOREDOHQORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVTXHVHEDVDHQOD&ODVLILFDFLyQLQWHUQDFLRQDOGHOIXQFLRQDPLHQWR FUHDUHOSURGXFWRILQDO(VODFXOPLQDFLyQGHORVHVIXHU]RVGHPXFKDVSHUVRQDVFRQWDOHQWRTXHKDQ
GHODGLVFDSDFLGDG\GHODVDOXG &,) \TXHHVDSOLFDEOHHQWRGDODPHGLFLQDHQVXVWLWXFLyQGHOD GHGLFDGRVXWLHPSRH[SHULHQFLD\SDVLyQORTXHKDKHFKRHO'60SRVLEOH
(VFDODGHHYDOXDFLyQJOREDOGHOIXQFLRQDPLHQWRTXHHVPiVOLPLWDGD(VSHUDPRVTXHFRQHO
WLHPSR\VHJ~QVHYD\DQDSOLFDQGRHVWDVPHGLGDVDSRUWDUiQXQDPD\RUSUHFLVLyQ\IOH[LELOLGDG 'DYLG-.XSIHU0'
DODGHVFULSFLyQFOtQLFDGHODVSUHVHQWDFLRQHVVLQWRPiWLFDV\ODGLVFDSDFtGDGDVRFLDGDGXUDQWHOD 'LUHFWRUGHO&RPLWp(ODERUDGRUGHO'60
HYDOXDFLyQGLDJQyVWLFD
‡ 0HMRUDVHQHOPDWHULDOGHDFFHVR 0LQH(O'60RIUHFHLQIRUPDFLyQVXSOHPHQWDULDRIIOLQH6H 'DUUHO$5HJLHU0'03+
SXHGHDFFHGHUHQODUHGDRWUDVPHGLGDVWUDQVYHUVDOHV\GHODJUDYHGDGGLDJQyVWLFD ZZZSV\ 9LFHGLUHFWRUGHO&RPLWp(ODERUDGRUGHO'60
FKLDWU\RUJGVP HQUHODFLyQFRQDOJXQRVWUDVWRUQRVLPSRUWDQWHV$GHPiVOD(QWUHYLVWDGHIRU GHGLFLHPEUHGH
PXODFLyQFXOWXUDOOD(QWUHYLVWDGHIRUPXODFLyQFXOWXUDOYHUVLyQSDUDHOLQIRUPDGRU\ORVPyGXORV
VXSOHPHQWDULRVGHODHQWUHYLVWDGHIRUPXODFLyQFXOWXUDOWDPELpQSXHGHQFRQVXOWDUVHRQOLQHHQ
ZZZPHGLFDSDQDPHULFDQDFRPGVP

(VWDVLQQRYDFLRQHVKDQVLGRGLVHxDGDVSRUH[SHUWRVPXQGLDOHVHQORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV\VHKDQ
DSOLFDGRWHQLHQGRHQFXHQWDODVUHYLVLRQHVGHH[SHUWRVORVFRPHQWDULRVGHOS~EOLFR\HODQiOLVLVGH
SURIHVLRQDOHVLQGHSHQGLHQWHV/RVJUXSRVGHWUDEDMREDMRODGLUHFFLyQGHOFRPLWpHODERUDGRUGHO
'60\HQFRODERUDFLyQFRQRWURVHTXLSRVGHUHYLVRUHV\ILQDOPHQWHHOFRQVHMRGHDGPLQLVWUDFLyQ
GHOD$3$UHSUHVHQWDQHOFRQRFLPLHQWRH[SHUWRGHODHVSHFLDOLGDGDHVFDODPXQGLDO(VWHWUDEDMRKD
VLGRUHVSDOGDGRSRUXQJUDQFXHUSRGHDVHVRUHV\SRUORVSURIHVLRQDOHVGHOD'LYLVLyQGHLQYHVWLJD
FLyQGHOD$3$ORVQRPEUHVGHWRGDVODVSHUVRQDVLPSOLFDGDVVRQGHPDVLDGRVFRPRSDUDSRGHU
PHQFLRQDUORVDTXtSHURVHUHFRJHQHQHO$SpQGLFH(VWDPRVHQRUPHPHQWHDJUDGHFLGRVDWRGRVDTXH
OORVTXHKDQGHGLFDGRLQFRQWDEOHVKRUDV\VXLQHVWLPDEOHH[SHULHQFLDDHVWHHVIXHU]RSRUPHMRUDUHO
GLDJQyVWLFRGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV
1RVJXVWDUtDPDQLIHVWDUHVSHFLDOPHQWHQXHVWURUHFRQRFLPLHQWRDORVGLUHFWRUHVFRRUGLQDGRUHVGH
WH[WRV\PLHPEURVGHORVJUXSRVGHWUDEDMRHQXPHUDGRVDOSULQFLSLRGHOPDQXDOTXHKDQGHGLFDGR
PXFKDVKRUDVDHVWHLQWHQWRGHPHMRUDUHOIXQGDPHQWRFLHQWtILFRGHODSUiFWLFDFOtQLFDGXUDQWHXQ
SHUtRGRFRQWLQXDGRGHDxRV6XVDQ.6FKXOW]0'TXHKDVLGRODHGLWRUDGHOWH[WRKDWUDEDMDGR
LQFDQVDEOHPHQWHMXQWRD(PLO\$.XKO3K'HVFULWRUDFLHQWtILFDVpQLRU\MXQWRDOHTXLSRGHHGLFLyQ
GHO'60SDUDFRRUGLQDUORVHVIXHU]RVGHORVJUXSRVGHWUDEDMR\FRQVHJXLUXQUHVXOWDGRILQDOFRKHVL
RQDGR:LOOLDP(1DUURZ0'03+KDGLULJLGRHOJUXSRGHLQYHVWLJDFLyQTXHGHVDUUROOyOD
HVWUDWHJLDGHLQYHVWLJDFLyQJOREDOGHO'60LQFOXLGRVORVWUDEDMRVGHFDPSRTXHKDQFRQWULEXLGRD
LQFUHPHQWDUODVSUXHEDVFLHQWtILFDVHQTXHVHEDVDHVWDUHYLVLyQ$GHPiVTXHUHPRVH[SUHVDUQXHVWUR
DJUDGHFLPLHQWRDWRGRVDTXHOORVTXHKDQGHGLFDGRJUDQSDUWHGHVXWLHPSRDODUHYLVLyQLQGHSHQ
GLHQWHGHORVWH[WRVSURSXHVWRVFRPR.HQQHWK6.HQGOHU0'\5REHUW)UHHGPDQ0'FRGLUHF
6(&&,Ï1,
&RQFHSWRVEiVLFRVGHO'60
,QWURGXFFLyQ  
8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO 
'HFODUDFLyQFDXWHODUSDUDHOHPSOHRIRUHQVHGHO'60 
(VWDVHFFLyQFRQVWLWX\HXQDLQWURGXFFLyQEiVLFDVREUHODILQDOLGDGOD
HVWUXFWXUDHOFRQWHQLGR\ODXWLOL]DFLyQGHO'601RSUHWHQGHVHUXQDH[SOL
FDFLyQH[KDXVWLYDGHODHYROXFLyQGHO'60VLQRGDUDORVOHFWRUHVXQDYL
VLyQVXFLQWDGHVXVHOHPHQWRVFODYH/DVHFFLyQGHLQWURGXFFLyQGHVFULEHHO
SURFHVRGHUHYLVLyQS~EOLFDSURIHVLRQDO\H[SHUWRVTXHVHXWLOL]ySDUDHYDOXDU
H[WHQVDPHQWHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVTXHVHSUHVHQWDQHQODVHFFLyQ,,
7DPELpQVHSUHVHQWDXQUHVXPHQGHODHVWUXFWXUDGHO'60GHVXFRRUGLQD
FLyQFRQOD&,(\GHODWUDQVLFLyQDXQVLVWHPDQRD[LDOFRQXQQXHYRHQ
IRTXHSDUDHYDOXDUODGLVFDSDFLGDG(QHODSDUWDGR8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO
VHLQFOX\HQODGHILQLFLyQGHWUDVWRUQRPHQWDOODVFRQVLGHUDFLRQHVIRUHQVHV\
XQDYLVLyQEUHYHGHOSURFHVRGLDJQyVWLFR\GHOXVRGHORVSURFHGLPLHQWRVGH
FRGLILFDFLyQ\GHUHJLVWUR
,QWURGXFFLyQ

/DHODERUDFLyQGHODTXLQWDHGLFLyQGHO0DQXDO'LDJQyVWLFR\(VWDGtVWLFRGHORV7UDVWRUQRV
0HQWDOHV '60SRUVXVVLJODVHQLQJOpV KDVLGRXQJUDQSUR\HFWRTXHKDLQYROXFUDGRDFLHQWRVGH
SHUVRQDVWUDEDMDQGRKDFLDXQREMHWLYRFRP~QDORODUJRGHDxRV(OSUR\HFWRKDVXSXHVWRPXFKD
UHIOH[LyQ\GHOLEHUDFLyQSDUDHYDOXDUORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVWHQLHQGRHQFXHQWDODRUJDQL]DFLyQGH
FDGDDVSHFWRGHOPDQXDO\FUHDQGRQXHYDVFDUDFWHUtVWLFDVTXHVHHVWLPDURQPiV~WLOHVSDUDORVFOtQL
FRV7RGRVHVWRVHVIXHU]RVKDQLGRGLULJLGRVKDFLDHOREMHWLYRGHDXPHQWDUODXWLOLGDGFOtQLFDGHO
'60FRPRJXtDSDUDHOGLDJQyVWLFRGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV
/DILDELOLGDGGLDJQyVWLFDHVHVHQFLDOSDUDRULHQWDUODVUHFRPHQGDFLRQHVWHUDSpXWLFDVLGHQWLILFDUODV
WDVDVGHSUHYDOHQFLDSDUDSRGHUSODQLILFDUORVVHUYLFLRVGHVDOXGPHQWDOVHOHFFLRQDUORVJUXSRVGHSDFLHQ
WHVSDUDODLQYHVWLJDFLyQFOtQLFD\EiVLFD\GRFXPHQWDUODLQIRUPDFLyQLPSRUWDQWHUHODWLYDDODVDOXG
S~EOLFDFRPRODVWDVDVGHPRUELOLGDG\PRUWDOLGDG$OPHMRUDUODFRPSUHQVLyQGHORVWUDVWRUQRVPHQWD
OHV\VXVWUDWDPLHQWRVSURIHVLRQDOHVPpGLFRVFLHQWtILFRV\FOtQLFRVVHKDQSRGLGRFRQFHQWUDUHQODVFDUDF
WHUtVWLFDVGHORVWUDVWRUQRVHVSHFtILFRV\HQVXVLPSOLFDFLRQHVSDUDHOWUDWDPLHQWR\ODLQYHVWLJDFLyQ
$XQTXHHO'60KDVLGRXQDSLHGUDDQJXODUHQHOSURJUHVRGHODILDELOLGDGGHORVGLDJQyVWLFRVGH
ORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVWDQWROD$VRFLDFLyQ$PHULFDQDGH3VLTXLDWUtD $3$ FRPRODFRPXQLGDG
FLHQWtILFDTXHWUDEDMDFRQWUDVWRUQRVPHQWDOHVKDQUHFRQRFLGRTXHHQHOSDVDGRODFLHQFLDQRHVWDEDOR
VXILFLHQWHPHQWHPDGXUDFRPRSDUDFRQVHJXLUGLDJQyVWLFRVFRPSOHWDPHQWHYDOLGDGRV\TXHSRU
WDQWRHUDLQFDSD]GHSURSRUFLRQDUYDOLGDGRUHVFLHQWtILFRVVLVWHPiWLFRVVyOLGRV\REMHWLYRVSDUDFDGD
WUDVWRUQRLQGLYLGXDOGHO'60/DFLHQFLDGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVFRQWLQ~DHYROXFLRQDQGR6LQ
HPEDUJRHQODV~OWLPDVGRVGpFDGDVGHVGHTXHHO'609IXHSXEOLFDGRVHKDSURGXFLGRXQSUR
JUHVRUHDO\GXUDGHURHQiUHDVFRPRODQHXURFLHQFLDFRJQLWLYDODVQHXURLPiJHQHVFHUHEUDOHVODHSL
GHPLRORJtD\ODJHQpWLFD(O&RPLWp(ODERUDGRUGHO'60TXHKDVXSHUYLVDGRODQXHYDHGLFLyQKD
UHFRQRFLGRTXHORVDYDQFHVGHODLQYHVWLJDFLyQKDUiQQHFHVDULRVFDPELRVPLQXFLRVRVUHSHWLGDVYHFHV
VLHO'60TXLHUHFRQVHUYDUVXOXJDUFRPRFODVLILFDFLyQGHUHIHUHQFLDGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV
(QFRQWUDUHOHTXLOLEULRDGHFXDGRHVFUXFLDO$XQTXHORVUHVXOWDGRVHVSHFXODWLYRVQRSHUWHQHFHQDOD
QRVRORJtDRILFLDOHO'60GHEHHYROXFLRQDUHQHOFRQWH[WRGHODVGHPiVLQLFLDWLYDVGHLQYHVWLJDFLyQ
FOtQLFDHQHVWHFDPSR8QDVSHFWRLPSRUWDQWHGHHVWDWUDQVLFLyQGHULYDGHOUHFRQRFLPLHQWRJHQHUDOGH
TXHXQVLVWHPDFDWHJyULFRGHPDVLDGRUtJLGRQRFDSWDODH[SHULHQFLDFOtQLFDQLODVREVHUYDFLRQHVFLHQ
WtILFDVLPSRUWDQWHV/RVUHVXOWDGRVGHQXPHURVRVHVWXGLRVGHODFRPRUELOLGDG\GHODWUDQVPLVLyQGH
ODVHQIHUPHGDGHVHQWUHODVIDPLOLDVLQFOXVRORVHVWXGLRVGHJHPHORV\GHJHQpWLFDPROHFXODUFRQVWL
WX\HQDUJXPHQWRVVyOLGRVTXHORVFOtQLFRVDYH]DGRVKDQREVHUYDGRGHVGHKDFHWLHPSRORVOtPLWHV
HQWUHPXFKDVFDWHJRUtDVGHWUDVWRUQRVVRQPiVIOH[LEOHVDORODUJRGHODYLGDGHORTXHHO'60,9
UHFRQRFtD\PXFKRVVtQWRPDVDVLJQDGRVDXQVRORWUDVWRUQRVHSXHGHQSURGXFLUFRQGLIHUHQWHVJUD
GRVGHJUDYHGDGHQRWURVWUDVWRUQRV(VWRVKDOOD]JRVVLJQLILFDQTXHHO'60FRPRRWUDVFODVLILFDFLR
QHVGHHQIHUPHGDGHVPpGLFDVGHEHUtDVXPLQLVWUDUYtDVSDUDLQWURGXFLUDERUGDMHVGLPHQVLRQDOHVHQ
ORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVLQFOXVRHQODVGLPHQVLRQHVTXHVHVLW~DQHQWUHODVFDWHJRUtDVDFWXDOHV(VWH
WLSRGHDERUGDMHGHEHUtDSHUPLWLUUHDOL]DUXQDGHVFULSFLyQPiVSUHFLVDGHODVSUHVHQWDFLRQHVGHORV
SDFLHQWHV\DXPHQWDUODYDOLGH]GHORVGLDJQyVWLFRV SHMHOJUDGRHQTXHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV
UHIOHMDQODPDQLIHVWDFLyQJOREDOGHGHWHUPLQDGRWUDVWRUQRSVLFRSDWROyJLFRVXE\DFHQWH (O'60VH
KDGLVHxDGRSDUDVDWLVIDFHUPHMRUODQHFHVLGDGTXHWLHQHQFOtQLFRVSDFLHQWHVIDPLOLDVHLQYHVWLJDGRUHV
GHFRQWDUFRQXQDGHVFULSFLyQFODUD\FRQFLVDGHFDGDWUDVWRUQRPHQWDORUJDQL]DGDSRUFULWHULRV
GLDJQyVWLFRVH[SOtFLWRV\FRPSOHPHQWDGDFXDQGRVHDFRQYHQLHQWHFRQPHGLGDVGLPHQVLRQDOHVTXH
FUXFHQORVOtPLWHVGLDJQyVWLFRVXQEUHYHUHVXPHQGHOGLDJQyVWLFRORVIDFWRUHVGHULHVJRODVFDUDFWH
UtVWLFDVDVRFLDGDVORVDYDQFHVGHODLQYHVWLJDFLyQ\ODVGLYHUVDVPDQLIHVWDFLRQHV
8WLOL]DUHO'60SDUDUHDOL]DUXQGLDJQyVWLFRSUHFLVDHQWUHQDPLHQWR\H[SHULHQFLDFOtQLFDSUHYLRV
/RVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVLGHQWLILFDQVtQWRPDVFRPSRUWDPLHQWRVIXQFLRQHVFRJQLWLYDVUDVJRVGH

 ,QWURGXFFLyQ ,QWURGXFFLyQ 

SHUVRQDOLGDGVLJQRVItVLFRVFRPELQDFLRQHVGHVtQGURPHV\SHUPDQHQFLDHQHOWLHPSRTXHUHTXLHUHQ ODVIXHQWHVGHLQJUHVRV\HYLWDUDVtORVFRQIOLFWRVGHLQWHUHVHVGHORVPLHPEURVGHOHTXLSRGHWUDEDMR\
H[SHULHQFLDFOtQLFDSDUDGLIHUHQFLDUORVGHODVYDULDFLRQHVGHODYLGDQRUPDO\ODVUHVSXHVWDVWUDQVLWR GHOJUXSRGHWUDEDMRDGLFLRQDO/DGHFODUDFLyQFRPSOHWDGHWRGRVORVLQJUHVRV\EHFDVGHLQYHVWLJDFLyQ
ULDVDOHVWUpV3DUDIDFLOLWDUODPLQXFLRVDHYDOXDFLyQGHORVVtQWRPDVSUHVHQWHVHO'60SXHGHVHUYLUD GHHPSUHVDVFRPHUFLDOHV³LQFOXLGDVODVGHODLQGXVWULDIDUPDFpXWLFD³GHORVDxRVSUHYLRVODLPSR
ORVFOtQLFRVGHJXtDSDUDLGHQWLILFDUORVVtQWRPDVPiVLPSRUWDQWHVTXHGHEHUtDQH[DPLQDUVHFXDQGR VLFLyQGHXQOtPLWHGHLQJUHVRVSDUDWRGDVODVIXHQWHVFRPHUFLDOHV\ODSXEOLFDFLyQGHODGHFODUDFLyQ
VHGLDJQRVWLFDXQWUDVWRUQR$XQTXHDOJXQRVWUDVWRUQRVPHQWDOHVSXHGHQWHQHUOtPLWHVELHQGHILQLGRV GHLQJUHVRVHQXQDSiJLQDZHEFRQVWLWX\HQXQQXHYRHVWiQGDUHQHVWHFDPSR$SDUWLUGHDKtVH
TXHFRQIRUPDQJUXSRVGHVtQWRPDVODHYLGHQFLDFLHQWtILFDVLW~DHQODDFWXDOLGDGPXFKRVFXDGURVVL DSUREyHOHTXLSRGHWUDEDMRGHPLHPEURVHQ\HQVHDXWRUL]yHOQRPEUDPLHQWRGHPiV
QRODPD\RUtDGHQWURGHXQHVSHFWURGHWUDVWRUQRVHVWUHFKDPHQWHUHODFLRQDGRVTXHFRPSDUWHQVtQWR GHPLHPEURVGHORVJUXSRVGHWUDEDMR7DPELpQVHUDWLILFDURQSDUDSDUWLFLSDUHQHOSURFHVRPiV
PDVIDFWRUHVGHULHVJRJHQpWLFRV\DPELHQWDOHV\SRVLEOHPHQWHVXVWUDWRVQHXUDOHV GRQGHHVWRHVWi GHDVHVRUHVDGLFLRQDOHVVLQFDSDFLGDGGHYRWR7HQHUXQFRQFHSWRFODURGHODVLJXLHQWHHWDSDHYR
PiVFODUDPHQWHHVWDEOHFLGRHVTXL]iHQXQVXEJUXSRGHWUDVWRUQRVGHDQVLHGDGJUDFLDVDODVSUXHEDV OXWLYDGHODFODVLILFDFLyQGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVIXHEiVLFRSDUDORVHVIXHU]RVGHOHTXLSR\ORV
GHQHXURLPDJHQ\ORVPRGHORVDQLPDOHV (QUHVXPHQVHKDOOHJDGRDODFRQFOXVLyQGHTXHORVOtPLWHV JUXSRVGHWUDEDMR(VWDYLVLyQVXUJLyFXDQGRHOHTXLSR\ORVJUXSRVGHWUDEDMRUHHYDOXDURQODKLVWRULD
HQWUHWUDVWRUQRVVRQPiVSHUPHDEOHVGHORTXHLQLFLDOPHQWHVHSHUFLEtD GHODFODVLILFDFLyQGHO'60,9VXVDFWXDOHVSXQWRVIXHUWHV\OLPLWDFLRQHV\ODVOtQHDVHVWUDWpJLFDVSDUD
0XFKRVJUXSRVGHSURIHVLRQDOHVGHODVDOXG\ODHGXFDFLyQVHKDQLQYROXFUDGRHQHOGHVDUUROOR\ VXUHYLVLyQ6HKDOOHYDGRDFDERXQSURFHVRLQWHQVLYRGXUDQWHDxRVHQHOTXHVHKDQUHDOL]DGRUHYL
HOH[DPHQGHO'60LQFOXLGRVPpGLFRVSVLFyORJRVWUDEDMDGRUHVVRFLDOHVHQIHUPHURVWHUDSHXWDV VLRQHV\DQiOLVLVVHFXQGDULRVGHODELEOLRJUDItDODSXEOLFDFLyQGHDUWtFXORVGHLQYHVWLJDFLyQHQUHYLVWDV
HSLGHPLyORJRVHVWDGtVWLFRVQHXURFLHQWtILFRV\QHXURSVLFyORJRV3RU~OWLPRWDPELpQKDQWRPDGR FLHQWtILFDVHOGHVDUUROORGHXQERUUDGRUGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVODSXEOLFDFLyQGHORVERUUDGRUHV
SDUWHHQODUHYLVLyQGHO'60SDFLHQWHVIDPLOLDVDERJDGRVRUJDQL]DFLRQHVGHFRQVXPLGRUHV\DVR SUHOLPLQDUHVHQODSiJLQDZHEGHO'60SDUDREWHQHUFRPHQWDULRVS~EOLFRVODSUHVHQWDFLyQGHORV
FLDFLRQHVGHGHIHQVDGHORVSDFLHQWHVTXHKDQUHDOL]DGRFRPHQWDULRVVREUHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV KDOOD]JRVSUHOLPLQDUHVHQHQFXHQWURVSURIHVLRQDOHVODUHDOL]DFLyQGHHVWXGLRVGHFDPSR\ODUHYLVLyQ
GHVFULWRVHQHVWHYROXPHQ6XVXSHUYLVLyQGHODVGHVFULSFLRQHV\GHOWH[WRH[SOLFDWLYRHVHVHQFLDOSDUD GHORVFULWHULRV\HOWH[WR
PHMRUDUODFRPSUHQVLyQUHGXFLUHOHVWLJPD\DYDQ]DUHQHOWUDWDPLHQWR\ODSRVLEOHFXUDFLyQGHHVWRV
WUDVWRUQRV
3URSXHVWDVSDUDUHYLVLRQHV
/DVSURSXHVWDVGHUHYLVLyQGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVGHO'60IXHURQGHVDUUROODGDVSRUORVPLHP
%UHYHKLVWRULD EURVGHORVJUXSRVGHWUDEDMREDViQGRVHHQVXMXVWLILFDFLyQHODOFDQFHGHOFDPELRODVUHSHUFXVLRQHV
HVSHUDGDVHQODFOtQLFD\ODVDOXGS~EOLFDODVROLGH]GHODVSUXHEDVFLHQWtILFDVDSRUWDGDVSRUODLQYHV
/D$3$SXEOLFyHQXQSUHGHFHVRUGHO'60XQDFODVLILFDFLyQHVWDGtVWLFDGHORVSDFLHQWHVPHQWD WLJDFLyQODFODULGDGJHQHUDO\ODXWLOLGDGFOtQLFD/DVSURSXHVWDVHQWUDxDEDQFDPELRVHQORVFULWHULRV
OHVLQVWLWXFLRQDOL]DGRV6HGLVHxySDUDPHMRUDUODFRPXQLFDFLyQVREUHORVWLSRVGHSDFLHQWHVDWHQGLGRV GLDJQyVWLFRVODDGLFLyQGHQXHYRVWUDVWRUQRVVXEWLSRV\HVSHFLILFDGRUHV\ODHOLPLQDFLyQGHWUDVWRU
HQORVKRVSLWDOHV(VWHSUHFXUVRUGHO'60WDPELpQVHXWLOL]yFRPRSDUWHGHOFHQVRFRPSOHWRGH(VWDGRV QRVH[LVWHQWHV
8QLGRV'HVSXpVGHOD,,*XHUUD0XQGLDOHO'60HYROXFLRQyDORODUJRGHFXDWURHGLFLRQHVKDFLDXQ (QODVSURSXHVWDVGHUHYLVLyQVHKDFtDQFRQVWDUDQWHWRGRODVYLUWXGHV\GHELOLGDGHVGHORVFULWHULRV
VLVWHPDGHFODVLILFDFLyQGHGLDJQyVWLFRVGLULJLGRDSVLTXLDWUDVRWURVPpGLFRV\RWURVSURIHVLRQDOHV \ODQRVRORJtDDFWXDOHV6HWXYLHURQHQFXHQWDORVKDOOD]JRVFLHQWtILFRVGHODV~OWLPDVGRVGpFDGDVOR
GHODVDOXGPHQWDOTXHGHVFULEtDODVFDUDFWHUtVWLFDVHVHQFLDOHVGHWRGRVORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV/D TXHOOHYyDODFUHDFLyQGHXQSODQGHLQYHVWLJDFLyQSDUDHYDOXDUORVSRVLEOHVFDPELRVDWUDYpVGH
HGLFLyQDFWXDOHO'60VHKDFRQVWUXLGRFRQHOREMHWLYRGHVXVSUHGHFHVRUHV HOPiVUHFLHQWHHO UHYLVLRQHVGHODELEOLRJUDItD\DQiOLVLVVHFXQGDULRVGHORVGDWRV&XDWURSULQFLSLRVJXLDURQODVUHYLVLR
'60,975R7H[WR5HYLVDGRSXEOLFDGRHQ HOGHSURSRUFLRQDUGLUHFWULFHVGLDJQyVWLFDVFDSDFHV QHVGHORVERUUDGRUHV (O'60HVSULQFLSDOPHQWHXQPDQXDOGLULJLGRDORVFOtQLFRV\ODVUHYLVLRQHV
GHIXQGDPHQWDUODVGHFLVLRQHVWHUDSpXWLFDV\DVLVWHQFLDOHV GHEHQVHUIDFWLEOHVHQODSUiFWLFDFOtQLFDKDELWXDO /DVUHYLVLRQHVUHFRPHQGDGDVGHEHUtDQEDVDUVHHQ
GDWRVFLHQWtILFRVSURFHGHQWHVGHODLQYHVWLJDFLyQ 6LIXHUDSRVLEOHGHEHUtDPDQWHQHUVHODFRQWLQXL
3URFHVRGHUHYLVLyQGHO'60 GDGFRQODVHGLFLRQHVSUHYLDVGHO'60 1RVHGHEHOLPLWDUDSULRULHOJUDGRGHFDPELRHQWUHHO
'60,9\HO'60
(QOD$3$UHDOL]yXQDHYDOXDFLyQGHORVSXQWRVIXHUWHV\GpELOHVGHO'60EDViQGRVHHQHVWXGLRV %DViQGRVHHQODVUHYLVLRQHVLQLFLDOHVGHODELEOLRJUDItDORVJUXSRVGHWUDEDMRLGHQWLILFDURQWHPDV
LQFLSLHQWHVTXHQRUHVSDOGDEDQORVOtPLWHVHVWDEOHFLGRVSDUDDOJXQRVWUDVWRUQRVPHQWDOHV(VWH FODYHGHQWURGHFDGDiUHDGLDJQyVWLFD/RVJUXSRVGHWUDEDMRH[DPLQDURQWDPELpQORVSULQFLSDOHV
HVIXHU]RVHFRRUGLQyFRQOD'LYLVLyQGH6DOXG0HQWDOGHOD2UJDQL]DFLyQ0XQGLDOGHOD6DOXG 206  SUREOHPDVPHWRGROyJLFRVFRPRODSUHVHQFLDGHKDOOD]JRVFRQWUDGLFWRULRVHQODELEOLRJUDItDHOGHVD
OD$VRFLDFLyQ0XQGLDOGH3VLTXLDWUtD\HO,QVWLWXWR1DFLRQDOGH6DOXG0HQWDO 1,0+1DWLRQDO,QVWLWXWH UUROORGHGHILQLFLRQHVPiVSHUIHFFLRQDGDVGHGHWHUPLQDGRWUDVWRUQRPHQWDOORVDVSHFWRVWUDQVYHUVD
RI0HQWDO+HDOWK PHGLDQWHGLVWLQWDVUHXQLRQHVFX\DVDFWDVVHSXEOLFDURQHQHQXQDPRQRJUDItD OHVUHOHYDQWHVSDUDWRGRVORVWUDVWRUQRV\ODUHYLVLyQGHORVWUDVWRUQRVFODVLILFDGRVFRPRQRHVSHFLIL
WLWXODGD8QDDJHQGDSDUDHVWXGLDUHO'60'HVSXpVGHDXQDFXHUGRFRRSHUDWLYRHQWUHOD FDGRVHQHO'60,9/DVSURSXHVWDVGHUHYLVLyQGHOD6HFFLyQ,,VHWRPDURQHQFRQVLGHUDFLyQVHJ~Q
$3$\OD206DSR\DGRSRUHO1,0+HO,QVWLWXWR1DFLRQDOVREUHHO$EXVRGH'URJDV 1,'$1DWLRQDO VXVYHQWDMDV\GHVYHQWDMDVSDUDODFOtQLFD\ODVDOXGS~EOLFDODLPSRUWDQFLDGHODVSUXHEDV\ODPDJ
,QVWLWXWHRQ'UXJ$EXVH \HO,QVWLWXWR1DFLRQDOVREUHHO$OFRKROLVPR\HO$EXVRGH$OFRKRO 1,$$$ QLWXGGHOFDPELR/RVQXHYRVGLDJQyVWLFRVVXEWLSRVGHWUDVWRUQRV\HVSHFLILFDGRUHVVHVRPHWLHURQD
1DWLRQDO,QVWLWXWHRQ$OFRKROLVPDQG$OFRKRO$EXVH FRQYRFyUHXQLRQHVLQWHUQDFLRQDOHVSDUDSODQLIL RWUDVFRQVLGHUDFLRQHVFRPRODGHPRVWUDFLyQGHODILDELOLGDG HOJUDGRHQTXHGRVFOtQLFRVSXHGHQ
FDUHOHVWXGLRGHO'60HQODVTXHSDUWLFLSDURQSHUVRQDVGHSDtVHVFRQHOILQGHUHYLVDUOD OOHJDUDOPLVPRGLDJQyVWLFRSDUDXQSDFLHQWHGDGR 6HSODQWHyODHOLPLQDFLyQGHORVWUDVWRUQRVGH
ELEOLRJUDItDPXQGLDOVREUHiUHDVGHGLDJQyVWLFRFRQFUHWDV\SUHSDUDUODVUHYLVLRQHVGHODVTXHVXUJL HVFDVDXWLOLGDGFOtQLFD\EDMDYDOLGH]/DXELFDFLyQGHWUDVWRUQRVHQHOHStJUDIH$IHFFLRQHVTXHQHFH
UtDQWDQWRHO'60FRPROD&ODVLILFDFLyQ,QWHUQDFLRQDOGH(QIHUPHGDGHVXQGpFLPDUHYLVLyQ &,( VLWDQPiVHVWXGLRGHOD6HFFLyQ,,,VHVXSHGLWyDODFDQWLGDGGHGDWRVHPStULFRVUHODWLYRVDOGLDJQyV
 /DVFRQFOXVLRQHVGHHVDVUHXQLRQHVVHQWDURQODVEDVHVGHODVIXWXUDVUHYLVLRQHVGHO&RPLWp WLFRDODILDELOLGDGRYDOLGH]GLDJQyVWLFDDODSUHVHQFLDGHXQDQHFHVLGDGFOtQLFDFODUD\DOSRVLEOH
(ODERUDGRUGHO'60\FUHDURQHOFRQWH[WRSDUDODQXHYDHGLFLyQGHO'60 EHQHILFLRGHFDUDDSURVHJXLUFRQODLQYHVWLJDFLyQ
(QOD$3$QRPEUyD'DYLG-.XSIHUPpGLFR\D'DUUHOO$5HJLHUPpGLFR\PiVWHUHQ6DOXG
3~EOLFDSUHVLGHQWH\YLFHSUHVLGHQWHGHO&RPLWp(ODERUDGRUGHO'60UHVSHFWLYDPHQWH6HOHV (VWXGLRVGHFDPSRGHO'60
HQFDUJyUHFRPHQGDUDORVSUHVLGHQWHVGHORVJUXSRVGHWUDEDMRGLDJQyVWLFR\DORVRWURVPLHPEURV (OXVRGHHVWXGLRVGHFDPSRSDUDGHPRVWUDUODILDELOLGDGGHIRUPDHPStULFDIXHXQDPHMRUDQRWDEOH
GHOHTXLSRGHWUDEDMRFRQFRQRFLPLHQWRVPXOWLGLVFLSOLQDULRVFRQHOILQGHVXSHUYLVDUHOGHVDUUROORGHO LQWURGXFLGDHQHO'60,,,(OGLVHxR\ODHVWUDWHJLDGHDSOLFDFLyQGHORVHVWXGLRVGHFDPSRGHO'60
'60/D-XQWD'LUHFWLYDGHOD$3$LQLFLyDGHPiVXQSURFHVRGHLQYHVWLJDFLyQSDUDKDFHUS~EOLFDV VXSRQHQGLYHUVRVFDPELRVUHVSHFWRDORVPpWRGRVXVDGRVHQHO'60,,,\HO'60,9HVSHFLDOPHQWH
 ,QWURGXFFLyQ ,QWURGXFFLyQ 

DOHVWLPDUODSUHFLVLyQGHOFRHILFLHQWHGHILDELOLGDGNDSSD XQDPHGLGDHVWDGtVWLFDTXHPLGHHOQLYHO ILQDOHVTXHVHFROJyHQODSiJLQDZHESRUWHUFHUD\~OWLPDYH]HQ(VWDVWUHVLQWHUDFFLRQHVH[WHU


GHDFXHUGRHQWUHHYDOXDGRUHV\TXHFRUULJHODSRVLELOLGDGGHTXHGLFKRDFXHUGRVHGHEDDOD]DUD QDVSURGXMHURQPiVGHFRPHQWDULRVLQGLYLGXDOHVILUPDGRVHQODSiJLQDZHETXHIXHURQUHFL
FDXVDGHODVWDVDVGHSUHYDOHQFLD HQHOiPELWRGHORVFRQWH[WRVFOtQLFRVFRQDOWRVQLYHOHVGHFRPRUEL ELGRV\UHYLVDGRVSRUORVJUXSRVGHWUDEDMRMXQWRDPLOHVGHSHWLFLRQHVGHILUPDQWHVDIDYRURHQ
OLGDGGLDJQyVWLFD3DUDHO'60ORVHVWXGLRVGHFDPSRVHDPSOLDURQFRQGRVGLVHxRVGLVWLQWRVXQR FRQWUDGHDOJXQDVGHODVUHYLVLRQHVSURSXHVWDVORTXHSHUPLWLyDOHTXLSRGHWUDEDMRUHVSRQGHUDODV
SDUDORVGLYHUVRViPELWRVPpGLFRDFDGpPLFRVGHJUDQPDJQLWXG\HORWURSDUDODVFRQVXOWDVKDELWXDOHV SUHRFXSDFLRQHVGHORVXVXDULRVGHO'60DGHPiVGHDORVSDFLHQWHV\ODVDVRFLDFLRQHVGHGHIHQVDGH
(OSULPHURVHDSURYHFKyGHODQHFHVLGDGGHFRQWDUFRQPXHVWUDVGHJUDQWDPDxRSDUDSUREDUODVKLSy SDFLHQWHV\JDUDQWL]DUTXHODXWLOLGDGFOtQLFDFRQWLQXDUDVLHQGRXQDJUDQSULRULGDG
WHVLVUHODWLYDVDODILDELOLGDG\ODXWLOLGDGFOtQLFDGHXQDVHULHGHGLDJQyVWLFRVHQGLVWLQWDVSREODFLRQHVGH
SDFLHQWHVHOVHJXQGRDSRUWyLQIRUPDFLyQYDOLRVDVREUHHOUHQGLPLHQWRGHODVUHYLVLRQHVSURSXHVWDVHQ
ODVFRQVXOWDVGHXQDPXHVWUDYDULRSLQWDGHXVXDULRVGHO'60(VWiSUHYLVWRTXHORVHVWXGLRVGHLQYHV 5HYLVLRQHVGHH[SHUWRV
WLJDFLyQEiVLFD\FOtQLFDGHOIXWXURVHFHQWUDUiQHQODYDOLGDFLyQGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVFDWHJyULFRV /RVPLHPEURVGHORVJUXSRVGHWUDEDMRUHSUHVHQWDQGRDORVH[SHUWRVGHVXViUHDVUHVSHFWLYDV
UHYLVDGRV\HQODVFDUDFWHUtVWLFDVGLPHQVLRQDOHVGHHVWRVWUDVWRUQRV LQFOXLGRVORVHVWXGLDGRVDFWXDO FRODERUDURQFRQORVDVHVRUHV\UHYLVRUHVEDMRODGLUHFFLyQJHQHUDOGHO&RPLWp(ODERUDGRUGHO'60
PHQWHSRUODLQLFLDWLYDGHO1,0+GHQRPLQDGD5HVHDUFK'RPDLQ&ULWHULD5'R&  SDUDUHDOL]DUHOERUUDGRUGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV\HOWH[WRDFRPSDxDQWH(VWHHVIXHU]RVHDSR\y
/RVHVWXGLRVPpGLFRDFDGpPLFRVVHUHDOL]DURQHQFHQWURVPpGLFRDFDGpPLFRVGH1RUWHDPpULFD HQHOHTXLSRGHSHUVRQDVGHOD'LYLVLyQGH,QYHVWLJDFLyQGHOD$3$\VHGHVDUUROOyDWUDYpVGHXQDUHG
GRQGHVHHYDOXDURQODILDELOLGDGODYLDELOLGDG\ODXWLOLGDGFOtQLFDGHGHWHUPLQDGDVUHYLVLRQHVGDQGR GHFRRUGLQDGRUHVGHWH[WRVSURFHGHQWHVGHFDGDJUXSRGHWUDEDMR/DSUHSDUDFLyQGHOWH[WRIXHFRRU
SULRULGDGDORVTXHUHSUHVHQWDEDQHOPD\RUJUDGRGHFDPELRUHVSHFWRDO'60,9RDDTXpOORVFRQ GLQDGDSRUHOHGLWRUHQHVWUHFKDFRODERUDFLyQFRQORVJUXSRVGHWUDEDMR\EDMRODGLUHFFLyQGHORV
PD\RUUHSHUFXVLyQHQODVDOXGS~EOLFD7RGDODSREODFLyQFOtQLFDGHSDFLHQWHVGHFDGDFHQWURVHHYDOXy SUHVLGHQWHVGHOHTXLSRGHWUDEDMR6HFUHyHO&RPLWpGH5HYLVLyQ&LHQWtILFD &5& SDUDGDUOXJDUDXQ
HQWpUPLQRVGHORVGLDJQyVWLFRVGHO'60,9RGHORVVtQWRPDVFRQSUREDELOLGDGHVGHSUHGHFLUYDULRV SURFHVRGHUHYLVLyQFLHQWtILFDUHDOL]DGDSRUH[SHUWRVGHPDQHUDH[WHUQDDORVJUXSRVGHWUDEDMR(O
GLDJQyVWLFRVHVSHFtILFRVGHO'60(QFDGDFHQWURVHLGHQWLILFDURQPXHVWUDVHVWUDWLILFDGDVGHFXDWUR SUHVLGHQWHHOYLFHSUHVLGHQWH\ORVVHLVPLHPEURVGHO&5&VHHQFDUJDURQGHUHYLVDUKDVWDTXpSXQWR
DVLHWHWUDVWRUQRVHVSHFtILFRVMXQWRDXQJUXSRTXHFRQWHQtDXQDPXHVWUDUHSUHVHQWDWLYDGHWRGRVORV SRGtDQDSR\DUVHHQGDWRVFLHQWtILFRVORVFDPELRVSURSXHVWRVUHVSHFWRDO'60,9&DGDSURSXHVWDGH
GHPiVGLDJQyVWLFRV/RVSDFLHQWHVGLHURQVXFRQVHQWLPLHQWRSDUDSDUWLFLSDUHQHOHVWXGLR\IXHURQ UHYLVLyQGLDJQyVWLFDSUHFLVyXQPHPRUiQGXPGHORVGDWRVDIDYRUGHOFDPELRSUHSDUDGRSRUHOJUXSR
DVLJQDGRVDOD]DUSDUDUHDOL]DUXQDHQWUHYLVWDFOtQLFDFRQXQHYDOXDGRUGHVFRQRFHGRUGHOGLDJQyVWLFR GHWUDEDMR\DFRPSDxDGRGHXQUHVXPHQGHORVGDWRVIDYRUDEOHVRUJDQL]DGRVHQWRUQRDORVHOHPHQ
DODTXHVLJXLyXQDVHJXQGDHQWUHYLVWDFRQXQFOtQLFRGHVFRQRFHGRUGHORVGLDJQyVWLFRVSUHYLRV/RV WRVGHYDOLGDFLyQGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVSURSXHVWRV HVGHFLUYDOLGDGRUHVSUHFHGHQWHVFRPROD
SDFLHQWHVFRPSOHWDURQSULPHURXQFXHVWLRQDULRDVLVWLGRSRURUGHQDGRUVREUHORVVtQWRPDVWUDQVYHU DJUHJDFLyQIDPLOLDUYDOLGDGRUHVFRQFXUUHQWHVFRPRORVPDUFDGRUHVELROyJLFRV\YDOLGDGRUHVSURVSHF
VDOHVGHPiVGHXQDGRFHQDGHGRPLQLRVSVLFROyJLFRV(VWRVFXHVWLRQDULRVIXHURQSXQWXDGRVSRUXQ WLYRVFRPRODUHVSXHVWDDOWUDWDPLHQWRRHOFXUVRGHODHQIHUPHGDG (VWRVGDWRVIXHURQUHYLVDGRVSRU
VHUYLGRUFHQWUDO\ORVUHVXOWDGRVVHHQWUHJDURQDORVFOtQLFRVDQWHVGHTXHpVWRVUHDOL]DUDQXQDHQWUH HO&5&\SXQWXDGRVVHJ~QODLPSRUWDQFLDGHORVGDWRVFLHQWtILFRVTXHORVDYDODUDQ/DVRWUDVMXVWLIL
YLVWDFOtQLFDWtSLFD VLQSURWRFRORHVWUXFWXUDGR 6HSLGLyDORVFOtQLFRVTXHSXQWXDUDQODSUHVHQFLDGH FDFLRQHVGHOFDPELRFRPRODVVXUJLGDVGHODH[SHULHQFLDRODQHFHVLGDGFOtQLFDRGHODQXHYDFRQFHS
FULWHULRVFODVLILFDWRULRVHQXQDOLVWDGLDJQyVWLFDGHO'60DVLVWLGDSRURUGHQDGRUTXHGHWHUPLQDUDQ WXDOL]DFLyQGHODVFDWHJRUtDVGLDJQyVWLFDVVHWXYLHURQQRUPDOPHQWHHQFXHQWDIXHUDGHOiPELWRGHO
ORVGLDJQyVWLFRVTXHSXQWXDUDQODJUDYHGDGGHOGLDJQyVWLFR\TXHHQYLDUDQWRGRVORVGDWRVDOVHUYL &5&/DVSXQWXDFLRQHVGHORVUHYLVRUHVTXHYDULDURQGHIRUPDVXVWDQFLDOVHJ~QODVGLIHUHQWHVSUR
GRUFHQWUDODWUDYpVGHLQWHUQHW(VWHGLVHxRGHOHVWXGLRSHUPLWLyFDOFXODUHOJUDGRHQTXHGRVFOtQLFRV SXHVWDV\ORVEUHYHVFRPHQWDULRVDFRPSDxDQWHVVHGHYROYLHURQHQWRQFHVDOD-XQWD'LUHFWLYDGHOD
LQGHSHQGLHQWHVSRGtDQHVWDUGHDFXHUGRHQGHWHUPLQDGRGLDJQyVWLFR PHGLDQWHHOHVWDGtVWLFRNDSSD $3$\DORVJUXSRVGHWUDEDMRSDUDVXFRQVLGHUDFLyQ\UHVSXHVWD
LQWUDJUXSDO \HODFXHUGRGHXQVRORSDFLHQWHRGRVFOtQLFRVGLVWLQWRVHQGRVHYDOXDFLRQHVVHSDUDGDV (O&RPLWp&OtQLFR\GH6DOXG3~EOLFD &&63 FRPSXHVWRSRUXQSUHVLGHQWHXQYLFHSUHVLGHQWH\
GHVtQWRPDVWUDQVYHUVDOHVUDVJRVGHSHUVRQDOLGDGGLVFDSDFLGDG\PHGLGDVGHJUDYHGDGGHOGLDJQyV VHLVPLHPEURVIXHGHVLJQDGRSDUDFRQVLGHUDUORVDVSHFWRVUHODWLYRVDODXWLOLGDGFOtQLFDODVDOXG
WLFR XVDQGRFRHILFLHQWHVGHFRUUHODFLyQLQWUDJUXSDOHV MXQWRDORVGDWRVUHODWLYRVDODSUHFLVLyQGH S~EOLFD\ODVDFODUDFLRQHVOyJLFDVGHORVFULWHULRVTXHD~QQRKXELHUDQDOFDQ]DGRHOJUDGRGHHYLGHQ
HVWDVHVWLPDFLRQHVGHODILDELOLGDG7DPELpQKDVLGRSRVLEOHHYDOXDUODVWDVDVGHSUHYDOHQFLDGHORV FLDFRQVLGHUDGRVXILFLHQWHSDUDHOFDPELRSRUHO&5&(VWHSURFHVRGHUHYLVLyQIXHGHSDUWLFXODU
WUDVWRUQRVWDQWRGHO'60,9FRPRGHO'60HQODVUHVSHFWLYDVSREODFLRQHVFOtQLFDV LPSRUWDQFLDSDUDORVWUDVWRUQRVGHO'60,9FRQGHILFLHQFLDVFRQRFLGDV\FX\DVSURSXHVWDVGHVROX
3DUDORVHVWXGLRVGHFDPSRHQODFOtQLFDKDELWXDOVHUHFOXWDURQSVLTXLDWUDV\RWURVSURIHVLRQDOHVGH FLyQQRVHKXELHUDQFRQVLGHUDGRSUHYLDPHQWHHQHOSURFHVRGHUHYLVLyQGHO'60QLVHKXELHUDQ
ODVDOXGPHQWDO6HUHFOXWyXQDPXHVWUDGHYROXQWDULRVHQODTXHKDEtDSVLTXLDWUDVJHQHUDOLVWDV\ VRPHWLGRDQXHYRVHVWXGLRVGHLQYHVWLJDFLyQ(VWRVWUDVWRUQRVFRQFUHWRVIXHURQHYDOXDGRVSRUR
HVSHFLDOL]DGRVSVLFyORJRVWUDEDMDGRUHVVRFLDOHVWHUDSHXWDVWHUDSHXWDVGHIDPLOLD\GHSDUHMD\ UHYLVRUHVH[WHUQRV\ORVUHVXOWDGRVD~QHQPDVFDUDGRVIXHURQUHYLVDGRVSRUORVPLHPEURVGHO&&63
HQIHUPHURVGHVDOXGPHQWDOFRQPXFKDH[SHULHQFLDFOtQLFD/RVHVWXGLRVGHFDPSRSHUPLWLHURQH[SR TXHDVXYH]KLFLHURQUHFRPHQGDFLRQHVDOD-XQWD'LUHFWLYDGHOD$3$\ORVJUXSRVGHWUDEDMR
QHUORVGLDJQyVWLFRVSURSXHVWRVGHO'60\ODVPHGLGDVGLPHQVLRQDOHVDQWHXQDPSOLRDEDQLFRGH 6HUHDOL]DURQUHYLVLRQHVIRUHQVHVSRUPLHPEURVGHO&RQVHMRGH3VLTXLDWUtD\/H\GHOD$3$HQ
FOtQLFRVTXHHYDOXDURQVXYLDELOLGDG\XWLOLGDGFOtQLFD UHODFLyQFRQORVWUDVWRUQRVTXHDSDUHFHQDPHQXGRHQORVFRQWH[WRVIRUHQVHV\ORVTXHWLHQHQJUDQGHV
SRVLELOLGDGHVGHLQIOXLUHQODVVHQWHQFLDVFLYLOHV\SHQDOHVHQHOiPELWRMXGLFLDO/RVJUXSRVGHWUDEDMR
FRQWDURQFRQH[SHUWRVIRUHQVHVFRPRDVHVRUHVHQODViUHDVSHUWLQHQWHVSDUDFRPSOHPHQWDUODH[SH
5HYLVLRQHVSURIHVLRQDOHV\S~EOLFDV ULHQFLDSURSRUFLRQDGDSRUHO&RQVHMRGH3VLTXLDWUtD\/H\
(QOD$3$FUHyXQD~QLFDSiJLQDZHESDUDIDFLOLWDUODREWHQFLyQGHGDWRVSURFHGHQWHVGHSURIH /RVPLVPRVJUXSRVGHWUDEDMRDVXPLHURQODUHVSRQVDELOLGDGGHUHYLVDUWRGDODELEOLRJUDItDFLHQWt
VLRQDOHV\GHOS~EOLFRJHQHUDOHQUHODFLyQFRQHO'607RGRVORVERUUDGRUHVGHORVFULWHULRVGLDJQyV ILFDGHXQDiUHDGHWHUPLQDGDLQFOXLGRVORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVQXHYRVORVUHYLVDGRV\ORVYLHMRV
WLFRV\ORVFDPELRVSURSXHVWRVHQODRUJDQL]DFLyQVHFROJDURQHQODSiJLQDZZZGVPRUJGXUDQWH HQXQSURFHVRLQWHQVLYRGHDxRVGHGXUDFLyQSDUDYDORUDUORVSURV\FRQWUDVGHUHDOL]DUSHTXHxRV
XQSHUtRGRGHGRVPHVHVSDUDVXVFLWDUFRPHQWDULRV6HUHFLELHURQPiVGHFRPHQWDULRVTXH FDPELRVUHSHWLWLYRVRJUDQGHVFDPELRVFRQFHSWXDOHVFRQHOILQGHDERUGDUODFRVLILFDFLyQLQHYLWDEOH
IXHURQDQDOL]DGRVGHIRUPDVLVWHPiWLFDSRUFDGDXQRGHORVJUXSRVGHWUDEDMRLQWHJUDQGRORV TXHWLHQHOXJDUHQORVFRQFHSWRVGLDJQyVWLFRVTXHSHUVLVWHQGXUDQWHYDULDVGpFDGDV'LFKRVFDPELRV
PLHPEURVHQVXFDVRODVSUHJXQWDV\ORVFRPHQWDULRVHQORVGHEDWHVGHORVERUUDGRUHVGHODVUHYLVLR LQFOX\HURQODLQFRUSRUDFLyQGHiUHDVGLDJQyVWLFDVSUHYLDPHQWHVHSDUDGDVHQXQHVSHFWURPiVGLPHQ
QHV\ORVSODQHVSDUDUHDOL]DUODSUXHEDGHOHVWXGLRGHFDPSR'HVSXpVGHUHYLVDUORVERUUDGRUHVGH VLRQDOFRPRHQHOFDVRGHOWUDVWRUQRGHOHVSHFWURDXWLVWDORVWUDVWRUQRVSRUFRQVXPRGHVXVWDQFLDV
ORVFULWHULRVLQLFLDOHV\GHSURSRQHUODRUJDQL]DFLyQGHORVFDStWXORVVHUHDOL]yXQDVHJXQGDHQFXHVWD ODVGLVIXQFLRQHVVH[XDOHVORVVtQWRPDVVRPiWLFRV\ORVWUDVWRUQRVUHODFLRQDGRV2WURVFDPELRVVRQOD
HQ/RVJUXSRVGHWUDEDMRWXYLHURQHQFXHQWDWDQWRORVFRPHQWDULRVGHODSiJLQDZHEFRPRORV FRUUHFFLyQGHORVIDOORVTXHVHKDQYXHOWRHYLGHQWHVFRQHOWLHPSRDOHVFRJHUORVFULWHULRVRSHUDWLYRV
UHVXOWDGRVGHORVHVWXGLRVGHFDPSRGHO'60DOHVFULELUHOERUUDGRUGHODSURSXHVWDGHORVFULWHULRV GHDOJXQRVWUDVWRUQRV(VWRVWLSRVGHFDPELRVKDQSODQWHDGRUHWRVHVSHFLDOHVDORVSURFHVRVGHUHYL
 ,QWURGXFFLyQ ,QWURGXFFLyQ 

6LyQGHO&5&\HO&&63TXHQRIXHURQGLVHxDGRVSDUDHYDOXDUODYDOLGH]GHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV JUXSRVGHWUDVWRUQRV$OUHRUGHQDU\UHDJUXSDUORVWUDVWRUQRVH[LVWHQWHVODHVWUXFWXUDUHYLVDGDSUH
GHO'60,96LQHPEDUJRHO&RPLWp(ODERUDGRUGHO'60TXHUHYLVyORVFDPELRVSURSXHVWRV\IXH WHQGHHVWLPXODUQXHYDVSHUVSHFWLYDVFOtQLFDV\DOHQWDUDORVLQYHVWLJDGRUHVDLGHQWLILFDUORVIDFWRUHV
HOUHVSRQVDEOHGHUHYLVDUHOWH[WRGHVFULSWLYRGHFDGDWUDVWRUQRSDUDOHODPHQWHDORVJUXSRVGHWUDEDMR SVLFROyJLFRV\ILVLROyJLFRVFRPXQHVTXHQRHVWiQGHOLPLWDGRVSRUODVHVWULFWDVGHVLJQDFLRQHVFDWHJy
GXUDQWHHVWHSHUtRGRHVWDEDHQXQDSRVLFLyQLGyQHDSDUDSRGHUUHDOL]DUXQLQIRUPHDUJXPHQWDGRGH ULFDV
ORVPpULWRVFLHQWtILFRVGHODVUHYLVLRQHV$GHPiVPXFKRVGHHVWRVJUDQGHVFDPELRVVHVRPHWLHURQD (OXVRGHORVFULWHULRVGHO'60WLHQHODFODUDYLUWXGGHFUHDUXQOHQJXDMHFRP~QFRQHOTXHORV
ODSUXHEDGHOHVWXGLRGHFDPSRDXQTXHQRVHSXGRUHDOL]DUXQDSUXHEDH[KDXVWLYDGHWRGRVORV FOtQLFRVSXHGDQWUDQVPLWLUVHXQRVDRWURVORVGLDJQyVWLFRVGHORVWUDVWRUQRV/RVFULWHULRV\WUDVWRUQRV
FDPELRVSURSXHVWRVGHELGRDODVOLPLWDFLRQHVGHWLHPSR\UHFXUVRV RILFLDOHVFX\DDSOLFDELOLGDGFOtQLFDVHGHWHUPLQyFRPRDFHSWDGDVHVLW~DQHQOD6HFFLyQ,,GHOPDQXDO
/DUHFRPHQGDFLyQILQDOGHOHTXLSRGHWUDEDMRVHOOHYyHQWRQFHVDOD-XQWD'LUHFWLYDGHOD$3$\DO 6LQHPEDUJRGHEHREVHUYDUVHTXHHVWRVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV\VXVUHODFLRQHVGHQWURGHODFODVLILFD
&RPLWpGH$VDPEOHDGHOD$3$SDUDHO'60TXHFRQVLGHUDURQDOJXQDVGHODVFDUDFWHUtVWLFDVGHODV FLyQVHEDVDQHQORVFRQRFLPLHQWRVDFWXDOHV\SRGUtDQWHQHUTXHPRGLILFDUVHDODSRUWDUODVIXWXUDV
UHYLVLRQHVSURSXHVWDVGHFDUDDVXYLDELOLGDG\XWLOLGDGFOtQLFD/DDVDPEOHDHVXQRUJDQLVPRGHOLEH LQYHVWLJDFLRQHVQXHYRVGDWRVWDQWRGHQWURGHFDGDFRQMXQWRGHWUDVWRUQRVSURSXHVWRVFRPRHQWUH
UDWLYRGHOD$3$FX\RVPLHPEURVUHSUHVHQWDQORVGLVWLQWRVGLVWULWRV\RWUDV]RQDVPiVDPSOLDV\TXH HOORV/DVDIHFFLRQHVDFRQWLQXDUHVWXGLDQGRTXHVHGHVFULEHQHQOD6HFFLyQ,,,VRQDTXHOODVSDUDODV
VHFRPSRQHGHSVLTXLDWUDVSURFHGHQWHVGHODWRWDOLGDGGH(VWDGRV8QLGRVFRQJHRJUDItDVH[SHULHQFLD TXHVHJ~QKHPRVGHWHUPLQDGRQRH[LVWHQD~QGDWRVFLHQWtILFRVTXHDYDOHQXQXVRFOtQLFRJHQHUDOL
LQVWLWXFLRQDOHVHLQWHUHVHVGLYHUVRV(O&RPLWpSDUDHO'60HVXQFRPLWpFRQVWLWXLGRSRUXQJUXSR ]DGR(VWRVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVVHLQFOX\HQSDUDGHVWDFDUODHYROXFLyQ\GLUHFFLyQGHORVDYDQFHV
GLYHUVRGHOtGHUHVGHHVWDDVDPEOHD FLHQWtILFRVHQHVWDViUHDVFRQHOILQGHHVWLPXODUQXHYDVLQYHVWLJDFLRQHV
'HVSXpVGHODVHWDSDVSUHFHGHQWHVGHUHYLVLyQVHFHOHEUyXQDVHVLyQHMHFXWLYDHQODFXPEUHSDUD (QWRGRSURFHVRGHUHYLVLyQHQFXUVRVREUHWRGRVLSRVHHHVWHQLYHOGHFRPSOHMLGDGVXUJHQGLV
FRQVROLGDUODVDSRUWDFLRQHVGHORVSUHVLGHQWHVGHORVFRPLWpVGHUHYLVLyQ\GHODDVDPEOHDGHORV WLQWRVSXQWRVGHYLVWDTXHHQHVWHFDVRVHWUDWDURQGHWHQHUHQFXHQWD\FXDQGRHVWDEDQMXVWLILFDGRV
SUHVLGHQWHVGHORVJUXSRVGHWUDEDMRGHXQDVHVRUIRUHQVH\GHXQDVHVRUHVWDGtVWLFRFRQHOILQGH GHDFRPRGDU3RUHMHPSORORVWUDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDGVHLQFOX\HQHQODVVHFFLRQHV,,\,,,/D
UHDOL]DUXQDUHYLVLyQSUHOLPLQDUGHFDGDWUDVWRUQRSRUSDUWHGHODDVDPEOHD\ORVFRPLWpVHMHFXWLYRV 6HFFLyQ,,HVXQDDFWXDOL]DFLyQGHOWH[WRDVRFLDGRDORVPLVPRVFULWHULRVTXHVHHQFXHQWUDQHQHO'60
GHOD-XQWD'LUHFWLYDGHOD$3$/DDVDPEOHDYRWyHQQRYLHPEUHGHSDUDUHFRPHQGDUTXHODMXQWD ,975PLHQWUDVTXHOD6HFFLyQ,,,FRQWLHQHHOPRGHORGHLQYHVWLJDFLyQSURSXHVWRSDUDHOGLDJQyVWLFR
DSUREDVHODSXEOLFDFLyQGHO'60\OD-XQWD'LUHFWLYDGHOD$3$ODDSUREyHQGLFLHPEUHGH(Q \ODFRQFHSWXDOL]DFLyQGHORVWUDVWRUQRVGHSHUVRQDOLGDGTXHKDGHVDUUROODGRHOJUXSRGHWUDEDMRGHO
HO$SpQGLFHVHFLWDQORVQXPHURVRVH[SHUWRVUHYLVRUHV\DVHVRUHVTXHIRUPDURQSDUWHGHHVWHSURFHVR '60VREUHSHUVRQDOLGDG\WUDVWRUQRVGHODSHUVRQDOLGDG6HHVSHUDTXHODVGRVYHUVLRQHVUHVXOWHQ
GHXWLOLGDGSDUDODFOtQLFD\ODVLQLFLDWLYDVGHLQYHVWLJDFLyQVHJ~QYD\DHYROXFLRQDQGRHVWHFDPSR
(VWUXFWXUDGHODRUJDQL]DFLyQ
$UPRQL]DFLyQFRQOD&,(
/DVGHILQLFLRQHVGHORVWUDVWRUQRVTXHFRQVWLWX\HQHOQ~FOHRRSHUDWLYRGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVVRQ
/RVJUXSRVHQFDUJDGRVGHUHYLVDUORVVLVWHPDVGHO'60\OD&,(WHQtDQHOPLVPRREMHWLYRJHQHUDOGH
ODEDVHGHO'60DHIHFWRVFOtQLFRV\GHLQYHVWLJDFLyQ(VWRVFULWHULRVVHKDQVRPHWLGRDUHYLVLyQ
FLHQWtILFDVLELHQHQJUDGRVGLYHUVRV\PXFKRVWUDVWRUQRVKDQSUREDGRVREUHHOWHUUHQRVXILDELOLGDG DUPRQL]DUODVGRVFODVLILFDFLRQHVKDVWDGRQGHIXHUDSRVLEOHSRUORVPRWLYRVVLJXLHQWHV
LQWHULQGLYLGXDO(QFDPELRODFODVLILFDFLyQGHORVWUDVWRUQRV ODIRUPDHQTXHVHDJUXSDQORVWUDVWRU
QRVTXHSURSRUFLRQDXQDOWRQLYHOGHRUJDQL]DFLyQDOPDQXDO QRVHFUHHHQJHQHUDOTXHWHQJD ‡ /DH[LVWHQFLDGHGRVJUDQGHVFODVLILFDFLRQHVGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVREVWDFXOL]DODUHFRJLGD\HO
LPSRUWDQFLDFLHQWtILFDDOJXQDDSHVDUGHTXHORVMXLFLRVKXELHURQGHUHDOL]DUVHFXDQGRORVWUDVWRUQRV XVRGHODVHVWDGtVWLFDVQDFLRQDOHVGHVDOXGHOGLVHxRGHORVHQVD\RVFOtQLFRVGLULJLGRVDGHVDUUROODU
QXHYRVWUDWDPLHQWRV\ODFRQVLGHUDFLyQGHODDSOLFDELOLGDGJHQHUDOGHORVUHVXOWDGRVSRUSDUWHGH
VHGLYLGLHURQHQFDStWXORVDOFRPSLODUHO'60,,,
(O'60HVXQDFODVLILFDFLyQPpGLFDGHWUDVWRUQRV\FRPRWDOVXSRQHXQHVTXHPDFRJQLWLYRGHWHU ORVRUJDQLVPRVUHJXODGRUHVLQWHUQDFLRQDOHV
‡ (QWpUPLQRVPiVJHQHUDOHVODH[LVWHQFLDGHGRVFODVLILFDFLRQHVFRPSOLFDORVLQWHQWRVGHUHSOLFDU
PLQDGRKLVWyULFDPHQWHTXHVHLPSRQHVREUHODLQIRUPDFLyQFOtQLFD\FLHQWtILFDSDUDDXPHQWDUVX
FRPSUHQVLELOLGDG\XWLOLGDG1RHVVRUSUHQGHQWHTXHGHVSXpVGHKDEHUFXPSOLGRPHGLRVLJOROD ORVUHVXOWDGRVFLHQWtILFRVPiVDOOiGHODVIURQWHUDVGHFDGDSDtV
‡ $XQTXHODLQWHQFLyQHUDLGHQWLILFDUSREODFLRQHVLGpQWLFDVGHSDFLHQWHVORVGLDJQyVWLFRVGHO
FLHQFLDIXQGDFLRQDOTXHFRQGXMRHQ~OWLPDLQVWDQFLDDO'60,,,KD\DQHPSH]DGRDVXUJLUGHVDItRV
'60,9\GHOD&,(QRVLHPSUHHVWDEDQGHDFXHUGR
WDQWRSDUDORVFOtQLFRVFRPRSDUDORVFLHQWtILFRVTXHVRQLQKHUHQWHVDODHVWUXFWXUDGHO'60PiVTXH
DODGHVFULSFLyQGHGHWHUPLQDGRVWUDVWRUQRV(VWRVGHVDItRVFRPSUHQGHQDOWDVWDVDVGHFRPRUELOLGDG
<DHQODVSULPHUDVIDVHVGHODVUHYLVLRQHVTXHGySDWHQWHTXHHOXVRGHXQDPLVPDHVWUXFWXUDRUJD
HQWUHORVFDStWXORVGHO'60\GHQWURGHFDGDXQRHOXVRH[FHVLYR\ODQHFHVLGDGGHUHFXUULUDOFULWHULR
QL]DWLYDD\XGDUtDDDUPRQL]DUODVFODVLILFDFLRQHV'HKHFKRHOHPSOHRGHXQPDUFRFRP~QFRQWULEX\y
QRHVSHFLILFDGR 1( \ODFUHFLHQWHLPSRVLELOLGDGGHLQWHJUDUORVWUDVWRUQRVGHO'60FRQORVUHVXO
DLQWHJUDUODVODERUHVGHORVJUXSRVGHWUDEDMRGHO'60\OD&,(\DGLULJLUODDWHQFLyQKDFLDODVFXHV
WDGRVGHORVHVWXGLRVJHQpWLFRV\RWURVKDOOD]JRVFLHQWtILFRV WLRQHVFLHQWtILFDV/DGLUHFFLyQGHOSUR\HFWR5HVHDUFK'RPDLQ&ULWHULD 5'R& GHO1,0+KDUHIUHQGDGR
$OFRPHQ]DUOD$3$\OD206DSODQLILFDUVXVUHVSHFWLYDVUHYLVLRQHVGHO'60\OD&ODVLILFDFLyQ ODRUJDQL]DFLyQGHO'60\ODHVWUXFWXUDOLQHDOSURSXHVWDSDUDOD&,(SRUVXFRKHUHQFLDFRQOD
,QWHUQDFLRQDOGH(QIHUPHGDGHV &,( DPEDVFRQVLGHUDURQODSRVLELOLGDGGHPHMRUDUODXWLOLGDGFOt HVWUXFWXUDJHQHUDOLQLFLDOGHGLFKRSUR\HFWR
QLFD SHMD\XGDQGRDH[SOLFDUODFRPRUELOLGDGREYLD \GHIDFLOLWDUODLQYHVWLJDFLyQFLHQWtILFDUHSODQ 1DWXUDOPHQWHHQYLVWDGHOHVWDGRDFWXDOGHOFRQRFLPLHQWRFLHQWtILFRVHHVSHUDEDQGLIHUHQFLDV
WHiQGRVHODVHVWUXFWXUDVRUJDQL]DWLYDVGHODVGRVSXEOLFDFLRQHVHQXQVLVWHPDOLQHDOLQGLFDGRSRU IXQGDPHQWDOHVHQODFODVLILFDFLyQGHODSVLFRSDWRORJtD\HQORVFULWHULRVHVSHFtILFRVGHGHWHUPLQDGRV
FyGLJRVDOIDQXPpULFRVTXHRUGHQDUDQORVFDStWXORVGHDFXHUGRFRQDOJXQDHVWUXFWXUDUDFLRQDO\UHOD WUDVWRUQRV6LQHPEDUJRODPD\RUtDGHODVGLIHUHQFLDVHYLGHQWHVHQWUHODVFODVLILFDFLRQHVGHO'60\OD
FLRQDO7DQWRSDUDHOJUXSRGHWUDEDMRGHO'60FRPRSDUDHO*UXSR$VHVRU,QWHUQDFLRQDOGHOD206 &,(QRUHIOHMDQYHUGDGHUDVGLIHUHQFLDVFLHQWtILFDVVLQRTXHUHSUHVHQWDQVXESURGXFWRVKLVWyULFRVGHORV
HQFDUJDGRGHUHYLVDUOD6HFFLyQGH7UDVWRUQRV0HQWDOHV\GHO&RPSRUWDPLHQWRGHOD&,(HOHOH SURFHVRVHODERUDGRVSRUFRPLWpVLQGHSHQGLHQWHV
PHQWRFUtWLFRHUDTXHODVUHYLVLRQHVGHRUJDQL]DFLyQPHMRUDVHQODXWLOLGDGFOtQLFD\SHUPDQHFLHUDQ 3DUDVRUSUHVDGHORVSDUWLFLSDQWHVHQDPERVSURFHVRVGHUHYLVLyQJUDQGHVVHFFLRQHVGHOFRQWHQLGR
GHQWURGHORVOtPLWHVGHODLQIRUPDFLyQFLHQWtILFDELHQUHSOLFDGD$XQTXHODQHFHVLGDGGHHVWDUHIRUPD FRLQFLGtDQFRQUHODWLYDIDFLOLGDGUHIOHMDQGRODVYLUWXGHVUHDOHVGHGHWHUPLQDGDViUHDVGHODELEOLRJUD
SDUHFtDHYLGHQWHHUDLPSRUWDQWHUHVSHWDUHOHVWDGRDFWXDOGHORVFRQRFLPLHQWRV\HOUHWRTXHVXSRQ ItDFLHQWtILFDFRPRODHSLGHPLRORJtDORVDQiOLVLVGHODFRPRUELOLGDGORVHVWXGLRVGHJHPHORV\GHWHU
GUtDSDUDODVFRPXQLGDGHVFOtQLFDHLQYHVWLJDGRUDXQFDPELRH[FHVLYDPHQWHUiSLGR&RQHVDPHQWD PLQDGRVGLVHxRVGHRWURWLSRJHQpWLFDPHQWHLQIRUPDGRV(QFDVRGHVXUJLUGLVSDULGDGHVFDVLVLHPSUH
OLGDGODUHYLVLyQGHODRUJDQL]DFLyQVHHQIRFyFRPRXQDUHIRUPDGLDJQyVWLFDFRQVHUYDGRUD\HYROX HUDQUHIOHMRGHODQHFHVLGDGGHGHFLGLUHQGyQGHGHEtDFRORFDUVHXQWUDVWRUQRDQWHGDWRVLQFRPSOHWRV
WLYDTXHVHHIHFWXDUtDEDMRODJXtDGHORVGDWRVFLHQWtILFRVTXHVXUJLHUDQVREUHODVUHODFLRQHVHQWUH HLQFOXVRFRQWUDGLFWRULRVODPD\RUtDGHODVYHFHV$VtSRUHMHPSORSDUWLHQGRGHORVSDWURQHVGHVtQ
 ,QWURGXFFLyQ ,QWURGXFFLyQ 

WRPDVODFRPRUELOLGDG\ORVIDFWRUHVGHULHVJRHQFRP~QHOWUDVWRUQRSRUGpILFLWGHDWHQFLyQKLSH WLYRVLPLOLWXGVLQWRPiWLFDFXUVRGHODHQIHUPHGDGFRPRUELOLGDGHOHYDGD\UHVSXHVWDFRP~QDOWUD
UDFWLYLGDG 7'$+ VHXELFyFRQORVWUDVWRUQRVGHOQHXURGHVDUUROORDXQTXHHVRVPLVPRVGDWRVUHVSDO WDPLHQWR(VWRVLQGLFDGRUHVVLUYLHURQGHQRUPDVHPStULFDVSDUDLQIRUPDUGHODVGHFLVLRQHVWRPDGDV
GDEDQWDPELpQVyOLGRVDUJXPHQWRVDIDYRUGHFRORFDUHO7'$+HQWUHORVWUDVWRUQRVGLVUXSWLYRVGHO SRUORVJUXSRVGHWUDEDMR\HOFRPLWpHODERUDGRUDFHUFDGHODIRUPDGHDJUXSDUORVWUDVWRUQRVPD[L
FRQWUROGHORVLPSXOVRV\GHODFRQGXFWD(VWDVFXHVWLRQHVVHUHVROYLHURQPHGLDQWHODSUHSRQGHUDQFLD PL]DQGRODYDOLGH]\ODXWLOLGDGFOtQLFD
GHORVGDWRVFLHQWtILFRV PX\HVSHFLDOPHQWHORVYDOLGDGRUHVDSUREDGRVSRUHOJUXSRHQFDUJDGRGHO 6HHODERUDURQ\SXEOLFDURQXQDVHULHGHDUWtFXORVHQXQDLPSRUWDQWHUHYLVWDLQWHUQDFLRQDO
GHVDUUROORGHO'60 1RREVWDQWHORVJUXSRVGHWUDEDMRUHFRQRFHQTXHORVGHVFXEULPLHQWRVIXWXURV 3V\FKRORJLFDO0HGLFLQH9RO FRPRSDUWHGHORVSURFHVRVGHGHVDUUROORGHO'60\GHOD&,(
SRGUtDQFDPELDUODXELFDFLyQ\HOFRQWH[WRGHGHWHUPLQDGRVWUDVWRUQRV\PiVD~QTXHODVHQFLOOD FRQHOILQGHGRFXPHQWDUTXHHVWRVYDOLGDGRUHVHUDQVREUHWRGR~WLOHVSDUDVXJHULUJUDQGHVJUXSRVGH
RUJDQL]DFLyQOLQHDOTXHPHMRUVHDGDSWDDODSUiFWLFDFOtQLFDSRGUtDQRFDSWDUFRPSOHWDPHQWHODFRP WUDVWRUQRVPiVTXHSDUDYDOLGDUORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVGHFDGDWUDVWRUQRLQGLYLGXDO/DUHDJUX
SOHMLGDG\KHWHURJHQHLGDGGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV/DRUJDQL]DFLyQUHYLVDGDVHKDFRRUGLQDGRFRQ SDFLyQGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVHQHO'60SUHWHQGHSHUPLWLUTXHODLQYHVWLJDFLyQIXWXUDPHMRUH
HOFDStWXORGHOD&,(VREUHWUDVWRUQRVPHQWDOHV\GHOFRPSRUWDPLHQWR FDStWXOR9 TXHHPSOHDUi ORVFRQRFLPLHQWRVVREUHORVRUtJHQHVGHODVHQIHUPHGDGHV\ORVDVSHFWRVILVLRSDWROyJLFRVFRPXQHVD
XQVLVWHPDDPSOLDGRGHFRGLILFDFLyQGHWLSRQXPpULFRDOIDQXPpULFR6LQHPEDUJRHOVLVWHPDGH YDULRVWUDVWRUQRV\FUHDUXQDEDVHSDUDODUHSOLFDFLyQIXWXUDHQODTXHORVGDWRVSXHGDQYROYHUD
FRGLILFDFLyQRILFLDOTXHVHXWLOL]DHQ(VWDGRV8QLGRVHQHOPRPHQWRGHSXEOLFDUHVWHPDQXDOHVHOGH DQDOL]DUVHFRQHOWLHPSRSDUDHYDOXDUFRQWLQXDPHQWHVXYDOLGH]/DVFRQVWDQWHVUHYLVLRQHVGHO'60
OD,QWHUQDWLRQDO&ODVVLILFDWLRQRI'LVHDVHV1LQWK5HYLVLRQ&OLQLFDO0RGLILFDWLRQ ,&'&0 ODDGDSWDFLyQ ORFRQYHUWLUiQHQXQGRFXPHQWRYLYLHQWH\DGDSWDEOHDORVGHVFXEULPLHQWRVIXWXURVGHODQHXURELR
HVWDGRXQLGHQVHGHOD&,(/DDSOLFDFLyQGHOD,QWHUQDWLRQDO&ODVVLILFDWLRQRI'LVHDVHV7HQWK5HYLVLRQ ORJtDODJHQpWLFD\ODHSLGHPLRORJtD
&OLQLFDO0RGLILFDWLRQ ,&'&0 DGDSWDGDDSDUWLUGHOD&,(HVWiSUHYLVWDHQ(VWDGRV8QLGRV %DViQGRVHHQORVUHVXOWDGRVSXEOLFDGRVGHHVWHDQiOLVLVFRP~QGHO'60\OD&,(VHGHPRVWUy
SDUDRFWXEUHGH'DGDODLQPLQHQWHSXEOLFDFLyQGHOD&,(VHGHFLGLyTXHIXHUDHVWDYHUVLyQ TXHODDJUXSDFLyQGHORVWUDVWRUQRVVHJ~QORVOODPDGRVIDFWRUHVGHLQWHULRUL]DFLyQ\H[WHULRUL]DFLyQ
\QROD&,(ODXWLOL]DGDSULQFLSDOPHQWHFRPREDVHGHODDUPRQL]DFLyQ1RREVWDQWHSXHVWRTXHOD FRQVWLWX\HXQPDUFRGHEDVHHPStULFD7DQWRHQHOJUXSRLQWHULRUL]DGRU TXHFRQWLHQHORVWUDVWRUQRV
DGRSFLyQGHOVLVWHPDGHFRGLILFDFLyQ,&'&0VHJXLUiYLJHQWHHQHOPRPHQWRGHSXEOLFDUHO'60 FRQVtQWRPDVSURPLQHQWHVGHDQVLHGDGGHSUHVLYRV\VRPiWLFRV FRPRHQHOH[WHULRUL]DGRU FRQVWL
VHUiQHFHVDULRXWLOL]DUORVFyGLJRVGHOD,&'&0$GHPiVFRPRODHVWUXFWXUDRUJDQL]DWLYDGHO WXLGRSRUORVWUDVWRUQRVFRQVtQWRPDVSURPLQHQWHVGHLPSXOVLYLGDGFRQGXFWDVGLVUXSWLYDV\FRQ
'60HVUHIOHMRGHODHVWUXFWXUDSUHYLVWDSDUDOD&,(ORVFyGLJRVGHGLFKD&,(VHJXLUiQPiV VXPRGHVXVWDQFLDV ORVIDFWRUHVJHQpWLFRV\DPELHQWDOHVFRPSDUWLGRVFRPRPXHVWUDQORVHVWXGLRV
HVWUHFKDPHQWHHORUGHQVHFXHQFLDOGHORVGLDJQyVWLFRVGHQWURGHODHVWUXFWXUDGHFDStWXORVGHO'60 GHJHPHORVH[SOLFDQSUREDEOHPHQWHJUDQSDUWHGHODFRPRUELOLGDGVLVWpPLFDTXHVHREVHUYDHQODV
3RUHOPRPHQWRWDQWRORVFyGLJRVGHOD,&'&0FRPRORVGHOD,&'&0HVWiQLQGLFDGRVSDUD PXHVWUDVWDQWRFOtQLFDVFRPRSREODFLRQDOHV/DVLWXDFLyQDG\DFHQWHGHORVWUDVWRUQRVLQWHULRUL]DGR
FDGDWUDVWRUQR(VWRVFyGLJRVQRHVWDUiQHQRUGHQVHFXHQFLDODORODUJRGHOPDQXDOSXHVVHDVLJQDURQ UHVFDUDFWHUL]DGRVSRUFXUVDUFRQiQLPRGHSULPLGRDQVLHGDG\VtQWRPDVILVLROyJLFRV\FRJQLWLYRV
SDUDFRPSOHPHQWDUHVWUXFWXUDVRUJDQL]DWLYDVSUHYLDV UHODFLRQDGRVGHEHUtDD\XGDUDHODERUDUHQIRTXHVGLDJQyVWLFRVQXHYRVFRPRORVDERUGDMHVGLPHQVLR
QDOHVIDFLOLWDQGRDOPLVPRWLHPSRODLGHQWLILFDFLyQGHPDUFDGRUHVELROyJLFRV$VLPLVPRODVLWXDFLyQ
$ERUGDMHGLPHQVLRQDOGHOGLDJQyVWLFR DG\DFHQWHGHOJUXSRH[WHULRUL]DGRUGRQGHVHLQFOX\HQORVWUDVWRUQRVTXHSUHVHQWDQFRQGXFWDV
DQWLVRFLDOHVSHUWXUEDFLRQHVFRQGXFWXDOHVDGLFFLRQHV\SUREOHPDVGHFRQWUROGHORVLPSXOVRVGHEH
7DQWRHQODFOtQLFDFRPRHQODLQYHVWLJDFLyQKDQVXUJLGRSUREOHPDVHVWUXFWXUDOHVTXHWLHQHQVXUDt]
UtDQIDYRUHFHUHOSURJUHVRHQODLGHQWLILFDFLyQGHGLDJQyVWLFRVPDUFDGRUHV\PHFDQLVPRVGHEDVH
HQHOGLVHxREiVLFRGHODDQWHULRUFODVLILFDFLyQGHO'60FRPSXHVWDGHXQJUDQQ~PHURGHHVWUHFKDV
$SHVDUGHOSUREOHPDTXHSODQWHDQORVGLDJQyVWLFRVFDWHJyULFRVHOFRPLWpHODERUDGRUGHO'60
FDWHJRUtDVGLDJQyVWLFDV/DVSUXHEDVUHOHYDQWHVSURFHGHQGHIXHQWHVGLYHUVDVFRPRORVHVWXGLRVGH
KDUHFRQRFLGRTXHSURSRQHUGHILQLFLRQHVDOWHUQDWLYDVSDUDODPD\RUtDGHORVWUDVWRUQRVHVDOJRSUH
ODFRPRUELOLGDG\ODQHFHVLGDGFRQVLGHUDEOHGHGLDJQyVWLFRVQRHVSHFLILFDGRVTXHVXSRQHQODPD\R
PDWXURGHVGHHOSXQWRGHYLVWDFLHQWtILFR/DHVWUXFWXUDRUJDQL]DWLYDSUHWHQGHVHUYLUGHSXHQWHKDFLD
UtDGHORVGLDJQyVWLFRVHQiUHDVWDOHVFRPRORVWUDVWRUQRVGHODFRQGXFWDDOLPHQWDULDORVWUDVWRUQRVGH
ORVQXHYRVSODQWHDPLHQWRVGLDJQyVWLFRVVLQSHUWXUEDUQLODFOtQLFDQLODLQYHVWLJDFLyQDFWXDOHV&RQHO
ODSHUVRQDOLGDG\ORVWUDVWRUQRVGHOHVSHFWURDXWLVWD/RVHVWXGLRVGHORVIDFWRUHVGHULHVJRWDQWRJHQp
UHVSDOGRGHORVPDWHULDOHVGRFHQWHVDVRFLDGRVDO'60ORV1DWLRQDO,QVWLWXWHVRI+HDOWKORVGHPiV
WLFRVFRPRDPELHQWDOHVFRQLQGHSHQGHQFLDGHTXHVHWUDWHGHLQYHVWLJDFLRQHVGHJHPHORVHVWXGLRV
RUJDQLVPRVSDWURFLQDGRUHV\ODVSXEOLFDFLRQHVFLHQWtILFDVHOHQIRTXHPiVGLPHQVLRQDO\ODHVWUXFWXUD
GHODWUDQVPLVLyQIDPLOLDURDQiOLVLVPROHFXODUHVSODQWHDQWDPELpQGXGDVVREUHODHVWUXFWXUDFDWHJy
RUJDQL]DWLYDGHO'60SXHGHQIDFLOLWDUODLQYHVWLJDFLyQHQWUHODVGLVWLQWDVFDWHJRUtDVGLDJQyVWLFDV
ULFDGHOVLVWHPDGHO'60'DGRTXHFRQVLGHUDEDTXHFDGDGLDJQyVWLFRHVWDEDFDWHJyULFDPHQWHVHSD
DFWXDOHVDOHQWDQGRHVWXGLRVDPSOLRVQRWDQWRHQORVFDStWXORVSURSXHVWRVFRPRHQWUHORVDG\DFHQWHV
UDGRGHODVDOXG\GHORVGHPiVGLDJQyVWLFRVHOHQIRTXHSUHYLRGHO'60QRFDSWDEDORVPXFKRV
(VWDQXHYDIRUPXODFLyQGHORVREMHWLYRVGHODLQYHVWLJDFLyQWDPELpQGHEHUtDVHUYLUSDUDTXHHO'60
VtQWRPDV\IDFWRUHVGHULHVJRTXHFRPSDUWHQPXFKRVWUDVWRUQRV\TXHHYLGHQFLDQORVHVWXGLRVGHOD
VLJDVLHQGRHVHQFLDOSDUDHOGHVDUUROORGHORVDERUGDMHVGLDJQyVWLFRVGLPHQVLRQDOHVTXHSUREDEOH
FRPRUELOLGDG/DVHGLFLRQHVDQWHULRUHVGHO'60VHFHQWUDEDQHQH[FOXLUORVUHVXOWDGRVIDOVRVSRVLWLYRV
PHQWHFRPSOHPHQWDUiQRVXVWLWXLUiQDORVDFWXDOHVSODQWHDPLHQWRVFDWHJyULFRVHQORVSUy[LPRVDxRV
GHORVGLDJQyVWLFRVSRUWDQWRVXVFDWHJRUtDVHUDQH[FHVLYDPHQWHHVWUHFKDVFRPRUHIOHMDFODUDPHQWH
ODQHFHVLGDGJHQHUDOL]DGDGHXWLOL]DUORVGLDJQyVWLFRV1(&LHUWDPHQWHHOREMHWLYR³HQWRQFHVSODXVL
EOH³GHLGHQWLILFDUSREODFLRQHVKRPRJpQHDVSDUDHOWUDWDPLHQWR\ODLQYHVWLJDFLyQSURGXMRFDWHJRUtDV &RQVLGHUDFLRQHVVREUHHOGHVDUUROOR\HOFXUVRYLWDO
GLDJQyVWLFDVHVWUHFKDVTXHQRUHIOHMDEDQODUHDOLGDGFOtQLFDODKHWHURJHQHLGDGVLQWRPiWLFDGHORVWUDV 3DUDPHMRUDUODXWLOLGDGFOtQLFDHO'60HVWiRUJDQL]DGRWHQLHQGRHQFXHQWDHOGHVDUUROOR\HOFXUVR
WRUQRVQLODFDQWLGDGLPSRUWDQWHGHVtQWRPDVTXHPXFKRVGHHVWRVWUDVWRUQRVFRPSDUWHQ/DDVSLUD YLWDO(PSLH]DFRQORVGLDJQyVWLFRVTXHVHFUHHTXHVRQUHIOHMRGHSURFHVRVGHOGHVDUUROORTXHVHPDQL
FLyQKLVWyULFDGHDOFDQ]DUODKRPRJHQHLGDGGLDJQyVWLFDPHGLDQWHODSURJUHVLYDVXEWLSLILFDFLyQGHODV ILHVWDQHQODVIDVHVLQLFLDOHVGHODYLGD SHMORVWUDVWRUQRVGHOQHXURGHVDUUROORORVWUDVWRUQRVGHO
FDWHJRUtDVGHWUDVWRUQRV\DQRUHVXOWDVHQVDWDDOLJXDOTXHODPD\RUtDGHORVPDOHVKXPDQRVPiV HVSHFWURGHODHVTXL]RIUHQLD\RWURVWUDVWRUQRVSVLFyWLFRV DORVTXHVLJXHQORVGLDJQyVWLFRVTXHVH
IUHFXHQWHVORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVVRQKHWHURJpQHRVDPXFKRVQLYHOHVTXHYDQGHVGHORVIDFWRUHVGH PDQLILHVWDQPiVIUHFXHQWHPHQWHHQODDGROHVFHQFLD\HQODMXYHQWXG SHMORVWUDVWRUQRVELSRODUHV
ULHVJRJHQpWLFRVKDVWDORVVtQWRPDV GHSUHVLYRV\GHDQVLHGDG \ILQDOL]DFRQORVGLDJQyVWLFRVUHOHYDQWHVGHODHGDGDGXOWD\ODHWDSDPiV
&RQUHVSHFWRDODVUHFRPHQGDFLRQHVGHDOWHUDUODHVWUXFWXUDGHFDStWXORVGHO'60ORVPLHPEURV WDUGtD SHMORVWUDVWRUQRVQHXURFRJQLWLYRV 6LHPSUHTXHKDVLGRSRVLEOHHQWRGRVORVFDStWXORVVH
GHOJUXSRHQFDUJDGRGHHVWXGLDUORVHVSHFWURVGLDJQyVWLFRVH[DPLQDURQVLKDEtDYDOLGDGRUHVFLHQWtIL KDUHDOL]DGRXQDERUGDMHVLPLODU(VWDHVWUXFWXUDRUJDQL]DWLYDIDFLOLWDHOXVRGHWDOODGRGHODLQIRUPD
FRVFDSDFHVGHLQIRUPDUGHODVSRVLEOHVQXHYDVDJUXSDFLRQHVGHWUDVWRUQRVHPSDUHQWDGRVGHQWURGHO FLyQVREUHHOFXUVRYLWDOFRPRIRUPDGHD\XGDUHQODVGHFLVLRQHVGLDJQyVWLFDV
PDUFRFDWHJyULFRH[LVWHQWH3DUDWDOILQVHUHFRPHQGDURQGHHVWRVLQGLFDGRUHVVXVWUDWRVQHXUDOHV /DRUJDQL]DFLyQSURSXHVWDGHORVFDStWXORVGHO'60GHVSXpVGHORVWUDVWRUQRVGHOQHXURGH
FRPSDUWLGRVUDVJRVIDPLOLDUHVIDFWRUHVGHULHVJRJHQpWLFRVIDFWRUHVGHULHVJRDPELHQWDOHVHVSHFtIL VDUUROORVHEDVDHQORVJUXSRVVLJXLHQWHVWUDVWRUQRVGHLQWHUQDOL]DFLyQ HPRFLRQDOHV\VRPiWLFRV 
FRVELRPDUFDGRUHVDQWHFHGHQWHVWHPSHUDPHQWDOHVDQRPDOtDVGHOSURFHVDPLHQWRHPRFLRQDORFRJQL WUDVWRUQRVGHH[WHUQDOL]DFLyQWUDVWRUQRVQHXURFRJQLWLYRV\RWURVWUDVWRUQRV6HHVSHUDTXHHVWDRUJD
 ,QWURGXFFLyQ ,QWURGXFFLyQ 

QL]DFLyQDOHQWDUiHVWXGLRVSRVWHULRUHVVREUHORVSURFHVRVILVLRSDWROyJLFRVGHEDVHTXHDXPHQWDQOD  ([SUHVLyQFXOWXUDOGHPDOHVWDUHVXQWpUPLQROLQJtVWLFRXQDIUDVHRXQPRGRGHKDEODUVREUHHO


FRPRUELOLGDGGLDJQyVWLFD\ODKHWHURJHQHLGDGVLQWRPiWLFD$GHPiVDORUGHQDUORVJUXSRVGHWUDVWRU VXIULPLHQWRHQWUHORVLQGLYLGXRVGHXQJUXSRFXOWXUDO SHMGHHWQLD\UHOLJLyQVLPLODU DOUHIHULUVH
QRVGHIRUPDTXHUHIOHMHQODUHDOLGDGFOtQLFDHO'60GHEHUtDIDFLOLWDUODLGHQWLILFDFLyQGHORVSRVLEOHV DORVFRQFHSWRVFRPXQHVUHIHUHQWHVDODSDWRORJtD\VXVIRUPDVGHH[SUHVLyQODFRPXQLFDFLyQ\OD
GLDJQyVWLFRVSRUDTXHOORVHVSHFLDOLVWDVDMHQRVDVDOXGPHQWDOFRPRVRQORVPpGLFRVGHDWHQFLyQSUL GHQRPLQDFLyQGHODVFDUDFWHUtVWLFDVHVHQFLDOHVGHOPDOHVWDU SHMNXIXQJLVLD 8QDH[SUHVLyQGH
PDULD PDOHVWDUQRWLHQHSRUTXpHVWDUUHODFLRQDGDFRQVtQWRPDVVtQGURPHVRFDXVDVSHUFLELGDVHVSHFtIL
/DHVWUXFWXUDRUJDQL]DWLYDGHO'60MXQWRFRQODDUPRQL]DFLyQFRQOD&,(VHKDGLVHxDGRSDUD FDV3XHGHXVDUVHSDUDQRPEUDUXQDPSOLRDEDQLFRGHPROHVWLDVLQFOXLGDVH[SHULHQFLDVGHOGtDD
FUHDUXQRVFRQFHSWRVGLDJQyVWLFRVPHMRUHV\PiVIOH[LEOHVGHFDUDDODQXHYDHUDGHLQYHVWLJDFLRQHV GtDDIHFFLRQHVVXEFOtQLFDVRGROHQFLDVGHELGDVDFLUFXQVWDQFLDVVRFLDOHVPiVTXHDWUDVWRUQRVPHQ
\SDUDVHUYLUGHJXtD~WLOSDUDTXHORVFOtQLFRVH[SOLTXHQDORVSDFLHQWHVSRUTXpKDQUHFLELGRTXL]i WDOHV3RUHMHPSORODPD\RUtDGHODVFXOWXUDVWLHQHQXQFRQMXQWRFRP~QGHH[SUHVLRQHVGHPDOHV
YDULRVGLDJQyVWLFRVXRWURVGLDJQyVWLFRVDGLFLRQDOHVRGLIHUHQWHVDORODUJRGHODYLGD WDUTXHVHXVDQSDUDQRPEUDUXQDPSOLRDEDQLFRGHSUHRFXSDFLRQHV\VXIULPLHQWRV
 ([SOLFDFLyQFXOWXUDORFDXVDSHUFLELGDHVXQDHWLTXHWDDWULEXFLyQRFDUDFWHUtVWLFDHQUHODFLyQFRQXQPRGHOR
$VSHFWRVFXOWXUDOHV H[SOLFDWLYRTXHSURSRUFLRQDODHWLRORJtDRFDXVDGHORVVtQWRPDVODHQIHUPHGDGRHOPDOHVWDU\WLHQH
RULJHQFXOWXUDO SHMPDODGtPRXQ /DVH[SOLFDFLRQHVFDXVDOHVSXHGHQUHIHULUVHDODVFDUDFWHUtVWLFDVPiV
/RVWUDVWRUQRVPHQWDOHVVHGHILQHQHQUHODFLyQDODVQRUPDV\YDORUHVFXOWXUDOHVVRFLDOHV\IDPLOLDUHV GHVWDFDGDVGHODVFODVLILFDFLRQHVSRSXODUHVGHODVGROHQFLDVTXHXWLOL]DQORVFXUDQGHURVRORVSURIDQRV
/DFXOWXUDSURSRUFLRQDPDUFRVLQWHUSUHWDWLYRVTXHGDQIRUPDDODH[SHULHQFLD\H[SUHVLyQGHORV
VtQWRPDVVLJQRV\FRPSRUWDPLHQWRVTXHFRQVWLWX\HQFULWHULRVSDUDHOGLDJQyVWLFR/DFXOWXUDVHWUDQV (VWRVWUHVFRQFHSWRV FX\DVH[SOLFDFLRQHV\HMHPSORVVHORFDOL]DQHQOD6HFFLyQ,,,\HQHO$SpQGLFH 
PLWHVHUHYLVD\UHFUHDGHQWURGHODIDPLOLD\GHRWUDVLQVWLWXFLRQHV\VLVWHPDVVRFLDOHV/DHYDOXDFLyQ LQGLFDQIRUPDVFXOWXUDOHVGHHQWHQGHU\GHVFULELUODVH[SHULHQFLDVGHHQIHUPHGDGTXHSXHGHQREVHU
GLDJQyVWLFDGHEHSRUWDQWRFRQVLGHUDUVLODVH[SHULHQFLDVORVVtQWRPDV\ORVFRPSRUWDPLHQWRVGHO YDUVHHQODHQWUHYLVWDFOtQLFD'LFKRVFRQFHSWRVLQIOX\HQHQODSVLFRSDWRORJtDODE~VTXHGDGHD\XGD
LQGLYLGXRGLILHUHQGHODVQRUPDVVRFLRFXOWXUDOHV\FUHDQSUREOHPDVGHDGDSWDFLyQHQODVFXOWXUDVGH ODVSUHVHQWDFLRQHVFOtQLFDVODVH[SHFWDWLYDVGHWUDWDPLHQWRODDGDSWDFLyQDODHQIHUPHGDG\ODUHV
RULJHQ\HQGHWHUPLQDGRVFRQWH[WRVVRFLDOHVRIDPLOLDUHV(QHOGHVDUUROORGHO'60VHKDQWHQLGRHQ SXHVWDDOWUDWDPLHQWR8QPLVPRWpUPLQRFXOWXUDODYHFHVUHDOL]DPiVGHXQDGHHVWDVIXQFLRQHV
FXHQWDORVDVSHFWRVHVHQFLDOHVGHODFXOWXUDTXHVRQUHOHYDQWHVSDUDODFODVLILFDFLyQ\HYDOXDFLyQGLDJ
QyVWLFD 'LIHUHQFLDVGHJpQHUR
(QOD6HFFLyQ,,,HODSDUWDGR)RUPXODFLyQFXOWXUDOFRQWLHQHXQDH[SRVLFLyQGHWDOODGDGHODFXO
6HKDQGHWHUPLQDGRODVGLIHUHQFLDVVH[XDOHV\GHJpQHURTXHJXDUGDQUHODFLyQFRQODVFDXVDV\ODH[SUH
WXUD\HOGLDJQyVWLFRHQHO'60LQFOXLGDVKHUUDPLHQWDVSDUDHIHFWXDUXQDHYDOXDFLyQFXOWXUDOPiV
SURIXQGD(QHO$SpQGLFHHO*ORVDULRGHFRQFHSWRVFXOWXUDOHVGHPDOHVWDUFRQWLHQHXQDGHVFULSFLyQ VLyQGHYDULDVDIHFFLRQHVPpGLFDVLQFOXLGRVGHWHUPLQDGRVWUDVWRUQRVPHQWDOHV(QODVUHYLVLRQHVGHO
'60VHLQFOX\yHODQiOLVLVGHODVSRVLEOHVGLIHUHQFLDVHQWUHKRPEUHV\PXMHUHVHQFXDQWRDODH[SUHVLyQ
GHDOJXQRVVtQGURPHVH[SUHVLRQHVGHPDOHVWDU\H[SOLFDFLRQHVFDXVDOHVGHFDUiFWHUFXOWXUDOTXHVRQ
GHODVHQIHUPHGDGHVPHQWDOHV(QWpUPLQRVGHQRPHQFODWXUDODVGLIHUHQFLDVGHVH[RVRQODVYDULDFLRQHV
IUHFXHQWHV\UHOHYDQWHVSDUDODSUiFWLFDFOtQLFD DWULEXLGDVDORVyUJDQRVUHSURGXFWLYRVGHOLQGLYLGXR\DOFRPSOHPHQWRFURPRVyPLFR;;R;</DV
/RVOtPLWHVHQWUHODQRUPDOLGDG\ODSDWRORJtDGHGHWHUPLQDGRVWLSRVGHFRPSRUWDPLHQWRYDUtDQ
GLIHUHQFLDVGHJpQHURVRQODVYDULDFLRQHVTXHUHVXOWDQWDQWRGHOVH[RELROyJLFRFRPRGHODDXWRUUHSUHVHQ
GHXQDFXOWXUDDRWUD/RVXPEUDOHVGHWROHUDQFLDGHGHWHUPLQDGRVVtQWRPDVRFRPSRUWDPLHQWRV
WDFLyQGHOLQGLYLGXRLQFOXLGDVODVFRQVHFXHQFLDVVRFLDOHVFRQGXFWXDOHV\SVLFROyJLFDVGHOJpQHURSHU
GLILHUHQHQWUHFXOWXUDVHQWRUQRVVRFLDOHV\IDPLOLDV'HDKtORVGLIHUHQWHVQLYHOHVFRQTXHGHWHUPLQDGD FLELGRHQXQRPLVPR(OWpUPLQRGLIHUHQFLDVGHJpQHURVHXVDHQHO'60SRUTXHODPD\RUtDGHODVYHFHV
H[SHULHQFLDGHYLHQHSUREOHPiWLFDRSDWROyJLFD/DYDORUDFLyQGHTXHXQFRPSRUWDPLHQWRGDGRHV ODVGLIHUHQFLDVHQWUHKRPEUHV\PXMHUHVVHGHEHQWDQWRDOVH[RELROyJLFRFRPRDODDXWRUUHSUHVHQWDFLyQ
DQRUPDO\UHTXLHUHDWHQFLyQFOtQLFDGHSHQGHGHODVQRUPDVFXOWXUDOHVLQWHUQDOL]DGDVSRUHOLQGLYLGXR LQGLYLGXDO6LQHPEDUJRKD\DOJXQDVGLIHUHQFLDVTXHVHEDVDQVRODPHQWHHQHOVH[RELROyJLFR
\DSOLFDGDVSRUTXLHQHVORURGHDQLQFOXLGRVORVPLHPEURVGHODIDPLOLD\ORVFOtQLFRV(OUHFRQRFL (OJpQHURSXHGHLQIOXLUHQODHQIHUPHGDGGHYDULDVPDQHUDV3ULPHURSXHGHGHWHUPLQDUH[FOXVL
PLHQWRGHOVLJQLILFDGRFXOWXUDOSXHGHFRUUHJLULQWHUSUHWDFLRQHVHUUyQHDVGHODSVLFRSDWRORJtDSHUROD YDPHQWHVLHOLQGLYLGXRHVWiHQVLWXDFLyQGHULHVJRGHSDGHFHUGHWHUPLQDGRWUDVWRUQR SHMHOWUDV
FXOWXUDSXHGHWDPELpQFRQWULEXLUDODYXOQHUDELOLGDG\DOVXIULPLHQWR SHMDPSOLILFDQGRORVPLHGRV WRUQRGLVIyULFRSUHPHQVWUXDO 6HJXQGRHOJpQHURSXHGHPRGHUDUHOULHVJRJHQHUDOGHSUHVHQWDUXQ
TXHPDQWLHQHQXQWUDVWRUQRGHSiQLFRRDQVLHGDGHQUHODFLyQFRQODVDOXG /DVWUDGLFLRQHVFRVWXP WUDVWRUQRORTXHVHREVHUYDSRUPDUFDGDVGLIHUHQFLDVGHJpQHURHQODVWDVDVGHSUHYDOHQFLDHLQFLGHQ
EUHV\VLJQLILFDGRVFXOWXUDOHVSXHGHQWDPELpQFRQWULEXLUWDQWRDOHVWLJPDFRPRDODSR\RHQODUHV FLDGHGHWHUPLQDGRVWUDVWRUQRVPHQWDOHV7HUFHURHOJpQHURSXHGHLQIOXLUHQODSUREDELOLGDGGHTXH
SXHVWDIDPLOLDU\VRFLDODODHQIHUPHGDGPHQWDO/DFXOWXUDSXHGHSURSRUFLRQDUHVWUDWHJLDVGHDIURQ ORVVtQWRPDVSDUWLFXODUHVGHXQWUDVWRUQRVHDQH[SHULPHQWDGRVSRUHOLQGLYLGXR(OWUDVWRUQRSRU
WDPLHQWRTXHDXPHQWDQODUHVLOLHQFLDHQUHVSXHVWDDODHQIHUPHGDGRVXJHULUODE~VTXHGDGHD\XGD\ GpILFLWGHDWHQFLyQKLSHUDFWLYLGDGHVXQHMHPSORGHWUDVWRUQRTXHWLHQHXQDSUHVHQWDFLyQWtSLFDGLIH
RSFLRQHVSDUDDFFHGHUDORVFXLGDGRVGHVDOXGGHYDULRVWLSRVLQFOXLGRVORVVLVWHPDVGHVDOXGFRP UHQWHHQORVQLxRV\HQODVQLxDV(OJpQHURWLHQHSUREDEOHPHQWHRWURVHIHFWRVVREUHODH[SHULHQFLDGHO
SOHPHQWDULRV\DOWHUQDWLYRV/DFXOWXUDSXHGHLQIOXLUHQODDFHSWDFLyQRHOUHFKD]RGHXQGLDJQyVWLFR WUDVWRUQRTXHVHUtDQLQGLUHFWDPHQWHUHOHYDQWHVSDUDHOGLDJQyVWLFRSVLTXLiWULFR3XHGHVHUTXHFLHUWRV
\HQODREVHUYDQFLDGHORVWUDWDPLHQWRVDIHFWDQGRDOFXUVRGHODHQIHUPHGDG\DODUHFXSHUDFLyQ/D VtQWRPDVVHREVHUYHQPiVIiFLOPHQWHHQORVKRPEUHVRHQODVPXMHUHV\TXHHOORFRQWULEX\DDODV
FXOWXUDDIHFWDWDPELpQDODFRQGXFWDGXUDQWHODYLVLWDFOtQLFDFRPRUHVXOWDGRODVGLIHUHQFLDVFXOWXUD GLIHUHQFLDVH[LVWHQWHVHQODSUHVWDFLyQGHVHUYLFLRV SHMHVPiVSUREDEOHTXHODVPXMHUHVUHFRQR]FDQ
OHVHQWUHHOFOtQLFR\HOSDFLHQWHUHSHUFXWHQHQODH[DFWLWXG\ODDFHSWDFLyQGHOGLDJQyVWLFRDVtFRPR HOWUDVWRUQRGHSUHVLYRELSRODURGHDQVLHGDG\TXHDFHSWHQSDGHFHUXQDOLVWDPiVFRPSOHWDGHVtQWR
HQODVGHFLVLRQHVWHUDSpXWLFDVODVFRQVLGHUDFLRQHVSURQyVWLFDV\ORVUHVXOWDGRVFOtQLFRV PDVTXHORVKRPEUHV 
+LVWyULFDPHQWHHOFRQVWUXFWRGHORVVtQGURPHVUHODFLRQDGRVFRQODFXOWXUDKDVLGRXQLQWHUpVFODYH /RVDFRQWHFLPLHQWRVGHOFLFORUHSURGXFWLYRLQFOXLGDVODVYDULDFLRQHVHVWURJpQLFDVWDPELpQFRQ
GHODSVLTXLDWUtDFXOWXUDO(QHO'60HVWHFRQVWUXFWRVHKDVXVWLWXLGRSRUWUHVFRQFHSWRVTXHRIUHFHQ WULEX\HQDODVGLIHUHQFLDVGHJpQHURHQWpUPLQRVGHULHVJR\H[SUHVLyQGHODHQIHUPHGDG3RUWDQWRHO
PD\RUXWLOLGDGFOtQLFD HVSHFLILFDGRUGHLQLFLRHQHOSRVSDUWRTXHVHDSOLFDDXQHSLVRGLRGHSUHVLYRRPDQtDFRGHQRWDXQ
PDUFRWHPSRUDOHQHOTXHODPXMHUSXHGHWHQHUPD\RUULHVJRGHSUHVHQWDUXQHSLVRGLRGHODHQIHUPH
6tQGURPHFXOWXUDOHVXQDDJUXSDFLyQRJUXSRGHVtQWRPDVFRQFXUUHQWHVUHODWLYDPHQWHLQYDULDEOHVTXH GDG(QHOFDVRGHOVXHxR\ODHQHUJtDODVDOWHUDFLRQHVVRQDPHQXGRODQRUPDHQHOSRVSDUWR\SRU
VHKDOODQHQXQJUXSRFXOWXUDOXQDFRPXQLGDGRXQFRQWH[WRHVSHFLILFR SHMHODWDTXHGHQHUYLRV (O WDQWRTXL]iWHQJDQXQDPHQRUILDELOLGDGGLDJQyVWLFDHQODVPXMHUHVSXHUSHUDOHV
VtQGURPHSXHGHRQRSXHGHVHUUHFRQRFLGRFRPRHQIHUPHGDGGHQWURGHGHWHUPLQDGDFXOWXUD SHM (OPDQXDOVHKDFRQILJXUDGRGHIRUPDTXHFRQWHQJDLQIRUPDFLyQVREUHHOJpQHURHQP~OWLSOHV
SRGUtDVHUHWLTXHWDGRGHGLYHUVDVPDQHUDV SHURORVSDWURQHVFXOWXUDOHVGHOPDOHVWDU\ODVFDUDFWHUtV QLYHOHV6LKD\VtQWRPDVHVSHFtILFRVGHOJpQHURpVWRVVHKDQDxDGLGRDORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV/RV
WLFDVGHODHQIHUPHGDGSXHGHQVLQHPEDUJRVHUUHFRQRFLGRVSRUXQREVHUYDGRUH[WHUQR HVSHFLILFDGRUHVUHODFLRQDGRVFRQHOJpQHURFRPRHOLQLFLRSHULQDWDOGHORVHSLVRGLRVDIHFWLYRVDSRUWDQ
 ,QWURGXFFLyQ ,QWURGXFFLyQ 

LQIRUPDFLyQDGLFLRQDOVREUHHOJpQHUR\HOGLDJQyVWLFR)LQDOPHQWHH[LVWHQRWURVDVSHFWRVSHUWLQHQWHV (O(MH9GHO'60VHOLPLWDDODHVFDODGHHYDOXDFLyQGHOIXQFLRQDPLHQWRJOREDO *OREDO$VVHVVPHQW


SDUDODVFRQVLGHUDFLRQHVVREUHGLDJQyVWLFR\JpQHURTXHSXHGHQHQFRQWUDUVHHQODVHFFLyQ$VSHFWRV RI)XQFWLRQLQJ*$) TXHUHSUHVHQWDODYDORUDFLyQTXHUHDOL]DHOFOtQLFRGHOQLYHOJHQHUDOGHIXQFLR
GLDJQyVWLFRVUHODFLRQDGRVFRQHOJpQHUR QDPLHQWRGHQWURGHOKLSRWpWLFRFRQWLQXRGHVDOXGHQIHUPHGDGGHOLQGLYLGXR6HUHFRPHQGyTXHHO
*$)VHUHWLUDUDGHO'60SRUYDULDVUD]RQHVFRPRVXIDOWDGHFODULGDGFRQFHSWXDO LQFOX\HVtQWRPDV
8VRGH2WURWUDVWRUQRHVSHFLILFDGR ULHVJRGHVXLFLGLR\GLVFDSDFLGDGHVHQVXGHVFULSFLyQ \VXVFXHVWLRQDEOHVFDUDFWHUtVWLFDVSVLFRPpWUL
FDVHQODSUiFWLFDKDELWXDO3DUDWHQHUXQDPHGLGDJOREDOGHODGLVFDSDFLGDGVHLQFOX\HHQOD6HFFLyQ
\7UDVWRUQRQRHVSHFLILFDGR ,,,GHO'60HOFXHVWLRQDULRGHOD206SDUDHYDOXDUODGLVFDSDFLGDG :+2'LVDELOLW\$VVHVVPHQW
3DUDDXPHQWDUODHVSHFLILFLGDGGLDJQyVWLFDHO'60VXVWLWX\HODGHVLJQDFLyQSUHYLD1(FRQGRV 6FKHGXOH:+2'$6 TXHSHUPLWHXQHVWXGLRPiVH[WHQVR YpDVHHOFDStWXOR0HGLGDVGHHYDOXD
RSFLRQHVGHXVRFOtQLFRRWURWUDVWRUQRHVSHFLILFDGR\WUDVWRUQRQRHVSHFLILFDGR/DFDWHJRUtDGHRWURWUDV FLyQ (O:+2'$6VHEDVDHQODFODVLILFDFLyQLQWHUQDFLRQDOGHOIXQFLRQDPLHQWRODGLVFDSDFLGDG\OD
WRUQRHVSHFLILFDGRVLUYHSDUDTXHORVFOtQLFRVSXHGDQFRPXQLFDUODUD]yQHVSHFtILFDSRUODTXHOD VDOXG ,QWHUQDWLRQDO&ODVVLILFDWLRQRI)XQFWLRQLQJ'LVDELOLW\DQG+HDOWK,&) \VHKDFRQFHELGRSDUD
SUHVHQWDFLyQQRFXPSOHORVFULWHULRVGHQLQJXQDFDWHJRUtDHVSHFtILFDGHQWURGHXQDFODVHGLDJQyVWLFD XVDUVHHQWRGDODPHGLFLQD\GHPiViPELWRVVDQLWDULRV(O:+2'$6 YHUVLyQ \ODPRGLILFDFLyQ
(VWRVHKDFHDQRWDQGRHOQRPEUHGHODFDWHJRUtDVHJXLGRGHODUD]yQHVSHFtILFD3RUHMHPSORDQWHXQ GHVDUUROODGDSDUDQLxRVDGROHVFHQWHV\VXVSDGUHVSRUHOJUXSRSDUDHOHVWXGLRGHOGHWHULRUR\OD
LQGLYLGXRFRQVtQWRPDVGHSUHVLYRVFOtQLFDPHQWHVLJQLILFDWLYRVTXHGXUDQ\DVHPDQDVSHURFX\D GLVFDSDFLGDGVHLQFOX\HURQHQHOHVWXGLRGHFDPSRGHO'60
VLQWRPDWRORJtDQRDOFDQ]DHOXPEUDOGLDJQyVWLFRGHOHSLVRGLRGHSUHVLYRPD\RUHOFOtQLFRDQRWDUtD
RWURWUDVWRUQRGHSUHVLYRHVSHFLILFDGRHSLVRGLRGHSUHVLYRFRQVtQWRPDVLQVXILFLHQWHV6LHOFOtQLFR
HVFRJHQRHVSHFLILFDUODUD]yQSRUODTXHQRVHFXPSOHQORVFULWHULRVGHQLQJ~QWUDVWRUQRHVSHFtILFR 0HMRUDVRQOLQH
HQWRQFHVKDUtDHOGLDJQyVWLFRGHWUDVWRUQRGHSUHVLYRQRHVSHFLILFDGR1yWHVHTXHODGLIHUHQFLDFLyQ 5HVXOWyHVWLPXODQWHGHWHUPLQDUORTXHKDEUtDGHLQFOXLUVHHQODYHUVLyQLPSUHVDGHO'60SDUDTXH
HQWUHRWURWUDVWRUQRHVSHFLILFDGR\WUDVWRUQRQRHVSHFLILFDGRVHEDVDHQODGHFLVLyQGHOFOtQLFROR IXHUDORPiVUHOHYDQWH\~WLOGHVGHHOSXQWRGHYLVWDFOtQLFR\DOPLVPRWLHPSRPDQWXYLHUDXQWDPDxR
TXHDSRUWDODPi[LPDIOH[LELOLGDGDOGLDJQyVWLFR/RVFOtQLFRVQRWLHQHQTXHGLIHUHQFLDUHQWUHRWUR PDQHMDEOH3RUHVWHPRWLYRODLQFOXVLyQGHHVFDODV\PHGLGDVGHHYDOXDFLyQFOtQLFDHQODHGLFLyQ
WUDVWRUQRHVSHFLILFDGR\WUDVWRUQRQRHVSHFLILFDGREDViQGRVHHQODVFDUDFWHUtVWLFDVGHODSURSLD LPSUHVDVHKDOLPLWDGRDDTXpOODVFRQVLGHUDGDVPiVUHOHYDQWHV/DVPHGLGDVGHHYDOXDFLyQDGLFLRQDO
SUHVHQWDFLyQ&XDQGRHOFOtQLFRGHWHUPLQDTXHH[LVWHQGDWRVSDUDSRGHUHVSHFLILFDUODQDWXUDOH]DGH XWLOL]DGDVHQORVHVWXGLRVGHFDPSRHVWiQGLVSRQLEOHVRQOLQH ZZZPHGLFDSDQDPHULFDQDFRPGVP 
ODSUHVHQWDFLyQFOtQLFDSXHGHHVFRJHUHOGLDJQyVWLFRGHRWURWUDVWRUQRHVSHFLILFDGR6LHOFOtQLFRQR YLQFXODGDVDORVWUDVWRUQRVFRUUHVSRQGLHQWHV/DHQWUHYLVWDGHIRUPXODFLyQFXOWXUDO &XOWXUDO
HVFDSD]GHHVSHFLILFDU\GHVFULELUHQPiVSURIXQGLGDGODSUHVHQWDFLyQFOtQLFDSXHGHHVFRJHUHOGLDJ )RUPXODWLRQ,QWHUYLHZ ODHQWUHYLVWDGHIRUPXODFLyQFXOWXUDOHQYHUVLyQSDUDHOLQIRUPDGRU &XOWXUDO
QyVWLFRGHWUDVWRUQRQRHVSHFLILFDGR/DHOHFFLyQVHGHMDWRWDOPHQWHDOMXLFLRFOtQLFR )RUPXODWLRQ,QWHUYLHZ,QIRUPDQW9HUVLRQ \ORVPyGXORVVXSOHPHQWDULRVGHOQ~FOHRGHODHQWUHYLVWD
3DUDXQDH[SOLFDFLyQPiVGHWDOODGDGHFyPRXVDUODVGHVLJQDFLRQHVRWURWUDVWRUQRHVSHFLILFDGR GHIRUPXODFLyQFXOWXUDOWDPELpQHVWiQGLVSRQLEOHVRQOLQHHQZZZPHGLFDSDQDPHULFDQDFRPGVP
\WUDVWRUQRQRHVSHFLILFDGRYpDVH8WLOL]DFLyQGHOPDQXDOHQHVWDPLVPD6HFFLyQ, (O'60HVWiGLVSRQLEOHHQLQJOHVHQIRUPDGHVXVFULSFLyQRQOLQHHQ3V\FKLDWU\2QOLQHRUJDVt
FRPRWDPELpQHQIRUPDWRGHOLEURHOHFWUyQLFR/DYHUVLyQGHLQWHUQHWFRQWLHQHPyGXORV\KHUUDPLHQ
(OVLVWHPDPXOWLD[LDO WDVGHHYDOXDFLyQSDUDPHMRUDUORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV\HOWH[WR7DPELpQHVWiGLVSRQLEOHDWUDYpV
GHLQWHUQHWXQOLVWDGRFRPSOHWRGHODVUHIHUHQFLDVELEOLRJUiILFDVDGHPiVGHRWUDVLQIRUPDFLRQHV~WLOHV
$SHVDUGHKDEHUVHXVDGRDPSOLDPHQWH\GHVXDGRSFLyQSRUFLHUWDVDJHQFLDVJXEHUQDPHQWDOHV\ /DHVWUXFWXUDRUJDQL]DWLYDGHO'60VXXVRGHPHGLGDVGLPHQVLRQDOHV\VXFRPSDWLELOLGDGFRQORV
DVHJXUDGRUDVHOVLVWHPDPXOWLD[LDOGHO'60,9QRHUDQHFHVDULRSDUDUHDOL]DUHOGLDJQyVWLFRGHQLQ FyGLJRVGHOD&,(SHUPLWLUiQTXHVHDIiFLOPHQWHDGDSWDEOHDORVGHVFXEULPLHQWRVFLHQWtILFRVIXWXURV\
J~QWUDVWRUQRPHQWDO6HLQFOXtDWDPELpQXQVLVWHPDGHHYDOXDFLyQQRD[LDOTXHVLPSOHPHQWHHQXPH DOSHUIHFFLRQDPLHQWRGHVXXWLOLGDGFOtQLFD(O'60VHUiDQDOL]DGRDORODUJRGHOWLHPSRSDUDHYD
UDEDORVWUDVWRUQRV\DIHFFLRQHVDSURSLDGRVGHORV(MHV,,,\,,,VLQGHVLJQDFLRQHVD[LDOHV(O'60 OXDUGHIRUPDFRQWtQXDVXYDOLGH]\PHMRUDUVXYDORUSDUDORVFOtQLFRV
KDHYROXFLRQDGRKDFLDODGRFXPHQWDFLyQQRD[LDOGHORVGLDJQyVWLFRV DQWHV(MHV,,,\,,, FRQQRWD
FLRQHVVHSDUDGDVSDUDORVLPSRUWDQWHVIDFWRUHVFRQWH[WXDOHV\SVLFRVRFLDOHV DQWHV(MH,9 \ODGLVFD
SDFLGDG DQWHV(MH9 (VWDUHYLVLyQHVFRKHUHQWHFRQHOWH[WRGHO'60,9TXHDILUPD/DGLVWLQFLyQ
PXOWLD[LDOHQWUHORVWUDVWRUQRVGHORV(MHV,,,\,,,QRLPSOLFDTXHKD\DGLIHUHQFLDVIXQGDPHQWDOHVHQ
VXFRQFHSWXDOL]DFLyQTXHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVQRHVWpQUHODFLRQDGRVFRQIDFWRUHVRSURFHVRVELR
OyJLFRVRItVLFRVQLTXHODVDIHFFLRQHVPpGLFDVJHQHUDOHVQRHVWpQUHODFLRQDGDVFRQIDFWRUHVRSURFHVRV
SVLFRVRFLDOHVRFRQGXFWXDOHV(OTXHORVGLDJQyVWLFRVHVWpQVHSDUDGRVGHORVIDFWRUHVFRQWH[WXDOHV\
SVLFRVRFLDOHVHVWDPELpQFRKHUHQWHFRQODVJXtDVGHOD&,(\OD206\DFRQVROLGDGDVTXHFRQVLGHUDQ
HOHVWDGRIXQFLRQDOGHOLQGLYLGXRDSDUWHGHVXVGLDJQyVWLFRVRGHVXVLWXDFLyQVLQWRPDWROyJLFD(QHO
'60HO(MH,,,VHKDFRPELQDGRFRQORV(MHV,\,,/RVFOtQLFRVGHEHUtDQVHJXLUUHFRSLODQGRODV
HQIHUPHGDGHVRUJiQLFDVTXHVRQLPSRUWDQWHVSDUDHQWHQGHURWUDWDUORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVGHOLQGL
YLGXR
(O(MH,9GHO'60,9DEDUFDEDORVSUREOHPDVDPELHQWDOHV\SVLFRVRFLDOHVTXHSRGtDQDIHFWDUDO
GLDJQyVWLFRHOWUDWDPLHQWR\HOSURQyVWLFRGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV$XQTXHHVWHHMHSURSRUFLRQD
LQIRUPDFLyQLPSRUWDQWHTXHFLHUWDPHQWHQRVHKDXVDGRWDQIUHFXHQWHPHQWHFRPRVHSUHYHtDHO
&RPLWp(ODERUDGRUGHO'60UHFRPHQGyTXHpVWHQRGHVDUUROODUDVXSURSLDFODVLILFDFLyQGHSUR
EOHPDVDPELHQWDOHV\SVLFRVRFLDOHVVLQRHPSOHDUXQDVHOHFFLyQGHORVFyGLJRVGHOD&,(0&\
GHORVQXHYRVFyGLJRV=TXHFRQWLHQHOD&,(&0/RVFyGLJRV=GHOD&,(VHH[DPLQDURQ
SDUDGHWHUPLQDUFXiOHVVRQORVPiVUHOHYDQWHVSDUDORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVHLGHQWLILFDUSRVLEOHV
ODJXQDV
8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO

/DLQWURGXFFLyQFRQWLHQHEDVWDQWHLQIRUPDFLyQVREUHODKLVWRULD\HOSURFHVRGHGHVDUUROOR
GHODUHYLVLyQGHO'60(VWDVHFFLyQVHKDGLVHxDGRFRPRJXtDSUiFWLFDSDUDODXWLOL]DFLyQGHO
'60HQSDUWLFXODUHQODSUiFWLFDFOtQLFD(OREMHWLYRSULQFLSDOGHO'60FRQVLVWHHQD\XGDUD
ORVSURIHVLRQDOHVGHODVDOXGHQHOGLDJQyVWLFRGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVGHORVSDFLHQWHVFRPR
SDUWHGHODYDORUDFLyQGHXQFDVRTXHSHUPLWDHODERUDUXQSODQGHWUDWDPLHQWRSHUIHFWDPHQWH
GRFXPHQWDGRSDUDFDGDLQGLYLGXR/RVVtQWRPDVTXHVHLQFOX\HQHQFDGDXQRGHORVFRQMXQWRV
GHFULWHULRVGLDJQyVWLFRVQRFRQVWLWX\HQXQDGHILQLFLyQLQWHJUDOGHORVWUDVWRUQRVVXE\DFHQWHV
TXHDEDUFDQWRGRVORVSURFHVRVFRJQLWLYRVHPRFLRQDOHVGHFRPSRUWDPLHQWR\ILVLROyJLFRV\VRQ
EDVWDQWHPiVFRPSOHMRVGHORTXHVHSXHGHH[SOLFDUHQHVWRVEUHYHVUHV~PHQHV/RTXHVHSUH
WHQGHHVPiVELHQTXHVHDXQUHVXPHQGHORVVtQGURPHVFDUDFWHUtVWLFRVFRQORVVLJQRV\VtQWRPDV
TXHDSXQWDQKDFLDHOWUDVWRUQRGHEDVHFRQODKLVWRULDHYROXWLYDFDUDFWHUtVWLFDVXVIDFWRUHVGH
ULHVJRELROyJLFR\DPELHQWDOHVVXVFRUUHODFLRQHVQHXURSVLFROyJLFDV\ILVLROyJLFDV\VXFXUVRFOt
QLFRWtSLFR

$ERUGDMHSDUDODIRUPXODFLyQGHOFDVRFOtQLFR
/DIRUPXODFLyQGHOFDVRGHFXDOTXLHUSDFLHQWHGHEHLQFOXLUXQDKLVWRULDFOtQLFDGHWDOODGD\XQ
UHVXPHQGHWDOODGRGHORVIDFWRUHVVRFLDOHVSVLFROyJLFRV\ELROyJLFRVTXHSXHGHQKDEHUFRQWULEXLGR
DODDSDULFLyQGHGHWHUPLQDGRWUDVWRUQRPHQWDO(VGHFLUSDUDHVWDEOHFHUXQGLDJQyVWLFRGHWUDV
WRUQRPHQWDOQREDVWDFRQFRPSUREDUODSUHVHQFLDGHORVVtQWRPDVFLWDGRVHQORVFULWHULRVGHGLDJ
QyVWLFR$XQTXHODFRPSUREDFLyQVLVWHPiWLFDGHODSUHVHQFLDGHHVWRVFULWHULRV\GHODIRUPDHQTXH
ORVSUHVHQWDFDGDSDFLHQWHJDUDQWL]DXQDHYDOXDFLyQPiVILDEOHODJUDYHGDGUHODWLYD\ODYDOLGH]GH
FDGDFULWHULRLQGLYLGXDODVtFRPRVXFRQWULEXFLyQDOGLDJQyVWLFRUHTXLHUHQXQMXLFLRFOtQLFR/RV
VtQWRPDVGHQXHVWURVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVIRUPDQSDUWHGHXQUHSHUWRULRUHODWLYDPHQWHOLPLWDGR
GHUHVSXHVWDVHPRFLRQDOHVKXPDQDVDWHQVLRQHVLQWHUQDV\H[WHUQDVTXHJHQHUDOPHQWHVHPDQWLH
QHQHQXQHTXLOLEULRKRPHRVWiWLFRVLQLQWHUUXSFLyQHQFRQGLFLRQHVQRUPDOHV6HQHFHVLWDIRUPD
FLyQFOtQLFDSDUDGHFLGLUFXiQGRODFRPELQDFLyQGHIDFWRUHVSUHGLVSRQHQWHVGHVHQFDGHQDQWHVSHU
SHWXDGRUHV\SURWHFWRUHVKDGDGROXJDUDXQDDIHFFLyQSVLFRSDWROyJLFDFX\RVVLJQRV\VtQWRPDV
UHEDVDQORVOtPLWHVGHODQRUPDOLGDG(OREMHWLYRILQDOGHODUHGDFFLyQGHODKLVWRULDFOtQLFDUDGLFDHQ
ODXWLOL]DFLyQGHODLQIRUPDFLyQGLVSRQLEOHVREUHHOFRQWH[WR\HOGLDJQyVWLFRSDUDHODERUDUXQSODQ
GHWUDWDPLHQWRLQWHJUDODGHFXDGDPHQWHIXQGDPHQWDGRHQHOFRQWH[WRFXOWXUDO\VRFLDOGHOLQGLYL
GXR6LQHPEDUJRODVUHFRPHQGDFLRQHVSDUDODVHOHFFLyQ\ODXWLOL]DFLyQGHODVRSFLRQHVGHWUDWD
PLHQWRPiVDGHFXDGDVSDUDFDGDWUDVWRUQRVREUHODEDVHGHODHYLGHQFLDFLHQWtILFDVXSHUDQORV
OtPLWHVGHHVWHPDQXDO
$XQTXHORVFULWHULRVGHGLDJQyVWLFRGHORVGLVWLQWRVWUDVWRUQRVTXHVHLQFOX\HQHQOD6HFFLyQ,,
VRQIUXWRGHGpFDGDVGHHVIXHU]RFLHQWtILFRHVELHQVDELGRTXHHVWHFRQMXQWRGHFDWHJRUtDVGLDJQyV
WLFDVQRSXHGHGHVFULELUFRQDEVROXWRGHWDOOHWRGDODJDPDGHWUDVWRUQRVPHQWDOHVTXHSXHGHQ
H[SHULPHQWDUORVLQGLYLGXRV\SUHVHQWDUVHDGLDULRDQWHFXDOTXLHUPpGLFRHQFXDOTXLHUSDUWHGHO
PXQGR(ODEDQLFRGHLQWHUDFFLRQHVJHQpWLFDV\DPELHQWDOHVTXHDORODUJRGHOGHVDUUROORKXPDQR
KDQDIHFWDGRDVXIXQFLyQFRJQLWLYDHPRFLRQDO\FRPSRUWDPHQWDOHVSUiFWLFDPHQWHLOLPLWDGR(Q
FRQVHFXHQFLDHVLPSRVLEOHDEDUFDUDEVROXWDPHQWHWRGDODSVLFRSDWRORJtDHQODVFDWHJRUtDVGHGLDJ
QyVWLFRTXHVHHVWiQXWLOL]DQGRDKRUD3RUHVRHVQHFHVDULRLQFOXLUODVRSFLRQHVGHRWURVHVSHFLILFD
GRVQRHVSHFLILFDGRVSDUDDTXHOORVFXDGURVTXHQRVHDMXVWDQH[DFWDPHQWHDORVOtPLWHVGLDJQyV
WLFRVGHORVWUDVWRUQRVGHFDGDFDStWXOR$YHFHVHQODVDODGHXUJHQFLDVVyORVHUiSRVLEOHLGHQWLILFDU
ORVVtQWRPDVPiVGHVWDFDGRVDVRFLDGRVDXQFDStWXORFRQFUHWR SRUHMHPSORLGHDVGHOLUDQWHVDOXFL

 8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO 8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO 

QDFLRQHVPDQtDVGHSUHVLyQDQVLHGDGLQWR[LFDFLyQSRUVXVWDQFLDVRVtQWRPDVQHXURFRJQLWLYRV \
TXHSURYLVLRQDOPHQWHVHGHILQLUiQFRPRXQWUDVWRUQRQRHVSHFLILFDGRGHHVDFDWHJRUtDDODHVSHUD &ULWHULRVGHVLJQLILFDFLyQFOtQLFD
GHSRGHUKDFHUXQGLDJQyVWLFRGLIHUHQFLDOFRPSOHWR (OFRPLWpHODERUDGRUGHO'60\OD2UJDQL]DFLyQ0XQGLDOGHOD6DOXG 206 KDQKHFKRLPSRUWDQWHV
HVIXHU]RVSDUDVHSDUDUORVFRQFHSWRVGHWUDVWRUQRPHQWDO\GHGLVFDSDFLGDG GHVHTXLOLEULRVHQiUHDV
VRFLDOHVODERUDOHVXRWUDViUHDVLPSRUWDQWHV (QHOVLVWHPDGHOD206OD&ODVLILFDFLyQ,QWHUQDFLRQDOGH
'HILQLFLyQGHWUDVWRUQRPHQWDO (QIHUPHGDGHV &,( DEDUFDWRGDVODVHQIHUPHGDGHV\WUDVWRUQRVPLHQWUDVTXHOD&ODVLILFDFLyQ,QWHUQD
&DGDXQRGHORVWUDVWRUQRVLGHQWLILFDGRVHQOD6HFFLyQ,,GHOPDQXDO H[FHSWRORVGHORVFDStWXORV FLRQDOGHO)XQFLRQDPLHQWRGHOD'LVFDSDFLGDG\GHOD6DOXG &,) FRQVWLWX\HXQDFODVLILFDFLyQLQGHSHQ
GLHQWHSDUDODGLVFDSDFLGDGJOREDO$VXYH]VHKDGHPRVWUDGRTXHHOFXHVWLRQDULRSDUDHYDOXDUODGLV
WLWXODGRV7UDVWRUQRVPRWRUHVLQGXFLGRVSRUPHGLFDPHQWRV\RWURVHIHFWRVDGYHUVRVGHORVPHGLFD
FDSDFLGDGGHOD206 :+2'$6 TXHVHEDVDHQOD&,)HVXQDPHGLGDHVWDQGDUL]DGD~WLOGHOD
PHQWRV\2WURVSUREOHPDVTXHSXHGHQVHUREMHWRGHDWHQFLyQFOtQLFD GHEHFXPSOLUODGHILQLFLyQ
GLVFDSDFLGDGFDXVDGDSRUORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV6LQHPEDUJRHQDXVHQFLDGHPDUFDGRUHVELROyJLFRV
GHWUDVWRUQRPHQWDO$XQTXHQLQJXQDGHILQLFLyQSXHGHDEDUFDUWRGRVORVDVSHFWRVGHWRGRVORVWUDV
FODURVRGHPHGLGDVFOtQLFDV~WLOHVGHODJUDYHGDGGHPXFKRVWUDVWRUQRVPHQWDOHVQRKDVLGRSRVLEOH
WRUQRVTXHFRQWLHQHHO'60VHGHEHQFXPSOLUORVVLJXLHQWHVHOHPHQWRV VHSDUDUSRUFRPSOHWRODVH[SUHVLRQHVGHORVVtQWRPDVQRUPDOHV\SDWROyJLFRVTXHVHLQFOX\HQHQORV
FULWHULRVGLDJQyVWLFRV(VWDFDUHQFLDGHLQIRUPDFLyQHVHVSHFLDOPHQWHSUREOHPiWLFDHQODVVLWXDFLRQHV
8QWUDVWRUQRPHQWDOHVXQVtQGURPHFDUDFWHUL]DGRSRUXQDDOWHUDFLyQFOtQLFDPHQWHVLJQLILFDWLYD
FOtQLFDVHQTXHHOVtQWRPDTXHSUHVHQWDHOSDFLHQWHQRHVHQVtPLVPR HVSHFLDOPHQWHHQJUDGRVOHYHV 
GHOHVWDGRFRJQLWLYRODUHJXODFLyQHPRFLRQDORHOFRPSRUWDPLHQWRGHOLQGLYLGXRTXHUHIOHMDXQD
LQKHUHQWHPHQWHSDWROyJLFR\SXHGHHQFRQWUDUVHHQLQGLYLGXRVSDUDORVTXHXQGLDJQyVWLFRGHWUDVWRUQR
GLVIXQFLyQGHORVSURFHVRVSVLFROyJLFRVELROyJLFRVRGHOGHVDUUROORTXHVXE\DFHQHQVXIXQ
PHQWDOVHUtDLQDGHFXDGR3RUHVRVHKDXWLOL]DGRHOFULWHULRJHQHUDOGHH[LJLUTXHKD\DPDOHVWDUVLJQL
FLyQPHQWDO+DELWXDOPHQWHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVYDQDVRFLDGRVDXQHVWUpVVLJQLILFDWLYRR
ILFDWLYRRGLVFDSDFLGDGDOGHWHUPLQDUORVXPEUDOHVGHOWUDVWRUQRKDELWXDOPHQWHVHGLFHTXHHOWUDVWRUQR
DGLVFDSDFLGDG\DVHDVRFLDOODERUDORGHRWUDVDFWLYLGDGHVLPSRUWDQWHV8QDUHVSXHVWDSUH
SURYRFDXQPDOHVWDUFOtQLFDPHQWHVLJQLILFDWLYRRGHWHULRURVRFLDOODERUDORGHRWUDViUHDVLPSRUWDQWHV
GHFLEOHRFXOWXUDOPHQWHDFHSWDEOHDQWHXQHVWUpVXVXDORXQDSpUGLGDWDOFRPRODPXHUWHGH
GHODDFWLYLGDGGHOLQGLYLGXR(OWH[WRREWHQLGRWUDVODGHILQLFLyQUHYLVDGDGHWUDVWRUQRPHQWDOGHVWDFD
XQVHUTXHULGRQRFRQVWLWX\HXQWUDVWRUQRPHQWDO/RVFRPSRUWDPLHQWRVVRFLDOPHQWHDQyPD
TXHHVWHFULWHULRSXHGHVHUHVSHFLDOPHQWH~WLOSDUDGHWHUPLQDUODQHFHVLGDGGHWUDWDPLHQWRGHOSDFLHQWH
ORV \DVHDQSROtWLFRVUHOLJLRVRVRVH[XDOHV \ORVFRQIOLFWRVH[LVWHQWHVSULQFLSDOPHQWHHQWUHHO
6LHPSUHTXHVHDQHFHVDULRVHUHFRPLHQGDDSURYHFKDUODLQIRUPDFLyQGHRWURVPLHPEURVGHODIDPLOLD\
LQGLYLGXR\ODVRFLHGDGQRVRQWUDVWRUQRVPHQWDOHVVDOYRTXHODDQRPDOtDRHOFRQIOLFWRVHGHED
GHWHUFHURV DGHPiVGHODGHOSURSLRDIHFWDGR VREUHODVDFWLWXGHVGHOSDFLHQWH
DXQDGLVIXQFLyQGHOLQGLYLGXRFRPRODVGHVFULWDVDQWHULRUPHQWH

(OGLDJQyVWLFRGHOWUDVWRUQRPHQWDOGHEHWHQHUXQDXWLOLGDGFOtQLFDGHEHVHU~WLOSDUDTXHHOPpGLFR (OHPHQWRVGHXQGLDJQyVWLFR
GHWHUPLQHHOSURQyVWLFRORVSODQHVGHWUDWDPLHQWR\ORVSRVLEOHVUHVXOWDGRVWHUDSpXWLFRVHQVXVSDFLHQ
WHV6LQHPEDUJRHOGLDJQyVWLFRGHXQWUDVWRUQRPHQWDOQRHTXLYDOHDXQDQHFHVLGDGGHWUDWDPLHQWR/D
QHFHVLGDGGHWUDWDPLHQWRHVXQDGHFLVLyQFOtQLFDFRPSOHMDTXHGHEHWRPDUHQFRQVLGHUDFLyQODJUDYHGDG &ULWHULRVGLDJQyVWLFRV\HOHPHQWRVGHVFULSWLYRV
GHOVtQWRPDVXVLJQLILFDGR SHMODSUHVHQFLDGHLGHDVGHVXLFLGLR HOVXIULPLHQWRGHOSDFLHQWH GRORU /RVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVVHSODQWHDQFRPRGLUHFWULFHVSDUDHVWDEOHFHUXQGLDJQyVWLFR\VXXWLOL]D
PHQWDO DVRFLDGRDOVtQWRPDODGLVFDSDFLGDGTXHLPSOLFDQGLFKRVVtQWRPDVORVULHVJRV\ORVEHQHILFLRV FLyQGHEHHVWDUSUHVLGLGDSRUHOMXLFLRFOtQLFR/DVGHVFULSFLRQHVHQIRUPDGHWH[WRGHO'60
GHORVWUDWDPLHQWRVGLVSRQLEOHV\RWURVIDFWRUHV SHMORVVtQWRPDVSVLTXLiWULFRVTXHFRPSOLFDQRWUDV LQFOXLGDVODVVHFFLRQHVLQWURGXFWRULDVGHFDGDFDStWXORSXHGHQD\XGDUDFLPHQWDUHOGLDJQyVWLFR
HQIHUPHGDGHV 3RUHVRDYHFHVHOPpGLFRVHHQFXHQWUDFRQSDFLHQWHVFX\RVVtQWRPDVQRFXPSOHQWRGRV SHMDSRUWDQGRGLDJQyVWLFRVGLIHUHQFLDOHVRGHWDOODQGRPHMRUORVFULWHULRVHQHODSDUWDGR&DUDFWH
ORVFULWHULRVGHGHWHUPLQDGRWUDVWRUQRPHQWDOSHURTXHFODUDPHQWHQHFHVLWDQWUDWDPLHQWRRDVLVWHQFLD UtVWLFDVGLDJQyVWLFDV 
(OKHFKRGHTXHDOJXQRVLQGLYLGXRVQRSUHVHQWHQWRGRVORVVtQWRPDVFDUDFWHUtVWLFRVGHXQGLDJQyVWLFR 8QDYH]KHFKDODHYDOXDFLyQGHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVVHUiHOPpGLFRTXLHQGHFLGDODDSOLFD
QRVHGHEHXWLOL]DUSDUDMXVWLILFDUODOLPLWDFLyQGHVXDFFHVRDXQDDVLVWpQFLDDGHFXDGD FLyQGHORVVXEWLSRV\RHVSHFLILFDGRUHVGHOWUDVWRUQRTXHFRQVLGHUHPiVDGHFXDGRV+D\TXHFLWDU
(ODERUGDMHSDUDYDOLGDUORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVGHODVGLVWLQWDV&DWHJRUtDVGHWUDVWRUQRVPHQWD ORVHVSHFLILFDGRUHVGHODJUDYHGDG\GHOFXUVRSDUDGHILQLUHOHVWDGRDFWXDOGHOLQGLYLGXRSHURVyOR
OHVVHKDEDVDGRHQORVVLJXLHQWHVWLSRVGHHYLGHQFLDIDFWRUHVYDOLGDWHVGHORVDQWHFHGHQWHV PDUFD FXDQGRVHFXPSODQWRGRVORVFULWHULRV6LQRVHFXPSOHQWRGRVORVFULWHULRVHOFOtQLFRGHEHUiFRQVLGH
GRUHVJHQpWLFRVVLPLODUHVUDVJRVIDPLOLDUHVWHPSHUDPHQWR\H[SRVLFLyQDOHQWRUQR IDFWRUHVYDOLGDQ UDUVLODSUHVHQWDFLyQGHORVVtQWRPDVFXPSOHORVFULWHULRVSDUDSRGHUVHUGHQRPLQDGDRWUDHVSHFLIL
WHVVLPXOWiQHRV VXVWUDWRVQHXUDOHVVLPLODUHVELRPDUFDGRUHVSURFHVDPLHQWRHPRFLRQDO\FRJQLWLYR FDGDRQRHVSHFLILFDGD6LHPSUHTXHVHDSRVLEOHVHLQGLFDUiQORVFULWHULRVHVSHFtILFRVSDUDGHILQLU
\VLPLOLWXGGHVtQWRPDV \IDFWRUHVYDOLGDQWHVSUHGLFWLYRV FXUVRFOtQLFR\UHVSXHVWDDOWUDWDPLHQWR ODJUDYHGDGGHOWUDVWRUQR HVGHFLUOHYHPRGHUDGRJUDYHH[WUHPR VXVFDUDFWHUtVWLFDVGHVFULSWLYDV
VLPLODUHV (QHO'60VHUHFRQRFHTXHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVDFWXDOHVSDUDFDGDWUDVWRUQRQR SHMFRQLQWURVSHFFLyQEXHQDRDFHSWDEOHHQXQHQWRUQRFRQWURODGR \VXFXUVR SHMHQUHPLVLyQ
LGHQWLILFDQQHFHVDULDPHQWHXQJUXSRKRPRJpQHRGHSDFLHQWHVTXHSXHGDVHUFDUDFWHUL]DGRFRQILDEL SDUFLDOHQUHPLVLyQWRWDOUHFLGLYD (QIXQFLyQGHODHQWUHYLVWDFOtQLFDODVGHVFULSFLRQHVGHOWH[WRORV
OLGDGFRQWRGRVHVWRVIDFWRUHVYDOLGDQWHV/RVGDWRVH[LVWHQWHVGHPXHVWUDQTXHVLELHQHVWRVIDFWRUHV FULWHULRV\HOMXLFLRFOtQLFRVHKDFHHOGLDJQyVWLFRILQDO
YDOLGDQWHVVREUHSDVDQORVOtPLWHVDFWXDOHVGHOGLDJQyVWLFRWLHQGHQDFRQJUHJDUVHFRQPD\RUIUHFXHQ (ODFXHUGRJHQHUDOGHO'60HVSHUPLWLUTXHVHDVLJQHQP~OWLSOHVGLDJQyVWLFRVDORVFXDGURVTXH
FLDGHQWURGHORVFDStWXORVDG\DFHQWHVGHO'60\HQWUHHOORV+DVWDTXHVHLGHQWLILTXHQGHIRUPD UH~QDQORVFULWHULRVGHPiVGHXQWUDVWRUQRGHO'60
LQFRQWHVWDEOHORVPHFDQLVPRVHWLROyJLFRVRILVLRSDWROyJLFRVTXHSHUPLWDQYDOLGDUSRUFRPSOHWRXQ
WUDVWRUQRRXQHVSHFWURGHWUDVWRUQRVHVSHFtILFRODUHJODPiVLPSRUWDQWHSDUDHVWDEOHFHUORVFULWHULRV 6XEWLSRV\HVSHFLILFDGRUHV
GHOWUDVWRUQRGHO'60VHUiVXXWLOLGDGFOtQLFDSDUDYDORUDUVXFXUVR\ODUHVSXHVWDGHORVLQGLYLGXRV 6HLQGLFDQVXEWLSRV\HVSHFLILFDGRUHV DOJXQRVFRGLILFDGRVHQHOFXDUWRTXLQWRRVH[WRGtJLWR SDUD
DJUXSDGRVHQIXQFLyQGHXQFRQMXQWRGDGRGHFULWHULRVGLDJQyVWLFRV LQFUHPHQWDUODHVSHFLILFLGDG/RVVXEWLSRVVHGHILQHQFRPRVXEJUXSRVIHQRPHQROyJLFRVGHOGLDJQyV
(VWDGHILQLFLyQGHWUDVWRUQRPHQWDOVHUHGDFWyFRQILQHVFOtQLFRVGHVDOXGS~EOLFD\GHLQYHVWLJD WLFRPXWXDPHQWHH[FOXVLYRV\HQFRQMXQWRH[KDXVWLYRV\VHLQGLFDQFRQODLQVWUXFFLyQHVSHFLILFDU
FLyQ+DELWXDOPHQWHVHQHFHVLWDPiVLQIRUPDFLyQTXHODTXHFRQWLHQHQORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRVGHO VLGHQWURGHOFRQMXQWRGHFULWHULRV3RUHOFRQWUDULRORVHVSHFLILFDGRUHVQRSUHWHQGHQVHUPXWXDPHQWH
'60SDUDKDFHUMXLFLRVOHJDOHVVREUHWHPDVWDOHVFRPRODUHVSRQVDELOLGDGFULPLQDOODHOHJLELOLGDG H[FOXVLYRVRHQFRQMXQWRH[KDXVWLYRV\HQFRQVHFXHQFLDVHSXHGHFLWDUPiVGHXQHVSHFLILFDGRU/RV
SDUDUHFLELUXQDFRPSHQVDFLyQSRUGLVFDSDFLGDG\ODFRPSHWHQFLD YpDVH'HFODUDFLyQFDXWHODUSDUD HVSHFLILFDGRUHVVHLQGLFDQFRQODLQVWUXFFLyQHVSHFLILFDURHVSHFLILFDUVLGHQWURGHOFRQMXQWRGH
HOHPSOHRIRUHQVHGHO'60PiVDGHODQWHHQHVWDPLVPDVHFFLyQ  FULWHULRV/RVHVSHFLILFDGRUHVRIUHFHQODRSRUWXQLGDGGHGHILQLUXQVXEJUXSRPiVKRPRJpQHRGH
 8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO 8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO 

LQGLYLGXRVTXHVXIUHQHOWUDVWRUQR\FRPSDUWHQGHWHUPLQDGDVFDUDFWHUtVWLFDV SHMWUDVWRUQRPD\RU TXpGLDJQyVWLFRGHEHVHUFRQVLGHUDGRSULQFLSDOHQXQLQGLYLGXRKRVSLWDOL]DGRFRQHVTXL]RIUHQLD\


GHGHSUHVLyQFRQFDUDFWHUtVWLFDVPL[WDV \DSRUWDQLQIRUPDFLyQUHOHYDQWHSDUDHOWUDWDPLHQWRGHO WUDVWRUQRSRUFRQVXPRGHDOFRKROSXHVDPEDVDIHFFLRQHVSXHGHQKDEHUFRQWULEXLGRSRULJXDODOD
WUDVWRUQRGHOLQGLYLGXRFRPRODHVSHFLILFDFLyQFRQRWUDFRPRUELOLGDGPpGLFDHQORVWUDVWRUQRVGHO QHFHVLGDGGHLQJUHVR\GHWUDWDPLHQWR(OGLDJQyVWLFRSULQFLSDOGHEHFLWDUVHHQSULPHUOXJDU\HOUHVWR
VXHxR\ODYLJLOLD$XQTXHDYHFHVVHDVLJQDXQTXLQWRGtJLWRSDUDFRGLILFDUXQVXEWLSRRXQHVSHFLIL GHORVWUDVWRUQRVVHFLWDQSRURUGHQGHQHFHVLGDGGHDWHQFLyQ\WUDWDPLHQWR&XDQGRHOGLDJQyVWLFR
FDGRU SHM>)@WUDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDODHQIHUPHGDGGH$O]KHLPHU SULQFLSDORHOPRWLYRGHODYLVLWDHVXQWUDVWRUQRPHQWDOGHELGRDXQDDIHFFLyQPpGLFD SHMXQWUDV
FRQDOWHUDFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWR RODJUDYHGDG >)@WUDVWRUQRGHSUHVLYRPD\RUHSLVR WRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUGHELGRDODHQIHUPHGDGGH$O]KHLPHUXQWUDVWRUQRSVLFyWLFRGHELGRD
GLR~QLFROHYH ODPD\RUtDGHORVVXEWLSRV\HVSHFLILFDGRUHVTXHVHLQFOX\HQHQHO'60QRVHSXH XQFiQFHUGHSXOPyQ ODVUHJODVGHFRGLILFDFLyQGHOD&,(LQGLFDQTXHODHWLRORJtDGHODDIHFFLyQ
GHQFRGLILFDUFRQORVVLVWHPDV&,(0&QL&,(0&SRUHVRVHLQGLFDQVRODPHQWHLQFOX\HQGRHO PpGLFDVHGHEHUtDFLWDUHQSULPHUOXJDU(QHVHFDVRHOGLDJQyVWLFRFLWDGRHQVHJXQGROXJDUVHUtDHO
VXEWLSRRHOHVSHFLILFDGRUWUDVHOQRPEUHGHOWUDVWRUQR SHMWUDVWRUQRGHDQVLHGDGVRFLDO>IRELD WUDVWRUQRPHQWDOGHELGRDODDIHFFLyQPpGLFDTXHFRUUHVSRQGHUtDDOGLDJQyVWLFRSULQFLSDORDOPRWLYR
VRFLDO@WLSRGHDFWXDFLyQ  GHODYLVLWD(QODPD\RUtDGHORVFDVRVHOWUDVWRUQRFLWDGRFRPRGLDJQyVWLFRSULQFLSDORPRWLYRGHOD
2EVpUYHVHTXHHQDOJXQRVFDVRVHOHVSHFLILFDGRURHOVXEWLSRVHSXHGHFRGLILFDUHQOD&,(0& YLVLWDYDVHJXLGRGHXQDIUDVHFDOLILFDWLYD GLDJQyVWLFRSULQFLSDO R PRWLYRGHODYLVLWD 
SHURQRHQOD&,(0&(QFRQVHFXHQFLDHQDOJXQRVFDVRVVHFLWDODFXDUWDRTXLQWDFLIUDGHOFyGLJR
GHOVXEWLSRRGHOHVSHFLILFDGRUTXHVRODPHQWHKDFHUHIHUHQFLDDORVFyGLJRVGHOD&,(0&
+DELWXDOPHQWHHOGLDJQyVWLFRGHO'60VHDSOLFDDOHVWDGRDFWXDOTXHSUHVHQWDHOLQGLYLGXRHQHVH
'LDJQyVWLFRSURYLVLRQDO
PRPHQWRORVGLDJQyVWLFRVDQWHULRUHVGHORVTXHHOLQGLYLGXR\DVHKDUHFXSHUDGRVHGHEHQLGHQWLILFDU (OHVSHFLILFDGRUSURYLVLRQDOVHSXHGHXWLOL]DUFXDQGRH[LVWHXQDIXQGDGDVXSRVLFLyQGHTXHDOILQDO
FODUDPHQWHFRPRWDOHV/RVHVSHFLILFDGRUHVTXHVHUHILHUHQDOFXUVR HVGHFLUHQUHPLVLyQSDUFLDOHQ VHFXPSOLUiQWRGRVORVFULWHULRVGHXQWUDVWRUQRDXQTXHHQHOPRPHQWRGHHVWDEOHFHUHOGLDJQyVWLFR
UHPLVLyQWRWDO GHEHQHQXPHUDUVHDOILQDOGHOGLDJQyVWLFR\VHLQGLFDQHQDOJXQRVFRQMXQWRVGHFULWHULRV QRH[LVWDLQIRUPDFLyQVXILFLHQWHSDUDFRQVLGHUDUORGHILQLWLYR(OFOtQLFRSXHGHLQGLFDUODLQFHUWLGXP
&XDQGRH[LVWHQVHLQGLFDQHVSHFLILFDGRUHVGHJUDYHGDGSDUDD\XGDUDOPpGLFRDFODVLILFDUODLQWHQVLGDG EUHDQRWDQGR SURYLVLRQDO GHVSXpVGHOGLDJQyVWLFR3RUHMHPSORHVWHGLDJQyVWLFRVHSXHGHXWLOL]DU
ODIUHFXHQFLDODGXUDFLyQHOQ~PHURGHVtQWRPDV\RWURVLQGLFDGRUHVGHODJUDYHGDG/DVHVSHFLILFDFLR FXDQGRXQLQGLYLGXRTXHSDUHFHVXIULUXQWUDVWRUQRGHSUHVLYRPD\RUQRHVFDSD]GHGDULQIRUPDFLyQ
QHVGHODJUDYHGDGHVWiQLQGLFDGDVFRQODLQVWUXFFLyQHVSHFLILFDUODJUDYHGDGDFWXDOHQHOFRQMXQWRGH DGHFXDGDSDUDODDQDPQHVLV\SRUORWDQWRQRVHSXHGHFRQILUPDUVLFXPSOHWRGRVORVFULWHULRV2WUR
FULWHULRVHLQFOX\HQGHILQLFLRQHVHVSHFtILFDVGHORVWUDVWRUQRV7DPELpQVHKDQLQFOXLGRHVSHFLILFDGRUHV XVRGHOWpUPLQRSURYLVLRQDOVHDSOLFDDODVVLWXDFLRQHVHQODVTXHHOGLDJQyVWLFRGLIHUHQFLDOGHSHQGH
GHVFULSWLYRVHQHOFRQMXQWRGHFULWHULRVTXHDSRUWDQLQIRUPDFLyQDGLFLRQDOFDSD]GHIXQGDPHQWDUOD H[FOXVLYDPHQWHGHODGXUDFLyQGHODHQIHUPHGDG3RUHMHPSORXQGLDJQyVWLFRGHWUDVWRUQRHVTXL]R
SODQLILFDFLyQGHOWUDWDPLHQWR SHMWUDVWRUQRREVHVLYRFRPSXOVLYRFRQHVFDVDLQWURVSHFFLyQ 1RWRGRV IUHQLIRUPHUHTXLHUHXQDGXUDFLyQVXSHULRUDXQPHVHLQIHULRUDVHLVPHVHV\SRUHVRVyORVHSXHGH
ORVWUDVWRUQRVFRQWLHQHQHVSHFLILFDGRUHVGHOFXUVRODJUDYHGDG\VXVFDUDFWHUtVWLFDVGHVFULSWLYDV DSOLFDUSURYLVLRQDOPHQWHPLHQWUDVQRVHKD\DDOFDQ]DGRODUHPLVLyQ

0pWRGRVGHFRGLILFDFLyQ\SURFHGLPLHQWRVGHUHJLVWUR
7UDVWRUQRVGHOPRYLPLHQWRLQGXFLGRV &DGDWUDVWRUQRYDDFRPSDxDGRGHXQDLGHQWLILFDFLyQGLDJQyVWLFD\GHXQFyGLJRHVWDGtVWLFRTXHHVHO
SRUPHGLFDPHQWRV\RWUDVDIHFFLRQHV TXHXVDQODVLQVWLWXFLRQHV\ORVGHSDUWDPHQWRVGHVDOXGSDUDODREWHQFLyQGHGDWRV\FRQILQHVGH
IDFWXUDFLyQ([LVWHQSURWRFRORVGHUHJLVWURHVSHFtILFRVSDUDHVWRVFyGLJRVGLDJQyVWLFRV LGHQWLILFDGRV
TXHSXHGHQVHUHOIRFRGHDWHQFLyQFOtQLFD FRPRQRWDVGHFRGLILFDFLyQHQHOWH[WR TXHIXHURQUHGDFWDGRVSRUOD206\SRUORVFHQWURVQRUWHD
$GHPiVGHLPSRUWDQWHVIDFWRUHVSVLFRVRFLDOHV\GHOHQWRUQRVHLQFOX\HQDIHFFLRQHVTXHQRVRQWUDV PHULFDQRV0HGLFDUHDQG0HGLFDLG6HUYLFHV &06 &HQWURVSDUDHO&RQWUROGH(QIHUPHGDGHV\&HQWUR
WRUQRVPHQWDOHVSHURFRQODVTXHVHSXHGHHQFRQWUDUHOFOtQLFRTXHVHRFXSDGHODVDOXGPHQWDO(VWDV 1DFLRQDOGH3UHYHQFLyQSDUD(VWDGtVWLFDVGH6DOXGFRQHOREMHWLYRGHJDUDQWL]DUXQDFRGLILFDFLyQ
DIHFFLRQHVDSDUHFHQHQIRUPDGHOLVWDGHUD]RQHVSDUDODYLVLWDPpGLFDDGHPiVGH³RHQOXJDUGH³ORV LQWHUQDFLRQDOXQLIRUPHGHODVWDVDVGHSUHYDOHQFLD\GHPRUWDOLGDGGHODVDIHFFLRQHVGHVDOXGLGHQWL
WUDVWRUQRVPHQWDOHVHQXPHUDGRVHQOD6HFFLyQ,,6HGHGLFDRWURFDStWXORDSDUWHDORVWUDVWRUQRVLQGX ILFDGDV/DPD\RUtDGHORVFOtQLFRVXVDQORVFyGLJRVSDUDLGHQWLILFDUHOGLDJQyVWLFRRHOPRWLYRGHOD
FLGRVSRUPHGLFDPHQWRV\RWURVHIHFWRVDGYHUVRVGHpVWRVTXHSXHGHQVHUHYDOXDGRV\WUDWDGRVSRU YLVLWDDORV&06\HQORVFDVRVGHUHFODPDFLyQDORVVHJXURVSULYDGRV(OVLVWHPDRILFLDOGHFRGLILFDFLyQ
ORVFOtQLFRVTXHVHRFXSDQGHODVDOXGPHQWDOFRPRODDFDWLVLDODGLVFLQHVLDWDUGtDRODGLVWRQtD/D TXHVHXVDHQ(VWDGRV8QLGRVHQHOPRPHQWRGHODSXEOLFDFLyQGHHVWDJXtDHVOD&,(0&/DDGRS
GHVFULSFLyQGHOVtQGURPHQHXUROpSWLFRPDOLJQRVHDPSOtDHQUHODFLyQFRQODTXHVHGLRHQHO'60 FLyQRILFLDOGHOD&,(0&HVWiSURJUDPDGDSDUDHOGHRFWXEUHGHSRUORTXHQRVHGHEHQ
,975SDUDGHVWDFDUODQDWXUDOH]DXUJHQWH\SRWHQFLDOPHQWHPRUWDOGHHVWDDIHFFLyQVHDxDGHXQD XWLOL]DUORVFyGLJRVFRUUHVSRQGLHQWHVTXHHQHVWDJXtDVHLQGLFDQHQWUHSDUpQWHVLVKDVWDTXHVHSUR
HQWUDGDQXHYDVREUHHOVtQGURPHGHLQWHUUXSFLyQGHORVDQWLGHSUHVLYRV2WURFDStWXORUHYLVDRWUDV GX]FDVXLPSODQWDFLyQRILFLDO/RVFyGLJRV&,(0&\&,(0&VHKDQOLVWDGRSRUXQODGRSUH
DIHFFLRQHVPHUHFHGRUDVGHDWHQFLyQFOtQLFD(QpOVHLQFOX\HQORVSUREOHPDVGHUHODFLyQORVSUREOHPDV FHGLHQGRDOQRPEUHGHOWUDVWRUQRHQODFODVLILFDFLyQ\SRUHORWURDFRPSDxDQGRDOFRQMXQWRGHFULWH
UHODFLRQDGRVFRQHODEXVR\ODQHJOLJHQFLDORVSUREOHPDVGHFXPSOLPLHQWRGHODVSDXWDVWHUDSpXWLFDV ULRVGHFDGDWUDVWRUQR3DUDDOJXQRVGLDJQyVWLFRV SHMWUDVWRUQRVQHXURFRJQLWLYRVRWUDVWRUQRV
ODREHVLGDGHOFRPSRUWDPLHQWRDQWLVRFLDO\ODVVLPXODFLRQHV LQGXFLGRVSRUVXVWDQFLDVPHGLFDPHQWRV HOFyGLJRFRUUHFWRGHSHQGHUiGHVXHVSHFLILFDFLyQSRVWHULRU
HLUiLQFOXLGRGHQWURGHORVFULWHULRVHVWDEOHFLGRVSDUDGHILQLUHOWUDVWRUQRHQIRUPDGHQRWDVGHFRGL
'LDJQyVWLFRSULQFLSDO ILFDFLyQHQDOJXQRVFDVRVVHH[SOLFDUiQFRQPiVGHWDOOHHQXQDVHFFLyQVREUHSURFHGLPLHQWRVGH
&XDQGRXQSDFLHQWHKRVSLWDOL]DGRUHFLEHPiVGHXQGLDJQyVWLFRHOGLDJQyVWLFRSULQFLSDOHVODDIHF UHJLVWUR/RVQRPEUHVGHORVWUDVWRUQRVYDQVHJXLGRVSRUXQDGHQRPLQDFLyQDOWHUQDWLYDHQWUHSDUpQ
WHVLVTXHHQODPD\RUtDGHORVFDVRVHVHOQRPEUHGDGRDOWUDVWRUQRHQHO'60,9
FLyQTXHVHHVWDEOHFHFRPRFDXVDIXQGDPHQWDOGHOLQJUHVRGHOSDFLHQWH&XDQGRXQSDFLHQWHDPEX
ODWRULRUHFLEHPiVGHXQGLDJQyVWLFRHOPRWLYRGHODYLVLWDHVODDIHFFLyQIXQGDPHQWDOUHVSRQVDEOHGH
ODDVLVWHQFLDPpGLFDDPEXODWRULDUHFLELGDGXUDQWHODYLVLWD(QODPD\RUtDGHORVFDVRVHOGLDJQyVWLFR 0LUDQGRDOIXWXURKHUUDPLHQWDV
SULQFLSDORHOPRWLYRGHODYLVLWDWDPELpQHVHOSULQFLSDOIRFRGHDWHQFLyQRGHWUDWDPLHQWR&RQIUH
FXHQFLDHVGLItFLO \DYHFHVDUELWUDULR GHWHUPLQDUFXiOHVHOGLDJQyVWLFRSULQFLSDORHOPRWLYRGHOD GHHYDOXDFLyQ\VHJXLPLHQWR
YLVLWDHVSHFLDOPHQWHFXDQGRXQGLDJQyVWLFRUHODFLRQDGRFRQXQDVXVWDQFLDFRPRSRUHMHPSORHO /RVGLYHUVRVFRPSRQHQWHVGHO'60SUHWHQGHQIDFLOLWDUODHYDOXDFLyQGHOSDFLHQWH\D\XGDUHQHO
WUDVWRUQRSRUFRQVXPRGHDOFRKROYLHQHDFRPSDxDGRGHRWURGLDJQyVWLFRTXHQRWLHQHUHODFLyQFRQ SURFHVRGHIRUPXODFLyQGHOFDVRGHIRUPDLQWHJUDO0LHQWUDVTXHORVFULWHULRVGHGLDJQyVWLFRGHOD
QLQJXQDVXVWDQFLDFRPRODHVTXL]RIUHQLD(QHVWHHMHPSORVHSXHGHQWHQHUGXGDVDODKRUDGHGHFLGLU 6HFFLyQ,,VRQPHGLGDVELHQGHILQLGDVTXHKDQSDVDGRSRUXQDDPSOLDUHYLVLyQVHFRQVLGHUDTXHODV
 8WLOL]DFLyQGHOPDQXDO

KHUUDPLHQWDVGHHYDOXDFLyQODHQWUHYLVWDDGDSWDGDDORVDVSHFWRVFXOWXUDOHV\ODVDIHFFLRQHVTXH
QHFHVLWDQPiVHVWXGLRTXHVHLQFOX\HQHQOD6HFFLyQ,,,QRGLVSRQHQWRGDYtDGHSUXHEDVFLHQWtILFDV
VXILFLHQWHVSDUDDYDODUVXDSOLFDFLyQJHQHUDOL]DGDHQODFOtQLFD(VWDVD\XGDV\FULWHULRVGHGLDJQyVWLFR
'HFODUDFLyQFDXWHODUSDUD
VHLQFOX\HQSDUDGHVWDFDUODHYROXFLyQ\GLUHFFLyQGHORVDYDQFHVFLHQWtILFRVHQHVWDViUHDV\SDUD
HVWLPXODUTXHVHVLJDLQYHVWLJDQGR
HOHPSOHRIRUHQVHGHO'60
&DGDXQDGHODVPHGLGDVGHOD6HFFLyQ,,,VHRIUHFHFRPRD\XGDSDUDKDFHUXQDHYDOXDFLyQLQWHJUDO
GHORVLQGLYLGXRVTXHFRQWULEXLUiDOGLDJQyVWLFR\DGLVHxDUXQSODQGHWUDWDPLHQWRDMXVWDGRDOFXDGUR
FOtQLFR\DVXFRQWH[WR'DGRTXHODGLQiPLFDFXOWXUDOHVHVSHFLDOPHQWHLPSRUWDQWHSDUDODHYDOXDFLyQ
\HOGLDJQyVWLFRODHQWUHYLVWDDGDSWDGDDORVDVSHFWRVFXOWXUDOHVVHGHEHUtDFRQVLGHUDUXQHOHPHQWR $XQTXHORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV\HOWH[WRGHO'60VHKDQSHQVDGRIXQGDPHQWDOPHQWH
GHD\XGD~WLOSDUDFRPXQLFDUVHFRQHOLQGLYLGXR/RVVtQWRPDVGLDJQyVWLFRVWUDQVYHUVDOHV\ODVHVFD SDUDD\XGDUDOFOtQLFRDUHDOL]DUODHYDOXDFLyQFOtQLFDODIRUPXODFLyQGHOFDVR\HOSODQGHWUDWDPLHQWR
ODVGHJUDYHGDGHVSHFtILFDVGHORVGLDJQyVWLFRVVXSRQHQXQDFODVLILFDFLyQFXDQWLWDWLYDGHLPSRUWDQWHV HO'60WDPELpQORXWLOL]DQFRPRUHIHUHQFLDORVMX]JDGRVWULEXQDOHV\ORVDERJDGRVSDUDHYDOXDUODV
iUHDVFOtQLFDV\HVWiQGLVHxDGDVSDUDXWLOL]DUVHHQODSULPHUDHYDOXDFLyQ\SRGHUHVWDEOHFHUDVtXQD FRQVHFXHQFLDVIRUHQVHVGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV(QFRQVHFXHQFLDHVLPSRUWDQWHREVHUYDUTXHOD
VLWXDFLyQLQLFLDOTXHSHUPLWDVXFRPSDUDFLyQFRQODVFODVLILFDFLRQHVSDUDKDFHUXQVHJXLPLHQWRHQODV GHILQLFLyQGHWUDVWRUQRPHQWDOTXHFRQWLHQHHO'60VHUHGDFWySDUDVDWLVIDFHUODVQHFHVLGDGHVGHORV
YLVLWDVSRVWHULRUHV\IXQGDPHQWDUODSODQLILFDFLyQGHOWUDWDPLHQWR FOtQLFRVORVSURIHVLRQDOHVGHODVDOXGS~EOLFD\ORVLQYHVWLJDGRUHVDQWHVTXHODVQHFHVLGDGHVWpFQLFDV
/DDSOLFDFLyQGHHVWDVPHGLGDVVLQGXGDVHUiPiVIiFLOJUDFLDVDODWHFQRORJtDGLJLWDOODVHVFDODV GHORVMX]JDGRV\GHORVSURIHVLRQDOHVTXHSUHVWDQVHUYLFLRVOHJDOHV7DPELpQHVLPSRUWDQWHREVHUYDU
GHPHGLGDVHLQFOX\HQHQOD6HFFLyQ,,,SDUDTXHVHDQHYDOXDGDV\GHVDUUROODGDV,JXDOTXHHQFDGD TXHHO'60QRRIUHFHQLQJXQDUHFRPHQGDFLyQGHWUDWDPLHQWRSDUDQLQJ~QWUDVWRUQR
HGLFLyQGHO'60ORVFULWHULRVGLDJQyVWLFRV\ODFODVLILFDFLyQGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHVGHO'60 6LVHXVDQDGHFXDGDPHQWHODLQIRUPDFLyQGLDJQyVWLFD\HOSURFHGLPLHQWRSDUDREWHQHUODSXHGHQ
UHIOHMDQHOFRQVHQVRDFWXDOVREUHODHYROXFLyQGHORVFRQRFLPLHQWRVHQHVWHFDPSR D\XGDUDORVSURIHVLRQDOHVGHODOH\DWRPDUGHFLVLRQHV3RUHMHPSORFXDQGRHVIXQGDPHQWDOFRQILU
PDUODSUHVHQFLDGHXQWUDVWRUQRPHQWDOSDUDFXDOTXLHUGHWHUPLQDFLyQOHJDOSRVWHULRU SHMFRQILQD
PLHQWRFLYLOLQYROXQWDULR ODDSOLFDFLyQGHXQVLVWHPDGHGLDJQyVWLFRFRQVHQVXDGRUHIXHU]DODYDOLGH]
\ODILDELOLGDGGHGLFKDGHWHUPLQDFLyQ$OVHUXQFRPSHQGLREDVDGRHQODUHYLVLyQGHODFRUUHVSRQ
GLHQWHELEOLRJUDItDFOtQLFD\GHLQYHVWLJDFLyQHO'60D\XGDDTXLHQHVWLHQHQTXHWRPDUGHFLVLRQHV
OHJDOHVDFRPSUHQGHUODVFDUDFWHUtVWLFDVUHOHYDQWHVGHORVWUDVWRUQRVPHQWDOHV/DELEOLRJUDItDUHODFLR
QDGDFRQORVGLDJQyVWLFRVWDPELpQVLUYHSDUDGHVFDUWDUFXDOTXLHUHVSHFXODFLyQVLQIXQGDPHQWRVREUH
HOWUDVWRUQRPHQWDO\SDUDHQWHQGHUHOFRPSRUWDPLHQWRGHOLQGLYLGXR)LQDOPHQWHODLQIRUPDFLyQ
VREUHODHYROXFLyQFOtQLFDD\XGDUiDPHMRUDUODWRPDGHGHFLVLRQHVFXDQGRODFXHVWLyQOHJDOVHUHOD
FLRQHFRQHOIXQFLRQDPLHQWRPHQWDOGHOLQGLYLGXRHQLQVWDQWHVSDVDGRVRIXWXURV
6LQHPEDUJRODDSOLFDFLyQGHO'60GHEHLUDFRPSDxDGDGHXQDDGYHUWHQFLDVREUHORVULHVJRV\
OLPLWDFLRQHVTXHSODQWHDVXXWLOL]DFLyQHQFXHVWLRQHVIRUHQVHV&XDQGRVHHPSOHDQODVFDWHJRUtDVORV
FULWHULRV\ODVGHVFULSFLRQHVWH[WXDOHVGHO'60FRQILQHVOHJDOHVH[LVWHHOULHVJRGHTXHODLQIRUPD
FLyQVREUHHOGLDJQyVWLFRVHXVHRHQWLHQGDLQFRUUHFWDPHQWH(VWRVSHOLJURVVHGHULYDQGHOGHVDMXVWH
H[LVWHQWHHQWUHODVFXHVWLRQHVIXQGDPHQWDOHVTXHLQWHUHVDQDODOH\\ODLQIRUPDFLyQTXHFRQWLHQHHO
GLDJQyVWLFRFOtQLFR(QODPD\RUtDGHORVFDVRVHOGLDJQyVWLFRFOtQLFRGHXQWUDVWRUQRPHQWDOGHO'60
FRPRXQDGLVFDSDFLGDGLQWHOHFWXDO WUDVWRUQRGHOGHVDUUROORLQWHOHFWXDO XQDHVTXL]RIUHQLDXQ
WUDVWRUQRQHXURFRJQLWLYRPD\RUXQDOXGRSDWtDRXQDSHGRILOLDQRLPSOLFDTXHHOLQGLYLGXRFRQGLFKD
DIHFFLyQFXPSODORVFULWHULRVOHJDOHVUHVSHFWRDODH[LVWHQFLDGHXQWUDVWRUQRPHQWDOQLORVGHXQD
QRUPDOHJDOFRQFUHWD SRUHMHPSORFRPSHWHQFLDUHVSRQVDELOLGDGFULPLQDORGLVFDSDFLGDG 3DUDHVWR
~OWLPRDFRVWXPEUDDVHUQHFHVDULDPiVLQIRUPDFLyQTXHODTXHFRQWLHQHHOGLDJQyVWLFRGHO'60
FRPRSRGUtDVHUODLQIRUPDFLyQVREUHHOGHWHULRURIXQFLRQDOGHOLQGLYLGXR\VREUHODIRUPDHQTXHpVWH
DIHFWDDODVFDSDFLGDGHVHQFXHVWLyQ3UHFLVDPHQWHSRUHOKHFKRGHTXHORVLPSHGLPHQWRVODVFDSDFL
GDGHV\ODVGLVFDSDFLGDGHVSXHGHQYDULDUPXFKRGHQWURGHFDGDFDWHJRUtDGLDJQyVWLFDODDWULEXFLyQ
GHXQGLDJQyVWLFRFRQFUHWRQRLPSOLFDXQJUDGRHVSHFtILFRGHGHVHTXLOLEULRRGHGLVFDSDFLGDG
1RVHUHFRPLHQGDTXHODVSHUVRQDVVLQIRUPDFLyQFOtQLFDRPpGLFD\HQJHQHUDOVLQIRUPDFLyQ
DGHFXDGDXWLOLFHQHO'60SDUDYDORUDUODSUHVHQFLDGHXQWUDVWRUQRPHQWDO$VLPLVPRWDPELpQ
GHEHPRVDGYHUWLUDTXLHQHVWRPHQGHFLVLRQHVQRFOtQLFDVTXHHOGLDJQyVWLFRQRLPSOLFDQHFHVDULD
PHQWHXQDHWLRORJtDRXQDVFDXVDVFRQFUHWDVGHOWUDVWRUQRPHQWDOGHOLQGLYLGXRQLFRQVWLWX\HXQD
YDORUDFLyQGHOJUDGRGHFRQWUROTXHpVWHSXHGDWHQHUVREUHORVFRPSRUWDPLHQWRVTXL]iDVRFLDGRVD
GLFKRWUDVWRUQR$XQTXHODUHGXFFLyQGHODFDSDFLGDGGHFRQWURODUHOSURSLRFRPSRUWDPLHQWRVHDXQD
FDUDFWHUtVWLFDGHOWUDVWRUQRHOGLDJQyVWLFRHQVtPLVPRQRGHPXHVWUDTXHHOLQGLYLGXRHQFXHVWLyQVHD
RKD\DVLGR LQFDSD]GHFRQWURODUVXFRPSRUWDPLHQWRHQXQPRPHQWRGDGR



También podría gustarte