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KORMAN – El oficio de analista: “Consideraciones sobre el final de análisis”

Korman toma para desarrollar el período anterior a la finalización del análisis, lo


que él llama el juego medio. Plantea que una vez levantados los primeros síntomas, el
paciente se siente mejor, consigo mismo y con lo demás, y comienza a aparecer algo
ligado a la pulsión de vida, rebrotamieto de Eros o activación de la dimensión deseante.
En este punto, muchos pacientes deciden que ya están bien y se van, pero sin embargo,
este no es el final de análisis. Korman dice que se va a encargar de describir lo que
sucede con los que deciden continuar y propone ciertos ejes para explicar la
metamorfosis de la neurosis:
Los síntomas, el fantasma, las identificaciones, el Ideal del yo y el tener
proyectos, la transformación de las instancias narcisitos en el registro de la castración,
la tarea respecto a las pulsiones, la sublimación, el super yó, y la relación del sujeto
con el tiempo.
NEUROSIS INICIAL - NEUROSIS DE TRANSFERENCIA – NEUROSIS
“AL TEMPLE ANALÍTICO” (propone este nombre para caracterizar a la neurosis de
fin de análisis).

1. SÍNTOMAS
Los síntomas suelen ser los determinantes de la demanda inicial. La idea es ir
trasformando esta demanda inicial en una demanda analítica. Los síntomas conforman
la hendidura por donde se cuela la transferencia posibilitando iniciar una tarea de largo
aliento sobre el terreno psíquico. Sólo si se cambia la neurosis pre-analítica por una
neurosis de transferencia es posible un psicoanálisis. Los síntomas van mutando, se van
transformando, no se trata de hacerlos desaparecer sino de que el sujeto pueda
cambiarlos por otros más tolerables.

2. EL FANTASMA
El tanto lo Real insiste, el fantasma despliega en lo imaginario sus múltiples
formas de manifestación. El trabajo del análisis construye la estructura básica del
fantasma, su contenido argumental, y una vez construida sirve como patrón para dar
cuenta de todos los revestimientos con los que el fantasma se presenta.
Lleva tiempo que el analizante pueda dar cuenta de esto, que pueda percibir
cómo su construcción de la realidad está determinada por su condición de sujeto
deseante, deseo cuyo código es transportado por sus fantasmas. Después de un largo
proceso elaborativo que prepara el terreno, suele haber un momento en el que el
analizante descubre que el guión es el mismo a pesar de que la película parezca
diferente.
A esto le sigue un paso más, que el sujeto pueda crear guiones inéditos o
representar otros roles, un cambio en la posición subjetiva del fantasma.
Korman dice que uno de los efectos del análisis es relajar un poco la fijeza del
fantasma: que el analizante pueda dejar de estar capturado, sometido, obligado a
“actuar” por el fantasma siempre de la misma manera.

3. LAS IDENTIFICACIONES
Los efectos del análisis sobre la trama identificatoria consisten en una
reorganización de la misma como producto del desprendimiento de los aspectos
alienantes de algunas identificaciones y de haber logrado establecer nuevas relaciones
intrapsíquicas con los rasgos y detalles de los objetos hechos propios.
No se trata de hacer consciente una identificación, tampoco de romperlas. Si las
identificaciones son las que constituyen al sujeto, no pueden “romperse” porque ello
acarrearía la cancelación del sujeto. En cambio, se apunta a poder modificar (mediante
abordaje indirecto) la relación que se ha establecido internamente con y entre los rasgos
de los objetos introyectados y apropiados. No hay renacimiento del sujeto sino
recomposición del mosaico identificatorio.
SINIESTRAR es un concepto que refiere a hacer que lo propio, lo
absolutamente familiar y personal, comience a devenir extraño. Lograr que lo que ha
sido tan consustancial al analizante empiece a producirle el horror necesario como para
que pueda desprenderse de estos rasgos y abandonar las delicias de la endogamia.
Identificaciones narcisistas: Se caracterizan por la soldadura, por el
imantamiento del yo al objeto de identificación, con el cual se establece una relación
absoluta, total. La identificación narcisista habla de la capacidad de mantener vivo
dentro de sí al objeto (supuestamente) perdido. Al conservar al objeto, no hay duelo
posible, porque no hay elaboración simbólica de la perdida. El trabajo analítico, en estos
casos, apunta a posibilitar la separación de este objeto incorporado con el que se
sostiene el vínculo narcisista. Esto lleva tiempo, se van produciendo desoldaduras
focales con el objeto que permiten una externalización progresiva, y es un proceso que
conlleva cierta recuperación de los fragmentos de historia que quedaron aplastados por
la identificación. Siempre se requiere trabajar la problemática del desamparo y las
idealizaciones arcaicas que están en juego.

4. EL IDEAL DEL YO Y EL TENER PROYECTOS


El fin de análisis es algo del orden de la transmisión: parte de las energías
robadas por la neurosis de transferencia, por el investimiento libidinal del analista y de
la tarea analítica, ahora comienza a estar más disponible para empresas y proyectos.
Se está elaborando silenciosamente el duelo del fin del análisis: retiro de
catexias (las investiduras en el analista) que ahora están disponibles para dedicarlas a
otros objetos y actividades, reacomodo de la organización libidinal, un lento y
progresivo proceso de salirse de la órbita transferencial. Korman dice que el analista se
debe consumir en su uso, como una vela, abolirse por la operación que él mismo
permitió y sostuvo.
5. CASTRACIÓN
Reconocer al Otro castrado implicaría aceptar de alguna manera la propia
castración, dejar de buscar culpables externos y tomar las riendas de su propia vida. Este
es uno de los puntos más duros del análisis, cuando el sujeto cae en la cuenta de que el
peor enemigo está dentro de uno mismo. Todos estos movimientos subjetivos implican
duelos importantes porque caen las idealizaciones que se sostenían hasta ese momento,
pero Korman dice que no se trata de abolir ideales sino de hacerlos pasar por el registro
de la castración.
En este proceso, aparecen el humor, la risa, y una percepción más clara de la
finitud de la vida. Korman dice que son aspectos centrales ligados a transformación del
narcisismo durante el análisis.

6. LA SUBLIMACIÓN
En los períodos de terminación de un proceso analítico se producen un conjunto
de fenómenos que en cierto sentido podrían ser considerados como un aumento de la
capacidad de sublimar, es decir, cambiar un fin que es originariamente sexual, por otro
que no lo es pero está emparentado.

7. EL SUPERYÓ
El superyó es un lugar de cultivo de la pulsión de muerte, nos habla de la
tiranización que el inconsciente ejerce sobre el sujeto, a nivel del síntoma y más allá de
él. Es la instancia donde se origina el sentimiento de culpa, de estar en falta,
autocastigos, reproches, etc. La puesta en transferencia y movilización de toda la
estructura psíquica tendrá efectos sobre esta instancia: de alguna manera las
representaciones imaginarias del superyo van adquiriendo rostros más benévolos,
permisivos. Esto conlleva a que se abran posibilidades de actuar sin necesitar tanta
aprobación o desaprobación ajenas. Pensamientos y acciones, ahora son realizados con
una convicción más profunda e intensa; la culpa cede y puede ser reemplazada por la
responsabilidad.

8. RELACIÓN CON EL TIEMPO


Producto del trabajo analítico, el pasado resignificado se aligera, pierde su
carácter de carga pesadas, y se diluye la letanía quejosa con él relacionada. Puede
entonces pasar de la represión al olvido. Y de en la misma línea, la dimensión de futuro
queda más abierta.

Korman explicaría los efectos del psicoanálisis en un sujeto como un


movimiento que transforma la neurosis inicial en neurosis al “temple analítico”.
Neuróticos no dejamos de ser nunca, de la escisión no nos curamos, al contrario,
después de un análisis la percibimos más netamente.
En este último tramo, el analizante siente cada vez menos necesidad de venir y
hacerse escuchar en sesión, lo cual coincide con el reconocimiento de la falta en el
propio analista, lo que Lacan llama la caída del sujeto supuesto Saber.
Korman llama “centrifugación de la transferencia” a los movimientos del final
de análisis en los cuales el círculo de intereses y de investimientos libidinales del
analizante se van alejando del analista.
Otros componentes del temple analítico:

Relación del sujeto con la asociación libre: El paso por el análisis fomenta que
el analizante mantenga un vínculo especial respecto a su inconsciente, sus fantasmas,
sueños, etc. Se mantiene abierto el expediente de lo inconsciente, y ante la emergencia
de un material que retorna de lo reprimido, el analizante pueda reconocerlo como algo
propio y darle, todavía, otra vuelta más de tuerca. Esto tiene relación con lo que plantea
Freud de la interminabilidad del análisis.
Capacidad para la acción: Supone una actitud más resuelta en el actuar, requiere
del desvanecimiento, en gran parte, de las dudas, las vacilaciones y/o las inhibiciones
del neurótico. Esto le otorga una mayor capacidad de decisión y presteza, cualidades
insoslayables para cualquier actividad.
El saber un poco más sobre el propio deseo amplía también la aptitud para el
acto, ya que permite montarlo en el tren desiderativo.
Talento para vivir: Capacidad de poder precisar las actividades, personas o cosas
que a cada uno “le van” (deseo) y saber, además, luchar por conseguirlas, sorteando los
obstáculos propios y ajenos.
En los finales del análisis, el sufrimiento no desaparece del todo, pero es quizás
más tolerable, se puede maniobrar mejor con él.
El temple analítico incluye haber perdido la ilusión de marcharse del análisis con
inmunidad contra todas las algias, también, el no creer que las angustias, dolores,
malestares, se han acabado para siempre.

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