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16 DICIEMBRE 2015
ETAPAS DEL
NEURODESARROLLO, NEURODESARROLLO, NEUROPEDIATRÍA
Siempre hay que tener en cuenta la variación individual, que es enorme, por eso las edades
señaladas para separar una etapa de otra son aproximadas.
Neurodesarrollo anatómico
El desarrollo anatómico, la adquisición de la estructura cerebral tal cual será en el cerebro
adulto, es el fenómeno que predomina en el neurodesarrollo prenatal –vida intrauterina–
(¡gracias mamá!).
Para entenderlo aún mejor, podemos a su vez subdividir esta etapa de neurodesarrollo
anatómico en tres, de modo que cada “subetapa” coincida con un trimestre del embarazo y
caracterizar cada trimestre según los fenómenos más significativos que suceden en el
neurodesarrollo:
Generalizando mucho, podemos decir que será más fácil que las agresiones que pueda
sufrir el neurodesarrollo en esta etapa anatómica causen anomalías en la estructura de los
órganos del sistema nervioso central, lo que inevitablemente causará una disfunción
encefálica.
El cerebro es un órgano que solo sirve a los seres vivos que se desplazan de un lugar a otro.
Los seres vivos “estáticos” carecen de cerebro, de sistema nervioso. Esto es lógico, pues el
cerebro es nuestro órgano de relación, el que nos permite analizar el medio para dar una
respuesta adaptada a lo que sucede en cada momento. A su vez, al movernos, nuestra
capacidad de modificar el medio es mucho mayor que la de los organismos que están
quietos.
Volvamos al neurodesarrollo, en los 3 primeros años de vida la velocidad con que avanza
sigue siendo muy rápida lo que coincide con la máxima velocidad de crecimiento craneal
que alcanzamos en la vida postnatal. La circunferencia craneal media pasa de los 34 cm a
los 50, ¡eso son 16 cm de diferencia! Nunca volverá a crecer tanto en tan poco tiempo.
El
aumento de grosor que sucede en la corteza cerebral durante la infancia, se hace a expensas
de aumentar las conexiones neuronales y de su recubrimiento posterior por la mielina.
Ya sabemos que el crecimiento cerebral postnatal se produce más porque porque las
neuronas aumentan sus conexiones, y por tanto su tamaño, que porque aumente su número.
En este período tan sensible, las agresiones cerebrales provocan más fácilmente daños
difusos. Es en esta etapa cuando se diagnostica con certeza la parálisis cerebral –hacia el
año de vida–, y empiezan a detectarse los retrasos del lenguaje y la interacción social.
A nivel corporal, un niño de 3 años tiene ya todos sus dientes de leche, el abdomen ya no es
redondeado y la longitud del tórax supera la de la cabeza, pierde el aspecto de bebé y se
hace más longilíneo. El crecimiento corporal va haciéndose cada vez más evidente, y
aproximadamente aumenta unos 3 Kg de peso y 7 cm de longitud por año.
Este enlentecimiento del crecimiento se corresponde con una disminución del apetito y del
ritmo de las comidas, y con menos necesidad de horas de sueño, en la mayoría de niños
desaparece la siesta.
En cuanto al neurodesarrollo predomina aquí el progresivo dominio del lenguaje y con él,
la evolución del pensamiento, la comprensión del entorno y la sociabilidad.
Puesto que la
principal función del cerebro humano es relacionarse con el entorno, necesita de una
herramienta que le permita comprenderlo, hacerlo suyo, para transmitirlo a otros.
Los trastornos del lenguaje son ya evidentes en esta etapa y afloran las dificultades en los
aprendizajes formales, muy probablemente relacionadas con la falta de maduración y
consolidación de los circuitos que posibilitan la adquisición de los aprendizajes
académicos.
Mientras que el crecimiento corporal y de los miembros es espectacular a esta edad –el
famoso estirón–, siendo el aumento de la talla de unos 7 cm/año en las niñas y 9’5cm/año
en los niños, el perímetro cefálico apenas aumenta 2-3 cm llegando en la edad adulta a una
media de 55 cm para las mujeres y 57 para los hombres. Es decir en estos 10 años el
cráneo aumenta su circunferencia unos 2-3 cm. Las características de la maduración
cerebral nos dan una vez más la explicación de porque cambios tan importantes no se
corresponden con un aumento de tamaño proporcional al que sucede en edades más
tempranas.
Durante la adolescencia se produce una
“reestructuración” de las redes neuronales creadas hasta ahora. Al inicio de la adolescencia
el grosor de la corteza cerebral es máximo, después empieza a disminuir para alcanzar el
mismo grosor que en el adulto al terminar la maduración.
La región cerebral que más cambia en esta etapa es la corteza prefrontal, el lugar donde se
toman las decisiones. La corteza prefrotnal procesa la información que recibe el cerebro y
la analiza, tras formarse un juicio sobre lo que acontece, decide la respuesta más adecuada a
cada situación y, cuando procede, frena los impulsos y emociones que resultarían en una
conducta inadecuada. En el lenguaje popular se llama “tener dos dedos de frente”.
Conclusiones
Para mejor estudiar el neurodesarrollo es posible dividirlo, de forma didáctica, en 4 etapas
consecutivas y bien diferenciadas. Cada una de ellas caracterizada por la adquisición más
relevante en cada momento.
Si hay una alteración del neurodesarrollo, no se hará evidente hasta que no se espere la
aparición de la función a adquirir. De modo que las carencias particulares en el
neurodesarrollo se ponen de manifiesto a partir de determinadas edades, siendo muy difícil
detectarlas con anterioridad.
DESARROLLO CEREBRAL
Recientes investigaciones médicas han demostrado que el periodo más rápido de
crecimiento cerebral ocurre en los primeros años de vida y que las experiencias de la
infancia temprana tienen efectos duraderos en la futura capacidad de aprendizaje del
individuo.
Fuente: Carnegie Task Force on Meeting the Needs of Young Children, Starting Points,
1994
El desarrollo saludable del cerebro tiene un impacto directo sobre las habilidades
cognitivas. La nutrición inadecuada antes del nacimiento y en los primeros años de vida
puede influir seriamente en el desarrollo cerebral y llevar a desórdenes neurológicos y
trastornos de conducta, tales como los problemas de aprendizaje (Carnegie Corporation,
1994). Sin embargo, nuevas investigaciones llevadas a cabo por neurobiólogos y otros
investigadores han demostrado también la importancia de la estimulación apropiada
durante los primeros años.
Este paradigma emergente sugiere que el desarrollo tiene "periodos críticos", en cuanto a
la influencia del entorno y cómo se conecta el cerebro de un individuo para funciones tales
como: matemática, lenguaje, música y actividad física. Si estas oportunidades se pierden --
si el cerebro no recibe la estimulación apropiada durante un de estos "periodos críticos"--
es muy difícil para el cerebro, aunque muchas veces no imposible, reconectarse más tarde.
El hecho de que un estrabismo que no se corrija en la infancia resulte en la pérdida
permanente de la visión y que la pérdida pasajera de la audición en la infancia pueda ser
asociada al deterioro del desarrollo del lenguaje, son ejemplos concretos sobre la
necesidad de realizar experiencias pertinentes durante los periodos críticos (Rutter and
Rutter, 1993). Los periodos críticos de los primeros años son: control emocional, de 0 a 2
años; visión, de 0 a 2 años; apego social, de 0 a 2 años; vocabulario, de 0 a 3 años; segundo
idioma, de 0 a 10 años; matemática/lógica de 1 a 4 años; música, de 3 a 10 años (Begley,
1996).
Fuentes:
Begley, Sharon. "Your Child's Brain". Newsweek. 19 de Febrero de 1996, pag, 55-61.
Carnegie Task Force on Meeting the Needs of Young Children. Starting Points. (New
York, NY: Carnegie Corporation, 1994).
Rutter, Michael and Marjorie. Developing Minds: Challenge and Continuity Across the
Life Span. (New York: Harper Collins, 1993).
¿Qué son los períodos críticos?
El término neurodesarrollo hace referencia a la adquisición durante la infancia de
las funciones propias de nuestra especie, las que nos resultan imprescindibles
para adaptarnos al medio y para nuestra supervivencia.
Cuanto más se usen esas funciones, más estable y eficiente será ese circuito cuyo
momento de «maduración» viene determinado genéticamente. Si en el momento
en el que un circuito está físicamente maduro no se adquiere la función para la
que se ha preparado, esa función será luego mucho más difícil de aprender, en
ocasiones ya no podrá aprenderse nunca –como sucede con el «ojo vago» no
detectado a tiempo–.
Los períodos críticos del neurodesarrollo son el tiempo durante el que el cerebro
está mejor preparado para aprender una función básica para la supervivencia.
Y, aunque los períodos críticos son mucho más amplios de lo que podamos
pensar, conviene tener en cuenta que el cerebro está mejor preparado para
adquirir las funciones innatas en los primeros años de vida.
La variabilidad personal
Soy consciente de la imprecisión de la frase «los primeros años de vida», pero es
que los períodos críticos, aunque muy parecidos, no son iguales para todos los
niños. Por un lado vienen determinados genéticamente y por otro,
la experiencia personal será imprescindible para culminar el proceso.
Hay niños que tardarán más en hablar, también a su padre le costó adquirir el
habla, pero luego no tendrán ninguna dificultad en el lenguaje ni diferencias
significativas con el lenguaje de otros niños de su misma edad.
Las experiencias ricas no son pasivas, el niño sus gustos y personalidad van a
moldearlas. Los adultos también tienen un cerebro que responde a un ambiente
enriquecido –el de su hijo interaccionando con ellos–. Al niño que ríe y baila con el
canto de su padre, le van a cantar más a menudo que al que no muestra interés
por la música. Al que disfruta persiguiendo a su madre por el pasillo se le van a
dar más oportunidades de correr, de esconderse, de coordinar sus movimientos
con los de otro. Una u otra experiencia afectará el modo en que desarrolla su
lenguaje y los procesos cerebrales que lo sustentan.
Estimulación temprana
Cuando un niño no sigue la evolución esperada para su neurodesarrollo, hay que
valorar si existe algún impedimento, problema o trastorno que lo dificulte y si es
así intentar ponerle remedio.
Sabemos que será más efectiva cuanto antes se inicie porque, como hemos visto,
es en las etapas más precoces del neurodesarrollo cuando la plasticidad
cerebral es más fuerte. Es cuando el ambiente y el entorno –lo que sí podemos
modificar en el binomio herencia-cultura– más influyen en nuestro futuro.
Bibliografía: