Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La filosofía de Nietzsche ofrece una crítica al pensamiento filosófico tradicional que abarca
desde Sócrates y Platón hasta el idealismo alemán. Al ser un filósofo intempestivo, su prosa
no se adaptó a los cánones de su época y tuvo más bien influencia en pensadores ulteriores
como lo serían, por ejemplo, Michel Foucault, Gilles Deleuze y Hannah Arendt. Sin
embargo, es posible reconocer su presencia en algunos de sus contemporáneos y a la vez
teóricos fundacionales de paradigmas que siguen siendo objeto de estudio en la actualidad.
Así, tanto en la sociología de Max Weber como en el psicoanálisis de Freud, Nietzsche
funge como una inspiración y una referencia. Por cuestiones que atienden al presente
ensayo, nos concentraremos en Max Weber y se dejará al psicoanálisis de lado.
De acuerdo con Hennis (1987), “el propio Weber entró en contacto con los escritos
de Nietzsche durante el primer lustro de 1890, y esa lectura le llevó a modificar
profundamente su estilo; mientras que en 1892 Weber practicaba una escritura de jurista y
economista, en 1894 escribía como crítico de la cultura”. En este ensayo se explicarán
algunos de los postulados fundamentales de la crítica nietzscheana a los valores y al
conocimiento, para después ubicar su influencia en las obras tanto de Max Weber como de
Hannah Arendt, esta última seleccionada con la posibilidad de ilustrar rasgos actuales de la
política.
Nihilismo
La tarea que se propuso Nietzsche fue la de demoler aquellos ideales que el humano
había forjado “erigiendo una antítesis entre el fantasma creado en su cerebro y los afectos
experimentados en todo su dimensión psicofisiológica” (Grave). Para el autor de la
Genealogía de la moral, la realidad se encuentra carente de valor y de sentido en sí misma,
y es el humano quien levanta un mundo ideal, metafísico y moral, frente a ella, un mundo
que, aunque ficticio, tiene consecuencias devastadoras. Asimismo, según Nietzsche, la
moral ha proscrito numerosos objetos de conocimiento que no entran o alcanzan un lugar
muy bajo dentro de sus jerarquías. Siguiendo a Crescenciano Grave, la tarea del filósofo
intempestivo es estudiar lo proscrito porque: “lo proscrito accede al lenguaje poniendo al
descubierto lo problemático de la verdad que los impulsos creadores de la vida recogidos y
alterados en ese mismo pensamiento y lenguaje expresan y que, en tanto devenir
insondable, permanece ausente”.
Perspectivismo
Max Weber
En lo anterior encontramos una clara conexión con la crítica de Nietzsche hacia los
valores inmutables fundamentados por la razón, y también una relación con su filosofía
perspectivista, en especial cuando Weber identifica “la existencia de múltiples valores, de
múltiples ideales últimos, cuya validez no se puede establecer desde principios racionales”
(Abellán, 2011). Al respecto, Weber explica:
“El destino de una civilización que ha probado del árbol del conocimiento es tener
que saber que no podemos deducir el sentido del mundo a partir de los resultados de la
investigación del mundo, por muy completa que ésta fuera, sino que debemos ser capaces
de crearlo por nosotros mismos; y que las concepciones del mundo nunca pueden ser el
resultado de un conocimiento empírico progresivo; y, por tanto, que los ideales supremos
que más nos conmueven siempre actúan en lucha con otros ideales, que son tan sagrados
como los nuestros” (Weber, 2009).
Para Weber, al igual que Nietzsche, los valores se encuentran en constante lucha y
representan una multiplicidad de poderes que, paulatinamente, han sido racionalizados
hasta presentarse sin ropajes metafísicos. Al mostrar que los fundamentos de dichos valores
son una interpretación del mundo, para Weber, al igual que Nietzsche, la tarea del
individuo consistirá en elegir entre los que más le convengan, aunque, en ocasiones, en este
proceso de conformación de una estructura de valores, influyan estructuras externas al
individuo. De igual forma y en concordancia con Nietzsche, Weber afirma que la
compresión científica del mundo no es suficiente para el hombre, “pues éste no sólo es un
ser que conoce sino también un ser que actúa, que toma posiciones respecto al mundo”
(Abellán, 2011). La transvaloración de los valores se vuelve fundamental para el individuo.
Dicho esto, la política en Weber aparece como el terreno en el que diversos valores
se encuentran en disputa, es decir, que la política es una lucha por el poder y también un
medio que es utilizado para distintos fines. De acuerdo con Abellán, “el poder -y por tanto
la política- no deriva su justificación de ninguno de los objetivos posibles para los que se
puede utilizar ni de ningún principio racional evidente previo”. De esta manera, la política
se vuelve un territorio en el que impera la libre elección de fines y objetivos.
Hannah Arendt
Arendt centra uno de sus debates en la relación existente entre verdad y política. “Para
Arendt ya no existe en la actualidad el viejo conflicto entre la verdad y la política tal como
se había planteado desde la perspectiva de la verdad de las religiones reveladas o desde la
perspectiva de la verdad del filósofo” (Abellán, 2011). Si Arendt ya no considera posible, a
la manera de Platón, la unión entre verdad y política, es debido a que para su época el
pensamiento nietzscheano ya ha alcanzado alto reconocimiento. No obstante, para Arendt
es importante recalcar que el establecimiento de una política basada en el bien y la justicia
(valores) elimina la esencia de la política. Siguiendo a Abellán, para Arendt el espacio
político es el de “las opiniones cambiables y las mentiras estratégicas”.
Palabras finales