Está en la página 1de 4

Pensamiento lógico infantil como egocentrismo intelectual

El egocentrismo, concepto utilizado en el ámbito de las teorías del desarrollo, fue muy
utilizado por Jean Piaget (1923) para referirse a la dificultad que tienen los niños para
situarse en una perspectiva distinta a la suya.
Se trata de una etapa natural y propia del niño en sus primeros meses de vida, cuando
pasa del mundo de las sensaciones puras –en las cuales sólo existe para sí mismo- y
empieza a descubrir al “otro” en la figura de la madre, y de ahí a interesarse cada vez más
por el mundo exterior. Pero estar en contacto con los otros y ser parte de la vida familiar y
social, tiene un precio y es el descentrarse cada vez más de sí mismo, de lo que se desea
para combinarlo con las expectativas de los otros.
Desde el punto de vista cognoscitivo Jean Piaget dice que los niños hasta los 3 ó 4 años
tienen dificultades para retomar la perspectiva de los otros cuando no coincide con la
propia. Ellos fácilmente tienden a ver las cosas desde su propio interés y no se percatan de
que pueden existir otros.
Así en la teoría piagetiana la dificultad que el niño tiene para descentrarse de su propio
punto de vista y considerar el de los otros o de los objetos que construye, es conocido
como egocentrismo.
Piaget aplica el carácter egocéntrico al pensamiento pre – operatorio y lo distingue tanto
de la inteligencia práctica del senso – motor como del pensamiento conceptual propio de
las operaciones concretas. En esta etapa el niño tiene tendencia a sentir y comprender
todo a través de él mismo, le es difícil distinguir lo que pertenece al mundo exterior y a las
otras personas y lo que pertenece a su visión subjetiva, por lo mismo, tiene dificultad para
ser consciente de su propio pensamiento.
Piaget dejó en claro, a través de experiencias sencillas, la dificultad que tienen los mismos
de diferenciar el propio yo del mundo exterior.
MANIFESTACIONES DEL EGOCENTRISMO
El pensamiento infantil en esta etapa puede manifestarse bajo diferentes formas:
Fenomenismo: Es la tendencia a establecer un lazo causal entre fenómenos que son visto
como próximo por los niños.
Finalismo: Cada cosa tiene una función y una finalidad que justifican su existencia y sus
características.
Artificialismo: Las cosas se consideran como producto de fabricación y voluntad humana.
Animismo: Tendencia a percibir como vivientes y conscientes cosas y fenómenos inertes.
Primeramente observamos un egocentrismo que se manifiesta en el habla de los
pequeños y que consiste en hablar tan sólo de sí mismo, en no interesarse por el punto de
vista del otro, ni situarse en relación con él. Son los frecuentes monólogos (solitarios o
colectivos) de los niños, que muestran, según Piaget, la existencia de este habla
egocéntrica.
Pero el autor también señala otras situaciones sociales en las cuales los niños de cuatro y
cinco años demuestran esa dificultad para descentrarse; por ejemplo en los juegos que se
rigen por reglas, donde el niño juega para sí, sin confrontar o discutir las reglas.
La incapacidad para considerar el punto de vista del otro y la tendencia a tomar el suyo
como el único posible, está íntimamente ligada a la tendencia que los mismos niños tienen
a centrarse en un sólo aspecto de la realidad, el que están percibiendo, y a su dificultad
para considerar las transformaciones que permiten pasar de su punto de vista de los
otros.
LENGUAJE EGOCÉNTRICO DE LOS NIÑOS
Se caracteriza porque el niño no se ocupa de saber a quién habla ni si es escuchado. Es
egocéntrico, porque el niño habla más que de sí mismo, pero sobre todo porque no trata
de ponerse en el punto de vista de su interlocutor. El niño sólo le pide un interés
aparente, aunque se haga evidente la ilusión de que es oído y comprendido.
1. Repetición o Ecolalia: el niño repite sílabas o palabras que ha escuchado aunque no
tengan gran sentido para él, las repite por el placer de hablar, sin preocuparse por
dirigirlas a alguien. Desde el punto de vista social, la imitación parece ser una confusión
entre el yo y el no-yo, de tal manera que el niño se identifica con el objeto imitado, sin
saber que está imitando; se repite creyendo que se expresa una idea propia.
2. El monólogo: el niño habla para sí, como si pensase en voz alta. No se dirige a nadie,
por lo que estas palabras carecen de función social y sólo sirven para acompañar o
reemplazar la acción. La palabra para el niño está mucho más ligada a la acción que en el
adulto. De aquí se desprenden dos consecuencias importantes: primero, el niño está
obligado a hablar mientras actúa, incluso cuando está sólo, para acompañar su acción;
segundo, el niño puede utilizar la palabra para producir lo que la acción no puede realizar
por sí misma, creando una realidad con la palabra (fabulación) o actuando por la palabra,
sin contacto con las personas ni con las cosas (lenguaje mágico).
3. Monólogo en pareja o colectivo: cada niño asocia al otro su acción o a su pensamiento
momentáneo, pero sin preocuparse por ser oído o comprendido realmente. El punto de
vista del interlocutor es irrelevante; el interlocutor sólo funciona como incitante, ya que se
suma al placer de hablar por hablar el de monologar ante otros. Se supone que en el
monólogo colectivo todo el mundo escucha, pero las frases dichas son sólo expresiones en
voz alta del pensamiento de los integrantes del grupo, sin ambiciones de intentar
comunicar nada a nadie.
De 3 a 4 años " Agrupa objetos como alimentos, ropas, etc.
* Identifica colores.
* Utiliza la mayoría de los sonidos del habla pero puede distorsionar algunos de los
sonidos más difíciles, como l, r, s, ch, y, v, z; estos sonidos puede que no se controlen
completamente hasta la edad de 7 u 8 años.
* Utiliza consonantes al principio, en el medio y al final de las palabras; puede distorsionar
algunas de las consonantes más difíciles, pero intenta decirlas.
* Los desconocidos entienden mucho de lo que el niño dice.
* Puede describir el uso de objetos como "cuchara", "pelota", etc.
* Se divierte con el lenguaje: disfruta los poemas y reconoce los absurdos del lenguaje.
* Expresa ideas y sentimientos más que simplemente hablar sobre el mundo que le rodea.
* Utiliza verbos que terminan en "ando" y "iendo", como "caminando" y "corriendo".
* Responde a preguntas simples, como "¿Qué haces cuando tienes hambre?"
* Repite frases.
ORIENTACIONES PARA SUPERAR EL EGOCENTRISMO INFANTIL
Como docentes que somos, tenemos el compromiso de dar respuesta ante lo que los
psicólogos denominan “deseo de omnipotencia”, es decir al egocentrismo de los alumnos
de Educación Infantil.
Es consustancial a la infancia esa necesidad de reafirmar su ego, exigiendo todo lo que
pueden para ellos, exigiendo ser mimados. Sin embargo, en prácticamente todos los
grupos de Infantil, encontramos algún alumno que lo vive con desmesura.
En un principio parece un problema exclusivamente de los padres. Pero no es así. En
primer lugar porque, como educadores, el ámbito humano también nos compete. En
segundo lugar porque afecta, en muchas ocasiones, a la dinámica de la clase, incluso
puede llegar a perjudicar a los compañeros. En tercer lugar porque, con nuestra
perspectiva y consejo, podemos ayudar a los padres a que el niño deje de tener esta
excesiva necesidad de atención.
La verdad es, que tanto profesores como padres ven a ese tipo de niños como pequeños,
débiles o indefensos. Y el niño sabe cómo llorar de una manera capaz de enternecer a
cualquiera.
Sin embargo, no podemos transigir. Ni por el bien del niño, ni por el bien del resto de la
clase. Además, corremos el peligro de acostumbrarle mal, es decir, de protegerle 6
demasiado, y fomentarle malos hábitos que, con el tiempo, le convertirán en un alumno
díscolo y caprichoso.
Algunos maestros son demasiado permisivos en el aula, pensando que estos alumnos son
todavía muy pequeños, y permitiéndoles comportamientos indeseables, como arrojar
objetos al suelo o dar patadas a sus compañeros.
Pero nosotros, los maestros, somos educadores. Y quien educa a un niño tiene el deber de
ponerle límites, conteniendo su índole egocéntrica, con el fin de ayudarle a crecer y a
formarse un sentido propio de la realidad.
Para educar bien y ayudar a limitar los caprichos del niño, se han de tener las ideas
claras. He aquí algunas actuaciones docentes que pueden servir de ayuda:
1.- Las reglas dentro del aula han de ser muy precisas, con pocas excepciones claramente
motivadas. Éstas son mucho más aceptables que las reglas confusas y contradictorias.
2.- Es indispensable pensar de una forma positiva. Por lo tanto, luz verde a las frases de
apreciación y de valoración dirigidas al alumno (dichas cuando corresponden), y luz roja a
las críticas continuadas.
3.- No, a los escarmientos y chantajes emocionales, porque son la mejor manera de
conseguir que el niño sea desobediente y caprichoso.
4.- Es mejor explicar y convencer, que imponer nuestras razones. Sin embargo, cuando
esto no funciona, debe mantenerse con firmeza la posición tomada, sin perder la calma y
dejando para más tarde las explicaciones.
Como siempre, los cuentos son un aliado eficaz para nuestra labor docente. Algunos de
ellos, después de ser contados por la maestra, dan pie para una reflexión en voz alta. Así
se facilita que los alumnos se acerquen al problema desde fuer a.

También podría gustarte