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Podemos definir el impuesto como el tributo exigido por el Estado a quienes se hallan
en las situaciones consideradas por la ley como hecho hechos imponibles, siendo estos
hechos imponibles ajenos a toda actividad estatal relativa al obligado
La medida o el quantum del impuesto o detracción de riqueza que debe soportar cada
persona no pueden ser obtenidos de un prorrateo del costo de esas funciones o
servicios, ni como compensación por la ventaja que cada miembro de la comunidad,
individualmente, recibida por ellos. Tal medida en todos los casos se establece
conforme al concepto de la capacidad de pago o capacidad contributiva de cada
individuo
Naturaleza jurídica
El impuesto es como los demás tributos, una institución del derecho público. Es una
obligación unilateral impuesta coactivamente por el estado en virtud de su poder de
imperio y es un hecho institucional ya que se enviste al Estado de la potestad de
recavar coactivamente cuotas de riqueza de los obligados sin proporcionales servicios
concretos divisibles algunos a cambio o como retribución.
A su vez este poder tributario, puede ser limitado o amplio según quien lo ejerza; es
decir será limitado cuando lo ejerza el gobierno federal, ya que constitucionalmente
posee el poder que las provincias le confiaron al dictar la CN; y por contario será
amplio, cuando lo ejerzan las provincias, las que tienen a su cargo la organización de la
nación (salvo por los poderes delegados al gobierno nacional).
Cuando se hace referencia al límite del poder de imperio, nos remitimos al principio de
no Confiscatoriedad, límites impuestos por el derecho Nacional, los que dan origen a
dos clases de limitaciones al poder tributario.
La primera tiene que ver con los principios jurídicos tributarios (legalidad, igualdad y
no confiscación).
Para concluir con este análisis, se puede decir que “la coexistencia de entidades
dotadas de poder tributario, actuando en el plano nacional así como en el
internacional, origina conflictos de atribuciones y deriva en superposiciones de
gravámenes” (Giuliani Fonrouge. 2004. Pág. 301). Lo que conocemos como doble o
múltiple imposición.
Sistema impositivo
Para esta segunda solución hay que clasificar los impuestos de acuerdo a los
fenómenos económicos provocados por los mismos y saber cuáles son las ventajas
que uno de estos tipos de tributos puede brindar a los otros.
Impuestos Internos: son aquellos que se perciben dentro de los límites del país. Los
impuestos internos generales sobre las ventas se basan en la presunción de que se
efectúa un proceso de traslación al consumidor final, a quien se desea gravar. Muchas
es posible que no se pueda trasladar el impuesto al precio, por condiciones propias del
mercado. El impuesto general a las ventas puede asumir diferentes formas: impuesto
sobre todas las transacciones por su monto, cualquiera fuere la etapa de
comercialización de los bienes y la naturaleza de éstos, salvo los expresamente
exentos, que constituye los impuestos en cascada (el impuesto se repite en etapas
sucesivas), y con efecto de piramidación (se suma el impuesto, calculado sobre precio
e impuesto de etapas anteriores, a lo largo de todas las etapas). La primera calificación
responde al carácter del impuesto de repetirse en cada etapa sucesiva de elaboración
y/o negociación; la segunda por cuanto, al aplicarse el impuesto sobre el monto total
de cada transacción en cada etapa, se agrava el precio total incluyendo el impuesto de
todas las etapas anteriores.
Impuestos Externos: que se cobran con motivo de la entrada o salida de bienes de las
fronteras.
Impuestos de cupo: donde se fija, primero el monto a cubrir por los contribuyentes y
según ese monto se establece la alícuota que se pagará.
Atribuir a los impuestos directos una incidencia progresiva y a los indirectos una
incidencia regresiva, en el sentido de que los primeros afectarían en mayor
medida a los contribuyentes con más altos ingresos y los segundos a los de
ingresos más bajos.
Determinar la incidencia diferencial de los impuestos indirectos con respecto a los
directos. Aquí también puede aplicarse la objeción de que esta carga diferencial
debe determinarse con el análisis comparativo de cada impuesto con respecto a
lo demás.
Determinar el ingreso nacional a valores de mercado, para lo cual se debe
adicionar al ingreso nacional calculado al costo de los factores los impuestos
indirectos (trasladables) con la correspondiente detracción de los subsidios.
Determinar el carácter progresivo o regresivo del sistema tributario de un Estado
en su conjunto, a través del cómputo de la incidencia global sobre los diversos
sectores de ingresos.
Para la asignación de las potestades tributarias a la nación y a las provincias de
Argentina. Tema que ha sido objeto de controversias jurídicas muy encarnizadas
que se suman al debate acerca de la clasificación doctrinal de los impuestos
directos o indirectos.
Para nuestra legislación tributaria, esa distinción entre impuestos directos e impuestos
indirectos, tiene especial importancia por dos motivos:
La Corte Suprema sostuvo que el hecho de tratarse de impuestos directos que gravan
a sociedades comerciales no autoriza a presumir su no traslación a los precios (fallo
288-333)
Técnicas de Progresión:
Ventajas y desventajas
Caracterización y naturaleza
Jarach sostiene que la doctrina moderna del derecho tributario tiene como objeto
principal la relación jurídico – tributaria, expresión que alude a la obligación de pagar
el tributo –obligación de dar- sin que queden fuera de ella las obligaciones accesoria
como los intereses –aunque la mora es el hecho que les da origen-, suplementos de
impuestos, etc. Componen el derecho tributario material las relaciones de dar el
tributo propiamente dicho y sus accesorias y las relaciones concernientes a la
repetición por pago indebido en concepto de tributos, la obligación de pagar anticipos
y las obligaciones de retención o percepción en la fuente.
Para Villegas, la relación jurídico tributaria principal es “el vínculo jurídico obligacional
que se entabla entre el fisco como sujeto activo, que tiene la prestación de una
prestación pecuniaria a título de tributo, y un sujeto pasivo, que está obligado a la
prestación”. Aplicando los conceptos de la teoría general del derecho, considera que
se puede definir la relación jurídica tributaria principal en un doble sentido:
Una parte de la doctrina entiende que la relación de orden jurídico que se trabe con el
Estado y los sujetos sometidos a él constituye la obligación tributaria, de contenido
único o variado. Para algunos, esta última expresión denota la obligación de satisfacer
las prestaciones establecidas en la ley, y que ella, junto con las exigencias formales,
configura un concepto más amplio, que es la relación jurídico – tributaria.
La relación jurídica tributaria no es una relación de poder; hay dos posturas sobre esta
materia tributaria:
Doctrina que sostiene que es una relación de poder: sostienen que en materia
tributaria la relación existente entre el Estado y los particulares es una relación
entre un poder superior –dotado de su poder fiscal- y unos sujetos sometidos
obligados a ese poder. El error ideológico consiste en considerar ineludible la
supremacía del Estado frente a los individuos y que en todas las obligaciones que
el Estado impone a los particulares, aquél se coloque en una posición de
preeminencia por la cual su interés prive sobre el de los particulares, debiendo
estos quedar sometidos a su voluntad y su árbitro, como si el Estado fuese una
entidad superior cuyos derechos prevalecen sobre los individuos. Esta actitud
según Jarach es contraria a la naturaleza del Estado de Derecho, en la que el
Estado como persona jurídica, se coloca en el ámbito de derecho, máxime en el
derecho tributario, en el que en virtud del principio de legalidad o de reserva y,
precisamente, por una evolución histórico-constitucional, los intereses estatales
no pueden hacerse valer sino a través del instrumento de la ley. Pero algunos
sostenedores de esta teoría llegan a negar a la ley tributaria el carácter de una
verdadera norma jurídica y afirman que es simplemente un acto administrativo
que se ejerce por el instrumento de la ley.
Es la relación tributaria principal que tiene por objeto pagar el tributo más sus
accesorias (intereses, etc.) excluyendo obligaciones hacia la administración, procesales
(que surgen de juicios). La relación Estado-contribuyente forma parte del derecho
tributario. Para Villegas la relación jurídico principal es el vínculo jurídico obligacional
que se entabla ente fisco (sujeto activo) y sujeto pasivo de la obligación.
La relación nace de la ley, exige como requisito que se verifique la circunstancia por
este prevista. Este presupuesto de hecho se compone de:
Hecho objetivo
Determinación subjetivo del gravamen
Base de imposición
Limitación en tiempo y espacio
Suma o alícuota aplicable a la base imponible
Jarach dice que el destinatario legal tributario es quien queda encuadrado en el hecho
imponible, lo que no significa que sea el sujeto pasivo, pues la norma puede obligar a
un tercero ajeno al hecho imponible a efectuar el pago del tributo. El destinatario legal
recibe esa carga no en virtud de la relación que deriva del resarcimiento que debe
satisfacer a aquél que pago por él (sustituto). Siempre es un particular el destinatario
legal, nunca el Estado (que no tiene capacidad contributiva)
El poder tributario de la nación es un poder restringido que conserva todos los poderes
no delegados al gobierno federal o que habiéndolo sido son concurrentes con el de la
nación.
El poder tributario nace de las obligaciones que las provincias hicieron de sus poderes
originarios, conservando para sí los poderes no delegados. Por ello el poder de la
nación es un poder delegado y el de las provincias es originario. No hace mención la
constitución nacional del poder tributario municipal pero en su artículo 5 dice que las
provincias aseguraran régimen municipal.
Control jurisdiccional
Según Villegas el derecho constitucional tributario estudia las normas que disciplinan
el ejercicio de la potestad tributaria que se encuentran en la carta constitucional,
normas que delimitan y coordinan las potestades tributarias entre las esferas de poder
del Gobierno. Es una parte del derecho constitucional, se lo considera tributario por su
objeto de estudio. Busca regular el poder de imperio estatal su potestad tributaria.
Para esto se toma el concepto Estado en sentido lato y se hace referencia a las
potestades originarias y derivadas. Así, la potestad tributaria queda subordinada a las
normas constitucionales por ser de grado superior.
Es el poder coactivo que tiene el Estado hacia las personas para que estas integren
parte de su patrimonio para cubrir los gastos que implica la cobertura de las
necesidades públicas.
Por un lado puede entenderse supremacía y por el otro sujeción dos planos uno
superior y otro inferior.
Se ejerce mediante la ley, siendo este su primer limitante, de carácter formal. También
se considera capacidad contributiva, limitación de tipo material, también otras
limitaciones indirectas: normas constitucionales.
Elementos
Sujetos: son
el sujeto activo titular de la pretensión, es decir, de los créditos tributarios –
acreedores del tributo- (Estado activo)
y los sujetos pasivos –contribuyentes (responsable por deuda propia),
deudores principales (responsable por deuda ajena) o responsables sustituto
(agentes de percepción, de retención)
Formas de determinación
Presupuesto de hecho
Hecho generador
Soporte factico
“la por si solo puede generar una obligación sin la existencia en la vida real del hecho
imponible”
Villegas destaca que el hecho imponible debe necesariamente, contar con los
siguientes aspectos:
No siempre el aspecto temporal del hecho imponible, que fija la ley aplicable, coincide
con el momento correspondiente a la determinación de la base imponible.
Respecto del aspecto espacial, la ley de impuesto a las ganancias adopta los
principios de: Fuente y de Residencia (una variante del principio de residencia)
Conforme su dinámica:
Instantáneos: el hecho imponible ocurre, acontece, se realiza en un instante, en un
momento determinado, agotando concretamente la previsión de la norma. A cada
repetición del mismo hecho se configura otro hecho imponible autónomo y
distinto de los anteriores, dando nacimiento a tantas obligaciones cuantos fueren
hechos imponibles. El IVA es un impuesto de verificación instantánea. La alícuota
aplicable será la prevista en la fecha de configuración de cada uno d ellos, salvo
disposición en contrario.
De ejercicio: los impuestos de ejercicio son aquellos que comprenden hechos
imponibles de formación sucesiva, que se perfeccionan a la finalización del
ejercicio económico. Si el hecho imponible es de ejercicio, al ocurrir el aumento de
la alícuota durante su curso, se aplica la vigente a la fecha en que se complete el
ejercicio.
Periódicos: en los impuestos periódicos con hecho imponible instantáneo, el
legislador tiene por realizado el hecho imponible en un momento preciso y
determinado –aunque para ello deba recurrir a una ficción jurídica-, pese que el
capital o patrimonio gravado durante determinado periodo está sujeto a
incrementos y detrimentos, a la ley solo le interesa un momento exacto y, por
ende procede a fijarlo expresamente -como hace con el II BB, que computa el
31/12 de cada año-.
El hecho imponible (Falçao lo llama hecho generador): para algunos, puede ser
abstracto o formal, por oposición al hecho generado causal:
Abstracto: implica gravar formalmente negocios privados –lo que las doctrinas
germánica y suiza denominan “impuestos sobre la circulación jurídica” o “sobre
transacciones jurídicas”-. Ejemplo impuestos de sellos
Formal: los impuestos sobre la circulación económica o sobre transacciones
económicas
No puede resultar una transferencia a fiscos extranjeros. Las normas que los
establecen son taxativas y deben ser interpretadas en forma estricta. Cuando la ley
nada dice sobre el tiempo de duración de su vigencia, se entiende que persisten
mientras se mantienen las circunstancias fácticas tenidas en cuenta para concederlas
también deben no ser derogadas las disposiciones que las establecen. Si la norma
establece expresamente la concesión “a perpetuidad” de una exención, se confiere a
los sujetos exentos un derecho subjetivo pleno y no puede modificarse la circunstancia
por un precepto ulterior revocatorio de la exención. Lo mismo si se trata de un plazo,
no puede darse por concluidos antes del mismo por modificación de la ley.
Deducciones
Para llegar al monto imponible, la ley admite restar una cantidad de conceptos, que
son aquellos gastos necesarios para mantener y conservar la renta o la fuente
productora de ganancias. Cuando hablamos de deducciones nos referimos a esos
elementos negativos que conforman la base imponible renta bruta –
deducciones = renta neta.
Desgravaciones
Son detracciones de la renta neta pero que no obedecen a elementos negativos que se
restan sino a beneficios impositivos o incentivos fiscales que convierten algo que
estaba gravado en algo desgravado
Aspecto subjetivo: ¿Qué significa la distinción entre sujetos que tienen personalidad
fiscal de aquellos que no tienen personalidad fiscal?
Clasificar sujetos con personalidad fiscal de aquellos que no la tienen como dice
Giuliani fonrouge, finalmente es una cuestión de capacidad a los fines de las
obligaciones tributarias y que pueden llegar a ser diferentes para un mismo sujeto
frente a diferentes impuestos ejemplo sociedad de hecho frente al IVA y frente al
impuesto a las ganancias. La personalidad es un status que se logra en virtud de una
expresa norma legislativa…”
En los casos en que la ley no mencione expresamente o que mencione a una serie de
sujetos, se suele distinguir entre aquel que realiza el hecho imponible o al cual este es
atribuible por naturaleza o como propio, de todos aquellos a los que se les atribuye la
responsabilidad de este hecho únicamente en razón de una norma legal, distinguimos
entonces entre:
Sujeto pasivo principal: aquel que posee la capacidad contributiva que constituye el
fundamento del hecho imponible es decir, que el contribuyente es tal tanto en el caso
en que la ley lo establezca expresamente, como en el que la ley nada diga al respecto.
Demás sujetos pasivos se los considera así en virtud de una expresión legal.
Los sujetos con personalidad fiscal tienen relación directa con el hecho imponible y se
encuadran en éste a las PH, SI, sociedades de capital, FCI cerrados, FF y fideicomiso
donde el fiduciante sea beneficiario del exterior.
Los sujetos sin personalidad fiscal no poseen vinculación directa con el hecho
imponible, se desplaza la cualidad de sujeto pasivo a alguien que no corresponde a la
configuración que se adopta con un sujeto pasivo que es subrogado por otro, se
encuadran en éste a las sociedades de personas y a las empresas unipersonales.
a) Sobre-tasa del impuesto a las ganancias sobre las sociedades y otros entes,
Art. 73 LIG del 10 % (alícuota actual 30 %), se aplicaría para los ejercicios
cerrados a partir del 31/12/2019.
Finalmente, pondremos bajo la lupa a uno de los fallos que más luz repartió en esta
cuestión del porcentual, y que en definitiva deja sentado un límite cuantitativo,
además de otros puntos de cabal importancia, puntos que iremos resaltando a medida
que avancemos en el análisis jurisprudencial de la causa, así es como en el fallo “María
Laura Pérez Guzmán de Viaña y Emilia Olmos Arredondo de Pérez Guzmán v. Provincia de
Tucumán”8, cabe advertir que estamos siempre dentro de los supuestos de impuestos
sucesorios, aquí la Corte dijo “El sistema impositivo comporta lesión de la propiedad si
de la relación de los dos términos que la integran, valor imponible y porciento de él
que se ha de percibir en concepto de tributo, este último absorbe una parte sustancial
de lo primero. Alegar y aun demostrar que no hay tal consecuencia lesiva emitiéndose
para ello al valor real, tanto importa como variar la liquidación con que se cobró el
impuesto, contrariando implícitamente el carácter definitivo que la ley le asigna. Si no
hay derecho a cobrar nada más que lo que se cobró, pues la liquidación se ajustó al
pertinente régimen legal y no hubo dolo del contribuyente en la aplicación de él que
indujera en error al Fisco, no puede alegar este último que el valor real de los bienes
es mayor, porque en el orden del impuesto en cuestión ese mayor valor un cuenta”,
tómese nota de la cabal importancia del pronunciamiento, dando una pauta
correctora, totalmente racional, donde las interpretaciones interesadas no tendrán
lugar, pues la ley es clara, y así deberá de aplicarse, la Corte continuo con lo que se
tomaría como referencia y del cual la gran mayoría de la doctrina enseña cuando se
escribe acerca de la Confiscatoriedad, “Debe considerarse cobrada
inconstitucionalmente la porción del gravamen que exceda el 33% del valor imponible
al que el Fisco de la demandada se atuvo en su liquidación definitiva”, lo feliz del
precedente tropieza a los pocos pasos, dado que nuevamente se omite dar un
argumento sobre él porque del monto, la Corte sigue con su razonamiento y da y
sostuvo “Que la disposición legal declarada inconstitucional es, por lo tanto,
inaplicable. Pero si es inaplicable en razón de que viola derechos, principios o garantías
consagradas por la Constitución, cuya primacía deban afianzar los jueces (arts. 31 y
100), ha de serlo en tanto en cuanto los viola y nada más. Los efectos de las sentencias
no han de trascender nunca la medida de su razón de ser. Si un impuesto es
inconstitucional en razón de su monto la consecuencia de la declaración judicial
pertinente sólo debe alcanzar a la porción del monto en qué consiste el exceso. Más
allá de ese límite no tiene razón de ser. De ahí que cuando no es posible practicar con
rigor la delimitación esta Corte haya dejado a salvo el derecho del Fisco para practicar
una reliquidación ajustada al criterio que la sentencia enuncia”, en el fallo bajo análisis
se ordenó devolver lo que superara el 33% del valor atribuido a los bienes
transmitidos en la liquidación fiscal, en opinión de Naveira, esta actitud más que
novedosa, sería la correcta, teniendo en cuenta que en los primeros fallos que se
analizaron al declararse la inconstitucionalidad de la norma todo el monto del tributo
era devuelto, poniendo al actor en una situación netamente irregular, ya que aquellos
que habiendo pagado el impuesto dentro de los límites de respeto a la propiedad es
claro que no podían realizar reclamo alguno, ya que lo contribuido habría sido
lícitamente percibido por parte del Fisco.
Fallo Comentado: Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS) CS ~ 2009/07/03 ~ Candy
S.A. c. AFIP y otro
1. Introducción
Así, al aceptar como legítimas las normas que hacen inaplicables el ajuste impositivo
por inflación (salvo probada confiscatoriedad de su aplicación en un caso concreto), la
Corte parece retrotraer el estado de situación a los primeros años de la década del
setenta, cuando existían unas pocas previsiones legales (no sistematizadas) para hacer
frente a este fenómeno económico indeseado que provoca, entre otros daños, la
captación de rentas no genuinas a los efectos tributarios. El Tribunal reconoce, como
ya lo había hecho para otros tributos, que el impuesto a las ganancias no puede
absorber una porción sustancial de la renta, pero no ofrece al respecto una solución
que exceda el interés concreto de la causa que decide.
Recordemos que el pronunciamiento del Alto Tribunal in re Dugan, abrió entre los
especialistas un debate acerca de la vía procesal adecuada para discutir este tema.
Aquélla era una acción de amparo y el Procurador General de la Nación había
sostenido que en ese “limitado marco” no era posible acceder a la petición de la
amparista. Candy resuelve también una acción de amparo, y al considerarla
procedente ratifica que este remedio es apto cuando se procura el mantenimiento de
la supremacía constitucional y no se cuenta con un medio procesal más idóneo (i.e.;
expedito, rápido y efectivo).
Queda ratificado además, que el escollo encontrado por la Corte en Dugan había sido
la debilidad probatoria que, en tal caso, no permitía acreditar de modo concluyente la
afectación constitucional invocada. Candy también resuelve en parte este tema,
porque el voto mayoritario recepta como suficiente la prueba originada en un informe
pericial preparado por la actora sobre la base de sus estados contables, coincidente
con el efectuado por el perito contador designado por el juez de grado y, este, sin
objeciones de ninguna de las partes. A través de este complejo probatorio se
acreditaron los distintos índices que llevaron a la Corte a declarar la irracionalidad de
un impuesto a las ganancias que, por la no aplicación del ajuste por inflación, absorbe
el 62% de la renta impositiva y el 55% de las utilidades contables, ambas ajustadas por
inflación.
Puede asumirse que otros contribuyentes reflejen para 2002 situaciones similares a la
de Candy, y que incluso en sus acciones pudieron haber ofrecido pericias idénticas a la
producida en este caso. Lo que no puede asegurarse, sin embargo, es que en todas
esas causas la decisión judicial haya también admitido la intervención técnica de un
tercero (perito de oficio). Si este finalmente fuera un escollo, y la Corte eventualmente
decidiera que un caso así es análogo a Dugan, entendemos que tal decisión afectaría
como mínimo la garantía de defensa en juicio, pues no es razonable hacer pesar esa
consecuencia sobre un actor diligente que ofreció todo el plexo probatorio disponible,
y que tuvo la mala fortuna de ocurrir ante un magistrado que consideró suficiente una
certificación contable o una pericia de parte sin la intervención del fisco, para tener
por acreditados los parámetros de una potencial confiscatoriedad.
Por ello es relevante tener presente que en Candy, antes del análisis concreto de la
prueba, el más Alto Tribunal destacó el “especial énfasis” puesto “en la actividad
desplegada por el actor, requiriendo la prueba concluyente a efectos de acreditar la
confiscatoriedad que se alega” (8). Si bien el voto mayoritario valora
fundamentalmente la prueba ofrecida por el actor, no sucede lo mismo con el voto en
disidencia, ya que apoyado en la idea de la prueba concluyente, restó valor a la prueba
producida por entender que el perito oficial no se había expedido sobre todo cuanto
debía “ratificar o rectificar”.
Así pues, si se sigue el voto mayoritario, sería de esperar que la eventual actitud
perezosa de algún juez de instancia inferior no altere la buena senda. Otra sería la
solución, si el criterio de la disidencia in re Candy prevaleciera, pues la suerte de la
tacha de inconstitucionalidad quedará entonces ligada a la presencia de todos y cada
uno de los elementos probatorios, lo que no debería ser así si, con las pruebas
producidas, el Tribunal puede formarse opinión suficiente acerca de cuánto debe
resolver (9).
Otro aspecto procesal relevante del análisis del fallo es el relativo a la decisión de
Candy de mantener, en su respuesta al traslado del recurso extraordinario, aquellos
argumentos referidos al efecto confiscatorio de las normas que impiden aplicar el
ajuste impositivo por inflación, a pesar de que tales argumentos no habían sido
tratados por las sentencias de las instancias anteriores. Entendemos que,
efectivamente, esta cuestión puede resultar limitante en otros planteos que pretendan
asociar su suerte a la de Candy, y que hayan omitido plantear, en la instancia
extraordinaria, la cuestión constitucional de los efectos confiscatorios de la falta de
aplicación del ajuste por inflación para fines impositivos.
La sentencia que se comenta aborda luego (14) todo lo relacionado con los efectos
confiscatorios que las normas que suspenden el ajuste impositivo por inflación
provocan a la firma Candy en el ejercicio 2002 del impuesto a las ganancias. De allí se
desprende algo para lo cual, si bien de Perogrullo (15), se esperaba una solución o
rectificación: en la Argentina está vigente el impuesto a la inflación.
Ello, en tanto el impuesto a las ganancias de las empresas debe ser calculado, aún en
tiempos inflacionarios como los actuales, según el resultado histórico, y solo se
admitiría ahora una solución distinta, con posible aval de la Corte, si tal resultado
arroja una alícuota efectiva de imposición sobre la renta similar al 62%. Entendemos
que ese límite solo nos orienta y que podría seguir idéntica suerte uno menor.
Volveremos sobre este aspecto, pues no puede soslayarse que la propia Corte se ha
cuidado de reiterar en Candy su tradicional doctrina sobre los límites relativos en
materia de confiscatoriedad y la necesidad de analizarla en función del tiempo y otras
circunstancias cambiantes (16).
Ciertamente, con las pautas brindadas en Candy no es posible saber qué alícuota
máxima es tolerable por el programa constitucional argentino en épocas de inflación o,
lo que es similar, a cuánto debe trepar la inflación (siempre no deseada) para que las
normas (hoy suspendidas) escritas en la ley del impuesto a las ganancias renueven sus
efectos.
Por ello decimos que esta situación nos devuelve, de algún modo, a los primeros años
de los setenta, cuando no existía un mecanismo ordenado para corregir ese efecto,
que provoca como sabemos una pérdida constante del poder adquisitivo de la moneda
y la distorsión consecuente de la base imponible. Se altera de este modo la renta real
sobre la que correspondería tributar y se gravan utilidades ficticias.
Entretanto, no puede tampoco soslayarse que las normas que hacen inaplicables el
ajuste impositivo por inflación son producto del sistema nominalista operado desde
1991 (20), y que su finalidad (i.e.; dotar de confianza a la convertibilidad de la moneda
(21)) perdió vigor al abandonarse aquel sistema (22). Su mantenimiento es
inconsistente con la realidad de hoy, aun cuando ella esté signada por los cuestionados
índices oficiales del INDEC.
Por ello, aun cuando la Corte haya entendido ahora legítima la no aplicación del ajuste
impositivo por inflación (o, si se quiere, una cuestión no justiciable), sobra recordar
que de su propia doctrina también surge que “El ajuste por inflación opera en forma
directa sobre el estado patrimonial de la sociedad” (23); y que “. debía concederse la
corrección numérica, a fin de salvaguardar la garantía de propiedad, cuando ese
denominador común, que es el dinero, ha sido afectado por la progresiva depreciación
monetaria (…) de otro modo se vería así frustrada la finalidad (…) con desmedro en los
principios que consagran los artículos 14 bis y 17 de la Constitución Nacional” (24);
“(…) la posterior agudización de la pérdida de valor del signo monetario significó
imponer a los sujetos mencionados una carga adicional a la antes descripta, cual es la
de soportar la depreciación del crédito o . el mayor tributo resultante de la
compensación de valores heterogéneos” (25).
Así pues, toda vez que la desvalorización de la moneda afecta el patrimonio de los
sujetos salvo que exista un mecanismo correctivo (26), y esto tiene a su vez efecto
inmediato sobre sus posiciones impositivas, es necesario que nuestros representantes
pongan manos a la obra sin esperar que la Corte se expida, a siete años vista, sobre un
caso concreto y extremo. Sobra decir que por mínima que sea la inflación, al alcanzar
rentas inexistentes eleva proporcionalmente la alícuota efectiva del impuesto aplicado
sobre las reales. Cualquier alícuota superior al 35%, además de distorsionar la medida
de la renta (neta) gravada pensada por la ley de este tributo, se disocia de una alícuota
medianamente normal para los tiempos que corren (27).
Por su parte, si bien el Congreso de la Nación pudo, como señala la Corte, haber
cumplido con el artículo 52 de la Constitución Nacional y así legitimar la ley 24.073
(Adla, LII-B, 1572) que dio origen a las normas que hacen inaplicable el ajuste por
inflación impositivo, es dudoso que en la especie ello resulte suficiente. En efecto,
tratándose del impuesto a las ganancias sin normas de ajuste por inflación, su alícuota
efectiva dependerá de variadas cuestiones, pero la principal (la inflación) seguramente
no provenga de una decisión del Poder Legislativo sino del devenir económico y de la
decisión del Poder Ejecutivo de emitir moneda o de regular otras variables
inflacionarias. Así pues, la “nueva” ley del impuesto a las ganancias define uno de sus
elementos esenciales (la alícuota) fuera del Congreso de la Nación, y es sabido que
esta técnica normativa es inadmisible en tanto flagela abiertamente el artículo 99,
inciso 3 de la Carta Magna.
4. La afectación constitucional
Recuerda luego que “de manera invariable” ha dicho que la confiscatoriedad existe si
se produce la absorción de una “porción sustancial de la renta o el capital” (30); y que
nunca había tenido la oportunidad de fijar el límite de dicha confiscatoriedad en
materia del impuesto a las ganancias. Por ello entiende que el límite del 33% como
tope de presión fiscal dispuesto para otras gabelas no puede extenderse férreamente a
este tributo (31).
Queda latente después de Candy saber a ciencia cierta a partir de qué nivel el
impuesto a las ganancias es confiscatorio. Se supone que lo es si la alícuota trepa al
62% de la renta histórica -entendemos que alícuotas menores también serían
atendidas- pero tampoco esto es definitivo ya que, al menos en ese caso, la Corte tuvo
además en cuenta el parámetro de utilidades contables ajustadas y su afectación por
la no aplicación del ajuste por inflación impositivo (en la especie, el impuesto sin ajuste
afectaba el 55% de dicha utilidad).
En línea con ello, y en relación a la renta, el Tribunal desde antiguo tiene dicho que
“.todo rédito obtenido ocasiona un relativo desmedro en el costo de lo invertido
(capital-fuente), por lo cual resulta indispensable desintegrar el monto de aquél para
tomar la porción necesaria con el fin de adosarla al capital para que éste no sufra
mermas que, con el tiempo y después de sucesivas producciones de renta, lo llevan a
un desgaste o aniquilamiento. En esta forma se cumple (…) con el fin de que se pueda
vivir consumiendo la renta sin empobrecerse y que sea posible enriquecerse no
consumiéndola del todo” (36).
Una de las consideraciones medulares de Candy, sino la más relevante, es la que indica
que aunque el mero cotejo de la liquidaciones del impuesto a las ganancias con y sin la
aplicación del mecanismo de ajuste por inflación “no es apto para acreditar una
afectación al derecho de propiedad”, no excluye la posibilidad de confiscatoriedad”…si
entre una y otra (liquidación impositiva) se presenta una desproporción de magnitud
tal que permita extraer razonablemente la conclusión de que la ganancia neta
determinada según las normas vigentes no es adecuadamente representativa de la
renta, enriquecimiento o beneficio que la ley del impuesto a las ganancias pretende
gravar” (44).
En Candy se ratifica que la alícuota del impuesto es del 35% sobre las rentas netas,
porque todo lo que supera ese índice provocado por la inflación no debe tenerse en
cuenta. Sin embargo, qué sucederá cuando la alícuota efectiva no alcance tamañas
desproporciones.
Acaso respeta el principio de igualdad que el tributo vaya a ser constitucional -y grave
la inflación íntegramente- cuando la alícuota efectiva sea, por caso, del 40%; y sea
inconstitucional -y no la grave siquiera en una porción- cuando una alícuota efectiva
mayor demuestre confiscación y renazca la alícuota nominal del 35%. Por ello dijimos
en este título si el impuesto a la inflación es un todo o nada.
Si bien la Corte aclara que el límite tradicional del 33% no necesariamente se aplica a
este impuesto (46), una alícuota potencialmente “móvil” asociada a circunstancias,
como la inflación, que no surgen de la ley del tributo, no ofrece la seguridad jurídica
que se pretende en un Estado de Derecho. Esta técnica de imposición es despreciable.
Tal vez por ello hubiera sido promisorio que la Corte, luego de decidir que las normas
que hacen inaplicable el ajuste por inflación no violan el principio de reserva de ley, al
menos definiera el límite de confiscatoriedad, y si se quiere circunscrito a 2002 y
considerando las particulares circunstancias que vivió la Argentina en ese año. En esa
hipótesis, pudo la Corte seguir su propia doctrina (47), y determinar recalcular el
impuesto dejando de lado solo la porción que entiende superior al límite de lo
constitucional.
Por último, deja algún indicio la Corte de cuándo será constitucional no aplicar el
mecanismo de ajuste por inflación? Si bien nada dice en forma expresa, algo podría
desprenderse de la propia valoración de la prueba que hace el Alto Tribunal y que luce
claro del voto de la disidencia, donde se consigna que la diferencia entre el impuesto
histórico y el ajustado alcanzó al 77% de este último. Cabe preguntarse entonces qué
sucedería si esa diferencia (que refleja la inflación sobre el resultado impositivo) no
alcanza el límite tradicional impuesto por la Corte.
6. Conclusiones
No tenemos certeza de cómo responder esa y las demás preguntas formuladas en este
trabajo. Desde nuestro punto de vista, el Alto Tribunal pudo haber dicho algo más en
materia de confiscación en el impuesto a las ganancias. La oportunidad era propicia.
(1) Sentencia del 3.7.09, con dos abstenciones (Ministros Zaffaroni y Argibay) y una
disidencia (Ministro Petracci)
(2) Distintos regímenes aparecidos desde 2002 a esta parte prevén atractivos
beneficios tributarios (e.g., ley 25.964 (Adla, LXV-A, 14) para la importación de bienes
de capital; ley 26.764, para la regularización de deudas impositivas y de los recursos de
la seguridad social; todos ellos con el requisito sine qua non de abandonar (desistir,
allanarse o no promover) toda discusión relativa al ajuste impositivo por inflación.
(3) Sentencia del 30.6.05.
(4) Llamado hecho por la Corte en julio de 2006 y en el marco de las actuaciones
“Juplast”.
(5) Desde nuestro punto de vista, los casos pendientes de resolución seguirán la
doctrina Dugan o la doctrina Candy, y difícilmente haya alguna otra excepto en cuanto
a la razonabilidad o no de la alícuota efectiva.
(6) El Ministro Fayt, en mayo de 2009 señalaba “La corte de los Estados Unidos ve ocho
expedientes al mes, es decir, poco más 1000 en diez años. Nosotros, en ese mismo
lapso, recibimos 270.000 causas. No hay corte en el mundo que haya visto tantos
casos” www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1130609
(7) Cfr. Vizzoti (Fallos 327:3677) (LA LEY, 2004-E, 929)
(8) Considerando séptimo.
(9) In re Procesamiento Industrial Laminados Arg. R. S.A., CSJN, 17.3.09.
(10) Art. 39, ley 24.073; art. 4, ley 25.561 (Adla, LII-B, 1572; LXII-A, 44)
(11) Considerando tercero.
(12) Considerando quinto.
(13) Considerando sexto.
(14) Considerando séptimo y siguientes.
(15) Decimos que es de Perogrullo, porque desde la Nota Externa 10/02 la AFIP ya
había indicado cómo espera que se efectúen los balances impositivos.
(16) Considerando séptimo
(17) Hasta la sanción de la ley 21.894 en 1978 (Adla, XXXVIII-D, 3394), los problemas
que la inflación causaba en materia impositiva fueron atendidos en la Argentina
mediante la adopción de una variada gama de medidas de carácter discrecional, tales
como el revalúo de activos, la corrección de amortizaciones de bienes de uso, los
ajustes del costo computable de bienes, los mecanismos de indexación de deudas
fiscales y de saldos a favor del contribuyente, la corrección de tasas de interés y la
actualización de anticipos.
(18) Considerando sexto.
(19) GIULIANI FONROUGE, “Impuesto a las ganancias”, 3ª edición, Buenos Aires, p.
627.
(20) Con la introducción de la ley de convertibilidad 23.928 (Adla, LI-B, 1752).
(21) La prohibición de actualización por depreciación monetaria fue una medida
tomada como consecuencia de la coyuntura de emergencia de la Argentina de los años
80 y principio de los 90, y como complemento del nuevo régimen monetario creado
por la ley 23.928 de convertibilidad, con el propósito de acabar con la hiperinflación
sufrida por el país en aquellos años. La Corte convalidó aquella prohibición (Fallos
315:158), en función de la preservación de ciertos derechos amenazados por el
proceso inflacionario, fundamentalmente la propiedad (considerando 20, con cita a
Fallos 298:466; 300:655; 301:759).
(22) A fin de 2001 y principios de 2002 se registra una de la más profunda crisis
económica de la historia contemporánea argentina. Ello motivó un cambio radical del
modelo económico y se abandonó, por ley 25.561, el régimen de convertibilidad que
había estado vigente por más de diez años. Consecuentemente se dejó de lado un
sistema nominalista en materia monetaria, pero se mantuvo inconsistentemente la
prohibición de aplicación de todo índice de ajuste por inflación o similares, que eran
propios de la etapa anterior (de convertibilidad) como mecanismo apto para
recomponer el valor de la moneda, jaqueado y distorsionado por los efectos de la
inflación.
(23) Fallos 307:310.
(24) Fallos 304:1073; 312:60.
(25) Fallos 304:1922 (LA LEY, 1983-B, 332)
(26) Fallos 268:112. En efecto, “in re” Provincia de Santa Fe c. Nicchi, la Corte ya había
ordenado (1967) indexar el monto de la indemnización adeudada al dueño de un bien
expropiado, para evitar caer en una confiscación.
(27) Si bien antiguamente alícuotas superiores al 35% podían ser habituales (USA,
1964, 92% y 1978, 70%; Reino Unido, 1980, 98% para renta de inversiones; 83% para
renta ganada -cfr. REIG, Enrique, “Impuesto a las Ganancias”, décima edición, p. 12-),
la tendencia actual es en sentido opuesto. La alícuota del impuesto a la renta son:
España, 30%; Holanda al 25.5%; Suiza 21.3%; Francia 33.3%; Italia, 33%; USA, 34%;
México, 28%; Brasil, 25%; Australia, 30%; China, 33%; Japón, 30%; Indica, 30%. Fuente:
World Bank Group: http://www.doingbusiness.org/
(28) De fecha 20.3.07. Ver, en particular, el último párrafo.
(29) Considerando séptimo.
(30) Considerando séptimo, con remisión a otros fallos del Alto Tribunal.
(31) Considerando duodécimo.
(32) Considerando séptimo.
(33) Fallos 312:2467; 314:1293 (LA LEY, 1992-B, 330).
(34) Fallos 205:132; 207:373; 210:856; 242:76; 314:1293: 322:3255, entre otros.
(35) ALBERDI, Juan Bautista, -1854- “Sistema económico y rentístico de la
Confederación Argentina”, Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1998, Tercera Parte,
Capítulo IV, n° V -p. 319-.
(36) Fallos 220:939.
(37) In re Sociedad de Electricidad de Rosario, la Corte consideró que “en tanto que los
impuestos a los réditos y de emergencia no inciden sobre el capital sino en este caso,
sobre las ganancias resultantes de su realización, previa detracción de los valores de
adquisición no amortizados, tampoco se ve afectado el principio de no
confiscatoriedad” (Fallos 291:293); mientras que in re Gobierno de Italia c. Consejo
Nacional de Educación (Fallos 190:159) y Carlos Vicente Ocampo (Fallos 234:129)
sostuvo que “.el impuesto a la renta, que deja a salvo e intacto el capital o fuente que
la produce.”
(38) Considerando undécimo. Recordamos además que desde antaño la Corte ha
recogido el concepto de razonabilidad como medida de la confiscatoriedad de los
gravámenes, al decir que el poder impositivo ha de ser ejercido de buena fe y para
fines públicos, y que los impuestos deben establecerse con arreglo a un sistema de
imparcialidad y uniformidad, en condiciones razonables y en forma tal que no lleguen
a constituir una prohibición o confiscación (Fallos 179:98).
(39) Considerando decimotercero
(40) Ley 25.561 y normas consecuentes.
(41) “In re” Smith (Fallos 325:28) (LA LEY, 2002-A, 770); Peralta (Fallos 313:1513) (LA
LEY, 1991-C, 158) y Provincia de San Luis c/ Estado Nacional (Fallos 326:417) (LA LEY,
2003-B, 537) el Máximo Tribunal, sobre la situación de emergencia declarada por la ley
25.561, ya había sostenido que “la restricción que impone el Estado al ejercicio normal
de los derechos patrimoniales debe ser razonable, limitada en el tiempo, un remedio y
no una mutación en la sustancia o esencia del derecho adquirido por sentencia o
contrato (Fallos: 243:467; 323: 1566, entre muchos otros). De ahí que los mecanismos
ideados para superar la emergencia están sujetos a un límite y éste es su
razonabilidad, con la consiguiente imposibilidad de alterar o desvirtuar en su
significación económica el derecho de los particulares (confr. causa “Smith” -LA LEY,
2002-A, 770-); y no es dudoso que condicionar o limitar ese derecho afecta a la
intangibilidad del patrimonio y obsta al propósito de afianzar la justicia”.
(42) Fallos 136:161; 172:21 y 247:121 (La Ley Online)
(43) Fallos 313:1514. La doctrina de Peralta es mantenida en Bustos (Fallos 327:4495)
(LA LEY, Sup. Especial, octubre/2004, p. 41) y en Galli (Fallos 328:690) (LA LEY, 2005-B,
719)
(44) Considerando decimocuarto.
(45) 62% sobre las impositivas y 55% sobre las contables, ambas ajustadas
(46) Sobre el límite de la confiscatoriedad se ha cuestionado “…cual es la racionalidad
del porcentaje del 33% para estimar que llegado a él se opera la confiscatoriedad. ¿Por
qué no se puede producir ella en los límites del 30% o del 40%? ¿Cuál es la razón que
ha determinado, parecería en forma sacramental, que se elija ese coeficiente como
límite de la razonabilidad del quantum del gravamen para calificarlo de confiscatorio?
GARCÍA BELSUNCE,” Algo más sobre la confiscatoriedad en la tributación”, en Enfoques
sobre derecho y economía, 1998, ps. 379/380.
(47) Fallos 211:1033; 234:130; 235:883.
Hay autores, como Catalina García Vizcaíno, que prefieren usar el término “hecho
imponible” para ambos conceptos, ya que consideran que es la forma que usualmente
se utiliza. Otros autores, como Geraldo Ataliba, prefieren diferenciarlos atentos a no
causar una confusión terminológica.
Bibliografía consultada: GARCÍA VIZCAÍNO C. (2007) Derecho Tributario.