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TEORIA DE LA REPARACION DE DAÑOS.

1. EL ESQUEMA SANCIONATORIO DE LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA


DEL ANTERIOR CÓDIGO CIVIL

La concepción del viejo Código en materia de reparación de daños,


respondían a la doctrina que informaba a todo su Código Civil: el
individualismo filosófico y el liberalismo económico.

En el campo de la reparación de daños causados por el hecho propio, de


notable preponderancia cuantitativa en la época preindustrial, el pensamiento
penal de la estructura del delito se refleja en el ámbito civil, sancionando a
aquel que causa un daño con su obrar antijurídico y culpable.

El hombre, ser esencialmente libre, debe reparar el daño causado a otro,


de allí que la idea central sea la responsabilidad subjetiva fundada en la
voluntariedad de la conducta humana.

Esta forma de razonar implica establecer el vértice en el dañador y en su


conducta antijurídica y reprochable, tanto en la órbita contractual, como en
la extracontractual.

La responsabilidad civil subjetiva contiene como elementos estructurales


básicos la antijuricidad y la culpabilidad; obviamente también requiere de un
hecho humano, el daño y la relación de causalidad.

La calificación de la conducta como antijuridica y culpable eran


determinantes para hacer nacer la responsabilidad y marcar la
extensión de la indemnización; a mayor intensidad del reproche de la
conducta del agente dañador mayor será la reparación, lo cual obsta a la
reparación integral del daño.

El ilícito que daba lugar a la reparación era siempre el quebrantamiento


al orden jurídico; consecuentemente a ninguna conducta podrá aplicarse
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pena o sanción si no hubiere una disposición de la ley que la hubiese
impuesto.

La culpabilidad, que se suma a la antijuricidad admite dos vertientes; la


culpa propiamente dicha (definida como la omisión de aquellas diligencias
que exigiere la naturaleza de la obligación y que correspondiesen a las
circunstancias de persona, tiempo y lugar) y el dolo. (diferencia que el actual
Código mantiene).

El alcance de las consecuencias como parámetro de indemnización


va creciendo en uno y otro ámbito en la medida de la mayor intensidad
en la culpabilidad de la conducta del agente dañador.(también se
mantiene en el actual Código)

2. LA REFORMULACIÓN SOLIDARISTA DE 1968 Y LA INTRODUCCIÓN DE


LOS FACTORES OBJETIVOS DE ATRIBUCIÓN

La irrupción de nuevos riesgos, a partir de la introducción de la máquina


en la revolución industrial, sobre todo con la llegada del automotor que
produjo un aumento de los supuestos de dañosidad, y que puso al desnudo la
obsolescencia del sistema clásico de responsabilidad fundado en la culpa que
ya no se adecuaba a este nuevo escenario.

Mutaron los roles, el dañador era la empresa con sus máquinas hacia el
trabajador y quienes disponían de las mismas fuera de ellas (el automotor),
frente a las personas —peatones— (los dañados).

La ley 17.711 de 1968 reformuló este sistema que podríamos llamar de


tipicidad cerrada; dejó de lado la vía única para conformar caminos
alternativos, todas de igual envergadura jurídica; aparecen así perfectamente
delineados nuevos factores de atribución, como por ejemplo el riesgo creado
que atribuye responsabilidad objetiva al dueño y el guardián por riesgo y
vicio de la cosa, la equidad como nueva medida de la reparación de daños, al
facultar al Juez a fijar una indemnización equitativa conforme la capacidad
económica de las partes, aun en los actos involuntarios, la buena fe, el

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ejercicio abusivo de los derechos, los daños ambientales etc.).

El viraje de la problemática fue de 180 grados; se comenzó a estudiar el


fenómeno desde el dañado y el daño y no exclusivamente desde el dañador;
se advirtió que también algunos daños en los que no aparecen ni la ilicitud,
ni la voluntariedad, ni la culpabilidad y que merecen ser reparados. Todo
ello motivó la apertura del espectro de posibilidades reparativas ampliándose
notoriamente las fronteras de la reparación.

El punto de partida es que todo daño debe ser reparado, de allí que la
base del sistema sea la reparación y no la responsabilidad. La idea de
“reparar” es más amplia que la de “responsabilidad”, pues ésta denota una
orientación punitiva, mientras que hoy lo trascendente es su función
reparadora.

El esquema reparativo objetivo prescinde de los elementos


distintivos de la responsabilidad subjetiva: imputabilidad, culpabilidad y
antijuricidad, para establecer otros: riesgo, equidad, garantía, buena fe, abuso
de derecho, etcétera.

En cuanto a la culpa, la víctima ve facilitada el acceso a la reparación


pues la reprochabilidad de la conducta del agente dañador, dejó de ser
requisito para la reparación.

Respecto de la antijuricidad, existen actos lícitos dañosos que causan


daño y sin embargo, también deben ser reparados. (el policía que
persiguiendo al ladrón lesiona a un tercero)

En consecuencia, los requisitos comunes a cualquier tipo de reparación


son exclusivamente tres: el hecho humano (directo o indirecto, a través de
dependientes incluidas las empresas por tercerización) o las máquinas o
tecnología de que se sirve para la producción de bienes o servicios, el daño
reparable (individual, grupal o colectivo) y la relación de causalidad.

3. El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.

El Código vuelve a instalar el factor subjetivo como columna


vertebral del derecho de daños, cuando en la actualidad la

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responsabilidad objetiva es el factor preponderante.
Los factores objetivos tienen su fundamento en el riesgo del
bien o servicio,(arts 1757/1758) la actividad riesgosa e incluso la
propia actividad económica (considerando que ha cambiado el modo
de fabricación por el ensamble y hoy resulta complejo determinar de
dónde proviene la causa del daño).
El factor subjetivo, fundado en la culpabilidad a título de culpa
y dolo, es arcaico y solo es de excepción, sin embargo, este Código le
atribuye una mayor importancia produciendo un importante retroceso.
Dispone el art. 1721: “Factores de atribución. La atribución de un
daño al responsable puede basarse en factores objetivos o subjetivos.
En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa”.
En este nuevo esquema, la aplicabilidad del factor objetivo está
condicionada a que una normativa expresa así lo establezca, lo cual no
se condice con el dinamismo propio de estos tiempos y la aparición de
nuevos fuentes de dañosidad en una sociedad cada vez más expuesta
a riesgos.
Esto se contradice con la tendencia mundial del nuevo
derecho de daños que se orienta hacia la objetivación de la
responsabilidad. No se trata de sancionar o castigar al autor del daño,
sino de que el daño sea reparado, independientemente de la cuestión
de la culpa o ilicitud; el acento debe estar puesto en la victima y no en
el autor del dañó.
Esta tendencia –de la cual el Código se apartó- es coherente con la
sanción de la Ley de Defensa del Consumidor 26.361, que establece
el factor objetivo de atribución y la Jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia. Por lo tanto, debe ser articulada con esta
normativa, que es de orden público.
Este retroceso implica: la prueba (diabólica) de la culpa, (será esto
posible ante las nuevas tecnologías?), el achicamiento del daño
reparable, (solo se reparan aquellos cometidos con voluntariedad y
antijuricidad) mayores eximentes de responsabilidad para el agente

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dañador, y la reducción de los legitimados pasivos (en un esquema
subjetivista solo responde el autor del daño, algo incoherente ante las
nuevas estructuras contractuales y el fenómeno de la tercerización de
la economía).
Entonces el centro del sistema es la responsabilidad subjetiva lo cual
guarda coherencia con otras normas, asi por ejemplo el art. 1725 que
vuelve a tomar en cuenta la intensidad de la conducta para la
valoración de la responsabilidad, cuando la reparación siempre debe
ser integral, como luego se verá.
Completa el elemento que faltaba para caracterizar la responsabilidad
subjetiva, la antijuridicidad, art. 1717: “Cualquier acción u omisión que
causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada”, cuando como
hemos dicho los actos lícitos también deben ser reparados

Por último, en materia probatoria pone en cabeza de la víctima la prueba


de los factores de atribución (art.1734) y de la relación de causalidad
(art.1736), lo cual es propio de la responsabilidad subjetiva, pues en la
responsabilidad objetiva operan las presunciones de la responsabilidad. .Sin
embargo en el Código Civil y Comercial se obliga a probar los dos factores,
el de responsabilidad subjetiva que siempre lo ha sido y el de
responsabilidad objetiva debe probarse la norma que lo establece (que alude
el art. 1721).

En el caso de la Ley 26.361 de Derechos del Consumidor - de orden


público - no hay problema, pues es de aplicación el art. 3 “a favor del
consumidor” y el art. 53 con la carga de la prueba para las empresas, por ser
quien se encuentra en mejores condiciones de hacerlo. El problema está en
los casos no abarcados por la Ley 26.361 (aun cuando son la minoría) donde
debe probarse la existencia de la norma.

En obvio que este retroceso en materia de prueba de los factores de


atribución perjudica a los dañados / victimas, a los cuales el Profesor Borda
y la Ley 26.361 habían beneficiado en el acceso a la reparación.

Queda claro que la responsabilidad subjetiva es el centro del sistema de


los factores de atribución y la responsabilidad objetiva pasa a ser la
excepción, rompiendo así el equilibrio que había planteado y regulado el Dr.
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Borda con los mutifactores de atribución y con la misma jerarquía
normativa.-

El desafio actual es como proteger al más débil. En nuestro caso, el


dañado pertenece y desarrolla toda su vida y actividad en la sociedad de
consumo. En este sentido, en las relaciones de consumo los legitimados
activos es toda la sociedad, individual o colectivamente, (incluido el
expuesto, que aun cuando fue suprimida, entendemos sigue vigente).

Tal vez el 95 % de los daños y dañados directos e indirectos, se


producen en las relaciones de consumo, por ende estan regidos por la Ley
26.361 de Defensa de los Derechos del Consumidor (y no por el Código
Civil), cuyo art. 40 establece, en materia de bienes y servicios, como factor
de atribución el riesgo económico en si mismo, con responsabilidad objetiva
y solidaria de toda la cadena de la producción a la comercialización,
incluyendo el transporte,

En este sentido la Ley de Defensa del consumidor retomó y


mejoró el riesgo como fundamento de la responsabilidad ahora regulado en
los arts. 1757 y 1758 pero que solo sindica como responsable al dueño y/o
guardian.
El art. 40 LDC en cambio atiende al beneficio económico obtenido
a través del desarrollo de distintas actividades, es decir, a la actividad
económica en sí misma como factor objetivo de atribución, ampliando los
legitimados pasivos de los arts. 1757 y 1758 (dueño y/o guardián) a todos los
intervinientes en la cadena de fabricación y comercialización de los bienes y
servicios.
.

4.. Elementos y eximentes de la responsabilidad.

Se ha dicho ya que los factores de atribución se clasifican en subjetivos y


objetivos.

Los factores subjetivos se apoyan en la reprochabilidad de la conducta


del agente dañador a título de culpa o dolo. En cambio en los factores
objetivos se prescinde de tal reproche al abrir otros caminos para el acceso a

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la reparación del dañado, así por ejemplo la responsabilidad por riesgo y
vicio de la cosa (arts. 1757/58, abuso del derecho 10 y 11, garantía art. 961,
etc del CCCN).

Ambos presentan elementos que son comunes a toda situación dañosa


para que sea reparable: a) hecho humano y/o de la maquina y/o de la
tecnología; b) daño y c) relación de causalidad.

Si descendemos a la responsabilidad subjetiva, los elementos que


caracteriza a esta vía son: a) antijuricidad b) imputabilidad y c) culpabilidad.

En cuanto a las eximentes, la diferencia es clara: en la responsabilidad


objetiva solamente puede invocarse la ruptura del nexo causal: a) el
hecho del damnificado b) el caso fortuito o fuerza mayor y c) hecho de
un tercero.

Por ende, no siendo la culpa un requisito de la responsabilidad objetiva,


todo aquello vinculado a la demostracion de la diligencia o no culpa que se
pretenda alegar no libera de responsabilidad.

En cambio, en la responsabilidad subjetiva además de aquellas


eximentes, se suman otras que atañen a la antijuricidad (causales de
justificación) a la imputabilidad (a la estructura del acto voluntario:
intención-discernimiento y libertad), y por ultimo al reproche de la
conducta (culpa o dolo). Es decir, hay mayores eximentes y por ello
ofrecen una menor protección a la víctima.

4.1 Eximentes comunes de la responsabilidad.

a) Hecho de la víctima:

Dice el art. 1729: Hecho del damnificado. La responsabilidad puede ser


excluida o limitada por la incidencia del hecho del damnificado en la
producción del daño, excepto que la ley o el contrato dispongan que debe
tratarse de su culpa, de su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial.

Desde una perspectiva estrictamente material la víctima siempre


interviene en el evento dañoso, pues sin el hecho no habría relación de
causalidad y ello puede generar una eximente que desnaturalizaría la norma,
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de allí que para que opere la eximente de responsabilidad.lo que se debe
analizar es si hubo o no culpa de la víctima y su incidencia en la producción
del daño.

Asimismo, el hecho de la víctima no debe ser imputable al demandado;


cuando este último es quien lo provoca, la acción de la víctima se presenta
como una mera “consecuencia del acto del ofensor” y resulta inapto para
liberar de responsabilidad. Así sucede por ejemplo, cuando no se brinda las
instrucciones necesarias y adecuadas al nivel sociocultural acerca de la
utilización del bien o servicio; el daño resulta ser consecuencia natural y
necesaria de tal conducta omisiva, siendo ésta determinante para que se
produzca el hecho de la víctima.

Dentro de esta eximente debe considerarse el riesgo de la propia víctima


y el consentimiento informado que el Código incorpora en los siguientes
términos:.

Dice el art. 1719: La exposición voluntaria por parte de la víctima a una


situación de peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de
responsabilidad a menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda
calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o
parcialmente el nexo causal.

Quien voluntariamente se expone a una situación de peligro para salvar


la persona o los bienes de otro tiene derecho, en caso de resultar dañado, a
ser indemnizado por quien creó la situación de peligro, o por el beneficiado
por el acto de abnegación. En este último caso, la reparación procede
únicamente en la medida del enriquecimiento por él obtenido.”

Hay supuestos en puede haber una confluencia de riesgos, el que


introduce la victima por el solo hecho de exponerse a una situación de
peligro, y el que se genera a causa de fallas en la seguridad.

Así por ejemplo, las carreras automovilísticas y de motociclismo se


enmarcan en la categoría de los deportes riesgosos respecto del cual las
personas que las practican asumen los riesgos y los peligros que éste entraña.
(“teoría del riesgo permitido”) .Pero esta aceptación de riesgos no puede
significar que se deba aceptar, como circunstancia normal del deporte la
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causación de un daño adicional derivado de una situación de riesgo
introducido por el organizador de la competencia, provocando daños
extraordinarios y que según el curso normal y ordinario de las cosas, no
deben producirse.

Por lo tanto debe diferenciarse la incidencia causal que cada uno de esos
factores tiene en la producción del daño. Si la causa del daño no está en el
riesgo propio de la actividad, sino en un riesgo adicional, suplementario,
anormal, que deviene por ejemplo de la adopción de medidas de seguridad
que propicia la causación de daños, puede que la incidencia causal de la
victima pierda relevancia.

Respecto del consentimiento informado como eximente de


responsabilidad, el art. 1720 dispone:

“Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones


especiales, el consentimiento libre e informado del damnificado, en la
medida en que no constituya una cláusula abusiva, libera de la
responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles.”

Si por vía de la autonomía de la voluntad se pretende hacer asumir un


riesgo u obtener su consentimiento respecto del daño probable, en los
contratos de adhesión y los de consumo pueden resultar cláusulas abusivas
(art. 37 Ley 26.361) y no tenerse en cuenta como eximentes o atenuantes de
la responsabilidad de las empresas.

b) Caso fortuito o fuerza mayor.

A tenor del art. 1730 “Se considera caso fortuito al hecho que no ha
podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser
evitado”.

Se trata de un acontecimiento imprevisible y externo a la actividad


económica, pues si fuere interno o ligado con su organización se encontraría
dentro del riesgo propio y específico de la actividad desarrollada, v.gr., las
infecciones hospitalarias

Dado su rasgo definitorio, que es su exterioridad, esta eximente va

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perdiendo cada vez más aplicación.

El punto central de este instituto gira en torno a la imprevisibilidad e


inevitabilidad como condiciones esenciales para su invocación, en los que
se hace depender primeramente de estas dos características la admisibilidad
o inadmisibilidad de la liberación del deudor basados en la idea de caso
fortuito o fuerza mayor.

El hecho, debe ser imposible de prever y de evitar, “conforme


parámetros objetivos” del sujeto o de la actividad desarrollada” . La
previsibilidad del hecho es un elemento esencial para distinguir el caso
fortuito de la culpa, pues mientras en esta puede ser previsto y evitado –y si
no lo es se debe a negligencia del responsable- en el primero la previsión del
evento esta ausente, o bien el sujeto es impotente para detenerlo.

Además de los requisitos esenciales para la configuración del casus


establecidos en la norma imprevisibilidad e inevitabilidad -la exterioridad
del acontecimiento se adiciona cuando se trata de daños causados con la
intervención de cosas. En tal caso el acontecimiento debe ser ajeno a su
riesgo propio, es decir, residir en circunstancias extrañas a la cosa, en cuyo
caso el daño causado es atribuible a ese hecho extraordinario.

Lo mismo ocurre con distintas actividades en donde se requiere que el


acontecimiento sea extraño a la actividad desarrollada por el deudor. Así por
ejemplo, el asalto o tiroteo dentro de un transporte de pasajeros está
dentro del riesgo específico de la actividad, pues es una contingencia
previsible y propia de la actividad empresarial

En cuanto a la “asunción del caso fortuito” es importante advertir que, de


encontrarse este tipo de cláusula dentro de una estructura contractual de
adhesión o de consumo, constituye una cláusula abusiva (art. 37 Ley de
Defensa del Consumidor), pues son impuestas por el predisponerte
obviamente en su propio beneficio, obteniendo por la vía de hacer soportar el
caso fortuito una mayor rentabilidad. Si la asunción del caso fortuito resulta
de una disposición legal, esta incluso puede ser atacada por inconstitucional.

c) Hecho de un tercero

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Dice el Art. 1731. –“ Para eximir de responsabilidad, total o
parcialmente, el hecho de un tercero por quien no se debe responder debe
reunir los caracteres del caso fortuito.”

La simple invocación del hecho de un tercero resulta ineficaz para lograr


la exención del hecho si no se configuran los extremos del caso fortuito –
imprevisibilidad e inevitabilidad- . Sera igualmente necesario que se trate de
un tercero por el cual no se deba responder (el principal por el hecho de sus
dependientes o la de los padres respecto de sus hijos menores).

En el caso de daños causados por el riesgo o vicio de la cosa,


(art.1758/1759) se considera tercero a la persona que usa contra la voluntad
del dueño o guardián. Por el contrario, quienes cuenten con su autorización –
amigos o parientes- comprometen la responsabilidad del dueño y/o guardián,
por no encuadrar en la calidad de terceros con virtualidad exonerativa.

5.2 Eximentes del factor subjetivo de responsabilidad.

Hemos dicho ya que en la responsabilidad subjetiva, los elementos que


la caracterizan son a) antijuricidad b) imputabilidad y c) culpabilidad.

a) antijuricidad:

El concepto de antijuricidad hoy se ve ampliada (art. 1717 CCCN) y se


configura por la existencia de un hecho positivo o de omisión que causa un
daño y sin necesidad de prohibición expresa, como lo hacía el anterior
código, basta tan solo la contrariedad con el ordenamiento aprehendido en su
totalidad incluido los Pactos, Convenciones y Tratados internacionales, en
consonancia con los valores socioeconomicos y jurídicos de la sociedad en
un tiempo determinado.

En cuanto a las causales de justificación, son enunciadas en el art.


1718:.”Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un
derecho. Está justificado el hecho que causa un daño:

a) en ejercicio regular de un derecho;

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b) en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente
proporcionado, frente a una agresión actual o inminente, ilícita y no
provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como
consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a
obtener una reparación plena;

c) para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que


amenaza al agente o a un tercero, si el peligro no se origina en un hecho
suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es
mayor que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser
indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo.”

b) Imputabilidad

Imputar significa atribuir jurídicamente a una persona las consecuencias


de su actuar y obviamente esto es previo a establecer su culpabilidad. Si no
hay imputabilidad tampoco habrá culpabilidad. Sus elementos configurativos
son: discernimiento, intención y libertad.

En cuanto a sus eximentes, ellas son la minoridad, la perdida transitoria


de la razón, la restricción de la capacidad y la incapacidad.

En estos supuestos, la obligación de reparar solo podrá ser alcanzada por


razones de equidad, que faculta al Juez a fijar una indemnizacion conforme
la capacidad económica de las partes, aun en los actos voluntarios. (art.1742
CCCN).

c) culpabilidad:

Constituye el fundamento de la responsabilidad subjetiva, que se asienta


en la idea de la reprochabilidad de la conducta (culpa o dolo). Como ya
señalábamos, el Código coloca a la responsabilidad subjetiva como centro
del sistema, implicando un retroceso atento a que los supuestos de
responsabilidad subjetiva son la excepción.

Es definida en los arts. 1724 y 1725:

Art. 1724. - Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la


culpa y el dolo. La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida
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según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el
tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia
en el arte o profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de
manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.

Art.1725.- Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de


obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la
diligencia exigible al agente y la valoración de la previsibilidad de las
consecuencias.

Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la


naturaleza del acto y las condiciones particulares de las partes.

Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o


la facultad intelectual de una persona determinada, a no ser en los
contratos que suponen una confianza especial entre las partes. En estos
casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial del
agente.”

“La manifiesta indiferencia por los intereses ajenos,” como


configurativa del dolo posibilita un mayor campo de aplicación, por ejemplo
en el incumplimiento de las obligaciones contractuales, la indiferencia del
incumplidor de las consecuencias dañosas que muy probablemente surgirán
del incumplimiento (vg. Rescisión contractual intempestiva).

. El concepto de dolo en el incumplimiento de la obligación, consiste en


su deliberada inejecución. Cuando el deudor puede cumplir pero no quiere
hacerlo, incurre en dolo en el incumplimiento de la obligación. Solo se
requiere que el deudor tenga la posibilidad de cumplir y no quiera hacerlo,
cualquiera sea el motivo que lo lleve a obrar de esa manera. (asimilable al
dolo eventual).

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Síntesis

En el anterior Código:

1. El centro del sistema es la Responsabilidad Subjetiva

2. Se Observaba el daño desde el agente dañador.

3. La indemnización se media y cuantificaba por la intensidad del

reproche de la conducta.(culpa o dolo)

Modificaciones de 1968 Borda

Incorporo la responsabilidad objetiva (riesgo anterior art. 1113 CC)

Se hace centro en el daño y su reparación sin tener en cuenta el

reproche de la conducta.

Código Civil y Comercial

El centro es la responsabilidad subjetiva. (retroceso)

Reproduce el riesgo (arts. 1757/1758) acotado al dueño y/o guardián

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Ley de Defensa del Consumidor

Consagra la responsabilidad objetiva

Amplia los legitimados pasivos (art. 40)

Elementos comunes a todo tipo de responsabilidad:

Hecho humano/cosa

Daño

Relación de causalidad

Elementos específicos de la responsabilidad subjetiva: se requiere

además:

Antijuricidad

Imputabilidad

Culpa o dolo

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