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Universidad Autónoma Metropolitana- Cuajimalpa

Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades

Filosofía del Derecho

Iván Darío Puentes Cuadros

La “censura” sobre el arte en el diálogo Leyes de Platón

Es posible considerar que según Platón en las Leyes se haga apología a la


legislación sobre la música, no con la intención de censurar las prácticas
innovadoras en tanto tal, sino con la intención de forjar un modelo educativo en
donde la música tenga una injerencia sobre la educación de las personas, esto en
relación a la búsqueda de la virtud. Se puede llegar a juzgar a Platón por censurar
el “genio creativo de los artistas”, pero tal vez, y esto es lo que se pretende
defender en este ensayo, en primer lugar, sería un anacronismo, ya que la relación
que había entre este tipo de actividades artísticas y las personas no era semejante
a lo que hoy sucede. En segundo lugar, la lectura que tenía el filósofo ateniense
con respecto a la educación musical tenía unas características muy diferentes y
una relevancia especial, esto con respecto a lo que se ve hoy en el contexto
educativo.

Para el desarrollo de la propuesta mencionada pretendo, en primera instancia,


hacer una reconstrucción sucinta de algunos fragmentos acerca de lo que Platón
considera como la labor de la educación. Esta reconstrucción se concentrará en
fragmentos del libro II y algunos apartes del libro VII 1 en donde se pueden
encontrar las referencias a la educación y la relevancia de la misma sobre el
proyecto político y legal que se pretende realizar a lo largo del diálogo por parte de
Platón. Por consiguiente, también se dará cuenta de cómo la educación tenía que
1
La traducción que se seguirá para dicha reconstrucción es la de Francisco Lisi (1999) de la
editorial Gredos.
estar preocupada por la “conducción” del dolor y el placer para forjar a ciudadanos
virtuosos y cómo la música contribuiría de manera necesaria en dicho propósito. En
segunda instancia, como resultado de lo anterior, pretendo argumentar acerca de la
posición de que no se puede hablar de censura al “genio artístico” desde la
posición asumida por Platón frente a la regulación de la música y la otras
representaciones artísticas, sino, más bien, de una regulación necesaria para la
formación de las personas en búsqueda de ciudadanos virtuosos.

La música para Platón, y quizás para los griegos de la época de él, no es, ni
entretenimiento para un grupo de espectadores, ni una industria como lo podría ser
para nosotros en la actualidad. Quizás esclareciendo la mencionada distinción a
partir de lo mencionado por Platón con respecto a la música en su modelo
educativo y por ende político se podría librar al filósofo de juicios relacionados con
la “censura” hacia el arte. Para dar cuenta de dicha distinción es preciso comenzar
desde lo que opinaba Platón en las Leyes acerca de la función de la educación:

la crianza adecuada en lo que concierne a los placeres y los dolores, de


tal manera que se odie lo que es necesario odiar y se ame lo que hay que
amar directamente desde el principio hasta el final, y lo llamaras
educación, le darías, al menos en mi opinión, un nombre correcto (II,
653c).
De esta manera, la función de la educación vendría a ser la posibilidad de interferir
en la percepción de los niños acerca del dolor y el placer, lo que sería un primer
paso en la formación de la virtud. Se podría reconocer como una “primera etapa”
de la virtud en tanto que aún en el niño no hay un reconocimiento (o “comprender
con la razón”) de las características de la virtud por medio de sí mismo. Por lo
que, el acceso a la “virtud plena” se da cuando concuerdan, por un lado, la manera
en que se fue criado, y por otro, lo “comprendido” acerca de la virtud (653b). Ahora
bien, para comprender la labor de la educación en mejor medida y cómo opera
sobre el placer y el dolor de los niños para forjar ciudadanos, es necesario traer a
colación precisamente la defensa que Platón hace de la educación musical y cómo
esto debe regularse por medio de la ley.
En el libro I, Platón, en voz del “ateniense”, realiza una descripción acerca de cuál
es la tarea de los legisladores de las ciudades, quizás se pueda sintetizar
mencionando que la tarea del legislador es tomar una serie de decisiones en
relación a la organización de la ciudad en búsqueda y orientadas hacia el fomento
de la virtud (630ª-633ª). Desprendido de la crítica que hace a Clinias acerca de la
búsqueda de la legislación por fortalecer solo “una parte” de la virtud: la valentía,
es decir, acerca de las disposiciones legales en su ciudad en relación a la guerra,
el Ateniense va a mencionar que la virtud se comprende de cuatro tipos de “bienes
divinos”: inteligencia (Φρόνησις), moderación (σωφρων), justicia (δῐκαιοσῠ́νη) y
valentía (ανδρεία)2, los cuales deben estar consolidados en la ciudadanía a través
del quehacer administrativo y el ordenamiento de la ciudad. Dicha tarea está
conectada con la labor educativa en tanto que, como se mencionó, la educación
ejerce una acción sobre el placer y el dolor para el fomento de la virtud.

La sentencia del Ateniense: “todo aquello en lo que esté presente alguna forma de
autodominio es digno de alabanza, mientras que aquello en lo que éste se relaja
es muy dañino” (637b-c), da cuenta de qué es lo que se buscaría con la prohibición
o no de determinadas cosas a través de las leyes: el autodominio3, entre dichas
leyes estarían las relacionadas con las “bebidas comunes” y la “innovación en la
música”. Es pertinente así, realizar una breve descripción sobre las “bebidas
comunes” y cómo esta “institución” está vinculada con la educación 4 y, a su vez,
con la formación de la virtud.

Cerca del final del primer libro, el Ateniense esgrimirá algunos argumentos para
contrariar la posición de Meligio en correspondencia a la prohibición de las
“bebidas comunes”, pues, por el contrario, el Ateniense propondrá una regulación
acerca de la bebida de vino, pero no su prohibición 5, este realiza una apología de
dicha actividad debido a que a través de ella se puede acceder al “pudor” y regular
a su vez el dolor y el placer. En dos sentidos se da dicha argumentación acerca de
2
Los términos en griego clásico sigue a la edición bilingüe (inglés y griego) de Robert Gregg Bury,
de 1961.
3
La traducción que ofrece a este término Robert Bury es la siguiente: “strain of firm moral fibre” (p.
43).
4
641d.
5
666a-b.
la ingesta de vino; primero, el Ateniense hace referencia al estado de “embriaguez”
y la posibilidad de ejercitar –de manera “didáctica”– la virtud en relación a la
“desvergüenza” y los límites que se deben imponer en el actuar en dicho estado,
pues los ciudadanos deben actuar conforme a la virtud por lo que la bebida sería
entonces un ejercicio en el cual se “practica” la virtud; segundo, la bebida puede
ser para quien pretenda legislar una forma de “probar” cuál es el estado en
relación a la virtud de sus ciudadanos, es decir, esta práctica permitiría ver al
legislador qué tan virtuosos son sus ciudadanos de una manera “que supera a las
otras en economía, seguridad y rapidez” (650b) y daría pie a legislaciones como
ejercicio político propio del legislador.

Con un fin similar, Platón se dispone a defender una regulación legislativa de la


educación musical (libro II), por lo que es ineludible dar cuenta de los argumentos
que utiliza para mostrar la necesidad de instaurar dicha ley y, en voz del ateniense,
convencer a Megilo y a Clinias de regular la educación musical como en otras
partes del mundo. El primer argumento que esgrime el Ateniense para defender su
postura es el derivado del “criterio de corrección” en la música 6: solo es posible
establecer que una música es “bella” cuando quien la interpreta está bien educado
en la danza y el canto, pues aquel que no está bien educado hallará placer en la
música que no es bella y hará algo que no lo es, por lo tanto es necesario conocer
cuál es la música bella para “preserva la educación” (654e). Ahora bien, cuál sería
entonces el criterio para determinar que una χορεία es bella: sería la semejanza
con la virtud, es decir, la que mejor representa a la valentía, la justicia, etc. sería
bella y lo contrario a esto, a saber, la que representa al vicio, sería fea (655b).

Derivado de lo anterior, el ateniense argumentará por qué es necesario conservar


esa semejanza de la música con la virtud. Dado que la música es una imitación de
“acciones” de una determinada manera, es decir, acciones virtuosas, es necesario
también admitir que precisamente lo que hace que existan personas que se

6
Con música Platón se refiere a la Danza coral, la cual está compuesta por canto y baile (654b-c).
“alegren” con imitaciones contrarias a las bellas es que no han sido educados
correctamente, y dado el principio de semejanza 7, aquel será una persona viciosa.

Después de determinar por qué es necesario regular por medio de leyes la


actividad que se realiza en la música, creando disposiciones para cuáles obras y
de qué manera se deben interpretar, el ateniense se dispondrá a argumentar cuál
debería ser uno de los propósitos de la música. Quizás acá es importante empezar
a ver en qué sentido la concepción de música se aleja en cierta medida a la
contemporánea, pues la música no es por mor del placer, o no, al menos, el placer
que no está dirigido al disfrute la representación de la virtud. Para ello, Platón
argumenta que la música debe estar dirigida al placer que se encuentra en la
representación de la justicia, por ejemplo, el cual sería un criterio para seleccionar
la mejor obra en un certamen y no la que “divierte” más al público (658a-e). Para
llegar a este juicio, de nuevo, es necesaria una educación en que se distinga
correctamente lo que es la virtud de lo que no. De esta manera quien juzgue las
representaciones artísticas “está sentado no como alumno, sino más bien como
maestro de los espectadores, como debe ser, para oponerse a los que dan a los
espectadores un placer que no es ni conveniente ni correcto” (659b-c). De esta
manera, el placer que se perseguiría con la realización de obras debe estar
dispuesto por la ley en fomento de la virtud, lo que hará que los educados por ellas
no persigan cosas contrarias a la ley. A su vez, también se colige que quien decida
crear obras e interpretarlas debe obedecer a la ley, esto para el fomento de la
virtud.

Así pues, para Platón es claro que la única forma de legislar correctamente sobre
la música en búsqueda de la corrección del placer es el negar la posibilidad de
realizar obras que fomente otro tipo de placeres que no se correspondan con la
ley, lo que quiere decir que no es posible la “innovación” en el proyecto legislativo
platónico en las Leyes, pues ello socavaría la intención de legislar en búsqueda de
la virtud.

7
“lo semejante ama a lo semejante si es mesurado, pero que las cosas que carecen de medida no se aman
entre sí ni a las mesuradas” (716c-d).
Para finalizar la reconstrucción referida al libro II es pertinente mencionas que para
Platón, educar para el placer sobre lo que es virtuoso implica que se entienda muy
bien que la virtud produce placer y no lo contrario a ella. Por medio de un
argumento nuestro autor va a tratar de reforzar dicha idea, es el siguiente: quien es
justo concibe que la justicia es lo que genera más placer, quien no lo es dirá lo
contrario a ello, por lo que si se reproduce la idea de que la justicia no es
placentera, se estaría siendo educado por la mirada del injusto, que ve en otras
cosas que no son la justicia el placer como tal, en bienes por ejemplo, como el
poder y la riqueza. Por consiguiente, aquel que conoce la virtud y el vínculo que
tiene con el placer debe estar encargado por disposición legal de la educación de
los jóvenes, por lo tanto, quien debe liderar los coros son los ancianos, los
conocedores de la virtud, los más educados en la música y la virtud, los que
propendan por la imitación y reproducción a través de la música de la virtud y
eviten la innovación. Estos se encargarán de los coros dionisiacos en el cuales se
concretan las dos actividades que se han desarrollado hasta el momento en este
ensayo, la “bebida en común” y la “música”. Quizás es precisamente lo que hace
pensar al ateniense que no debe prohibirse ninguna invención en la comedia8,
pues esta no tenía la misma intención de la música “seria”.

Así pues, se podría decir que la concepción platónica acerca de la música


corresponde a una comunión con la educación, la legislación y el fomento de la
virtud, por lo que la innovación en la misma rompería el esquema legal y al mismo
tiempo el proyecto de ciudadanos virtuosos por parte de este. Si bien se está
hablando de un sistema político y legal “ideal”, es necesario entender que la
concepción de música en las Leyes, no es similar a lo que se podría hoy concebir
como música. Mi pretensión, de este modo, no es señalar el concepto de lo que es
música hoy, si no defender la idea de que no se le pueden acuñar conceptos como

8
“Pues no es posible comprender lo serio sin lo ridículo ni lo contrario sin todo lo contrario, si uno quiere
llegar a tener discernimiento, aunque, por otra parte, debe ser capaz de hacer ambas cosas si quiere llegar a
ser mínimamente virtuoso, sino que es necesario que las aprenda para que nunca haga o diga cosas ridículas
por ignorancia, cuando no debe en absoluto. Hay que encargar a los esclavos y a extranjeros a sueldo que
hagan tales imitaciones. Nunca debe haber ninguna seriedad en estas cosas, ni ningún libre, mujer u hombre,
debe aparecer aprendiéndolas, sino que continuamente debe representarse alguna imitación cómica nueva.”
(Libro VII, 816c).
“censura” a la concepción de la misma por parte de Platón. En primer lugar, no
debe ser tarea de la música realizar una interpretación acerca de lo que
determinado artista pensara o sintiera, por decirlo vagamente, de hecho los
poetas9 debían ser “vehículos” de las Musas, y por ello que fuese necesario
prohibir el que dejaran de realizar dicha tarea. En segundo lugar, la tarea de la
música como actividad comunitaria era la de representar acciones e inducir a
actuar a las personas de determinada forma, esta forma es la de la virtud. Estas
dos razones serán desarrolladas en lo que sigue aunado a lo ya mencionado en la
reconstrucción del Libro II de las Leyes. Finalmente, no se podría hablar de
“censura” al “genio artístico”, porque como se mencionó, la creación artística era la
imitación de lo que era bello, es decir, no era la posibilidad de hacer un despliegue
subjetivo acerca de la interpretación del mundo a través de una técnica, como se
podría considerar hoy al arte. En últimas, el arte griego que describe Platón en la
Leyes no se corresponde al contemporáneo, en tanto su función efectiva en la
construcción cultural y por consiguiente política y legal.

Si bien en el libro VII de la obra se establece la ley que hace que los poetas no
puedan mostrar su obra al público antes de ser revisada por los guardianes de la
ley, aquello para determinar si estas son acordes a lo que debería propender la
exposición al público de este tipo de obras, esto no es gratuito o no se da como
defensa de un régimen político per se, sino más bien, está aunado, como ya se
mencionó, a la función de la música. Por una parte, la finalidad de la música en el
libro VII, además de lo comentado ya del libro II, tiene una función de “plegaria”,
esto se establece como la “segunda ley” en relación a la música, dice el Ateniense:
“¿Cuál sería la segunda ley de la música? ¿No será que los cantos deben ser
plegarias para los dioses a los que realicemos nuestros sacrificios en cada caso?”
(801a-b), ante lo cual Clinias responde afirmativamente. El Ateniense menciona,
por tanto, que para evitar hacer una petición errónea a los dioses, pidiendo un mal
por un bien, pues tampoco el poeta distingue muy bien entre ellos dos 10, debe
presentarse con antelación la obra a los guardianes de la ley, en este caso al

9
Encargados de la realización de las obras artísticas a través de la inspiración divina (719c-d).
10
Véase 801C.
encargado de la educación y de la música. Por otra parte, aunado a este fin, la
música también poseía la función de honra fúnebre, pues se creaban canciones
para aquellos que fallecían y eran dignos de admiración 11, por lo que hacer algo
que dañe dicha institución podría verse como una deshonra a dichos muertos. En
esta medida, como se había mencionado, la concepción platónica de la música en
relación a su finalidad puede llegar a distar con la visión contemporánea, por lo
que protegerla legalmente quizás no se podría llegar a ver como “censura”. Al
parecer como lo muestra Platón a través de la descripción de la acción artística de
la época, esta no se trataba de una actividad autónoma por parte del artista, es
decir una actividad cargada de intensión por parte del mismo, sino más bien una
representación de la verdad dada por los dioses 12 y que tenía mucho peso en la
organización de la ciudad, por lo que hacer algo contrario a ello, era afectar a sus
congéneres directamente. De esta manera podemos decir que la acción artística
que se saliera de los lineamientos legales, más que afectar el orden social,
afectaba a los ciudadanos, pues los invitaba a desistir de una forma ideal de vida.

Además de la lectura que hace Platón en relación a la música y el arte de su


tiempo, quisiera traer a colación algo que reforzaría dicha perspectiva y que
soportaría, a su vez, la idea de que la música no obedecía al plano subjetivo e
intencional de un artista, pues María Luz Rivera (2013) menciona lo siguiente:

Conformaba, pues, la música en la antigüedad una educación integral y


no solo musical que resultaba básica en la formación del individuo y en
su integración en la sociedad. Así afirmaba Ateneo que «la antigua
sabiduría se concedía sobre todo a la música» y Aristides Quintiliano
sostiene que la música es el arte más perfecto, pues mientras que la
pintura o la escultura persiguen al belleza visual en una pequeña porción
o durante un momento, la música es positiva en todo tiempo, ya que
ordena el alma y su tarea es «reunir y armonizar todo cuanto tiene la
naturaleza» (p. 28).
De esta manera, permitir al artista, hacer lo que quisiera con la música, podría
generar como ya se vio, que el alma de los ciudadanos se corrompiera y se

11
Véase 801e-802a.
12
Tal como lo expone Silvana Di Camillo en la tesis titulada El problema de valoración platónica del arte en las
Leyes A propósito de la música y la educación en los libros II y VII (2003, p.2).
dirigiera hacia el vicio, por lo que era necesario prohibir dicha actividad del mismo,
que, como ya se mencionó, usualmente era “inconsciente”, pues la música debía
ser imitación de lo bello ofrecido por la inspiración de las Musas y los dioses.

Con este ensayo quería llamar la atención sobre el hecho de que se denomine
“censura”, y quizás se vea como algo condenable, a la perspectiva que ofrece
Platón sobre la prohibición de la música y el arte que no obedeciere a la forma de
hacer música que se saliera de los esquemas convencionales que intentaban
fomentar la virtud. Llamar la atención en el sentido que hay que realizar una
matización antes de realizar dicho juicio sobre lo dicho por Platón, matización que
incluso el mismo Francisco Lisi en su introducción al diálogo no realiza y denomina
sin más como “censura” lo realizado por Platón (p.98).

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