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1) Confianza:
Se refiere a la calidad de las relaciones que se establecen en el interior de una
empresa. Si las dinámicas son fluidas y eficaces, el nivel de confianza entre los
trabajadores será alto y las relaciones muy productivas. Esa misma confianza se
transmitirá en el momento de tratar con los clientes.
2) Transparencia y cultura abierta:
Aunque por supuesto no toda la información corporativa puede ser pública, sí que
es necesario que los miembros de una compañía puedan acceder a los datos o
estados de cuentas de interés colectivo. Los negocios deben ser abiertos para
promover la participación de sus miembros en la toma de decisiones.
3) Responsabilidad:
Ser responsable es adquirir conciencia de las decisiones que se toman durante la
gestión empresarial. Esta responsabilidad es tanto interna como externa: hacia los
propios trabajadores y hacia los clientes y el entorno en general. Además, supone el
respeto de ciertas normas y leyes.
4) Integridad:
Una empresa es íntegra cuando se presenta ante sí misma y ante los demás tal
como es. No es más ni menos de lo que ya es. Y, encima, tiene claro que cada una
de sus actuaciones debe estar regulada por la moral.
5) Disponibilidad al cambio:
Las empresas deben estar dispuestas a adoptar cambios cuando sea necesario. Si
son demasiado estáticas, generalmente dejan de ser productivas a medio o largo
plazo. La disponibilidad al cambio se define como innovación, apertura, búsqueda
de nuevos mercados y proyección.
6) Pasión:
No hay nada más contraproducente en términos empresariales que un negocio que
no inspire pasión por su actividad. Pasión es querer lo que hacemos y luchar día a
día por mejorar lo que ofrecemos.
7) Transformación:
Un último valor corporativo que no debemos olvidar es el de la capacidad de las
empresas por generar cambios en el entorno en el que operan. Esto tiene que ver
con la Responsabilidad Social Corporativa y con extender los beneficios de la
actividad comercial a otros ámbitos.
Transparencia. En un entorno social donde cada vez es menos frecuente, dentro de
nuestros valores empresariales podemos integrar la transparencia hacia nuestro
equipo y hacia nuestros clientes. Transparencia implica confianza y las relaciones
humanas, incluidas las comerciales, se forjan con confianza.
Puntualidad. El tiempo es dinero, y la gente cada vez valora más el suyo. No solo es
importante tenerlo en cuenta para nuestro equipo y su hora de llegada a su trabajo,
sino también en otras situaciones que afectan directamente al cliente potencial, como
las reuniones de venta; al cliente actual, como los envíos y plazos de entrega; e incluso
a nuestro equipo, como el pago de facturas y nóminas.
Libertad. Sobre todo hacia nuestro equipo. Las personas creativas son cada vez más
valiosas para una empresa, pero exigen libertad de pensamiento y de creación de
ideas. Si no se la ofrecemos, nos abandonarán.
Pasión. Este valor está directamente ligado al anterior, pero implica una mayor fuerza.
Cuando alguien se muestra apasionado con su trabajo y con lo que hace, contagia esa
pasión y esa energía a los demás. Si nuestra empresa les transmite a su equipo y sus
clientes dicha pasión, ellos también se sentirán así.
Lealtad. Si nos mostramos leales y fieles con nuestro equipo y nuestros clientes, ellos
nos devolverán esa fidelidad. El impulso de reciprocidad está insertado en la
naturaleza humana desde sus orígenes.