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5 características de la sociología de la educación

1. El estudio sociológico es fundamentalmente moral, es decir, busca perfeccionar la


conducta del hombre como ser social y a su vez la mejora de la sociedad. Este
paradigma aplica también para la educación, sistema a través del cual se busca
mejorar moralmente al hombre y la sociedad.
¿Por qué el hombre ha de conducirse éticamente? ¿Cuál es el fundamento de la moralidad?
El tema es importante ya que hoy día existen ciertos ámbitos culturales que niegan que el
hombre deba seguir un comportamiento ético o moral determinado; más aún, algunos dicen
que los calificativos de “bien” y “mal” dependen de la valoración social, del fin que cada
individuo tenga, de las circunstancias en las que actúa o de las consecuencias que se sigan
de su acción. ¿Podemos calificar objetivamente las acciones humanas de “buenas” o
“malas”? La respuesta a este interrogante depende de la concepción que tengamos del
hombre, y ésta a su vez está subordinada a que se admita o no la existencia de Dios. En una
palabra, la fundamentación de la moralidad del actuar humano depende de la concepción
antropológica que tengamos del hombre; y dando un paso más, de nuestra concepción
religiosa.
En medio de la crisis de valores que vive la sociedad actual, lo primero que hemos de hacer
es probar que hay un modo de actuar propio del hombre como consecuencia de su
naturaleza. Este modo de actuar no es aleatorio; es decir, no puede ser determinado por
cada hombre según sus propios deseos sino que nos viene dado por el hecho de la
naturaleza humana que tenemos. Como nos dice el profeta Jeremías (31:33), tenemos la ley
de Dios escrita en el corazón. El hombre ha de llegar a descubrir esta ley y ha de ser capaz
de formularla objetivamente. En el fondo ese es el fundamento de la distinción entre el bien
y el mal. No se puede decir esto es “para mí” bueno y “para ti”, malo. El que algo sea
bueno o malo es anterior a la “percepción moral” que el hombre tenga del hecho concreto.
Dicho con otras palabras, lo que es bueno o malo no es determinado por el hombre sino por
el Creador (Gen 2:17).
Ya Sócrates (a quien se considera fundador de la ética en occidente) afirmaba: “Es bueno lo
que resulta grato a los dioses, e impío lo que no les agrada”. A partir de esta doctrina, los
autores posteriores, al menos hasta Kant, fundaban el actuar último de la ciencia moral en
la existencia de Dios.
¿Se puede hablar de una moral o ética que no esté fundamentada en Dios? En rigor, cabe
afirmar que la razón puede justificar una serie de principios éticos que regulen la conducta
humana, pues a partir de la excelencia de la persona, se pueden enunciar algunos principios
morales que, si se cumplen dignifican al hombre y, al contrario, si se conculcan, tal
dignidad queda seriamente comprometida. A pesar de que es posible proponer un sistema
moral racional, no es fácil fundamentar una serie de valores universales válidos para todos
los pueblos y culturas sin recurrir
2. Bajo ese objetivo predominantemente moral, la sociología de la educación posee un
carácter provocador y crítico que induce y orienta con sus resultados cambios y
transformaciones en la sociedad.
Predomina la moral:
La moralidad de los actos humanos procede del hecho de que el hombre es un ser racional y
libre. Ya Aristóteles definió al hombre como un “ser ético” y situaba la diferencia entre el
hombre y el animal a partir de tres realidades: la racionalidad (el hombre piensa), la
socialidad (el hombre es un animal político) y la eticidad (el hombre es un animal que debe
vivir según unos principios éticos). El hombre ha de orientar sus actos de un modo racional,
y no, guiado meramente por sus instintos. La dimensión ética de la conducta humana no
tiene su fundamento (como dicen algunos) en agentes externos (sociedad, estado, religión).
La Revelación nos enseña que la eticidad del hombre deriva del hecho de haber sido creado
por Dios (Gen 1:27); por lo que su conducta ha de conformarse según su propia naturaleza.
El hombre refleja en su mismo ser la imagen de Dios; lo cual demanda de él un
comportamiento adecuado a esa imagen y dignidad. Por otro lado, el hombre, al ser criatura
de Dios, no puede determinar por sí mismo lo que es bueno o malo, sino que su juicio
moral debe estar supeditado al querer de Dios (Gen 2: 16-17).
Distinción e identidad entre ética y moral
Ambos términos, ética (del griego “éthos”) y moral (del latín “mos”) tienen la misma
significación semántica: “costumbre”. No obstante, con el tiempo, el término “ética”
designó la ciencia filosófica, mientras que el término “moral” se reservaba para las éticas
de origen religioso. En la actualidad ambos términos vuelven a ser sinónimos sólo con
ciertas diferencias de matiz. Los teólogos y el Magisterio actual tienden a usar
indistintamente ambos términos, tal como haremos también aquí.[4] Sin ánimos ser muy
precisos podríamos decir que la moral es la ética iluminada por los principios de la
Revelación.
La ley
Hablando en términos generales, ley es todo lo que regula un acto u operación, sea
cualquiera su especie. En este sentido amplio puede decirse que la ley es una obra u
ordenación de la razón que expresa un deber ser. Entendida así, podemos hablar de leyes
físicas, leyes técnicas y leyes morales. Una ley física es por ejemplo la ley de la gravedad.
Una ley técnica es la que ordena un acto humano hacia un fin restringido y no último; tal es
el caso de todas las leyes que gobiernan las artes. Una ley moral es la que regula los actos
humanos en tanto que humanos; es decir, no según un valor relativo, sino según su valor
absoluto, o sea, como realizados por un último fin.[5]
Podemos hablar también de leyes divinas (ley eterna, ley natural y ley divino-positiva) que
son obras de la razón y de la voluntad divinas que expresa a través de ellas un deber
vinculante que abarca a toda la creación, aunque de diverso modo, según la naturaleza
propia de cada criatura. Y también podemos hablar de leyes humanas (civiles o
eclesiásticas) que son obras de la razón y de la voluntad humanas que expresan un deber ser
vinculante, que abarca a todos los que están sujetos a la autoridad del legislador.

3. Pretende ser una disciplina explicativa y descriptiva, esencialmente, frente a otras,


por lo que básicamente es un campo teórico-crítico.
La tercera razón está dada en la cantidad enorme de categorías y definiciones que
marcan los estudios sociales relacionados con la pedagogía, a saber: la socialización
(como contraparte de la individualización), el colectivo escolar, el colectivo
pedagógico, las relaciones sociales, la institución escolar, la familia, la comunidad,
el desempeño de roles, el código de género, entre muchos otros que son
imprescindibles en el momento de explicar, valorar o elaborar los fundamentos
teóricos de tales investigaciones.

4. Concibe la vida del hombre en sociedad (la existencia de dos personas ya marcan


los requisitos mínimos para que haya sociedad) y en ese orden analiza las
posibilidades de mejora a partir de la educación.
Se puede señalar que las circunstancias hacen a los hombres en la misma medida
que los hombres hacen a las circunstancias, por lo tanto se puede entender de modo
cabal lo cambiante y movible que resulta el complejo entramado de las relaciones
sociales, así como la toma de decisiones, las estructuras y relaciones de poder, los
roles muchas veces cambiantes de los alumnos en el aula, las de los propios
profesores, entre otros aspectos que mueven y singularizan tal naturaleza de
investigaciones.

5. La epistemología de la sociología de la educación es enormemente rica en su marco


teórico y metodológico. En otras palabras, tiene la posibilidad al igual que la
sociología en general de acudir a otras disciplinas para sustentar su investigación.
Se hace alusión a la idea de que el proceso docente – educativo o
de enseñanza – aprendizaje debe contener la mayor cantidad de elementos de la vida
cotidiana, es decir reproducir y ensayar toda suerte de eventos sociales de la
actividad cognitiva, afectivo y práctica en que puedan estar inmiscuidos los
alumnos, profesores, directivos, familiares y vecinos para de esta manera cumplir
con el principio sociológico, de que la educación ha de preparar al hombre para la
vida, entendida en todas las esferas en este se mueve y vive.

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