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Quema de Libros y Censura a Través de la Historia.

I Había una vez, un libro


Hablar del libro es hablar de la historia de la Humanidad. Pocos inventos tienen, aún a la
fecha, la importancia, el protagonismo del humildísimo libro. Desde su concepción inicial
como tablilla de barro cocido hasta los modernos libros electrónicos, el libro ha sido
confiable y eficaz vehículo de pensamientos, emociones, ideas e historias a lo largo de,
más o menos, 5 mil años. Es en los libros donde se palpa el pulso de la Humanidad en su
conjunto y de los humanos en particular.
El libro ha sido protagonista en los capítulos más gloriosos de la historia humana, pero
también en las más oscuras etapas. Hablar de su evolución como objeto y herramienta
nos llevaría muchísimo tiempo y miles de líneas. Casi todo se ha dicho ya sobre su valor e
importancia en el desarrollo de la Humanidad. Hablar de un libro, de los libros, es traer a
la mente uno de los arquetipos/ íconos más fuertemente arraigados en nuestra memoria e
inconsciente colectivos, en nuestro ADN mismo. Es la invención del libro, resultado por
demás natural después de la invención de la lectura y la escritura, uno de los grandes
triunfos definitorios del Hombre como especie. Es el libro el que permite añadirle
definitivamente el apellido Sapiens al nombre Homo.
Es el libro algo tan fundamental en la vida humana, que no podríamos entender el
desarrollo, propagación y evolución de las ideas sin él.

II La biblioteca como almacén de información vital para entender nuestras


sociedades.
Desde el principio, desde el momento en que los humanos se juntaron por primera vez en
comunidades organizadas, con la necesidad de comunicarse entre sí, se ha creado
conocimiento y se ha registrado información. En las comunidades más antiguas esto
comenzó como información oral, y el único registro permanente que tenemos actualmente
existe en forma de imágenes: pinturas en las paredes de las cuevas o símbolos
excavados en las piedras. No tenemos idea de los motivos detrás de estas marcas,
incluso los antropólogos y arqueólogos solo pueden adivinar y hacer conjeturas. Para
cuando llegamos a la Edad de Bronce, las comunidades ya se estaban volviendo mejor
organizadas y más sofisticadas. A medida que los grupos de nómadas se establecían en
un lugar fijo, involucrados en la agricultura y el pastoreo, más o menos desde el año 3000

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AEC, los humanos comenzamos a llevar registros escritos. Desde estos primeros
archivos, y en los documentos que se encuentran en ellos, tenemos una sorprendente
cantidad de detalles sobre cómo operaban esas sociedades. Al mismo tiempo, en otros
documentos, las personas comenzaron a registrar sus pensamientos, ideas,
observaciones e historias. Y ya las bibliotecas más antiguas conservaban estos
documentos, en tablillas de barro primero y rollos de papiro y pergamino después.
Esta primitiva organización del conocimiento pronto requirió el desarrollo de habilidades
especializadas, que incluían el registro de conocimientos y técnicas para copiar. Con el
tiempo, estas tareas dieron origen a la creación de roles profesionales, vagamente
similares a los de bibliotecarios y archivistas. “Bibliotecario” proviene de la palabra griega
bibliothēkē, literalmente “repositorio de libros”, de biblion “libro” y thēkē "caja, baúl, funda".
“Archivista” proviene del latín archivum, que se refiere tanto a los registros escritos como
al lugar donde se guardan. Los orígenes de esta palabra derivan del griego archeia que
significa "registros públicos".
Las antiguas civilizaciones crearon cuerpos de conocimiento y desarrollaron habilidades
para organizarlos, muchos de los cuales reconocemos todavía hoy, como catálogos y
metadatos.
En la antigua Grecia y Roma, “las bibliotecas estaban disponibles para el público en
general (…) y comenzó a extenderse la creencia de que el acceso al conocimiento es un
elemento esencial de una sociedad saludable”1. Todavía hasta hoy sobrevive una lista de
los bibliotecarios en jefe de la Gran Biblioteca de Alejandría durante los siglos III y II AEC,
como Apolonio de Rodas (cuyo poema épico sobre Jasón y el Vellocino de Oro inspiró la
Eneida) y Aristófanes de Bizancio (genial personaje dueño de una memoria prodigiosa)2.

Los “almacenes de conocimiento” han sido parte integral del desarrollo de las sociedades
desde sus inicios. Aunque las tecnologías de creación de conocimiento y las técnicas de
preservación se han modificado radicalmente, sus funciones centrales han cambiado
poco, sorprendentemente. En primer lugar, las bibliotecas y los archivos recopilan,
organizan y preservan el conocimiento. A través de obsequios, transferencias, compras e
incluso robo sistemático, desde siempre han acumulado tablillas, pergaminos, libros,
diarios, manuscritos, fotografías y muchos otros medios para documentar la civilización.

1 - Polastron, L. X. (2004) Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecas. (Primera


Edición Electrónica 2015). Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. pp 30

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2 -Vallejo, I. (2019) El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo. (ePub base r2.1).
Madrid: Titivillus Editor Digital. pp 131

Hoy, estos formatos se expanden a través de medios digitales, desde archivos de


procesamiento de texto hasta correos electrónicos, páginas web y redes sociales.

En la antigüedad y el período medieval, el trabajo de organizar bibliotecas tenía


connotaciones sagradas: los archivos de los antiguos reinos de Mesopotamia a menudo
se guardaban en templos. Posteriormente, mediante el desarrollo y la publicación de sus
catálogos, la provisión de salas de lectura, el patrocinio de becas, la publicación de libros,
la organización de exposiciones y, más recientemente, la digitalización, las bibliotecas y
los archivos han sido parte de la historia de la difusión de ideas. La creación de
bibliotecas nacionales a partir del siglo XVIII y de bibliotecas públicas a partir del siglo XIX
ha ampliado enormemente el papel de estas instituciones en la transformación de la
sociedad.

El motivo principal de esto es la preservación. A estas alturas, ya comprobamos que el


conocimiento puede ser vulnerable, frágil, inestable. El papiro, el papel y el pergamino son
altamente combustibles. El agua puede dañarlos también con mucha facilidad, al igual
que el moho estimulado por la humedad. Libros y documentos pueden ser robados,
desfigurados y alterados. La existencia de archivos digitales puede ser aún más efímera,
debido a la obsolescencia tecnológica, la inmaterialidad de los medios de almacenamiento
magnético y la vulnerabilidad de todo el conocimiento almacenado “en la nube”.

Como se ha dado cuenta cualquiera que haya encontrado un enlace web roto, no puede
haber acceso sin preservación. Los archivos son diferentes de las bibliotecas. Las
bibliotecas son acumulaciones de conocimiento, construidas libro a libro, muchas veces
con un propósito estratégico, mientras que los archivos documentan directamente las
acciones y procesos de toma de decisiones de instituciones, administraciones y
gobiernos.

Las bibliotecas a menudo también tienen parte de este material, pero los archivos están,
por su naturaleza, llenos de información, a menudo de carácter mundano, que no está
destinado a ser leído por una audiencia masiva. Mientras que las bibliotecas se ocupan de
ideas, historias, descubrimientos, imaginaciones; los archivos detallan las cosas rutinarias
pero vitales de la vida cotidiana: la propiedad de la tierra, las importaciones y
exportaciones, las actas de los comités y los impuestos.

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La otra cara de esto, por supuesto, es que la importancia de los libros y el material de
archivo es reconocida no solo por aquellos que desean proteger el conocimiento, sino
también por aquellos que desean destruirlo. A lo largo de la historia, las bibliotecas y los
archivos han sido objeto de múltiples y variados ataques. Muchas veces a lo largo de la
historia, los bibliotecarios y archiveros han arriesgado y perdido la vida por la preservación
del conocimiento. Exploraremos aquí un par de episodios clave de la historia para resaltar
diferentes motivaciones para la destrucción de los depósitos de conocimiento y como la
Humanidad ha resistido desde siempre la “Biblioclastia”, el “Librocidio”.

III. Poder, Violencia y Censura como constantes en la historia de la Humanidad

III.I Los libros son las voces que otros nos dejan. A lo largo de la historia se han dado
muchos casos de libros censurados porque no coincidían con las ideas del momento,
eran extremadamente disruptivos o simplemente ponían sobre la mesa verdades
incómodas para los que detentan el poder. Uno a menudo puede pensar directamente en
la Iglesia Católica como el principal censor de libros (el caso de su documento titulado
Index librorum prohibitorum et expurgatorum)3, pero hubo una enorme cantidad de
gobiernos que también contribuyeron a la tarea de aumentar la lista de libros censurados.

La censura es un reconocimiento implícito del poder de las palabras y las imágenes, es


difícil de definir. El lenguaje es poderoso, y el impulso de silenciarlo afirma ese poder. El
habla inspira, disuade, persuade, cataliza la acción para construir o rebelarse. Muchas
definiciones y significados de censura parecen estar en conflicto. Facebook por ejemplo,
actualmente, censura un millón de posts diariamente, al mismo tiempo que se presenta
como un bastión de la libertad de expresión.

La tolerancia significa ser indulgente con las voces disidentes, aun cuando a veces
generen disonancias y angustia. La supresión es la reacción instintiva más común para
detener la amenaza percibida de un discurso potencialmente dañino. Los gobiernos y las
órdenes religiosas se han apresurado siempre a censurar porque entienden el poder del
lenguaje. En numerosas historias de origen, el lenguaje fue el instrumento por el cual los
seres espirituales dieron existencia al cosmos. En la antigua tradición hebrea, Dios habló
para que el universo existiera.

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3 - Polastron, L. X. (2004) Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecas. (Primera
Edición Electrónica 2015). Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. pp 123

Cualquiera que esté familiarizado con la tradición cristiana escuchará similitudes con el
famoso comienzo del evangelio de Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios”4.

Los israelitas no pronunciaban ni deletreaban Yahweh en su escritura. Se creía que


combinaciones específicas de palabras obtenían bendiciones de fertilidad y victoria militar
o desencadenaban maldiciones sobre los rivales. Las palabras tenían una cualidad
mágica para ellos.

Este poder y magia del lenguaje nos llevó a elaborar códigos de tabúes y leyes que
determinaban lo que no se podía pronunciar. Para la mayoría de las civilizaciones
antiguas, las imágenes también contenían un significado místico. No sorprende que los
antiguos israelitas, cuya ley prohibía la creación de imágenes, fueran atraídos
constantemente a la adoración de ídolos de las naciones vecinas. Al igual que las
palabras, las imágenes y los símbolos han estado sujetos con frecuencia a restricciones
religiosas y políticas. La censura en sus formas más tempranas implicó restringir el uso de
palabras e imágenes que podrían desencadenar catástrofes en una ciudad o pueblo.

En el mundo antiguo, quemar textos peligrosos o malvados era una forma de apaciguar a
los seres divinos de la misma manera que lo hacían los sacrificios de animales. La
conciencia del poder que contienen las imágenes nos acompaña milenios después. Ya
sea que el temor sea que los dioses destruyan una ciudad o que el malestar encienda a la
sociedad, la creencia de que las palabras y las imágenes pueden usarse con fines
destructivos (y que la censura puede adelantarse a esos fines) es tan antigua como la
humanidad y persiste hasta el día de hoy.

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4 – La Santa Biblia, Versión Reyna-Valera. (1960). Edición electrónica. Tomada de:
https://www.biblia.es/biblia-buscar-libros-1.php?libro=juan&capitulo=1&version=rv60 el 01/05/2022.

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III.II En la antigua Grecia, las ideas controvertidas se toleraban en tiempos de paz, pero
las multitudes y los tribunales las anulaban en tiempos de agitación. En la antigua Grecia
y especialmente en Atenas, había dos nociones que juntas formaban un precursor de la
tradición de la libertad de expresión que se asentaría mejor dos milenios después en
Europa y América: isegoria y parrhesia. Isegoria se refiriere a la libertad de participar en
debates públicos. Cualquier ciudadano varón de Atenas, rico o pobre, de élite o plebeyo,
podía decir lo que pensaba. Isegoria proporcionaba una estructura de discurso de
igualdad de oportunidades; parrhesia hacía concesiones para el contenido del discurso.
Los ciudadanos que hablaban en el ágora podían ser, a menudo, críticos con sus políticos
y sus dioses. Estos dos principios de proporcionaban un marco de referencia general para
el discurso, pero eran muy vulnerables a las pasiones de las multitudes. No era raro que
los oradores en el ágora fueran abucheados desde la audiencia. Independientemente de
la libertad que se tuviera, el "derecho inalienable a la libertad de expresión" habría sido
algo extraño para los antiguos atenienses. Las discusiones abiertas eran posibles, pero
hubo límites estrictos, especialmente durante tiempos de crisis política. En las crisis, las
concesiones se suspendían y la tolerancia se evaporaba. Las discusiones sobre religión
también se volvieron más arriesgadas en tiempos de agitación porque la religión era la
base de la homogeneidad cultural en la antigua Grecia. El bienestar de la sociedad
dependía de mantener felices a los dioses mediante la cuidadosa observancia de todos
los rituales. Cuestionar a los dioses y la eficacia de los ritos habría sido quizá molesto en
tiempos de estabilidad y prosperidad, pero ofensivo y una traición en tiempos agitados. El
filósofo Anaxágoras fue acusado y declarado culpable de impiedad poco después de la
guerra de Esparta en el 430 a. C. y condenado a muerte. Protágoras fue otro intelectual
acusado de impiedad. Al igual que Anaxágoras, había enseñado libremente durante
décadas, pero un cambio en el clima cultural hizo que las masas fueran más hostiles a
sus pensamientos. Anaxágoras eventualmente se las arregló para un exilio. Protágoras
hizo reunir y quemar sus escritos, lo que equivalía a ser quemado en efigie. Si esos
relatos son ciertos, entonces los escritos de Protágoras marcan la primera quema de
libros en la civilización occidental.5

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5 - Polastron, L. X. (2004) Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecas. (Primera
Edición Electrónica 2015). Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. pp 322

Fue durante un momento de crisis cuando Atenas estaba perdiendo la guerra con Sicilia,
que Sócrates fue juzgado y declarado culpable de impiedad. Había estado enseñando
durante años, pero la agitación del día convirtió al tábano en un chivo expiatorio. Silenciar
a Sócrates mediante la ejecución fue un intento de purificar la sociedad y apaciguar a los
dioses.

III.III Constantino y muchos líderes de la iglesia primitiva recurrieron a la censura para


solidificar el poder y unificar un Imperio Romano ya irremediablemente fracturado. Los
primeros cristianos adoptaron una postura intolerante contra los textos paganos. El
Mesías encarnado había honrado recientemente al mundo con su presencia, su reino
estaba en medio de ellos, y su regreso era inminente: La gravedad de lo que estaba
sucediendo en el momento eclipsó la importancia de la historia y los textos antiguos,
especialmente los paganos. Una vez que el cristianismo se hizo del poder político, gracias
a la conversión de Constantino, la postura cristiana hacia las ideas opuestas no fue
indulgente. La iglesia adoptó algunos de los mismos estándares de censura que tenían
sus perseguidores. Se deshicieron de los textos paganos y de cualquier idea que entrara
en conflicto con la autoridad de la iglesia. Incluso en los días del apóstol Pablo, cuando el
movimiento de Jesús era joven, los magos y hechiceros demostraron la sinceridad de su
conversión al cristianismo quemando sus pergaminos de artes mágicas.

Una diferencia clave en las represiones fue que los romanos mataron a los cristianos
individualmente, mientras que los cristianos, al ganar más poder político, quemaron textos
paganos. Sin embargo, Roma comenzó a combatir el fuego con fuego en el año 303 DEC.
Un oráculo informó al emperador Diocleciano que el cristianismo era una seria amenaza
para Roma. Cuando el emperador vio que los textos sagrados y la literatura eran tan
centrales para el cristianismo, él, junto con el emperador Galerio, llegó a la conclusión de
que anular el cristianismo implicaba destruir no solo a los cristianos en lo particular sino
también a sus escrituras. Los dos emperadores llevaron a cabo quemas ceremoniales de
textos sagrados cristianos. La Gran Persecución, como se la llamó, duró ocho años.
Alrededor de 3,000 cristianos fueron torturados y asesinados, y muchos de sus textos
fueron destruidos. En 312, el emperador Constantino soñó con una cruz de luz en el cielo
la noche antes de una batalla con su archirrival. Escrito en la cruz estaba in hoc signo
vinces ("en este signo vencerás"). Constantino hizo inscribir Chi Rho (los primeros

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caracteres griegos en Christos) en los escudos y estandartes de sus soldados. Cuando
sus ejércitos derrotaron decisivamente a sus enemigos, Constantino estaba convencido
de que el Dios cristiano lo había hecho posible y ahora le debía su lealtad. Este fue el
paso principal para que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial. Cristo estaba
desalojando al panteón romano de la cosmología del imperio. La victoria le dio a
Constantino el control de las mitades oriental y occidental del Imperio Romano. Su rival
Maxentius recibió el tratamiento de censura damnatio memoriae, una antigua práctica
romana que implicaba la destrucción sistemática de todos los artefactos que mantenían
viva la memoria de alguien. Todo, desde escritos hasta monedas con su imagen y
estatuas erigidas en su honor, fue destruido o desfigurado. A veces, las estatuas se
derretían y se convertían en elementos menos elevados, como orinales, solo para agravar
la deshonra.

Constantino esperaba que el cristianismo unificara el imperio fragmentado y se basó en


gran medida en la censura para promover y difundir la religión. Su conversión hizo posible
que el cristianismo siguiera extendiéndose por Europa y, finalmente, por el mundo. Los
métodos severos empleados tanto por la iglesia como por la corona para mantener el
control se convirtieron en el modelo para restringir el discurso que se repetiría después
durante cientos de años.6

III.IV Ningún texto sagrado ha sido quemado tantas veces y durante tanto tiempo como
el Talmud. Durante la Edad Media y en el naciente Renacimiento, solo se toleraba una
interpretación de la vida religiosa, y esa era la interpretación que la Iglesia Cristiana
proporcionaba y protegía. Las autoridades resistieron enérgicamente cualquier opinión
contraria. La disonancia podría trastornar el orden religioso y político. Como suelen hacer
los poderosos, la iglesia y la corona estaban preocupadas no solo por gobernar, sino
también por preservar su poder. Pensar diferente era muy peligroso. En una Europa
inmersa en la cristiandad, los judíos eran los principales objetivos de sospecha y
represión.

Los judíos habían matado a Cristo y continuaban negándolo como Mesías, por lo que
eran blasfemos de primer nivel. Muchos judíos fueron desplazados, encarcelados y
asesinados en Europa durante ese tiempo. Sus textos sagrados, literal y figurativamente,
también fueron atacados.

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6 - Rohmann, D. (2016) Christianity, Book-Burning and Censorship in Late Antiquity. (Primera Edición en
inglés 2016). Berlin/ Boston: Walter de Gruyter GmbH. pp 24, 26 y 31

El Talmud gana el superlativo trágico de texto destruido de manera más consistente y


sistemática durante el período de tiempo más largo: durante nueve siglos, este texto
sagrado fue quemado dondequiera que se encontrara.

Uno de los primeros registros de la quema del Talmud fue en el siglo XIII en Francia. Un
judío converso llamado Nicolas Donin había sido expulsado de la comunidad judía y se
convirtió al catolicismo poco después. En 1236, fue al Papa Gregorio IX y le hizo saber
que el Talmud estaba repleto de blasfemias contra la Iglesia, la Santísima Virgen y Jesús.
El Papa ordenó que el Talmud y toda la literatura judía relacionada fueran incautados
dondequiera que se encontraran en Francia, Portugal, Inglaterra y las regiones
circundantes. Incluso hubo un juicio en el que los libros fueron esencialmente juzgados y
declarados culpables de blasfemia. Donin dirigió la acusación, sacando a relucir los
pasajes más incendiarios (o al menos los pasajes más vulnerables a la interpretación
errónea). Se le dio a cuatro eruditos judíos la oportunidad de reivindicar sus textos y los
eruditos judíos argumentaron, hábilmente, que el Talmud era esencial para ayudarlos a
comprender mejor la Biblia, pero esta defensa no fue suficiente. Las quemas comenzaron
y no se detuvieron. No solo los textos judíos, sino los propios judíos fueron atacados.
Después de una masacre en 1251, casi todos los judíos del sur de Francia fueron
asesinados.7

No eran solo los cristianos o los judíos convertidos que venían por los judíos. Algunos
judíos en ese mismo tiempo venían por los suyos. Un texto que suscitó todo tipo de
controversias fue La Guía de los Perplejos, escrito por el famoso filósofo judío
Maimónides en 1190. Originalmente escrito en árabe y luego traducido al hebreo, fue un
intento de reconciliar la fe judía con la lógica y la ciencia aristotélicas y se convirtió en un
texto controvertido. Maimónides esperaba que ayudara a los eruditos judíos, pero algunos
de esos eruditos lo criticaron y comenzaron a registrar hogares, listos para quemarlo y
castigar a cualquiera que tuviera una copia. Un erudito llamado Solomon ben Abraham
encabezó una inquisición dedicada a erradicar La Guía de los Perplejos en 1232. Se
quemaron miles de copias y hacer cumplir la prohibición se convirtió no solo en el trabajo
de la iglesia, sino también en el de la multitud. ben Abraham incluso consultó con frailes
dominicos, a quienes consideraba los expertos residentes en deshacerse de los herejes.
Así, a su manera retorcida, la agenda de censura trascendió las divisiones religiosas.8

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7 - Polastron, L. X. (2004) Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecas. (Primera
Edición Electrónica 2015). Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. pp 73,74
8 - Polastron, L. X. (2004) Libros en llamas. Historia de la interminable destrucción de bibliotecas. (Primera
Edición Electrónica 2015). Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. pp 79
Los cristianos tampoco escapaban a la censura. La traducción de la Biblia a la lengua
vernácula fue otra herejía que la iglesia y el estado juntos intentaron aplastar a toda costa.
Como sucede con tanta frecuencia, quienes están en el poder se preocupan más por
mantener el poder que por gobernar bien, y proteger el acceso a los textos religiosos se
convirtió en una forma eficaz de mantener amordazadas a las masas. Este fue el contexto
que condujo a la Reforma protestante, que buscaba poner la Biblia en manos de la gente
común en un idioma que pudieran entender.

III.V Mao no solo suprimió las voces del pueblo, sino que arrasó con la Historia.
Durante la Revolución Cultural de China (1966-76), Mao Zedong se deshizo de los
llamados Cuatro Viejos: Viejas Costumbres, Vieja Cultura, Viejos Hábitos y Viejas Ideas.
La reforma cultural implicó la eliminación de los signos y la devoción a las religiones
antiguas. El confucianismo y el budismo tibetano enfrentaron feroces ataques; las
estatuas de Confucio fueron derribadas, los budistas se vieron obligados a utilizar páginas
de sus tomos sagrados como papel higiénico, uno de los templos más venerados se
convirtió en un matadero donde se sacrificaban cerdos. El Ejército de Liberación Popular
de Mao invadió hogares, destruyó fotos familiares y ordenó que cada familia colgara una
foto de su amado e intrépido líder en un lugar destacado del hogar. Mao destruyó los
lazos de su pueblo con el pasado de la manera más completa que pudo, aunque, al final,
no convenció a la gente de la irrelevancia del conocimiento, sino todo lo contrario: cosificó
el poder del conocimiento y lo subrayó.

Cuando los miembros de una comunidad se ven obligados a aceptar un gobierno en


lugar de formarlo voluntariamente, el gobierno debe prestar una atención escrupulosa y
mantener un control estricto de la historia de origen de la nación. El pivote cultural
brutalmente censurador de Mao fue el intento más completo de la historia, y también el
más sangriento.9

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9 – www.historiae.com. La Revolución Cultural china. Tomado de:
https://historiaeweb.com/2021/07/26/revolucion-cultural-china/ el 01/05/2022.

III.VI La Censura como arma de la Virtud

Algunas formas de censura comienzan menos como intentos de mantener el poder y más
como intentos de adelantarse al resurgimiento de los recientes abusos de poder. Es una
censura que se preocupa por preservar la verdad sobre el pasado, pero termina por
volverse censuradora en el proceso. Las leyes de muchos países occidentales, por
ejemplo, castigan la negación del Holocausto. Estas leyes pueden tener buenas
intenciones, pero son ineficaces en la práctica y poco éticas en principio. Por ejemplo: En
1985, un canadiense llamado Ernst Zündel fue procesado por publicar un panfleto que
cuestionaba si 6 millones de judíos realmente habían muerto en el Holocausto. Argumentó
que era libre de hacerlo y que su discurso estaba protegido. Además, el intento de sofocar
y castigar a alguien por negar el Holocausto le dio a la idea una audiencia aún más
amplia, a medida que los medios se enteraron del drama judicial. Fue juzgado
nuevamente en 1988, pero la Corte Suprema de Canadá desestimó el caso porque se
estaba restringiendo su derecho a la libertad de expresión. Finalmente, fue deportado a
Alemania en 2005 y un juzgado en Mannheim lo condenó a 7 años de prisión en 2007.10

IV.- Conclusiones.

Quizá la mejor manera de recordar los regímenes marcados por la quema de libros, la
supresión de la libre investigación y la insistencia en las versiones oficiales de la historia
aprobadas por el estado es no caer en las mismas trampas. Por nobles que sean las
intenciones de algunas de estas leyes, suprimen la libre investigación, tan vital para una
sociedad libre. Una versión cristalizada de los acontecimientos aprobada por el estado y
aislada del desafío es exactamente lo que promovieron los nazis: la misma sociedad que
estamos tratando con tanto empeño de no replicar.

Desde la antigüedad hasta la actualidad, el poder del lenguaje es una fuerza que aún no
hemos aprendido a manejar. Mantener una tradición de libertad de expresión y reprimirla
brutalmente son reconocimientos de ese poder. Si nuestras palabras no importaran, la
gente no habría luchado tanto para fundamentar la libertad de expresión como un derecho

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humano, y a los dictadores no les importaría que la gente criticara sus regímenes
brutales.

10 - Auchswitz-Birkenau Memorial and Museum website. Tomado de:


https://www.auschwitz.org/en/history/holocaust-denial/ernst-zundel/ el 01/05/2022.
Los libros, el habla, la palabra, siguen siendo un hecho de la existencia con el que
continuaremos luchando y navegando. Una libre expresión sin restricciones, incluso de
ideas que golpean el corazón de la sociedad libre, sin considerar los resultados de esa
libre expresión, es peligrosa. Pero si controlamos esas ideas peligrosas con demasiada
severidad, nos topamos con otro tipo de mal: el estado que asfixia a la sociedad libre. La
conclusión más importante de un estudio histórico de la censura es que, por peligrosa que
pueda parecer una idea, tratar de deshacerse de la idea eliminando el discurso no solo
falla a corto plazo, sino que puede crear problemas aún mayores en el futuro.

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