Está en la página 1de 14

Universidad Autónoma Metropolitana

Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades

Metodologías I

Iván Darío Puentes Cuadros

Protocolo de investigación:

Tema de investigación:

El concepto de Compasión y Sadismo en la filosofía de Arthur Schopenhauer y


sus implicaciones en la formación moral.

Pregunta de investigación:

¿Es posible una formación moral derivada de los postulados éticos en la obra de
Arthur Schopenhauer y, si no es así, cuáles son sus repercusiones?

Objetivo:

Determinar si es posible una formación ética derivada de la concepción que tiene


Arthur Schopenhauer acerca de los fundamentos morales de las acciones:
compasión y sadismo.

Justificación:

La reflexión sobre el concepto de la compasión puede comprenderse desde


la filosofía aristotélica en la antigüedad hasta autores como Joan-Carles Melich,
Martha Nussbaum o Aurelio Arteta Arisa entre otros en la actualidad. No obstante,
esta pequeña exposición sobre el concepto tiene su contexto temporal en la
modernidad y la contemporaneidad; entendiéndose la modernidad como la
posibilidad de pensar conceptos desde la filosofía que pertenecieron a la
cristiandad durante mucho tiempo, y lo contemporáneo como la posibilidad de
pensar el concepto hoy.
Así pues, durante el periodo de la edad media en “occidente” una buena
parte del pensamiento estuvo en manos de lo que emanaba de la iglesia católica,
por lo que conceptos como la compasión hacían parte del entramado ideológico
del pensamiento católico. Incluso, dicho concepto hacía parte importante del
pensamiento cristiano más exactamente, en tanto que es la figura de Jesús De
Nazaret y su muerte la que condensa la definición por excelencia de un ser
compasivo. No obstante, luego del proceso de la ilustración, tal como lo menciona
Iván Pinedo (2018): “la pregunta de la filosofía moral moderna consistirá en cómo
fundamentar la compasión sin recurrir a categorías teológicas que le den sentido a
esta virtud que se percibe como un pilar básico para la vida en sociedad” (p. 33).
Precisamente acá es dónde nace la cuestión de si se puede hablar de la
compasión desde el plano normativo o moral, en relación a la posibilidad de
entenderla como una emoción regulada o no a través de la “razón”, y, no menos
importante, si se sostiene una moral como posible reguladora de las acciones
humanas, en tanto que se puede concebir la agencia del humano derivada de otro
tipo de factores y no meramente normativos o racionales.

La justificación de lo pregunta base de esta investigación versa sobre la


posibilidad o no de fundamentar un proyecto educativo moral que busque la
formación de sujetos compasivos y, al mismo tiempo, ver las posibilidades de
acción que se pueden ejercer contra el sadismo. Si bien es claro que la discusión
acerca del fundamento de las acciones humanas sigue siendo un tema muy
debatido por diferentes áreas del conocimiento, en primer lugar, es viable acudir a
una concepción de la compasión que vaya más allá de lo formación moral o como
derivada de un ejercicio racional, pues esta, tal como lo comenta Arthur
Schopenhauer en Los dos problemas fundamentales de la ética (1841), no se
desprende de un ordenamiento por parte de una autoridad y tampoco de un
ejercicio deliberativo racional. Más bien, la compasión se desprende de la
sensación de dolor o sufrimiento padecida por el otro. Esta concepción de la
compasión es una manera novedosa de conceptualizarla, pues es tratada como
una emoción y al mismo tiempo como uno de los fundamentos de las acciones
humanas. No obstante, el determinismo ético de nuestro autor, grosso modo,
propone que no es posible realizar algún tipo de alteración a la Voluntad en
nosotros, puesto que es esta la que fundamenta todo nuestro actuar, y no al revés.
De lo anterior nace una preocupación educativa acerca de la formación de las
personas en relación a lo que desean y cómo lo desean, si es posible o no realizar
alguna actividad para intervenir en eso que parece tan privado. El obviar o el no
resolver dicha cuestión se daría paso a la posibilidad de no intervenir en la
formación moral de los sujetos y se daría paso a la conformación de
personalidades sádicas o que disfrutan del dolor ajeno.

Estado de la cuestión:

La intensión de la revisión de textos académicos que se hará a continuación


es comprender de qué manera se han trabajado los conceptos de compasión,
sadismo y educación, a la luz de la concepción ofrecida sobre los mismos por la
obra de Arthur Schopenhauer. La “compasión” es un concepto que se ha trabajado
en diferentes textos que revisan la obra de Arthur Schopenhauer; uno de ellos
hace alusión a la posible relación con la pedagogía o la formación moral. En La
compasión en la moral de A. Schopenhauer. Sus implicaciones pedagógicas
(2007) los autores Pedro Ortega Ruiz y Ramón Mínguez Vallejos hacen una
revisión acerca de los postulados éticos entorno de la compasión y los comparan
con el trabajo realizado por otros autores como Theodor Adorno, Max Horkheimer,
Emmanuel Levinas e Immanuel Kant. Por un lado, señalan que los postulados de
Schopenhauer se alejan, como es notable en el texto Los dos problemas
funadamentaldes de la ética, profundamente de los principios kantianos de la
ética, pues en dicho texto es considerable una fuerte crítica 1 a los mismos. Por
otro lado, muestran cómo la fundamentación ética de las acciones realizada por
Schopenhauer es fuente de las investigaciones de Adorno, Horkheimer y Lévinas.
Finalmente, los autores llaman la atención sobre el problema de la formación de la
compasión en las personas derivada de la exposición del concepto en la obra de
Schopenhauer, lo que a mí parecer no trae a colación el problema del
determinismo presente en la ética schopenhaueriana. Los autores del texto parten

1
Asunto que se desarrollará en la parte referida al marco teórico de este texto.
del supuesto de que es posible una educación o formación de los sujetos sin tener
en cuenta el andamiaje metafísico de la voluntad y el concepto como tal.
Andamiaje que es de mi interés para la exposición y el problema a trabajar en
tanto que se ancla, al menos conceptualmente, al concepto del sadismo y el
problema que se deriva del mismo en la formación ética de las personas.

Ahora bien, en el texto Schopenhauer y la tragedia: el valor de la compasión


(2019) de Remedios Ávila Crespo se trabaja el concepto de la compasión a la luz
del miedo y la tragedia. La autora retoma los planteamientos aristotélicos en un
principio para luego referirse a lo tratado por Schopenhauer en relación a la
compasión. Si bien el texto da luces para comprender el concepto de la compasión
no es posible entrever la relación con la educación o con el sadismo y las
implicaciones de la educación ética.

Otras de las vías de investigación o enfoques en relación al concepto de


compasión que se realiza acerca de la obra de Schopenhauer es la que está
vinculada con el aspecto ecológico y la oposición al maltrato animal. En el texto La
extensión de la comunidad moral en Schopenhauer: la moral de la compasión y el
sufrimiento de los animales (2007) de Encarnación Ruíz C. se explora la idea de
expandir una comunidad moral que vaya más allá de lo humano e integre a los
animales para dar fundamento a una ética animal. Ahora bien, si bien se explora la
relación de la compasión con el sadismo, no se hace un examen acerca de la
posible relación con la educación o formación de la compasión.

Un enfoque dentro de los cuales se da la investigación acerca de la obra de


Schopenhauer versa sobre la posibilidad de escapar al pesimismo que tiene como
consecuencia el pensamiento de Schopenhauer, en este marco se encuentra el
texto Schopenhauer y el joven Baroja (El léxico del dolor y de la compasión)
(2003). De esta manera, la superación de lo “trágico de la vida” que nace de la
concepción metafísica de Schopenhauer a través de la compasión es explorado
en este texto, no obstante, no hay una exploración acerca de la formación de la
compasión y si es posible, en tanto estatuto o fundamento de las acciones y de la
ética.
Marco teórico:

Ahora bien, es necesario generar un acercamiento a la compasión desde el


punto de vista de algunos autores que proponen unas excepcionales cuestiones
alrededor del concepto, las cuales pueden ser: ¿es el concepto propio del campo
moral o del campo ético?, y, además, ¿es el concepto propio de la actividad
racional del hombre o pertenece más bien a la actividad emocional? Pues la
respuesta a estas dos cuestiones generará un acercamiento para pensar a su vez:
¿Es posible una formación ética derivada de los fundamentos éticos de la obra de
Arthur Schopenhauer y si no es así cuál es las repercusiones de ello,
principalmente en relación al sadismo que propone el mismo autor? La
justificación de lo anterior versa sobre el pensar la posibilidad o no de educar a las
personas persiguiendo la configuración de sujetos compasivos y al mismo tiempo
ver las posibilidades de acción que se pueden ejercer contra el sadismo.

Si bien es claro que la discusión acerca del fundamento de las acciones


humanas sigue siendo un tema muy debatido por diferentes áreas del
conocimiento, en primer lugar, es viable acudir a una concepción de la compasión
que vaya más allá de lo moral o como derivada de un ejercicio racional, pues esta
no se desprende de un ordenamiento por una autoridad y tampoco de un ejercicio
deliberativo racional. Más bien, la compasión se desprende de la sensación de
dolor o sufrimiento padecida por el otro. Para ahondar en esta perspectiva me
referiré a la conceptualización ofrecida por Arthur Schopenhauer, ya que es
precisamente una manera novedosa de contribuir a la concepción de la compasión
tratada como una emoción y al mismo tiempo como fundamento de las acciones
humanas.

Para Arthur Schopenhauer es necesario entender a la compasión fuera del


plano moral y racional, su posición frente a la misma tiene como base la crítica
realizada a la “teología moral” kantiana que se intentará explicar sucintamente a
continuación. Es importante reconstruir dicha crítica debido a que la compresión
del concepto de la compasión por Schopenhauer trae dentro de sí un problema
significativo en la posibilidad de formar un sujeto ético o inducir a una persona a
actuar éticamente. La crítica de Schopenhauer a Immanuel Kant versa sobre la
fundamentación ética que realiza éste último. La propuesta de una ley universal de
la acción humana tiene un fundamento deóntico que para Schopenhauer es difícil
de admitir, es más, lo vincula con la comprensión moral propia del cristianismo que
antecedió el pensamiento de Kant. Schopenhauer en Los dos problemas
fundamentales de la ética2 (1841) inicia su crítica a Kant haciendo alusión a la
necesidad propia de una ley, para el pesimista es fácil dar cuenta cómo es que la
única necesidad en el actuar humano es la que se deriva de la ley de motivación3,
dado que cualquier acción humana es la expresión de la voluntad propia.
Schopenhauer (1841) especifica la parte central de su crítica a Kant de la
siguiente forma:

Así que, al querer trasladar a la filosofía práctica el método que con tanta
fortuna había aplicado en la filosofía teórica, y pretender así separar también
aquí el puro conocimiento a priori del empírico a posteriori, Kant asumió que,
así como conocemos a priori las leyes del espacio, del tiempo y de la
causalidad, también de la misma manera, o si no análoga, la pauta moral de
nuestro obrar nos es dada antes de toda experiencia y se manifiesta como
imperativo categórico, como obligación absoluta. ¡Pero qué inmensa es la
diferencia entre ambos! (DPFE, 132-133)
De esta manera, son posibles dos cosas; la primera, ver el fundamento de
la acción humana como algo que no se desprende de una perspectiva deóntica y
al mismo tiempo como algo ajeno al paradigma de la razón kantiano. Pues no es
posible la acción humana tal como se da el conocimiento en nosotros, es decir,
derivado de leyes a priori o antes de toda experiencia posible. Hacer tal
afirmación nos devolvería al plano teológico en donde “existe” una autoridad
reguladora que determina la acción humana, en este caso sería una ley universal
de la acción humana derivada de la Razón pura.

Dicha crítica a Kant antes no solo es realizada por Schopenhauer, pues


también es realizada de forma similar por Luis Eduardo Hoyos (2001):

2
En adelante “DPFE”.
3
La ley de motivación en la obra de Schopenhauer es fundamental para la explicación de las acciones
humanas, en donde la Voluntad es el principal motivo para las mismas. Derivado de lo anterior,
Schopenhauer va a determinar que la Voluntad es el principio metafísico de todo lo existente, no obstante.
La teología moral kantiana fuerza a la aceptación de los postulados prácticos
bajo la convicción de su indispensabilidad para la fundamentación de la
moralidad. Esto es, los postulados han de ser tenidos por verdaderos, pues
si no, no sería posible la moralidad, ni tampoco su realizabilidad (p. 278-
279).
Así pues, dado que una compresión de las acciones humanas desde Kant
tiene unos supuestos cuestionables y que deben ser admitidos como verdaderos
para dar con una fundamentación de las acciones humanas. Es menester ahora
mostrar cuál sería para Schopenhauer el verdadero fundamento de la acción
humana, separado de una visión deóntica y quizás arbitraria, para ello es
necesario realizar un pequeño esbozo de lo que sería su apuesta antropológica
acerca de lo humano.

En la segunda parte de su obra principal: El mundo como Voluntad y


Representación existe una construcción de lo que es el sujeto o individuo, según
el autor:

Al sujeto del conocimiento, que por su identidad con el cuerpo aparece como
individuo, ese cuerpo le es dado de dos formas completamente distintas: una
vez como representación en la intuición del entendimiento, como objeto
entre objetos y sometido a las leyes de estos; pero a la vez, de una forma
totalmente diferente, a saber, como lo inmediatamente conocido para cada
cual y designado por la palabra voluntad (MVR §18, 119-120).
Dado que el humano es un sujeto con razón, pero también con cuerpo su
accionar no está determinado por la razón simplemente como lo podría ser para
un filósofo como Kant. La relación con el mundo, explica el filósofo de Danzig, va
a ser determinada por el cuerpo, y no como una representación como lo preferiría
Kant, sino como la voluntad que hay de él. A lo que llega Schopenhauer con este
planteamiento es a determinar como fundamento de las acciones humanas al
deseo y no a la razón. Opina nuestro autor que la razón funciona como una
herramienta que es base del conocimiento representacional pero que no
determina las acciones de las personas, en tanto que estas están ligadas al deseo
que hay detrás de las mismas. Por ello, el que la ley de motivación no sea más
que la relación causal entre lo deseado y la acción humana. De esta manera, el
fundamento de la acción humana para Schopenhauer es, en primera instancia, un
deseo egoísta por el cual están dirigidas todas las acciones, es decir, por la
necesidad de “resolver” dicho deseo evitando el dolor y persiguiendo el placer,
cualquiera que sea su forma.

Ahora bien, es precisamente de la tesis anterior de la cual se va a


desprender el contenido de lo que para Schopenhauer es el otro fundamento de
las acciones humanas: la compasión. Con dicho fin como propósito,
Schopenhauer establece que las acciones humanas son realizadas teniendo
como fundamento al dolor y al placer que se generan para sí. Lo anterior
respondería a la pregunta acerca de por qué se realiza determinada acción (no
obstante, cabe aclarar que el deseo para nuestro autor no puede comprenderse
de manera racional por lo que es esquivo a la mirada representacional y racional
de lo humano). Teniendo esto como presupuesto, Schopenhauer intentará
responder a la pregunta acerca de cuáles son las acciones a las que
efectivamente les podemos otorgar un valor moral. El valor moral positivo solo se
podrá decir de las acciones que son compasivas, pues las demás son netamente
egoístas o sádicas. Por compasión el autor comprende lo siguiente: “aquel
proceso [en el que] vemos suprimida la pared divisoria que, según la luz de la
naturaleza (como los antiguos teólogos llaman a la Razón), separa absolutamente
un ser de otro, y el no-yo convertido en cierta medida en yo” (DPFE, 209-210).

La concepción de la compasión de Schopenhauer trasciende al plano moral


normativo y teológico, incluso nos invita a pensar a la compasión como un móvil
de las acciones humanas totalmente desregulado y también propio del
movimiento de la voluntad individual convertida en la voluntad del otro. El deseo y
el dolor del otro en “cierto grado” dejan de ser elementos diferenciadores para
convertirse en elementos que identifican al yo con el otro. Así, cuando esto
sucede y las acciones que se ejercen son a partir de ello se puede hablar de una
acción compasiva. Para nuestro autor es claro que es muy difícil determinar por
qué se produce dicho movimiento de forma interna, es decir, en la voluntad
propia, acoplar la voluntad del otro como si fuese propia.
En síntesis, la concepción de Schopenhauer acerca de la compasión,
además de considerarla como algo que va más allá del plano de la moral y el
deber ser, pues está más ligada al querer ser4, nos invita a la reflexión sobre
cómo es posible que dicho fenómeno se dé en las personas, qué garantiza o qué
genera que este tipo de disposiciones sean propias de la acción humana. Lo que
se quiere decir es que dicha concepción que se deriva de la comprensión
schopenhaueriana de lo humano como sujeto volitivo y racional al mismo tiempo y
no solo racional, trae consigo el problema la posibilidad o no de formar sujetos
compasivos.

Ahora bien, Joan-Carles Mélich es uno de los filósofos contemporáneos que


ha dedicado algunas líneas interesantes en relación al concepto de la compasión.
Se acudirá a dicho autor en este texto para lograr una aproximación al concepto
debido a que realiza un trabajo conceptual alrededor de la compasión en su obra
Ética de la compasión, en la cual también se posiciona a la misma en un plano
ético y no moral. Lo cual interesa acá porque comprende la imposibilidad y/o la
dificultad de constituir sujetos compasivos a través de regulaciones o procesos
formativos.

Melich (2010) expone que la compasión es un elemento propio de la ética y


no de la moral a través de tres razones que se tratarán sucintamente a
continuación: 1. No hay ética cuando se conoce el bien o porque se actúe
respecto a ello; 2. No hay ética aunque se cumpla con el deber; 3. No hay ética
porque se tenga “dignidad” (p. 222). Cada razón expuesta tiene dentro de sí la
premisa de que la única forma de ser ético es a través de la compasión, ya que:
1.1. Es posible no actuar de forma compasiva a pesar de que se tenga conciencia
de lo que es el bien, pues estas dos cosas pueden no identificarse; 2.1. La
compasión es un elemento que se da en la relación entre dos seres que se activa
independientemente del deber, pues una deontología solo impone una forma
determinada de actuar pero ante una situación en la cual alguien ayude a otro, por

4
Schopenhauer menciona que la ética es una disciplina que se dedica a la búsqueda del fundamento de
nuestras acciones, no de imponer cómo debemos actuar, esto es propio de la moral (DPFE, § 12 y 13);
planteamiento que se comparte con Joan Carles Melich y se explicará más adelante.
ejemplo, por mor de su sufrimiento, puede que incluso sea subversivo ante lo que
está determinado como deber; 3.1. Responder a la pregunta “¿qué sucede con
todos aquellos que han sido excluidos de la dignidad?” (Melich, 2010, p.233),
implica rechazar a la dignidad como configuradora de un ejercicio ético, pues
dicho concepto es excluyente, o como lo enuncia Melich (2010), haciendo alusión
a lo planteado por Richard Rorty y Judith Butler:

En otras palabras, si lo humano o la humanidad es capturado por una


“representación” (o, lo que sería equivalente, por una definición o un
concepto), entonces “lo humano” (léase aquí “la dignidad”, o “la persona”) se
convierte en un mecanismo de poder, de destrucción, de exclusión, de
violencia de inhumanidad (p. 236).
De esta manera, nuestro autor propone dos elementos importantes a la hora
de comprender el concepto de la compasión, lo primera es la distinción entre ética
y moral, que también han realizado autores como Arthur Schopenhauer (como se
expuso) o Emmanuel Levinas, citado, a su vez, por Melich; la segunda, es la
necesidad de ver a la compasión dentro del plano de lo ético y no de la moral,
situación que problematiza la posibilidad de tenerla como presupuesto central de
una formación ética de la compasión.

Finalmente, Martha Nussbaum en diferentes obras señala la relevancia de la


formación en emociones para la construcción de una democracia más incluyente y
que tenga como presupuesto emociones como la compasión. En el texto Sin fines
de lucro (2010) hay un análisis acerca de cómo se configura un sujeto desprovisto
de emociones como la compasión con respecto a determinados grupos sociales,
esto se debe a la inadecuada conducción de sensaciones muy primarias en el
desarrollo humano como lo son la “repugnancia” y la “vergüenza”, pues estas
emociones se trasladan a diferentes aspectos de la vida adulta y a diferentes
objetos del constructo social. No obstante la apuesta de la autora con respecto a
este tipo de dificultades nace precisamente de la necesidad de configurar una
democracia al margen de las jerarquías sociales desarrolladas por sensaciones
como la repugnancia (p. 59). Ante este tipo de dificultades que se generan producto
de un proceso educativo en que no se tiene en cuenta el papel de la emociones, la
autora va a proponer diferentes estrategias de formación para el desarrollo de
actitudes, por ejemplo, compasivas. Esto teniendo como fin el desarrollo de una
ciudadanía que tenga en cuenta el papel del otro como otro yo, y que esté atenta al
dolor y a los padecimientos a los cuales también está expuesto por el desarrollo de
una sociedad injusta y jerarquizada.

La autora en El cultivo de la humanidad (1997) en el parágrafo titulado “La


literatura y la imaginación compasiva” propone volver sobre el principio educativo
griego en el cual se ofrecía a jóvenes escenarios como las tragedias para que ellos
tomaran, más que una posición de un espectador “estético” de una obra, una
posición en la cual se diera un proceso en el cual el observador pudiese sentir a
través de la obra. La idea de Nussbaum con dicho ejemplo es mostrar la posibilidad
de ingresar la compasión a los currículos escolares, sobre todo a los de las
primeras etapas de la formación, esto a través de la literatura. Además de ello, la
autora (1997) afirma que el proceso debe ir acompañado de otros aspectos, es
decir, dicho recurso debe ir más allá de la emoción, pues:

Para producir estudiantes verdaderamente socráticos debemos alentarlos


a leer con espíritu crítico; no sólo a identificarse empáticamente y
experimentar emociones, sino también a formular preguntas críticas sobre esa
experiencia. Esto significa cultivar una actitud, hacia los textos conocidos que
no sea ese distanciamiento y desapego que algunas veces asociamos con la
contemplación del arte (p. 134-135).
La propuesta de Martha Nussbaum, así, versa sobre la misma preocupación
que tiene los teóricos de la democracia para alcanzar una sociedad con unas
características en las cuales el proyecto liberal de la democracia no se desdibuje
completamente por las condiciones económicas actuales y que, como ya se
mencionó, configuran a la vez diferentes aspectos de la sociedad y la cultura. No
obstante, dicha preocupación ofrece una discusión acerca de cómo es concebida la
compasión.

La observación acerca de la compasión por parte de un autor como Arthur


Schopenhauer plantea como un imposible, precisamente, lo que propone
Nussbaum, aunque esto obedece al carácter inmanente que tiene la voluntad
dentro de la metafísica del autor, es importante prestar atención a las
repercusiones que tiene dentro de una posible formación de emociones y sobre la
suposición de una formación ética basada en la compasión. Finalizando,
Schopenhauer hace referencia al proceso educativo de la compasión de la
siguiente manera:

Pero esa compasión misma es un hecho innegable de la conciencia


humana, es esencialmente propia de ella y no se basa en supuestos,
conceptos, religiones, dogmas, mitos, educación y cultura, sino que es
originaria e inmediata, se encuentra en la misma naturaleza humana (DPFE,
§17, 213-214).
Metodología:

Esta investigación filosófica propenderá realizar un análisis juicioso acerca


de la posibilidad o no de consolidar un proyecto educativo en el cual se tenga
como fundamento a la compasión desde el punto de vista de Schopenhauer. Para
lo anterior se realizará un análisis argumentativo acerca de las posiciones que se
encuentren a favor o en contra de dicha proposición. Lo anterior se justifica en que
se pueda brindar una alternativa acerca del sadismo, pues conceptualmente y
según Schopenhauer, también es un fundamento de las acciones de algunas
personas; pensar sobre la posibilidad de regularlo o no a través de la formación
ética es a lo que se intentará apuntar con esta investigación. En primer lugar se
realizará una búsqueda más extensa sobre los pensadores dedicados al concepto
de la compasión, y luego se intentará dar cuenta de cuál es su posición frente a la
posibilidad de que la misma sea un elemento que haga parte de lo formativo en el
ser humano. En segundo lugar, se intentará tomar partido en relación a las
posiciones para brindar una alternativa frente al sadismo.
Bibliografía

Abad, F. (2003). Schopenhauer y el joven Baroja (El léxico del dolor y de la


compasión). A.L.E.U.A. I2. 129-137.

Crespo, R. (2019). Schopenhauer y la tragedia: el valor de la compasión.


Pensamiento. 75. 284. 683-699.

Hoyos, L. (2001). El escepticismo y la filosofía trascendental. Estudios sobre el


pensamiento alemán afines del siglo XVIII. Bogota: Colombia. Editorial:
Siglo del hombre editores.

Melich, J. (2010). Ética de la compasión. Barcelona: España. Editorial: Herder.

Nussbaum, M. (1997). El cultivo de la humanidad. Madrid: España. Editorial:


Paidos.

Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las
humanidades. Buenos Aires, Argentina. Editorial: Katz editores.

Ortega, P. & Mínguez, R. (2007). La compasión en la moral de A. Schopenhauer.


Sus implicaciones pedagógicas. Ediciones Universidad de Salamanca. 19.
117-137.

Pinedo, I. (2018). De la benevolencia a la ciudadanía compasiva: la recuperación


de conceptos claves para el cultivo de la democracia. Revista
Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología. 13, (41), 29-45.

Ruiz, E. (2007). La extensión de la comunidad moral en Schopenhauer: la moral


de la compasión y el sufrimiento de los animales. Convivium. 20. 145-172.

Schopenhauer, A. (2002). Los dos problemas fundamentales de la Ética. (Trad.


Pilar López de Santa María). Madrid: Siglo veintiuno de España editores.
Schopenhauer, A. (2009). El mundo como voluntad y representación I. (Trad. Pilar
López de Santa María). Madrid: Editorial Trotta.

También podría gustarte