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La parte general del Derecho Penal, tiene a su vez dos sub ramas de estudio
?por así decirlo-: la teoría del delito y la teoría de la pena. La teoría del delito es
la encargada de estudiar la concepción del delito, sus categorías fundamentales
o elementos que lo componen, así como la estructuración de cada una de esas
categorías.
Si bien los tipos penales son diferentes unos de otros, todos responden a una
misma estructura a la cual debe adecuarse el hecho dañoso, para que pueda ser
considerado como delito. Esta estructura queda recogida en el concepto que la
doctrina a lo largo del tiempo, le ha dado al delito.
La concepción final del delito, surge gracias a los postulados del penalista
alemán Hans Welzel[1], quien con su teoría de la acción final, estableció el
presupuesto de que la <<acción>> es el ejercicio final de la actividad humana.
Esto niega la concepción de que una acción puede ser guiada por motivos
?ciegos? y ajenos a una finalidad determinada dentro de un actuar consciente.
Esto significa que para que una persona ejecute una conducta, la dirección
final de su acción se realizará en dos momentos o fases: la una ocurre en la
esfera del pensamiento (fase interna), acompañada de la selección de los
medios y la consideración de los efectos concomitantes; y la segunda, es cuando
el autor lleva a cabo su acción en la esfera del mundo real (fase externa).
En ese sentido, la acción sólo tendrá carácter final en virtud de los resultados
que la persona haya querido voluntariamente. Si por el contrario, el resultado es
un hecho no deseado, nos encontramos ante un resultado causal ciego y no final.
Quienes son partidarios de la teoría social de la acción, como Juan del Rosal,
la acción es ?la realización de un resultado relevante socialmente; el cual desde
el punto de vista jurídico penal, es la producción de un resultado típico?. De esto,
podemos rescatar, que la acción, excluye aquellos comportamientos que no
tienen relevancia jurídico-penal, porque no debemos olvidar, que al Derecho
Penal, le interesan únicamente aquellas conductas que lesionan gravemente los
bienes jurídicos protegidos.
Para poder analizar las demás categorías del delito, es necesario que se
constate la existencia de una conducta que se encuentre recogida en el
ordenamiento jurídico. Es decir, si se quiere sancionar a una persona por la
comisión de una conducta dañosa, es necesaria la existencia de un precepto
legal, y esto es precisamente la Tipicidad.
La antijuridicidad debe ser analizada como parte del injusto penal, que no es
sino la conducta típica y antijurídica.
El Art. 34 del COIP, establece que ?para que una persona sea considerada
responsable penalmente deberá ser imputable y actuar con conocimiento de la
antijuridicidad de su conducta?.