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En principio, la normatividad, los planes y las políticas públicas para el combate del
narcotráfico son poco claros. Por un lado, la Ley para el Combate a la Delincuencia
Organizada y la Ley de la Policía Federal consideran que el crimen organizado es un
asunto de seguridad pública que debe enfrentarse con la policía federal, auxiliándose de la
investigación y la procuración de justicia más la actuación del ministerio público federal y
la PGR. Por otro lado, la Ley de Seguridad Nacional señala que la lucha contra el crimen
organizado es materia de seguridad nacional y combatirlo implica métodos de inteligencia
que fortalezcan la acción policial, la política de seguridad pública y las políticas de
recuperación de espacios públicos en beneficio del desarrollo económico y social.
En lo que se refiere a políticas específicas, el PND afirma que el crimen organizado es un
asunto de seguridad nacional, por lo que sus líneas de acción se enfocan principalmente
hacia la política de seguridad pública, pero también destaca la necesidad de generar
oportunidades para el desarrollo; sin embargo, en los informes de ejecución del plan sólo
se proporcionan estadísticas sobre decomisos de armas y drogas, así como de detenciones
y desarticulación de grupos criminales, sin informar el resultado de dichas acciones.
2.3 LOS CAMBIOS REALES Y
PERCIBIDOS DEL DELITO.
La interacción de los individuos con su entorno es constante y en ella territorio y
colectividad se modifican mutuamente. En esta dinámica, la sensación de seguridad es una
pieza clave para entender el uso del espacio público, además de un indicador muy
importante de la calidad de vida de las personas.
En estas páginas se estudia la lógica locacional de determinados delitos, como el tráfico de
drogas al por menor, en una ciudad europea de tipo intermedio, y cómo ello influye en la
percepción de seguridad de los ciudadanos.
También se analiza cómo todo ello puede ser modificado por ciertos factores, como la
presión policial, y la incidencia que tiene, tanto en la reubicación de la actividad, como
sobre los temores del conjunto de la población.
Palabras clave: Espacio y delincuencia, delincuencia, seguridad urbana, tráfico de drogas,
políticas policiales, ciudades intermedias
RESUMENES
2. EL SISTEMA JURIDICO PENAL DE LA POLITICA CRIMINOLOGICA
Se denomina política criminal a los mecanismos y formas en las que la sociedad reacciona
ante hechos que ponen en peligro o afectan su desarrollo armónico. La política criminal es el
sistema de decisiones estatales (de todos los poderes, incluido el constituyente) que en
procura de ciertos objetivos (que deberán ser la protección de los derechos reconocidos al
individuo por su condición de tal o como miembro de la sociedad), define los delitos y sus
penas (u otras consecuencias) y organiza las respuestas públicas, tanto para evitarlos como
para sancionarlos, estableciendo los órganos y los procedimientos a tal fin, y los límites en
que tales decisiones se deberán encauzar.
El proceso penal se convierte en un instrumento de configuración política y social, por tanto
es indispensable que a la hora de su elaboración sistemática se tengan presentes los fines
que se intentan conseguir. Desde esta tesis, es necesario que toda construcción moderna de
un Derecho Penal establezca los principios político criminales, de tal forma que estos den la
pauta para una administración de justicia uniforme y justa.
2.1 LAS TENDENCIAS ACTUALES DE LA POLITICA CRIMINOLOGICA
En primer término, y como lo ha enfatizado Zaffaron es necesario un esfuerzo de ingeniería
institucional para que la política criminal deje de ser el único segmento de las políticas de
Estado que no es encarado como tal, sino a través de políticas coyunturales y sin
responsables. De esta manera, a partir de esta nueva formulación institucional de la política
criminal, que la concibe como una auténtica política de Estado, con responsables sectoriales
identificables, se podrá encarar el gran desafío que hoy debe exigirse: desmantelar la
estructura ideológica de la emergencia continua y programar líneas político-criminales que
encuentren un firme basamento en investigaciones de carácter empírico criminológico.
2.2 LA PROPUESTA PENAL EMERGE PARA EL COMBATE DEL CRIMEN
ORGANIZADO
El análisis del diseño de la política para combatir el crimen organizado expone los conflictos en la normatividad y la
dificultad para articular la política de seguridad pública con la de seguridad nacional. Asimismo, muestra que el
objetivo de la política no es combatir al crimen organizado sino la violencia que éste provoca y que la estrategia
utilizada se funda principalmente en el ejercicio de la fuerza pública.
Basándonos en la "estrategia declarada" del gobierno federal inferimos que la política de combate al crimen
organizado es una política de seguridad nacional, sin embargo, se sustenta principalmente en la política de
seguridad pública con un carácter policial, considerando que el ejercicio de la fuerza pública es suficiente para
alcanzar los objetivos.
Una vez que se ha identificado que el objetivo de esta política es reducir los niveles de violencia y que el medio
para efectuarlo es la política de seguridad pública, surge una de las causas de las fallas: la falta de una visión
integral respecto de la actuación política, debido a que, al privilegiar la seguridad pública, se pierde la
consideración de que en realidad se trata de un asunto de seguridad nacional, lo que resta importancia a las
políticas que complementan el esfuerzo de la seguridad pública, en particular las de desarrollo económico y social.
De esta manera, a pesar de las constantes aprehensiones de criminales y los grandes decomisos de enervantes y
armas, la violencia no cederá porque no se atacan sus causas. Al tratar de resolver un problema se origina otro.