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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTA ROSA


INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS EN EDUCACIÓN LABORAL Y
LIBERADORA
ESCUELA DE DERECHO
DERECHO PENAL I

LA ACCIÓN Y LA OMISIÓN

Alumnos:
Profesor: Amundaray, Arnaldo V-14.406.416
Roger López Arellano, Johanna V-15.574.438
Marcano, María V-25.013.945
Reyes, Yaruma V-13.295.352
Rosales, Liliana V-18.460.667
Sección: FS03A

Caracas, 25 de Junio del 2022


INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene como objeto el establecer las definiciones


que llevan a cabo el estudio del primer elemento del delito; un tema
significativo que da inicio al conocimiento de sus elementos, para poder
continuar debemos comenzar definiendo a la acción la cual es la conducta
exterior que asume una forma positiva: de hacer algo que la ley le prohíbe,
que es la acción propiamente dicha.

Para que la acción deba ser entendida se debe saber que es


únicamente humana, es decir, el hombre es el único sujeto activo del delito,
también es voluntaria, porque es realizada libremente, ya que el sujeto pudo
optar por realizar un acto determinado.

Existen tres teorías las cuales profundizan aún más este elemento del
delito; entre las cuales tenemos: la teoría causalista, teoría finalista y la
teoría social de la acción.

Así mismo se tiene como elemento del delito a la omisión la cual es la


no realización de una conducta establecida en el marco legal. Es decir, una
forma negativa: dejar de hacer algo que la ley le ordena, que es la omisión.

De igual marera desarrollaremos las causas de exclusión de la


acción, en el cual se determina cuando el organismo actúa por voluntad
propia y cuando no.

Finalmente hablaremos del delito como acción típica, su evolución y


el tipo de lo justo, la causalidad y la imputación objetiva para poder
determinar este primer elemento del delito en todos sus ámbitos.
Delito.

Se entiende por delito la infracción penal dolosa o culposa,


sancionada por la ley con pena grave; puede ser cometido mediante la
acción u omisión, dicha conceptualización no está expresamente prevista
como una definición legal, pero combinando los artículos 1 y 61 del Código
penal podemos decir que la acción y la omisión constituyen la base sobre la
cual se estructura o se elabora el concepto del delito.
Según Grisanti él cual realiza un análisis de acuerdo a los artículos 1
y 61 del Código Penal define al delito como: “Las acciones u omisiones
previstas por la ley y castigados por ella con una pena”.

Se puede decir entonces que el delito es toda acción humana


voluntaria u omisiones previstas por la ley y castigadas por ella como una
pena.

Artículo 1.- Nadie podrá ser castigado por un hecho que no estuviere
expresamente previsto como punible por la ley, ni con penas que ella no
hubiere establecido previamente.

Los hechos punibles se dividen en delitos y faltas.

Artículo 61.- Nadie puede ser castigado como reo de delito no


habiendo tenido la intención de realizar el hecho que lo constituye, excepto
cuando la ley se lo atribuye como consecuencia de su acción u omisión.

El que incurra en faltas, responde de su propia acción u omisión,


aunque no se demuestre que haya querido cometer una infracción de la ley.
La acción u omisión penada por la Ley se presumirá voluntaria, a no ser que
conste lo contrario.
Primer elemento del Delito.

La Acción.

Es un comportamiento humano externo y orientado a la voluntad


hacia un fin, se constituye a través de dos elementos o aspectos que entran
en consideración en el concepto de acción: uno interno o subjetivo (la
voluntad final) y otro externo u objetivo (el movimiento corporal), si falta uno
de ellos no cabe hablar de acción a los fines jurídico – penales, es decir, si
no hay voluntad, no hay acción, y a si mismo, si falta un comportamiento
externo y orientado por la voluntad hacia un fin, queda excluido el concepto
de acción a los efectos jurídico – penales.

Afirma Etcheberry “la acción significa simplemente la voluntad y el


dolo (o culpa) es voluntad mala (reprochable); la consideración del
sustantivo pertenece a la acción; la del adjetivo, a la culpabilidad”.

Se entiende entonces por acción el comportamiento humano del cual


quedan excluidos del concepto, los hechos de los animales, así como
también hechos provenientes de las cosas inanimadas.

Existen tres elementos de la acción: 1- La manifestación de la


voluntad. 2- El resultado y 3- La relación de causalidad.

Artículo 62.- No es punible el que ejecuta la acción hallándose


dormido o en estado de enfermedad mental suficiente para privarlo de la
conciencia o de la libertad de sus actos.

Sin embargo, cuando el loco o demente hubiere ejecutado un hecho


que equivalga en un cuerdo a delito grave, el tribunal decretará la reclusión
en uno de los hospitales o establecimientos destinados a esta clase de
enfermos, del cual no podrá salir sin previa autorización del mismo Tribunal.
Si el delito no fuere grave o si no es el establecimiento adecuado, será
entregado a su familia, bajo fianza de custodia, a menos que ella no quiera
recibirlo.

La Omisión Punible.

La omisión se entiende por la no realización de una conducta la cual


esta prescrita en el ordenamiento jurídico. El comportamiento humano puede
asumir la forma de la omisión. En cuanto al tratar de determinar en qué
consiste la omisión surgieron muchas posiciones en la doctrina, las cuales
giran en torno al problema de ubicar o no un elemento físico en ella, según
algunos, sólo podría ser posible su inclusión en la categoría general del
comportamiento humano.

Al igual que la acción la omisión debe ser voluntaria tal como lo


establece el artículo 61 Código Penal: “Nadie puede ser castigado como reo
de delito no habiendo tenido la intención de realizar el hecho que lo
constituye, excepto cuando la ley se le atribuye como consecuencia de su
acción u omisión. El que incurra en faltas, (…). La acción u omisión penada
por la ley se presumirá voluntaria, a no ser que conste lo contrario.”

La voluntariedad se da en todos los casos de omisión, inclusive en la


omisión culposa, por cuanto depende de la voluntad del sujeto al omitir
deberes.

Al hablar de omisión también se le debe agregar el resultado: surge


del comportamiento de la acción u omisión, el hecho típico requiere en
algunos casos la verificación del efecto naturalístico diverso del
comportamiento y efecto causal de éste el cual es el resultado. Este.
Precisamente, es el efecto o la consecuencia del comportamiento requerido
por la ley para que configure esencialmente el hecho punible o para que se
produzca una agravación de su penalidad.
Omisión.

Cuando el sujeto deja de hacer algo (omitir o redactar) que está


previsto en la Ley Penal, es la abstención de actuar.

La omisión en general, según Agudelo “Examinando la omisión en


general, podíamos decir que en ella no existe movimiento. La esencia de la
omisión como fenómeno relevante para el derecho no está en el simple no
hacer sino en la no evitación de algo que se tenía el deber jurídico de
impedir”.

La estructura ontológica de la Omisión.

El ser humano y su comportamiento constituyen la acción, el sujeto


debe estar en la posibilidad de hacer, tener la voluntariedad ya que en la
omisión no existe movimiento, la esencia de la omisión no esta en el simple
hecho de no hacer sino en la evitación de algo que se tenía el deber jurídico
de impedir.

Si no existe la posibilidad de la acción por tanto no habrá omisión, el


sujeto debe estar en condiciones para realizar la acción, la conducta
humana sirve como norma penal y esta conducta pueda actuar en la
posibilidad de hacer como en no hacer.

Teorías de la Acción.

Teoría Causalista.

Se origina a finales del siglo XIX, Sus autores precursores son Franz
Von Liszt y Ernst Von Beling se trata de adaptar la teoría del delito al método
a las mismas, si bien ha ido perfilando su propia evolución se trata del
comportamiento humano y cataloga la acción humana como el hito causal
que desencadena un resultado. Así, se determina que una conducta es
típica y antijurídica cuando la acción y el resultado se hallan contenidos en
un tipo penal, por ejemplo, la acción de matar y el resultado causado de
muerte. Dicha conducta se encuentra recogida en un precepto penal.

Teoría Finalista.

Surge con posterioridad a mediados del siglo XX como consecuencia


de la teoría de la "acción final" y su origen viene por Welzel el indica que la
conducta humana y de que la acción no es solo un proceso causalmente
dependiente de la voluntad, su finalidad es perseguir un fin; no se configura
como una simple premisa del resultado, ya que las personas actúan con una
específica finalidad en sus hechos, y esa finalidad es precisamente la que
debe ser examinada tanto a la hora de encuadrar la conducta en el
contenido del tipo.

Esta teoría finalista parte de que todo proceso causal tiene un


contenido, hay contenido de la voluntad, el dolo y la culpa que se lleva al
campo de la acción, es decir, desde la tipicidad en la antijuricidad.

Teoría social de la acción.

Los precursores de esta teoría fueron los alemanes Karl Engisch y


Werner Maihofer, para el primer jurista la acción era la producción voluntaria
de consecuencias calculables socialmente relevantes mientras que Maihofer
indica que la acción no es algo real, sino una relación entre el sujeto que
actúa y un objeto sobre el cual recae la acción.
A su vez se dice que esta teoría parte de que la acción es todo
comportamiento humano ha estado casado a la voluntad del hombre tanto
activo como omisivo socialmente relevante.
Causas de exclusión de la acción.

Una de las causas de exclusión de la acción que se tiene es la fuerza


irresistible en los actos reflejos y sueño subjetivo de estar presente algunos
de estos elementos circunstanciales la acción humana queda excluida es
decir la acción no comportará ningún interés para el derecho penal por
cuanto esos elementos anulan la voluntad de manera que si no hay voluntad
no hay acción y si no hay acción no hay absolutamente nada. El organismo
reacciona frente a una acción, pero no existe la voluntad de hacerlo.

No hay acción sin voluntad y sin voluntad no hay movimiento corporal


por estas causas se lleva a cabo la exclusión de la acción.

Tal como lo dispone el articulo 62 del Código Penal, “No es punible el


que ejecuta la acción hallándose dormido o en estado de enfermedad mental
suficiente para privarlo de la conciencia o de la libertad de sus actos. Sin
embargo, cuando el loco o demente hubiere ejecutado un hecho que
equivalga en un cuerdo a delito grave, el tribunal decretará la reclusión en
uno de los hospitales o establecimientos destinados a esta clase de
enfermos, del cual no podrá salir sin previa autorización del mismo Tribunal.
Si el delito no fuere grave o si no es el establecimiento adecuado, será
entregado a su familia, bajo fianza de custodia, a menos que ella no quiera
recibirlo.”
El Delito como acción típica.

Tipicidad: es un elemento del delito que implica una relación de


perfecta adecuación, de total conformidad entre un hecho de la vida real y
algún tipo legal o tipo penal.

Entonces, la tipicidad sería el primero de los elementos que sirven


para caracterizar a la acción como delito. Los argumentos que Beling ofrece
para introducir este elemento en la definición general de delito y considerarlo
como el primero de los que sirven para caracterizar la acción delictiva están
relacionados con el concepto de acción que él proponía (un concepto que,
no dice nada sobre el significado de la acción, ni sobre su contenido externo
ni sobre el contenido de la voluntad), con la importancia que otorgaba a la
ley penal como punto de partida para la caracterización de la acción
delictiva, y con la importancia metodológica que atribuía a la tipicidad de la
acción en la teoría general del delito.

Ahora bien, que construye la acción, por ejemplo, el acto, en sentido


penal es una conducta exterior, las intenciones o deseos criminales por
intensos que sean no constituyen delitos, mientras permanezcan en el fuero
interno. Nadie puede ser castigado por sus pensamientos. Esa conducta
exterior puede asumir una forma positiva: hacer algo que la Ley prohíbe, que
es la “Acción” propiamente dicha; o una forma negativa: dejar de hacer lo
que la Ley ordena, que es la omisión. Una y Otra son igualmente punibles,
han de ser una conducta exterior, porque los pensamientos no son punibles
no engendran ninguna responsabilidad penal mientras no se exterioricen.

¿Cuándo se dice que un acto es típico?, se dice que un acto es típico,


cuando se puede encuadrar o encajar perfectamente en cualquier tipo legal
o penal, es decir; cuando el acto es idéntico al tipificado como delito en la ley
penal, que en, virtud del principio legalista, es la única fuente propia y
verdadera de derecho penal. Luego, donde rija el principio Legalista, la
tipicidad es elemento del delito.

En todo caso, ha de estar caracterizada por tipicidad ya señalada,


antijuridicidad y culpabilidad.

Antijuridicidad: es única, a pesar de que se pueda hacer una


distinción entre la formal (hecho que contradice lo dispuesto en la ley) y el
material (es el por qué se castiga, el contenido del hecho que ataca a los
bienes jurídicos pudiendo lesionarlo o ponerlo en peligro, muy empleado
últimamente el recurso del peligro. Una conducta típica suele ser también
antijurídica, pero existen casos en los que, pese a la tipicidad, la acción no es
antijurídica. Son las llamadas “causas de justificación”.

Culpabilidad: tiene un perfil propio, ya que mira a la persona que


haya cometido el delito. Está relacionada con aspectos muy concretos del
sujeto, pues se encarga de examinar si reúne las condiciones que hagan que
el hecho sea puesto a su cargo. Se necesitarán condiciones individuales,
pues la culpabilidad es un juicio individual. Aborda lo siguiente:

Imputabilidad: capacidad que tiene el sujeto para realizar de forma


consciente un delito. Relaciona a la persona con su capacidad para
comprender que lo que ha hecho está prohibido y será castigado por ello. Se
exige que la persona sea mentalmente madura. Contempla las posibles
enfermedades mentales, los menores de edad.

Formas de culpabilidad: son el dolo o la culpa. Para que haya


culpabilidad se ha debido actuar necesariamente de forma dolosa o
imprudente. Es una dimensión subjetiva que requiere todo delito. La ley
castiga de manera más fuerte al actuar doloso (se sabe lo que uno hace y lo
quiere realizar). La imprudencia alude a que no se actúa cuidadosamente,
sin voluntad.

Evolución del concepto de tipo.

Etapa de la independencia del tipo. Ernst von Beling en 1906 decía


que el tipo tiene un carácter puramente descriptivo y sin conexión con la
conducta o con la antijuridicidad. Dice que el tipo es la descripción del delito,
que señala sus elementos constitutivos en cada clase de delito sin hacer
ninguna valoración.
Etapa Indiciaria. Karl Binding critica la Teoría de Beling y dice que la
tipicidad realiza una función indiciaria respecto a la antijuridicidad: la
tipicidad de una conducta es indicio de antijuridicidad.

Hasta estas etapas se explicaba y se entendía que el tipo era sólo un


esquema rector del delito, que estaba en el exterior y no era considerado
como elemento. Un acto era típico y antijurídico.

Etapa de la "ratio essendi". Mezger critica esta concepción, dice


que el tipo es la razón de ser de la antijuridicidad, el acto debe encajar en el
tipo (marco externo del delito), por eso un acto ya no es típico y antijurídico
sino es típicamente antijurídico.

Modernamente, se entiende por el tipo penal como: un elemento


inseparable y previo a de la antijuridicidad que tienen como función la
garantía de legalidad.

El tipo de lo injusto de los Delitos de Acción Dolosa.

El tipo de injusto no está compuesto sólo de elementos objetivos de


naturaleza descriptiva o normativa. La acción u omisión subsumible en el
tipo no es un simple proceso causal ciego, sino un proceso causal dirigido
por la voluntad hacia un fin. De ahí se desprende que, ya a nivel de tipicidad,
deba tenerse en cuenta el contenido de esa voluntad (determinación del fin,
selección de medios, previsión de los efectos relacionados, etc).

Por eso el tipo de injusto tiene tanto una vertiente objetiva (el llamado
tipo objetivo) como una subjetiva (el llamado tipo subjetivo).

La vertiente subjetiva es, a diferencia de la objetiva, mucho más


difusa y difícil de probar, ya que refleja una tendencia o disposición subjetiva
que se puede deducir, pero no observar.
El delito doloso supone, pues, una agresión consciente contra el bien
jurídico protegido, mientras que la imprudencia es sólo una falta de cuidado
en la que a veces el sujeto ni siquiera se plantea el posible daño al bien
jurídico; por eso la realización dolosa de un delito siempre se considera más
grave que la realización imprudente del mismo delito.

El tipo objetivo en los Delitos de Acción Dolosos.

El tipo doloso puede describir únicamente la realización de una acción


que produce un determinado resultado para afirmar que se ha realizado el
tipo del delito de acción doloso de resultado, es necesario que se cumplan
dos condiciones:

- Que se den los criterios de imputación objetiva de la conducta y del


resultado.

- Que la conducta, además de parecer formalmente incluida en la


descripción típica, se considere subsumible en la misma desde una
interpretación restrictiva, teniendo en cuenta la adecuación social.

La evolución del tipo y la aceptación de los elementos subjetivos


de lo injusto.

A principios del siglo pasado se pensaba que los elementos objetivos


o externos de la acción debían ser objeto del juicio de antijuridicidad,
mientras que los subjetivos se analizaban en la culpabilidad. Hoy en día se
ve que el hecho de que el juicio de antijuridicidad sea un juicio objetivo no
significa que deba realizarse solo sobre los aspectos objetivos. Y porque se
entiende la conducta como una unidad causal-final, es decir, como una
suma indisoluble de los aspectos objetivos y subjetivos del actuar. Se
reconoce la existencia de elementos subjetivos en la acción que formaran
parte, por tanto, también de la acción típica.
El tipo de lo injusto de los Delitos de Acción Imprudente.

Consiste en la diferencia entre la conducta realmente realizada


y la que debería haber sido realizada en virtud del deber objetivo de cuidado
que, objetivamente, era necesario observar y que cualquier persona
situada en las circunstancias del autor podía haber observado.

El penalista alemán Engisch destacó, en 1930, que entre la pura


conexión causal de la acción imprudente con el resultado y la culpabilidad
elementos entonces existentes, había un tercer elemento importante, sin el
cual no podría fundamentarse el tipo de injusto del delito imprudente el cual
se lo considera como el deber objetivo de cuidado siendo aquel deber
que es entendido como aquella conducta que habría seguido una
persona razonable en la misma situación del autor.

La Imprudencia, es la realización de una conducta contraviniendo las


exigencias de cuidado o negligencia. No hay intencionalidad alguna del
resultado que de ella se desprende, pues es una conducta que se lleva a
cabo sin dolo pero que produce un resultado.

De la Causalidad.

Concepto y Naturaleza de la Causalidad.

“El concepto de causalidad no es un concepto jurídico, sino una


categoría del ser. Tampoco es una mera relación lógica, ni mucho menos
imaginada, entre varios acontecimientos, sino la Ley de sucesión, no
perceptible, pero mentalmente captable, del acontecer real y es, por ello, tan
real como el acontecer mismo. También el Derecho tiene que partir de ese
concepto “ontológico de causalidad”.

La causalidad aparece como la Ley de la sucesión


interfenoménica y se presenta como un concepto ontológico, común
a todas las ciencias. Se da en un plano a valorativo, neutral, previo al de
su consideración por cualquier norma; es pues un concepto sólido sobre
el que operar las valoraciones propias del Derecho Penal.

Imputación objetiva de la conducta.

La peligrosidad de la conducta o previsibilidad objetiva de la


realización del tipo Para que la conducta sea típica debe ser peligrosa, es
decir, debe aparecer como no absolutamente improbable en el juicio de
previsibilidad objetiva.

Según Engisch: la producción del resultado debe aparecer ex ante


como una consecuencia no absolutamente improbable de la acción.

Aceptando esta interpretación, ya no se prohíben en las normas que


subyacen a los tipos penales de los delitos de acción dolosos todas las
acciones dirigidas por la voluntad a la producción del resultado típico, sino
solo aquellas de las que además ex ante se prevea la acusación del mismo
como una consecuencia no absolutamente improbable.

Imputación objetiva del resultado.

La pertenencia al ámbito de protección de la norma para afirmar que


se han dado todos los elementos del tipo del delito consumado, y en
particular, que el resultado provocado por la acción típica es precisamente el
resultado típico, es necesario comprobar que ese resultado es justamente el
que trataba de evitar la norma infringida.

Otros criterios de imputación objetiva manejados por la doctrina de


especial relevancia en el delito doloso.
CONCLUSIÓN

Para concluir se puede decir que no toda conducta humana


ejecutada supone un delito, se tiene que llegar a un resultado para así poder
establecer si se trató de una acción u omisión para así poder establecer si
hubo un hecho punible, con esto queremos decir que, el delito constituye un
estudio del comportamiento humano basado en sus acciones pero también
requiere un estudio más amplio y conocer la acción como primer elemento
del delito y a través del cual desempeña el papel de engarce de los demás.

Se tiene por acción al movimiento voluntario, el cual supone la


orientación humana, y al igual que omisión generan un papel de suma
importancia como primer elemento del delito.

Visto los términos descritos en el presente trabajo, podemos concluir


que los elementos del delito constituyen y para afirmar que una conducta es
típica, esta debe reunir los de un determinado tipo penal como lo son la
tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad.
BIBLIOGRAFÍA

 Alberto ARTEAGA SÁNCHEZ, Derecho Penal Venezolano, Caracas,


2012, ediciones Liber.
 Nodier AGUDELO BETANCUR, Curso de Derecho Penal, Bogotá
Colombia, 2007 editorial Temis.
 Emilio CALVO BACA, Terminología Jurídica Venezolana, Caracas,
ediciones Libra.
 Tulio CHIOSSONE, Manual de Derecho Procesal Penal, Caracas,
1981, Universidad Central de Venezuela.
 Hernando GRISANTI AVELEDO, Lecciones de Derecho Penal,
editores Hermanos Vandell.

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