Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
1|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
1. BREVE HISTORIA DEL SURGIMIENTO DEL AT. DEFINICIÓN DEL ROL ESPECÍFICO
DEL AT. FUNCIONES DEL AT. EL ROL DEL AT EN LA ESTRATEGIA DE UN
TRATAMIENTO. EL APORTE DEL AT COMO MIEMBRO DEL EQUIPO TERAPÉUTICO.
DIFERENCIACIÓN DEL ROL DEL AT. EL ESPACIO DE LA SUPERVISIÓN.
Según lo planteado por Kuras (2002), se asocia el surgimiento de esta práctica al Dr.
Eduardo Kalina. A finales de la década del 60´ surge un agente dentro de la práctica
clínica psiquiátrica al que Kalina llamaba, en un primer momento, amigo calificado. Poco
tiempo después este primer nombre habría sido sustituido por el de acompañante
terapéutico (a.t.). Ya que este cambio de denominación, implicaba un cambio de rol:
“con esto se acentúa el aspecto terapéutico por sobre la amistad, y se establece un
vinculo con el paciente desde un rol establecido y no desde el rol que el paciente quiera”
(Kuras de Mauer y Resnizky, pág. 110).
2|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
Otra de las versiones que puede ser tenida en cuenta, sitúa los orígenes de esta función
dentro de la clínica psiquiátrica, y de una apertura en el interior de esta. Según el Dr.
Jorge García Badaracco, desde 1960 trabajaba con a.t., siendo Jefe de Servicio del
Hospital Borda. Badaracco manifiesta que “es una técnica usada desde hace muchos años
en países como los EEUU porque no es intrusiva, ni invasiva, y resulta altamente
continente”.
Otra de las explicaciones posibles al surgimiento del a. t. la vincula con profesionales que
trabajaron en esta práctica desde principios de los años 70. Desde esta posición, el a.t.
habría comenzado como una alternativa frente a la internación psiquiátrica. Dicha
posibilidad se les planteaba a algunos terapeutas, en su mayoría psicólogos y
psicoanalistas jóvenes, a los que se les solicitaba - desde algunas familias- un
tratamiento de emergencia, para pacientes en crisis para quienes se quería evitar la
internación psiquiátrica. Recurrían entonces a la utilización del a.t. como recurso que
permitía sostener una internación domiciliaria. Por lo que en ese momento la posición del
a.t.- al ser un rol en construcción- se encontraba bastante indiferenciada a la del
terapeuta.
También cabe mencionar la experiencia relatada por el Dr. Juan Carlos Stagnaro, quien
manifiesta que como terapeuta necesitaba en ocasiones recurrir a otras personas, debido
a las dificultades que se le presentaban para sostener un tratamiento, y utilizaba para
esto recursos cercanos a la familia, o de la realidad social inmediata. Ligaba al
Acompañamiento terapéutico a un trabajo extra muros, realizando los a.t. actividades
relacionadas con la contención en momentos de crisis, o el uso de tiempo libre, o
actividades de animación grupal o socialización.
A partir de lo mencionado anteriormente, se vislumbra que el trabajo clínico con a.t. fue
respondiendo a diferentes necesidades clínicas, y orientándose de manera diversa. La
complejidad en establecer de manera precisa el surgimiento de esta práctica, se refleja
en las características del rol y de su función, ya que de acuerdo a cada explicación
posible de comienzo del AT se explica y se define de manera diferente el campo de
acción de este agente. Por lo que aparecerán- posteriormente- dificultades al momento
de intentar definir y darle una articulación teórico-clínica precisa a esta función.
Es necesario señalar, además, una serie de elementos que determinaron el desarrollo del
AT, ya que constituyen variables a tener en cuenta al desarrollar su historia en la
Argentina, y al comenzar a configurar su función.
En primer lugar, señalamos la carencia en nuestro país de instituciones intermedias en el
ámbito de la Salud Mental; es decir, instituciones que permitan alojar, contener, y tratar
a pacientes que egresan de una internación psiquiátrica, o aquellos pacientes de menor
3|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
gravedad, que no reúnen los criterios actuales de internación, pero que requieren un
tratamiento especifico, en muchos casos sin apoyo socio-familiar. Por lo que el a.t. fue
solicitado así en muchas ocasiones, para favorecer la inserción social del paciente,
permitiendo suplir en algunos casos falencias institucionales de una contención
adecuada.
Por otro lado, Rossi y Pulice (1994) señalan que si el recurso del AT es utilizado con
precisión, representa costos accesibles para una franja de pacientes a los que les puede
resultar inaccesible el tratamiento en una institución privada adecuada.
Por último, otro elemento de incidencia en relación a este desarrollo fue lo que ocurrió
con el aumento de estudiantes y egresados de la carrera de Psicología a partir del año
1983, ya que se modifico el acceso convirtiéndose en ingreso irrestricto. Los autores
señalan que dicho acontecimiento ha tenido gran incidencia en la expansión de la
práctica del AT, ya que se presento como una posibilidad de salida laboral, permitiendo el
contacto y aproximación a los primeros pacientes.
Los hechos mencionados anteriormente, junto con los primeros intentos en la difusión y
formación del rol del a.t. dieron lugar a una mayor institucionalización del acompañante
como un “agente” más de la Salud Mental.
En diversas oportunidades, se presento el AT, como una alternativa más en el abanico de
ofertas de tratamiento de una institución, sin tener en cuenta la valorización real y clínica
de la incorporación de este agente al equipo de trabajo. Lo que perjudicó a la práctica
misma del acompañante ya que, en ocasiones, no estaba definido el lugar propio del at
en la estrategia de abordaje específico del paciente en cuestión. Por lo que fue
contraproducente para el desarrollo de la práctica y a su vez conllevó una desvalorización
de su eficacia terapéutica, debido a su utilización inadecuada e indiscriminada. Dicha
situación, produjo confusiones con respecto al rol, exigiendo a los acompañantes tareas
que son propias de otros roles: enfermeros, cuidadores, terapeutas, etc.; exponiendo al
a.t. a situaciones de maltrato en esta práctica.
En el recorrido del surgimiento y el posterior desarrollo de la práctica del AT, se fue
consolidando como una oferta válida para:
El terapeuta, como una opción para sostener esquemas de tratamientos
ambulatorios con un paciente en crisis, para la reinserción en la familia luego de una
internación, y que se da con un recurso humano que permite un trato más
personalizado, y acotado a una estrategia
específica, en la medida en que se cuente EL AT ES UNA OFERTA VÁLIDA PARA:
con una formación técnica o profesional.
Para la familia, como otro que acompaña y
El terapeuta.
sostiene a este sistema en la situación de
crisis en la que se encuentran, y que permite
una nueva mirada sobre “el enfermo” La familia.
posibilitando nuevas formas de vinculación.
Para el paciente, como una presencia El paciente.
significativa, estable, que permita alojar su
sufrimiento, que lo acompaña sin juzgar. A
partir de este encuentro con un otro puede
construir un vinculo que favorezca la concreción de los objetivos terapéuticos, como
así también dar lugar a la expresión y reconocimiento de su singularidad,
posibilitando el desarrollo de sus potencialidades desde una mirada que rescate la
persona de posibles “rótulos” que lo “patologizan” aún más.
4|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
Cabe aclarar que en el presente apartado se tomarán aspectos generales que, luego, en
cada unidad se profundizarán de acuerdo a las modalidades de intervención del a.t., su
área de inserción, etc.
Ahora bien, ¿qué decimos cuando hablamos de acompañar?, más aún, ¿a qué nos
referimos cuando hablamos de Acompañamiento Terapéutico?.
5|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
6|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
c) Funciones del at
Anteriormente se ha hecho referencia a que el rol del a.t. es un rol de múltiples
funciones. Dichas funciones se relacionan con la posibilidad- que brinda el
acompañamiento terapéutico- de pensar y diseñar la estrategia de tratamiento en
función a la singularidad del paciente. Por lo que, las funciones que desarrolla el at
dependen- en gran parte-de los objetivos
particulares que se planteen en el caso
concreto.
Sin embargo, algunos autores plantean
ciertas funciones “generales” del rol del
acompañante, que se presentan sintetizadas
a los fines didácticos.
Según Kuras de Mauer y Resnizky (2003),
pioneras en la práctica del Acompañamiento
Terapéutico, el a.t. tiene las siguientes
funciones:
Unidad Nº 01
Cabe señalar, que en la actualidad dichas funciones se consideran de manera más flexible ,
con respecto a cada caso en particular, de ningún modo se consideran como
compartimentos estancos desde los cuales se reduce la práctica del a.t. Por el contrario, se
piensan en las mismas como criterios, aspectos generales a tener en cuenta, delimitando
también otras funciones en relación al paciente en cuestión, etc.
Asimismo, la flexibilidad de dichas funciones está dada también por el contexto en el cual se
desarrolla –por lo general- la práctica del Acompañamiento Terapéutico, ya que se llevan a
cabo en espacios cotidianos del paciente, dependiendo del caso: su hogar, un bar, el club.
Espacios que le son propios al habitar en ellos. Tal aspecto es característico del rol del a.t. y
es lo que algunos autores denominan: que el at se entrama en la tela de la vida cotidiana
del acompañado, y sin embargo no es parte de ella.
Aquí radica la importancia de una postura ética al respecto. Aspecto que se desarrollará en
otra unidad del presente curso.
8|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
Unidad Nº 01
Cada profesional desde su área de trabajo puede manifestar lo observado, etc., para que
allí pueda circular y ser trabajado en función del paciente.
Es importante realizar reuniones de equipo periódicamente porque esto permite
reconocer los logros y las limitaciones con las cuales se enfrentan cada uno de los
profesionales en relación al paciente. Como así también la elaboración de un pronóstico
más ajustado a la realidad y la consecuente planificación de objetivos. La importancia de
dichas reuniones radica en la posibilidad de revisar sistemáticamente la estrategia
elegida para el tratamiento y ofrece la oportunidad de ir realizando las modificaciones
necesarias. La comunicación permanente en el equipo es fundamental para no dar lugar
a fracturas frente al paciente, y poder resistir como una unidad.
Los datos que puede aportar el acompañante en dichas reuniones son muy importantes
ya que es quien se encuentra en contacto con la cotidianidad del paciente, su casa, la
dinámica familiar, etc.
Tal como plantean Dragotto y Frank (2008):
La inclusión de un a.t. cobra un sentido no solo a partir de la necesidad o al pedido que
formule el paciente y/o su familia, sino fundamentalmente a partir del lugar que le hace
el terapeuta que conduce el tratamiento. La inserción del a.t. siempre tiene un “para
que” implícito aún cuando éste no siempre pueda formularse en términos de objetivos; y
ese para qué no se basa en el sentido común sino en una estrategia terapéutica basada
en la evaluación y comprensión que el equipo terapéutico tiene de la problemática del
paciente y de sus síntomas de acuerdo con su marco teórico de referencia (Pág. 2).
El segundo aspecto al que se hace referencia cuando hablamos de trabajo en equipo, es
el espacio de supervisión que todo acompañante debe tener. Entendiendo al mismo
como el espacio en el cual el acompañante puede plantear sus dudas e inquietudes con
respecto al devenir del acompañamiento en el que está trabajando. Se retomará dicho
aspecto posteriormente.
10 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
g) El espacio de la supervisión
A partir de lo mencionado anteriormente es que comienza a surgir la necesidad de
clarificar algunos aspectos en relación al lugar que tiene el espacio de supervisión en
la práctica cotidiana del acompañamiento terapéutico. Nos preguntamos entonces, ¿en
qué consiste dicho espacio?, ¿cuál es su función?, ¿quiénes participan del mismo?
En relación a las dos primeras preguntas, el Dr. en Psicología, Duarte Barretto (2005),
nos ilumina al respecto:
El AT, aparentemente ofrece un límite muy tenue entre trabajo y recreación. Las
fronteras parecen ser inexistente.s Al comienzo de mi experiencia como acompañante,
sentía que estas separaciones no existían, lo que a pesar de permitirme hacer “un viaje”,
también generaba en mí su monto de angustia.
De esa forma, son incontables las situaciones y momentos en que surgió la duda: ¿será
que estoy trabajando?, ¿será que eso es un trabajo serio? ¿Ésta es mi propia locura
apoderándose de todo o estoy pudiendo lidiar con ella y la del otro? (Pág.34).
Tal es la complejidad del encuentro con otro en el ámbito de lo terapéutico, que la tarea
de supervisión permite en primer lugar, trabajar las dificultades que plantea la
multiplicidad de variables en juego y el modo en que se despliega la transferencia en
nuestros pacientes, como así también los aspectos contra transferenciales, es decir todo
aquello que el acompañado despierta en el acompañante.
Además en este espacio se integran las diferentes transferencias que se juegan con cada
uno de los acompañantes.
Por lo tanto, la supervisión del a.t. será ese espacio donde podrá volcar sus dudas en
cuanto a lo clínico y a su posicionamiento respecto de aquello con lo que interviene. De
algún modo, el espacio de supervisión se constituye como un espacio que acompaña al
acompañante.
Por lo general, dicho espacio es guiado por el Coordinador del acompañamiento, un
psicólogo o acompañante de mayor experiencia que puede ir ayudando a vislumbrar las
dificultades propias del rol.
Dicho espacio puede adoptar distintas características, dependiendo de la modalidad del
acompañamiento, y de la
institución en la cual el
acompañante se encuentre
trabajando. Puede constituirse
como un espacio de
supervisión individual o
grupal. Entendiendo por
individual, al espacio
constituido por el
acompañante y el supervisor;
grupal, al espacio en el cual
participan distintos
acompañantes y un
supervisor.
Los criterios de dichas elecciones son diversos, como así también las técnicas empleadas,
pueden relacionarse a la temática abordada como así también al posicionamiento teórico
y ético desde el cual se trabaje, etc.
La función fundamental del espacio de supervisión es poder ampliar la mirada, debido –
en parte-a la cercanía del rol, por lo que se precisa contar con un espacio que actué
como intermediario entre el impacto de lo cotidiano y el rol terapéutico en dicha trama.
Asimismo, el espacio de supervisión actúa de sostén para el acompañante, permitiéndole
poder plantear sus experiencias, dudas, temores en relación a su acompañado, y al
mismo tiempo poder compartir con otros a.t. las dificultades, alcances y limitaciones
propias del rol.
El espacio de supervisión constituye un elemento fundamental en la tríada de la práctica
del AT: formación-supervisión-espacio personal; éste último no necesariamente
11 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
Unidad Nº 01
Modalidades
Según lo planteado por Dragotto y Frank (2008)
el acompañamiento al abordar la singularidad de
cada caso y la necesidad de cada momento va
adoptando diferentes modalidades de acuerdo a
los contextos en las que interviene. Se pueden
nombrar las siguientes modalidades:
Institucionales: el a.t. se inserta en una
institución acorde a una estrategia de un
equipo, es el caso de escuelas, hospitales,
psiquiátricos, geriátricos, hospitales de día, etc. Allí pueden insertarse con el fin de
acompañar un sujeto a partir de la demanda del equipo sosteniendo una estrategia
desde la particularidad del caso, llamaremos a esto acompañamientos individuales.
Dentro de las instituciones también se implementan estrategias grupales de
acompañamiento, uno o dos acompañantes contienen, coordinan, advierten el
advenimiento de la subjetividad individual en un contexto grupal; en talleres de
reinserción social, laboral, comunidades terapéuticas, hospital de día, etc.
Acompañamientos Ambulatorios: en este caso el acompañamiento se desarrolla
fuera de la institución. Desde el abordaje terapéutico institucional o de un consultorio
privado el equipo sostiene un abordaje en la cotidianeidad del sujeto. En estos casos
13 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
Áreas de inserción
Si bien el AT surgió en un primer momento para abordar aquellos pacientes con
patologías severas que presentaban un desafío para el terapeuta, como psicosis,
adicciones, etc., con el pasar del tiempo ha ido ampliando su campo de abordaje a muy
diversas patologías y diferentes contextos, sin perder la especificidad y singularidad de
rol.
Sin embargo, a medida que el campo de acción se va ampliando, nos vemos obligados a
pensar y formular las especificidades teóricas y técnicas para cada una de estas áreas.
Hoy en día podemos distinguir las siguientes áreas de inserción:
ADICCIONES
BULIMIA Y ANOREXIA
DEPRESIONES Y TRASTORNOS DEL ESTADO DE ANIMO
FOBIAS Y ATAQUES DE PANICO
PACIENTES CON RIESGO SUICIDA
PSICOSIS
RETRASO O DISCAPACIDAD MENTAL AREAS DE INSERCIÓN
AUTISMO Y TRASTORNOS GRAVES
INFANTO-JUVENILES El campo de acción
comprende diversas
NIÑOS CON DIFICULTADES DE
patologías y
INTEGRACIÓN ESCOLAR
diferentes contextos
PATOLOGIAS GENÉTICO/NEUROLÓGICAS donde el AT
EN ADULTOS Y EN NIÑOS
desempeña su rol
PACIENTES CON CUIDADOS PALIATIVOS criteriosamente.
TERCERA EDAD
14 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
b) La demanda en el AT
¿A qué nos referimos al hablar de demanda en el AT? ¿Por qué es importante su
análisis?
Al hablar de demanda incluimos lo que se llama el “pedido” del acompañamiento
terapéutico. El mismo se considera a partir del llamado telefónico, que puede realizar un
profesional, la familia del paciente o el paciente mismo.
Es fundamental poder desgregar los distintos elementos que conforman el pedido del at.
Es decir, considerar la urgencia y gravedad del caso, el contexto en el que está inmerso,
quién realiza el pedido, el modo en que lo hace, las expectativas con respecto a la
función del acompañante allí, etc.
Al esclarecer dichos aspectos, se “limpia” el terreno en el cual posiblemente se
intervendrá .La tarea del análisis de la demanda es primordial, ya que, en cierto modo
podrá marcar el devenir de ese acompañamiento en particular.
El acompañamiento terapéutico puede ser indicado por un psicólogo, psiquiatra o
psicoanalista, además puede ser solicitado por equipos interdisciplinarios en Salud,
Educación Especial y Discapacidad.
También puede ser solicitado directamente por la familia de un paciente. En estos casos,
si no cuenta con un profesional a cargo, se evalúa la pertinencia de indicación de una
asistencia terapéutica específica.
15 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
En esta etapa, las actividades ya pueden planificarse junto con el paciente, siempre
que éste manifieste una actitud de mayor compromiso con el tratamiento.
A medida que a.t. desarrolla su tarea, el paciente va comprendiendo los roles que
aquel cumple dentro del equipo.
(…) permite abreviar los tiempos de la internación, fortalecer los vínculos con la
familia y la comunidad, favorece la reinserción social del paciente; bajo la dirección de un
16 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
17 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
BIBLIOGRAFIA
18 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
Lea atentamente cada pregunta y marque la única opción correcta con un círculo:
3) El Dr. Eduardo Kalina, comienza a utilizar el recurso del at con pacientes con cuadros de:
a) Adicciones y psicosis.
b) Discapacidad.
c) Psicosis.
5) Diferentes autores convergen en que las modalidades en las que suele desarrollarse un
acompañamiento terapéutico, son:
a) Institucionales, internaciones domiciliarias y ambulatorios.
b) Institucionales, ambulatorias y hogareñas.
c) Institucionales, grupales y ambulatorios.
19 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.
Unidad Nº 01
Lea atentamente cada pregunta y marque la única opción correcta con un círculo:
8) Según las autoras Kuras y Resniky, en el vínculo at -acompañado , suelen darse distintos movimientos:
a) Inicio de la relación, mayor aceptación del vinculo.
b) Inicio de la relación, mayor aceptación del vinculo, consolidación y finalización.
c) Inicio de la relación, mayor aceptación del vínculo y finalización.
Nota importante:
20 | P á g i n a