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Los humanos no nacemos con todas nuestras capacidades cerebrales maduras y listas para ser
utilizadas. Están ahí, en el programa de nuestro ADN humano, y progresivamente van
“manifestándose” a medida que madura nuestro sistema nervioso. El neurodesarrollo es un
proceso lento que empieza en la concepción y termina hasta la muerte. Alcanzar la madurez
cerebral requiere toda nuestra infancia y adolescencia, dura aproximadamente 20 años…
La “velocidad” del neurodesarrollo no es, ni mucho menos, constante. En estos 20 años habrá
momentos en que el encéfalo –la parte del sistema nervioso que está contenida en el cráneo:
cerebro, cerebelo y tronco del encéfalo– aumentará de tamaño a una velocidad asombrosa y otros
en que parece que esté estancado su crecimiento. Generalmente en estos períodos de
crecimiento rápido es también cuando más cambios y adquisiciones se aprecian en el
neurodesarrollo.
Hay que tener en cuenta las variaciones individuales, siempre son enormes, las edades señaladas
para separar una etapa de otra son aproximadas.
Neurodesarrollo anatómico
El desarrollo anatómico, la formación de la estructura cerebral tal cual será en el cerebro adulto,
es el fenómeno que predomina en el neurodesarrollo prenatal en la –vida intrauterina– ¿con que
grado de madurez nació tu nieta? ¿Cómo fue el parto de tu nieta?
Para entender mejor, podemos subdividir esta etapa de neurodesarrollo en tres, de modo que
cada “subetapa” coincide con un trimestre del embarazo y caracterizamos cada trimestre según
los fenómenos más significativos del neurodesarrollo:
El segundo trimestre se caracteriza sobre todo porque las células se agrupan formando los
distintos órganos –cerebro, cerebelo, tronco del encéfalo, médula espinal y nervios– del sistema
nervioso. La llamaremos subetapa organizativa.
En el tercero periodo empieza el aumento de tamaño de los órganos, que como sabemos no acaba
con el nacimiento. Bien podemos decir que es la subetapa del crecimiento anatómico.
Al terminar la gestación el feto, cada uno de nosotros antes del nacimiento, tendrá un cerebro en
el que pueden distinguirse sin dificultad las estructuras características del cerebro humano. La
madurez está muy lejos.
Podemos decir que será más fácil que las agresiones que pueda sufrir el neurodesarrollo en esta
etapa anatómica causen lesiones en la estructura de los órganos del sistema nervioso central, lo
que inevitablemente causará una disfunción encefálica.
El cerebro es un órgano que solo se encuentra en los seres vivos que se desplazan de un lugar a
otro. Los seres vivos “estáticos” carecen de cerebro y sistema nervioso. Esto es lógico, pues el
cerebro es nuestro órgano de relación, que nos permite analizar el medio para dar una respuesta
adaptada a los estímulos. Al movernos, nuestra capacidad de modificar el medio es mucho mayor
que la de los organismos estáticos.
La importancia del movimiento se reflejada en la “distribución” de tareas que tienen las neuronas.
De los aproximadamente 100.000 millones de neuronas que tiene el cerebro humano adulto, la
mitad se encargan de elaborar la información y coordinar los movimientos, mientras que la otra
mitad se concentra en las funciones conscientes y “superiores” de nuestra mente, que casi
siempre tienen relación y se coordinan con la realización de un movimiento.
Los 3 primeros años de vida la velocidad con que avanza sigue siendo muy rápida lo que coincide
con la máxima velocidad de crecimiento craneal que alcanzamos en la vida postnatal. La
circunferencia craneal media pasa de los 34 cm a los 50, ¡son 16 cm de diferencia! Nunca volverá a
crecer tanto en tan poco tiempo.
Sabemos que el crecimiento cerebral postnatal se produce más porque las neuronas aumentan
sus conexiones, y su tamaño, que porque aumento su número.
El neurodesarrollo motor en un recién nacido: no puede hacer nada por sí mismo, ni siquiera
cambiar de postura. En cambio, un niño de 3 años hace tiempo que ha aprendido a andar solo –
también corre, salta, sube escaleras o chuta una pelota–, tiene ya preferencia por una mano para
las tareas complejas –comer o garabatear–, domina el habla –aunque no el lenguaje–, y es capaz
de controlar esfínteres –de modo que ya sabe utilizar un orinal–.
En este período tan sensible, las agresiones al sistema nervioso provocan fácilmente daños
difusos. Es en esta etapa es cuando se diagnostica con certeza la parálisis cerebral –hacia el año de
vida–, y empiezan a detectarse los retrasos del lenguaje y la interacción social.
En los siguientes 7 años, de los 3 a los 10 años, la velocidad del neurodesarrollo y del desarrollo en
general se enlentece. Sigue con buen ritmo, pero mucho más lento que en los 3 primeros años de
vida. En estos años de la infancia las personas adquirimos el dominio del lenguaje y con él
aprendemos a comprender el mundo. Cada uno con su lenguaje construye su Realidad.
Este enlentecimiento del crecimiento se corresponde a una disminución del apetito y del ritmo de
las comidas, y con menos necesidad de horas de sueño, en la mayoría de los niños desaparece la
siesta de descanso.
En el Neurodesarrollo del lenguaje la principal función del cerebro humano es relacionarse con los
estímulos del entorno, necesita de una herramienta que le permita comprenderlo, hacerlo suyo,
para transmitirlo a otros.
Siempre simplificando, pero intentando mantener el rigor, podríamos distinguir dos períodos más
diferenciados en esta etapa según lo que predomine en cada uno de ellos:
De los 3 a los 6 años predomina el dominio progresivo del lenguaje, construcción del mundo.
Se amplía el vocabulario: desde unas 100 palabras a los 3 años a 2.000 a los 6
De los 6 a los 10 años predomina el desarrollo del pensamiento formal, con el dominio del
lenguaje, mejora la comprensión del entorno y se adquieren nuevos conocimientos basados en la
lógica de lo concreto
Los trastornos del lenguaje son evidentes en esta etapa, afloran las dificultades en los aprendizajes
muy probablemente relacionadas con la falta de maduración y consolidación de los circuitos que
posibilitan la adquisición de los aprendizajes académicos.
En esta etapa se confirma el diagnóstico de autismo y puede hacerse diagnóstico de Trastorno por
Déficit de Atención-Hiperactividad –TDA-H–. En un mismo niño encontremos varios problemas a la
vez por comorbilidad
Neurodesarrollo de la identidad
A partir de los 10 años, y hasta los 20, se producen cambios muy rápidos y drásticos en el tamaño
y la constitución corporal, que se acompañan de cambios psicológicos, de autonomía personal y
las relaciones sociales. La revolución final que lleva a la madurez adulta. Nuevamente se acelera el
neurodesarrollo, y esta vez de verdad… Los humanos dedicamos estos diez largos, pero intensos
años, a “construir” nuestra personalidad, a elaborar nuestra identidad, un proceso que continuará
toda la vida, pero se basa en la adolescencia.
Mientras que el crecimiento corporal y de los miembros es espectacular a esta edad –el famoso
estirón–, siendo el aumento de la talla de unos 7 cm/año en las niñas y 9’5cm/año en los niños, el
perímetro cefálico apenas aumenta 2-3 cm llegando en la edad adulta a una media de 55 cm para
las mujeres y 57 para los hombres. En estos 10 años el cráneo aumenta su circunferencia unos 2-3
cm. Las características de la maduración cerebral nos dan una vez más la explicación de porque
cambios tan importantes no se corresponden con un aumento de tamaño proporcional al que
sucede en edades más tempranas.
La región cerebral que más cambia en la adolescencia es la corteza prefrontal, el lugar donde se
tomamos las decisiones. La corteza prefrotnal procesa la información que recibe el cerebro y la
analiza, tras formarse un juicio sobre lo que acontece, decide la respuesta más adecuada a cada
situación y, cuando procede, frena los impulsos y emociones que resultarían en una conducta
inadecuada. En el lenguaje popular se llama “tener dos dedos de frente”.
Conclusiones
Si hay una alteración del neurodesarrollo, no se hará evidente hasta que no se espere la aparición
de la función a adquirir. De modo que las carencias particulares en el neurodesarrollo se ponen de
manifiesto a partir de determinadas edades, siendo muy difícil detectarlas con anterioridad.
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