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ID: 00416511
Ciudad de México
28 de enero de 2020
La importancia con la tierra productora de alimentos, un tema un poco complicado
para mí, ya que siendo sinceros siempre he apreciado mi vida en la ciudad, aprecio
mucho las comodidades que me brinda, el poder asistir al sú per, o incluso si cuento
con tiempo ir el fin de semana al mercado, pero al final de cuentas, tengo todo a la
mano, si me llegan a faltar huevos, no tengo que esperar a que una gallina los ponga,
basta con que camine 5 minutos al Oxxo má s cercano para comprarlos, si quiero
comer con tortillas, solo basta con cruzar la calle para encontrarme con 1 de las 3
tortillerías que hay en 1 km a la redonda, y sobre todo no tengo que trabajar por
conseguir mis alimentos; sin embargo, nunca creí estar equivocado sobre mi sentir
hasta ahora, porque las clases y en especial la lectura “El maíz nuestro sustento”, me
han abierto los ojos a un abanico de posibilidades, que como suele ocurrir en mi caso
entro como un estruendo, algo disruptivo, porque nunca me puse a pensar de dó nde
venían las verduras o las frutas que consumo, jamá s pensé por un segundo si lo que
compraba venía del campo mexicano o era importado y por eso los precios estaban
tan elevados, pero bueno, eso es harina de otro costal. Digo, porque a grandes rasgos,
esto se trata de dar mi opinió n también sobre otras cosas y no acaparar sobre lo que
me pasó .
Ahora bien, antes mencioné que “El maíz nuestro sustento” fue una lectura que
complementó lo visto en clase, y a pesar de ser una lectura un poco floja, quién iba a
decir que el maíz tenía propiedades medicinales, usando sus pelitos para tratar
problemas de riñ ó n y como diurético, o también como vimos en clase, como
combustible para estufas (olotes), y creo que como mexicano es importante ver má s
allá de lo que siempre decimos que forma parte esencial de nuestra dieta, que ricos,
pobres y clase media consumen indiscriminadamente, que está en 100 platillos por
decir algo, de la gastronomía mexicana, en fin, el maíz como algo muy importante que
forma parte de nuestra esencia y que como se retrata bastante bien en la obra de “La
alimentació n prehispá nica en la obra de Sahagú n”, no solo nos acompañ a desde hace
siglos, sino también como un alimento sagrado, una “ofrenda a los dioses” se
transformó en un elemento de la cotidianidad, que perdura hasta nuestros días.
En cuento a lo que pienso sobre el hombre y su comportamiento, es simple, el hombre
necesita de ellos para vivir, y no tanto en una funció n alimentaria, sino má s bien, para
el disfrute de nuestra alma, el buscar complejos significados en los banquetes, el
disfrute y sobre todo ello, lo que de fondo se encuentra: la compañ ía; y es eso lo que
podría resumir un poco “El Laberinto del Comensal”, porque ciertamente (y lo vimos
en la clase), el hombre no fue hecho para estar solo en ningú n momento, y menos para
comer, siempre se necesita compartir y ese compartir nos brinda placer, o inclusive,
ya entradas las civilizaciones nos cataloga, nos jerarquiza, nos brinda etiquetas,
formas, reglas, y demá s parafernalia que es necesaria para que el banquete cumpla su
funció n social.
Españ a, 2003