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Para que opere esta responsabilidad, entendemos, deberán concurrir en el caso los presupuestos
generales de la responsabilidad civil: a) un hecho que infringe un deber jurídico de conducta
impuesto por el ordenamiento jurídico –antijuridicidad o ilicitud-; b) que además provoca un daño
a otro; c) la relación de causalidad entre aquel hecho y el daño mencionado y d) el factor de
atribución de responsabilidad (p. 24).
Otro requisito insoslayable es el nexo adecuado de causalidad entre las consecuencias dañosas
con el hecho productor del daño, es decir, entre el proceder antijurídico y el perjuicio sufrido por
el damnificado.
El nuevo CCyC en el art. 1739 hace alusión expresa al nexo adecuado de causalidad.
En lo que respecta a la responsabilidad contractual, esta norma debe conjugarse con el art. 1727
que establece: ―En los contratos se responde por las consecuencias que las partes previeron o
pudieron haber previsto al momento al momento de su celebración. Cuando existe dolo del
deudor, la responsabilidad se fija tomando en ceunta estas consecuencias también al momento
del incumplimiento”.
Estas dos normas, a su vez, deben valorarse en conjunto con el art. 1725 referido a la
―valorización de la conducta‖ que en el Código de Vélez se encontraban regulados en los arts. 902
y 909.
Además de los presupuestos aludidos, debe configurarse un daño por ese incumplimiento de una
obligación legal o contractual.
El daño es sin duda el elemento más importante de la responsabilidad civil. Es un requisito general
e infaltable en cualquiera de las funciones de la responsabilidad civil preventiva y reparadora. En el
derecho moderno, debido a la nueva función de la responsabilidad civil, que ha pasado de ser
esencialmente sancionadora a reparadora, el concepto de daño resarcible se enfoca más en la
víctima que injustamente lo sufre, que en el que lo causa.
En la actualidad el art. 1737 establece: ―Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no
reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio o un
derecho de incidencia colectiva.‖
Asimismo, el art. 1738 establece: ―La indemnización comprende la pérdida o disminución del
patrimonio de la víctima, el lucro cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la
probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente las
consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad
personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la
interferencia en su proyecto de vida”
En su redacción actual el CCyC dispone que debe existir perjuicio directo o indirecto, actual o
futuro, cierto y subsistente. La pérdida de chance es indemnizable
en la medida en que su contingencia sea razonable y guarde una adecuada relación de causalidad
con el hecho generador, según reza el art. 1739.
Es importante destacar que mantienen actualidad y vigencia los principios generales elaborados
por la doctrina y la jurisprudencia sobre el riesgo y el vicio de las cosas, sobre los que el nuevo
Código no innovó, manteniendo vigor la aseveración de que el riesgo de la cosa es, a decir de.
TRIEGO REPRESAS (1995):
…es la contingencia del daño que puede provenir de cual quier cosa, riesgosa o no por su
naturaleza, en tanto y en cuanto por las especiales circunstancias del caso dado, haya resultado
apta para llegar a ocasionar el perjuicio, haya podido tener efectiva incidencia causal en su
producción‖.32 . Se insiste que "al actor incumbe la prueba del hecho y su relación de causalidad
con el daño sufrido, mientras que para eximirse de responsabilidad la demandada debe acreditar
la existencia de fuerza mayor, culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder"
En la Causa: ―La Delicia Felipe Fort SA c/ DNCI s/ Defensa del Consumidor - Ley 24240 - Art 45‖ –
CNACAF – SALA I – 26/04/2016. Expte. Nº 48.119/2015 - 33 Las actuaciones se iniciaron el 16 de
mayo de 2013, con la denuncia efectuada por varios consumidores contra ―Felfort‖, en la cual
manifestaron que el 4 de ese año, aproximadamente a las 16 hs., uno de ellos compró, en el
quiosco ubicado en la intersección de las calles Velazco y Fitz Roy de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (C.A.B.A.), cinco (5) chocolates ―Marroc‖ de la marca ―Felfort‖ para distribuir entre
todos, y dos consumidores ingirieron el alimento de un bocado y los restantes abrieron el
envoltorio y al morderlo encontraron gusanos vivos en el interior del chocolate; los que ingirieron
el producto fueron hospitalizados con diagnóstico y tratamiento indicado, y el vendedor dijo que
en el envoltorio del producto no existía ningún rótulo con la fecha de su vencimiento y que dicho
dato figuraba en el cartón del ―display‖ que lo contenía; la fecha de vencimiento era enero de
2014. Ese día los consumidores se comunicaron telefónicamente con el fabricante y el 9 de marzo
de 2013 se hizo presente en el quiosco un representante de la firma, quien procedió a retirar el
producto contaminado dejando debida constancia (fs. 1/3); posteriormente, no habiendo recibido
ninguna respuesta por parte de la fabricante, se vieron obligados a formular la pertinente
denuncia contra ―Felfort‖ ante la DNCI, acompañando las fotografías del producto contaminado.
La Sala manifestó: ―1. La ley 24.240 presupone la situación de debilidad en que se halla el
consumidor en sus relaciones de consumo y de ahí surge la necesidad de imponer a los distintos
agentes que interactúan con aquél en esas relaciones un estricto deber de asegurar la eficacia, la
calidad y la idoneidad de los bienes o servicios que ellos ofrezcan en el mercado para el
cumplimiento de la finalidad a la que están destinados, de acuerdo a su naturaleza y
características.- 2. La protección que confiere la ley 24.240 no se restringe a un aspecto
meramente económico, sino que a su vez prevé la posibilidad de aplicar sanciones para las cuales
no es requerida la comercialización directa de los productos a los consumidores, toda vez que la
producción o fraccionamiento forma parte de una cadena económica cuyo último eslabón es el
consumidor, respecto del cual el artículo 5º de la ley establece: “Las cosas y servicios deben ser
suministrados o prestados en forma tal que utilizados en condiciones previsibles o normales de
uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios”.-
3. Esta última norma consagra en forma expresa una obligación de seguridad de resultado a cargo
del proveedor, cuyo incumplimiento lo hará incurrir en una responsabilidad de carácter objetivo,
en la cual deja de ser relevante la previsibilidad del defecto y adquiere importancia especial la
condición defectuosa del producto en sí mismo considerado que lo hace no apto para el consumo.
Se trata de un régimen imperativo, ya que no puede ser dejado sin efecto por voluntad de las
partes (artículo 37 de la ley 24.240).- 4. La actora tuvo en su poder el producto contaminado pero
no demostró, ni intentó hacerlo, concretamente, que el defecto se produjo por un hecho
imputable a alguno de los restantes sujetos que intervinieron en la cadena de comercialización del
producto. De ahí que aun cuando las pruebas producidas en la causa acreditaron que su
establecimiento cumplía las normas impuestas para la elaboración y envase del producto y los
controles de calidad y plagas correspondientes, con respecto al hecho investigado no intentó
siquiera demostrar la existencia de alguna de las causas de eximición de responsabilidad por el
incumplimiento del deber de seguridad.-“
La carga de la prueba de la relación de causalidad incumbe a la víctima34, aunque esa regla se ha
flexibilizado, así en materia alimentaria, la prueba de las eximentes debe ser fehaciente e
indubitable, dada la finalidad tuitiva de la norma. El sindicado como responsable y una vez
acreditado el riesgo de la cosa, debe asumir un rol procesal activo para demostrar la causa ajena y
exonerarse total o parcialmente35.
En la causa: "Zubiria, María del Carmen c/ Dia Argentina SA s/ daños y perjuicios" - CNCIV - SALA J -
22/09/200536 Expte. 77714/0137:
La Sala sostuvo, en el Considerando I.6, la Sala manifestó que: ―En el caso de autos, la empresa
accionada no ha acreditado haber efectuado un efectivo control de calidad sobre el producto en
cuestión, ni haber extremado ninguna de las medidas que refiere en su escrito de contestación de
demanda.- Por lo que cabe aplicarle la llamada doctrina de las cargas probatorias dinámicas,
conforme la cual la distribución del esfuerzo probatorio "coloca en cabeza de quien está en
mejores condiciones técnicas, profesionales o fácticas para producir una prueba, la carga de
rendirla" (Peyrano, Jorge W. "Fuerza expansiva de la doctrina de las cargas probatorias dinámicas,
La Ley Año LX Nº 81, del 25 de abril de 1996, mismo autor "La doctrina de las cargas probatorias
dinámicas puesta a prueba en procedimiento civil y comercial" T.3, pág. 22; T.1, pág. 77 y 78, Ed.
Juris, Rosario 1991: De los Santos, Mabel, "Algo más acerca de la doctrina de las cargas probatorias
dinámicas", J.A., Boletín Nº 5858; Eisner, Isidoro "Desplazamiento de la carga probatoria", L.L.
1994-E-846;; Vázquez Ferreyra, Roberto y Romera, Oscar "Defensa del consumidor: sobre
facturación telefónica y carga probatoria en un fallo trascendente", J. 7.1 RESPONSABILIDAD ANTE
EL CONSUMIDOR
La Sra. Zubiría adquiere paquetes de galletitas marca "Tartost Crackers", cuya ingesta le provocan
daños a su salud, demandando a la empresa Día S.A. a quien había comprado las mismas. El
peritaje químico determinó que: "En las galletitas analizadas se comprobó la existencia de
hidrocarburos parafínicos lineales y ramificados similares a los constituyentes de los combustibles
comerciales". La empresa era la única vendedora de esos productos y el lugar de fabricación
denunciado en el envoltorio del producto coincidía con el lugar de radicación de otro
supermercado de la misma cadena. En la primera instancia no se hace lugar a la demanda. La
Cámara Nacional Civil Sala IV, revocó la sentencia, haciendo lugar a la demanda, condenando a
pagar a Día Argentina SA a la actora la suma de pesos tres mil seiscientos ($ 3.600), con más los
intereses calculados hasta el efectivo pago.
Creemos, que la responsabilidad por riesgo de desarrollo se encuentra alcanzada por la obligación
de seguridad (consagrada por el art. 42 de la Constitución Nacional y 5 y 6 de la Ley N° 24.240 de
Defensa del Consumidor); y por el riesgo de actividad (art. 40 de la Ley N° 24.240 de Defensa del
Consumidor y la responsabilidad objetiva del 1757 del ccyc.).