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SEMINARIO 11

CLASE 12: LA SEXUALIDAD EN LOS DESFILADEROS DEL SIGNIFICANTE


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Fórmula: “la transferencia es la puesta en acto de la realidad del Incc”. Lo enunciado en ella es
aquello que más se tiende a evitar en el análisis de la transferencia.
El Incc es los efectos que ejerce la palabra sobre el sujeto  entonces, está estructurado como
un lenguaje.
“La realidad del Incc es la realidad sexual”. El lazo del sexo con la muerte, con la muerte del
individuo, es fundamental.
En el plano del sgte encontramos las estructuras más elementales del funcionamiento social.
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Debemos preguntarnos si debemos considerar el Incc como un remanente de esa fusión arcaica
del pensamiento con la realidad sexual.
Freud la libido es la presencia efectiva del deseo; deseo que no es sustancia, que está
presente en el proceso primario, y que rige hasta el modo en que hemos de abordarlo.
Lacan sostiene que con el análisis debe revelarse lo tocante a ese pto nodal por el cual la
pulsación del Incc está vinculada con la realidad sexual. Este punto nodal se llama DESEO. Éste
se sitúa en la dependencia de la demanda; demanda que, por articularse con sgtes, deja un
resto metonímico que se desliza bajo ella, un elemento que no es determinado, que es una
condición, a un tiempo absoluta e inasible, en elemento que está necesariamente en impasse,
un elemento insatisfecho, imposible, no reconocido, que se llama DESEO. Esto constituye el
punto de empalme de la instancia sexual en el plano del proceso primario.
La función del deseo es el residuo último del efecto de sgte en el sujeto.
Freud mantiene como elemento esencial del proceso primario a la libido. Esto quiere decir
que en la alucinación no hay una pura y simple presentificación de los objetos de una
necesidad, ni siquiera en la alucinación alimentaria. La alucinación del sueño solo es posible
debido a la sexualización de estos objetos. Es esencial discernir la dimensión de significación en
toda alucinación para poder captar de que se trata en lo que respecta al principio del placer. Si
Freud opone el principio de realidad al principio del placer es, justamente, en la medida en que
la realidad queda allí definida como sexualizada.
Lacan me parece muy difícil hablar de una libido desexualizada. Pero que el abordaje de la
realidad entrañe una desexualizacion, constituye, la base de la definición freudiana.
¿Qué implica esto?  Que el peso de la realidad sexual se inscribirá en la transferencia. Se
desliza bajo el discurso de la demanda.
Topología del sujeto  ocho interior (círculos de Euler).
“Inscribo la libido en el punto donde el lóbulo definido como campo del desarrollo del Incc
recubre y oculta al otro lóbulo, el de la realidad sexual. La libido pareciera ser, entonces, la que
pertenece a ambos, el punto de intersección. Pero esto es, justamente, lo que no es. Este
sector en el que parece que los campos se recubren uno a otro es el VACÍO”.
Esta imagen nos permite figurar el deseo como lugar del empalme del campo de la demanda,
donde se presentifican los síncopes del Incc, con la realidad sexual.
Entonces, concluye que “el deseo en cuestión es el deseo del analista”.
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Ana O.  La transferencia se descubrió a propósito de ella. En el discurso de Ana no había
sexualidad, entonces, ésta entró por Breuer (en la casa le dijeron que se estaba ocupando
demasiado de ella); ante esto, éste decide ponerle fin. Y Ana O. muestra manifestaciones de un
embarazo. Luego, habla del deseo de Breuer de tener un hijo y bla bla bla.
Toda la teoría de la trasferencia no es más que una defensa del analista. El deseo es el deseo
del analista.
CLASE 13: DESMONTAJE DE LA PULSIÓN
El cuarto de los conceptos que enunció LACAN para la experiencia analítica es el de la PULSIÓN
(TRIEB).
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PULSION Carácter irrepresible.
La pulsión no es el empuje (drang). Freud distingue 4 términos en ella:
-Empuje (drang): identificado con una tendencia a la descarga, producto de un estímulo, la
famosa cantidad. También hay excitación (reiz) interna.
-Fuente (quelle): estructura de borde
-Objeto (objekt): es indiferente.
-Meta (ziel): la satisfacción. La sublimación es tmb una satisfacción de la pulsión, a pesar de que
está inhibida en cuanto a su meta; a pesar de que no la alcanza.
Freud dice que la pulsión es un concepto fundamental; es una fuerza constante. Lacan dice que
es una ficción, un modelo.
“Es evidente que la gente con que tratamos, los px, no están satisfechos, como se dice, con lo
que son. Y, no obstante, sabemos que todo lo que ellos son, lo que viven, aun sus síntomas,
tiene que ver con la satisfacción. Satisfacen a algo que sin duda va en contra de lo que podría
satisfacerlos, lo satisfacen en el sentido de que cumplen con lo que ese algo exige”. Entonces,
aquello que satisfacen por la vía del displacer es la ley del placer. El penar de más es lo que
justifica nuestra intervención.
Entonces, no puede decirse que en lo que atañe a la satisfacción no se alcanza la meta. Sí, se
alcanza.
“El estado de satisfacción se ha de rectificar a nivel de la pulsión”.
Esta satisfacción es paradójica; entra en juego la categoría de lo imposible. Entonces, define lo
REAL como lo imposible.
En Freud lo real aparece como obstáculo al principio del placer. Entonces, lo real se distingue
por su separación del campo del principio del placer, por su desexualizacion, por el hecho de
que su economía, en consecuencia, admite algo nuevo que es lo imposible.
“El principio del placer hasta se caracteriza por estar lo imposible tan presente en él que nuca
se le reconoce como tal”. La idea de que la función del principio del placer es satisfacerse
mediante la alucinación, lo ilustra.
En el inicio de la dialéctica de la pulsión, la necesidad de la exigencia pulsional, es justamente
porque ningún objeto puede satisfacerla.
Freud “en cuanto al objeto, en la pulsión, que quede bien claro que no tiene, a decir verdad,
ninguna importancia. Es enteramente indiferente”.
Lacan la pulsión contornea el objeto a. Dice que la pulsión se parece a un montaje que se
presenta primero como algo sin ton ni son.
CLASE 14: LA PULSION PARCIAL Y SU CIRCUITO
Comienza repasando la clase anterior y dice “la transferencia es lo que manifiesta en la
experiencia la puesta en acto de la realidad del Incc en tanto ella es sexualidad”. Estamos
seguros de que la sexualidad está presente en acción en la transferencia únicamente porque en
ciertos momentos se muestra al descubierto como amor.
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Acto de amor.
Las pulsiones están ligadas a un factor económico.
Real Ich (Yo realidad) como un sistema destinado a asegurar cierta homeostasis de las
tensiones internas. Debido a la realidad del sistema homeostático la sexualidad entre en juego
únicamente en forma de pulsiones parciales. La pulsión es el montaje a través del cual la
sexualidad participa en la vida psíquica, y de una manera que tiene que conformarse con la
estructura de hiancia característica del Incc.
Lo reprimido y el síntoma son homogéneos y siempre reductibles a funciones significantes. Su
estructura, pese a erigirse sucesivamente como todo edificio, puede no obstante, inscribirse en
términos sincrónicos.
En el otro extremo está la interpretación, que concierne a ese factor dotado de una estructura
temporal especial: la metonimia. En su término, la interpretación apunta al deseo, al cual, en
cierto sentido, es idéntica. Entonces, el deseo es la interpretación misma. En el intervalo está la
sexualidad.
La legibilidad del sexo en la interpretación de los mecanismos Incc es siempre retroactiva.
La integración de la sexualidad a la dialéctica del deseo requiere que entre en juego algo del
cuerpo que podríamos designar con el término de AGUJERO. Las pulsiones sexuales, aunque
representan la curva de la realización de la sexualidad en el ser vivo, sólo la representa
parcialmente.
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Lo fundamental de cada pulsión es el vaivén con que se estructura (ver y ser visto/ atormentar
y ser atormentado). Freud da por sentado que no hay parte alguna del trayecto de la pulsión
que pueda separarse de su vaivén, de su reversión fundamental, de su carácter circular.

Aim (trayecto)
Goal (haber marcado un punto; alcanzar la meta).
Es notable que Freud, para ilustrar la circularidad, elija la dicha de ver y el sado-masoquismo.
Cuando habla luego de estas dos pulsiones, y en especial del masoquismo, se toma el cuidado
de señalar muy bien que hay tres tiempos, no dos, en estas pulsiones. Hay que hacer la
distinción entre el regreso en circuito de la pulsión y lo que aparece, aunque sea por no
aparecer, en un tercer tiempo. O sea, la aparición de un sujeto. Este sujeto, que es propiamente
el Otro, aparece si la pulsión llega a cerrar su trayecto circular. Solo con su aparición en el otro
puede ser realizada la función de la pulsión.
Entonces, la pulsión, su meta consiste en alcanzar la satisfacción sin alcanzar su meta, en la
medida en que esta meta se define por la realización del apareamiento reproductivo. Porque
no es esa la meta de la pulsión parcial! ¿Cuál es entonces? No es otra que ese regreso en forma
de circuito.
Hay algo que nos obliga a distinguir esta satisfacción del puro y simple autoerotismo de la zona
erógena, y es el objeto que con frecuencia confundimos con aquello sobre lo cual se cierra la
pulsión; ese objeto que, de hecho, no es otra cosa que la presencia de un HUECO, de un vacío,
que según Freud, cualquier objeto puede ocupar y, cuya instancia solo conocemos en la forma
del objeto perdido “a”. Este no es el origen de la pulsión oral porque no hay alimento alguno
que satisfaga nunca la pulsión oral, a no ser contorneando el objeto eternamente faltante.
No hay ninguna relación de engendramiento entre una pulsión parcial y la siguiente (oral y anal
por ej). Este paso no es producto de un proceso de maduración, sino el producto de una
intervención de la demanda del Otro.
El Incc se situa en las hiancias que la distribución de las investiciones significantes instaura en
el sujeto, figuradas como el rombo (♦) que coloco en el centro de toda relación del Incc entre la
realidad y el sujeto. La pulsión desempeña su papel en el funcionamiento del Incc debido a que
algo en el aparejo del cuerpo está estructurado de la misma manera.
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Perversión la pulsión no es la perversión, sino la manera en la que se coloca en el sujeto.
Voyerismo el objeto es mirada, mirada que es el sujeto, que lo alcanza. El otro sorprende al
sujeto, todo él, como mirada escondida. Pulsión escópica: la mirada es ese objeto perdido y, de
pronto, reencontrado, en la conflagración de la vergüenza, gracias a la intromisión del otro.
Hasta ese momento, ¿Qué busca ver el sujeto? Busca al objeto como ausencia. Lo que el voyeur
busca y encuentra no es más que una sombra detrás de la cortina. Busca, no el falo, sino
justamente su ausencia. Se mira lo que no se puede ver.
Gracias a la intromisión del otro, aparece la estructura de la pulsión, esta solo se completa de
veras en su forma invertida, en su forma de retorno, que es la verdadera pulsión activa. En el
exhibicionismo, el blanco del sujeto es lo que se realiza en el otro. La verdadera mirada del
deseo es el otro, el otro al que se fuerza. No solo involucra a la víctima, sino a la víctima en
tanto que está referida a algún otro que la mira.
Freud el dolor nada tiene que ver con el punto de partida de la pulsión sado-masoquista. La
violencia que ejerce el sujeto sobre sí mismo, en aras del ejercicio de un dominio.
El camino de la pulsión es la única forma de trasgresión permitida al sujeto con respecto al
principio del placer. El sujeto se dará cuenta de que su deseo no es más que un vano rodeo para
pescar el goce el otro, en la medida en que al intervenir el otro, el sujeto se dará cuenta de que
hay un goce más allá del principio del placer.
El forzamiento del principio del placer por la incidencia de la pulsión parcial es lo que nos
permite concebir que las pulsiones parciales, ambiguas, estén instaladas en el límite de un
mantenimiento de una homeostasis, de su captura por la figura velada que es la figura de la
sexualidad.
El objeto de la pulsión debe ubicarse en el plano de una subjetivizacion acéfala, sin sujeto, un
hueso, una estructura, que representa una faz de la topología. La otra faz es la que hace al
sujeto, debido a sus relaciones con el significante, un sujeto agujereado.
El sujeto se sitúa él mismo como determinado por el fantasma. Este es el soporte del deseo, no
el objeto a.
En la estructura perversa hay una inversión del fantasma. El sujeto se determina a sí mismo
como objeto, en su encuentro con la división de la subjetividad. El sádico ocupa él mismo el
lugar de objeto, pero sin saberlo, en provecho de otro, y ejerce su acción de perverso sádico en
aras del goce de ese otro. En ese sentido, el sadismo no es más que la negación del
masoquismo.
El objeto del deseo, en el sentido corriente, es o un fantasma que es en realidad sostén del
deseo o un señuelo.

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