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Universidad Autónoma de Santo Domingo

(UASD VIRTUAL)

Atención de Enfermería al Adulto I


ENF-2030

Sección:
01
Facilitadora:
Sol Juana Feliz Urbáez
Por:
Lisbeth Nicole Peguero Peguero – 100481521
Emely Sánchez Hernández – 100523666
Tema:
Plan de cuidado de la piel e higiene personal.

Santo Domingo, D.N


29 de marzo del 2022

Semestre 2022-1
Tarea 2.1 PLAN DE CUIDADO.

Elaborar un plan de cuidado basado a la higiene personal.

La higiene del paciente es una intervención que tiene como objetivos


proporcionar bienestar y comodidad, a la vez que actúa como una medida
preventiva contra las infecciones. Las intervenciones orientadas a cubrir la
necesidad de higiene brindan un contexto adecuado para que los profesionales
de enfermería valoren al paciente en aspectos como estabilidad de la condición
clínica, cambios en el estado de la piel y en la cavidad oral, permeabilidad de la
vía aérea, nivel de dependencia, movilidad, estado nutricional, patrón de sueño
y experiencias de dolor, entre otros (percepción de su condición o estado de
ánimo, necesidades psicosociales). A partir de esta valoración, es posible
establecer medidas que protegen al paciente de riesgos y amenazas. Mientras
se brinda este cuidado, el profesional de enfermería debe preservar la
independencia del paciente, asegurar su intimidad, mostrarle respeto, favorecer
la expresión de necesidades e involucrarle en el autocuidado, de esta manera
se contribuye a la comodidad, la seguridad, el bienestar y la dignidad del
individuo. Se documenta que preservar la dignidad del paciente en estas
intervenciones contribuye a la comodidad emocional y esta a su vez a la
recuperación.

Cabe señalar que los pacientes deben recibir el nivel de asistencia que necesitan
para satisfacer sus necesidades individuales de higiene personal, este aspecto
puede variar entre individuos y culturas, dado que depende de factores culturales
socioeconómicos, conocimientos de salud e higiene, edad, estado físico y
psicológico. Al respecto, la literatura muestra que por ejemplo el momento del
baño, puede ser placentero o estresante según los valores, creencias, cultura,
estado mental y experiencias pasadas de los pacientes; para algunos es fuente
de placer, rejuvenecimiento y lujo, mientras que por otros puede ser interpretado
como un comportamiento agresivo que ocasiona angustia o temor. Muchos
pacientes experimentan ansiedad, miedo e insatisfacción relacionada con la
técnica utilizada en los procedimientos de higiene, aspecto que se elige en la
mayoría de los casos a juicio del profesional y no de las necesidades o
preferencias de los pacientes.
Unas de las razones por la cual debemos de establecer un plan de cuidado en
el paciente son:

Dificultades en el aseo cotidiano: higiene y baño.

Una de las primeras actividades cotidianas que se ve


afectada cuando una persona empieza a tener
dificultades para ser independiente es la del aseo
personal (bañarse, ducharse, etc.).

El objetivo de la higiene corporal es:

• Mantener la limpieza, evitar malos olores.


• Conseguir buenos hábitos higiénicos y desarrollar
las habilidades para ello.
• Fomentar el cuidado del aspecto físico: autoestima.

El aseo persigue:

• Provocar sensación de confort, bienestar y ayudar al descanso.


• Eliminar de la piel el exceso de grasa y la suciedad.
• Eliminar las células muertas que hay en la superficie cutánea por la
descamación continua.
• Estimular la circulación sanguínea.
• Mantener la piel en buenas condiciones.

Ayudar en el baño o lavar a otra persona no es una simple tarea


mecánica, sino que requiere de algunas destrezas:

• Paciencia.
• Flexibilidad.
• Amabilidad.
• Creatividad.
• Conocimiento de la persona a la que se
cuida.

Esto puede conllevar a ciertas dificultades para


la situación de cuidado. Puede convertir en un
problema si el paciente: Reacciona con
agresividad, no colabora y se siente triste.

Esto plantea un verdadero problema para los enfermeros y cuidadores, ya


que puede llegar a exigir un esfuerzo excesivo que, en último lugar, puede
suponer un desgaste físico y psíquico para el enfermero.

• Para ayudar al paciente al aseo personal y en el baño, podemos


mantener un entorno agradable y en el que se facilite llevar a cabo la
tarea del aseo.
• El cuarto de baño debe seguir siendo una habitación privada.
• Preparar la habitación especialmente para personas con alguna
dificultad de movimiento.

Existen elementos sencillos que pueden introducirse en el baño y que


facilitan en gran medida la independencia de las personas mayores.
Ejemplo:

• Elementos antideslizantes dentro de la bañera.


• Alfombrillas de goma.
• Asientos de baño que se fijan en la bañera.
• Barras asideras fijadas sobre la pared.

Para personas con problemas de movilidad importante, es aconsejable


realizar cambios arquitectónicos, como eliminar la bañera y poner una
ducha sin desnivel de entrada que disponga de suelo antideslizante y
sumidero.

Para ayudar al aseo personal debemos:

• Respetar su intimidad.
• Respetar al máximo la autonomía personal.
• Crear rutinas para la higiene y el baño.
• Mantener la calma.
• Prestar toda la atención al paciente y lo que puede presentar en su
cuerpo o piel.
• Hacer accesibles los útiles del baño.
• Anticipar o prevenir las situaciones difíciles.

Debemos siempre informar al paciente los procedimientos que vamos a


realizar.

Mantener la temperatura agradable en la habitación, procurando que


esté cómodo/a.
Mantener rutinas en cuanto al horario de baño y adaptarse a las
preferencias de la persona mayor.
Asegurarnos de que existe suficiente intimidad para el paciente.
Mantener las puertas cerradas y también las ventanas para evitar que
haya corrientes de aire.
Preguntar cómo se siente.
Tomar signos vitales.
Preparar el material: toalla, jabón, cremas, etc.
Lavarnos las manos y ponernos los guantes.
Ofrecer la cuña antes de empezar.
Desvestir al paciente y cubrirla con la sábana superior.
Sólo se quedará al descubierto la zona del cuerpo a lavar.
Se lavará poco a poco, por partes, secando bien la zona que acabamos
de lavar y arropándole para que no tenga sensación de frío.
Mover al paciente con cuidado, ladeándole suavemente para facilitar la
limpieza total de cuerpo.
Durante el aseo, se cambiará el agua tantas veces como sea necesario.
Se utilizarán distintas esponjas para las diferentes partes del cuerpo.

Orden de lavado.

1. Ojos
2. Cara
3. Cuello y hombros.
4. Brazos, manos y axilas.
5. Tórax y mamas.
6. Abdomen.
7. Piernas y pies.
8. Espalda y nalgas.
9. Región genital.
Tras finalizar el aseo, vestir al paciente. Si tuviera perfusión intravenosa,
primero se introduce el bote de suero y el brazo correspondiente y luego
el otro brazo.

Insistir en el que la persona aprecie la sensación de confort tras el aseo, lo


fresco que debe sentirse, decirle lo bien que huele elevará su autoestima.

Cambiar la ropa de cama y recoger el material, todo esto utilizando las


mecánicas de movilidad
para facilitar al paciente y al
enfermero sin necesidad de
hacer fuerza. Para ello
colocaremos al enfermo en
decúbito lateral, lo más
próximo a un borde de la
cama y meteremos la
"entremetida" por el lado
contrario al que está girado,
luego lo volveremos al otro
lado y sacaremos la parte
de "entremetida" que falta
de colocar.

Elaborar los cuidados de enfermería para el cuidado de piel; prevenir las


ulceras por presión.

Estos cuidados implican mantener la viabilidad de la piel del paciente


cerciorándose de que esté limpia, aliviar la presión capilar de la piel, asegurar
el estado nutricional adecuado y vigilar posibles problemas. Los cuidados de la
piel están indicados en todo paciente, pero algunas circunstancias
específicas aumentan la necesidad de tales cuidados cuando:

• El paciente tiene incontinencia.


• La movilidad del paciente se altera de manera temporal o permanente;
por ejemplo, un paciente encamado, con parálisis o con pérdida del
conocimiento.
• El paciente presenta un estado nutricional deficiente.
• El paciente tiene alteraciones en la circulación periférica.

Equipo y material
• Escala de valoración del riesgo apropiada; por ejemplo, la escala de
Norton, la de Waterlow, o la de Braden.
• Dispositivos para aliviar la presión.

Posterior al conocimiento y realización de los aspectos anteriormente


nombrados el profesional de enfermería debe realizar un plan de cuidado
individualizado según las necesidades de cada uno de sus pacientes y
durante su ejecución realizar evaluaciones periódicas con el fin de hacer las
variaciones correspondientes al plan de cuidado.

Antes de la aparición de cualquier lesión en la piel del paciente el


profesional de enfermería debe establecer un plan preventivo acorde con
los riesgos individuales de cada paciente.

Cuidados de la piel

1. Examen diario de la piel, minuciosa en prominencias óseas, zonas


expuestas a humedad y en sitios donde haya un deterioro del estado
general de la piel como sequedad, excoriaciones, fragilidad, eritema,
induración o maceración.

2. Valoración puntos de apoyo según la posición.

▪ En posición decúbito supino:


occipital, sacro, omoplatos, cóccix, codos
y talones.
▪ En posición decúbito lateral: orejas,
hombros, acromion. costillas, trocánter,
cresta iliaca, cara in terna de las rodillas y
maléolos.
▪ En posición decúbito prono: mamas,
espinas iliacas, rodillas, dedos de los
pies, genitales, nariz.
▪ En posición sedestación: omoplato tos, codos, isquion,
sacro, cóccix, talones, metatarsianos.
▪ Valoración de puntos de apoyo de elementos terapéuticos
tales como: sonda nasogástrica, mascarilla, tubo orotraqueal,
sonda vesical, drenajes, ostomías, férulas, sujeciones
mecánicas.

3. Identificación de antecedentes alérgicos y farmacológicos del paciente

▪ Conocer la terapia farmacológica que se le está administrando


al paciente teniendo en cuenta el potencial sensibilizante del
medicamento, su mecanismo de acción y su vía de
administración
▪ Evitar contacto directo de la piel con lana, plástico o
sustancias alérgicas en el paciente.

4. Tratamiento de aquellos procesos que puedan incidir en la aparición de


lesiones de piel como alteraciones respiratorias, circulatorias y metabólicas.

5. Mantenimiento de higiene e hidratación de la piel para lo cual se


requieren cuidados mínimos tales como: no prolongar el baño por más de
10 minutos, usar un jabón de pH neutro y agua tibia, secar sin realizar
fricción poniendo especial atención en pliegues y zonas interdigitales, no
aplicar colonia ni alcohol, no realizar masajes en prominencias óseas,
aplicar crema excepto en pliegues asegurando su completa absorción, usar
ropa de tejidos naturales y apósitos protectores para evitar lesiones por
fricción.
6. Control del exceso de humedad

▪ Incontinencia: valorar posibilidad de uso de dispositivos


como colectores, pañales o sondas. Si el paciente requiere el
uso de pañal, éste debe cambiarse frecuentemente para evitar
la humedad, realizando limpieza completa del área y aplicando
algún protector a base de óxido de zinc. No aplicar harinas o
almidones ya que produce fermentación y favorece el
desarrollo de hongos. El pañal no debe quedar muy ajustado
para evitar zonas de presión o roce.
▪ Transpiración: control de temperatura, cambio de ropa de
cama y personal, higiene estricta
▪ Drenajes: evitar fugas, utilizar colectores, apósitos y
productos de barrera
▪ Evitar la temperatura ambiente y sequedad excesivas
mediante el uso de ropa adecuada.
▪ Tener precauciones al usar medios físicos antitérmicos o
dispositivos para incrementar la temperatura del paciente
como mantas eléctricas o líquidos calientes.

7. Fomentar la movilidad y actividad del paciente, utilizando dispositivos de


ayuda: realizar cambios posturales cada dos o tres horas siguiendo rotación
programada, teniendo en cuenta dentro de las posiciones: mantener
alineación corporal de acuerdo con la posición adoptada, repartir el peso
para evitar dolor y compresión, evitar arrastre y contacto de prominencias
óseas entre sí, evitar apoyar el paciente sobre sus lesiones, de acuerdo con
la posición adoptada y utilizar medidas de protección.

· Decúbito supino, se acolchará con almohadas debajo de la cabeza, de


los gemelos, de la planta del pie y de los brazos. Se evitará producir presión
sobre talones, cóccix, sacro, escápulas y codos manteniendo la cabeza
con la cara hacia arriba, en una posición neutral y recta de forma que se
encuentre en alineación con el resto del cuerpo, apoyando las rodillas en
posición ligeramente flexionada (evitando la hiperextensión), codos
estirados, manos en ligera flexión y las piernas deben quedar ligeramente
separadas. Si la cabe cera de la cama debe elevarse, procurar que no
exceda de 30o, evitar la rotación del trocánter y evitar la flexión plantar del
pie.

· Decúbito lateral: se acolchará con almohadas debajo de la cabeza,


apoyando la espalda, debajo del brazo, separando las rodillas y separando
el maléolo externo de la pierna inferior. No se debe producir presión sobre
orejas, escápulas, costillas, crestas ilíacas, trocánteres, gemelos, tibias y
maléolos. Como precauciones para esta posición están que la espalda
quede apoyada en la almohada formando un ángulo de 45 -60o, las piernas
en ligera flexión con la pierna situada en contacto con la cama, ligeramente
atrasada con respecto a la otra, los pies formando ángulo recto con la
pierna.

· Posición sentada: se acolchará con almohadas detrás de la cabeza,


debajo de cada brazo, debajo de los pies evitando presión sobre omoplatos,
sacro y tuberosidades isquiáticas. Las precauciones para esta posición
exigen que la espalda quede cómodamente apoyada contra una superficie
firme, no permitir la situación inestable del tórax en pacientes que pueden
levantarse al sillón o realizar algún movimiento en la cama, animar a que
realice movimientos activos y poner soportes que faciliten su movilización.
Es importante que estén sentados correctamente, conservando una
posición funcional.

▪ Usar elementos para aliviar la presión como


colchones de espuma o aire, almohadas,
sábanas de movimiento, protectores de codos y
talones, arco balcánico y silla baño. No utilizar
rodetes ni flotadores como superficies de
asiento ya que en vez de repartir la presión que
ejerce el peso la concentra sobre la zona
corporal que está en contacto y produce efecto
de compresión.
▪ Cambiar diariamente el sitio de fijación de
sondas y drenajes. - Mantener las sábanas sin
pliegues
▪ Realizar ejercicios activos y pasivos de
miembros superiores e inferiores.
8. Realizar valoración nutricional completa al ingreso y periódicamente
evaluando controles de la búmina, transferrina, recuento leucocitario,
medidas antropométricas: circunferencia del muslo, pliegue braquial,
pliegue cutáneo tricipital y pliegue subescapular, porcentaje de pérdida de
peso, índice de masa corporal y peso habitual. El seguimiento enunciado a
continuación permitirá identificar las necesidades de cada paciente y
garantizar el aporte calórico-proteico necesario para evitar la aparición de
lesiones:

▪ Control diario de ingesta, de líquidos y de peso


▪ Asistir al paciente en la dieta o administrar nutrición enteral o
parenteral según indicación.
▪ Evitar el consumo de ácidos, café, cacao, alcohol y alimentos
con alto contenido de histamina como fresas.

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