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INTRODUCCIÓN
DESARROLLO
1
BARATTA, Alessandro, “La política criminal y el derecho penal de la constitución. Nuevas
reflexiones sobre el modelo integrado de las ciencias penales”, en VI Cursos de postgrado en
derecho, política y criminología (inédito), trad. Marianela Pérez Lugo y Patricia Chiantera, España,
Universidad de Salamanca, 1999, p. 3.
contra la libertad física, contra la libertad sexual, robo, entre otros. Pero quedan
excluidos delitos que, aunque si bien ameritan un tratamiento específico, no
necesariamente quedan comprendidos en el ámbito de la seguridad pública. Por
ejemplo, delitos que se persiguen por querella como fraudes o abusos de confianza.
También conviene excluir de este ámbito la delincuencia que atenta contra la
nación, o bien, modalidades como la delincuencia organizada o la de cuello blanco2.
2
GUERRERO A., Luis Felipe, La delincuencia organizada (algunos aspectos penales, criminológicos
y político-criminales), México, Universidad de Guanajuato, 2001, pp. 151-157
indiscutible objetividad3. Expertos en la materia han evidenciado cómo las
estadísticas oficiales se suelen presentar para supuestamente medir el índice
delictivo pero no siempre de manera afortunada. Al respecto, sostiene Ruiz Harrell:
…las estadísticas delictivas con que contamos son meras construcciones que
guardan un contacto muy tenue con la realidad. Entre las denuncias que presentan
los ciudadanos ante el ministerio público y los números que difunden los
procuradores hay un abismo de intereses políticos en el que se pierde la mayor
parte de las primeras. Las cifras que tan generosamente nos dejan conocer las
autoridades no son las que recibieron, sino las que estiman políticamente
convenientes.4
De acuerdo con los aportes de Ruiz Harrell sugiere, entre otras propuestas, constituir en
cada una de las entidades federativas organismos independientes, de carácter
exclusivamente ciudadano, encargados de emitir las estadísticas delictivas.
Ahora bien, una política de seguridad pública debe responder no sólo a la reducción de la
criminalidad sino también a la percepción de la sociedad. Resulta insuficiente que el
ciudadano no sea víctima de un delito, sino que en el desarrollo de sus actividades
cotidianas tenga la sensación de tranquilidad. Y es que para las personas la percepción de
inseguridad no se vincula a las tasas o incidencias delictivas. La tranquilidad de vivir en
colectivo depende de varios factores y dentro de ellos la percepción de seguridad es
determinante. En consecuencia, las políticas y los programas tendientes a garantizar la
seguridad deben, desde luego, evitar la comisión de delitos, pero también promover en la
ciudadanía la certeza de que eventos de este tipo serán lejanos y no inminentes.5
Para tener una concordancia con el control que se debe ejercer en torno a los delitos es
importante tener presente la determinación en torno a la función de la policía debe ubicarse
en un modelo estatal determinado. El diseño policial no es el mismo en un Estado totalitario
que en un Estado social y democrático de derecho. En ambos casos prevalece el
monopolio estatal de la violencia pero de manera distinta. En un Estado social y
democrático de derecho el monopolio estatal de la violencia es necesario pero se encuentra
3
KALA, Julio César, Ciudades seguras IV (fenomenología de la delincuencia), México, Fondo de
Cultura Económica, 2003
4
RUIZ HARREL, Rafael, “Ficciones y adivinanzas”, en VV.AA, Seguridad Pública (voces diversas en
un enfoque multidisciplinario), Pedro José Peñaloza (coord), México, Porrúa, 2005, pp. 670 y 671
5
Ruiz Gaytán y Vélez Barajas, “La seguridad pública en México desde una perspectiva psicosocial.
La violencia como causa de inseguridad”, ob. cit., pp. 650 y 651.
limitado. Todos están sujetos al ordenamiento jurídico, y tiene validez real, puede obligar a
cualquiera, a los débiles y a los poderosos. Este monopolio debe tener la capacidad, en
caso de conflicto, de quebrar una voluntad rebelde y someterla a la voluntad estatal.6
El Estado y la sociedad no pueden exigir una policía de primer mundo dándole a los
elementos un trato de ciudadanos de segunda. Habría que tener en cuenta entonces el
reconocimiento de un estatus digno al policía no debe relajar la exigencia que se le haga.
Por el contrario, la sustenta. En este sentido, es fundamental el proceso de ingreso,
promoción y permanencia de los elementos policiales. Como en toda profesión, no basta
el entusiasmo y el querer realizar esa actividad, se debe tener el perfil, la vocación y la
formación acordes al desempeño que implica esa labor. Si no se tienen, es preferible un
desempleado más que un mal policía.
6
HASSEMER, Winfried, “La política en el Estado de Derecho”, en Sociedad, mundo y
responsabilidad (bases para una teoría de la imputación en derecho penal), trad. María del Mar Díaz
Pita y Francisco Muñoz Conde, Bogotá, Temis, 1999, p. 142.
principio de lesividad y se preocupa por la protección anticipada de conductas que
lesiones dichos bienes, como lo es la tipificación del delito Concierto para delinquir
en la legislación Colombiana.
Definición jurídica del delito y elementos del tipo penal Concierto para Delinquir en
la legislación colombiana: La teoría jurídica del delito, encargada de delimitar el
marco conceptual y doctrinario dentro del cual se mueve el derecho penal, para
definir qué actos en sociedad son considerados como delito en el interior de un
marco legislativo y constitucional, define y describe el delito, como una conducta
humana, que puede ser realizada por acción o por omisión, la cual es típica,
antijurídica y culpable, es decir para que una conducta humana sea considerada
delito en una legislación y como consecuencia de la misma le sea otorgada una
sanción o pena por su realización, es necesario que se configuren de manera
positiva los elementos anteriormente descritos es decir la tipicidad de la
conducta, seguido de su antijuridicidad y finalmente su culpabilidad.
7
ALONSO, Patricia; CORREA, Norbey Ruiz; ALVARINO, Juan David. Apuntes del tipo penal
concierto para delinquir en la legislación colombiana. Pensamiento Americano, 2013, vol. 6, no 10.
Finalmente para que la conducta positivamente verificada como típica y antijurídica,
sea considerada como delito es necesario que sea vinculado el ser humano que la
cometió como autor de la misma, es decir ser reconozca y compruebe que la
conducta activa u omisiva del autor es obra propia del mismo, de esta forma
consolidando la responsabilidad penal del individuo del cual se sospecha la
comisión de la conducta prohibida por la ley y la asignación de la sanción
estipulada en la misma ley.
La legislación penal colombiana por medio de la ley 599 del año 2000, en su artículo
27 define la tentativa de la siguiente manera “El que iniciare la ejecución de una
conducta punible mediante actos idóneos e inequívocamente dirigidos a su
consumación, y ésta no se produjere por circunstancias ajenas a su voluntad,
incurrirá en pena no menor de la mitad del mínimo ni mayor de las tres
cuartas partes del máximo de la señalada para la conducta punible consumada”.
8
Ibid.
Cuando la conducta punible no se consuma por circunstancias ajenas a la
voluntad del autor o partícipe, incurrirá en pena no menor de la tercera parte del
mínimo ni mayor de las dos terceras partes del máximo de la señalada para su con-
sumación, si voluntariamente ha realizado todos los esfuerzos necesarios para
impedirla” (Ley 599 del año 2000). Aquí se puede observar que ante la ausencia
del resultado la ley otorga una rebaja en el momento de la sanción.
9
Ibid.
que inclusive este último se sujeta al imperio de la Constitución. La respuesta que
el ordenamiento ofrece a la situación de anormalidad es jurídica, aunque su
naturaleza, estructura y limitaciones revistan una particularidad que se explica por
el fenómeno al cual se remite. Los tres estados de excepción tienen notas comunes
que se ponen de relieve en los siguientes principios que, de distinta manera,
expresan una misma idea central. Los estados de excepción se definen, por
contraste, a partir de la normalidad, y, en términos teleológicos, como dispositivos
institucionales para retornar a ella.
¿Puede un grupo terrorista, latu sensu, ser considerado como un sublevado para
efectos de un reconocimiento? ¿Pierde un grupo sublevado su condición de tal,
para efectos de un reconocimiento, por cometer actos terroristas?
10
AMBOS K. y otros (2009), El marco jurídico de la Justicia de Transición, en “Justicia de Transición
- Con informes de América Latina, Alemania, Italia y España”, Fundación Konrad Adenauer,
Montevideo
intimidaciones utilizando hombres armados, en muchos otros casos las amenazas
no han sido con el empleo de armas. Y si se han utilizado tipos penales como el
terrorismo para enfrentar los brotes de inconformidad social pacifica11.
Conclusiones
Pero muy a pesar de los diferentes aspectos que se han tratado de consolidar con
las apreciaciones relativas a un gobierno que en algún momento se encuentra
debilitado, se deberían diseñar unas estrategias que permitan establecer unos
lineamientos que vayan en concordancia con la seguridad de los mismos
colombianos y por su puesto romper con esas barreras políticas que aún subsisten
y delimitar en cierta la problemática que nos ha estado atacando por muchos años.
11
VÁSQUEZ, Henry Torres. Posconflicto colombiano, el dilema de la nueva lucha contra el
terrorismo. Justicia juris, 2015, vol. 11, no 1, p. 108-124.
BIBLIOGRAFÍA
ALONSO, Patricia; CORREA, Norbey Ruiz; ALVARINO, Juan David. Apuntes del
tipo penal concierto para delinquir en la legislación colombiana. Pensamiento
Americano, 2013, vol. 6, no 10.
RUIZ GAYTÁN y VÉLEZ BARAJAS, “La seguridad pública en México desde una
perspectiva psicosocial. La violencia como causa de inseguridad”, ob. cit., pp. 650
y 651.