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ANÁLISIS

El escritor y filósofo Fernando Savater en su libro Las Preguntas de la


Vida nos da un breve resumen que trata sobre el propósito de este libro es
por un lado muy modesto y por otro desmesuradamente ambicioso.

Modesto porque se contentaría con servir como lectura inicial para los
alumnos que deben acercarse por primera y quizás última vez a los temas
básicos de la filosofía occidental, planteados no de forma histórica sino como
preguntas o problemas vitales. En este sentido, pretende atender fielmente
aunque con cierta rebeldía tranquilo personal a las indicaciones sobre esta
asignatura dictadas por las administraciones educativas.

Pero también desmesuradamente ambicioso, puesto que no renuncia a


servir como invitación o advertencia a la filosofía para cualquier deshonesto
interesado en conocer algo de esta venerable tradición intelectual nacida en
Grecia. Sobre todo me dirijo a quienes no se preocupan tanto por ella sólo en
cuanta venerable tradición sino como un modo de reflexión aún vigente, que
puede serles útil en sus vidas cotidianas.

Seguidamente mi análisis va vasado en dos capítulos y el primero trata


sobre “Las Verdades de la Razón” y se refiere a en que todos siempre en
nuestras vidas se nos ocurren preguntas a las que no encontramos
contestación, según el libro se debe de empezar por hacer un propio examen
de los conocimientos que creemos tener, y sobre ellos nos debemos hacer tres
preguntas:

¿Cómo los he obtenido?, ¿Hasta qué punto estoy seguro de ellos?, ¿Cómo
puedo ampliarlos, mejorarlos o cambiarlos por otros más fiables?

Unas cosas las sabemos porque nos las han dicho otros, o nuestros
padres o conocidos. Pero casi nunca tenemos certeza acerca de las preguntas
que nos surgen con respecto a los temas comentados. Otras cosas se saben
porque las hemos estudiado. Pero también hay una gran parte de estos
conocimientos que están formados gracias a nuestras propias experiencias,
como por ejemplo que el fuego quema y que el agua moja. Debemos de pensar
de vez en cuando algunas cosas de las que crees saber, y compararlas con
otros conocimientos. La razón es el procedimiento que utilizo para organizar
las noticias que recibo.

El objetivo del método racional es establecer la verdad, es decir, la


mayor concordancia entre lo que creemos y lo que es realmente. La verdad se
busca mediante el examen racional de nuestros conocimientos. Cada cual
tiene derecho a sus propias opiniones y que intentar buscar la verdad es una
pretensión dogmática casi totalitaria. Debemos pensar la vida, es decir,
conocerla mejor a ella, a cuanto contiene y a cuanto significa. Tenemos
múltiples fuentes de conocimiento; pero todas deben pasar por nuestro
examen llamado razón. Resumiendo este Segundo Capitulo a la vida diaria y
cotidiana, pienso que no podemos establecer una verdad absoluta y universal,
pero eso no quiere decir que no exista, sino que se amoldará según los
criterios de la persona. Pero antes de cuestionar la validez de una verdad,
hemos de encontrarla y no todo el mundo tiene esa capacidad. Lo que está
claro, es que una vez que encontremos esta verdad, hallaremos la respuesta
a numerosas preguntas acerca de nuestra vida.

Por último, el segundo capítulo trata sobre “La Libertad en Acción” y


dice que el hombre habita en el mundo, porque actuamos en él con el resto de
seres humanos y vivos; es decir que entonces es saber el significado de actuar
antes de hacer algo siempre se piensa antes y después es cuando se actúa.
Tampoco la noción de la palabra “voluntario”, ya que nos surgen nuevas
dudas. Se puede definir de todas formas como lo que uno hace porque quieres
hacerlo, tras haberlo realizado.

La libertad quizás resulte únicamente una ilusión, que es algo irreal e


imposible. El término libertad suele recibir tres usos diferentes, que se suelen
confundir en debates: La libertad como disponibilidad para actuar de acuerdo
con los propios deseos o proyectos. Libertad de querer lo que quieres y no
sólo de hacer lo que quieres. La libertad de querer lo que no queremos y de
no querer lo que de hecho queremos.

La cuestión de la responsabilidad proviene de mucho antes. En


mentalidades cristianas se aprecia la libertad también de un modo en el que
hay que resignarse en gran medida, y ser libre es responder por nuestros actos
y siempre se responde ante los otros, como víctimas, testigos o jueces. El
hombre parece ser el único animal que puede estar descontento consigo
mismo.

En mi opinión, considero que el concepto de libertad está íntimamente


ligado al ser humano. De hecho, somos el único ser vivo realmente libre,
porque tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacernos a nosotros
mismos. Este capítulo es de gran interés y su contenido me parece
especialmente bien descrito y desarrollado. Yo haría especial hincapié en las
ideas de Hume: Las acciones deben ser libres para que alguien responda de
cada una de ellas. El sujeto es libre para hacerlas aunque no para
desprenderse de sus consecuencias. La responsabilidad por las propias
acciones es algo de lo que nunca jamás nos podremos librar. Somos libres de
elegir, sí, pero siempre tendremos que acarrear las consecuencias de nuestra
elecciones y acciones.
KENNY CORTEZ
C.I. V-16.000.933

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