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Autismo en la Educación
Aportes desde el psicoanálisis de orientación lacaniana
MUSICALIDAD:
BORDE DEL CUERPO AUTISTA
Docente a cargo
Mariano Ambrosino
Practicante
Enzo Facal
Matrícula
41110952
Año 2022
I
Entre idas y vueltas, definiciones y conceptos, textos y autores, tecnicismo
y reflexión me encuentro pensando reiteradamente cómo empezar a
escribir sobre un tema que ha inspirado tantos escritos científicos, tantas
conferencias, foros, debates, etc. y que al fin y al cabo es poco lo que se
sabe acerca de sus causas y orígenes. Por mi parte considero que todo
discurso acerca de los múltiples fenómenos que conforman el campo de la
salud mental deben ser tratados con el respeto y el afecto – y por qué no
acompañamiento- que toda persona merece.
Por ese motivo me gustaría comenzar la monografía reconociendo las
diversas subjetividades implicadas en la problemática del autismo,
especialmente cuando se trata de personas y familiares que portan con el
diagnóstico y que, a sus efectos, se les expropia el protagonismo en el
ejercicio de sus deseos. De este modo el concepto de autismo ha sido
efecto de prácticas discursivas constructoras de realidad que han
proliferado en el medio social a través de políticas que reconocen
derechos a una parte de la población que, por razones de salud mental y/o
física, no han sido consideradas sujetas a derechos fundamentales.
II
En psicoanálisis de orientación lacaniana se acuña la noción de sujeto en
el intento de reconocer aquello que subyace –y sobre lo cual se construye-
una persona. El sujeto es aquello que emerge de la hiancia, es decir, del
terreno de lo inconsciente que se configura como un sistema de
significantes a partir del cual puede ser nombrado y reconocido como tal
por un Otro. (Lacan seminario 11). Eric Laurent en su libro escribe ‘’un
sujeto no deja de ser sujeto, aunque su cuerpo sufra un ‘’handicap’’’’
(Laurent, 2000, p 29) y pienso en la posibilidad de restituir el deseo al
sujeto autista y me inquieta saber de qué manera.
El autismo se concibe como una posición subjetiva singular frente al
mundo del lenguaje, el sujeto autista es un humano atravesado por el
significante pero que en la relación con éste no se deja afectar. Silvia
Tendarlz lo describe como un modo de funcionamiento subjetivo que tiene
sus cualidades clínicas que lo particularizan y lo diferencias de otras
modalidades como lo son las psicosis. En cuanto a sus manifestaciones
clínicas se pueden reconocer las dificultades con las que las personas se
topan al intentar establecer comunicación con los sujetos autistas tanto a
nivel verbal como a otros niveles de interacción como pueden ser los
juegos, las prácticas de cuidado, los rituales culturales, etc. Generalmente
sus comportamientos tienden a ser autoreferenciales y repetitivos –
fenómeno reconocido como mismidad y estereotipia- teniendo la
necesidad de sistematizarlos. Por este motivo se entiende que en el
autismo lo que opera es una especie de corte del lazo con el Otro y con el
mundo del lenguaje social y cultural.
III
Me gustó mucho la manera en que Raquel Narbona se refiere a particular
relación que tiene el sujeto autista con su cuerpo y con lalengua’ porque
enfatiza el carácter sufriente de esa relación, y si existe algún sello
impregnado en la humanidad, es el carácter sufriente de la existencia
especialmente cuando se trata de habitar el propio cuerpo cuando es
vivenciado ajeno, externo -real-izado- y existen profundas dificultades para
apropiarse de sí o hacerse uno. Por otro lado Silva Tendlarz, quien
describe al autismo como un sujeto sin cuerpo y no porque no lo tenga
concretamente sino porque se entiende al cuerpo como territorio a ser
construido, es decir, que el cuerpo como tal se constituye a través de un
conjunto de operaciones simbólicas e imaginarias que se materializan en
la posibilidad de ser significado por Otro a través de cuidados, caricias,
cosquilleos, besos, nombres, aunque también de apretones, pinchazos y
amenazas que de alguna manera le dan forma, borde –gestalt- a esa
emocionalidad que emerge del interior cuerpo.
IV
Leo a Laurent, lo escucho, le hablo y a veces me responde y me llama la
atención cuando pienso en la caparazón autista: esa especie de manto con
la que el sujeto autista se envuelve como intentando franquear toda
interacción con otro, como protegiéndose de las boludeces que lo
circundan y que lo ubica en una espacialidad más propia que compartida.
Y yo me imagino qué espesor debe tener aquel manto con el que se
recubre, entre tanta estimulación social impacientada por descubrir qué
hay allí dentro, por saber cómo funciona y por qué así y no asá, pienso y
dialogo. Y es que lo que llamo ‘manto’ es lo que Laurent denomina ‘’neo-
borde’’ en el intento de articular el retorno de goce sobre aquello que no se
constituye como tal y que son los límites del cuerpo, en este sentido, neo-
borde -encapsulamiento, caparazón- es el producto de un trabajo
arquitectónico de construcción de lo que yace fragmentado del cuerpo no
realizado.
V
El sujeto autista siente un intenso interés en determinados objetos con los
cuales interactúa sistemáticamente: los ordenan, los golpean, los lanzan
reiteradamente, etc. Parecieran tener un vínculo más afín con estos
objetos que con las personas en general ya que cuidan rigurosamente el
estado de estos objetos y que ante cualquier intromisión repentina del
mundo externo sobreviene una angustia incontenible que puede terminar
muchas veces en crisis que ponen en peligro la integridad del sujeto.
Laurent escribe ‘’el cuerpo del sujeto se encuentra en una relación de
pegamiento incesante con ese objeto de goce fuera del cuerpo’’ (Laurent,
2013, p. 51). Entonces el objeto autístico representa una especie de piel
que envuelve el adentro y lo delimita –y lo protege- del afuera
conformando una armadura protectora necesaria para el sujeto ya que sin
ella no tiene la sensación de un cuerpo.
VI
La serie británica ‘’The A Word’’ me interpeló: vi a un niño recorrer la ruta
vacía cantando con entusiasmo ‘’Mardy Bum’’ de los Artic Monkeys- que
escuchaba a través de unos auriculares tipo cascos azules. Yo lo notaba
muy decidido, seguro de que era el camino correcto aunque no sabía para
donde iba, pero él iba disfrutando del viaje con un molino de papel que
giraba a la par de su lengua que enunciaba ‘’laughs and jokes around’’
(risas y chistes alrededor). Entonces pensé que iba directamente en esa
dirección, como a encontrarse consigo mismo, a jugar con melodías y
vibraciones a solas, como si solo ellas fueran capaces de concebir el
sentido de su actividad. Su cuerpo marchaba con entusiasmo, pero sus
ojos, había algo en esos ojos que no cuadraba con la imagen panorámica
y que me resonaba a un ánimo desanimado, una expresión inexpresiva,
me dio la sensación de contradicción. Pienso en el texto de Maleval ‘’El
autista y su voz’’ (2009) y reflexiono sobre el particular vínculo que tiene el
sujeto autista con su propia voz y es que aún pudiendo expresar sus
palabras hay algo en la propia mirada que no logra acompañar lo que se
dice con la voz.
VII
El pequeño Joe tiene un vínculo especial con la música, ella es su lengua,
soporte del decir del sujeto, de allí extrae los significantes con los que sus
familiares pueden interactuar con él y ampliar el mundo. Aunque también
la música está presente en momentos de silencio; ese pedazo de vacío
que es el silencio y del cual la música es su telón de fondo. El cuerpo del
pequeño Joe está recubierto por una exigente arquitectura musical:
armonía, rítmo y melodía rebelde configuran su sentir-el-cuerpo. La música
es su objeto por excelencia, es la que le da la sensación de cuerpo y
establece el borde subjetivo no constituido. Su vínculo con la música es de
pegamiento, de envoltura, cual piel impermeable. Si no es a través de lo
musical, no hay posibilidad de hacerse partenaire del sujeto, acceso
permitido o denegado, cual código que afirma la posición del sujeto frente
al objeto-música.
VIII
Me resulta sumamente interesante esta idea de envoltura que genera esa
sensación de cuerpo porque me lleva a pensar a lo que Anziu denomina
como Yo-Piel remitiéndose a los tempranos procesos de construcción del
sentido del cuerpo a partir de las primeras sensaciones corporales que lo
resguardará de las estimulaciones del mundo externo. En cuanto a estas
primeras experiencias –intrauterinas- en el contacto del incipiente cuerpo
fetal con las vibraciones generadas por el cuerpo de la madre,
especialmente por las vibraciones transmitidas por la sonoridad su voz son
las que contribuyen a formar las primeras experiencias de Piel y sobre la
cual se construirá la propia voz (Anziu, 2007).
Ahora bien Jean Claude Maleval (2009) describe el vínculo conflictivo del
sujeto con el objeto escópico ya que éste rechaza toda alienación en el