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08 de Julio de 2022
LA LEYENDA DE MINAS
Los hermanos Minas y Sillangate eran niños fuertes e inteligentes, que tenían
todos los privilegios de la vida, puesto que eran hijos del Dios más cruel y
despiadado.
El pueblo donde vivían era gobernado de manera injusta por el padre de los
niños, ya que tenían como trabajadores a todas las familias de clase baja, los
que eran tratados como esclavos.
El tiempo pasó rápido y los niños cada vez iban creciendo. Algo les
caracterizaba a los hermanos que ahora eran unos jóvenes fuertes y robustos,
Minas había adoptado una personalidad muy buena; era comprensivo,
misericordioso y daba ayuda a los pobladores a escondidas de su padre. Por el
contrario, Sillangate era la imagen misma de su padre con rasgos machistas,
era cruel y no tenía compasión por los demás.
Cierto día murió el padre a causa de una feroz lucha contra el gran Dios Zeus;
quedando los hermanos como legítimos herederos de la riqueza.
Sillangate se volvía cada vez más cruel y trataba a la gente como si fueran
animales, Minas al ver este comportamiento de su hermano decidió intervenir.
Poco le dio resultado este acto ya que ahora su hermano le quitó toda
responsabilidad y si él se negaba iba a ser encerrado en una prisión por toda la
eternidad.
Durante las noches, el Dios Minas salía a ver a su amor cuidando que nadie lo
descubriera, estaba enamorado de una chica hermosa de cabellos ondulados y
de color radiante como el sol, con la cual compartía este sentimiento; su
nombre era Marta. Ellos se amaban mucho y guardaban su amor en secreto por
temor a ser descubiertos.
Todo era felicidad, hasta que un día Sillangate se enteró de esta situación y
ordenó que mataran a los traidores. Ellos fueron conducidos hasta el patio, en
donde amarrados de pies y manos por gruesas cadenas; iban a ser degollados.
Al ver como su amada sufría, Minas se llenó de mucha ira. De pronto dio un
fuerte grito lo cual hizo que las cadenas que le tenían atado se rompieran con
facilidad, rápidamente libero a su amada, y se dirigía a Sillangate con mucha
rabia reflejada en sus ojos. Todos los guardias decidieron intervenir, pero esto
fue en vano, ya que Minas con gran fuerza y destreza de un guerrero venció a
todos con facilidad.
Al poco tiempo la pareja concibió un hijo mitad Dios mitad humano, al cual le
pusieron de nombre Francisco. Este era un niño inteligente, fuerte y
misericordioso, todos estos atributos los iba adquiriendo por parte de sus
padres. El tiempo hacia lo suyo mientras Francisco empezaba a transformarse
en todo un hombre.
Todas las tardes él como de costumbre iba a lo alto del cerro a pastar sus
animales. Cierto día cuando se disponía a regresar a casa, se dejaron oír
fuertes truenos; de pronto, todo se oscureció y comenzó a llover
intensamente. Al poco rato él desde lo alto pudo ver como su pueblo
empezaba a inundarse. Sin poder hacer nada, espero a la mañana y con
lagrimas en los ojos se dispuso a dormir debajo de un árbol.
Desde ese momento se tornó tristeza y soledad en aquel pueblo, lo que antes
era felicidad ahora se volvió un valle de penas y llantos.
Una noche mientras Francisco dormía, apareció en sus sueños su padre el cual
le dijo: “hijo debes ser fuerte, todo lo que está sucediendo es para ver de lo
que estás hecho, tú puedes lograr todo; demuestra que eres un digno hijo mío,
y saca adelante a esta gente, como yo en algún momento lo hice”. Francisco al
escuchar estas sabías palabras se sintió alegre.
Al día siguiente reunió a todos los pobladores para informarles que iban a
empezar la reconstrucción del pueblo. Todos estuvieron de acuerdo y al poco
tiempo lograron construir las casas a cada familia. Además de esto
construyeron una enorme iglesia, al que todos los pobladores acudían a rezar
por sus familiares perdidos.