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1. SÍNTOMAS
Los síntomas suelen ser los determinantes de la demanda inicial. La idea es ir
trasformando esta demanda inicial en una demanda analítica. Los síntomas conforman
la hendidura por donde se cuela la transferencia posibilitando iniciar una tarea de largo
aliento sobre el terreno psíquico. Sólo si se cambia la neurosis pre-analítica por una
neurosis de transferencia es posible un psicoanálisis. Los síntomas van mutando, se van
transformando, no se trata de hacerlos desaparecer sino de que el sujeto pueda
cambiarlos por otros más tolerables.
2. EL FANTASMA
El tanto lo Real insiste, el fantasma despliega en lo imaginario sus múltiples
formas de manifestación. El trabajo del análisis construye la estructura básica del
fantasma, su contenido argumental, y una vez construida sirve como patrón para dar
cuenta de todos los revestimientos con los que el fantasma se presenta.
Lleva tiempo que el analizante pueda dar cuenta de esto, que pueda percibir
cómo su construcción de la realidad está determinada por su condición de sujeto
deseante, deseo cuyo código es transportado por sus fantasmas. Después de un largo
proceso elaborativo que prepara el terreno, suele haber un momento en el que el
analizante descubre que el guión es el mismo a pesar de que la película parezca
diferente.
A esto le sigue un paso más, que el sujeto pueda crear guiones inéditos o
representar otros roles, un cambio en la posición subjetiva del fantasma.
Korman dice que uno de los efectos del análisis es relajar un poco la fijeza del
fantasma: que el analizante pueda dejar de estar capturado, sometido, obligado a
“actuar” por el fantasma siempre de la misma manera.
3. LAS IDENTIFICACIONES
Los efectos del análisis sobre la trama identificatoria consisten en una
reorganización de la misma como producto del desprendimiento de los aspectos
alienantes de algunas identificaciones y de haber logrado establecer nuevas relaciones
intrapsíquicas con los rasgos y detalles de los objetos hechos propios.
No se trata de hacer consciente una identificación, tampoco de romperlas. Si las
identificaciones son las que constituyen al sujeto, no pueden “romperse” porque ello
acarrearía la cancelación del sujeto. En cambio, se apunta a poder modificar (mediante
abordaje indirecto) la relación que se ha establecido internamente con y entre los rasgos
de los objetos introyectados y apropiados. No hay renacimiento del sujeto sino
recomposición del mosaico identificatorio.
SINIESTRAR es un concepto que refiere a hacer que lo propio, lo
absolutamente familiar y personal, comience a devenir extraño. Lograr que lo que ha
sido tan consustancial al analizante empiece a producirle el horror necesario como para
que pueda desprenderse de estos rasgos y abandonar las delicias de la endogamia.
Identificaciones narcisistas: Se caracterizan por la soldadura, por el
imantamiento del yo al objeto de identificación, con el cual se establece una relación
absoluta, total. La identificación narcisista habla de la capacidad de mantener vivo
dentro de sí al objeto (supuestamente) perdido. Al conservar al objeto, no hay duelo
posible, porque no hay elaboración simbólica de la perdida. El trabajo analítico, en estos
casos, apunta a posibilitar la separación de este objeto incorporado con el que se
sostiene el vínculo narcisista. Esto lleva tiempo, se van produciendo desoldaduras
focales con el objeto que permiten una externalización progresiva, y es un proceso que
conlleva cierta recuperación de los fragmentos de historia que quedaron aplastados por
la identificación. Siempre se requiere trabajar la problemática del desamparo y las
idealizaciones arcaicas que están en juego.
6. LA SUBLIMACIÓN
En los períodos de terminación de un proceso analítico se producen un conjunto
de fenómenos que en cierto sentido podrían ser considerados como un aumento de la
capacidad de sublimar, es decir, cambiar un fin que es originariamente sexual, por otro
que no lo es pero está emparentado.
7. EL SUPERYÓ
El superyó es un lugar de cultivo de la pulsión de muerte, nos habla de la
tiranización que el inconsciente ejerce sobre el sujeto, a nivel del síntoma y más allá de
él. Es la instancia donde se origina el sentimiento de culpa, de estar en falta,
autocastigos, reproches, etc. La puesta en transferencia y movilización de toda la
estructura psíquica tendrá efectos sobre esta instancia: de alguna manera las
representaciones imaginarias del superyo van adquiriendo rostros más benévolos,
permisivos. Esto conlleva a que se abran posibilidades de actuar sin necesitar tanta
aprobación o desaprobación ajenas. Pensamientos y acciones, ahora son realizados con
una convicción más profunda e intensa; la culpa cede y puede ser reemplazada por la
responsabilidad.
Relación del sujeto con la asociación libre: El paso por el análisis fomenta que
el analizante mantenga un vínculo especial respecto a su inconsciente, sus fantasmas,
sueños, etc. Se mantiene abierto el expediente de lo inconsciente, y ante la emergencia
de un material que retorna de lo reprimido, el analizante pueda reconocerlo como algo
propio y darle, todavía, otra vuelta más de tuerca. Esto tiene relación con lo que plantea
Freud de la interminabilidad del análisis.
Capacidad para la acción: Supone una actitud más resuelta en el actuar, requiere
del desvanecimiento, en gran parte, de las dudas, las vacilaciones y/o las inhibiciones
del neurótico. Esto le otorga una mayor capacidad de decisión y presteza, cualidades
insoslayables para cualquier actividad.
El saber un poco más sobre el propio deseo amplía también la aptitud para el
acto, ya que permite montarlo en el tren desiderativo.
Talento para vivir: Capacidad de poder precisar las actividades, personas o cosas
que a cada uno “le van” (deseo) y saber, además, luchar por conseguirlas, sorteando los
obstáculos propios y ajenos.
En los finales del análisis, el sufrimiento no desaparece del todo, pero es quizás
más tolerable, se puede maniobrar mejor con él.
El temple analítico incluye haber perdido la ilusión de marcharse del análisis con
inmunidad contra todas las algias, también, el no creer que las angustias, dolores,
malestares, se han acabado para siempre.