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El surgimiento del acompañamiento

terapéutico en Argentina.
November 10, 2016
|
Florencia L. Casabella

El AT surge a comienzos de los años ‘70 de la mano del Dr.


Eduardo Kalina. El acompañamiento terapéutico aparece
como una práctica ligada a la psiquiatría y al tratamiento
fundamentalmente de pacientes psicóticos y pacientes en
tratamiento por adicciones bajo el nombre de amigo
calificado.

El pronto pasaje de esta denominación a la de


acompañamiento terapéutico estuvo ligado a centrar el rol en
el aspecto terapéutico por sobre la amistad, según palabras de
Kalina. Dentro de las primeras definiciones que comienzan a
atribuírsele al acompañamiento terapéutico una de ellas es:

“Recurso en pacientes severamente perturbados para tratar de


encarar su enfermedad en el quehacer cotidiano mediante el
trabajo interdisciplinario en red.” (Dr. Julio Moizeszowicz)

Por otra parte, en la década de los ‘60 se había


iniciado una división dentro de la Psiquiatría en dos grupos
claramente diferenciados: por un lado, los psiquiatras
manicomiales, integrado por los defensores del sistema de
hospicios y directivos de los manicomios de todo el país y los
psiquiatras reformistas, integrado por quienes se oponían al
sistema manicomial y pretendían modificar sus estructuras.
El acompañamiento terapéutico empieza a insertarse en la
línea de trabajo de los psiquiatras reformistas como una
alternativa frente a las internaciones psiquiátricas: el AT
empieza a aparecer como un dispositivo que puede intervenir
en la cotidianeidad de los pacientes favoreciendo así a la
permanencia de estos últimos en el hogar y evitando el
dispositivo de internación en el manicomio.

Los primeros psiquiatras que comienzan a trabajar


con el acompañamiento terapéutico son los psiquiatras
pertenecientes al grupo de reformistas.

A fines de la década de los ‘80 comienza a


consolidarse su actuación en el campo de la Educación
Especial, incluyendo entre las tareas del acompañante
terapéutico la integración escolar; el tratamiento de pacientes
oncológicos, el ámbito de la geriatría.

Por último, comienza a incluirse la cobertura del


acompañamiento terapéutico por las obras sociales, lo cual
también supone un giro en su consolidación puesto que no
sólo comienza a ser un recurso más usado sino que además de
cobertura obligatoria en ciertos casos, entre ellos, la
discapacidad.

A mediados de la década de los ‘90 el


acompañamiento terapéutico comienza a institucionalizarse.
Esto debe entenderse en una doble vertiente: en principio, el
AT comienza a tomar parte entre los profesionales de las
diferentes instituciones y comienzan a funcionar al interior de
las instituciones los llamados equipos de acompañamiento
terapéutico. Los equipos de acompañamiento terapéutico tal y
como funcionan en la actualidad suelen estar integrados por
algunos pocos que coordinan el equipo y que por lo tanto se
encargan de tender el lazo entre los profesionales y los
acompañantes y los acompañantes terapéuticos.

Por ejemplo, en el equipo del Hospital Borda en el


cual yo trabajo éste último está inserto en un servicio, que es
el servicio de Resocialización. Este es un servicio de
pacientes ambulatorios, con lo cual los acompañamientos
terapéuticos se solicitan desde otros servicios que son los
servicios de internación. Por lo general, los jefes de servicios
de internación se contactan con las coordinadoras del equipo
que, según la solicitud de cada caso, disponen de qué
acompañante terapéutico del equipo realizará el AT. Los
equipos funcionan con reuniones semanales o mensuales,
según la disponibilidad, reuniones en las que suelen realizarse
supervisiones de casos o presentaciones de trabajos.

Por otra parte, comienzan a aparecer artículos y


bibliografía acerca del acompañamiento terapéutico que
intentan ir realizando una formalización del rol a la vez que
intentan una inscripción académica del mismo.

Por otra parte, comienza a ganar espacio en


numerosas instituciones del ámbito privado aunque se
dificulta su inserción en el ámbito público precisamente
porque aún el acompañante terapéutico no cuenta con un
marco legal para el ejercicio profesional del rol. En el ámbito
público está repleto de acompañantes terapéuticos que
trabajan ad honorem para adquirir experiencia y
conocimiento en la práctica clínica siendo numerosos los
casos en que es por el equipo de acompañantes terapéuticos
que funciona un servicio de salud, pese a lo cual de estos
últimos ninguno es rentado ni obtiene ningún tipo de
reconocimiento o certificación por parte de los jefes de
servicio o directores de hospitales.

A su vez, en algunos casos en los que sí se solicitan


acompañantes terapéuticos se pide como requisito que éste
último esté recibido de psicólogo, con lo cual no sólo hace a
una dificultad en la definición del rol sino que además por lo
general suele ser un modo que encuentra la psiquiatría para
poner un intermediario entre el paciente y los profesionales:
psicólogos recientemente recibidos trabajando de
acompañantes terapéuticos y haciendo un trabajo que
probablemente no es ni el del psicólogo, ni el del
acompañante.

En “Breve discurso a los psiquiatras”, conferencia de


1967, Lacan dice algo que parece anticipado respecto de lo
que hoy en día permite pensar el acompañamiento terapéutico.
Dice precisamente que en lo que respecta al corazón del
campo de la psiquiatría, es el loco y que es por estar en su
presencia que aquel que se encuentra en esa posición del
psiquiatra está concernido por el loco. El psiquiatra se
protege de este concernimiento poniendo una barrera entre el
loco y él (por ejemplo, acompañantes terapéuticos). Es
precisamente porque esa locura le concierne en tanto y en
cuanto lo interpela, lo interroga respecto de su disciplina que
el psiquiatra ha de poner un intermediario, una barrera entre
el loco y él que le permita una cierta distancia.

Muy bien, en algunas ocasiones, esa barrera, ese


intermediario es el acompañante terapéutico. Y así es como
uno encuentra en los hospitales públicos, particularmente en
los hospitales psiquiátricos, por ejemplo, en el Borda son
jefes de servicios o psiquiatras que piden acompañantes
terapéuticos para hacer trámites a los pacientes: por ejemplo,
ir a cobrarles la pensión o la jubilación. Uno ahí no entiende
muy bien por qué se acuña a ese acto como de
acompañamiento cuando más bien se trata de un trámite o de
una cadetería que realiza alguna persona por otra.

O en algunas ocasiones solicitan acompañamientos


terapéuticos para ir a comprarle la ropa con el paciente, o
acompañarlo a que se compre la ropa donde en realidad
acompañarlo es una excusa… “Ya que vas a comprarle la
ropa que vaya con vos”. Pero no hay nada que defina la
importancia de que ese tipo vaya a hacer eso, es un trámite.

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