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Derecho administrativo
TRABAJO APLICATIVO
PROMOCIÓN
DOCENTE
ESTUDIANTE
AÑO -2022
INTRODUCCIÓN
Hay que tener en cuenta que los principios del derecho son enunciados
normativos que expresan un juicio acerca de la conducta a seguir en cierta
situación o sobre otras normas del ordenamiento jurídico. Cada uno de estos
principios es un criterio que expresa un deber de conducta para los individuos, el
principio o un estándar para el resto de las normas. El hacer cumplir los deberes
del individuo es su prioridad.
En una entrevista al Dr. Danós que es uno de los autores del texto de la ley ,decía:
Que es un tanto difícil establecer diferencias entre actos administrativos y actos de
administración, en razón de lo cual la ley 27444 ha preferido utilizar el término actos
de administración interna, y el numeral 1.2.1 del Título Preliminar señala que los
principios generales de esta ley rigen también a los actos de administración interna,
entendiéndose como tales los destinados a organizar o hacer funcionar sus propias
actividades o servicios, en consecuencia, estos actos continuarán siendo
discrecionales pero esta discrecionalidad estará limitada por los principios
Otra de las medidas que obedecen a este principio es que el procedimiento debe
durar un máximo de 30 días hábiles, CONTRARIO SENSU los procedimientos
deben resolverse antes de los 30 días, decir fijar plazos menores sin que esto
menoscabe la función de control ni desnaturalice los fines propios de los entes
administrativos.
Al igual que en proceso judicial donde se indica que justicia que tarda no es justicia,
en el procedimiento administrativo se debe de desarrollar dentro de un plazo
razonable, evitando actuaciones de, mala fe por las partes.
Por otro lado, está claro que el principio de celeridad no es un principio exclusivo
del Procedimiento Administrativo en General; sino, le es propio de la teoría general
de proceso; y en tal razón es aplicable en todas las formas de proceso y
procedimiento en general.
Por otro lado, es necesario dejar establecido que, por el hecho de hacer célere el
procedimiento, el principio de celeridad, no transgrede los derechos y garantías que
son propias de la manifestación del debido procedimiento administrativo, ya que, lo
que tiene por finalidad es hacer que avance el procedimiento de manera adecuada
y segura, sin perder de vista la rapidez para satisfacer los intereses de los
justiciables; por lo que, se sostiene su relación concreta con el principio de
economía procesal.
El articulo IV numeral 1.10 de la ley 27444 dice: “Los sujetos del procedimiento
administrativo deben hacer prevalecer el cumplimiento de la finalidad del acto
procedimental, sobre aquellos formalismos cuya realización no incida en su validez,
no determinen aspectos importantes en la decisión final, no disminuyan las
garantías del procedimiento, ni causen indefensión a los administrados.
En todos los supuestos de aplicación de este principio, la finalidad del acto que se
privilegie sobre las formalidades no esenciales deberá ajustarse al marco normativo
aplicable y su validez será una garantía de la finalidad pública que se busca
satisfacer con la aplicación de este principio.”
Entonces en este sentido se puede decir que este principio persigue que el
procedimiento administrativo cumpla los fines para los cuales ha sido creado, esto
es el pronunciamiento oportuno, fundamentado en derecho y dentro de una
secuencia procedimental pre establecida. Esto implica la eliminación de los
formalismos que no incidan directamente sobre el fin que persigue el procedimiento
o no “determinan aspectos importantes en la decisión final, ni disminuyan las
garantías del procedimiento, ni causen indefensión al administrado” como se lee en
el texto de la Ley.
Por lo que se puede afirmar que la eficacia administrativa es un criterio que conduce
de manera natural la actuación de los órganos que integran la Administración
Pública, en virtud de que la comprensión de la función ejecutiva del Estado debe
partir de la premisa de que tal actividad de gobierno se encuentra orientada por una
serie de principios que delimitan su organización y su modo de actuar, dentro de
los cuales la eficacia es su eje medular.
Esta última afirmación es corroborada por Gladys Camacho, quien señala que una
de las preocupaciones del agotamiento del Estado de bienestar, es la valoración de
la eficacia y eficiencia con la que los poderes públicos cumplen con las tareas de
gobierno, la cual, explica, surge como una necesidad de legitimar las actuaciones
y decisiones públicas. Agregando que, la Administración pública es uno de los
poderes más presionados por cumplir estas exigencias, porque constituye el
instrumento fundamental para la actuación del Estado
b) COLOMBIA:
V. DERECHO COMPARADO
a) HONDURAS;
b) ARGENTINA:
d) ECUADOR:
e) BRASIL:
Entonces:
Con la Ley del Perú de 2001 se produjo un avance fundamental en este proceso de
positivización de los principios del procedimiento administrativo, al precisar en el
artículo IV del Título Preliminar que el procedimiento administrativo, sin perjuicio de
la vigencia de otros principios general del derecho administrativo, se sustenta
fundamentalmente en los siguientes principios, que se enumeran a título
enunciativo y no taxativo: principio de legalidad; principio del debido procedimiento;
principio del impulso de oficio; principio de razonabilidad; principio de imparcialidad;
principio de informalismo; principio de presunción de veracidad; principio de
conducta procedimental; principio de celeridad; principio de eficacia; principio de
verdad material; principio de participación; principio de simplicidad; principio de
uniformidad; principio de predictibilidad; principio de privilegio de controles
posteriores. Una enunciación similar, de carácter exhaustivo se puede encontrar en
la Ley de Bolivia de 2002, en la cual el artículo 4 enumera e incluso define los
siguientes principios a los que debe sujetarse la Administración Pública:
En la Ley No 38 de Panamá, entre las misiones de la Procuraduría de la
Administración se indica la “coadyuvar a que la Administración Pública desarrolle
sugestión con estricto apego a los principios de legalidad, calidad, transparencia,
eficiencia, eficacia y moralidad en la prestación de los servicios públicos” (art. 3,2);
y luego en su artículo 34 se precisa que “las actuaciones administrativas en todas
las entidades públicas se efectuarán con arreglo a normas de informalidad,
imparcialidad, uniformidad, economía, celeridad y eficacia, garantizando la
realización oportuna de la función administrativa, sin menoscabo del debido
proceso legal, con objetividad y con apego al principio de estricta legalidad.”
Pero por supuesto, mucho más importante que la sola enumeración de los
principios, es la definición en los textos legales del contenido de los mismos, como
ocurre con el artículo 4 de la Ley de Bolivia antes mencionado. Es lo que hacen el
Código colombiano (art. 2) y más extensamente, la Ley del Perú, en la cual su
artículo IV,1.2 del Título Preliminar dispuso que los administrados deben gozar de
todos los derechos y garantías inherentes al debido procedimiento administrativo,
el cual se rige por los principios de derecho administrativo, que comprende el
derecho a exponer sus argumentos, a ofrecer y producir pruebas y a obtener una
decisión motivada y fundada en derecho.
Por otra parte, al referirse al principio de celeridad, el mismo artículo 2 del Código
colombiano señala que en virtud del mismo:
La Ley del Perú, por su parte, en relación con este mismo principio de celeridad,
dispuso en el artículo IV, 1.9 del Título Preliminar, como obligación para quienes
participan en el procedimiento, el que deben ajustar su actuación de tal modo que:
La Ley del Perú, en relación con este principio de la eficacia, en el mismo artículo
IV del Título Preliminar, es aún más explícita, al señalar:
Por lo que, en América Latina, antes de que se comenzaran a dictar las leyes
generales sobre procedimientos administrativos, la mayoría de los principios antes
mencionados, se habían venido construyendo, con la ayuda de la doctrina y sin
texto normativo expreso, como consecuencia de la labor del juez contencioso-
administrativo. Por ello es que el derecho administrativo en América Latina puede
dividirse en las dos etapas antes mencionadas: antes y después de las leyes que
han regulado todos esos principios, los cuales, antes, habían sido creación de la
jurisprudencia, y delineados por la doctrina. En todo caso, a medida que estos
principios se han ido estableciendo en textos legales expresos, se han reforzado
los instrumentos que le han permitido al juez ejercer con mayor precisión el control
de legalidad, catapultándose, en consecuencia, tanto la jurisprudencia como la
doctrina.
Raúl Ferrero R., Ciencia Política: Teoría del Estado y Derecho Constitucional.
Editora Jurídica Grijley E.I.R.L., 9° Edición, 2003.
Prólogo de Juan Carlos Morón Urbina, Ley del Procedimiento Administrativo Legal,
1° edic., Normas Legales 2008, Gaceta Jurídica S.A., pág. 19.
Jarama Castillo, Z. V., Vásquez Chávez, J. E., & Durán Ocampo, A. R. (2019). El
principio de celeridad en el código orgánico general de procesos, consecuencias
en la audiencia. Universidad y Sociedad, 11(1), 314-323. Recuperado de
http://rus.ucf.edu.cu/index.php/rus