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PSICOLOGÍA EN LÍNEA

PSICOLOGÍA DE LA ATENCIÓN PRIMARIA


4 créditos

Profesor Autor:
Psi. Cl. Olmedo Farfán C. Mg.

Titulaciones Semestre

● PSICOLOGÍA Segundo

Tutorías: El profesor asignado se publicará en el entorno virtual de aprendizaje


online.utm.edu.ec), y sus horarios de conferencias los determinará por el mismo medio

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Índice

Tabla de contenido

Resultado de aprendizaje de la asignatura 3


UNIDAD 1. INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 3
Tema 1. Introducción a la Psicología de la Salud 5
Concepto de salud 5
1.2 Modelos de Salud 6
El modelo biopsicosocial. 6
El modelo holista de salud. 6
El modelo de elección personal. 7
El modelo de salud como inteligencia emocional. 7
1.3 Salud Mental 8
Tema 2: Relación de la Psicología y la Salud 9
2.1 Psicología de la Salud 10
2.2 Cuidado Primario 11
2.3 Ámbitos de aplicación 11
2.4 Algunos ámbitos de actuaciones específicos: 12
Tema 3: La Psicoeducación en Salud 21
3.1 Metodología de la Psicoeducación 23
3.2 La Psicoeducación en Grupo 24
3.4 Estructura del Programa Psicoeducativo 24
3.5 Uso de la Psicoeducación 26
Tema 4: Reacciones Psicológicas Durante el Proceso Salud-Enfermedad 27
4.1 Depresión y Ansiedad 29
4.2 El Estrés 31
4.3 Emociones negativas y salud-enfermedad 32

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Resultado de aprendizaje de la asignatura

Conocer las características y perfil profesional del psicólogo de tal forma que se
desarrollen bajo el marco del profesionalismo ya que no solo se enfoca en la psico
rehabilitación de las personas con deterioro en la salud mental, en su efecto, se basa
en el conocimiento de las funciones principales del psicólogo como promotor de la
promoción y prevención de la salud mental, además de ser un investigador de primera
dentro de la rama, lo que permite como tal poder desarrollar múltiples herramientas
indispensables para la psicoterapia.

PSICOLOGÍA DE LA
ATENCIÓN PRIMARIA

UNIDAD 1. INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD

Resultado de aprendizaje de la unidad: Valorar la importancia de los conocimientos


de la psicología de la salud para utilizarlos a través de las acciones de promoción,
prevención, mantenimiento y recuperación de la salud del individuo o de la población.

¿Qué es la Psicología?
Todos en algún momento hemos escuchado hablar de la Psicología y del trabajo que
desempeñan los psicólogos, e inclusive es cada vez más frecuente escuchar de
personas conocidas, amigos o familiares que asisten a terapia, o tal vez uno mismo
ha acudido alguna vez a terapia. Pero ¿en realidad un psicólogo se dedica solamente
a tratar pacientes o personas con dificultades en su vida?

Por ello, López (2017) menciona que si se hace un análisis objetivo sobre el trabajo
que realiza un psicólogo, puede verse que la idea general ha cambiado con el tiempo
y por las necesidades de los seres humanos. Hace apenas algunas décadas muchas
personas se hubieran sentido ofendidas o escandalizadas ante la mínima insinuación

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de consultar a un psicólogo, debido a que la imagen de este profesional era la de un
“doctor” que atendía a personas con “problemas mentales” o peyorativamente era
aquella persona que “atendía locos”. Hoy las cosas han cambiado y la percepción
social que se tiene de este profesional se ha modificado debido a las áreas de trabajo
y campos de aplicación de esta ciencia. Para ir aclarando algunos puntos importantes
es necesario responder a la pregunta: la Psicología es: ¿una ciencia o una profesión?

Partiendo de este principio, la Psicología cumple el requisito de ser una profesión, ya


que al concluir los estudios de la licenciatura en Psicología se obtiene el título de
psicólogo para poder ejercerla. Pero la respuesta no finaliza ahí; la Psicología también
es una ciencia porque para ello se requiere hacer observaciones sobre un tema
particular, plantearse una hipótesis y mediante una situación controlada, comprobar
si la hipótesis es falsa o verdadera y esto también se realiza en Psicología (López,
2017).

Es importante mencionar que la Psicología, como ciencia o como profesión, se vale


de diferentes procesos como descripción, explicación, predicción y modificación para
establecer objetivos sobre el estudio de la conducta de los seres humanos y animales.

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Tema 1. Introducción a la Psicología de la Salud

Concepto de salud
La salud, entendida en sentido amplio, como el bienestar físico, psicológico y social,
va mucho más allá del esquema biomédico, abarcando la esfera subjetiva y del
comportamiento del ser humano. No es la ausencia de alteraciones y de enfermedad,
sino un concepto positivo que implica distintos grados de vitalidad y funcionamiento
adaptativo.

Desde el punto de vista subjetivo, está relacionada con un sentimiento de bienestar.


Los aspectos objetivos de la misma tienen relación con la capacidad de
funcionamiento de la persona.

Según Laín Entralgo (1965), la salud humana es una estructura compleja definida por:
un criterio subjetivo, es decir, el sentimiento difuso de bienestar o en otras palabras
sentirse bien, estar bien y un criterio objetivo determinado por la valoración de los
aspectos morfológicos, funcionales, de rendimiento vital y de conducta. La esencia de
este concepto fue retomada por Edgar Morin (1983), en su libro “El método: la vida
de la vida” en el cual expresa que “la salud es una condición de la vida misma y que
el ser humano es proceso y resultado de las relaciones entre dos sistemas
hipercomplejos: el biológico y el cultural. Cuando coexiste la normalidad de lo objetivo
con el sentimiento subjetivo de bienestar se puede hablar de una salud perfecta. No
obstante, el estado saludable sólo es percibido por los sujetos en la medida que
existen manifestaciones que así lo demuestran, es decir, la ausencia de síntomas o
estados de ánimo que presagien enfermedad.

En el concepto de salud están implicadas las distintas partes de nuestro sistema.


Existe un principio psicofisiológico básico que Green y Green (1979) expresan ‘’Cada
cambio en el estado fisiológico es acompañado por un cambio en el estado mental-
emocional, consciente o inconsciente; e inversamente, cada cambio en el estado
mental-emocional, consciente o inconsciente es acompañado por un cambio
apropiado en el estado fisiológico’’

El concepto de salud se sitúa mucho más allá del territorio biológico y natural, tiene
implícito una conceptualización sanitaria, una nueva dinámica, una responsabilidad
social, una apropiación de recursos físicos, económicos y humanos, es decir, un
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acuerdo social acerca de cuáles son los recursos que el Estado y la sociedad deben
destinar al propósito de garantizar a los ciudadanos unas condiciones de salud, y
como resultado unas condiciones de vida digna.

1.2 Modelos de Salud


El modelo biopsicosocial.
Este modelo fue planteado por Engel, que en sus escritos afirma que él mismo se
enmarca en la teoría general de sistemas; así, es un modelo de sistemas que asume
de manera explícita la multiplicidad de causas de la salud.

Según Sperry (2008), el modelo biopsicosocial se plantea como una propuesta


integradora, comprensiva y sistémica de los niveles biológicos, psicológicos y sociales
del sujeto. Dichos sistemas interactúan intercambiando información, energía y otras
sustancias, permitiendo la confluencia de perspectivas muy diferentes en una
concepción holista integrada dentro modelo biopsicosocial, tal como ocurre con la
psicología individual (Sperry, 2008). El modelo biopsicosocial proporciona una gran
flexibilidad en la aproximación a la salud. Si bien es cierto que carece de una
estructura consolidada de factores o dimensiones, esto mismo otorga al modelo
libertad suficiente como para explorar las múltiples causas presentes en los
problemas de salud.

El modelo holista de salud.

En el modelo holista de la salud, la salud y la enfermedad no son términos


exclusivamente biológicos o psicológicos, sino de la totalidad de la persona y el
entorno es la persona la que enferma no el organismo (Kolcaba, 1997).

La relación que existe entre el cuerpo y la mente y que hemos analizado en conceptos
anteriores, tiene una base sólida en este modelo de salud, se centra en aspectos tales
como; vitalidad, bienestar, resiliencia, armonía, etc. La psicoterapia, de acuerdo a este
modelo, debe integrarse con la espiritualidad, la cual sigue a la intervención
terapéutica, contra poniéndose dicha visión a una aproximación monista o a una
elementalista (Sperrry & Mansager, 2004).

Otra particularidad que se determina en una visión holista bien estructurada y


fundamentada es la definición de habilidad, o capacidad, ya que un sujeto
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relativamente saludable es el que se siente en capacidad de hacer lo que necesita
hacer, dentro de un determinado estado mental y corporal y en condiciones estándar

El modelo de elección personal.


Este modelo, creado por Glasser, se basa en que las personas satisfacen una serie
de necesidades como son supervivencia, amor y pertenencia, poder, libertad y la
diversión. Parish y Van Dusen (2007), lo definen como un modelo de salud mental,
coincidiendo así con la propuesta de Glasser, a pesar de que este modelo ha sido
aplicado en diferentes contextos

El modelo también se direcciona a la perspectiva de que la felicidad de la persona y


el modo de proceder en las elecciones personales, pueden influenciar a otros.

Es uno de los pocos modelos que se centra en la situación de la persona en su


momento actual y en la distancia que presenta un individuo en cuanto a la satisfacción
de las necesidades, poniendo el énfasis en la toma de decisiones.

El modelo de salud como inteligencia emocional.


En relación con el bienestar, la inteligencia emocional se compone de la atención
emocional hacia las propias emociones, la claridad de la experiencia emocional y la
reducción de las emociones negativas y prolongar las emociones positivas (Salovey,
Mayer, Goldman, Turvey, & Palfai, 1995, p. 127).

La sabiduría emocional consiste en la disponibilidad del conocimiento emocional, su


accesibilidad y la generación de emociones apropiadas y los recursos cognitivos
necesarios para utilizar ese conocimiento en contexto (Feldman & Gross, 2001, p.
292), ya que no se la puede desvincular de la evaluación social, de la cual depende
para manifestarse (Salovey & Grewal, 2005).

La salud como resiliencia

Ante un evento traumático se deben tener unas propiedades de resiliencia


constitucional o neurobiológica, unos adecuados mecanismos internos de
afrontamiento, un contexto próximo de apoyo y un contexto social de apoyo más
amplio (Smith, 1999). De acuerdo con esto la resiliencia exige la presencia de un
evento de alto riesgo o traumático para poder manifestarse.

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La resiliencia en salud se ha conceptualizado como la capacidad de mantener una
buena salud en medio de una gran adversidad (Sanders, Lim, & Sohn, 2008),
capacidad que puede emerger en el desarrollo relacional, adquiriéndose en el
ambiente (Hartling, 2008). Además, el concepto de resiliencia se relaciona con el de
riesgo mediante un modelo de riesgo - resiliencia (Jenson, 2007).

Promover la resiliencia genera salud mental, dado que aporta una perspectiva más
optimista en el proceso salud-enfermedad. Más allá de propiciar una sana adaptación
a las condiciones adversas, la resiliencia consiste en una actitud proactiva centrada
en la connotación positiva de los eventos, desde una mirada más integral de la
existencia; expresa el poseer un sentido de vida, plasticidad en la manera de
vincularse consigo mismo, con los otros y con el entorno, en medio de la adversidad,
con estrategias de afrontamiento más adecuadas y propositivas. Sobreponerse a una
crisis implica asumir la adversidad como reto, y no tanto como pérdida.

1.3 Salud Mental


En psicología cuando se habla de salud mental se la entiende como un estado
relativamente perdurable en el cual la persona se encuentra bien adaptada, siente
gusto por la vida y esta logrando su autorrealización. Es un estado positivo y no la
mera ausencia de trastornos mentales. También se considera un estado normal del
individuo (Davini, Gellon De Salluzi, Rossi, 1968).

En este sentido la salud mental tiene que ver con la vida diaria de todos, se refiere a
la manera como cada uno se relaciona con las actividades en general en la
comunidad; comprende la manera en que cada uno armoniza sus deseos, anhelos,
habilidades, ideales, sentimientos y valores morales con los requerimientos para
hacer frente a las demandas de la vida.

En cuanto al ámbito social, se habla de salud mental comunitaria que implica el


desarrollo general de los aspectos psicosociales y conductuales, la percepción de la
salud y la calidad de vida por parte de la población, la forma con que se cubren las
necesidades básicas y se aseguren los derechos humanos y la atención de trastornos
mentales.

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Las personas se pueden considerar mentalmente sanas cuando:

● Están satisfechas consigo mismas. No están abrumadas por sus propias


emociones (rabia, temores, amor, celos, sentimientos de culpa o
preocupaciones).
● Se sienten bien con los demás. Son capaces de amar y tener en consideración
los intereses de los demás
● Aceptan sus responsabilidades ante los problemas que se van presentando.
Modifican su ambiente cuando esto es posible y se ajustan a él cuando es
necesario.

Tema 2: Relación de la Psicología y la Salud

La relación entre psicología y salud ha generado un campo emergente de


conocimiento cargado de múltiples posibilidades de desarrollo para las "ciencias psi".
Entre ellas, pueden señalarse los desarrollos en psicoterapia, la psicología de la
salud, la medicina conductual, la medicina psicosomática y la psicología de enlace,
pudiendo considerarse dentro de ellos, incluso, asuntos relativos a disciplinas como
la psiquiatría y el trabajo social.

Esta relación entre la psicología y la salud se ha tejido fundamentalmente en el


escenario del modelo biomédico hegemónico, lo cual le ha permitido a la psicología
insertarse dentro de los contextos propios de las llamadas "ciencias de la salud",
adoptando no solo un lenguaje propio de dichas ciencias (enfermedad, diagnóstico,
pronóstico, tratamiento, etc), sino también sus formas particulares de
institucionalización (la clínica, el hospital, el consultorio) y su lógica de intervención
(la cura mediante la modificación de variables ambientales, biológicas o psicológicas).
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No obstante, las ciencias sociales, y con ellas la psicología, han problematizado esta
noción de salud, enfatizando en que ésta constituye un fenómeno social y no solo un
hecho natural. En palabras de Schütz, ‘’el mundo de la naturaleza, tal como lo explora
el especialista en ciencias naturales, no 'significa' nada para las moléculas, átomos y
electrones. Pero el campo observacional del científico social, la realidad social, tiene
significado específico y una estructura de significatividades para los seres humanos
que viven, actuar y piensen dentro de él" (Schütz, 2003, p.79)

2.1 Psicología de la Salud

La Psicología de la Salud como disciplina se ancla en el modelo biopsicosocial que


busca entender y atender de forma más amplia las principales condiciones de salud
de la población. Particularmente, la Psicología Clínica de la Salud surge como el
campo encargado de aplicar el conocimiento científico de las interrelaciones entre los
componentes conductuales, emocionales, cognitivos, sociales y biológicos en la salud
y la enfermedad, a la promoción y mantenimiento de la salud. Además, busca aplicar
este conocimiento a la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de las
enfermedades y discapacidades, y a la mejora del sistema de salud (Belar &
Deardorff, 2009).

El psicólogo clínico de la salud se ubica en una variedad de escenarios que incluyen


el cuidado primario, las unidades de hospitalización, y los programas de servicio
especializado como manejo de dolor, rehabilitación, salud de la mujer, oncología y
cesación de fumar (Thielke, Thompson, & Stuart, 2011). Además, asume diversos
roles y funciones en el escenario de salud que incluyen: el servicio directo, la
investigación, la docencia y el desarrollo de políticas (Belar & Deardorff, 2009). En
cuanto al servicio, realizan evaluación, intervención y consultoría para atender
diversas áreas como: afrontamiento de la enfermedad, adherencia al tratamiento,
dificultades psicosociales, la relación médico-paciente, el desarrollo de programas de
salud y la rehabilitación. Esto tomando en cuenta al paciente, su familia, el sistema
de salud y el contexto sociocultural.

La psicología de la salud debe entenderse simple y llanamente como un ‘campo de


actuación profesional en el que los psicólogos poseen tanto los conocimientos como
las competencias indispensables para cumplir con las funciones de investigación,

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prevención y rehabilitación, fundamentalmente, con especial énfasis en la
investigación de qué y cómo las variables psicológicas facilitan o dificultan la práctica
de los comportamientos instrumentales de riesgo o de prevención, con el objeto de
prevenir una enfermedad y promover la salud’.

2.2 Cuidado Primario

El cuidado primario es la prestación de servicios integrados y accesibles por parte de


profesionales que son responsables de atender la mayoría de las necesidades
personales de salud, desarrollando una alianza con los pacientes y practicando en
contextos de familia y comunidad, para la continuidad de los servicios (Institute of
Medicine, 1994). Estos escenarios representan la primera puerta de entrada de los
pacientes, por lo que reciben un amplio rango de condiciones físicas agudas y
crónicas, así como psicopatologías leves, moderadas y severas, síntomas
psicológicos y problemas de vida que requieren intervención para evitar su desarrollo
(McDaniel & deGruy, 2014).

En el escenario primario se requiere que el psicólogo tenga las competencias para


abordar la amplia variedad de diagnósticos que se reciben, así como para enfatizar
en la promoción y prevención, el manejo de condiciones agudas y crónicas, la
intervención familiar, la coordinación de servicios y la colaboración para mejorar el
acceso a los mismos (McDaniel et al., 2014). Asimismo, y similar a la formación del
médico primario, el psicólogo debe recibir la preparación adecuada que le permita
interactuar con los pacientes y proveedores, cultural e individualmente diversos, estar
conscientes de los dilemas éticos inherentes al escenario primario, comprometerse
en el desarrollo de programas, y mostrar destrezas interprofesionales, además de las
clínicas (Cubic & Beacham, 2014). Según la Asociación Americana de Psicología
(APA, por sus siglas en inglés), las competencias en Psicología del Cuidado Primario
(PCP) se agrupan en seis dominios amplios que incluyen: ciencia, sistemas,
profesionalismo, relaciones, aplicación y educación.

2.3 Ámbitos de aplicación


De acuerdo con la revisión realizada por Fernández, Amigo, Pérez y Fernández
(2003), la Psicología de la Salud cubre al menos los siguientes ámbitos de aplicación:
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● Promoción de la salud: Se trataría de todas aquellas actuaciones dirigidas a
promover un estilo de vida saludable, entendiendo por salud no sólo la
ausencia de enfermedad sino la presencia de un estado de bienestar físico y
anímico en el individuo. En este sentido, se destacarían las destinadas a
fomentar aquellos hábitos de salud que pueden hacer que las personas se
sientan mejor en su vida diaria.
● Prevención de las enfermedades: Esta tarea pasaría por la modificación de
hábitos no saludables asociados a múltiples patologías, bien crónicas o agudas
(por ejemplo, el tabaquismo). En este aspecto, se hace aún más evidente la
estrecha relación entre los ámbitos de la promoción y de la prevención. Sin
embargo, existen otros muchos comportamientos de riesgo cuya eliminación
es la única y más eficaz forma de evitar muchas enfermedades graves. Por
ejemplo, el uso del cinturón de seguridad y el fomento de una conducción
prudente es una forma de reducir el alto número de patologías medulares.
● Evaluación y tratamiento de enfermedades específicas: Son muchas las
alteraciones que han sido objeto de tratamientos basados en las técnicas de
modificación de conducta.
● Evaluación y mejora del sistema sanitario: En este epígrafe se encuadrarían
todas las propuestas dirigidas a mejorar la atención sanitaria en lo que se
refiere a la práctica profesional, a la educación sanitaria de los usuarios y a la
relación entre los colectivos implicados, además de la
● formulación de una política de salud.

2.4 Algunos ámbitos de actuaciones específicos:


Enfermedades terminales.

El psicólogo enmarcado dentro del área de la Psicología Clínica y de la Salud


tiene el importante papel de sensibilizar a los profesionales sanitarios sobre las
necesidades emocionales de sus pacientes y familias, educar, ofrecer criterios
adecuados de derivación y formar un soporte emocional (Organización Mundial
de la Salud, 1990). Asimismo, el psicólogo trata de adecuar sus servicios
profesionales al plan general de tratamiento de su equipo interdisciplinar, de
tal modo que todos los profesionales del equipo compartan los objetivos
emocionales y los apoyen. De esta forma, su propia actuación puede ser
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coherente con los objetivos de las otras especialidades y permite que se
trabaje en colaboración para conseguir el máximo bienestar para el paciente y
la familia.

Por tanto, atender a las necesidades de todas las personas en esta etapa tan
importante de la vida constituye un deber profesional y moral.

Cáncer

Podemos definir la Psico-oncología como una sub-especialidad de la oncología


enmarcada en el campo de la Psicología Clínica y de la Salud que pretende
los siguientes objetivos fundamentales:

1) La prevención primaria: detectando e interviniendo sobre los factores


psicosociales que pudieran estar influyendo en el origen del cáncer.

2) La prevención secundaria: detectando e interviniendo sobre los factores


psicológicos más importantes que pueden facilitar una detección precoz del
cáncer.

3) La intervención terapéutica, la rehabilitación y/o los cuidados


paliativos: interviniendo en la respuesta emocional de los pacientes, los
familiares y de todas las personas encargadas del cuidado del paciente
(médicos, psicólogos, enfermeras, auxiliares…) en todas las diferentes fases
de la enfermedad: diagnóstico, tratamiento, intervalo libre, recidiva,
enfermedad avanzada y terminal, fase de duelo o remisión con el objetivo de
mantener o recuperar la calidad de vida (en los niveles de sintomatología física,
autonomía y hábitos cotidianos, nivel familiar y social y nivel psicológico-
emocional) que está siendo afectada por la enfermedad o su tratamiento.

4) La investigación: como en el resto de campos, los estudios científicos en


psico-oncología son fundamentales para avanzar en el desarrollo de
protocolos de evaluación e intervención más eficaces y eficientes.

Tabaquismo

La Psicología de la Salud dispone de un campo fértil en el que desarrollar


programas psicológicos para prevenir e intervenir en esta adicción que tantas

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consecuencias negativas conlleva para la salud de las personas. Desde la
aparición de las técnicas conductuales, las técnicas más empleadas son los
procedimientos aversivos (fumar rápido, saciación, retener el humo,
sensibilización encubierta, shock eléctrico) y otras técnicas como la
autoadvertencia, la relajación, el control de estímulos, la reducción gradual de
ingestión de nicotina y alquitrán, fumar controlado; así como el manejo de
contingencias, la desensibilización sistemática, la terapia de estimulación
ambiental restringida, los contratos de contingencias, los métodos de
automanejo y autocontrol y los programas multicomponentes. De todas éstas,
los datos sugieren que las que han demostrado una mayor eficacia, y
consiguientemente las que más se utilizan son: la técnica de fumar rápido, la
de retener el humo, la de reducción gradual de ingestión de nicotina y alquitrán
y, finalmente, los programas multicomponentes.

Los tratamientos médicos (sustitutivos de la nicotina) no ofrecen mayor eficacia


que los tratamientos psicológicos disponibles. Por el contrario, pueden generar
importantes pérdidas de eficacia a lo largo del tiempo. Además, las terapias
farmacológicas arrojan cifras de eficacia parecidas a las terapias con una
sustancia placebo. Ello lleva a pensar que estas terapias podrían resultar útiles
para un porcentaje de fumadores que tengan la expectativa de que es posible
dejar de fumar si toman algún tipo de medicamento.

Alcoholismo

A lo largo del tiempo se ha utilizado una amplia variedad de tratamientos para


la dependencia del alcohol, los cuales han ido variando según el tiempo y

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evolucionando desde el no tratamiento a la medicalización exclusiva del
trastorno, para finalmente concebir el problema desde un abordaje
interdisciplinar.

Las estrategias que resultan más eficaces son los programas llevados a cabo
desde la familia (a través del entrenamiento a padres en habilidades de
comunicación y resolución de conflictos) y desde la escuela (a través del
entrenamiento a profesores en habilidades de detección de casos de riesgo,
derivación, entrenamiento en competencia social a los chicos y programas para
fomentar una mayor implicación de éstos en la escuela).

Intervenir en estos ámbitos (familia y escuela) parece potenciar las estrategias


para reducir los factores de riesgo e incrementar los factores de resistencia. Gil
y Ballester (2002) argumentan que la eficacia de los programas llevados a cabo
en la familia y en la escuela se podrían explicar si tenemos en cuenta que los
dos mejores predictores del consumo y abuso temprano del alcohol son el
hecho de que:

(a) Los padres inicien a los niños en el consumo con motivo de celebraciones
o fiestas.

(b) La asunción de la creencia de que el alcohol facilita la diversión por parte


del grupo de iguales.

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Dolor crónico

El dolor es una experiencia subjetiva que sólo es accesible de una forma


directa para la propia persona. El dolor también es el resultado no sólo de
factores biológicos, sino también de factores psicológicos y sociales.

Melzack y Casey (1968) describen el dolor como una experiencia


tridimensional, dividida en sensorial, afectiva y cognitiva.

La dimensión sensorial: se corresponde con el input sensorial que da origen


a la experiencia del dolor. Es el pinchazo de una aguja o el espasmo vascular
o la tensión muscular.

La dimensión afectiva supone una integración superior de esa información a


nivel intermedio. Implica inicialmente una caracterización emocional del dolor,
con implicaciones comportamentales de acercamiento o alejamiento a las
situaciones ligadas a la estimulación dolorosa.

La dimensión cognitiva recoge el aspecto superior de integración de la


experiencia de dolor y se encuentra más cerca de la experiencia subjetiva de
dolor que el resto de las dimensiones.

Con respecto a los tratamientos psicológicos para el abordaje del dolor, los
programas conductuales y cognitivo-conductuales han mostrado ser
herramientas eficaces para controlar el dolor crónico (Chambless et al., 1997),
según diversas medidas de resultados (reducción del dolor, incremento de la
movilidad física y mejora del estado afectivo y cognitivo). A pesar de la gran
cantidad de tipos de dolor y programas cognitivo-conductuales que existen
para su abordaje, uno que ha demostrado su valía es el Programa de
Tratamiento de Philips (1988). Este programa está estructurado para ser
aplicado a lo largo de nueve sesiones semanales, cuyo contenido puede
incluirse en cuatro apartados:

1) Información e instrucción al paciente sobre las posibilidades de control del


dolor.

2) Introducción y práctica de estrategias terapéuticas concretas.

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3) Tareas a realizar durante la semana.

4) Revisión de éstas en la consulta.

Trastornos del sueño

Se estima que alrededor de una cuarta parte de la población presentará algún


tipo de disfunción del sueño a lo largo de su vida, especialmente las mujeres y
las personas mayores de ambos sexos, siendo el insomnio la principal queja.
El insomnio tiene una serie de consecuencias en la vida del individuo, tales
como los síntomas de irritabilidad, falta de energía, depresión, etc. Por otro
lado, las personas con insomnio suelen reportar un mayor número de
problemas persistentes y recurrentes de salud general. En este sentido, los
trastornos del sueño constituyen un importante factor de riesgo para el
desarrollo de otros problemas psicológicos, médicos o sociales, tales como
deterioro funcional, alteraciones del estado de ánimo o problemas
cardiovasculares (Buela-Casal y Sánchez, 2002).

Existen tratamientos psicológicos validados empíricamente para el insomnio y


en alguna medida para las pesadillas. En el caso del insomnio, las técnicas
que han demostrado su eficacia son la relajación progresiva, la terapia de
control de estímulos, la intención paradójica y los programas
multicomponentes.

Asma bronquial

El asma bronquial es una enfermedad respiratoria crónica común que afecta a


un porcentaje próximo al 5% de la población general. Existe cierto consenso

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respecto al papel que juega la combinación de factores genéticos, alérgicos,
infecciosos, físicos y psicológicos para producir y mantener la enfermedad.
Actualmente se acepta la posible influencia de los factores psicosociales sobre
la evolución del asma bronquial o en el mantenimiento de algunos de sus
síntomas (Amigo, Fernández y Pérez, 2003). Es decir, tanto variables
cognitivas como emocionales y comportamentales desempeñan un importante
papel en la evolución de la enfermedad asmática. Por tanto, el psicólogo de la
salud en este campo debe hacerse cargo de variables cognitivas, tales como
facilitar una información correcta de la enfermedad, fomentar un apropiado
estado de alerta y una comprensión adecuada del tratamiento para que los
pacientes se sientan más preparados, afronten la enfermedad más
positivamente y se adhieren mejor al tratamiento. También tendrán que atender
a las múltiples relaciones entre variables emocionales y asma, así como a las
variables conductuales, tales como ciertos hábitos de conducta no saludables,
como por ejemplo, fumar, el ejercicio físico arduo, etc. (Barton, Clarke,
Sulaiman y Abramson, 2003; Vázquez, Romero Frais y Sández, 2003).

Para atender a esta multitud de factores asociados al asma, los planteamientos


terapéuticos se basan en proporcionar estrategias adecuadas, bien sean
farmacológicas o psicológicas. El objetivo último es el control de la ansiedad y
la depresión, la mejora de estilos de afrontamiento y de la capacidad de
percepción de los síntomas asmáticos, y la reducción/eliminación de las
conductas no saludables.

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VIH

El Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) es el agente infeccioso etiológico


del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

El psicólogo de la salud tiene como una de las principales áreas de actuación


la prevención primaria, que tiene por fin intervenir sobre los mecanismos de
transmisión que son comportamientos que pueden evitarse. También se
trabaja en la prevención secundaria y terciaria, es decir, en la detección precoz,
la prevención de la reinfección y de infecciones oportunistas y la potenciación
del autocuidado. Un área relacionada con lo anterior es la intervención para
mejorar la adherencia al tratamiento con antirretrovirales y el afrontamiento de
los efectos secundarios (por ejemplo, la lipodistrofia), que como es bien sabido
es uno de los principales problemas para incumplir las prescripciones médicas.
Otra área de acción es el afrontamiento del impacto emocional que supone el
diagnóstico de seropositividad. Cada vez es más necesaria la intervención
neuropsicológica en el deterioro cognitivo asociado a la propia cronificación de
la enfermedad gracias al aumento de la edad media de esperanza de vida.

Diabetes

La diabetes mellitus es una de las enfermedades más frecuentes. La diabetes


es un trastorno crónico de base genética cuya característica principal es la
hiperglucemia y sus consecuencias.

La Psicología de la Salud con relación a la diabetes se caracteriza por la


amplitud de los ámbitos de aplicación. Así, existen intervenciones para mejorar
la adherencia al tratamiento, para amortiguar o mejorar el impacto del
diagnóstico y el afrontamiento de la enfermedad, para controlar los episodios
hipoglucémicos y el autocontrol glucémico y, por último, para intervenir sobre
los trastornos psicológicos que pueden acompañar a esta enfermedad.

En general, se cuenta con numerosos ejemplos de intervención que han sido


eficaces tanto en la adherencia al tratamiento en pacientes con los dos tipos
de diabetes como en la mejora de la estimación del nivel de glucosa en sangre
y en el control de hipoglucemias. En la diabetes mellitus tipo 2 también se han

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llevado a cabo intervenciones psicológicas más centradas en aspectos de la
adherencia al tratamiento, como el cumplimiento de la dieta recomendada y la
reducción del peso, obteniendo resultados positivos, pero poco concluyentes.

Respecto a la intervención psicológica en los trastornos psicológicos en


pacientes diabéticos, cabe señalar la posible eficacia de los tratamientos
mediante el manejo de la ansiedad o la relajación (asistida o no con
biofeedback), bien sea al permitir mejorar el control metabólico de la
enfermedad, o bien porque genera una mayor adherencia de los pacientes al
tratamiento (v.gr., Surwit et al., 2002).

Fibromialgia

La fibromialgia es un síndrome que se manifiesta a través de un estado


doloroso crónico musculoesquelético generalizado y que presenta una
exagerada sensibilidad en múltiples puntos predefinidos, sin alteraciones
orgánicas demostrables.

Desde el punto de vista de la Psicología de la Salud, existe unanimidad en la


literatura con relación a la existencia de factores psicológicos y sociales en el
proceso fibromiálgico. De este modo, el cuadro clínico incluye sentimientos de
tristeza, así como ansiedad, fatiga, insomnio, irritabilidad o falta de
concentración. Otros síntomas son la apatía, la hipocondría, las cefaleas, la
dispepsia y la preocupación por la normalidad de las funciones fisiológicas.

Respecto al tratamiento de esta enfermedad, se han utilizado tanto


tratamientos unimodales como multicomponentes. Los primeros se han
centrado sobre todo en la reducción de la ansiedad y el estrés presente en la
fibromialgia mediante la aplicación de técnicas relacionadas con la relajación,
tales como la relajación progresiva, la hipnosis y el masaje. Por su parte, los
tratamientos multicomponentes además del control de la ansiedad y el estrés
se han dirigido a enseñar técnicas de afrontamiento para reducir la intensidad
del dolor, disminuir las conductas de dolor, reducir los pensamientos negativos
y la percepción de indefensión y descontrol de la situación. La combinación de
técnicas que parece más adecuada es el ejercicio, la educación y la discusión
cognitiva, la reinterpretación del dolor, la imaginación y el biofeedback
20
(Creemer, Singh, Hochberg y Berman, 2000; Turk, Okifuji, Sinclair y Stara,
1998).

Tema 3: La Psicoeducación en Salud

La definición más general de psicoeducación es describirla como una aproximación


terapéutica, en la cual se proporciona al paciente y sus familiares información
específica acerca de su enfermedad, tratamiento y pronóstico, basados en evidencia
científica actual y relevante para el abordaje de la patología. Este término surge, en
parte, del trabajo con familias de personas diagnosticadas con esquizofrenia, por
George Brown en 1972, quien a partir de sus observaciones refirió que ‘’en tanto más
intolerantes, sobre involucrados, hostiles y críticos son los familiares, más frecuentes
son las recaídas en los enfermos’’.

La psicoeducación no solo hace referencia a la definición de un diagnóstico, sino


también busca abordar situaciones cotidianas en la vida de las personas, que se
vuelven complejas por el desconocimiento que supone esta crisis no normativa. De
esta forma, se conceptualiza este modelo como una herramienta de cambio, porque
involucra los procesos cognitivos, biológicos y sociales particulares de cada individuo
para garantizar la autonomía y mejorar la calidad de vida. Su aplicabilidad ha sido
estudiada con mayor intensidad en los últimos 30 años en personas con
esquizofrenia, depresión, trastorno por déficit atencional, alimentario y otros,
ampliando cada vez más su campo de acción, en función de sus beneficios.

El proceso psicoeducacional puede usarse de manera general en tres niveles


diferenciados: el primero a nivel individual, el segundo a nivel familiar (estos primeros
asociados generalmente a un proceso de intervención psicoterapéutica como
venimos diciendo) y el tercero a nivel grupal. Este último suelen ser procesos
definidos, con un objetivo concreto, sesiones muy sistematizadas y un trabajo intra-
sesión diferente. En realidad, en cada plano intervencional el profesional de la Salud
Mental se comporta de diferente manera y realiza acciones o promueve ejercicios
cognitivos o conductuales distintos en función sobre todo de con quien está.

21
Este elemento es absolutamente esencial, no existirá una adecuada psicoeducación
si el mensaje no se encuentra completamente adaptado a la persona o grupos de
personas que tenemos delante. Si no logramos llegar a quien tenemos delante de
nada servirá lo que estamos transmitiendo por muy bueno que sea el contenido o
incluso la estructura de nuestra intervención

El objetivo directo de la psicoeducación implica entender el mecanismo de la


enfermedad y a través de eso, colaborar de manera directa con los cuidados
generales y particulares para cada uno. Sin embargo, es importante recordar que
cada persona experimenta esta vivencia de forma individual, lo que debe ser
considerado para elaborar una estrategia personal de afrontamiento.

En la medida que los pacientes y sus familiares son capaces de reconocer las
características y sintomatología de su enfermedad, pueden recurrir de manera
temprana a centros de atención. Por esta razón, el identificar las señales de alarma
aprendidas permite un contacto eficaz con el equipo tratante, un mejor reporte de lo
observado y evitar que cuadros incipientes se agraven optimizando los tiempos de
intervención.

Los objetivos del proceso psicoeducativo los podemos delimitar en los siguientes
puntos:

● Informar a la persona sobre el proceso que está viviendo (ya sea de trastornos
psicopatológicos o de crisis vital) para que sea capaz de maneja lo que le
ocurre. Los estudios diagnósticos se utilizan para confirmar la sospecha clínica,
así como para fundamentar las bases del diagnóstico pero no para tratar a la
persona.
● Eliminar prejuicios, que generan pensamientos anticipatorios.
● Mejorar el cumplimiento del tratamiento (que en el caso de estar tomando
psicofármacos se vuelve absolutamente esencial).
● Aliviar la sobrecarga emocional que puede haber llevado al cortocircuito
cognitivo, emocional o conductual.

22
Elementos de trabajo que son de uso común:

● Transferencia de la información, es decir, pedagogía clínica: como surgen


los síntomas mentales, como suelen evolucionar, como pueden haberles
impactado, cuáles pueden ser las causas, etc.
● Descarga emocional: permitir a la persona transferir emociones para así
ayudarlas a vehiculizarlas adecuadamente de una manera más adaptativa.
● Adherencia al tratamiento (psicoterapéutico o farmacológico): esencial
para que trabajo de intervención grupal o de psicoterapia tenga éxito.
● Apoyo a la autoayuda: que significa ir poco a poco haciendo consciente y
confiable a la persona para que su nivel de autoconfianza crezca y se sienta
independiente a la hora de enfrentarse a su mundo, y mejorar su capacidad de
adaptación vital.

3.1 Metodología de la Psicoeducación

Existen distintos diseños de intervenciones psicoeducativas que pueden variar en


relación al lugar donde se realiza, quienes actúan como facilitadores, la cantidad de
sesiones, la modalidad grupal o individual, entre otros. La decisión respecto a cuál
metodología utilizar, dependerá de las necesidades individuales del paciente, de los
recursos clínico-comunitarios y el objetivo que se pretende abordar.

En relación al rol del terapeuta, este puede actuar desde un enfoque paternalista
hasta uno colaborativo. El primero, considera el conocimiento vicario que transmite el
terapeuta sin mediar las preferencias del paciente. En el segundo caso, un diálogo
entre las experiencias de la persona y los conocimientos técnicos del profesional, en

23
una co-construcción donde el reflexionar lo particular de la vivencia se vuelve
prioritario.

Desde este último enfoque, quien guía la psicoeducación se vuelve un facilitador al


priorizar por sobre los conocimientos biomédicos la formulación de un sentido a la
vivencia. Esto permite desarrollar la creatividad en su propia vida y en el tratamiento
mismo. El profesional de salud tiene como objeto orientar y ayudar a identificar con
claridad el problema para enfocar adecuadamente un tratamiento, que tenga como fin
último la mejora en la calidad de vida.

3.2 La Psicoeducación en Grupo

El utilizar la intervención psicoeducativa en el trabajo con grupos puede tener


importantes beneficios en la intervención familiar; en primer lugar, potencia el
intercambio de experiencias entre personas que están en situaciones similares y, con
ello, el fomento de las redes de apoyo social informal, especialmente en situaciones
que puedan mostrar dificultad; en segundo lugar, proporciona un escenario
sociocultural de construcción del conocimiento en el que se favorece el respeto ante
la diversidad de puntos de vista y el aprendizaje de comportamientos alternativos; en
tercer lugar, la intervención grupal con personas que presentan problemas similares
permite economizar tiempo y esfuerzo a los profesionales de la salud responsables
de la atención a las familias.

3.4 Estructura del Programa Psicoeducativo

El programa psicoeducativo está compuesto por un número variado de sesiones de


trabajo grupal, y este dependerá de los contenidos e información a tratar previamente
con la familia; la estructura de la intervención consta de 3 fases: educativa;
jerarquización de problemas, déficits o necesidades, y práctica de las habilidades
aprendidas en la vida cotidiana.

● Fase educativa: La fase educativa se refiere al desarrollo armónico de las


facultades del ser humano; es primordial que la educación proponga formar
personas con la convicción y capacidades necesarias para contribuir a la
construcción de una sociedad del conocimiento que exige a las personas
24
mayor capacidad de interpretación de fenómenos, creatividad y manejo de la
información en entornos cambiantes.

Desde la perspectiva del cuidado a la salud se le explica a la familia, cuidador


y paciente el nombre de su enfermedad, los signos de alarma, síntomas y el
tratamiento a seguir, situación que les brinda elementos de juicio para la toma
de una decisión informada

● Fase de jerarquización de problemas, déficits o necesidades: La


jerarquización de problemas consiste en ordenar de manera prioritaria los
problemas o situaciones que se presenten, de acuerdo al valor que una
persona le da en el momento en que surge la situación o problema. Con
relación a los déficits o necesidades pueden definirse como la escasez que es
percibida por el paciente, familia o cuidador de algo que se juzga necesario y
que es indispensable para realizar una acción.

La fase de jerarquización puede iniciarse siguiendo un modelo de


entrenamiento de habilidades, que consta de los siguientes pasos:

1. Identificación del problema por parte del paciente, familia, cuidador o


por el facilitador, terapeuta.
2. Especificación de objetivos y planificación de tareas.
3. Escenificación del problema.
4. Modelo y refuerzo.
● Fase práctica de las habilidades aprendidas en la vida cotidiana: La
práctica de las habilidades aprendidas se debe hacer en la vida diaria del
paciente, familia o cuidador y en su ambiente habitual de un modo gradual,
para que de este modo puedan reintegrarse a sus actividades cotidianas en
escenarios reales.

La psicoeducación va mucho más allá de solo brindar información, aspira a


modificar actitudes o conductas del paciente, familia o cuidador, situación que
les permita una mejor adaptación a la enfermedad mediante cambios en su
estilo de vida, en sus cogniciones acerca de la enfermedad, en la adhesión al

25
tratamiento, en el manejo de los desencadenantes o en la detección precoz de
recaídas. Las intervenciones a través de las cuales se obtienen mejores
resultados son las psicoeducativas y las psicoterapéuticas, ambas exitosas a
la hora de aliviar la carga y la depresión en la familia y cuidadores, efectos que
se mantienen durante un período considerable.

3.5 Uso de la Psicoeducación

La psicoeducación se diferencia del resto porque incluye técnicas específicamente


orientadas a la comprensión y reducción del malestar psicológico de la familia y
cuidador (manejo de estrés, relajación, control de pensamientos, técnicas de
autocontrol, entre otros).

La experiencia en el estudio de la psicoeducación en salud ha permitido reconocer la


importancia de una familia informada para brindar un mejor apoyo en los siguientes
aspectos:

● Decidir qué hacer y qué evitar con la enfermedad y/o con la persona enferma,
● Acudir a la consulta en un servicio determinado,
● Mantener la toma del medicamento,
● Determinar el camino que puede seguir el enfermo y el uso de los servicios
de salud, y
● Comprensión del padecimiento y aceptación en la comunidad

La psicoeducación es una estrategia viable, económica y efectiva para abordar las


necesidades de las personas desde la atención primaria de salud. Propone integrar
un enfoque educativo-preventivo y psicológico, con el fin de fortalecer las capacidades
para afrontar la enfermedad de un modo más adaptativo; la inclusión de la
psicoeducación propiciaría optimizar la calidad de vida y ayudaría a disminuir la
vulnerabilidad ante la enfermedad en la familia y cuidador.

De este modo la persona que ostente el rol de cuidador estará en mejores condiciones
para comprender el estado de salud del otro y responder efectivamente a los desafíos
que impone su condición desde sus recursos personales. Asimismo se despliegan las
acciones necesarias que favorecen la prevención y control de la enfermedad.

26
Entre las estrategias que han resultado exitosas para el cuidado de una persona
enferma se encuentran: programas educativos con énfasis en consejos prácticos
respecto del cuidado diario, grupos de apoyo de pares y psicoeducación que enfatizan
el desarrollo de habilidades y estrategias específicas de afrontamiento, consejerías
respecto de los servicios disponibles en la comunidad y cómo acceder a ellos; un
ejemplo son los servicios de respiro tendentes a aliviar la sobrecarga del cuidador y
permitir a las familias continuar ejerciendo su función de cuidado a fin de prevenir la
institucionalización.

Tema 4: Reacciones Psicológicas Durante el Proceso Salud-Enfermedad

En el proceso salud-enfermedad, la complejidad es la característica predominante y


está dada por la multiplicidad de variables que intervienen en su determinación, desde
los procesos físicos, químicos y biológicos reconocidos, hasta las complejas
estructuras simbólicas de la cultura y las relaciones sociales. Un elemento
fundamental en la comprensión de la salud como proceso social, es la forma como
los individuos y los grupos asumen el fenómeno del comportamiento, caracterizado
por las maneras de actuar frente a las situaciones de la vida, de moverse hacia las
metas deseadas y de movilizar los recursos disponibles para alcanzarlas. La base de
este concepto, incluye los individuos que interaccionan con las situaciones
perturbantes y responden a ellas de manera saludable y como resultado, aprenden el
proceso de afrontar el comportamiento nocivo, con un estilo de vida apropiado tanto
en el ámbito individual, como en el familiar y social.

Toda enfermedad y el mismo hecho de enfermar tienen aspectos psicológicos y


sociales que influyen en la aparición, manifestación, curso y pronóstico, por lo que es
muy importante tratar de establecer relaciones entre aspectos psicológicos, sociales
y biológicos como desencadenantes de una enfermedad, más que una relación única
de causa-efecto.

Los pacientes experimentan un número importante de reacciones emocionales antes


y después de procedimientos médicos, que pueden ser de ansiedad (producida por
un miedo al dolor o incertidumbre ante el futuro), o de depresión o problemas de

27
adaptación (según las expectaciones que tuviera cada individuo) o de rebeldía (frente
a un destino no deseado). Lo más común es que se tenga miedo a lo desconocido, al
dolor, a la posibilidad de tener una enfermedad incurable, a la destrucción del cuerpo
o a la pérdida de autonomía o miedo a la muerte.

Conviene señalar que en ocasiones se confunde un síntoma como es la tristeza, con


la depresión y ésta con un diagnóstico psiquiátrico. Sin embargo, un síntoma aislado
no es necesariamente patológico (la tristeza no tiene por qué serlo) y no constituye
por sí mismo un trastorno. La tristeza es sólo uno de los síntomas del síndrome
depresivo, ciertamente uno de los más importantes pero, no es suficiente ni necesario
para considerar que alguien tiene un cuadro depresivo.

La tristeza y la depresión permiten sobrevivir al que las padece, en un mundo que ha


perdido su sentido tras la pérdida que las provocó y llaman la atención sobre otros
valores y realidades: la del límite de la propia libertad. Conocer el sentido de la tristeza
y la depresión ayuda a conocer al hombre. También ayuda al médico cuando ha de
tratar las formas patológicas y a los enfermos y a sus familias a comprender lo que
los tratamientos modernos pueden ofrecer. Estar enfermo como trastorno natural, es
lo más importante que el paciente deprimido tiene que asumir, todo lo que en el fondo
le ocurre a nivel personal es generado, precisamente, por la exigencia de acomodarse
al modo de experimentarse a sí mismo en la relación con las realidades de su mundo.

Las enfermedades del corazón, como por ejemplo las arritmias o las enfermedades
de las arterias coronarias producen mucha ansiedad y el miedo ante la muerte es
constante. La insuficiencia respiratoria o la dificultad en respirar producen un estado
de ansiedad agudo que se resuelve cuando la situación revierte. El diagnóstico de
cáncer produce miedo y las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA
producen además de miedo sentimientos de culpa, con frecuencia. Las enfermedades
crónicas como una insuficiencia renal, artritis reumatoide, diabetes mellitus, producen
diversas respuestas que van desde su aceptación hasta su negación rechazando el
tratamiento. La ausencia de privacidad, miedos a la cirugía y a otros tratamientos y el
ver que otros pacientes mueren aumentará su ansiedad.

Una vez que se diagnostica la enfermedad se produce una diferencia subjetiva entre
esta y la forma que la percibe el que la padece y el significado que le confiere. El
28
significado personal de la enfermedad influye en la respuesta emocional y las
conductas de afrontamiento a ella. Así, esta puede percibirse como un fenómeno
altamente estresante, como un reto, una amenaza, una pérdida, un castigo o un
beneficio o alivio a responsabilidades, situaciones personales, etc. En función de esto
el paciente adopta su rol de enfermo. La aceptación del hecho de estar enfermo, las
consecuencias del rol y los deberes de este, son aspectos psicológicos muy
importantes para la adaptación y ajuste a la enfermedad, así como para la adherencia
al tratamiento.

4.1 Depresión y Ansiedad

Las depresiones y los trastornos de ansiedad son un tema de interés no sólo por parte
de los psiquiatras, sino también de los médicos y de la población general. Su
prevalencia es elevada y además va en aumento, se sabe que una de cada cinco
personas presentará un trastorno del estado de ánimo durante toda su vida y en los
pacientes con alguna patología médica se presenta en un 10 a 20% de los casos,
siendo las cifras más elevadas en grupos concretos de enfermedades como las
cardiovasculares, las oncológicas o las neurológicas. Así la Organización Mundial de
la Salud, estima que la depresión unipolar, sólo una de las causas de depresión, será
la segunda causa de discapacidad en el año 2020. Otro aspecto importante es que
cada vez está más clara su influencia negativa en la evolución de patologías físicas,
habiéndose demostrado que los pacientes depresivos tienen un a mortalidad (no sólo
atribuible al suicidio) superior a la de la población general. Por otro lado, genera una
discapacidad funcional mayor que el resto de las enfermedades médicas crónicas.

La depresión es un trastorno emocional que se caracteriza básicamente por


alteraciones del humor, tristeza, disminución de la autoestima, inhibición, fatiga,
insomnio, pensamientos negativos y que tiene como consecuencia la disminución de
la actividad vital, es decir, le impide desarrollar con normalidad las actividades de la
vida diaria.

La depresión y la ansiedad se consideran entidades autónomas en las diferentes


clasificaciones diagnósticas actuales, pero en la práctica clínica ambas coexisten con
frecuencia. La distinción de estos cuadros no resulta fácil, ya que ambas entidades
29
cursan con trastornos del sueño, alteraciones del apetito, déficit de atención y
concentración, cansancio, astenia, irritabilidad.

Las pautas principales de clasificación de los trastornos del humor (afectivos) han sido
seleccionados por razones prácticas, para permitir identificar con facilidad los
trastornos clínicos más frecuentes. Así, se han diferenciado los episodios únicos de
los trastornos bipolares y de otros trastornos que presentan múltiples episodios, ya
que gran parte de los enfermos tienen un solo episodio. También se ha dado
importancia a la gravedad por las implicaciones que tiene para el tratamiento y la
asistencia.

Un aspecto importante en el diagnóstico diferencial de la depresión es la relación de


los síntomas depresivos, las enfermedades médicas y el uso de fármacos. Las
relaciones entre ellos son variadas. Es posible que la enfermedad médica cause
depresión, que la propicie en alguien susceptible o que la depresión sea secundaria
a los problemas generados por la enfermedad médica o que ambas coexistan por
azar.

En las enfermedades neurológicas son frecuentes los síntomas depresivos, sucede


tanto en las demencias como en los accidentes cerebrovasculares o ictus, en los que
hasta en un 25% de los casos se cumplen criterios de depresión mayor.

En enfermedades metabólicas como la diabetes, la incidencia de depresión es tres


veces superior a la de la población general.

Se sabe que los pacientes depresivos tienen una mortalidad de origen cardiovascular
aumentada, los criterios de depresión mayor se cumplen en un 25% de los sujetos
con un infarto de miocardio reciente.
30
Por otra parte, dentro de las enfermedades infecciosas, los pacientes con SIDA sufren
con frecuencia cuadros depresivos mayores además de los trastornos adaptativos.
Los pacientes oncológicos presentan clínica de depresión en un 25% de los casos, la
frecuencia es mayor en determinados tumores (cabeza de páncreas, digestivos).

Los fármacos, en especial algunos fármacos cardiovasculares (como


betabloqueantes) y hormonales (anticonceptivos orales y corticoides), neurolépticos
y anticolinérgicos son capaces de causar clínica depresiva.

4.2 El Estrés
La decisión de las personas de comportarse de un modo saludable y el mantenimiento
de estas conductas, está relacionada con múltiples factores donde se interrelaciona
el contexto ambiental con variables personales. Uno de los marcos conceptuales más
ampliamente reconocidos, ha sido la elaboración de los Modelos de Creencias de
Salud, como el de Rosenstock y otros, a partir de los cuales se explica la conducta
saludable como una función del vínculo entre la amenaza percibida de la enfermedad
y los beneficios esperados con la conducta recomendada, las barreras percibidas y
las acciones o estrategias desplegadas para activar la disposición a actuar.

Entre los factores psicológicos de riesgo para la aparición de enfermedades, el más


estudiado por su importancia, ha sido la acción del estrés. Para acercarse a su
explicación, se han elaborado varios modelos de estrés que pueden resumirse en 3
enfoques:

● El enfoque del estrés como respuesta a estímulos agresores del medio


ambiente (papel de eventos vitales).
● La concepción del estrés como respuesta psicobiológica del organismo, que
ha permitido establecer vínculos entre los acontecimientos vitales y
determinadas respuestas psiconeuroendocrinas e inmunológicas.
● Los modelos transaccionales del estrés, que conciben el estrés como un tipo
particular de interacción entre el individuo y su entorno y otorgan un papel
protagónico a los afrontamientos y a las emociones, como estados psíquicos
en los que se fija el estrés.

31
La Psiconeuroinmunología ha demostrado en el transcurso de su evolución, la
posibilidad de que el sistema inmune esté mediado por factores psicológicos.

Ofrece estudiar y explicar la creencia común de que la personalidad y las emociones


ejercen alguna influencia sobre la salud, posee además el potencial para desarrollar
intervenciones psicológicas que puedan mejorar la inmunidad y por consiguiente
modificar la predisposición al inicio y el progreso de las enfermedades tanto
infecciosas como de tipo crónico degenerativas.

Las investigaciones realizadas hasta la fecha permiten afirmar que variables


psicológicas son capaces de influir en el sistema inmunitario fortaleciéndolo o
debilitándolo y afectando a través de esta vía la salud. Existen numerosas evidencias
que demuestran cómo las situaciones estresantes influyen en el sistema nervioso y
pueden llevar a una supresión de la función inmune.

Una enfermedad al final de la vida de algún miembro de la familia es una importante


fuente de estrés y puede implicar tanto alteraciones emocionales como funcionales.
A la anticipación de la pérdida y la presencia de síntomas complejos, se unen
dificultades en el funcionamiento familiar producto o no del malestar emocional.
Además de enfrentarse a su propio dolor y a cambios del enfermo, los familiares
deben proveer de cuidado emocional y físico al paciente, intentando mantener el
funcionamiento cotidiano.

4.3 Emociones negativas y salud-enfermedad

Tanto la ansiedad y la depresión, como la ira y el asco, pueden evolucionar hacia


condiciones clínicas, donde se pierde el carácter adaptativo de éstas y se convierte
en un problema que interfiere y genera malestar significativo.

Se puede afirmar que las emociones influyen sobre la salud-enfermedad a través de


su relación con diversos sistemas fisiológicos que forman el proceso “salud-
enfermedad”, en especial cuando se convierten en trastornos clínicos, así como por
medio de sus propiedades motivacionales para modificar las conductas “saludables”
(ejercicio físico moderado, dieta equilibrada, descanso, ocio, etc.) y “no saludables”
(abuso de alcohol, tabaco, sedentarismo) (Cano-Vindel & Miguel-Tobal, 2001).

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Bibliografía

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