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GUÍA

IFDC- VillaDE LECTURA


Regina -2020
Sujetos de la Educación Secundaria
Profesora: Florencia Ugarte

TRABAJO PRÁCTICO
TEXTO: rOSCAVAN, SERGIO (2016)
“La orientación vocacional como experiencia subjetivante”
Editorial Paidós. Buenos Aires
“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

1)

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“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

2) Explicar la siguiente cita: “Lo joven es a la vez un hecho fáctico y un significante.


No es una esencia. Se configura en la diferencia, en tanto su significación se
construye en la tensión con todo aquello que no es. Adulto, adolescente, joven y
niño son, por lo tanto, diferencia. Identidad y diferencia que se articulan de este
modo en la construcción de la subjetividad, sin sustancializarse.” (Roscavan,
2016)

El significante “juventud” se configura en la diferencia, en la tensión u oposición


constante con lo que no es: adulto, adolescente, o niño; adulta, adolescente o niña. En esa
tensión-oposición-relación con los otros (la diferencia) se va construyendo su propia
identidad, a medida que es atravesado por el proceso de subjetividad que lo hará devenir
en sujeto (o no).

Lo joven no puede ser esencia porque en algún momento se deja de ser joven, en
cambio la esencia permanece, es todo lo contrario de lo que es la juventud. Esencia remite
a sustancia, a la materia de lo que está hecha una cosa: única, invariable, inmutable,
indivisible, etc. Los jóvenes pasan por un proceso de identidad y diferencia que se
articulan en la construcción de la subjetividad, pero no se sustancializan. Es decir, no se
hacen una única cosa, invariable, inmutable, indivisible, etc.

La identidad te la construyen los otros, socialmente, y uno/a mismo/a, en esa


relación identidad-diferencia que se articulan al atravesar el proceso en el que nos
construimos como sujetos. La identidad, dije, no es una esencia ni sustancia. No es algo
dado, establecido, acabado. No puede ser esencia porque no es una cosa única, sino
múltiple y variable según vaya conformándose nuestra personalidad en los distintos
periodos sociohistóricos que atravesamos mientras dura nuestra vida. La identidad se
construye en oposición a la diferencia. Nos construimos con otros diferentes a nosotros
que a la vez nos constituyen.

Cuando hablamos de lo joven (significante) lo ubicamos en el amplio campo de


problemáticas de la subjetividad. Se es joven o no se es y esto lo determina el hecho de la
facticidad. Se es joven, aunque no se quiera serlo, aunque no lo reconozca la sociedad y
no le otorgue el acceso a la moratoria social. Esto no es una decisión de “alguien” (la
persona, la sociedad o el Estado) sino un hecho fáctico. Se es joven y punto. Lo joven es

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“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

una condición fáctica, una categoría discreta, como seres que se explican a sí mismos por
sus propiedades y cualidades que les son inherentes, intrínsecamente (de facto).

3) ¿Cómo opera el discurso científico pedagógico y el desarrollo del capitalismo


industrial en la definición de adolescencia y familia?

La clasificación por edades a los sujetos, es consecuencia del desarrollo de las


fuerzas productivas de las sociedades capitalistas industriales para preparar a los
individuos en su integración a la vida social y productiva.

En la división entre jóvenes y viejos (como entre mujeres y varones) está la


cuestión del poder. La clasificación por edad (sexo o clase) es una forma de imponer
límites, un orden en el cual cada uno debe ocupar su lugar. (Bordieu 2002)

El carácter simbólico del concepto de juventud no es un mero signo, no es una


representación simbólica separada de las condiciones materiales que la producen y la
significan (Margullis, Mario 2008) Las condiciones materiales que producen y significan
al concepto de juventud varían según demandas de la época y la sociedad a la que
pertenecen.

La escuela junto a la familia fueron las instituciones responsables de producir


subjetividad moderna. Al distribuir a los sujetos por edades, agruparlos y promoverlos de
año en año de manera establecida y estandarizada, la escuela inventa, produce infancia,
adolescencia y juventud. A su vez los adultos, sostenidos en discursos científicos
pedagógicos consideraron y dieron entidad certera a los sujetos de acuerdo a su edad
cronológica específica.

Niños, adolescentes y jóvenes se fueron constituyendo en identidades sólidas y se


le fueron atribuyendo rasgos y características psicológicas propias en función de una
norma social. La condición de infantil, adolescente y juvenil estaba ligada a la condición
de estudiante (primario, secundario, universitario).

En las sociedades capitalistas modernas, las actividades de producción económica,


cultural y social exigen un tiempo de formación prolongado que se adquiere en las
instituciones educativas, un proceso de adquisición de saberes y competencias para la
incorporación al mercado de trabajo. Según las demandas del mercado de trabajo, eran los
contenidos que ofrecían las escuelas y universidades.

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“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

Se habló de la escuela de la modernidad como aparato ideológico del Estado


utilizado para reproducir la cultura social de la división del trabajo. Pocos jóvenes
llegaban a la universidad, los de los sectores dominantes, el resto era utilizado como mano
de obra barata por el capitalismo económico. Se dice hoy que estamos en la
posmodernidad, pero las cosas no han cambiado, por lo que algunos autores sostienen que
aún sobrevive la modernidad y estamos en un tiempo de transición hacia otro paradigma.

4) ¿Qué diferencias establece el autor entre moratoria social y moratoria vital? ¿Por
qué considera estas diferencias?

La moratoria psicosocial, categoría que se ha instalado hoy, es un tiempo que el


adolescente necesita para hacer las paces con su cuerpo, para terminar de conformarse y
para sentirse conforme con él. Durante ese tiempo el adolescente se enfrenta a una lucha
entre los objetos viejos que debe abandonar y los nuevos que va a tomar (me recuerda al
proceso de hibridez, concepto de García Canclini). Así va construyendo su propia
subjetividad a través de pérdidas y adquisiciones.

La moratoria psicosocial corresponde a la necesidad que tiene la sociedad de


organizar su producción económica y cultural. En las sociedades capitalistas modernas,
las actividades de producción económica, cultural y social exigen un tiempo de formación
prolongado que se adquiere en las instituciones educativas. Primero alcanzaba con el
secundario, hoy, con los estudios superiores. Se alarga cada vez más el proceso de
capacitación y adquisición de saberes y competencias para la incorporación al mercado de
trabajo. Las desigualdades sociales en la juventud estarán dadas por el desigual acceso al
beneficio de dicha moratoria psicosocial. No todos los jóvenes gozan de ese privilegio (no
es un privilegio, es un derecho denegado por una sociedad injusta).

La moratoria vital es la historicidad de la generación en la que se es socializado


y la experiencia de las duraciones y de la temporalidad. La juventud es una condición que
se articula social y culturalmente con la edad, como crédito de energía y moratoria vital o
como distancia frente a la muerte. La moratoria vital distingue a los jóvenes de los no
jóvenes y aquí es donde se pone en juego el concepto de juventud o lo joven. Quiénes lo
son y quiénes no y a qué criterios se debe esa clasificación.

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“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

¿Por qué considera estas diferencias? La moratoria vital distingue a los jóvenes
de los no jóvenes. Se es joven o no se es, de acuerdo a un criterio etáreo y ya sabemos que
es una condición fáctica. Si tengo 50 años, no soy joven, es así. Pero el autor considera las
diferencias entre una y otra moratoria porque la moratoria psicosocial es un tema más
complejo, en el que entran a jugar otros factores determinantes.

La moratoria psicosocial diferencia a los social y culturalmente juveniles de los no


juveniles (según el acceso que los jóvenes tengan a dicha moratoria). Se ve la existencia
de jóvenes no juveniles, jóvenes de sectores populares que no tienen el beneficio (mal
llamado beneficio, es un derecho, de ahí la desigualdad en el acceso) de una moratoria
social, de ese privilegio que supone postergar el ingreso al mundo adulto, al mundo de las
responsabilidades y al de la autonomía económica.

Entonces, hay jóvenes que no son portadores de los signos que caracterizan
hegemónicamente a la juventud actual, precisamente porque esos signos no son el criterio
adecuado para decidir quiénes son jóvenes y quiénes no. Si la clasificación se hace desde
la clase social de la persona, entonces solo serán adolescentes y jóvenes los de las clases
dominantes y los de las clases populares pasan directo de la niñez a la adultez, quemando
etapas, obligados por la desigualdad social, que no es un término abstracto: “alguien”
decide arbitrariamente que sea así -no es magia- y no se aplican las políticas
correspondientes para que esto no suceda.

De esta manera, lo juvenil se convierte en una condición para quienes deciden en


una sociedad qué es y qué no es juventud. Por ejemplo, los rugbiers del caso Fernando
Solano, que sucedió en nuestros días, son considerados jóvenes: traviesos, transgresores,
que “solo hacían cosas de jóvenes, se divertían y, sin querer, se les fue la mano”. A estos
jóvenes se les otorga todas las características de “lo juvenil” (según el imaginario social
impuesto por los sectores de la clase dominante), pero a otros jóvenes de las clases
marginadas, si a esa misma edad no trabajan y andan de noche, deambulando, en boliches,
no van a la escuela, etc., no les adjudican las mismas características de “lo juvenil”, sino
que se los considera unos vagos con visos de delincuentes.

La moratoria social depende, indudablemente, de la clase social a la que


pertenezca el joven. Pierre Bordieu (1990) al respecto sostenía que la división por edades
es una arbitrariedad cultural que imponen los sectores dominantes para atribuir

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“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

significaciones que al mismo tiempo encubren relaciones de fuerza y se muestran como


únicas y legítimas.

5) ¿A qué alude el autor con desustancializar la subjetividad? ¿Qué críticas hace a la


noción de identidad?

El autor, al analizar cómo se establecen los procesos de subjetivación, critica el


concepto de identidad moderno porque afirma que pensar la constitución subjetiva como
entramado es diferente de adoptar la noción de identidad como forma que tomó la
subjetividad en la racionalidad moderna, siguiendo el modelo identitario: esencializada,
fija, estable, unitaria, autónoma, auténtica, privada, independiente y ahistórica.

El concepto de identidad se construyó desde un paradigma moderno sustancialista,


esencialista. Intentó articular lo individual con lo social, pero terminó explicándose en sí
mismo como una entidad cerrada, verdadera y única. El individuo fue considerado un ser
autónomo racional, consciente, libre, capaz de determinarse a sí mismo. Precisamente es
la noción de sujeto la que viene a enfrentar esta concepción de indiviso, homogéneo y
encapsulado en sus propios límites.

Cuando el autor habla de desustancializar la subjetividad se refiere a que la


construcción del sujeto se configura alrededor de un proceso de unión a los otros, de
pertenencia, pero a la vez, de separación con los otros, es decir, de diferencia. Identidad y
diferencia desustancializadas. Apenas se manifiesta la diferencia, se instituye la
desigualdad. No se trata solo de una simple diferencia sino de diferencias desigualadas.
Así se han sostenido muchos siglos de dispositivos de discriminación, exclusión,
estigmatización o exterminio. La construcción de diferencias desigualadas se produce
dentro de dispositivos de poder: de género, de clase, de etnia, geopolíticos, etc.

Aun así, en un escenario social dominado por el mercado que promueve una
cultura homogeneizadora de la condición juvenil, surgen y se desarrollan diferentes
experiencias de carácter contrahegemónica, diferentes formas de resistencia en las que los
sujetos llamados jóvenes construyen procesos de subjetivación alternos con sus propios
saberes, relaciones de poder y estéticas.

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“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

Las cualidades de la subjetividad juvenil no forman parte de una esencia joven,


sino que se construyen en un “entre”. Son efectos de los procesos de intercambio intra e
intergeneracionales como factores que producen identidad y diferencia.

Los abordajes del paradigma de la complejidad reubican y revalorizan el lugar de


las diferencias como factor de creación y de cambio. El sujeto no es lo dado
biológicamente ni una estructura psíquica aislada, sino que el sujeto adviene y deviene
como una configuración única e irrepetible en el intercambio con el ambiente y el entorno
social y cultural humano.

Desustancializar la subjetividad no significa desconocer las formas de


agrupamiento que efectúan los seres humanos, sus lugares de pertenencia, sus marcas de
origen, sus inscripciones simbólicas y jurídicas, sus producciones culturales.
Desustancializar hace eje en el “entre” no en las esencias, por eso se dice que identidad y
diferencia se articulan en la construcción de la subjetividad, pero sin sustancializarse.

Sustancializar, es dotar de materia a algo. En psicología, es dotar de un soporte


físico a algo. Desustancializar será entonces quitarle ese soporte físico o esa materia a la
subjetividad o al proceso de subjetividad, puesto que es un concepto abstracto, no algo
físico, observable a la vista. En el proceso de subjetividad el sujeto queda
desustancializado, convirtiéndose en lo opuesto al objeto. Identidad y subjetividad son
conceptos, no materia, por ende, están desustancializados.

La identidad entendida en la modernidad remite a una sustancia individual, pero el


sujeto no es una sustancia individual, por tanto, la noción de sujeto en proceso vino a
romper con las concepciones modernas acerca de la identidad. En la concepción de sujeto
la identidad se desustancializa. Identidad y diferencia se articulan en la construcción de la
subjetividad, pero sin sustancializarse, es decir sin convertirse en una sustancia individual.

6) ¿Qué preguntas le harías al autor?


a) ¿Podría explicar de otra manera más sencilla qué es sustancializar y qué es
desustancializar en el sentido en que usted utiliza estos términos?
b) Respecto de los dichos de Bordieu (1999) “Sin amarras, los jóvenes de hoy no
pueden anclar en puerto seguro. Están sueltos de referencias, sueltos en un
mundo que paradojalmente los amarra y no les permite (o con mucho

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“La orientación vocacional como experiencia subjetivante” (Roscavan, Sergio, 2016)

esfuerzo) la construcción de proyectos y de espacios que resulten


significativos.”

¿No le parece que la escuela como institución tiene que tomar el timón de ese barco y
tiene que ser quien conduzca a los jóvenes a puerto seguro?

¿No debe ser la escuela, además de la familia, quien les ofrezca marcos de referencia
fundamentales y espacios significativos para que puedan pensar en proyectos?

¿Qué responsabilidad le cabe a la escuela en estas problemáticas?

¿Cómo podemos nosotros, una vez educadores, convertirnos en referentes o en


ofrecedores de herramientas para lograr los marcos de referencia fundamentales que ellos
necesitan cuando la primera institución -que es la familia- ha fallado?

¿Tiene esto mucha relación o es lo que causa el pulsional fuera de cauce o la


plusconformidad? Los jóvenes desbordados en crisis de angustia que caen en abusos y
excesos, drogas, violencia, crueldad, transtornos alimenticios, delito, etc. O por el
contario, jóvenes conformistas que hacen lo que se espera de ellos, jóvenes que padecen
una desconexión con ellos mismos. ¿Qué podemos hacer desde la Institución Escuela para
revertir eso? Ya que todo está ligado a las problemáticas vocacionales de las que usted
habla y a las cuestiones del elegir, en las que soñar, imaginar, crear y proyectar se
presentan como capacidades debilitadas o ausentes.

¿Qué propuestas podemos pensar desde nuestros lugares de adultos educadores, parte de
un sistema educativo)

c) ¿Usted piensa, como yo, que la escuela secundaria debe cambiar y


transformarse para poder atender a las demandas de los jóvenes del SXXI y,
sobre todo, de los jóvenes que están en contextos de neoliberalismo y
neocapitalismo despiadados?

Bibliografía

Roscavan, Sergio. La orientación vocacional como experiencia subjetivante. Edit. Paidós.


Buenos Aires. (2016)

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