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Universidad de Grendal

Doctorado en Educación
Axiología de la educación
Autor: Yuraima Ramírez
Profesora: Dra. Yaurelys Palacios Revete

LA AXIOLOGÍA DESDE DIFERENTES VISIONES.

La axiología es una rama de la filosofía que se caracteriza por el estudio de


la naturaleza de los valores. Estos son los que dan sentido y coherencia a las
acciones humanas, ya que para una determinada situación se ve implicada la
noción de elección del ser humano por valores morales, éticos, estéticos y
espirituales (Hartmann, 1967).

El primer autor que refiere la palabra axiología como concepto fue el francés
Paul Lapie (1902) dándole un sentido restringido, usándola estrictamente para
los valores de orden espiritual y trascendental, específicamente para las
nociones de orden moral y ético. Posteriormente Von Hartmann (1908) se
refiere a este concepto empleado por Lapie (1902) para fundamentar sus
estudios, y así consolidar a la axiología no ya como término, sino como una
disciplina autónoma de la filosofía, que se referiría a un sistema formal para
identificar y medir los valores.

Es claro que estos autores poseen una relevancia importante, sin embargo,
no son ellos los que inician una reflexión sobre los valores y sus juicios. Es
Hume (1748), quien muestra por primera vez una preocupación,
principalmente, por la reflexión de los valores morales y estéticos, con su teoría
antimetafísica y nominalista de los mismos, oponiéndose a los sistemas éticos
del racionalismo que hacen una distinción entre el bien y el mal y, por ende, en
la vida moral del individuo. Para Hume (1748) algo es bueno o malo, no porque
la razón indique alguna cualidad en el objeto, sino por lo que genera en la
persona, sentimiento de agrado o desagrado, de aprobación o rechazo al
observar o vivir el objeto o fenómeno, de acuerdo, a las características propias
de la naturaleza humana.

Por otro lado, Kant (1788) nos dice que los valores, ya no estarán en relación
con la inspiración religiosa, sino con la razón. Ya que, para este autor, los
ideales o los valores corresponden a la subjetividad del hombre. Desde esta
visión, las ideas relativas propias de la persona, son las que dirigen y
determinan la conducta del mismo. De este modo, el conocimiento moral se
formula en juicios del deber ser. Entonces, se trata de asumir o no asumir la
noción trascendental de razón, puesto que para Kant (1788) existe una
separación entre el valor y el ser, sin que haya un desligamiento entre el
individuo y la moralidad, siendo el valor una “idea” y un “ideal” de la razón
práctica.

De igual modo, Marx y Engels (1848) utilizan un concepto económico del


valor para fundamentar en buena medida sus críticas y análisis
socioeconómicos. El marxismo enfoca la teoría de los valores indicando, el
carácter objetivo de los valores sociales, científicos, morales y estéticos, a la
vez que niega el carácter ahistórico de los mismos, ya que los ve en absoluta
dependencia de las condiciones socioeconómicas históricas. Siendo de esta
manera una correlación dialéctica entre los aspectos relativos y absolutos del
desarrollo de los valores.

Además, otro aporte a la axiología fue el de Nietzsche (1887). Este autor


tiene una concepción genealógica de los valores, según la cual no sólo los
juicios estéticos y morales dependen de valores como pensaba Hume (1748),
sino que, para él, hasta las verdades científicas y las observaciones cotidianas
responden a ciertos valores y formas de valorar. De este modo los valores son
preferencias individuales y objetivos que llegan a imponerse en las sociedades
como modas. Por lo cual, los valores no son eternos, sino percepciones
personales o grupales, siendo, por lo tanto, relativas a la época, a la sociedad y
al lugar.
Por último, entrando ya en el siglo XX, Scheler (1916) elaboró una jerarquía
adecuada de los valores, la cual es conocido como una “ética axiológica”.
Scheler (1916), distinguió las esencias de lo que es tangible, real o existente,
esto lo llevó a la afirmación de la independencia de los valores respecto a los
bienes, concluyendo entonces, que los valores serían sólo portadores
circunstanciales para alcanzar la “Realización de los Valores”. Scheler (1916)
cambia el enfoque formal de Kant (1788) por un estudio de los valores en
cuanto contenidos específicos de la ética, los que se presentan de un modo
directo e inmediato a la persona.

De este modo, se puede afirmar que la naturaleza de los valores, es un tema


ampliamente estudiado por la axiología, la cual cabe destacar que, si bien es
una rama de la filosofía, ha recibido aportes de distintas disciplinas y desde
varias visiones, el propósito de este trabajo radica en describir algunas de
estas visiones.

La metafísica como visión de la axiología:

La metafísica es una rama de la filosofía que estudia los problemas centrales


del pensamiento filosófico: el ser en cuanto a si mismo, el absoluto, Dios, el
mundo, el alma. Es decir, ella intenta describir las propiedades, fundamentos,
condiciones y primeras causas de la realidad, así como su sentido y finalidad.
Su objeto de estudio es lo inmaterial, de allí su pugna con los positivistas,
quienes consideran que sus fundamentos escapan a la objetividad empírica.
Etimológicamente, la palabra proviene del griego μετὰ (meta) y de φυσικά
(física), que junto significa ‘más allá de la física’. El origen de este vocablo se
atribuye a Andrónico de Rodas (siglo I), quien, al ordenar los libros de
Aristóteles, no consiguió clasificar los que componen la Metafísica dentro de la
lógica, la moral o la física, de modo que resolvió ponerlos después de aquellos
que trataban de física. No obstante, la metafísica como tal es anterior a
Aristóteles, y ya aparece en filósofos presocráticos y en el mismo Platón.
Para Aristóteles, la metafísica es la filosofía primera, la que trata de las
causas primeras del ser en sí mismo, de lo cual se desprende la vertiente que
va a dar en la ontología.
Por otro lado, aborda también lo divino, Dios y el absoluto, derivando en la
línea teológica y cosmológica, que ha aprovechado la religión cristiana a partir
de la Edad Media con la escolástica y Santo Tomás de Aquino a la cabeza.
Por su parte, Immanuel Kant en su libro Fundamentación de la metafísica de
las costumbres (1785), a partir de su perspectiva criticista, desarrolló un
importante tratado de la moral a partir de la reflexión de la metafísica como
disciplina de pensamiento que pretende estar por encima de la experiencia.
Para Kant, la metafísica es el terreno donde se traban los combates sin fin de
la razón. En esa misma línea crítica, fue el filósofo alemán Martin Heidegger
quien reaccionó contra la metafísica al considerarla una doctrina de olvido del
ser, paradójicamente su objeto principal de reflexión desde Aristóteles y Platón.

Actualmente, la metafísica ha derivado en reinterpretaciones de


talante místico-esotérico, que procuran darles respuestas a nuestras
inquietudes espirituales, y que son más cercanas al campo de la autoayuda y el
ocultismo, que al de la filosofía. Conny Méndez es una de sus autoras más
notables.

Metafísica también puede significar abordaje o razonamiento


excesivamente profundo sobre algún asunto o tema: “Estás haciendo una
metafísica de la preparación del café”.

Cuando la palabra metafísica aparece como adjetivo, indica que algo


pertenece o es relativo a la metafísica, por ejemplo: “Lo que dice este autor es
una verdad metafísica”. Al mismo tiempo, puede usarse para designar que algo
es muy oscuro, difícil de comprender: “El alma es un tema metafísico”.

Visión antropológica

vista desde el ojo de Scheler:

La persona es un valor por sí misma. Esta idea sintetiza todo el contenido de


la axiología y la antropología filosófica de Max Scheler. Los valores según el
pensador alemán son objetos en sí mismos, diferentes de los objetos reales y
los ideales.

Los valores según la concepción scheleriana de los mismos están fuera del
tiempo y del espacio, son inmutables, indestructibles. Son independientes de
los bienes que hacen las veces de portadores de valor y de las mentes que los
piensan. Los valores son independientes a un Yo que los perciba. Si bien una
de las conclusiones, sino las más importante a las que llega Karol Wojtyla en
su tesis doctoral en Filosofía, publicada bajo el nombre de Max Scheler y la
ética cristina2 (1980), corresponde a la afirmación de que el sistema ético de
Scheler no es válido para interpretar una ética objetivista como la cristiana
(1980, p.105), también es claro que tanto para Scheler como para Wojtyla hay
un retiro de la ética de la forma pura construida por Kant , en la que el bien o el
mal de los actos está determinado por la concordancia o discrepancia de la
disposición subjetiva con la ley como forma a priori de los actos (Wojtyla, 1980,
p. 106).

Esta última idea es punto de partida en el pensamiento axiológico y


antropológico de Scheler; para el filósofo alemán es falsa la teoría Kantiana
según la cual todo lo que ahora es, ha tenido que ser producido por el
entendimiento; el concepto de a prioridad no necesariamente tiene que estar
relacionado con la condición racional humana; los valores son un a priori,
aprehendidos no por medio del conocimiento intelectual, sino emocionalmente
por medio del percibir sentimental intencional (más adelante veremos la
implicaciones de esta consideración).

Los niveles ordenados y subordinados al modo jerárquico en los que se


despliegan todos los valores son captados mediante un acto determinado al
que Scheler designa preferir; los valores son entendidos en relación con los
otros por su superioridad frente a otro, advirtiendo que el contenido, el rango y
los valores en sí mismos son relativos no más que en la conciencia que el
hombre tiene de ellos. Wojtyla (1980, p.6) explica que en la concepción
kantiana el acto ético se limita a cumplir el deber por el solo deber (Pflicht aus
Pflichttum), por el solo respeto a la ley: el acto no es un acto ético si se
encuentra al margen de esa idea del deber por el deber. Para Max Scheler por
el contrario, dice Wojtyla, el origen del valor ético de un acto se halla en el
objeto mismo, en la materia ética, en el valor material, que Wojtyla llama “valor
objetivo”. El valor es objetivo en tanto que éste constituye el objeto de los actos
intencionales. La validez del valor objetivo sin embargo es posible, por cómo
éste se manifiesta en la experiencia; el valor es fenómeno.

“La antropología filosófica –disciplina central dedicada a obtener una teoría


coherente del hombre y sus atributos- fue fundada propiamente por Max
Scheler (…)” (Coreth, 1976, p. 8) con esta afirmación inicia la presentación del
texto ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología Filosófica escrito por
Emerich Coreth escolástico crítico. No toda antropología es humanista. Si la
persona es un valor en sí misma la Antropología filosófica de Max Scheler es
personalista porque su propósito en términos axiológicos es asegurar la
singularidad inalienable del valor frente a cualquier relativización (Coreth, 1976,
p. 157).

Bien es sabido que Scheler militó en las filas de la Fenomenología de


Edmund Husserl, sin embargo, está situado, como lo he sugerido ya, en lo
antropológico. Su principal fuente de preocupación filosófica está en orden a la
vida espiritual del hombre y los valores (Scheler, 1938, p. 8).

Las coincidencias más ostensibles entre Husserl y Scheler se encuentran en


el Manifiesto fenomenológico de 1913; esas coincidencias se hallan fundadas
en el estudio de la conciencia, de la intuición y la captación de las esencias.
Empero, Scheler pretendió ampliar el horizonte epistemológico de Husserl,
situando al lado de las esencias pensables otras que son irracionales: los
valores. Esto lo desarrolló Scheler en la obra El formalismo en ética y la ética
material de los valores (1941), publicada por la revista de Occidente con el
nombre de “Ética”. Para este autor las esencias no son captadas solo
racionalmente, sino también emocionalmente. Francisco Romero, quien
escribió el prólogo de El puesto del hombre en el Cosmos de Max Scheler
(1938), para la editorial Losada S.A., advierte que todo ser que quiera
comprender a Scheler desde el formalismo de sus escritos, debe estar claro en
su teoría de los valores y en sus ideas respectivas al hombre; esas ideas se
encuentran en este mismo texto.
Se puede decir que las tesis antropológicas fundamentales en las que se
pueden reunir las consideraciones hechas por los pensadores de todas las
épocas en lo referente a la pregunta por el hombre son tres. La primera es la
proveniente de la tradición judeocristiana, la segunda el conjunto de ideas de la
antigüedad clásica, y la tercera, que está compuesta por el grupo de ideas
formuladas por las ciencias modernas de la naturaleza y por la psicología
genética. Scheler (1938, p. 24) dice que estos conjuntos de ideas son
incompatibles entre sí, ya que carecen de unidad o conexión y por lo tanto
existen tres tipos de Antropología, una teológica, otra científica y otra filosófica;
esta división nos hace pensar la falta de una idea única del hombre.

El impulso afectivo constituye la primera forma psíquica, el primer grado; la


segunda forma es el instinto. El instinto es conducta, la conducta es fenómeno
de estados internos. La conducta instintiva tiene tanto de fisiología como de
Psicología. La característica típica del instinto es la de prever un estado futuro,
sobre todo en pro de la conservación de la especie. De la conducta instintiva
brotan también otras dos conductas, la conducta “habitual” y la inteligente, a
esta última Max Scheler la denomina “Memoria asociativa” (1938, p. 40). Las
tendencias a la repetición o al hábito no son propiamente actos producto de la
memoria, más bien si de la tendencia innata en la que la adaptación al medio,
no a las situaciones nuevas, es típica. La presencia del principio asociativo
deviene en un menoscabo del instinto, y por tanto aparecen dentro del grupo
de seres vivos la individualización, la necesidad de destacarse por encima del
otro, y se rompe con la “rigidez del instinto” de no poder cambiar los estilos de
vida con el cambio del ambiente.

En este punto el individuo no es mero eslabón de la cadena de conservación


de una especie. “… se ha dicho con razón que el hombre puede ser más o
menos que un animal, pero nunca un animal” (Scheler, 1938, p. 46.). Scheler
arguye a esta cita para anclar en la memoria asociativa la siguiente forma
psíquica, que es la de la “inteligencia práctica”, en la que se encuentran
enlazadas acciones como la elección y el preferir. La inteligencia práctica es
portadora de sentido, capacitada para responder a las situaciones inusuales o
nuevas. En este sentido el animal por ejemplo no tiene la capacidad de preferir
entre los valores. Sin embargo, la diferencia esencial entre hombre y animal no
es una mera cuestión de grado de inteligencia.

Scheler (1938, p. 54) rechaza categóricamente las teorías que argumentan


por un lado que el hombre es superior a la naturaleza por grados de
inteligencia o por el contrario los que niegan la diferencia, como es el caso de
las escuelas evolucionistas de Darwin y la de Lamarck. Scheler (1938, p. 54)
dice, y he aquí la particularidad de su tesis antropológica, “…que la esencia del
hombre y lo que podríamos llamar su puesto singular están muy por encima de
lo que llamamos inteligencia y facultad del elegir, y no podrían ser alcanzados,
aunque imaginásemos esas inteligencia y facultad de elegir acrecentadas
cuantitativamente incluso hasta el infinito…”. Para este filósofo, el principio que
hace al hombre “hombre” es ajeno a la vida misma. No es un principio de la
evolución natural de la vida. Los griegos llamaron a ese principio “razón”;
Scheler lo denominó “espíritu”; que no es solo pensar ideas, es a la vez
intuición: intuición de los fenómenos primarios o de las esencias; el espíritu a
su vez también es acción, por ejemplo: bondad, amor, solidaridad, devoción,
responsabilidad, entre otros. Persona es por tanto “el centro activo” en el que el
espíritu se manifiesta (Scheler, 1938, p. 55).

Visión sociológica del valor:

La Axiología comprende dos importantes ramas fundamentales, la estética y


la ética, son muchos los estudios sociológicos sobre el valor, donde nos
muestran que los fenómenos valorativos individuales son, en realidad, el
resultado de un intenso proceso de socialización que ha recibido la persona
desde su nacimiento. Ahora bien, de estos valores individuales surgen los
valores públicos y los valores colectivos, que permitirán entender y regular en
forma eficiente y eficaz el comportamiento de una sociedad y prever, dentro de
sus posibilidades los cambios y/o evoluciones que estos requieran para la
mejora de la sociedad misma.

Desde un punto de vista socioeducativo, los valores son considerados


referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano
hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan
determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada
grupo social.

En la vida cotidiana nos entendemos suficientemente bien con el


entrenamiento que hemos recibido para etiquetar ciertas realidades con la
palabra VALOR, con esta palabra calificamos, por ejemplo, situaciones,
personas y hasta objetos como buenos, malos, agradables, desagradables,
bellas o feas, y de acuerdo a como avanzamos en nuestra educación y
trayectoria en la sociedad esa medida va progresando.

Para Cooley (1920), el valor es un fenómeno de origen biológico que, en el


caso del hombre, ha sido moldeado culturalmente por la sociedad. Como
fenómeno biológico existe para todo organismo que se encuentra en una
situación dada frente a un objeto. El objeto no es indiferente para la
sensibilidad de ese organismo y lo impulsa a moverse de una determinada
manera.

El objeto entonces adquiere una significación particular para el organismo,


quien la procesará y dará respuesta de su significación, que dependerá tanto
del objeto como del organismo y, claro está, de la situación global en la que
está, esto es lo que Garrique (2020) llama “percepción del valor residente en el
objeto”, valor que contribuirá a regular la conducta del organismo. En este
punto, cabe destacar que Cookey denomina “valuación” a toda actividad
orgánica interna que desarrolla el organismo frente al objeto, es en este
proceso que asigna al objeto el “valor” percibido, generalmente estos procesos
de valuación son inconscientes, así como la mayoría de las actividades que
existen en los seres vivos, pero lo que si esta claro es que esta valoración esta
inmersa en el aprendizaje de las significaciones que se cargan en el individuo
durante la socialización del ser humano.

Por otra parte, hay un fenómeno nuevo con los valores, según Cooley, que
no existe a nivel biológico, conocido como “valores individuales”, “valores
sociales”, y, “valores públicos”, los primeros referidos a la socialización intensa
del hombre, los segundos producto de que los valores individuales ya son
sociales en gran parte, y los últimos, son aquellos que no pertenecen a un solo
individuo en particular, sino que son el resultado de las interacciones sociales
que ellos practican. Por lo tanto, se puede afirmar que tanto los valores
individuales como los públicos son el resultado de procesos sociales, para
Cooley, los valores públicos son la clave para entender, tanto el funcionamiento
como la evolución de una sociedad, su pasado, su presente y sus posibles
evoluciones futuras.

Conclusiones.

Hemos podido apreciar como los valores siendo un elemento fundamental


para el desarrollo de la sociedad, puede ser visto desde diferentes visiones,
muchos filósofos han dedicado su vida en definir los diferentes enfoques de
apreciación de los valores, algunos vistos desde diferentes variantes y
organizados desde varios puntos, tales como:

En primer lugar, los valores son visibles a partir las creencias de una persona
o grupo de personas. Dicho de otro modo, los valores de un individuo o grupo
se mantienen en diferentes áreas tales como la social, la idiosincrática, la
biológica o la cultural, las cuales son mutuamente interdependientes entre si,
debido a que al modificarse una puede tener influencia en las otras.

En segundo lugar, podemos percibir a los valores tanto inconsciente como


conscientemente, siendo comunicados explícita o implícitamente. Se refiere,
entonces, a la posibilidad de comunicar nuestros valores de manera verbal o
hacerlo a través de la conducta mediante indicios simbólicos.

En tercer lugar, utilizamos los valores como pautas normativas y evaluativas


de los juicios cognitivos, afectivos y de la conducta, es decir, las pautas
evaluativas refieren al juicio en tanto sea bueno o malo, falso o verdadero, no
deseable o deseable. Mientras que las pautas normativas refieren a lo que es
aceptado socialmente, lo normal o anormal de la situación a la que se refiera.

En cuarto lugar, el impacto de los valores en nuestra conducta determina las


elecciones dentro de las opciones de las cuales disponemos. Tal como indica
Rockeach (1979) “los valores son reglas que nos ayudan a tomar decisiones en
nuestras vidas”.
Finalmente, en quinto lugar, tanto la cultura como la sociedad impactan sobre
los valores, los cuales a su vez lo hacen sobre las personas individualmente o
colectivamente.

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