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5.

UNA FE PARA EL MUNDO ENTERO

El Mensaje de Lucas y Hechos


Hubo dos prominentes historiadores deJ
cristianismo primitivo. Uno de ellos fue Husebio,
obispo de Cesa- rea, en Palestina, en la época del
Concilio de Nicea (325 d. quien escribió en diez
libros una Historia de la Iglesia Cristiana desde sus
comienzos hasta sus propios días. Este tuvo un
antecesor, y sólo uno: el hombre que escribió los
dos documentos del Nuevo Testamento que
llamamos el Evangelio de Lucas y los Hechos de los
Apóstoles. Sin más discusión, seguiremos para
nuestro propósito actual la tradición y llamaremos a
este hombre Luca s. Entre él y Ensebio, dos siglos y
medio después, muchos escritores cristianos nos
proporcionan la materia prima para la investigación
histórica, pero a ninguno de ellos podemos llamarlo
un historiador.
Los dos libros de Lucas formaban originalmente
la primera y segunda parte de una historia de los
orígenes cristianos. Fueron separados en el proceso
de formación del canon del Nuevo Testamento a
principios del siglo II, cuando la primera parte fue
incorporada al cuádruple Evangelio y la segunda
parte siguió otro camino. Pero fueron escritos en el
último tercio del primer siglo cristiano para
proporcionar un relato coherente, aunque selectivo,
de los acontecimientos
entre los últimos años de la era prc -cristiana hasta
los años sesenta después de C'risto.
El propósito con el cual se produjo esta obra está
establecido en el prólogo (Le. 1:1 -4), que
probablemente estaba destinado a introducir ambas
partes:
Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas
que entre nosotros han sido eiertísimas, tal como nos lo enseñaron los que
desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me
ha parecido también a mí. después de haber investigado con diligencia todas
las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,
para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
No sabemos quién era Teófilo -a quien se dirige
también el párrafo de iniciació n de la segunda
parte. 1 Evidentemente tenía alguna familiaridad con
la historia de Jesús y su secuela, pero Lucas escribe
para proporcionarle un relato más consecutivo y
exacto que los que antes habí a conocido. Bien
puede haber sido un representante de un público
más amplio, que en opinión de Lucas daría la
bienvenida a tal relato. Si queremos tener un cuadro
más completo de ese público más amplio, la manera
más segura es leer con cuidado el relato y
considerar qué clase de público tendría en mente el
autor del mismo. Si en cierta medida su trabajo es
un relato de los orígenes del cristianismo para
observadores bien dispuestos, en una medida más
sustancial es una exposición del mensaje cristiano
para los que ya estaban dentro de la comunidad.
Es evidente que la obra fue concebida como una
historia. Los incidentes iniciales -los relacionados

1 Su título de “excelentísimo”, si se usa con precisión, lo señalaría como

miembro de la orden ecuestre de la sociedad romana; pero podía ser usado más
generalmente, como un título de cortesía. Se le da a los procuradores Félix y F'esto
en Hechos 23:26; 24:2; 26:25.
t
con el nacimiento, primero de Juan el Bautista y
luego de Jesús están lechados "en los días de
Heredes, rey de Judea” (Le. 1:5) y referidos al
“edicto” que se promulgó “de parte de Augusto
César, que todo el mundo fuese empadronado” (Le.
2:1). Ll ministerio público de Juan, que consistió en
levantar el telón para el ministerio público de Jesús
(el tema principal de la primera parte), es
introducido con un complicado sincronismo, a la
manera de los historiadores clásicos, en el cual se
correlaciona “el año decimoquinto del imperio de
Tiberio César” con los cargos de una cantidad de
otras personas en importantes posicion es públicas
en y alrededor de Palestina (Le. 3:1,2). Todo el
desarrollo de los orígenes del cristianismo se ubica
en el contexto de la historia mundial
contemporánea. Lucas no sólo es el único escritor
del Nuevo Testamento que llega a mencionar por
nombre a un emperador romano; su relato,
especialmente en la primera parte, hace repetidas
referencias a gobernadores y otros funcionarios de
las provincias y ciudades del Imperio Romano de
Oriente durante el periodo que abarca. La fidelidad
de su relato en relac ión con la “fecha dramática” (es
decir, la fecha de los acontecimientos que relata) ha
llegado a ser proverbial.

La Defensa de la Fe

El evangelio comenzó después de la muerte y


resurrección de Jesús, bajo lo que debe haber
parecido un obstáculo insuperable --el hecho de que
Jesús, a quien los apóstoles y otros proclamaban
como Mesías, Salvador y Señor, había sido
crucificado por la sentencia de un magistrado
romano. Para los judíos, como ya hemos visto, 2 el
mero hecho de su crucifixión probaba que, lejos de
ser el Mesías, había muerto bajo la maldición de
Dios. Para los griegos, la idea de un maestro y
Libertador crucificado era simplemente absurda,
una afrenta a los hombres inteligentes. (Y la
afirmación de que el Jesús crucificado había
resucitado, agravab a la afrenta.) 3 En cuanto a los
representantes del poder romano, el movimiento se
les hacía políticamente sospechoso debido al hecho
innegable de que su Fundador había sido ejecutado,
acusado de sedición contra el César.
La piedra de tropiezo que la procla mación del
Cristo crucificado inevitablemente presentaba a las
diferentes clases de auditorios que la escuchaban
era encarada por los cristianos primitivos en una
variedad de maneras. El siglo II d. C. fue la gran
época de los apologistas cristianos, que d efendieron
con sus escritos su fe contra los ataques de los
rabinos judíos, los filósofos griegos y los
magistrados romanos. Pero esos apologistas tienen
su prototipo en el siglo I, en Lucas, en cuya doble
historia defiende al cristianismo contra judíos,
griegos y romanos. Su defensa contra judíos y
griegos toma la forma de discursos de
personalidades destacadas del relato de Lucas; su
defensa contra los romanos está inherente en el
curso del relato mismo.

Esteban ante el Sanhedrín


El discurso de Esteban en Hechos 7:2-53 es
conocido tradicionalmente como la “apología” o
defensa de
1 Véase p. 29.
3
Cf Hch. 17:32 (véase p. 69).
Esteban. En su forma, es una defensa legal
presentada por Esteban cuando compareció ante el
sanhedrín acusado de blasfemia; en su contenido, es
una defensa del cristianismo contra el judaismo. La
blasfemia con que lo acusaba surgía de su presunta
afirmación de que la nueva era, intro ducida por
Jesús, señalaba el fin de la economía mosaica y en
particular del orden del templo de Jerusalén y todo
lo relacionado con él.
Lejos de negar la acusación, Esteban defendió su
enseñanza apelando a la historia del Antiguo
Testamento. El templo de Jerusalén, afirmó, no era
de la esencia de la religión verdadera; por el
contrario, podía alentar falsas ideas de - Dios
sugiriendo que su presencia estaba ligada en forma
especial a un lugar. Pero Dios había manifestado su
presencia a Abraham en la Mesopot aniia, a José en
Egipto, a Moisés en el desierto del Sinaí -todos
fuera de las fronteras de la tierra santa. Los
antepasados de Israel en el desierto tenían todo lo
que era necesario para el culto verdadero de Dios; la
tienda-tabernáculo portátil que alber gaba el arca
del pacto era un santuario más adecuado para un
pueblo peregrino -como el pueblo de Dios siempre
había estado destinado a ser — que una estructura
fija de cal y canto como la que había construido
Salomón. Sus propios profetas les habían adverti do
contra la idea de que el Dios de cielos y tierra
pudiera acomodarse en una habitación material. 2

2 Sin embargo, en Lucas-Hechos se honra al templo como lugar de oración y

culto. La primera escena del relato de Lucas se desarrolla en el santuario (Le.


1:8-23); el hvangelio termina con los apóstoles, entre la resurrección y Pentecostés,
“siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios" (lleh. 24:53). Después de
Pentecostés continúan frecuentando el templo para orar y predicar (Hch. 3:1 ss.;
5:12ss.), y Pablo adora allí cuando visita Jerusalén de tiempo en tiempo en el curso
No es accidental que el episodio de Esteban
constituya el preámbulo del relato que hace Lucas,
de la misión a los gentiles. Una vez m ás Dios estaba
llamando a su pueblo a abandonar la ilusoria
seguridad del culto tradicional y salir, como
Abraham, hacia donde él quisiera guiarlos. El
peligro estaba en que, como sus antepasados en el
desierto, ellos mirasen hacia atrás en lugar de ir
hacia adelante.
El discurso de Esteban puede ser considerado
como un manifiesto de aquel círculo de judíos
helenistas cristianos que, después de su ejecución,
lanzaron la misión a los gentiles en Antioquía y p or
doquiera. Los ecos del mismo se escuchan en la
generación siguiente en la Carta a los Hebreos 3 y
todavía una generación después en la “Carta de
Bernabé”. 4 Pero la posición defendida por esta
forma de apologética, de que el nuevo orden
inaugurado por Jesús ha reemplazado al viejo orden
judío y representa el cumplimiento de la ley y los
profetas, es un lugar común en todo el Nuevo
Testamento.

Pablo ante el Areópago


El más sobresaliente ejemplo de defensa del
cristianismo contra los griegos es el discurso de
Pablo ante el tribunal ateniense del Areópago en
Hechos 17:22-31. Este discurso, que halló su texto

de su ministerio apostólico (Hch. 21:26: 22:17).


3 Véase pp. 97 ss.
4 Uno de los escritos de ios “padres apostólicos” compuesto tal vez entre los años

90 y 100 d. C.,,en el cual se sostiene que los judíos se descarriaron al dar al ritual y
las leyes ceremoniales del Pentateuco uiw interpretación literal en lugar de
espiritual.
en una inscripción de un altar “Al Dios
desconocido”, es en esencia una declaración acerca
del verdadero conocimiento de Dios. Dios es el
Creador y Señor del universo, no habita en
santuarios hechos por manos de hombres, no
necesita los servicios de aquellos a quienes' ha
creado, pues él es quien les da “vida y aliento y
todas las cosas”. H1 Creador de todas las cosas en
general es el Creador del Hombre en particular. El
hombre es uno, descendiente de un antepasado
común; su habitación terrenal y el curso de las
estaciones han sido designadas divinamente para su
beneficio, a fin de que pueda bus car y hallar al
verdadero Dios. El verdadero Dios no es remoto e
inaccesible; “no está lejos de cada uno de nosotros”
-y esta seguridad es reforzada con citas de dos
poetas griegos: “En él vivimos, y nos movemos y
somos” (Epiménides) 5 y “Porque linaje suyo
somos” (Ara- to). 6 ¡Cuán insensato, pues, es pensar
que el Dios verdadero pueda ser representado por
estatuas de metal o mármol! Para los que lo
contemplaban por esos medios, era ciertamente un
“dios desconocido”. Hasta ese momento había
soportado la incapacidad de los hombres para
conocerlo pero ahora ha surgido una nueva
situación. Dios, el Creador de todos, es también el
Juez de todos. El día del juicio ha sido fijado, y en
consecuencia hay un urgente llamado a todos para
que cambien sus falsas ideas de Dios por otras
dignas —tanto más cuanto que Dios ya ha designado
al hombre por medio del cual ha de ser ejecutado su

5 Lln poeta cretense, se supone que del siglo VI a. C.'., a quien se cita también en

l ito 1:12.
6 Un. poeta cilicio del siglo III a. C., autor de un poema sobre los Ion órnenos

naturales, del cual están tomadas estas palabras.


juicio, “dando fe a todos con haberle levantado de
los muertos” ( 17:31). Sólo estas últimas palabras,
señalando a la reciente resurrección de Jesús y su
designación como juez de vivos y muertos
(Hch. 10:42) son las que imparten una nota
característicamente cristiana a este discurso, que de
otro modo está en una tradición judía que se
remonta a la época del Antiguo Testamento. 7

El Cristianismo en el Imperio Romano


En esas defensas contra el judaismo y el helenismo
pagano no falta un elemento polémico; se lleva el
ataque al campo contrario. Es diferente de la
defensa contra la ley romana: Lucas, como la
mayoría de los escritores del Nuevo Testamento,
cultiva la buena voluntad hacia la ley romana y la
autoridad administrativa en general en el Imperio.
¿Pero qué del hecho innegable de que Jesús
había sido condenado y ejecutado por una acusación
de sedición contra el César? En cu anto a esto, Lucas
comparte la respuesta de los otros evangelistas,
aunque la desarrolla a su manera. La condenación
de Jesús fue un aborto de la justicia: Poncio Pilato
dictó la sentencia de muerte contra él, pero lo hizo
renuentemente y contra su mejor j uicio, cediendo a
la presión de los principales sacerdotes. Cuando los
perseguidores de Jesús lo acusaron de subvertir a la
nación judía, prohibiéndoles pagar tributo al César 8
y pretendiendo para sí un reino mesiánico, Pilato
halló los cargos infundados. Cuando trató de remitir

7 Cf. Salmo 50:7-13; Isaías 44:9-20; 66:1, 2.


I 0Lucas 23:2. Esta acusación involucraba una perversión radical de la respuesta
de Jesús sobre este tema en Lucas 20:25 (Mr. 12:17).
el caso a Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, 9
quien residía entonces en Jerusalén, también éste lo
halló inocente de cualquier delito capital. Pilato
quiso
azotarlo y dejarlo en libertad, pero al final cedió a
la insistencia de los principales sacerdotes y lo
condenó a la cruz. Aun entonces, uno de los
malhechores crucificados a su lado testificó que
este hombre no había cometido ningún acto de
insurgencia como los que su compañero y él mismo
habían cometido, y el oficial romano a cargo de la
ejecución reconoció que ciertamente se trataba de
un inocente. 10
Si en la primera parte Lucas sostiene que, a pesar
de las acusaciones, Jesús no era un rebelde contra
Roma, en la segunda parte defiende al cristianismo
de la acusación de que su progreso a través de las
provincias romanas iba acompañado por motines y
rupturas de la paz. Se habían producido, sí,
impropias rupturas de ese carácter, pero habían sido
fomentadas por los judíos adversarios del evangelio
o por intereses económicos gentiles que (como en
b'ilipos y Lfeso) se sentían amenazados por su
avance. Autoridades cívicas y provinciales
repetidamente absolvían a los misioneros cristianos
de complicidad en la clase de agitación mesiánica
que era común en las comunidades judías en todo el
imperio. Galión, procónsul de Aca - ya, halló a
Pablo y sus acompañantes inocentes de cualquier
“agravio o algún crimen enorme” (Hch. 18:14), y su

9 Véase p. 20.
10Véase p. 21 para el tratamiento de Marcos de las palabras del centurión. Lucas
las toma como una admisión de la inocencia de Jesús, apoyando su propósito
apologético.
juicio, negativo en la forma, con stituyó un
precedente que les aseguró por varios años la
protección de la ley romana. 11 Alentado por su
experiencia favorita de la ley roman a, Pablo
recurrió confiadamente a sus derechos de ciudadano
romano y apeló a César cuando no se sintió seguro
de ser
tratado con justicia por el procurador de Judea
(Hch. 25:11); y Lucas pone fin a su historia .con el
cuadro de Pablo bajo arresto domicilia rio en Roma,
aguardando que fuera escuchada su apelación, y
mientras tanto predicando el evangelio en el
corazón del Imperio a todos los que iban a verlo,
“abiertamente y sin impedimento” (Hch. 28:31), sin
ningún intento de intromisión de parte de los
funcionarios imperiales. ¡ Tan lejos estaba el
cristianismo de ser una amenaza para el estado
romano!

La Misión a los Gentiles

En ninguna parte está mejor expresado el énfasis


teológico de Lucas que en las últimas palabras
registradas de Pablo, hacia el final de su relato:
“Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta
salvación de Dios; y ellos oirán” (Hch. 28:28). El
mismo énfasis aparece al principio de su narración:
Simón de Jeru- salén, sosteniendo en sus brazos al
niño Jesús, da gracias a Dios (Le. 2:30 -32),

Porque han visto mis ojos tu salvación,


La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;

13 En realidad, hasta el ataque de Nerón a los cristianos de Roma, desde el año 64


d. C. en adelante (véase p. 19).
Luz para revelación a los gentiles,
Y gloria de tu pueblo Israel.

La salvación de Dios, encarnada en Jesú s y


proclamada en el Evangelio para todo el mundo, es
el interés dominante de Lucas. El anuncio de una
“luz para revelación a los gentiles”, que hace eco a
la comisión del Siervo en Isaías 49:6, se realiza en
la misión a los gentiles de la segunda parte; e n
realidad, Pablo y Bernabé utilizan -en Hechos 13:47
ese mismo lenguaje como su propia comisión de
predicar a los gentiles: "Porque así nos ha mandado
el Señor, diciendo:
'Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra’.

En la misma vena, cuando Lucas (como los otros


evangelistas) cita Isaías 40:3 ("Voz que clama en el
desierto. . .”) al principio de su relato del ministerio
de Juan el Bautista, cita más extensamente que los
otros Evangelios, hasta termi nar con la nota
triunfante: "Y verá toda carne la salvación de Dios”
(Le. 3:4-6).

El programa de la misión salvadora de Jesús está


claramente establecido en el informe de su discurso
en la sinagoga de Nazaret, que Lucas saca de su
orden cronológico colocán dolo en el comienzo de
su informe del ministerio en Galilea (Le. 4:16 -30).
En ese sábado. Jesús leyó y expuso la segunda
lección, las frases iniciales de Isaías 61:

Id Kspíritu dd Señor está sobre mi.


Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos.
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
(Es notable que las palabras que en Isaías 61:2
están en paralelismo sinónimo con “el año
agradable del Señor” -“y el día de venganza del
Dios nuestro”— se omiten. Adecuadas como
hubieran sido para el mensaje de Juan el Bautista,
no hallaron lugar en el mensaje inicial de Jesús en
Galilea.)
Jesús impieza su exposición del tema con el
anuncio: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante
de vosotros”. Un rensaje de liberación era adecuado
para “el año agradable del Señor” -una frase que
originalmente denotaba el año periódico de
liberación. Este puede no haber sido un año de
jubileo de acuerdo con el calendario, cuando se
tocaba la trompeta para pregonar “libertad en la
tierra a todos sus moradores” (Lv, 25:10), pero
resonó la auténtica proclamación del jubileo. La
predicación de “buenas nuevas a los pobres”
significa la seguridad de la gracia de Dios para los
menesterosos en general: las ilustraciones del
Antiguo Testamento, aducidas para reforzar la
lección, hablan de cómo, en los días de Elias y
Eliseo, algunos no-israelitas como la viuda de
Sarep- ta 12 y Naamán el sirio 13 disfrutaron de
bendiciones especiales, mientras que los israelitas
que tenían las mismas necesidades eran pasados por
alto. Lucas, que probablemente era él mismo gentil,
registra esta exposición del te xto profético con
particular satisfacción, en vista de su posterior
relato de la misión a los gentiles; no es
sorprendente, pues, que la congregación de Nazaret
lo escuchara sin ningún placer. La gente que ha

12 Cf. 1 Reyes 17:8ss.


13 C/ 2 Reyes 5: lss.
dado por sentados sus privilegios encuentra
desagradable el verse repentinamente despojada de
ellos.

Buenas Nuevas a los Pobres


El énfasis sobre las “buenas nuevas a los pobres”
reaparece en el mensaje de Jesús a Juan el Bautista.
Al oir Juan en la cárcel las nuevas del ministerio
galileo, bien puede haberse preguntado qué tenía en
común ese ministerio con la actividad que él había
predicho para Aquel que había de venir, cuyo
“aventador está en su mano, y limpiará su era y
recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en
fuego que nunca se apagará” (Le. 3:17). Tenía.muy
poco de “la ira venidera”, la tala y quema de los
árboles que no dan fruto, de las que él había
advertido a sus oyentes (Le. 3:7 -9). De ahí la
pregunta que, por instancias suyas, sus dos
discípulos le plantearon a Jesús: “¿Eres tú el que
había de venir, o esperaremos a otro?” (Le. 7:19). 14
Jesús los detuvo a su lado mientras realizaba
muchos de sus actos de curación y los envió de
vuelta a decirle a Juan lo que habían visto y oído:
“los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son
limpiados, los sordos oyen, los muertos son
resucitados, y a los pobres es anunciado el
evangelio” (Le. 7:22). Este mensaje estaba
destinado a asegurarle a Juan que en el ministerio
común de Jesús se estaban cumpliendo las antiguas
profecías sobre la nueva era, 15 especialmente en la
predicación de las buenas nuevas (evangelio) a los

14 Cf. el relato paralelo en Mateo 11:3.


' 7 Además de Isaías 61:1, 2, cf. Isaías 35:5, 6.
pobres.
En la primera parte del relato de Lucas, los
menesterosos, con una sola excepción, no son
gentiles. La excepción es el centurión de
Capernaum cuyo siervo fue curado, y de quien dijo
Jesús: “ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Le.
7:9). 16 Es significativo que Lucas no reproduce el
incidente de la curación de la muchacha sirofenicia
que aparece en Marcos. 17 De hecho, omite toda la
sección de Marcos en que aparece este incidente
(Mr. 6:45-8:26) —una sección que algunos teólogos
han interpretado como un anuncio de la misión a los
gentiles. Tal vez omitió esta sec -

16 Cf. el relato paralelo en Mateo 8:10.


17 Marcos 7:24-30 (cf. Mt. 15:21-28).
eión porque estaba reservando la misión a los
gentiles para la segunda parte. (Otro episodio de
esta sección es el pronunciamiento de Jesús en
Marcos 7:18, 19 en el cual “hizo limpios todos los
alimentos”. Este es un tema al que Lucas le da un
tratamiento prominente en el relato de Cornelio en
Hechos 10.)
Los menesterosos que en el Evangelio de Lucas
reciben especial consideración y muestran aprecio
especial son (además de los literalmente pobres)
mujeres, samaritanos, publícanos y pecadores. La
descripción de Jesús como “amigo de publícanos y
pecadores” pertenece al material común a Mateo y
Lucas (Mt. 11:19; Le. 7:34), 2 0 pero es Lucas quien
elabora distintamente este tema, con el relato y la
parábola. ^El comentario reprobatorio: “Este a los
pecadores reeme, y con ellos come” (Le. 15:2)
constituye la introducción a las tres parábolas de la
oveja perdida, la moneda perdida y el hijo
perdido,ique subrayan que en el cielo, como en la
tierra, la recuperación de algo o alguien que se
había perdido es celebrada con mucha más
excitación que la posesión continuada de lo que
nunca se lia extraviado.

La Era de la Salvación
Sobre la era inaugurada por la venida de Cristo,
Lucas no hubiera vacilado en escribir, en las
palabras con que Pablo interpreta el lenguaje
profético de Isaías 49:8: “He aquí ahora el tiempo
aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Co.
6:2). Esta nueva era ha amanecido en
cumplimiento de l propósi-
‘ " Pura una Contraparte de Marcos, ef. el llamado de Levt y su secuela en
Marcos 2:13-17.
to de Dios declarado en las edades pasadas. En
relación con esto Lucas emplea verbos o nombres
verbales compuestos con el prefijo griego pro, que
significa “antes”. Jesús fue entregado a sus
enemigos “por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios” (Hch. 2:23); sus enemigos
hicieron lo que la mano y el plan de Dios “habían
antes determinado que sucediera” (Hch.4:28); por
medio de sus profetas, Dios “había antes anunciado
que su Cristo había de padecer” (Hch. 3:18; cf.
7:52); David “viéndolo antes, habló de la
resurrección de Cristo” (Hch.2:31), y así
sucesivamente. La misma idea se expresa por el
repetido énfasis sobre la divina necesidad de la
pasión de Cristo: “¿No era necesario que el Cristo
padeciera estas cosas y que entrara en su gloria? ”
(Le. 24:26; cf. 24:46; Hch. 3:18; 17:3; 26:23). El
discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de
Pisidia (Hch.13:16 -41), que cumple un papel
programático en la segunda mitad de Hechos
similar al del discurso de Jesús en Nazaret en el
Evangelio de Lucas, expone en detalle este tema
del cumplimiento. Muestra cómo la historia de
Israel, especialmente el acto liberador de Dios en
el éxodo y la colocación d e David en su trono, con
las promesas hechas respecto a su dinastía, 2 1
conducían a la venida de Jesús, en cuyo ministerio,
muerte y resurrección se consumaba el modelo de
la liberación y se confirmaba la promesa. La
historia de Jesús es el mensaje de salva ción.
^Lucas trata la era de la salvación en dos etapas,
correspondientes a las dos partes de su historia: en
la primera fase, Jesús está activo en la tierra en
forma corporal; en la última está entronizado en la
presen-
¡l
Cf Hechos 2:30. 31, donde la promesa dinástica a David (lormula- da, p. cj.,
en 2 S. 7:21ss.; Sal. 132:11 ss.) se interpreta como cumplida en la resurrección de
Cristo.
cia de Dios, pero su poder (su “nombre”, como a
Lucas le agrada decir) está activo en la t ierra por la
instrumentalidad del Espíritu Santo, que descendió
el día de Pentecostés, de acuerdo con la promesa de
Jesús a sus discípulosjLa segunda parte de la obra
de Lucas ha sido llamada a veces, muy
apropiadamente, “Los Hechos del Espíritu
Santo”. 18
Cuando Juan el Bautista señaló el advenimiento
de uno que era más poderoso que él, dijo: “Yo a la
verdad os bautizo en agua; pero viene uno. . .; él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Le. 3:16). El
bautismo en fuego (un derramamiento de juicio,
se- gán Lucas 3:17) no recibe énfas is cuando se
registra el cumplimiento de la predicción ,de Juan;
aunque puede haber una alusión a él en las
“lenguas como de fuego” que se asentaron sobre
los discípulos en Pentecostés. Antes de su
ascensión, el Cristo resucitado les dice a sus
discípulos: “Juan ciertamente bautizó con agua,
mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días. (Hch. 1:15). Para
Lucas, pues, el acontecimiento de Pentecostés es el
histórico bautismo o derramamiento del Espíritu
Santo, que cumple no s ólo la predicción de Juan,
sino también la promesa de Dios por un profeta del
Antiguo Testamento de que “en los últimos días”
derramaría su Espíritu “sobre toda carne” (Hch.

18Como en el título de A. T. Pierson, The Acts of the Holv Spirit, Londres,


1913;-cf. J. H. L. llull. 'The Holy Spirit in the Acts of the Apostles, Londres,
1967.
2:17, citando Joel 2:28). Lo que empezó aquel día
en Jerusalén habría de difundirs e por todo el
mundo. La presencia del Espíritu es la señal de los
“últimos días”, pero los “últimos días” deben ser
suficientemente amplios como para permitir la
diseminación universal del evangelio. 2 '’ luí electo,
por la presencia del Espíritu el evangeli o se
difunde eficazmente. El reino de Dios, presente en
el ministerio de Jesús (cf. Le. 1 1:20) es predicado
aún por Pablo en Roma al final del relato de
Lucas(llch. 28:31). Jesús mismo empezó su
ministerio “lleno del Espíritu” (Le. 4:1, 14); pero
esa especial plenitud del Espíritu que sus
seguidores recibieron de Pentecostés en adelante
fue el medio por el cual el Reino fue lanzado con
poder. El poder de lo alto ha sido derramado: “¡
ahora que obre! ” 23 Cf Marcos 13:10: “es necesario que el evangelio
sea predicado antes a todas las naciones".

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