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FICHA DE LECTURA: LA PEDAGOGIA CRITICA Y ESTUDIOS DE JUVENTUD de Adriana Zaffaroni

Ideas centrales: Carácter social y natural de la juventud. Modalidades de juventudes. Moratoria Social y Vital.
Como se ha estudiado a los jóvenes. Paradigmas para pensar la juventud.

Comprender las relaciones entre las culturas juveniles y sistemas educativos es una tarea obligada de quienes
transitamos la docencia en todos sus niveles. Los jóvenes que pueblan las aulas, necesitan ser comprendidos
desde los profesores, para que los mismos construyan sus prácticas en base a estos nuevos mapas y
constelaciones culturales que sin duda han variado desde su formación profesional y disciplinar hasta hoy.

Desde una mirada social, juventud y vejez son etapas sujetas a cambios y reelaboraciones debidas a la
prolongación de la esperanza de vida y marcos sociabilizadores que se han transformado. Bourdieu nos dice
que “juventud y vejez” se construyen en la lucha entre ambas. Las construcciones entre edades y también,
entre clases son dispositivos sociales que intentan elaborar un orden, poner límites pero que también varían.

La temática referida a la juventud es siempre compleja. La juventud es siempre portadora de trasformaciones


algunas veces notorias y otras imperceptibles en los códigos de la cultura e incorpora cambios en las
costumbres y significaciones. Cada generación tiene “otra cultura” que deja de lado a la anterior. Las
limitaciones del termino juventud están dadas por las diferentes modalidades de la condición de ser joven.
Cada época y cada sector social postula formas de ser joven.

Ingresar la mirada social en las etapas de la vida humana, nos lleva a considerarlas en su carácter tanto social
como natural. Cada una de ellas, tiene un componente orgánico pero están asociadas siempre a condiciones
materiales y sociales. La moratoria social es una probabilidad otorgada principalmente a ciertos grupos
etarios, más probables de clases medias y alta que para las clases populares y más para los varones que para
las mujeres. Esta moratoria está asociada a los opuestos autonomía/emancipación, entendiendo por
autonomía la independencia política y económica con respecto a la familia de origen. Históricamente ha sido
definida como el tiempo de la autonomía financiera y familiar que implicaba haber terminado los estudios,
conseguir empleo, tener una vivienda, armar una pareja y conformar una familia. Para algunos autores esto es
la juventud, es decir es el periodo en que se posterga la asunción de responsabilidades económicas y
familiares. Sin embargo, otros autores sostienen que con esta definición solo podrían ser jóvenes los jóvenes
pertenecientes a sectores sociales acomodados y “los otros carecerían de juventud”.

Por esto mismo, los autores Margulis y Urresti, proponen la moratoria vital que refiere a una característica
cronológica de la juventud, que objetiviza la condición de ser joven y se traduce en capital enérgico y en estar
alejado temporalmente de la muerte, lo que se denomina también capital temporal o vital.

La juventud es una condición que se articula social y culturalmente en función de la edad (como crédito
energético y moratoria vital) con la generación a la que se pertenece (en tanto memoria social incorporada),
con la clase social de origen (como moratoria social y periodo de gracia), con el género según las urgencias
culturales que pesan sobre el varón o la mujer y con la ubicación en la familia, que es el marco institucional en
el que todas las otras variables se articulan. Entonces si bien en los jóvenes hay una moratoria vital, sobre ella
aparecerán diferencias sociales y culturales, en el modo de ser joven. En este sentido, los sectores más pobres
lejanos a esta moratoria social, nunca llegaran a serlo.

La “categoría juventud” como construcción cultural, está atravesada por las características de una formación
social determinada. Por ejemplo, en Europa está concebida como una etapa de protección psicosocial, es decir
como una moratoria social, mientras que en América latina, a la juventud se la asocia con amenaza social,
delincuencia y violencia, además de tener poco pasado y futuro, y ser heterogénea.

¿Cómo se han estudiado los jóvenes?


El interés por explicar “la categoría juventud” radica en poder mostrar en cómo se han estudiado los jóvenes,
en que contextos, desde que perspectivas teóricas, ya que es relevante para entender la construcción de
discursos que construyen la realidad social y que se imponen como legítimos.

1. Bordieu (1991) nos dice que la juventud es un construido, es solo una palabra que se construye como
representación ideológica de la división de grupos y añade que siempre hay una lucha para determinar
las fronteras de estos grupos.
2. En la misma línea esta Margulis (Argentina), quien piensa a la juventud desde la cultura, y logra
instalar junto a Bordieu el concepto como categoría. La categoría juventud no está definida por límites
temporales de carácter universal, sino que está asociada a condiciones de vida particulares,
pertenencias culturales e historias familiares. En tal sentido se habla de una condición social cuya
explicación no radica en sí mismo sino que resulta pertinente construirlas desde cómo es vivida e
interpretada por quienes son jóvenes.
Desde siempre las diferentes culturas han organizado y denominado las etapas de la vida de los
hombres (por eso son construcciones históricas), y para eso se establecen determinadas cronologías
que son institucionalizadas, legitimando de ese modo la supremacía de un grupo sobre otro. Dichas
institucionalizaciones, se logran a través de la intervención del Estado y es apoyado por el discurso
jurídico (ej. a través de la escuela o el ejército).
3. Antonio Pérez Islas:
a. Lo juvenil es un concepto relacional y siempre se debe abordar en relación a lo no juvenil.
b. Es un concepto situacional, por lo que deben evitarse las generalizaciones.
c. Lo juvenil es representado por elaboraciones de agentes e instituciones sociales externos a los
jóvenes y también por las autopercepciones de los mismos jóvenes, que pueden coincidir o no.
d. Lo joven es cambiante y se produce en lo cotidiano (familia, barrio, escuela, trabajo), es decir
que no está linealmente delimitado por los procesos económicos.
4. Rossana Reguillo Cruz (2000) señala que los jóvenes han adquirido visibilidad como actores
autónomos a través de:
a. Huellas dejadas en las instituciones socializadoras
b. Conjunto de políticas y normas que definen su status como ciudadanos
c. Consumo y acceso a bienes simbólicos y productos culturales
Además muestra cómo los jóvenes fueron etiquetados a través de las décadas: en los ’50-’60 como
rebeldes y revoltosos, en los ’70 como subversivos y en los ’80 como delincuentes y violentos.

En la última década se ha optado por el plural juventudes, denominación que implica una lucha política
por la afirmación de la heterogeneidad en oposición al discurso homogeneizador que sigue
permeando las políticas públicas de juventud.

5. Distintas miradas teóricas han utilizado las prácticas para abordar el tema de ser jóvenes. La
indagación de los jóvenes y el análisis de sus prácticas pueden mostrarnos los sentidos de los procesos
educativos. Los resultados pueden mostrarnos:
a. Prácticas conformistas respecto a un orden social establecido, a las relaciones sociales que lo
sostienen, a modos de pensar que avalan la dominación.
b. Prácticas de resistencia y cuestionamiento para producir modificaciones en las relaciones
sociales de dominación, en actitudes individualistas o en modos de pensar dogmáticos.
Mc Laren (1993), aporta que en lugar de construir subjetividades como formas monádicas
errantes o atómicas de totalidad, crucemos la frontera e ingresemos en zonas de diferencia
cultural, dando lugar a “identidades de borde”. Mediante las identidades de borde, es posible
construir otra historia, que apueste a que los sectores persistentemente dominados
cuestionen las historias impuestas a ellos y las narrativas dominantes de ciudadanía.
6. Ernesto Rodríguez (2005) señala que ni los gobiernos de los ’90 ni los gobiernos progresista que le
siguieron lograron encontrar respuestas a los problemas de la juventud. En este escenario son los
jóvenes los que más sufren los estilos de desarrollo excluyentes vigentes. EL Estado genera políticas de
juventud irrelevantes y fragmentarias con escaso impacto efectivo. Es así que vemos:
a. Jóvenes de sectores populares que no terminan su formación o que ingresan a trabajos más
precarios a pesar de haber concluido los estudios, por ser éstos de menor calidad (efecto fila).
b. La mayor parte de los jóvenes trabaja para sobrevivir y la sobreocupación no les es ajena.
c. Discriminación para el ingreso al sistema educativo.
En argentina, los jóvenes quedaron en la imposibilidad de imaginar un futuro, de dotar de sentido a
sus prácticas cotidianas ante la caída del concepto del progreso y de la falta de proyectos colectivos
emancipatorios que provocó la crisis del 2001. La vulnerabilizacion, produce no solo desigualdad de
oportunidades, desempleo, etc sino también procesos de destitución subjetiva que se expresa en
apatía, sentimientos de culpa, falta de iniciativa y la perdida de la capacidad de imaginación. Los
jóvenes solo se “dejan estar en el presente”.

7. La investigadora Dina Krauskof (2006), reseña cuatro paradigmas para pensar la juventud:

1. La adolescencia como periodo preparatorio: que piensa a los jóvenes como niños grandes o
adultos en formación, como etapa de puente entre niñez y adultez.
2. Juventud como etapa problema, como “edad difícil” poblada de embarazos, delincuencia,
drogas, abandono de estudios. Posición que favorece la criminalización de la juventud.
3. Juventud como actor estratégico del desarrollo: como renovación permanente de las sociedades
en el contexto de la globalización, señala como muy importante la participación juvenil para el
desarrollo.
4. Juventud ciudadana, niños y adolescentes tienen derechos a partir de la segunda mitad del siglo
XX. Reconoce el valor del sector como flexible y abierto a cambios para construir
democráticamente una sociedad con mayor calidad de vida.

El autor también hace hincapié en la importancia de la investigación educativa. Esta es un aspecto central en la
práctica pedagógica, en tanto brinda los fundamentos necesarios que permiten el análisis y la reflexión
constante del accionar docente. Es una gran contribución a la docencia presente, tan desafiante y
cuestionadora. Además, permite la construcción de bases sólidas para el mejoramiento de las futuras prácticas
profesionales unida a la posibilidad de generar nuevos conocimientos y comprensión de la realidad en donde
nos encontramos insertos.

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