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EJE…
INTRODUCCIÓN
La terapia conductual se desarrolló en gran medida como consecuencia de
la aplicación al campo clínico de la teoría conductista del aprendizaje. Ese
enfoque fue bastante fértil, tanto en lo teórico como en lo clínico, en el campo
de los hoy llamados trastornos de ansiedad. La situación fue distinta en el
campo de la depresión, probablemente porque el fenómeno clínico es más
complejo en muchos sentidos, y porque no se prestó con tanta facilidad a una
teorización basada en los principios del neoconductismo imperante hacia fines
de la década de 1950. A pesar de esto, en las décadas de 1960 y 1970, se desa-
rrollaron modelos y tratamientos conductuales de la depresión que nacie-
ron en forma paralela a los modelos y tratamientos cognitivos.
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* Vemos aquí el germen de una de las ideas angulares del modelo cognitivo: no sufri-
mos por los eventos que nos ocurren, sino por la significación que les asignamos.
La persona deprimida revela en sus sueños el modo negativo en que se ve a sí
mismo y a su circunstancia.
OBJETIVOS
La lectura de esta Unidad didáctica le facilitará:
• Identificar los modelos conductuales.
RED CONCEPTUAL
MODELOS CONDUCTUALES
ESTUDIOS DE RESULTADOS
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4 EJE
MODELOS CONDUCTUALES
➔
Genéricamente basados en la teoría conductista del aprendizaje, los modelos con-
ductuales ven la depresión como consecuencia de la pérdida, disminución o ausen-
cia de recompensas, o bien simplemente de la falta de habilidades para alcanzar
las recompensas (p. ej., las habilidades interpersonales requeridas para tener pare-
ja o poder trabajar con otras personas).
Desde esta perspectiva, los eventos vitales negativos estresantes están aso-
ciados a la depresión porque tienen consecuencias aversivas para la perso-
na, ya sea en términos de las recompensas que se pierden o bien por su rela-
ción con otros fenómenos (p. ej., la autocrítica suscitada por el evento negati-
vo).
➔ Uno de los modelos conductuales más conocidos fue propuesto por Lewinsohn,
quien concibió la depresión como el resultado de una conducta pasiva, repetitiva y
no recompensada (como sentarse durante horas a mirar televisión sin siquiera dis-
frutar lo que se ve, ni prestarle demasiada atención).
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* enLa terapia conductual considera que la clave del manejo de la depresión consiste
hacer lo opuesto: activar la conducta valorada y lograr que las recompensas
asociadas mejoren el ánimo de la persona afectada.
➔ Una vida plena, en términos conductuales, es una vida en la que la persona está
en contacto con fuentes de recompensas variadas y estables, lo que le permitirá
tolerar la eventual pérdida de alguna de ellas (Kanter, Busch y Rusch, 2009).
En línea con esto, Bandura (1977) observó hace tiempo que la mejor mane-
ra de mantener una conducta era el apelar a la autorrecompensa, especial-
mente en situaciones en las cuales las recompensas generadas por otros podrí-
an no estar disponibles. Sabemos que los pacientes deprimidos justamente se
caracterizan por lo contrario, se critican con dureza al evaluar su desempeño.
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* que
El objetivo de la activación conductual, en consonancia con lo ya comentado, es
el paciente incremente las actividades que lo llevarán al refuerzo positivo de
acuerdo con sus valores y sus metas en la vida, sobreponiéndose a la evitación y a
cualquier otro obstáculo que se presente en el curso de esa búsqueda.
Actividad 1
?
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Fig. 1
Modelo beckiano de la depresión.
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La vulnerabilidad a la depresión
La teoría de la indefensión aprendida (learned helplessness, Overmier y
Seligman, 1967) se desarrolló en el contexto de una investigación sobre el
aprendizaje animal. Los investigadores indagaban el efecto de exponer a perros
a circunstancias que involucraban un estímulo aversivo del que se podía esca-
par. Observaron que la repetición de la experiencia conducía a la liberación en
un tiempo cada vez menor. En una segunda experiencia se expuso a perros a
un estímulo aversivo inescapable, observándose una progresiva reducción de
la motivación para escapar del estímulo, descenso en la respuesta emocional y
reducción en la conducta activa de escape. Pero el punto interesante lo arrojó
la tercera experiencia, cuando perros que habían sufrido la segunda condición
demostraban dificultades para aprender a escapar de una situación aversiva
nueva en la que la continuidad del estímulo aversivo sí era contingente a sus
esfuerzos. Esta experiencia se convirtió en el primer modelo animal de la
depresión, y dio lugar a modelos cognitivos que ponían el énfasis en la atri-
bución que la persona realizara sobre la situación más que a la situa-
ción negativa misma.
• baja energía
• apatía
• retardo psicomotor
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• baja concentración
Fig. 2
Modelo de depresión por desesperanza.
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por pensamientos repetitivos acerca del presente malestar personal, sus posibles
causas y consecuencias (“¿por qué me siento así?”, “¿por qué me va mal en todo?”,
“¿cómo puedo seguir así?”, “¿dónde me equivoqué?”, etc.).
* fiere
En particular, y contrariamente a lo que suponen los afectados, la rumiación inter-
en la resolución de problemas interpersonales (Lyubomirsky y Nolen-
Hoeksema, 1995) y disminuye los efectos beneficiosos del apoyo social en la pro-
tección ante el estrés (Nolen-Hoeksema y Davis, 1999).
➔ Estos nuevos modelos no dejaron de interesarse por los fenómenos cognitivos estu-
diados por Beck y Ellis, pero sumaron a ellos el interés por los procesos de evalua-
ción del pensamiento mismo, esto es, la metacognición.
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Modelo metacognitivo
El modelo desarrollado por Wells (2009) sostiene que las emociones de
ansiedad y tristeza son señales internas de una discrepancia en la autorre-
gulación de las amenazas al bienestar. Lo usual es que estas emociones duren
poco porque la persona implementa estrategias de afrontamiento para reducir
la amenaza y controlar la cognición. La patología mental ocurre cuando esas
respuestas emocionales se mantienen. Esto se debería a estilos y estrategias
de pensamiento que son disfuncionales.
* Ende losel modelo metacognitivo los pensamientos automáticos negativos son gatillos
aspectos problemáticos de la metacognición, siendo estos últimos el blanco
central de la terapia. El SCA prolonga la tristeza y las creencias negativas, lo que
lleva a episodios depresivos.
Fig. 3
Modelo metacognitivo de Wells.
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Actividad 2
?
a. Complete el siguiente cuadro con las principales características de cada
uno de los modelos.
TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL DE LA
DEPRESIÓN
¿Para quién?
La terapia cognitiva no es una panacea y, por ende, no es un tratamiento
adecuado para cualquier persona deprimida ni para cualquier forma de depre-
sión. Es importante tener presente, como señalamos antes, que la terapia de
Beck se desarrolló para pacientes con depresión reactiva, episódica, sin sínto-
mas psicóticos.
* personas
Por lo tanto, es aconsejable evaluar si el paciente tiene las características de las
que responden bien a la terapia cognitiva (Padesky y Greenberger, 1995;
Safran y Segal, 1990; Safran, Segal, Vallis, Shaw y Samstag, 1993).
Por supuesto, esto no significa que los pacientes deban cumplir con estas
características algo ideales para responder a la terapia cognitiva, sino que su
pronóstico es mucho más favorable cuando las tienen.
Un aspecto que sí debe ser seriamente considerado por el terapeuta es la
disposición del paciente a realizar tareas entre sesiones, ya que ese fac-
tor está muy relacionado con el cambio terapéutico, así como con la durabili-
dad de las intervenciones en el postratamiento. Los pacientes muy pasivos o
excesivamente dependientes pueden tener dificultades para llevar adelante
exitosamente una terapia cognitivo-conductual.
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• Sesión 1:
✓ Evaluación general:
• Sesión 2:
- Comunicar el diagnóstico.
✓ Tarea:
• Sesiones 3 y 4:
✓ Intervenciones conductuales:
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✓ Intervenciones cognitivas:
✓ Tarea:
• Sesiones 5 a 7
✓ Intervenciones conductuales:
- Comenzar a identificar.
✓ Tarea
• Sesiones 8 a 12:
✓ Intervenciones conductuales:
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✓ Intervenciones conductuales:
ESTUDIOS DE RESULTADOS
La terapia cognitiva ha demostrado en general ser tan eficaz como los
antidepresivos, tanto los tricíclicos como los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (DeRubeis y cols., 2005; Hollon y cols., 1992;
Murphy, Simmons, Wetzel y Lustman, 1984). También ha demostrado la
misma eficacia que un inhibidor de la monoaminooxidasa en el tratamiento de
pacientes ambulatorios con depresión atípica (Jarrett y cols., 1999).
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Williams (1997) halló que sólo 5% de los pacientes que integraban el grupo
tratado exitosamente con terapia cognitiva buscaron tratamiento adicional,
contra 39% de los que integraban el grupo que recibió medicación antidepre-
siva.
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Vos, Corry, Haby, Carter y Andrews (2005) compararon los costos y benefi-
cios de la terapia cognitiva y la medicación tanto en el episodio como en el
mantenimiento. Hallaron que el tratamiento de mantenimiento con inhibido-
res selectivos de la recaptación de serotonina era la opción más cara, casi el
doble de la biblioterapia, la terapia cognitiva grupal, la terapia cognitiva indi-
vidual y los antidepresivos tricíclicos.
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caro, pero también más eficaz en la reducción de las tasas acumuladas de recu-
rrencia (29% para los pacientes que recibieron también terapia cognitiva con-
tra 47% de los pacientes que no recibieron terapia cognitiva).
* combinada
Todos estos hallazgos sugieren que la terapia cognitiva, ya sea por sí sola como
con medicación, puede incrementar la ecuación costo-beneficio, espe-
cialmente cuando los costos mayores a corto plazo se equilibran con los resultados
mejores y costos marginales más bajos a largo plazo.
Gortner, Gollan, Dobson y Jacobson (1998) hallaron que los pacientes que
habían recibido terapia conductual en el estudio de Jacobson de 1996 no mos-
traban mayor recurrencia que los tratados con terapia cognitiva (que incluía
tanto los componentes conductuales como los cognitivos).
Más allá de estos datos, el tema está lejos de estar zanjado, debido a la dis-
paridad de la base empírica sobre la que se sostiene el debate, así como las
objeciones metodológicas realizadas a algunos estudios. Un trabajo amplia-
mente citado (Wampold y cols., 2002) apoya la idea de que la terapia cogni-
tiva y la terapia conductual tienen resultados similares en el trata-
miento de la depresión, pero cuestiona la superioridad de estas inter-
venciones respecto de “otras psicoterapias”. Su argumento es que la supe-
rioridad resultaba del hecho de comparar las intervenciones cognitivas y con-
ductuales con toda clase de tratamientos contra la depresión, tuvieran o no un
fundamento teórico racional (lo que Wampold denomina tratamiento bona
fide).
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* Más allá de esto, podemos afirmar que las terapias cognitivo-conductuales ofrecen
opciones terapéuticas eficaces, eficientes y efectivas para la depresión monopolar,
con una buena relación entre costo y efectividad, y una buena aceptación por parte
de los pacientes.
Actividad 3
?
c. ¿En qué tipo de pacientes y con qué tipo de depresión indicaría terapia
cognitivo-conductual? ¿Cuál considera que es la medicación más adecua-
da?
REFERENCIAS
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