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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Filosofía
Instituto de Estética

La estética antigua
Giovanni Lombardo

Profesor: Francisco Vega


Ayudante: Jaime Ahumada
Ramo: Estética clásica
Estudiante: Adriana Montecinos Caprile
Fecha: 11/04/2022
Introducción. El orden bello y los principios de la estética antigua.

La intuición de lo bello y la intuición del mundo. (Lombardo, 13)

“Para los antiguos griegos, el descubrimiento de la belleza coincidió con la intuición del
mundo” (Lombardo, 13) Se postula este “orden bello”, kósmos, como un sistema de partes
organizado; y que será dicho sentimiento lo que dé paso a una filosofía y una lucha con el
universo que creará las normas e instituciones. Así es que el “orden bello” se impregna en
todos los aspectos del mundo: cognitivo, moral, sociopolítico, religioso y artístico.

Estética antigua y estética moderna. (Lombardo, 13-16)

Si bien en el mundo antiguo lo estético no estuvo delimitado como tal, en vez de decir que
no existía lo estético, es más correcto decir que todo lo era. Es necesario no mirar en menos
los avances y desarrollos en esta materia que tuvo el mundo antiguo.
Pese a todo lo que puede tomarse del mundo antiguo y considerarse antecedente a
desarrollos modernos, hay una diferencia crucial y es que para los antiguos lo bello y el arte
trabajan en distintos ámbitos. La belleza antigua se busca en el cuerpo (también a nivel
moral) y la naturaleza, de ahí su relación con lo bueno.

El principio del orden y la «Gran Teoría» (Lombardo, 16)

Al ser lo bello perteneciente a todas las esferas es complicado para el estudioso moderno
poder acercarse a ello tomando la totalidad de lo que abarca. Se postula entonces guiarse
por la “gran teoría”, tomando la palabra kósmos, el plano de su composición, su producción
y su recepción. Y trabajar desde allí.

El significado de la «mimēsis» (Lombardo, 16-17)

“Ya desde la época arcaica el arte se concibe como una totalidad compuesta de elementos
que representan miméticamente un orden externo a la obra misma y que (…) generan placer
y admiración” (Lombardo, 17) La mímesis se entiende entonces como imitación para
causar placer, pero no sólo eso, no sólo los “procedimientos”, también la “adopción de
comportamientos” y el “vínculo entre los hombres y las cosas” (Lombardo, 17).
Se reconoce, sin embargo, que lo mimético es distinto a la realidad que intenta reflejar, y
según su parecido con esta será juzgada. Con el pensamiento platónico habrá un nuevo
desarrollo, que incluirá la “tensión entre la idea e imagen” (Lombardo,17) y del
empobrecimiento del arte en un plano ontológico.

El significado de la «téchnē» y el criterio de lo «prépon»” (Lombardo, 17-18)

“ (…) representar la realidad significa interpretarla” (Lombardo, 18) La mimesis es


entonces una recomposición de la realidad y es un artesano, quien a través de su téchnē, su
habilidad, la reconstituye. Entre más y mejor resplandezca y se adecue a su contexto de
presentación, mejor será la recepción, en que logra placer y una identificación entre el
kósmos-realidad y el kósmos creado por el artesano.

El origen divino de la poesía y el consenso estético (Lombardo, 18-20)

Este placer “confirma el poder seductor de la obra de arte) (Lombardo, 18) más aún en el
caso de la poesía y el canto, que son vistos como dones divinos. Se reconoce entonces un
“deleite de los sentidos” que hace relación con la etimología de la palabra áisthēsis y la
interpretación que hoy se le da a la estética.
Este deleite se complementa también por el reconocimiento e identificación con lo que se
percibe, produciendo emotividad en quien lo capte y generando un “consenso
ritual”(Lombardo, 19) en que el ser espectador es ser también avalador de lo que se
representa. Desde una intelectualización de estas formas de sentir es que aparecerá la
katharsis, como una recepción “más meditada y consciente.” (Lombardo, 20).

El arte de la ficción y la ambigüedad de lo bello (Lombardo, 20-22)

Desde Ulises y su habilidad de plantear los hechos “como si” el hubiera estado allí, nace el
problema de la “credibilidad del conocimiento mimético” (Lombardo, 20). Desde
Aristóteles se explica esta capacidad de la poesía como aspergasía, la habilidad de
representar lo real y lo posible. Se reconoce entonces desde su origen el poder persuasivo y
de engaño de la belleza.

Poesía y filosofía (Lombardo, 22-23)


Comienza desde Homero una disputa entre filosofía y poesía, entre “verdad” y “engaño”.
Hesiodo “se postula como depositario de un mensaje verdadero transmitido a él
directamente por las Musas” (Lombardo, 22)
Parménides separa el ser-verdad al no-ser-opinión, y cree que por la misma forma
cautivante de las palabras es que siempre se debe sospechar de la palabra hablada como
vehículo de expresión.
Platón destaca la racionalidad del alma y deja el arte, como forma imitativa, “relegado al
tercer (e ínfimo) peldaño de la escalera que asciende a la verdad”. (Lombardo, 22)
Aristóteles en cambio ve la mimesis como un ejercicio mental al representar no solo lo que
ocurre, pero también lo que podría ocurrir dentro de las reglas de lo posible. La poesía
entonces es más universal y filosófica que la historia. Es un “engaño aparente”, en el
sentido de que no hay engaño porque no se presenta como verdad, se presenta como
posibilidad.

Más allá de lo antiguo (Lombardo, 23-24)

Las discusiones y reflexiones seguirán, pero hay un renovamiento de las sensibilidades


miméticas en la época post aristotélica producto de su reivindicación a esta forma.
Los estoicos “promoverán en muchos aspectos una visión ´premoderna´ de la creatividad
como fruto de la imaginación personal del artista” (Lombardo, 24). Será también desde
Cicerón, Longino y Plotino que el giro hacia la interioridad irá sucediendo. Uniendo en
algunos puntos a la estética antigua y moderna.

Reflexiones personales
Lo que destaco del texto y me ha llevado a una reflexión personal es el cuestionamiento de
la palabra hablada, y esta vista como medio del que hay que desconfiar; esto me hace
absoluta coherencia con lo visto en Experiencia Estética y cultura tradicional, donde se dijo
que Chile no tiene una cultura del libro, es una cultura del decir incluso mas que del hacer,
nos quedamos en la forma y no en el contenido, es siempre el cómo lo dijo (Espinoza).

La cultura chilena entonces, sería opuesta a la argentina, que es definitivamente una del
libro; surge entonces un tremendo interés y necesidad de realizar un estudio comparativo
que abarque lo político y lo estético desde la literatura y el habla (volviendo a ver lo
estético en lo político-social). Y aunque bien, sería reduccionista creer que uno es por
completo causa del otro, creo que la conexión, sea de causalidad o no, no debería
desestimarse tan rápidamente ¿será Chile efectivamente tierra de poetas? ¿será entonces
Argentina tierra de filósofos? Es claramente necesario una matización de los conceptos,
pero la idea ha quedado, y sostengo que quizá algo se puede aventurar al ver que Chile ha
obtenido dos premios nobel en literatura y Argentina (de entre otros que son mas
relacionados con la ciencias y medicina) dos premios nobel de la paz.

Este es un fenómeno realmente interesante que nuevamente trae a colación la contingencia


de los clásicos y la forma en que la estética permea más que sólo los aspectos “estéticos” de
la vida.

Bibliografía
- Lombardo, Giovanni. La estética antigua. Trad. Francisco Campillo. Madrid:
Antonio Machado libros, 2015.
- Espinoza, Felipe. “Introducción” Experiencia estética y cultura tradicional, 14
febrero 2022. Pontificia universidad católica de Chile, cátedra.

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