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Tema 2

IMPORTANCIA GEOESTRATÉGICA DEL TERRITORIO VENEZOLANO. Tomando en


cuenta las Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable(ZEDES), desarrolladas por el
ejecutivo nacional, la cuales dichas Zonas surgen, como un instrumento para impulsar, en
un corto plazo, el despegue del desarrollo socioeconómico de ciertas áreas que, por sus
características físico-naturales y geopolíticas, condiciones de habitabilidad,
potencialidades y ámbito de influencia dentro de los ejes de desarrollo delimitados
estratégicamente por el Ejecutivo Nacional, requieren de un esfuerzo mínimo, dirigido y
planificado, en pro de los objetivos de desarrollo sostenible planteados para Venezuela en
los próximos años. Las Zonas especiales están comprendidas de la siguiente manera

Pero Venezuela es mucho más complejo que su presidente, y se debe interpretar en una
situación geopolítica que le dé su verdadero valor. El peso estratégico se debe mirar
desde el punto de vista minero energético: la faja del Orinoco.

Se trata de una amplia extensión de tierra de 111.843 Kilómetros cuadrados, el 12% del
territorio nacional, ubicada en el Sur occidente del País que contiene la mayor reserva de
petróleo del mundo, lo que ha llevado al mundo petrolero a denominarla más bien la “faja
petrolífera del Orinoco”, con una reserva mayor al 19% de las reservas mundiales.

La Faja aún no ha sido explorada en su totalidad, y se sospecha de una extensión


territorial que puede contener otra importante reserva que puede aumentar sus números
del 19 al 25 y hasta el 30% en las proyecciones más optimistas.

Otro de los intereses en la faja es la extracción mineral de los denominados “metales


raros”. Son más de 45 tipos de reservas minerales de alto valor industrial y estratégico-
militar, entre ellos 7.000 toneladas de oro, 34 millones de toneladas de diamantes, 3,6
millones de hierro, 200 millones de Bauxita, y una cifra aún no cuantificada de Coltán
(columbita y tantalita)

De esa manera tan solo el oro representaría un valor comercial por más de 200 mil
millones de dólares. En el caso del hierro, se estiman más de 180 mil millones, y en el de
la bauxita, 9 mil 900 millones de dólares, por solo mencionar tres de los metales más
representativos, según los informes académicos y oficiales.

Estos metales se concentran en una extensión de tierra denominada “el arco minero”. Un
potencial completo de casi 2 trillones de dólares concentrados proyectivamente en el 5%
de la faja.

Pero a este potencial económico le falta un timonel que sepa para donde llevar todos sus
recursos, y ese no es Maduro. Un hombre torpe, que no proyecta socialmente nada, que
no sabe manejar su propia imagen y que no tiene ni idea de la importancia geopolítica de
lo que tiene entre sus manos.

Sin embargo ese panorama ha cambiado, tanto por el Fracking, que hace menos
dependiente del petróleo al país norteamericano, como por los acuerdos comerciales de
Arabia Saudí y otros países productores de petróleo que han decidido comercializar el
producto en monedas distintas al dólar, lo que ha marcado su declive.

Pero las tierras raras han llegado como un ángel que pueden salvar a la moneda
norteamericana ante el panorama de la desdolarización del petróleo.

Según lo anterior, la situación venezolana se debe mirar con un doble rasero.

Por un lado desde la respuesta venezolana a una crisis que tiene tanto de presión
internacional como de pésimas decisiones de política interna, que definieron el modelo
económico a partir de la explotación intensiva de una sola materia prima, lo que es
conexo con un líder torpe, ingenuo e infantil respecto a su proyección social.

El marco minero es un proyecto desde la época de Chávez, que dio paso en la era
Maduro a la ley 2.248 de 2016, en la que se creaba este territorio económico como
proyecto estratégico, lo que quiere decir que Chávez ya preveía la caída de la economía
nacional a manos de un producto cuya comercialización estaba en manos de la potencia
enemiga.

Eso explica que Venezuela, pese a ser la primera reserva mundial de petróleo, sea
apenas la octava exportadora y la novena productora mundial, pues no le ha resultado
vender un petróleo que apenas si da para las rentas nacionales, lo que ha explicado que
de los 2 millones y medio de barriles diarios que producía, haya rebajado su producción
en 95.000 barriles, para intentar repuntar el precio, y ha encontrado en el marco una
alternativa a la hoy deficiente economía petrolífera, a lo que se suma la presión
internacional desde el punto de vista político por su régimen ideológico, pero, como
veremos en un momento, eso es algo que carece de importancia.

Desde el punto de vista internacional, Venezuela puede representar para Estados Unidos
lo que Arabia Saudí representó para el país los últimos 50 años: la estabilidad económica
de su moneda. Si Estados Unidos por la vía de la guerra, o de la presión, logra que las
transacciones de metales raros se hagan a través del dólar, estaría estabilizando esa
moneda durante, por lo menos, los próximos 30 años.

De tal suerte que no es de extrañar el apoyo que el gobierno de Trump ha hecho del
autoproclamado presidente Guaidó, al que apoyará no para estabilizar la situación interna,
sino para desestabilizarla mucho más, lo que le permitiría legitimidad en la intervención, la
que desea y necesita.

Lo que habría que preguntarse allí son los escenarios hipotéticos en los que actuarían
China y Rusia.

En el caso de este último, ya hay un pronunciamiento oficial de respaldo al gobierno de


Nicolás Maduro, y no es para menos: el país euro-asiático tiene una inversión de 6.000
millones de dólares; 5.000 en petróleo y 1.000 más en minería estratégica.
China, por su parte, tiene una inversión que supera holgadamente los 10.000 millones de
dólares, la que en su momento fue el segundo foco de inversiones de China en América
Latina, superado únicamente por Brasil, y terciado por Ecuador.

Pero tanto el Brasil de Bolsonaro como El Ecuador de Lenin Moreno han virado sobre su
eje y China ha replanteado sus inversiones, no tanto por la distancia ideológica que
suponen los gobiernos de derecha, como la inseguridad jurídica que representan estos
gobiernos en sus inversiones geoestratégicas.

Por lo tanto, pese a que la academia de Ciencias Sociales de China ha calificado a


Venezuela como uno de los países más riesgoso para invertir, China no estará dispuesta
a soltarle la mano, sobre todo por su segundo interés geoestratégico: el primero es la
infraestructura, y el segundo es la minería.

Venezuela está en el segundo espectro.

Pero además de ello, el país asiático no está dispuesto a dejar de tener una mano
influyente en el continente americano, clave en la nueva ruta de la seda con la que
piensan consolidar el consumo de sus productos en los países emergentes de África y
América. El mercado de consumo más prometedor en los próximos 20 años, según el
propio Fondo Monetario Internacional.

La intervención de estos dos estados plantea, militarmente hablando, dos escenarios bien
distintos a Estados Unidos.

Si se mira con Rusia, Estados Unidos puede tener una confrontación militar equivalente, y
a los aviones Tupolev Rusos que llegaron a Venezuela se les puede dar una respuesta
diplomática, e incluso llegar a una confrontación militar como en el caso de Siria, pero si
en el panorama interviene China, la respuesta es muy distinta, porque China si puede
voltear la balanza comercial a Estados Unidos, y un buen ejemplo de ello es que, pese a
las sanciones impuestas por Trump a productos chinos, la balanza comercial sigue
estando a favor del país asiático, mientras que respecto al norteamericano se ha vivido
una contracción de ésta en el mismo periodo de tiempo.

Es un fantasma que Estados Unidos reconoce en un espejo reciente: a la URSS se le


ganó no por la vía militar, en la que los rusos eran superiores, sino por el balance
comercial y cultural con el que Estados Unidos se puso por encima de la ingeniería bélica
soviética.

Ya Serguéi Lavrov, Ministro de Asuntos exteriores de Rusia ha hecho pública la posición


del país respecto a la situación venezolana. China, de modo sutil, expresa su apoyo a
Maduro pero sin ser vociferante, muy a su modo, pero su posición es clara, y no va a
cambiar.

Así pues, a la caída del dólar por efecto de la desdolarización del petróleo, Estados
Unidos puede sentir un nuevo salvavidas, no por la vía petrolífera, siempre un buen
bálsamo de la maquinaria norteamericana, sino por la vía financista; si encuentra un
producto o una serie de productos estrellas que logren sacar al mercado por la vía
exclusiva del dólar, estaría garantizando su hegemonía un par de décadas más.

Es por ello que la clave no está en Caracas sino en la Orinoquía, en ese sur inmenso que
limita con Colombia, y en el que el país norteamericano ya tiene siete bases militares
oficiales (y dos extraoficiales). Dos de ellas, las de Apiay y Malambo, peligrosamente
cerca de la faja, y en la costa caribe sus bases en Cartagena y Barranquilla, como
alternativa marina para una intervención fácil en Caracas.

Posición geoestratégica de la Republica Bolivariana de Venezuela Venezuela es el país


que esta más al norte de la América del sur. Posee un área territorial e insular de 916.445
Km cuadrados y con una presencia marítima de alrededor de 860.000 Km2,Coordenadas
geográficas: La ubicación geográfica de Venezuela se corresponde con el Hemisferio
Norte, y su límite sur está muy cercano a la línea del Ecuador terrestre. Con relación al
ecuador se localiza entre los 0° 38’ 53” y los 15° 40’ 20” de latitud norte, y con relación a
los meridianos de Greenwich esta entre los 59° 47’ 30” y los 73° 23’ 53” de longitud oeste.
El punto más norte de Venezuela se corresponde al cabo de San Román (Falcón), A
los 12° 11’ 46” de latitud norte.Limites territoriales: Con relación a la masa continental
limita con: la Republica de Colombia por el oeste, por el sur limita con la Republica
federativa de Brasil(2.000 kilómetros de frontera) y Colombia, al este su frontera limita
con la Guyana ( 743 kilómetros de fronteras pero mantiene un litigio por el territorio del
esequibo) y el océano atlántico, por el norte limita sus fronteras gracias a su extenso mar
territorial con los países de: Aruba, Curazao, Bonaire, con el estado asociado de Puerto
Rico (U.S.A.), Santa Cruz e Islas Vírgenes (U.S.A.),Martinica y Guadalupe (Francia),
Dominica, San Cristóbal y Nevis (Reino de los países Bajos),Republica Dominicana, San
Vicente, Las Granadinas, Granada, Montserrat ( Reino Unido),Trinidad y TobagoEl
extenso territorio Venezolano se expresa en una compacta superficie continental de
915.175 kilómetros cuadrados, cuya distancia máxima es de 1.493 km en dirección
Este-Oeste, y de 1.271 km en dirección Norte-Sur, lo que facilita la integración y
cohesión interna. Está articulado con amplias líneas de costa, que alcanzan en el
mar Caribe una fachada marítima de 2.183 km de longitud, desde Castilletes
(Subregión Goajira) al promontorio de Paria. Es de forma irregular y está constituida por
numerosos golfos y bahías entre los que destacan los golfos de Venezuela, Triste, y
Cariaco; y más de 314 islas, cayos e islotes de soberanía venezolana que llegan por el
norte hasta la isla de AvesRelieve y geología: El territorio venezolano abarca tres
grandes unidades geográficas que se suceden de oeste a este: las cordilleras
septentrionales andinas y costeras al norte y occidente, los Llanos venezolanos que
constituyen unas extensas llanuras sedimentarias que forman parte casi en su totalidad
de la Cuenca del Orinoco al norte de este río, y los macizos y mesetas en la Guayana
Venezolana, al sur del río Orinoco.Posición geoestratégica: Las características
geográficas y políticas de Venezuela especialmente en cuanto a las riquezas
energéticas e hídricas, además de sus grandes recursos forestales hacen de Venezuela
un lugar apetecible por parte de las potencias imperialistas mundiales en especial: Los
Estados de la Unión Americana (U.S.A.). Lo cual implica el planeamiento comprensivo,
asignando los medios para alcanzar metas nacionales o asegurar activos de importancia
militar o política para mantener la integridad y la soberanía nacional.Potencial
Económico de Venezuela.Actividad Agrícola: La ausencia de las cuatro estaciones es un
elemento positivo para el desarrollo de la actividad agrícola; en Venezuela, es posible
cultivar y cosechar durante todo el año una gran variedad de rubros agrícolasCondiciones
Positivas de Navegación: Venezuela posee más de 2.800 Km. de costa Caribe y
Atlántica, aunque fundamentalmente sobre el Caribe, así como también condiciones
positivas de navegación a través de su principal río, el Orinoco; Puerta de entrada
al comercio marítimo de América del sur.Acceso de Mercadeos: Venezuela tiene una
localización central y relativamente cercana en relación con el Norte y el Sur del
continente americano y con África y Europa , es decir, hacia los más diversos
mercados del mundo; además, ésta situación geográfica ha facilitado el acceso a
los mercados Petroleros internacionales, y ha estimulado el tráfico aéreo internacional
sobre su espacio. La cercanía del canal de Panamá, permite el fácil acceso al
océano Pacífico, y por éste, a los principales centros comerciales del continente
asiático.Carácter Intertropical: La existencia de grandes extensiones de selvas tropicales
ricas en recursos hídricos y forestales (Grandes reservas de agua dulce recurso que
escasea en el planeta y más de 300 especies arbóreas con posibilidades de usos como
maderas).Reservas energéticas y minerales: La existencia de grandes reservas de
petróleo y gas natural en el subsuelo venezolano y en las aéreas marinas (mayor
cantidad de reservas probadas de crudos pesados y gas natural). es el elemento a
considerar en cuanto a las potencialidades económicas del país;. Además de ello,
Venezuela posee cuantiosas reservas de Hierro y Bauxita, así como importantes
yacimientos de oro y diamantes, uranio de gran valor comercial.Redes de Comunicación:
La falta de accidentes geográficos de gran magnitud ha facilitado la construcción de
redes de comunicación que han permitido integrar al país; es importante también como
vía de transporte la navegación en el lago de Maracaibo a través del canal artificial Útil
para la movilización de los recursos petroleros. Hay 5.400 Km. de vías fluviales
navegables.Actividad Turística: La presencia de paisajes físicos de gran belleza, ha
servido de estímulo para el desarrollo de la actividad turística; la gran variedad de
paisajes (desde glaciares hasta hermosas playas) constituye sin dudan gran atractivo
para el Turismo internacional; Recientemente se están desarrollando proyectos litorales,
guayaneses, llaneros y andinos para impulsar la industria turística.

El escenario estratégico global

La evolución del sistema internacional entre 1946 y 2012

La alianza antifascista que había unido durante la Segunda Guerra Mundial a las
democracias occidentales y la Unión Soviética (URSS), y que se plasmó en la creación de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entró en crisis desde fines de 1945, y el
orden internacional adquirió una estructura bipolar entre un bloque occidental
tendencialmente liberal y un bloque oriental tendencialmente comunista. El equilibrio del
terror nuclear hizo que este enfrentamiento mantuviese un carácter de “guerra fría”,
relegando las luchas armadas a algunas zonas de la periferia mientras en los centros
desarrollados se evitaba la violencia bélica. Paralelamente a esta contienda bipolar, la
humanidad vivió desde 1945 un período de enormes cambios y avances científicos,
económicos, sociales, políticos y culturales. Asimismo se desarrolló el fenómeno de la
descolonización que dio origen, al lado de la básica bipolaridad Este-Oeste, a una
secundaria confrontación bipolar Norte-Sur (entre los ex centros imperiales y sus ex
dependencias agrupadas en el llamado “Tercer Mundo”).

En la primera década de postguerra (1945-1954), la “Guerra Fría” fue intensa y peligrosa,


y dominaba todos los aspectos de la problemática internacional. Desde

1954 en adelante, sin embargo, se inició un gradual proceso de “distensión”: ambos


bloques antagónicos entendieron que su enfrentamiento debía ser “institucionalizado” de
alguna manera, para descartar la amenaza de incidentes incontrolables. Una tercera
etapa se abrió en 1968, cuando los dos bloques principales comenzaron a buscar una
convivencia más o menos estable entre sus dos esferas de influencia geopolíticas. Ambos
bloques, para ese momento, sufrían divisiones internas: Estados Unidos (EE.UU), desde
1960, se defendía de la disidencia gaullista y del ascendente “Tercer Mundo”, mientras la
URSS era víctima de una creciente y rabiosa rebelión china que la acusaba de “social-
imperialismo” y le saboteaba su estrategia internacional.

El mundo ex colonial y en vías de desarrollo se constituyó como movimiento

“tercerista” entre el Este y el Oeste a partir de la Conferencia de Bandung de 1955


(cuando se autocalificó de “neutralista”) y la conferencia de Belgrado de 1961 en la que
adoptó el calificativo de “no alineado”, a la vez que se enriqueció con el ingrediente
yugoslavo, procedente no de la liberación del colonialismo occidental, sino de una
rebelión contra el neo-imperialismo soviético. En la década de los años 1970, mientras la
bipolaridad Este-Oeste se diluía por las contradicciones internas de los dos bloques, el
ascenso reivindicativo de los no alineados (rebautizados como “el Sur” en desarrollo
frente al “Norte” desarrollado) se volvió más pujante y por momentos casi opacó la
problemática de la Guerra Fría.

Sin embargo, a partir de 1980 comenzó a cambiar radicalmente el cuadro internacional.


Una crisis financiera internacional, acompañada de un profundo endeudamiento de los
países del “Sur”, devolvió el poder decisivo al mundo capitalista desarrollado cuyos
gobiernos claves adoptaron doctrinas y políticas agresivamente conservadoras. En esa
década, la Unión Soviética y su sistema comunista sufrieron un colapso total debido a que
su rigidez no les permitió ajustarse a las nuevas realidades científicas y técnicas de un
mundo “postindustrial”. Para el año 1990, el sistema internacional dejó de ser bipolar: el
Occidente había “ganado la Guerra Fría”.

El decenio comprendido entre 1990 y 2000 constituyó un “momento unipolar” dominado


por la hegemonía de Estados Unidos y sus socios de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN). A través del llamado “Consenso de

Washington”, este directorio del Occidente victorioso logró hacer prevalecer el paradigma
de la globalización económica neoliberal combinada con la promoción de la democracia
representativa y la defensa de los derechos humanos.
Pero a partir de 2001, el sistema internacional sufrió nuevas modificaciones. El reto del
terrorismo islamista, el ascenso de las llamadas potencias emergentes, y un
debilitamiento económico de Estados Unidos y los centros capitalistas tradicionales por la
recesión iniciada en 2008, configuraron un naciente orden pluripolar o de equilibrio entre
diversos centros de poder.

El cuadro geoestratégico actual

Estados Unidos conserva su posición de primera potencia mundial, no obstante el relativo


debilitamiento anteriormente señalado. Su supremacía militar sigue siendo incuestionable,
y pese a la recesión sufrida, su potencial económico y tecnológico mantiene el primer
puesto mundial. En la toma de decisiones estadounidense, sigue jugando un importante
papel el conjunto de grandes intereses financieros y militares que configuran la influencia
conservadora e “imperial” dentro del país.

En el plano geoestratégico, Estados Unidos da prioridad a los esfuerzos por controlar los
enormes recursos energéticos de Asia occidental y el norte de África, y en el resto del
mundo alienta el mantenimiento del status quo y procura aislar a los actores “forajidos”
que lo perturban. Sin embargo, su cohesión interna se ve afectada por un marcado
conflicto social y político entre corrientes conservadoras y liberales, y su actual presidente
encarna una tendencia autocrítica y realista: el país sabe que no puede arreglar todos los
problemas del mundo, que debe compartir responsabilidades con otros, y que le conviene
buscar arreglos de equilibrio de poder con sus ascendentes rivales, tales como China.

La gigantesca y dinámica nación china tiene por base económica un capitalismo de


Estado eficaz y pujante, dirigido políticamente por un partido único que combina
elementos doctrinarios marxistas, confucianos y neoliberales, y que procura reunir en su
seno a representantes de todos los sectores sociales y “fuerzas vivas”.

Mientras Estados Unidos, la Unión Europea y Japón se debaten desde el año 2008 en
una situación de contracción o recesión económica, China, junto con otras potencias
emergentes (India, Rusia, Brasil, Sudáfrica etc.) ha logrado mantener un ritmo de
crecimiento interanual muy elevado. La dinámica industrialización y diversificación
económica de China constituye actualmente el principal motor que mantiene en
funcionamiento la economía mundial pese a la recesión de sus . Presente en todos los
mercados, China extiende sistemáticamente sus tentáculos comerciales y multiplica sus
controles financieros sobre los recursos básicos y manufactureros del mundo. Su
diplomacia es suave en la forma, evitando roces innecesarios y prefiriendo un lenguaje
pragmático al enunciado de pretensiones hegemónicas. Sin embargo, fortalece su poder
militar y sobre todo naval, en previsión de una rivalidad de largo plazo con Estados Unidos
por el control estratégico del área Asia Oriental – Océano Pacífico. Rusia constituye otra
potencia emergente (o, más bien, re-emergente) que aspira compartir con Estados Unidos
la dirección estratégica del mundo. Aunque figuraba como la segunda potencia del mundo
durante la Guerra Fría, por la caída del comunismo sufrió una capitis diminutio, y durante
la década de los noventa fue percibida como país atrasado, con un capitalismo salvaje
usufructuado por una plutocracia corrupta mientras la mayoría de la población se hundía
en la pobreza.

Durante esa etapa, el Occidente mantuvo a Rusia bajo una suerte de cerco estratégico y
se esforzó por reducir su influencia en Europa del Este y en el Medio Oriente. Sin
embargo, desde 2002 en adelante, Rusia ha logrado reforzar su posición, sobre la base
de una gran expansión de sus exportaciones de petróleo y gas natural, junto con una
enérgica política de reafirmación de su condición de potencia internacional. En su plano
doméstico, el capitalismo privado irrestricto de la década anterior ha sido reemplazado por
un capitalismo bajo regulación estatal.

El actual presidente de Estados Unidos reconoce la necesidad de establecer bases de


sólida convivencia con Rusia y de reconocerle su esfera de influencia geopolítica en
Eurasia.

Hasta 1990, la Comunidad (hoy “Unión”) Europea (UE) jugaba un papel global autónomo
y competía con Estados Unidos por la conducción económica, cultural y estratégica del
mundo occidental. Como alternativas al recio capitalismo y la dura afirmación del poder de
EE.UU., la Comunidad Europea ofrecía modelos de economía social de mercado y de
“poder blando”. Aunque en lo esencial era aliada de Norteamérica, a veces fungía de
intermediaria o mediadora entre Washington y algunos de sus adversarios.
Paulatinamente ganaba creciente influencia sobre el “Sur” o mundo periférico. Sin
embargo, desde la década de los noventa, la Unión Europea ha ido encerrándose en su
propio ámbito geográfico, optando por su propia ampliación y consolidación regional, más
bien que por un rol más universal como entidad más pequeña y ágil. Por la creación, tal
vez prematura, de una moneda única (el euro), redujo su flexibilidad financiera y se apartó
del principio de la “cohesión” (compensación de asimetrías de desarrollo).

En el plano doctrinario se movió hacia posiciones más conservadoras y en proveniente


del Este y del Sur, desarrolló rasgos defensivos, con ocasionales dureció su trato
económico con el mundo en desarrollo. Ante la presión migratoria deformaciones
xenófobas. A todo ello se unió una crisis fiscal del área del euro, que pone en peligro la
unidad europea y ha disminuido el prestigio de la UE en el escenario global.

El mundo musulmán ha adquirido importancia en el plano estratégico global como área


inestable y preñada de potenciales conflictos y violencia. Irán, con su régimen teocrático
intolerante y su empeño en convertirse en potencia nuclear, es objeto de medidas
globales de vigilancia. Entre tanto, la llamada “primavera árabe” (movimiento democrático
dirigido contra gobiernos militares populistas de tendencia nacionalista laica), fue apoyada
por el Occidente que abriga la esperanza de que un avance democrático en la región
pueda favorecer sus intereses económicos y estratégicos. Sin embargo, la llamada
“primavera” podría resultar en un tránsito hacia una mayor influencia del islamismo tanto
en su versión extrema como en otras más moderadas y adquirir un cariz hostil hacia los
valores e intereses del liberalismo económico y político. El grupo de las potencias
emergentes llamadas “BRICS” (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), aunque repudia la
intransigencia iraní y teme al islamismo fanático, trata de frenar la política de injerencia de
la OTAN en el Medio Oriente, por temor de que la misma pudiese resultar en un
fortalecimiento desmedido del predominio neocolonial del Occidente, en detrimento de la
soberanía de Asia y otras regiones.

La posición de Venezuela en el escenario global: evaluación En tiempos de la


“Cuarta República”

En 1936, Venezuela inició su actuación diplomática de Estado (antes había sido expresión
de la voluntad personal de un caudillo), como país latinoamericano de escaso desarrollo
pero importante como productor de petróleo en medio de una crisis mundial pre-bélica. Su
diplomacia se movía dentro del espacio geopolítico del Atlántico Norte, con Estados
Unidos y Europa Occidental como sus únicos puntos de referencia. Con el apoyo casi
total de su población políticamente consciente, Venezuela actuó al servicio de la causa
internacional antifascista y prodemocrática, y en 1945 fue un respetado miembro fundador
de la ONU.

Desde ese mismo año y hasta 1948, Venezuela agregó al espacio del Atlántico Norte una
percepción geopolítica de Latinoamérica en su conjunto y tomó nota del ascendente
conflicto bipolar Este-Oeste, pero al mismo tiempo prestó atención al movimiento de
liberación post-colonial y aplicó sus principios democráticos y nacionalistas dentro del
ámbito hemisférico.

La Guerra Fría y la imposición de la estrategia global anticomunista de Estados Unidos


marcaron la diplomacia venezolana durante el período comprendido entre 1948 y 1957.
Internamente se produjo un retroceso hacia el autoritarismo militar de derecha, y en la
política exterior se observó –salvo escasas excepciones- una conducta de fidelidad a la
línea occidentalista represiva de Washington. Se volvió a los estrictos límites del Atlántico
Norte.

Durante el período democrático de cuarenta años de duración (1958-1998), Venezuela


ensanchó el espacio geopolítico de su diplomacia en conformidad con sus intereses
petroleros, y su acción externa abarcó -además del Atlántico Norte y Latinoamérica- el
vasto espacio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo -OPEP- (Medio
Oriente, Asia y África). Los tres valores básicos que inspiraron la política exterior
democrática fueron: la Democracia (su promoción internacional para defenderla
eficazmente en el país mismo), la Autonomía (como aspiración común de un mundo de
pueblos hermanos en vías de desarrollo), y la Seguridad (entendida como defensa de la
integridad territorial, incluidos reclamos históricos). Según las circunstancias variantes, en
diversas etapas de la era democrática se privilegió más el uno o el otro de estos tres
valores, sin jamás renegar de ninguno de ellos. En todo momento se mantuvo un
razonable equilibrio entre los principios ideológicos y los intereses nacionales concretos.

En tiempos de la “Quinta República”

La democracia constitucional y representativa que rigió al país durante cuarenta años en


un ambiente de tolerancia y pluralismo sufrió percances estructurales desde 1979, año en
el cual se inició el viraje conservador mundial antes mencionado, a la vez que comenzó a
cerrarse la “trampa de la deuda externa” de América Latina y el Tercer Mundo. Para
Venezuela comenzó una etapa de recesión económica contrastante con la bonanza de la
década de los setenta. Se profundizó el contraste entre altos y bajos ingresos y creció el
escepticismo con respecto al ejercicio de la democracia. Una serie de traumáticos
retrocesos económicos y políticos hizo disminuir la fe en los partidos democráticos, y en
las elecciones de 1998 fue elegido a la presidencia de la República un hombre que seis
años antes había encabezado un conato de golpe militar (inspirado en ideas mixtas de
extrema derecha y extrema izquierda) contra el orden constitucional.

El régimen inaugurado a comienzos de 1999 representó una radical ruptura con el orden
de la “Cuarta República”. En lugar de ubicarse bajo el signo de la Democracia, se ubicó
bajo el de la Revolución. En vez de invocar el interés nacional práctico, pretende
ideologizar completamente su política exterior. El maniqueísmo (visión de un mundo
tajantemente dividido entre “buenos” y “malos”) y el mesianismo (sentido de misión neo-
bolivariana para liberar a la humanidad de la opresión “imperial”) son las características
esenciales de la política exterior de la “Quinta República” (Sin embargo, como el interés
nacional exige conservar una estrecha asociación e interdependencia comercial con el
denostado “imperio”, existe la contradicción entre el antiimperialismo verbal y la
continuación de una dependencia económica tradicional).

Por el afán de independizar al país de la señalada dependencia y al mismo tiempo


promover un “orden multipolar” y el “socialismo”, la diplomacia de la “Quinta República” ha
tratado de reorientar las relaciones económicas y políticas hacia nuevos socios tales
como China, Rusia, Bielorrusia e Irán. En el propio ámbito latinoamericano, Venezuela en
alianza con Cuba promueve la hegemonía de una “Alianza Bolivariana de los Pueblos de
Nuestra América” (ALBA) con fines “antiimperialistas” financiados con enormes recursos
públicos venezolanos. Existe un sostenido esfuerzo por reorientar los flujos petroleros
venezolanos del mercado estadounidense hacia el mercado chino y con ese fin se han
suscrito acuerdos estratégicos a largo plazo (desproporcionadamente favorables para la
parte china). Rusia actúa como gran abastecedora de armas para la defensa de
Venezuela contra una hipotética “intervención” yanqui, e Irán ha asumido el papel de
aliado ideológico y práctico de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
(ALBA) en una cruzada internacional contra el “imperialismo” y el “sionismo”.

Muy alejada de cualquier limitación geográfica “noratlántica”, la diplomacia del actual


régimen venezolano se viene ejerciendo en el planeta entero, sin ningún orden de
prioridad entre áreas de mayor o menor interés. En la negociación de “alianzas
estratégicas”, las motivaciones ideológicas prevalecen sobre las consideraciones
prácticas: por ejemplo, se prefiere enviar petróleo a China (45 días de viaje) más bien que
a la costa este de Estados Unidos (5 días). Asimismo se deja de tener en cuenta las
consecuencias negativas indirectas que puede tener para el “good will” internacional
venezolano cualquier gesto agresivo contra aliados y amigos tradicionales.

La amistad política que el actual régimen venezolano cultivaba en sus primeros años de
ejercicio con gobiernos emergentes progresistas, como el de Brasil, se ha ido debilitando
y hoy la tendencia venezolana (o del ALBA) es percibida como rival y contraria a la
corriente emergente de izquierda democrática, que sí goza de amplio prestigio
internacional.

Alternativas de política para Venezuela en el escenario global Elementos tradicionales


y novedosos

En ciertos aspectos fundamentales, las relaciones exteriores de Venezuela han


conservado características inmutables. Hoy como hace setenta años Venezuela es un
país exportador (casi mono-exportador) de petróleo, con cierto grado de importancia
estratégica global derivada de ese hecho. Es un país latinoamericano, caribeño y del
Atlántico, “bisagra” entre los cuatro puntos cardinales y puerta de entrada a Suramérica
desde el Norte, y esta ubicación geográfica no puede dejar de influir en su estrategia
diplomática, impulsándola siempre a ser una nación “abierta” al resto del mundo. La
cultura nacional del país -hispano-mestiza con variados ingredientes migratorios bien
armonizados, predominante tendencia cristiana occidental y una marcada tradición de
tolerancia- no se ha modificado substancialmente pese a las nuevas veleidades
ideológicas oficiales. Existe una “relación especial” entre Venezuela y Estados Unidos,
como también entre Venezuela y los países de Europa del Sur, basada en estrechos
lazos humanos, culturales y económicos, que resiste a los enfrentamientos políticos
circunstanciales.

Por el otro lado, la experiencia política de los pasados trece años ha introducido
elementos novedosos que no dejan de ser significativos. Pese a la forma caótica y
voluntarista en que el gobierno central ha querido ignorar los vínculos externos
tradicionales y hacer que Venezuela esté “presente en todas partes del mundo”, sin duda
muchos de los nuevos contactos establecidos con socios geográficamente lejanos son
interesantes y pueden ser útiles y positivos para el interés nacional. En ningún caso se
debería adoptar una actitud tradicionalista y nostálgica del pasado, que quisiese romper
los vínculos novedosos y retroceder al “encierro” noratlántico de épocas pasadas. Tal
actitud ignoraría el hecho de que el mundo cambia sin cesar por una dinámica histórica
que sobrepasa los deseos subjetivos de los actores nacionales, e ignoraría también las
múltiples ventajas que una futura diplomacia venezolana moderna y ágil podría sacar del
hecho de disponer de muchos socios nuevos para diversificar las interdependencias
externas del país y adquirir mayor autonomía frente a hegemonías tradicionales. Ideas
para una síntesis constructiva

Se propone una política exterior que restablezca amistades tradicionales sin romper ni
descontinuar aquellos compromisos novedosos que -luego de una sensata revisión-
resulten ser de interés positivo para el país.

En primer lugar se debe recordar la necesidad de actuar globalmente como parte


integrante de la región latinoamericana. Para el país, ello implicaría: Poner fin al rol
divisionista que el actual régimen venezolano ha jugado a la cabeza del ALBA, insertarse
constructivamente y sin ínfulas mesiánicas en la labor de impulsar la integración y la
concertación de América Latina, redimensionar sus compromisos financieros con países
hermanos, re-equilibrar sus vínculos geopolíticos dentro de la región, y jugar un papel
digno como promotor de un desarrollo latinoamericano autónomo con democracia y
equidad social.

Con Estados Unidos es necesario establecer una renovada relación de amistad y respeto
mutuo. Conviene reconocer sin complejos la especial importancia que para Venezuela y el
mundo tienen la política, la economía, la ciencia y la cultura norteamericanas. En caso de
conflictos de intereses u opiniones, hay que aplicar la fórmula de un gran ex presidente
democrático de Venezuela: “Firmeza sin desplantes provocadores”. Al mismo tiempo debe
recordarse que ha pasado la época de la hegemonía unipolar exclusiva de Estados
Unidos. Esa potencia sigue siendo “primus inter pares” en la palestra mundial (sobre todo
en el plano de la defensa y la seguridad), pero el sistema internacional evoluciona hacia
una estructura de equilibrio multipolar.

La Unión Europea probablemente superará sus actuales dificultades económicas y


políticas, y volverá a jugar un papel significativo y dinámico en el sistema internacional.
Como en el pasado y el presente, las relaciones venezolanoeuropeas seguirán teniendo
enorme importancia, no sólo por la participación de grandes comunidades inmigratorias
europeas en el quehacer nacional, y por la importancia del intercambio económico,
científico y cultural existente, sino también porque Europa ofrece un modelo de
democracia política y social sumamente atractivo y acorde con las necesidades de
Venezuela. Con su “economía social de mercado”, aceptable tanto para demócratas de
centroderecha como de centroizquierda, presenta una alternativa al recio capitalismo
individualista de Estados Unidos y ofrece enseñanzas para la construcción de un modelo
de desarrollo que combine el crecimiento productivo con el avance de la inclusión social.

Es necesario reconocer la creciente importancia de China tanto para Venezuela como


para el mundo, y continuar las activas relaciones que el actual régimen ha establecido con
ese país. Ello se facilita por el hecho de que el gobierno chino jamás ha hecho profesión
de fe “chavista”, más bien, siempre ha enfatizado el carácter pragmático de sus relaciones
con Venezuela. Para poder continuar fructíferamente las relaciones con China, será
necesario, sin embargo, someter a rigurosa revisión algunos acuerdos y exigir con firmeza
la renegociación de los mismos. La fórmula de la “firmeza sin desplantes” debería ser
aplicable en este caso como en el de Estados Unidos. De cualquier forma, el intercambio
económico, técnico y cultural con China debería seguir creciendo, sin apresuramiento ni
inhibiciones. Las futuras relaciones de una Venezuela democrática con Rusia sin duda
deberán sufrir algunos cambios. Seguramente el país deberá dejar de ser un compulsivo
comprador de armamento ruso y concentrarse más en el aspecto energético: como gran
productora y exportadora de petróleo y gas natural, Rusia tiene intereses y actividades
muy afines a los de Venezuela. Aparte del aspecto energético, los dos países pueden
desarrollar y diversificar sus intercambios y cooperación en otras áreas económicas,
técnicas y culturales.

El Medio Oriente, el mundo islámico y el universo de la OPEP necesariamente


constituirán otra importante área de las futuras relaciones exteriores globales de
Venezuela. El país deberá privilegiar su interés (y en ello coincidir con Arabia Saudita y
algunos otros países) en conservar el carácter apolítico de la OPEP. Igualmente, deberá
simpatizar con los movimientos democratizadores del mundo árabe y preocuparse ante
las señales de fortalecimiento del islamismo político en sus variantes extremistas. Sin
duda será necesario enfriar las relaciones con el actual régimen de Irán. Una de las
primeras iniciativas del futuro gobierno democrático venezolano será la normalización de
las relaciones con el Estado de Israel y la adopción de una política imparcial y
constructiva en lo concerniente al problema israelí-palestino.

Por último, la futura diplomacia de la Venezuela democrática prestará atención a las


iniciativas del grupo BRICS, integrado por los países “emergentes”. Este grupo tiene
posiciones interesantes en los debates globales sobre comercio, finanzas, desarrollo y
cambio climático, continuadores históricos del “diálogo Norte-Sur” que Venezuela tan
activamente promovió durante los años setenta del siglo XX.

Geografía de Venezuela El territorio continental de Venezuela está ubicado en la parte


septentrional de Sudamérica, su límite sur está muy cerca del ecuador terrestre, por tanto
forma parte de la zona intertropical. Sus límites geográficos son: Mar Caribe (norte),
Colombia y Brasil (sur), Guyana (este) y Colombia (oeste).

Para ver la pagina, de geografia del Estado Anzoategui, haga clic en el siguiente enlace

Frontera marítima Su Mar Patrimonial le otorga fronteras con los mares territoriales de: la
República Dominicana, las Antillas Neerlandesas, Puerto Rico, las Islas Vírgenes
Británicas y Estadounidenses, Martinica, Guadalupe y Trinidad y Tobago. El territorio
comprendido entre el límite oficial con Guyana (Río Cuyuní) y el río Esequibo comprende
un extensa zona que Venezuela reclama como propia, conocida como la Guayana
Esequiba.

Tomando como referencia el centro geográfico del territorio continental venezolano, el


área que se encuentra exactamente al otro lado del globo terráqueo es la Península de
Malaca, en el Sudeste Asiático, específicamente la región sur de Tailandia.

¿Dónde está ubicada Venezuela geográficamente?

La República Bolivariana de Venezuela está localizada el norte de América del Sur. Limita
al norte con el mar Caribe, al este con el océano Atlántico y Guyana, al sur con Brasil y al
suroeste y oeste con Colombia.Venezuela está ubicada en la parte septentrional de
Sudamérica, muy cerca del Ecuador y en la zona intertropical.

Los límites de Venezuela son: Por el norte: El mar Caribe es el componente limítrofe
más complejo del país. Sobre él se han establecido límites con los mares territoriales de:
Trinidad y Tobago, Francia, los Países Bajos, Estados Unidos de América, República
Dominicana, Bonaire, Curazao y Aruba.

Por el sur: Limita con Colombia y Brasil.

Por el este: Limita con Guyana y el océano Atlántico.

Por el oeste: Limita con Colombia.


En geografía, hay dos grandes formas de dividir un territorio. La primera de ellas es la
división física, en donde se definen regiones con características similares, de punto de
vista de relieve, vegetación y clima. La segunda, es la división política, en donde se divide
el territorio en estados, los cuales tienen una administración propia (gobernadores,
asambleas legislativas, etc...).

División Física

El territorio se divide en 9 regiones geográficas, a saber:

• Cordillera Central

• Cordillera Oriental

• Sistema Coriano

• Lago de Maracaibo

• Los Andes

• Los Llanos

• Sistema Deltáico

• Sur del Orinoco: La Guayana

• Las Islas: Nueva Esparta y Dependencias Federales

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