Edición nº583 / Año 13
Jukat
En la vida se nos presentan decenas de
preguntas que nos inquietan. No
podemos comprender por qué algunas
personas viven plácidamente mientras
otras sufren permanentemente. Por qué
algunos son ricos y otros sufren cada
día de las dificultades para sobrevivir.
Algunos tienen muchos hijos y otros no
los tienen, etc. Las preguntas que se
nos pasan por la cabeza son
interminables y hasta parece que
realmente vivimos en un mundo
injusto, podemos hasta llegar a tener
criticas de como el creador dirige el
mundo, (D-s no lo permita).
Llegamos a la perashá de esta semana
y la Torá nos enseña las leyes de la
“Pará Adumá” (la vaca roja). Las
cenizas de la “Pará Adumá” tiene la
capacidad de purificar todas las
impurezas del mundo.
Habrá quien pregunte: ¿Qué esconde
esta ceniza? ¿Por qué el Cohen que se
cuidó toda su vida de no impurificarse
con nada en el preciso momento que
salpica las aguas mezcladas con la
ceniza se convierte en impuro? Para
esa pregunta Hashem nos responde
con el comienzo de nuestra perashá:
“Esta es la ley de la Torá”. Un decreto
he hecho, una ley he sentenciado, este
es un decreto que salió de mí y no
pueden sospechar detrás de él.
Debemos comprender que hay cosas
que no están a nuestro alcance de
entender. No debemos olvidar que
somos seres de carne y hueso,
compuestos de materia y muy
limitados. Solo tenemos que saber que
Hashem dirige el mundo y a su vez
supervisa cada uno de sus actos de
manera exacta. Así como una persona
puede ver los colores de las flores en
una pradera, cada una parece haber
sido pintada a mano, sin que los
colores se corran de sus hojas con una
perfección que sorprende, del mismo
modo dirige Hashem el mundo. No hay
algo que se salga del libreto. No debes
desesperarte por los sucesos que vas
viendo en la vida. El ser humano no
tiene la capacidad de captar los
caminos que toma Hashem rey del
universo.
Cuentan que en una ocasión se acercó
delante del Rab Shaj Zz”l un Iehudí
que estaba muy golpeado y comer en Mirón junto a Rabí Shimón bar
desmoralizado por las cosas que le
pasaban en su vida. En su
desesperación le dijo al Rab que no
podía seguir viviendo así. Muchas
personas lo persiguen y no lo dejan
vivir en paz. No tiene ni día ni noche.
No le dan tregua ni descanso sus
problemas.
Enc. Velas 17,25 hs.
Fin Shabat 18,36 hs.
Hay un Bet hakeneset en “Nevé Iaacob”
Yerushalaim donde siguen las costumbres
de los “Bujarim”. Una vez el Rab organizó
un viaje para la gente de su comunidad
con el fin de visitar las tumbas de los
tzadikim que están enterrados en el norte
de Israel. Con la intención de salir un poco
a despejarse y a su vez hacer Tefilá en
estos sitios tan sagrados para el pueblo de
Israel.
Así fue que los organizadores pudieron
diagramar todo el paseo y juntos con el
Rab viajaron en un autobús que los llevaría
a los diferentes lugares que tenían en el
itinerario. El viaje estaba muy a gusto,
palabras de Torá, lindos paisajes, cantos,
etc.
Al cabo de unas horas llegaron a la tumba
de profeta “Jabakuk”. La gente de la
comunidad hizo Tefilá allí, encendieron
unas velas y estudiaron un poco de Torá.
La verdad es que estuvo muy bueno ya que
allí había un encargado en el lugar que los
asistió en todo lo que necesitaban. Fue
muy cordial con ellos y todo lo que ellos
precisaban recibieron de su mano.
Después de un rato de estar allí, el Rab les
dijo a los organizadores que sería bueno
descansar un rato para almorzar. En ese
momento hubo varias opiniones donde
hacer ese intervalo, si allí donde estaban o
en otro lugar. La decisión final fue de
Iojai. Allí se hará la Tefilá de Minjá y luego
almorzarán.
Luego de llegar al sitio y hacer la Tefilá
pasó algo que no esperaban. El cielo se
cubrió de nubes y se desató una gran
tormenta que los hizo cambiar de planes.
El Rab entendió que era imposible
quedarse a almorzar allí y luego de una
consulta con los organizadores decidieron
regresar a la tumba de “Jabakuk” ya que
ahí podrían almorzar tranquilos pese a las
fuertes lluvias que caían en la región.
El Rab quien escuchó sus palabras y
su dolor le respondió con estas
palabras: “Hijo mío, debes saber que
la salvación de Hashem es tan rápido
como un pestañar, también el
sufrimiento que crees que no va a
terminar nunca, se puede interrumpir
de un momento a otro. Mientras eso
todavía no ocurre hay algo que te
quiero mostrar.”
El Rab le mostró el vaso de té que
tenía delante suyo y a su lado había
una cuchara de miel. “Dime por favor,
¿la miel es algo bueno o malo?” el
hombre le respondió que obviamente
la miel es algo bueno. A eso el Rab
insistió: “¿es dulce y rico o no?” el
señor le contestó que, seguro que es
rico y dulce, también muy nutritivo y
saludable.
Entonces el Rab le agregó: “Ahora
piensa bien, la misma miel que es
muy saludable y nutritiva es producida
por las abejas. Estas abejas que son
muy peligrosas y punzantes son
aquellas que hacen ese producto tan
puro y especial.” Estas abejas que
tratamos de mantener lejos de nuestro
alcance, esas que nos asusta solo con
su presencia son justamente las que
hacen esa miel tan dulce. El mismo
insecto que su picadura nos puede
mandar al hospital también tiene la
propiedad de hacer este producto tan
bueno.
El Rab le preguntó acerca del por qué
Hashem lo hizo de esta manera.
“Justamente Hashem nos quiere
enseñar un mensaje muy profundo.
Precisamente estas personas que te
hacen sufrir y te persiguen, estos
problemas que te rodean en tu vida y
no te dan descanso son aquellos que
en el futuro se convertirán en tu éxito.
Esas cosas serán las que harán de ti
una miel muy saludable. Todos esos
sucesos que transitas en tu vida son el
aprendizaje que necesitas para que
tengas todas las herramientas
necesarias para tu progreso. Sin haber
pasado por esas situaciones no podrías
llegar al destino al cual debes
alcanzar.
A pesar que en un momento se ve
como algo difícil y hasta parece malo,
que nos hace sufrir, nos limita y nos
desalienta, esa situación muy similar a
la de la abeja es nuestro impulso para
llegar al lugar que tenemos que
escalar. Eso es el camino hacia la
dulzura.
Así como el sol por momentos se
cubre totalmente y parece que nunca
más va a amanecer y siempre será de
noche, de un momento a otro resurge
y vuelve a calentar el mundo con todo
su esplendor.
También en los momentos que no
comprendemos nada de lo que ocurre
debemos confiar que Hashem está
elaborando la mejor de las mieles.
Todo eso que está ocurriendo es lo
mejor que tienen que pasar.
En la vida vamos a ver
permanentemente situaciones que son
decretos y faltos de comprensión, pero
eso no nos tiene que desalentar,
seguro que Hashem lo está haciendo
calculando cada milímetro de la
realidad por el bien de todos.
En el tehilim está escrito. “Fuego y
granizo, nieve y humo, viento
huracanado hacen su voluntad”
(Tehilim 148-8). Dicen los jajamim
que en este versículo vemos algo muy
poderoso. Cuando viene un huracán y
todo vuela por los aires arrastrando
todo lo que nos rodea parece que las
cosas son un descontrol. Justamente
viene la Torá y nos enseña que en
donde más parece que se ha
descontrolado todo respeta la voluntad
exacta del Creador. Eso nos va a traer
un poco de paz el saber que Hashem
está detrás de todo esto y seguro que
es para bien, aunque no lo
entendamos a simple vista.
¡Shabat Shalom!
Netanel Moshé Duer,
Tamuz 5782
11 6443 5795
El camino de regreso a ese lugar fue bastante
difícil ya que la lluvia no les daba tregua. De
todos modos, cuando llegaron al lugar la lluvia
se calmó y el tiempo regreso a su estado
original. Allí prepararon la comida y de nuevo
el señor que estaba en el lugar los ayudó en
todo lo que necesitaban. En el momento que
se sentaron a comer el Rab invitó al hombre
para que se siente a almorzar junto a ellos. El
señor aceptó la invitación y juntos pasaron un
muy buen rato, con cantos y estudio de Torá.
Una vez que habían terminado de comer el
Shamash pidió la palabra por un momento.
Todos estaban escuchando sus palabras sin
saber que quería decir. En primer lugar,
agradeció por la invitación y en segundo lugar
pidió disculpas a los presentes. Los
comensales no entendían por qué tenía que
pedir perdón. El hombre aclaró que ellos
tuvieron que regresar a ese lugar por su
culpa. Para ser más claro él les dijo que
cuando vinieron por primera vez al lugar él se
había puesto contento ya que normalmente él
ayuda a la gente y, si bien no pide dinero a
cambio, lo normal es que los pasajeros le
dejan una propina o lo invitan a comer con
ellos. Solo que esa vez pasaron por allí y no le
dejaron nada, cuestión que no tenía nada
para almorzar. Luego de que se vayan levantó
sus ojos al cielo y dijo: “¡Creador del universo!
Yo tengo hambre y no tengo para comer. Por
favor D-s querido, haz que regresen a comer
aquí ya que no tengo lo que comer y necesito
almorzar.” En ese momento comenzó a llover
de manera descontrolada. Cuando vio eso
entró a la parte cubierta y comenzó a leer
Tehilim y luego de un rato escuchó que el
autobús regresaba a comer a este lugar. Eso
lo alegró mucho, pero a su vez sabía que su
Tefilá había molestado su itinerario.
Los pasajeros no podía creer lo que estaban
escuchando, pero a su vez entendieron la
fuerza e la Tefilá de alguien desesperado y
con hambre.
natyduer@hotmail.com