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Dicen que, de todos los animales de la creación, el hombre

es el único que bebe sin tener sed, come sin tener hambre
y habla sin tener nada que decir…
(Txus di Fellatio, 2000)

RESUMEN

PROLOGO… A manera de introducción

Se calcula que las hormigas del planeta, pesan lo mismo que la humanidad. Si
desaparecieran, se produciría un fenómeno ligado a la extinción mucho más
dramático que el meteorito que acabo con los dinosaurios. En cambio, si se
extinguiera la especie humana, en términos ecológicos, no pasaría absolutamente
nada. Las personas no aportamos ya nada a los ecosistemas. Solo gastamos,
somos los más grandes consumidores, sin embargo, nadie nos consume. ¿O sí?

Durante miles de años lo seres humanos hermoso podido disfrutar el mejor regalo
que los dioses pudieran dar a ningún ser vivo, la brisa el viento el hermano sol y la
hermana luna, campos y praderas donde ver crecer a nuestros hijos, amaneceres
bañados con el perfume que estornudan las flores en primavera, puestas de sol
decoradas con los sueños aún por conseguir y aunque parezca mentira
inteligencia. Pero el hombre blanco desprecio aquel tesoro y a medida que la vida
le sonreía él le contestaba dando patadas al destino Si alguien lee esta carta que
no olvide que el fin de esta civilización se debió al egoísmo, codicia e incultura de
la raza humana; los hombres ya no somos mamíferos, el ser humano no se
convirtió en depredador, la raza humana somos simplemente un virus, matamos
crecemos y nos multiplicamos, por eso nos extinguimos, por eso las aguas se
tragaron nuestra civilización, la verdadera Atlántida éramos nosotros y por eso
dejo escrita esta nota para formas de vida inteligente venideras.

¡Cuando los hombres escupen al suelo, se escupen a sí mismos!

Actualmente, la sociedad se encuentra ante el preámbulo que niños, mujeres y


hombres han sido víctimas de múltiples acciones que degradan la integridad
física, psicológica y emocional, y que conmueven profundamente la conciencia de
la humanidad; lo que conlleva a reconocer que dichos crímenes constituyen una
amenaza para la paz, seguridad y bienestar de la humanidad , por lo cual el
estado de derecho afirma que los crímenes más graves de trascendencia para la
comunidad internacional en su conjunto no deben quedar sin castigo. En
consecuencia, se establece la correspondiente jurisdicción en cuatro tipos que
cumplan con estos presupuestos: Genocidio, Crímenes de Lesa Humanidad,
Crímenes de Guerra y Crimen de Agresión.

Pero qué pasa con otros factores que acompañan al desarrollo y bienestar de la
humanidad. Si bien es cierto que el hombre mantiene una dependencia
fundamental con la mujer, puesto que es una adicción del erotismo masculino
dominado por las vicisitudes del objeto materno, vivido como todo poderoso con lo
cual se relaciona, junto a otros rasgos psicopatológicos, el maltrato que éste
induce en su pareja al no poder reconocerla como un sujeto individual con
necesidades y deseos propios (Mondéjar, 2001), también nos vemos inmiscuimos
en un ambiente cultural dominado por intereses arbitrarios que llegan a trastocar el
bienestar cultural del individuo, como es el caso del medio ambiente donde se
debe priorizar un cambio urgente sobre la forma de actuar del ser humano hacia
su entorno ecológico donde este conciba al entorno como una parte de él, donde
cada una de sus acciones tienen una reacción hacia este sector dado que es de la
misma naturaleza donde se garantiza la subsistencia de cada uno de los seres
vivos que habitan el planeta Tierra, como lo describe Gadotti (2002), “la
sobrevivencia del planeta se volvió una preocupación inmediata. La situación
actual exige medidas urgentes en todos los sectores –científico, cultural,
económico y político- y una mayor sensibilidad de toda la especie humana”.
Pues es así como diariamente, en múltiples lugares del mundo, se llevan a cabo
actos sistemáticos que conducen de manera directa a la extensiva destrucción,
daño y/o pérdida de ecosistemas, afectando severamente a los habitantes de los
mismos, así como a la naturaleza. Tal es el caso más reciente e importante en la
historia del planeta, que, si bien no es objeto de estudio en este ocurso, merece se
hable acerca de él con el fin de reconocer la importancia que tiene como tema
principal la relación ambiental con su deterioro y destrucción a causa de acciones
humanas que repercuten hacia este mismo.

el incendio ocurrido en el Amazonas, que, aunque parece una porción pequeña en


relación al resto del planeta, lo cierto es que cumple un papel enorme para la vida
por su participación en el ciclo del agua y en la regulación de la temperatura.

Una metáfora muy usual para referirse a la selva del Amazonas es la del pulmón
por su intercambio de oxígeno y dióxido de carbono con la atmosfera, algo
fundamental para que todos podamos respirar, sin embargo, la selva va mucho
más lejos, tanto así que sin ella gran parte de América del sur sería un desierto;
pero ¿por qué?

Empecemos por señalar que el agua se acumula sobre todo en los océanos y si
bien el calor del sol la evapora y la sube por los aires es necesario que el viento
empuje el vapor tierra adentro, de otro modo el agua no llegaría a los continentes
ocasionando que se muera la vegetación y se secarían grandes extensiones. La
manera en como el Amazonas entra en juego acá es complementando la labor
delos vientos alisios ayudando a traer el aire y reteniendo el agua en tierra. Esta
es una hipótesis fascinante. Según ella los bosques son los responsables de los
vientos porque la transpiración de los árboles genera un vapor que cuando se
enfría se condensa. La condensación disminuye la presión del aire y entonces se
crean vacíos que succionan aire de los océanos hacia el continente. Este proceso
realizado a la escala de 600 000 millones de árboles que hay en el Amazonas
produce fuertes vientos de aire húmedo y así se generan las nubes y la lluvia que
hidrata el continente. Relacionado a esto, se encuentran los andes que también
juegan un papel fundamental dentro de este ciclo. Aquí es donde se recibe el agua
que traen os vientos, ayudando a retenerla con su vegetación y distribuyéndola
por toda la tierra con los ríos, y los ríos llevan el agua de vuelta al océano atlántico
para que el proceso se repita; esto en cuanto al ciclo hidrológico.

Otro factor a considerar es la temperatura. Se sabe que el dióxido de carbono


actual como una barrera que impide que el calor salga de la tierra; mejor conocido
como efecto invernadero. Pues bien, los arboles contrarrestan dicho efecto
absorbiendo el dióxido de carbono de la atmosfera a través de la fotosíntesis. Con
esto y los sumideros de dióxido de carbono bajo tierra, el Amazonas anualmente
le quita a la tierra más de un billón de toneladas de este gas ayudando a
contrarrestar el calentamiento global que es consecuencia de nuestra
sobreproducción de gases de efecto invernadero. Por otro lado, el Amazonas
regula también la temperatura creando nubes pues estas reflejan la luz del sol y
así impiden que llegue hasta el suelo y nos caliente en exceso. El bosque
frondoso del Amazonas resguarda bajo sus raíces grandes cantidades de agua y
entonces a través de la evaporación y la transpiración de las plantas genera 7
veces más vapor que el océano, es decir; muchas más nubes que reflejan la luz
solar.

En resumen, regular a cantidad de oxígeno y de dióxido de carbono, mantener la


temperatura dentro de ciertos rangos y participar en el ciclo del agua generando
los vientos y retener el agua en la tierra son algunas de las funciones que la
amazonia realiza de manera integrada con el océano atlántico y con la cordillera
de los andes.

Sin embargo, hace falta hacer mención de la vida animal. Todo en algún momento
hemos oído de la importancia de las aves para diseminar las semillas de los
árboles, pero cada animal, cada planta, cada insecto, también los hongos y los
minerales; todos realmente cumplen un papel importante en los procesos físicos,
químicos y biológicos de la Tierra. Pensando en una perspectiva más amplia, la
Tierra es un solo sistema, un organismo que se regula así mismo. Cada entidad
que la habita es entonces una parte del engranaje completo del gran organismo
planetario y por eso de la participación de cada uno depende la resiliencia del
todo.

Los animales hacen una contribución notoria con sus posibilidades de


desplazamiento y con sus metabolismos. Pero hay un animal bastante particular,
capaz de transformar de maneras nunca antes vistas la Tierra: el hombre.

El mundo está poblado por distintas culturas con prácticas y creencias diversas.
Los indígenas de las amazonas y también el hombre occidental son grupos
humanos que como todos hacen parte del gran organismo planetario, pero las
prácticas y las creencias de estos dos grupos suponen relaciones muy distintas
entre ellos y el resto de la naturaleza. Adentrándonos un poco más en su relación
con el Amazonas tenemos primeramente los pueblos indígenas, que, si bien hay
una vasta cantidad de culturas habitando la selva, lo cierto es que a todas ellas les
es común una forma de relacionarse con la naturaleza. En su pensamiento y en
sus prácticas ellos se fusionan con el aire, el agua, la vegetación y los animales,
reconociendo que sus cuerpos, su vida misma es interdependiente con la selva y
de esta manera se comportan como sus aliados. Estamos hablando de miles de
años de relación entre el Amazonas y los pueblos indígenas en los que la vida ha
sido perfectamente sostenible con toda su diversidad y sería un error suponer que
lo logran porque no transforman la naturaleza, habiendo evidencia de que una
décima parte de la tierra alta de las amazonas fue suelo fértil creado por ellos para
ser aprovechado. Se sabe también que han afectado la selección de especies por
su utilidad en la alimentación y los rituales, y en todo caso llegaron a ser millones
de personas habitando el bosque, pero ¿cómo han logrado ese equilibrio?
En la educación indígena se prepara al individuo para vivir en armonía con el
entorno natural y social en que nace. Ellos se transmiten el respeto por los
espíritus guardianes del universo que los llevan a hacer un uso responsable de los
recursos y a entender que el consumo afecta el flujo y la distribución de la energía
en el sistema global, de forma que sus prácticas son coherentes con estas ideas y
buscan mantener el balance que afectan con sus acciones, así, por ejemplo, los
indígenas del amazonas solían cambiar la ubicación de sus asentamientos cada
20 años con el propósito de permitir que la naturaleza se regenerará.

Ahora, la relación de los occidentales ha sido distinta. En lugar de sentirse como


un ser integrado en la totalidad, los occidentales se han concebido de manera
separada. En su proceso de construcción cultural suelen crear una dicotomía
particular entre naturaleza y sociedad. A la naturaleza acuden insistentemente en
busca de la materia que les permite crear y sostener el espacio que construyeron
para sí, la ciudad. Por eso, el Amazonas ha sido para ellos fuente de madera y
petróleo, e incluso un estorbo para la ganadería, entre muchas cosas que en
ultimas destruyen el equilibrio entre la selva y sus habitantes. Ha sido pues, una
compresión insuficiente del equilibrio natural con consecuencias indeseables para
la vida misma y solo hasta ahora, el hombre occidental empieza a entender la
importancia de que sus civilización crezca de manera sostenible.

Así, al destruir ecosistemas de los cuales los seres humanos dependemos, estos
actos perpetrados por empresas multinacionales -frecuentemente con
participación directa del Estado, o con su aquiescencia- constituyen una amenaza
para la paz, seguridad y el bienestar de la humanidad. Son actos y omisiones que
violan grave y masivamente derechos humanos. Sin embargo, son actos que no
están recogidos por los instrumentos internacionales del Derecho Penal
Internacional.

Los ecocidios quedan sin castigo alguno. El crimen de ecocidio reúne las


características, requisitos y elementos para ser investigado, juzgado y -en su
caso- sancionado como un crimen internacional. Esto, pese a ser muy claro,
necesita más precisión: ¿estamos frente a una nueva modalidad de crimen de lesa
humanidad o estamos frente a un nuevo tipo penal internacional, autónomo?

Para esclarecer esto, será –a priori- necesario delimitar lo comprendido por el


término ecocidio, el cual es un término aún ambiguo para el Derecho. Para su
estudio como crimen internacional, es primordial demarcar claramente su
naturaleza jurídica, los bienes jurídicos que vulnera, y los derechos humanos que
se violan con su perpetración, así como las consecuencias de que actos ecocidas
queden en la impunidad, y valorar la pertinencia de la subsunción de ecocidios en
una de las categorías de crímenes internacionales ya tipificadas en el Estatuto de
la Corte Penal Internacional. El principio de interdicción a la impunidad por
crímenes internacionales obliga a los Estados a investigar, juzgar y sancionar a los
responsables individuales de su perpetración. Sin embargo, al procurar esto con
las cuatro categorías de crímenes ya plasmadas en el derecho internacional
convencional, se podría ir en desmedro del derecho a la verdad, justicia y
reparación de las víctimas de ecocidio.

Pero que hay más allá del simple crimen que se realiza contra la naturaleza,
¿quién es el verdadero verdugo de este mal? No cabe duda que la contaminación
masiva y sistemática de ecosistemas, por parte de billonarias transnacionales son
actos inhumanos. No hay duda de que vulneran directamente los derechos
humanos más básicos, como el de la vida y la salud.  Nadie puede negar que los
ecocidios perpetrados –hasta ahora impunemente- son crímenes de lesa
humanidad. Pero los ecocidios no solamente vulneran los derechos humanos, sino
que vulnera también los derechos de la naturaleza, cuyo reconocimiento va en
aumento a nivel internacional.

Una parte importante de la reparación integral a víctimas de graves violaciones a


los derechos humanos y de crímenes internacionales es el conocimiento de
la verdad de lo ocurrido (el derecho a la verdad). No tratar así la perpetración de
actos y omisiones ecocidas, distorsionaría la realidad de los hechos y desdibujaría
la naturaleza del crimen cometido, tornándose en una imposibilidad contar la
verdad sobre los hechos, especialmente desde el punto de vista de las víctimas y
sobrevivientes.

Es preciso sopesar la eficacia de los mecanismos e instituciones ya existentes


para lograr este fin, así como la explorar la conveniencia y posibilidad de creación
de nuevos estamentos para la investigación, juzgamiento y sanción del ecocidio. 
Esto demostraría la necesidad de tipificación del ecocidio como crimen
internacional. Las categorías ya existentes en el Derecho penal internacional no
bastan para hacer justicia por actos y omisiones ecocidas. El ecocidio es lo
suficientemente grave para tener su propia categorización, y solamente así se
puede garantizar plenamente el respeto a los derechos a la verdad, justicia y
reparación que tienen las víctimas que sufren su perpetración.

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