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Semiología de Adolescencia:

Desarrollo psicosexual - Pere Font


Desarrollo pscico social del adolescente -Verónica Gaete

PUBERTAD y ADOLESCENCIA

La palabra pubertad deriva del latin “Pubes” que significa “pelo”, según otros
proviene de la voz “Pubertas” que significa “Edad de la virilidad”.
Se utilizará en mayor medida el término "Adolescencia”, que significa “Crecer hasta
ser adulto”, debido a que diversos autores opinan que la pubertad es la primera fase
de la adolescencia.
La OMS define adolescencia como "el período comprendido entre los 10 y 19 años
de edad”.
La pubertad y adolescencia son el paso entre la infancia y la madurez y los
problemas que enfrentará son el resultado de un proceso transicional dónde
intervendrán factores biológicos y psicosociales.
Según Coleman este proceso se explicará por la concepción del psicoanálisis y la
sociológica.

Concepción del psicoanálisis: Centrada en el desarrollo psicosexual del individuo


partiendo del brote de las pulsiones que produce la pubertad. Este aumento
pulsional altera el equilibrio psíquico del final de la infancia, ocasiona una conmoción
interna y da lugar a una vulnerabilidad de la personalidad debido a una
inadecuación de las defensas para enfrentarse a los conflictos. El despertar de la
sexualidad obligará al adolescente a desvincularse del núcleo familiar y tener
relaciones sexuales y emocionales fuera del mismo.

Concepción sociológica: Las causas de la transición se dan en el entorno social del


individuo, atendiendo a los papeles que desempeña, a los conflictos entre los
mismos, en la presión social y en la influencia de los agentes de socialización.
Según psicólogos sociales y sociólogos coinciden que en esta fase de transición
generan gran tensión especialmente en lo referido a la sexualidad.
Para Freud a partir de la pubertad se inicia la Fase Genital que durará el resto de la
vida.
Esta etapa incluye la práctica de masturbación, las primeras relaciones sexuales, en
algunos casos homosexuales en un primer momento, la tentativa de alcanzar roles
adultos; en resumen la madurez. La zona erógena predominante serán los genitales
en esta etapa.

ASPECTOS BIOLÓGICOS

A partir de la pubertad chicas y chicos estarán en un período de rápido crecimiento


que comienza a los 10 años y dura aproximadamente 5 años.
En esta etapa hay cambios corporales y una ruptura brusca caracterizada por la
estabilidad y el equilibrio.
El desarrollo físico una vez que comienza suele ser rápido e inarmónico,
produciendo desequilibrio a nivel corporal. Esto puede ser motivo de bromas y
burlas en una etapa sensible y puede acarrear comentarios que los adolescentes
responderán de forma airada o violenta. Las chicas inician antes el proceso de
crecimiento por lo cual alcanzan una mayor madurez.
Se manifiestan mayor interés por el cuerpo y la imagen, cuidando más la postura,
los gestos, etc. Los medios de comunicación influyen en el consumo de productos
de marca, moda u objetos que definirán “su estilo de vida”. Para lograrlo el
adolescente deberá separarse progresivamente de su familia de origen lo que
acarreará conflictos y rebeldía con sus padres; establecerá lazos emocionales
profundos de amistad, de pareja, con personas de su misma edad; su centro de
gravedad emocional pasará de la familia al grupo de pares.

ASPECTOS PSICO- SOCIALES

Esta etapa es un puente entre la edad infantil y la edad adulta.


Stanley Hall define esta etapa con el término “Sturm und Drang”, traducida cómo
“Tempestad y Tensión”para referirse a una época marcada por la explosión de las
emociones. La pubertad ha sido reconocida en todos los tiempos y culturas cómo
una etapa de transformaciones corporales y el “despertar” a la sexualidad. Todo este
proceso ligado a los cambios corporales repercutirá en la elaboración del concepto
de sí mismo; lo que más le preocupa al adolescente es su propia imagen. Todos
estos factores influyen en su autoestima provocando grandes altibajos en este
período.
Para Erikson (1968) la adolescencia es el momento en que el individuo integra en
una identidad propia experiencias pasadas de identificación ,implica creencias,
valores y compromisos prácticos. Alteraciones de este proceso pueden producir dos
tipos de consecuencias:
1. La confusión de identidad, donde hay paralización y regresión del adolescente
incapaz de atender a nuevas demandas (elección profesional, intimidad sexual,
responsabilidad)
2. Difusión de la identidad que se manifiesta en apatía, falta de concentración o
concentración absorbente en una única actividad.
La habilidad para relacionarse con otros, contribuyen al bienestar y desarrollo
psicosocial de los jóvenes. La amistad sirve para protegerlos de desarrollar
problemas psicológicos ante experiencias vitales estresantes.
El final de la adolescencia se produce aproximadamente hacia los 19 años.
Teniendo en cuenta las limitaciones previas, el desarrollo psicosocial en la
adolescencia presenta en general características comunes y un patrón progresivo
de 3 fases. (Extraído: Artículo de revisión,Verónica Gaete)
1. Adolescencia temprana: desde los 10 a los 13-14 años
2. Adolescencia media: desde los 14-15 a los 16-17 años
3. Adolescencia tardía: desde los 17-18 años en adelante

Adolescencia temprana: Los procesos psíquicos de la adolescencia comienzan


con la pubertad y los cambios corporales que trae consigo. El desarrollo psicológico
se caracteriza por el egocentrismo fenómeno que Elkind llama “audiencia
imaginaria” y la “fábula personal”. Tendrá conductas específicas para ser admirado
por esta audiencia, se sentirá sobre un escenario como actor principal. La “fábula
personal” se refiere a la creencia del adolescente de que es un ser único, y que los
demás son incapaces de llegar a entenderlos (Nadie se ha sentido nunca como me
siento yo).

Adolescencia media: Este período está marcado por el distanciamiento afectivo de


la familia y el acercamiento al grupo de pares. El joven continúa siendo
individualista, su autoimagen depende de la opinión de terceros, tiende al
aislamiento, continúa la impulsividad. Los jóvenes tienen conciencia sobre los
riesgos que corren (nunca me voy a quedar embarazada) pero no los inhibe de
tener estas conductas. La presión de los pares puede influir en forma positiva
(motivando en lo académico, deportivo) o de forma negativa haciendo que se
involucre en conductas de riesgo. Los jóvenes luchan para emanciparse de la
familia, desafía la autoridad de los padres (Es mi vida puedo ir donde quiera) busca
su autonomía sin las directrices de sus padres, magnifica los errores de estos para
facilitar su proceso de desapego. Es una etapa donde los conflictos padres-hijos
alcanzan su máximo.

Adolescencia tardía: Es la última etapa del joven hacia el logro de su identidad y


autonomía. Es un período de mayor tranquilidad y aumento en la integración de la
personalidad. La autoimagen ya no se define por los pares sino que depende del
propio adolescente. Se hacen planes para el futuro, avanza hacia la independencia
financiera, controla impulsos y aparece la capacidad de comprometerse. Acepta su
identidad sexual, inicia relaciones sexuales con frecuencia, tiene relaciones de
pareja más estable.
El desarrollo es un proceso que no termina con la adolescencia sino que continúa a
lo largo de la vida.

ASPECTOS COGNITIVOS

Piaget dice que el adolescente ha alcanzado el estadío de las operaciones formales


que le permite manejar problemas lógicos qué contengan abstracciones formales.
Estamos frente a las primeras manifestaciones del pensamiento hipotético-deductivo
entendido cómo la capacidad para razonar a partir de una hipótesis sin preocuparse
de su conexión con la realidad. Los adolescentes buscan de forma continua
mantener discusiones intelectuales para ejercitar su capacidad de razonar, tienen un
tipo idealista de pensamiento respecto al mundo y al comportamiento humano. Los
adultos no comprenden la necesidad continua de discutir de los adolescentes por
eso manifiestan serias dificultades en el trato con ellos. Las posturas reflexivas e
introspectivas y la confrontación con los adultos sirven al adolescente en su proceso
de autoafirmación que se produce en plena crisis emocional, provocando cambios
en los estados de ánimo y en las relaciones con sus pares y con adultos.

SEXUALIDAD

No puede hablarse de adolescentes como conjunto porque existen gran cantidad de


subgrupos con diferentes características: transición, inestabilidad emocional
experimentación, búsqueda de independencia se considera a los adolescentes en
general como grupo de riesgo, respecto a la salud y comportamientos sexuales.El
desarrollo sexual se desplaza del interés de la sexualidad de los adultos a la propia.
Es necesario en esta etapa proporcionarle a los adolescentes información y
elementos sobre la sexualidad.

Grupo de riesgo: Grupo de personas que en virtud de su condición biológica, social


o económica, de su conducta o ambiente, son más susceptibles a determinados
problemas de salud que el resto de la población.

Otros autores diferencian entre grupo de riesgo y comportamiento de riesgo,


haciendo salvedad que en cualquier grupo de individuos un porcentaje determinado
en función de su comportamiento son susceptibles de experimentar problemas de
salud.

Conducta de riesgo: Forma específica de comportamiento de la cuál se conoce su


relación con un problema de salud determinado.

Esta consideración de riesgo relacionada con la sexualidad se dará por 4


aspectos:

a) Necesidad de experimentación
Los adolescentes en su proceso de convertirse en adultos van a ser muy receptivos
a los modelos propuestos por los medios de comunicación y la publicidad. Será fácil
que los adolescentes adopten conductas de hábitos nocivos como: consumo de
tabaco, de alcohol, etc, en especial si esas conductas se consideran “signos de
madurez”. Lo importante no es que experimente sino que estos hábitos nocivos se
vuelvan permanentes. El adolescente buscará límites intentando verificar qué ocurre
cuándo estos son rebasados.

b) Apetencia por el riesgo


El riesgo es un aliciente especial para el adolescente, tiene un especial sentimiento
de invulnerabilidad. Aunque los adolescentes saben que existe la posibilidad de un
embarazo en las relaciones sexuales sin protección igual las mantienen en la
creencia de que es muy difícil que les pase a ellos. Los autores definen a esta
conducta como “pensamiento mágico”.

c) Ausencia de formación adecuada


Es importante considerar la falta de información mínima o deformada que puede
llevar a tomar decisiones erróneas. Por ejemplo ,un adolescente utiliza el coito
interrumpido cómo método contraceptivo en la creencia de que es un método
efectivo o no utilice método contraceptivo en sus primeras relaciones sexuales
confiando que no se producirá embarazo por ser demasiado jóven.

d) Actitud de los adultos


Los adultos tienen falta de reconocimiento o se oponen a que los jóvenes
mantengan relaciones sexuales lo que provoca la clandestinidad.
El adolescente al prever la actitud del adulto no establece un diálogo con él y si con
su grupo de iguales. Ante dificultades buscará ayuda en quien tiene menos
capacidad de prestar.

RIESGOS

Cómo consecuencia de esto los adolescentes experimentan un nivel de riesgo


importante en relación a tres aspectos:

1) Insatisfacción sexual
Ya sea por falta de información, por mantener relaciones sexuales a escondidas de
los adultos, por los lugares en dónde se producen o el hecho de no disponer de
tiempo, por la tendencia a confundir relación sexual y penetración, existe un
importante número de adolescentes para quienes la práctica sexual no es
satisfactoria sino que le genera angustia.
Estos factores modifican la actitud de los adolescentes hacia la sexualidad
convirtiendo la ilusión en sentimiento de fracaso que tiene cómo consecuencia a
mediano y largo plazo: disfunciones sexuales, falta de deseo, sentimientos
negativos hacia la sexualidad.

2) Posibilidad de un embarazo no deseado


La posibilidad de un embarazo no deseado es un problema médico en cuanto a
posibles complicaciones y también en aspectos de tipo psico-social por las
repercusiones personales en la adolescente y en su entorno inmediato. Para los
padres es un gran temor, es una situación en la que no saben qué hacer y se
reprime la sexualidad adolescente en lugar de prepararlos para eso.
3) Posibilidad de contagio de enfermedades de transmisión sexual
En los últimos años aumentó el número de contagios de enfermedades de
transmisión sexual, los grupos afectados son de 15 a 20 años. La prevención del
contagio de estas enfermedades es relativamente desconocida por los jóvenes, es
un tema que no se trata en la escuela o la familia.

TEMAS DE INTERÉS A TRATAR

En la pubertad es importante abordar los cambios corporales, psicológicos sociales


y de relación,el cuidado y mantenimiento del cuerpo y la correcta higiene.
La identidad sexual y la orientación sexual.
Trata aspectos relativos a las relaciones personales, con los iguales, la familia; el
deseo, la atracción, el enamoramiento, los celos, etc.
Promover el diálogo entre padres e hijos y el papel que juega la familia en la vida de
los individuos.
En esta etapa el tema se centrará en la práctica sexual referida a la masturbación,
cómo a las primeras experiencias de caricias, abrazos, besos, el “petting” y las
relaciones coitales.
Medidas contraceptivas, planificación, maternidad y paternidad responsable. Dar a
conocer los centros de planificación familiar y los servicios que allí se prestan.
Abordar la cuestión del aborto en sus aspectos éticos, legales y sociales.
Es necesario hablar sobre prevención de enfermedades de transmisión sexual, de
que se tratan, cómo se contagian y cómo prevenirlas.
Como tema de debate la prostitución y la pornografía, la violencia y las agresiones,
abusos sexuales, violación y acoso sexual.

APEGO Y ADOLESCENCIA:

Apego y adolescencia:

La experiencia y, dentro de ésta, la interconexión con otras personas, condiciona, modula y


promueve el desarrollo pleno de la persona. Los diferentes aspectos del desarrollo se
construyen desde los cimientos de estimulación que brindan en gran medida nuestras
relaciones afectivas. La adolescencia es un periodo clave en este proceso ya que supone
una individuación de la persona en todos los sentidos: desde su separación de sus figuras
parentales, hasta una criba en todas las conexiones neuronales activadas en la infancia
para quedarse y desarrollar en plenitud aquellas que son útiles y funcionales.

Del mismo modo que sucedió en los primeros años de vida, este proceso se asienta y se
desarrolla a través de un fortalecimiento de las redes relacionales, esta vez ya elegidas por
el o la adolescente: la red de iguales, las primeras parejas, y otras figuras vinculares.
Al final de este proceso quedarán asentados en la persona, entre otros:

· unas habilidades y destrezas básicas en las que destacará y desde las que
probablemente enfocará en gran medida su desarrollo académico y laboral,

· un criterio moral autónomo, no ya heterónomo,

· una forma de pensar y procesar individual asentada sobre su experiencia y su intuición

· la capacidad de modular cognitivamente las emociones y la impulsividad

· una red afectiva elegida con consciencia en la que la persona ya no es sólo un bebé
necesitado sino una persona capaz de ser autónomo, estar solo y entregarse a los
demás por igual.

Una de las transformaciones más evidentes en la adolescencia va a ser la de los modelos


vinculares de la persona. Pasará a ser un adulto que elige, conforma y define los vínculos
afectivos que conserva, rompe o crea en su vida.

El apego es una necesidad de supervivencia del bebé. Una necesidad universal y primaria.
Los vínculos que establecemos más adelante son relaciones más complejas a las que nos
acercamos con una serie de expectativas y de patrones de conducta que tienen que ver con
esas experiencias de apego primarias, pero no se limitan a ellas.

Cuando hablamos de modelos vinculares no hablamos de una relación de apego y


supervivencia, hablamos de una serie de ideas, creencias, expectativas en las que la
persona puede, y de hecho lo hace, integrar elementos de distintas experiencias de apego
primarias. La relación entre las experiencias de apego en la primera infancia y los modelos
vinculares en la adolescencia es fundamental pero no lineal.

Apego=infancia

Modelos vinculares=adolescencia

Es justo la adolescencia cuando asumen un papel protagónico otras experiencias de


vinculación afectiva diferentes de las familias, sobre todo el grupo de iguales y las primeras
relaciones de pareja.

Los modelos vinculares en la adolescencia y adultez se construyen sobre el relato que la


persona se cuenta a sí misma de su propia historia, de sus experiencias de apego y
vínculos posteriores, no sobre los hechos en sí mismos.

Es fundamental comprender que el factor más importante en el desarrollo afectivo no son


las experiencias de apego en la infancia, sino haber sido capaz de construir una narrativa
coherente sobre las mismas, una narración donde se llegue a comprender por qué sucedió
lo que sucedió, las fortalezas y las debilidades de las figuras parentales, el contexto y las
consecuencias que ha tenido todo ello en su propio desarrollo. En la medida que la persona
puede comprender y narrarse a sí misma su propia historia, ésta pasa a tener menos peso
negativo. Muy al contrario, se puede convertir, por muy negativa que sea esta experiencia,
en un motor de transformación y de entrega. Es parte de lo se conoce como resiliencia.

Una narración integrada y coherente es la base afectiva que posibilita:

1. Una autoestima consistente, construida desde una imagen ajustada a la realidad pero
con el enfoque positivo que surge de narrarse a uno mismo como alguien que fue digno de
ser amado.

2. Capacidad para vincularse positivamente, construida desde una narración positiva y


congruente de las experiencias de apego en la primera infancia y la integración de
elementos de las diferentes figuras vinculares.

3. Capacidad para reescribir el pasado positivamente. La construcción de una narración


positiva de las experiencias dolorosas y dañinas en la primera infancia posibilita integrarlas
afectivamente. Esto no significa quitarles peso ni importancia, sino al contrario, construir un
relato donde el dolor tenga el lugar que debe y sea uno de los elementos significativos de la
historia de la persona, pero no la defina. Significa honrar la capacidad de supervivencia de
la persona, reconocerse su valor ante sí mismo y su capacidad para cambiar, separarse si
es necesario y comenzar de nuevo. Construir un relato positivo del dolor no es negarlo, ni
olvidarlo, pero sí es lograr no quedar anclado en él.

4. Sentimiento de pertenencia. Una narrativa integrada posibilita a la persona sentirse


partícipe de una red, sentir que tiene un lugar propio en el mundo. Ésta es una de las claves
emocionales de los vínculos afectivos: que rompen la soledad, que dan un lugar de
pertenencia a las personas. Pero ese lugar de pertenencia tiene que ser narrado y
expresado para ser real. Hay personas que tuvieron un lugar pero nunca se vivieron como
pertenecientes a él por distintas heridas afectivas en su historia.

Al final de la adolescencia, la persona definirá su propia identidad. Pero la identidad no es


sino la “narración que nos hacemos sobre nosotros mismos”. Esta narración que es
compleja (enlaza elementos de diferentes ámbitos de la vida), flexible (es un relato que
varía y se adapta a las diferentes circunstancias vitales), subjetiva (se construye desde la
propia percepción y como tal de partida es subjetiva) y dinámica (se va transformando, no
es estática), conlleva para las y los adolescentes las necesidades de:

· Reflexión: en un momento de la vida muy dado a la actividad y al vivir para afuera, es


necesario promover con las y los adolescentes espacios de quietud y reflexión
individual.

· Coherencia entre el relato y su propia vida.

· Consistencia interna del relato que han construido y a lo largo del tiempo.

· Tener un propósito o meta final para ese relato, para su propia vida.

La definición de la identidad, por tanto, se construye narrativamente y esa narrativa tiene


una base relacional y afectiva. Se construye desde las emociones y con los inputs que se
integran de las figuras vinculares, que en el momento de la adolescencia van más allá de
las familias, dando un especial protagonismo al grupo de iguales. Las y los adolescentes no
serán capaces de integrarse en la sociedad, asumir un rol protagónico y responsable y una
ética de cuidado en sus relaciones si antes no han podido construir una identidad propia
positiva y desde la aceptación de lo que son, sin juicio.

Las figuras vinculares son personas que han constituido relaciones con la persona
en las que han invertido sus propias emociones, que han cultivado durante tiempo y
con la que se han comprometido, generando un proyecto común de relación. Este
proceso los ha convertido en personas únicas e insustituibles, en referentes de
desarrollo para esa persona.

Estos modelos afectivos determinan la forma de estar en el mundo de la persona, su forma


de actuar y sus expectativas.

MODELO VINCULAR SEGURO:

Un modelo vincular seguro es un modelo interno de relación que brinda a la persona una
experiencia de seguridad que le lleva a sentirse valioso, sentir que tiene un lugar propio en
el mundo y anticipar experiencias positivas a la hora de vincularse con otras personas.
Desde ahí les permite ser flexibles, conectar emocionalmente con otras personas y
comprender sus propias vivencias emocionales y desde ellas actuar de forma coherente e
integrada.

Los hace más fuertes afectivamente, se sienten a salvo y desde esa sensación se lanzan al
mundo. Los modelos vinculares seguros permiten a las personas volar, hacerse autónomos.

Cuando se mide el apego en adolescentes o en adultos, los sujetos con un modelo vincular
autónomo suelen manifestar recuerdos coherentes y verosímiles de sus figuras vinculares,
que no tienen por qué ser buenos pero sí tener sentido y consistencia. Son personas que
valoran la importancia de las relaciones con sus padres y tienen cierto grado de conciencia
sobre cómo estas relaciones han podido afectarles.

APEGO INSEGURO AMBIVALENTE:

Se mezclan las conductas de rechazo con las de dependencia. Es un modelo centrado en la


vivencia afectiva. Son personas que vivieron emociones desbordantes de las figuras
parentales que no pudieron comprender ni integrar y que además a menudo eran
ambivalentes.

Las y los adolescentes que presentan un modelo vincular inseguro ambivalente/preocupado


se muestran inseguros y celosos en sus relaciones afectivas, y en su relato tienden a
describir a sus padres o cuidadores con una falta considerable de equilibrio, de forma que
pueden ser muy prolijos y detallados con sucesos pequeños y aparentemente
intrascendentes.

APEGO INSEGURO EVITATIVO:

No ha habido una atención continuada a las necesidades del niño o ésta se ha dado sin
ajuste emocional a sus necesidades, sin conexión emocional. Desde esta vivencia, las
personas aprenden a no expresar emociones, a funcionar lineal y lógicamente y a buscar la
satisfacción de sus necesidades individualmente.

Esta experiencia de apego evitativo será interiorizada en forma de modelo vincular


separado o autosuficiente.

Las y los adolescentes con modelos vinculares inseguros separados o


autosuficientes suelen evitar el compromiso emocional. En su narración, les resulta
muy difícil hablar de estos temas, no dan casi información y restan importancia a las
experiencias difíciles que pudieron haberles marcado de niños.

APEGO INSEGURO DESORGANIZADO:

Es la tipología que más claramente se ha relacionado en los estudios con la patología


psíquica y con el maltrato. Esta experiencia vincular generará un modelo vincular
desorientado o fragmentado con experiencias de disociación, es decir, impedirá la
construcción de un modelo afectivo interiorizado estable, y las personas tendrán dificultades
a la hora de establecer afectividad e intimidad con otras personas.

Algunas claves para los adultos que conviven con adolescentes:

LA PRESENCIA: La primera clave y en ocasiones la más difícil incluso, es permanecer.


Estar ahí. No alejarse, seguir siendo el referente afectivo que se fue hasta entonces,
aunque eso suponga ser cuestionado y esforzarse por mantener espacios de convivencia.

LA PALABRA: En esos espacios de convivencia, la labor clave del adulto ha de ser ayudar
al adolescente a construir su propia narración, a poner palabras a sus vivencias. Pero
cuidado, las palabras deben ser las del propio adolescente, no las del adulto.

LA INTEGRACIÓN: La intuición es una de las claves para que el adolescente rompa su


análisis hiper racionalizador de los acontecimientos. Debe aprender a escucharla, fiarse de
ella y utilizarla como criterio de protección. Es la base de la supervivencia. Además de que
es una de las claves que convierte a cada persona en única.

El adolescente debe lograr integrar los tres niveles de inteligencia, la inteligencia somato
sensorial, la inteligencia emocional y la inteligencia analítico sintética, y el funcionamiento
de los dos hemisferios cerebrales, el izquierdo centrado en la lógica, el lenguaje y el
derecho más centrado en las sensaciones corporales y emocionales.

El adulto que acompaña a un adolescente debe favorecer esa integración e incluir las
actividades corporales y físicas en la relación, fomentando que pueda poner consciencia en
la vivencia, la emoción y el cuerpo y narrarla. Desde ahí surgirá la auto protección y la
auto regulación emocional.

LA TERNURA: El paso de la hetero regulación emocional a la auto regulación emocional se


culmina en la adolescencia. Pero incluso de adultos, en situaciones de crisis y de angustia
sobre todo, necesitaremos cerca figuras vinculares que nos ayuden a heteroregular. Por
tanto, la clave para quienes acompañan a un adolescente debe ser siempre mantener la
expresión de los afectos, el ajuste emocional a las necesidades del chico o la chica, y
fomentar como hasta entonces su capacidad de empatizar con el sufrimiento ajeno, que en
este momento del desarrollo puede ser más alto que nunca.

LA RISA: Los y las adolescentes han de aprender a elegir la alegría como actitud vital, el
optimismo frente a una visión apasionada pero destructiva de la vida, a quedarse con el
vaso medio lleno. En la adolescencia éste es un factor clave.

Conviene recuperar los tres elementos de la vida plena que define Seligman: una vida
placentera donde se cultiven las emociones positivas y el placer, corporal y espiritual, una
vida que fluya donde las cosas se enlacen en un proyecto de vida propio que surja de modo
natural y una vida significativa, con un sentido trascendente.

La capacidad de reconstruirse frente a la adversidad tiene que tener un significado, un


motivo para emprender ese proceso y ha de ser un motivo que tenga sentido, que
trascienda a la persona y su propia supervivencia.

LA NORMA: Los y las adolescentes necesitan preservar su seguridad, su núcleo relacional,


en el que las figuras parentales no abandonen su función normativa, que es parte ineludible
de la educación, por miedo a la ruptura del vínculo. Las normas han de ser el reflejo de la
coherencia y la fiabilidad de los adultos para brindar seguridad al adolescente. En la medida
que sean congruentes, se mantengan en el tiempo, el adolescente siente que los referentes
afectivos, morales y sociales siguen siendo claros. Es necesario que las figuras parentales
sigan siendo un referente de seguridad y de cercanía.

LA INTEMPERIE Y LA RESPONSABILIDAD. Los y las adolescentes en su camino hacia la


adultez van a tener que afrontar los dos elementos básicos de la existencia:

· La intemperie, que tiene que ver con la propia fragilidad. No sólo ante el dolor,
sino también ante el gozo y la dicha. El ser humano es valioso y frágil, y convivir
con esa fragilidad sin negarla ni esconderse ni vivir desde el miedo es una de
las claves de la vida.

· La responsabilidad, tiene que ver con cómo afrontamos aquello que nos llega,
cómo elaboramos las vivencias, cómo nos posicionamos ante ellas. Las y los
adolescentes pasarán a ser personas que han de aprender a hacerse
responsables de sus vidas, sus vínculos y sus decisiones.

Las figuras vinculares deben equilibrar ambos elementos. La sobreprotección daña a las y
los adolescentes porque les impide afrontar la intemperie y desde ahí tener herramientas
para defenderse en ella. Del mismo modo, promover que los y las adolescentes de forma
gradual asuman responsabilidades es un elemento clave del proceso educativo.

Entrevista con el adolescente:

La entrevista con el adolescente es una oportunidad invaluable para conocerlo y acceder a


todos sus contextos. El profesional de la salud requiere compromiso, profesionalismo y
otras aptitudes individuales que le permitan obtener la información suficiente y pertinente,
que represente el mejor recurso de comunicación entre ambas partes. Los principios de
confidencialidad, beneficencia y autonomía, rigen gran parte de la relación con el
adolescente, en el entendimiento de sus alcances y derecho. Una entrevista bien planteada
permitirá elaborar un diagnóstico y plan de tratamiento específico en cada caso, así como
establecer una relación satisfactoria con el paciente, permeando el objetivo principal de
favorecer la adquisición de competencias para la vida, empoderamiento y resiliencia.

La adolescencia es la etapa de transición entre la infancia y la adultez caracterizada por


cambios biológicos (que constituyen la pubertad), psicológicos y sociales evidentes para el
individuo, su familia y para las personas con las que comparte en todos los contextos de
vida en los que se desarrolla.

El pediatra es el profesional de la salud encargado del cuidado de la salud del individuo en


crecimiento y desarrollo, lo que en sí caracteriza directamente al adolescente.

El pediatra que se encargue de atender adolescentes debe tener ciertas cualidades básicas:
motivación, sensibilidad, capacidad de comunicación y conocimientos adecuados de los
aspectos biológicos, psicológicos y sociales que caracterizan esta etapa de la vida; además,
deberá profundizar en los problemas sociales actuales. Además, debe tener una disposición
personal que le facilite la comunicación con los jóvenes para poder obtener información
cierta y amplia, y así alcanzar un diagnóstico y ofrecer una terapia adecuada.

La entrevista constituye la primera y más importante parte de todo acto médico que tiene
como objetivo aproximarse a la salud integral del adolescente. Debido a las características
evolutivas de este grupo de edad muy a menudo este encuentro representa la única y última
oportunidad que tiene el médico para orientar, corregir, diagnosticar, asesorar, interpretar o
ayudar a la persona en este momento de crecimiento y desarrollo, antes que se estructure
como adulto.

Los adolescentes suelen visitar mayormente a los médicos para quejas agudas menores:
enfermedades respiratorias, de la piel, musculoesqueléticas y otras. Para hacer frente a
esta falta de correspondencia entre la queja y los factores asociados con la morbilidad en la
adolescencia, se recomienda la evaluación de los factores psicosociales para todos los
pacientes; una práctica que no es muy frecuente. Los motivos de los médicos para no llevar
a cabo esta recomendación incluyen: no tener tiempo suficiente, dificultades que se
perciben para la comunicación y falta de entrenamiento médico para el abordaje de estas
cuestiones con los adolescentes. Para el joven el miedo a la falta de confidencialidad, de
claridad sobre el papel del médico y la propia negación a divulgar información que es
personal (que genera sentimientos de ansiedad o supone estigmatización o vergüenza),
limitan un mejor abordaje clínico e impiden el análisis acerca de los factores que inciden en
su salud y bienestar.

Principios éticos en la relación del médico con los adolescentes:

El profesional debe adquirir una estrategia de asistencia, evaluación y manejo acorde con
cada adolescente y la forma como vive esta etapa de su vida. Las expresiones de cada
individuo dependen de las habilidades y competencias para la vida que haya adquirido
antes de llegar a la adolescencia, por lo que el profesional de la salud encargado de
atenderle tiene el siguiente panorama:

a. El adolescente que ha sido preparado con habilidades y competencias conformadas


antes de llegar a este periodo de la vida.

b. El adolescente que arriba a esta etapa sin haber sido encausado. Así, el panorama
clínico de asistencia al adolescente requiere del profesional un perfil que incluye las
siguientes cualidades:

1. Capacitación

2. Voluntad

3. Disposición

4. Tiempo

5. Organización

6. Tolerancia

7. Motivación

8. Imparcialidad

9. Adaptabilidad

10. Consejería

11. Ética

El trabajo del profesional se orienta a promover los instrumentos personales, competencias


y capacidades, suficientes para encausar un perfil de vida, de responsabilidad, respeto,
honestidad, autoestima y productividad, que les provea de la suficiente resiliencia y
entereza para enfrentar los retos cotidianos, les provea de elementos que los conduzcan a
tomar decisiones sin riesgo, dando cimientos a una adultez sana, saludable y solvente en
todos los aspectos de su persona, familia, profesión y sociedad.

En la búsqueda de este objetivo, en la interacción con el adolescente, resulta básico


el apego a tres principios:

Autonomía: el derecho de toda persona a elegir su propio destino siempre y cuando no


afecte a otras. Por autonomía se entiende que la persona responsable tiene el derecho de
actuar por su propia determinación, siendo necesario contar con la libertad para deliberar,
formar juicios de valor o de conciencia, decidir y ejecutar su decisión. Esta decisión implica
la obligación para otros de respetar esa autonomía y no forzar a retraerse. Para muchos, es
el principio fundamental de la ética médica moderna.
Este principio es cada vez más relevante conforme el adolescente desarrolla las
capacidades cognitivas, las habilidades y la experiencia necesarias. Involucrar a los
adolescentes en la toma de decisiones con respecto a su propia salud y su vida reconoce el
desarrollo de su autonomía.

Beneficencia. Este principio señala la obligación moral de actuar para el beneficio de


otros, incluyendo la protección de sus derechos, la prevención de daños y ayudar a aquellos
en peligro. En la medicina implica la actuación del médico a favor de los mejores intereses
del paciente, señalando la alternativa en la que sean mayores los beneficios que los
riesgos. Este principio puede entrar en conflicto con el de autonomía cuando el paciente se
niega a una intervención que el médico considera la mejor opción, en la que puede intentar
convencerlo pero no realizar nada cuando éste la ha rechazado y el resultado pueda ser
negativo.

Confidencialidad. Las garantías que el médico ofrezca acerca de la confidencialidad


aumentan la disposición de los adolescentes a revelar información de salud delicada.

El paciente puede decidir en algún momento si desea contar con la presencia de los padres
o permanecer solo durante la evaluación. El deber de confidencialidad correspondiente a
una persona menor de 16 años, en cualquier ámbito, es el mismo que se debe a cualquier
otra persona; sin embargo, este no es absoluto. Cuando el profesional asienta y da soporte
a la existencia de un riesgo para la salud, seguridad o bienestar del adolescente, que
sobrepasa el derecho a la privacidad del/de la joven, deberá seguir los protocolos locales
sobre protección de menores. El profesional debe reflexionar las ventajas que esta decisión
tiene para el bienestar del menor y, cuando lo considere conveniente para el individuo,
ofrecer información a otras instancias, incluyendo a las autoridades. Salvo en la más
excepcional de las circunstancias, la divulgación sólo debe efectuarse luego de consultar
con el/la joven y ofrecerle una notificación voluntaria. Es decir, se debe proponer y apoyar la
notificación a las personas apropiadas, incluyendo a los padres.

El rol del pediatra ante el adolescente:

La atención de la salud del adolescente requiere una actitud dedicada a establecer y


mantener una buena relación, paciencia y persistencia. Por lo que es fundamental mostrar
genuino interés en sus asuntos, así como el diseño de un espacio que invite y sea amigable
para expresarse abiertamente.

El médico deberá valorar, mediante el autoanálisis, cuál ha de ser su rol frente al


adolescente a fin de no entorpecer, involuntariamente, el éxito de la entrevista, ya que a
pesar de las buenas intenciones la falta de autocrítica puede llevar al médico a adoptar un
papel incorrecto y a adoptar la posición de “aliado” del adolescente o de los padres, una
postura moralizante o una en la que se anteponen los prejuicios, convicciones y vivencias
propias.

Durante la entrevista:

El médico debe tener un trato agradable y ecuánime, porque una actitud en extremo formal,
distante y convencional no favorece al encuentro. Debe usar un lenguaje sencillo y directo,
lo que no implica tomar actitudes o lenguaje adolescente. Cabe destacar que los jóvenes
pueden utilizar una terminología muy propia y cambiante, que el profesional debe conocer.
El médico debe presentarse amablemente, llamarlo por su nombre y preguntarle su edad,
ocupación y cómo le gusta que lo llamen. A continuación, es necesario interrogarle
directamente por el motivo de la consulta y dedicar atención al relato. En la consulta se
debe identificar al adolescente como paciente. Puede ser que los padres sean quienes
expongan los motivos de la consulta.

La entrevista personal al adolescente suele ser prolongada y, por lo tanto, habrá que
disponer de tiempo para escuchar las respuestas, a menudo extensas, del adolescente. Se
debe escuchar atentamente, observar mucho y escribir poco; sobre todo si aborda en ese
momento un asunto sensible. Es muy importante garantizar en todo momento
privacidad, respeto y confidencialidad.

Las preguntas abiertas son más recomendables porque motivan e invitan al paciente a
explayarse, a ser abierto también para contestar.

Se deben registrar mentalmente las expresiones iniciales del adolescente: ropas, gestos,
ánimo; también hay que observar cómo dicen las cosas, su tono de voz, el nerviosismo, los
silencios, las pausas, sus expresiones, miradas y posturas; pueden indicar el motivo oculto
de consulta o posibles conductas o situaciones de riesgo.

Toda entrevista debe abarcar los temas de interés directo para el consultante, aunque
puedan parecer poco pertinentes para el médico. Es mejor una pregunta del paciente que
varias que el médico pueda formular.

Uso de nemotecnias.

En gran medida, la morbilidad y la mortalidad de los adolescentes están relacionadas con


patrones de comportamiento de riesgo; la prevalencia de problemas de salud mental y los
cambios en los patrones de las enfermedades crónicas. Es muy importante poder identificar
los factores de riesgo a tratar como oportunidades de prevención de enfermedades. Todo
joven con calificación de riesgo merece una actitud en particular cuidadosa y atenta.

Uno de los retos que los profesionales de la salud enfrentan es la brevedad del tiempo para
hacer las preguntas más importantes, en todos los aspectos de la vida, de una persona
joven. El protocolo para entrevistar a los adolescentes en centros de salud incluye la
discusión sobre numerosos aspectos de la vida de los adolescentes: el hogar, la escuela, la
comida, los amigos, las drogas, la sexualidad, la depresión y la seguridad.

El uso de nemotecnias parece facilitar el objetivo de llevar a cabo un abordaje simplificado


del adolescente. En la evaluación de primer contacto el uso de la nemotecnia HE AD S
sintetiza la investigación completa de un adolescente y se explica de la siguiente manera:

● H (Home). Hogar. Conocer la situación estructural y funcional de la familia del


adolescente, la interpretación que éste hace de la misma, su sentido de pertenencia
y el papel que reconoce desarrolla dentro de ésta
● E(Education/Emplyment). Educación/empleo. Conocer el ambiente educativo
escolarizado que vive el adolescente, su adaptación, aprovechamiento e
interpretación que hace del mismo. En algunos casos deben investigarse los mismos
parámetros del ambiente laboral en que ya se desenvuelve.

● A (Activities). Actividades. Permite adentrarse en las actividades recreativas,


deportivas y sociales en las que participa el adolescente, que representan uno o
varios factores protectores para su crecimiento y desarrollo integral. De igual forma,
facilita la identificación de conductas de riesgo para el desarrollo o adquisición de
enfermedades de diversa índole.

● D (Drugs/Depression). Drogas/depresión. Este factor se refiere al ambiente de riesgo


que se vive durante la adolescencia. Se debe indagar en forma indirecta o directa (si
así lo permite la entrevista) acerca de las experiencias sobre el contacto o consumo
de alguna droga lícita o ilícita; un elemento necesario en la evaluación del
adolescente. De igual manera, deben investigarse rasgos o presencia de
enfermedades psicoafectivas y sus posibles orígenes.

● S (Security/Sexuality/Suicide). Seguridad/sexualidad/suicidio. A través de la


entrevista se valoran las conductas de seguridad o riesgo del individuo en los
ambientes en que vive. Se investiga su tendencia a involucrarse en actos violentos,
delictivos, etcétera; sus conocimientos de la sexualidad, sus experiencias y su
conducta en este ámbito. Finalmente, se evalúan los factores asociados o de riesgo
de carácter personal y también de su entorno, que lo ubican en una condición
susceptible de ejercer conductas de autoagresión.

Otras escalas que pueden ser de utilidad son:

❖ SCOFF (Sick/Control/One/Food/Fat). Es una forma simplificada de abordar los


desórdenes de la conducta alimentaria.

❖ CRAFFT (Car/Relax/Alone/Forget/Family/ Friends/Trouble). Esta herramienta es


útil para evaluar si el adolescente se ha involucrado, en los últimos 12 meses, en
alguna conducta de riesgo asociada al consumo o abuso de sustancias.

De igual manera, se cuenta con otras estrategias como SAD o SIGECAPS para la
detección de los estados depresivos; ACHES para investigar el uso de hormonales
anticonceptivos y sus efectos secundarios; FRAMES en la evaluación de trastornos de
adaptación y cambios de conducta del adolescente.

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