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EL APARATO PSIQUICO EN LA SEGUNDA TOPICA DE FREUD

A partir del desarrollo de la primera tópica en 1915, donde se señalan las tres
instancias que conforman el aparato psíquico: consciente (cc), preconsciente
(prcc) e inconsciente (Icc), Freud continua sus investigaciones en el desarrollo de
la segunda tópica, y no es que en la teorización de esta última abandone sus
primeras investigaciones, sino todo lo contrario, complejiza el estudio de la psique
mediante la integración del Ello, Yo y Superyó (1920). Antes de abordar el estudio
de esta teorización sobre el aparato psíquico, es relevante mencionar a la
antecesora para aclarar el progreso y relación de ambas con el objeto de estudio.

Primeramente, como se mencionó, la primera tópica aborda los conceptos del


aparato psíquico situado en tres instancias:

 El sistema consciente (cc). Este respeta las leyes lógicas y cronológicas


de la temporalidad, predomina el principio de realidad. Puede adaptarse a
las circunstancias y postergar sus deseos si no pueden llevarse a cabo en
el aquí y ahora, o, dicho en otras palabras; busca satisfacer el deseo, pero
se adaptará al medio por medio de la aceptación de las prohibiciones. Con
respecto a la lógica de la realidad, se adapta al medio circundante, los
contenidos tienen un significado en sí mismos, sin significados ocultos.

 El sistema preconsciente (prcc) tiene similitud en cuanto a las


características del sistema consciente y la satisfacción de sus deseos
implican una demora a la satisfacción inmediata.

 A diferencia de la similitud entre el sistema consciente y el preconsciente, el


sistema inconsciente (Icc) no respeta los tiempos ni la lógica. Aquí
coexisten los deseos infantiles con los adultos. Este es regido por el
principio del placer en el cual se intenta cumplir y satisfacer los deseos
inmediatamente. No hay ninguna capacidad para esperar, es decir; la
realidad psíquica predomina sobre la realidad material. La búsqueda del
placer se ejecuta sin ningún tipo de censura. En lo que respecta a la lógica,
el inconsciente es alógico. Aquí los deseos y/o sentimientos pueden
coexistir sin que resulte conflictivo, por ejemplificar que algo puede gustar y
al mismo tiempo disgustar. Su lógica es en desorden, las ideas se mezclan
y los contenidos existen sin sentido alguno.

De igual forma también se abordan los conceptos de la percepción y la


representación a través de las huellas mnémicas.

Una vez abordado la primera teorización de la psique en términos generales,


desarrollaremos el estudio del modelo estructural del aparato psíquico regido por
las instancias del Ello el cual se relaciona con el inconsciente, el Yo conectado con
el Ello y el Superyó dentro del sistema prcc y cc; y por último el Superyó
abarcando las tres instancias descritas en la primera tópica y manteniendo la
conexión con el Yo y el Ello, mediante la ejemplificación de la gráfica siguiente:
Primeramente, el Ello es la parte más primitiva del individuo, desorganizada de la
personalidad, cuyo único propósito es reducir la tensión creada por las pulsiones
primitivas relacionadas con el hambre, lo sexual, la agresión y los impulsos
irracionales; es decir toda aquella energía nacida de la psique cuyo único
propósito es la descarga la cual está ligada con las necesidades propias de las
funciones orgánicas del individuo, como nos menciona Freud.

Para explicar el hecho de la existencia de necesidades sexuales {derivadas


de la condición sexuada animal} (die geschlechtlichen Bedürfnisse) en el
hombre y el animal la Biología formula la hipótesis de una “pulsión sexual”
(Geschlechtstriebes). En eso se procede por analogía con la pulsión de
nutrición: el hambre. El lenguaje popular carece de un término
correspondiente a la palabra <<hambre>>; la ciencia usa para ello
<<libido>>. (Freud, 2015, pág. 10)

En esta cuestión, el Ello representa nuestros impulsos, necesidades y deseos más


elementales, operando de acuerdo al principio del placer, lo que lo instaura en la
instancia del inconsciente, por tal motivo, el Ello responde de manera
contradictoria ya que desconoce las demandas de la realidad, siendo igual de
ilógico que en los sueños. Cabe aclarar que, en cuanto a las necesidades básicas
del ser, se cubren fisiológicamente de forma inmediata sin tener en cuenta las
consecuencias, mayormente en los sueños.

Entonces, determinamos que el Ello es desconocido e inconsciente ya que sólo


representa un almacén de las energías de la psique regidas por la necesidad de
satisfacción en el desarrollo de sus procesos, lo que también lo hace una cuestión
cíclica, es decir, siempre estará en constante tensión-distensión conforme a la
libido. Conforme a esto, todo lo contenido en el inconsciente proviene de diversos
orígenes, por un lado, se toma en cuenta el aspecto hereditario y por otro, todas
las adquisiciones que se hacen a través del exterior, muchas veces reprimido en
este sustrato. para ello Freud (1923) nos afirma que “lo reprimido es para nosotros
el modelo de lo inconsciente” (pág. 2). Empero, no tomemos al Ello como sinónimo
de lo inconsciente dado que este sólo actúa como una forma de lidiar con los
esquemas morales que la sociedad ha establecido al igual que las
representaciones simbólicas, mejor conocidas a través de las percepciones
mnémicas que provienen del exterior; relacionándolo estrechamente con las otras
dos instancias: el Yo que a continuación describiremos, y el Superyó.

Con respecto al Yo, esta instancia se rige por el principio de realidad y tiene como
fin cumplir de manera realista los deseos y demandas que nacen del Ello por
relación al mundo exterior, armonizando a la vez las exigencias del Superyó; es
decir, de una forma apropiada. Aquí la evolución de esta misma se da de manera
gradual conforme a la edad y a las diferentes exigencias del Ello por lo que la
ubicamos como una intermediaria del mundo externo, utilizando un razonamiento
realista característico del proceso secundario mediante las representaciones-
palabra vinculando la percepción realizada tanto externa como internamente, que
como le es nombrado, una esencia-cuerpo (1923)

Esclareciendo un poco más esta instancia, el Yo no sólo tiene como


responsabilidad mediar entre las exigencias que provienen del mundo exterior, la
energía del Ello y la siguiente y ultima instancia que comprende a la segunda
tópica desarrollada por Freud, sino conservar su autonomía para mantener su
organización ya que no está separado uno del otro, al contrario, éste confluye con
el Ello hacia lo inconsciente al igual que lo reprimido enfatizando su importancia en
el gobierno de la motilidad, previendo que el Yo no es una instancia totalmente
consciente. Para ello se esclarece que las representaciones significadas a través
de las palabras por medio de las huellas mnémicas devienen de forma consciente
mediante el vínculo anímico; los sentimientos, pero en el pensar de su
simbolización están más próximas al proceso inconsciente; dicho de otra forma
(Freud, 1923), “…seguimos teniendo justificación para afirmar que también
sensaciones y sentimientos sólo devienen conscientes si alcanzan al sistema P, si
les es bloqueada su conducción hacia adelante no afloran como sensaciones…
Así pues, hablamos de sensaciones inconscientes” (pág. 4)

Por ultimo tenemos al Superyó o ideal-yo que es la instancia que se contrapone a


los impulsos emergentes del Ello y que el Yo intenta canalizar mediante la
conciencia moral que se refiere a una autocrítica, reproche o sentimiento de culpa
conforme a lo debido y lo indebido que la sociedad en la que vivimos nos estipula;
y los pensamientos éticos apropiados a través de la cultura. Cabe aclarar que el
ideal-yo es la imagen de uno mismo que consta de las actitudes que son
aprobadas, actitudes suscitadas durante el narcisismo infantil con el
establecimiento de las relaciones entre otros, en especial los padres, y a través de
la moralidad se declina el complejo de Edipo hasta su sepultamiento; situaciones
que por ende marcaran el comportamiento del individuo al recibir una recompensa,
como le es válido a Freud (1923) decir:

…los efectos de las primeras identificaciones, las producidas a la edad más


temprana, serán universales y duraderos. Esto nos reconduce a la génesis
del ideal del yo, pues tras este se esconde la identificación primera, y de
mayor valencia, del individuo: la identificación con el padre de la prehistoria
personal. (Freud, 1923, pág. 7)

Sin embargo, el Superyó no está presente desde el inicio de la vida del individuo o
no es muy fácil distinguirle, ya que es una consecuencia de la internalización y
resolución del complejo de Edipo.

Resumiendo, con relación a la primera tópica, el Yo tiene la ambivalencia de ser


consciente e inconsciente, el Superyó es preconsciente e inconsciente, salvo que
algunos de sus contenidos se vuelvan conscientes, y el Ello es totalmente
inconsciente, esclareciendo los dos tipos de inconsciente: el contenido consciente
que bajo ciertas circunstancias se volvió inconsciente como producto de la
represión, y lo que nunca fue consciente.
Bibliografía
Freud, S. (1923). El yo y el ello y otras obras. Viena: Edicionesenalemàn.

Freud, S. (2015). Tres ensayos de la teorìa sexual y El tabù de la virginidad .


Mèxico: Lectorum.

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