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Índice
1. Antecedentes……………………………………………………………………………3
2. Planteamiento del
problema…………………………………………………………...7
3. Justificación………………………………………………………………………...….10
4. Objetivos……………………………………………………………………………….14
5. Supuesto y preguntas
secundarias………………………………………………….15
6. Bosquejo de
fundamentos…………………………………………………...............16
6.1.1.
Suicidio……………………………………………………………..18
6.2. Marco
teórico………………………………………………………………...18
6.2.1. Melancolía…………………………………………………………18
6.2.2. Narcisismo…………………………………………………………20
6.2.3. Pulsión……………………………………………………………..24
6.2.6. El
goce……………………………………………………………...78
1
7. Bosquejo del
método………………………………………………………………….83
8. Cronograma……………………………………………………………………………84
9. Presupuesto……………………………………………………………………………
88
10. Difusión……………………………………………………………………………….90
Consultas iniciales……………………………………………………………………….91
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Índice de esquemas
Esquema 1……………………………………………………..…………………………33
Esquema 2.…………………………………………………………….…………………34
Esquema 3………………………………………………………………………………..37
Esquema 4………………………………………………………………………………..38
Esquema 5………………………………………………………………………………..39
Esquema 6………………………………………………………………………………..40
Esquema 7………………………………………………………………………………..46
Esquema 8………………………………………………………………………………..46
Esquema 9………………………………………………………………………………..58
Esquema 10………………………………………………………………………………69
Esquema 11………………………………………………………………………………70
Esquema 12………………………………………………………………………………77
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1. Antecedentes
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El riesgo de estos pacientes fue atendido según sus particularidades y su
adaptación al tratamiento. En efecto, en estos casos el trabajo consistió en develar
al auténtico objeto con el que se había confundido los pacientes, el objeto al cuál
buscaban matar. La duración de estos pacientes en sus procesos
psicoterapéuticos fue muy variada, algunos duraron de un par de semanas a un
mes, y uno en particular duró un año. A pesar de que se les sugirió, ninguno
elaboró un cierre de estos procesos, sencillamente dejaron de asistir a su
tratamiento o de contestar el teléfono.
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Aunque aquí se atiende sólo la explicación de lo psíquico del suicidio, es
necesario entender que el fenómeno representa fuertes dificultades sociales. Las
muertes por suicidio representan una importante porción de la población que ha
privado al mundo de su presencia y colaboración. Es evidente, no sólo hay que
atender al suicidio por el conflicto interno del paciente, también para prevenir los
trastornos que pudiera ocasionar en las personas y cuerpos que solían rodear al
suicida.
Hay que mencionarlo para entender el sentido del apoyo que se le brinda al
suicida: Es bien sabido que la religión ha tenido argumentos en contra del suicidio;
Tomás de Aquino, planteaba que la autodestrucción va en contra de la naturaleza
del hombre, que no tenía derecho a privar a la sociedad de su presencia y
actividad, y que el hombre es propiedad de Dios, y sólo él puede decidir sobre la
vida y la muerte. Después, en el renacimiento, John Donne muestra que no hay
pasajes de la biblia que condenen al suicidio, ni siquiera el mandamiento ‘No
matarás’. Y cuestionaba fuertemente: “(…) si se hacen excepciones en casos de
guerra (…), ¿Por qué no hacer una excepción con el suicidio?” (Juárez Dávalos,
2010).
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Estas tres posiciones históricas del suicidio han engendrado una variedad
de posturas con respecto a darse muerte uno mismo. Tanto es así en el campo de
la psicología, el psicoanálisis, la sociología, la criminología, los procesos jurídicos
y la biopolítica. Sin embargo, es el psicoanálisis el que puede dar una explicación
basta y satisfactoria sobre lo sucedido con el sujeto durante el suicidio
melancólico.
“¿Y de qué nos sirve haber limitado la mortalidad infantil, si justamente eso
nos obliga a la máxima reserva en la concepción de hijos, de suerte que en
el conjunto no criamos más niños que en las épocas anteriores al reinado
de la higiene y, por añadidura, nos impone penosas condiciones en nuestra
vida sexual dentro del matrimonio y probablemente contrarresta la
beneficiosa selección natural? Y en definitiva, ¿de qué nos vale una larga
vida, si ella es fatigosa, huera de alegrías y tan afligente que no podemos
sino saludar a la muerte como redentora?”.
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2. Planteamiento del problema
En Más allá del principio de placer se lleva a cabo un intenso debate sobre el
imperio total del principio de placer; es en este texto donde surgen por primera vez
algunos términos cruciales para esta investigación como la pulsión de muerte, el principio
de Nirvana y el principio de constancia. En el apartado II, Freud (1920) hace referencia al
juego del Fort Da para ejemplificar como un evento displacentero, como es la partida de la
madre del niño que juega, puede ser repetido por compulsión, en este caso por medio del
juego.
Sobre estos dos puntos del texto se planta la siguiente pregunta: ¿El riesgo de
suicidio en la melancolía está ligado a un descubrimiento doloroso en la investigación
sexual infantil del neurótico? Le sigue la consecuente pregunta: ¿Es posible trazar una
continuidad supuesta desde el niño que, sin saber, juega a que su madre se marcha, y el
adulto que se ha hecho de un pobre concepto de sí mismo? Se coloca esta
problematización sobre uno de los principales descubrimientos del psicoanálisis: La
compulsión a la repetición; que, a su vez, fue el hecho que encaró todo lo establecido
sobre el imperio del principio del placer sobre la vida anímica. Sobre todo en un escenario
tan complejo como el suicidio o su mismo riesgo.
Con la pulsión sobre la mesa, queda pensar en una pregunta definitiva relacionada
con la Trieb freudiana: ¿Cuál es el vínculo constitutivo del aparato psíquico con la pulsión
de muerte en el suicidio melancólico? En palabras que se podrían considerar más
sencillas: ¿Qué es lo que repite el suicida?
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Son relativamente escasas las referencias al suicidio en las obras de Freud
(Trucco et al., 2017), pero una de las aportaciones más importantes se encuentra en
Duelo y melancolía (Freud, 1915a) en donde destaca que en la melancolía la pérdida del
objeto es inconsciente, hay un empobrecimiento del yo, en contraste al duelo en el que se
empobrece el mundo, el objeto. Hay ambivalencia con relación al objeto y la libido se
encuentra en una regresión hacia el yo. Eventualmente en Más allá del principio de placer
(Freud, 1920) es cuando considera que esta regresión de la libido al yo dependerá del
grado de excitación interna.
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Es en este punto del planteamiento donde surgen distintos y diversos caminos por
los cuales pudieran surgir resultados satisfactorios. Y con ellos surgen también preguntas
que animan a pensar en posibles supuestos:
Como representaciones, aquello que busca repetir el sujeto suicida podría ligarse
con cualquier escenario o cualquier imagen que el paciente saque a relucir mediante
asociaciones, marcar caminos generales por esta vía resulta turbulento y difícil por la
diversidad del caso por caso, pero aquellas representaciones asociadas con lo repetido
en el suicidio pueden ubicarse mediante un ejercicio en el esquema propuesto por
Laplanche.
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3. Justificación
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En Colombia y México no fueron la excepción: “se comprobó una mayor
mortalidad en los hombres que en las mujeres en ambos países, con tasas cuatro
veces más elevadas en los hombres” (Dávila y Pardo, 2016). Los autores de este
estudio adjudican esta diferencia a los modelos de identidad de género, que
incentivan la exposición intencional a situaciones de riesgo en hombres, y valoran
la independencia y la determinación, concibiendo como debilidad y fragilidad el
reconocer que se necesita ayuda. Esto, ciertamente, representa un obstáculo en la
clínica del suicidio.
Dávila y Pardo (2016) indican que “si se eliminaran las defunciones por
suicidios en el 2013 [en Colombia], por ejemplo, la esperanza de vida temporaria
entre los 0 y los 100 años aumentaría en 0.32 años para los hombres y 0.15 años
para las mujeres”. Esto logran calcularlo apoyados en el concepto de ‘años
perdidos’ que Arriaga (1996 en Dávila y Pardo, 2016) implementa para una óptima
medición del nivel y cambio de la mortalidad.
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México se ha incrementado de manera constante, tendencia que continúo hasta el
periodo aquí analizado [del año 2000 al 2013]” (Dávila y Pardo, 2016).
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Los aspectos que impulsan al suicidio son cada vez más frecuentes e
intensos, de modo que esta investigación podrá aportar a la reducción de los
suicidios adultos si se obtiene conocimiento vital para la constitución sexual
infantil.
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4. Objetivos
Objetivo principal:
Objetivos secundarios:
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5. Supuesto y preguntas secundarias
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6. Índice de fundamentos:
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Se podría reunir estas características bajo el núcleo: ‘El riesgo de suicidio
melancólico’. El adjetivo ‘melancólico’ ya coloca a la investigación en el campo de
la neurosis.
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6.1. Marco referencial
6.1.1. Suicidio:
6.2.1. Melancolía:
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ya bien establecidos que desaparecen ante su presencia. Esto aunado a la
incapacidad de soportar sentimientos inevitables de la vida.
Esta tercera característica, que es también la única que difiere con las
características del duelo, es uno de los componentes principales del riesgo del
suicidio. Entendido que en el suicidio a lo que se busca aniquilar es un objeto, en
términos de psicoanálisis, el sujeto se ha confundido con el objeto mismo, y busca
aniquilarlo al aniquilarse a sí.
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Esta es la característica que destaca de la melancolía: No hay una pérdida
que se pueda señalar en la realidad objetiva, lo que implica una situación social en
el melancólico: Para los demás no hay lugar en la percepción de su pérdida, ni
siquiera para él mismo. Pero no es el efecto social lo que interesa para esta
investigación sino su relación con el objeto y su sí-mismo, que es lo que lleva a la
conducta suicida.
¿Qué es ese objeto? Se trata de aquel que ha podido cumplir con las
expectativas hacia sus primeros objetos y fuentes de amor. Realmente son
innumerables los objetos que sustituyen a los primeros; pero es la huella con éstos
la que define la economía libidinal con aquellos. Pero esto no conduce a los
primeros objetos de amor, sino a lo que ellos dejaron incrustado en el sujeto
mediante la economía del placer que se hace efectiva en el complejo de Edipo en
articulación con el complejo de castración: El narcisismo. La melancolía se trata de
una afrenta al narcisismo, le cuestiona, le pone en duda, le hace temblar.
6.2.2. Narcisismo:
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pulsiones yoicas, y sólo más tarde, se independizan de ellas; ahora bien,
ese apuntalamiento sigue mostrándose en el hecho de que las personas
encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen de
los primeros objetos sexuales: son, sobre todo, la madre o su sustituto.
Junto a este tipo y a esta fuente de elección de objeto, que puede llamarse
tipo de apuntalamiento”.
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a. A la mujer nutricia, y
b. Al hombre protector
¿Es posible ensayar un listado con el verbo contrario, que empiece con ‘Se
odia’? En todo caso, este listado, más una revisión sobre el tipo de apuntalamiento
podrían ser de ayuda al momento de investigar sobre el suicidio en el nivel clínico.
El adulto tiene que ceder la parte del amor a sí mismo para brindar los
soportes necesarios al yo de un infante. Por ejemplo, aquellos adultos capaces de
reconocer los logros de un niño en comparación a aquellos que consideran que
éstos no merecen reconocimientos por no alcanzar sus criterios adultos. Esto que
hace el adulto con el niño, los padres con sus hijos, es el narcisismo secundario
en Freud (1914) y se empieza a desarrollar en la interacción con los objetos.
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las perfecciones valiosas”. Explica que en el amor que recibe el yo durante su
infancia, consolida, mediante la represión, ese yo ideal que alza la expectativa del
amor que el yo se supone debe recibir. En palabras de Freud (1914) “(…) sobre
este yo ideal recae ahora el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo
real”. En el mismo párrafo introduce al ideal del yo:
La primera resulta ser una útil brújula en función de saber qué es lo que
empobrece al yo, y si lo puede empobrecer al grado de desearse muerte. La
segunda introduce, desde Freud, el tema de la falta.
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Freud (1914) comienza a fijarse en el tema del narcisismo al tratar y leer
casos en que los pacientes podían situar al yo como un objeto más de erotización,
como si de un objeto externo se tratara. Esto le llevó a apreciar esta cualidad
como constituyente de todos los seres humanos. También, con el texto de la
‘Introducción al narcisismo’, responde a las propuestas de Jung y Adler; la libido
no sexual y la protesta masculina, respectivamente. Fueron calificadas por Freud
como insuficientes y pobremente argumentadas.
6.2.3. Pulsión:
Siguiendo con el texto; Freud (1915b) separa de una vez por todas el
concepto de pulsión de lo biológico con la propuesta de que la pulsión es un
concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático: “un representante psíquico de
los estímulos que provienen del interior del cuerpo”. James Strachey (1957, en
Freud, 1915b) menciona en una nota al respecto: “(…) el principio del placer es
una modificación del principio de Nirvana. Este último debe atribuirse a la ‘pulsión
de muerte’, y su modificación en principio de placer se debe a la influencia de ‘la
pulsión de vida [o libido]’”. Laplanche (2011) revisa posteriormente esta dinámica
de la libido en cuanto a la pulsión de vida y de muerte.
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¿El suicidio melancólico proviene de un origen sadomasoquista? Con las
aportaciones de “Pulsión y destinos de pulsión” se podría decir que está más
relacionado con las dimensiones amor-odio y vida-muerte, no el impulso de
lastimar, sino de matar. Queda determinar a este trabajo si esto implica un goce
sexual. Aunque de este tema se ocupa Laplanche (2011) en el capítulo 5 de “Vida
y muerte en psicoanálisis” titulado “Agresividad y sadomasoquismo”.
Placer – Displacer.
Activo – Pasivo.
Yo – Sujeto → Placer.
El odio no proviene del amor, sino que el odio es la primera relación con el
objeto. Sobre esto, Freud (1915b) escribe:
Más adelante afirma “(…) que los genuinos modelos de la relación de odio
no provienen de la vida sexual, sino de la lucha del yo por conservarse y
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afirmarse” (Freud, 1915b). Entonces, el odio sí se puede rastrear hasta el
momento de la integración del yo en el que la dimensión placer – displacer
corresponde al sentido de la autoconservación.
Pero Freud (1915b) encuentra una etapa muy temprana en que amor y odio
son casi irreconocibles. Escribe:
A estas alturas, Freud (1915b) afirma que “El odio es, como relación con el
objeto, más antiguo que el amor”. Debido a esta antigüedad, se supone, es que en
ese momento de la organización sádico – anal se vuelve tan difusa la línea entre
amor y odio. Y también puede tratarse de una posibilidad más del suicidio
melancólico. ¿Es posible? Aunque el deseo de aniquilarse, siendo un objeto de
amor violento como el que describe Freud, parece más posible para un objeto
externo que para el sujeto, para él, el asesinato le resultaba más esperable que el
suicidio (Trucco et al., 2017). Esta descripción no corresponde con el melancólico
por no asimilarse en la característica deficiencia del amor a sí mismo, que se
intercambia por odio.
Freud (1915b) concluye el texto con la definición de las tres polaridades que
gobiernan la vida anímica.
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siente amado. Odia. Odia a los demás objetos a través de sí mismo. Cuando se
pierde un objeto en el mundo exterior, éste se empobrece e inicia un duelo por el
objeto perdido. Mientras tanto, cuando el yo se empobrece se genera un odio que
se vuelca hacia él. Este odio tiene su base en la dimensión placer – displacer- El
melancólico odia debido al revivir una experiencia displacentera que inicio la
relación de odio con el objeto.
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Si esta agresividad que Laplanche (2011) refiere se vuelve hacia el propio
sujeto y después se desdobla al mundo exterior, cabe suponer, entonces, que la
melancolía es un estado regresivo. ¿Pero es el suicidio melancólico una descarga
sexual? Laplanche aporta bases para contestar esta pregunta. Pero para ello, es
necesario cubrir su revisión sobre el ‘sadomasoquismo sexual’; que es en realidad
un pleonasmo, mismo que decir, agresividad no sexual. Según el desarrollo de
este autor, para que una agresión sea sádica o masoquista, tiene que ser primero
sexual. El sadomasoquismo sería, entonces, el verdadero sentido de la “Trieb
(Pulsión)” freudiana.
Esta puede ser la clave para entender cómo el odio de aniquilación del
suicida melancólico es originalmente dirigido a un objeto, y como es re –
flexionada (doblada hacia su origen) hacia el sujeto. Parece que en el fenómeno
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del suicidio melancólico están en juego ‘la transformación en lo contrario’ y ‘el
retorno a la persona propia’, al igual que en el sadismo y el masoquismo, sobre
todo el ‘retorno’.
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“Así, tanto cuando se habla de fantasía como cuando se habla de
sexualidad, el que está primero es el tiempo masoquista. La fantasía
masoquista es fundamental, mientras que la fantasía sádica implica la
identificación con el objeto que sufre; el goce sexual reside por lo tanto en la
posición sufriente”.
Esquema 1.
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En el siguiente esquema (Laplanche 2011), parte de la heteroagresión, que
retorna hacia el sujeto, pero después es invertido en el masoquismo propiamente
dicho, es decir, sexual:
Esquema 2
A:
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““Una actividad de violencia, una manifestación de la potencia ejercida
contra la persona a la que se toma como objeto” (Freud 1915b en
Laplanche 2011) actividad que Freud denomina sadismo, pero no en la
cual, se nos aclara, la sexualidad entra el juego”.
B:
“El retorno sobre la propia persona: “De la voz activa, el verbo pasa, no a la
voz pasiva sino a la voz media reflexiva” (Freud, 1915b, en Laplanche, 2011). Se
trata del autotormento, que no constituye al verdadero masoquismo”.
C:
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De este esquema el tiempo que más ayuda en develar la satisfacción
pulsional (o el fracaso de ésta) en el suicidio melancólico es el tiempo B, el del
masoquismo reflexivo. En común con el riesgo suicida del melancólico tienen el
retorno de la agresión originaria (cabe recordar que no es una ‘agresión sexual’)
hacia el sujeto y la ausencia de un objeto que tome el rol activo.
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En el siguiente esquema ilustra el pasaje de activo a pasivo, pero esta vez
ubicándolo en el fenómeno del voyerismo, el placer de mirar y ser mirado
(Laplanche, 2011):
Esquema 3.
Sobre este esquema escribe Laplanche (2011): “En este caso no hay
inversión, sino que se trata de algo así como una posición originaria constituida
por el tiempo ‘autoerótico’”.
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Aunque este esquema se dedique casi exclusivamente a la pulsión
correspondiente a la visión, puede ser muy útil para explorar una de las fantasías
más recurrentes en el melancólico: Las visiones sobre su propia muerte; generar
toda una película sobre lo que circunda este tipo de puesta en imagen. El apoyo
de este esquema en esta revisión implicaría que el protagonista en tales fantasías
no es el sujeto como suele mostrar el relato, sino un objeto externo que cambió de
lugares con el sujeto. Entonces, según este esquema, el suicidio implica desear
ver muerto a otro objeto, a otra ‘persona’. Al menos en la fantasía que involucre
una puesta en imagen, que se pueda mirar por el sujeto.
Esquema 4.
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posición reflexiva originaria”. Este nuevo planteamiento en el estudio del
sadomasoquismo parece contradecir a la importancia que le habían dado antes a
la heteroagresividad como su tiempo originario. Laplanche (2011) pregunta: “¿Qué
es lo primero, un estado anobjetal, cerrado en sí mismo, reflexivo, como parece
querer indicarlo este tipo de esquema, o por el contrario lo primero sería la
relación de objeto?”. Con el siguiente esquema interpreta que esta aparente
contradicción es una falsa controversia.
Esquema 5.
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“Los esquemas 3 y 4, que hacen que todo se derive del estado reflexivo
originario, se sitúan totalmente en el plano de la sexualidad; en el problema
de la pulsión de ver, desde el tiempo ‘α’, reflexivo, se trata de ‘contemplar
órgano sexual’ o de ‘órgano sexual contemplado’… En cambio, las
secuencias que conducían de la forma activa a la forma reflexiva, y de esta,
ya sea una vez más a la actividad (esquema 1), ya a la pasividad (esquema
2), partiríamos de un tiempo primero que era, hablando estrictamente, no
sexual, ya que la sexualidad sólo aparecía en el segundo tiempo. También
es posible expresarse diciendo que el pasaje de A a B se sitúa en la
génesis de la sexualidad mientras que las transformaciones ulteriores, que
parten de B, representan destinos de la sexualidad”.
Esquema 6
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En este esquema suma lo recorrido en todos los esquemas anteriores. Esta
vez, utiliza un modelo tridimensional que pone de relieve dos diferentes planos; el
de la autoconservación y el de la sexualidad. También traza una línea de
intersección del proceso de apuntalamiento (Laplanche, 2011).
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de agresividad, la actividad – pasividad y el sadomasoquismo, se toma a ese
masoquismo como originario y lo piensa como un masoquismo erógeno. Para
cubrir ese desarrollo Laplanche cita un pasaje de la obra (Freud 1924 en
Laplanche 2011) y lo cierra con un comentario suyo entre corchetes:
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El segundo del propio Laplanche (2011) que escribe justo después de la
cita freudiana:
Este acomodo de tales dimensiones con tales conceptos será útil a todo lo
largo de este trabajo para ubicar en el suicidio melancólico el movimiento de la
libido; la pulsión sexual, de vida, y la pulsión del yo, de muerte, destructiva.
Es una crítica cabal la que se hace sobre el postulado de Freud sobre que
los sueños (y las fantasías) son la realización de un deseo no comprende los
sueños y fantasías que no son conscientemente agradables. Este es uno de los
motivos por los que Freud trabaja estas dudas en ‘Más allá del principio de placer’.
Las preguntas del presente trabajo, aunque no son con el objetivo de regresar a
esta discusión del psicoanálisis, pasan necesariamente por la revisión de este
tema y hasta se parecen un poco a aquellas: ¿Qué sucede, entonces, con las
fantasías e ideaciones suicidas? ¿Qué se satisface en ellas?
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de las pulsiones sexuales. Desde este sentido se podría afirmar que el suicidio
neurótico es, en efecto, por una alteración de naturaleza sexual.
Faltaría aquí un tercer tiempo, evidentemente, que sería ‘yo me mato’. Pero
lo que es más seguro es la transición del ‘alguien mata’ (heteroagresividad) al
‘alguien es ‘matado’/asesinado’ (forma reflexiva).
“Los dos primeros tiempos, a diferencia del tercero, deben ser descubiertos
en el curso del trabajo analítico. Pero aquí aparece una diferencia nueva y
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fundamental entre los tiempos 1 y 2: el tiempo 1 puede ser rememorado en
el curso del análisis; el tiempo 2, en cambio, debe ser reconstruido”.
Laplanche encuentra en Freud, sobre esto, que la fase dos, a pesar de ser
la más importante y decisiva, no es jamás recordada ni tiene acceso nunca a la
consciencia. Aun así, no por ello deja de constituir una necesidad.
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En seguida inscribe en él los enunciados freudianos y queda de la siguiente
forma:
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o ‘Mi padre me pega’, que es un tiempo medio, que pasaría a ser el reflexivo ‘Me
mato’ o ‘Me pego’.
¿Es el suicidio originado por una ‘mala’ primera excitación sexual? ¿Una
excitación dolorosa, aversiva, pobre? ¿Una excitación de estas características
marca el camino del resto de las excitaciones sexuales en el devenir que le orilla
al sujeto a la neurosis y posteriormente a la melancolía (y eventualmente al
suicidio)?
Que, para el caso de este tema, sería algo por demás obvio, pues aunque
nunca es seguro que un paciente haya sido golpeado por su padre en la infancia,
lo es que no lo haya matado, pues está sentado frente al clínico. Pero no es tan
obvio preguntar: ¿Qué murió en la fantasía?
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Cabe mencionar: El suicidio supone el tiempo reflexivo que está entre la
forma activa y la forma pasiva. Por lo que implica necesariamente una regresión a
la sexualidad.
Laplanche (2011) abre este segmento y elabora sobre el texto de Freud ‘El
problema económico del masoquismo’:
La primera:
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“El masoquista no gozará sino en virtud de su identificación fantaseada con
el polo activo de la escena”.
La segunda:
Prosigue Laplanche (2011) con una afirmación que puede llegar a ser
confusa en un principio: la idea de que, por una cómoda asignación, ‘+’ = ‘-‘ . Pero
esta aseveración sólo sería posible, continúa, si ese ‘+’ no es un ‘+’ absoluto ni
ese ‘-‘ un ‘-‘ absoluto, pues siempre nos encontramos en la práctica con mezclas,
con puntos medios. Por lo que es posible que ese ‘-‘ ni siquiera se el absoluto de
‘+’ que tiene frente a sí.
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Es esperable que, en el suicidio, como cualquier movimiento pulsional, se
encuentran presentes `placer y displacer en tanto la excitación suba (displacer) y
vuelva a reducirse (placer) mediante una descarga de energía, una descarga
pulsional.
Satisfacción/placer ~ placer/goce.
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pero aún no es posible asegurar si lo sería de un riesgo de considerar el suicidio.
Aunque es muy probable por lo que integra el yo de dicho evento.
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una compleja serie de desplazamientos. Tal sería en términos más
generales, la relación entre la concupiscencia y la ‘satisfacción’”.
Laplanche (2011) introduce una conclusión sobre ‘Más allá del principio de
placer’ acerca de lo resultante del debate de biología que conlleva:
“Eros amalgama, tiende a formar unidades cada vez más ricas y más
complejas, en un principio en el plano biológico, más tarde en el plano
psicológico y social; a la inversa, en suma, del principio de entropía
energética – que ha podido compararse no sin verosimilitud a la pulsión de
muerte –. Eros tiende a mantener y a elevar el nivel energético de aquellas
configuraciones de las que forma la íntima ligazón”.
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El concepto de entropía energética se usa para referirse a la magnitud
termodinámica que permite calcular la parte de la energía calorífica que no puede
utilizarse para un trabajo si el proceso es reversible. Por eso la comparación con la
pulsión de muerte, en el sentido que trabaja con un superávit de excitación sexual.
Bajo esta lógica hay un elemento más a suponer y estudiar en función del suicidio;
el superávit de excitación sexual.
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supremacía absoluta en aquel entonces, es decir, si el principio de placer se
encuentra en su forma más radical.
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Tercera: El masoquismo primario: estado inicial del niño, que depende
totalmente del otro para su satisfacción. Se insertaría en la ‘pulsión narcisista
masoquista’, la posición en la cual la noción de masoquismo está asimilada a priori
por Lagache a las de pasividad y dependencia.
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La palabra Zwang tiene como una de sus traducciones posibles la de
‘coerción’, que significa limitar o reprimir, generalmente mediante la fuerza a algo o
a alguien. Como verbo conjugado en pasado simple se encuentra la traducción
‘forzado’. Ambas, coercer y forzar, tienen cierta similitud con la palabra ‘Exigencia’
que decidieron rechazar para conservar la palabra Zwang. A partir de su ejemplo
en el mito de Edipo, se puede decir que es una fuerza represora del inconsciente
que, de hecho, puede dar impresión oracular.
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“La discusión de las experiencias de la biología sobre la supervivencia de
los organismos unicelulares en un medio nutricio apropiado llegaba a la
conclusión de que estos organismos sólo perecían si el medio no era
periódicamente depurado de los venenos producidos por el metabolismo
celular. Freud ve en ello la prueba de que “… el infusorio, abandonado a
sus propios medios, muere de muerte natural a causa de una imperfecta
eliminación de los productos de su propio metabolismo” (Freud, 1920 en
Laplanche, 2011). De manera, pues, que la célula muere por una causa
‘interna’ (…) con la condición de que se la deje en medio de sus
deyecciones, es decir, que su organismo se expanda gasta las dimensiones
de su entorno. Nosotros vemos, en este tipo de razonamiento, la pareja
metafórica de la idea de la interiorización – en el trauma – de la pulsión
‘inconciliable’ y el elemento de discordia que vehiculiza”.
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Sobre este esquema escribe (Laplanche 2011):
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o conjunto, ese uno decide qué hacer con ese ‘algo’ que arrebató si desecharlo o
conservarlo. Pero el suicidio no puede conservar aquello que se quitó, pues
volvería a estar en su dolorosa posesión. ¿El suicida busca deshacerse de su vida
o recuperarla de sí mismo?
“Más allá del principio del placer” surge a partir de las investigaciones
psicoanalíticas sobre las llamadas “neurosis traumáticas” y los sueños de
contenidos desagradables que probablemente se les conozcan ahora como
pesadillas. Después de un breve recorrido por otras investigaciones con respecto
al tema, Freud (1920) hace la siguiente aclaración: “(…) en el alma existe una
fuerte tendencia al principio del placer, pero ciertas otras fuerzas o constelaciones
la contrarían, de suerte que el resultado final no siempre puede corresponder a la
tendencia al placer”.
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de los fenómenos del suicidio: el principio de placer, el principio de realidad, y la
autoconservación misma.
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este desarrollo está reservada la revisión en Laplanche (2011) sobre la relación
entre satisfacción y excitación en cuanto a la pulsión de muerte.
Después de todo esto, se puede afirmar que existe una dinámica entre
ambos principios; de placer y de realidad, con el fin de procurar la
autoconservación. También se puede afirmar que en función de la
autoconservación se releva el principio del placer por el de realidad (Freud, 1920).
En el escenario de la melancolía, esta dinámica se encuentra alterada y el
principio del placer vuelve a reinar.
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Sobre el juego del Fort Da, más arriba mencionado, escribe Freud (1920):
“Así nos convencemos de que aún bajo el imperio del principio del placer existen
suficientes medios y vías para convertir en objeto de recuerdo y elaboración
anímica lo que en sí es displacentero”. Los niños tienen el recurso de representar
en el juego sus pulsiones, mientras que el adulto tiene estas opciones; reprimirla,
sublimarla, convertirla en lo contrario o que se vuelque en contra suya. Es
evidente que en el suicidio melancólico no hay sublimación, pero sí hay fuerzas
cuyo contenido ha sido reprimido.
Siguiendo el tema del placer y el displacer (Freud, 1920). Freud afirma que
si un evento o actividad resulta placentero en la consciencia puede resultar
displacentero en la inconsciencia. Incluso es posible pensarlo en el sentido
64
contrario: Aquello displacentero en la consciencia podría resultar placentero en la
inconsciencia; que sería un escenario más esperado en el suicidio.
65
En seguida la pregunta: ¿El suicidio melancólico es también causado por un
mecanismo de proyección nacido en la exteriorización e interiorización del placer y
el displacer? Hasta ahora, con lo aprendido en “Duelo y melancolía” (1915a),
parece tratarse más de una introyección que de una proyección; la introyección de
algo horrible de lo que se desea su aniquilación. De esto se tendría que investigar
más adelante teniendo en cuenta que hay, en medio de todo, una herida
narcisista.
“Si nos es lícito admitir como experiencia sin excepciones que todo lo vivo
muere, regresa a lo inorgánico, por razones internas, no podemos decir otra
cosa que esto: La meta de toda vida es la muerte; y retrospectivamente: la
unanimidad estuvo ahí antes que lo vivo”.
66
pulsiones sexuales o pulsiones de vida. Lo originado en la animación de lo
inorgánico y es destinado a concluir la vida en muerte, serán pertenecientes a las
pulsiones yoicas, o pulsiones de muerte.
Freud (1920) llega a tres conclusiones en “Más allá del principio del placer”.
La primera:
La segunda:
La tercera:
Toda pulsión tiene como meta la satisfacción, sólo así se cancelará esa
urgencia entendida como necesidad. Esto lo hace mediante un objeto, mediante
este objeto, la pulsión tiene los posibles destinos de saciarse por la palabra, por la
descarga (la acción), la represión, el trastorno en lo contrario, la vuelta a sí mismo
o la sublimación (Freud, 1915b). El suicidio durante la melancolía, según este
planteamiento, satisface el odio de aniquilación en una relación en la que el sujeto
se ha mezclado con el objeto hasta confundirse con él.
En “Más allá del principio del placer” (Freud, 1920), se cuestiona el imperio
totalitario del principio del placer. Más adelante se releva por el principio de
realidad para preservar la autoconservación. Se tiene, hasta ahora, el supuesto de
que, durante el riesgo del suicidio melancólico, retorna el principio del placer al
imperio sobre la vida anímica.
La pulsión de muerte se menciona por primera vez en ‘Más allá del principio
de placer’ (Freud, 1920), en donde se propone como una explicación al placer
vivido en eventos que no son conscientemente displacenteros. Un mismo
estímulo, puede ser placentero para un sistema y displacentero para otro, este es
uno de los descubrimientos más esenciales del freudismo (Laplanche, 2011).
69
para la conservación de la vida del individuo; su prototipo viene representado por
el hambre (Laplanche y Pontalis, 1996). En un principio, la satisfacción sexual se
centra en las necesidades primarias del niño; alimento, protección y cuidado, esto
es en función de la autoconservación, el placer en este periodo está a su servicio
(Freud, 1920).
70
A propósito de estas dos definiciones, Laplanche establece algunas
relaciones posibles entre dos términos:
71
Segunda: ¿Se puede considerar un principio de cero como secundario
respecto de un principio de constancia? Para exponer esta relación entre
principios se introduce una segunda variable al sistema homeostático: la cantidad
de alejamiento de N. Al respecto dice lo siguiente:
72
“Desde el ‘Proyecto de psicología científica’ (Freud, 1895 en Laplanche,
2011); la diferencia entre los dos principios, que volvemos a encontrar más
tarde como principio del Nirvana y principio de constancia, es perfectamente
clara. Al primero de estos dos principios lo hemos conocido ya con su
denominación de ‘principio de inercia neuronal’: ‘Las neuronas tienden a
desembarazarse de la cantidad’. Lo encontramos también enunciado
explícitamente como tendencia al cero de excitación: “…tendencia originaria
del sistema neuronal a la inercia, es decir al nivel = 0””.
Son hasta ahora varias perspectivas por las cuales atender el problema del
suicidio. Y la dirección a lo regresivo continúa apareciendo. De esta frecuencia en
que ha aparecido la regresión como partícipe en el suicidio es como pasa este
trabajo de la melancolía al narcisismo y del narcisismo a la pulsión. Por esto,
ahora se puede inferir que el suicidio melancólico, entre otras características, es
regresivo, narcisista, motivado por la pulsión de muerte y su reducir de la
excitación. Ahora a esto se aúna el hecho de que esta reducción pretende
descender hasta el cero.
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el texto se lo enuncia siempre juntamente con su ‘modificación’ en principio
de realidad, se sitúa en lo sucesivo del lado de la constancia. En ‘su forma
más radical’ su ‘más allá’, la que, como principio de Nirvana, vuelve a
afirmar la prioridad de la tendencia al cero absoluto o ‘pulsión de muerte’”.
Aquí señala Laplanche (2011) lo que podría ser el origen del dualismo en
Freud que daría lugar a Eros y Tánatos:
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La energía libre tiende a disminuir mientras que la energía ligada aumenta.
Lo más cercano a lo que se puede traducir esta fórmula sería en términos
Breuerianos. Quedaría la siguiente ecuación (Laplanche, 2011):
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organización sometida al principio de constancia, de modo que “es la idea misma
la de la vida la que servirá de mediador o catalizador” (Laplanche 2011):
¿Es el suicidio una renuncia, no sólo a la vida, sino al hecho mismo de estar
vivo? Si se puede rastrear esta renuncia, se pueden obtener indicadores del
neurótico conforme su riesgo ante una melancolía. Hasta ahora, la tendencia de
las dinámicas del placer más relacionada con el suicidio es la tendencia al cero,
aunque siguen siendo imaginables los intentos suicidas que no tengan que ver con
esta tendencia de por medio, como aquellos escenarios en que es posible la
participación de otro actor como salvador.
Primero:
“(…) no hay ahí otra cosa que la posición del carácter originario del
momento reflexivo para la constitución de la sexualidad humana”.
Segundo:
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“Por otro lado, está también la invocación a la autonomía del campo sexual
humano como campo del psicoanálisis, a saber, la regla según la cual en la
escucha y en la interpretación analítica no hay que buscar nada ‘más allá’,
pues toda referencia no mediatizada a la vida, a la conservación de sí
mismo o a la realidad están fuera de nuestro alcance”.
Tercero:
“El principio del placer, radicalizado como principio de Nirvana, sólo ha sido
descubierto y sólo es válido en el nivel de las representaciones, y no podría
ser pura y simplemente considerado como un calco de los principios
aparentemente similares observados en el ‘orden vital’ sin que suscitara en
el campo del psicoanálisis una total confusión”.
Esta cita podría tomarse como fundamento para afirmar que el suicidio es
exclusivamente un problema humano, debido a que el principio de Nirvana sólo es
válido en este nivel. Es posible, después de todo el debate, afirmar que hay un fin
que conlleva a la muerte en todo lo vivo. Pero la decisión de quitarse la vida se
originó en ese nivel, en el de las representaciones.
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“Eros es la fuerza que procura mantener, preservar, e incluso aumentar la
cohesión y la tendencia sintética del ser vivo y de la vida psíquica. Mientras
que desde los orígenes del psicoanálisis la sexualidad era por su esencia
hostil a la ligazón, era principio de ‘des-ligazón’ o de desencadenamiento
(Entbindung) que sólo podía llegar a ligarse mediante la intervención del yo,
lo que aparece con Eros es la forma ligada y a la vez ligadora de la
sexualidad, puesta en evidencia por el descubrimiento del narcisismo. Esta
sexualidad catectizada en su objeto, consagrada a una forma, es la que en
lo sucesivo sustentará al yo y a la vida misma, así como tal o cual
modalidad de sublimación”.
En esta cita es posible apoyarse para afirmar que para atender el problema
del suicidio no sólo es necesario estudiar la pulsión de muerte, sino también a
Eros, la pulsión de vida. Hay en Eros una deficiencia durante la melancolía, esa
sexualidad catectizada no está regresando al yo, en cambio, deja
desenmascarado el retorno del odio de aniquilación que surge del propio sujeto en
un inicio. No hay una fuerza durante el riesgo del suicidio que vuelva a la
excitación algo soportable.
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¿Será este el quiasma en el que se viven aquellos conceptos que pasaron a
ser cruciales para el presente trabajo; el narcisismo, el tiempo reflexivo, la
erogénesis y la agresividad? Parece ser no sólo un punto de cruce entre los
conceptos sino también el paso que toman las pulsiones para llevar una vida
emocional como se considera sana, con un sufrimiento soportable.
Entonces, ¿Qué vuelve a esta vida tan insoportable como para matarse? Al
menos en la neurosis, es decir, en la melancolía, se puede inferir que hay un
acontecimiento de la investigación sexual infantil que se repite por compulsión en
la historia del sujeto y que demanda la reducción máxima de la excitación que tal
repetición provoca. Esta demanda evoca la agresión y al odio previos al
masoquismo y ésta se ve volcada hacia el yo; en consecuencia, el sujeto desea
aniquilarse. El contenido de aquello repetido debe ser, se supone en este trabajo,
lo que el sujeto deseaba aniquilar inicialmente en el otro, al no reconocerlo, queda
reprimido y se condensa con más facilidad en el yo.
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Laplanche (2011) llega a cuatro conclusiones: Primera: “En la sexualidad
humana, el instinto, fuerza vital, se descualifica y se pierde en la pulsión, su retoño
o ‘derivado’ metáforo-metonímico”. Segunda: “En el yo, no es ya la tensión de la
vida sino la forma estable de lo viviente lo que se traspone”. Tercera: “En el nivel
del inconsciente, en la fantasía (…), necesitamos hallar otra polaridad: pulsión de
vida y pulsión de muerte, lo prohibido y el deseo”. Cuarta:
6.2.6. El goce:
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En el seminario 20, titulado Aún, Lacan (1974) pone en la mesa, o mejor
dicho, en la cama, el concepto de goce:
“¿Para qué sirve lo útil? Es que nunca ha sido bien definido en razón del
prodigioso respeto que, debido al lenguaje, tiene el ser que habla de por
medio. El usufructo quiere decir que se puede gozar de sus medios, pero
que no hay que despilfarrarlos. Cuando se tiene el usufructo de una
herencia se puede gozar de ella a condición de no usarla demasiado. Allí
reside la esencia del derecho: repartir, distribuir, retribuir, lo que toca al
goce”.
En seguida define: “¿Qué es el goce? Se reduce aquí a no ser más que una
instancia negativa. El goce es lo que no sirve para nada (…). El superyó es el
imperativo del goce: ¡Goza!”.
“El goce – el goce del cuerpo del otro – sigue siendo pregunta, porque la
respuesta que pudiera constituir no es necesaria, y todavía más. No es
tampoco una respuesta suficiente porque el amor pide amor. Lo pide sin
cesar. Lo pide… aún. Aún es el nombre propio de esa falla de donde en el
Otro parte la demanda de amor”
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Para elaborar en estas citas es conveniente recordar la célebre frase del
lacanismo “amar es dar lo que no se tiene a quien no es”, de la que Pereña (2011)
elabora su enunciado: “el amor se da porque se demanda, porque no se posee, en
la medida en que se da es porque se quiere, es decir, doy porque no tengo”. Con
estos apoyos es posible ligar el acto de amar con la falta. Y esto puede rastrearse
hasta Freud (1914) en la introducción al narcisismo cuando escribe que se ama a
aquello que le hace falta al yo para alcanzar su ideal.
¿Cómo se relaciona esto con el suicidio? Para orientarse mejor habría que
hablar en los términos del presente trabajo; lo más cercano es la relación con el
objeto. Al objeto se le odia cuando regresa a su lugar originario de la indiferencia,
por lo que nada se odia por primera vez como alguna vez se odió a aquello que no
es parte del sujeto. El amor, desde esta lógica, nace por el placer que produce el
objeto en el sujeto. Se retorna al amor lacaniano cuando se tiene en cuenta que el
objeto, el otro, posee la cualidad de darle placer como él mismo no puede darse.
Ese otro es Otro con mayúscula. Surge a estas alturas una pregunta harto
interesante: ¿El suicida busca matar al Otro? ¿Es el Otro el objeto con el que ha
cambiado de lugares el suicida?
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“Lo que hace que la imagen se mantenga es un resto. El análisis demuestra
que el amor en su esencia es narcisista, y denuncia que la sustancia
pretendidamente objetal – puro camelo – es de hecho lo que en el deseo es
resto, es decir, su causa, y el sostén de su insatisfacción y hasta de su
imposibilidad”
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Cabe recapitular las características que atañen al presente trabajo. Desde
un principio el objetivo es trabajar con el suicidio melancólico, dado más en los
neuróticos. En la exploración en búsqueda de un punto originario del suicidio se
encuentra material para poder partir hacia el tipo de suicidio, que se tenía pensado
tanto para explorar el fenómeno en la neurosis, en la psicosis y en la perversión.
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7. Bosquejo del método
85
8. Cronograma
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5 de abril de 2020 8
6 de abril de 2020 8
7 de abril del 2020 8 Más allá del principio de
8 de abril de 2020 8 placer
9 de abril de 2020 8
10 de abril de 2020 8
13 de abril de 2020 8
14 de abril de 2020 8
15 de abril de 2020 8 Notas
16 de abril de 2020 8 Vida y muerte en
17 de abril de 2020 8 psicoanálisis
20 de abril de 2020 8
21 de abril de 2020 8
22 de abril de 2020 8
23 de abril de 2020 8
24 de abril de 2020 8
27 de abril de 2020 8 Agresividad y
28 de abril de 2020 8 sadomasoquismo, en Vida y
29 de abril de 2020 8 muerte en psicoanálisis
30 de abril de 2020 8
1 de mayo de 2020 8
4 de mayo de 2020 8
5 de mayo de 2020 8 ¿Por qué la pulsión de
6 de mayo de 2020 8 muerte? En Vida y muerte
7 de mayo de 2020 8 en psicoanálisis
8 de mayo de 2020 8
11 de mayo de 2020 8
12 de mayo de 2020 8
13 de mayo de 2020 8
14 de mayo de 2020 8
15 de mayo de 2020 8
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18 de mayo de 2020 8
Redacción del 19 de mayo de 2020 8 Primera edición
protocolo 20 de mayo de 2020 8 Segunda edición
21 de mayo de 2020 8 Tercera edición
22 de mayo de 2020 8 Cuarta edición
25 de mayo de 2020 8 Quinta edición
26 de mayo de 2020 8 Sexta edición
27 de mayo de 2020 8 Séptima edición
28 de mayo de 2020 8 Octava edición
Descanso y 29 de mayo de 2020
organización 1 de junio de 2020
del trabajo 2 de junio de 2020
privado 3 de junio de 2020
4 de junio de 2020
5 de junio de 2020
8 de junio de 2020
9 de junio de 2020
10 de junio de 2020
11 de junio de 2020
12 de junio de 2020
Revisión 15 de junio de 2020 1 Sesión de asesoría
general del 16 de junio de 2020 1 Sesión de asesoría
protocolo de 17 de junio de 2020 1 Sesión de asesoría
investigación 18 de junio de 2020 1 Sesión de asesoría
19 de junio de 2020 1 Sesión de asesoría
Edición del 22 de junio de 2020 8 Apuntes en limpio de las
protocolo sesiones de asesoría
23 de junio de 2020 8 9na edición del protocolo
88
Total de horas invertidas:
517
Horario habitual:
89
9. Gastos y presupuesto
Consultas
Consulta Cantidad de Precio por sesión Costo total (en
sesiones pesos)
Asesoría 7 200 1400
Equipo
Integrante Cantidad de meses Depreciación por Total
año
Laptop 3 3600 900
Impresora 2 800 66.66
Útiles
Artículo Cantidad Precio por unidad Total
Plumas 5 10 50
Carpetas de 2 76 152
argollas de 1 ½
pulgadas
Grapas (paquetes) 1 50 50
Gomas de borrar 2 9 18
Hojas de máquina 3 100 300
(paquetes)
Cartuchos de tinta 2 320 640
Hojas protectoras 1 180 180
(paquetes)
Lápices 2 5 10
Lápices bicolores 2 10 20
Libros y documentos
Ejemplar Calidad Precio Total
Vida y muerte en Nuevo 867 867
psicoanálisis de
90
Jean Laplanche
Viáticos y transporte
Gasto Cantidad de meses Precio por mes Total
Gasolina 3 150 450
Comunicaciones
Gasto Cantidad de meses Precio por mes Total
Internet 3 600 900
Total (en pesos)
6003.66
91
10. Difusión
92
Consultas iniciales
Freud, S. (1920). “Más allá del principio de placer”. Tomo XVIII. Obras completas
de Sigmund Freud. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina.
93
Pereña, F. (2011). “Apuntes para una psicopatología infantil”. Revista de la
Asociación Española de Neuropsiquiatría, vol. 31 no. 110, páginas 255 –
269. Asociación Española de Neuropsiquiatría. Madrid, España.
Trucco et al. (2017). “El enigma entre eros y tánatos. Consideraciones freudianas
acerca del suicidio”. IX Congreso internacional de investigación y práctica
profesional en psicología XXIV Jornadas de investigación XIII Encuentro de
investigadores en psicología del MERCOSUR. Facultad de psicología.
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina.
94