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POLITICA CRIMINAL: ENTRE LA POLITICA DE

SEGURIDAD Y LA POLITICA SOCIAL.


(Alessandro Baratta)

Comenzando por la concepción compleja y univoca de Política Criminal


que el autor Alessandro Baratta nos pone de manifiesto al señalar que el
control de la criminalidad para reducir infracciones delictivas, se
extiende hacia un control de consecuencias a partir de la inclusión de
una visión victimológica, siendo el primer concepto, uno de los niveles
mas bajos del instrumental no penal (los cuales varían dependiendo de
la posición teórica adoptada), llamado criminología administrativa, y a
su extensión se le llama criminología etiológica. Sobresale la
criminología crítica, pues recoge el paradigma del etiquetamiento o de la
reacción social, haciéndola practica y colocando como finalidad el control
de consecuencias.

Agrega que la concepción no solo es compleja, sino problemática,


debido a que la riqueza y variabilidad del instrumental de control se
torna a una indeterminación teórica, elaborada en cuanto a genero y
compleja en cuanto a especie; distinguiéndose de las demás
concepciones de política, no en tanto a la función social, sino a la
finalidad subjetiva o intención de los actores que la ponen en practica.

Originado de una contraposición ideológica de política de seguridad y


política social, a la política criminal se le añade un concepto ideológico,
siendo este una construcción confusa de hábitos mentales (clichés) que
rompen conceptos clasificatorios, que son el principal instrumento de
legitimación y reproducción de la realidad social.

En particular la seguridad a tenido varios adjetivos (nacional, publica,


ciudadana) que encierran idea de colectividad. Vislumbrando una época
ochentera en donde América Latina, bajo un concepto de seguridad
nacional, incluyo conceptos schmitianos de amigo-enemigo que en
México (derecho penal del enemigo) actualmente siguen presentes, y en
extremo la dictadura militar del Cono Sur. De seguridad publica en el
derecho penal de Europa, que implica un continuo compromiso entre
política del derecho penal (de derecho) y la política del orden público (de
policía o prevención). Y de seguridad ciudadana que atribuye a la
política criminal una dimensión local, participativa, multidisciplinaria y
pluriagencial. El termino “seguros” en disfrute y protección de los
derechos de alguna agresión o incumplimiento de poderes de hecho o
derecho, indica el autor son metáforas ideológicas.

Los medios masivos de comunicación, solamente aprecian públicamente


la criminalidad tradicional, estereotipada en el sentido común de grupos
sociales respetables, y otros marginales y peligrosos (extranjeros [vieja
acepción romana de protección de estado] jóvenes, toxico-
dependientes, pobres, sin trabajo, sin familia) sin ver que estos, son de
igual manera victimas económicas y sociales, que en conjunto con
delitos económicos, ambientales, militares y de confabulaciones de la
mafia con parte del poder económico y político, solo son cuestiones
morales, pero no entran en el concepto de Seguridad Publica.

El otro enfoque de política social de los anteriormente nombrados


peligrosos, solo vuelven a ser vistos por la política criminal, cuando son
objetos de la seguridad de sus potenciales victimas, transformándose
en trasgresores potenciales dentro de una nueva prevención social de la
criminalidad, olvidando las lesiones de sus derechos (débiles) por parte
del Estado y de la sociedad; ya que la intervención del Estado es de
prestación de protección-represiva, en lugar de acciones preventivas no
penales para los considerados transgresores. La orientación político
criminal hacia una política social o de seguridad es una falsa alternativa,
no solo por la criminalización de la política criminal, si no por que la de
seguridad la condiciona y sofoca.

Al fallar la pena como función de prevención de la criminalidad (positiva


especial de reinserción o negativa general de intimidación), el sistema
de justicia criminal a la luz de los hechos (endeble defensa de intereses
individuales y generales, y selectividad de represión) ha sido incapaz de
cumplir su función, situación que ha generado una desigualdad social.
Se agrega que el control penal solo actúa sobre resultados y no sobre
causas, en contra de personas y no situaciones; lo hace de manera
reactiva y no preventiva, protegiendo mas la validez de las normas que
a victimas reales y potenciales.

La nueva prevención (proactiva) hace participe a la comunidad y no solo


se limita a infracciones de la ley penal, si no también a “conductas
incivilizadas” (no delictivas). Tomado de modelos, uno anglosajón y
escandinavo, en donde la iniciativa y liderazgo es la policía y ministerio
del interior y uno francés en donde corresponde a las comunidades
locales y a las organizaciones de las alcaldías. En la segunda
Conferencia Europea y Norteamericana sobre la Prevención de la
Delincuencia, en noviembre de 1991 en Paris, Philippe Robert, indico
que la prevención esta dirigida a reducir la frecuencia de ciertos
comportamientos, criminalizados por la ley general, pero también las no
delictivas, pudiendo recurrir a soluciones distintas a la sanción penal.

Se menciona que el primer nivel de prevención, llamado primario, actúa


sobre los contextos sociales y situacionales para no favorecer la
delincuencia y procurar condiciones positivas a comportamientos
legales, el secundario, dirigido a evitar infracciones y conductas no
delictivas, el tercer nivel orientada a evitar la reincidencia. Para los
destinatarios, programas de prevención dirigidos a infractores
potenciales para que se abstengan de cometer infracciones, por el
contrario a las victimas potenciales para hacerlas menos vulnerables.
Aplicando operaciones generales dirigidas al contexto social, cultural y
económico, para favorecer la adopción de normas de comportamiento
conforme a la ley, así como otras para disminuir la frecuencia de ciertos
comportamientos delictivos.

Retomando lo anterior y en concordancia con los modelos señalados, se


designa como Modelo de Intervención Situacional al que las
intervenciones especificas van dirigidas principalmente a las victimas
potenciales, seguridad de los edificios y del ambiente, con predominio
de organismos policiales sobre los demás (policía de barrio). Y como
Modelo de Intervención Social la aplicación de programas generales de
condiciones de vida en ambientes determinados (aumento de
oportunidades para comportamiento legal y disminución de lo ilegal)

Rematando que el modelo mixto evitaría excesos, y debido a que los


principales sectores trasgresores son la delincuencia juvenil, reincidencia
y drogadicción; dejando a un lado la delincuencia oculta y la mas
cercana a los poderes económicos y políticos, se puede caer en
funciones simbólicas, populistas y tecnocracia del poder. La nueva
prevención tiende a convertirse en una extensión del control estatal, en
lugar de ser una sustitución del sistema represivo de la justicia criminal
(punitiva) “defiende mas a los ricos y controla mas a los pobres”.

La percepción social de inseguridad, efecto de los medios de


comunicación de masas, con una criminalidad diferente a lo real, hacen
considerar que las dimensiones del miedo, demandas de pena y
actitudes sean un objeto de estudio aparte y no un índice valido de
delincuencia.
Sin embargo rescatable es la defensa de los más débiles contra los más
fuertes, un control democrático de situaciones problemáticas, hablando
de una prevención social especifica, entendida en la posibilidad de
confrontar al a macro criminalidad, con el crimen organizado y la
corrupción, aunado a que los grupos sociales interesados todavía no se
encuentran fijos y es un movimiento abierto, con posibilidades de mayor
participación democrática.

“Criminología positivista y dogmatica del derecho penal, constituyen un


modelo integrado de ciencia del derecho penal”. Recordando que en los
años cuarenta en Europa, la introducción de un modelo de reacción
social consistente en el estudio de la desviación y criminalidad,
mecanismos de definición y etiquetamiento (instituciones informales) y
por lo tanto proceso de criminalización primaria (formación de leyes) y
secundaria (aplicación de la ley penal), entra en crisis en los setenta, ya
que la sociología criminal deja de ser una ciencia auxiliar de la
dogmatica penal y política criminal oficial, ya que su visión es externo al
sistema penal, ya que no solo se refieren a procesos institucionales de
criminalización si no también los informales (opinión publica externa,
publicada) que resultado de sus análisis muestran un déficit del sistema
comparado con sus promesas, considerando así a la legislación,
dogmatica, jurisprudencia, política y sentido común, ya no como punto
de partida, si no como problema dentro de un contexto general de la
teoría y análisis de la estructura social.

Modelo integrado corresponde a una interdisciplinaridad que como punto


de incidencia tiene al derecho penal integrado, y de partida la
criminología critica. Haciendo posible un control interno (formal y
jurídico) sobre la correspondencia entre los principios de igualdad,
libertad y legalidad, entendidos como promesa de la modernidad. Y otro
externo, basado en la relación entre beneficios y costos sociales de su
intervención, eventos diversos con limites móviles, y con solo
temporalidad y determinada sociedad como punto común. Teniendo
necesariamente que seguir la teoría ontológica de comportamientos,
independientemente de los mecanismos sociales de definición y de
atribución, debido a la movilidad de límites y diversidad de
comportamientos criminalizados, sin perder de vista que en los
problemas de relevancia concurren otros sistemas de control, estatales
o civiles.

Las dificultades del actual sistema criminal manifiestan una dificultad


sobre el futuro de la criminología crítica, esto cuando a partir de la
dimensión de la definición (control interno del sistema) se pasa a
considerar la dimensión comportamental (donde los hechos objeto de la
criminología tradicional y critica no tienen limite y homogeneidad-control
externo-) y por tesis del autor, una tarea no adecuada a las
posibilidades heurísticas y hermenéuticas de una sola disciplina, ya que
solo un discurso transversal cuyo portador sea sujeto colectivo que
genere un saber social real a las necesidades de los ciudadanos, o bien
superar la cuestión criminológica para dar una respuesta novedosa.

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