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Cada forma de gobierno del Estado, cada revolución, cada modificación de las
reglas básicas de la convivencia social, se ha reflejado nítidamente en una
específica política-criminal que ha quedado representada en un diferente texto
punitivo, o al menos eso dice la teoría (Guardiola, 2012-2013). Como surge el
modelo del Estado liberal de derecho frente a las monarquías absolutas y se
postula un sistema en el que los súbditos son ciudadanos, cuyas libertades no
pueden ser avasalladas por el poder, cuando fracasa este modelo, entra el Estado
social de derecho, un sistema intervencionista que dará lugar a un nuevo modelo
de estado.
Los fines del Estado son básicamente variables y diferentes entre uno y otro, y
aun dentro del mismo ente estatal, entre una y otra épocas. En todo caso, tales
fines los determina la parte dominante de la población, aun cuando haya alguna
influencia de las demás; empero, se pueden señalar como finalidades comunes de
todo Estado, además de la de procurar su propia supervivencia mediante la
satisfacción de las necesidades públicas, las de alcanzar el bien común, preservar
el orden público, así como las libertades y derechos de sus habitantes, quienes a
la luz de la tesis contractualista sacrifican una parte de ellos para asegurar el
disfrute de los restantes; la de satisfacer las necesidades individuales de carácter
general y la de atender al interés público (Fernández, 2000). La finalidad del
Estado se logra mediante la realización de diversas actividades, las cuales
podríamos agrupar básicamente en las relativas a las funciones públicas, los
servicios públicos, las obras públicas y las actividades económicas residuales
(Fraga, 1999).
Ante esto sabemos de antemano que entre las causas que dan origen a este tipo
de conductas delictivas resulta indispensable asumir con plena conciencia, que el
problema de la criminalidad en nuestro país, así como en cualquier otro de
América Latina, tiene relación con el gran índice de marginalidad, producto de la
crisis económico-social a que nos enfrenta la política desplegada por los países
desarrollados. Esta circunstancia no puede dejar de ser evaluada al momento de
efectuar un análisis cierto y valorativamente justo del problema en cuestión.
Desarrollo.
En 2017 lanzamos nuestro estudio Cada Víctima Cuenta, que identificó posibles
casos de manipulación de las cifras de homicidios dolosos y exploró los incentivos
detrás de éstos, pero se encontraron fallas de estos indicios de que casi una
tercera parte de los gobiernos estatales habían manipulado sus cifras, debiéndose
principalmente a errores humanos, capacidades institucionales insuficientes o
acciones intencionales para cambiar los datos, a lo cual se tuvo que cambiar toda
la metodología con nuevas técnicas estadísticas, llevando a cabo revisiones
detalladas de las cifras delictivas analizando su veracidad y calidad, con el objetivo
de ar a conocer la importancia que tiene la información para diseñar estrategias de
seguridad efectivas.
A través de los diferentes periodos de gobierno que se vivieron desde que los
presidentes Vicente Fox hasta Enrique Peña Nieto, distinguimos cabalmente que
no tuvo un buen balance positivo en la limitación, la reducción y la prevención de
la criminalidad, aun y cuando Peña Nieto supuestamente tomó como bandera la
pacificación del país y cambio la estrategia contra la inseguridad al enfocarla en la
prevención. No obstante, las acciones del Gobierno expusieron rápidamente que
el cambio era tintura. Por el contrario, perduró la militarización de la seguridad
pública y se fortaleció con la aprobación de la Ley de Seguridad Interior el 15 de
diciembre de 2017.
Ante esto cabe señalar que, en toda sociedad civilizada, el logro de uno de sus
objetivos fundamentales, esto es, la coexistencia libre y pacífica de sus
integrantes, depende de la adopción de ciertos instrumentos indispensables, que
deben formar parte de la política criminal del Estado. A partir del respeto por la
libertad individual y la seguridad humana, se debe hallar una fórmula jurídica que
resulte compatible y útil a los postulados de un verdadero Estado de Derecho.
Todavía existen muchos aspectos ante esto para poder mejorar las condiciones en
materia de seguridad pero sobre todo para mejora la medidas de la política
criminológicas, ante esto podría haber mejoras sobre todo que las instituciones el
estado que se encuentran a cargo de la seguridad y de la justicia trabajen de una
manera en conjunto para poder lograr los objetivos, que la información sea
compartida pero sobre todo que sea clara y que esta permita que se generen
estrategias para que se aborde este fenómeno.
I. El diseño de una política preventiva integral a partir del control formal e informal,
que se traduzca en programas y acciones integrales a nivel nacional, regional,
estatal, municipal, y delegacional.
IV. Crear un marco jurídico en materia preventiva que asigne, con mayor
sistematización las atribuciones y funciones y responsabilidades de las diversas
instancias del Estado y de la sociedad, así como la cooperación e intercambio
científico-técnico con organismos públicos, privados e internacionales.
Como conclusiones cabe señalar que la política criminal es una división del
conocimiento que tiene como objeto el artículo del conjunto de medidas, criterios y
explicaciones que emplean los poderes públicos para prevenir y reaccionar frente
al fenómeno criminal.
Jaime, E., Rubio, L., Campos, M., Pantin, L., Moreno, A. L., Evalúa, M., Le Cour, R.,
Rosales, C., Fernández, M., Ballesteros, M. F., Gómez, M., & Ramírez, D. (s/f). Política
Criminal Archivos - México Evalúa. México Evalúa. Recuperado el 6 de agosto de 2022,
de https://www.mexicoevalua.org/tag/politica-criminal/