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Seminario
DEPRESIÓN
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Dictado por
Dr. Gerardo Herreros
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Clase 2
EL CAMPO DE LAS PASIONES
LA MELANCOLÍA MEDIEVAL
INTRODUCCIÓN
Como vimos, las ideas sobre la melancolía en la antigüedad grecolatina, era coherente con las
concepciones filosóficas de la época. En nuestro caso, un rechazo a la metafísica y a todo aquello
carente de materialidad sensible a los sentidos y que no fuese objeto de la física, como planteaban
epicúreos y estóicos. Inclusive los tratamientos -que no hemos abordado- eran de índole mecánica
como leemos en este párrafo de Rufo:
"Entonces un médico inexperto lo sometió a tratamiento. Lo purgó, le provocó el vómito con
medios enérgicos, pero se olvidó de equilibrar su temperamento 1. Sin embargo, la corrección del
temperamento, en una enfermedad como ésta 2, es la medida más importante, ya que es la discrasia
la que produce tal humor, y la producción de este humor sólo se interrumpe mediante la corrección
del temperamento".
La teoría de los humores, cuya expresion es el temperamento, es el resultado de las alteracio-
nes fisiológicas-mecánicas-migratrices de ciertas sustancias, pneumas, o átomos.
Los orígenes de nuestros actuales "trastornos del humor", sin dudas abrevan en esta hipótesis
y si bien retomaremos varias veces este concepto que está en la base de lo que hoy llamamos "de-
presión", no podemos dejar de señalar desde ahora que la bilis negra de Hipócrates y los neuro -
transmisores modernos se sustentan en la misma lógica. Esto es, el aumento, disminución o altera -
ción de sustancias químicas. Tanto los trastornos del humor antiguos como la neuroquímica, sostie-
nen que la manifestación clínica será un alza o baja, o aumento o disminución del "sentir", inscri-
biéndose en un eje que irá del más al menos. En la misma línea, se importará siglos más tarde la
palabra "depresión" al campo psicopatológico.
Lo que caracterizará los siglos posteriores a la antigüedad con relación a la melancolía, será la
continuación de la teoría de los humores, pero retomando la cuestión de "las pasiones" lo que con-
lleva un retorno a las ideas platónicas y aristotélicas.
Intentaremos entonces sentar las bases de una diferenciación entre "trastornos del humor" y
"pasiones del alma".
1
"Temperamento", se refiere en esta época al equilibrio de los humores. De allí lo que luego sería
sinónimo de "personalidad".
2
Se trata de un caso de melancolía.
Seminario: Depresión. Clase 2 2
En la investigación de los antecedentes que prepararon lentamente el nacimiento de la psi-
quiatría clásica y del psicoanálisis con el afianzamiento de los conceptos psicopatológicos, en espe -
cial el de melancolía, la medicina medieval ha sido maltratada, las más de las veces. El hecho de
que las fuentes sean de acceso difícil, no editadas hasta fecha reciente y también debido a estas
corrientes de cambios y mixturas ideológicas, empujaba hasta hace pocos años a un desprecio de lo
acontecido en estos primeros siglos de nuestra era.
En estas “migraciones” de los lugares del saber que vemos en el esquema, lo que ocurrirá se-
rá la traducción de las obras de los grandes maestros griegos al árabe, el aporte de estos últimos a
la cultura y la posterior traducción de los textos islámicos al latín, ya con influencias recíprocas.
A todo este caudal ideológico, que en este apretado resumen presentamos, se sumará la fuer-
te influencia cristiana, y esta desde varios lugares. En principio, porque se asistirá a la transición en -
tre dos períodos fundamentales del cristianismo, uno que culmina en los albores de la Edad Media,
el patrístico (por los “Padres de la Iglesia”) cuya última y máxima figura será san Agustín y su marca-
do misticismo que se dice encontrará su paralelismo filosófico en Platón y el período escolástico (por
las escuelas eclesiásticas de la Alta Edad Media) que encontrará el más genial expositor en Santo
Tomás, más vinculado con el “racionalismo” y la filosofía aristotélica.
Entre estos dos cauces del pensamiento, el platonismo agustiniano y el aristotelismo tomista,
más la medicina grecolatina y el aporte árabe, discurrirá el pensamiento medieval con relación a la
melancolía; debiendo agregar por último, el desarrollo de la “demonología” ya en ciernes para esta
época, hecho por el cual algunos autores signarán de “oscurantista” este período.
EL APORTE ÁRABE
Durante la que se ha convenido en llamar Alta Edad Media, el occidente cristiano conserva la
herencia antigua por medio, principalmente, de los autores de la época romana, como Celso, Celio
Aureliano o Casio Félix, y del bizantino Alejandro de Tralles, cuya obra había sido traducida al latín.
Recordemos que hay que esperar el impulso dado por las traducciones del árabe para que, desde el
siglo XI, sea posible un despertar intelectual.
Los árabes, en ese período, menos sujetos a las épocas convulsivas de la Europa occidental,
tuvieron la posibilidad de contar con las obras de los clásicos en griego, si bien luego recibieron tra-
ducciones desde Roma. Harán un gran aporte al campo de la Melancolía desde dos lugares, uno
con relación a la psicopatología y otro a la terapéutica.
El acceso a los clásicos, más los siglos de sabiduría árabe, les permitió desarrollar una medici-
na sistemática, basada fundamentalmente en la fisiología, pero también no es menos cierto que se
les atribuya la paternidad de la psicoterapia en los trastornos mentales; sus textos y el Corán dan
cuenta de ello. Dirá Mahoma acerca de los locos:
Los árabes, con su influencia, realizan un doble movimiento teórico. Por un lado, rescatan el
lugar del padeciente, y de allí las varias anécdotas de intervenciones psicoterápicas en el tratamien-
to de los trastornos mentales; pero por otro lado, transmiten una visión de melancolía-enfermedad
que todo lo invade. El parcial humanitarismo que profesan es a costa de reintroducir al melancólico
en el campo de la enfermedad. No olvidemos que la poesía de la Edad Media se tiñe de melancolía;
la traducción de Bartolomé de Mesina, del célebre Problema XXX de Aristóteles confiere a los gran -
des creadores un temperamento melancólico, que se dirije en otro sentido que en el de enfermedad.
3
Coran IV, 4.
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El último relevo de la cultura árabe medieval, luego de ser arrasada Bagdad en el 1258, fue
Salerno donde la figura de Constantino fue central por dos razones; la primera porque de origen y
formación árabe, nace en Africa y luego de varios viajes se instala en Salerno, traduce grandes
obras islámicas, entre ellas De Melancolia, aportando y haciendo anotaciones producto de su cultu-
ra. La segunda razón de importancia, es su conversión al catolisismo ya que es luego de su conver -
sión cuando traduce los textos árabes, por lo que no sería raro haya incluído con sus comentarios,
parte de los aportes cristianos a la ideología medieval.
LA AMPLIACIÓN DE LA MELANCOLÍA
Habíamos visto que a la teoría de los humores, en la Edad Media se suman, luego del rescate
de los textos aristotélicos, el concepto de temperamento melancólico conferido a los artistas con lo
que la melancolía iría ampliándose hacia lo que hoy llamamos “normalidad”, ya que el concepto de
temperamento apunta en ese sentido, lo que siglos más tarde dará sustento a las teorías de la per-
sonalidad.
Por otra parte, uno de los aportes originales de la medievalidad, será la importancia concedida
a los espíritus (natural, vital y animal). Herederos del neuma estóico, estos constituyentes físicos
son portadores de las fuerzas o virtudes actuando como mediadores entre el alma y el cuerpo. Este
vínculo entre espíritus y el alma, generará controversias en el mundo fuertemente cristianizado de
occidente. El por qué es sencillo, el alma no es engendrada, sino creada, y por lo tanto debe ser in-
corruptible. Así la frase de Saint-Thierry “las virtudes, natural, vital o animal, no son el alma, sino los
instrumentos del alma”, dejará tranquilos a los teólogos y hará que los médicos eviten el problema
de estudiar el alma.
Así el cuerpo humano en la Edad Media estará compuesto por
1.- Los humores
2.- Los Miembros4
3.- Las Complexiones 5
4.- Los Espíritus
Lo complejo de los componentes corporales y el retorno al concepto de alma -que abordamos
en el apartado siguiente-, sumado a la teoria de los temperamentos, hará que la melancolía se am-
plíe en su campo.
Isak ibn-Imram, en De melancolia, clasificará la enfermedad en tres formas, la que nace del ce-
rebro, la que difunde a él proveniente de todo el cuerpo y la que nace en el estómago. Avicena ha -
bla de multiplicidad de síntomas y modulación sutil de las causas, Gordon que puede manifestarse a
través de “millones de signos” 6y las cada vez más frecuentes descripciones de melancólicos que se
transforman en maníacos 7, haran que para el Renacimiento, la melancolía abarque un campo cada
vez más vasto en lo que hoy se ha dado en llamar alienación mental.
Leamos un texto ejemplificador del siglo XIII, donde podremos apreciar la ampliación e inespe-
cificidad de todo el campo psicopatológico:
De una suerte de locura llamada amencia.
Hay una clase de locura a la que los médicos llaman amencia y los demás llaman manía, pero
que son lo mismo, según lo que dice el Plateire. Esta enfermedad es una infección de la recamarita
de la cabeza por causa de la cual se pierde la inmaginación, así como la melancolía es una infec -
ción de la recamarita media del cerebro y quita la razón, como dice Constantino en el libro de la me-
4
Todas las partes sólidas.
5
La noción de complexión, es heredada de la crasis griega y está caracterizada por la combinación de
humores para generar el temperamento.
6
Lilium medicinae, II, 19. Citado en: “Historia de las ideas psiquiátricas”. op. cit.
7
Manía en esta época continuará siendo locura en su concepción más general, pero anticipando su
significación demonológica posterior, muchos médicos la harán sinónimo de demonium.
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lancolía, donde afirma que la melancolía es una suspención que tiene el señorío del alma, que es
provocada por pavura y por tristeza. Estas dos pasiones son diferentes entre sí, pues amencia o
manía, que son lo mismo, lesionan la inmaginación y melancolía lesiona la razón.
Estas enfermedades son causadas unas veces por viandas melancoliosas y otras por vino
bueno y fuerte, que enciende los humores y los convierte en una especie de cenizas; otras veces,
se producen por las pasiones del alma, a causa de una solicitud demasiado grande, o por tristeza, a
causa de haber estudiado mucho o por pavor: a veces sobrevienen por mordedura de perro rabioso
u otra bestia venenosa; en ocaciones, por la corrupción del aire, otras, por el humor que tiene el se -
ñorío del cuerpo dispuesto a esta enfermedad.
Diversos son los signos de esta enfermedad, según que provenga de causas diversas, pues
unos hay que gritan siempre y se insultan y se golpean y se hieren unos a otros y se esconden en ti-
nieblas y lugares oscuros, como hemos dicho en el libro V, en el capítulo de las pasiones del cere-
bro.
La medicina consiste en que se les ate para prevenir que se hieran a sí mismos y a otros, y
mandar cantar y sonar instrumentos de música para divertirlos y quitarles pavor y tristeza, y se les
debe hacer trabajar moderadamente. Por último, si las purgas y los jarabes medicinales no bastan,
se les cura con el arte de la cirugía 8.
La historia9
Para comprender la crucial importancia de esta polémica en la evolución del pensamiento de
occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de Tomás de Aquino, el
pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doc-
tor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la
verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos, siguiendo en parte concepciones platóni -
cas.
Tras la caída del Imperio romano las obras de Aristóteles se perdieron en occidente. Durante
el siglo IX, los estudiosos árabes introdujeron a Aristóteles, traducido al árabe, en el islam. De estos
estudiosos árabes que examinaron y comentaron la obra aristotélica, el más famoso fue Averroes, fi-
lósofo hispanoárabe del siglo XII.
A principios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una tra-
ducción latina de la escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Ave -
rroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles
devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de
8
Bartolomé el Inglés (hacia 1240): Le propriétaire des choses. Traducción del latín al francés de Jean
Corbechon (1372), Libro VII, capítulo 5; edición de París, 1518. En “Historia de las ideas psiquiátricas”, op. cit.
9
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derechos.
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filósofos conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de Brabant, los averroístas afirma-
ban que la filosofía era independiente de la revelación.
Tomás de Aquino halló en la obra de Aristóteles una base filosófica para orientar el pensa -
miento cristiano, aunque su interpretación fuera cuestionada en un principio por las instancias ecle-
siásticas. En las primeras fases de este redescubrimiento, la filosofía de Aristóteles fue tomada con
cierto recelo, en gran parte debido a la creencia de que sus enseñanzas conducían a una visión ma-
terialista del mundo. Sin embargo, la obra de santo Tomás acabaría siendo aceptada, continuando
más tarde la filosofía del escolasticismo la tradición filosófica fundamentada en la adaptación que
santo Tomás hacía del pensamiento aristotélico
11
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derechos.
12
El "Primer Motor" o Dios, tal y como lo describe Aristóteles, no corresponde a finalidades religiosas,
como han observado numerosos filósofos y teólogos posteriores. Al "Primer Motor", por ejemplo, no le interesa
lo que sucede en el mundo ni tampoco es su creador.
13
Tomás de Aquino: Suma teológica 2, 2 ae, q. 167, a. 1 ad 1.
14
Lacan, Jacques: op. cit.
15
Más adelante discutiremos lo que a mí entender es el sentido de esta frase con respecto a la depresión.
16
Miller, Jaques-Alain: A propósito de los afectos en la experiencia analítica. En: Matemas II. Ed.
Manantial, 1990.
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La concepción tomista del alma dista mucho de lo que la revolución cartesiana introduce. No
se tratará de una solución de continuidad entre el cuerpo y el alma que intuimos hoy.
El hombre para santo Tomás es la unión, en un solo individuo, de dos grados de realización
del ser. El primero es el resultado del engendramiento material. Luego de esta generación, aparece
la forma17, la determinación del cuerpo: el animus. Este animus organiza el cuerpo, su vida, sus fa-
cultades sensoriales y todo lo que tiene que ver con la adaptación a la vida terrestre y en él se orga -
niza el “apetito sensitivo”, es decir, las pasiones.
La pasión del alma, es una atracción o una repulsión que supone la idea de una falta o recha-
zo, de un Bien que el sujeto quiere alcanzar o un Mal que desea evitar. Quiero decir, que la noción
de pasión supone:
a) Un deseo.
b) Una tendencia.
c) Un objeto.
d) Un sujeto con voluntad.
Ya que el animus es el resultado de un engendramiento y por lo tanto con posibilidad de error,
es necesario que algo sea “creado” -por Dios-: el alma espiritual o anima. Esta constituye lo propio
del hombre, la ratio; es decir, la razón hecha de inteligencia y voluntad.
Animus y anima están ligados indisolublemente, creándose una tensión permanente entre el
apetito del animus que persigue las satisfacciones inmediatas y la descarga de tensiones, y el deseo
del anima en busca del Soberano Bien, que es la unión con Dios.
Ahora bien, y este punto es decisivo, esta orientación hacia Dios no está dada, sino que debe
adquirirse mediante la actividad del hombre entero, la cual realiza progresivamente la armonía entre
animus y anima. Mediante esta actividad se adquiere la virtud o pureza del corazón que consiste en
que el espíritu del hombre no sea mancillado por las pasiones 18... y libra a la afectividad de las afec-
ciones desordenadas... la pureza de un espíritu que se ha desprendido de las imaginaciones y los
errores. Siempre frágil, la virtud está proclive por propensión natural del animus al vicio, a la pasión.
Así las pasiones que se vinculan con el “objeto de la necesidad”, serán las pasiones de lo iras-
cible (la esperanza, la desesperanza, la audacia y el temor, y la cólera) y las vinculadas con el “obje-
to del deseo”, se llamarán pasiones de lo concupiscible (el amor, el odio, el deseo y la aversión, la
alegría y la tristeza).
De estos desvíos del alma, el que nos interesa, será la tristeza19 que es la pasión más peligro-
sa, “la que perjudica más al cuerpo”. Se define como el sufrimiento que nace de la aprehensión inte -
rior de un mal presente en el sujeto:
A veces hace perder la razón, como por ejemplo en aquellos que caen en la manía o en la me-
lancolía a causa del sufrimiento 20.
La tristeza será una insania21 o abandono a la pasíón:
Como la tristeza resulta de la presencia de un mal, éste impide el movimiento de la voluntad y
obstaculiza el disfrute de su acto... Si la fuerza del alma es tanta que toda esperanza de evasión ha
desaparecido, entonces el movimiento interior del alma que se ha hundido en la angustia queda pa -
ralizado hasta el punto de que no puede salir ni de un lado ni de otro; a veces, incluso, el movimien -
17
El alma aristotélica es la forma del cuerpo, oponiéndola a la materia y tiene más que ver -salvando las
distancias- con la noción de cuerpo que tenemos en el psicoanálisis. Es decir, más vinculado con lo simbólico
que con la imagen del cuerpo.
18
Tomás de Aquino: op. cit. 1, 2 ae, q. 69, a. 3, c.
19
La tristeza a su vez tiene subdivisiones: La misericordia, la envidia, la ansiedad, la angustia y la acidia o
tristeza que hace enmudecer.
20
Tomás de Aquino: op. cit. 1 a, 2 ae, q. 77, a. 1.
21
La “nosografía” de santo Tomás, se divide básicamente en dos entidades: la amentia que es un estado
de pérdida de la razón y la insania, proceso de pérdida en provecho del animus.
Seminario: Depresión. Clase 2 9
to exterior del cuerpo queda trabado hasta el punto de que el hombre cae y se mantiene en la estu -
pidez22.
Algún lector desprevenido o que no esté muy interiorizado en el tema del seminario, podría
preguntarse qué tienen que ver estas consideraciones con la depresión. Pués mucho, y no sólo eso,
sino que será determinante de nuestras concepciónes actuales sobre la “depresión”. Siendo este mi
esfuerzo por intentar transmitirlo desde sus raices. Tener en claro lo que entendemos por estos tras-
tornos, hará que podamos pensar una clínica y una dirección de la cura coherente con ello.
Lo que se desprende del planteo tomista entonces, es que las afecciones del alma ya no se-
rán alteraciones que se inscriben en un eje que va del más al menos; no tendrán que ver con una al -
teración cuantitativa, sino que lo que se jugará según el teólogo es una diferencia cualitativa, una
oposición entre el Bien y el Mal. ¿Y cuáles son las consecuencias de esto?: Dos
a) Si la pasión del alma condiciona la tristeza, entonces de lo que se trata es de una elección y
si hay una elección hay un deseo, y si hay un deseo hay sujeto. Naturalmente que el psicoanálisis
está a siglos de pensarlo así, pero rescato la posición subjetiva del planteo.
b) La oposición entre el bien y el mal permitirá pensar toda esa serie de fenómenos del Rena -
cimiento vinculado con la aparición del demonio y la posesión que abordaremos en la próxima clase
y que toma en especial a la melancolía.
22
Tomás de Aquino: op. cit. a2.
Seminario: Depresión. Clase 2 10
Bibliografía:
III. Gourinat, Michel: Religión y Filosofía. En: Introducción al pensamiento filosófico. T I. Ed.
Itsmo, Madrid. 1974 (original: De la Philosophie, Librairie Hachette, París. 1973)