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ESTRUCTURA DEL TIPO PENAL

Una reseña de los elementos que componen el delito

El Derecho Penal tiene dos ámbitos de estudio: la parte general y la parte


especial. Debemos entender a la parte general, como el conjunto de
disposiciones normativas que describen la estructura del delito y la pena, y a
la parte especial, como el estudio individualizado de cada delito (robo, estafa,
asesinato, etc.)

La parte general del Derecho Penal, tiene a su vez dos sub ramas de estudio
?por así decirlo-: la teoría del delito y la teoría de la pena. La teoría del delito es
la encargada de estudiar la concepción del delito, sus categorías fundamentales
o elementos que lo componen, así como la estructuración de cada una de esas
categorías.

Si bien los tipos penales son diferentes unos de otros, todos responden a una
misma estructura a la cual debe adecuarse el hecho dañoso, para que pueda ser
considerado como delito. Esta estructura queda recogida en el concepto que la
doctrina a lo largo del tiempo, le ha dado al delito.

Consideración doctrinaria del Delito.- Concepción Finalista de la Acción

Y para entender el concepto que la doctrina moderna le ha atribuido al delito,


es necesario tener presente las diferentes escuelas dogmáticas que centraron
su estudio en la estructura de éste, y que lo definieron acorde la época en la que
se implantaron. Se deben reconocer principalmente tres escuelas: la causalista,
la finalista y la funcionalista (las demás como la neoclásica, son solo
ampliaciones o derivaciones de estas tres principales); pero, más allá de lo que
cada una de ellas haya aportado para el desarrollo de la conceptualización
del ?delito?, como tal, debemos tener presente que al hablar de delito siempre
nos referimos a aquella conducta humana que es contraria a las normas penales,
y cuya comisión presupone la imposición de una pena como consecuencia
jurídica a la inobservancia de esa normativa.

Actualmente el Ecuador está regido por un sistema finalista, que concibe al


delito como la acción u omisión típica, antijurídica, culpable y punible. Éstos, la
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, son los requisitos para que exista un
delito.

La concepción final del delito, surge gracias a los postulados del penalista
alemán Hans Welzel[1], quien con su teoría de la acción final, estableció el
presupuesto de que la <<acción>> es el ejercicio final de la actividad humana.
Esto niega la concepción de que una acción puede ser guiada por motivos
?ciegos? y ajenos a una finalidad determinada dentro de un actuar consciente.
Esto significa que para que una persona ejecute una conducta, la dirección
final de su acción se realizará en dos momentos o fases: la una ocurre en la
esfera del pensamiento (fase interna), acompañada de la selección de los
medios y la consideración de los efectos concomitantes; y la segunda, es cuando
el autor lleva a cabo su acción en la esfera del mundo real (fase externa).

La fase interna involucra tres aspectos, en primer lugar, la identificación del


objetivo que se quiere conseguir; en segundo lugar, la selección de los medios
que se utilizarán para su consecución; y finalmente, el análisis de las posibles
consecuencias que resultan del empleo de esos medios. La fase externa
consiste en la puesta en marcha de los medios que fueron elegidos para
conseguir el objetivo principal; la obtención del resultado previsto; y, el nexo o
relación causal entre acción y resultado.

En ese sentido, la acción sólo tendrá carácter final en virtud de los resultados
que la persona haya querido voluntariamente. Si por el contrario, el resultado es
un hecho no deseado, nos encontramos ante un resultado causal ciego y no final.

En el campo del Derecho Penal, ha sido constante la discusión que versa


sobre qué acciones son penalmente relevantes, esto, sumado a la utilización de
un término adecuado, que indique que la conducta de una persona, puede
originar consecuencias jurídicas y penalmente relevantes.

La voluntad (libre), engloba a la acción u omisión como formas de realizar una


conducta. Cabe mencionar, que la acción viene a constituirse en referente de la
omisión, y las dos son la categoría dogmática más importante dentro de la teoría
del delito, debido a que son el presupuesto de la tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad, categorías que veremos más adelante.

Quienes son partidarios de la teoría social de la acción, como Juan del Rosal,
la acción es ?la realización de un resultado relevante socialmente; el cual desde
el punto de vista jurídico penal, es la producción de un resultado típico?. De esto,
podemos rescatar, que la acción, excluye aquellos comportamientos que no
tienen relevancia jurídico-penal, porque no debemos olvidar, que al Derecho
Penal, le interesan únicamente aquellas conductas que lesionan gravemente los
bienes jurídicos protegidos.

Hans Jescheck ha concebido a la acción como un ?comportamiento humano


dependiente de la voluntad (voluntario), que produce una determinada
consecuencia en el mundo exterior[2]?.

Carácter penal de la Omisión

Por su lado, la omisión, no debe ser entendida como el comportamiento de no


hacer nada, sino de no hacer algo previsto por la ley. La omisión no es sinónimo
de la <<falta de movimiento corporal>>, es el hecho de no haber realizado un
acto, que de haberse efectuado, hubiera evitado la lesión o puesta en peligro de
un bien jurídico. En palabras de Giuseppe Maggiore: ?no impedir un resultado,
estando obligado a impedirlo, equivale a ocasionarlo[3]?.

La diferencia entre la acción y la omisión, radica en que mientras la finalidad


de la acción es real, en la omisión se considera que la finalidad es ?potencial?,
es decir, un haber podido. La esencia de la omisión radica en no interferir en la
consumación de un resultado.

En el ordenamiento jurídico penal ecuatoriano, siendo más específica, en el


Código Orgánico Integral Penal (en adelante COIP), se define a la infracción penal
como una ?conducta típica, antijurídica y culpable cuya sanción se encuentra
prevista en este Código? (Art. 18 COIP). Esta conducta puede tener dos
modalidades: la acción u omisión (Art. 23 COIP[4])

Para poder analizar las demás categorías del delito, es necesario que se
constate la existencia de una conducta que se encuentre recogida en el
ordenamiento jurídico. Es decir, si se quiere sancionar a una persona por la
comisión de una conducta dañosa, es necesaria la existencia de un precepto
legal, y esto es precisamente la Tipicidad.

Análisis jurídico de la Tipicidad. Elementos del Tipo Penal

La tipicidad es la descripción conceptual de diferentes conductas humanas


que son prohibidas por la ley. Esta descripción, constituye la estructura del tipo
penal en la que deben analizarse sus elementos constitutivos. Pero antes de dar
paso al análisis de los elementos del tipo penal, debo precisar que este análisis
debe ser entendido desde un punto de vista finalista. El artículo 25 del COIP, dice
que los tipos penales (tipicidad) ?describen los elementos de las conductas
penalmente relevantes?.

El tipo penal está compuesto de dos elementos: objetivo y subjetivo. El


elemento objetivo abarca el lado externo de la conducta, y está integrado por un
elemento normativo, sujeto activo, sujeto pasivo, bien jurídico lesionado y nexo
causal entre acción y resultado. El elemento subjetivo pertenece a la parte
psíquica del sujeto activo que realiza la acción, o de un tercero, y está
conformado por el dolo y la culpa.

Estos elementos presuponen la existencia de un presupuesto legal, que va a


estar sujeto a una valoración que la realizará el juez que debe aplicar la ley.

El sujeto activo, es la persona que perpetra un hecho punible y a quien se le


imputará responsabilidad penal por el cometimiento de ese hecho punible, pero
esta responsabilidad solo puede ser atribuida a seres humanos que son quienes
pueden realizar conductas, y esto tiene mucho sentido, ya que en épocas
históricas, se llegó a arrogar responsabilidad penal a todo lo que ocasionara un
daño a la sociedad, y es así que por ejemplo, se condenaba a animales.
En la actualidad se ha intentado expandir la concepción de sujeto activo, y
ahora se habla por ejemplo de la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
No puede sorprendernos el hecho de que en algunos ordenamientos jurídicos,
entre esos el nuestro, la responsabilidad de la consumación de un tipo penal
recaiga sobre entes jurídicos como empresas, corporaciones, asociaciones, etc.
ese es el caso del artículo 49 del COIP, que dice:

Art. 49.- Responsabilidad de las personas jurídicas.- En los supuestos


previstos en este Código, las personas jurídicas nacionales o extranjeras de
derecho privado son penalmente responsables por los delitos cometidos
para beneficio propio o de sus asociados, por la acción u omisión de quienes
ejercen su propiedad o control, sus órganos de gobierno o administración,
apoderadas o apoderados, mandatarias o mandatarios, representantes
legales o convencionales, agentes, operadoras u operadores, factores,
delegadas o delegados, terceros que contractualmente o no, se inmiscuyen
en una actividad de gestión, ejecutivos principales o quienes cumplan
actividades de administración, dirección y supervisión y, en general, por
quienes actúen bajo órdenes o instrucciones de las personas naturales
citadas.
La responsabilidad penal de la persona jurídica es independiente de la
responsabilidad penal de las personas naturales que intervengan con sus
acciones u omisiones en la comisión del delito.
No hay lugar a la determinación de la responsabilidad penal de la persona
jurídica, cuando el delito se comete por cualquiera de las personas naturales
indicadas en el inciso primero, en beneficio de un tercero ajeno a la persona
jurídica.

No debemos olvidar, que un tipo penal puede consumarse únicamente con un


comportamiento humano lesivo, porque las personas son las únicas con
capacidad para EXTERIORIZAR SU VOLUNTAD DAÑOSA, de esto deriva la
conclusión de que sólo a los humanos debe atribuírseles responsabilidad penal;
las personas jurídicas, funcionan solo con la voluntad de personas naturales o
físicas, por lo que resulta absurdo procesar a una persona jurídica a través de
sus representantes legales.

Hablar de sujeto pasivo, es hablar de la víctima: la persona sobre quien recae


la acción dañosa y a quien se le ha afectado el bien jurídico protegido.

Y finalmente, el nexo causal, que es la relación que existe entre la acción y el


resultado. Esto quiere decir que entre la conducta y el resultado que resulte de
esta, debe existir una relación de causalidad.

Si la acción fue realizada con voluntad y conciencia de aquello que se quiso


lograr, estamos frente a los elementos del dolo, que son el elemento intelectual
y el elemento volitivo. El dolo es la conciencia y decisión del hecho.

Dolo. Conciencia y Voluntad en el hecho punible

El dolo incluye el conocimiento de las circunstancias de hecho, la previsión


del resultado, y la previsión del curso causal de la acción[5].
Existen tres clases principales de dolo: a) dolo directo; b) dolo de segundo
grado; y c) dolo eventual. El dolo directo concurre cuando el autor quiere la
realización del delito, es decir, existe intención. En el dolo de segundo grado, por
el contrario, el autor no busca la realización de un delito, pero está consciente de
que su actuar puede desencadenar en la comisión de un delito como
consecuencia. Por último, en el dolo eventual, la consecuencia (que es el delito),
se presenta como un resultado eventual o posible, el cual es aceptado.

A la culpa debe entendérsela como componente de los delitos imprudentes,


cometidos por la inobservancia de la norma de cuidado debido.

Una vez analizada la tipicidad, podemos dar paso al análisis de


la antijuridicidad. Existe antijuridicidad cuando la conducta realizada, es contraria
a la norma penal vigente. La antijuridicidad es analizada desde la óptica
comparativa de acción ? norma, y una vez que esa acción ha sido declarada
antijurídica, surge la figura del injusto penal.

Antijuricidad y causas de su exclusión

La antijuridicidad debe ser analizada como parte del injusto penal, que no es
sino la conducta típica y antijurídica.

Además, la antijuridicidad debe ser comprendida en un sentido dual; por un


lado, la antijuridicidad formal, en la que la conducta es contraria a la norma penal,
y la antijuridicidad material, que equivale a la lesión o puesta en peligro del bien
jurídico.

Para que exista la antijuridicidad, previamente debe constatarse la existencia


de la tipicidad, no debe existir una causal de justificación. En ese sentido, el
artículo 30 del COIP, dice:

Art. 30.- Causas de exclusión de la antijuridicidad.- No existe infracción penal cuando


la conducta típica se encuentra justificada por estado de necesidad o legítima defensa.
Tampoco existe infracción penal cuando se actúa en cumplimiento de una orden
legítima y expresa de autoridad competente o de un deber legal (el subrayado y cursiva
me pertenecen).

En ese sentido, además, se establece en los artículos 32 y 33:

Art. 32.- Estado de necesidad.- Existe estado de necesidad cuando la persona, al


proteger un derecho propio o ajeno, cause lesión o daño a otra, siempre y cuando se
reúnan todos los siguientes requisitos:
1. Que el derecho protegido esté en real y actual peligro.
2. Que el resultado del acto de protección no sea mayor que la lesión o daño que se quiso
evitar.
3. Que no haya otro medio practicable y menos perjudicial para defender el derecho.
Art. 33.- Legítima defensa.- Existe legítima defensa cuando la persona actúa en defensa
de cualquier derecho, propio o ajeno, siempre y cuando concurran los siguientes
requisitos:
1. Agresión actual e ilegítima.
2. Necesidad racional de la defensa.
3. Falta de provocación suficiente por parte de quien actúa en defensa del derecho.

Pero para estar frente a una causa de justificación, es necesario que


concurran elementos de carácter subjetivo, que comprende la capacidad de
reflexión del sujeto activo frente a su comportamiento ?que estará dirigido a
lesionar un bien jurídico-, para determinar si es o no justificable conforme a
derecho. Sin embargo, y puede darse el caso, de que se haga un uso exagerado
de las causas de justificación, lo cual no elimina la antijuridicidad.

Culpabilidad. Condiciones para su existencia

Finalmente, debemos analizar a la culpabilidad, como última categoría


dogmática necesaria para la existencia de un delito. Se puede decir que la
culpabilidad es la consecuencia final de la conducta típica y antijurídica, y solo
una vez que se haya constatado la concurrencia de las dos categorías anteriores,
sin ningún error que pudiera excluir la culpabilidad, esta puede ser imputada a
una persona.

La culpabilidad presupone la libertad del hombre para actuar, esto en virtud


de la responsabilidad que puede atribuírsele por las consecuencias de sus actos
libres y voluntarios. Esto se resume en un principio indispensable al momento de
reprochar un acto, y es el principio de culpabilidad, de acuerdo con el cual, la pena
encuentra su fundamento en la culpabilidad que además es la medida de la pena
(principio de proporcionalidad). Sin culpabilidad no puede imponerse una pena.

El Art. 34 del COIP, establece que ?para que una persona sea considerada
responsable penalmente deberá ser imputable y actuar con conocimiento de la
antijuridicidad de su conducta?.

La culpabilidad es un juicio de reproche, de reprobación, dirigido a la persona


individual que ha cometido un hecho penal típico y antijurídico. Pero, ¿por qué se
le puede reprochar a una persona la culpabilidad? La respuesta debe referirse al
poder que tiene una persona de obrar de otro modo, es decir, realizar una
conducta justa -conforme a derecho-, en lugar de realizar una conducta
antijurídica; la capacidad de obrar de otro modo es el fundamento de la
culpabilidad, y a su vez presupone dos elementos o condiciones: la primera, es
el conocimiento del ordenamiento jurídico, de lo lícito e ilícito, de lo prohibido y
permitido, porque solo aquel que conoce puede decidir entre respetarlo o
infligirlo. En segundo lugar, es el elemento volitivo, o capacidad que tiene el
sujeto conocedor del ordenamiento jurídico, para obrar conforme a su
conocimiento.

Las condiciones para la existencia de la culpabilidad son tres:


la imputabilidad del sujeto, es decir, debe ser capaz de comprender el carácter
injusto de su actuar realizado con conocimiento y voluntad. La imputabilidad
hace referencia a un estado genético (paranoicos, dementes seniles, psicóticos),
que impide atribuirle responsabilidad por falta de culpabilidad. La segunda
condición, es el conocimiento de la antijuridicidad de personas imputables, que
tienen capacidad mental de comprender la ilicitud de sus hechos, son
mentalmente imputables, pero desconocen que su acto constituye un ilícito. Por
último, el tercer requisito, es la exigibilidad de obrar diferente, conforme a
Derecho.

En esta categoría dogmática, debe además considerarse las causas de


inculpabilidad, que principalmente son el error de prohibición, en el que el sujeto
activo ignora la existencia de la normativa, y en tal virtud, desaparece el dolo; la
no exigibilidad de otra conducta; esta ?no exigibilidad? no quiere decir que no
exista prohibición: inexigibilidad es un tema planteado en el ámbito de la
culpabilidad, y solo una vez que se haya constatado la existencia de la
antijuridicidad. Finalmente, tenemos el error sobre las causas de culpabilidad,
que es cuando el sujeto cree que actúa justificadamente e ignora que su actuar
es prohibido.

Es importante hacer un estudio individualizado de cada elemento que integra


el tipo penal, porque ?como ya se dijo-, si bien cada delito responde a una
descripción específica de la conducta que lo diferencia de otro, todos deben
cumplir con los requisitos de ?forma? que la doctrina demanda para que pueda
hablarse de la existencia del delito.

En conclusión, la valoración de la conducta debe incluir la constatación de la


concurrencia de las tres categorías dogmáticas que conforman el delito, si una
de éstas llegare a faltar o tuviera alguna causa que justifique su inexistencia no
podríamos hablar de la existencia de un hecho delictuoso.

Para concluir, sabemos que la consecuencia jurídica del delito es la pena,


misma que se impone a una persona; pero la pena necesariamente debe tener
fundamento en la existencia de la tipicidad, de la antijuridicidad y de la
culpabilidad, porque no debemos olvidar, que ante todo, el sistema penal es vigila
de la aplicación de los diferentes principios que lo rigen, por ejemplo el principio
de legalidad y proporcionalidad, que de una u otra manera se ven garantizados
cuando se han valorado los elementos constitutivos de tipo.

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