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Este documento presenta 5 características de la sociología de la educación. La primera es que busca mejorar moralmente al hombre y la sociedad a través de la educación. La segunda es que tiene un carácter crítico que induce cambios en la sociedad. La tercera es que intenta ser una disciplina explicativa y descriptiva frente a otras. La cuarta concibe la vida del hombre en sociedad y analiza las posibilidades de mejora a partir de la educación. Y la quinta es que tiene un marco teórico y metodológico rico que puede acudir
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Título original
5 características de la sociología de la educación
Este documento presenta 5 características de la sociología de la educación. La primera es que busca mejorar moralmente al hombre y la sociedad a través de la educación. La segunda es que tiene un carácter crítico que induce cambios en la sociedad. La tercera es que intenta ser una disciplina explicativa y descriptiva frente a otras. La cuarta concibe la vida del hombre en sociedad y analiza las posibilidades de mejora a partir de la educación. Y la quinta es que tiene un marco teórico y metodológico rico que puede acudir
Este documento presenta 5 características de la sociología de la educación. La primera es que busca mejorar moralmente al hombre y la sociedad a través de la educación. La segunda es que tiene un carácter crítico que induce cambios en la sociedad. La tercera es que intenta ser una disciplina explicativa y descriptiva frente a otras. La cuarta concibe la vida del hombre en sociedad y analiza las posibilidades de mejora a partir de la educación. Y la quinta es que tiene un marco teórico y metodológico rico que puede acudir
5 características de la sociología de la educación
1. El estudio sociológico es fundamentalmente moral, es decir, busca perfeccionar la
conducta del hombre como ser social y a su vez la mejora de la sociedad. Este paradigma aplica también para la educación, sistema a través del cual se busca mejorar moralmente al hombre y la sociedad. ¿Por qué el hombre ha de conducirse éticamente? ¿Cuál es el fundamento de la moralidad? El tema es importante ya que hoy día existen ciertos ámbitos culturales que niegan que el hombre deba seguir un comportamiento ético o moral determinado; más aún, algunos dicen que los calificativos de “bien” y “mal” dependen de la valoración social, del fin que cada individuo tenga, de las circunstancias en las que actúa o de las consecuencias que se sigan de su acción. ¿Podemos calificar objetivamente las acciones humanas de “buenas” o “malas”? La respuesta a este interrogante depende de la concepción que tengamos del hombre, y ésta a su vez está subordinada a que se admita o no la existencia de Dios. En una palabra, la fundamentación de la moralidad del actuar humano depende de la concepción antropológica que tengamos del hombre; y dando un paso más, de nuestra concepción religiosa. En medio de la crisis de valores que vive la sociedad actual, lo primero que hemos de hacer es probar que hay un modo de actuar propio del hombre como consecuencia de su naturaleza. Este modo de actuar no es aleatorio; es decir, no puede ser determinado por cada hombre según sus propios deseos sino que nos viene dado por el hecho de la naturaleza humana que tenemos. Como nos dice el profeta Jeremías (31:33), tenemos la ley de Dios escrita en el corazón. El hombre ha de llegar a descubrir esta ley y ha de ser capaz de formularla objetivamente. En el fondo ese es el fundamento de la distinción entre el bien y el mal. No se puede decir esto es “para mí” bueno y “para ti”, malo. El que algo sea bueno o malo es anterior a la “percepción moral” que el hombre tenga del hecho concreto. Dicho con otras palabras, lo que es bueno o malo no es determinado por el hombre sino por el Creador (Gen 2:17). Ya Sócrates (a quien se considera fundador de la ética en occidente) afirmaba: “Es bueno lo que resulta grato a los dioses, e impío lo que no les agrada”. A partir de esta doctrina, los autores posteriores, al menos hasta Kant, fundaban el actuar último de la ciencia moral en la existencia de Dios. ¿Se puede hablar de una moral o ética que no esté fundamentada en Dios? En rigor, cabe afirmar que la razón puede justificar una serie de principios éticos que regulen la conducta humana, pues a partir de la excelencia de la persona, se pueden enunciar algunos principios morales que, si se cumplen dignifican al hombre y, al contrario, si se conculcan, tal dignidad queda seriamente comprometida. A pesar de que es posible proponer un sistema moral racional, no es fácil fundamentar una serie de valores universales válidos para todos los pueblos y culturas sin recurrir 2. Bajo ese objetivo predominantemente moral, la sociología de la educación posee un carácter provocador y crítico que induce y orienta con sus resultados cambios y transformaciones en la sociedad. Predomina la moral: La moralidad de los actos humanos procede del hecho de que el hombre es un ser racional y libre. Ya Aristóteles definió al hombre como un “ser ético” y situaba la diferencia entre el hombre y el animal a partir de tres realidades: la racionalidad (el hombre piensa), la socialidad (el hombre es un animal político) y la eticidad (el hombre es un animal que debe vivir según unos principios éticos). El hombre ha de orientar sus actos de un modo racional, y no, guiado meramente por sus instintos. La dimensión ética de la conducta humana no tiene su fundamento (como dicen algunos) en agentes externos (sociedad, estado, religión). La Revelación nos enseña que la eticidad del hombre deriva del hecho de haber sido creado por Dios (Gen 1:27); por lo que su conducta ha de conformarse según su propia naturaleza. El hombre refleja en su mismo ser la imagen de Dios; lo cual demanda de él un comportamiento adecuado a esa imagen y dignidad. Por otro lado, el hombre, al ser criatura de Dios, no puede determinar por sí mismo lo que es bueno o malo, sino que su juicio moral debe estar supeditado al querer de Dios (Gen 2: 16-17). Distinción e identidad entre ética y moral Ambos términos, ética (del griego “éthos”) y moral (del latín “mos”) tienen la misma significación semántica: “costumbre”. No obstante, con el tiempo, el término “ética” designó la ciencia filosófica, mientras que el término “moral” se reservaba para las éticas de origen religioso. En la actualidad ambos términos vuelven a ser sinónimos sólo con ciertas diferencias de matiz. Los teólogos y el Magisterio actual tienden a usar indistintamente ambos términos, tal como haremos también aquí.[4] Sin ánimos ser muy precisos podríamos decir que la moral es la ética iluminada por los principios de la Revelación. La ley Hablando en términos generales, ley es todo lo que regula un acto u operación, sea cualquiera su especie. En este sentido amplio puede decirse que la ley es una obra u ordenación de la razón que expresa un deber ser. Entendida así, podemos hablar de leyes físicas, leyes técnicas y leyes morales. Una ley física es por ejemplo la ley de la gravedad. Una ley técnica es la que ordena un acto humano hacia un fin restringido y no último; tal es el caso de todas las leyes que gobiernan las artes. Una ley moral es la que regula los actos humanos en tanto que humanos; es decir, no según un valor relativo, sino según su valor absoluto, o sea, como realizados por un último fin.[5] Podemos hablar también de leyes divinas (ley eterna, ley natural y ley divino-positiva) que son obras de la razón y de la voluntad divinas que expresa a través de ellas un deber vinculante que abarca a toda la creación, aunque de diverso modo, según la naturaleza propia de cada criatura. Y también podemos hablar de leyes humanas (civiles o eclesiásticas) que son obras de la razón y de la voluntad humanas que expresan un deber ser vinculante, que abarca a todos los que están sujetos a la autoridad del legislador.
3. Pretende ser una disciplina explicativa y descriptiva, esencialmente, frente a otras,
por lo que básicamente es un campo teórico-crítico. La tercera razón está dada en la cantidad enorme de categorías y definiciones que marcan los estudios sociales relacionados con la pedagogía, a saber: la socialización (como contraparte de la individualización), el colectivo escolar, el colectivo pedagógico, las relaciones sociales, la institución escolar, la familia, la comunidad, el desempeño de roles, el código de género, entre muchos otros que son imprescindibles en el momento de explicar, valorar o elaborar los fundamentos teóricos de tales investigaciones.
4. Concibe la vida del hombre en sociedad (la existencia de dos personas ya marcan
los requisitos mínimos para que haya sociedad) y en ese orden analiza las posibilidades de mejora a partir de la educación. Se puede señalar que las circunstancias hacen a los hombres en la misma medida que los hombres hacen a las circunstancias, por lo tanto se puede entender de modo cabal lo cambiante y movible que resulta el complejo entramado de las relaciones sociales, así como la toma de decisiones, las estructuras y relaciones de poder, los roles muchas veces cambiantes de los alumnos en el aula, las de los propios profesores, entre otros aspectos que mueven y singularizan tal naturaleza de investigaciones.
5. La epistemología de la sociología de la educación es enormemente rica en su marco
teórico y metodológico. En otras palabras, tiene la posibilidad al igual que la sociología en general de acudir a otras disciplinas para sustentar su investigación. Se hace alusión a la idea de que el proceso docente – educativo o de enseñanza – aprendizaje debe contener la mayor cantidad de elementos de la vida cotidiana, es decir reproducir y ensayar toda suerte de eventos sociales de la actividad cognitiva, afectivo y práctica en que puedan estar inmiscuidos los alumnos, profesores, directivos, familiares y vecinos para de esta manera cumplir con el principio sociológico, de que la educación ha de preparar al hombre para la vida, entendida en todas las esferas en este se mueve y vive.