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La Decimoquinta Enmienda

Al igual que las Enmiendas Decimotercera y Decimocuarta, la Decimoquinta Enmienda (ratificada


en 1870) fue una consecuencia de la Guerra Civil. A diferencia de la Decimocuarta Enmienda, sin
embargo, la Decimoquinta Enmienda tiene un objetivo bastante limitado, siendo su única
preocupación la negación del derecho al voto en las elecciones estatales y federales por motivos de
raza. Al igual que en las Enmiendas Decimotercera y Decimocuarta, la Sección 2 de la Decimoquinta
Enmienda otorga al Congreso la facultad de adoptar "legislación apropiada" para hacer cumplir sus
garantías. Casi un siglo después, el Congreso empleó sus poderes de aplicación bajo la Sección 5
para adoptar la histórica Ley de Derechos de Voto de 1965. Entre otras cosas, la ley permitió que el
gobierno federal supervisara activamente los sistemas electorales en los estados donde la
discriminación racial estaba muy extendida. También otorgó a los individuos el derecho a demandar
en los tribunales federales para impugnar las características de las elecciones estatales y locales que
se consideran discriminatorias. Sin duda alguna, la Ley del Derecho al Voto de 1965 ha tenido un
enorme impacto en la eliminación de la discriminación racial en esta área. (El tema del derecho de
voto se examina en detalle en el capítulo 8.)

La Decimonovena Enmienda

Al igual que la mayoría de los afroamericanos, las mujeres fueron originalmente excluidas de la
participación en las elecciones en este país. En 1848, una delegación de mujeres, incluyendo a la
famosa sufragista Elizabeth Cady Stanton, se reunió en Seneca Falls, Nueva York, para tratar las
"condiciones y derechos sociales, civiles y religiosos de la mujer". La Convención de Seneca Falls
adoptó una resolución que establece que "es el deber de las mujeres de este país curar para sí
mismas su derecho sagrado a la franquicia electiva". Asegurar la franquicia no sería fácil. En 1872,
Susan B. Anthony fue procesada por intentar votar en las elecciones presidenciales. Tres años más
tarde, la Corte Suprema rechazó a una mujer que intentaba votar en una elección en Missouri,
diciendo que "la Constitución de los Estados Unidos no confiere el derecho de sufragio a nadie"
(Minor vs. Happersett [1875]). En las últimas décadas del siglo XIX, algunos estados cambiaron sus
estatutos para permitir el sufragio femenino. Para 1912, nueve estados habían ampliado la
franquicia para incluir a las mujeres. En 1918, el presidente Woodrow Wilson se pronunció a favor
del sufragio femenino. Siguiendo el ejemplo de Wilson, el Congreso adoptó una enmienda
constitucional que otorga a las mujeres el derecho al voto y la presentó a los estados para su
ratificación. En 1920, la Decimonovena Enmienda fue añadida a la Constitución:

El derecho de los ciudadanos de los Estados Unidos a votar no será negado o restringido por los
Estados Unidos ni por ningún otro Estado por razones de sexo. El Congreso tendrá la facultad,
mediante la legislación apropiada, de hacer cumplir las disposiciones de este artículo. De un solo
golpe, el tamaño del electorado potencial se duplicó. La participación política de las mujeres no
alteró radicalmente, como temían algunos críticos, el sistema político ni los resultados de sus
políticas públicas.

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